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I. ASUNTO
II. LA DEMANDA1
Pretensiones
De nulidad:
- Que se declare la nulidad del acto administrativo sancionatorio de primera instancia del 28
de junio de 2012, proferido por la Jefatura de la Oficina de Control Disciplinario Interno del
Comando Operativo de Seguridad Número Dos, de la Policía Metropolitana de Bogotá, por
el cual se le impuso al señor José Gregorio Jácome Ríos, la sanción de destitución de su
cargo como patrullero, e inhabilidad general de trece años.
- Que se declare la nulidad del acto administrativo sancionatorio de segunda instancia del 5
de julio de 2012, por el cual la Inspección Delegada Especial de la Policía Metropolitana de
Bogotá, confirmó la sanción impuesta al demandante.
1
Folios 562-643 del cuaderno 4 y 668-673 ibidem (subsanación).
- Que se condene a la entidad demandada a pagar a favor del demandante, una suma
equivalente a cincuenta salarios mínimos legales mensuales vigentes, por concepto de
perjuicios morales, dada la angustia, estrés, aflicción y depresión sicológica a la que fue
sometido con ocasión de la expedición de los actos acusados.
Otras:
El señor José Gregorio Jácome Ríos ingresó el 10 de junio de 1997 a la Policía Nacional, como
alumno del nivel ejecutivo, y obtuvo su grado como patrullero el 22 de mayo de 1998. Durante su
permanencia en esa Institución, tuvo una conducta ejemplar, según se puede observar en su hoja
de vida.
Ese 24 de mayo, a las 08:40 horas, la autoridad disciplinaria recibió el testimonio del señor
Rodríguez Melo, el cual se practicó en la residencia del declarante, sin que existiera una
justificación para ello en el expediente del trámite sancionatorio. Del mismo modo, en la mañana de
ese día, y en ese lugar, también se recibieron las declaraciones de la señora Katerine Molano Ortiz
y del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, sin que al demandante se le hubiera informado
previamente de la práctica de esos medios de prueba. Luego, a las 15:55 horas, se le corrió
traslado al patrullero José Gregorio Jácome Ríos de todas las actuaciones realizadas en el
procedimiento disciplinario, entre las que se encontraban las declaraciones previamente referidas.
2
Las valoraciones jurídicas que hizo el apoderado del demandante sobre estos hechos, en lo que
tengan que ver con el objeto de la apelación, serán abordadas en los problemas jurídicos de esta
sentencia.
Después, el 29 de mayo de 2012, el patrullero Jácome Ríos fue notificado de la Resolución 094 del
28 del mismo mes y año, emitida por el Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, a
través de la cual fue retirado de manera discrecional del servicio activo en esa Institución. Una vez
conocida dicha decisión, el abogado del demandante en el procedimiento disciplinario pidió, el 4 de
junio siguiente, que se practicaran varias pruebas, entre ellas los testimonios que se recaudaron
sin la presencia del disciplinado.
La autoridad disciplinaria accedió parcialmente a la solicitud probatoria del apoderado del señor
Jácome Ríos, mediante decisión fechada el 4 de junio de 2012, y notificada el día siguiente. No
obstante lo anterior, ese 5 de junio, se dispuso citar a la audiencia del procedimiento verbal al
demandante y a los demás disciplinados, sin que se encontrara en firme la determinación sobre las
pruebas solicitadas, y sin haber agotado la etapa probatoria de la indagación preliminar.
Respecto de los testimonios que pidió la defensa del demandante, la autoridad disciplinaria decretó
los de los subtenientes Nelson Francisco Zambrano Pinto y Pablo Alberto Pico Ariza; asimismo, los
de los patrulleros Yegersson Stalins Gallego y Fabio Andrés Meza, y del agente Ancizar Urrego.
También los de los ciudadanos Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, Katerine Molano Ortiz y Pablo
Dulde Rodríguez Melo. Posteriormente, en el curso de la audiencia del procedimiento verbal, se
practicaron todas estas declaraciones, salvo las de las dos últimas personas mencionadas, las
cuales, pese a ser requeridas, no se presentaron, sin que dieran justificación alguna frente a esa
situación.
Según el apoderado del demandante, la autoridad disciplinaria hizo caso omiso de sus
explicaciones sobre estos hechos y decidió sancionar al señor Jácome Ríos con su destitución e
inhabilidad general de 13 años para ejercer cargos y funciones públicas.
Para la parte demandante, los actos administrativos sancionatorios acusados desconocieron las
siguientes normas:
- Infracción de las normas en que deberían fundarse, expedición irregular y falsa motivación,
porque no se demostró con certeza la responsabilidad del señor José Gregorio Jácome
Ríos respecto de la falta gravísima que se le imputó. Además, toda vez que con la decisión
de retirar del servicio al demandante, antes de terminarse en procedimiento disciplinario,
se desconoció el principio de imparcialidad.
- Violación del derecho de audiencia y defensa porque en la indagación preliminar del
trámite sancionatorio, la autoridad disciplinaria practicó unos testimonios sin garantizar la
intervención del demandante en su recaudo.
Policía Nacional4
La apoderada propuso la excepción de falta de competencia, porque consideró que este asunto le
correspondía conocerlo al Consejo de Estado. También señaló que la jurisdicción de lo contencioso
administrativo no podía constituirse en una tercera instancia del procedimiento disciplinario y,
además, que en el presente asunto había operado la cosa juzgada, ya que los actos acusados se
encontraban ejecutoriados.
Por lo demás, la abogada no se refirió de manera concreta a los argumentos expuestos por la parte
demandante, y solo enunció cuestiones generales que indicaban que los actos sancionatorios se
presumían legales, y que en el procedimiento disciplinario se respetaron todas las garantías para el
señor Jácome Ríos.
3
Los argumentos referidos a estas causales de nulidad, en lo relativo a la apelación de la
sentencia de primera instancia emitida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, serán
profundizados en la resolución de los problemas jurídicos de esta providencia.
4
Folios 687-699 del cuaderno 4.
5
Folios 726-727 ibidem.
Asimismo, el a quo consideró que la excepción propuesta por la parte demandada no tenía
vocación de prosperar, porque de acuerdo con el Auto del 26 de septiembre de 2013 6, emitido por
esta Subsección del Consejo de Estado, a propósito de este proceso, el Tribunal sí tenía la
competencia para conocer del asunto. Del mismo modo, la primera instancia estimó que no había
otras excepciones que declarar.
De acuerdo con el Tribunal, la fijación del litigio se concretó en el siguiente problema jurídico:
En esta etapa del proceso, la parte demandante reiteró sus argumentos iniciales, y además aportó
al proceso una copia de la decisión adoptada por la Fiscalía 228 de la Unidad de Delitos contra la
Libertad, Integridad y Formación Sexual, consistente en archivar la investigación penal que se
adelantaba por la supuesta violación de la que había sido víctima la señora Katerine Molano Ortiz,
por considerar que ese hecho no existió 8. A su vez, la Policía Nacional complementó lo dicho en la
contestación de la demanda9, lo cual se abordará en los problemas jurídicos de esta sentencia.
El procurador noveno judicial II, ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, consideró que se
debían negar las pretensiones de la demanda, de acuerdo con los siguientes argumentos:
Según el representante del Ministerio Público, la situación que se presentó con los testimonios
practicados sin la comunicación previa al demandante, para que tuviera la oportunidad de intervenir
en su recaudo, no constituye una razón para declarar la nulidad de los actos administrativos
acusados. Esto, por cuanto esos medios de prueba no constituyeron el único fundamento de la
decisión sancionatoria y, además, el disciplinado no pidió su ratificación, a pesar de que conoció su
contenido. Por lo anterior, para el procurador delegado, esa circunstancia no tuvo la trascendencia
necesaria para vulnerar los derechos fundamentales del señor José Gregorio Jácome Ríos.
El procurador delegado sostuvo que, de acuerdo con la sentencia del 28 de junio de 2012, de la
Subsección A, Sección Segunda del Consejo de Estado (radicación 05001233100020050099001
[1962-10]), el ejercicio concomitante de la facultad discrecional para retirar del servicio a un
6
Folios 655-659 ibidem.
7
Folios 727-728 ibidem.
8
Folios 740-762 ibidem.
9
Folios 763-771 ibidem.
10
Folios 772-782 ibidem.
miembro de la Policía Nacional, con la disciplinaria, no representa por sí mismo una circunstancia
que vulnere los derechos del disciplinado, toda vez que en los eventos en los que se compromete
de manera grave la imagen de esa Institución, el uso de la primera potestad mencionada está
justificado.
El procurador delegado sostuvo que este vicio no se configuró, en la medida en que la autoridad
disciplinaria demostró la responsabilidad del señor José Gregorio Jácome Ríos, con los medios de
prueba practicados en el trámite sancionatorio.
Para el a quo, la autoridad disciplinaria no omitió valorar ninguna prueba practicada en el trámite
sancionatorio y, además, estas acreditaron la hipótesis sostenida en la fundamentación fáctica de
los actos acusados. Por esto, estimó que ellos no adolecen del vicio de falsa motivación.
El Tribunal condenó en costas a la parte demandante por resultar vencida en el proceso, toda vez
que consideró que ello procedía así, de acuerdo con los artículos 188 del Código de Procedimiento
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, y 365 del Código General del Proceso.
La sentencia de primera instancia fue apelada por la parte demandante. Sus argumentos de
inconformidad fueron los mismos de la demanda, además de incluir lo referido a su desacuerdo
con la condena en costas. Estos se abordarán adelante, en el desarrollo de los problemas jurídicos
de esta providencia.
11
Folios 790-805 ibidem. (Se advierte un error en la foliación del cuaderno 4 del expediente de este
proceso, a partir del folio 800 correspondiente al escrito de la sentencia de primera instancia)
12
Folios 797-826 ibidem.
13
Folios 852-910 ibidem.
14
Folios 917-921 ibidem.
X. CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO EN SEGUNDA INSTANCIA
XI. CONSIDERACIONES
1. COMPETENCIA
De conformidad con el artículo 150 del CPACA15, el Consejo de Estado es competente para
resolver el recurso de apelación interpuesto en contra de la sentencia de primera instancia,
proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
15
CPACA, art. 150: «Competencia del Consejo de Estado en segunda instancia y cambio de
radicación. El Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso Administrativo conocerá en segunda
instancia de las apelaciones de las sentencias dictadas en primera instancia por los tribunales
administrativos y de las apelaciones de autos susceptibles de este medio de impugnación, así
como de los recursos de queja cuando no se conceda el de apelación por parte de los tribunales, o
se conceda en un efecto distinto del que corresponda, o no se concedan los extraordinarios de
revisión o de unificación de jurisprudencia […]».
16
Folios 92-161 del cuaderno 2.
17
Folios 238-306 ibidem.
18
Folios 307-333 ibidem.
19
Folios 148-160 ibidem.
ALEJANDRO BARAHONA, pudo ser que los dos primeros
exigieron dádivas directamente y los segundos conocieron de
esta situación y coadyuvaron con esta exigencia de manera
indirecta, donde el señor Patrullero BARAHONA condujo la
motocicleta marca púlsar en mención al CAI SAN CARLOS,
dado que los policías aducían que el señor PABLO y su consorte
iban en estado de embriaguez y debían inmovilizar dicho rodante
[…]
Usted patrullero JOSE GREGORIO JACOME RIOS, de acuerdo
a los hechos materia de investigación, encontramos que para el
día 21/05/12, al parecer estando laborando con el señor
Patrullero JOHN ALEJANDRO BARAHONA, solicitó
indirectamente la suma de ($60.000), mil pesos al señor PABLO
GREGORIO RODRIGUEZ FLORES, con el fin de no inmovilizar
la motocicleta marca púlsar en que este se desplazaba, por tanto
probablemente incurrió en el ilícito disciplinario descrito en la Ley
1015 del 7 de Febrero de 2006 “Régimen Disciplinario para la
Policía Nacional”, numeral 4. Solicitar o recibir directa o
indirectamente dádivas o cualquier otro beneficio, para sí o para
un tercero, con el fin de ejecutar, omitir o extralimitarse en el
ejercicio de sus funciones.
Culpabilidad:
3. CUESTIÓN PREVIA
Con la sentencia de unificación proferida el 9 de agosto de 2016 por la Sala Plena del Consejo de
Estado20, se dio inicio a una nueva línea interpretativa en torno al control que ejerce la jurisdicción
de lo contencioso administrativo sobre los actos administrativos de naturaleza disciplinaria.
Al respecto, señaló la providencia que, con el fin de garantizar la tutela judicial efectiva, ese control
es de carácter integral por cuanto exige una revisión legal y constitucional de las actuaciones
surtidas ante los titulares de la acción disciplinaria, sin que, para tales efectos, el juez se encuentre
sometido a alguna limitante que restrinja su competencia.
En dicha oportunidad, la corporación fue enfática en explicar que, siendo la función disciplinaria
una manifestación de la potestad pública sancionatoria que busca mantener la actividad estatal
sujeta a los límites legales y constitucionales, no es dable restringir las facultades de que goza la
jurisdicción en la realización de dicho estudio.
Esta integralidad se proyecta en múltiples aspectos que son destacados en la providencia en los
siguientes términos:
1) La competencia del juez administrativo es plena, sin “deferencia especial” respecto de las
decisiones adoptadas por los titulares de la acción disciplinaria. 2) La presunción de legalidad
20
C.E., S. Plena, Sent. 110010325000201100316 00 (2011-1210), ago. 9/2016.
del acto administrativo sancionatorio es similar a la de cualquier acto administrativo. 3) La
existencia de un procedimiento disciplinario extensamente regulado por la ley, de ningún
modo restringe el control judicial. 4) La interpretación normativa y la valoración probatoria
hecha en sede disciplinaria, es controlable judicialmente en el marco que impone la
Constitución y la ley. 5) Las irregularidades del trámite procesal, serán valoradas por el juez
de lo contencioso administrativo, bajo el amparo de la independencia e imparcialidad que lo
caracteriza. 6) El juez de lo contencioso administrativo no sólo es de control de la legalidad,
sino también garante de los derechos. 7) El control judicial integral involucra todos los
principios que rigen la acción disciplinaria. 8) El juez de lo contencioso administrativo es
garante de la tutela judicial efectiva […]
Así pues, el control judicial que ha de efectuarse en el presente caso tiene como hoja de ruta los
parámetros dispuestos en aquella decisión judicial, lo que desde ya implica descartar los
argumentos con los que se pretenda desconocer las amplísimas facultades de que goza el juez
para efectuar una revisión seria y profunda de todas las actuaciones y etapas surtidas en el
procedimiento disciplinario.
Problemas jurídicos21
i. ¿La sentencia de primera instancia debe revocarse porque en la expedición de los actos
acusados se violó el derecho de audiencia y defensa del demandante, al haberse
practicado unos testimonios sin la comunicación previa necesaria para que pudiera
intervenir en su recaudo?
ii. ¿La sentencia apelada debe revocarse porque los actos demandados están viciados por
la infracción de las normas en que deberían fundarse, dado el desconocimiento del
principio de imparcialidad, derivado del retiro discrecional del servicio del señor Jácome
Ríos antes de que se definiera el procedimiento disciplinario?
iii. ¿La sentencia de primera instancia debe revocarse porque los actos acusados están
viciados por falsa motivación, ya que las pruebas practicadas en el trámite sancionatorio
no demostraron la responsabilidad del demandante respecto de la falta que se le imputó?
iv. ¿Debe revocarse la condena en costas impuesta al demandante en la sentencia de
primera instancia de este proceso?
¿La sentencia de primera instancia debe revocarse porque en la expedición de los actos acusados
se violó el derecho de audiencia y defensa del demandante, al haberse practicado unos
testimonios sin la comunicación previa necesaria para que pudiera intervenir en su recaudo?
El apoderado del demandante consideró que la sentencia apelada debía revocarse, toda vez que
los actos acusados están viciados por la violación del derecho de audiencia y defensa de su
representado, a partir de los siguientes argumentos:
Según el abogado, este vicio se configuró porque de manera intencional, la autoridad disciplinaria
omitió dar a conocer al patrullero José Gregorio Jácome Ríos, el contenido de la decisión del 24 de
mayo de 2012, mediante la cual se ordenaba escuchar en diligencia de declaración al señor Pablo
Dulde Rodríguez Melo. Igualmente, en la medida en que dejó de comunicarle la información sobre
la fecha, hora y lugar en la que se iban a recibir los testimonios del señor Pablo Gregorio
Rodríguez Flórez (en el que ratificó y amplió su queja), y de la señora Katerine Molano Ortiz. Para
21
Relacionados con el objeto de la apelación.
el apoderado, esta situación desconoció lo previsto en el numeral 4 del artículo 92 de la Ley 734 de
2002, que dispone que el investigado tiene derecho a intervenir en la práctica de las pruebas.
En este sentido, el abogado del demandante indicó que en el trámite sancionatorio, él solicitó que
esos testimonios se volvieran a practicar, y la autoridad disciplinaria accedió a dicha petición. No
obstante, no se recibieron las declaraciones del señor Pablo Dulde Rodríguez Melo, ni de la señora
Katerine Molano Ortiz, bajo la justificación de que no fue posible hacerlos comparecer para tales
efectos.
De acuerdo con el abogado, esa situación se configuró como una irregularidad que afectó el debido
proceso porque, en primer lugar, no era legal que los testimonios antes referidos se hubieran
practicado a espaldas del disciplinado y, en segundo lugar, toda vez que la carga de hacer
comparecer a esos testigos para que rindieran su declaración, le correspondía a la autoridad
disciplinaria.
La abogada de la entidad demandada sostuvo que la sentencia apelada debía confirmarse, porque
en la expedición de los actos acusados no se violó el derecho de audiencia y defensa del señor
Jácome Ríos, de acuerdo con lo que se expone a continuación:
Para la apoderada, las circunstancias en las que se practicaron las pruebas testimoniales en la
indagación preliminar, referidas a la recepción de las declaraciones de los señores Pablo Dulde
Rodríguez Melo, Pablo Gregorio Rodríguez Flórez y Katerine Molano Ortiz, en el lugar de
residencia de estas personas, no constituye un vicio de nulidad de los actos demandados, toda vez
que en la ley no existe una prohibición expresa para dicha actuación, y ello se debió a la necesidad
de asegurar la práctica de esos medios de prueba para llegar a la verdad de lo ocurrido.
Asimismo, sobre la contradicción de esos testimonios, la abogada señaló que el demandante tuvo
la oportunidad de pedir que se aclararan en los puntos que considerara pertinente. En ese sentido,
la autoridad disciplinaria citó en reiteradas ocasiones a estas personas para que declararan
nuevamente, sin lograr la comparecencia de los señores Pablo Dulde Rodríguez Melo y Katerine
Molano Ortiz, circunstancia que no podía atribuirse a la Oficina de Control Disciplinario Interno, que
cumplió con su deber de citarlos.
Tesis de la Sala
La sentencia de primera instancia no debe revocarse porque si bien, las irregularidades referidas a
la práctica de los testimonios de los señores Katerine Molano Ortiz y Pablo Dulde Rodríguez Melo
determinan la exclusión de esas pruebas de la valoración probatoria en este asunto, ellas no
resultan imprescindibles para demostrar la responsabilidad del señor José Gregorio Jácome Ríos
respecto de la falta por la que fue sancionado, ya que con las declaraciones del señor Pablo
Gregorio Rodríguez Flórez y de los uniformados que intervinieron en los hechos investigados, se
comprobó la hipótesis fáctica esgrimida por la autoridad disciplinaria, acerca de la solicitud indirecta
de dádivas para omitir el cumplimiento de las funciones del demandante.
Para desarrollar este problema se hará una exposición de los siguientes temas:
Ese derecho del disciplinado está vinculado con los principios de unidad y comunidad de la prueba,
ya que él puede utilizar a su favor cualquier medio probatorio que se decrete en el trámite
sancionatorio. Asimismo, está relacionado con el principio de lealtad en la prueba, que rechaza su
práctica a espaldas del investigado y el conocimiento privado de la autoridad disciplinaria como
fundamento de la demostración de su responsabilidad25.
No obstante lo anterior, de una interpretación sistemática 27 de las disposiciones de los artículos 90,
9128 y 92 de la Ley 734 de 2002, que se refieren al derecho de contradecir las pruebas, y
particularmente a intervenir en su práctica, puede determinarse que no en todos los eventos en los
que se recauden medios probatorios sin la presencia del investigado surge la necesidad de
excluirlos como fuente de conocimiento de los hechos para la autoridad disciplinaria. Esto, por
cuanto lo sustancial en estas situaciones, es que el disciplinado haya tenido la posibilidad de pedir
que fueran ampliados o reiterados, en los puntos que estimara necesario.
Así, si la autoridad disciplinaria recibe una solicitud por parte del investigado para que se reitere o
amplíe la práctica de un medio de prueba, en el que no pudo intervenir por una causa no atribuible
a su culpa o negligencia, y no accede a ella, se entenderá entonces que se ha vulnerado el
derecho de audiencia y defensa del disciplinado.
En efecto, en esa dirección se ha pronunciado la jurisprudencia de esta Sección 29, que en casos
similares, ha indicado que para verificar la transgresión del núcleo esencial del debido proceso, es
necesario examinar si al investigado y a su apoderado se les dio la oportunidad de revisar el
expediente para conocer las pruebas, de presentar versión libre y descargos, de pedir las copias la
actuación y de interponer recursos y nulidades, etcétera.
22
C.P., art. 29.
23
L. 734/2002, art. 90: «Facultades de los sujetos procesales. Los sujetos procesales podrán:
1. Solicitar, aportar y controvertir pruebas e intervenir en la práctica de las mismas [...]».
24
L. 734/2002, art. 92: «Derechos del investigado. Como sujeto procesal, el investigado tiene los
siguientes derechos: […]
4. Solicitar o aportar pruebas y controvertirlas, e intervenir en su práctica [...]».
25
DEVIS ECHANDÍA, Hernando. Teoría general de la prueba judicial. Tomo I. Bogotá: Editorial Temis,
2017, p. 115.
26
Ibidem.
27
«La interpretación sistemática sirve, entre otras cosas, para liberar de contradicciones al
ordenamiento jurídico». ALEXY, Robert. Teoría de la argumentación jurídica. Segunda edición en
español. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2014, p. 237.
28
L.734/2002, art. 91: «Calidad de investigado. La calidad de investigado se adquiere a partir del
momento de la apertura de investigación o de la orden de vinculación, según el caso […]
El trámite de la notificación personal no suspende en ningún caso la actuación probatoria
encaminada a demostrar la existencia del hecho y la responsabilidad del disciplinado. Con todo,
aquellas pruebas que se hayan practicado sin la presencia del implicado, en tanto se surtía dicho
trámite de notificación, deberán ser ampliadas o reiteradas, en los puntos que solicite el
disciplinado [...]».
29
C.E. Sec. Segunda. Subsec. B. Sent. 11001-03-25-000-2011-00046-00(0171-11), mar. 22/2018,
y C.E. Sec. Segunda. Subsec. B. Sent. 11001-03-25-000-2014-01395-00(4598-14), sep. 8/2016.
En esas circunstancias, si el disciplinado tuvo esas garantías, no se puede sacrificar el principio
que exige a las autoridades disciplinarias buscar la verdad y hacer justicia. Esto es así, en la
medida en que solo las irregularidades que afecten realmente los derechos de defensa y
contradicción del investigado, y que además hayan sido alegadas por él o su defensor en el trámite
sancionatorio, a través de los medios de defensa otorgados por el ordenamiento jurídico, tienen la
vocación de llevar a declarar la inexistencia de las pruebas practicadas en esas condiciones 30, las
cuales, de ser las únicas que fundamenten la responsabilidad del disciplinado, pueden llevar a la
nulidad de los actos administrativos demandados.
De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 266 de la Ley 600 de 2000 31 (aplicable en materia
disciplinaria en virtud de la integración normativa prevista en los artículos 21 32 y 13033 del Código
Disciplinario Único), toda persona está en la obligación de rendir testimonio bajo juramento, cuando
se le solicite en una actuación procesal, salvo que se encuentre amparado por las excepciones
constitucionales y legales34_35.
Este deber se ve reflejado en la facultad que tiene la autoridad disciplinaria para hacer comparecer
a los testigos renuentes, la cual, cuando se trata de particulares, según el artículo 139 del CDU 36, la
habilita para imponerles multas de hasta cincuenta salarios mínimos diarios vigentes en la época
30
L. 734/2002, art. 140: «Inexistencia de la prueba. La prueba recaudada sin el lleno de las
formalidades sustanciales o con desconocimiento de los derechos fundamentales del investigado,
se tendrá como inexistente».
31
L. 600/2000, art. 266: «Deber de rendir testimonio. Toda persona está en la obligación de rendir
bajo juramento, el testimonio que se le solicita en la actuación procesal, salvo las excepciones
constitucionales y legales. Al testigo menor de doce (12) años no se le recibirá juramento y en la
diligencia deberá estar asistido, en lo posible, por su representante legal o por un pariente mayor
de edad a quien se le tomará juramento acerca de la reserva de la diligencia».
32
L. 734/2002, art. 21: «Aplicación de principios e integración normativa. En la aplicación del
régimen disciplinario prevalecerán los principios rectores contenidos en esta ley y en la
Constitución Política. En lo no previsto en esta ley se aplicarán los tratados internacionales sobre
derechos humanos y los convenios internacionales de la OIT ratificados por Colombia, y lo
dispuesto en los códigos Contencioso Administrativo, Penal, de Procedimiento Penal y de
Procedimiento Civil en lo que no contravengan la naturaleza del derecho disciplinario».
33
L. 734/2002, art. 130: «(Inciso 1º modificado por la Ley 1474 de 2011, artículo 50). Medios de
prueba. Son medios de prueba la confesión, el testimonio, la peritación, la inspección o visita
especial, y los documentos, y cualquier otro medio técnico científico que no viole el ordenamiento
jurídico, los cuales se practicarán de acuerdo con las reglas previstas en la Ley 600 de 2000, en
cuanto sean compatibles con la naturaleza y reglas del derecho disciplinario […]».
34
L. 600/2000, art. 267: «Excepción al deber de declarar. Nadie podrá ser obligado a declarar
contra sí mismo o contra su cónyuge, compañera o compañero permanente o parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil.
El servidor público informará de este derecho a toda persona que vaya a rendir testimonio».
35
L. 600/2000, art. 268: «Excepciones por oficio o profesión. No están obligados a declarar sobre
aquello que se les ha confiado o ha llegado a su conocimiento por razón de su ministerio, profesión
u oficio:
1. Los ministros de cualquier culto admitido en la República.
2. Los abogados.
3. Cualquier otra persona que por disposición legal pueda o deba guardar secreto».
36
L. 734/2002, art. 139:«Testigo renuente. Cuando el testigo citado sea un particular y se muestre
renuente a comparecer, podrá imponérsele multa hasta el equivalente a cincuenta salarios
mínimos diarios vigentes en la época de ocurrencia del hecho, a favor del Tesoro Nacional, a
menos que justifique satisfactoriamente su no comparecencia, dentro de los tres días siguientes a
la fecha señalada para la declaración.
La multa se impondrá mediante decisión motivada, contra la cual procede el recurso de reposición,
que deberá interponerse de acuerdo con los requisitos señalados en este código.
Impuesta la multa, el testigo seguirá obligado a rendir la declaración, para lo cual se fijará nueva
fecha.
Si la investigación cursa en la Procuraduría General de la Nación, podrá disponerse la conducción
del testigo por las fuerzas de policía, siempre que se trate de situaciones de urgencia y que resulte
necesario para evitar la pérdida de la prueba. La conducción no puede implicar la privación de la
libertad.
de ocurrencia del hecho, si no justifican válidamente su resistencia a presentarse a declarar en el
proceso.
c. Caso concreto
Esta Sala de Subsección estima que le asiste razón a la parte demandante al afirmar que la forma
en la que se recibieron los testimonios de los señores Pablo Gregorio Rodríguez Flórez 38, Katerine
Molano Ortiz39 y Pablo Dulde Rodríguez Melo40, el 24 de mayo de 2012, dos días después de que
el demandante hubiera sido vinculado a la indagación preliminar 41, constituyó una irregularidad.
Esto es así porque el señor Jácome Ríos, como sujeto procesal, tenía el derecho de intervenir en
la práctica de esas declaraciones, y la autoridad disciplinaria no lo garantizó, toda vez que no le
comunicó previamente al disciplinado la fecha, hora y lugar de su recaudo.
No obstante lo anterior, se tiene que, a partir de la solicitud que hizo el defensor del señor Jácome
Ríos para que estas declaraciones se volvieran a practicar 42, las del señor Pablo Gregorio
Rodríguez Flórez, y de los uniformados que testificaron en la indagación preliminar, se
convalidaron, toda vez que en el marco de la audiencia del procedimiento verbal, el demandante
pudo ejercer su derecho a intervenir en su recepción a través de su abogado, que tuvo la
oportunidad de interrogar a los testigos.
Ahora bien, respecto de los testimonios de los señores Katerine Molano Ortiz y Pablo Dulde
Rodríguez Melo, que finalmente no se practicaron en la audiencia, porque según la autoridad
disciplinaria fue imposible hacerlos comparecer ante el despacho 43, la Sala considera que deben
excluirse de la valoración probatoria, porque en el expediente de este proceso no se observa que
se hubiere aplicado lo dispuesto en el artículo 139 del Código Disciplinario Único, a propósito de
Esta norma no se aplicará a quien esté exceptuado constitucional o legalmente del deber de
declarar».
37
L. 734/2002, art. 128: «Necesidad y carga de la prueba. Toda decisión interlocutoria y el fallo
disciplinario deben fundarse en pruebas legalmente producidas y aportadas al proceso por petición
de cualquier sujeto procesal o en forma oficiosa. La carga de la prueba corresponde al Estado».
38
Folios 32-37 del cuaderno 2. Testimonio del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, en el
cual ratificó su queja; rendido el 24 de mayo de 2012.
39
Folios 29-31 ibidem. Testimonio de la señora Katerine Molano Ortiz, compañera del señor
Pablo Gregorio Rodríguez Flórez; rendido el 24 de mayo de 2012.
40
Folios 25-28 ibidem. Testimonio del señor Pablo Dulde Rodríguez Melo, padre del señor
Pablo Gregorio Rodríguez Flórez; rendido el 24 de mayo de 2012.
41
Folio 78 ibidem. Diligencia de notificación personal de la vinculación a la indagación
preliminar al patrullero José Gregorio Jácome Ríos. Dicha notificación se hizo el 22 de mayo de
2012 a las 14:15 horas.
42
Folios 83-85 ibidem. Solicitud de práctica de pruebas realizada el 4 de junio de 2012 por el
abogado defensor del señor José Gregorio Jácome Ríos en el procedimiento disciplinario.
En este documento, el abogado del demandante pidió que se practicaran los testimonios de los
señores Katerine Molano Ortiz, Pablo Gregorio Rodríguez Flórez y Pablo Dulde Rodríguez Melo.
Asimismo los de los uniformados subtenientes Nelsón Francisco Zambrano Pinto y Pablo Alberto
Pico Ariza, patrulleros Yegersson Stalins Gallego Miranda y Fabio Andrés Meza, y agente Ancizar
Urrego Buitrago.
43
Folio 184 ibidem. Pronunciamiento de la autoridad disciplinaria sobre los testimonios que
no se practicaron:
«El despacho se pronuncia referente a las diligencias testimoniales pendientes por practicar, esto
es, la del señor PABLO DULCE RODRÍGUEZ MELO (sic) y KATERINE MOLANO, quienes pese a
que se ha agotado los medios para que comparezcan a esta oficina no lo han hecho, igualmente se
instó al doctor JULIO CESAR MORALES para que con su concurso contribuyera a la presentación
de estas personas resultando en definitiva que no lo han hecho y en virtud del principio de
celeridad, se determina continuar con la etapa procesal siguiente como es los descargos».
los testigos renuentes y, además, la carga del recaudo de esas pruebas no le correspondía a la
defensa del demandante, sino al Estado, de acuerdo con lo consagrado en el artículo 128 ibidem.
En todo caso, aquí se estima que la exclusión de esas pruebas no tiene la vocación de llevar a la
nulidad de los actos administrativos demandados, porque ellas no constituyeron en el fundamento
exclusivo de la demostración de la responsabilidad del demandante respecto de la falta gravísima
por la que fue sancionado. Esto es así porque, como se verá en el desarrollo del tercer problema
jurídico de esta providencia, los testimonios del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez y de los
uniformados que intervinieron en los hechos investigados, permitieron comprobar directa e
indirectamente la hipótesis fáctica esgrimida por la autoridad disciplinaria.
¿La sentencia apelada debe revocarse porque los actos demandados están viciados por la
infracción de las normas en que deberían fundarse, dado el desconocimiento del principio de
imparcialidad, derivado del retiro discrecional del servicio del señor Jácome Ríos antes de que se
definiera el procedimiento disciplinario?
Para el abogado del señor José Gregorio Jácome Ríos, la sentencia de primera instancia debe
revocarse, porque en la expedición de los actos acusados se incurrió en infracción de las normas
superiores, al desconocerse el principio de imparcialidad. Esto por cuanto la decisión del retiro
discrecional del demandante (Resolución 094 del 28 de mayo de 2012, expedida por el
Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá 44), la cual se emitió antes de que finalizara el
trámite sancionatorio, condicionó la independencia formal y la autonomía de la autoridad
disciplinaria, que se vio compelida a no contradecir a su superior.
Tesis de la Sala
La sentencia de primera instancia no debe revocarse, porque los actos acusados no están viciados
por la infracción del principio de imparcialidad, ya que de acuerdo con la jurisprudencia de esta
Subsección, es posible el ejercicio concurrente de la facultad de retiro discrecional de los
uniformados de la Policía Nacional, y de la potestad disciplinaria sobre esos servidores públicos, ya
que ambas figuras tienen fundamentos y objetivos diferentes.
Para desarrollar este problema se hará una exposición de los siguientes temas:
44
Folios 339-343 ibidem. Resolución 094 del 28 de mayo de 2012, emitida por el comandante de
la Policía Metropolitana de Bogotá, a través de la cual se retiró a unos uniformados del servicio
activo en ejercicio de la facultad discrecional.
a. Aplicación concurrente de la facultad de retiro discrecional de los uniformados de la
Policía Nacional y de la potestad disciplinaria sobre esos servidores públicos
Así, respecto de la primera facultad, se ha dicho que constituye una herramienta que permite
adoptar, bajo criterios de conveniencia, la decisión de posibilitar la permanencia o el retiro del
servicio de los uniformados, cuando a juicio de la Dirección General de la Policía Nacional (facultad
delegable en los comandantes de Policía Metropolitana en virtud de lo dispuesto en el artículo 4 de
la Ley 857 de 200346) o del Gobierno, las necesidades del servicio así lo exijan, lo cual tiene que
ver con «el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y
libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz» 47.
A su vez, sobre la potestad disciplinaria, se ha determinado que tiene por finalidad sancionar las
actuaciones dolosas o culposas de los servidores públicos, que conlleven el incumplimiento de los
deberes, el abuso o extralimitación de los derechos y funciones y la incursión en prohibiciones, lo
que se enmarca en la preservación de reglas de conducta que deben seguir, y que guardan
relación con los principios que guían la función administrativa.
b. Caso concreto
De conformidad con lo visto, esta Sala de Subsección considera que no hubo desconocimiento del
principio de imparcialidad por parte de la autoridad disciplinaria en el caso que se analiza, toda vez
que la responsabilidad disciplinaria del señor José Gregorio Jácome Ríos tenía un fundamento
independiente de las razones que son propias al ejercicio de la facultad de retiro discrecional de los
45
C.E. Sec. Segunda. Subsec. A. Sents. 25000-23-25-000-1995-9552-01(1569-00), feb. 21/2002;
76001-23-31-000-2002-03579-01(0205-08), feb. 18/2010; 05001-23-31-000-2004-01190-01(1557-
10), sep. 26/2012; 05001-23-31-000-2005-00990-01(1692-10), jun. 28/2012.
46
L. 857/2003, art. 4: «RETIRO POR VOLUNTAD DEL GOBIERNO O DEL DIRECTOR GENERAL
DE LA POLICÍA NACIONAL. Por razones del servicio y en forma discrecional, el Gobierno Nacional
para el caso de los Oficiales o el Director General de la Policía Nacional para el caso de los
Suboficiales, podrán disponer el retiro de los mismos con cualquier tiempo de servicio, previa
recomendación de la Junta Asesora del Ministerio de Defensa Nacional para la Policía Nacional,
cuando se trate de Oficiales, o de la Junta de Evaluación y Clasificación respectiva, para los
Suboficiales.
El ejercicio de las facultades a que se refiere el presente artículo podrá ser delegado en el Ministro
de Defensa Nacional, para el caso de los Oficiales hasta el grado de Teniente Coronel y en los
Directores de la Dirección General, Comandantes de Policía Metropolitana, de Departamentos de
Policía y Directores de las Escuelas de Formación para el caso de los Suboficiales bajo su mando,
observando el procedimiento que sobre el particular se señale en cuanto a composición y
recomendaciones en el evento de tal delegación respecto de la Junta Asesora y de Evaluación y
Clasificación de que trata el inciso anterior.
PARÁGRAFO 1o. La facultad delegada en los Directores de la Dirección General, Comandantes de
Policía Metropolitana, de Departamentos de Policía y Directores de las Escuelas de Formación a
que se refiere el inciso anterior se aplicará para los casos de retiro del personal Nivel Ejecutivo y
agentes bajo su mando, a que se refiere el artículo 62 del Decreto-ley 1791 de 2000.
PARÁGRAFO 2o. Los funcionarios competentes serán responsables por la decisión que adopten
de conformidad con la Constitución y la ley».
47
CP, art. 218: «La ley organizará el cuerpo de Policía.
La Policía Nacional es un cuerpo armado permanente de naturaleza civil, a cargo de la Nación,
cuyo fin primordial es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los
derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.
La ley determinará su régimen de carrera, prestacional y disciplinario».
uniformados de la Policía Nacional. Por este motivo, no hay lugar a declarar la nulidad de los actos
administrativos demandados por la violación de las normas en que deberían fundarse.
En conclusión: La sentencia de primera instancia no debe revocarse, porque los actos acusados
no están viciados por la infracción del principio de imparcialidad, ya que de acuerdo con la
jurisprudencia de esta Subsección, es posible el ejercicio concurrente de la facultad de retiro
discrecional de los uniformados de la Policía Nacional, y de la potestad disciplinaria sobre esos
servidores públicos, ya que ambas figuras tienen fundamentos y objetivos diferentes.
¿La sentencia de primera instancia debe revocarse porque los actos acusados están viciados por
falsa motivación, ya que las pruebas practicadas en el trámite sancionatorio no demostraron la
responsabilidad del demandante respecto de la falta que se le imputó?
El apoderado del demandante estimó que la sentencia apelada debía revocarse, porque los actos
acusados están viciados por falsa motivación, a partir de los siguientes argumentos:
De acuerdo con el apoderado, lo único que se demostró fue que el demandante colaboró
lícitamente en el procedimiento policial que tuvo como primeros respondientes a los uniformados
Alfredo Reyes Lozano y Nelson Enrique Guaqueta Rodríguez, con el traslado de la motocicleta en
la que se transportaban los señores Pablo Gregorio Rodríguez Flórez y Katerine Molano Ortiz al
CAI San Carlos, para que esta última persona utilizara el baño. Así, después de que el patrullero
cumplió con esa labor, se retiró del CAI sin esperar el desenlace de lo que pudiera suceder con
esos ciudadanos.
Adicional a lo anterior, para el abogado, los testimonios del señor Rodríguez Flórez como quejoso,
y los de su compañera y su padre, no eran creíbles, porque incurrieron en múltiples
inconsistencias, como haber dicho inicialmente que se presentó un acceso carnal violento y
después, al enterarse de las pruebas que se practicaron para corroborar esa acusación, no
sostenerla, e incluir lo relacionado con la supuesta solicitud de dádivas para ocultar su temeridad.
En ese sentido, el apoderado también llamó la atención sobre el hecho de que el señor Rodríguez
Flórez, cuando supuestamente se trasladó hasta la casa de su padre por el dinero para pagar lo
pedido por los uniformados, no hubiera acudido a pedir la intervención de los organismos de
inteligencia, contrainteligencia e investigación judicial del Estado, para denunciar la presunta
solicitud de dádivas de la que fue víctima.
Por otro lado, el apoderado resaltó que el quejoso Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, en la
entrevista que le hicieran sobre estos acontecimientos, indicó que él creía que el demandante y su
compañero de la patrulla motorizada, tenían conocimiento de la solicitud de dinero que
directamente le hizo uno de los tripulantes del vehículo policial tipo panel que atendió
primigeniamente el caso, porque el uniformado con el que habló le dijo que lo que le había ofrecido
para no llamar a la policía de tránsito y retener la motocicleta en la que se transportaba por
encontrarse en estado de embriaguez, era muy poco porque se debía repartir entre cuatro
personas. En ese sentido, con esa declaración, según el abogado, se logró demostrar que el
quejoso solo habló con un policial y el demandante no estaba involucrado en esa supuesta solicitud
de dinero.
Otra incoherencia que para el apoderado, le debía restar credibilidad a lo dicho por el señor
Rodríguez Flórez, fue que él señaló que habló con dos uniformados, cuando en la grabación de
video que sirvió de prueba en el procedimiento disciplinario, se podía observar que solo dialogó
con uno, porque el otro tripulante del vehículo tipo panel, procedió a hacer requisas y otras
actividades policiales mientras el quejoso hablaba con su compañero, además que el demandante
y su compañero de la patrulla motorizada nunca hablaron con él.
Asimismo, el abogado señaló que los subtenientes Pablo Alberto Pico Ariza y Nelson Francisco
Zambrano Pinto, además del patrullero Yegersson Stalins Gallego Miranda y agente Ancizar
Urrego Buitrago, que fueron los policías que conocieron de primera mano la denuncia de la
presunta violación de la señora Molano Ortiz, no mencionaron nada sobre la petición de dádivas.
Según la apoderada, lo que realmente sucedió el 22 de mayo de 2012 fue que en un procedimiento
policial, los ciudadanos Pablo Gregorio Rodríguez Flórez y Katerine Molano Ortiz fueron abordados
por los uniformados, agente Nelson Guaqueta Trujillo y patrullero Alfredo Reyes Lozano, mientras
se encontraban en la vía pública en estado de embriaguez, al lado de una motocicleta marca pulsar
de color verde en la que se transportaban. Estos policías les exigieron $60.000 a esas personas a
cambio de no retenerles la moto, y para tales efectos, recibieron apoyo de los patrulleros John
Alejandro Barahona Torres y José Gregorio Jácome Ríos.
Para la abogada, lo anterior se pudo corroborar con los registros fílmicos de la cámara de
seguridad de la Notaría 58, ubicada en el sector donde ocurrieron los hechos, que daban cuenta de
la presencia del demandante y de los otros uniformados en ese sitio, y su apoyo para alcanzar ese
objetivo.
Tesis de la Sala
La sentencia de primera instancia debe confirmarse porque en los actos acusados se hizo una
valoración probatoria adecuada, que demostró con certeza la comisión de la falta gravísima por la
que fue sancionado el señor José Gregorio Jácome Ríos.
Para desarrollar este problema se hará una exposición de los siguientes temas:
[…] Los elementos indispensables para que se configure la falsa motivación son los
siguientes: (a) la existencia de un acto administrativo motivado total o parcialmente, pues de
otra manera estaríamos frente a una causal de anulación distinta; (b) la existencia de una
evidente divergencia entre la realidad fáctica y jurídica que induce a la producción del acto y
los motivos argüidos o tomados como fuente por la administración pública o la calificación de
los hechos, y (c) la efectiva demostración por parte del demandante del hecho de que el acto
administrativo se encuentra falsamente motivado […]
Así las cosas, el vicio de nulidad en comento se configura cuando se expresan los motivos de la
decisión total o parcialmente pero los argumentos expuestos no están acordes con la realidad
fáctica y probatoria, lo que puede suceder en uno de dos eventos a saber: primero, cuando los
48
C.E. Sec. Segunda. Subsec. A. Sent. 11001-03-25-000-2012-00317-00 (1218-12), mar. 17/2016.
motivos determinantes de la decisión adoptada por la administración se basaron en hechos que no
se encontraban debidamente acreditados o, segundo, cuando habiéndose probado unos hechos,
estos no son tenidos en consideración aunque habrían podido llevar a que se tomara una decisión
sustancialmente distinta.
Uno de los medios de prueba más importantes en el marco de los procedimientos disciplinarios es
el testimonio de terceros. A través de este, el juez o la autoridad que instruya un trámite
sancionatorio puede reconstruir los hechos objeto de investigación, a partir de la narración que
realice un testigo, distinto de la persona implicada, que haya tenido conocimiento de estos por
haberlos percibido con sus sentidos49. A pesar de que, con la divulgación del documento en sus
diversas formas, la necesidad del testimonio se ha visto disminuida, aún es la prueba más
frecuente en procesos de todo orden, y en ocasiones la única, sobre todo cuando se busca probar
la comisión de actos ilícitos50.
La prueba testimonial con frecuencia es inconsistente, y ello es inevitable, de allí que requiera una
adecuada valoración en el caso concreto 51; los riesgos de error y falsedad son frecuentes y difíciles
de descubrir, no obstante, no puede considerarse que el remedio a estos problemas consista en
eliminar esta prueba, pues, salvo en el campo de los negocios jurídicos, «es un mal necesario» 52.
Conviene mencionar que otros medios de prueba también pueden ofrecer inseguridades: los
documentos eventualmente no son auténticos, la confesión puede utilizarse con fines ilegales, los
indicios suelen ser difíciles de apreciar y los peritos pueden equivocarse en sus dictámenes. En
todo caso, la lectura realista de estas dificultades no debe condenar a la fatalidad; para morigerar
estos riesgos respecto del testimonio, el juez o la autoridad disciplinaria deben hacer una crítica
rigurosa, técnica y científica, que considere tanto las condiciones subjetivas del testigo como las
objetivas de cada caso53.
La valoración del testimonio es la operación mental que realiza el juez o la autoridad con
competencia para decidir en un procedimiento sancionatorio, que tiene como objetivo conocer el
valor de convicción de este54. La fuerza probatoria material, que se determina mediante ese
ejercicio, depende de que el juez encuentre o no, en cada uno de los testimonios, y en su conjunto
con los demás elementos de prueba, argumentos que le sirvan para formarse su convencimiento
sobre los hechos que interesen al proceso55.
Se resalta que, en el análisis de la prueba testimonial, es donde deben utilizarse con mayor rigor
las reglas de la sana crítica 56. Desde la doctrina, se han hecho trabajos que buscan determinar
criterios racionales para valorar este medio de prueba, a partir de los desarrollos de la psicología
del testimonio, de los cuales se resaltan cuatro, que pueden servirle a los jueces y operadores
jurídicos en general, para acercarse a la estimación objetiva de la credibilidad de los declarantes, a
saber: La coherencia de los relatos, su contextualización, las corroboraciones periféricas y la
existencia de detalles oportunistas57. Estos parámetros, que desde ya se advierte que no pueden
ser estudiados de manera aislada sino conjunta y comprehensiva, se exponen a continuación.
49
DEVIS ECHANDÍA. op. cit. Tomo II, pp. 27-28.
50
Ibidem, pp. 80-81.
51
«Un interesante experimento referido por MUSATTI (acerca de la fidelidad de la percepción de los
hechos de los declarantes en una prueba testimonial); dio por resultado que, de 36 sujetos, apenas
4 tuvieron una percepción fiel en un 90%, ninguno llegó a la fidelidad total y en conjunto apenas se
llegó a un 68% de fidelidad». Ibidem, p. 84.
52
Ibidem, p. 83.
53
Ibidem, p. 85.
54
Ibidem, p. 238.
55
Ibidem, p. 240.
56
Ibidem, p. 265.
57
NIEVA FENOLL, Jordi. La valoración de la prueba. Madrid: Marcial Pons, 2010, pp. 222-230.
La adecuada estructuración lógica del relato ha sido uno de los criterios más relevantes a la hora
de valorar la credibilidad del testigo. En este caso, en materia punitiva, se exige una persistencia
en la incriminación, o que la declaración no se contradiga. A pesar de lo anterior, el hecho de que
una persona exprese un relato coherente no es sinónimo automático de su veracidad, porque los
testimonios falsos suelen presentarse de una manera continuamente estructurada y generalmente
cronológica58; además, las contradicciones pueden originarse en fallos naturales de la memoria del
sujeto.
La contextualización consiste en que el testigo describa datos del entorno espacial o temporal en el
que tuvieron lugar los hechos acerca de los cuales declara. Así, si lo que manifiesta se inserta
fácilmente en ese ambiente, ello puede configurarse en un indicio de su verosimilitud 59. En este
punto, se reitera que este parámetro también puede ser distorsionado por la memoria, pero, si esos
hechos ambientales son plausibles y son declarados de forma espontánea por el testigo, suele
valorarse que es difícil que su declaración corresponda a una mentira.
Este criterio se refiere a que el relato de un testigo se vea corroborado por otros datos aportados al
proceso que, indirectamente, acrediten la veracidad de la declaración. En ese sentido, esta pauta
requiere que coincidan las diferentes declaraciones que varios sujetos hayan realizado sobre un
mismo hecho, o que el testimonio del que se estudia su credibilidad, se reafirme con los indicios a
través de los cuales se construyen presunciones que acreditan la hipótesis fáctica a probar 60.
Finalmente, esta pauta consiste en que el testigo haga referencia a datos innecesarios que
busquen favorecer a una de las opciones que se debaten en el proceso, o incluso al propio
declarante. En este caso se trata, por ejemplo, de manifestaciones sobre el carácter o la
intencionalidad de una de las partes, o justificaciones de las propias actuaciones o de la persona
que se quiere beneficiar, las cuales van más allá de lo que se le haya preguntado al declarante.
58
Ibidem, p. 224: «[…] si el testimonio de un declarante tiene esas características, lo que abonaría
su completa coherencia, tiene muchas posibilidades de ser falso, porque lo más probable es que
haya preparado su declaración para exponerla en el momento del juicio. Para entendernos, su
declaración es demasiado perfecta desde el punto de vista formal como para ser auténtica y, sobre
todo, espontánea. Pero también es cierto que hay personas que se preparan su declaración,
perfectamente veraz, para exponerla de la mejor forma ante el tribunal, con absoluta buena fe. Y
en esos casos el testimonio habría de ser creíble, incluso cuando contenga falsas coherencias
producto de la reconstrucción y reinterpretación de los recuerdos por parte del propio sujeto, como
efecto del paso del tiempo».
59
Ibidem, pp. 225-226: «[…] el hecho de que la persona recuerde qué hizo antes o después del
hecho, o qué estaba escuchando, o qué programa de televisión estaba viendo, o simplemente que
informe de la temperatura o luminosidad del lugar en el que sucedieron los hechos […]».
60
Ibidem, pp. 227-228: «[…] Con todo, este criterio posee riesgos evidentes. En primer lugar, en
cuanto a lo subjetivo, el hecho de que los diferentes testimonios de varios declarantes no coincidan
en estas circunstancias periféricas, no quiere decir que todos ellos mientan, y ni siquiera que
mienta alguno de ellos, sino que recuerdan los hechos de modo distinto, como consecuencia del
funcionamiento de la memoria […] En segundo lugar, el hecho de que todos los testigos coincidan
en este punto tampoco tiene por qué ser indicativo de verosimilitud. Al contrario, incluso sin mala fe
de los declarantes acordando su testimonio, dependiendo de la manera en la que se haya hecho
declarar a los diferentes sujetos […] es posible que se haya inducido en todo un conjunto de
declarantes una historia errónea que pase por ser auténtica. Y en tercer lugar, también es posible
que las corroboraciones periféricas eviten darle importancia a la prueba del hecho principal,
quedando indemostrado […]».
Estos detalles son indicadores de pérdida de objetividad del testigo que pueden conducir a la
falsedad de sus afirmaciones61.
c. Caso concreto
Esta Sala de Subsección estima que, contrario a lo sostenido por el apoderado del demandante, en
el procedimiento disciplinario sí se demostró con certeza la responsabilidad de su representado,
respecto de la falta gravísima por la que fue sancionado, consistente en solicitar indirectamente
dádivas para omitir el ejercicio de sus funciones 62. Esto es así, porque además de que la hipótesis
fáctica que fundamentó los actos acusados se comprobó, el supuesto de los hechos expuesto por
la defensa del señor José Gregorio Jácome Ríos quedó desvirtuado, de acuerdo con lo siguiente:
En el entendido de que la petición indirecta de dádivas imputada al demandante implica que este
no fue quien las solicitó de manera inmediata, sino que fue otro individuo quien sí lo hizo en su
nombre, se tiene que en el procedimiento disciplinario, dicha suposición tuvo sustento probatorio
en las declaraciones del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, quien manifestó que, minutos
después de que fue abordado por los dos uniformados de la patrulla tipo panel, quienes lo
sorprendieron junto con su esposa en estado de embriaguez al lado de la motocicleta en la que se
transportaban, apareció el señor Jácome Ríos con su compañero John Alexander Barahona
Torres, ambos patrulleros, en una moto de la Policía Nacional. En ese instante, el uniformado con
el que hablaba el testigo, le indicó que los veinte mil pesos que inicialmente le ofreció el señor
Rodríguez Flórez para que no llamaran a la Policía de Tránsito, no eran suficientes para repartirlos
entre cuatro personas, que correspondían a los policiales que llegaron a atender el caso 63_64.
Por su parte, la omisión en el cumplimiento de las funciones del señor José Gregorio Jácome Ríos
como patrullero de la Policía Nacional, se evidenció con el hecho de que tanto él, como los demás
uniformados que atendieron el caso, permitieron que el señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez
volviera a conducir su motocicleta, a pesar de que se encontraba en estado de embriaguez. Esta
61
Ibidem, pp. 228-230.
62
L. 1015/2006, art. 34, num. 4.: «Faltas gravísimas. Son faltas gravísimas las siguientes: […]
4. Solicitar o recibir directa o indirectamente dádivas o cualquier otro beneficio, para sí o para un
tercero, con el fin de ejecutar, omitir o extralimitarse en el ejercicio de sus funciones […]».
63
Folios 32-37 del cuaderno 2. Testimonio del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, en el
cual ratificó su queja; rendido el 24 de mayo de 2012.
«[…] PREGUNTADO: Diga al despacho el arreglo económico que usted ha referido para que no le
fuera inmovilizada la motocicleta lo realizó usted en el mismo sitio que los abordan, es decir, cerca
de la notaría o en otro lugar. CONTESTÓ: Ahí yo hablo con el policía en ese momento se hablan
de veinte mil pesos, yo le ofrezco veinte mil pesos y en ese momento llegan los de la moto y él me
dice que veinte mil pesos no alcanza para cuatro personas […] mis palabras fueron que me
colaboraran que había veinte mil maneras de solucionar esto, fueron mis palabras, y llegan los dos
motorizados y él me dice que veinte mil pesos no alcanza para cuatro personas […]».
64
Folios 178-183 ibidem. Declaración del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez en la
audiencia del procedimiento verbal.
«[…] PREGUNTADO POR LA DEFENSORA: manifieste al despacho exactamente en qué
momento realizó el acuerdo económico con el policial que usted menciona en el relato anterior.
CONTESTÓ: exactamente el acuerdo se hace cuando me dirijo a la moto en el CAI, es cuando
llegamos al CAI, mi esposa venía orinada, él me dice traiga sesenta chino, en ese momento.
Refiere la doctora que deja constancia que según a folio 122, el declarante dijo que el acuerdo se
había hecho en el momento que los abordan, es decir cerca a la notaría. Expresa el testigo, es que
cuando llega la patrulla se habló de $20.000 pesos, yo los ofrezco, en ese momento llegan los
motorizados, obviamente sube porque son 4 personas, dos de la patrulla y dos de la moto, mis
palabras son “hay veinte mil formas de solucionar eso”, en ese momento llegan los dos
motorizados, y él me dice, el copiloto de la patrulla, “las veinte mil formas no alcanzan para cuatro”
[…]».
situación fue admitida por esa persona 65, y se corroboró con los testimonios de los policías 66_67que
acudieron a su residencia, para atender un llamado por una supuesta riña que allí se presentó, en
la madrugada del 22 de mayo de 2012.
Respecto de lo anterior, ninguno de los cuatro policías, incluido el demandante, registró en los
libros del CAI San Carlos lo acontecido con los señores Rodríguez Flórez y Molano Ortiz, a pesar
de que era su deber, y no hacerlo, también constituía una falta disciplinaria, de acuerdo con lo
señalado en el literal e. del numeral 30 del artículo 34 68, y literal c. del numeral 1 del artículo 35 69 de
la Ley 1015 de 2006. Asimismo, según lo señaló el subteniente Pablo Alberto Pico Ariza, oficial
adscrito a la Estación Sexta de Policía de Tunjuelito a la que pertenecía el CAI San Carlos, y que
prestó sus servicios en el turno en el que ocurrieron los hechos, él no recibió información sobre lo
acontecido en esa noche y madrugada; además, aseguró que el procedimiento que debía seguirse
cuando una patrulla de vigilancia sorprendiera a una persona en la conducción de un vehículo en
estado de embriaguez, era primero dar aviso a la central para que ubicaran a la Policía de
Tránsito70.
65
Folios 11-13 ibidem. Queja del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez presentada el 22 de
mayo de 2012 a las 07:01 horas en el hospital El Tunal.
«[…] PREGUNTADO: Haga un relato concreto y detallado de los hechos materia de la presente
QUEJA. CONTESTÓ: Estando anoche 21 de mayo en el barrio el Claret con mi señora, celebrando
mis cumpleaños, departiendo unas cervezas con ella, al salir de este lugar me dirijo hacia la casa
en el barrio Aurora por la Avenida Caracas, tenemos una pequeña discusión en la moto, entonces
detengo la moto y en la se baja (sic) y trato de hablar con ella y en ese momento aparece la
patrulla en un vehículo y me dicen por qué estamos discutiendo, cuál era la razón, luego me
preguntan si estábamos tomados y me manifiestan que hay que llamar al tránsito y que me van a
inmovilizar la moto, yo en ese momento hablo con el agente y llegamos a un acuerdo económico
[…]».
66
Folios 14-16 ibidem. Testimonio del teniente Nelson Francisco Zambrano Pinto, oficial de
vigilancia de la Estación de Policía Usme que intervino en los hechos investigados, rendido el 22
de mayo de 2012.
«[…] Para el día 21 de mayo de 2012 me encontraba como oficial de vigilancia de la estación
Quinta de Policía Usme desde las 22:00 horas hasta las 07:00 horas del siguiente día, estaba
como oficial de vigilancia en compañía del señor patrullero SIERRA URREA VÍCTOR, nos
movilizábamos en la panel de siglas 17-0792, la central de radio impulsa un caso en la calle 73 A
No. 3-D 20 sur donde manifiesta que hay 934 (riña) en la residencia para el caso se envía la
patrulla cuadrante cinco conformada por el agente URREGO BUITRAGO ANCIZAR y el patrullero
GALLEGO MIRANDA YAGERSON (sic), donde le reportan el 23 (llegada) a la central a conocer el
motivo de policía, posteriormente la patrulla me pregunta que si podía hacer presencia en la
dirección donde impulsaron el caso, al llegar al sitio se observan cuatro personas dos de ellas
estaban en alto grado de alicoramiento hombre y mujer, y las otras dos personas eran familiares
del joven […]».
67
Folios 169-171 ibidem. Declaración rendida por el agente Ancizar Urrego Buitrago en la
audiencia del procedimiento verbal.
«Para esa fecha recuerdo el caso, se atendió la riña de pareja al llegar a la dirección aportada por
la central, se encuentra la pareja en discusión, inmediatamente se les nota el aliento alcohólico. No
coordinaban lo que hablaban, por mi experiencia policial puedo decir que estas personas habían
tomado demasiado o habían ingerido alguna sustancia porque descordinaban (sic) lo que hablaban
en algunas cosas, cambiaban de tema repentinamente. Una persona mayor de edad decía que
solicitaban un jefe superior para aclarar algún suceso que narraban en ese momento […]»
68
L. 1015/2006, art. 34, num. 30, lit. e.: «Faltas gravísimas. Son faltas gravísimas las siguientes:
[…]
30. Respecto de documentos: […]
e) Abstenerse intencionalmente de registrar los hechos y circunstancias que el deber le impone por
razón del servicio, cargo o función o registrarlos de manera imprecisa o contraria».
69
L. 1015/2006, art. 35, num. 1, lit. c.: «Faltas graves. Son faltas graves:
1. Respecto de documentos: […]
c) Abstenerse de registrar los hechos y circunstancias a que se esté obligado por razón del
servicio, cargo o función o registrarlos de manera imprecisa o contraria».
70
Folios 22-23 del cuaderno 2. Testimonio del subteniente Pablo Alberto Pico Ariza,
uniformado adscrito a la Estación Sexta de Policía de Tunjuelito a la que pertenecía el CAI San
Carlos; rendido el 22 de mayo de 2012.
«[…] Que a las 02:30 aproximadamente recibo la llamada de la central requiriendo que hiciera
pantalla en el hospital Tunal ya que allí se encontraba mi teniente NELSON FRANCISCO
ZAMBRANO oficial de vigilancia de Usme, para comentarme un caso, me dirijo al hospital el Tunal,
Lo precedente, va en contravía de la versión de los hechos dada por el señor José Gregorio
Jácome Ríos, quien manifestó que su participación en los acontecimientos se dio en apoyo a los
dos uniformados que atendieron inicialmente el caso, y que el traslado de los señores Pablo
Gregorio Rodríguez Flórez y Katerine Molano Ortiz, junto con su moto, al CAI San Carlos, se debió
a que la última persona mencionada tenía la necesidad de entrar a un baño, y los uniformados le
hicieron el favor de facilitárselo71.
Sobre esto, la Sala resalta que el señor Jácome Ríos no mencionó que las personas antes
referidas se hubiesen encontrado en estado de embriaguez, y según él, cuando todavía estaba en
las instalaciones del CAI, los observó abordar su motocicleta y retirarse del lugar, después de que
la señora Molano Ortiz utilizó el baño. Si esto último hubiera sido lo que realmente sucedió, aquí se
considera que resulta reprochable que un uniformado aprobara que unos ciudadanos con los que
me encuentro con mi teniente, él me comenta un caso sobre una posible violación a una señora
que se encontraba con el esposo y que estos hechos habían ocurrido en el CAI San Carlos por
parte de unos policías, que a él lo habían llamado y lo habían informado de la misma casa de los
afectados que viven en la jurisdicción de E-5 y que él se trasladó al CAMI de la E-5, y de que de
ahí no les dieron respuesta por lo que los trasladaron al hospital Tunal. Luego para informarme de
si ese caso había ocurrido en la jurisdicción ya que no había recibido informe ni por la central ni por
la patrulla procedí a llamar al CAI San Carlos y preguntar si a este había llegado un caso de una
pareja con una motocicleta, me entrevisté con el PT. MEZA FABIO ANDRÉS que se encuentra de
información y me informa que la patrulla del cuadrante 1-3 atendió un caso con una pareja la cual
la trasladaron al CAI San Carlos, me manifestó que llevaron a la pareja al CAI y le prestaron el
baño a la señorita y que fue cuestión de cinco minutos para que la pareja se fuera del lugar en su
motocicleta. PREGUNTADO: Informe al despacho si los policiales REYES y GUAQUETA le
informaron sobre la situación presentada con esta pareja. CONTESTÓ: No me informaron el caso
[…] PREGUNTADO: Informe al despacho cuál es el procedimiento que deben realizar los policías
de la institución cuando ubican personas en motos con posible estado de embriaguez.
CONTESTÓ: Informar de inmediato a la central para que ubiquen unidades de tránsito para que
realicen el debido procedimiento con dicho infractor. PREGUNTADO: Informe al despacho si las
patrullas ante casos de conductores bien sea en estado de embriaguez o en otra situación pueden
ser movilizados a los CAI. CONTESTÓ: Llevar la motocicleta al CAI sí lo pueden hacer pero
informando a la central ya que pueden presentar otro caso y tengan que desplazarse […]».
71
Folios 235-237 del cuaderno 2. Ampliación de la versión libre rendida por el patrullero José
Gregorio Jácome Ríos.
«1.- Que para el 21 y 22 de mayo de 2012, el suscrito se encontraba prestando primer turno de
servicio de vigilancia en compañía del patrullero BARAHONA TORRES.
2.- Que siendo aproximadamente las 23:50 horas del 21 de mayo de 2012, mi compañero
BARAHONA recibió a través del radio de comunicaciones el llamado del señor patrullero REYES
con el fin le llegáramos al sitio donde se encontraba, no dio detalles.
3.- Ante el llamado nos trasladamos, ubicándolos sobre la Avenida Caracas, en el sitio donde
funciona la Notaría 58 del Círculo de Bogotá; allí se encontraba el patrullero REYES, el agente
GUAQUETA TRUJILLO y una pareja y sobre la vía vehicular la patrulla panel y una motocicleta
particular parqueados.
4.- El patrullero REYES LOZANO me indica que la mujer que se encontraba allí requería urgente
un baño prestado y que el agente GUAQUETA le había ofrecido el baño del CAI San Carlos, que la
dama aceptó pero no quería trasladarse en la moto particular en compañía de su esposo y su
esposo tampoco la dejaba ir sola al CAI; accedieron ir en la parte intermedia de la panel, pero la
motocicleta particular no podía quedar en la vía pública.
5.- Con base en ello y antes que me fuera comentada toda la situación, el patrullero BARAHONA
se ofreció a llevar la motocicleta a lo que su propietario no se opuso. La pareja se subió a la parte
intermedia de la patrulla panel, mi compañero BARAHONA arrancó suavemente y todos llegamos
al tiempo y en caravana al CAI, BARAHONA parqueó la motocicleta particular sobre el andén del
CAI, entregó las llaves de la misma y nos dispusimos a ingresar al CAI.
6.- Ya dentro del CAI observé que se encontraba el patrullero MEZA y la intendente ELIZABETH, le
llamé la atención a un joven que portaba una gorra militar, estuvimos en el CAI por espacio de
cinco a diez minutos; luego que la mujer utilizó el baño salió del CAI, afuera la aguardaba su
compañero.
7.- Cuando salimos nuevamente para el servicio, la pareja estaba sobre la motocicleta particular,
partieron con dirección a la Caracas y nunca más volví a saber más de ellos hasta bien entrada la
madrugada cuando se decía que unos policiales del CAI SAN CARLOS habían abusado o violado
carnalmente a dicha señora.
8.- La única actividad que realizamos mi compañero BARAHONA y yo el día de los hechos fue
trasladar la motocicleta particular al CAI San Carlos, para que la mujer pudiera hacer sus
se tuvo que relacionar directa o indirectamente en un procedimiento policial, condujeran un
vehículo a pesar de su ebriedad.
En todo caso, para esta Sala de Subsección, los acontecimientos investigados no se dieron en la
forma relatada por el demandante, sino que ocurrieron conforme a lo declarado por el señor Pablo
Gregorio Rodríguez Flórez, que indicó que del lugar donde fueron sorprendidos inicialmente, no se
desplazaron directamente al CAI San Carlos, sino que primero hicieron un trayecto hasta «San
Vicente», para llevar allí a una persona que se encontraba en el vehículo tipo panel, trayecto en el
cual se gastaron varios minutos72. Además, si bien fue cierto que la señora Molano Ortiz utilizó el
baño en el CAI, no era verdad que ese fue el único motivo que justificó su traslado a ese lugar, sino
que todo correspondía a la definición del procedimiento policial con unas personas que estaban
embriagadas y que a cambio de que no les retuvieran la motocicleta en la que se desplazaban,
acordaron pagar sesenta mil pesos a los uniformados que los sorprendieron en esa situación.
La Sala le da credibilidad a lo dicho por el señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, porque el relato
de esta persona sobre lo sucedido fue coherente y consistente en todas las oportunidades que tuvo
que declarar en el procedimiento disciplinario. Asimismo, porque su versión de lo sucedido se vio
corroborada por circunstancias ya vistas, como el incumplimiento de las funciones del señor
Jácome Ríos, y porque no se observa intención en esta persona, a través de la formulación de
comentarios oportunistas, de querer perjudicar al demandante o a los demás disciplinados en el
trámite sancionatorio que aquí se analiza.
Ahora bien, aquí se estima que la vulneración del derecho a la igualdad en la valoración probatoria,
alegada por el apoderado del demandante, no se dio, entre otras cosas, porque la enunciación de
esa irregularidad, no se hizo a partir de la comparación con los criterios de apreciación que se
tuvieron en cuenta por la autoridad disciplinaria frente a los otros uniformados sancionados en el
mismo trámite.
Del mismo modo, en lo referido al acceso carnal violento que supuestamente sufrió la señora
Katerine Molano Ortiz, ese hecho no se tuvo en cuenta por la autoridad disciplinaria para efectos
de determinar la responsabilidad del señor Jácome Ríos y de los demás disciplinados respecto de
las faltas por las que fueron sancionados, a pesar de que no hubo justificación para el hecho de
que esa persona fuera trasladada en el vehículo tipo panel mientras su esposo se dirigió a su
necesidades fisiológicas.
9.- En ningún momento sostuve diálogo alguno con dicha pareja o con alguno de ellos en
particular; solo trasladamos la motocicleta y para ello no requeríamos de hablar con ellos; tampoco
solicité, exigí o acordé pago alguno de dinero o de algún tipo de dádiva, no había motivo para ello,
ya que la única situación que nos movía era que utilizara la mujer un baño.
10.- Tampoco vi, ni observé, ni escuché que alguno de mis compañeros policiales exigiera dinero o
recibiera dinero; siempre me conservé al lado de mi compañero de patrulla patrullero BARAHONA
y por ello puede decir que ninguno de los dos (el suscrito y/o BARAHONA) sostuvo algún tipo de
diálogo, exigencia de dinero o acuerdo con dicha pareja.
11.- La mujer en mención fue llevada al CAI, con el ánimo utilizara el baño (sic), nunca en calidad
de retenida, detenida o capturada, se le llevó en la panel policial y su compañero o esposo la quiso
acompañar».
72
Folios 11-13 ibidem. Queja del señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez presentada el 22 de
mayo de 2012 a las 07:01 horas en el hospital El Tunal.
«[…] ya para concluir lo de la plata ellos me suben a la patrulla y se llevan la moto para el CAI San
Carlos, damos unas vueltas en la patrulla porque fuimos como hasta San Vicente en donde dejaron
a otra persona que había en el vehículo […]».
residencia por el dinero para completar la suma solicitada por los uniformados 73_74, y de su evidente
estado de embriaguez.
Asimismo, la Sala estima que tampoco le resta credibilidad a lo dicho por el señor Rodríguez
Flórez, el hecho de que no hubiera denunciado la solicitud de dádivas a las autoridades
competentes, en el momento en el que se dirigió a su residencia por el dinero para ajustar la suma
que le pidieron, porque él admitió que todo se trató de un acuerdo para no verse perjudicado con la
retención de su motocicleta que era su vehículo de trabajo.
Finalmente, dado que la imputación que se le hizo al demandante fue la de solicitar indirectamente
dádivas para omitir el cumplimiento de sus funciones, es comprensible que él no hubiera entablado
directamente diálogo con el señor Pablo Gregorio Rodríguez Flórez, ya que fue otro uniformado el
encargado de pedir el dinero a nombre de él y de los demás policías que intervinieron en el asunto.
Igualmente, el hecho de que el quejoso no le hubiera comentado a los policías que atendieron el
llamado por una riña en su residencia, más tarde, en la madrugada del 22 de mayo de 2012, sobre
la solicitud del dinero, no implicaba necesariamente que esta no se presentó, toda vez que es
probable que en ese momento el señor Rodríguez Flórez no quisiera comprometer su
responsabilidad frente a esos hechos.
Por todo lo dicho es que aquí se considera que la autoridad disciplinaria logró demostrar con
certeza los hechos que fundamentaron la sanción que le fue impuesta al demandante, por lo que el
vicio de falsa motivación alegado no se configuró.
En conclusión: La sentencia de primera instancia debe confirmarse porque en los actos acusados
se hizo una valoración probatoria adecuada, que demostró con certeza la comisión de la falta
gravísima por la que fue sancionado el señor José Gregorio Jácome Ríos.
Además de lo anterior, indicó que el señor José Gregorio Jácome Ríos no tenía dinero para pagar
la condena en costas, por lo que pidió su exoneración de ella.
Tesis de la Sala
La condena en costas de primera instancia debe confirmarse, porque en vigencia del CPACA, no
resulta relevante la actuación de buena o mala fe de la parte vencida en el proceso, ya que del
criterio subjetivo propio del CCA, la nueva norma procesal pasó a uno objetivo-valorativo.
Para desarrollar este problema se hará una exposición de los siguientes temas:
Esta Subsección, en providencia del 7 de abril de 2016 75, sentó posición sobre la condena en
costas en vigencia del CPACA, en aquella oportunidad se determinó el criterio objetivo-valorativo
para la imposición de condena en costas por lo siguiente:
e) Las estipulaciones de las partes en materia de costas se tendrán por no escritas, por lo
que el juez en su liquidación no estará atado a lo así pactado por éstas.
75
C.E., Sec. Segunda, Subsec A, Sent. 13001-23-33-000-2013-00022-01(1291-14), abr. 7/2016.
f) La liquidación de las costas [incluidas las agencias en derecho], la hará el despacho de
primera o única instancia, tal y como lo indica el CGP 76, previa elaboración del secretario y
aprobación del respectivo funcionario judicial.
De conformidad con lo anterior, la condena en costas procede siempre contra la parte vencida en
el proceso, con la única condición de que estas se hayan causado por la efectiva actuación de su
contraparte a través de apoderado, o por el pago de gastos propios de la actuación judicial. En este
sentido, la buena o mala fe en el comportamiento procesal, no se constituyen en elementos que
determinen la condena en esta materia, pero, lo relacionado con la carencia de recursos
económicos del trabajador para asumir el pago de las costas, sí debe tenerse en cuenta por la
instancia que le corresponda liquidarlas.
b. Caso concreto
La Sala estima que los argumentos esgrimidos por el apoderado del demandante, para pedir la
exoneración de la condena en costas que le fue impuesta por el Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, tienen que ver con el régimen que en esta materia se aplicaba bajo la vigencia del
Código Contencioso Administrativo (Decreto 01 de 1984). En este asunto, tramitado con el Código
de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, y el Código General del
Proceso, se aplica el criterio objetivo-valorativo, que implica que la parte vencida debe pagar las
costas, si su contraparte actuó a través de apoderado judicial o asumió gastos propios del trámite,
sin tener en cuenta si actuó con buena o mala fe.
Al no encontrarse probada ninguna de las causales de nulidad endilgadas en contra de los actos
acusados, la Subsección confirmará la sentencia de primera instancia proferida el 7 de mayo de
2015 por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca (Sección Segunda, Subsección D), que
denegó las pretensiones de la demanda.
De acuerdo con el hilo argumentativo visto en el cuarto problema jurídico de esta providencia, en el
presente caso se condenará en costas de segunda instancia a la parte demandante, en la medida
en que conforme el ordinal 3 del artículo 365 del Código General del Proceso 77, resulta vencida en
este trámite y ellas se causaron por la actuación procesal de su contraparte a través de apoderado.
76
CGP, art. 366. «LIQUIDACIÓN. Las costas y agencias en derecho serán liquidadas de manera
concentrada en el juzgado que haya conocido del proceso en primera o única instancia,
inmediatamente quede ejecutoriada la providencia que le ponga fin al proceso o notificado el auto
de obedecimiento a lo dispuesto por el superior, con sujeción a las siguientes reglas:[…]»
77
CGP, art. 365, num. 3: «Condena en costas. En los procesos y en las actuaciones posteriores a
aquellos en que haya controversia la condena en costas se sujetará a las siguientes reglas:
[…]
3. En la providencia del superior que confirme en todas sus partes la de primera instancia se
condenará al recurrente en las costas de la segunda […]».
Reconocimiento de personería a la apoderada de la parte demandada
En el folio 911 del cuaderno 4 del expediente de este proceso se encuentra un memorial en el que
el secretario general de la Policía Nacional le otorgó poder para actuar en el trámite a la abogada,
teniente Diana Andrea Chacón Gómez. De conformidad con lo anterior, la Sala le reconoce
personería a esta profesional del derecho, ya que después de consultados sus antecedentes
disciplinarios en el registro del Consejo Superior de la Judicatura, se encuentra habilitada para
actuar.
FALLA
Primero: Confirmar la sentencia de primera instancia proferida el 7 de mayo de 2015 por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca (Sección Segunda, Subsección D), que denegó las pretensiones
de la demanda de nulidad y restablecimiento del derecho presentada por el señor José Gregorio
Jácome Ríos en contra de la Nación, Ministerio de Defensa, Policía Nacional.
Segundo: Se condena en costas de segunda instancia a la parte demandante, por ser la vencida
en la controversia.
Tercero: Se le reconoce personería para actuar en este proceso a la abogada Diana Andrea Chacón
Gómez, de conformidad con lo expuesto.
Notifíquese y cúmplase