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2. Fundamentos de un análisis de
clases neoweberiano
Introducción
En el proyecto general de “análisis de clases” se hacen muchos esfuerzos
para definir el concepto de clase y delinear los límites entre clases. Esto
ha de ser así porque el análisis de clases es “la investigación empírica de
las consecuencias y corolarios de la existencia de una estructura de clases
definida ex-ante” (Breen y Rottman 1995b, p. 453). Al partir de una defi-
nición en concreto, los sociólogos pueden establecer hasta qué punto ele-
mentos como la desigualdad en las oportunidades vitales entre familias o
individuos se articulan en función de las clases. Este enfoque contrasta con
aquel que descubre la estructura de clases a partir de la distribución empíri-
ca de la desigualdad en la sociedad —Sørensen (2000) lo llama el enfoque
de “clasificaciones nominales”—. En el análisis de clases, los presupuestos
teóricos de la versión de clase que se use tienen que declararse desde el co-
mienzo y el concepto de clase tiene que ser comprobable de forma que los
enunciados acerca de la clase puedan contrastarse empíricamente. Si exa-
minamos las dos variedades principales de análisis contemporáneo (esto es,
el análisis marxista, particularmente asociado con los trabajos de Erik Olin
Wright y sus colaboradores, y el análisis neo-weberiano, en relación con el
uso del modelo de clases formulado por John Goldthorpe), encontraremos
que estas dos tareas son esenciales en ambas.
En este capítulo examinaré algunos de los temas que surgen cuando em-
prendemos un análisis de clases desde una amplia perspectiva. Comenzaré
pergeñando las ideas del propio Weber acerca de las clases sociales, como
se presentan en Economía y sociedad. Se establecen así los parámetros ge-
nerales dentro de los que opera el análisis de clases weberiano y también
se vislumbra el alcance y los límites de sus pretensiones explicativas. Con-
tinuaré con un análisis en términos muy generales acerca de cómo puede
hacerse utilizable el trabajo de Weber sobre las clases y con un bosquejo del
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Vid. Weber (1964, p. 242-5). El desarrollo de ideas neoweberianas de “límites de
clase” y de exclusión y usurpación asociado a los trabajos de Parkin (1979) y Murphy
(1988), se basa mucho más en el tratamiento de Weber de los grupos de estatus que
en las clases. Weber sostiene que “no se puede decir gran cosa en términos generales
sobre tipos de antagonismos de clase más específicos” (1964, p. 686) y yo entiendo
que quiere decir que, si bien existen los conflictos de clase, estos no siguen una pauta
general, sino que están condicionados por circunstancias históricas específicas.
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lindes entre las versiones marxistas y weberianas son muy a menudo poco
claras. Pero, como pretendo demostrar, existe un elemento distintivo del
modelo de clases weberiano, lo cual determina cómo podríamos construir-
lo así como la evaluación de su desempeño como factor explicativo en el
análisis de clases. Pero no creo que sea lo mejor seguir los escritos de Weber
“al pie de la letra” (incluso si fuese posible hacerlo). Es posible que el enfo-
que que esbozo aquí y que llamo neoweberiano, no sea el único que puede
emanar de las observaciones escasamente sistemáticas del autor acerca de
las clases.
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Hay muchas descripciones del modelo de clase de Goldthorpe, pero la más clara y
detallada es la que se presenta en Erikson y Goldthorpe (1992, cap. 2). Así mismo
Goldthorpe (2000, cap. 10) proporciona un análisis detallado de la lógica del mode-
lo.
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Aplicado en el Reino Unido esto es menos de veinticinco empleados.
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Gráfico 2.1 Dimensiones del trabajo como fuentes de riesgos contractuales, formas de
contratación laboral y ubicación de las clases de empleados del esquema de Goldthorpe
(2000: 223, gráfico 10.2)
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Podría parecer extraño que la versión del modelo con siete categorías junte a las clases
IIIa y IIIb. Sin embargo, Goldthorpe utilizó esta versión inicialmente para su análisis
de la movilidad social de los hombres en Inglaterra y Gales. La versión que más tarde
usarían Erikson y Goldthorpe, pese a que difiere ligeramente de las siete categorías
que se muestran en el cuadro 2.1, también integraba la IIIa y la IIIb, si bien también
esta versión se había desarrollado para el análisis de la movilidad masculina. Hay re-
lativamente pocos hombres que ocupen posiciones en IIIb y las posiciones ocupadas
por hombres suelen estar más próximas a las de IIIa que las posiciones ocupadas por
mujeres. Así, en el capítulo en el que analizan la movilidad de las mujeres, Erikson y
Goldthorpe (1992, cap. 7) unen la clase IIIb a la clase VII.
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Es bien conocida la reticencia de Goldthorpe a etiquetar su modelo como weberiano.
Pese a que admite haber adoptado los principios del modelo en gran medida de Marx
y Weber, escribe: “a menudo se han referido y se ha tratado nuestro enfoque como
‘weberiano’, aunque no consideramos que sea algo especialmente relevante o útil en
cualquier sentido: […] lo que importa son las consecuencias y no los precedentes”
(Erikson y Goldthorpe 1992, p. 37, Nota 10).
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Weber supera esta objeción utilizando dos tipos de criterios. Los miembros de una
clase tienen en común sus oportunidades vitales, pero las clases sociales están com-
puestas de aquellas clases entre las cuales es frecuente la movilidad. Breiger (1982)
aplica esta idea al analizar un sistema de movilidad de diecisiete grupos ocupacionales
con el que intenta corroborar que los resultados, tanto la pauta de movilidad como de
la estructura de clase subyacente (una amalgama de las diecisiete categorías iniciales),
coinciden con los datos originales. Sin embargo, su enfoque no ha tenido mucha
repercusión.
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La versión de cinco clases agrupa I, II y II en clase de trabajadores de cuello blanco,
IVa y IVb en pequeña burguesía, IVc y VIIb en trabajadores agrícolas, V y VI traba-
jadores especialistas y VIIa queda como la clase de los trabajadores no cualificados.
Después, la versión de tres clases agrupa IVa y IVb con I, II y III en la clase de los
trabajadores no manuales, V, VI y VII en la de trabajadores manuales y mantiene la
clase de los trabajadores agrícolas (IVc y VIIb).
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puesto y cuyo control de las horas de trabajo es bastante variado. (Evans y Mills
2000, p. 653)
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Sin embargo, existe un inconveniente de estos análisis que deberíamos mencionar,
esto es, que obtienen la información de los empleados, cuyas respuestas bien pueden
estar más relacionadas con su propia posición y experiencias que con las características
de la posición que ocupan (por ejemplo en temas como las probabilidades de promo-
ción). Es posible que sea mejor obtener la información de los empleadores.
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donde f indica el tipo de relación entre Y y g(Xh, Xm) mientras que g indica
cómo Xh y Xm se tratan en el análisis. El enfoque individualista de clase
propondrá un modelo que establezca g(Xh, Xm) igual a Xh y Xm, mientras
que los enfoques llamados convencionales establecerán g como un modelo
de dos a uno de (Xh, Xm) a X. En el enfoque de dominancia, por ejemplo,
g(Xh, Xm) es la función que decide la variable dominante entre Xh o Xm.
Puesto así, se hace patente que podríamos utilizar muchas funciones para
g. Por ejemplo, podría especificar la relación entre una clase latente X y los
dos indicadores Xh y Xm. Esta ligera formalización nos aporta una forma
de resolver estos problemas empíricamente. Puesto que los análisis neowe-
berianos se centran en la distribución de oportunidades vitales, podríamos
pretender determinar, en función de la elección de f, cuál de las posibles
funciones de g explica mejor la variación de oportunidades vitales de los
individuos.
Conclusión
El enfoque neoweberiano del análisis de clases descansa sobre la construc-
ción de un modelo basado en principios que capten las principales dimen-
siones de diferencias de posición en los mercados de trabajo y unidades de
producción que sean relevantes en la distribución de oportunidades vitales.
El principio elegido será la base teórica y el modelo de clase correspon-
diente será operatividad. Una vez establecidos estos, se abren al menos dos
líneas importantes de investigación empírica. Por un lado, podemos querer
saber qué importancia real tienen las clases al explicar la distribución de
oportunidades vitales, especialmente en comparación con otras fuentes de
desigualdad social como el grupo étnico, el género, etc. Y, por supuesto,
dicha investigación se puede ampliar para establecer comparaciones sobre
la intensidad de los efectos de clase en diferentes países y a lo largo del
tiempo. Por otro lado, la existencia y la fortaleza de la relación entre clase
y otros resultados constituye de por sí tema de investigación empírica.
Pero si las clases han de captar las distinciones especialmente relevantes
para la distribución de oportunidades vitales, es posible que los miembros
de una clase se comporten de forma similar o no, tengan o no actitudes
similares o emprendan acciones colectivas o no lo hagan, etc. En tanto
que las variaciones en estos u otros resultados se puedan relacionar con
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De hecho, en el propio trabajo de Goldthorpe y el de aquellos que utilizan su modelo
de clase, se presta ya muy poca atención a los temas de formación de clase demográ-
fica y sus consecuencias (a diferencia, por ejemplo, de los anteriores trabajos de Gol-
dthorpe [1980] sobre movilidad en Inglaterra y Gales). Ahora este modelo de clase se
utiliza sobretodo como forma de reflejar las desigualdades en cuanto a oportunidades
vitales.
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