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La ciencia forense de manera empírica existe desde hace siglos, como se recordará al Rey Salomón
y su juicio sobre la filiación de un niño al que reclamaban “dos madres” como el primer ejemplo de
la ciencia forense en acción, cuando el rey pidió una espada y ofreció cortar en dos al niño para
dar una mitad a cada una de las demandantes; la verdadera madre prefirió dejar al niño vivo a su
rival antes que hacer sufrir tal destino, lo que reveló a Salomón sus verdaderos sentimientos.
Salomón, famoso por su sabiduría, mostraba de este modo su conocimiento de la mente y las
motivaciones de un criminal. (Psicología Forense).
Los cirujanos Herófilo y Erasístrato de Alejandría que vivieron en el siglo III a JC llevaron a cabo la
primera autopsia o examen “post mortem” de un cadáver, realizando disecciones para el estudio
de la enfermedad, pero no parece que aplicaran el principio al examen de las víctimas de
asesinatos.
Mondino dei Liucci de Roma, en 1312 cuando la Iglesia se oponía enérgicamente a la disección
anatómica, se arriesgó a ser perseguido y se le atribuye haber realizado la primera autopsia
pública de un cadáver humano.
Andreas Vesalius en 1543 publica su obra “Humani Corporis Fabrica”, este tratado sobre la
estructura del cuerpo humano, magníficamente ilustrado, ha sido reconocido con justicia como el
fundamento de la medicina moderna.
El nacimiento de la investigación científica del crimen tuvo un prólogo y es por ejemplo, que en
Inglaterra en el año 1348, un año antes de que la peste negra alcanzara este país, literalmente
hubo un estado de guerra entre el “crimen organizado” y el resto de la sociedad, donde bandas
de bandoleros se paseaban públicamente, asaltaban las casas aisladas y las incendiaban,
secuestraban a los propietarios y pedían rescate por ellos, acechaban y asesinaban a los viajeros,
asaltaban ciudades donde se celebraban ferias, invadían tierras y se llevaban los animales, granos
y madera, eran tiempos en los que nadie podía sentirse seguro y no había mucho lugar para la
investigación científica cuando el crimen eran tan corriente y tan brutal. La condición previa para
la investigación científica, es una sociedad que acate la ley, en la que la principal preocupación
del criminal sea la de no ser descubierto y en la que un sospechoso inocente no sea culpado y
castigado injustamente.
En la larga batalla entre la civilización y el crimen, porque a esto es lo que realmente equivale y no
simplemente una batalla ente el criminal y la ley, es necesario considerar las obras de insignes
investigadores que se ubican como precursores de la disciplina criminalística tales como:
El francés Ambroise Paré, siglo XVI, a quien se le atribuye la paternidad de la Medicina Legal,
como ciencia precursora de la Criminalística, este médico, hizo un estudio detallado de los órganos
vitales de las víctimas de asesinatos (corazón, hígado, pulmones y demás) y proporcionó una
detallada descripción de los pulmones de niños asfixiados; también describió diversos crímenes
sexuales y sus efectos visibles, publicó en 1560 sus estudios sobre “Heridas con Armas de Fuego”.
Fortunato Fidelis de Palermo, siglo XVI, dedicó gran parte de sus investigaciones a los casos de
personas ahogadas y los detalló en largas notas.
Paolo Zacchia, de Roma, continuador de Paré, estudió superficial pero más ampliamente la
observación de las heridas de bala, cortes de cuchillo, diversas clases de asfixia, abortos e
infanticidios, suicidio como diferente forma de homicidio y los efectos de ciertas aberraciones
mentales. En 1643 editó su obra titulada "Cuestiones Médico Legales"
El italiano Gospi con su obra el "Juez Criminalista" “Il Giudice Criminalista”, impreso en Florencia
en 1643, nos demuestra un verdadero tratado de Policía Científica, aunque con omisiones,
errores y preocupaciones propias de la época.
El cirujano Giovanni Morgagni, siglo XVI, inició el sistema de describir detalladamente durante un
examen post mortem lo que veía a simple vista, por lo que fue considerado como el “Padre de la
Patología Moderna”
El cirujano danés Thomas Bartholinus, concibió lo que debía ser la “primera prueba científica de
la medicina forense”, anunció que el único sistema de decir si un niño había nacido vivo o no, era
examinar si los pulmones contenían aire; si el niño había respirado era que había nacido vivo y el
cadáver debía ser examinado con atención.
El Dr. Boucher, otro estudioso y precursor de la criminalística quien en 1753 se ocupó de la
Balística Forense
Marcelo Malpighi, Ruysh y Albinus hacia la segunda mitad del sigo XVII realizaron estudios de las
crestas papilares observando dibujos en forma de espiral y remolinos, reconociendo otros
parecidos en las palmas de las manos y plantas de los pies.
En 1810, Henri, Jefe de la recién fundada Sureté de Francia, enfrentado con una gran ola de
criminalidad, concibe el genial plan de nombrar a un osado criminal Eugene Vidoq, su brazo
derecho, quien enseñó a la policía a ponerse en el lugar del criminal y a seguir su pista mediante el
uso de la inteligencia en lugar de andar tras él, aunque en muchos casos ambas cosas eran
inseparables, también enseñó a memorizar las características morfológicas de los rostros y otras
partes del cuerpo de los criminales para poder reconocerlos inmediatamente.
En 1829, Huschke, continúa los trabajos de Purkinje y descubre los deltas, a los que denomina
“Triángulos” (Triángulorum tori tactus)
En 1862, el británico Sir William Hershel fue encargado de pagar pensiones de los fondos del
gobierno a los bengalíes que se habían retirado del ejército indio, quien al encontrar dificultades
de distinción en las facciones de un viejo cipayo de las de otro descubrió que estaba siendo
timado, por lo que recurrió al uso de las huellas dactilares al imprimir con un tampón de sello de
goma, corriendo la voz de que no había dos huellas iguales acabó con el fraude.
César Lombroso que en 1864 propugna el método antropológico como medio de descubrir al
delincuente
El profesor cirujano Alexander Lacassagne, francés, sirvió como cirujano del ejército en el norte de
Africa, Argelia, se sometieron a su atención profesional muchas heridas de bala, fijándose en el
tamaño, forma y aspecto de éstas y otras heridas, publicando los resultados de sus experiencias en
1878 en su obra “Précis de Medicine”, como Profesor en la cátedra de Medicina Forense en la
Universidad de Lyon, siguió aportando conocimientos médico legales como los métodos para
establecer el momento de la muerte y determinar si una persona estaba verdaderamente muerta.
Nunca dio cosa alguna por supuesta y es suya la frase “Hay que aprender a dudar”.
Henry Faulds, en 1879 en Tokio, se convierte en el primer hombre que resolvió un crimen en lo
que él llamó “dactilografía”: “Escritura de los dedos” al determinar la inocencia de un sospechoso
de robo, por comparación de la impresión dactilar de éste, con la huella dactilar latente dejada en
la cerca de un jardín de una casa en Tokio, por donde había trepado el autor para robar. Después
fue detenido un segundo sospechoso que confesó el delito. Sus huellas encajaban exactamente
con las dejadas en la cerca.
Alexander Lacassagne, estudió el “tatuaje”, el tamaño, forma y aspecto de las heridas de bala y
otras heridas, escribió sus experiencias en “Précis de Médecine” en 1878, creó la cátedra de
Medicina Forense en la Universidad de Lyon, contribuyó con los conocimientos médico legales
aportando métodos para establecer el momento de la muerte y si efectivamente estaba muerta.
Hizo las primeras observaciones sobre “hipostasis o lividez post mortem”, el “rigor mortis” y el
“índice de enfriamiento” del cuerpo al morir. Su frase “Hay que aprender a dudar”.
Henry Faulds escribió una carta a “Nature” en la que esbozaba sus teorías y se publicó en 1880.
“Cuando existen marcas de dedos ensangrentados o impresiones sobre barro, cristal, etc. Pueden
llevar a la identificación científica de los criminales. También podrían producirse otros en las
investigaciones médico legales, como cuando se encuentran solamente las manos de alguna
víctima mutilada”.
Alfonso Bertillón llevó un espíritu nuevo a la Criminología, creyó que todo crimen podía ser
descubierto con tal de que el método seguido fuera suficientemente científico, en 1882 crea en
París, un ingenioso servicio de identificación policial, mediante un sistema de registro de
mediciones de 11 diferentes partes del cuerpo al en personas mayores a 21 años, que lo denomina
“Sistema Antropométrico”, acompañado del “Retrato Hablado” que es una descripción minuciosa
de los caracteres cromáticos y morfológicos del individuo. También tomaba fotografías de los
lugares de hechos con todos sus indicios, placas que ilustraban a los funcionarios judiciales en las
investigaciones criminales.
En 1891, Sir Francis Galton, publicó en “Nature” un artículo sobre sus investigaciones relacionadas
con las huellas decadactilares y las clasificaciones en base a los triángulos.
En 1892, Sir Francis Galton, publicó su libro completo de huellas dactilares titulado “Finger Prints”
y llamó la atención de la policía de todo el mundo.
Ives Burjot, francés que sostiene en su obra "La Police" que la policía debe servirse de los
descubrimientos de la ciencia, empleando en las investigaciones procedimientos y métodos
científicos, demostrando sus éxitos por superioridad intelectual y no por su brutalidad
Bernard Spilsbury, famoso médico forense inglés, a partir de 1899 alentó la ramificación de su
arte por ejemplo en química y física forenses, creando el equipo especial de la policía para
examinar el escenario de un crimen. Junto con el Dr. Scott Gillet desarrolló el equipo especial. lo
que en la actualidad se conoce como el “Neceser del Crimen”, que se conserva empaquetado y
dispuesto para llevarlo al lugar donde se haya producido un crimen, contiene cosas como guantes
de goma, lupa, cinta métrica, regla, tapones, bolsas para muestras, tijeras y otros instrumentos.
Jhon Glaister, médico forense profesor del Departamento de Medicina Forense de la Universidad
de Glasgow, en 1902 publica su obra “Jurisprudencia Médica y Toxicología Forense”, considerado
como la “Biblia” de la patología criminal. Junto con el profesor J.C. Brash del Departamento de
Anatomia de la Universidad de Edimburgo, escribieron el libro “Medico Legal Aspects of the Buck
Ruxton”, importante caso de completa reconstrucción de 70 trozos de restos humanos en 1935,
donde participó un equipo de científicos forenses que resolvió el caso y entregó un criminal a la
justicia y no solo un hombre forense, como se estilaba. Desde entonces el trabajo en equipo ha
sido la clave del éxito de la criminología científica, inclusive la “medicina forense” vio aumentar
notablemente la tendencia a dividirse.
El Zelandés Sydney Alfred Smith, cirujano y patólogo forense, contribuyó con la toxicología,
microscopía y balística, citaba la frase de Holmes “Para conseguir éxito como detective eran
necesarias tres cosas: la facultad de observación, la facultad de deducción y una amplia gama de
conocimientos exactos” en 1928 publicó su obra “Textboock of Forensic Medicine” (Libro de
Texto de Medicina Forense), fue fundador y primer catedrático del Departamento Forense de la
Universidad de El Cairo en Egipto, construyó su propio microscopio de comparación balística.
El profesor Keith Simpson, en 1952 escribió en la “Medico – Legal Review” “Los datos dentales se
ha comprobado ahora, han llegado a proporcionar detalles de un tipo comparable a los detalles
infinitesimales que anteriormente se creía que solo podían proporcionar las huellas dactilares”
Entre los segundos se encuentra el profesor Edmundo Locard Director de Policía Técnica de Lyon
cuya obra fundamental editada en 1935 es el "Tratado de Criminalística"
Salvatore Ottolenghi, que en 1912 funda la primera escuela de Policía Científica en Roma y edita
su obra "Tratado de Policía Científica" y
Rodolfo Archivaldo Reiss quien escribe su obra " Manual de Policía Científica".
ORIGEN DE LA CRIMINALISTICA
Se editó y publicó en España en 1894, con el nombre El Manual del Juez traducido por el
eminente jurista Doctor en Derecho, Máximo de Arredondo, comentando en su prólogo lo
siguiente “No existiendo en nuestro país obra alguna que viniera a llenar el vacío de que antes
hablábamos, no hemos dudado en acudir a las literaturas extranjeras y muy particularmente a la
alemana”.
Para Latinoamérica lo editó Lázaro Pavia, en 1900.
Del contenido científico del “Manual del Juez”, se desprende que el doctor Hans Gross, en su
época constituyó a la Criminalística con las siguientes materias: Antropometría, Argot Criminal,
Contabilidad, Criptografía, Dibujo Forense, Documentoscopía, Explosivos, Fotografía, Grafología,
Hechos de Tránsito Ferroviario, Hematología, Incendios, Medicina Legal, Química Legal e
Interrogatorio.
El doctor Hans Gross, nació en Graz, Austria en 1847, fue Juez de Instrucción en Stejermark y
Profesor en Derecho Penal de la Universidad de Graz, y por primera vez fue quien se refirió a los
métodos de investigación criminal como Criminalística, La elaboración del Manual del Juez, le
tomó 20 años de experiencias e intensos trabajos, en donde hizo orientaciones que debe
reconocer la instrucción de una averiguación para aplicación de la técnica del interrogatorio, el
levantamiento de planos y diagramas, utilización de los peritos, la interpretación de las escrituras,
conocimiento de los medios de comunicación entre los participantes de un mismo delito para el
reconocimiento de las lesiones, etc. Siendo en general un manual útil para los jueces en el
esclarecimiento de cualquier caso penal.
La Escuela Austriaca, empieza con Hans Gross y del campo total de la criminología resalta sobre
todo la rama criminalística. Hans Gross fundó en 1912 el Real e Imperial Instituto de Criminología
de Graz, el primer Instituto Criminológico Universitario en Europa. No se contentó con la mera
advertencia de la necesidad de la investigación criminológica, sino que llevó a cabo personalmente
investigaciones en el Instituto de Graz, cuyo punto principal lo constituyeron cuestiones de la
Psicología de la Declaración y del Interrogatorio. Junto a su Manual de Jueces de Instrucción y su
otra gran obra “La Psicología Criminal” merece particularmente ser destacado el Archiv fur
Kriminalanthropologie and Kriminalistik (Hoy Archiv Fur Kriiminologie), fundado por él en 1898.
Tras la muerte de Gross, Adolf Lenz continuó al frente del Instituto en Graz.
Toda ciencia o disciplina, cuenta con un concepto para conocer su estructura científica, con
principios para fundamentar su aplicación, con objetivos para conocer sus alcances, con un objeto
de estudio para identificar los elementos que estudia y con metodología para obtener resultados
verdaderos y confiables.
Pero para Hans Gross, la Criminalística era una disciplina jurídico penal y su obra “Manual del
Juez, todos los Sistemas de Criminalística”se tradujo a varios idiomas, provocando el interés de
otros especialistas quienes empezaron a hacer observaciones y contribuciones a la naciente
disciplina.
En Berlín 1900, Paul Jeserich respaldaba a Gross con la publicación de su Manual Handbuch der
Kriminalistischen Photographic, donde exponía técnicas para la toma de fotografías en las
nacientes investigaciones criminalísticas.
En varios países las necesidades de la policía se hicieron notorias y nació la imperiosa obligación de
llevar a cabo estudios especializados para poder ocupar puestos en la policía conforme
progresaron las ciencias y se hicieron nuevos descubrimientos, la Criminalística tomó de ellas lo
que era útil para su desarrollo.
En 1897, el profesor Salvatore Ottolenghi presentó un programa para el curso de Policía Científica,
en el cual se desarrollaba sus sistemas de enseñanza, aplicados en la Facultad de Medicina en
Siena, Italia, desde ese año hasta después de 1915.
En 1899, el propio Ottolenghi, junto con Alongi, fundaron una revista llamada “Policía Científica”.
Lombroso, Ferri y Alongi, invocaban pronto en Italia una Policía Judicial Científica, de la que
formaba parte, la identificación de los delincuentes, acerca de la cual ya en 1872 había ideado un
método antropométrico el italiano Bonini (Bognoni) a quien siguieron en esta senda Anfosso, De
Blasio y otros.
Alfredo Nicéforo, en la Scuola Positiva en Roma 1903, con su monografía de estudio y enseñanza
de la Criminología, colocaba por primera vez a la Policía Judicial Científica, en el cuadro general
de la Criminología.
Constancio Bernaldo de Quiroz en España (1908), reducía a tres las fases de formación y
evolución de la Policía Científica:
Una primera fase equívoca, cuando el personal policiaco incluso el jefe como Eugenio Vidocq,
eran reclutados entre los mismos delincuentes como conocedores insustituibles de las personas y
artes de los malhechores, se tipifica como alianza y cambio de servicios, entre la policía y la
delincuencia, a Vidocq, se la veía como jefe de la policía luego como jefe de ladrones, según las
alternativas de su vida, era entonces pues los policías delincuentes con placas.
Una segunda fase empírica en la cual el personal, ya no tomado entre los delincuentes, lucha
con ellos empíricamente sólo con las facultades naturales, vulgares o excepcionales, esta etapa se
distingue porque la policía, trata de purgar o eliminar a los delincuentes con placa de entre sus
elementos. En la lucha contra la delincuencia utiliza el método del servicio de confidencias “el
soplón” y aplica los métodos rutinarios adquiridos en cien años de experiencia del alma de los
malhechores.
La tercera fase científica señala que a estas facultades naturales se añaden métodos de
investigación técnica fundados en la observación razonada y en el experimento químico,
fotográfico, etc. y que los elementos que integren el cuerpo de policía estén debidamente
seleccionados y capacitados.
Apunta el Dr. Camilo Simonín en 1955, “que posteriormente a 1919, la Policía Científica ha
llegado a ser Criminalística, ya que la experiencia ha demostrado que el estudio de las huellas
criminales, manifiestamente importantes para la justicia y el descubrimiento de falsos
documentos, sobrepasa las responsabilidades de las investigaciones policiales. Especialistas,
Biólogos, Físicos y Químicos, deben intervenir; ello encierra la necesidad de crear laboratorios de
Criminalística, que dispongan de buen instrumental científico y de especialistas competentes”.
Efectivamente, fue a partir del caso del homicida Dr. Buck Ruxton, cuyo verdadero nombre era
Bukhtyar Hakim, en noviembre de 1935, en que se encontró 70 trozos de restos humanos
encontrados en un barranco algo apartado de la carretera Edimburgo-Moffat, correspondientes a
dos mujeres y que fueron espantosamente reunidos y reconstruidos por los investigadores
patólogos forenses Jhon Glaister del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de
Glasgow, y J.C. Brash del Departamento de Anatomia de la Universidad de Edimburgo, quienes
guiándose por los periódicos con el que fueron envueltos llegaron al distrito de Lancaster en el
norte de Inglaterra, descubriendo dos desaparecidas,la señora Isabella Ruxton y la niñera Mary
Rogerson, consiguiendo la foto de Isabella Ruxton, a la que superponen el retrato de una de las
calaveras tomadas desde el mismo ángulo y consiguen encajar exactamente con este
procedimiento utilizado por primera vez, sacan moldes flexibles de los dos pies izquierdos
encontrados en buen estado de conservación, utilizando mezcla de gelatina, glicerina y óxido de
zinc y los metieron en los zapatos de las dos mujeres, estas encajaron y una vez detenido el Dr.
Buck Ruxton, revisaron los desagües de la casa encontrando sangre y tejido iguales a los de los
cadáveres, tomaron huellas dactilares dérmicas ya que la epidermis de las manos estaban
descompuestas, comparándolos con éxito con las huellas dactilares encontradas en la casa, este
procedimiento dérmico era utilizado también por primera vez, entonces el Dr. Glaister llamó en su
ayuda a algunos físicos y expertos quienes demostraron microscópicamente que algunos trozos de
sábanas de algodón con que fueron envueltos los cuerpos procedían del mismo telar de la casa de
Ruxton y además que también eran de la misma urdimbre de aquel telar, las evidencias fueron
concluyentes y el Dr. Ruxton fue ahorcado. Lo importante y trascendental de esta investigación
es que se hizo con facultades de deducción y la participación de un equipo de científicos
forenses.
A partir de ese entonces, el trabajo en equipo hizo que la criminalística sea científica, incluso la
Medicina Forense empezó a dividirse en campos especializados, además de la patología, tenemos
la psiquiatría forense, la odontología, la inmunología, la serología, el estudio de la sangre, la
esperma, la orina, la saliva, la toxicología, la química, la balística ya que la herida y la bala están
íntimamente relacionadas.
Nacen entonces los laboratorios criminalísticos, el Ministerio del Interior Británico tiene un
sistema de laboratorio por medio del cual siete “crime labs” (laboratorios del crimen) regionales,
coordinados a partir del antiguo establecimiento de investigación nuclear de Aldermaston, se
ocupan del crimen de todo el país.
En Estados Unidos el “sistema de examen médico” es realizado por los laboratorios del FBI que son
tal vez los únicos laboratorios nacionales que cubren el conjunto del país.
Los institutos médico legales de Viena, Leipzig y Berlín, envían expertos a petición de cualquier
organización policial del continente que solicite su ayuda. El Consejo Médico Legal del Estado de
Dinamarca, se compone de tres miembros, cada uno de ellos con diferente calificativo médico
legal y que examinan unos 4,000 casos anuales y su porcentaje de éxitos parece que es muy
elevado.
Así la joven disciplina de la ciencia forense sigue creciendo y prosperando, sin permanecer en
momento alguno, estática y sigue extendiendo su esfera de acción con prácticamente todo avance
de la ciencia en su conjunto.
Se puede decir que la Criminalística en su evolución, ha vivido una sola época, se inició en la
científica y continúa en la científica y ha terminado con la equivocación y empirismo de la
investigación policíaca. A través de su historia se ha fortalecido y enriquecido gracias a las
aportaciones anteriores y actuales de estudiosos europeos, norteamericanos y latinoamericanos.