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¿Qué es una constitución?

Un análisis fenomenológico

El mundo político es el caso más ejemplar a la hora de hablar de la separación entre


la esfera ontológica y la vida práctica. Y no por menos, pues ha sido una experiencia
común de la historia que la expresión meramente teorética de la política resulta
insuficiente a la praxis social. Esto es resultado del desprecio de las particularidades
ónticas de los fenómenos políticos por parte de la comprensión ontológica,
provocando, luego de muchos fracasos teóricos, una disociación radical entre la
preocupación teórica y la práctica. Es necesario, entonces, y con especial
importancia en los asuntos políticos, que la teoría encuentre un balance entre la
comprensión ontológica y la fenoménica de lo que nos atañe como seres racionales,
para así, hacer nuestro encuentro subjetivo con el mundo una elaboración lo más
cercana posible al ideal del habitar1.

Bajo esta perspectiva, Ferdinand Lasalle propone una comprensión de un aspecto


específico de la cotidianidad política; el texto ¿Qué es una constitución? no es más
que un acercamiento a la esencia misma de la Constitución como fenómeno político,
apreciando de forma general y particular sus características, haciendo especial
hincapié en la problemática anteriormente enunciada respecto a la mala
interpretación de las situaciones circundantes a nosotros.

En su descripción, Lasalle, propone empezar a calificar el objeto de estudio, la


Constitución, a partir de algo que se le parezca; la analogía más adecuada es con
una ley. Resulta evidente en la práctica que una Constitución es una ley. Pero, “en el
espíritu unánime de los pueblos, una Constitución debe ser algo mucho más
sagrado todavía, más firme y más inconmovible que una ley ordinaria.” (Lasalle,
1999, p.34) Una Constitución, entonces, debe ser no sólo una ley, sino la ley que
marque las bases y de origen a las demás leyes ordinarias, es decir, la ley
Fundamental de un Estado. Así, “La ley fundamental, la constitución, debe ser la
columna vertebral de las demás leyes, la Constitución debe ser la fuerza activa bajo
la cual se muevan.” (Lasalle, 1999, p.35)

1
Habitar, en el sentido ontológico enunciado por Heidegger, significa una relación subjetiva y armónica con los
otros y con lo otro, que nos permita un desarrollo adecuado de nuestro estar-en-el-mundo en sociedad.
(Heidegger, 1997)
Cabe preguntar, entonces: ¿cuál es esa fuerza activa bajo la cual se constituyen la
ley (la Constitución)? Lasalle nos dice: “Lo que es, en esencia, la constitución de un
país es la suma de los factores reales de poder que rigen en ese país.” (Lasalle,
1999, p.42) Esto significa, en otras palabras, que la Constitución se conforma a
partir de los poderes políticos que definen y marcan el desarrollo de la nación,
consolidados a partir de grupos ya sea de orden económico, estatal, militar o
simplemente civiles, que repercuten directamente en el rumbo de la estructura
social, cultural, económica, y en general, de la organización estatal. Esto nos dice
que la Ley Fundamental no es una cuestión meramente jurídica o legislativa, sino
que es un asunto de poder político.

El conglomerado de estos factores reales de poder, en tanto marcan la forma en que


se construye el sistema de la nación, generan la legislación de forma directa o
indirecta, bajo la cual se rige el país. Es por esto que tales factores son, de forma
esencial, la Constitución. Por esta razón, Lasalle dice que es una equivocación
pensar que las constituciones son novedad de la modernidad, pues desde que
existen sociedades humanas instituidas, ha habido factores reales de poder, por
tanto, constituciones.

Al margen de esta consideración ontológica, surge la cuestión fenoménica, es decir:


¿qué relación existe entre la carta constitucional -positivamente instituida- y la
esencia, en sí, de una constitución? No resulta complejo hacer la relación: “Se
toman los factores reales de poder, se extienden en una hoja de papel, se les da
expresión escrita, y, a partir de este momento, incorporados a un papel, ya no son
simples factores reales de poder, sino que se han erigido en derecho, en
instituciones jurídicas.” (Lasalle, 1999, p.42)

Así descritos los dos aspectos del fenómeno constitucional, podemos hacer la
relación frente a la comprensión práctica de tal situación; la Constitución de un país
será correctamente construida cuando “esa Constitución escrita corresponda a la
Constitución real, a la que tiene sus raíces en los factores de poder que rigen en el
país.” (Lasalle, 1999, p.56) De lo contrario, la Carta constitucional sólo será una
mascara de la realidad, y “el Gobierno tendrá que acometer la reforma de la
Constitución para poner la Constitución escrita a tono con los factores materiales de
poder de la sociedad organizada, o ésta, con su poder inorgánico, se alzará para
demostrar, una vez más, que es más fuerte y más pujante que el poder organizado”
(Lasalle, 1999, p.66) Pues “de nada sirve lo que se escriba en una hoja de papel, si
no se ajusta a la realidad, a los factores reales y efectivos de poder.” (Lasalle, 1999,
p.62) El derrotero de la organización siempre estará en función de tales factores de
poder y no simplemente de actos legislativos que poco regulan adecuadamente la
sociedad.

Esta situación coyuntural resulta evidente en el panorama contemporáneo. Las


naciones actuales suelen esconder, o tratar de negar los factores reales de poder
que en éstas rigen, bajo criterios que alegan ser de enfoque humanista y sólo logran
caer en una contradicción fenomenológica que intrinca los procesos jurídicos y crea
caos social frente a la interpretación taxativa de la constitución y la constitución de
los factores reales de poder. Este es el resultado de lo que, como se enunciaba al
comienzo, un mal acercamiento a la comprensión de los fenómenos políticos en
todas sus dimensiones.

BIBLIOGRAFÍA

LASALLE, F. (1999) ¿Qué es una constitución? elaleph.com.

Heidegger, M. (1971). El Ser y El Tiempo. Fondo de Cultura Económica. México:


FCE 1991

_____________. (1997) Construir, Habitar, Pensar. Ciencia, Filosofía y Técnica.


Chile: EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A. 1997

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