Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DOC. W01 Población en La Época Colonial PDF
DOC. W01 Población en La Época Colonial PDF
Introducción
I. Población
CUADRO 1
POBLACIÓN TRIBUTARIA Y POBLACIÓN INDÍGENA TOTAL, 1754-1792
Cuentas, que utilizó los datos de 1792, pero introdujo cambios en las cifras de la
población indígena a partir de las matrículas de tributarios de 1795.
Una exhaustiva investigación de la estadística del censo de 1792 ha demos-
trado que algunas cifras no correspondían realmente a ese año, sino que se to-
maron de informes anteriores. Para la región del Cuzco, los datos atribuidos a
1792 corresponden en realidad a cifras de 1786. Una situación parecida se repi-
tió en varias provincias de la intendencia de Trujillo, para las cuales se tomaron
cifras pertenecientes en realidad a la visita realizada por el obispo Martínez de
Compañón entre 1782 y 1785. También para el partido de Chancay, en Lima,
las cifras presentadas para 1792 correspondían a las compiladas en 1785 por el
subdelegado Luis Martínez de la Mata.4 Una discrepancia aún más extrema se
presentó en la provincia de Conchucos (jurisdicción entonces de la intendencia
de Tarma) que apenas tendría 25.308 habitantes, según el censo de 1792; mien-
tras que en una visita realizada por el Arzobispo de Lima en 1783 se asegura que
en esa provincia habitaban por lo menos 50.735 personas.5
Un método para evaluar la exactitud del censo de 1792 y rectificar sus datos
ha consistido en cotejarlo con estadísticas independientes. Las más completas
corresponden a los informes sobre la población indígena contenidos en las ma-
trículas de tributarios, que tendían a ser elaboradas con procedimientos más
exactos y regulares. Los errores y las omisiones fueron corregidos mediante el
contraste con la información procedente de las cuentas de tributos, con lo cual
se llegó al siguiente resultado:
Cuadro 2
La población indígena según las matrículas de tributos
y el censo de 1792
Matrículas
Intendencias Censo de 1792 Diferencia %
rectificadas
Lima 69.701 63.181 6.250 9
Trujillo 137.273 115.647 21.626 16
Arequipa 69.690 66.609 3.081 4
Tarma 111.416 105.187 6.229 6
Huancavelica 39.295 23.899 15.396 39
Huamanga 71.787 54.911 16.876 23
Cuzco 163.059 159.105 3.954 2
Total 666.221 588.539 73.682 11
Fuente: Vollmer 1967: 311.
Cuadro 3
Rectificación del censo de 1792
Cuadro 4
Distribución porcentual de la población del virreinato del Perú,
según adscripción étnica, 1792
Parroquias
Aunque en una dimensión más reducida, en las fuentes de carácter local o pro-
vincial se pueden encontrar problemas similares a los de las fuentes de alcance
general. Por ejemplo, es posible que los libros parroquiales subvaloraran el nú-
mero de párvulos (niños de 0 a 4 años), pues se trató de un rasgo general en la
documentación generada en las sociedades de Antiguo Régimen. Con todo, el
enfoque regional permite acercarse de manera más precisa a cuestiones relevan-
tes de la demografía colonial, tales como la segmentación étnica y su correla-
ción con los tipos de asentamiento, o el problema de la migración interna.
Desde el inicio de la colonización europea, muchos indios abandonaron
sus pueblos de origen para evitar el pago del tributo y pasaron a vivir en ciuda-
des o pueblos lejanos. Se produjo así una bifurcación al interior de la llamada
“república de indios” entre los originarios, es decir, aquellos que permanecían
en sus pueblos de origen y gozaban del derecho a la tierra, y los “forasteros”
o migrantes que se asentaban en pueblos donde no habían nacido y que, por
tanto, veían limitado su acceso a la tierra.7 Se produjo, asimismo, una distinción
adicional entre los forasteros con tierra y los forasteros sin tierras. Los primeros
se adaptaron al “común de indios”, mientras que los segundos tendieron a sub-
sistir como jornaleros y eventualmente se convirtieron en peones dependientes
de las haciendas o trabajadores de los centros urbanos y mineros. A raíz de la
visita general de 1725, los forasteros también fueron empadronados y obligados
a pagar un tributo; por tanto, al ser incluidos en los padrones de tributarios,
obtuvieron el derecho a la tierra
Para la región del Cuzco, es posible evaluar las tendencias demográficas
entre 1689-1690 y 1786 gracias a los informes de esos años. En 1689-1690,
los curas de las parroquias de las provincias del Cuzco escribieron informes
detallados de sus doctrinas por mandato del obispo, en donde incluyeron la
cantidad de población correspondiente a cada parroquia. Para el último tercio
del siglo XVIII, la serie de datos más completa se encuentra en los informes
realizados por los subdelegados de los “partidos” (o provincias), por orden del
intendente don Benito de la Mata Linares, en 1786. Tales datos cubren todas
las provincias del Cuzco, con excepción de la ciudad del Cuzco. Al compa-
rar los años de fines del siglo XVII, se observa que el fuerte predominio de la
población indígena, propio del área sur del virreinato, se fue transformando
en el siguiente siglo: provincias donde la población indígena sobrepasaba el
85 ó 95% en 1689-90 pasaron a tener una significativa población mestiza en
Cuadro 5
Población de las diez provincias del Cuzco, 1689/1690-1786
(Territorio correspondiente a la intendencia del Cuzco menos la capital, 1786)
Porcentaje
Provincia / Partido Población Población Porcentaje de
de indios
(de 1786) (1689/1690) (1786) indios (1786)
(1689)
Abancay 17.150 84,5 21.175 83,4
Aymaráes 11.450 86,1 16.196 70,3
Calca y Lares 7.000 98,6 9.854 93,4
Urubamba 9.250 88,1 6.527 65,9
Cotabambas 8.050 96,9 21.137 92,6
Paruro 15.300 92,7 16.179 84,7
Chumbivilcas 7.300 95,9 16.845 62,5
Canas y Canchis 14.200 98,2 28.885 89,7
Quispicanchis 16.700 97,3 25.931 82,9
Paucartambo 6.250 94,2 11.894 86,6
Total 11.2650 94,3 17.4623 82,6
Fuente: Mörner 1978: 19.
Cuadro 6
Población de las diez provincias del Cuzco, 1689/1690-1786
(territorio correspondiente a la intendencia del Cuzco menos la capital, 1786)
Cuadro 7
Población de las parroquias corregimiento de Conchucos en 1774,
según adscripción étnica
que los blancos o españoles representaban casi el 22%. Este tipo de composición
étnica puede relacionarse con la incidencia de la actividad minera en dicha área,
donde el asiento minero de Atun-Conchucos atraía la migración. Más de un
73% de pobladores de la zona norte de la provincia, incluidos los indios, se asen-
taba en los pueblos de las parroquias, mientras que una minoría lo hacía en las
haciendas y estancias de dicha zona. En cambio, la mayoría de haciendas y es-
tancias, que en todo Conchucos sumaban 116 unidades (a las que hay que agre-
gar 6 obrajes, reconocidos como asentamientos independientes en los padrones
parroquiales), se ubicaba en el área central y meridional de esta provincia. En
concreto, más de la mitad de los habitantes de las parroquias del área central
(Sihuas, Pomabamba, Piscobamba, San Luis, Chacas y Huari) eran indios o mes-
tizos que residían en estancias y haciendas, a los que se puede sumar el casi 7%
Población, producción agraria y mercado interno, 1700-1824 | 31
que vivía en los grandes obrajes de estas parroquias.10 De esta manera, si bien
desde una visión panorámica se puede correlacionar la dependencia de las ha-
ciendas con una mayor presencia de población indígena, al analizar la situación
demográfica en ámbitos locales, encontramos que la población mestiza podía
también encontrarse subordinada a las haciendas y estancias en una proporción
significativa.
En la costa, la demografía estuvo marcada por el fenómeno de la esclavitud.
Tomamos como ejemplo la evolución de la provincia de Piura. La población
india muestra una tendencia al crecimiento más vigorosa que el colectivo mes-
tizo; sin embargo, ambos se ven superados por el crecimiento de la población
de origen africano, fuera libre o esclava.
Cuadro 8
Población de la provincia de Piura, 1785-1807
Los parámetros que se utilizan para observar la evolución de los distintos sec-
tores que conformaban la sociedad colonial deben replantearse al analizar a la
población esclava. La caída de la población indígena costeña y la implantación
de la mita minera para Huancavelica y Potosí tuvieron como consecuencia que
los hacendados costeños optaran por el trabajo esclavo. En el siglo XVIII, se
instauró una política de liberalización de la trata, la cual permitió que creciera
la importación de esclavos a través de la ruta de Buenos Aires-Cabo de Hornos-
Callao, mientras se atenuaba la vía Cartagena-Panamá-Paita-Callao. En térmi-
nos demográficos, por tanto, el segmento esclavo no presentaba un crecimiento
natural, sino que estaba sometido —de modo particularmente brutal— a las
demandas del mercado.
Ya hemos podido apuntarlo en el cuadro 8 que indica la evolución de la
población esclava en Piura: los esclavos rurales estaban sujetos a una calidad de
vida mínima, lo cual se reflejó en una alta tasa de mortalidad. Así, la población
esclava de cuatro grandes haciendas jesuitas situadas en la provincia de Lima
(Bocanegra, Huaura, La Huaca y San Juan) llegaba a 846 esclavos entre 1714 y
1778; sin embargo, entre esas fechas, se registraron 1289 nacimientos y 1245
fallecimientos de esclavos, de los cuales un 45,3% correspondía a menores de 15
años. La tasa de natalidad calculada para la hacienda San Juan que contaba con
unos 150 esclavos oscilaba aproximadamente de 123,5 a 233%. Un tercio de los
nacidos no superaba el año de vida, debido tanto a las enfermedades como a la
desnutrición. La relación entre el número de muertes y el número de nacimien-
tos revela un crecimiento de población equivalente a cero.
Dentro de los sectores subordinados, la situación de los esclavos era la más
precaria. Para hacerlo más evidente, basta comparar la hacienda con los indi-
cadores de la parroquia del Cercado de Lima, donde residían principalmente
trabajadores indios, negros y mestizos, y donde hallamos que el número de naci-
mientos doblaba el número de defunciones. Además de las condiciones de vida,
en las haciendas existía un marcado desequilibrio en el número de hombres y
mujeres. Los propietarios de esclavos, generalmente, compraban esclavos de sexo
masculino y limitaban el matrimonio esclavo y la formación de una familia.11
Las haciendas jesuitas se proveían de esclavos a través del mercado local
(con esclavos traídos desde Buenos Aires), de los asientos oficiales de esclavos
que llegaban al Callao, de las haciendas locales que, por alguna razón, vendían
a sus esclavos y, finalmente, por medio de agentes en Panamá o Cartagena. La
siguiente muestra de la población esclava permite observar la tendencia al alza,
Cuadro 9
Evolución del número de esclavos en haciendas jesuitas
Cuadro 10
“Estado de los productos naturales y artificiales del Perú
en el virreynato de Lima y cómputo de su valor comercial cada año”
(aprox. 1807-1809)
la caña de azúcar, mientras que por el sur se extendían los viñedos. Asimismo,
entre estas propiedades, se intercalaban las chacras de indios donde predomi-
naban los cultivos de panllevar. En las estribaciones de los Andes, había tierras
dedicadas al ganado mayor y menor.22 En el entorno de las ciudades serranas,
la variedad productiva estaba dictada por el terreno quebrado y sus diferentes
altitudes, pero no era raro encontrar cultivos de caña de azúcar, hortalizas, le-
gumbres y frutas en ciertos valles abrigados y cercanos a dichas urbes. De todos
modos, en los Andes se imponía un paisaje agrario diferente, más orientado a la
ganadería, los granos y los tubérculos autóctonos.
En el virreinato peruano, se pueden distinguir áreas donde predominaban
ciertos cultivos; sin embargo, la naturaleza de la empresa del siglo XVIII impide
hablar de una especialización absoluta. El sistema de transporte, condicionado
de forma estricta por un ciclo climático que periódicamente tornaba imprac-
ticables las vías de comunicación, y un sistema monetario presionado por la
exportación del metal impedían el imperio del monocultivo, al estilo de la lla-
mada “economía de plantación”. Tanto los grandes hacendados corporativos o
individuales, como los comunes de indios y los pequeños agricultores, debían
destinar áreas importantes a la producción de panllevar para el abastecimiento
propio y de sus trabajadores, así como al cultivo de forraje para las bestias de
tiro. Incluso, las haciendas de caña incluían significativas extensiones de cultivo
de alfalfa para alimentar a las recuas de mulas, indispensables en determinadas
tareas de molienda y de transporte. Por esta razón, solo cabe hablar de una
especialización relativa de determinadas zonas del virreinato, siendo la costa la
que más se desarrolló en este sentido.
Hecha la salvedad sobre los alcances de la noción de especialización para
la agricultura virreinal, es posible destacar la existencia de áreas donde predo-
minaba la explotación de un determinado recurso. El algodón se producía en
Piura, Tacna y en ciertas áreas de Chincha. La ganadería era importante en Piura
y Lambayeque. La caña de azúcar predominaba en Lambayeque, Trujillo, Lima
e Ica; aunque también se cultivaba en las quebradas más cálidas de Abancay, en
los distritos de Aymaraes y Cotabambas, en la ceja de montaña de Calca, Lares
y Urubamba, y en la de Junín (Tarma y la zona del valle de Huallaga inmediata a
Huánuco). La coca era un cultivo crucial en la montaña de Huánuco, Huamalíes,
Huanta, las quebradas de Abancay, Cuzco e incluso Puno. El sur chico, además
de Arequipa y Moquegua, era área de viñedos. A lo largo de la costa, la alfalfa
era un cultivo omnipresente. En la sierra se combinaban, a diferentes altitudes,
las chacras y haciendas de panllevar, los campos de papas y otros tubérculos, los
cañaverales y la ganadería.23