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Planta: bienal, a veces vivaz de tallo reducido a una plataforma que da lugar por debajo a
numerosas raíces y encima a hojas, cuya base carnosa e hinchada constituye el bulbo.
Bulbo: está formado por numerosas capas gruesas y carnosas al interior, que realizan las
funciones de reserva de sustancias nutritivas necesarias para la alimentación de los brotes y
están recubiertas de membranas secas, delgadas y transparentes, que son base de las
hojas. La sección longitudinal muestra un eje caulinar llamado corma, siendo cónico y
provisto en la base de raíces fasciculadas.
Sistema radicular: es fasciculado, corto y poco ramificado; siendo las raíces blancas,
espesas y simples.
Tallo: el tallo que sostiene la inflorescencia es derecho, de 80 a 150 cm de altura, hueco, con
inflamiento ventrudo en su mitad inferior.
Hojas: envainadoras, alargadas, fistulosas y puntiagudas en su parte libre.
Flores: hermafroditas, pequeñas, verdosas, blancas o violáceas, que se agrupan en
umbelas.
Fruto: es una cápsula con tres caras, de ángulos redondeados, que contienen las semillas,
las cuales son de color negro, angulosas, aplastadas y de superficie rugosa.
Caña de zaucar
Café
El café es una de las bebidas más populares en el mundo entero. Su capacidad estimulante,
su aroma intenso, su sabor tostado. En definitivas cuentas, todo lo que lo rodea, un auténtico
placer sensorial. Pero, ¿cómo llega el café ese que estás bebiendo a tu mesa? Son varios
los procesos que se ponen en práctica para tal fin y los puedes conocer en este artículo.
En primer lugar, se recoge el fruto del café, que en esa instancia aún parece una especie
de cereza o baya. Parece mentira que de eso luego saldrá una de las más humeantes y
deliciosas bebidas que existen. Cuando toman un color rojizo o amarillento, los granos
están en el punto exacto de ser recogidos.
En ese mismo momento en que se recoleta el fruto, se procede a realizar lo que se
conoce habitualmente como el despulpado. Ahí, se separa el fruto carnoso del grano
propiamente dicho.
Aguacate
La reproducción de aguacate se puede desarrollar mediante semilla o por injertos, este último es el
sistema recomendado para las variedades comerciales, debido a la obtención de un arbolado y fruto de
calidad, así como tamaño uniforme.
El cultivo del aguacate está ligado desde su origen a climas templados o cálidos, con plantaciones
vinculadas a grandes alturas que pueden rondar los 800-2.500 m.s.n.m. (habituales en Centro y
Sudamérica), evitando así ciertas plagas que afectan a este árbol, en concreto a sus raíces.
Las temperaturas condicionan el cultivo de las diferentes razas o variedades de aguacate, existiendo
algunas, como la mejicana, más resistente al frío. Las precipitaciones deben rondar los 1.200 mm
anuales, distribuidos a lo largo de todo el año, evitando sequías prolongadas o excesos de agua durante
la floración y fructificación, ya que debilitan los árboles provocando respectivamente la caída de hojas
o frutos.
El terreno donde se realicen las plantaciones quedará protegido del viento, impidiendo la rotura de
sus ramas o caída de flores, hojas y frutos.
El sustrato deberá contener una textura ligera, con buen drenaje y pH neutro, aunque también se
desarrolla en suelos arcillosos o franco arcillosos que no contengan altos índices de humedad, ya que
puede afectar de forma negativa a las raíces.
La recolección se lleva a cabo a mano (se trata de un fruto muy delicado) cinco años después de
haber sido injertado el árbol, aumentando el número de frutos recogidos en los años sucesivos (tras 10
años algunas variedades pueden ofrecer cerca de 1.00-1.500 ejemplares por recolección). En la región
mediterránea los aguacates están listos para su recolección los meses comprendidos entre noviembre y
marzo.
El componente principal del aguacate es el agua, seguido por las grasas (el 72% de ácido oleico), lo
que hace de este alimento un producto con elevado valor calórico (tan sólo superado entre las frutas por
el coco).