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discurso republicano”
La doble faz del movimiento rivadaviano reflejaba a los dos ámbitos hacia los
que se dirigía su obra de reforma: el espacio de lo político y el espacio de lo
cultural.
El momento cultural de los años ’20 estuvo dominado por dos nociones:
revolución e ilustración. En cuanto a la segunda, había hecho pie en el mundo
español a partir de las reformas borbónicas. Sostenida sobre una concepción a
la vez progresista y racionalista de la ciencia, era una actitud que propendía a
representar un mundo escindido dicotómicamente entre la civilización de los
conocimientos científicos modernos y la ignorancia de las creencias,
supersticiones y prácticas tradicionales aún no sometidas al régimen
ameliorante de la crítica razonada.
El viejo Cabildo fue abolido durante la crisis del ’20, y un nuevo poder
legislativo fue creado en su reemplazo. La legitimidad se fundó sobre un
sistema electoral de base muy amplia, apoyado en una ley que concedía
prácticamente el sufragio universal masculino. Estas medidas iban dirigidas
todas a fortalecer la legitimidad del nuevo orden, y así cercenar las
posibilidades de nuevas interrupciones extra-institucionales revolucionarias del
mismo.
Los dirigentes rivadavianos apostarían a una fuerza que ellos creían podía
ejercer un papel decisivo en la consolidación de un sistema estable de
gobierno, y ésta era la publicidad, la opinión pública. En aras de esa meta,
Rivadavia resucitaría la ley de prensa que el Triunvirato había promulgado en
1811.
Como su nombre lo indica, esa estética neoclásica derivaba del valor normativo
acordado a los “clásicos” greco-latinos y a los de la propia lengua, es decir a la
literatura española. La calidad estética de una de estas obras se mediría no por
su originalidad en sentido absoluto, sino por su capacidad de dar expresión
renovada a conceptos, tópicos y recursos y recursos estilísticos cuya
antigüedad reforzara su prestigio.
Los publicistas del nuevo orden debían multiplicar aquello que más tarde
Tocqueville llamaría asociaciones intermedias, y de entre ellas, las
asociaciones literarias se discernían inmejorables para la consecución de
semejante finalidad.