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Déjame que te cuente. Ensayos sobre narrativa y educación.

Jorge Larrosa y otros


Ed. Laertes

El profesor como extranjero


Autor: Maxime Greene.

“ (…) En la realidad de cada día, situarse en la posición ventajosa del extranjero es


poder mirar con perplejidad e interrogativamente el mundo en el que se vive. Es como
volver a casa después de una larga estancia en cualquier otro lugar. El que regresa a
casa percibe en su ambiente detalles y formas que nunca había visto antes. Descubre
que tiene que pensar de nuevo los rituales y las costumbres de su pueblo para poder
entenderlos. Durante un tiempo se siente alejado de las personas que han permanecido
siempre en casa y que tienen el mundo familiar totalmente asumido. Esas personas,
escribe Alfred Schutz, normalmente “aceptan el patrón cultural estándar que les ha sido
transmitido por sus antepasados, profesores y autoridades como una guía, incuestionada
e incuestionable, para las situaciones cotidianas que suceden en el mundo social”. El
que regresa puede haber sido anteriormente, antes de su partida, como una de estas
personas. Pero ahora, mirando con nuevos ojos, no puede, sin más, asumir el patrón
cultural heredado. Quizá le parezca arbitrario, incoherente o deficiente. Para darle
sentido otra vez debe reinterpretar y reordenar todo aquello que ahora ve a la luz de su
nueva experiencia. Debe, conscientemente, decidirse a indagar.
Cuando pensar al modo usual se convierte en algo insostenible, el individuo
experimenta una crisis de conciencia. Lo que antes era incuestionado se ha convertido
en cuestionable, lo que estaba sumergido se ha vuelto visible (…)”
( Greene 2000:82–83)
Déjame que te cuente. Ensayos sobre narrativa y educación.
Jorge Larrosa y otros
Ed. Laertes

El profesor como extranjero


Autor: Maxime Greene.

“ (…) Frecuentemente , el profesor es tratado como si no tuviera una vida propia, como
si no tuviera un cuerpo, un lenguaje, una historia o una interioridad. Los especialistas en
educación parecen presuponer “un hombre dentro del hombre” donde describen a un
buen profesor como alguien infinitamente seguro, atento y complaciente, técnicamente
eficiente, insensible a los cambios de humor. Probablemente le definan por el rol que
“se espera” que desempeñe en la clase, con todos los cabos bien atados y todas las
dudas resueltas. Las diversas realidades en las que él existe como persona viva han sido
pasadas por alto. Su biografía personal ha sido obviada, así como las diferentes maneras
en las que se expresa a sí mismo a través del lenguaje, los horizontes que percibe, las
perspectivas con las que mira el mundo.
Nuestro propósito es hacer a esa persona visible para sí misma. Si el profesor se
conforma con sumergirse en el sistema, si consciente de ser definido en lo que se
supone que es el punto de vista de otros, entonces abandona su libertad de ver, de
entender y de significar por sí mismo. Si está inmerso en el sistema y es impermeable a
lo que podría perturbarle, difícilmente podrá estimular a otros para que se definan a sí
mismos como individuos. Pero si, por el contrario, está dispuesto a adoptar la posición
del que regresa a casa y a crear una nueva perspectiva sobre lo que habitualmente ha
considerado como real, entonces su enseñanza puede convertirse en parte del proyecto
existencial de una persona vitalmente abierta a sus estudiantes y al mundo. Entonces,
podrá definirse a sí mismo como “admirable” en el sentido de Merleau-Ponty. Estará
continuamente obligado a interpretar y reinterpretar una realidad siempre nueva. Se
sentirá más vivo que nunca.(…) “( Greene 2000:85)
Déjame que te cuente. Ensayos sobre narrativa y educación.
Jorge Larrosa y otros
Ed. Laertes

El profesor como extranjero


Autor: Maxime Greene.

“ (…) Si el profesor pretende reflexionar sobre lo que está haciendo en las situaciones
concretas de su vida, tiene que ser consciente de las convenciones que son normalmente
usadas para organizar la realidad. Debe ser consciente de que las “ ficciones” utilizadas
para elaborar el sentido de la realidad ( tanto en la escuela como fuera de ella) son
construcciones mentales, esquemas hechos por el hombre.” ( Greene 2000:88)

(…) Debe quedar claro desde ahora que, independientemente del cuidado con el
que haga sus deliberaciones o la habilidad con la que desarrolle maneras alternativas de
enseñanza, el profesor está para siempre comprometido en la creación de significados.
Este acto formativo se aplica a las perspectivas sobre las actividades de enseñanza, a la
educación vista como una tarea intencional y como una empresa social. Se aplica
también a las perspectivas a través de las cuales se perciben las personas, se
comprenden los conocimientos o se resuelven los problemas éticos. También se aplica a
cuestiones tocantes a la disidencia, a la resistencia, a la reforma y a la transformación de
las instituciones culturales. Y se aplica a los métodos escogidos para responder a las
inhumanidades de nuestro tiempo. El profesor no puede afirmar que las escuelas deben
o no atreverse a cambiar el “orden social”. El debe escoger qué papel jugará en ese
esfuerzo. Debe incluso escoger cómo concebir el “orden social”: como un sistema
opresivo e impersonal, como una serie de comunidades humanas fuídas, como “el mejor
de todos los mundos posibles” ( Greene 2000:90)
Déjame que te cuente. Ensayos sobre narrativa y educación.
Jorge Larrosa y otros
Ed. Laertes

El profesor como extranjero


Autor: Maxime Greene.

“El profesor (…) está comprometido en transmutar e iluminar (…) con el fin de
ayudar a los otros a ver de una manera renovada. Si es capaz de pensar en lo que está
haciendo mientras está vitalmente presente como persona, puede impulsar a otros a
actuar según su propia libertad. Aprendiendo a aprender, algunas de esas personas
podrán ir más allá de los lugares abrigados hasta permanecer por propia elección al aire
libre del pensamiento. Podrán experimentar la aventura de la que Rilke habla en el
poema titulado “Iniciación”:
“ Quienquiera que seas: vas afuera cunado llega la tarde,
sales de tu cuarto del que todo conoces;
al borde del horizonte, antes del infinito, tu morada es la última.
Quienquiera que seas.
Con tus ojos que se resisten
a dejar el límite del umbral,
lentamente dibujas un árbol
negro de cara al cielo: esbelto y solo.
Y tú has hecho el mundo. Un mundo inmenso,
parecido a la palabra que madura en el silencio.
Y cuando tu voluntad capta su razón de ser,
entonces, tiernamente, tus ojos lo liberan”.

El árbol quizá represente el orden, el patrón o la perspectiva que uno crea


cuando aprende. Captar su significado con la propia voluntad acaso signifique la
elección personal de integrar lo que ha sido desvelado, de ponerlo a trabajar en la
interpretación y la ordenación del propio mundo vital. El profesor también debe cultivar
sus árboles sombreados y hacerlos madurar. Extranjero y vuelto a casa, cuestionador e
incitador de otros, puede hacerse visible a sí mismo haciendo filosofía. Hay incontables
vidas que cambiar, innumerables mundos que rehacer” ( Greene 2000: 129-130)

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