Está en la página 1de 1

Desconstruyéndome

Me hicieron creer que la belleza era lo exterior, que se medía según cuánto pesaba. Me
hicieron creer que no existían talles para mí, que determinada ropa no podía usar. Me
hicieron creer que no era linda pero que mis amigas sí, que no lo intente porque era gorda
y que por eso era fea. Me hicieron creer que lo mejor era desaparecer, mi presencia les
molestaba. Que no podía enamorarme ni gustarle a nadie. Me recomendaban que me
hiciera un by pass gástrico o que dejara de comer.

Hubo un tiempo que lo creí. Creí que no servía para nada, que no pertenecía a este
mundo. Que debía adelgazar para encajar en los parámetros de la belleza. A mis 17 años
un médico escribió en grande y subrayado mi peso y dijo que lo pegara en la heladera para
que no me tiente, para que no siguiera alimentando la figura de un monstruo.

Incontables personas opinaban de mi cuerpo: ‘tenes la cara linda solo que sos un poco
robusta’. En los boliches me decían piropos como: “Bombón, caramelo, chocolate...es en lo
que tenés que dejar de comer, gorda”, entre otros. Unos pibes mandaron fotos mías por las
viejas cadenas de mails diciendo que era un virus y también hay otros que decidieron
escracharme en un fotolog nefasto con el objetivo de que me deje de hacer la linda porque
no lo era, porque era “hedionda”, “repugnante” y “repulsiva” . Mi pecado era ser gorda.

Callé mucho tiempo y ya no me callo más. Lo que me define es lo que pienso y lo que
siento. Y acá estoy, esto siento y esto pienso. Quisieron borrarme, ningunearme,
aplastarme y el peor castigo para todos ellos es que sobreviví.

Aprendí que lo más lindo que tenemos es la sonrisa: la risa de lo cotidiano, descubrir cosas
nuevas. El amor visto desde un lado más social, ese amor que se construye desde la
empatía y el compañerismo. Caminar sin rumbo, ir al cine, encontrar en el otro un refugio.
Hacer lo que me gusta. Probar algo que no me animaba a probar. Estudiar lo que sea.
Aprendí a pedir ayuda. A llorar y descargar para volver a empezar. A caerme y levantarme
mil veces. Aprendí a sentir que no estoy sola y que el camino que emprendo para sentirme
bien es cada vez más hermoso.

También podría gustarte