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Tres líneas de la mano

Tres Líneas de
la Mano
La del Amor
La Playa de Mi Vida (Huellas)

Antes de cumplir los veinte aniversarios,


Yo creía que en el mundo el amor era posible.
En ese entonces mi corazón se enamoraba
De todas las lecturas que leía:
Pues yo hace mucho tiempo
Creía que en los libros
Se encontraba la verdad que iba buscando.

Así una vez leí de un niño


Que venía de otro mundo;
Y me enojé con todo el que decía
Que a las rosas nunca había que escucharlas.

Leí también literaturas


Que a su tiempo me habían parecido,
Soberbias moralejas para el mundo en que vivía:
Yo sentía que sus mágicas sintaxis,
Me perdían en abismos submarinos
Y planetas fabulosos
Donde amanecía con dos soles
Y dos lunas cremita me acunaban
Cuando la luz se despedía
En su bipartida melancólica.

En la ardiente ruta de mis veinte aniversarios,


Yo me enamoraba de todos los poemas como este.
Pues hablaban de valores (que si ahora me fijase),
Yo diría que en un corazón cuerdo
No se habían inspirado.

Y entre todas las lecturas


Que he leído hasta esa época,
Leí también en una tarde
Sobre un hombre repasando
El recorrido por la playa de su vida:

Dos pares de huellas que iban juntas


Dejaban evidencia
De que Dios le acompañaba
En sus momentos más felices.
Pero en sus horas de más pena,
Notó con decepción un solo par de huellas,
Emblema de la pura soledad indivisible,
A la hora en que Dios nos pone pruebas.

¿Por qué Señor – le preguntó – ,


Has andado al lado mío solamente en alegrías?
Y en cambio me has dejado caminar en solitario,
Por la playa de mi vida
Mientras te he necesitado con urgencia.

Pero Dios le consoló


Con Su marcial sabiduría,
Pidiendo que examine nuevamente
Las arenas de su vida:

Para poder seguir andando juntos


Por la Playa de tu Vida
En los momentos más difíciles
Verás un solo par de huellas
Que demuestran apatías,
Porque yo te llevé en brazos,
Para poder seguir
En un mañana andando juntos,
Codo a codo
Por el vado de tu vida.

¿Cuántos pares de huellas iré dejando


Por la playa de mi vida?
Pues yo siento que a medida
Que mis pisadas dejan marcas
En las impredecibles y cambiantes
Costas de mi vida
La gran carga que yo arreo
Va borrando cada paso que se marca
Y en vez de un rastro va dejando
El desafiante surco que divide
En dos mitades
A la historia de mi vida.
Si a medida que camina
El Señor fuera conmigo dibujando
Una frontera que corta en dos mitades
A la playa de mi vida,
Al poco rato de haber empezado el recorrido
Yo le increparía con mi afiebrado ímpetu sobrante:
¿Por qué permites que los hombres
Respetemos tanto al malo
Y con el justo desquitemos nuestras iras?

Si el Señor fuera dejando


Sus colosales huellas al lado de las mías
(Mientras vamos codo a codo
Por la playa de mi vida),
Para en un mañana corregir a mis cuestiones,
Mostrando la evidencia
Que dejaron en la arena de mi vida
Dos pares de huellas en mis dichas
Y en mis tragedias sólo uno:
Pues yo en verdad desconfiaría…
Muchas veces enredaron mis razones
Las palabras de otros hombres.
Y desperté varado en una playa
Sin arenas, sin estrellas y sin mares.

Si el Señor caminase al lado mío


Por la playa de mi vida:
No me bastarían diez mil millas
Para reprocharle cuánto logro
Me ha quitado poco a poco
Utilizando las manos
De quienes yo una vez más quise.

Y al Señor le pediría que me explique


Por qué permite siempre
Que los hombres nos hagamos
Viejitos tan de golpe.
Y olvidemos por completo
Al niño que esperaba ansioso
La campana del recreo,
Para tener sueños un ratito
Bajo la quisquillosa sombra abanderada
Del patio del colegio.
Si el Señor dejara al lado de las mías
Sus certeras huellas imparciales
Mientras conmigo va midiendo
La distancia de la playa de mi vida,
Yo tendría en mis haberes un reproche:
E insistiría para que finalmente
(Él o alguien más me explique),
Por qué los hombres recordamos
Mucho más del otro los errores,
Y en cambio vivimos
Exagerando nuestro atino.

Y cuando ya se haya cumplido


La mitad del recorrido,
Y al volvernos vieran nuestro ojos
Una playa pisoteada que lavaron las mareas:
Le pediría que me explique
Por qué yo no he podido
Hacer algo más de lo que he hecho
Para que mis padres…
No se mueran de a poquito.

Si yo fuera capaz de mirar hacia adelante


Para ver futuras huellas en la playa de mi vida:
No me extrañaría para nada
Observar que en el perplejo día de mi muerte
Será el mío el único y triste par de huellas
Que atisbaré sobre la arena
Llevando el catafalco
Por el vado de mi vida.

Le diría que tantas injusticias y tanta indiferencia


Me hicieron preferir caminar en solitario.
Pues hasta la compañía del más Santo
Habrá finalmente rechazado
El último vestigio del orgullo que me queda.

Si en esta parte de la costa de mi vida


Dios me está llevando en brazos,
Para que a mí me resulte menos árido el camino:
Entonces le recordaría con voz firme
Que mis piernas se han acostumbrado
A caminar adoloridas,
Y aún pueden avanzar
Sobre el cañaveral y los pantanos.
Pero sí le rogaría con persuasiva disfonía
Que cortara con su mágica cizalla
Las cadenas que me atan
Al arreo que me hunde por las costas de mi vida.

Si yo hablase con Dios en un mañana


Que separan de esta fecha
Unos 20 ó 30 treinta aniversarios:
Yo dos cosas recordaría me ha dado
Para que mis fuerzas no se arredren
Si no todo es alegría:

La primera, le daría muchas gracias


Por haberme permitido
Ir andando solitario
En mis días de más pena.
Pues he aprendido a caminar entre penumbras
Cuando mi camino fue nublado por mis lágrimas.

Y finalmente, si algún día alguien me diera


La oportunidad de poder ver Sus rectos ojos,
Le agradecería en tantas veces
Como reproches yo haya hecho
El haberme permitido caminar al lado tuyo.
Y estar seguro que de ahora en más
Siempre veré cuando me vuelva
Dos pares de huellas yendo juntas...

Por la playa de mi vida.


La mar en calma

Me gustaría tener la calma de la noche;


Hoy mis horas se parecen
a un mar embravecido.

Por un tiempo las olas se sosiegan:


En estos momentos las tempestades descansaron.
Tu voz a la distancia le ha restado
importancia a la escritura.

Había olvidado las palabras


que describen la paz que nunca tuve.
Pero poseído por el recuerdo de tus ojos
me estas dictando en qué idioma
realmente se define
la mar que empieza a sosegarse.

Y este grito me entera una vez más


que aún existía en mis adentros
la calma que mis lágrimas
habían sepultado.

Todos los inviernos han perdido sus alientos.


Ahora todas las batallas han cesado;
y mis horas se parecen
al mar mirando en calma las estrellas.
Antes difícilmente se aquietaba
en las horas de la noche.
Y a mí me parecía ser una errante carabela
que se ahogaba en maremotos, olas y tormentas.

Fino brebaje criminal o salvador me has inyectado


por la vía intangible de las miradas calmas.
Y de repente se pararon todas las batallas:
Yo busco en el sol que se pone
tras el mar de mis adentros,
un noble sustantivo que haga honores a esta magia
resucitada después de haber pasado tanto tiempo:
Década, siglos… Y milenios.

Los últimos vestigios de tu rostro


se despiden del ahora.
Y dejan sembrada la semilla
de tu cuerpo y de tus manos;
Alguien ahora guía la escritura de mis manos:
antes, sólo describían la amargura.

Todos los fantasmas


se han ido reemplazando en esta tarde
por ese fuerte celo que despierta en mis entrañas
el perfecto perfume de tu boca ávida.
Y no encuentro sustantivos
para este reencarnado sentimiento.
No encuentro más palabras… no las hallo.
Y me apena que este sentimiento
no admitiera descripciones.

Pero me importa poco el no ser hombre de letras.


Pues tu presencia perenne ha logrado a la distancia
la calma de este mar embravecido.

He vuelto a estar en calma.


Primera Estrofas

Dejo a un lado mis deberes y mis distracciones,


Solamente por el placer de acordarme de tu cara.
Abandono mis preocupaciones
Y pienso en acariciarte una mañana
Después que nos amamos sin piedades y sin prisas.

Me olvido de mis miedos


y pienso que todo puede ser posible.
Encontrarte por milagro…
Y que seques mis lágrimas pasadas.

Nuestras ventanas se parecen


A espejos enfrentados.
Y escribiendo siempre aguardo
A que tu cuerpo me deslumbre.
Pero sabiendo que en tu casa no estás sola,
Asomo la cara para que tus cercanos adivinen
Aquello que no puede articular el pobre idioma.
Y te comenten algún día
Los sueños que hoy temo decirte

Si no desnudo más mis sentimientos,


no pienses que son pocos.
Sólo temo no ser tus ilusiones,
y aquí sentado... callo.

Haberte visto aniquila mis orgullos y soberbias,


Pues tu presencia me ha vuelto vulnerable.
Y ya puedo pensar en mis mañanas…
Y los tuyos.
La Feroz

Anoche me dormí pensando en que la viniente alborada


nos sorprendería semejantes a dos fieras satisfechas
Hoy me levante furioso por no verte al lado mío.
Pensé que al despertarme tú estarías
husmeando mis escritos.

Tal vez escribo pensando que las líneas


te obligarán pronto a mi lado.
Por primera vez confío
en que nadie me pregunte
¿Qué por qué tienen tus versos?

¿Por qué ya no pueden ser mis días y mis noches como antes?
Ya no podré levantarme después de las 6 de la mañana,
ya me costará leer los textos
que no estén escritos con tu letra,
Porque el verdadero enamorado no se siente satisfecho,
Sin haberle dedicado unos versos a su amada,
que compensen con alguna rima la ausencia de su cuerpo
tieso por las noches luego de pensarnos en un Torcal ensimismados.

Ya he hecho a un lado en mis letras manuscritas


la prosa que es gigante en descripciones…
Y a el verso que me inspira tu continua ausencia

El deseo de poseerte y de poseer tu cuerpo


no es solo un deseo mundano y terreno
Nos va enseñando que las cosas invisibles
aún tienen cabida en el mundo de los muertos.

Y mis manos y mi pluma no pueden detenerse.


Cuando desperté había pensado que tu ausencia
Era la responsable de mi furia.

Sólo ahora después de haberte copulado


con cada letra manuscrita de este texto,
Encuentro la gran satisfacción de quien logra su orgasmo
Y se abraza a su amor ya satisfecho.
Sin Importancia

No me importa mucho que mi letra sea fea,


Pero me importa que no puedas entenderla.
Por eso es que deseo, por primera vez en muchos años,
Ser mejor… ser prolijo
Y que vos no te avergüences.

No me importa mucho vivir entre fantasmas.


Me importa no llevarlos a tu vida.

Me importa poco haberte hablado


Entre dudas y temblores.
Me importa mucho…
Que vos lo hayas notado.

Me importa poco mi ignorancia;


Ya me hecho pasar muchas vergüenzas.
Me importa mucho que vos no la toleres.

Me importa poco no saber que decirle a las personas


Cuando sus palabras me terminan ofendiendo.
Me importa mucho no saber algún día defenderte.

Por primera vez en mucho tiempo,


Tengo ganas de que algunas cosas cambien.
Ahora le empecé a dar importancia a mi osamenta.
Porque quiero que me importe
Lo que tanto tiempo despreciaba.
El café de tus Descansos

Confieso en esta estrofa y en mis rimas manuscritas


Que desde hace mucho me despierto y te imagino caminando
Cuando por la ventana de mi cuarto miro hacia la calle;
Entonces adivino que el reloj marca las doce
-Tal vez las doce menos cuarto-,
Pues si tu andar ligero adorna el marco que contorna mi ventana,
Yo sé que la hora es pronta a dar las 12...
Pues abandonas por un rato a los libros
Que te sirven de techo y de meriendas.

Yo sé que más o menos a las 12 te llevas tu blancura


Hasta el café de tus descansos,
Sentada en la vereda luces tu fertilidad como a un sombrero
(Es una trampera para los que todavía sueñan con princesas)
Y esperando bajo el sol del mediodía
Aguardas a que tu reloj marque las dos...
Para ponerte bajo el techo de tus libros.

Hoy nada puedo decir yo que no sea una mentira.


Puedo intentar escribir cualquier frase que yo hubiera dicho antes
Para que mis hojas rutinarias se completen con urgencia
Pero a mitad del verso ya me quedaría en blanco
Pues la falsedad es un jinete que grita grandes "¡Arres!"
Pero al poco tramo del camino recurre sin opciones al apeo.

Puedo yo decir que tengo miedo de cruzarte


Y este último verso no admite de mí cuestionamientos.
Pues aseguro con destrozado orgullo
Que esa es la verdad que más me imita.

Ya no temo tanto a un posible cruce de miradas


Luego de haber fosilizado sobre el papel la confesión de mis dolores.
Si es que acaso yo saliese de mi casa hacia el trabajo...
Y te encontrara acompañada en el café de tus descansos.

Dilatando la el final de este poema


En una imaginaria despedida,
Mato el tiempo con pequeñas consonantes manuscritas,
(Diptongos y vocales)
Deseando ver la hora....
Y no verte en la vereda del café de tus descansos.
Derretimiento

En el inicio de mis letras, hace tiempo,


mi corazón era un planeta
de glaciares territorios.
Las lágrimas y el frío
han sido fidedigno entrenamiento
para que la pluma testifique
la hondura de mi desamor culpado.

Recuerdo aquellas noches y mañanas:


Me hartaba de palabras y eufemismos
para que mi prosa disolviera poco a poco
esa muralla que del alma me apartaba.

En el camino de mis letras


casi siempre era de noche;
pues caminaba hacia el ocaso
para que el sol nunca me espere.

Yo pensaba que si apuraba un poco más


la tenue marcha de mis pasos
alguna vez abrazaría
a ese sol que poco a poco iba muriendo
si miraba hacia el oeste de mi vida.

Pero resultó que el horizonte no era inmóvil:


Y cada minuto que pasaba
mi sol moría un poquitito más en su partida.

Y una vez que se hizo oscuro:


Pues yo quedé desamparado
sentado a un lado del camino.
Mis letras y mis rezos no habían conseguido
demorar al menos un ratito
a ese sol que se ponía
para que yo al final pueda achucharle.

Pensaba que si el sol alguna tarde


me esperaba a que lo abrace,
podría yo traerlo hasta mi mundo
y derretir con su calor las mil y un estalactitas
que me encerraban en las cuevas de mi mundo.

Cinco años me extravié


en el frío de la noche que destierra;
En la quietud esperé a que el Derviche se presente.
Y mientras tanto pensé mil versos nuevos
para hacer contacto nuevamente con mi alma.

Recordé también ideologías


que había defendido en otro tiempo.
Pero me cansé de respetar el nuevo ocaso...
Y casi muero en la noche repetida.

¿Como será escribir con mi corazón


mirando a un nuevo este?

Ahora la pasión que el nuevo sol me ofrece


me ha devuelto la esperanza que algún día
los ateridos territorios de mi mundo
-con selváticos calores-
descongelen sus montañas.

Ahora que mi mundo resucita


mis letras ya no escriben
eufemismos ni temores.
Y remo con mi pluma
en los océanos templados
de mis letras manuscritas.

Ahora me animo a ver los sitios


que los hielos ocultaban a mi vista:
Los caminos que antes me negaba
la amazónica friura de mi mundo
ahora son senderos que recorro
sin pedir permiso a nadie.

Y ya no temo a la noche que atormenta.


Pues ese sol que va naciendo
es mi brújula marítima diurna.

Súbitos glaciares derretidos


nutrieron otra vez el torrente de mi vida.
Gracias a un nuevo sol que ha despuntado...
Mirando al nuevo este de mi vida.

Mis sueños realidades

Si pudiera hacer mis sueños realidades


Ya mismo pensaría en encontrarte
De tarde o de mañana.
Que yo sea aquello que hace mucho
Tu corazón está soñando,
Como tú hiciste realidad mis sueños postergados.

De poder hacer mis sueños realidades


Te imaginaría solitaria
En los caminos que frecuento.
Y justo en el momento
En que tu memoria no lo espere,
Yo iría muy despacio
A coger ese universo
De sensualidad que es tu cintura
Y sin palabras… ¡Sin palabras!
Te esperaría lo que fuera
A que te acerques atravesando
El aire enmudecido.

Cuando te pienso ya no hay críticas ni estorbos.


Descubro que mis miedos eran tan improbables
Como las fantasías más utópicas.
Si te veo ya dejan de importar
Los desaciertos del destino.

Soñar todavía me está costando un poco.


Y quisiera que mis versos armaran la estrofa
Que en todas partes has buscado
Y el Destino te ha negado con repetidas decepciones.

Con el tiempo soñar empieza a postergarse.


Talvez esto sea demasiado realista para un verso.
Pero tú desde allí estás logrando sin quererlo
Que otra vez mi corazón recobre
Su fe en la poesía.
Cinco Caracteres

Hoy no sé si la verdad o la escritura


me darán la libertad que yo les pido.
Ojalá escribir un libro en verso
me alivie de tu ausencia.
Si es cierto que las letras manuscritas
son el conjuro que sana corazones:
ya en el acto trataría de inventar un alfabeto
rico en consonantes y vocales de mis penas.

Y entonces cada vez que la A


quedara por escrito en esta hoja,
sería parecido a que tus ojos
hubieran visto todos los dibujos
que todavía no pude regalarte.
Sería igual a que mis versos llegaran a tu oído,
y así yo sentiría que todo lo que no te había dicho
ya es un capítulo agregado a la historia de tu vida.

Si a la E tocara el turno
dejaría por escrito el dolor que es no tenerla.
Y de paso en esta letra se irían disolviendo
mis réplicas a Dios por la insolencia
que ha elegido para mí como lección
que corrigiera a mis modales.

En la entereza de la I
se irían yendo poco a poco
todas las lágrimas que no suelto
por fingir la torpe hombría.
Y en el suspendido punto
que le corona el cuerpo
como en un truco de magia
se irían quedando en esta hoja los dolores
que siento cada vez que recuerdo su hermosura.

El sombrero manuscrito de la O
sería un pequeño testamento
que le recordaría, si alguna vez ella lo viera,
los grandes sacrificios
que yo he hecho sin que ella se enterase.
Por ejemplo, mirar por la ventana a cada instante…
Esperando que ella apareciera.

Y en la curva de la final U por último yo elegiría,


que allí se bambolearan en mil idas y venidas
todas esas ilusiones de su amor
que ya están muertas;
Pero ingenuas desean su regreso:
Y no saben que estas letras
(vocales, consonantes y puntos suspensivos)
ya murieron…

En otro abecedario.

Mariposas negras y blancas

Una persona pasa por mi vida


y siembra la tristeza.
Luego se va, y otra se queda,
y deja mi cuerpo remendado.

Se va y en el mar mis adentros


navegan repentinas literaturas
y principios de justicia
ejemplificados
en unas pocas leyes.

Como una mariposa negra,


una efímera presencia
se ha posado en mi corazón
y se echa al vuelo cuando desova
la milimétrica oruga de la traición.
Que en su larga metamorfosis
abre las alas de la desingenuidad.

Y mis versos son


cada vez más verídicos
dolorosos y extendidos.

¿Qué soy yo al fin


sino una etapa representada
con silogismos egoístas de mi círculo variante?
Y la certeza de estar absolutamente solo
me amedrenta.

Cibernéticos afectos de falso nombre


Se cuelan a mi realidad cotidiana.
Atraídos por mi poesía y mis prosas
(El perfume del néctar de mi corazón).

Y una vez ya madurados mis sentires


regresé al cobijo de mis remendadores,
que sin cuidado por mi néctar
me ofrecieron hospedaje.

Y mis letras son minúsculos únicos amigos.


En nuevos rizos ellas me demuestran
la verdad que no prefiero.

Y en esta historia resumida en Ene versos,


se quedará mi corazón sin mariposas,
emanando el olor de su nepente…
Para enamorar a esta soledad vespertina.

Colisseum

Somos actores representando


libretos improvisados
En un teatro vastísimo.

En el chinchón de la vida
baraja y reparte el Sino;
Al nacer ya nos tocaron
los roles a interpretar
Somos actores analizando
guiones de la esperanza
En un teatro vastísimo.

En los crudos tinteros del hoy yerrado


nos vivirá esperando la inapelable escencia
del por aprender;

Unos con otros interactuamos:


Somos actores improvisando
el rol de nuestra desdicha;
Fracaso, sufrir y pena:
Tres resmas blancas llenadas
viviendo el día por día
En un teatro vastísimo.

Con la decepcionada tinta de la desingenuidad


sentenciaremos las tácticas de la gloria
para que sean leídas
en los libros de lo porvenir.

Congoja, drama y parodia:


Son tres libretos en blanco
que al nacer Dios nos endosa
para ir llenando los blancos
De este teatro vastísimo.

La espesura del punto y otra


jamás habrá sido vista
hasta el día que nos vamos.

Somos actores representando


sabios guiones escritos
En un teatro vastísimo.

Emigrando

Una llorada tarde decidí dejar en libertad a los gorriones


pues me mataba ver a su mamá dentro del nido.
No demoré un instante más aunque me duela
y rectifiqué ante Dios el haber de mi inconsciencia.

Mis gorriones piaron despacito


para pedirme la comida de esta tarde...
Recuerdo que al principio
Su gorgojeo me despertaba en la mañana.
Pero ahora casi no se escucha
Cuando mis pichones tienen hambre o tienen frío.

Maté de una pedrada de palabras


no hace mucho al último gorrión
Que dormía en mi casita.
Lo asfixié con ironías y con indiferencias.
¡Ay, Dios! Si ustedes vieran la tristeza que me daba
No puso demasiada resistencia...
Y no soportó mucho el martirio de mis voces.

El último gorrión que en la ventana de casita


susurró neófitos cantares
hace un tiempo que no canta ni pía.
Creo que el alpiste que le daba
lo mató por no ser el apropiado.

Lejanos intérpretes que no vi nunca


Opinaron de la voz de mis gorriones
Y a mí un llanto me mordió el alma por entero
Al pensar hasta donde pudo haber volado.

Yo había hecho un trato


con el dios de las cursivas.
Pero firmé cosas tremendas:
Tuve que restarles horas a mi sueño
para poder cumplir con mi palabra.

La promesa que me hubo dado el dios cursivo


yo no vi que del todo se cumpliera:
Tal vez él vio que aprovechaba
todos los derechos que tenía,
e interpretó que yo faltaba a mi contrato.

El canto de los gorrioncitos


que vivían en mis nidos
se fue apagando de a muy poco.
Ellos lucharon por su vida mucho tiempo
Y vivieron en la ventanita de casita
desplumados y con imposible vuelo.

Hace mucho los gorriones que vivían en casita


Cantaban a toda hora del día:
Y con su canto alegraban a todos mis queridos
Y contaminaban los cuartos de mi casa
De esperanza y alegría.
(Doy genuino testimonio).

Hoy seguro estoy que si volvieran


A la ventana de casita
Yo intentaría ser mucho más disciplinado
De lo que he sido con ellos:
También era difícil...
Pues nunca pude entender completamente
Lo que su canto trataba de decirme.

Desingenuidad

La práctica matinal de estas grafías


se fue quedando con el tiempo
bajo la sombra amarga de las hieles
Que me dejó el saberme un hombre.

A muerte Combatí en ambos ejércitos.


Y maté corazones de ambos frentes
Un poeta me ha quedado como resto
De aquella vida mía desgastada.

Del amanecer hasta el crepúsculo segundo


Mi hondo llanto desplegaba las alas indeseadas
De esta desingenuidad que ha despuntado.

La desingenuidad abrió sus alas una tarde;


Y mi niño se fue en su barco hacia otras tierras;
Me quede valorando a los muy pocos...
Y me mató el recuerdo de su risa.

El fuerte en que vivimos largo tiempo


No fue un obstáculo para la huida de mi niño:
Rompió de a golpecitos las altísimas murallas.
Y ya fue tarde cuando quise desdecirme.

Mi niño se marchó con el corazón mirando hacia otro este;


Y yo quede desamparado llorando pretéritos actuares
Mi niño huyó de las ciudades hacia el bosque legendario.
Y endioso a cualquier hombre que no venda su doctrina.

Mi niño huyó un buen día en busca de los ríos


Que calmaran la sed que le he causado.
Y no parecieron importarle los espinos, la distancia...
Y dejarme solo entre los hombres que no aman.

Una vez que estuve solo


me quede viendo por horas
el crepúsculo segundo.
Me dejó solo mi niño
Cuando quise defenderme.

Se llevó con él todas mis armas


Y mis yelmos arturianos.
Como venganza del maltrato…
Como reproche de todo
cuanto yo no pude darle.

En la amurallada casa que yo tuve a mi niño


El cielo nunca había sido azul celeste.
Algunas pocas veces
Yo pude darle estrellas de los mares.

Del Destino

Canto al Fiel Guerrero

Afina la lanza.
Resurge de tus cenizas,
Resurge de la niebla.
Tú que no tienes nombre;
Que yo te sostendré entre los fantasmas.
Mañana otra vez nos quedaremos solos.
Y el Señor será el único testigo.

Afila tu lanza que es la pluma:


Amansadora de dolores;
Mártir de la injusticia;
Contacto con lo divino.

Afila tu lanza que es la pluma.


Tu arma nos ha rescatado,
Tu arma venció a las tribus bárbaras.
Mitigando los incomprensibles karmas.
Afila tu lanza que otra vez,
Veremos a los incansables enemigos del pasado.

Con este canto de guerra te suplico:


¡Afila tu lanza que es la pluma!
Redentora de las Maldiciones;
Y curadora de la angustia.
Teseo de los Asteriones.
Afila tu lanza que es la pluma,
Y pon a tus enemigos de rodillas.
Pues otra vez mañana atacarán sin tu sorpresa.

A esta daga demos gracias:


¡Afila tu lanza que es la pluma!
Pues es la que en verdad nos hace libres.
Hazle tributo en cada hoja
Sin temer a la vergüenza.
Que poco a poco habrás matado a las Cerberos:
Es el remedio, Fiel Guerrero,
Al hechizo impertinente del Leteo.
Afina tu instrumento Fiel Guerrero,
Que los temores a la muerte
Se irán quemando en cada letra.
Prepárate para enfrentarte
A los dragones y demonios.
Con cada línea tus fuerzas se engrandecen.

¡Inclina tu lanza Fiel Guerrero!…


Y apunta al corazón de los Dragones.
Y que tu mano no tiemble ante la duda:
Pues esta daga será el arma que la venza.
Prepara tu arma fiel guerrero…
Y dales muerte a todos los Demonios;
Que en el día resucitan
Y en la noche persiguen a tu sueño.

¡Prepárate, fiel guerrero¡


Pues nada hay más que tu pluma.
Y podrás en esta noche
Enfrentar la incertidumbre de mañana.
Bebe de esta fuente fiel guerrero
(Te lo imploro).
Y pide que tu historia
Se transforme en poesía pura.

Pide a Dios que en la oscuridad


Se enciendan brillos.
Y que tus letras sean poesía pura.
Prepárate esta noche, fiel guerrero.
Pide ayuda para perdonar a tus fantasmas.

La Cruz en Llamas

Hubo quien la llamó "Pequeña Llama".


Ahora Resucita de los barros.
Para empezar a crepitar entre la paja
que espera a los pies de tu crucifixión ser incendiada.
Para quemar la cruz de tu recuerdo.

Que poco a poco las llamas contaminen con su fuego


el heno que arderá al primer contacto.
Y empieces a sudar el miedo,
Cuando tu falda empiece a humear
Y tu sexo arda también por el calor del fuego.

Me deleito en el jadeo de tu boca


mientras el fuego a tu carne sacrifica.
Yo deseaba que tu sexo fuese mío...mas ahora
me prende imaginarte con las esperanzas extraviadas.

Me imagino que tus ojos me buscan


entre una multitud que desprecia
tu mirada temerosa y resignada al fuego.
Y tus cabellos, antes rojos naturales,
Ahora empiezan a teñirse de cenizas.

¡Cómo desearía que tu cuerpo ardiera en llamas!


Es un deseo parecido al de tu sexo.
La pasión que me negaste
ahora está depositada en mi deseo de venganza.
Y que la hoguera arda despacio;
Para que tu muerte sea dolorosa y roja:
Rojo sangre...

Y rojo fuego.

Saltando Puentes
Salto los puentes que me unen a tu nombre
empezando de nuevo el rito extenso
que me desarraiga de tu cuerpo.
En letras manuscritas construí
mi lagrimal una mañana…

Y el verso que te cita.

Fortaleza impotente buscó el verso


que se forma con todas esas caras tuyas.
Impotentes impulsos
desearon en épocas distintas
tus besos así como tu muerte.

Quejadas soledades son mis días


luego de aquella media tarde.
Aún busco el abrigo
de aquella boca tuya.

La multiplicada imagen de sus ojos claros


azotaba cada soledad después de haberle visto.
Y su fantasma se ha ido apareciendo
cada vez más helado y lacerante.

Cuando ya estoy aliviado


escribiré hasta estar seguro
que el dolor se irá temporalmente.
Sólo basta una carilla para empezar a desmembrarle;
Sólo sigo exigiéndome rapidez en la escritura
para que la tinta en el papel desintegrase
este sentimiento poderoso.
Y mi poema son ruines líneas de lamento.

Ya no creo en Borges ni en Neruda.

Como probando evoco su recuerdo


a ver si me lastima igual que al empezar estos escritos.
Y recuerdo con asombro que su cara y que sus ojos
se irán desdibujando con el tiempo.

(Dicen)

Dicen que las pérdidas con el tiempo


Se convierten en ganancias.
Esta historia no tiene para mí
Principios ni finales.

Yo no creo que hoy sea el momento


de secar mis lagrimas a lápiz....
Todavía lastima mi presente
la memoria de esos últimos segundos.
Y todo lo que había imaginado
quedará mucho tiempo
en el deseo silencioso.

Dicen que dedicarle algunas hojas


a un dolor muy profundo
mitiga la pena y se lleva nuestra angustia.
Yo desconfío que esta vez funcione.

Dicen que dedicarle unas hojas


a un dolor muy profundo
se lleva los recuerdos que nos lastimaban.
Ahora estoy creyendo que son puras teorías.
Pues veo infatigable su puntazo
para que se quede algún día en el olvido.

Aún ingenuo me vienen ilusiones


de un una próxima última mirada,
Y tal vez la oportunidad
de hacer las cosas de otro modo.

Dicen que dedicar algunas horas


de continua escritura
a una pena reciente o pasada,
mitiga el dolor y activa nuestro olvido…
Ahora la odio y odio mi tristeza.
¡Con qué facilidad se convierten en opuestos!
Las emociones que hace poco
hacían de la vida un lugar digno.

Ya le he dedicado algunos versos


sin métrica ni rima
y aún no se me borra
el recuerdo de sus bárbaras palabras.

Solamente en el alma
me queda la tristeza.
Y nada cura el karma
que ha venido desde lejos
a subyugar mis ilusiones.

Soy

Herencia de mis antepasados contuvo


tímidas necesidades de ajusticiar
al homicidio de mis ídolos:
A ellos los sostuve muchos años
sobre un altar de arena inconsistente.

Presencias que me han amado


no consuelan su injusticia;
ya no vienen hasta mí los invisibles
que me dieron una tregua.

Soy como la tormenta criminal


que escucha al trueno
y luego rinde sublime tributo
lineal y caligráfico.

Pequeña agua de tormenta


regó el dolor sembrado
en la casa de mi alma.
Y le di sol y le di sombra
a una margarita detractora.

Yo soy como la campestre tierra


que regala a quien lo aprecia
mágicas brisas perfumadas
a la hora del ocaso.

A la hora del descanso


recordé los dardos
que ayer mataron
a un gorrión tras otro.

Soy como la cumbre o como el valle


que encuadra cada una de sus flores
en el centro de una postal maravillosa
pródiga en conceptos celestiales.

Yo soy el universo
que reserva el lugar justo
a cada sol...
Y a cada Tierra.

Soy como el océano agitado


en invernal solsticio
creando olas de amor
y de amargura.

Los temporales sentimientos


de amor y de amargura
aquí jamás me llegan.
Viajó en el tiempo
el temor a equivocarme.

Soy el crepitante sol


que engaña a los terrestres
con la perfecta imagen
que le concedió la Providencia.

Así me entretuve
en el país de los temblores
cuando la autenticidad imbuscada
tomó la rienda de mi voz y mis palabras.

Yo soy como el encarcelado


deseoso de las calles
que ha limado de a un barrote...
Por cada punto que sentencia.

A mí y al injurioso
nos separan diez peldaños.
Nacimos separados
por la mitad de un continente.

Yo soy como el telar que deshilacha


con cada miligramo de su tinta
aquellas expresiones enemigas
que obstruyeron el flujo de sus venas.
El está bien y el no hace falta
dejó sin entusiasmo
a la carga de mi pluma.

Sentí nostalgias de mi madre


igual que hubiera muerto.
Y una gota de agua dulce
trasladé hasta el analgésico Leteo.

Yo soy como el esclavo


que refugiado en el mental soneto
con críticas parciales...
Tramó el ajedrez de su venganza.

El Suplicante

De ser Dios quien concede al suplicante


A Su gracia dedico esta escritura:

Pido a Dios agregue más años delante de mi vida…


Por que ya he desperdiciado muchos días,
Y moriré arrepintiéndome de lo que no he hecho por pereza.
Devolvedme la memoria de mis 17 años,
Pues a esa edad yo todavía perdonaba.

Si Dios me escucha le ruego para mí tolerancia y cortesía,


Pues la gente que me trata me reprocha la conducta
Y yo no puedo explicar en el momento lo que pienso,
Doy razones por evitar las agresiones de ambas partes.

Ruego también mucha paciencia


Por si acaso que Él me tenga reservada alguna etapa de revanchas,
Entrar en ella sin que me importen los años envejecidos,
Creo que después de tantas mareas y resacas,
No va a importarme mucho la espera de la gloria
Si era así que Él lo quisiera.

A Dios Padre pido una añadidura:


Inteligencia que me guíe en las palabras que ya uso.
Así los demás no tendrán argumentos que me ofendan,
Y de ser lo contrario a mis deseos,
Sabré qué contestarle al indignante.

Suplícote también otra vez ingenio o astucia verdadera.


Devoción, sacrificio y buen criterio.
Así sabré yo cuando arremeter contra El Impío
O cuando volver sobre mis pasos
A fin de conservar en mis adentros la Certeza
De Ti, de Tu Hijo… o de Tu Esencia.

Voces censuradas

Exageradas falacias dejé de anotar una mañana


en el reglón de aquel primer cuaderno pundonoroso.
Voces censuradas que vinieron por mi oro
Sin decencia corrompieron mi primera estrofa y mi argumento.
Somos los hombres una inerte consecuencia
De las letras heredadas que trataron de endilgarnos;
Políticos intentos usurparon mis más lindos refugios
Sirvieron a tiranos mis espadas y mis yelmos.

Errantes agonías
Padecí por aquel tomo...
Asteroide, Rosa y Niño
“mi mejor mitología”.
Lloradas prosas ha inspirado
en mis adentros
Aquel silvestre animal de pelaje angora.
Nuca pude dejar de mirar la pasión ni a la belleza
Como una rosa roja que me hablaba...
Inmensos árboles estaban
estropeando mi inocencia.

De grande vi otra vez


a ese niño muriendo en el desierto;
y allí vencí mordidas
de venenosas cascabeles.
Desde entonces:

Escribí mejor mis versos.


El Reflujo

Hoy quisiera dejar de hablar de desamores.


Que mis versos entreguen
fantasías y esperanzas.

Ojalá en esta tarde mis pensares fueran claros,


ojalá dejaran de mostrarme quejidos y amarguras.
Porque hoy deseo escribir cosas alegres
Deseo escribir que, por ejemplo, en mi infancia
Fui feliz con mis amigos.
Recordar pequeñas cosas que ahora mi memoria niega,
Recordar por ejemplo, que una vez la luna y las estrellas
me salvaron del suicidio.

Yo quisiera describir ahora para ustedes que me miran


Una vez que la felicidad me había tomado por sorpresa.
Igual que lo hace siempre la desgracia.
Yo deseo que en ustedes leyeran en mi verso
Lo feliz que he sido en el potrero.

Lo lamento, yo no puedo.
Porque ella no estará más en mi mente.
Es extraño pero cierto lo que tantas veces he escuchado.
El amor se acorta mientras vive,
Y el olvido puede durarnos para siempre.

En Mi última Estrofa

El momento que mis manos esperaban ha llegado,


Ahora ya no hay ella.

Este sentimiento que recuerdo


Haber tenido pocas veces
Dictó a mis manos el verso que esperaban,
Y dejó entonces la gloria de ser mi meta reprimida.
Que me ha hecho escribir como un poeta
Y le dio a mi vida la nobleza
Del guerrero que al rey defiende con su vida.

De haber sabido lo que sé


No hubiese actuado tan aprisa.
Hubiera permitido que las tardes y mañanas
Agiganten ese irrepetible sentimiento de dicha y de nostalgia
Dicha por haber sido elegido para un amor tan grande
Y al mismo tiempo
Nostalgia por ser de fantasía
Y saber que sólo mi mente es responsable
De todos nuestro besos y todas nuestras cópulas.
De haber sabido lo que sé
Hubiera actuado de otra forma.
Pero el arrepentimiento fue tan grande
Que al momento de elegir me ha traicionado.
La ingenua idea de un amor más indulgente.

En mi último verso se confunden


Todas mis lágrimas, mis deseos y temores
Este último verso me conforta,
Pues no tiene vanidad
Ni se jacta de ser métrico.
Sólo dudo si será lo suficiente
Y que ahogue el recuerdo de tus ojos,
En una única vocal, en una sola estrofa,
En una sola sílaba….
O en la idea de tu ida.

Nosferata

Tu convertida imagen pareciera ser un vampiro


que no me mata tan solo cuando escribo...
Y se alimenta de mis versos manuscritos.

Te prendiste a mi corazón de una mordida,


y aunque me lastimas te deseo.

Mi vientre es la contracorriente de salmones;


noviciarias imaginaciones avivaron
mis inextinguibles deseos
por verte en el ritual de los gemidos.

Y al detener mis manos la descripción de esta agonía,


me culpo cuando imagino que ciertamente
buscaste igual que yo la carne...
Y que eras tan común como cualquiera,
y que ni tú ni yo fuimos capaces de sobrevivir
sin el adictivo ambrosía que despide la perfidia.
Y entonces descubro
que fuimos sediciosos de la carne...
Y sólo eso.

Y como si fueras una única referencia de la vida,


seguiré describiendo día a día,
(por más que lea muchos Borges y muchos Principitos),
imaginaciones que me irán sugiriendo lo que eres;
¡Así!: Mordiéndome la vida...
Dándote el perdón únicamente
si te viera sediciosa de la piel y de la carne.

A oscuras eras la reina más tirana,


que sólo piensa en su corona...
y en dar perpetuidad a su prole.
Pero sin embargo te deseo...
Pues tú y yo somos comunes.

Mi verso inicial
ha sido un gran planeta en erupciones.
Ha ido tornándose más calmo,
a medida que una imaginaria pluma fuente
mudó mis secretas fantasías
de mi alma hasta la hoja.

A medida que mi letra confesó la forma que tiene


el grito sagrado del hereje,
mi verso ha ido cambiando...
Y ahora es una hermosa primavera,
que concluye apaciguando la danza del Hereje.

El Ansioso

Aunque acabo de jurarme


que no voy a hablar de ella
busco en mis adentros
un impulso que haga un verso
que me alivie de esta ausencia.
El Poeta retorna victorioso de los campos
donde mil años combatió con el Guerrero;
Los restos de su cuerpo y de su cara
todavía resucitan en un vestigio hiriente
que regresa de a momentos.

Después de unos minutos


de haber pensado en ella,
la marea embravecida le concede
una tregua a la muralla
que azotaban las olas vespertinas.
Ahora ya no hay hipocresías:
puedo hablarle a los rincones de mis miedos;
Ya nada me fuerza a escribir lo que no quiero.

No me importa si este verso


es rebuscado o elocuente.
No me importa que me juzguen
-El Ansioso ahora está muerto-.

El Ansioso asoma apenas su cabeza;


(Antes conquistaba todas las ciudades),
sin batallar ya era de antemano soberano.

Y aunque sé que ella volverá para matarme,


Me quedará por siempre un subterfugio
Pues podré intuir otra estrofa… otro poema.
Ya el ansioso es doblegado,
el Sin Prisa es el nuevo soberano.

Aquellos territorios ardieron


muchos años como Roma.
Hoy es en verdad maravilloso
la paz se ha sembrado en todas partes.

Estoy solo y el Ansioso se ha marchado,


-Espero: para siempre-.
Ya somos Uno…
Yo con el Calmado.

Sentido
Esta tregua que hace un tiempo
sólo dependía de la presencia de terceros,
hoy ha colonizado sin prisas ni piedades
todo los cotos y aristas del terreno.
He dejado de sentirme como extraño
Espero no perderme en esa selva
de los diablos y pigmeos.

Si las idas van o vuelven


ya no importa para nada.
Aquí ya no hay deseos
de agradar al semejante.

Ahora sé lo que era necesario:


solitario y distendido me enamora
-igual que hace once o doce años-,
el presente… Que “regalo” significa
(Y que me endiosa).

Avistando

A la enfermedad y a la locura
puedo contemplar
desde
la cima de este Olimpo.

Donde los temas y cuestiones se detienen


existe un prado de frescas consonantes.
Allí se recogen como flores
nuevas prosas y la nueva poesía.
Estos temas tanto me apasionan
Que temo morirme sin dejarlos por escrito,
Con métrica perfecta…
Y precisa ortografía.

Un gran amor sin ella ni ninguna


ha nacido de golpe en mis adentros.
Escribir… ¡Sólo escribir me hacía falta!
En cada verso se acaban mi vida y mis ideas.
En un punto final que mata la trama de las prosas,
O en la coma que suspende a la idea del intérprete.
Por un rato no habrá ella ni ninguna.

Al inmortalizar mis letras por escrito


regreso a la Morada de mi infancia
con un poder que pocos vivos han tenido:
La paz con el Sin Prisas… y sin ellas.

El César

La escritura me ha devuelto
Las ganas de vivir esta mañana.
Aún mi mente expone las viejas resistencias,
Que se originaron en una pesadilla del pasado.

Por ejemplo:
El deseo que estos versos
No admitan réplicas ni burlas
Hace que mi duda
Demore tantas letras manuscritas.

Sin embargo otra vez la vida me demuestra


Que el actuar aniquila los temores y fantasmas.
Pues luego de unos versos sin métrica ni rima
Ya intuyo el origen de mi karma;
Tal vez para evitarlo
Haya requerido compromiso y valentía

Hoy he decidido rechazar mis pretensiones


Esperando que nunca más
Debiera hacerlas responsables
Del fracaso que recuerdo hoy multiplicado.

Los dolores de mi cuerpo están ligados


A los muchos pensamientos que entorpecen
Mi respiración y mi presente.
Pero ya sabemos qué deberes nos atañen
Para que esta hoja nos rescate de del infierno.
Que este papel sea un emblema
De la esperanza que regresa sin apuros a la vida.

He jurado al Cielo y la mañana


Que nunca más voy a extraviarme
Del camino verdadero.
(Ya no temo a nuevos desamores).
En esta hoja y en letra manuscrita
Quedaran testificados mis deseos:
Justicia, devoción, perdón…
Y valentía.

De la Vida

Refugios Naturales

Tal vez por vergüenza ya no mire tanto al cielo.


Las nubes ya no me inspiran ninguna carabela.
Mirar al cielo hace mucho dejó de interesarme.
Pues ya no reconozco la forma de las nubes.

De vez en cuando la perfecta luna blanca


Se me incrusta en el rabillo
Y me invita a que mire las estrellas.
Entonces yo le explico que soy grande,
Y que mi amor no está en el cielo;
Mi amor esta perdido aquí en la Tierra:
Por eso es que casi nunca miro las estrellas.

Mis ojos ya no miran más allá


De los dinteles de las puertas,
Por si acaso algún día yo con ella me cruzara,
Y así no pierda otra oportunidad de enamorarme,
Por estar buscando
Inmaculadas carabelas de algodones.
Allá lejos, donde el más alto de los hombres
Nunca llega...
Ni aún con la puntita de los dedos.

Siendo franco... Ustedes no imaginan


Cuánto a mí me gustaría recostarme
Sobre el impredecible césped de la plaza,
Y tener de compañero a un guardián escarabajo:
Si yo fuera diminuto pareciera un dinosaurio,
O una máquina futura, o una bestia abominable...
Que nada más vi en mis pesadillas.

Ustedes no imaginan cómo a mí me gustaría


Recostarme en una plaza con los ojos en el cielo,
Y sentir cómo se pierden en mi última retina,
Legendarias carabelas blanquecinas;
Yo querría que expresivas lágrimas vivientes
Despidiesen a una repentina manada de caballos,
Que se adentraron de perfil en mis pupilas,
Y se esfumen poco a poco,
Sin que su paso indetectable deje huellas.

Yo quisiera que esta noche


Una gran luna anaranjada,
Pinte de púrpura las nubes camufladas
Que moran en el innominable cielo taciturno.
Y entre el negro espacio que el sol ha abandonado,
Se entrometiera una delgada nube inspiradora...
Y mi recuerdo la convertiría en la forma de tu cara.
¡Qué pena que ya no miro tanto al cielo!

Yo recuerdo cómo me gustaba


Ir a la plaza de mi barrio.
Apenas la mañana ilustraba las hamacas
Y las bancas centenarias,
Yo ya me sentaba hasta la tarde
En el arenero de mi plaza,
Y esperaba mucho tiempo
A ver formas en las nubes.
En ese tiempo adivinaba
En cada nube una figura.

Yo tenía la esperanza
De que mis trenes celestiales regresaran.
Y así Dios me señalara
Que todavía no me habían olvidado;
Pues volvieron de regreso a despedirse.

Ahora que la inesperada helada


Me ha hecho buscar refugios naturales,
Y en la desesperación suplico al cielo
Que ya no esconda a mis amigos los dragones,
He perdido esa paciencia
Que dibujaba sustantivos en las nubes.

Hoy que mis palabras


Se articulan sin la misma fe que hace diez años,
Y en la marcha del discurso,
Imponiendo su doctrina,
Viejos textos que he leído
Desearían que mi hablar
Fuese una copia de su teoría verosímil,
Miro hacia los cielos
Y mi corazón ya no quiere susurrarme
Que en las nubes hay figuras escondidas,
Pues se ha cansado mucho de insistirme,
Y que yo lo corresponda
Con soberbias desdeñosas.

Y temeroso de enfrentarte nuevamente,


Aún después de que ha pasado mucho tiempo,
Quizás entre las nubes encuentre
Algún recuerdo tuyo,
Y yo viva nuevamente...
Pues en tus ojos ha renacido muchas veces
El niño que se recostaba en la plaza de mi barrio,
Y en cada nube adivinaba una figura.
Como un juego de niños

Siempre he dicho que a las penas


debemos enfrentarlas con la hoja y con la pluma.
que la angustia solamente puede ser vencida
si nosotros desenredamos de a poquito
los hilos que entretejen su madeja.

Luego de otra amarga noche escribo


para que el papel me enseñe ahora
la lección que ayer no pude
aprenderme de memoria.

Pues siempre salteo


en los manuales del dolor vivido
la teoría que me hubiera sido imprescindible
para que en próximas partidas de palabras
nadie pueda hacerme trampas
sin temor a que lo vea.
Mi hoja siempre es una gran alternativa;
un privado ambrosía que me cura,
y tiene el código de la complicidad,
que a mí tanto me falta cuando estoy ante terceros
para confesar mis ideales…
pues ya tengo miedo al plagio que traiciona.

Una a una mis ideas completan


con inerte manuscrita,
los párrafos en blanco todavía sin cubrirse.
me dictan al oído palabras que yo ignoro,
palabras repetidas, o palabras que no riman.

Quiero hacer notar


que algunas cosas me molestan.
Pero mi corazón adoctrinado
se escuda en el silencio.

Pisar otra vez alguna calle


sin sentir nuevas vergüenzas.
Y que el texto que me falta
para acabar este poema
se llenase de palabras…
Sin yo hacer esfuerzo alguno.

Yo quisiera escribir este poema


como si el día de ayer no haya existido;
Y así los afectos que he perdido
aún querrían leer mis manuscritos.
Ya no deseo decir más suposiciones.
desearía encontrarme todo el tiempo
con verdades en mi boca.

Desearía no tomarme la vida tan enserio;


así nunca más lastimaría a mis queridos.

Y de repente aparecen negaciones,


-cuestiones de la vida-,
Que no me hacía falta contestarlas.
Ideas y utopías y mil suposiciones;
me nacen en el pecho y me piden que las cuente.
Me nace, por ejemplo, (y aquí yo me detengo):
“Si en un mañana yo pudiera
otra vez ver la vida como un juego
que se acaba el día que morimos”.

Si el Señor me concediese
que mi vida volviera a ser un juego,
yo ahora nunca más me dejaría
perder tantas partidas,
únicamente porque me da pena
el poco entendimiento.

Y a mi niño dejaría de exigirle aquellas cosas


que yo sé no puede darme.
Así yo ganaría en esta mano
(que pareciera ser irrelevante),
muchos años más de vida:
Pues si todos nos fijásemos un poco
podríamos notar que nuestro niño sufre mucho
y envejece muy de golpe
cada vez que el padre le molesta
con cuestiones moralistas.
(Estas cosas no son inteligentes).

Si en un mañana pudiera yo otra vez


ver la vida como un juego que termina
en el día en que morimos:
Pues ya mismo empezaría a recorrer
los países donde alguna vez yo haya vivido;
Entonces buscaría la palabra y el perdón
De quienes mi soberbia en un tiempo ha lastimado.

Y así yo ganaría
–Si el Señor no se ofendiera demasiado-
el derecho a reclamar en el día de mi muerte
la entrada al Paraíso…
Pues habré tenido méritos de sobra.

Si yo pudiera ver la vida de nuevo como un juego


que termina el día en que morimos:
No me pelearía nunca más con mis amigos
por defender el psicoanálisis;
Y me tomaría en cambio un tiempo largo
para practicar caligrafía y pensar cada palabra…
Que yo debo que decir al otro día.

Entonces si en mi barrio alguien viniera a preguntarme


qué me pasa, porqué tanta tristeza…
Yo en seguida podría desahogarme de mis penas
contando al menos un relato
de aquella mujer que no he tenido.
¿Cómo puede alguien saber completo el verso
que nace y muere en nuestro pecho?

Desearía que la gente que vive al lado mío


entendiese que la vida debiera ser tomada
de cuando en cuando un poco como en juego.
Y así tal vez luego de alguna discusión inesperada,
quien no sea propietario de la última palabra
felicite a su adversario en muestra de respeto.
Y cada diferencia de ideales
finalice con las manos estrechadas.

Si yo pudiera otra vez en el futuro


ver la vida como un juego de niños:
Recurriendo a la nobleza dejaría sin palabras
a quienes buscan mi discordia.
Pues no me importaría demasiado
ser un poco más inteligente
si con eso yo frenara
los discursos de dobles intenciones.

Aunque dudo mucho que aquellos jugadores


que participan en esta competencia
(que se finaliza el día en que nos vamos de este mundo),
entiendan de inmediato que no vale la pena
hilar palabras al discurso...
Para que la vanidad salga ganando.

Apreciaría mucho más a mis defectos,


y con toda la nobleza
que yo pudiera tener en esta vida
los defendería con grandes argumentos
que enternezcan el corazón y los oídos
de mis posibles detractores.

Entonces yo daría media vuelta


y mientras me persigue el ambiente silencioso
andaría muy tranquilo y sin tener que preocuparme;
pues daría por ganada esas partidas
que tienen pocas reglas
para las palabras que se usan.

Y si otra vez me levantara


con muchas ganas de morirme…
Ser sincero.
Y no escribir en un cuaderno de bitácora
que la vida merece ser vivida.
Después de todo…
en el papel se quedan las lágrimas escritas.
¿Acaso no es la poesía una tristeza
que se apura hacia afuera de nosotros
en busca de la hoja?

Si en un mañana pudiera yo otra vez


ver la vida como un juego
que se acaba en el día que morimos:
Revisaría más seguido el diccionario
y buscaría más sinónimos
para mi vocabulario repetido,
por si acaso mis letras te aburrieran,
yo tendría mil sinónimos para definir un sustantivo.

De yo volver a ver la vida como un juego


que se acaba en el día que morimos,
me preocuparía más por darle a ustedes
versos nuevos…
En vez de corregir tanto los ya escritos.

Y así de paso dejaría


-por al menos un momento-
todos los anonimatos;
Pues aunque el cristianismo
me recomiende ser modesto
en verdad quisiera por lo menos
un ratito a la semana,
un minuto o una hora,
que la gloria me durase…
O reconocimiento por todo lo que escribo.
(Yo sé que vale un poco).

Hoy la guerra ha terminado


pero papá no volvió con la bandera:
Ya no tengo quien me lea los cuentos a la noche;
Y si otra vez naciera:
No tendría quien me enseñe
a pedalear en bicicleta.

Si yo otra vez naciera viviría en este mundo


como si fuera un leterno jugar a la rayuela.
Los hombre malos enterraron a papá
bajo una cruz que tenía mil estrellas.
Y un cajón que suena (si alguien lo golpea)
igual a los tambores...

Que tocaban en la guerra.

Destiempos

Desde aquí comienzo a recordar


(con un poco de gracia)
Mis últimos asesinatos perpetrados.
Mientras no encuentro
ningún pensamiento verdadero.

Mas puedo yo decir,


(si quisiéramos a la verdad acercarnos por un rato),
que esta vida no es ni por un asomo chiquitito
lo que habíamos pensado
al cumplir 14 ó 15 aniversarios.

Podría yo decir, como un ejemplo de verdades,


Que temo en grande a los cometas sorpresivos.
Pues me dejarían sin oportunidad de redimirme
Ante todas las injusticias que perpetro.

A veces pienso yo a qué cosas


más pronto llanto podría dedicarles,
si del cielo viniera un repentino cometa
y nos arrebatara lo poquito que nos queda
de destino por delante de nosotros.
Por empezar recordaría en un instante
todas las cosas malas que yo hice.

Hasta cierto punto me reprocharía


(con lo poco que me queda de consciencia)
porqué mi orgullo ha tratado de humillar
algún día a los amores que yo tuve…

A mi padre perdón le pediría


por haberme hecho de calle.
Y el industrial terminaría
si pudiera despertarme en un agosto
de hace doce o trece años
(Muy bien no lo recuerdo).

Si un cometa asesino
viniera desde el cielo a liberarnos
Yo me quedaría sin haber estrenado
aquél pantaloncito
que mi madre quería que me ponga.
Pero de seguro a ella tanto perdón
yo no le pediría.
Pues sé que al fin me entiende todo.

Si un cometa viniera desde el otro lado


del larguísimo éter
para llevarse a los justos
y a los que a mí me hicieron daño:
Yo no sé muy bien de qué lado quedaría
Cuando el Alcalde nos leyera
todas las sentencias.
Pues muchas veces he mentido,
he sido perezoso...
Y he punzado el corazón de de mis queridos.

Si un Cometa sorpresivo
viniera desde el cielo a liberarnos,
del cálido verano, del sufrido invierno...
En un segundo yo me acordaría
de todas las cosas que no hice.
Yo me quedaría sin haber besado
los labios que mas quiero.
Pero hoy se avalanchan todas juntas
las verdades que he callado en otro tiempo
(de mi vientre hasta la gran muralla
que mis labios han formado).
Y finalmente mi boca es una cárcel obediente
que asila las palabras que en otro momento
mis decencias reprimieron.

Para las palabras que hemos reprimido


Prisión oscura y húmeda
Es la boca que he cerrado en otro tiempo;
Por celebrar para la nada
El hipócrita ritual de la decencia.

Y en una habitación que se decora


Con los dorados reflejos moribundos,
De la regada luz artificial que va cayendo
De una momificada araña de bronce
Amarilla y con bordados de colores,
Se olvidan los recientes juramentos
Que hicimos ante el mismo Dios,
Por temer que un inesperado cometa se nos lleve
El corto destino que nos queda por delante.

La línea de la vida

Hoy me desperté entre los recuerdos


que todavía no han sido destronados
del planeta en donde vivo.
Y pienso en todos los poemas que todavía
no le he dedicado.

Sedicioso de aventuras yo no paro de mirar hacia la calle


que me está invitando osadamente hasta la vida
-Así: cierta y peligrosa-,
y me separa de ella el cristal de mi ventana.

Podrán decir de mí que soy un tonto


pero aún sobrevive un nostálgico vestigio de esperanzas
-que también de paso sea dicho: me están aniquilando-,
de asomar apenas mi nariz por la ventana
y feliz de mí verte allí esperando para hablarme.
Y perdónenme si les parezco ser un tonto,
pero es que todavía creo tercamente
que al enamorado le suceden cosas increíbles.

Mi vida en verdad ha sido un poco dura


desde que a pesar de mí vuelvo a vestirte por las noches.
Y me pierdo tontamente en acertijos
que rayan los cielos de mi mundo,
escritos con todas las palabras que evitaron pronunciarte.

Una vieja idea está tocando a la puerta de mi mundo


(como si fuera el que regresa al hogar después de mucho tiempo),
arrepentido y escuchando únicamente
el mismo golpeteo del zapato en las aceras,
marcando el solitario y lento paso de las horas:
Después de haber perdido en inútiles apuestas
y en unas pocas manos que siempre se recuerdan,
todo la suerte inexplicable con la que venimos al Planeta.

Y pienso de repente en la trama de viejas


y fantásticas lecturas: ¿No serán todas las fábulas
de los gnomos y los elfos una inexplicable tempestad
de ideas que se calma en el amanecer de la escritura?

Yo quería escribir como los dioses… Yo quería.


Que los corazones que más quiero leyeran mi poema.
Y encontraran en la estrofa que encabeza su estructura
un verso principal que a los hombre y mujeres atrapara
desde su primer vocal capital… O consonante.

¡Ah, Dios!... Mi niño está muriendo.


Mi corazón fue en el pasado un cálido planeta.
Y tenía las puertas más enormes
que jamás hubiera visto.

En él vivía toda mi familia, pues las puertas de mi mundo


siempre estaban de par en par abiertas.
Y si algún desconocido venía a visitarme
le apartaba para él un completo continente,
-Europa, por ejemplo-,
y yo se lo confiaba para que no se sienta incómodo,
todo el tiempo que durara su visita.
Así desatendía todos mis quehaceres
para que mi huésped no se sienta en soledades.
Entonces preparaba un gigantesco juego de rayuela,
e íbamos saltando desde España hacia el cielo imaginario
que se acaba en los Urales…
Y así por todo el entero continente.

Yo hacía todo esto para que mi huésped


no se sienta en soledades.
En ese mundo yo vivía con los míos…
Y había espacio para todo el que quisiera.

Recuerdo que en mi mundo yo siempre estaba preparando


las mejores tierras… Por si algún día arribaba mi princesa;
Y entonces ella pueda construir allí su reino.
¡Ay… Si vieran cómo estoy perdiendo el tiempo!
Pues en soberbios rituales cotidianos
yo malgasto horas y horas,
En vez de limpiar la alfombra roja
del palacio tan soñado que ella pisa.

Ahora que mi mundo es un planeta


que se ha helado de a poquito,
yo derrito un poco el hielo con lágrimas amargas.
Así también fueron cambiando
las aguas de los mares de mi mundo…
Cuando todavía me paraba en tierra firme.

Hace mucho tiempo mi corazón era un refugio


para todo el que quisiera recordar que en esta vida
aún queda lugar para la magia.
Ahora que mi corazón es un planeta
que se ha enfriado poco a poco,
la idea del invierno me ha enseñado
a defender mis territorios
de los aborrecidos fantasmas que me invento.

Hoy es un día en que el sol está nublado


Y me recuerdan las palabras
a mis primeros cuadernos del colegio:
Me voy así hasta mis primeros cumpleaños,
y veo los regalos que me hacían mis queridos.

Recuerdo cómo les quitaba los fraternos envoltorios:


muy despacio... Y con miedo a que se rompan.
Desplegaba con marcial esmero las equinas del paquete;
Así de paso en próximas cajitas de zapatos,
en amistosas fechas donde mis seres más queridos
celebraban su modesto aniversario,
yo pícaramente repetía el envoltorio,
cuando todos se habían olvidado por completo
de la fiesta en que lo había recibido.

A veces mis agasajados pensarían:


“¡Con qué dedicación armó este niño mi regalo!”
Y yo en verdad no me sentía un miserable.
Pues cuando en mi mundo todavía festejaba reuniones
dos o tres vísperas antes del día ya fijado,
era ley que nos regía a todos los vivientes
(soberanos, pueblos y vasallos),
considerar el contenido del paquete, la intensión
con que se había hecho el regalo…
Antes que fijarnos en cuánto nos habría costado la envoltura.

También era un alivio…


pues no tenía que visitar ninguna tienda,
ni pensar de qué color podría más gustarle a mis queridos,
el envoltorio de una antigua pluma fuente…
Que yo quería regalarles hace mucho.

Según el tamaño del paquete que me daban


yo ya me estaba imaginando qué podría haber sido ese regalo…
Y también según quién me lo diese:
yo ya meditaba, con mis siete u ocho años,
cuánto podría terminar gustándome el obsequio.

Si venía, por ejemplo, del lado de mis padres


yo sabía que era algo que hace mucho les pedía.

Ahora que mi corazón es un planeta


que se ha enfriado poco a poco,
y en sus océanos navegan sínicos témpanos helados,
ya ha dejado de importarme demasiado, poco o algo
el papel del que se envuelven finamente los obsequios.

Lo malo es que ahora ni me fijo si arrugo o no arrugo


el envoltorio para abrirlo, ni tampoco de quien viene:
Pues ahora que mi mundo es un planeta
-que se ha helado de a poquito-,
me da igual si es o no mi cumpleaños
con tal de recibir un agasajo.
(Y de paso saber que aún le importo a alguien).

Cuando mi mundo aún era templado,


yo recuerdo con gran pena,
que guardaba en una caja de zapatos
pequeños amuletos que me harían recordar
felicidades o tristezas.

Allí guardaba insignias, emblemas y semblantes.


Por ejemplo, diminutas banderitas
que había rescatado del incendio en cada país
que alguna vez he conquistado.

Y por supuesto: también allí guardé las cartas


de mis reinas más queridas.

Juguetes yo guardaba de recuerdo,


por si alguna vez otro comarca me pedía testimonio
de los años más felices de mi historia.

También me he refugiado muchas tardes


dentro de mis cajas de zapatos: Eso había hecho
si invasores de otros mundos que venían por mis tierras,
me dejaban fatigado después de la batalla.

Mi planeta se fue helando de a poquito


cada vez que el invierno despiadado
vencía con nevadas poderosas
a las fuerzas de todos mis ejércitos.

Y así después de muchos años,


-si bien yo siempre había imaginado lo contrario-,
¡Se acabaron todas las raciones!
Y otras tropas acamparon en la noche de mi mundo.
(Sabrá Dios su procedencia).

Los ejércitos inciertos aceptaron servir a mis propósitos.


Pero igual yo mucho no confiaba:
Le temía a las revueltas o motines…
Pues a cambio de su espada
siempre andaban exigiendo que les diera
lujosos aposentos
Y títulos que aún no merecían.

Recuerdo que cuando mi corazón


Aún era una Tierra de templadas tardes,
yo no escribía nada que no fuera perfecto.
Y pensaba mucho cada verso de mi estrofa.

Mientras mi corazón aún era cálido


pensé mucho antes de hablar o dar consejos…
pues detestaba a las palabras que sobraban.

Mas ahora que mi corazón es un planeta


que se ha enfriado de a poquito,
francamente no me importa demasiado
rellenar mis poesías con palabras que no rimen mucho.

Cuando mi corazón aún era un mundo


que no se había enfriado
a mí no me importaba casi nada lo que había sido cierto.
Y mis deseos se fundaban en los sueños que aún eran posibles.

Hace un tiempo mi corazón también ardía


como un crepúsculo de lava
que al paso devoraba con paciencia,
los campos de maíz desprevenido.
Hoy hasta me avergüenza recordar
las fantasías que he tenido por las noches.

En un tiempo yo ordenaba con esmero


a todos los países de mi mundo:
Y a sus pueblos yo cebaba con bondades,
para que así nunca hubiera guerras
por hambre ni por terrenos.

Y yo me quedaba despierto hasta muy tarde


(Se los juro)
regalándole caviar a los niños desnutridos;
Y les daba consuelo a los ancianos de mi mundo...
Pues habían malgastado de a poquito, uno por uno,
los días de la adolescencia incautivable.

Hectáreas de esperanzas repartía


para que después de la cosecha los obreros fabricasen
sobre el campo su morada.
Y así si en mi planeta alguna vez había guerra,
yo con diplomacia la acababa sin demora.
Claro que en ese tiempo yo más me dedicaba
a pensar cómo se deben acabar las discusiones
que generan la fútil escaramuza...
Descuidando lo importante.

Ahora me permito que la gente que visita mi castillo


pase hambre, pase frío...
Y le soy indiferente a la discordia.

El globo terráqueo que acunaba


a los cinco continentes de mi mundo
poco a poco se ha ido helando.
Y hoy sus puertas (que antes invitaban hacia adentro
a todo el que pisare en su felpudo)
se fueron entornando con el tiempo.
Pero hace 20 años mi mundo aún era cálido.

Ahora únicamente transmite templanza mi escritura.

Alguna vez -cuando postergo mis deberes-,


y asomo apenas mi nariz por la ventana
¡Allí están todavía los cinco continentes!
Con todos sus países…
Y todas sus ciudades capitales.

Y esta noche me quedaré despierto hasta muy tarde


(te prometo),
imaginando que toda Salamanca está desierta...
Y un castillo alzaré hasta las estrellas, en tributo de tu nombre
para que sea tu aposento...
Y nunca más quieras marcharte
de mi mundo abandonado.

Pero sé que las terribles nieves del invierno inesperado


volverán urgentes a mis tierras…

Y helarán mis continentes.

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