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Literatura Neoclásica Nota

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Docente: Linda López López Fecha: 4 de mayo de 2020 Grado: Noveno.

1. Analiza y argumenta acerca de la importancia de la literatura Neoclásica en la construcción de


identidades nacionales, posterior a la independencia.

Que esta literatura buscaba hacer un cambio en la manera de pensar en las personas, educando
de diferentes maneras generando un nuevo pensamiento en ellas, así intentando hacer cambios
en distintos lugares dándole más importancia a la razón.
2. Lee el fragmento de Reminiscencias de Santafé y Bogotá, de José María Cordovez Moure,
dedicado a los colegios y estudiantes, y establece una comparación entre la educación del siglo
XIX y la actual.

El local del Colegio del Espíritu Santo, el mismo que hoy ocupa el Asilo de Niños Desamparados,
fue construido por el doctor Lleras y en él recibieron educación muchos jóvenes que han figurado
con lucimiento en nuestra sociedad (…)

En el gran salón de estudio se arregló con el carácter de permanente, un escenario ornamentado


con bellísimas decoraciones: allí se representaban por los alumnos piezas dramáticas, entre ellas el
“Jacobo Molay” en cinco actos y en verso, obra del precoz ingenio de don Santiago Pérez, de
dieciocho años de edad entonces, que le mereció un rudo estudio crítico de don Mariano Ospina.

El uniforme de los estudiantes era lujoso: frac y pantalón de paño azul oscuro y chaleco de piqué
blanco, todo con botones de metal dorado, guantes blancos de cabritilla, sombrero de copa; en
cada solapa el frac llevaba una paloma bordada de plata.

Sentábales muy bien a los jóvenes mayores; pero los que aún eran niños semejaban caricaturas de
hombre. Siempre nos ha parecido del peor gusto aprisionar a los muchachos dentro de vestidos
incompatibles con su edad.

(…) El régimen interior del Colegio estribaba en estimular a los jóvenes por el sendero del honor y
de las nobles acciones. Los buenos resultados que dio ese sistema se comprobaron con la
particularidad de que, durante un semestre sólo hubo necesidad de penar con encierro de pocas
horas a un estudiante por falta de aseo y pulcritud en el vestido. Allí se nos trató como a príncipes,
por todos aspectos.

Que la educación durante las épocas ha cambiado mucho debido a distintos aspectos, uno
de ellos es la manera de pensar de los jóvenes, donde buscan la facilidad de las cosas,
donde ya se premia más la libertad de pensamiento antes que lo que esté bien o mal,
antes lo que buscaban en la educación era un modelo recto, donde se debían de seguir
ciertos aspectos para lograr el éxito, donde los estudiantes tenían un mayor respeto hacia
los docentes y sus superiores cosas que se han perdido con el tiempo donde los jóvenes
de hoy en día no tienen y se ha perdido de generaciones y así seguirá a menos de que se
pueda lograr un cambio.
3. Lee el siguiente fragmento del Diario, de Soledad Acosta de Samper, y analiza el papel de la
mujer en el siglo XIX. Escribe las conclusiones.

Mañana o pasado mañana será la batalla (…) ¡Y tener que quedar inmóvil, y tener que pasar en
calma aparente estos días terribles! ¡Y esperar aquí quieta que se decida la suerte de mi Patria... y
tal vez la mía! ¡Sin poder dar un paso para detenerla! Y a esto estamos destinadas las mujeres,
tenemos que estar sin movimiento, tenemos que esperar a que nos traigan las noticias. ¿Por qué
esta esclavitud?… ¡El bello sexo! Las cadenas en que nos tienen las doran con dulces palabras
nuestros amos. Dicen adorarnos y nos admiran mientras humildes les obedecemos.
Era un modelo machista donde se creía que la mujer solo debía estar en casa esperando a
su amado, para traerle buenas o malas noticias, donde no podía salir y era considerada
más un objeto que persona, no podían trabajar y otras muchas cosas más que el hombre
si podía hacer, ahí es donde se veían vulnerados sus derechos, pero sencillamente en ese
tiempo ellas no tenían la libertad que pudieran llegar a querer.
4. A continuación se presentan 5 textos de la literatura Neoclásica, léelos y analiza las
características y temas presentes en los mismo. Argumenta.

José Joaquín Olmedo


La victoria de Junín (fragmento)

"El trueno horrendo que en fragor revienta entre la sombra del eterno olvido,
y sordo retumbando se dilata -¡oh de ambición y de miseria ejemplo!
por la inflamada esfera, el sacerdote yace, el dios y el templo.
al Dios anuncia que en el cielo impera.
Y el rayo que en Junín rompe y ahuyenta Mas los sublimes montes, cuya frente
la hispana muchedumbre a la región etérea se levanta,
que, más feroz que nunca, amenazaba, que ven las tempestades a su planta
a sangre y fuego, eterna servidumbre, brillar, rugir, romperse, disiparse,
y el canto de victoria los Andes, las enormes, estupendas
que en ecos mil discurre, moles sentadas sobre bases de oro,
ensordeciendo el hondo valle y enriscada la tierra con su peso equilibrando,
cumbre, jamás se moverán. Ellos, burlando
proclaman a Bolívar en la tierra de ajena envidia y del protervo tiempo
árbitro de la paz y de la guerra. la furia y el poder, serán eternos
de libertad y de victoria heraldos,
Las soberbias pirámides que al cielo que, con eco profundo,
el arte humano osado levantaba a la postrema edad dirán del mundo;
para hablar a los siglos y naciones, `Nosotros vimos de Junín el campo,
- templos do esclavas manos vimos que al desplegarse
deificaban en pompa a sus tiranos - del Perú y de Colombia las banderas,
ludibrio son del tiempo, que con su ala se turban las legiones altaneras,
débil las toca y las derriba al suelo, huye el fiero español despavorido,
después que en fácil juego el fugaz viento o pide paz rendido.
borró sus mentirosas inscripciones; Venció Bolívar, el Perú fue libre,
y bajo los escombros, confundido y en triunfal pompa Libertad sagrada
en el templo del Sol fue colocada`. ¿que el campo desde allí mide, y el sitio
del combatir y del vencer designa?
¿Quién me dará templar el voraz fuego ¿que la hueste contraria observa, cuenta,
en que ardo todo yo? y en su mente la rompe y desordena,
-Trémula, incierta, y a los más bravos a morir condena,
torpe la mano va sobre la lira cual águila caudal que se complace
dando discorde son. ¿Quién me liberta del alto cielo en divisar su presa
del dios que me fatiga ... ? que entre el rebaño mal segura pace?
¿Quién el que ya desciende
Siento unas veces la rebelde Musa, pronto y apercibido a la pelea?
cual bacante en furor, vagar incierta Preñada en tempestades le rodea
por medio de las plazas bulliciosas, nube tremenda; el brillo de su espada
o sola por las selvas silenciosas, es el vivo reflejo de la gloria;
o las risueñas playas su voz un trueno, su mirada un rayo.
que manso lame el caudaloso Guayas; ¿Quién, aquel que, al trabarse la batalla,
otras el vuelo arrebatada tiende ufano como nuncio de victoria,
sobre los montes, y de allí desciende un corcel impetuoso fatigando,
al campo de Junín, y ardiendo en ira, discurre sin cesar por toda parte ... ?
los numerosos escuadrones mira ¿Quién sino el hijo de Colombia y Marte?
que el odiado pendón de España arbolan,
y en cristado morrión y peto armada, Sonó su voz: `Peruanos,
cual amazona fiera, mirad allí los duros opresores
se mezcla entre las filas la primera de vuestra patria; bravos Colombianos
de todos los guerreros, en cien crudas batallas vencedores,
y a combatir con ellos se adelanta, mirad allí los enemigos fieros
triunfa con ellos y sus triunfos canta. que buscando venís desde Orinoco:
suya es la fuerza y el valor es vuestro,
[...] vuestra será la gloria;
pues lidiar con valor y por la patria
¿Quién es aquel que el paso lento mueve es el mejor presagio de victoria. "
sobre el collado que a Junín domina?

Espronceda Himno al sol


(Atribuido a José de Espronceda)
Me gusta ver el cielo Con mano despiadada
Con negros nubarrones Los cráneos machacar.
Y oír los aquilones Me alegra ver la bomba
Horrísonos bramar, Caer mansa del cielo,
Me gusta ver la noche E inmóvil en el suelo,
Sin luna y sin estrellas, Sin mecha al parecer,
Y sólo las centellas Y luego embravecida
La tierra iluminar. Que estalla y que se agita
Me agrada un cementerio Y rayos mil vomita
De muertos bien relleno, Y muertos por doquier.
Manando sangre y cieno Que el trueno me despierte
Que impida el respirar, Con su ronco estampido,
Y allí un sepulturero Y al mundo adormecido
De tétrica mirada Le haga estremecer,
Que rayos cada instante
Caigan sobre él sin cuento,
Que se hunda el firmamento
Me agrada mucho ver.
La llama de un incendio
Que corra devorando
Y muertos apilando
Quisiera yo encender;
Tostarse allí un anciano,
Volverse todo tea,
Y oír como chirrea
¡Qué gusto!, ¡qué placer!

La quijotita y su prima

El escritor mexicano José Joaquin  Fernández de Lizardi  (1776-1827) escribió la novela


costumbrista  La quijotita y su prima  (1819), una obra excelente. Su crítica a la inconveniente o
mala educación de las mujeres, sería el tema principal. Expresa que la mujer debía de recibir
educación intelectual y moral para poder desenvolverse en el mundo. Esto puede sonar lógico
ahora, pero a inicios del siglo 19 era insólito, y más con el virreynato encima o recién librándose de
él. Era necesario intentar establecer muchos puntos en el México independiente después de tantos
enfrentamientos, luchas, controles, conflictos: el papel de la familia, los valores cívicos, la
educación, la censura eclesiástica que era horrenda (especialmente con lo que se publicaba), etc.
Podrán imaginarse qué sucedía después de tres siglos en completa opresión si se era indígena, y
obviamente que no había más que indígenas (grandes culturas), así que pasar de ésta a hacer lo
que les viniera en gana con la libertad que jamás debieron perder al estar en su propio país, era
algo que debió de ser increible. Les copio un fragmento que hallé de  La quijotita y su prima  para
que puedan ver una pequeñita parte de su notable escritura:

En efecto, fueron todos el jueves, no a la hora señalada, sino después de almorzar; pero, cuál fue
la sorpresa del coronel, de Matilde y Pudenciana, al hallarse con la sala llena de gente y a Pomposa
en medio muy colorada y hecha una víbora de rabia, con un papel en la mano diciendo:
—Los colegiales, sí, los malditos colegiales me han puesto por mal nombre Quijotita. ¿Qué me ven
esos malditos de Quijota? ¿Soy yo acaso loca, flaca ni trigueña como don Quijote? ¿Soy hombre?,
¿tengo Rocinante?, ¿tengo escudero?, ¿acometo molinos de viento, ni hago ninguna fechoría
como diz que hacía ese buen señor, que en paz descanse? ¿Pues por qué me han de llamar
Quijotita? ¡Maldito sea el que tal nombre me puso y ojalá yo supiera quién fue, que me lo había de
pagar, le había de decir que era un grosero, indecente y mal criado, y se había de acordar de mí
para todos los días de su vida!, pero ya que no lo conozco, a lo menos les prometo que no ha de
volver a pisar mi casa ni un colegial.
De esta manera se explicaba Pomposita, hecha una furia, hasta que el coronel le dijo:
—Vaya, vaya; ¿qué te han hecho los colegiales que estás tan enojada con ellos?
—¡Qué me ha de suceder, tío!, respondió Pomposa, ¡qué me ha de suceder!, esos pícaros,
groseros, indecentes, me han puesto por mal nombre Quijotita y me lo han dicho casi en mis
bigotes. ¡Mire usted qué atrevimiento! Estos papeles me dejaron esos condenados dentro del
clave. Quién sabe cómo diantres lo pusieron sin que yo lo viera, y luego luego se despidieron y se
fueron.
Decir esto Pomposa y poner el papel en manos de su tío, todo fue uno. Entonces el coronel se
sentó, y como había muchas personas de visita, lo hubo de leer en alta voz y todos oyeron que
decía ni más ni menos que como sigue:

Pomposa, aunque seas bonita,


Y aunque ves que te queremos,
No por eso dejaremos
De llamarte Quijotita;
Y pues tu locura incita
A ponerte este renombre,
Ten paciencia, y no te asombre,
Que ya sea en prosa, o en verso,
Diga todo el universo:
Quijotita sea tu nombre.

Acabó de leer el coronel; las visitas prudentes se sonreían y las no prudentes soltaron la carcajada,
con lo que se puso de peor condición Pomposa, y echando espuma por la boca decía:
—¿Qué dicen ustedes?, ¿no son infamias las de estos perros, malcriados, indecentes? ¿Quijotita
yo?, ¿yo Quijotita? ¡Voto a mis pecados! Esto no es sufrible. ¿Qué me habrán visto de Quijotita
estos malditos? Pero como vuelvan, yo les prometo que les he de decir cuántas son cinco y los he
de echar muy mucho noramala de mi casa.

Un Gaucho de la Guardia del Monte


Bartolome Hidalgo
Ya que encerré la tropilla que tenemos disensiones, Después que por todas
y que recogí el rodeo, haciendo cuerpo de gato, partes
voy a templar la guitarra se viene por los rincones. lo sacamos apagando,
para esplicar mi deseo. ahora el Rey con mucho
Cielito, cielo que sí, modo
Cielito, cielo que sí, guarde amigo el papelón, de humilde la viene
mi asunto es un poco largo; y por nuestra echando.
para algunos será alegre, Independencia
y para otros será amargo. ponga una iluminación. Cielito, cielo que sí,
ya se le murió el potrillo,
El otro día un amigo, Dice en él que es nuestro y si no, que se lo digan
hombre de letras por padre Osorio, Marcó y Morillo.
cierto, y que lo reconozcamos,
del rey Fernando a que nos mantendrá en su Quien anda en estos
nosotros gracia maquines
me leyó un gran siempre que nos es un conde Casa-Flores,
Manifiesto. sometamos. a quien ya mis
compatriotas
Cielito, cielo que sí, Cielito, digo que sí le han escrito mil primores.
este Rey es medio zonzo ya no largamos el mono,
y en lugar de D. Fernando no digo a Fernando el Cielito, digo que no,
debiera llamarse Alonso. sétimo, siempre escoge D.
pero ni tampoco al nono. Fernando
Ahora que él ha conocido para esta clase de asuntos
hombres que andan éste es el sagrado voto
deletreando. Para la guerra es terrible, de todo buen ciudadano.
balas nunca oyó sonar,
El Conde cree que ya es ni sabe qué es entrevero, Cielito, y otra vez cielo,
suyo ni sangre vio coloriar. bajo de esta inteligencia,
nuestro Río de la Plata: reconozca, amigo Rey,
¡cómo se conoce, amigo, Cielito, cielo que sí, nuestra augusta
que no sabe con quién cielito de la herradura, Independencia.
trata! para candil semejante
mejor es dormir a oscuras. Mire que grandes trabajos
Allá va cielo y más cielo, no apagan nuestros
cielito de Casa-Flores, Lo lindo es que al fin nos ardores,
Dios nos librará de plata grita ni hambres, muertes ni
pero nunca de pintores. y nos ronca con enojo, miserias,
si fuese algún guapo... ni aguas, fríos y calores.
Los que el yugo sacudieron ¡Vaya¡
y libertad proclamaron, ¡Pero que nos grite un Cielito, cielo que sí,
de un Rey que vive tan flojo! lo que te digo Fernando,
lejos confiesa que somos libres
lueguito ya se olvidaron. Cielito, digo que sí, y no andés remolineando.
venga a poner su
Allá va cielo y más cielo, contienda, Dos cosas ha de tener
libertad, muera el tirano, y verá si se descuida el que viva entre nosotros,
o reconocernos libres, dónde va a tirar la rienda. amargo, y mozo de garras
o adiosito y sable en mano. para sentársele a un potro.
Eso que los reyes son
¿Y qué esperanzas imagen del Ser divino, Y digo cielo y más cielo,
tendremos es (con perdón de la gente) cielito del espinillo,
en un Rey que es tan el más grande desatino. es circunstancia que sea
ingrato liberal para el cuchillo.
que tiene en el corazón Cielito, cielo que sí,, Mejor es andar delgao,
uñas lo mismo que el gato? el evangelio yo escribo, ¡dar águila y sin penas,
y quien tenga desconfianza que no llorar para siempre
Cielito, cielo que sí, venga le daré recibo. entre pesadas cadenas.
el muchacho es tan
clemente De estas imágenes una Cielito, cielo que sí,
que a sus mejores vasallos fue Nerón que mandó a guardensé su chocolate,
se los merendó en caliente. Roma, aquí somos puros Indios
y mejor que él es un toro y sólo tomamos mate.
En política es el diablo cuando se para en la loma.
vivo sin comparación, Y si no le agrada, venga
y el reino que le confiaron Cielito, cielo que sí, con lucida expedición,
se lo largó a Napoleón. no se necesitan reyes pero si sale matando
para gobernar los hombres no diga que fue traición.
Cielito, digo que sí, sino benéficas leyes.
hoy se acostó con corona, Cielito, los Españoles
y cuando se recordó Libre y muy libre ha de ser son de laya tan fatal,
se halló sin ella en Bayona. nuestro jefe, y no tirano; que si ganan, es milagro,
y traición, si sale mal.
Cielito, cielo que sí,
Lo que el Rey siente es la ya he cantado lo que
falta siento,
de minas de plata y oro; supliendo la voluntá
para pasar este trago la falta de entendimiento
cante conmigo este coro.

Cielito, digo que no,


cielito, digo que sí,
reciba, mi D. Fernando,
memorias de Potosí.

Ya se acabaron los tiempos


en que seres racionales,
adentro de aquellas minas
morían como animales.

Cielo, los Reyes de España


¡la p... Que eran traviesos)
Nos cristianaban al grito
y nos robaban los pesos.

Y luego nos enseñaban


a rezar con grande esmero,
por la interesante vida
de cualquiera tigre overo.

Y digo cielo y más cielo,


cielito del cascabel,
¿rezaríamos con gusto
por un tal D. Pedro el
Cruel?

En fin, cuide amigo Rey


de su vacilante trono,
y de su tierra, si puede,
haga cesar el encono.

Cielito, cielo que sí,


ya los constitucionales
andan por ver si lo meten
en algunos pajonales.

Y veremos si lo saca
la señora Inquisición,
a la que no tardan mucho
en arrimarle latón.
5. Completa el cuadro
Temas Géneros (explicarlos ) Características
Libertad Lirica Elegancia y sobriedad
Heroísmo
Autodominio
Rigor
Imponer la razón
Ensayo
Ideas patrias
Imponer una visión objetiva
del mundo

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