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Juan Andrés Rodríguez Carrillo

José Miguel Echeverri


Leonardo Fernández Jiménez

I. Sobre minería y explotación forestal

Consideraciones preliminares sobre la minería en Chocó: La actividad minera en Chocó guarda


una relación cultural y económica integradora y estrecha con las poblaciones étnicas y originarias
que han habitado su territorio y se han dedicado a la extracción de metales preciosos como su
principal actividad económica. La explotación minera del departamento – concentrada en la
explotación de oro y platino – se desarrolla, principalmente, en su región central, siendo los
principales asentamientos de minería aluvial aquellos situados a los márgenes del río Condoto, Sipí,
Baudó, Bojayá, Guía, Quito y Atrato, cuya red hídrica es susceptible de sufrir impactos ambientales
significativos alrededor de los municipios con actividades mineras activas, como Istmina, Nóvita,
Sipí, Condoto, Medio Baudó, Lloró, Medio Atrato, Bojayá y Quibdó (Lara-Rodríguez, 2020, p.
251). Por lo anterior, la influencia de la actividad minera no es absolutamente reducible a la ribera
del río Atrato, toda vez que la minería moviliza personas y capitales culturales, ambientales,
sociales y económicos a la vez que repercute a lo largo de una basta región de influencia marcada
por la cuenca hidrográfica del departamento.

La minería y la transformación de sus métodos ha tenido impactos importantes en la comunidad


chocoana que, vale destacar, se ha adaptado a nuevos universos de significado que han cambiado la
manera en la que se desarrolla y entiende esta actividad. Así, vale destacar que, al hablar de
minería, no se puede usar un concepto maestro que abarque todo tipo de extracción de metales
preciosos. En efecto, existe, por un lado, la minería artesanal, entendida como el “sistema de
aprovechamiento minero que utilizan tradicionalmente las comunidades negras mineras valiéndose
de herramientas manuales sencillas” (Tierra Digna, 2016, p. 21). La anterior, es una actividad que
se complementa con otras labores productivas dentro de los núcleos familiares de la región y de la
cual se obtiene el sustento económico necesario para la manutención alimentaria.

Por otro lado, se encuentra la minería mecanizada, con retroexcavadora, en su mayoría de la


propiedad de empresarios antioqueños, que implica una extracción más rápida, llevada a cabo por
temporadas y con una explotación a cielo abierto (Tierra Digna, 2016, p. 22). Este método
extractivo ha tenido importantes impactos ambientales, sociales y culturales en la región, a la vez
que se vale de procesos de negociación y diálogo asimétricos necesarios para su introducción en el
aparato cultural y social. Dicho proceso, además, ha tenido impactos en el entramado de
significados, costumbres, tradiciones y visiones vitales sobre el territorio y la actividad minera en la
zona. En efecto, para que la actividad mecanizada pudiera entrar en esta zona fue necesario que las
visiones de territorio y propiedad entraran en contacto. Antes de la llegada de las retroexcavadoras,
los procesos de explotación minera se guiaban por redes parentales, sustentadas en un “tronco” o
ancestro focal que establecía los límites de terreno que podían explotar los descendientes (Parra,
2018, p. 807). De esta manera, las relaciones de parentesco jugaban un papel clave en la
organización del territorio, no entendido como la simple parcelación y titularidad legal, sino como
“la encarnación del proyecto de vida de una comunidad”, es decir, el sitio donde se conforman los
grupos y se articula el medio ambiente como componente cultural que gesta la identidad (Copete,
2013, p. 16).
En esta medida, vale hacer las siguientes aclaraciones: i) La explotación minera es una actividad
que se halla articulada a la red de valores y significados de la población chocoana. ii) Es una labor
cuyo desarrollo se construía a partir de métodos artesanales y relaciones de parentesco y
entendimiento del territorio como materialidad integradora. iii) La minería mecanizada se diferencia
de la artesanal y ha entrado en diálogo y disputa con modalidades diferentes de la actividad minera,
obligando a la población a adoptar nuevos modelos de vida que alteraron sus nociones de familia,
territorio y riqueza, pero que – en todo caso – han venido adoptándose a los imaginarios sociales,
culturales y económicos de la comunidad.

Alteraciones y afectaciones de la minería y la explotación forestal: Teniendo de presente el


conjunto de significados que existen alrededor de la minería, resulta más sencillo entender las
afectaciones y transformaciones que acompañan la introducción de la minería mecanizada y a cielo
abierto en la región como la actividad que mayores transformaciones culturales ha producido en la
población. A más de lo anterior, la investigación de Parra et al. (2018, p. 808) constató que la
minería mecanizada se introdujo mediante una dinámica de diálogo que – aprovechando la
precariedad material y económica de la población – hizo de esta una actividad que utilizó los lazos
de parentesco preexistentes a su favor y que produjo una innovación en la red de explotación y
comercialización de oro, en la que participan nuevos actores y los tradicionales se han articulado en
nuevas posiciones (p. 805).

El proceso de llegada de la minería mecanizada, sin embargo, se produjo a raíz de procesos de


relacionamiento asimétrico, en las que los intereses de los empresarios dueños de la maquinaria se
antepusieron a las relaciones culturales preexistentes con la minería. Si bien se produjo el despojo
del territorio en los términos en que se señala, no excluyó a los actores locales de la actividad. En
esa medida, por ejemplo, los barequeros – mineros que usan herramientas manuales más
rudimentarias propias de la minería artesanal – se han integrado a la acción de la retroexcavadora y
han construido una relación dialéctica en la que ambos mundos – el de la minería mecanizada y
artesanal – se integran en torno a la minería como actividad a la que se dedican por la misma
necesidad de ir a “barequear” (Parra, et al., 2018, p. 815).

A la par que las comunidades y familias de la región han ido adoptando los modelos de desarrollo
minero mecánico, han llegado transformaciones culturales de distinta índole, dentro de las que
destacan: i) El aumento en el endeudamiento para integrarse a la actividad mecanizada. ii) Las
disputas y peleas entre familias y “troncos”. iii) Cambios en el lenguaje. iv) Abandono paulatino de
técnicas netamente artesanales, por integraciones al modelo mecanizado. v) Llegada de grupos
armados responsables de actos de violencia, despojo y desplazamiento. vi) Procesos de migración
desde otras regiones del país. vii) Abandono del territorio y de la red de significados originaria en
torno a la extracción minera. (Copete, 2013) (Parra et al., 2018) (Tierra Digna, 2016) (OPT, 2018).

Las alteraciones en las redes culturales se concatenan y complementan en la crisis ambiental


causada por la deposición de desechos a los afluentes de la región y el uso de mercurio en la
extracción informal. Lo anterior, pues, produce una marcada descontextualización y
desvirtualización de la relación de las comunidades que las obliga, si no a desplazarse a otros
lugares, a buscar nuevos significados y a modificar sus entendimientos relacionales con el medio
ambiente, la minería, la familia y el territorio (Copete, 2013, p. 28) (Lara-Rodríguez, 2020, p. 247).

Síntesis y conclusiones: Así, es claro que, la minería como actividad ancestral y ligada
culturalmente a las comunidades étnicas de la región, es un componente cultural fundamental en la
visión cultural de las poblaciones mineras de Chocó. En todo caso, es la minería mecanizada y a
cielo abierto la que, si bien resultó funcional para obtener mayor mineral en menor tiempo,
incrementó los riesgos y las pérdidas de las poblaciones locales, mantuvo las condiciones precarias
de existencia, afectó irreversiblemente el medio ambiente y la relación ancestral de las poblaciones
con él y sus componentes, agudizó los conflictos sociales, el desplazamiento (Parra, 2018, p. 821) y
el despojo y ocasionó, además, que las relaciones sociales se transformaran en torno a una nueva
lógica de carácter monetario cuya introducción y diálogo ha sido asimétrica y ha transformado y
puesto en riesgo la integridad sociocultural de la región.

II. Sobre la relación de las comunidades étnicas y campesinas con el agua y el territorio

Economía y sostenimiento a partir del río Atrato: Es necesario tener en cuenta que existe una
relación dependiente entre las comunidades étnicas y campesinas con el agua y el territorio, que va
más allá del extractivismo neto de los productos necesarios para la supervivencia. En “Estructura y
función de los huertos caseros de las comunidades afrodescendientes asentadas en la cuenca del río
Atrato departamento del Chocó, Colombia”, se estudia la importancia de los huertos caseros dentro
de estas comunidades afrocolombianas. En dicho estudio, se concluye que “[e]l huerto casero mixto
es componente esencial para el sostenimiento de la cultura de los habitantes de la cuenca del
Atrato” (Mosquera-Andrade, Escobar Durán and Moreno Sánchez, 2011). De esta forma, se puede
afirmar que las comunidades étnicas y campesinas que habitan en las cercanías del río Atrato
dependen de la producción y la manutención del río y de la flora de la región. En el texto citado, los
autores hablan de tres tipos de relaciones que estos grupos poblacionales establecen con las plantas
cultivadas: “alimenticias, medicinal, mágico religioso y otros usos (leña, postes, ornato y retención
de suelos)” (Mosquera-Andrade, Escobar Durán and Moreno Sánchez, 2011). De esta forma, se ve
claramente cómo estos grupos están estrechamente relacionados con el entorno que habitan en todos
los ámbitos de la vida social y económica.

Las relaciones que se establecen con el entorno dentro de este contexto van más allá de una relación
utilitarista, ya que entre las personas y los demás agentes no humanos que coexisten con ellos se
establecen relaciones interpersonales de igual significado e importancia que las establecidas entre
personas. En la cotidianeidad de las comunidades asentadas en las cercanías del río Atrato, el
territorio es un espacio conjunto donde varios agentes hacen parte de un entramado de relaciones,
entre los cuales podemos nombrar el terreno físico, el agua y claramente los individuos que la
conforman. Esta forma de comprender el funcionamiento de la comunidad va ligada al concepto de
“environment” discutido por el autor Tim Ingold, quien propone que las relaciones creadas entre los
participantes humanos con los no-humanos conforman una concepción de las materialidades
distinta a la que comprende usualmente por aquellos que no hacen parte de la misma comunidad.

Relaciones simbólicas humano/no-humano: Las personas que habitan el río Atrato y sus zonas
aledañas no se limitan a “vivir de” el terreno y el agua, sino que éste forma parte su estructura social
y sus relaciones interpersonales. Numerosos estudios con estas comunidades han dado luz de una
significación mucho más amplia a la comprensión utilitarista del agua y la tierra como meros
medios de subsistencia.

Entre ellos, se encuentra en ensayo de Lucía Mercedes de La Torre Úran, titulado Las Prácticas
Productivas tradicionales y sus características en el territorio de comunidad negra: caso río
Beberá-Medio Atrato chocoano, en el cual se hace una descripción de las prácticas productivas
llevadas a cabo por las personas que habitan esta zona. Para ella, la diversidad en estas prácticas ha
llevado a la formación de un espacio social en el cual la tierra actúa como un ser con la misma
agencia que un ser humano, en vez de concebirse como un mecanismo de producción agrícola. En
sus palabras, dentro de las distintas interacciones con el paisaje “confluyen tanto las fuerzas
naturales como las sobrenaturales y el ser humano mismo, como concreción de dichas fuerzas”
(Mercedes de La Torre, 2015, p. 133). Es decir, la tierra debe ser comprendida como un elemento
intrínseco a la vida social de estas comunidades, de forma que entienden a la tierra como un
miembro de la comunidad con el que han establecido relaciones interpersonales y simbólicas.

Desde una perspectiva antropológica, el estudio de la incorporación de elementos no humanos


dentro de contextos socio-culturales no es nuevo. Existen numerosas personalidades y estudios que
defienden el acercamiento a este tipo de conflicto por fuera de las perspectivas antropocentristas,
favoreciendo una comprensión del mundo basado en multirealidades. Tim Ingold y Andrés G.
Laguens son algunos de ellos. Este último, analiza en su libro Habitando espacios vacíos el término
de “tierra ignota” y cómo las personas establecen relaciones con el terreno que habitan. En sus
palabras, “[p]odemos entender que habitar el espacio es ir definiéndolo activa y constantemente a
través de relaciones, prácticas y experiencia entre humanos y no humanos” (Laguens, 2019, p. 57).
Dicho de otra forma, la forma en los distintos grupos humanos entiende y habitan su tierra depende
las prácticas y la experiencia que comparten con ella, y así se establecen relaciones de pertenencia y
de parentesco. A partir de esta noción de espacio no antropocéntrica el territorio del río Atrato es
comprendido como un elemento con agencia y con más relevancia que un simple medio de
subsistencia productiva.

Bibliografía y Referencias:

Lara-Rodriguez, J., Tosi Furtado, A., & Altimiras Martin, A. (2020). Minería del platino y el oro en
Chocó: Pobreza, riqueza natural e informalidad. Revista de economía institucional, 241-
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(2018). Impactos de la minería en el pacífico colombiano. Bogotá: Editorial Nuevo
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Parra Salazar, M., & Uran Carmona, A. (2018). Parentesco y precariedad en la minería de oro en el
Chocó, Colombia. Revista Mexicana de Sociología, 802-826.
Copete, María (2013). "Alteraciones en las prácticas culturales de la comunidad negra del
municipio de Tadó a partir de los cambios en la producción en la explotación minera y la
vinculación de la población foránea al territorio". Tesis de pregrado, Licenciatura en Etnoeducación
y Desarrollo Comunitario. Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira.
Tierra Digna. Melo, D. (2015), La Minería en Chocó, en Clave de Derechos. Investigación
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