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LIBROS

Memoria en balsa

Wendy Guerra, Nunca fui primera dama


Bruguera, Barcelona, 2008

Iréri Ceja Cárdenas

“Los héroes se convertían en Cubana). La autora: Wendy


mármol y los necesitábamos Guerra.
hombres” (14). Estas palabras Nunca fui primera dama es
estallan en la cabina de una la novela más reciente de la
emisora de radio una madru- joven escritora Wendy Guerra.
gada cualquiera en La Habana. La publicó la editorial catalana
Por el micrófono habla la joven Bruguera. En 2006, la misma
Nadia Guerra. La audiencia editorial le entregó el Primer
se desconoce. Nadia creció, Premio Bruguera por la novela
como buena hija de la patria, Todos se van, libro que aún no
honrando a célebres personajes circula en Cuba.1 Otras de sus
que nunca conoció. Entre ellos 1
En Nunca fui primera dama se lee
se encuentra su madre, quien
que “un buen libro nació para ser
dejó Cuba cuando Nadia tenía editado en su mercado natural, en su
10 años. El escenario: La Habana patria, con el sabor del origen, el olor y
contemporánea. Los personajes el tacto para el que fue pensado” (Gue-
rra:115). Con estas palabras Guerra se
que cimientan la historia: Nadia, refiere a su novela Todos se van, cuya
Albis Torres (su madre) y Celia circulación se ha prohibido en el país
Sánchez (icono de la Revolución para el que fue pensada.

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publicaciones recientes son: en 40 o 50 años de su vida en un


poesía, Ropa interior (2008) y, proyecto colectivo y no perso-
en novela, Posar desnuda en La nal” (Jiménez, 2009). Poco des-
Habana. Diario apócrifo de Anaïs pués Nadia se traslada a Francia,
Nin (2000). Guerra vive en Cuba gracias a una beca artística que
y frecuentemente viaja a otros se gana. Lejos de La Habana, se
países a impartir conferencias. acrecienta la búsqueda sobre su
Nadia, al igual que la autora, historia personal.
pertenece a la generación de Nadia necesita saber por qué
jóvenes nacidos en la etapa de la su madre abandonó un país en el
posrevolución cubana. La lucha que creía y al que le dedicó tanto
de estos jóvenes no es (como esfuerzo. “Si amaron tanto esto,
fue la de sus padres) contra un ¿por qué fueron capaces de irse
régimen capitalista; su lucha y dejarnos solos?” (241). Como
consiste en entender su forma una matriuska al interior de otra
de vida. Es por eso que, desde que necesita prorrumpir y atra-
los ojos de Nadia, Cuba engen- par aire, Nadia requiere salir y
dra artistas, escritores, personas encontrar verdades personales.
sensibles a la subjetividad hu- Acaso “¿existe futuro sin me-
mana. Una noche, en la cabina, moria?” (133). Nunca fui primera
a micrófono abierto, la joven dama palpa lo indispensable de
artista y locutora se cuestiona la memoria tanto en una joven
(como constantemente lo hacía como en toda una generación.
en silencio) sobre la herencia Sobre todo en una nación donde
que dejó la revolución a las gene- la historia siempre es el invitado
raciones más jóvenes y sobre su de honor en la casa familiar.
propia identidad. Así comienza Wendy Guerra, la autora, mues-
la novela, con preguntas que tra un país donde la historia,
no se sabe quién escucha. Esas más que asunto del pasado, es
preguntas aceitan toda la novela. programa del presente.
La autora dice: “Escribí la novela Nadia va a buscar a su madre a
como algo que no fuera un pase Rusia, pues se enteró que ahí vi-
de cuentas, sino de preguntas vía. Al llegar, el país explota ante
[con] una gran curiosidad de por sus ojos. Con la caída del socia-
qué nuestros padres invirtieron lismo, Cuba quedó huérfana. Y

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ahora ella está ahí, conociendo al vida de su madre y la relación de


padrino ausente, al gran padrino ésta con Celia Sánchez. Nadia
que abandonó a Cuba. La Rusia mira en los diarios de Albis la
que ella imaginó de niña –detrás silueta dibujada de Celia.
de su pupitre cubano, mientras Wendy Guerra construye la
aprendía ruso– no existe. novela a través de los diarios
de su madre, los propios y los
Apareció mi madre. Voy en un taxi de la vida de Celia Sánchez. Los
a buscarla. Sus viejos amigos, antes diarios, para Guerra, vinculan
parias, guerrilleros, artistas hippies, su intimidad y su trabajo pro-
gente pobre, hoy son ejecutivos,
fesional como escritora. Los
empresarios, personas de éxito. Los
otros han quedado en el camino. personajes son la ventana que
Han muerto o ya no están visibles. El enseña el rostro de tres genera-
muro lo derrumbaron los fuertes; los ciones. La generación de Celia,
débiles se desplomaron con él (74). una mujer fiel a la Revolución
Cubana, sencilla e incansable,
Nadia ve que paradójicamente cercana a las necesidades del
la madre también vive el aban- pueblo cubano. La generación
dono, olvidada por su memoria. de Albis, que encarna los ideales
Está devastada por el alzhéimer. revolucionarios, sacrificando
“Ahora veo que somos una ge- la vida íntima por los intereses
neración jodida, como la memo- colectivos. Paradójicamente,
ria de nuestros padres” (91). De las voces que quedan –las que
vuelta a Cuba, y con la madre a no abandonaron el país– se
su cuidado, Nadia no le repro- derrumban. Nadia persiste en
cha ya nada. ¿Cómo reprocharle su rastreo por encontrar la iden-
a alguien que perdió su propia tidad de toda su generación, la
historia, y con ésta el sentido más difusa de todas. Sabe que en
total de su vida? En vez de res- las generaciones pasadas, en los
puestas, Nadia se tropieza con héroes, pero sobre todo en los
más preguntas. Sin embargo, la verdaderos héroes –los padres–,
madre porta un diario; ahora están las pistas de su identidad.
su único tesoro. A través de él, La búsqueda de Nadia es la
Nadia reconstruye una historia búsqueda de Wendy Guerra.
que nace antes que ella, con la Personaje y escritora comparten
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la misma madre (Albis Torres) y una generación joven que com-


la misma generación. A fin de parte preocupaciones; prueba
cuentas, Nadia es el alter ego de de ello son sus obras. Guerra
la escritora y el reflejo de toda dice que para escribir “Mi in-
una generación. fluencia mayor está en la visuali-
En Nunca fui primera dama, dad, en las artes visuales, no sólo
la autora toma prestadas dos en el sentido del diario como
piezas del artista cubano Wil- performance o como reporte
fredo Prieto para adjudicárselas […] sino del diario como gesto”
a Nadia: Biblioteca blanca y (Habana Cultura). Al leer Nunca
Apocalíptico. Wendy construye fui primera dama se ve el mundo
a Nadia como una artista con de una cubana, y de tres, y de
preocupaciones reales, como una generación, y de un país; es
las de Wilfredo Prieto. Tales como recorrer una galería llena
piezas muestran, al igual que la de piezas de arte que emergen
novela, la carne que conforma a del subsuelo y erupcionan en
una generación nacida después distintos momentos y lugares
de la Revolución Cubana. Para del recorrido.
Biblioteca blanca, Prieto mandó Wendy Guerra arma las piezas
facturar una enorme cantidad de sueltas en la vida de Cuba, y
libros sin portada y sin conteni- construye una esfera brillante
do, todos blancos. La pieza habla y delicada. Guerra se enfila en
de los enigmas de la vida y de la este escuadrón, en una búsque-
historia de la humanidad. Los da incansable de la identidad, la
libros guardan el conocimiento memoria y la herencia que dejó
acumulado, pero los libros blan- la Revolución Cubana a una ge-
cos no pueden ser descifrados; neración que se siente huérfana.
por más que se sepa que están Nunca fui primera dama es “un
repletos de conocimiento. pacto diplomático entre todas
Apocalíptico consiste en ban- las utopías no cumplidas” (Jimé-
deras en blanco y negro de nez, 2009). La autora se enfrenta
muchos países. Sin colores, las a ellas y las aterriza en pequeños
banderas se asimilan, los países dramas; dramas que el lector de
se aproximan. Wendy Guerra y cualquier nacionalidad, con ban-
Wilfredo Prieto forman parte de deras en blanco y negro, revive.

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Referencias

Guerra, Wendy, Nunca fui primera dama, Bruguera, Barcelona,


2008.
“Habana cultura, Wendy Guerra”, http://www.youtube.com/
watch?v=NFCiq_PSahA. Fecha de acceso: 6 de diciembre de 2009.
Jiménez, Arturo, “ ‘Nunca fui primera dama’, pacto entre las utopías
incumplidas”, en La Jornada, 4 de enero de 2009.
Porrero, Ricardo, “Arqueología cotidiana, Wilfredo Prieto”, Código
50, pp. 18-23, 2009.

Nunca fui primera dama

Wendy Guerra
Bruguera, Barcelona, 2008

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