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Unidad 2.

Tutor: Dr. Reimundo Jesús Llanes Pelegrín

Aprendiente: Leydi Diana Villamizar Barrera

Formación basada en competencias, entre el “saber”, “saber hacer” y “saber


ser”

El término de competencias solemos asociarlo, la mayor parte de las veces al


ámbito laboral. Sin embargo, según Trujillo-Segoviano (2014)1, existen diferentes
acepciones del concepto, dependiendo de las áreas, donde anudadas a la ya
mencionada, se encuentran las legales, laborales y por supuesto, el campo de la
educación.

Respecto a este último, el concepto de competencia surge por dinámicas sociales


y económicas, que llevaron a la búsqueda e identificación de las capacidades que
se requieren para ser un buen docente y la necesidad de capacitar a egresados
para el trabajo cualificado. Por ende, y de manera general, podemos asumir que,
las competencias para la educación se tratan del “saber hacer”, de la idoneidad,
habilidades y destrezas que posee una persona, para quien además el conocimiento
es esencial para el desarrollo de cualquier actividad socio-laboral que habrá de
ejecutar.

En lo referente a la educación superior, la sociedad de este siglo, demanda


profesionales que además de "saber" y "saber hacer", tengan capacidad para "saber
estar" y "saber ser", lo que en palabras de Martínez Clares & Echeverría Samanes
(2009)2, obliga a superar la visión instrumental de la educación, para

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1Trujillo-Segoviano,J. (2014). El enfoque en competencias y la mejora de la educación. Ra Ximhai,
10(5).
2 Martínez Clares, P., & Echeverría Samanes, B. (2009). Formación basada en competencias. RIE.

Revista de Investigación Educativa, 2009, vol. 27, num. 1, p. 125-147.


considerar su función en toda su plenitud y esto supone a su vez, un desafío para
los programas formativos, los cuales, para el desarrollo de competencias, habrán
de exigirse cambios en las estrategias pedagógicas, en los enfoques curriculares y
en el papel tradicional que cumplen tanto los docentes, como los estudiantes.

Las transformaciones y demandas del mercado laboral, exigen a la academia, una


intensa búsqueda de mayor y más amplia competencia de acción de los
profesionales del futuro (Martínez & Echeverría, 2009). El sistema universitario
actual, se encuentra centrado en la enseñanza de conocimientos, en la transmisión
de aquello teórico que podemos encontrar en los libros y cuya información, gracias
la globalización de las tecnologías, es accesible a todos los individuos, siendo
indiferente su grado de formación. Por ende, y de acuerdo con Esquer & Martínez
(2009)3, se requiere una transformación en un modelo de aprendizaje utilizable y
actualizable a lo largo de toda la vida, que tenga en el centro de sus objetivos la
adquisición de competencias por parte de los estudiantes.

Para ello, quienes nos dedicamos a la docencia, debemos repensar las


herramientas y metodologías que hacen parte de nuestro diario, para optar por
aquellas que se centren en el desarrollo de competencias profesionales, que no
solamente permitan a los futuros médicos, enfermeros, fisioterapeutas, entre otros
profesionales de las ciencias de la salud, el conocer, sino también el hacer y el saber
ser y estar, donde este último haría referencia, al responder a los retos que supone
el sistema de salud actual y el campo laboral en general.

La educación entonces, debe pensarse desde un enfoque constructivista donde el


sujeto sea un agente activo de su proceso de formación. Pues ha de pensarse en
que el conocimiento, las situaciones, las personas, y en general, todo aquello que

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3Esquer, F. G., & Martínez, I. R. (2009). Aplicación interdisciplinar del aprendizaje basado en
problemas (ABP) en ciencias de la salud: una herramienta útil para el desarrollo de competencias
profesionales. REDU: Revista de Docencia Universitaria, (4), 2.
se relaciona con el quehacer y ser profesional, se encuentra en constante cambio y
por ello, el aprendizaje será un proceso que acompañe el ciclo vital, convirtiéndonos
así en eternos estudiantes. Es por ello que, siguiendo a Pinilla-Roa (2012)4, al ser
el profesional en formación un sujeto que se apropie de su proceso, serán quien
decida qué, cómo, cuándo y para qué aprender según sus potencialidades e
intereses, además, porque esto le permite prepararse para resolver de forma
creativa sus problemas, comunicarse eficientemente, establecer y mantener
relaciones interpersonales, trabajar en equipo, ser un ciudadano con pertinencia
social y un profesional que ayuda a transformar la cultura.

Siguiendo con Pinilla-Roa, la pedagogía de las competencias debe ir dirigida a la


adquisición de un nuevo saber a partir de la práctica en un contexto dado, donde
los contenidos teóricos, si bien habrán de tener su debida relevancia se debe dar
mayor tiempo a la reflexión y continua indagación sobre los problemas que surgen
de las áreas de especialización. Solo de esta manera, podremos responder y educar
en competencias, teniendo en cuenta sus componentes (figura 1.).

Saber qué
Saber - Conceptos
Saber por qué

Saber hacer

Habilidades o
Saber cómo
Competencia destrezas

Saber cuándo hacer

Ser

Actitudes Convivir

Emprender

Figura 1. Componentes de una competencia. Autoría propia, información tomada de Pinilla-Roa


(2012).
La formación profesional, debe responder desde estos componentes a las
necesidades de la sociedad teniendo en cuenta las exigencias, que además trae
consigo el mundo profesional. En ciencias de la salud, se deben desarrollar
competencias en la relación que habrá de establecer el profesional con quienes
serán sus pacientes, pues finalmente ha de ser esta la relación constante que
establecerá en dicho ámbito. Por ello, las competencias que se forjen en la
academia, deben ir de la mano de aquellas que se evidenciarán en el campo de
trabajo. El estudiante debe integrar aquellos conocimientos, habilidades y actitudes,
(componentes de las competencias) para ponerse al servicio de un paciente que
además trae consigo un contexto de corte diferencial al propio, resultando esto en
una priorización de enseñanza de competencias transversales, dentro de las que
Pinilla-Roa (2012) enumera como: comunicación, trabajo en equipo, gestión y
administración, etc.

Para concluir, la formación basada en competencias, más que una tendencia, habrá
de convertirse en una necesidad, por tratarse de un conjunto de capacidades, que
además el estudiante desarrolla de manera escalonada, que le permitirán avanzar
en su práctica profesional y donde motiva, desde el propio interés, a una formación
y profesionalización permanente.

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4Pinilla-Roa, A. E. (2012). Aproximación conceptual a las competencias profesionales en ciencias

de la salud. Revista de Salud Pública, 14, 852-864.

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