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Quito, 2018
DERECHOS DE AUTOR
Firma:
Nombres y Apellidos: Sylvia Paola Michilena Proaño
CC: 1721342333
Dirección electrónica: crixo@mail.com
v
APROBACIÓN DEL TUTOR
Atentamente,
vi
DEDICATORIA
vii
AGRADECIMIENTOS
Un sentido sentimiento de gratitud a mi tutor David Chávez, quien durante este proceso
de investigación trasmitió sus sólidos conocimientos, así como la entereza y dedicación
necesarias para que mi trabajo sea óptimo.
A los profesores que conforman el tribunal, César Albornoz y Rafael Polo por sus
valiosos aportes.
A mi amigo, Christian Arteaga, con quien intercambiamos opiniones que todo tipo
acerca de lo que consideramos pensamiento académico.
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TITULO: Análisis de El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María
Arguedas
RESUMEN EJECUTIVO
Este trabajo revisa la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo del escritor peruano
José María Arguedas, para estudiar a las mujeres y el sentido común usado por la clase
dirigente del capitalismo utilizada al dar forma al programa de dominación social y
político, buscando el control de la sociedad a través de prácticas específicas aceptadas
como naturales.
Se usa el concepto de sociedad civil, del escritor y político italiano Antonio Gramsci, para
estudiar la cultura y la economía que le da soporte a esta cultura, llamada hegemonía, en
tanto programa moral e intelectual para la sociedad, específicamente las formas de
consenso sutiles asociadas a las mujeres y su sexualidad.
Palabras claves:
1. Sociedad civil
2. Hegemonía
3. Puerto de Chimbote
4. Trabajadoras sexuales
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TITLE: The fox above and the fox below
ABSTRACT
This paper reviews the novel, The fox above and the fox below from the Peruvian writer
Jose Maria Arguedas, in order to study the woman and the common sense used by the
leading Capitalism´s class, so as to give form to the Politic and social domination´s
program, looking for the control of the society through specific praxis accepted as natural.
This concept of civil society, from the Italian politician and writer Antonio Gramsci, so
as to study the economy and culture which gives support to this culture, called hegemony,
somewhat moral and intellectual program for the society, specifically the subtle
consensus forms associates whit women and their sexuality.
Keywords:
1. Civil Society
2. Hegemony
3. Chimbote´s Port
4. Sexual workers or prostitutes.
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Título
Desarrollo
Al hacer este estudio indagando en el concepto de cultura gramsciano, mismo que nos
deja insertarnos en un universo cultural, de la vida cotidiana, con carácter ideológico
propiamente dicho, pero contenido en la narración, busco situar al lenguaje y las
representaciones en función de la crítica que se desprende del flujo de esta teoría marxista
y de Arguedas, leyéndole desde la perspectiva crítica en la que él mismo se sitúo para su
construcción narrativa; la de su obra; y en general, gran parte de la creación literaria que
atendería, de un modo y otro, una vez que tome partido del papel de la política, no como
llamado revolucionario, sino como la producción ideológica y de sentido que el texto
reporta para los lectores y para su época, así como para relecturas e interpretaciones
futuras, como es este caso.
Otra de las preocupaciones para abordar la literatura desde la sociología supone que se
puede leer textos metológicamente desde distintas corrientes teóricas y/o interpretativas,
así el paralelismo entre sociología y literatura si es que se lo puede plantear, tiene que ver,
con la construcción de la verdad y la ciencia que se propone y con la metodología
empleada para leer sus textos constitutivos, de la literatura en un modo formal, y de la
sociología en la elaboración de categorías que resulten válidas a las perspectivas de
análisis propuestos. De este modo la novela de Arguedas, antes que ser leída desde una
sola disciplina, tiene que abarcar ambas perspectivas: no el objeto como tal, las mujeres
dominadas, sino el mismo Arguedas en sus formulaciones a partir de ellas. Desde ahí, se
podría preguntar, cuál es la ventaja, no tanto de la literatura presentada desde “el consenso
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activo de los dominados”, sino el mostrarla, desde el sentido que reporta la vida cotidiana
en el concepto de ideología de Gramsci, “se utiliza en el sentido de la concepción del
mundo más elevada que se manifiesta implícitamente en el arte, las leyes, la actividad
económica y todas las manifestaciones de la vida intelectual y colectiva”. Esta
“concepción del mundo” agrupa a un bloque social y político, como principio unificador,
organizativo e inspirador más que como un sistema de ideas abstractas (Eagleton, 1997,
pág. 159). A decir de Eagleton, la literatura se convierte en el objeto mismo. Por otro
lado, en el análisis gramsciano, figuran las prácticas, formas de relación y corrientes que
no han sido superadas históricamente que objetivamente existen, las representaciones de
dominación en cuanto tal.
Falta pensar sin embargo, acerca de la delimitación específica del objeto de estudio de
este trabajo: las mujeres. Así, este estudio no remite a alguna teoría feminista aunque su
organización formal y de análisis da cuenta del sustrato que alimenta ampliamente el
feminismo, y la misma feminización de las prácticas y valores encarnados por mujeres.
La dominación, nos deja pensar no sólo la dominación de las mujeres sino de los sujetos
en general, y por otra parte, de los sujetos ampliamente. Lo que en otro sentido, se refiere
a la emancipación humana en su conjunto, o la posibilidad de emancipación en algún
grado por fuera de las teorías que evalúan la consciencia como algo exterior o interior -y
en este plexo el lenguaje- de los sujetos, se levanta la posibilidad de estudiar, a través de
la obra narrativa de las mujeres de los Zorros, a Arguedas-la sociedad civil-la sexualidad,
en el orden no de la psicología del autor claro está, sino en el tránsito de la organización
simbólica de la sociedad: el orden productivo y reproductivo con toda su fuerza, un
mundo que en la aproximación de Althusser, relaciona la imagen con el impulso ilusorio
del consumo, de la libertad y la ideología, hacia la represión funcional del ser. No es que
se aborde este objetivo, que ya ha sido relevado por Cornejo Polar al referirse a Chimbote.
Más bien que el texto, de luces de lo que hay ahí de verdad y falsedad y la razón por la
cual los sucesos relacionados con las mujeres se cuentan de forma trágica, cuestión que
es ponderada por la interpretación de este trabajo.
El zorro de arriba y el zorro de abajo surge hacia finales la década del sesenta,
incorporándose en el cuerpo de obras literarias de autor peruano José María Arguedas,
que destacan su interés por alcanzar la necesaria transformación social, en detrimento de
la realidad de explotación, sumisión, segregación de los grupos y pueblos, según la óptica
clasista, racista y sexista, son mirados como inferiores, pero por su historia y formación
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constituyen una fuente de verdadera creación y liberación. Situó, el contenido crítico que
supone la composición de esta novela para el escritor Arguedas, al observar el “actual”
estado de las cosas.
La novela está organizada a partir de dos partes, a las que se añaden los diarios del escritor
peruano y el manifiesto No soy un aculturado, figurando en los diarios, y en las dos partes
de la narración referencias a la situación de las mujeres oprimidas. Así, en los diarios
destaca la figura de Fidela abandonada (Arguedas, 1975). Mientras que la primera parte,
aunque gira en torno al encuentro de los pescadores de la tripulación de lancha de
Mendieta en la pesca manual de anchoveta; y la reunión de ellos en los prostíbulos del
dueño Braschi, -el iniciador de la industrialización de la harina y el aceite de pescado en
el puerto de Chimbote que data de unos veinte años atrás-, las mujeres trabajadoras
sexuales cumplen un destacado papel en la cohesión ideológica del sentido de dominación
que se alza como la eje central de la narración, en este caso en la voz de personajes
hombres. Así mismo, se cuenta el encarnizado proceso de desarrollo capitalista para los
recién llegados al puerto desde la sierra en el relato del funcionamiento de la planta
“Nautilus Fishing” de don Ángel Rincón, del mismo modo, que la alineación de las
fuerzas sociales y populares en favor de los representantes del capital transnacional, en
donde el trabajo sexual, hace mella en la historia de la opresión denunciando sus
connotaciones específicas. Figuran las mujeres trabajadoras sexuales indígenas, que del
mismo modo que el indio Esteban de la Cruz y del negro Moncada, se presentan como
personalidades sensibles ante la realidad en curso. La segunda parte, abarca una reflexión
en torno al cura Cardozo y los albañiles, Cecilio Ramírez y el gringo Maxwell, quienes
posicionan para el caso, historias de mujeres populares que viven en comunidad.
Los estudios acerca de la obra El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María
Arguedas, han sido varios y de todo tipo, abarcando desde las esferas de los mercados
locales del puerto de Chimbote (Izquierdo, 2012); la posibilidad real e inviable del
esfuerzo transculturador del escritor peruano, que se habría visto reflejada en el caos y
corte de novela (Zegarra); hasta abordar comunidades humanas (Velásquez, 2009) y
animales (Tarica, 2012). No así a las mujeres, ni las relaciones que tienen que ver con su
sujeción de género, etnia y clase. Se busca estudiar a un grupo de ellas, las trabajadoras
sexuales, en torno a las representaciones ideológicas o de dominación efectuadas por el
escritor peruano a partir de ellas. Así mismo, generar un registro de estos personajes
mujeres que esté organizado en algún concepto para dar cuenta de su devenir ideológico
en el seno de la narración, teniendo en cuenta la premisa de que Arguedas se ocupa de
situar los universos del pueblo andino, específicamente la fuerza de los hombres y
mujeres del pueblo (Arguedas, 1975).
En un plano más general, es importante hacer mención a Ángel Rama, quien escribe Los
Ríos profundos, Ópera de los pobres. Aunque esta obra analiza otra de las obras en
cuestión, problematiza las fuentes que utilizó el escritor peruano para la consecución de
su novela en específico; o más precisamente, en el universo contado en la novela. Esta
asociación de contacto ente materiales de la realidad y materiales de la narración
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proponen la construcción de un universo lleno de fuerza, afirmado en la realidad, en las
formas estéticas (Rama, 1978).
Cornejo Polar, por su lado, en esta misma aproximación de la forma en que Arguedas
habría construido su texto, en referencia a El zorro de arriba y el zorro de abajo, se
propone la trasposición de los universos conflictivos del Perú en cada uno de los
personajes que él considera principales. No nombra a las mujeres. Así, sobresalen el indio
Esteban de la Cruz y el negro Moncada, con la lucha de clases y el imperialismo-
extractivismo, respectivamente. Para él son tres niveles los que se encuentran en la
novela: biográfico, mítico y novelesco, que se expresan de modo decisivo en el puerto de
Chimbote (Cornejo Polar, 1980).
Braschi resulta ser el orden dentro del caos; o mejor, la fuerza que promueve el caos y
promueve que más le conviene: vive de la desorganización social, donde cada hombre
lucha aislado por su supervivencia, y de la permanente incitación al consumo irracional,
al individualismo más agresivo, al vicio. Con la violencia, el chantaje o el soborno corroe
la base de toda organización popular o sindical; con la importación de modelos foráneos.
Braschi sabe que su poder debe alzarse sobre el caos y la perversión de los oprimidos.
Chimbote es el resultado del mito del progreso capitalista (Cornejo Polar, 1980, págs.
281, 282).
Wladimir Sierra, aborda cuatro modos de producción, para leer la obra de Arguedas e
Icaza, de entre los cuales destacamos el comunitario indígena y el cultural mestizo, que
aunque no es un modo de producción propiamente dicho, se constituye en la posibilidad
- inexistente aún- de un proyecto social, de carácter no biológico ni centrado en el poder
y el dinero (Sierra, 2002). Así, en el proyecto comunitario se estudiará Los Ríos
profundos, y en el mestizo, la destrucción de la síntesis utópica de El zorro de arriba y el
zorro de abajo, plasmada en la forma de escritura utilizada por Arguedas (Sierra, 2002).
Martín Lienhard, propone una articulación del pasado mítico del Perú, no colonizado ni
exterminado, en la figura que Arguedas les da a los zorros y a sí mismo en el relato,
quienes toman parte activa en la narración de la novela (Lienhard, 1977). El mismo
mecanismo ocurre en los diarios, en donde se efectúan manifestaciones similares a lo
dicho por los zorros cuando se toman de algún personaje.
Esta dimensión del relato testimoniado ya fue recogida por Cortez, quien le concede a la
palabra el papel “de reencamiento de un mundo desencantado” (Cortez, 2010), mientras
que Tarica critica el uso que Arguedas habría hecho de lo afro en la novela de los zorros,
para reanimar a los personajes mestizos-andinos, de entre los cuales, él mismo se habría
incluido (Tarica, 2012). Además, la autora tiene una preocupación por las formas en que
se aborda el cuerpo en la novela: el martirio y lo carnavalesco dejarían trazar una agenda
de liberación sobre él (Tarica, 2012).
Este estudio hace una aproximación del tratamiento ideológico que supone evaluar las
condiciones materiales de existencia de los sujetos, a partir de las interacciones que hacen
con el mundo que les rodea: sus acciones e intervenciones en cierto rango de espacio y
tiempo, específicamente, las representaciones del sentido común de las mujeres, que
habitan el trabajo sexual (o la sexualidad) de las trabajadoras de Chimbote.
Lo que se evidencia, en las relaciones de dominación en las que participan las trabajadoras
sexuales y ayudan a cohesionar mediante la violencia que ejercen los pescadores hombres
hacia ellas; en las relaciones de sujeción voluntaria que establecen en los prostíbulos de
Braschi y en la casa del chancero Bazalar; y en la analogía del trabajo sexual y la
explotación desproporcionada del puerto de Chimbote por parte del capital extranjero,
será parte de la voz de querella levantada por Arguedas en su novela póstuma.
Este trabajo busca seguir las pistas de dominación en un universo social que ha sido
construido, literariamente, con hartos componentes de la realidad contemporánea tal y
como puede ser abarcada actualmente, en un espacio de tiempo comprendido entre la
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década del sesenta en un Perú en plena modernización capitalista con los vestigios y
componentes de la dinámica social, de los cuales se desprenden las mujeres con sus cargas
específicas en la producción y reproducción de la vida, destacando las trabajadoras
sexuales.
La forma de abordar este universo social, transitó de recoger las especificidades de los
diversos grupos y personajes: de poner en discusión su condición de artífices de su
liberación per se; o detentores de las causas de su dominación a voz en cuello para situar
el espacio político de construcción del consenso de su propia dominación (Gramsci, 1932,
1973, 1977). Este consenso no está fijado desde la esfera de control efectuada por el
aparato estatal, en específico las instituciones, tampoco el prostíbulo; ni se ancla en el
designio del macho patriarcal encarnado en alguno de los pescadores, sino que busca
desentrañar las formas de sujeciones sutiles, por decir afianzadas que aparentan alguna
ganancia; continuación en la efectividad de la relación de dominación tal y como queda
estatuida. Con esto, no quiero decir que se les despoja de su cualidad de sujetos
productivos, situados en locales de comercio sexual; ni tampoco que las relaciones de
dominación específicamente narradas en la novela de Los zorros que vinculan a hombres
violentos incluso, no posibilitan el entramado social al cual nos referimos, sino que, el
consenso efectivamente estatuido está cargado de sentido con la participación breve,
sucinta, de estas personajes, del mismo modo que la realidad social tal y como queda
estatuida.
Con esto, tampoco quiero decir que su exclusión del orden social prefigurado significa su
desenganche de la relación social, y de la narración para el caso, sino más bien, que el
universo hegemónico, productivo –económico-, y moral –ideológico- reviste a la
hegemonía de las clases dominantes; o más específicamente, a la reformulación constante
de las relaciones de dominación, a las prácticas específicas, de formas de despolitización,
exhibición del sufrimiento –del dato en sí-, de anulación de los sujetos en cuestión, para
dar paso al momento de la solidificación de esta hegemonía, que pasa a constituir una
parte medular de la reproducción de este tipo de prácticas. En la formación y prosecución
de la historia; el sentido común, desprendido de este flujo de hechos y eventos, que
incorpora de forma total y asfixiada a los sujetos, tiene entonces el peso de su
funcionamiento en la base de prácticas de la vida cotidiana.
Esta vida cotidiana, que viene a ser analizada, está en la mira de un proyecto político de
cierto alcance y forma, la que no es de menor importancia: la gradación de la dominación
en la actividad práctica, en los círculos sociales y culturales, reporta la concreción del
proyecto específico de la dominación. Su adscripción a ella, significa plegarse al
contenido político –emancipador o no- del sentido que reporta desarmar al conjunto de la
sociedad en términos de derechos; beneficios; humanidad y lo que se quiera añadir. Para
ser más puntual, el horizonte de las prácticas hegemónicas supone la elaboración de un
tipo de dominación y de ganancia para los sujetos, por tanto para la historia de un modo
determinado.
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En ese sentido, al hablar de hegemonía, hay que remitirse al modo en que funciona una
sociedad, es decir, al proyecto histórico de dominación que se articula, vía consenso, o
no necesariamente, presentándose como el más idóneo para los sujetos que se pliegan a
el, a partir de su adscripción en términos programáticos, y de forma general en su
composición de clase, ya que no se trata de un sólo estrato cuanto de un proyecto en
específico.
El sentido común, asociado a las prácticas que vinculan a los sujetos en el horizonte
moral, ideológico y social de su dominación, por fuera de las estructuras económicas
propiamente dichas, se alza orgánicamente, es decir sobre la base de la sujeción al
proyecto de dominación en curso, que enlaza las personalidades individuales en sus
propias plazas de sometimiento. Lo que ocurre por medio del trabajo, de la actividad
práctica que los sujetos realizan, como lo señala Gramsci, plantea la elevación de la
consciencia, sobre la premisa de efectividad de la propia acción en la “liberación”
económica, ideológica, de modo personal o colectivo.
Para Gramsci, sin embargo, no hay manera de hacer un corte definitivo entre los
presupuestos que puedan enlazar la emancipación política de los subalternos, debido a lo
que traza un punto de ligazón del sentido común con el buen sentido, en términos
orientación de consciencia embrionaria hacia la nueva filosofía (Gramsci, 1973), que
recepta la capacidad intelectual de los sujetos en la apropiación de las propias condiciones
de su explotación y propone modificarlas (Gramsci, 1973, pág. 94). De esta manera, el
sentido común se torna en sentimiento de clase, específicamente, noción de subordinación
de clase, y por tanto de liberación, efectuada en las relaciones de producción capitalistas,
promoviendo una distinción entre sentido común y buen sentido.
La capacidad vinculante del sentido común y de los sujetos oprimidos asociados a él,
reconocidos en el amplio espectro de los desposeídos, permiten percibir los testimonios
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de opresión y explotación en algunos casos. Así, la escala de sentido común elaborada en
base de la novela no es uniforme. Aunque este consenso de los dominados deja observar
características específicas fuertes, también surgen presupuestos de liberación en la voz de
algunos personajes mujeres de Arguedas.
Acerca de proceso en el que se efectúo este trabajo, se puede decir que se revisaron
sucesivas veces la novela, del mismo modo, que se leyeron textos teóricos, desde distintas
corrientes como la historia intelectual y el análisis del discurso, que si bien, permitían
situar campos de discusión (LaCapra, 1998); o el terreno práctico de la acción en el texto
(Ricoeur, 1998), impedían un esfuerzo por reconocer en el texto literario de Arguedas, un
nudo crítico de reflexión en torno a los sujetos y la sociedad, que permee un
cuestionamiento a ambas estructuras, como se logró al abarcar la cultura desde Gramsci,
con la Formación de los Intelectuales y Materialismo histórico y Sociología.
Esta investigación se hizo a partir de un diario de notas de la novela, así como de fichas
bibliográficas de los dos textos teóricos de Gramsci, que permitieron situar el objeto de
estudio. Una vez que se obtuvieron las representaciones en cuestión, acerca de las
mujeres, se procedió a elaborar un esquema de contenidos. Más allá de situar todos los
casos que pudieran hablar de las mujeres y de la dominación tal cual, se promovió
construir premisas de análisis acerca del carácter de la dominación, para luego con
criterios teórico-metodológicos fabricar un artículo académico.
Las premisas que se consideraron válidas requirieron un esfuerzo mayor, a partir de
elaborar ideas y textos que anudaran la mayor cantidad de elementos explicativos en torno
al objeto de estudio y de los instrumentos teóricos.
Surge como un aspecto problemático, el considerar la situación de las mujeres, así como
la de cualquier otro grupo que pueda compartir un vínculo, sea de género u ocupación, en
la narración, el que la subordinación corra por cuenta propia, difícil en tanto se trata de
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sopesar elementos que estructuran la realidad social, pero también influyen hasta calar en
las personalidades individuales, y colectivas, una vez que el vínculo que pasa por las
relaciones sociales se realiza mediante situaciones de opresión. El sentido común
prefigura este ámbito de sexualidad de las mujeres, desde padrotes y clientes, concebidos
en el amplio espectro de los pescadores y el dueño de los prostíbulos, Braschi,
representante nacional y extranjero de la industria de la harina y aceite de pescado, hasta
llegar a ellas mismas.
La narración inicia con este pasaje, fragmento de una larga conversación entre dos
pescadores:
Yo comencé a mirar primero en la bahía para Braschi; al agua limpita le metimos huevo.
¡Braschi es grande! Tiene más potencia que la dinamita en la cabeza, en el culo, en la
firma. Braschi ¡putamadre!, tú has hecho la pesca (Arguedas, 1975, pág. 34).
(…) aprovechó la atención de los insultos; bajó de su silla cargando a la “Flaca” en una
posición inverosímil.
-Te la cambio –le dijo a Maxwel-. Dame a la “China”. Ella estaba de pie junto al gringo.
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-No la cambies Maxwelcito. Sería ser mierda –se oyó una voz disfrazada
-Como ella quiere.
-Me las llevo a las dos –dijo Chaucato. Soltó a la rubia flaca, abrazó a las dos, a una con
cada brazo, y salió al patio. La “China” se aremilgó al cuerpo del pescador. Chaucato era
como encorvado, parecía grasoso (Arguedas, 1975, pág. 38).
Gerania la serrana abrazó de sopetón a Maxwell, empezó a revolverle los cabellos rubios.
Todos miraron a “Toro Muerto”, el orador negro, pareja de la serrana. Pero Maxwell alzó
a la mujer en una postura idéntica a la que usó Chaucato para cargar a la “Flaca”. Con sus
dedos callosos el gringo apretaba a la Gerania mientras la cargaba. Ella volvió a sentir
miedo, “Avispa San Jorge que come araña venenosa”, y permaneció quieta. Maxwel con
paso ceremonioso hacia “Toro Muerto.”
-Tu hembra, pues, de esta noche- dijo y soltó a la mujer junto a los pies del patrón de
lancha.
-Chola borrachienta.
“Toro Muerto” la empujó con el pie (Arguedas, 1975, pág. 39).
Expuestas a situaciones de violencia, ni siquiera las cuestionan. A esto hay que sumarle
el nexo afectivo que tengan hacia alguno de los asistentes, tal es caso de la “Narizona”
por el tripulante de lancha Mendieta, que pese a la violencia explícita que recibe se
subordina a cuenta de su amor por él, pregonando su existencia en la dominación. En el
siguiente relato se evidencia la relación entre ambos,
Otro patrón de lancha detuvo a Mendieta en la puerta del salón, le dijo algo al oído. ¿De
mí te habla ese cojudo?”, preguntó la “Narizona”.
-Cuando ya estés con otro y en su delante de él, no estás para que hable mal de ti,
guevona, con perdón de mi cumpa” (Arguedas, 1975, pág. 43).
Consentimiento e ideología
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clase obrera no se halla emancipada de antemano por su condición, sí hace de ella el
terreno de nuestro estudio, en consonancia, con el menor grado de consciencia de
explotación de las prostitutas de El Gato Negro (caso de La Caprichosa), y El Rosado, de
primera.
Por otro lado, es a nivel de las prácticas, en donde el sentido común existe con más fuerza:
en este circuito de violencia están también las prostitutas, indias, serranas, de “El Corral”
quienes, pese a tener una marcada identidad de trabajadoras, son las más explotadas. Así,
aunque propugnan por un salario, “ellas les recibían lo que podían darles, desde cinco
soles, pero no se quebraban ante los ruegos de algunos que estrujaban las manos delante
de las rameras, ni aceptaban prendas como chaquetas, anillos baratos o sombreros de paja,
que les ofrecían” (Arguedas, 1975, pág. 47), son las más vejadas socialmente. Estas
mujeres estaban destinadas para “negros, zambos, injertos, borrachos, cholos insolentes
o asustados, chinos flacos, viejos, pequeñas tropas de jóvenes, españoles e italianos
curiosos” (Arguedas, 1975, pág. 47).
El buen sentido se puede expresar en la ideación del porvenir de las prostitutas serranas;
o en sus denuncias, en donde otro orden es posible, uno que abarca su liberación así como
la de su clase, género y etnia,
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-¡Malaya vida! ¡Putaza vida! –dijo la que iba última.
-Claro. Como en despeñadero barrancamos. Así yo también levantaré ¡Yu, carajo! –
contestó la de en medio (Arguedas, 1975, pág. 51).
On centavo para ti, on centavo para mí; ochinta para patrón de lancha; vente para
pescador; mellón, melloncito para gringo peruano extranjero- ¡Baila nomás, continta! Yo,
jodido, obriro eventual, juábrica. Ocho semanas dispués patada culo, ¡fuera! Bailas
madrugada, ¿puta, mariposa, espantación eres? (Arguedas, 1975, pág. 55).
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-Esa es la gran “zorra” ahora, mar de Chimbote –dijo-. Era un espejo, ahora es la más
generosa “zorra” que huele a podrido (Arguedas, 1975, pág. 58).
De-de de´sa “zor-zo-zorra” vives, maricón –le contestó el Tarta-. Vi-vi-vive la patria
(Arguedas, 1975, pág. 49).
[El mar] Antes espejo, ahora sexo millonario de la gran puta, cabroneada por cabrones
extranjeros, mafiosos (Arguedas, 1975, pág. 50).
eso se hace cuando hay fuego en el corazón, fuego de vida, aunque revuelta, como la de
ese hongo maldito de humo rosado que se eleva de Chimbote, que si es una chucha en la
que estoy metido hasta el cuello pero sin podrirme. Vida entre cholos disparejos, criollos
chaveteros y chimpancés internacionales chupadores de toda sangre de mar, aire y tierra
amigo Tarta” (Arguedas, 1975, pág. 143).
Sujeción de género
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El trabajo doméstico, arguye en cambio el silencio, la falta de testimonio como evidencia
del sentido común, intrínseco y extensivo a la cotidianidad.
Bazalar se expresa en estos términos respecto a la relación que mantiene con ambas
mujeres: “bien deslindado, estatuido”. Sirven sexualmente al hombre con el
reconocimiento explícito de que ambas habían sido “muy sabiosamente” disciplinadas,
rápido y con beneficio resultado para ambos tres partes”. Ellas tenían trabajo todo el día,
no eran “acaparadoras” ni acriolladas sino “somisas cual torcaz” y como eran mucho
menores que don Gregorio, lo veían y trataban con “respetuoso desciplina y cariñosidad.”
(Arguedas, 1975, pág. 236).
La noción de tradición, acerca de la forma en que se han venido haciendo las cosas a lo
largo del tiempo, del mismo modo que las relaciones de poder, construidas sobre la base
de jerarquías ejercidas sobre la base de la apropiación del sexo-género, etnia y clase, para
la dominación, impide torcer la actitud de los/las sujetos constitutivos de la hegemonía
de las clases y estratos dominantes en la vida cotidiana, asociada al reconocimiento de las
formas sutiles, por decir, afianzadas, en efectos que receptan su disponibilidad y
participación de buena gana en relaciones sociales. Lo mismo ocurre, con el trabajo-
actividad que realizan para su subsistencia personal; familiar y hasta colectiva, que
soslayan la realidad de explotación antes que empoderarlas de algún modo. Esto se
expresa en la falta de testimonio de las trabajadoras de los doméstico, Juana y Esmeralda.
Arguedas, sin embargo, contribuye también con prácticas comunitarias y efectos contra
hegemónicos, incompatibles con la lógica de clase capitalista dominante, que existen en
una simbiosis con el sustrato de una filosofía práctica liberadora del cuerpo; las
aspiraciones, las voluntades, etc. expresadas en relaciones comunitarias, horizontales,
solidarias, pero también de forma “inexistente” porque no se acaban de aceptarse como
válidas en su flujo transformador, abarcando la idea de consenso de los dominados
extensiva a la sociedad. Las prácticas llevadas a cabo, en este sentido, se pueden mirar en
el relato de Cecilio Ramírez, Maxwell y padre Cardozo,
Los zorros, concluye con esta conversación entre un cura y un trabajador, asociado al
buen sentido en concordancia con la rebelión popular frente a las condiciones de opresión:
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sierra, porque aquí está reunida la gente desabandonada de Dios y mismo de la tierra,
porque ya nadie es la misma parte-pueblo en barriadas de Chimbote. Pero aquí podemos
algunos, como esas mujeres, redirse así, casi delante del que está boqueando sangre,
desbautizándose de su suerte porque –y puso la mano derecha sobre el pecho- aquí, en la
teneibla del corazón, hay esperanza; cierto, mueve su lucecita como alita de mosca será.”
(Arguedas, 1975, pág. 253).
Las mujeres trabajadoras sexuales del puerto de Chimbote dispuestas en los tres tipos de
prostíbulos, permiten percibir una diferente gradación del consenso que establecen en
torno a opresión sexual y económico-social de sus cuerpos, trabajo y vida en general. Las
de segunda categoría, en los casos individuales, son producto del miedo, la desesperanza
de otras condiciones de vida, del machismo que las subjetiva en cuanto objetos y del
consumismo asociado al crecimiento económico del puerto; las trabajadoras indígenas
por su parte, participan de prácticas y percepciones de explotación mucho más violentas
situadas en forma de testimonios de sufrimiento, rabia, fuerza, miseria. Acaso, son parte
de la voz liberadora del pueblo para Arguedas.
Esta novela está desplegada sobre las representaciones de dominación enarboladas por
sus personajes mujeres y hombres asociados al comercio del sexo. Se vislumbran, por
otro lado, líneas de temas feministas, que vinculan al trabajo de cuidado, por ejemplo,
que no han sido abordados; así tampoco, la esfera de la sociedad civil, en referencia a las
organizaciones sociales y sindicales que se dibujan en acuerdo y en oposición al poder
local; o al capital transnacional, respectivamente. No se ha abordado el sustrato teórico
de “Teología de la liberación” de cara al conocimiento popular de los obreros, temas que
podrían convertirse en valiosas líneas de investigación futuras del texto narrativo.
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Bibliografía
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