Está en la página 1de 72

Annotation decepcionada cuando supe que mi

Muriel, una joven de veintiún años, destino era un pueblo.


se dirige a su primer puesto como Yo siempre había soñado con una
maestra, en un pueblo del Pirineo escuela tan diferente... La veía moderna,
navarro. Pero adaptarse es de trabajo bien instalada, alegre... Pero la vida es así.
difícil porque la cultura de la gente de —Ni siquiera viene el nombre del
este pueblo es diferente de la suya. A pueblo en la Enciclopedia. Debe de ser
Muriel le parece que el pueblo tiene una una birria —dijo mi hermana Sylvia,
mentalidad muy cerrada. Muriel dejando así mi moral por los suelos.
aspiraba a más... Sin embargo, el cariño
de la gente y le hará cambiar de opinión Mi madre, como siempre, me
y aparecerá un nuevo objetivo que animó.
cumplir en su vida. —El sitio es lo de menos. Lo
importante es que te sientas a gusto, y
CINCO PANES que la gente te quiera... Para ser feliz,
DE CEBADA ¿que más da que el lugar sea grande o
Muriel, una joven de chico?
veintiún años, se dirige a su Pero yo pensaba de muy diferente
primer puesto como manera. Creía que para mandarme a un
maestra, en un pueblo del sitio así, no era necesario que me
Pirineo navarro. Pero hicieran un examen tan duro, ni aquel
adaptarse es de trabajo curioso test, que dio como resultado que
difícil porque la cultura de la yo me encontraba plenamente capacitada
gente de este pueblo es para dirigir una escuela de ciento setenta
diferente de la suya. A niños.
Muriel le parece que el Si tan bien lo hice todo que incluso
pueblo tiene una mentalidad merecí la felicitación del tribunal, ¿por
muy cerrada. Muriel qué ahora me daban una escuela en un
aspiraba a más... Sin pueblo tan pequeño? ¿Cuántos alumnos
embargo, el cariño de la tendría? ¿Tal vez nueve?
gente y le hará cambiar de Debí hacer estas reflexiones en voz
opinión y aparecerá un alta, porque Sylvia se rió.
nuevo objetivo que cumplir —El trabajo te dejará agotada,
en su vida. pero no te preocupes. A ti siempre te ha
gustado escribir y los ratos libres
Autor: Baquedano, Lucía puedes dedicarlos a eso. Sería
©2008, Ediciones SM buenísimo que salieras de casa como
Colección: Gran angular, 17 maestra rural y volvieras con un premio
ISBN: 9788434808751 literario bajo el brazo, ¿no te parece?
Generado con: QualityEbook v0.37 Pero yo no estaba para bromas. El
pueblecito aquel se me había
CINCO PANES atragantado, y estaba segura de que iba a
DE CEBADA ser algo horrible.
LUCIA BAQUEDANO Lo noté en cuanto llegué a la
estación y localicé el autobús rojo y
TENIA entonces sólo veintiún azul, sin duda contemporáneo de Godoy,
años, y por eso quizá me sentí tan lleno de viajeros, y con el techo repleto

2
de cestas, escobas, un cochecito de mi edad, bastante mona, pero que tenía
bebé, enormes fardos de plantas, un pinta de empezar a marearse.
colchón y montones de cajas de cartón En el asiento delantero un chico,
atadas con cuerdas. con la frente llena de mercromina,
Pregunté a una mujer si aquél era el gritaba desesperadamente para que su
coche que iba a Beirechea, con la madre le diera no sé qué que llevaba en
esperanza de que me dijera que no, pero el bolso, y un niño de meses completó el
me contestó afirmativamente, en un cuadro haciéndose pis. ¡Pues vaya un
intervalo de su discusión con el balance!
cobrador que pretendía subirle a la baca El autobús, más que rodar,
una enorme maleta atada con cuerda de brincaba, y yo procuraba encogerme por
esparto, a la que ella se aferraba como no aterrizar encima de las gallinas o
si en ello le fuera la vida. sobre la chica, que debía de estar ya
—Que sí, Perico... Que te digo que fatal, la pobre.
sí... —decía, creyéndose graciosísima y ¡Uf, y qué calor tan sofocante!
haciendo señas a su robusto chiquillo, Entre una cosa y otra, yo estaba hecha
que se había sentado cómodamente con polvo.
los pies en el otro asiento, para que le Cada vez que veía un pueblo
ayudara a colocar debajo la preciosa bonito, deseaba que fuera el mío, pero
maleta. no tuve suerte. El autobús paraba, sí,
Me quedé en pie en aquel pasillo pero siempre era para recoger a más
horrendo y esperé resignada a que el viajeros que entraban como podían,
autobús se pusiera en marcha, si es que quedándose de pie por el estrecho
aún andaba aquel trasto... Y anduvo, pasillo.
claro. Yo soy así de desgraciada. —¿Así que sube usted hacia
Y me despedí entonces de mi Beirechea? —dijo la de las gallinas,
agradable vida de chica de ciudad. Lo después de contar por tercera vez el
último que vi de ella fue la sonrisa de dinero que llevaba en el monedero.
mi madre, que agitaba la mano, y sus —Sí, señora —contesté con una
ojos llenos de lágrimas. Sentí un nudo en voz tan triste que el mismo Herodes se
la garganta y apreté los puños con hubiera enternecido.. Uno de los chicos
fuerza. que iba de pie me lanzó una mirada
Muy cerca de mí, la dueña de la curiosa, que abarcaba toda mi anatomía,
maleta explicaba a todo el que quisiera y yo noté que me ponía colorada como
escucharla que no dejaba nunca el un tomate, y que mi frente y mis manos
equipaje arriba porque sabía de una a la estaban húmedas.
que, por confiada, le habían robado un Otro pueblo... Otro... Otro...
abrigo que valía buenos duros. El calor era cada vez mayor, y yo
El autobús trotaba ya entre una ya no podía parar. Lo* curioso es que
alarmante nube de humo. Una mujer que nadie se quejaba. Aquella gente
llevaba una cesta con dos gallinas me aceptaba todas aquellas incomodidades
dijo que me sentara y me ofreció un con extraña filosofía...
pedazo de asiento en el que sólo cabía ¿O es que eran sólo figuraciones
una pierna. mías?
Fue un consuelo para mi soledad, y Ofrecí mi fragmento de asiento a
se lo agradecí mucho, quedando así una mujer que subió con un niño en
aprisionada entre la cesta y una chica de brazos, y yo quedé instalada entre una

3
cesta de dos tapas y las barras metálicas cháchara de los viajeros.
que separan el asiento del conductor. —El chico de la Serapia, que dice
¿Cuándo llegaríamos? que deja el seminario. ¡Estará bueno el
Sentí horror, porque por primera padre! Figúrate, que el año que viene
vez en la vida me estaba mareando en tenía ya las primeras órdenes.
aquel puerto de cerradas curvas, y —¿Yo con Marcos? ¡Tú estás loco!
cuanto más lo pensaba peor me iba Habrás entendido mal... Pues mira que a
sintiendo, y más fuerte me atacaba la mí gustarme Marcos... ¡A buena hora!
antipatía por aquel odioso pueblo... —El hijo entra ahora en quintas, y
El señor de la derecha tenía una la chica, que tiene diecinueve, va a
mano vendada y olía a sala de espera de casarse a Leiza el año que viene.
hospital... ¡Huy, qué malísima estaba! —No dejes de bajar mañana, Félix.
—¿Qué ha sido, pues, Alfonso? — Te digo que esas ovejas te convienen.
gritó un anciano que sólo tenía un ojo. —¿Pero no decía usted que iba a
¿Se puede pedir mayor pesadilla Beirechea? —dijo una voz a mi lado.
para un solo viaje? Abrí los ojos sobresaltada. Era la
—Un desvío de la sierra —suspiró mujer de las dos gallinas, que ahora se
el de la venda, lanzándome una reía sin ningún disimulo.
bocanada que apestaba a vino Y ajo. Todos los viajeros se habían
Cerré los ojos y me tambaleé. apeado, y el verme allí sola me hizo
—¿Se marea, eh? —me dijo con— sentirme la más pueblerina de todos.
simpatía un hombre de la primera fila, Bajé dando traspiés. Nunca en la
levantando los ojos de su periódico, vida me había sentido tan desgraciada.
pero sin hacer siquiera ademán de La mujer de la maleta azul coronó mi día
ofrecerme asiento. —¡Cuide usted, que incrustándomela en la cintura al pasar.
me va a aplastar la fruta! —exclamó con No lloré sólo porque me daba
resentimiento la dueña de la cesta, que vergüenza.
se iba incrustando por momentos en mis Miré a mi alrededor desorientada.
costillas. Todos mis compañeros de viaje iban
—¡Perdón! —grité desesperada y desapareciendo por caminos y atajos.,
próxima a darme un ataque de nervios. bien cargados con sus cestos, y allí sólo
Me agarré muy fuerte a las barras quedaba yo, junto a la cuneta de la
niqueladas, y cerré los ojos, deseando carretera, sin saber qué hacer.
con toda mi alma morirme cuanto antes. Comenzaba a oscurecer.
Comprendía que la cosa no era Un hombre venía hacia mí, y no sé
para tanto. Incluso me sorprendió a mí por qué, pero estuve tentada de echar a
misma mi desesperación, porque correr. Era altísimo y desgarbado, pero
siempre he sido una persona serena. visto de cerca no tenía nada de
Pero entonces, no sé por qué, tenía ganas amenazador, así que interiormente me
de gritar o de pegar a alguien... Me sentí muy aliviada. Decidí pedirle que
parecía que me había metido en un me indicara el camino del pueblo.
manicomio. Toda aquella gente que me —¿Ha venido usted en el auto de
rodeaba tenía que estar loca por tener Pamplona? —me preguntó.
tan buen humor, yendo a un sitio como —Sí. Sí señor.
debía de ser aquél. —¿Y no sabe usted casualmente si
Sentí como una niebla a mi en el auto venía la maestra?
alrededor, y sólo oía confusamente la —Yo soy la maestra —dije como

4
en un sueño. supuesto.
SI, YO era la maestra, y estaba Al fin llegamos al pueblo, donde
ahora aquí, mientras mis amigas sólo vi un par de chiquillos curiosos,
paseaban o estaban en el cine. que me miraban encaramados a la tapia
—Pero... ¿usted es la maestra? ¿La de una huerta. Cuando les sonreí,
maestra que viene para Beirechea? corrieron a esconderse dentro de la
—Sí. casa.
—¡Pues parece usted muy joven Paramos ante un edificio parecido
para ser la maestra! Bueno... ¡Qué le a un gallinero ruinoso. Sólo tenía una
vamos a hacer...! Yo soy Pello, el amo planta, y su aspecto era tristón.
de la casa donde vivirá usted. —Mucho —Ahí está la escuela —dijo mi
gusto —dije, tendiéndole la mano y guía.
tratando de olvidar aquel ¡Qué le vamos —¿La... La escue...la? —contesté
a hacer! Hubiera dado cualquier cosa con voz tan débil que yo misma me di
por poder volverme a casa. pena.
Miró mi mano un momento, y al fin Pero Pello no lo advirtió. No le
se decidió a estrecharla con la misma importaba nada lo que a mí pudiera
prevención con que tocaría un cartucho pasarme. En mi vida he tropezado con
de dinamita. mayor falta de sensibilidad. Lo único
—Bueno —dijo tímidamente—, que se le había ocurrido había sido
pues ya está usted en Beirechea. Cuando llevarme a la escuela ante todo. Se ve
guste, vamos para casa. que le pareció lo más adecuado para mi
Cogí la maleta, porque Pello no condición de maestra.
hizo un gesto de ayudarme. Después de Estaba en un llano, y la primera
todo, como ni siquiera se había quitado impresión que recibí al entrar en ella no
la boina para saludarme, tampoco lo la olvidaré jamás. En el centro mismo
esperaba. de la clase había dos hermosos ratones
Daba unos pasos kilométricos, así que comían algo afanosamente,
que, como ya he dicho mil veces, cada —¡Así es que se lo comen! ¡Se lo
vez me sentía más cansada, cargada con comen y nada! —exclamó Pello con
la maleta y el bolso. Lo único que desconsuelo—. Mi mujer ha puesto
deseaba era despertar si estaba soñando, azúcar envenenado, pero se ve que les
o morir si estaba despierta. gusta, y no los mata.
¡A buen lugar he venido a parar!, Cerré los ojos, y para evitar un
pensaba angustiada, mirando un grupo ataque de histeria apreté los puños. Ni
de casas que parecían estar lejísimos. siquiera quise preguntar si había muchos
Lo primero que tendré que hacer es ratones en la escuela.
enseñar educación a los niños, porque Fue en ese mismo momento cuando
es evidente que no la recibirán de sus decidí estar allí únicamente un curso,
padres... de unos padres que son pedir la excedencia y aguardar un
incapaces de sentir compasión para destino mejor. Todavía dudaba si sería
ceder su sitio a una chica mareada, o de capaz de resistir allí nueve meses.
llevarle la maleta hasta el pueblo. Seguramente sería superior a mis ya
Sin embargo, Pello no parecía escasas fuerzas.
darse cuenta de mi estado de ánimo, y Lancé una rápida ojeada a la clase
seguía tragando leguas con aquellas y quedé desolada. Las paredes eran del
piernas tan largas. No hablaba nada, por más triste y descolorido color azul, y la

5
bombilla, demasiado pequeña, quedaba macetas con flores. Unas hojas verdes
aprisionada dentro de una bola de llenas de racimos de moscatel se
cristal, también azul, dando una aferraban a las paredes. Me parece que
tonalidad mortecina. sentí que me gustaba.
El techo era todo un poema de —¡Hala! ¡Que ya tenemos aquí a la
huellas de goteras. Empecé a imaginar señorita maestra! —gritó Pello al entrar.
una escuela poblada de niños azules y Casi al momento se abrió la puerta
amenizada la lección por el clic, cloc de la cocina y apareció una ancianita en
del agua de la lluvia en el suelo. el umbral. Tenía el pelo blanco como la
Hubiera gritado de buena gana. nieve y abría los brazos en señal de
¡Y para traerme aquí me habían bienvenida.
hecho un test de cuatrocientas sesenta y Siempre que recuerdo mi llegada a
cinco preguntas! aquella casa, la veo como si estuviera
La mesa de la maestra, sobre una frente a mí, en aquella entrada
tarima que crujía al pisar, era lo más escasamente iluminada, destacando en la
decente de la clase, aunque con un penumbra su cabello blanco, como si
exagerado brillo por el enorme derroche fuera un gigantesco merengue.
de cera aplicada a toda su superficie. Tras ella iba la esposa de Pello con
Encima había un tintero de cristal un niño en brazos, que escondió
cuadrado y grandote y dos manguillos presuroso la cara en el hombro materno
con plumillas, instrumentos que yo no en cuanto traté de hacerle una caricia.
había visto desde mi niñez y que, Entramos en la gran cocina, donde
naturalmente, ya había olvidado hasta competían en abundancia el humo y las
cómo eran. Mira por dónde, resulta que moscas. De buena gana hubiera pedido
en Beirechea todavía existían... En un que me llevaran a mi habitación, pero no
ángulo, una hermosa esfera terrestre me atreví.
salpicada de tinta y con gran profusión Sin preguntarme si me apetecía o
de huellas dactilares. no, me pusieron delante una taza de
Cerré los ojos para que no se me chocolate, que tampoco me atreví a
notara que los tenía llenos de lágrimas. rechazar. Todavía siento náuseas al
—¡Bueno! Pues ya ha visto usted la recordarlo.
escuela —dijo Pello alegremente, Sin poder vencer mi tristeza, comí
levantando del suelo una silla que tenía todo lo que quisieron.
una pata atada con una cuerda. Era tan grande mi desgana, que ni
—Sí. Ya la he visto —contesté, siquiera traté de sonreír a aquella niña
saliendo más que deprisa de aquel antro. que parecía tan simpática. Era rubia, con
Y otra vez volví a seguir a aquel saludables colores en las mejillas, la
hombre, que andaba tan deprisa. Menos hija mayor de mis patronos, y ella
mal que llegamos enseguida. misma me condujo al dormitorio. Con
Si no hubiese sido por mi terrible mejor voluntad que su padre, intentó
depresión, hubiera sabido apreciar subir la maleta, pero como pesaba
mejor aquella casa, que iba a ser mi mucho, lo hizo su madre. Ella tuvo que
hogar a partir de aquel momento. Era contentarse con el bolso. El cuarto,
grande, grata, acogedora, con las aunque amueblado un poco a lo rey
esquinas y ventanas bordeadas de piedra sargento, me hizo muy buena impresión.
gris, y allá en lo alto, un balcón de Lo miré con buenos ojos.
gruesos barrotes de madera, lleno de La cama, de hierro, era muy alta y

6
tenía puesta una magnífica colcha de —Sí... Pero mire que es... Siendo
ganchillo. El espejo del antiguo lavabo tantos en el pueblo, que nadie la quiera
era tan borroso que apenas reflejaba mi tener en su casa...
imagen... Menos mal que yo entonces no —¡Déjelo, hombre...! Todo el
estaba de humor para presumir. Se veía mundo tiene sus problemas, y después
también que lo habían blanqueado de todo, no tiene tanta importancia. Ya
recientemente, porque olía a pintura e está esto solucionado. Y bueno..., ¿cómo
insecticida. Esto último se había es la chica? ¿Les ha hecho buena
derrochado a manos llenas. No quedaba impresión?
una sola mosca. MIRÉ mi habitación desolada.
Puse la maleta sobre la cama y la Acababa de comprender que aquel
abrí. Comencé a colgar la ropa en el hombre, quien quiera que fuese, la había
armario sin ninguna ilusión. ocupado anteriormente. Que ningún
Total... no sé ni para qué saco mis vecino del pueblo me había querido
cosas... Si consigo quedarme hasta tener hospedada en su casa. Y que él se
Navidad, me consideraré una heroína. había marchado de allí para dejarme su
Salí al balcón, que resultó ser sitio.
precisamente el de las macetas. Esto me —¡Eso! ¡Encima mal recibida! —
hizo pensar en que quizá era la mejor suspiré llena de una enorme lástima
habitación de la casa. El hecho de que hacia mí misma—. ¿Eh? ¿Y ahora qué
me la hubieran dado a mí me avergonzó. estarán diciendo de mí?
Empecé a conmoverme. —Muy joven, una chiquilla —
Una moto se acercaba rápida. Se decía la mujer—, pero parece buena
fue haciendo más visible y paró junto a chica.
la casa. Era un hombre vestido de —Dice bien ésta en lo de joven, y
oscuro, con su casco protector y todo, además bastante "esmirriada"... No sé,
que, dejando la moto en la puerta, entró no sé cómo llevará la escuela.
en la casa. ¡Valiente escuela! —exclamé en
Cuando volví a la habitación, oí su alta voz, despechada—. Estamos a
voz justamente debajo de mí. Hablaba finales de septiembre... Tendré que
con los dueños de la casa, y como el sufrir tres meses... ¿Por qué se me
suelo era de madera y los techos ocurriría a mí hacer magisterio, con lo
carecían de cielo raso, se oía bien que ganan ahora las callistas? ¡Y
perfectamente la conversación. además, sin necesidad de venir a
—Descuide usted; señora Isabel — trabajar a sitios como éste!
decía el de la moto—. Me arreglaré Unos golpecitos en la puerta me
perfectamente. Lo único importante, que volvieron a la realidad.
es la ropa y la comida, usted me lo Era la niña de las trenzas rubias,
seguirá haciendo, como hasta ahora. que me dijo, muy sonriente, que podía
—Que me hace duelo que se tenga bajar a cenar.
usted que ir —contestó Pello—. No sé... La sola idea de bajar, de cenar, de
Parece como si lo despacháramos. enfrentarme con aquella gente y con
—¡Quite usted, por Dios: no aquel pueblo me ponía enferma, pero no
exageremos! ¡Cualquiera diría que me dije que no. Tenía que demostrarles
voy...! Sólo dormiré en mi casa, y no le desde ahora que no era una niña, que
den más vueltas. Lo esencial es que ya valía mucho, que era una excelente
tenemos maestra, ¿no? maestra cargada de sobresalientes,

7
matrículas y felicitaciones, que había que a mí me encanta hablar con chicas
respondido correctamente a un test de la capital, para ver cómo piensan.
dificilísimo y que estaba capacitada Pero la chica de la capital no
para dirigir competentemente una estaba dispuesta a hacer el indio para
escuela de ciento setenta y seis niños. complacerle. Procuré, no obstante, que
¡Vaya que sí! no se me notara la tirria que ya le tenía.
Me cambié de ropa a toda prisa. Al fin y al cabo, como diría mamá, era
Me vestí falda y blusa negra, me recogí un ministro del Señor.
el pelo en austero moño, y aún regresé a Me fui a la cama completamente
la habitación cuando estaba ya en la aturdida. Aquella familia con la que
escalera para calzarme zapatos de ahora tenía que vivir era tan diferente de
tacones altos. la mía... No teníamos nada en común.
Mi imagen a través del espejo me Apoyé mi frente calenturienta en el
hubiera hecho lanzar una buena cristal del balcón y traté de atravesar
carcajada. Estaba hecha una birria, y con mis ojos la oscuridad.
más bien parecía una niña vestida con la Nada... No se veía nada.
ropa de su madre que una simple Únicamente una luz lejana, que parecía
maestra, que es lo que yo era. Pero, hacerme burla, y el ladrido de un perro.
desgraciadamente, aquel espejo era una ¡Dios mío! —suspiré—. ¿Es
nulidad como tal. posible que aquí se pueda vivir toda una
Me estaban esperando ya sentados vida? En esta oscuridad, en este
a la mesa, y me sentí avergonzada de silencio... ¡Si es casi inhumano! Me tapé
ello. El hombre de la moto se presentó la cara con la sábana. Me sentía muy
como el cura del pueblo, y después de sola.
estrecharme la mano, se encaró La puerta se abrió suavemente y
conmigo. alguien se acercó a mi cama.
No parecía guardarme el menor —Traigo el agua para el lavabo.
rencor por haberlo echado de su cuarto. En la oscuridad apenas se veía una
Pero, lo que son las cosas, tampoco me sombra, pero el cabello blanco de
cayó bien. Mikaela me pareció como la luna serena
Y es que claro, ¿por qué se tenía en la noche.
que reír de mí? —Verás lo bien que estarás con
Ya empezó por burlarse de mi nosotros —me dijo cariñosa.
nombre. Dijo que a ver de dónde lo Fue la primera cosa dulce que me
había sacado, porque él no lo había oído dijeron allí.
nunca. Agradecida, me senté en la cama y
—Seguramente habrá multitud de alargué impulsivamente mis brazos
cosas que usted no ha oído nunca — alrededor de su cuello. Mi mejilla rozó
contesté con acritud. Se me estaban su encorvado hombro.
pegando ya los modos del pueblo, no De repente, me sentía mucho mejor.
había duda. —Sí... Estoy segura. Buenas
Para cuando sacaron el queso, ya le noches... Buenas noches, abuela.
tenía una rabia terrible. LO MEJOR de Beirechea eran las
—Vamos a ver qué nos cuenta campanas.
ahora nuestra maestra —seguía Pese a mis temores, había pasado
machacón, mirándome con su cara de buena noche. Dormí de un tirón, y
topo, y segurísimo de hacer gracia—. Es solamente me desperté cuando las

8
campanas llamaban a misa. pesar de que seguía usando sus gruesas
¡Y qué bonito era! Era tan dulce, gafas de aros redondos, me sorprendí de
tan agradable aquel lento talán, talán, haberle encontrado aspecto de topo.
talán, que no sabría describirlo. Era tan El mismo me presentó a la salida
sencillo y tan simple, que me conmovió. de misa a un grupo de madres del pueblo
Salté de la cama y abrí el balcón. que, ofreciéndome sus casas, me
Pero ¡cómo! ¿Era aquel el mismo hicieron olvidar momentáneamente mi
pueblo del día anterior? Ahora me decepción del día anterior cuando supe
parecía mucho más bonito. Los montes, que todas habían puesto excusas para no
que la víspera se me antojaron tenerme de huésped. Estaba un poco
amenazadores, eran ahora de un color desconcertada, pensativa.
verde-azul bellísimo. Las casas grises y La que mejor me cayó fue Isabel, la
tristes me mostraban ahora sus balcones mujer de Pello. Parecía comprensiva y
llenos de tiestos con flores de todos los tenía mucho interés por la escuela.
colores. Las huertas bien cuidadas, Seguramente sería debido a que tenía
llenas de lozanas verduras. Y muchos, dos niñas en edad escolar, otros dos más
muchos árboles cargados de peras y pequeños, y esperaba otro hijo para
manzanas. Más lejos, los otros campos diciembre. Sin decir ni hacer nada de
me hicieron sonreír avergonzada. particular, me causó mejor impresión
¿Por qué yo ayer tenía miedo de que su marido y su cuñado.
ellos en la oscuridad de la noche? El café con leche y el pan de
Hoy lo encontraba todo tan bonito, pueblo me reconfortó mucho. Pello
con su color otoñal... estaba muy tratable, el hermano menos
Dejando a un lado lo que el día huraño, y el cura no tan chistoso. No me
anterior había tomado por atuendo de prestaron mucha atención, y yo me
mujer fatal, y que sólo había servido alegré porque, como soy bastante tímida,
para que la abuela me preguntara si es me parece terrible que me miren mucho
taba de luto, me vestí sin preocuparme cuando aún no hay suficiente confianza.
de parecer más o menos respetable. ¡Al Hablaban entre ellos de siembras y
diablo las tonterías! Me quedaría sólo de cosas del campo, de las que yo no
un mes en el pueblo, pero en ese mes entiendo nada.
demostraría lo que era capaz de hacer Después de comer, todos se fueron
con mis muchos o pocos años y mi a dormir la siesta, una de las costumbres
"esmirriado" aspecto, frase que, por de Beirechea que nunca llegué a adoptar.
cierto, me había llegado al alma. Yo me fui sola nuevamente a la escuela.
Lo demostraría al pueblo, a la Tenía la esperanza de que, al igual
escuela, a la gente, y sobre todo al cura. que todo cuanto me rodeaba, hubiera
¡Sí señor! tornado un aspecto más risueño. Pero me
Subí a la iglesia acompañada de la equivoqué. Seguían sus huellas de
hija de Pello. Su madre había ido a misa humedad en el techo, su cajita de cartón
más temprano al pueblo vecino, y ahora con veneno para los ratones en el centro
se quedaba en casa con los pequeños. de la clase, sus bancos desvencijados y
La parroquia era preciosa. su general abandono. Volví a sentirme
Seguramente, la joya del pueblo. Me tan desalentada como el día anterior.
gustó y me hizo sentirme a gusto. El Hasta el pueblo, visto a través de los
cura, vestido ahora con casulla verde, sucios cristales, parecía triste.
parecía un cura totalmente normal, y a —Si yo tuviera una escuela

9
corriente, estoy segura de que todo lo entrañable. Era una forma sencilla de
demás no tendría importancia. Sería hacerla centro de la casa.
capaz de olvidar el ambiente del pueblo La abuela se interesó también
y la hipocresía de todas las mujeres que mucho por mi familia. Quiso saber qué
aquella mañana me ofrecían su casa tan era mi padre y a qué se dedicaban mis
hospitalariamente, tras haberse negado a hermanos. Si todos gozábamos de buena
tenerme alojada para siempre. salud, y si mi madre no vendría alguna
Pero la escuela estaba allí, era una vez al pueblo para conocerla. Si en
realidad que no podía eludir, y dentro de Pamplona se vestía con mucho lujo, si
unos días sería mi lugar de trabajo, teníamos lavadoras y lavaplatos, y si era
como una parte de mí misma, porque allí verdad que en las ciudades había ahora
pasaría casi todas mis horas. "tantísima maldad". Me confesó que
No sé cuánto tiempo estuve sentada hacía ya más de veinte años que no
frente a aquella mesa rebosante de cera. había salido del pueblo, porque en
Debió de ser mucho, porque a mi llegando a viejo, nada mejor para estar
regreso a la casa ya todos se habían tranquilos que la aldea.
levantado. Pello estaba en la puerta, y También el cura me abordó. Quería
me sor prendió mucho que dijera que saber si había visto ya la escuela, y qué
quería hablarme de algunas cosas. me había parecido.
Pues sí. Me puso en antecedentes —¿Qué quiere que le diga? Está
sobre el carácter de todas y cada una de fatal. La vi anoche y me pareció una
las personas del pueblo, "para que no ruina. Hoy, a la luz del día, todavía se le
me dejara engañar". La mayoría eran ven mejor los agujeros.
"gente de mucho cuidado". Me avisó de Si pudiera pintarse... —pensé
que debía tener mucho ojo con las hijas esperanzada.
de Iparraguirre porque, en cuanto Y decidí de pronto que mi primera
empezaba la temporada de trabajo en el visita como maestra sería al alcalde del
campo, faltaban a la escuela y decían pueblo. Después de todo, la escuela era
que estaban enfermas. estatal y, por tanto, cosa suya.
—"Esta" sí, ya se preocupa más Pero ¡qué alcaldía la de Beirechea!
por las nuestras. Intenté convencer al alcalde para
La abuela me llamó a la cocina tan que pintaran la clase de crema o
pronto como me dejó su hijo. Sólo amarillo. Pero había tropezado con un
quería decirme que tomara con mucho hombre de mollera cerrada, como nunca
empeño a sus nietas, para enseñarles lo había visto. Me hizo perder una tarde
muchas labores; porque le gustaría entera, para decirme:
mucho que salieran buenas modistas. Que "solamente" hacía diecisiete
—Sobre todo la pequeña. A la años que se había pintado. Que se eligió
mayor parece que le gustan más los entonces aquel color azul por ser bonito
libros y además tiene muy bonita letra. y sufrido. Que los chicos manchan
Bueno, yo no entiendo de estas cosas, mucho. Que él creía que nuestra escuela
pero "Esta" sí, y tiene mucho empeño en era de las mejorcicas del Valle, y que
que estudien, y así, así, a ver si pueden podía pasar muy bien unos cuantos años
llegar a maestras. más sin repintarse, teniendo en cuenta
Tardé poco en darme cuenta de que además que sólo se usaba en invierno,
la llamada "Esta" era Isabel. Dentro de por lo que durante el verano no se
su aparente brusquedad, me pareció estropeaba nada.

10
Y a fin de cuentas, ¿los chicos iban ninguna maestra la había necesitado
a aprender más si se pintaba la escuela? hasta el presente, y que además él no
Traté de convencerle de que sabía cómo hacerla. No comprendía por
verdaderamente diecisiete años es qué me preocupaba tanto de si los
mucho tiempo y que no era ningún lujo chicos eran mayores o pequeños, ni de
pensar en darle una manita de pintura. si pintaban o no la escuela de uno u otro
Que además si, como él decía, las color. Ninguna de las anteriores
goteras ya estaban arregladas, duraría maestras de Beirechea había ido con
mucho. Que si el color azul es sufrido y tantos "humos".
bonito, aquella especie de añil de la —¡Seguramente por eso les han
escuela era como para cansar la vista de durado tanto! —grité con rabia,
cualquiera, y que un color clarito daría recordando que Beirechea en dos años
mucha más luz. Que precisamente había tenido siete maestras, y sólo una
porque los niños manchan, no se puede de ellas había estado el curso entero.
pretender que la pintura dure toda la Volví a casa ardiendo de coraje,
vida, y que aunque se aprenda lo mismo, cansancio y desilusión, y me senté de
siempre es más grato estudiar en un mala gana en el banco de la entrada.
lugar limpio. ¿Es que es normal esto? —me
Fue inútil. Terminó diciéndome que preguntaba—. Me parece que sacar el
lo que ocurría es que el ayuntamiento no padrón del pueblo y copiar en un papel a
disponía de fondos, porque acababa de todos los niños en edad escolar no es tan
construirse un nuevo depósito de agua en difícil... ¿Cómo voy a saber yo si todos
el monte, con sus correspondientes los críos van a la escuela si no me dan
tuberías, y todavía se estaba esperando una lista?
la ayuda de la Diputación. —¿Qué te pasa, Muriel? —me
—¿Y por qué no me lo ha dicho en preguntó don José Mari, el cura,
cuanto he venido, en vez de hacerme entrando. Yo estaba muy afanosa
perder la tarde con tanto rodeo? —le mordiéndome las uñas.
dije indignada. —¡Oh, nada de particular! —
Salí* desilusionada de allí y me fui suspiré—. Estaba pensando en el señor
a la escuela. Empecé a limpiar con furia alcalde (recalqué mucho lo del señor
los suelos y los cristales, porque no alcalde). Se encuentra el hombre muy
sabía a quién pedir ayuda. ocupado almacenando sus hierbas, y por
Volví a casa del alcalde al eso no puede darme una lista de los
anochecer para que me diera una lista de escolares, debido a que tiene los
todos los niños en edad escolar. Quería papeles bien guardados en su arca y no
organizar pronto mi trabajo, y para ello puede sacarlos. Hemos pasado la tarde
necesitaba saber las diferentes edades entera discutiendo amigablemente sobre
de mis alumnos, ya que suponía iba a las ventajas y desventajas de una
tenerlos desde preescolar hasta los escuela pintada de amarillo claro y de
primeros cursos de bachillerato. las deudas del municipio... Pero la
Pues bien, me salió el buen hombre escuela sigue hecha un asco y no sé por
con lo siguiente: Que tenía todos los dónde empezar a limpiarla... Nadie me
papeles guardados en el arca, y que le ayuda... ¿Cree usted que así se puede
venía muy mal sacarlos aquella semana trabajar?
porque estaba metiendo las hierbas, y —¿Y por qué no? —me contestó. Y
eso le daba mucho que hacer. Que se quedó tan ancho.

11
Hice un gesto de disgusto. no comprenderlos. —Pero es que eso es
—No te enfades, chica. Con mala muy difícil. ¿Cómo voy a querer a quien
cara no podrás solucionar nada, y no se deja, a quien sólo pone pegas a mi
además me parece que no te va nada trabajo?
bien. —Vamos, vamos... ¿No te parece
Estuve tentada de volverle la que exageras un poco? ¿Todo el mundo
espalda. pone pegas a tu trabajo, porque el
—Usted no me comprende. alcalde del pueblo, un buen hombre,
—¡Qué fatalidad! Me lo estaba seguramente porque le avergüenza que
imaginando. Los curas somos tan poco tú veas su mala letra, no te ha hecho una
comprensivos... lista de los mocetes? ¿Quién más se ha
—No quiero decir eso, sino que negado a ayudarte?
usted no puede comprender lo que es Bajé la cabeza avergonzada. Tenía
venir a trabajar a un pueblo como éste, razón, y eso me hizo sentirme humillada.
donde una se siente tan sola... La gente —Es verdad, pero —dije
parece ser invisible. Voy de casa a la sibilinamente, con la peor intención del
escuela o a cualquier parte, y no veo un mundo—, ¿por qué se ha ido usted de
ser humano. Y, sin embargo, estoy esta casa? ¿No lo ha hecho porque nadie
convencida de que a mí sí que me ven, quería tener a la maestra como huésped?
pero nadie me habla ni me ofrece ¿No fue usted quien convenció a Pello
ayuda... No sé si consigo expresarme para que ellos me acogieran, porque de
bien, pero a mí me gustaría que la gente lo contrario se quedaban sin maestra?
sintiera la misma ilusión que yo, que se Yo tengo un lugar aquí, pero usted vive
interesaran por mis proyectos... ¡Pero solo, en la vieja casa de la iglesia.
todos son tan raros...! Cuando llegué, ¡Le había vencido! ¡Ahora fue él
pensé que todos habían llegado al colmo quien bajó la cabeza!
de la mala educación. Después, tratando Pero era más fuerte que yo. Se
a la familia de esta casa, veo que no es rehízo enseguida.
eso, que se trata sólo de timidez... no sé, —No, mujer... Pero ¿qué estás
quizá cuando pase un poco más de diciendo? Yo necesitaba una mayor
tiempo también podré darle otro nombre independencia. Tengo el despacho
a esta falta de espíritu de colaboración parroquial arriba, y me resulta más
en una cosa que va a ir en beneficio de cómodo tener también allí mi habitación,
todos. ¿Se ríe usted de mí? ¿comprendes? Desgraciadamente, no
—No, hija; no me río. Al contrario, puedo hacerme también cargo de la
porque todo lo que me dices me parece cocina. Como cocinero soy un desastre.
muy serio. Es cierto que has venido a —Ya —contesté haciendo como
parar a un lugar de gente cerrada, que me lo creía. Estaba arrepentida de
tímida, como tú me dices. Ya sé que lo que había dicho.
para ti, una chica joven, poco —Pero volviendo a ti y a tus
acostumbrada a los pueblos, sería problemas, ten serenidad y, sobre todo,
mucho más sencillo que todos fuéramos paciencia. No lo eches todo a rodar
abiertos, comunicativos, animadores, enseguida. Piensa que todo esto, que
¿verdad? Pero no trates nunca de ahora te parece sólo maleza, va a
comprender a los hombres, Muriel. florecer, que estas almas son
Ámalos. Y cuando hayas aprendido a verdaderamente grandes aunque estén
quererlos, verás como nada te importa encubiertas por esa rudeza que hoy tanto

12
te duele. Te aseguro que no es mala —Convéncete de una vez de que yo
voluntad, sino más bien algo parecido a no me río de nadie. Eres inteligente, y sé
fuerza de costumbre. que podrás vencer estas cosas, que en el
—¡Fuerza de costumbre! Hasta fondo son sólo pequeñeces. Deja que
ahora sólo he tropezado con ella. pase el tiempo, y te reirás de tu angustia
Siempre la he respetado, se lo aseguro, de ahora.
pero me maravilla que una escuela tenga Cuando se despidió me dijo "hija
que seguir pintada (y digo pintada mía", y yo me fui a la cama con otra
porque algo tengo que decir) de azul a ilusión. Me pareció que no estaba tan
perpetuidad, solamente porque así la sola, que tenía alguien en quien confiar y
pintaron nuestros padres, y que a mí no con quien hablar, y recordé todo lo que
me den una lista de escolares porque me había dicho.
hasta hoy no la ha pedido ninguna otra "No trates de comprender a los
maestra. hombres. Ámalos."
Don José Mari me miraba "¿No te has parado nunca a pensar
divertido. en que, precisamente por ser como eres,
—Tal vez es que tengo un excesivo te ha traído Dios con nosotros?"
afán innovador —añadí—. Pero si es Dios... ¿Por qué yo nunca pensaba
así, ¿por qué me mandaron precisamente en El?
a Beirechea, donde no para una maestra Y el caso es que yo era una chica
ni tres meses? ¿Para que yo con mis buena. Pero ¿había puesto a Dios en mi
"humos", como acaba de decirme el vida, como centro, como razón de todo
alcalde, no dure más de uno? mi ser? No. Curiosamente, nunca me
—¿Y por qué no te paras a pensar había parado a pensar en que Dios era
en que, precisamente por ser como eres, una realidad. En que existía, en que me
ha querido Dios traerte con nosotros? quería, en que quizá esperaba mucho de
Aquello sí. Aquel "nosotros" fue lo mí en aquella profesión que yo había
que movió todas mis fibras sensibles. elegido. Tal vez en Beirechea había un
Me venció totalmente. Don José Mari no niño que me necesitaba. Precisamente a
era de Beirechea. Había llegado hacía mí, no a otra maestra. No sé cómo ni
pocos años, y al decir "nosotros" me para qué, pero sería un niño a quien yo
hizo comprender que se había podía servir. Dios me había enviado a
convertido ya en uno de ellos. su lado y yo, ¡tonta de mí!, sin darme ni
No me dijo que él, como sacerdote, cuenta...
había tropezado con muchísimos ¡Dios mío! ¿He dicho que yo era
obstáculos, muchos más que la una chica buena? En todo caso, y
confección de una mezquina lista de tratándome con indulgencia, debía decir
escolares. No me habló de sus buenaza.
dificultades. Ni siquiera lo mencionó EMPECE a trabajar con
para darme un consuelo o una esperanza. entusiasmo. Además, una chica de mi
Me sentí avergonzada, presumida e edad se presentó un día en la escuela:
infantil. —¡Hola! —me dijo—. Soy Ana
—Yo confío en ti. En el poco Mari Goñi. He venido por si puedo
tiempo que hace que te conozco, te he ayudarte a limpiar todo esto. Me ha
observado mucho. Creo que eres una dicho don José Mari que andas un poco
chica inteligente. agobiada.
—Por favor, no se ría usted de mí. La recibí como al Mesías. Nos

13
armamos de escobas, bayetas y valor, y casa. Admiraron muy contentos aquellas
limpiamos el techo y las paredes de pobres innovaciones, y quedaron
telarañas. Enjabonamos suelos y encantados con las láminas de animales
ventanas, cambiamos de lugar mesas y que puse tapando las manchas de las
sillas, y por la tarde, con una buena paredes, y que había encontrado
provisión de clavos y un martillo que guardadas en el armario. Nunca
nos trajo un hermano de Ana Mari, comprendí por qué estaban tan
arreglamos un sinfín de cosas. escondidas, si era lo único que merecía
Pusimos una bombilla más grande la pena del patrimonio escolar.
(naturalmente, con fondos de la maestra, Eran veintitrés niños en total, y
porque ¡cualquiera acudía ahora al todo transcurrió bien. Los agrupé según
alcalde, sabiendo lo de la deuda sus edades para poder organizar el
municipal!) y una pantalla muy alegre, trabajo.
que confeccioné forrando de tela una Tal como había profetizado Pello,
vieja papelera de alambre. Porque, faltaban las dos mayores de
naturalmente, aquella espantosa bola de Iparraguirre. Su hermanita me dijo que
cristal azul no paró en el techo un tenían mucho dolor de muelas. A los
momento. Le había cogido tirria en ocho días, aquellos dolores de muelas
cuanto la vi. En cambio, mira por dónde, me parecieron muy sospechosos y decidí
resultó un cacharro para poner flores, ir a su casa. Claro, que ni llegué allí.
moderno y sugestivo a más no poder. Las encontré cogiendo patatas en un
Claro que no sé si el alcalde estaría muy campo bien cerca de la escuela, pero su
de acuerdo con la maestra, pero yo no padre estaba con ellas, y no pareció
fui a pedirle permiso. En casa el asunto importarle nada.
les hizo mucha gracia, y Pello y Tomás También faltaba una niña de siete
lo contaron por todo el pueblo. años, llamada Marta Arive, pero los
Confieso que durante unos días niños me aseguraron que jamás había
hasta esperé que me echaran de ido a la escuela y que ni siquiera la
Beirechea por haberme permitido hacer conocían. Pero, sin embargo, allí estaba
tan grandes innovaciones en la escuela su nombre, en la lista que me llevó a
que así les habían legado sus padres o, casa el alcalde, al día siguiente de mi
mejor dicho, sus abuelos. Pero, no sé si visita.
con alegría o tristeza por mi parte, ni me También el cura me había
expulsaron ni nadie me dijo nada. confeccionado otra con arreglo al
Y llegó mi primer día de clase. registro de la iglesia, pero aunque se lo
Creo que estaba emocionada cuando, agradecí, me quedé con la de Isaías, el
con mis libros bajo el brazo y la llave alcalde. Aquella letra algo temblona y
en la mano, salí de casa. Y también de aspecto infantil decía mucho de su
nerviosa. Mucho más que cuando mi rudeza y buena voluntad, y todavía la
madre me llevó por primera vez al conservo.
colegio. ¡BUENO, bueno! Aquí tenemos a
Los escálanos, como los llaman nuestra maestra —saludó don José Mari,
aquí, llegaron puntuales y también cuando regresé a casa a comer.
nerviosos: aunque no sé por qué, porque Llegaba cansada, con un hambre
bien acostumbrados estaban los pobres espantosa, y contenta.
al cambio de maestras. —Nos va a dejar sin nada —les
En seguida se sintieron como en su dijo bromista a los hombres, cuando me

14
servía los garbanzos, procurando que yo LLEVABA ya mes y medio en
lo oyera. Beirechea cuando recordé que mi idea
—¿Muchos éxitos en tu primer día había sido la de quedarme sólo un mes y
de trabajo? marcharme a mi casa. Pero no sé qué fue
—Todos. Me parece que me he lo que hizo que olvidara mi propósito.
metido a los chicos en el bolsillo sin Quizá fue lo rápido que pasó el tiempo.
esforzarme demasiado. Dos chavales de "Pues ya, total, me quedaré hasta
cinco y seis años me han pedido ya que Navidad", me dije con cierta
me case con ellos. ¿Qué le parece? resignación.
—Claro, claro, todo son éxitos. Y comenzaron a pasar los días sin
Pero ¿qué me dices de los otros chicos, asomo de tristeza, sin aquellos accesos
de los grandes? No me negarás que los de mal humor. En mí iba naciendo poco
de este pueblo son más majos que los de a poco algo parecido a la ilusión. La
otros sitios. Y buenos chicos, además. verdad es que estaba cambiando.
—De ésos no tengo nada que decir. Un día me pareció que tenía mejor
Se los ha debido de tragar a todos la color, y que hasta estaba más guapa,
tierra. —Oye, pues incluso hay uno aunque esté mal decirlo una misma,
soltero, y que tiene un puñado de porque además la verdad es que en
acciones en la Papelera: ¿no es verdad, Beirechea nunca me piropeó nadie.
Pello? ¿Eh, Tomás? Pero, como ya he dicho, el cambio
Los dos hermanos asintieron, y sin más profundo lo experimenté dentro de
dejar de trasegar el bacalao, rieron mí. Había comenzado a pensar
socarronamente, con mucha malicia. Se seriamente en Dios. En aquel Dios que
daban significativos codazos y me me amaba y quería que yo también
miraban de reojo, por lo que deduje que amara, y empecé a volcar mi ternura en
el acaudalado accionista tendría tantos aquellos niños que había puesto en mis
años como acciones. manos, armándome de paciencia para
—No, gracias. No me gustan enseñarles. Porque es triste, pero la
calvos —dije cortésmente. mayoría de ellos no ponía en las clases
Se echaron a reír. No sé por qué, el menor interés. No veían la necesidad
pero todo lo que yo decía les hacía y la maravilla del saber, y a mí me daba
mucha gracia. Sobre todo, mi ignorancia pena. Aceptaban la escuela como un
en lo relacionado con el campo. lugar adonde hay que ir cuando se es
Recuerdo lo que me avergonzaron sus pequeño, y del que se libera al empezar
carcajadas el día que me ofrecí a traerle a ser útil en casa. Los había hasta que
de la huerta a la abuela unos puerros, y pensaban que allí se iba para no
cogí cebollas. Para mí que las hojas, que molestar en casa y que la madre pudiera
es lo que sobresale de la tierra, eran trabajar.
iguales. Pero no: mira por dónde. Pero ¿qué iban a pensar los pobres,
Y no digamos nada cuando se si en la mayoría de las casas del pueblo
dieron cuenta del pavor que me daban había un padre o un abuelo casi
las vacas... y de que me iba de la cocina analfabeto, cuyo mayor orgullo estaba en
siempre que Isabel entraba con un pollo decir que él no había aprendido de
cabeza abajo, agarrado por las patas, "cuentas" y, sin embargo, nunca nadie le
dispuesta, a pesar de su cara de buena, a había engañado?
cortarle de un tajo la cabeza sin que le Y no digamos nada de los que ya
temblara la mano ni nada. eran mayores y podían ayudar en las

15
labores del campo. Las tareas escolares No se interesan, y lo que aún me
que debían hacer en casa eran siempre entristece más es que son los mayores
dejadas para el final de la jornada, los que parecen más escépticos. Tienen
como un lujo, como un descanso. en su vida un solo horizonte: saben que a
Primero había que recoger del prado y la larga sólo les espera el trabajo del
llevar al corral las ovejas, marchar en campo, y me dicen que para layar y
bicicleta al otro pueblo para llevar la segar no hace ninguna falta la gramática.
leche o el queso al hotel, o tal vez Algunos días salgo de la escuela tan
ayudar al padre, al tío o al abuelo a desesperada que pienso si no tienen
sembrar. Y cuando ya todo esto se razón.
terminaba, cuando el niño quedaba libre, Pensé que el cura no me había
¿con qué espíritu podía coger los libros? escuchado, porque en lugar de animarme
Se encontraba cansado, con más ganas o de lanzarme un buen rapapolvo, como
de marcharse a la cama que estudiar los en otras ocasiones, miró a su alrededor
cabos de España. Pensaba más en el y me contestó:
madrugón que le esperaba a la mañana —Fíjate, Muriel, qué paz se
siguiente para llevar las ovejas al disfruta aquí. ¿No te parece el sitio ideal
campo y recoger los huevos antes de ir a para leer o rezar?
la escuela, que en aquel Fernando el —Sí... —contesté desorientada.
Católico que se casó con una tal Isabel y —Ante una belleza así es cuando
vencieron a los moros. Ese matrimonio más a gusto se le llama a Dios Creador
no le interesaba lo más mínimo, porque del Cielo y de la Tierra, ¿no crees?
esos señores hacía ya muchísimos años También en eso estaba de acuerdo
que se habían muerto, y no les iban a con él y, como él, miré ante mí. La
comprar las manzanas que aquel año tercera obra de la creación se me
sobraban en casa, ni a cambiar huevos mostraba en todo su esplendor. Los
por mantequilla, como quería la madre. montes se elevaban orgullosos sobre los
¿Qué podía hacer yo para que prados, bien poblados de pinos y abetos,
Juanita Jorajuría comprendiera que de toda clase de arbustos, de nogales...
aunque "total, para luego quedarse en el Destacaban sobre todo al recibir el
pueblo", era necesario aprender, que la reflejo del crepúsculo. El cielo había
cultura le serviría para hacer mejor perdido ya ese color azul de los días de
cualquier cosa, cualquier trabajo que sol, se había oscurecido, pero algunos
tuviera que realizar en la vida? jirones de nubes rojizas flotaban en él,
—Pues no veo que para ordeñar las dando la impresión de ser un
vacas sea necesario saber eso de los archipiélago de fuego.
sujetos y los predicados —me contestó ¿Y aquellos árboles altísimos y
tranquilamente. estrechos que crecían a la orilla del río,
—No sé qué hacer —le dije un día que se movían murmurando entre sí
al cura. Había ido a la huerta con Tomás extrañas canciones, coreando el alegre
a coger unos tomates y lo encontramos chapoteo del agua al sortear las piedras
allí leyendo—. Creo que tiene que haber y los matojos?
algo que los conmueva, que los haga Pero don José Mari no me hizo
despertar. Me parece que la mayoría de fijar la atención en ninguna de esas
ellos son listos. A la hora de hacer cosas tan bonitas. Tuvo que señalarme
diabluras lo demuestran muy bien. Pero un campo de la derecha, terroso, sin
no tienen ninguna ilusión por aprender. árboles, sin flores, sin maleza, que

16
parecía recientemente removido. andar en bicicleta, claro. Si yo hubiera
—¿Ves ese campo, Muriel? Parece sido ingeniero de caminos y licenciada
mucho menos atractivo que los otros. en exactas, no me hubiera admirado
Ahí no se puede pasear, y mucho menos tanto. Me fue imposible hacerle
me sentaría o me tumbaría en él para comprender que la carrera de magisterio
leer un rato. Casi parece que afea el es una de las más sencillas y que todas
paisaje. Y, sin embargo, está preparado las chicas pueden hacerla.
para la siembra. Esa tierra desnuda, —Sí, bah; pero... —era todo su
árida, sólo está esperando que una mano comentario.
amorosa se abra sobre ella y deje caer Pero, siguiendo con lo de la
en esos surcos una semilla; y que luego bicicleta, le cogí tal gusto que escribí a
sepa esperar. casa una melosa carta, diciendo que,
La comparación me pareció bonita, debido a que tenía que ir muchas veces a
y debí de poner una cara muy alegre, caseríos alejados del pueblo para hablar
porque también él sonrió. con los padres de mis escálanos, me
—Tú también tienes que hacerlo. vendría muy bien una bicicleta.
Roturar, abonar, sembrar; y después, "Claro —añadía hecha una
esperar. Si la tierra es preparada y hipócrita— que en todos los sitios hay
cuidada con esmero, todas las semillas que contar con hacer algunos sacrificios,
germinan y dan fruto. Pero no olvides así que no os apenéis por mí, que, como
que se siembra casi en las albores del comprenderéis, sólo os cuento estas
invierno, y se cosecha en verano. cosas porque a alguien tengo que hacer
Decidí yo también esperar, partícipe de mis pesares de maestrita
meditando dentro de mí, procurando remona y aplicada."
estudiar a mis niños, para saber qué Firmaba con una rúbrica
podía yo sembrar en aquellas cabezas graciosísima, e ilustraba la carta con el
que, ajenas a mis preocupaciones, dibujo de una Muriel desgarbada y
recitaban cantarinamente tablas de jadeante, andando por una carretera en
multiplicar a la vez que elegían el la que se veían unos indicadores de
ángulo más favorable para que las kilómetros con los números siete y ocho.
bolitas de papel que iban fabricando se Y luego, debajo, unos patines tachados
encaminaran certeramente a la oreja con una cruz y una interrogación
izquierda del chico que se sentaba dos solitaria.
bancos más adelante. Me pareció que eso era suficiente
Fue en aquellos días cuando para ablandar el tierno corazón de
aprendí a andar en bicicleta. Elena, que tenía una bici negra y
Me gusta ahora dar grandes paseos. nuevecita, ligera cono una pluma, y que
Y todo gracias a Tomás, que se empeñó jamás usaba.
en enseñarme cuando dije que no sabía. Cerré la carta en su sobre, y se la
¡Y cómo se reía él! Sobre todo en las di al hijo del alcalde, que, por cierto,
primeras lecciones, cuando a mí me era el propietario de la bici en la que
daba miedo. Tanto que, sin dejar de aprendí a andar, para que la echase al
pedalear, gritaba: correo.
—¡Tomás, Tomás! ¡No suelte el Después me puse a corregir
sillín, que me descalabro! ejercicios y a preparar la clase del día
ERA UN hombre que creía que las siguiente, sin el menor remordimiento.
maestras lo sabíamos todo. Excepto Y tampoco lo sentí cuando llegó en

17
la baca del autobús unos días más tarde Hicimos mucha amistad. Incluso
la bici de mi hermana, junto con un salimos solos algunas veces con
camisón de franela, una caja de nuestras bicicletas a dar un paseo y a
jaboncillos y un libro. merendar en cualquiera de las ventas
La verdad es que, como ya las cercanas.
moscas nos iban abandonando y la Pero yo, indudablemente, con
escuela me absorbía mucho, yo lo quienes mejor me llevaba era con Ana
empezaba a pasar bastante bien. Los Mari y Fermín Goñi. Tenían gustos tan
niños me querían, y tenía la impresión afínes a los míos que, como un domingo
de que también los mayores me iban estuviera lloviendo, ya me tenían en su
aceptando; aunque fui duramente casa para toda la tarde. Como Ana Mari
criticada por vestir pantalones y por ir a había estado interna en las Dominicas,
misa sin medias, y violentamente había aprendido allí a tocar muy bien el
regañada por Iparraguirre padre, que me piano. Su hermano tocaba la guitarra, y
encontró, navaja en mano, talando sus su padre y su tío, el acordeón, así que
avellanos. Yo sólo quería hacer unos organizábamos unos conciertos
arcos para los chicos de la escuela. fenomenales. Yo, como no tocaba nada y
¿Cómo iba a saber que aquellas varas, canto fatal, me contentaba con escuchar
largas y flexibles, y que tan y bailar un poco si alguien se animaba.
oportunamente crecían a la vera del CREO QUE, por mucho que
camino, eran avellanos? ¡Qué busque, nunca encontraré a una familia
vergonzosa ignorancia la mía! como aquélla. Eran labradores, como
Ana Mari y yo nos convertimos en todos los vecinos de Beirechea; pero
buenas amigas, y a través de ella hice aunque trabajaban de sol a sol, como
amistad con la gente joven del pueblo. suele decirse, siempre tenían tiempo
Los domingos subíamos a algún monte a para aprender una canción nueva, para
almorzar (en una carta que escribí a mi hacer un favor o para hacerle a una la
hermano le decía pomposamente: "En tarde agradable. ¿No era estupendo?
mis ratos de ocio practico la escalada"). Y pasó también sin sentir el mes de
Creo que el contacto con gente de noviembre. Terminaron de deshojarse
mi edad fue una de las cosas que animó los árboles y el viento frío comenzó a
mi vida. Porque hay que reconocer que, sacudir violentamente sus peladas
por muy romántica y amante de la ramas. El invierno nos enviaba su
naturaleza que se sea, una chica de saludo preliminar para que nos fuéramos
veintiún años no es un ser solitario, y preparando, porque se acercaba a
aquella amistad, aquellas excursiones, Beirechea a pasos agigantados.
las charlas alrededor de la hoguera Para entonces, olvidando que debía
donde los chicos asaban costillas o marcharme antes de Navidad, ya me
chorizo, eran para mí algo buenísimo. había comprometido para ser madrina
También era nuevo en el grupo el del hijo que esperaba Isabel, y escribí a
médico. Un chico joven graduado en la mamá diciendo que me mandara unas
Universidad de Zaragoza, que llevaba botas de agua, una bufanda y toda mi
poco tiempo en el pueblo. Era bastante ropa de invierno.
majo y animado, y nos hacía reír mucho, LA primera nevada cayó el día que
porque siempre quería comer la carne nació mi ahijadita. El 4 de diciembre.
asada arrodillado en el suelo y ladrando Ya no se podía pensar en subir al
como un perro. monte ni en dar paseos en bicicleta, y

18
me costaba muchísimo abandonar mi está cerrado, y si sigue nevando así no
tibia cama todas las mañanas y entrar en vas a poder ir a tu casa para
contacto con la habitación helada. Nochebuena. No sabes cuánto lo siento.
En la escuela teníamos que estar Me quedé consternada. Yo estaba
constantemente alimentando la estufa y muy ilusionada pensando en esos días, y
más vale olvidar los ratos que pasaba yo sabía que mamá estaría contando las
encendiéndola antes de que llegaran los horas para verme. No podía olvidar sus
escálanos, porque, como todas las cosas ojos llenos de lágrimas en nuestra
de allí, estaba vieja y no tiraba bien; así despedida.
que entre los catarros y el humo no se Me dolió mucho, no puedo negarlo.
oía más que toser. Pero pensé en cómo hubiera recibido la
A pesar de todo, me sentía cómoda noticia dos meses atrás, y me gustó que
y contenta. Se acercaban los días de ahora no me asustara la perspectiva de
Navidad, y el tiempo y el pueblo mismo celebrar la Navidad en el pueblo. Ya no
eran lo más típicamente navideños que pensaba en abandonar la escuela. Me
se podía esperar. Todo él parecía un gustaba este lugar, y al sentirme así, tan
belén precioso. segura de mí misma, sentí una enorme
A pesar del frío, me gustaba salir al paz.
balcón al anochecer, y sentía alegría en DESDE casa de los Goñi, que
el corazón al ver las casas con sus tenían teléfono, llamé a mis padres, y el
ventanas iluminadas y los árboles oír sus voces me llenó de congoja. Papá
desnudos tendiendo sus ramas cubiertas no cesaba de preguntarme si no tenía
de nieve blanca y huequecita, las huellas alguien en el pueblo un todo terreno.
de pisadas en el suelo, y el campanario ¡Pobre...! No sabía nada de Beirechea,
de la iglesia, que ahora parecía una donde sólo el médico tenía un
monja con su toca blanca, y los montes seiscientos...
tan fríos, y las ventiscas que hacían Traté de animarles diciéndoles que
pensar en angelitos traviesos que se quizá amainara el temporal y podría ir
lanzaban miles y miles de confetis en Nochevieja. Y una vez los convencí
blancos. de que yo me quedaba contenta y de que
Se habían terminado las estaba muy bien, también me tranquilicé
excursiones y mi bicicleta descansaba y dejé de estar triste.
por unos meses en el desván, pero sin Regresé a casa pensando en que
embargo me veía compensada por otras quizá fuera mejor así. Una absurda idea
cosas. iba brotando en mi cabeza: la de que si
Era el tiempo que invitaba a me iba ahora, ya no regresaría. Que todo
reunimos toda la familia en la gran aquel equilibrio de trabajo y serenidad
cocina tan acogedora, o a pasar las que había conseguido se rompería.
tardes con las amigas, charlando y Y es que yo comenzaba a amar
tejiendo jerseys para novios, hermanos o Beirechea. Quería ser parte integrante
sobrinos, toquillas para las abuelas y de aquel rincón montañoso, de sus
chales para los recién nacidos. gentes, de sus costumbres.
Me di cuenta de que era feliz aquel Quería no volver a cometer la
día en que don José Mari decidió ir a torpeza de confundir los avellanos con
Pamplona y regresó al poco rato. vulgares palos, por buenos y flexibles
—No sé ni cómo decírtelo, hija, que me parecieran, para hacer los arcos
pero no ha salido el autobús. El puerto de mis escolónos.

19
¿No había cometido este error al También en casa Pello y Tomás
juzgar a sus gentes? ¿De dónde pude yo pusieron otro belén, más pequeño, pero
haber sacado que los beirechetarras eran no menos bonito, y ante éste cantamos y
ariscos, de mal carácter, faltos de celebramos en familia el nacimiento del
detalles y mal educados? Niño Dios.
La abuela todos los días me Me sentí muy agradecida y también
esperaba, a mi regreso de la escuela, un poco avergonzada al ver el interés
con una taza de humeante chocolate, que que todos pusieron en hacerme feliz,
yo aceptaba agradecida, calentando para que aquella Navidad, lejos de mi
alrededor de la agradable loza mis familia, no fuera triste. Y debo
dedos ateridos. reconocer que lo consiguieron
Don José Mari, amén de su diaria plenamente.
ayuda en mi trabajo, me cedía el Aquella Misa del Gallo no la podré
privilegio de servirme la primera en la olvidar jamás. Aquellos villancicos
mesa, y me dejaba el periódico y su cantados por todo el pueblo, los "solos"
máquina de escribir siempre que la de Ana Mari y Fermín, que tenían las
necesitaba. Eso sin hablar de los libros mejores voces de Beirechea, y hasta los
que intercambiábamos. que cantaron al salir de la iglesia los
Pello no me dejó en todo el escolónos me pusieron un nudo en la
invierno bajar a llevar mis cartas a casa garganta. ¡Qué tonta! ¡Pero si casi tenía
del cartero. Lo hacía él. Y Tomás ganas de llorar!
cuidaba y engrasaba mi bicicleta con el Y entonces, por primera vez,
mayor esmero. Y jamás anduve escasa agradecí al Niño que me hubiera llevado
de lefia para la estufa de la escuela, a Beirechea a pesar de todos mis
porque todos los vecinos se afanaban exámenes brillantísimos y de aquel test
por que nunca faltara. tan complicado...
¿Cuántos avellanos tendría que Sí. La escuela de Beirechea, mi
destrozar para aprender las distintas pobre escuela, era la que yo siempre
maneras de demostrar amor? había soñado. Sólo entonces lo
Afortunadamente, no estaba todo comprendí.
perdido. Tenía la impresión de que no ¿Qué hubiera hecho yo, pobre
me había costado tanto darme cuenta de Muriel, en una escuela moderna, de
que todo consiste en un poco de ciudad, tan poco familiar, tan poco mía,
comprensión y de tolerancia con esas donde mi cometido terminara al terminar
pequeñas manías que todos tenemos. las seis y cerrar la puerta de la clase?
Con este pensamiento me dispuse a Sí, lo mío, mis "humos", como me
preparar mis fiestas con el mayor había dicho el alcalde, eran otros. Yo
entusiasmo. En la escuela algo tenía que debía construir, encauzar, no continuar
haber. Encontré una cesta de mimbre que lo que otro había empezado. Y en
contenía un belén completísimo y Beirechea nunca se había empezado
además precioso, y entre los chicos y yo nada. Yo debía trabajar, tanto con los
lo montamos una tarde. Nos llevó todo padres como con los hijos. ¡Cuántas
un domingo la recogida del musgo y veces los niños mayores acudían a la
cortezas de árbol, en lo que participaron escuela gracias a mi machaconería, y
hasta los más pequeños, y nos quedó tan algunas veces hasta a la adulación...!
bonito que todo el pueblo desfiló por la Sabía lo que suponía para un padre oír
escuela para verlo. que su hijo era el más listillo de la

20
clase, que merecía la pena que siguiera —Ana Mari y yo vamos con los
en la escuela un año más. También solía Echeverría a casa de la señora Ana a
aprovecharme de esa especie de cantar un rato. La pobre no se puede
envidiosa rivalidad que existe en todos mover por lo del reúma y estará sola. Si
los pueblos pequeños. A veces bastaba te animas tú también... Y por supuesto
con decir a la madre de las Iparaguirre, tú, Miguel.
cuando pasaba cerca de nosotras la —Lo siento. Han venido mis
pequeña de los Nuin: padres y mi hermano para acompañarme
—Esta chiquita también promete... estos días. Precisamente necesitamos
Es inteligente, aplicada... En todo el mes una chica guapa que nos endulce, aunque
no ha faltado un solo día a la escuela. Va tampoco nos molestan los tipos feos. Así
muy igualada en todo con Teresa. Si su que yo iba a invitaros a venir a mi casa.
hija no faltara tanto... Estoy segura de Me pareció que la cara de Fermín se
que incluso la adelantaría, pero la pobre ensombrecía; y, casi a la vez, el lucero
tiene tan mala suerte con las muelas... más grande se apagó y volvió a
Y un comentario tan infantil solía encenderse, como si parpadeara.
dar muy buen resultado. Teresa acudía Los dos me miraban como si
regularmente a clase durante un buen estuvieran esperando mi decisión para ir
montón de días. con uno de ellos. Yo no sabía qué hacer
Y en todo este mi acontecer para no herir a ninguno, porque también
docente estaba yo sumergida en la misa Miguel parecía repentinamente triste.
de Nochebuena. Fue Tomás, el viejo solterón
—Muriel —me parecía que decía Tomás, quien, haciendo gala de la
el Niño—, ¡pero qué tonta eres! ¿Es que proverbial delicadeza de Beirechea, se
crees que yo no sabía lo que hacía llegó hasta nosotros y dijo sin más
cuando te traje con nosotros a preámbulos:
Beirechea? —Vamos, vamos rápido, que la
Me quedé muy sorprendida de que madre espera y nosotros tenemos
también el Niño Jesús dijera nosotros, costumbre de rezar ahora el rosario.
como aquel día lo hiciera don José Me quedé de una pieza ante el
Mari, cuando yo todavía era una programa que se me presentaba, pero
maestrita vanidosa, llena la cabeza de mis dos amigos se echaron a reír
sueños tontos que me impedían ver lo abiertamente. Estaba segura de que se
que podía encerrar dentro de sí aquella alegraban.
escuela que por fuera se desmoronaba. —¡Menudo plantón nos das! —dijo
Cuando salimos de misa había Fermín.
dejado de nevar y el cielo estaba —¡Para que luego digan de los
tachonado de estrellas brillantes y viejos! ¡Tienen mucho más gancho que
pequeñitas que tintineaban con timidez. nosotros! —rió Miguel.
Fermín vino hacia mí sonriendo: Y yo corría a casa, pisando muy
—¡Feliz Nochebuena, Muriel! Y a fuerte en la nieve con mis botas altas,
la vez surgió por el otro lado Miguel, el dispuesta a rezar los quince misterios si
médico. fuera preciso.
—¿Contemplando las estrellas? Y Pero aunque Tomás se veía que
los dos se miraron confusos, como tenía mucho interés en eso del rosario,
avergonzados de haber venido al mismo el cura dijo que ni hablar, que ahora que
tiempo. el Niño estaba entre nosotros era tiempo

21
de reír y de cantar. Había empezado la época de las
La abuela había sacado ya una gripes, y me sentí muy preocupada,
enorme fuente de compota de orejones, porque, aparte de las Iparaguirre, con
ciruelas pasas y manzanas, con palitos las que nunca sabía a qué atenerme,
de canela, y una bandeja de turrón faltaban muchos escolemos. Además de
casero. Don José Mari tenía escondida aquella Marta Arive, a quien ningún
en la mochila de su moto una pandereta. niño había visto jamás.
Maite y Mikele se apoderaron de unos —La casa de Arive es ésa que
ruidosos almireces, mientras los dos queda apartada junto al recodo, pero yo
pequeños miraban al cura... Sus ojos creo que sólo vive un hombre que no va
soñolientos se animaban porque don a misa —dijo Regina.
José Mari no tocaba la pandereta de un —Pues yo una vez vi por allí a una
modo vulgar: la tocaba con un truco que niña que tenía un muñeco grande, de
no nos quiso decir, y a la vez que sonaba ésos que lloran y cierran los ojos. A lo
caían de ella peladillas, piñones y mejor es su hija.
almendras. Como tampoco yo conocía a esa
Cantamos hasta quedar roncos. familia, pensé que no vivirían
Tomás, pasada su decepción por lo del habitualmente en el pueblo. Seguramente
rezo del rosario, pasó el txistu a su la niña estudiaría en la ciudad. Pero,
hermano y me pidió carraspeando que más que nada por tranquilizar mi
bailáramos una porrusalda. El cura, por conciencia, decidí enterarme.
su parte, dijo a la abuela que le hiciera Don José Mari, que sin duda era
el honor de acompañarle. En la vida me quien mejor podía orientarme, faltaba
he reído tanto. esos días del pueblo, así que me fui a
Al final, Tomás decía encantado casa del alcalde. Pero resultó que
que al día siguiente estaba seguro de que también él estaba con la gripe, y su
nadie se lo creería; porque mira que mujer me dijo que ella nunca le tocaba
haber bailado nada menos que con la el arca, que por lo visto hacía las veces
maestra... de Casa Consistorial, pero que tan
Y sólo cuando, cansados, pronto como estuviera bien su marido,
decidimos que ya era hora de irnos a me avisaría.
dormir, don José Mari, sin duda para Después pensé que en casa me
complacer a Tomás, dijo que podíamos podían haber informado, pero me olvidé
rezar el tercer misterio de gozo. de preguntar, así que el jueves por la
Pero él ni siquiera lo oyó. No sé si tarde bajé mi bicicleta del desván,
fue la copita de anís o los dos vasos de pensando dar un paseo, y ya sobre la
espumosa sidra. Quizá sólo era sencilla marcha decidí ir hacia casa Arive, a la
alegría, pero el hecho es que se puso a conquista del viejo ateo.
cantar —en un milagro terrible de No me costó encontrar el camino
adaptación— el Adeste fideles, con la que me habían señalado los escálanos.
tonada de Las estrellitas que hay en el Era un carretil escasamente transitado,
Cielo. que llevaba directamente hasta allí.
CUANDO abrí nuevamente mi Me vi frente a la casa de repente, al
escuela, el 8 de enero, hacía un día volver un recodo. Desmonté y me
maravilloso. La nieve empezaba a acerqué andando.
fundirse bajo los rayos del sol, y el río No sé cómo explicar mi extraña
crecía al recibir el agua de la montaña. sensación. Me pareció como si ya

22
hubiera estado antes allí, o al menos que chimenea sin sentirme extraña... Allí
había soñado con ella, pero no sé lo que había algo, algo muy común a mí, pero
sentí dentro de mí al contemplar aquella no sabía qué era.
casona. Era la más hermosa que había Incluso tuve el atrevimiento de
visto en mi vida, y sin embargo no se sentarme en aquel sillón de asiento de
diferenciaba mucho de las otras casas anea, pero me levanté inmediatamente.
del pueblo, como no fuera por su ¡Qué horror! ¡Mira que si alguien entrara
aspecto bien cuidado. La puerta era en ese momento!
grande, acogedora, con su ventano en la Conteniendo los latidos de mi
parte izquierda, y el clásico balcón del corazón, salí a la entrada de nuevo, tosí
piso más alto, cobijado bajo el alero del y volví a gritar Deo gratias, con voz muy
tejado. fuerte.
Golpeé primero suavemente, y Me fijé en que al otro lado había
como nadie acudiera, lo hice con mayor una puerta, que sin duda era también de
energía, y al fin me decidí a entrar, salida; así que la abrí y me encontré en
después de anunciarme con el el exterior nuevamente... ¡Pero qué
acostumbrado Deo grafías de Beirechea. exterior! Una era llana, en la que los
Me encontré en una enorme entrada árboles frutales eran dueños y señores.
amueblada con dos largos bancos y una Sentí lo que debió de experimentar
de esas mesas abatibles en forma de nuestra madre Eva al contemplar por
pala. De las vigas del techo pendían primera vez el Paraíso.
grandes manojos de panochas de maíz, ¡Oh, y aquella casa! Parecía como
de hojas secas y quebradizas y granos si acabara de brotar también de la tierra,
amarillos, y me sorprendió un agradable con su hermosa solana mirando al sur,
aroma. sus gruesos postigos en las ventanas,
Eran membrillos. Deliciosos ventanas que hacían resaltar el espesor
membrillos amarillos, cuidadosamente de los muros, dándole aspecto de
extendidos por el suelo sobre arpilleras. fortaleza.
Aspiré encantada. "¡Quién fuera Eva!", recuerdo que
—¿Hay alguien en la casa? —grité. pensé. Y fue entonces cuando apareció
Pero nadie me contestó. Adán.
También estaba desierta aquella Bueno, no es que apareciera.
sala en la que chisporroteaba Estaba ya allí cuando yo llegué. Me
alegremente el fuego de la gran miraba de hito en hito, subido en lo alto
chimenea, y por cuya puerta asomé mi de una escalera de tijera. Debía de estar
indiscreta cabeza. reparando la cañería, porque en la mano
Los muebles eran sencillos, muy tenía una llave inglesa.
parecidos a los de las otras casas del —Buenos días —dije
pueblo, pero a pesar del desorden desconcertada.
reinante tenía algo de atractivo, algo que —Buenos días —me contestó. Y
la hacía diferente a todas las salas en las casi al instante brotó de la tubería un
que yo había entrado hasta entonces. inoportuno chorro de agua que me puso
Algo que la hacía parecer como más perdida toda la zona izquierda de mi
mía. zamarra.
Se me ocurrió de repente que yo —Póngase a la derecha —dijo sin
podía muy bien vivir allí, sentarme en saltarle la risa ni nada. Me miraba
uno de los sillones que había junto a la jugueteando con la llave y con cara

23
totalmente desprovista de interés. terminamos. Estábamos ahora en la
—He venido a hablarle de Marta entrada, y me dio una toalla para
—empecé cautelosamente. secarme las manos.
—¿Le ocurre algo a Marta? Sobre un arca descansaba un par de
—No. Pero creo que debe ir a la calcetines de hombre.
escuela. —Bueno... pues si usted me dijera
—¿A la... escuela? ahora por dónde debo ir a casa de los
—Bien. He venido a hablarle de la Arive...
niña. Sólo deseo saber si su hija vive —Está en ella. Yo soy Arive.
con usted en Beirechea o si, por el —Bueno, pues menos mal... En fin,
contrario, está en algún otro lugar, o Marta, cualquiera que sea el parentesco
quizá interna en un colegio... En fin, en que le une con ella, yo quisiera saber si
una palabra, quiero saber si está va a alguna otra escuela. Yo soy la
escolarizada. maestra de Beirechea, no sé si se lo he
—Me parece que me estoy dicho.
armando un lío, o que se lo ha armado —¡Ah, vaya! Es la maestra. Debí
usted. Yo no tengo ninguna hija. Soy haberlo imaginado.
soltero. Los membrillos seguían
Me puse como un pimiento, y a deleitándome con su aroma, pero yo,
pesar del frío tuve la impresión de estar cohibida, había clavado sin querer mis
sudando. ojos en uno de los bancos, en el que
—Pues... pues, ya me puede había dos jerseys y otros dos o tres
perdonar. Debe ser que me he pares de calcetines. El también miro
equivocado, aunque me han dado estas hacia allí.
señas. Mire, yo vengo preguntando por —Supongo que no va a caer en el
una niña de siete años que se llama error de decirme que se nota la falta de
Marta Arive. una mujer en mi casa, ¿verdad? Pecaría
Oí una exclamación, y otro chorro de poco original —dijo con acritud.
de agua se proyectó hacia donde yo Aquello me dolió mucho, y aparté
estaba. Me agaché a tiempo, pero quedé los ojos de la ropa como si quemara.
instalada entre dos surtidores muy —No he venido a hablar de su
molestos. casa, ni de usted, sino de una niña, y es
—¡Vamos, suba por el otro lado de lo único que me interesa. De todas
la escalera y ayúdeme! —gritó. formas apelo a su responsabilidad. Sin
—Yo me voy... —contesté muy duda usted ya sabe dónde está la
apurada. escuela. Si algún día quiere aclararme
—¿Que se va? ¿Pero no ve que si este asunto, lo recibiré allí.
no me ayuda el agua acumulada ahí Crucé la entrada y me permití el
arriba va a inundar la casa? lujo de cerrar dando un buen portazo. Mi
La sola idea de que a la casa pobre venganza sólo a mí me perjudicó,
pudiera ocurrirle algo tan terrible me porque me pillé cuatro dedos de una
impulsó a obedecer mansamente, y en un mano al hacerlo. Dolorida y
segundo me vi en la escalera, junto a avergonzada, me acerqué a mi bicicleta
aquel hombre tan raro, tapando con mi y me monté en ella.
mano uno de los escapes, mientras él Todavía dirigí una última mirada a
arreglaba el otro. aquella casa que tanto me había
—Gracias —me dijo cuando impresionado. El hombre había salido a

24
la puerta, y desde allí me miraba tono confidencial:
tranquilamente, sin importarle nada mi —No se apure usted, señorita, que
desazón ni mis dedos magullados. no se le ha visto nada.
Pedaleé enérgicamente, queriendo Si no hubiera estado tan
parecer una mujer muy segura de sí avergonzada me hubiera reído de buena
misma. gana, pero lo único que hice fue mirar
Pero ya. Ese día hubiera hecho de reojo al otro, a Arive, que no sé por
mucho mejor quedándome en la cama. qué, pero me hacía sentirme más y más
POR EL recodo doblaba una gran ridícula por momentos. Me pareció que
manada de vacas. De enormes y tenía la cara congestionada y que
terribles vacas, de espeluznantes y apretaba la boca, como quien quiere
amenazadoras vacas. contener una carcajada.
Me hicieron sentir un miedo atroz. Pensé que el viejo ateo, como su
Avanzaban despacio hacia mí... Bueno, casa, era igual, pero diferente a los
no voy a decir que vinieran otros, y me daba rabia no saber en qué
precisamente hacia mí, pero ocupaban consistía la diferencia.
toda la anchura del camino, y en un Los dos chicos me ayudaron a
segundo me vi rodeada, aplastada por levantarme, y yo hice como si lo único
ellas. que me importara en aquel momento
Toqué desesperadamente el timbre, fuera el buen estado de la bicicleta.
pero fue inútil. Aquellos animales no se —Se olvida del bolso, señorita —
apartaban, no me dejaban sitio, y yo dijo Antxon.
hacía verdaderos equilibrios para —Sí, es verdad. ¿Me lo das?
sostenerme en la bici, cosa que no logré —Me parece que también el libro
durante mucho tiempo, porque al fin es suyo, ¿no? —dijo el hombre—. Ha
perdí el dominio de ella y caí al suelo. debido salirse del bolso. Y fue entonces
Ahora mi miedo se convirtió en cuando lo supe.
terror. Sólo veía patas. Patas blancas y —¡Libros! —grité entusiasmada—.
negras a mi alrededor. Pensé que iba a ¡Había libros!
morir aplastada. Y los tres me miraron como si
Pero no. De pronto oí voces, y las estuviera loca; pero yo, sintiendo una
vacas se fueron separando de mí. enorme alegría, les dije adiós, y me
Cuando al fin me atreví a separar las alejé de ellos.
manos de mis ojos, lo primero que vi fue Sí. Ahí estaba la diferencia. Aquel
al hombre de la casa, con un enorme hombre leía. Leía porque en la casa
palo en la mano, y a dos de mis había libros. Los había visto en la sala.
escolónos, que debían de ser los Muchos libros colocados aquí y allá sin
conductores del ganado. Me miraban ningún orden. Había una hilera de ellos
consternados. encima del arca; y el vasar, donde en
—No ha sido nada, ¿verdad? — otras casas colgaban la loza, estaba aquí
preguntó él. convertido en librería. Había libros en
—Sólo el susto. Gracias. las repisas de las ventanas, en la de la
—Señorita, ¿quiere que la chimenea y en casi todas las sillas.
acompañemos a su casa? Sí; eran ellos los que hacían la casa
—No. De veras. No me he hecho diferente a las otras, porque en
daño. Los dos niños me miraron con Beirechea no se leía nada. Incluso en
timidez, y entonces el mayor me dijo en casa de los Goñi faltaba la afición, y eso

25
que les gustaba la música y Ana Mari Marta Arive, de la casa, de los
había estudiado en un colegio de membrillos y hasta de las vacas. Mi
monjas. mente iba muy afanosa, intentando
Empecé a repasar mentalmente las recordar todos aquellos libros de mi
casas en las que yo había entrado y niñez que podían interesar a los niños de
llegué a la conclusión de que, ahora.
efectivamente, aparte de los textos Subí a mi cuarto sin detenerme en
escolares, la Biblia, El Año Cristiano, la cocina y busqué un cuaderno. Escribí.
el periódico y alguna que otra revista Todos los de Elena Fortún.
piadosa, en el pueblo no había más letra Todos los de Joanna Spiri.
impresa que la que don José Mari y yo Alguno de la Condesa de Segur.
intercambiábamos, y aquello me dio Todos los de Julio Verne.
mucha lástima. Algunos de Karl May.
Tengo que conseguir que mis chicos Mirar algunos clásicos de la
lean —pensé sin dejar de dar a los literatura universal adaptados a los
pedales—. Quizá su salvación esté en niños.
los libros. Leyendo puede que sientan Sobre este último punto me sentía
alguna inquietud y entonces nazca en algo más inquieta.
ellos el afán de saber y el amor al A mí siempre me había parecido un
estudio, y si su destino está en quedarse tanto criminal resumir las grandes obras.
aquí, en vivir del campo, los libros Cuando llegaran los chicos a mayores,
serán como una prolongación de la ¿no las dejarían de lado diciendo: "Ya la
escuela. leí hace mucho", y se quedarían sin
Me asustaba que mis escálanos conocerla en toda su extensión cuando
quedaran toda la vida con los solos ya tenían edad de apreciarla?
conocimientos que yo les diera, hasta Taché lo de los clásicos.
sus doce, quizá, como mucho, catorce ¿Y si, por el contrario, guardaban
años, y estaba convencida de que los de ellos un recuerdo tan grato que iban a
libros les harían sentirse más al día. buscarlos precisamente por eso?
Y es que yo sentía lástima de Volví a escribir:
verlos así, tan hundidos en sus "Mirar buenos clásicos adaptados."
problemas, sin una salida, sin una Sí. Sería lo mejor. Además, pese a
posibilidad de ampliar un poco su saber. mi entusiasmo, tenía miedo de que
Toda su cultura se terminaba para ellos muchos de los chicos se quedaran para
el día en que abandonaban la escuela. toda su vida con lo que leyeran ahora.
Y yo no quería. Yo no quería eso Escribí a mi hermana y le envié la
para José, Itziar, Teresa, Txomin, lista confeccionada para que me los
Mercedes, Antxon y los otros niños. comprara. Le dije que mirara también si
Pondré una biblioteca —me dije en algún lugar de la casa quedaba alguno
con decisión, dispuesta a sacrificar los de nuestros cuentos infantiles, y que me
escasos ahorros de mis tres meses de mandara todo, lo antes posible, en el
trabajo—. Tengo que iniciarlos autobús.
enseguida. Si ahora no leen cuentos, Conseguí también las direcciones
difícilmente leerán otra cosa de de varias editoriales y escribí pidiendo
mayores. catálogos de literatura infantil y juvenil.
Y cuando llegué a casa era tal mi Tenía que haber muchos libros nuevos
entusiasmo que me había olvidado de que yo todavía no conocía y ésa era la

26
mejor manera de saberlo. lazarillo de Tormes... Yo estaba
Y salí nuevamente de casa, con mis encantada.
cartas y una extraña sensación de Mi optimismo decayó mucho
felicidad, pese a que acababa de cuando los vieron los escolónos, ya que
descubrir que no me podía sentar, no sintieron ninguna ilusión por ellos.
porque tenía una impresionante —¡Ah, son libros! —fue el
moradura que ennegrecía por momentos, comentario general.
en un sitio que no quiero decir. Quizá mi error fue el haberles
DESPUÉS de varios días de dicho que les guardaba una sorpresa
impaciente espera y de salir al autobús a estupenda. Creo que se hicieron la
preguntar, al fin llegaron los libros. ilusión de que eran juegos. El libro no
Eran dos cajas tan pesadas que tuve es espectacular y no atrae en absoluto al
que dejarlas en el bar, junto a la parada, no iniciado. Debí haberlo pensado antes.
y pedir ayuda para llevármelas. Mis chicos se habían acostumbrado a
Las abrí en la escuela. ¡Qué ilusión considerarlo sola y exclusivamente
tan grande! Allí aparecieron muchos de como material de estudio. Un libro no
mis libros de cría. Aquella colección era un regalo para ellos.
del jesuita americano Finn que tanto me De todos modos intenté
gustaba allá por mis doce años... ¿Quién ilusionarlos y, después de las seis de la
después de haberlos leído podría tarde, pedí voluntarios para forrarlos;
olvidar a Tom Playfair y a Pepe Ranly? porque mi madre, muy previsora, me
Y los de Julio Verne y de Salgari, y había mandado junto con ellos un rollo
algunos de Walter Scott y de Jack de papel azul muy resistente y unos
London... ¡Y hasta dos tomos de los cuantos rollitos de cinta adhesiva.
coleccionables de Mari Pepa, que ahora Todos los mayores se animaron,
ya no se editaban! porque este tipo de trabajo les gustaba
En aquella caja estaba condensada mucho. Los que vivían más cerca fueron
toda mi niñez y mi adolescencia, y me a sus casas para traerse las meriendas y
traía muchísimos recuerdos. algunas tijeras y pusimos manos a la
Casi todos los del Padre Finn los obra.
había leído cuando me extirparon las Aproveché aquel momento para
amígdalas; Ivanhoe y El Pirata me los hacer mi primera siembra y les fui
regalaron mis padres al aprobar el contando retazos de éste o aquel otro
bachillerato; los de Mari Pepa me libro, que yo había leído hacía ya
fueron llegando invariablemente todos muchos años, y no sé si sería ilusión
los días de Reyes; y los de Julio Verne mía, pero el caso es que parecía que se
los fui comprando con los ahorros, iba despertando su interés.
peseta a peseta, a los catorce o quince Lo que más me extrañó fue que les
años. atrajera tanto el tema del miedo.
En la otra caja iban los nuevos. Su Teníamos allí unos cuentos españoles y
presentación era mucho más cuidada. recuerdo que uno de ellos era La Muerte
Venían autores como Enid Blyton, que quiere ser Madrina. Lo leí de muy chica
era quien ahora hacía las delicias de los y sé que terminé la lectura con los pelos
niños. También en otra magnífica de punta. Trataba de un hombre pobre
colección llegaban La Odisea, La que busca madrina para su hijo y la
Eneida, La Ilíada, Don Quijote de la muerte se ofrece para ello. Al cabo de
Mancha, La canción de Roldan, El los años, el hijo es médico y hace un

27
convenio con ella. Todos sus enfermos alrededor de mi mesa y les leía en voz
sanarán si, cuando entra en la alta. Caperucita Roja, Blancanieves, La
habitación, ella no está presente. Por el Bella Durmiente, Pinocho, Pulgarcito
contrario, si la ve a la cabecera de la fueron desfilando poco a poco ante sus
cama debe desistir de su empeño. El maravillados ojos. Pensé que al haber
enfermo le pertenece a ella y se lo empezado con ellos tan niños, tenía
llevará. avanzada la mitad del camino. Estaba
—¿Y qué pasó después? —me segura de que para cuando supieran leer
preguntaron tres o cuatro voces llenas de solos, el libro sería para estos niños ya
pánico, pero con cierto placer morboso. una necesidad.
Pero yo no lo recordaba. Sabía Transcurridos los siete días,
algo de que el médico había salvado al Antxon trajo el libro. Había leído seis o
rey o a la princesa rompiendo el siete veces el cuento de la Muerte, pero
mandato de la muerte, pero nada más. ni siquiera había mirado el resto de las
Y aquello, aquel olvido mío, fue la narraciones.
salvación de la biblioteca escolar de —¿Y el de Juan sin Miedo, no te ha
Beirechea. Seis escolónos, cuatro chicos gustado?
y dos chicas, pidieron permiso para —Yo sólo quería el de la muerte.
llevarse el libro a su casa ese mismo —Pues has sido bien tonto. El de
día, y yo, que siempre me enfadaba Juan sin Miedo asusta mucho más.
mucho cuando los veía reñir, sentí un Imagínate que tiene que pasar tres
gran placer al verlos pelear por él. noches completamente solo en un
—¡Yo lo he pedido primero! castillo maldito, del que nadie ha salido
—¡Pero yo leo mucho más deprisa! jamás con vida... Pone los pelos de
Tú tardarás años en devolverlo. punta. Con decirte que juega a los bolos
—¡Yo he sido el primero, por más con calaveras... —añadí con voz
que lo diga Matilde! sombría.
Lo echamos a suertes y Antxon fue Me disgustaba tener que hablar así.
el afortunado. Tenía derecho a tenerlo en Tenía la sensación de que jugaba sucio,
su casa una semana completa, y se fue pero el cuento de miedo era el único que
con él bajo el brazo muy satisfecho. les entusiasmaba. Era lo que se había
Quise que también los otros transmitido de generación en generación
eligieran algo, pero fue imposible. Lo por medio de las abuelas, que contaban
único que querían saber es qué pasaba a los crios las mayores truculencias. —
con el ahijado de la muerte, con el rey, ¿Cómo? ¿Pero con quién jugaba a los
la princesa y si la muerte aparecía bolos?
muchas veces. —No lo recuerdo. Creo que con un
Decidí que si en aquella ocasión fantasma que bajaba cada noche por la
había conseguido animarlos por haber chimenea.
olvidado el final del cuento, podía Tuvimos otra vez revuelo general.
seguir por el mismo camino, al menos Antxon quería llevarse el libro
hasta que ellos, espontáneamente, nuevamente, pero las chicas protestaban.
sintieran deseos de leer. Él ya lo había tenido siete días... Que lo
Con los pequeñitos me fue muy hubiera leído entero. Los demás todavía
sencillo. Los bonitos dibujos de los no se habían enterado de qué había
cuentos eran suficiente atractivo para pasado con la muerte y el médico. Ahora
ellos y cada día nos sentábamos les tocaba a ellos. Había que rifarlo otra

28
vez. bibliotecarios. Los demás escálanos os
—Haga usted justicia —me decía pedirán y os devolverán los libros, y
Matilde, que era muy rimbombante tendréis que encargaros de mantenerlos
hablando. cuidados y ordenados. Además, vamos a
La ganadora fue ahora Teresa hacer un fichero entre todos. El chico o
Iparraguirre y, ante mi asombro, me chica que me entregue un resumen del
devolvió el libro justo a los tres días. libro leído, bien hecho, tendrá mejor
—¿Es que no te gusta? nota en lenguaje y, además, su resumen
—Al contrario, lo he leído en tres lo archivaremos, y así los demás,
noches con una vela, para que mi madre cuando tengamos el fichero bien
no me riñera por tener la luz encendida. completo, consultándolo sabrán, al
Ahora quiero otro, pero que sea muy elegir un cuento, de qué trata, y podrán
gordo. pedir lo que más les guste. ¿Habéis
¿Pareceré muy tonta si digo que sin entendido? ¿Os parece a todos bien?
querer me salió una lágrima? Y es que Todo lo que yo decía les parecía
Teresa, para su edad, estaba un poco bien. Lo malo era ver si luego lo
retrasada. Siempre iba a la cola de cumplían.
Matilde, Idoia, Antxon y Pedro, que Pero Teresa, sí. Volvió a
tenían los mismos años. sorprenderme pocos días después
Me limpié la lágrima entregándome las fichas que yo le había
apresuradamente, revolví entre los preparado. Su escritura seguía siendo
libros y le di uno de la Condesa de horrenda, pero las había rellenado
Segur. correctamente, empleando para ello
La autora era en nuestros tiempos palabras que yo sabía que nunca hasta
ya un poco cursi, pero sus cuentos me entonces había usado. ¡Y sin una sola
parecían de fácil lectura, y estaba segura falta de ortografía!
de que todas sus niñas, modosas, La miré agradecida, con una nueva
respetuosas con sus madres, sensación de cariño. Pensé que aunque
acomodadas habitantes de castillos, y sólo consiguiera una, aunque sólo
sus moralejas finales, encantarían a despertara ella, ya me vería compensada
Teresa. De todos modos, al acercarse las
Y acerté. Cuando todavía los vacaciones de Semana Santa acepté el
Cuentos Españoles seguían circulando balance como positivo. Aunque aún
de mano en mano, cuando aún el médico tenía a José, que ni siquiera tuvo
y la muerte, y Juan sin Miedo, eran tema paciencia para terminar el famoso
de conversación en los recreos, Teresa, cuento de la muerte y se hizo contar el
siempre callada y modosa, ya había final por el compañero durante la clase
leído cinco o seis libros y seguía de matemáticas, los niños habían leído
pidiéndolos con asiduidad. bastante, y aunque ninguno llegó a la
Pensé que debía premiar su interés altura de Teresa, quedé bastante contenta
de alguna manera y, al mismo tiempo, cuando examiné el fichero.
estimular a los demás y la nombré —Esta idea se me tenía que haber
bibliotecaria para todo un trimestre. Los ocurrido a mí —dijo don José Mari un
demás escálanos se quedaron con la día que nos visitó para hablar con los
boca abierta. niños que iban a ser confirmados, y vio
—Todos los que tengáis interés por nuestra modesta biblioteca, habilitada en
la biblioteca podréis también ser unas cuantas cajas de embalar quesos,

29
muy bien empapeladas. Subí al autobús ante la curiosidad
—Ya siento habérsela robado. del chófer, que era nuevo y debía de
—No lo sientas. Alégrate como me estar pensando que yo era una persona
alegro yo. ¿Qué importa quién hace las importante. Porque, la verdad... ¡con
cosas, con tal de que se hagan? tanta escolta...!
Y así, paso a paso, llegamos a las El vehículo se puso en marcha y yo
vacaciones de Semana Santa, y yo dije adiós a Beirechea. En medio de la
decidí ir a pasarlas con mi familia, carretera, el médico y los crios
aunque me diera mucha pena dejar a los gesticulaban aspaventeramente.
chicos. EN LA estación de autobuses de
Ellos sentaron plaza de insurrectos Pamplona no había mucha gente y
y amenazaron con decirle al chófer que enseguida vi en el andén a Sylvia y a su
no me dejara subir al autobús. Me novio, agitando la mano y sonriendo,
escondieron la maleta y después el mostrando los dos unos dientes
bolso, y al fin, cuando les prometí que preciosos. Resultaban una pareja de lo
estaría de regreso antes de comenzar de más atractiva. Casi cinematográfica.
nuevo las clases y que haríamos una —¡Muriel! —gritó ella dándome un
excursión, se resignaron y hasta me abrazo—. Estás negra como un tizón. Se
acompañaron al autobús, llevándome el ve que los aires del pueblo te van de
bolso, la maleta y el abrigo por turno, maravilla.
porque todos querían ayudarme. El hecho de que Carlos se hiciera
Para que nada faltara, hasta Miguel cargo de mi maleta y me abriera la
atravesó de un salto la verja de su casa y puerta del coche para entrar, me recordó
se puso a mi lado. bruscamente que estaba en un mundo
—¡Hola, Muriel! ¡Si es que no se te diferente, que ya casi había olvidado.
ve el pelo últimamente! ¿Estás ya de Era sorprendente ver las calles
vacaciones? llenas de tiendas (en Beirechea sólo
—Ahora mismo las empiezo. Me había una, en la que vendían tanto
voy a mi casa. chocolate como jabón de afeitar,
Hizo un chasquido con la lengua y escobas de mijo, cubos de plástico y
movió la cabeza con gesto de palitos de canela), el ir y venir de la
impaciencia, contrariedad y desilusión. gente, los coches...
—Yo tenía un montón de planes —¿Y qué tal por ese pueblo? —
para estos días. dijo de repente mi hermana,
—Guárdalos para dentro de una encendiendo un cigarrillo con mucha
semana, que estaré ya de vuelta. No pericia y metiéndoselo a Carlos entre
reserves ni uno para vosotros solos, los labios. La abuela se hubiera quedado
¿eh? escandalizada si lo llega a ver.
Los niños hablaban a voz en grito —Estoy muy contenta. ¿Por qué no
con el cobrador. Palabras sueltas vais los dos algún día? Es un lugar
llegaban hasta mí. precioso, sin un coche, sin un rótulo
—¡A la señorita maestra la pones luminoso. Todo lo bonito de allí es
junto a la ventanilla! natural.
—¡Perico! ¿Has reservado un buen Os gustará. Sólo desde el balcón de
sitio para la maleta de la señorita mi casa se contempla ya la mejor obra
maestra? de arte.
—Cuidado al coger las curvas. Me detuve al ver la extraña

30
expresión de mi hermana y me pareció Todo aquello estaba muy cambiado
mejor no seguir hablando. Estaba segura desde que yo me fui... ¿O es que era yo
de que no me entendería... ¿Lo hubiera la que había cambiado? Porque la gente
entendido yo hacía sólo unos meses? me miraba de una forma un poco rara.
Los días que pasé en casa se me Por otra parte, tal vez yo me puse
hicieron casi tan extraños como los un poco pesada con la recogida de
primeros de mi estancia en Beirechea. libros. Empecé a pedir libros sobrantes
Si no fuera porque tenía a mis padres y en todas las casas que frecuentaba.
hermanos, me hubiera sentido igual de Incluso llegué a llamar a alguna tres o
sola. Echaba en falta la escuela y el cuatro veces por teléfono, si en ellas me
afecto de los niños y, además, me habían dado una esperanza.
acordaba muchísimo de la abuela. También descubrí entonces que la
Como tuvimos la mala suerte de gente es bastante agarrada y que en el
que no dejó ni un solo día de llover, pueblo se me estimaba mucho más.
teníamos que recurrir mis amigas y yo al Hasta raro y todo se me hacía que las
cobijo de las cafeterías, que siempre familias de mis amigas no me ofrecieran
estaban llenas de gente. A mí me entraba todo lo que tenían. De todas formas,
entonces algo parecido a claustrofobia, conseguí algunos libros, aunque no
entre el humo del tabaco y las voces de muchos»
la gente... ¿Es que no es mucho mejor El hermano de Marisa, que estaba
tomar el café bien calentito en casa, medio metido en el Opus Dei, me
alrededor de la mesa camilla? ¿Por qué obsequió con cinco ejemplares de
teníamos que esperar tanto rato a que Camino y, unos de aquí y otros de allá,
hubiera sitio en la barra o en una mesa reuní Los niños Grittli, de Joanna Spiri;
para merendar? ¿Y cómo se podía tomar Leyendas de Jesús, de Selma Lagerlof;
un té o un chocolate con tranquilidad, La vuelta al mundo en 80 días, y tres o
como a mí me gustaba, sabiendo que cuatro volúmenes de Zenaide Fleuriot
otras quince o veinte personas que parecían muy bonitos. Bueno,
aguardaban, sin dejar de mirarnos, a que también mi primo José Antonio me dio
terminásemos, para sentarse ellas en el Tartarín de Tarascón en los Alpes.
sitio que dejásemos libre? Estaba tan nuevecito que sólo tenía
Me chocaba que hacía todavía tan cortadas las hojas de dos capítulos;
poco tiempo yo encontrara esto sabiendo lo insaciable de lectura que
perfectamente natural. había sido mi primo, me olió
Sin embargo, ahora me sentía francamente mal y temí que el libro sería
agobiada. No podía hablar con mis un rollo.
amigas sin elevar la voz, casi hasta Llevaba tantos paquetes y me
gritar, por encima de las conversaciones entretuvieron tanto en casa que estuve a
de los demás. Las chicas me parecían un punto de perder el autobús.
poco vacías. La desmedida ilusión de Afortunadamente, Perico, el cobrador,
Elena, mi hermana menor, por los ya me conocía y cuando me vio correr
vestidos, me extrañaba. Me di cuenta de por el andén mandó detener el coche
repente de las pocas cosas que se hasta que subí.
necesitaban en Beirechea y de todas las Como de costumbre, iba abarrotado
que aquí parecían imprescindibles, y de gente, pero todos me saludaban
tuve la sensación de que se perdía el cuando avanzaba por el estrecho pasillo,
tiempo tontamente. luchando por mantener el equilibrio

31
entre mis bultos; sobre todo, los libros Cada vez que lograba emerger de
pesaban una barbaridad. Fui a dejarlos entre la veza y la cebada de mi
en el suelo cuando me fijé que el chico compañera de viaje, miraba con un ojo a
de delante me miraba sin ningún Arive y siempre lo encontraba
disimulo. mirándome a mí. No sé si me gustaba o
Yo acababa de estrenar una falda no que lo hiciera, pero me cohibía, la
estrecha azul marino y cuando trataba de verdad.
agacharme se me subía, lo que me En esto, un violento frenazo del
resultaba violento, así que decidí no autobús precipitó mi bolso de viaje
moverme. Aguantaría estoicamente todo hacia adelante y, ¡horror!, mi
aquel saber humano bajo mi brazo, despertador... Sí, mi despertador que iba
pasara lo que pasase. Todo antes que dentro empezó a sonar con ese sonido
ponerme colorada, como me ocurría estrepitoso y desagradable que tienen
siempre. todos los despertadores como el mío.
Estaba pensando en lo tonta que Todo el mundo se echó a reír. Todos
había sido por no haberme puesto mi menos yo...
falda habitual, menos elegante, menos ¿Por qué siempre que me
mona, pero mucho más cómoda, cuando encontraba con ese hombre tenía que
vi a mi lado al chico de delante. Sin hacer el ridículo?
decirme una palabra, me quitó todos los El chisme indiscreto dejó de sonar
paquetes, me hizo sentarme en su asiento cuando quiso y yo me sentí un poco más
y colocó luego las cosas junto a mí. aliviada.
En el coche de línea de Beirechea Estábamos ya en Beirechea. Como
era esto tan inusitado, tan poco común, nadie me esperaba, dejé los paquetes en
que levanté la cabeza sorprendida, el bar y con sólo mi bolso me dirigí a
encontrándome cara a cara con Javier casa.
Arive, a quien no sé por qué yo llamaba La carretera estaba desierta.
el Viejo Ateo, sorprendiéndome de ver a Solamente Arive y yo íbamos hacia el
un viejo tan joven. ¿Cómo no me había pueblo. El unos pasos delante de mí,
dado cuenta antes de esto? Era joven, pero como andaba tan deprisa, pronto lo
tenía el pelo casi rubio, los ojos de perdí de vista.
mirada franca y un bonito jersey azul Se estaba poniendo el sol y a mi
marino. izquierda veía las imponentes montañas
Le sonreí agradecida, pero no supe bañadas de rojo. El campanario de la
qué decirle; así que procuré parecer lo iglesia tenía un aspecto fantástico y poco
más digna posible. Crucé no sin real, con sus dos campanas gemelas
dificultad las piernas bajo mi falda mirándonos aburridas, sin dejar por ello
nueva y comencé a charlar con mi de velar al pueblo que, como siempre,
vecina de asiento sobre la fiebre aftosa, parecía dormido.
la veza, el cereal y la alfalfa, temas que El pinar tranquilo y misterioso, los
en aquel momento preocupaban a los campos donde verdeaba el trigo
beirechetarras. Para entonces ya había sembrado en octubre, los nogales y los
decidido escribir a Elena, grandes robles, los chopos tan esbeltos
proponiéndole el cambio de la falda mirándose en el río...
azul marino por cuatro libros a mi Aquello sí. Aquello sí que era lo
elección. Estaba segura de que mío, porque lo amaba, porque me
aceptaría. atraía... El cielo que me cubría, los

32
montes que me abrigaban, el suelo que día de mi llegada. Aunque yo entonces,
me sostenía... ¡pobre e inexperta Muriel!, no
Pensé que el mundo era la peana comprendí su saludo. Fui tan tonta como
maravillosa sobre la que estaba Dios. para creer que me hacía burla.
Se me ocurrió que quizá Él pensaba Ahora sentía algo muy diferente y
en mí cuando creó todo aquello. Tal vez me parecía que aquella luz era como
diría entonces: "Aquí pondré este boj, esas que se ponen en las habitaciones de
allá el helecho, aquí el rosal silvestre y los niños para que no sientan miedo si
más lejos el roble, porque un día, por se despiertan por la noche. Su débil
aquí, por este sendero, pasará Muriel y, resplandor les da seguridad, les hace ser
sin duda, a ella ha de gustarle". valientes.
Sí, sería verdad. Por eso se había La campana dejó de tocar y el
detenido aquí mucho más que en otros pueblo quedó en silencio. Alguien me
lugares y, además, yo había tenido la saludaba ahora con la mano desde
suerte de que los hombres no habían abajo.
tocado toda aquella obra suya. —¡Muriel! ¡Tú por aquí!
Alguien me miraba, pero ahora no Don José Mari, Ana Mari y Fermín,
me importó, no sé por qué. Era Javier. que volvían juntos de la iglesia, me
Estaba sentado en la cerca de madera esperaban.
que bordeaba un prado. Fumaba También Pello y Tomás se
despacio, como si no tuviera ninguna alegraron de verme, aunque no me
prisa. dijeron nada, ocupados como estaban en
—Buenas tardes —dije. tomar la hirviente sopa.
—Buenas tardes —me contestó. —Ha vuelto usted —dijo Pello al
Parecía como si fuera a añadir algo terminar.
más, pero no pudo. Casi vuelvo a hacer —Naturalmente. Ya casi han
el ridículo otra vez, porque "Nerón", el terminado las vacaciones.
perro de casa, me había visto y fue tal su —La última maestra que tuvimos se
alborozo que casi me tira al suelo. fue por Semana Santa y ya no volvió.
Colocó sin ningún respeto sobre mis Aquélla era demasiada señorita, ¿sabe?
hombros sus patas delanteras y me Encontró trabajo en un colegio elegante
humedeció la cara a lengüetazos. de Vitoria y se fue.
Tras él llegaban los pequeños de la —Pero yo no.
casa: Isabel con mi ahijada en brazos y, Y entonces me dijo el mayor piropo
mucho más atrás, des^ pacito, despacito, que jamás salió de sus labios.
la abuela. Su cabello parecía como una —Los chiquitos han rezado por las
blanca nube desprendida del cielo y sus noches para que volviera... Es que
brazos se alzaban alborozados, dándome usted... ¡es diferente!
la bienvenida. PUEDO creerlo, Muriel. Por más
Cuando salí a mi balcón había que me esfuerzo no me cabe en la cabeza
anochecido ya. Soplaba un vientecillo —dijo mi hermana aturdida.
delicioso y el cielo estaba tachonado de Había llegado al pueblo de
estrellas brillantes, y para que ya nada sorpresa, a traerme lo que ella creyó que
faltara, la campana de la iglesia nos sería la mejor de las noticias.
anunció el Ángelus. Me habían conseguido trabajo en
Muy lejos se encendió una luz, y Pamplona. Se trataba de algo
recordé que ésa misma luz me saludó el sensacional. Una escuela en un barrio

33
nuevo. envueltos en barro y cargados con
El padre de Carlos había dado un cestas, hacíamos irrupción en el pueblo.
montón de pasos y, al fin, lo había Habíamos pasado la mañana en el monte
logrado. De momento entraría como cogiendo setas, que luego el padre de
maestra, pero él estaba seguro de que, los Nuin se encargaría de vender en el
teniendo en cuenta mi expediente mercado. El producto lo destinaríamos a
académico y la edad de la directora la biblioteca de la escuela.
provisional del centro, mi porvenir era —¿No te das cuenta, Muriel, de
muy risueño. que éste no es el lugar más adecuado
—Y lo que es más importante, para vivir una chica joven? ¿No ves que
Muriel, vivir en Pamplona, estar en aquí no tienes porvenir?
casa. Podrás marcharte de aquí, ¿te das —Cuando hablas de porvenir, ¿te
cuenta? —Y me sacudía de los hombros refieres a la dirección de una escuela o
como si tratara de despertarme. Yo a un novio con deportivo amarillo? —le
debía poner una cara de tonta pregunté con muy mala intención, porque
impresionante. ellos habían causado sensación en el
Si aquello me hubiera ocurrido pueblo con, el coche de Carlos. Era
hace un año... ¡Qué feliz me hubiera todavía la época en que el simple hecho
hecho! Pero ahora, no. Ahora era de tener coche era algo importante. No
demasiado tarde. digamos nada si era deportivo y de
—Me da pena irme de aquí. color amarillo canario.
—¿Cómo dices? —Las dos cosas. No veo por qué
—Que no quiero irme de aquí. no puedo ser franca contigo.
—¿Pero estás segura de lo que —En este pueblo hay unas cuantas
dices? chicas de mi edad. No parecen ser muy
—Sí. Para una escuela como esa desgraciadas.
que dices, habrá cientos de aspirantes y, —Ellas verán lo que hacen. Su
seguramente, muchas que valdrán más porvenir no me preocupa en absoluto.
que yo. La que vendría a sustituirme —A mí, sí —contesté. Y bajé la
aquí sería una de las que no ha cabeza avergonzada porque no sabía qué
conseguido un buen enchufe para la otra más decir, aunque eran muchas las cosas
y sólo pensaría en largarse a la primera que se me ocurrían. Los pueblos se iban
oportunidad. Yo no sabría decirte por muriendo porque la gente joven se iba.
qué, pero he encajado aquí. Me siento ¿Por qué ese quererse marchar? ¿Es qué
necesaria y, aunque te parezca mentira, no podían solucionar sus cosas aquí
feliz. mismo, sin huir a malvivir en las
—Pues eso es lo que no grandes ciudades, para lo que además no
comprendo. Que seas feliz en un pueblo estaban en absoluto preparados, y seguir
como éste y con una gente como ésta. Tú desde allí añorando la casa grande, la
has cambiado mucho. huerta y todo lo que dejaron?
—¡Claro que he cambiado! Y no —Quiero ser maestra de pueblo —
creas que me ha costado poco. repetí—. Quiero que mis chicos puedan
—¡Si mamá te viera! estudiar y tener cultura. Sólo así sabrán
En aquel momento no estaba muy elegir su destino. Unos se irán, lo sé, y
presentable, la verdad. Mi hermana y su otros se quedarán. Seguirán en la
novio habían llegado en un mal agricultura, cultivando campos,
momento, cuando los escálanos y yo, cuidando ganados, pero serán más

34
felices de lo que son ahora, porque, al porque tengo aquí un trabajo que me
haberlo elegido, amarán su trabajo, atrae y estoy contenta. Así que ahora
porque habrán tenido dos opciones y se hablemos de otra cosa. ¿Cuándo os
habrán quedado con la que más les casáis?
atraía, ¿comprendes? Y yo tengo la —No lo sé, porque el verdadero
esperanza de que puedo aportar algo de problema son los pisos. Ahora se anda
mí para que esto ocurra. fatal para encontrar uno un poco
—No sé cómo lo haces, pero tengo decente. Pero estamos pensando en uno
la impresión de que estoy escuchando a que está medio acabado. Ascensor y
un corazonista. Y no quiero ni pensar en montacargas, calefacción y agua caliente
lo que dirá papá cuando le cuente todo central, cocina eléctrica y de gas...
esto. ¡Mira que preferir quedarte aquí...! Bueno, algo estupendo, pero carísimo.
Te penará, estoy segura. Y lo malo es Menos mal que los padres de Carlos
que, seguramente, cuando te arrepientas piensan ayudarnos, porque, si no, sería
será demasiado tarde. imposible. ¿Bajamos ya?
—Pues a lo mejor. Pero lo que no Oye, sentiría que estuvieras
voy a hacer es tornar ahora decisiones enfadada por lo que te he dicho. Lo he
contrarias a mi forma de pensar, por hecho con la mejor voluntad.
miedo a arrepentirme algún día. Aquí —No, mujer. ¿Por qué?
me creo más necesaria que en ningún No lo estaba. Pero me había
otro lugar. Eso es todo. quedado un poco triste. Ni siquiera
—Tú no puedes arreglar el mundo. logré animarme durante la merienda con
Eso es cosa del gobierno. Que se los chistes de Carlos, que como era muy
preocupen ellos de tus aldeanos y de sus sociable, hablaba ya con Tomás de
añoranzas, y tú de tu carrera. berzas y alfalfa, como si fuera lo más
—Prefiero no pensar en que ha de corriente.
ser el otro, el que es un poco más listo o Cuando mi hermana y su novio
un poco más rico, quien tiene que ayudar desaparecieron dentro del llamativo
a los demás. Soy yo, con todas mis coche amarillo, sentí un extraño alivio y
limitaciones, la que estoy aquí. Y estoy casi me avergoncé al pensar en que me
para algo. había sacudido de encima algo molesto.
Mi hermana me miró pensativa y, No sé cuánto rato estuve así,
después, se arregló los ojos con un lápiz parada en la puerta, con la vista perdida,
azul y un espejito diminuto que llevaba pero llena de una dulce paz.
en el bolso. Había tomado una decisión casi sin
—No sé qué decirte, chica. Me meditarla, espontáneamente, y algo me
tienes mosca. Hablas de tu decía muy dentro de mí que nunca iba a
responsabilidad con tal engreimiento lamentarlo. Me sentí libre.
que no sé si te crees que eres una sabia Había llegado un día a Beirechea
o una santa. orgullosa y segura de mí misma,
Me eché a reír. creyéndome dueña del mundo, y todo
—Ninguna de las dos cosas, por haber tenido unas buenas notas en
Sylvia. Me parece que lo que piensas es mis estudios y por haber merecido que
que soy tonta. Sólo quería decirte que el tribunal me felicitase. ¡Qué gran
no. Que os agradezco mucho, más de lo mujer me creía yo!
que puedes imaginar, el interés que Hasta me pareció una injusticia que
habéis puesto en esto. Pero no lo acepto, se desaprovechara así mi talento, mis

35
notas, mi test, los elogios de los a hacer aprecio del jamón con tomate, en
profesores, que se perdiera todo ello en compañía del cura, de Pello y de Tomás,
una pequeña escuela de pueblo. mamá y yo subimos a mi habitación.
¡Valiente imbécil! ¿Inteligente yo? —Bueno, mamá —dije con
Pero ahora era diferente. Ahora la precaución—. ¿Se puede saber qué
escuela de Beirechea la había elegido tonterías os ha ido contando Sylvia?
yo. Había rechazado otra de más Ella se echó a reír y miró a su
categoría que me hubiera llevado a ser alrededor.
de nuevo una chica de ciudad, a una vida —Bueno... Tú ya la conoces.
más cómoda, para quedarme con esta, ¡Todos teníamos tanta ilusión por tenerte
sucia, vieja y despintada, pero llena de en casa de nuevo...! También yo me
niños en los que yo había volcado ya quedé un poco sorprendida por tu
todo mi cariño y mi entusiasmo. Eso respuesta, pero quiero que sepas que lo
debe ser lo que siente una mujer después que tú hagas me parecerá bien. Por otra
de dar a luz. ¿Qué madre cambiaría a su parte, te veo tan bien, tan centrada y tan
hijo, aunque fuera un poco feúcho, por contenta...
otro, por guapo y lucido que fuera? Examinó mi cuarto y vi que le
Y me dispuse a olvidar a mi gustaba; precisamente ese día lo había
hermana, a su novio y, sobre todo, su arreglado con más esmero que nunca. El
descapotable amarillo. cubrecama, obra de la abuela en sus
Pero, claro, ahí no podía parar la años mozos, era toda una obra de arte;
cosa. Yo sabía que algo tenía que pasar las cortinas de lino con puntillas de
cuando Sylvia llegara a casa, y eso me ganchillo las había hecho yo misma
tenía muy intrigada. aquel invierno y sobre la cómoda de
La respuesta me llegó el domingo roble tenía un vaso con violetas. Yo me
siguiente. Regresaba yo de dar un paseo sentí muy orgullosa del efecto, aunque
con mis amigas, cuando en la misma procuré que no se me notara.
puerta de casa me doy de manos a boca Por la noche, cuando se
con mi padre que, sentado en el banco despidieron, me quedé mucho más
de la puerta, estaba hablando tranquila y animada que tras la visita de
amigablemente con el cura. Sylvia, porque los vi contentos con mi
—¿Y mamá? ¿Ha venido también decisión, aunque les doliera no
mamá? —le pregunté sin soltarme recuperarme para casa.
todavía de su cuello. La abuela, típicamente pueblerina,
Sí. También ella estaba en la casa, les preparó una cesta con fruta y huevos
merendando en la amplia cocina, y Pello trajo muy ufano un conejo
alabando la hermosura de los pequeños, gordísimo agarrado por las orejas.
contando los kilos que pesó mi hermano También Isabel quiso obsequiarles con
Santi al nacer y haciendo mil unas botellas de leche recién ordeñada,
comentarios sobre la forma en que ahora ya que mamá se había quejado de que en
se cría a los niños. Opinaba que sus Pamplona la nata era algo desconocido,
nietos, siendo más delgados, eran más llamado a desaparecer.
fuertes de lo que habíamos sido sus Y ya con esto, mis padres, que
hijos. estoy segura de que habían venido
La abuela hacía los honores a los convencidos de llevarme con ellos al
hombres, sacando lo mejor de su regreso aunque no me dijeran una
despensa, y cuando mi padre se dispuso palabra de ello, no cesaban en sus

36
alabanzas por todo lo que veían. Entre que estaba habituado a los animales y al
abrazos y apretones de manos, daban las que seguramente no le importaría
gracias a todos. Yo nunca me había acompañarnos.
sentido tan mimada. Lo encontré en su casa jugando al
—Sigue pues adelante, hija —me mus con su padre y Miguel, que también
dijo papá en voz baja—. Ya sé que estás quiso ir en la excursión; al enterarse,
haciendo un buen trabajo, y aunque preguntaron si habría sitio en el carro
nosotros te echemos en falta, nos vamos para ellos Ana Mari y otro chico, Santi,
muy bien impresionados y seguros de veterinario del Valle y futuro novio de
dejarte en buenas manos. mi amiga según me iba pareciendo, ya
Y los dos sonreían contentos desde que no se separaban ni a sol ni a
el taxi en el que habían venido y que los sombra.
devolvía nuevamente a su casa. Justamente amanecido empezamos
HACIA mucho que teníamos los preparativos de marcha, porque con
planeada aquella excursión, pero por semejante medio de locomoción no
causa del mal tiempo la tuvimos que ir podíamos perder mucho tiempo si
retrasando y, ya en mayo, decidimos que queríamos llegar a comer a las cuevas.
el primer domingo que no lloviera Metimos todos los bocadillos en un
iríamos. gran cesto y luego nos acomodamos en
—Mi padre dice que en las cuevas el carro; nada menos que catorce
hay pinturas de antiguos pobladores — excursionistas y los mayores, ante la
dijo Mentxu Nuin. expectación del vecindario que salió a
—Entonces, decidido. Ahora las ventanas para vernos partir. Los
mismo iremos a decirle al alcalde que niños que por demasiado pequeños no
nos preste su carro y las yeguas. venían, nos decían adiós y algunos se
Y maestra y escolónos fuimos en quedaban llorando. Los escálanos
comisión a su casa. mayores, más afortunados, agitaban sus
Isaías nos recibió simpático. Hasta pañuelos. Miguel fue el primero en
creo que se sintió halagado de que romper a cantar, con una voz estupenda y
recordáramos que su carro era el más mejor oído, pero con un total
hermoso del pueblo; y como no lo desconocimiento de la letra. Cantaba
guardaba en el arca de los papeles, nos aquello de Cojo la vara y mi carro, que
dijo que sí en el acto. Además, que dijo ser lo más apropiado para el
hacía ya tiempo que me tenía cierto momento. Pero había que ver la cantidad
afecto. Creo que desde aquel día en que de disparates que soltaba:
le saqué una pajita del ojo con una punta Cojo la vara y mi carro y me tiro
de mi pañuelo. por las peñas.
Ya nos íbamos, cuando se acercó No hay venta en que no me pare,
nuevamente a mí y se rascó el cogote aunque todas son morenas.
pensativo. A mí, la verdad, me parecía que la
—Bueno... ¿y quién va a conducir jota no era así, pero él estaba tan
las yeguas? satisfecho y los chicos se reían tanto,
—Yo me eché a reír. ¡En eso sí que que no quise desilusionarle con mis
no habíamos pensado! correcciones. Cuando llegamos al pie
Pero no me desanimé y le aseguré del monte donde estaban las cuevas,
que conseguiría un conductor de dejamos el carro y las yeguas en un
confianza. Pensé rápidamente en Fermín, bosquecillo y empezamos a subir.

37
Miguel y Fermín iban los primeros el sol y el viento.
señalándonos el camino y cantando a Sólo al entrar en mi cuarto recordé
pleno pulmón: Mañana parto para la la máquina de fotos. ¿Dónde la pude
Habana, aunque el médico decía: haber metido? Porque en mi mochila no
Mañana parto para la Haya. En la vida estaba y tampoco en el carro, que buena
he visto un hombre tan despistado. prisa me di en ir a casa de Isaías para
Menos mal que como guía no tenía comprobarlo. Y además, la máquina era
precio. Casi tan bueno como Fermín, y de mi hermano Jaime que, cuando me la
tenía un humor tan envidiable que daba prestó a regañadientes, no me
gusto estar a su lado. recomendó otra cosa sino que no se la
A mediodía llegamos a las famosas perdiera.
cuevas. Eran una especie de grietas —Pues con el geniecillo que tiene
largas, húmedas, y las pinturas no se el chico... —pensaba al otro día en la,
veían por ninguna parte. escuela, mientras los niños y yo
—¡Aquí están! —gritó de repente peleábamos con los verbos.
Miguel. Y el eco hizo resonar su voz Más tarde lo recordé: había sacado
terriblemente. Nos apiñamos a su una foto a Ana Mari y Santi en la ermita
alrededor tratando de penetrar con que hay a medio camino del monte de
nuestros ojos la oscuridad. Al fin, las cuevas, y la había dejado en el atrio,
alguien encendió una linterna. encima del banco de piedra, junto a mi
—¿Las veis ahora? —preguntó jersey gordo. Allí tenían que estar las
Fermín. dos cosas.
¡Oh, decepción! Nos mostraba una En cuanto salimos de la escuela,
especie de garabatos que parecían me puse en camino.
hechos con carbón, iguales a los que un La cosa era bien sencilla. Dejaría
día pintó Iñaki en la cocina, por lo que la bici en el mismo lugar en que
la abuela le riñó tanto. aparcamos el carro y después subiría
Me sentí decepcionada, aunque no por el sendero. Pensaba que, yendo yo
dije nada, pero pensaba que cualquiera sola y a buen paso, llegaría enseguida.
de mis escálanos los hubiera hecho Además, la tarde era auténticamente
mejor. primaveral y el paseo se ofrecía
Pero estábamos todos de tan buen delicioso.
humor, que hasta el hecho de haberse —La excesiva calma presagia
dejado Ana Mari en casa el abrelatas tormenta —recuerdo que pensé, no sé
fue recibido sin protestas. Santi, con por qué. Y me quedé aplanada al mirar
muchas ganas de quedar bien, abrió al cielo y ver que se iban formando unas
todas las latas con ayuda de su navaja y nubes de color morado. Apresuré el
una piedra. paso cuanto pude.
Ana Mari no se apuró mucho por el Empezaron a caer unas gotas
incidente y se limitó a sonreír al gordas. Un relámpago hirió el cielo y se
improvisado camarero, que hacía coro levantó un fuerte viento. Yo sentí miedo
con el médico cantando todo su al verme sola en medio del monte, que
repertorio. Todo salió de maravilla; era un lugar prácticamente desconocido
tanto los pequeños como los mayores para mí, y lamenté no haber pedido a
pasamos un día estupendo y ya uno de mis escálanos que me
anochecía cuando entramos en el pueblo, acompañara. Llovía a mares cuando
despeinados, con la cara enrojecida por decidí volver al pueblo sin haber

38
recuperado la máquina de Jaime. inspiraban confianza y me dispuse a
La lluvia se convirtió en granizo y esperar con él.
tuve que cobijarme debajo de un árbol. Me dijo que había ido por allí para
Intenté orientarme por la forma de los avisar al pastor que recogiera el ganado,
montes de alrededor, pero no lo y me preguntó si estaba sola.
conseguí. Me había perdido. Le conté lo de la excursión del día
Volví entonces sobre mis pasos y anterior y que había perdido la máquina
me vi en un valle por el que el día fotográfica de mi hermano. El me
anterior ni siquiera habíamos pasado. escuchaba atentamente, y hasta se rió
Eran ya las ocho y media. Pronto cuando terminé diciendo:
sería noche cerrada y yo no sabía volver —¡Y tendrías que ver cómo es mi
al pueblo. Me apoyé en un árbol hermano! Me estará recordando que le
descorazonada. perdí su máquina incluso cuando los dos
No sé el tiempo que llevaría así, seamos ya abuelos.
muerta de frío, cuando de pronto oí: —Yo también tengo una hermana
—¿Qué haces? ¿Te has perdido? —me dijo de repente, después de un rato
—Sí. de silencio.
—Pues vas a coger una buena Le miré extrañada. Como
pulmonía como te quedes ahí mucho confidencia me parecía un poco simple.
rato. —Se llama Marta.
Levanté la cabeza y le miré. —¿Y por qué no va a la escuela?
—Es que no sé qué hacer. —pregunté con viveza, recordando los
—¡Pero si eres tú! —dijo Javier. Y motivos que me habían llevado un día a
¡qué cosa! Me pareció que se alegraba. su casa.
Yo lo había conocido enseguida. —Es ya una respetable madre de
—Ven, no estamos muy lejos del familia.
pueblo. Le seguí bajo la lluvia, —¡Pero si mi lista dice que tiene
resbalando, dando tropezones, pero siete años!
mucho más tranquila. —Ahí está el error. No son siete.
—¿Quieres que te ayude? —me En todo caso deben ser veintisiete,
dijo cuando vio que resbalaba en el porque esa edad tendrá, más o menos.
barro. Y me ofreció la mano. La agarré Iba a decírtelo aquel día... pero te
como una tabla de salvación. Se iba bien marchaste corriendo.
así a su lado y, al estar cerca de él, noté Me eché a reír con verdaderas
que olía suavemente a campo, a hierba... ganas. ¡Ah, las listas de Isaías, el
No; a hierba, no. A semillas de hinojo. alcalde de Beirechea! ¿Por qué no me
Ahora llovía tanto que casi no se quedaría con la del cura?
veía. Ya no volvimos a hablar. La lluvia
—Será mejor que esperemos aquí era mansa y por delante de nuestros pies
—y me señaló en un claro una de esas corría como un riachuelo, arrastrando
bordas donde se guarda el ganado en los con él las tiernas hojas que el viento
montes. Nos cobijamos bajo el alero del había arrancado de los árboles.
tejado. —Creo que ya podemos irnos —
—No tengas miedo. Es tormenta y me dijo.
pasará enseguida; en un momento estarás ¡Qué cosa...! ¿Por qué a mí me
en casa. daría tanta lástima?
Y yo sonreí. Sus ojos oscuros me Caminamos por el sendero

39
despacio, como si no tuviéramos puertas me ayudó mucho. Me sentía muy
ninguna prisa. El me miraba de vez en bien y terminé el trabajo casi sin darme
cuando y hasta me sonreía. cuenta.
Mi bicicleta, mojada, manchada de ¡Vaya sorpresa! Con los brazos
barro, me despertó. apoyados en la cerca, Javier me estaba
—¿Ya hemos llegado? —pregunté. mirando. Lo hacía con la mayor
—Sí. No era tan difícil, ¿verdad? naturalidad y no se sintió en absoluto
—Pero yo sola no lo hubiera cohibido cuando lo cogí in fraganti.
conseguido. Gracias por ayudarme. Me saludó con la mano y yo me
Javier no me contestó nada, pero acerqué a él.
limpió con su pañuelo el sillín, para que —¡Hola! —le dije.
me sentara. —Te estaba esperando —me
—Quisiera no encontrar ahora una contestó. Y sin decir nada más, alargó
manada de vacas —dije por decir algo. hacia mí sus manos.
Nunca en la vida me había sentido tan Con ellas me entregaba la cámara
sosa. fotográfica y mi jersey rojo de ochos.
Nos dijimos adiós y yo me marché Me quedé tan sorprendida que no
a casa. Me pareció como si en vez de supe ni darle las gracias.
pedalear volara... Me parecía que —¿Y has vuelto a subir hasta allí
acababa de ocurrirme lo más bello de la sólo para traerme esto? —pregunté
vida y que todo lo de mi alrededor era avergonzada.
ahora más bonito. Me pareció que era guapo, visto
Me desperté muy contenta al día así, a la luz del sol. ¿Cómo no me había
siguiente, pero sin saber por qué. Luego fijado antes en lo oscuros que eran sus
recordé mi aventura del día anterior y ojos? Y además sonreía con ellos,
pensé que mi alegría era debida a ello. cuando me contestó:
Y me sorprendí a mí misma —Sería terrible que tu hermano te
distraída en la escuela. culpara de haberle perdido su máquina,
Me obligué a concentrarme en mi cuando los dos seáis abuelos.
trabajo y hasta me quedé allí después de A QUEL día se presentaba mal. Lo
las seis para corregir los cuadernos de noté en cuanto pisé la escuela. Ninguno
problemas de los mayores. Estaba de los mayores había hecho los deberes
segura de que si me los llevaba a casa de casa y me dijeron que no entendían
no haría nada. los problemas. Perdimos un rato enorme
En la parte trasera teníamos un con ellos, y no pude atender la lectura
hermoso prado rodeado por una cerca de los pequeños, que no por pequeños
de troncos. Allí jugaban los niños son tontos, y saben enseguida cuándo
durante los recreos. Y había una mesa de pueden hacer de las suyas sin que yo me
piedra con un banco, donde solía yo entere.
sentarme para verlos jugar, pelear y Los análisis por oraciones eran el
hacerse nuevamente amigos. caballo de batalla de mi alumnado. Y
Me senté junto a la mesa con los mira que yo ponía interés en ello... Y en
cuadernos y el lápiz, dispuesta a las redacciones, que no había forma de
corregir un buen número de ejercicios. que las hicieran...
Aquel sol delicioso, aquel aroma "Mi padre trabaja mucho, y por la
de primavera que me enviaban las lilas noche echa la partida de mus en la
que colgaban sobre las ventanas y las taberna."

40
Eso fue todo lo que Mercedes El chico se la sabía. Estoy segura
Iparraguirre escribió en su cuaderno con de que se la sabía, pero el pellizco lo
el tema El trabajo de mi padre. había puesto nervioso. Lo dijo todo muy
—¿Pero no puedes hablar algo bien hasta llegar al seis, que le salió un
más? ¿No puedes decir cómo tu padre siete por seis treinta y seis de lo más
prepara la tierra, qué productos son los inoportuno, y a partir de ese momento no
que siembra, si maneja el tractor, qué dio pie con bola. Aseguró que nombre
cultiva en la huerta, si ordeña las vacas, común es el que dice la especie de sus
si lleva los terneros a pastar, si alguna unidades, que la capital de Polonia es
vez esquila las ovejas y cómo prepara el Berna y que Aníbal era hijo de
queso? Almanzor.
—Bueno, pues sí. Hace todo eso. Yo me sentía mal. Francamente
Todo el mundo lo sabe. mal. ¿Por qué mis chicos que
—No. Todo el mundo, no. Vamos, a funcionaban aceptablemente conmigo,
suponer que yo no lo sé y que me tenían que decir hoy únicamente
gustaría saberlo. Con ella estaba en disparates?
plena polémica, cuando se presentó de Salvo algún escaso acierto, nos
improviso la inspectora. enteramos de que América se descubrió
Fue un caso de mala suerte, porque en 1616, que las conjunciones son el, la,
entró en el preciso momento en que lo, los, las, que mapamundi o planisferio
Julita y Maite jugaban a cromos a mi es el que no tiene letras y mapa
espalda, y José Arana, hundida la económico el que recoge un continente
cabeza bajo la tapa del pupitre, completo.
propinaba generosos mordiscos a su La inspectora iba poniendo cada
bocadillo de chorizo. vez peor cara. Creo que ante mi plantel
Me aterró ver la carrera de tres de alumnos llegó a olvidar la carrera de
puntos de ancho que ella llevaba en la su media, y yo me hubiera escondido, de
media. Una mujer con su aspecto y con haber tenido un sitio en que estuviera
un desaguisado así en su media no podía segura de que nadie iba a encontrarme.
venir en son de paz. ¡Y eso que todavía faltaba lo peor!
—¿Cómo no desbrozan ese ¡Horror! Se había encarado con
camino? —dijo antes de saludar José.
siquiera. ¿Por qué no se fijaría en Teresa
¡Horror! Encima se debía de haber Iparraguirre, que me tenía admirada por
hecho el estropicio en los aledaños de sus espectaculares progresos? ¿Por qué
nuestra escuela. Pensé que el cielo se no llamaría a Matilde, a Txomin o a
nos venía encima. Iñaki?
El pescozón que pegó a José hizo No. Tenía que ser a José, y además,
que éste, sorprendido, diera un respingo hacerle encima una pregunta de historia.
y tres rodajas de excelente chorizo —Este rubio tan simpático sí que
casero salieron disparadas de su boca. tiene que saber lo que voy a preguntarle
Después, queriendo sin duda ser —dijo amabilísima, eso sí, no puedo
simpática, cogió de un pellizco por la negarlo—. Tú sabes que hubo un rey en
mejilla a Antxon, y lo puso en pie. Le Castilla, llamado Sancho, que un día fue
dijo que estaba segurísima de que él sí asesinado en las puertas de Zamora...
que era un niño aplicado y le mandó José asentía sonriente. Casi, casi,
decir la tabla del siete. llegué a cobrar confianza.

41
—¿Sabes quién lo mató? que me encuentra "esmirriada".
No. José no se acordaba. No tenía —No —contesté en voz alta.
ni idea, pero su rostro saludable y —Pues lo parece... En fin, no
coloradote no se ensombreció. Detrás de quiero que piense que la culpo a usted
él se sentaba Matilde, la primera de la exclusivamente, pero debe esmerarse
clase. con estos chiquillos. Lo necesitan
—¡Sóplame! —le dijo en voz baja, mucho, precisamente porque son tan
aprovechan do que la inspectora se tontos. Me revolví como si me hubiera
volvía hacia la mesa para consultar la picado una avispa.
lista. —¿Tontos? ¿Dice usted tontos?
—Dios mío, que le sople, que le ¿Llama usted tonto a un chiquillo que
sople —supliqué con una angustia tal sólo con observar el rumbo del viento
que hasta una piedra se hubiera sabe que no debe dejar sus ovejas en el
conmovido. prado, porque se avecina una tormenta?
Y Matilde le sopló: ¿Sabe usted distinguir el trigo de la
—Bellido Dolfos —le dijo en un avena, antes de que hayan granado? ¿Y
susurro. que es peligroso cobijarse bajo las
La inspectora se volvía nuevamente encinas durante una tormenta porque
hacia la clase. Yo, más tranquila, respiré atraen el rayo? Ellos sí... Y muchas
hondo. cosas más... Han sembrado albahaca en
José se rascó una oreja y luego la las macetas de las ventanas, ¿lo ve?
otra. Tuve la impresión de que se sentía Ahora ya no vienen los mosquitos...
algo perplejo. ¿Sería sordo el chico? ¿Sabría usted amasar y cocer el pan? ¿Y
¡Pero si hasta yo había oído que el eucalipto limpia de parásitos las
perfectamente lo que Matilde le plumas de las gallinas sin perjudicar a
apuntaba! sus polluelos? ¿Saldría airosa de la
Sí. Era sordo, no cabía la menor tarea de ordeñar una vaca? Y si tuviera
duda. que aparear conejos, ¿está segura de que
—Dos golfos —respondió no pondría juntos dos machos?
tranquilamente. ¿Distingue usted los avellanos de
Y, desde luego, de hundirse la cualquier otra rama que crece junto al
escuela, nada... Porque la escuela no se camino?
hundió como yo hubiera querido. Siguió La inspectora me miraba pensativa,
en pie, con sus paredes azules, sus pero no me interrumpió, y cuando
huellas de goteras y los viejos pupitres. terminé de hablar me puso la mano en el
La inspectora tenía la cara tan triste hombro, como si yo también fuera un
como yo. crío.
—Espero que en mi próxima visita, —De lo que no cabe duda es de
que no me quedará más remedio que que usted los quiere, y eso es muy
hacer pronto, los niños estén mejor importante en una maestra. Pero no
preparados —me dijo. olvide que usted está aquí para enseñar
Asentí con la cabeza. Tenía miedo y yo para asegurarme de que eso se
de echarme a llorar si intentaba decir hace, ¿entendido?
algo. Reconocí que tenía razón y bajé la
—Es usted muy joven, ¿no? —me cabeza avergonzada. Me pareció que era
preguntó de improviso. buena, que también ella quería a los
¡Vaya por Dios! —pensé—. Otra niños... Pero ¿por qué, si decía que eran

42
díscolos y que se habían portado mal, de mi sillón.
tuvo que darles fiesta esa tarde? Levanté la cabeza intentando
Volví a casa tan triste y deprimida sonreír... ¡Huy! ¿Por qué Fermín tenía
que Isabel lo notó. los ojos tan bonitos? No me había fijado
Le conté todo lo ocurrido, y ella me nunca.
consoló como pudo. Me dio la razón en —¿Qué mentira me has dicho?
cuanto a mi enfado por el asueto de la —Que mi hermana tal vez volviera
tarde, pero, a pesar de su buena enseguida. No volverá hasta mañana. Se
voluntad, yo me sentía muy desgraciada marchó ayer a Elizondo a felicitar a la
y aquellas horas sin trabajar se me abuela.
hicieron eternas. —Pues me parece muy bien, pero
—¿Por qué no te vas a casa de no veo el motivo de que no me lo dijeras
alguna amiga? —me dijo la abuela antes.
cuando me vio bostezar por tercera vez. —Yo, sí. Es que tenía miedo de que
Estaba sentada en la cocina sin hacer te fueras.
nada, y esto no era habitual en mí. —¡Pero si no iba a irme! —
Sí. Tenía razón. Lo mejor sería que protesté débilmente. Tenía mucho miedo.
me fuera a casa Goñi. Necesitaba No sé de qué, pero estaba muy asustada.
distraerme. Además quería hacer un —Es que yo te quiero, Muriel...
jersey para María y Ana Mari podía ¿No lo has notado?
enseñarme algún punto nuevo. Sus ojos se ponían más bonitos al
Eran ya casi las ocho cuando entré. mirarme. Se me salieron todos los
Pero todo me iba a salir mal. Mi amiga puntos de una aguja y noté las manos
se había ido y estaba sólo Fermín calientes y frías alternativamente. Debí
escribiendo una carta. de ponerme como un tomate, y me sentí
—¡Hola! —saludé sentándome en incapaz de decir una palabra.
un sillón de mimbre, que yo siempre —¿No lo sabías, Muriel? —volvió
digo que es mío, porque es muy cómodo. a preguntar con una voz muy dulce,
Bueno, como todo lo de esa casa. diferente a la que yo le conocía.
—Ana no está —me dijo. Y me —Nooo... —logré decir.
pareció que su voz era fría. —¿Y tú? ¿No me puedes dar alguna
—¿Sabes si volverá? esperanza?
Se encogió de hombros y me dijo —¿Esperanza? —pregunté en el
que esperara, que quizá volviera colmo de la idiotez. Cada vez estaba
enseguida. más triste. Los ojos de Fermín eran
Yo me sentía igual de triste, y luminosos, grises... Llevaba un jersey
además parecía como si a Fermín le verde oscuro y se había manchado de
molestara mi presencia. Su madre estaba tinta en el puño izquierdo.
con la tía haciendo el pan y no se acercó —Sí —me contestó.
a la sala... ¿Por qué todo hoy era —Creo... Creo que ese tipo de
diferente? esperanza que tú quieres, no —susurré
Monté los puntos en una aguja y con unas ganas terribles de huir, de
comencé a trabajar en silencio. No sabía olvidarme de sus ojos. La manchita de
si marcharme o no. tinta empezó a girar ante mí. ¡Qué difícil
—Te he mentido, Muriel —dijo de es pronunciar el monosílabo no, y qué
repente Fermín. Estaba a mi espalda y duro resulta en los labios de una mujer!
agarraba con las dos manos el respaldo ¡Tenía unas ganas de llorar!

43
Fermín se alejó de mí y tamborileó siempre le ponían de un humor
con los dedos en la superficie de la excelente.
mesa. —¿De María Josefa? ¡Qué alegría!
—Oye, Fermín, ¿no podía seguir ¿Cuándo podré verlos?
todo igual que antes? —pregunté. No Cuando quieras. El padre está
tenía frío y, sin embargo, me deseando enseñarlos.
castañeteaban los dientes. ¿Por qué me Se le veía satisfecho del día. Tres o
tenía que ocurrir a mí esto? cuatro chiquillos jugaban al fútbol bajo
_Tú sabes que no —me contestó—. la farola de Casa Arana y se lanzó
Sería ya imposible seguir así. Dime, contra el balón, metiendo un gol
¿por qué no? magnífico. Luego volvió a mi lado y
—Es que... Es que no te quiero así, siguió silbando.
Fermín _dije recogiendo rápidamente —¿Es tiempo de caza? —pregunté.
mis cosas. Luego añadí de corazón—: —No. Le he llevado la escopeta al
Lo siento muchísimo. nuevo padre, para que entretuviera la
Salí del cuarto y él me detuvo. espera limpiándomela. Aquí hasta
—Quieres a otro, ¿verdad? octubre, cuando pasan las palomas, no
—No. No. No lo sé. No. tenemos nada que hacer. Oye, ¿por qué
—Yo sí que lo siento, Muriel. no te casas conmigo, Muriel? —me
Me pareció como si quisiéramos preguntó con naturalidad, como si
consolarnos mutuamente. Abrí la puerta estuviera pidiéndome que lo
y salí a la calle casi corriendo. acompañara a tomar una taza de café.
EMPECE a caminar despacio, con Me quedé de una pieza. ¿Por qué
las piernas temblorosas, la bolsa de me tenían que pasar a mí tantas cosas en
hacer punto bajo el brazo. un solo día?
¿Por qué tenían que juntarse todas Ni siquiera contesté. Miré al suelo
las cosas tristes en un solo día? Primero fijamente. Estaba segura de que ahora
el fracaso ante la inspectora y ahora tenía fiebre.
Fermín... —¿No me contestas nada?
Alguien venía detrás de mí. Silbaba —No —susurré muy avergonzada.
tan alegremente que tuve envidia de él. —¿Por qué no?
Volví la cabeza y me encontré con —Porque no.
Miguel, el médico. Ni siquiera tuve el detalle de
—¡Hola! ¿Qué hay? —gritó. decirle que era un buen amigo o que me
Llevaba pantalones vaqueros y gustaba otro, como suele hacerse en
jersey azul. Traía al hombro la escopeta estos casos. Estaba cansada de todo y
y su cartera de cuero en la mano. me daba cuenta de que acababa de
Resultaba agradable verlo. perder en un momento a mis dos mejores
Sin dejar de silbar, echó a andar a amigos. Esto colmaba ya la copa de mi
mi lado y yo, agradecida, pensé que si amargura.
continuaba así a lo mejor conseguiría —No es que me hiciera
animarme. demasiadas ilusiones, pero tenía alguna
—Estás tristona, chica. ¿Qué te esperanza —me dijo—. ¿No quieres
pasa? pensarlo mejor? Aunque ahora no me
—¿A mí? ¡Nada! quieras, tal ve/ más tarde... Yo te
Me dijo que acababa de traer al enseñaría, Muriel, estoy seguro. No me
mundo unos gemelos y que esas cosas contestes con un no tan rotundo.

44
—Sería inútil, Miguel —dijo una despectivamente—. Se gastó los cuartos
voz rara, que no parecía la mía—. Yo te del padre haciendo como que estudiaba
quiero, sí, pero de otra manera. Sería y después se vino a casa, queriendo
cruel y egoísta por mi parte hacerte cambiar el mundo.
esperar, porque sé que siempre te —Sí, pues por aquí... No creo que
seguiré considerando como un amigo. tropiece con ningún incauto —rió
—Pues yo te querré siempre. Me Tomás.
conozco y sé que no he de olvidarte... Don José Mari dijo algo de que no
Muriel, si algún día tú llegas a hay que juzgar a nadie y menos sin saber
quererme, prométeme que de alguna las cosas, pero los chicos seguían erre
forma me lo dirás. que erre.
—Pero... —Todo el pueblo sabe que quiso
—No importa. Prométemelo. quitarle a Iparraguirre las tierras de la
—No puedo, Miguel... Es que no viña.
puedo. Habíamos llegado a la siguiente —¡Quitarle, quitarle! ¿No querrás
farola, ya en la esquina de mi casa, y de decir que se las quiso cambiar por
pronto me miró. otras?
—Oye, ¿qué te pasa? ¡Tú estás —¡Hombre! ¡Pero para perder él
enferma! no sería...! Que usted no lo conoce bien,
—¿Yo? ¡Qué cosas dices...! que no sabe de qué casta es... Si hasta la
—Tienes muy mala cara y ojeras. novia lo dejó en vísperas de casarse,
¿No quieres que entre contigo y te eche ¿no lo sabía? ¿Por qué cree que está tan
un vistazo? Claro, no. No quieres — amargado? Si no habla con nadie...
añadió al ver mi cara de susto. Me levanté despacito, procurando
—Pero si estoy bien. no llamar la atención, y subí a mi cuarto.
—No. Yo te digo que no. Algo te Fue la primera vez en mi vida que dormí
pasa. Por lo menos tómate una aspirina y vestida encima de la cama, con los ojos
vete pronto a la cama. Adiós, yo me doloridos de tanto llorar.
temo que te seguiré queriendo siempre. Por la mañana me dolía la cabeza y
Entré en casa y me senté en silencio tenía miedo a enfrentarme con el mundo.
en una sillita baja de la cocina. No tenía —Podría decir que estoy enferma
ganas de hablar ni de hacer nada, pero —pensé.
me asustaba la soledad de mi cuarto. Pero me levanté rápidamente.
En la mesa cenaban ya los de casa Acababa de imaginarme a Miguel
y dos muchachos vecinos que habían entrando en mi cuarto, con su cartera
estado ayudando en el campo. Charlaban negra bajo el brazo y diciendo
animadamente, sin fijarse en mí. alegremente:
—Al que se ve últimamente mucho —¿Qué es lo que le ocurre a esta
por aquí es al de Casa Arive —dijo uno. chica?
Escuché interesada. Javier solía A PARTIR de aquel día, todo fue
pasar todos los días a las seis por la diferente y difícil para mí. Como Ana
escuela y hablábamos un rato. Yo me Mari y Santi se hicieron novios, como
encontraba a gusto con él y si algún día Fermín me esquivaba y yo esquivaba a
no lo veía me parecía el mundo más Miguel, me sentí de pronto
triste. completamente sola. Había en Beirechea
—Estará mirando a quién puede otras cuatro chicas de mi edad con las
engañar ahora —contestó el otro que congeniaba bien, pero dos tenían ya

45
novio y las otras habían empezado a temían, y otra muy diferente que lo esté
trabajar fuera del pueblo y sólo volvían haciendo bien. Creo que he fracasado...
de tarde en tarde. Quizá lo mejor es que me vaya.
—Lo mejor que podías hacer es El cura me miró perplejo. Creo que
"echarte" novio —me dijo don José estaba casi asustado.
Mari un día que me encontró en la huerta —¿Lo estás diciendo en serio?
estudiando. Se sentó frente a mí y me Asentí.
dijo de improviso que le preocupaba mi —Me dejas de piedra. Y además
soledad—. Una chica como tú no debe creo que haces mal. Sé que algún día te
llevar esta vida, trabajando en la irás. Te casarás, o quizá encontrarás otro
escuela y estudiando los domingos... puesto donde puedas realizarte mejor,
(Cogió mi libro y lo hojeó distraído.) como se dice ahora. Pero me sorprende
Me dijiste que estabas haciendo que quieras abandonar tu trabajo porque
Filosofía, ¿no? Y me parecería muy bien estás triste o porque los chavales no se
si también hicieras otras cosas, como, han lucido ante la inspectora. Tú eres
por ejemplo, salir de casa y divertirte... una mujer fuerte, Muriel. No es tu forma
Fíjate, yo pensaba que quizá alguno de de ser dar la espalda a estas cosas, que
estos chicos que tanto te acompañaban, además son pequeñas cosas...
Miguel o Fermín... ¡Eh! ¿Qué te pasa? —Yo he venido a enseñar quién era
Yo me había puesto a llorar como Bellido Dolfos y, en lugar de eso, me he
una tonta y me daba mucha vergüenza. convencido de que es mucho más
El esperó pacientemente a que me importante que haya esencia de
serenara y me dijo que no me eucalipto en los gallineros... —me soné
preocupara por mis lágrimas. Lo que estrepitosamente y luego continué:— No
sentía era haberme hecho daño con su he podido convencer a uno solo de mis
indiscreción sobre los chicos. escótanos de que si estudian, sea cual
—Los dos se quieren casar fuere el trabajo que hagan, lo harán
conmigo —musité avergonzada, sin mejor; que el saber les ayudará en él.
atreverme a mirarle. Siguen y seguirán opinando que las
Abrió mucho los ojos tras sus vacas les darán la misma leche, sepan o
gruesas gafas. no conjugar el verbo ordeñar. A veces
—¡Rediez! ¿Los dos? ¿Pero qué pienso que tienen razón.
has hecho, mujer? —¡Qué tonta! ¡Qué tonta más
Me encogí de hombros. grande! Una mujer que piensa, como lo
—¿Y a ti no...? ¿Ninguno de los haces tú, puede hacer de estos móceles
dos? lo que quiera, y tú lo vas a conseguir.
—Ninguno. Los dos me parecen —¿Cómo?
estupendos, pero para amar yo necesito —Sin pretender milagros.
algo más. Y no es sólo eso. Es también Despacio, sabiendo esperar. No pienses
la escuela, que creo que no marcha nada ahora en la escuela ni en inspectores,
bien. que yo sé que lo estás haciendo bien. Me
—Eso sí que no. He hablado con preocupa mucho más tu soledad, ya te lo
muchos padres y todos están encantados he dicho antes. Esto puede
contigo. desmoronarte. Falta muy poco para
—No confunda la constancia con la terminar el curso. Vete de vacaciones,
pericia. Una cosa es que yo no haya diviértete, haz algo, pero no te quedes
dado media vuelta, que es lo que ellos metida en casa, y después vuelve. Sólo

46
entonces, después de haber cambiado de completamente.
ambiente, sabrás si debes seguir o no Ya no pensaba más que en los
con esta escuela. Pero no tomes ahora majísimos chicos de Beirechea y sólo se
una decisión precipitada. acordaba de su hermana cuando se le
Obedecí. Aunque sin ilusión, caía un botón de la camisa, se le
repasé mi bicicleta y todos los domingos descosían los pantalones o quería
me iba al pueblo vecino, donde también prestado mi jersey de monte.
tenía amigos, pero seguía echando en En fin, que mis soñados días
falta aquellos primeros días de amistad felices se esfumaron. Hasta prefería irse
de Beirechea. con Pello y Tomás a recoger las habas y
ME ALEGRO mucho la llegada de se apropió definitivamente de mi
mi hermano Jaime, que se invitó a pasar bicicleta para ir con los chavales de
unos días con nosotros para reponerse Beirecha a bañarse al río.
de lo escachado que lo habían dejado Menos mal que se fue pronto.
los exámenes. (De cuatro asignaturas EL CURSO había terminado y al
que se decidió a presentar, sólo había cerrar la escuela dejé de ver a Javier, y
aprobado la educación física.) Me dijo no sé si esto me entristecía o no. No
que venía en busca de paz y sosiego, podía olvidar lo que dijeron aquellos
aunque yo creía que lo que quería era chicos de que había gastado el dinero de
zafarse de la cara hosca de la familia en su padre haciendo como que estudiaba y
pleno. que a quién querría engañar ahora. Una
De todas formas, su llegada me vez me había dicho que era perito
animó muchísimo. Me trajo un pañuelo agrícola y yo le creía. Conocía las
de cabeza horroroso, que me tuve que habladurías y cotillees del pueblo, las
poner todos los días que estuvo para envidias e incomprensiones. Yo estaba
tenerlo contento, y para la escuela, La convencida de que era una persona
Pimpinela Escarlata. Y en un arranque inteligente, agradable y buena, y eso me
de millonario, cinco duros para el bote bastaba.
(reuníamos dinero para la compra de Lo que no podía olvidar era a su
libros); claro que luego me recordó los novia. El pensar en ella me hacía hasta
cinco duros en todas sus cartas. daño, la verdad.
Los dos primeros días todo fue Pero un buen día hice la maleta, me
bien. Hicimos una excursión despedí de los escolónos, de la familia,
montándonos los dos como pudimos en de los amigos y del cura, que me
mi bici y hasta nos bañamos en un prometió recordarme todos los días en
recodo del río. Tomamos el sol a placer, su misa, y volví a tomar el renqueante
porque a los dos nos encantaba, y autobús, lleno de cestas, cajas y
comimos ciruelas subidos en un árbol. paquetes, que me llevaría a la ciudad.
El sábado y el domingo fueron muy Llegué a tiempo para las fiestas de
buenos, pero el lunes, como yo San Fermín y cómo me recibieron en
trabajaba, para que mi hermano Jaime casa... Mamá me hizo ir rápidamente al
no se sintiera solo, al cura se le ocurrió dentista y a la peluquería y me compró
invitarlo a una reunión seguida de dos vestidos preciosos. Mis amigas
merienda que tenía con todos los mozos vinieron a casa en cuanto se enteraron
del pueblo y los alrededores, después de de mi llegada y, como tenían muchos
unas charlas de espiritualidad que les planes hechos, sólo tuve que integrarme
había dado, y ¡adiós! Me olvidó en ellos.

47
Pero se ve que yo me había embarazoso aquel rato que pasamos las
acostumbrado al trabajo. Levantarme de dos sentadas junto a la mesa camilla, en
la cama y no tener nada que hacer, más sillas de rígido respaldo de rejilla.
que salir de paseo o ir a la piscina, se Abundaban los largos silencios y
me hacía rarísimo, y cuando por la yo no sabía qué hacer para llevar la
noche llegaba a casa miraba conversación al tema de los libros. Por
automáticamente buscando los otra parte, después de echar un vistazo a
cuadernos para corregir, o el libro de mi alrededor, me convencí de que en
historia o de gramática para preparar la aquella casa no podía haberlos, y mucho
clase del día siguiente. No tenía nada menos infantiles o juveniles, ya que todo
que lavar, porque todo se metía en la rincón o estantería estaba ocupado por
lavadora; los zapatos apenas se una hornacina o capillita con un santo
manchaban y nada me costaba dentro.
cepillarlos antes de ir a dormir. No es De pronto se interesó por la
que el descanso me disgustara, pero me escuela y ya pude llevar el diálogo por
sentía extraña y me parecía que yo allí los derroteros que a mí me interesaban.
no servía para nada. Nadie me Cuando le dije que cualquier libro era
necesitaba y otros trabajaban para mí. para mí de una ayuda extraordinaria, me
—Por lo menos puedo renovar llevó al polvoriento desván y de allí salí
desde aquí la biblioteca de la escuela — con doce libros curiosísimos. Desde La
pensé. buena Juanita, hasta dos tomos
Y me puse manos a la obra. encuadernados de un semanario llamado
Después de mucho mendigar, Flechas y Pelayos, pasando por dos
conseguí unos poemas de Rabindranath libros de Julio Verne, que tenían una
Tagore, cuentos de Andersen, varias fecha de edición anterior a la muerte del
novelas de Zane Grey y unas obras escritor, y esto me hizo una ilusión
completas de Hugo Wast. enorme. Estaba tan contenta que los dos
La gente estaba de un "roñoso" de besos de despedida que le propiné al
dar asco. A tanto llegó mi desilusión que marcharme fueron de verdadero afecto.
hasta decidí visitar a mi tía Mariana, También ella se debió encariñar
que vivía en Villava, porque no sabía a conmigo, porque al día siguiente me
quién acudir. Mamá decía que la tía llamó por teléfono y me pidió qué fuera
había estado en mi bautizo y que dijo a recoger una cestita de melocotones de
que yo era una criatura hermosísima. Por su huerto, que me tenía preparada.
lo demás, sólo la vi en cuatro o cinco Aquella tarde yo tenía el proyecto de ir
ocasiones, casi siempre en funerales, al cine con unos amigos, pero lo dejé.
aunque nos felicitábamos las Pascuas Los dos libros de Julio Verne bien
todos los años. merecían la pena.
La visita fue casi de novela. Mí tía Junto con la fruta me aguardaba una
estaba ya bastante sorda y me costó gran cantidad de cuadernos de labores,
muchísimo hacerle entender que yo era dos cuentos infantiles de una editorial
Muriel, la hija de su sobrino Jaime. argentina y una serie de botes de pintura
Resultó que, a pesar de las de colores. ¿Podría darles alguna
alabanzas que hizo respecto a mi utilidad en mi escuela? Al difunto tío
persona el día de mi bautizo, en aquel Enrique le gustaba pintar y a ella le daba
momento no tenía la menor idea de mi lástima tirarlos. Le dije que sí, que me
existencia, así que fue bastante vendrían muy bien, aunque como eran

48
para pintar a brocha gorda no sabía para orgullosa. Los vecinos podrían
qué me podían servir. comprobar que la maestra que se
Y hasta salió a despedirme a la hospedaba en su casa no se iba. Habría
estación de autobuses. que ver cómo tratarían a las otras sus
Me llevaba otro libro. Esta vez se patronas, para que se fueran tan pronto.
trataba de La perfecta Cocinera, y Y realmente yo estaba muy contenta
llevaba una fecha de impresión de 1829. con ellos. Me gustaba el ambiente
Estaba envuelto en papel de periódico y acogedor de la mesa a la hora de las
atado con una cintita rosa. Me llamó la comidas. Me gustaba que me dijeran
atención por su original presentación. aquel ¡buenas noches! cuando me iba a
Me retuvo un poco aparte, dormir, tan agradable, tan familiar, que
misteriosa. En ese pueblo adonde yo era como un descanso después del día
iba, ¿no habría alguna chica honesta y agotador de trabajo.
trabajadora que quisiera ir a su casa? Como siempre, lo primero que hice
Desde que su fiel María Rosa la había después de saludar y de tomar la taza de
dejado para entrar en el convento, no chocolate fue salir a mi balcón, tan
acertaba con las sirvientas. La última florido, desde donde se dominaba todo
que tuvo era un desastre. Tras una gripe el pueblo.
que la retuvo en cama diez días, había —¡Buenas tardes! —saludó risueño
encontrado a San Martín de Forres con Josetxo Arana, el padre de José. Estaba
dos dedos de polvo encima. Ahora se pintando la fachada de su casa y agitaba
las arreglaba con una asistenta que venía hacia mí su mano armada de cepillo.
por horas, pero se sentía muy sola, sobre Lo estuve mirando mientras
todo a la hora del rosario, sin que nadie trabajaba durante un rato. Movía el
respondiera a sus avemarias. Eso era cepillo con habilidad, arriba, abajo,
muy penoso para ella. arriba, abajo... No parecía tan difícil y
Le prometí que me enteraría y subí le quedaba francamente bien. Me
al autobús. pareció que incluso yo sería capaz de
REGRESABA contenta al pueblo hacerlo de una forma aceptable.
con mis libros, con los caramelos para La idea comenzó a abrirse camino
repartir el primer día de clase y con en mi mente con rapidez.
nuevas energías para trabajar. Quería Yo podía pintar el interior de la
saber enseguida todas las novedades de escuela en los días que quedaban antes
Beirechea: si mi ahijada tenía todos los de la apertura de curso. No parecía un
dientes, si Isaías mejoraba de aquella trabajo demasiado duro; si alguien me
herida que tenía en la pierna, si había prestaba una escalera... La clase pintada
madurado el moscatel de la parra de de blanco parecería otra y los niños
casa y si seguían tan guapos y tan trabajarían con mayor ilusión. Estaba
llorones los gemelos de María Josefa. segura.
Tomás y los chicos de casa me Cuanto más lo pensaba, más me
estaban esperando y con ellos hice el atraía la idea.
trayecto hasta el pueblo. También el Tenía que empezar enseguida, y en
perro salía a mi encuentro ladrando secreto, para que los chicos no se
alegremente y la abuela alzaba los enteraran. Así la sorpresa sería mayor.
brazos en señal de bienvenida. Bajé las escaleras de dos en dos y
Isabel trajinaba afanosa en la me acerqué a casa de los Arana.
cocina y me pareció que se sentía Quería saber dónde podía

49
comprarse la pintura blanca y si Josetxo de mi niñez, no tenía el rostro tan
podía dejarme por algunos días su blanco.
escalera, si es que no la necesitaba. Me lavé y volví a intentarlo. El
Accedió gustoso. Me dejaría la resultado fue el mismo; menos mal que
escalera y los cepillos y por la pintura ahora había tenido la precaución de
no tenía que preocuparme, porque a él atarme un pañuelo a la cabeza.
iba a sobrarle una buena cantidad y me Me senté desalentada en el lado en
la daría. El terminaba de blanquear su que había amontonado las sillas y
casa ese mismo día. pupitres y traté de recordar cómo lo
Estaba contenta, sí. Ahora tenía una hacía Josetxo. Untaba y pintaba, untaba y
nueva ilusión: embellecer la escuela. pintaba... ¡Claro! Pero él lo hacía en una
Mis chicos tendrían una clase agradable pared, no en el techo. Y volví a subir a
al empezar el curso y estudiarían con la escalera, brocha en ristre.
más ilusión. Aquella vez fui menos generosa
Estaba de nuevo en Beirechea, en con la pintura y me las arreglé mejor.
aquel pequeño pueblo al que Dios me Descubrí que podía dar dos brochazos
había enviado por alguna razón que sólo sin mojarme y que, si seguidamente daba
Él sabía, pero para la que me necesitaba una ligera sacudida a la brocha sobre el
a mí. Precisamente a mí. cubo, ya no chorreaba nada.
L O PRIMERO que vi al salir de la Al cabo de un par de horas vi con
iglesia fue la escalera y dos grandes satisfacción que el techo azul estaba ya
cubos de pintura blanca en la puerta de cubierto y que aunque ahora, todavía
la escuela. Los pasé con cuidado a la húmedo, se viera gris, al secarse
clase y miré a mi alrededor. La verdad blanquearía; y no me importaba nada las
es que el panorama era desolador. Los manos que tuviera que darle, ahora que
años habían dejado profundas huellas y ya conocía el sistema.
el techo recordaba constantemente que Las paredes fueron coser y cantar.
en Beirechea llueve con mucha Además, las manchas eran sólo roces o
frecuencia. Sobre todo, iba a ser muy garabatos de lápiz, así que no se
difícil de ocultar la gotera de junto a la mostraban tan rebeldes como las goteras
ventana. del techo.
Pero me propuse a mí misma que Estaba satisfecha, sí, cuando
no me iba a desanimar. Empezaría en cansada volví a casa a comer.
cuanto desayunara y pintaría la escuela, —Ana Mari y Alicia han venido a
pasara lo que pasara. Después de todo, verte. Han dicho que volverán por la
peor de lo que estaba no iba a quedar. tarde —me dijo Isabel.
Ataviada con mis más viejos Pero por la tarde tampoco me
pantalones y una harapienta camisa, puse encontraron. Hacía calor y, como había
manos a la obra. dejado abiertas las ventanas de la parte
El primer paso fue como para trasera de la escuela, la pintura se había
desanimar a cualquiera. Introduje el secado y pude darle otra mano. Cuando
cepillo en el cubo y, generosamente terminé me froté las manos satisfecha.
empapado, lo pasé enérgicamente por el Aquello ya iba teniendo otro aspecto.
techo. Sólo aquella inoportuna gotera de junto
¡Zas! Una lluvia de pintura blanca a la ventana...
se abatió sin compasión sobre mi cara. Me dediqué a ella de lleno. Le di
Tonetti, el payaso que hacía las delicias una, otra, otra, hasta seis capas de

50
blanca pintura. Pero ella seguía allá, trazos finos el pincelito de una tintura
erre que erre, emergiendo amarillenta que la abuela se daba en un callo que
entre la nívea superficie de su alrededor. tenía en el pie y otro que venía en el
La gotera y yo nos habíamos frasco del tinte para los zapatos. Con
declarado la guerra. Yo estaba dispuesta ellos pintaba las semillas de las flores,
a vencerla y ella a sobrevivir. Y las antenas de las mariposas y me salían
además, yo ya no me conformaba con unos ojos muy aceptables.
dejar la clase algo mejor de lo que Como ya he dicho antes, la clase
estaba. Quería que mi escuela no tuviera me quedó preciosa. Ni en los primeros
un solo defecto. momentos de mi euforia como maestra
Al fin, una mañana, no sé cómo, pude soñar nunca que tendría una
mis ojos tropezaron con la hilera de escuela tan bonita.
pequeños botes de pintura que la tía Decidí que un repaso a los marcos
Mariana me había dado y tuve una idea y contraventanas no le iría tampoco nada
luminosa. Y nunca mejor dicho eso de mal, porque, como siempre ocurre,
luminosa. ahora que el interior estaba tan bonito,
Tenía también una brocha pequeña las ventanas parecían deslucidas.
que me había prestado Josetxo. Abrí un La pintura verde me la proporcionó
bote de amarillo-anaranjado y, Isaías, que acababa de pintar su carro y,
apretando los dientes con determinación, afortunadamente, no me preguntó para
me encaré con la gotera. qué la quería. Hubiera sido capaz de
Extendí pintura a placer y, después prohibirme renovar lo que así les
de un rato, bajé de la escalera para legaron sus abuelos.
contemplar de lejos mi obra. Tenía ya poco tiempo, así que
¡Había vencido! empecé enseguida con ese nuevo
Desde el blanco techo y cubriendo trabajo, casi con prisa.
por completo la rebelde mancha, un sol También aquello iba a salirme bien.
amarillo-naranja me sonreía. Sus rayos El verde era de un bonito tono y sobre
luminosos se extendían por el techo y cada ventanillo pinté un corazón
también bajaban un poco por la pared. anaranjado, que hacía muy infantil y muy
Quedé tan satisfecha del efecto que acogedor. Parecía como una casa de
me dije a mí misma los mayores piropos cuento. Lo malo es que el aguarrás se me
y, enfebrecida por el éxito, decidí que había terminado y la brocha estaba un
tenía allí cuatro limpias paredes para poco dura... ¡También era mala suerte,
iluminar. cuando faltaba tan poco para acabar...!
Arboles, flores, mariposas, UN TRACTOR bajaba por la
caracoles, patos... Todo tenía cabida en carretera. Ya se había metido el sol y yo
mi escuela. Lo que no sabía dibujar lo quería terminar de pintar el marco de
copiaba descaradamente de los libros de aquella ventana, pero estaba algo
cuentos, agrandándolo con cuadrículas, cansada.
y luego lo coloreaba haciendo uso de El tractor se detuvo junto a la cerca
aquellos botes de pintura que la tía y alguien saltó de él. Lo conocí
Mariana me había dado por no tirarlos a enseguida. El corazón comenzó a
la basura. golpear alocadamente dentro de mí, pero
Sólo tenía una brocha, que lavaba seguí extendiendo la pintura verde.
en aguarrás cada vez que tenía que —Pero si ya no puedes ver nada —
cambiar de color, y también usé para los me dijo.

51
—Es verdad, pero quería terminar que, si lo has hecho, de alguna manera
hoy esto. pensarás cobrarlo.
Hacía más de dos meses que no lo —¿Pero cómo puedes decir eso?
veía. Estaba más moreno y me gustó que Estaba desolada.
se quedara allí conmigo. —Porque lo sé. Porque a mí hace
—¿No tienes una brocha mejor que ya años que la vida empezó a
ésa? arañarme... Mira —dijo de pronto
—No. Iba muy bien hasta que se me señalando el camino de la iglesia.
ha terminado el aguarrás. Como no he Joaquín Iparraguirre subía cansinamente
podido limpiarla bien, se ha endurecido. junto a su carro cargado de heno. Lo
Le miré. Era esa hora en que aún no seguían Teresa y Mercedes.
ha anochecido del todo y todas las cosas —Ahí tienes a uno de tus celosos
se ven más bonitas, con una luz que no padres. Te exigirá al máximo como
es precisamente la del sol, que parece maestra, pero no mandará a sus hijas a
que brota de nosotros mismos. la escuela si las necesita para ayudar en
Cerré con fuerza el bote de pintura la casa... ¿Cómo puede consentir que
y recogí las cosas. Javier lanzó una dos chiquillas trabajen como animales?
mirada al interior de la escuela. —Sólo tiene hijas... Y son pobres
—Pero... Pero, ¿ésa es la escuela? —dije dolida.
¿La vieja escuela de Beirechea? ¿Cómo —¿Pobres? —repitió incrédulo.
has podido hacer algo tan bonito? ¿Es que podía llamarse pobre a un
Si esperaba con ilusión la llegada hombre que poseía las tierras que
de los niños para ver el efecto que les veíamos frente a nosotros y que apenas
causaba todo, ahora tuve una doble podían abarcarse con la mirada? No
alegría. Nunca, nunca me habían hecho tenía hijos varones, es verdad, pero eso
un elogio que me diera mayor placer. El que antes podía ser la desgracia para un
corazón me desbordaba de gozo, hubiera labrador, ahora ya no lo era. —Eso lo
saltado y gritado de alegría, porque a él dices porque tú tienes una cosechadora y
le gustaba mi escuela. una sembradora —me atreví a decir.
Y de pronto el hechizo se rompió. Sabía que sus modernas máquinas eran
Javier me miró muy serio. la envidia del pueblo.
—¿Por qué has tenido que venir a —Sí, pero que todavía no he
un sitio como éste, donde nadie sabrá terminado de pagar. No se trata sólo de
nunca apreciarte ni agradecerte todo eso. Es esa especie de mezquindad que
esto? todos llevan dentro. ¿Quién se pone a
—Yo creo que todos me quieren. pensar antes de sembrar si es aquello lo
En cuanto a lo demás..., nunca he hecho que necesita el mercado? El año pasado
nada para que me lo agradezcan. He faltaron pimientos y el que los tenía los
trabajado estos días y he disfrutado vendió muy caros. Este año todo el
haciéndolo. Sé que les gustará a los mundo ha puesto pimientos, y será
escálanos, y esto es suficiente. mayor la oferta que la demanda. El fruto
—Te creo, pero seguramente nadie se perderá... ¿Qué les importa además
más lo creerá. Todos esos padres, que que esta o aquella tierra no sea la
debían haber pintado ellos mismos la adecuada? Y el campo que nos hubiera
escuela hace ya un montón de años, dado unas habas, un trigo o una avena
encontrarán perfectamente natural que lo excelentes, nos dará unos pobres
hayas hecho tú. Incluso alguno pensará pimientos. Pero claro, si el año pasado

52
algunos se enriquecieron con ellos, este Llegué hasta él corriendo.
año tratan de enriquecerse todos. —Pero yo lucharé —le dije con
—¿Y no hay alguna forma de llegar una decisión que no sé si tenía en
a un acuerdo entre todos, de planificar realidad—. Lucharé desde mi sitio.
las cosechas, de no hacerse así la guerra Todos esos chicos estudiarán y tendrán
unos a otros? —dije. Yo entendía muy una cultura, y no serán tan cazurros
poco de los problemas del campo y todo como sus padres. Porque van a saber
aquello era nuevo para mí. que la cabeza no sirve sólo para colgar
—¿Planificar? ¿Quién se atrevería la boina.
a hablar con los hombres de nuestro Me miró desde lo alto de su tractor.
pueblo para hacerlo? "Si éste viene a —Si alguno de tus chicos estudia
decirnos lo que tenemos que sembrar, no no será para quedarse aquí. Huirá del
será para salir él perdiendo" —dijo pueblo y su padre lo animará a ello, que
imitando a la perfección el hablar para eso se ha sacrificado, no para que
malicioso de los viejos de Beirechea—. malgaste aquí su talento como lo estás
Hay personas que para ganar algo, haciendo tú. Aunque, seguramente, tú
siempre creen que ha de perder otro. también te irás. Las chicas como tú no se
Ganar todos, cooperando, les parece entierran en sitios como éste. A todo lo
imposible; sobre todo si se hace más que llegan es a casarse con el
desinteresadamente. También yo una vez médico, si es que es joven, y después de
tuve ilusiones. Soñé con la un par de años él recuerda de improviso
transformación de un pueblo. Con aquella vocación hacia la cirugía
modernas máquinas con las que estética, que siempre tuvo, y se marchan
sembraríamos y recogeríamos todo entre a Madrid para especializarse.
todos, en una sola semana. Nadie me —¡No me iré! —protesté. Y
apoyó. Somos cuarenta y nueve familias después, llena de rabia, grité:— ¡Y las
y preferimos tener cuarenta y nueve chicas como yo se casan con quien
viejas máquinas sembradoras, cuarenta y quieren! ¿Lo oyes? ¡Con quien quieren!
nueve segadoras, cuarenta y nueve Y me quedé desolada en la puerta
trilladoras. ¿No es ridículo? Pero ellos de la escuela más bonita del mundo,
dijeron: "Las tierras de Arive son diciendo en voz baja:
llanas. Seguro que quiere traer esas —Y no me iré. No pienso irme.
nuevas máquinas porque allí rendirán DESPUÉS de esto pensé que ya no
más. El será el más beneficiado. Nos lo vería más. Pero me equivoqué,
quiere engañar a todos". porque al día siguiente volvió.
Lo comprendía. Me parecía que Estaba pintando cuando oí el
tenía razón. Yo quería a los tractor, pero hice como que no lo veía.
beirechetarras, pero sabía que eran así, Mas él no debía de guardarme rencor,
tal como me los había pintado: egoístas, porque se bajó y saltó la cerca. Yo seguí
desconfiados, y me quedé triste. Hasta sin moverme, afanosa en mi tarea, y ni
olvidé de momento mi flamante escuela. siquiera me volví cuando vi que se
—Cuánto lo siento —fue lo único acercaba.
que supe decir. Debía de estar muy cerca de mí,
Nos quedamos un rato en silencio. porque sentí aquel inconfundible aroma
Era ya completamente de noche y yo a hinojo que siempre llevaba consigo y
cerré la puerta de la clase. Javier se fue que a mí me gustaba tanto. Los latidos
hacia la carretera. de mi corazón casi debían de oírse, y a

53
mí me hubiera gustado que aquel Nos sentamos a tomarlo en las
momento no se acabara nunca. escaleras de la escuela que daban al
—¿No quieres probar con ésta? — prado y aquel momento de intimidad me
me dijo de repente. Y me mostraba una gustó. Muy cerca debía de haber un
brocha magnífica, nueve-cita y flexible. pastor, porque se oía la txirula.
—¡Vaya! Es estupenda. Con ésta se —¿Tú tocas algo? —le pregunté. Y
puede bordar y todo. es que Beirechea era el pueblo más
Hasta pena me dio embadurnarla melómano que he conocido. No había
con la pintura de color verde manzana. familia que no tuviera en su casa
Me sentí sorprendida cuando vi que guitarra, acordeón o flauta. Hasta Pello
Javier pegaba alrededor de todos los y Tomás tocaban el txistu y la txirula que
marcos y sobre el cristal una cinta era una maravilla.
engomada. Me sorprendió que tardara tanto en
—Con esto puedes pintar con más contestar a una pregunta tan simple.
libertad, sin miedo a manchar los —Sí —dijo al fin.
cristales. Cuando la pintura esté ya seca, —¿La guitarra?
lo quitas. —Se había puesto serio.
—Pues tienes razón..., ya ves lo Terriblemente serio. ¿Por qué sería?
que es la ignorancia. Las otras ventanas —No. El órgano.
me costarán mucho limpiarlas. Oye, Me quedé de una pieza. Aquello
¿tienes por casualidad en tu casa eran palabras mayores. Pero no me
aguarrás? atreví a hacer ningún comentario. Se
—Sí. También te lo he traído. veía que no quería hablar de ello,
Me quedé conmovida y más porque se bebió de un trago el café,
todavía cuando él, sin decirme una encendió un cigarrillo y apoyó la
palabra, se puso a pintar a mi lado la espalda en la puerta sin decir palabra.
otra hoja de la ventana. La escuela me Se me ocurrió, así de pronto, que me
parecía nuevamente alegre, luminosa... había tomado el pelo. ¡Mira que el
Sentí la alegría de vivir, de estar allí en órgano...!
pleno campo, de respirar aquel aire tan También yo bebí el café que me
puro, de ser joven... quedaba. Me hubiera gustado saber algo
—¿Desde cuándo eres así? —me de él, pero me parecía poco discreto
preguntó de pronto. Llevábamos un rato preguntarle qué era lo que había
grande en silencio. estudiado antes de volver al pueblo y
—¿Así? ¿Cómo? mucho menos lo de la novia.
—Pues buena, generosa... ¿Se nace Debió de ser un caso de telepatía.
ya así o hay un momento en la vida que —¿Tienes novio?
te transforma? —No. Y tú, ¿tienes novia? —
Me eché a reír. Era la primera vez después de todo, si él me lo había
en la vida que alguien me llamaba buena preguntado, también podía hacerlo yo.
y me sorprendió que fuera él —Tampoco.
precisamente. Me sorprendió y me Y luego, como en un arranque de
halagó un poco, no puedo negarlo. buen humor, añadió:
Yo tenía en la escuela una cafetera —La tuve. Pero me dejó por malo.
y un hornillo de alcohol y a media Me saltó la risa. Comprendo que no
mañana le ofrecí café. Aceptó y aquello era lo más oportuno, pero es que yo soy
me hizo muy feliz. el colmo. Nunca reacciono como

54
debiera, y entonces tuve ganas de reír, Me pareció un poco desconcertado
porque me había puesto muy contenta. y como deseoso de alejarse de mí, pero
Pero a él no le importó, porque no lo solté.
también se rió. —Me parece estupendo que te
CUANDO finalicé mi trabajo de guste Julio Verne... ¿Te reíste mucho
pintora me sentí realmente satisfecha y cuando al llegar a la Luna aparecen las
deseosa de que llegara el primer día de gallinas que había metido el periodista
clase, para ver el efecto que causaba a en la nave?
los chicos. —¡Jo, que sí! —dijo en voz baja.
¿Cómo responderían ellos durante —¿A que te quedaste hambriento y
este curso en el estudio? ¿Volverían a la helado leyendo Las aventuras del
escuela Teresa, Matilde y Alberto, que Capitán Hatieras?
tenían casi catorce años, o sus padres —¡Jo, que sí! —repitió.
decidirían que ya había llegado el —Cuando empieces la escuela
momento de que se incorporaran al rellenaremos juntos las fichas que van
mundo del trabajo? con cada libro, ¿quieres?
Ojeé las fichas de la biblioteca, —Me parece que me está llamando
que bajo la supervisión de las dos mi madre —dijo de improviso. Y dando
chicas mayores habían seguido media vuelta echó a correr-en dirección
funcionando todo el verano, y me animé. a su casa.
Con no demasiada regularidad, pero Me hizo gracia. Parecía como
casi iodos habían leído algo. Y ¿sería avergonzado de mis elogios y es que el
posible? ¡Hasta José! El dinámico, pobre era tan trasto que no estaba muy
simpático y poco estudioso José había acostumbrado a ellos. En la clase estaba
sacado de la escuela De la Tierra a la siempre como ausente. A veces, hasta se
Luna, de Julio Verne. ¡Santo Dios! Pero dormía.
si era increíble... En el cuaderno donde —¿En qué piensas? —recuerdo que
se anotaban las salidas de libros venía le dije un día que no contestaba a mis
su nombre repetido varias veces: preguntas.
Alrededor de la Luna, Cinco semanas en —En la vaca. A lo mejor ya habrá
globo, La vuelta al mundo en ochenta parido.
días, El país de las pieles, Veinte mil Fue el que más exteriorizó su
leguas de viaje submarino... Se le veía alegría el día del comienzo de curso, al
verdaderamente enamorado de la obra ver la clase pintada. Sus gritos de
de Julio Verne y yo me sentía loca de entusiasmo se oían por encima de los de
alegría. los otros chicos, y mira que chillaban
Verdad es que no había rellenado ni todos... Pidió permiso para sentarse en
una sola ficha, pero esto iba muy en el lado en que había pintados unos
consonancia con el carácter de José conejos y unos árboles, pero días más
Arana, poco disciplinado y algo tarde tuve que cambiarlo de mesa: se
inconstante. Lo importante, de momento, pasaba la clase armado de un tirabeque,
era que leyera. El resto vendría después. disparando alubias a los conejos como
Estuve con él el domingo al salir si estuviera de cacería, haciendo reír a
de misa y le dije que me sentía muy toda la clase.
satisfecha por lo que había aprovechado Su afición a la lectura me iba
el verano. Era el escalono que más resultando todo un misterio. El primer
había leído. día de clase se llevó un libro que

55
devolvió el lunes, y después otro. Pero cabeza baja y aspecto culpable. Se me
lo hacía como a escondidas, procurando cayó el alma a los pies.
que yo no lo viera. ¿Sería posible que se llevara un
Al principio pensé que jugaba a libro cada semana sólo para presumir
algo. Yo conocía muy bien a mis chicos ante los otros escálanos de ser el que
y sabía que a veces eran espías o mes leía? ¿Le haría ilusión, tal vez, ser
ladrones. Cogían el sacapuntas de mi bibliotecario y quería conseguirlo aún a
mesa, afilaban sigilosamente sus lápices costa de mentir? No le pegaba nada, ya
y volvían a dejarlo con enormes que era alegre, abierto, sin complejos.
precauciones. Pero entonces, ¿por qué lo hacía?
—No es un sacapuntas —me aclaró —Sí. Sí que lo he leído, pero es
Fernando cuando le pregunté por qué que se me ha olvidado. Se me olvida
siempre tenía que esconderse debajo de todo lo que leo.
la mesa y alargar la mano para cogerlo —¿Te gustaría ser bibliotecario?
—. Es el plano de una mina de oro. Lo —le pregunté para ver si la cosa iba por
cojo para copiarlo en secreto, sin que se ese lado.
entere el Tuerto. —Quía. No. Me parece que no lo
Quizá José jugaba también a robar haría bien. Y además, no tengo tiempo.
tesoros. A mí me daba lo mismo. Los En casa hemos puesto pollos y una
niños debían tener imaginación. estufa grande para que no tengan frío. Yo
Pero un día en que los dos nos me encargo de ellos y me conocen ya y
quedamos los últimos en la clase, le todo. Hay uno negro peor que Judas. Les
abordé. picotea a los otros para comerse él todo
—¿Cómo va la lectura, José? el pienso, pero yo voy y
—Bien. Detuvo su entusiasmo y me miró
—¿No quieres tratar de rellenar asustado.
una ficha? —Que es verdad, señorita... Que
—No. No sé cómo se hace. no, que no he leído ninguno de los
—Pues yo te voy a enseñar. Vamos libros.
a sentarnos juntos y lo haremos muy Me dio pena ver sus ojos azules tan
bien. Mira, aquí se pone el título del bonitos llenos de lágrimas, avergonzado
libro y aquí el nombre de la persona que su rostro colorado de chicote sano.
lo escribió. ¿Ves? Y ahora vamos a —No es para tanto, José. ¿No los
decir de qué trata. Cuéntame quién era has leído? Pues no importa. Pero ¿por
Miguel Strogoff y qué hacía. qué te los llevas si no te gusta leer?
—Pues... me parece que era un —Eso sí que no se lo puedo decir.
granjero, pero no me acuerdo de nada. Mi padre se enfadaría.
Sí, hombre, sí. Era un correo del Me quedé perpleja. ¿Qué tenía que
Zar, que tenía que atravesar el país para ver su padre en esto?
llevar un mensaje. Le dije que podía irse y terminé de
Ah, sí. Eso hizo, sí. recoger la clase sin dejar de pensar en
—¿Y qué le hicieron los tártaros? él. Cuando salí, lo encontré en la puerta.
—Le robaron el mensaje y después —No estará usted enfadada
le quitaron también el caballo. conmigo, ¿verdad?
—Oye, ¿de verdad has leído el —Claro que no.
libro? —Entonces, ¿puedo llevarme otro
El chico estaba nervioso, con la libro?

56
Ya no supe si reír o llorar. ¿Estaría ¿Qué podía hacer?
loco aquel crío? Al fin se me ocurrió una idea.
Y de pronto tuve una idea. ¿Cómo Le dije a don José Mari que me
no se me había ocurrido antes? trajera al día siguiente su máquina de
—Es tu padre quien lee los libros, escribir y redacté una carta para todos
¿verdad? Me miró asustado. Con los los padres, a la que acompañé de una
ojos redondos como platos. lista de los libros de que disponía.
—¿Quién se lo ha dicho? A partir de ese momento, en la
—Nadie. Bueno, sí, te diré la escuela tendríamos también una pequeña
verdad. Ha sido tu pollo negro. Ha biblioteca para mayores, que estaba a
venido hoy a mi casa y me ha dicho que disposición de todos. Los mismos niños
a tu padre le gusta leer y, sobre todo, los podrían llevarles el libro que quisieran
libros de Julio Verne. Pero que tiene que y devolverlo una vez terminado. Me
ser un secreto sólo entre nosotros, despedía deseándoles que se animaran a
porque él no quiere que se entere nadie. ello.
Anda, tonto, me lo tenías que haber Hice tantas copias como escolamos
dicho. Entra y coge un libro y no te había y al día siguiente las repartí entre
preocupes, que no diré nada. ellos.
Me fui a casa con un nudo en la No puedo decir que fuera un éxito.
garganta. No sabía si era de lástima Durante dos semanas ni un libro salió de
porque mi escolano no leía, o de alegría, la estantería y mi idea parecía
por saber que había un mayor, un padre, condenada al fracaso. Pero un día
que hacía uso de nuestra biblioteca. Me Josetxo se animó. Además vino él
sentía conmovida pensando en aquel mismo a la escuela. Empezó
hombrón de Josetxo Arana leyendo cada preguntando por los estudios de su
domingo a Julio Verne, pero como chico. Me aseguró que no sabía qué
avergonzado de hacerlo. hacer con él, porque era de la piel de
Era muy propio de las gentes de Satanás, y que no había forma de tenerlo
Beirechea el considerar la lectura como sentado en una silla con el libro delante.
una pérdida de tiempo. ¿Qué pensarían En cuanto la madre daba media vuelta,
de él si supieran que pasaba las tardes ya estaba en la cuadra, en el gallinero o
festivas frente a un libro, cuando podía en el corral.
estar limpiando el establo, regando la Por fin, como quien no quiere la
huerta o echando una partida de cartas cosa, se fijó en los libros. Dijo que no
en la taberna, como lo hacían todos los era mala idea aquélla, que el libro
hombres de pelo en pecho? siempre instruye, que si él tuviera más
¿Y qué haría cuando agotara los tiempo... que tampoco entendía mucho
libros del escritor francés de nuestra por no ser hombre ilustrado...
biblioteca infantil? ¿Tendría que recurrir —Siempre puede encontrarse un
a los de Grimm, a los de Enid Blyton o a ratillo y esto ayudaría mucho a José.
Karl May? Seguramente se animaría si ve que usted
Durante todo el día estuve lee, si ve que los libros son cosa seria,
pensando en lo mismo. Yo tenía algunos de mayores. ¿No le parece?
libros, pero ¿cómo podía ofrecérselos Vi que se alegraba y titubeaba un
sin que se avergonzara? Nunca hablaba poco, sin saber qué hacer.
con él de este tema, por lo que no tenía —Pues vaya... Si es usted tan
oportunidad de darle lo que podía leer... amable...

57
—¿Qué tema le gustaría a usted? ¿Podrían decirle cuánto costaban?
—Pues mire, qué quiere... A mí, la En mi clase sólo había un José y el
historia... hecho de que escribiera una carta y se
—Estupendo, llévese algo y animara a mandarla por correo y todo
contagie al chico su afición. me pareció algo extraordinario.
Se fue muy satisfecho con los Además, una carta tan encantadora, al
Episodios Nacionales, de Pérez Galdós, parecer, que había conmovido el
bajo el brazo. Además, me gustó que no corazón de un editor hasta el punto de
le importara que lo vieran con un libro hacernos tan valioso regalo.
por el pueblo. Me sentí intrigada y también
NINGUNA otra persona mayor hizo preocupada como maestra. ¿Cuántas
nunca uso de la biblioteca, si faltas de ortografía habría puesto?
exceptuamos a Miguel y a don José, Como todavía no habían llegado a
Mari, que, como ya antes me pedían clase los escálanos, abrí el pupitre de
libros y se los pedía yo a ellos, no podía José. De lo que sí estaba segura es de
considerarlos como objetivo de mi idea. que era incapaz de hacer una carta sin un
Pero Josetxo Arana no dejó un sábado previo borrador.
de venir por la escuela. Mi biblioteca Y lo encontré. Nada menos que
tenía un solo lector, pero aún para uno diecinueve cuartillas empezadas y
solo ya merecía la pena. después tachadas. Unas por borrones,
¡Pero lo que son las cosas! El otras por mala letra o líneas demasiado
singular José, que nunca leía, nos torcidas. Pero, sin duda, ésa era la carta.
consiguió de pronto una magnífica Y no se expresaba mal. Al menos
enciclopedia del mundo animal y, no carecía en absoluto de
además, de la forma más curiosa. espontaneidad. Se despedía con un
La recibí pocos días después de mi Respetuosos saludos de José.
charla con él, en un voluminoso paquete, Lo que pasa es (y seguro que eso
dirigido a la Señora Maestra de la fue lo que cautivó al director general)
Escuela de Beirechea (Navarra). que comenzaba sencillamente: Querida
Los doce volúmenes venían Editorial.
acompañados de una amabilísima carta Si NO fueran ustedes tan mezquinos
en que rogaba los aceptara sin cargo y se pusieran de acuerdo, no ocurrirían
alguno, como regalo a los alumnos de mi estas cosas. ¿A quién se le ocurre
clase. sembrar el pueblo entero de pimientos?
Al parecer, habían recibido una ¿Cómo van a venderlos ahora?
conmovedora carta de un niño llamado Había hablado sin querer y ahora
José, que no decía su apellido ni me sentía avergonzada, al tener fijos en
dirección, en la que les ponía al mí los ojos de la media docena de
corriente de todo lo de nuestra hombres que estaban en casa.
biblioteca. Pero se lamentaba de que no Yo cosía en un rincón del comedor
tuviéramos ningún libro de animales, cuando los oí lamentarse de que el
que son los que él leería de buena gana. precio del pimiento estaba por los
Sabía que su señorita había pedido suelos, y me encaré con ellos casi sin
folletos y comprado libros, con lo que darme cuenta.
sacaban de vender setas, berros, té y —¡Pimientos, pimientos,
pacharanes, pero nunca traía de pimientos...! —continuó mi lengua
animales. ¿Es que eran muy caros? indiscreta por más esfuerzos que yo

58
hacía por pararla. Luego, sin hacerme limité a sonreír. Él también me miró. Y
caso, siguió perorando como una loca: no sé por qué, pero creo que entonces
—Pensar que cuarenta y nueve brotó en mí aquella extraña locuacidad:
agricultores no pueden decidir —¿Qué hacías tú antes de
serenamente, sin falsas acusaciones, qué enamorarte del campo? —pregunté
es lo que conviene sembrar cada año, es indiscreta. La verdad es que desde que
algo increíble. Bueno, no tan increíble si oyera a los chicos de Beirechea decir
nos ponemos a pensar que prefieren algo sobre sus estudios, siempre me
tener cuarenta y nueve sembradoras, preguntaba cuáles habían sido y si
cuarenta y nueve segadoras y cuarenta y verdaderamente los había dejado.
nueve trilladoras, y ni una sola de esas La respuesta no la esperaba, desde
modernas máquinas que lo hacen todo luego.
casi solas... Bueno, y después de todo, —Música. Sólo música.
¿es ésta la tierra idónea para el Le miré a la cara. No parecía estar
pimiento? tomándome el pelo. Lo había dicho en
Desaparecer, que la tierra me serio. —Entonces... ¿Es verdad que
tragara... Eso era lo que yo deseaba tocas el órgano? Pensaba que era una
cuando dejé de hablar. Estaba esperando broma.
que Joaquín Iparraguirre me recordara —¿Broma? ¿Por qué había de
lo de los avellanos y que Tomás me serlo? Toco el órgano, el piano y alguna
dijera que las hojas de los puerros y las cosa más. O mejor dicho, lo tocaba.
de las cebollas son perfectamente —Pues es raro, ¿no? Quiero decir
diferenciables, pero no. Se quedaron en que habiendo estudiado música te hayas
silencio, demasiado preocupados por decidido ahora por la agricultura.
sus campos, sus cosechas y el desastre Vamos, que son dos cosas que no suelen
del pimiento, para hacer callar a una darse juntas, no sé si me entiendes.
ignorante como yo. —En Beirechea todo el mundo toca
No sé qué me pasaba aquel día. Era algo. Todos salimos músicos
domingo y después de unos cuantos días espontáneamente, no sé por qué. Lo que
de lluvia salió el sol. Aproveché para pasa es que yo empecé demasiado chico.
dar un paseo y me encontré con Javier. Teníamos entonces un cura en el pueblo
También él iba despacio por la que se fijó en mí y convenció a mi padre
carretera, con un periódico doblado en de que debía salir de aquí
la mano y, sin ponernos de acuerdo, inmediatamente para estudiar. Yo tenía
empezamos a caminar juntos. doce años y a los quince había dado
De repente se agachó, cogió un conciertos de órgano en unas cuantas
puñado de tierra y después abrió la catedrales.
mano, dejando que cayera entre sus Le miré con profundo respeto. Me
dedos. parecía como si me estuviera contando
No sé por qué, pero aquello me una fantástica historia. ¿O lo estaría yo
gustó. Me gustó, como me gustaba su soñando?
forma de mirar y su suave olor a Nunca se preguntó si aquello le
semillas de hinojo, que recordaba el gustaba o no, hasta que volvió a
campo. Beirechea al morir su madre. Después
—Mañana empezaré a sembrar de diez años volvía a ponerse en
trigo —me dijo. contacto con el pueblo, con el campo,
Como no supe qué decirle, me con su tierra.

59
Comparó la forma de trabajar que a esa música, a esos estudios, me he
aún tenían aquí con lo que había visto en hecho un buen labrador. Si yo no hubiera
sus viajes por el extranjero y vio que salido de aquí, si no hubiera aprendido
por eso todos seguían tan pobres, aun lo que sé, sería como todos: mezquino,
trabajando al máximo. Le pareció que el desconfiado... Pero nunca he podido
campo no estaba organizado, que los olvidar la amargura de mi padre... Mi
labradores tenían unas tierras que valían hermana también se fue y yo me quedé
una fortuna y que no les producían nada. solo. Solo, sí, porque nadie apoyaba mis
El futuro de sus hijos era o bien seguir proyectos, nadie quería saber nada de
el camino de sus padres y vivir máquinas, de cosechas, de industrias, de
tristemente con ellos, o emigrar a las asociaciones. "Cada uno en su casa y
ciudades. La mayoría de los muchachos Dios en la de todos", era su lema.
no volvían al pueblo al terminar el ¡Cuántas veces tuve que oírlo!
servicio militar, aunque siguieran toda la "El cura, que creía haberme dado
vida añorando los verdes prados. el mejor porvenir del mundo, me llamó
Beirechea se moría y él pensó que quizá su oveja descarriada —rió—, y después
se debía a la poca unión de todas sus me culpó de haber acelerado la muerte
gentes para planificar sus cosechas, para de mi padre con mis locuras. ¿Por qué
comprar maquinaria moderna, para no había pensado antes en lo que quería?
comercializar ellos mismos su Imagínate, a los doce años... ¿Quién
producción. Pensaba que incluso podía sabe a esa edad lo que quiere? ¿Se
montarse aquí una industria que diera puede condicionar toda una vida a tocar
trabajo a algunos de los que ahora se aceptablemente el piano? La música me
iban. gustaba, pero no era la razón de mi vida.
—Tenía veintidós años y fui tan —Pero tú entonces tenías novia,
tonto como para pensar que mi idea era ¿no? ¿Ella no te animaba?
lo suficientemente buena como para que —Sí, tenía novia. Vino conmigo
todo el mundo la hiciera suya y, si cuando murió mi madre y quedó
embargo, nadie me comprendió. Nadie maravillada al ver esto. Esta paz, esta
comprendió que repentinamente la campo, este silencio... Idílico. Hasta el
música ya no me dijera nada y que me barro de Beirechea decía que le gustaba:
quedara en el campo. Mi padre no lo ¿Te gusta a ti el barro?
podía creer. El, el pobre, como todos —¿A mí? Claro que no. Pero tengo
los padres de Beirechea, quería para mí unas botas altas y me defiendo muy bien
algo mejor y creía que ese algo mejor con ellas.
está siempre fuera del pueblo. Él se —A ella le gustaba. Deseaba no
había matado trabajando para que yo tener que salir nunca de este paraíso.
pudiera estudiar y soñaba con que yo Pero cuando le dije que no saldría, que
fuera un señor... ¡Como si él no lo fuera! mi proyecto era vivir aquí toda la vida,
Como si el que sabe arrancar se horrorizó. Me dijo que sería como
sabiamente los frutos a la tierra fuera enterrarse en vida. ¿Cómo podía yo
menos noble que el que arranca sonidos pensar en semejante cosa?
armónicos a una caja de madera. —¿No trataste de convencerla?
"Murió creyendo que había —No. De pronto vi que ya no
fracasado conmigo. Y no fracasó. Yo no éramos los mismos. Nos habíamos
hubiera pasado nunca, te lo aseguro, de equivocado. Ella quería a un músico,
músico mediocre. Sin embargo, gracias que quizá algún día podría llegar a ser

60
famoso, y ese hombre ya no existía. El conmigo, te lo ruego... Conozco muy
de aquí, el de Beirechea, tampoco era el bien mis limitaciones y sé que mi
mismo, y yo soñaba ya con una chica influencia es más bien escasa, pero si
sencilla que en nada se parecía a ella. aquel chico del evangelio que entregó
Así que se fue. Después se casó. No le los panes y los peces hubiera pensado
guardo ningún rencor. Se casó con un que con tan poca cosa no se podía
hombre que podía ser su padre, pero que solucionar la comida de cinco mil
seguramente será para ella mucho mejor personas, y que encima él se quedaría
marido que yo. Es curioso —añadió con hambre, hubiera comido
después en voz muy baja—, pero no opíparamente, tras escuchar el sermón
recuerdo ni cómo era su cara... de la montaña, pero nos hubiera privado
—¿Y tú dejaste entonces de tocar? de uno de los mayores milagros de la
—Sí. historia.
—¿A pesar del talento que tenías? ESTÁBAMOS ya en el pueblo.
¿No te da pena? La música y la tierra Nos paramos cerca de la escuela. Él no
son dos cosas que no suelen encontrarse me contestó, pero me pareció pensativo.
juntas, pero que no son incompatibles. —¿Por qué no tratas de acercarte a
No me contestó. Seguimos un rato la gente?
andando y de pronto él se detuvo. —No me gusta la gente.
—¿Por qué no dejas esto? —me —¿Y tocar tu— órgano, o tu piano,
dijo—. Perderás aquí lo mejor de tu o lo que sea? La música no sería la
vida y todo seguirá igual. Tus chicos no razón de tu vida, pero sería un buen
estudiarán. Seguirán tan mezquinos complemento para ella. ¿No crees?
como sus padres, creyendo ver en cada —No me gusta la música.
persona que quiera enseñarles a vivir —Tienes que pensarlo.
mejor alguien que pretende —No me gusta pensar.
aprovecharse de ellos. Y si alguno llega —No te gusta la gente, no te gusta
a estudiar no será para quedarse aquí, la música, no te gusta pensar... ¿Es que
sino para irse a una ciudad. ¿Cuántos hay algo en la vida que te guste?
padres que ven en sus hijos una clara Inclinó la cabeza hasta que su cara
inclinación al campo se preocupan de quedó a la altura de la mía y me miró de
enviarlos a una escuela de capacitación frente:
agraria? ¿Sacrificarse para que el —Me gustan tus ojos, Muriel.
muchacho siga en el pueblo? ¡No, por Sentí una oleada de calor en la
Dios! Si quiere estudiar, que sea cara. Estaba segura de haberme puesto
ingeniero, farmacéutico, que se prepare como un tomate, y me dio vergüenza que
para trabajar en un Banco... Pero para la él lo notara. Bajé bruscamente la
tierra... ¡Para eso no se necesitan cabeza, horrorizada, porque los ojos se
estudios! me llenaban de lágrimas. Javier me miró
—Te lo dije ya una vez. Yo desde extrañado. Creo que estaba sorprendido.
mi escuela voy a intentarlo y no lo haré —Perdona —me dijo al fin.
pensando en alejarlos de aquí, sino con Yo nada tenía que perdonar... ¿Qué
la esperanza de que, hagan lo que hagan, mujer se sentiría ofendida por algo así?
en el pueblo o en la ciudad, sea con Pero la sorpresa me había dejado
verdadera vocación. Que su camino lo paralizada. Porque habíamos hablado de
elijan ellos mismos, pero que marchen muchas cosas. Creo que éramos buenos
por él preparados. No seas demoledor amigos, pero nunca me había dicho ni

61
siquiera si le parecía mona. me quitaba ojo. Yo ya lo había notado.
PERO MIRA por dónde aquella —Me parece que tú sabes algo más
mañana iba yo a cambiar mucho. que geometría —me dijo.
Mi primera reacción fue la de Pero yo ya no lo escuchaba. Estaba
encararme con los hombres cuando les preguntándome si no debería cambiarme
oí quejarse por el desastre de los de peinado. Hacía varios años que
pimientos. Y, además, con el agravante llevaba el mismo. Quizá debería
de que estaba dispuesta a seguir cortarme el pelo o dejarme flequillo...
haciéndolo en adelante. Y es que de Pero ante el espejo de mi cuarto no
repente me sentí como desequilibrada. podía tomar una decisión. Además, no
Defendía ante Javier Arive a los del me veía los ojos en él de ninguna
pueblo, achacando su tozudez a su falta manera. Era un desastre.
de formación de la que no eran en Aquella misma noche, y con ayuda
absoluto culpables. Culpables eran los de unas tijeras, separé el espejo de su
mejor dotados que no habían puesto el marco, y dibujé un patrón en un papel de
menor interés en enseñarles. Y es que periódico. ¡Ya estaba bien, hombre!
yo, como los quería tanto, sabía que era ¡Mira que no tener un espejo decente en
así. la casa...! Pues como que sí, como que
Pero sin embargo, cuando estaba no, que yo llevaba un año peinándome a
con ellos aprovechaba cualquier ocasión tientas.
para ponerlos de vuelta y media, Me lo trajo Isaías, el alcalde, que
repitiéndoles todo lo que él me decía había ido a Pamplona y no tuvo
respecto a los problemas del campo, inconveniente en hacerme el encargo. Lo
asunto del que yo encima no entendía malo es que me lo entregó en la cocina,
nada. Procuraba cerrar los ojos al en presencia de no sé cuánta gente, y
hacerlo, para no ver la mirada dolida de aquello me avergonzó un poco.
Isabel y Pello, que no comprendían que ¡Hombre, que tampoco hacía falta que se
los censurara tanto. enterara todo el pueblo de que yo tenía
—Si mi hijo quisiera estudiar, un espejo nuevo...!
hasta la carrera de médico había de —Es el del lavabo de mi cuarto —
darle —dijo un día Josetxo Arana—. dije. Y añadí casi sin darme cuenta:
Todo, menos que tenga que trabajar —El otro estaba tan estropeado que
como su padre. no hay forma de verse el ojo ni para
—Pues vistas las aficiones del ponerse una lentilla.
chaval, que no piensa más que en los Miguel, que había entrado en la
terneros, en los cerdos y en las gallinas, cocina después de ver a Iñaki que tenía
sería mucho mejor que pensara usted en la varicela, me miró al fondo de los
que tiene inmejorables cualidades para ojos, como si estuviera ante un
ser un buen veterinario. microscopio.
—¿Y pasarse la vida en un pueblo? —¿Pero tú usas lentillas, Muriel?
¡Quia! Me quedé de una pieza. ¿Por qué diría
—Naturalmente. La vida en un yo una ridiculez semejante?
pueblo es estupenda si se sabe vivir. —No. Claro que no... ¿Pero quién
Vivir y trabajar. Pero ustedes, por no me dice a mí que no las voy a necesitar
fiarse de nadie, no han sido capaces de dentro de unos años?
hacer ni la concentración parcelaria. Y después de tan filosófica
Don José Mari hacía días que no respuesta, pedí a Tomás que encajara el

62
espejo en el marco y lo sujetara con que aquello significaba para mí.
unos clavitos. —¿Y qué piensan tus padres?
Parece mentira, pero dentro de —No les he dicho nada. Primero
aquella tristeza interior que sentía, quiero saber qué puedo hacer.
porque no podía olvidar la amarga Comencé las gestiones tan pronto
historia de Javier, me estaba volviendo salí de la escuela y mi primer paso lo di
un tanto frívola. Era evidente. Lo que me muy alto. Llamé directamente a Martín
extrañaba es que nadie lo notara; al Lecumberri, futuro suegro de mi
menos no me lo dijeron, y eso que yo me hermana, que estaba muy introducido en
encontraba favorecida. el mundo de la enseñanza. Me atendió
Pero nada... ¡Que nadie en el simpatiquísimo.
pueblo se fijó en que yo me había —¿Que si una alumna tuya puede
cambiado de lado la raya del pelo! presentarse a cuatro cursos de
DE TODAS formas, tuve que bachillerato y reválida en la primera
olvidar pronto mi coquetería porque se convocatoria? No es muy corriente, pero
me presentó el primer gran problema en no creo que haya ninguna ley que lo
la escuela. prohíba, si ella se atreve; pero el caso
Acababa de llegar con el propósito es que aunque aún no se han celebrado
de preparar dibujos para los más los exámenes para los alumnos por
pequeños, cuando se abrió de nuevo la libre, ya hace tiempo que se ha cerrado
puerta y entró Teresa Iparraguirre. Hacía la matrícula. Tendrá que esperar a los de
ya días que había empezado el curso y junio.
era la primera vez que venía. Mi voz debió sonar tan
—Mi padre dice que tengo que consternada, que él notó mi angustia.
dejar la escuela. —Bueno... Pues el caso es... ¿Se
—Lo siento mucho, Teresa. Pero, trata de alguna alumna muy especial?
en fin, ya tienes catorce años. Lo único —Claro que sí... No espero que
que quiero pedirte es que estudies, haga ahora nada por encima de cualquier
aunque sea un rato cada noche. Te daré otra chica de su edad, pero lo
libros, y además puedes venir a mi casa extraordinario es que hace un año estaba
siempre que quieras que te ayude o te muy por debajo y estoy segura de que
explique algo. seguirá superándose de una forma
Se me rompía el corazón, porque excepcional. Si lo deja, aparte de que
Teresa en poco tiempo había hecho un me temo que encuentre serias
avance espectacular, pasando a ser mi dificultades para seguir estudiando,
mejor alumna; y yo sabía que le sería sería perder un año.
imposible estudiar sin ir a la escuela. —Ya... Mira, voy a solucionarlo...
Pero ella me miró de una forma La voy a matricular mañana mismo.
rara. La encontré diferente, no sé por Dame sus datos y mándame rápidamente
qué. las fotos y los documentos. Pero no se lo
—Es que quiero seguir estudiando cuentes a nadie, ¿eh? Y recuerda que la
—dijo con determinación—. Tiene que chica tiene que estar aquí el lunes que
ayudarme. viene.
Sentí como si el cielo se abriera Nunca en la vida me he sentido tan
ante mí. ¡La primera! Aquella niña de agradecida. Corrí a contárselo a Teresa.
cara delgada, ojos claros y apretadas —Hoy mismo se lo diré a mi padre —
trenzas negras, no podía imaginarse lo me dijo. Pero me pareció que tenía

63
miedo. primeros exámenes que, después de
Volvió al otro día. Había llorado y todo, eran sólo el primer paso. Yo tenía
parecía desalentada. dos abrigos y le podía regalar uno. Y
—No quiere que vaya. Todavía no también un vestido. Y un jersey si lo
ha empezado a sembrar y me necesita. necesitaba.
—Yo hablaré con él. Estoy segura —¡No! —tronó amenazador.
de que lo convenceré —dije con una Él no quería limosnas. Él tenía su
seguridad que en modo alguno sentía. trabajo. Trabajo pobre, pero honrado.
¡Pues menudo genio tenía Joaquín No necesitaba caridad de nadie. Cada
Iparraguirre! ¡Que me lo dijeran a mí el uno debe pacer donde nace y la vida de
día que le destrocé los avellanos! su hija estaba irremisiblemente en el
Y no. No lo convencí. Creo que pueblo. Tenía ya edad para ganarse el
incluso fue peor. Estoy segura de que yo corrusco y las tierras del padre se lo
no le caía bien y no solamente por lo de darían. Así que lo mejor que podía
los maltrechos avellanos. Me acusó de hacer yo era ocuparme de mis asuntos y
haber llenado de pájaros las cabezas de dejarles en paz.
sus hijas con las dichosas lecturas. Me dedicó una galantería que
—Pasatiempos de ricos —censuró jamás había tenido conmigo. Me abrió la
—. Nosotros somos pobres y éstas puerta para que me fuera.
saben que no pueden pretender estudios. SALÍ de aquella casa
La chica ha ido hasta ahora a la escuela descorazonada, pero pensando en que
y es todo lo que yo puedo darle. No le aún se podía hacer algo. Busqué a don
llene usted la cabeza con sueños locos, José Mari.
que ya tiene edad de trabajar y la madre —Usted tiene influencia con
la necesita. Joaquín —le dije esperanzada—.
Teresa, sentada en una silla de la Háblele, dígale lo que sea, pero
cocina y con la cara oculta entre las convénzalo para que su hija estudie.
manos, lloraba silenciosamente. Su Después de lo que hizo en la escuela el
madre la miraba tristemente y luego se último trimestre del curso pasado, estoy
encaró con el marido: convencida de que merecerá la pena
—Joaquín... Yo creo que podría cualquier esfuerzo que se haga.
arreglarme sin ella. Déjala que siga Me prometió hablar con él.
estudiando. Pero la respuesta volvió a ser
—¿Y la siembra, qué? Y el dinero negativa. —Jamás he tropezado con un
que se necesitaría para mandar a la hombre tan cabezón. La madre y la hija
chica a Pamplona, ¿de dónde saldría? han terminado llorando. Y el caso es que
Ya oyes lo que dice la maestra, que si no parece imposible que cambie de
quiere seguir estudiando ya no basta con parecer. Si no estuviera por medio la
la escuela, tendría que salir del pueblo, siembra... Si tuviéramos un poco más de
ir a Pamplona. Allá necesitará posada, y tiempo... Estoy seguro de que es el
eso se paga. Y la ropa... Porque la chica trabajo lo único que le apura.
no tiene abrigo. Ayer mismo lo dijiste, ¡Qué amanecer dominical tan triste!
¿no? ¿Te gustaría que tu hija saliese de ¿Por qué nadie se daba cuenta en la
casa sin abrigo? iglesia de los ojos enrojecidos de
Yo seguía insistiendo. Teresa y de su madre? Yo no hacía más
Encontraríamos una solución para el que sonarme y Joaquín cantaba mucho
hospedaje si Teresa aprobaba aquellos más alto que otras veces, como si

64
quisiera demostrarnos que él, y nadie costaba trabajo arrastrar los pies y tuve
más que él, tenía la razón. que sentarme en el banco, junto al
La misa terminó y todos fueron lavadero.
saliendo de la iglesia, pero yo no los —¿Estaré enferma? —pensé
seguí. Llevaba mucho rato intentando sintiéndome mareada. Y me quedé allí
contener las lágrimas y ya no podía más. muy quieta no sé cuanto tiempo.
Después de tanta ilusión, de tanto Unos gritos me hicieron abrir los
esfuerzo, ahora... ojos. Teresa venía corriendo hacia mí.
Tenía ya el pañuelo tan mojado que Agitaba los brazos alborozada.
me tuve que limpiar las lágrimas con la —¡Voy a estudiar! ¡Voy a estudiar!
manga de la chaqueta. Al moverme me —gritaba—. ¡Mi padre me deja! No
pareció que alguien se había arrodillado podía creerlo.
a mi lado y sentí un agradable aroma a —¡Es verdad, es verdad! ¡Puedo ir!
campo. No, a campo, no; a semillas de —¿Pero qué es lo que ha hecho
hinojo. cambiar de opinión a tu padre?
¿Hinojo? Algo rarísimo. El de Casa Arive
Abrí los ojos inmediatamente. había ido a su casa. Había entrado en el
—¿Qué te pasa? —me preguntó establo donde su padre ordeñaba la vaca
Javier en voz baja. y le había dicho:
Hablé atropelladamente: —He oído que su chica quiere irse
—Es por Teresa Iparraguirre —le a estudiar y que usted no la deja porque
dije—. Ella quiere estudiar y su padre le urge sembrar. Yo puedo hacerlo en
no le deja. Dice que tiene mucho tres o cuatro días con mi máquina. ¿Qué
trabajo, que todos están terminando ya decide?
de sembrar y que él todavía no ha Y el padre dijo que sí.
empezado... Necesita a las chicas... Y Era orgulloso, tenía mal genio, le
ella es la mayor de las cuatro agobiaba el trabajo, pero era un buen
hermanas... Ha estudiado tanto... Se ha padre y no podía menos que sentir dolor
matado, pero total para nada. ante la pena de su hija y el silencio
El pañuelo ya no servía gran cosa, amargo de su mujer.
pero, a pesar de todo, me soné. Empezamos rápidamente los
En la iglesia había un armonio. preparativos. Mi madre la tendría en
Viejo y destartalado como casi todo el casa los diez días que pasara en
pueblo y Javier se había acercado a él. Pamplona para estos primeros exámenes
Y de pronto aquel trasto que nadie y después, si aprobaba... Si aprobaba...
tocaba nunca empezó a sonar. ¡Y de qué ¡La tía Mariana!
manera! ¿Sería posible que de una cosa ¿Pero cómo pude olvidar yo a una
así pudiera salir algo tan maravilloso? mujer tan estupenda?
Me quedé con la boca abierta y las Teresa podía vivir en su casa y
lágrimas se me fueron secando sin ayudarle en las faenas domésticas. En
darme cuenta. ese caso haría el bachillerato nocturno,
Pero el sueño cesó como había, y yo estaba segura de que viviendo con
empezado. La iglesia quedó en silencio mi tía, le quedaría tiempo por las tardes
y yo me vi repentinamente sola. Javier para estudiar. Muchas compañeras mías
se había ido. habían resuelto de esa forma su
SALÍ yo también despacio y bajé el hospedaje, y sería una buena solución
sendero como si estuviera dormida. Me para mi alumna, porque además ganaría

65
algún dinero para poder pagarse los todo el mundo hablaba mal de Javier;
estudios y sus pequeños gastos. sus esfuerzos por cambiar el sistema de
La verdad es que Teresa sólo tenía trabajo en el campo habían sido
catorce años, pero tenía también esa acogidos con desconfianza, peor aún,
innata madurez que da a las chicas de con hostilidad. Había sido acusado de
pueblo el contacto con el más duro querer beneficiarse del esfuerzo común
trabajo desde la infancia. Así que llamé y, sin embargo, ahora era Joaquín
inmediatamente a mi tía. Iparraguirre quien salía malparado en
En seguida llegamos a un acuerdo. las críticas.
El plan le parecía estupendo y además —También ése... Ya se necesita
llegaba en un buen momento. Aquella atrevimiento, ir ahora a pedirle que le
asistenta que tenía por horas le había ayude, después de lo que le hizo antes
hecho algo monstruoso: había con la viña —oí que decía Isaías. Yo
decapitado con el plumero a San estaba dentro de la casa, pero como la
Esteban. Pero no era eso lo que le dolía, ventana era de la planta baja, me asomé
ya que una cosa así le puede ocurrir a provista de una jarra de agua para regar
cualquiera. Lo terrible fue que la cruel los tiestos.
iconoclasta, creyéndose sola en la Pello, Tomás, Isaías y otros dos
estancia, había dicho en voz alta: "¡Uno hombres del pueblo estaban sentados en
menos!" ¿No era indignante? el banco, con sendos vasos de vino en la
Tan pronto colgó el teléfono, corrí mano.
a casa de los Iparraguirre a darles la —¿Qué pasó con la viña? —
noticia. pregunté, aunque nadie me invitaba a
La madre respiró aliviada cuando conversar.
le dije que su hija caía en tan buenas —Pues nada, que ese Arive había
manos. Lo del rezo del rosario le ido juntando tierras allá arriba, detrás
pareció lo mejor. Joaquín asintió en de su casa. Cambiaba, compraba,
silencio y Teresa me preguntó vendía, qué sé yo... Antes estuvo en el
preocupada si creía que ella sabría extranjero y decía que allá las haciendas
hacer las cosas a gusto de mi tía. eran grandes y que se trabajaba mejor
—Tú mantén libre de polvo a San así. Que si era perder el tiempo segar
Martín de Forres y procura que no se hoy aquí y mañana allá... Bueno, ¡vaya
apague la lamparita de la Virgen del usted a saber por qué lo hacía...! Pues
Carmen. Lo demás será para ti coser y Joaquín tiene allá una pieza, la viña que
cantar. le decimos, y que vino a quedar dentro
El padre levantó la cabeza cuando de las tierras de Arive. Parece ser que
ya me iba: tenía mucho empeño en comprarla o
—No se olvide del abrigo —me cambiarla por otra, porque si no tenía
dijo en un susurro. que segar mucho camino a mano para
Yo asentí. Aquel día no me abrió la poder meter la máquina, porque él
puerta y yo me sentí feliz. compró máquinas modernas, ¿sabe?
EN UN lugar como Beirechea, las Pero Joaquín nunca quiso y eso que,
noticias corren como el viento y la de como le viene lejos, nunca la siembra.
que Arive estaba sembrando con su Pero nada, que no quiere soltarla, y mire
máquina las tierras de los Iparraguirre que el otro le hizo buenas ofertas...
cayó como una bomba. Me retiré de la ventana triste... ¿Y
Pero lo que son las cosas: antes Javier había olvidado todo aquello para

66
ir a ayudarle? destartalado autobús, apareció también
Los hombres seguían hablando. Me don José Mari, que no quería perderse
pareció que más que repentino afecto la despedida.
por Javier, sentían una envidia casi —Este es tu primer fruto, Muriel
infantil de Joaquín Iparraguirre, que —me dijo—. Quizá dentro de poco
había sembrado trigo, centeno, maíz, tiempo sólo quedemos aquí el médico,
cebada y no sé cuántas cosas más, y que la maestra y el cura, que somos los
habiendo empezado más tarde que ellos forasteros.
iba a terminar antes. Y sobre todo, —Quisiera que dentro de poco, el
porque lo estaba haciendo con una médico, el cura y la maestra fueran
sembradora. beirechetarras —le contesté.
SUBÍ a mi habitación. Llevaba Sonrió. Parecía muy contento.
unos días desasosegada y no era sólo —¿Tienes alguna otra tía? —me
por Teresa. Es curioso, pero en ningún preguntó de pronto.
momento pensé que podía suspender. Me —No. ¿Por qué?
sentía muy segura de ella. —Me parece que tendremos que ir
Es que no veía a Javier y me buscándolas, porque pronto las vamos a
hubiera gustado darle las gracias. No necesitar. Mira a las hermanas.
cesaba de pensar en nuestro encuentro Lo hice así. Mercedes, María y
en la iglesia, lugar en donde no esperaba Regina Iparraguirre contemplaban a
verlo, ni en aquel inolvidable momento Teresa con una mezcla de orgullo y
en que hizo sonar, revivir, el viejo envidia.
armonio, casi sin darse cuenta. Yo sabía Las tres tenían el rostro delgado,
que estaba muy ocupado sembrando con idénticas trenzas negras, iguales ojos
Joaquín, pero deseaba con toda mi alma verdes claros y el mismo mentón
verlo, hablar con él, aunque sólo fuera voluntarioso.
un momento. Sí. Don José Mari tenía razón.
El regreso de Teresa me obligó a Estaba segura de que al año próximo
dejar de lado mis preocupaciones. Venía sería Mercedes quien se iría a estudiar y
radiante, con un notable. Se había la seguiría María y, más tarde, Regina...
matriculado ya para continuar en el ¿Por qué precisamente ellas, que
Instituto y quería volver a Pamplona jamás habían recibido aliento en su casa
enseguida. para ello?
No le importó hacerlo en el primer Volví a casa despacio, contenta...
día de las fiestas del pueblo, con lo que Sentía mucho que Javier no supiera
éstas gustan a las chicas. No quería que, gracias a él, Teresa seguiría
perder un solo día de clase. estudiando... Me gustaría tanto
Su madre, sus hermanas, sus amigas decírselo, contarle lo contenta que se
y yo la acompañamos al autobús. había ido, la ilusión que tenía...
El padre la había despedido en Tal vez yo debería ir...
casa con un abrazo, ocultando No sé cómo brotó esa idea en mí.
malamente su emoción. Quería verle para que supiera lo
—Estudia mucho, hija —le dijo agradecida que estaba, y si él no venía
con tono de orgullo en la voz—, y al pueblo, yo sabía donde vivía. Hoy era
escribe pronto. Cuando vaya a Pamplona fiesta, no trabajaría y, sin duda alguna,
me acercaré a Villava para verte. lo podría encontrar.
A punto ya de arrancar el Alargué el paso. Era ya media

67
mañana y lucía un sol débil, pero yo sentí el impulso de marcharme antes
agradable. Las hojas secas crujían de que me viera.
cuando las pisaba y olían Pero ya era tarde. Él estaba allí, en
deliciosamente a otoño. Un bosque de el primer tramo de la escalera. Bajaba
castaños me hizo pensar en que podía ir deprisa, abrochándose los puños de la
el domingo con los escálanos a coger camisa.
unos cuantos sacos de castañas. Alguien No esperaba encontrarme allí,
nos las vendería en el mercado y desde luego. Se quedó parado en el
compraríamos más libros. Habíamos primer escalón, mirándome un momento.
vendido ya setas de mayo, pacharanes, —Muriel —dijo solamente. Y mi
té de monte, berros y hasta una docena nombre me pareció bonito.
de palomas que nos regaló Miguel —He venido a darte las gracias.
después de la pasa. HE DICHO que nada había
La casa seguía allí, más bella que cambiado en la casa, pero me he
nunca, entre los árboles de hojas equivocado. Había cambiado él. Lo noté
amarillas. No sé por qué, pero de pronto cuando vi que sus ojos se fijaban en los
había sentido miedo de que ya no calcetines del arca. Se acercó a ella
estuviera. dando unos pasos de espalda y,
La puerta estaba abierta, pero creyendo sin duda que yo no me daba
llamé. cuenta, los cogió con rapidez y los
Llamé y, como aquel día, nadie me ocultó en el bolsillo trasero de su
respondió. pantalón.
Esperé un momento y por fin me Aquel gesto con el que me quería
decidí a entrar. ocultar el desorden de su casa me
Nada había cambiado, como no conmovió.
fuera que los membrillos eran ahora —¿Las gracias? —me preguntó al
olorosas manzanas rojas. La puerta del fin.
fondo, también abierta, dejaba ver aquel —Sí. Gracias a ti, una chica de mi
prado de frutales, y el suelo alfombrado escuela estudiará, y yo estoy tan contenta
de hojas de color dorado lo hacía tan que no sé cómo decírtelo... ¿Por qué lo
bello que casi, casi, contuve la hiciste?
respiración, por miedo a que algo de —No sé. Seguramente porque
aquel lugar se estropeara. pensé que en ese momento sólo yo podía
En el arca de la entrada había unos hacerlo. Pero no me des las gracias, no
calcetines arrugados de color gris. Me me ha costado nada.
pregunté si no serían los mismos de —No importa lo que te haya
hacía casi un año. costado, sino lo que suponía... ¿Sabes
En el piso alto, casi sobre mi que la chica ha aprobado y va a seguir
cabeza, se oyeron unos pasos fuertes y estudiando?
yo me sentí invadida de terrible —Sí. Su padre me lo dijo ayer.
vergüenza. Me pareció que había hecho Parecía que ya no teníamos nada
mal en ir y me confesé a mí misma que más que hablar, así que me despedí para
me había impulsado más el deseo de marcharme.
volver a verlo que mi deber de darle las No había terminado de dar la
gracias por su ayuda. vuelta, cuando me detuvo.
Los pasos sonaban ya en la ancha —Espera. Voy contigo —me dijo.
escalera de madera, estaban muy cerca y Cogió uno de los tres jerseys que

68
descansaban sobre el banco y echó a felices los dos, si tú también me
andar a mi lado. quisieras...
Íbamos despacio y yo sentía pena Yo continuaba callada, mirando las
de volver al pueblo... Javier se agachó hojas del suelo, un poco aturdida.
junto al nogal y cogió dos nueces del —¿No me dices nada? —me
suelo; las partió entre sus manos y luego preguntó.
me las entregó como distraído. Después, ¡Ay, Señor! ¿Por qué siempre los
y mientras yo las comía, dio la espalda más hermosos momentos de mi vida se
al prado y se recostó en la cerca. Yo lo me tenían que estropear? ¿Por qué
imité. La casa quedaba ahora frente a aquellos instantes que yo hubiera
nosotros, semioculta por los árboles que querido eternizar tenían que acabar así?
tenían el color del otoño. En el alto —Te quiero —contesté
balcón, bajo el alero del tejado, precipitadamente, casi gritando,
colgaban grandes ristras de pimientos y apartándome a la vez de la cerca.
judías verdes, puestos a secar. —¿Qué pasa? ¿Adonde vas?
—Es bonita tu casa —dije. El la —Tengo miedo.
miró atentamente, como si se fijara en —¿Pero de qué?
ella por primera vez, y sin dejar de —Hay una vaca enorme detrás de
mirarla me contestó: nosotros. Se echó a reír.
—Sí, es bonita. Es bonita, pero —No. No hay una. Hay siete. Pero
está vacía. Calló un momento y luego ¿por qué te asustas? ¿No te parece que
continuó: deberías familiarizarte con el medio en
—Desde aquel día de enero en que que vives? ¿Por qué temer a los
tú cerraste la puerta detrás de ti, me animales, que son nuestra ayuda, a veces
pesa la soledad. Y, ¿sabes?, cada día hasta nuestro medio de vida? Anda, ven
sueño que una mujer me acompaña, y conmigo.
esa mujer tiene tus ojos, y tu cuerpo, y tu Abrió la cerca y entramos en el
voz, y tu pelo... prado.
Me quedé tan sorprendida que los Sí. Allí había siete vacas. Se me
pedazos de nuez se me cayeron entre los antojaron amenazadoras, grandísimas,
dedos y me metí las manos en los pero seguí dócilmente a Javier, que me
bolsillos de mi chaqueta de paño azul, había cogido del hombro con su brazo
para que no viera que temblaban. para animarme.
Que no siguiera, que no dijera nada Se detuvo justo ante la más terrible.
más, recuerdo que pensaba. Me sentía Sentí que se me erizaba el cabello.
avergonzada. No sabía adonde mirar. —Mírala. ¿Te parece muy temible?
—¡Cómo me gustas, Muriel! No contesté.
No. Mejor, no; que siguiera —Pues a mí me parece que no tiene
hablando, que no terminara nunca, que intención de hacerte nada. ¿Recuerdas lo
yo le escuchaba enternecida y con el que pudo pasarte aquel día, sólo por
corazón saltando dentro de mí, tener miedo?
queriendo gritar su alegría. Yo, la verdad, prefería mucho más
Y es que yo también soñaba... olvidarlo.
Soñaba que me decía esas cosas, pero —Estas son nuestras vacas, Muriel.
pensaba que eran sólo eso: sueños. Y un día llegarás a conocerlas y las
—Yo te haría feliz, estoy seguro de distinguirás de las otras, aunque ahora
que lo conseguiría. Juntos seríamos todas te parecen iguales. Mira, la que

69
está con nosotros es Paulina. ¿No es un —Creo que le ha asustado mucho
hermoso animal? Fíjate, parece que le verte conmigo. ¿Tan malo soy?
gustas. Yo diría que hasta espera una —Sólo le ha sorprendido. Creo que
caricia tuya. eres el único soltero del pueblo en quien
Lentamente saqué la mano derecha no ha pensado para casarme.
del bolsillo y la acerqué a la frente de —¿Y tú? ¿Te casarás conmigo?
Paulina. La acaricié cerrando los ojos. —Sí.
Su piel era cálida y suave. —¿No te importa vivir siempre en
La mano de Javier continuaba un pueblo?
sobre mi hombro y yo me sentía muy —Si es Beirechea, no.
bien así. —Muriel, Muriel... Me parece que
—¿Ya no estás asustada? yo no merezco tanto. ¿Es que Dios
—No. Nada. siempre da más de lo que recibe? A él le
—Entonces repítelo, pero entregaron cinco panes y dos peces y dio
despacio. de comer a cinco mil personas. Y San
—No estoy asustada —dije Juan nos dice que se saciaron y que,
lentamente, como si silabeara. después, todavía recogieron doce cestos
Se echó a reír. de pedazos... Yo pienso que eso mismo
—No, Muriel, eso no. Dime que me ha hecho con nosotros, porque también
quieres. ¿O es que ha sido ilusión mía? un día le dimos nuestros panes. Era
Dímelo otra vez, pero mirándome, como poco, como tú decías, pero era todo lo
lo haces cuando sueño. que teníamos, y lo dimos. Tú
Me volví hacia él. Tenía los ojos generosamente, porque eres así. Yo,
brillantes y me miraba como nunca nadie quizá, sólo porque te vi llorar...
me había mirado jamás. Algo había ocurrido, algo
—Te quiero —repetí—. ¿Es que no maravilloso, porque Javier conocía muy
lo notas cuando te miro? bien ese pasaje del evangelio.
No me pudo contestar. Alguien SU MANO cálida retenía la mía
pasaba cerca de nosotros leyendo en un mientras paseábamos y yo escuchaba
libro. Alguien que levantó contenta sus proyectos.
distraídamente la cabeza para saludar, Había trabajado con Joaquín
pero que, en lugar de hacerlo, exclamó a Iparraguirre y habían tenido ocasión de
media voz con la mayor de las hablar mucho y le había gustado hacerlo.
sorpresas: ¿Sabía yo que ese hombre que siempre
—¡Rediez! se había negado a vender o cambiar su
Y luego, en voz alta, como viña, se la ofrecía ahora en las
indiferente, añadió: condiciones que él quisiera poner?
—¡Buenos días! Estaban ahora pensando en unir sus
—¡Adiós! —contestamos nosotros. fuerzas para el trabajo. Era extraño,
Don José Mari siguió su paseo, pero aún pero Joaquín, sin que él pudiera
se le pudo oír murmurar en voz baja: explicarse por qué, tenía ahora las
—¡Rediez, rediez...! mismas ideas que él en lo referente a la
Y hasta estuvo a punto de tropezar concentración parcelaria, a la
con una piedra del camino por tratar de planificación del campo, a la
mirar de reojo, como si quisiera comercialización directa de los
convencerse de que efectivamente productos. Incluso había hablado con
aquella pareja éramos nosotros. otros vecinos del pueblo y creía que

70
alguien más se uniría a ellos. Estaba mujer ha de ser recia y colorada.
contento y asombrado. Y entonces empezaron a hablar de
—Juraría que se expresaba leyendo que Santiago estaba haciendo casa
mis pensamientos —dijo. nueva.
Yo bajé la cabeza y me miré Sólo cuando ya me iba, don José
pensativa los zapatos. Mari, dirigiéndose a todos, dijo:
Joaquín Iparraguirre, lejos de —¿Sabéis que a nuestra Muriel ya
mencionar sus maltrechos avellanos, no le asustan las vacas?
había escuchado mis palabras, en las —Yo no estaría tan segura... —
que yo vertía todas aquellas ideas de contesté sin ponerme colorada ni nada
Javier, cuando reprochaba a los —. Me temo que a lo mejor sólo
labradores su falta de arranque y de depende de la compañía...
unión para hacer el campo más Todavía me quedé unos instantes en
próspero. la entrada, escuchando junto a la puerta
Parece mentira..., ¡pero si yo no de la cocina para ver si hacían algún
distinguía la veza de la alfalfa...! otro comentario. Pero no. El partido era
No regresé a casa hasta la hora de mucho más interesante.
cenar, ya que Javier y yo comimos juntos Subí, pues, a mi habitación y abrí
en la Venta. Entré cuando ya todos se el balcón.
habían sentado a la mesa. Pensé que don Pensé que allá lejos, detrás de
José Mari ya les habría contado nuestro aquellos árboles, Javier estaría ahora
encuentro, y que ahora empezarían las cenando solo, pero que un día no muy
bromas, pero no fue así. lejano yo iría a acompañarle y no nos
Se veía que el partido de pelota separaríamos jamás.
entre Txomin y Fermín haría historia. Yo Al día siguiente nos levantaríamos
los escuchaba distraída, comiendo la muy temprano. La Viña, abonada y bien
verdura y sin comprender cómo de un preparada, nos esperaba, porque íbamos
partido que había durado un par de a sembrarla por primera vez y lo
horas se podía sacar tanto tema de haríamos los dos juntos, y a voleo.
conversación. Sólo se interrumpieron Sembraríamos cebada con nuestras
cuando Tomás pidió más pan y, después, manos. Sí, cebada, porque de cebada
cuando don José Mari me preguntó de eran los cinco panes que Cristo
sopetón los años que tenía. multiplicó y queríamos que esa tierra
—Pues, aunque aquí la afición me nos recordara siempre que todos
encuentre algo esmirriada, ya he tenemos algo que podemos dar, aunque
cumplido los veintidós. ese algo sea tan sólo unos insignificantes
Tuve que explicar el porqué de panes de cebada.
esmirriada, y cuando aclaré que fue el El cielo estaba lleno de estrellas,
primer comentario que sobre mí se hizo la noche era hermosa y tranquila. Hasta
en la casa, comentario que yo oí desde mí llegaba amortiguada la música del
mi habitación, Pello se quedó un poco txistu y del tamboril que sonaban en la
avergonzado y casi, casi pensé que me plaza...
iba a pedir perdón. Pero no lo hizo. Era Un vientecillo juguetón me
demasiado tímido. despeinó y lanzó un mechón de pelo
El cura, en cambio, se rió mucho. sobre mi cara.
—Son aldeanos —dijo bromista—. Aspiré hondo, profundamente
Les falta refinamiento. Para éstos, la extasiada.

71
Mi cabello tenía hoy el aroma de
las semillas de hinojo, el olor del campo
que tanto amaba.
Y me sentí feliz porque acababa de
comprender que el pueblo me había
aceptado, que yo formaba ya para
siempre parte de él.

- - -FIN - - -

Universidad de San Carlos de


Guatemala
USAC
Centro Universitario del Norte
CUNOR
Licda. Maritza Soehy Morales Suruy
Copy©Right 2016
Modificado por A.F. Ch. R.

72

También podría gustarte