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Consume o muere

Comentario de la película Canning, I & Sherman, E. (productores) y McQueen, S.


(director). (2011). Shame. [cinta cinematográfica]. Reino Unido: UK Film Council, Film4,
See-Saw Films & HanWay Films.

“Elige una vida, elige un empleo, elige una carrera, una familia, una maldita TV
grande, elige lavarropas, autos, CDs y abrelatas electrónicos, elige la buena
salud y el colesterol bajo, seguro dental, elige las hipotecas a plazo fijo, elige
una primera casa, elige a tus amigos, elige la ropa informal, elige un traje de
tres piezas comprado en cuotas, y pregúntate quién mierda eres un domingo
temprano, elige sentarte en el sofá o mirar programas estupidizantes mientras
comes comida chatarra, elige pudrirte en un hogar miserable siendo una
vergüenza para los malcriados que has creado para reemplazarte. Elige tu
futuro, elige la vida. ¿Por qué querría eso? Elijo no elegir la vida, elijo otra
cosa. ¿Las razones? No hay razones. ¿Quién las necesita si hay heroína? ”
Bien es sabido que, a la mayoría de nuestras acciones, por no decir que a todas, le podemos
encontrar su causa en el devenir de las asociaciones lingüísticas que podemos hacer, pues el
lenguaje como marca indeleble del Otro surca nuestra alma, nuestro cuerpo, en suma
nuestro inconciente; así, incluso al sinsentido del actual consumo le podemos encontrar
sentido no para el sujeto plural, pero sí para el sujeto singular, esto a través de la historia
que ha tejido a lo largo de su existencia desde su inmersión en la cultura.
Ahora este sinsentido que se expresa en el filme es ubicado por Lipovetsky (como
se citó en Paragis, 2016) como una fractura, ya que antes del posmodernismo el consumo se
encontraba ligado a un sentido, ideal de libertad. Sin embargo, con el posmodernismo los
ideales caen, es así como dicho desencanto con respecto a la sociedad lleva al
hiperindividualismo, de manera que como dice Paragis (2016), Bedoya y () Lorey (), las
relaciones sociales se rompen pasando así a conexiones entre los sujetos, de manera que cae
el ideal del otro () que permitiera enfrentar los avatares de la existencia, por lo cual el sujeto
muerde la carnada del consumo, en este caso del consumo de heroína para disolver en esta
manera sus miserias, su desolación.
Así, la droga, la adicción se convierte en una heroína que salva a los sujetos y les
permite ir más allá de la realidad conquistada sin importar el costo de “duda, incertidumbre,
ausencia de garantías y de esperanza” (Paraguis, 2016, párr. …) que habría de pagarse,
pues, no podría ser peor que una vida resumida “en una lista de objetos y mandatos a
cumplir […] como la salud, la prevención, el equilibrio, etc.” (Paraguis, 2016, párr. …).
Esta representación de nuestra sociedad nos muestra, entonces, cómo nos hemos
deslumbrado ante lo efímero de un objeto, de una sensación, mercantilizada, por cierto.
Basta con traer a colación nuevamente lo dicho por el protagonista de este filme, “piensa en
tu mejor orgasmo, multiplícalo por mil y aun así no estarás cerca”, para ver como por
medio del acting (drogadicción) se busca una respuesta desesperada de la realidad que nos
consume, de manera que lo simbólico cesa de operar y se prefiere la relación con sí mismo
antes que la relación con el otro o bien la relación mediada por la droga (Paraguis, 2016).
Lo trabajado abre otras vías para pensar la drogadicción sea cual sea su naturaleza,
pues si nos servimos de una sentencia de Lacan no existirían el adicto, sino los adictos, en
tanto tendríamos que ver como cada sujeto se las arregla con su goce, ya que la diversión,
el desenfreno y el frenesí que permite la droga solamente terminaría siendo en una mordaza
que habla, actúa y, en definitiva, vive por el adicto, quedando así como pregunta, ¿qué es
aquello que define una adicción sea esta última socialmente aceptada o no?

http://consulta-psicologica.com/blog/item/10-trainspotting-1996.html

http://www.eticaycine.org/Trainspotting-Tiempos-violentos

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