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“Año de la lucha contra la corrupción e impunidad”

ASISTENCIA POST PENITENCIARIA

Dr. GERMÁN, SMALL ARANA

 Damiano Vega, David


 Gutiérrez Guerrero, José
 Huamán Cortez, Nathaly Marysabel
 Ramírez Tamayo, María Elena
 Zarate Pinedo, Fanny Luzmila

AULA:

15- octubre del 2019

1
Donde falta la fuerza, desaparece el
derecho;

Donde aparece la fuerza, el derecho

Empieza a resplandecer

2
El presente trabajo de investigación lo
dedicamos con mucho cariño y respeto a
nuestro profesor GERMÁN, SMALL
ARANA, quien aportó positivamente a lo
largo de nuestra formación académica
dándonos el apoyo e incentivación que
necesitábamos para trabajar día con día ya
que es el testigo del trabajo perseverante
para lograr un nuevo éxito en nuestras
vidas profesionales.

3
Agradezco a Dios, por haberme guiado y
dedicamos este trabajo a nuestros padres,
a nuestro docente por sus enseñanzas y
sobre todo por darme las pautas necesarias
y la guía en nuestro trabajo.

4
INDICE

EPÍGRAFE…………………………………………………………………………………….. 2

DEDICATORIA………………………………………………………………......…………. .. 3

AGRADECIMIENTO………………………………………………………………………. … 4

SINOPSIS DE LA MONOGRAFÍA………………………………………………………….. 7

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………... .. 11

CAPÍTULO I

1. Concepto de asistencia post penitenciaria……………………………………….. 13


1.1 Concepto de asistencia post penitenciaria …………………………………… 13
1.2 . Características de la asistencia post penitenciaria………………………… 14
1.3 Clases de asistencia post penitenciaria …………………………………… 14
1.3.1. Asistencia o ayuda material…………………………………………. 14
1.3.2 Asistencia moral o psicológica……………………………………… 15
1.3.3. Orientación social y supervisión…………………………………… 16
1.4 Antecedentes históricos de la Asistencia Post Penitenciaria……………... 16
1.5 Doctrina a la Asistencia Post Penitenciaria………………………………….. 21
1.6. Críticas a la Asistencia Post Penitenciaria en el Perú…………………….. 22

CAPITULO II

2. El sistema penitenciario peruano………………………………………………… 24


2.1 Marco contextual……………………………………………………………….. 24
2.2 Evolución histórica………………………………………………………......... 24
2.3 Problemática actual…………………………………………………………… 27
5
2.3.1 Deficiente infraestructura penitenciaria………………………… 29
2.3.2 Hacinamiento en los establecimientos penitenciarios………………..32
2.3.3 Presupuesto insuficiente para nuevas inversiones y mantenimiento..32
2.3.4 Carencia de servicios…………………………………………………….33
2.3.5 Corrupción…………………………………………………………………36
2.3.6 Inseguridad penitenciaria………………………………………………...37
2.4 sistema penitenciario peruano en la actualidad………………………………….38

CONCLUSIONES…………………………………………………………………………. ……43

RECOMENDACIONES……………………………………………………………………. …..44

ANEXOS……….......……………………………………………………………………............45

6
SINOPSIS DE LA MONOGRAFÍA

El presente trabajo de Investigación es un pequeño análisis del tema de la asistencia


postpenitenciario o tratamiento post penitenciario (escasamente regulado en nuestra
legislación nacional y muy poco tratado a nivel doctrinario) con el  objeto de determinar si
dicho tratamiento constituye sólo un acto de asistencia social proveniente del Estado o es
que acaso es un derecho constitucional y fundamental exigible.

Al parecer el tratamiento post penitenciario no sólo es una “asistencia social” sino que
constituye también un derecho de naturaleza constitucional del liberado o excarcelado.
Finalmente se propone a modo de recomendación efectuar reformas pertinentes para que
la institución penitenciaria sea regulada de acuerdo al mandato constitucional y normas
sustantivas de la Ejecución Penal.

Asimismo, en este trabajo se tratará acerca de los orígenes de la asistencia al liberado,


cuyos antecedentes desde hace varios siglos atrás tiene connotaciones propias de
acuerdo a cada etapa de la historia y contexto social. Pero, contemporáneamente, dicha
institución no es estudiada como “tratamiento postpenitenciario” sino solo como “asistencia
postpenitenciaria”. Y bajo este marco se ha pretendido dar una aproximación conceptual a
esta última.

1. PLANTEAMIENTO Y FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

Dentro de un Estado de Derecho Social Democrático y Constitucional,


mínimamente debe garantizarse para sus ciudadanos un medio adecuado en donde
puedan desarrollarse como personas libres en pro del progreso moral, social y
económico de toda la comunidad. Pero para alcanzar dicho cometido, además,
debe existir sistemas eficaces de control social: de un lado los informales,
constituidos por la familia, las instituciones educativas, religiosas, académicas, etc.;
y, de otro lado, las de control social formal integrados por los entes normativos
estatales, quienes cumplen una función ordenadora y reguladora de insoslayable
cumplimiento, ya que dentro de ella está el derecho penal, el civil, el comercial,

7
entre otros; en los que obviamente también se encuentra el derecho de ejecución
penal.

Sobre el particular, nosotros nos planteamos la siguiente interrogante: La


Asistencia post penitenciaria” o tratamiento post penitenciario ¿Es un derecho
constitucional exigible o solo constituye auxilio y asistencia social al liberado?

PROBLEMA SECUNDARIO: En cuanto a los Establecimientos Penitenciarios:

 ¿La cuantiosa inversión pública en establecimientos penitenciarios genera


los beneficios que se buscan en el tratamiento post penitenciario del ex
interno?
 ¿En qué medida la administración penitenciaria actual favorece al
cumplimiento de los objetivos en el tratamiento de asistencia post
penitenciaria?

2. JUSTIFICACIÓN DEL TEMA

a) Conveniencia: La presente investigación es conveniente, ya que la poca


efectividad de la asistencia post penitenciaria en la resocialización y en la
reincorporación del liberado en la sociedad es un problema que viene
arrastrándose hace muchos años, el cual no ha sido tomado con la
importancia del caso por parte del Estado, perdiendo su capacidad de
gestión de los centros penitenciarios, lo cual se refleja en la inexistencia de
resultados positivos en cuanto se refiere al tema en cuestión.

b) Relevancia Económica y Social: Tiene relevancia económica porque


busca reducir los gastos del Estado que se dan en la administración directa
y en el mantenimiento de los establecimientos penitenciarios, lo que
generará una mejor gestión de los mismos, para que así las personas
liberadas puedan acceder a mejores tratamientos post penitenciarios, una
vez, cumplida la pena impuesta.

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3. DELIMITACIÓN DEL TEMA

a) Temporal: El presente trabajo se ha desarrollado, teniendo en cuenta lo


acontecido en los últimos cinco años hasta la fecha.
b) Espacial: El trabajo ha sido elaborado basándose en la población ex
carcelaria de la provincia y departamento de Lima.

4. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN

 OBJETIVO GENERAL: Esclarecer la interrogante formulada como problema


principal, en el sentido de que, pretendemos fijar una posición respecto a la
asistencia postpenitenciario o también llamado tratamiento
postpenitenciario, si es que es un derecho constitucional exigible o
solamente constituye un mero servicio o auxilio social, como actualmente lo
prevé el Código de Ejecución Penal y la doctrina legal.
 OBJETIVOS ESPECIFICOS:

 Determinar si la cuantiosa inversión pública en establecimientos


penitenciarios genera los beneficios que se busca en tratamiento post
penitenciario.
 Determinar si actualmente los centros penitenciarios cumplen con dotar al
liberado de las facilidades y/o medios que faciliten su reinserción y
reincorporación a la sociedad.
 Evaluar si actualmente las Juntas de Asistencia Post Penitenciaria cumplen
con sus funciones en favor del ex interno.

6.- MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

9
 INDUCCIÓN POR SIMPLE CONCLUSIÓN PROBABALE: Porque tiene como
objetivo inferir de la semejanza de algunas características de las variables de la
investigación, la probabilidad de que las características restantes sean también
semejantes; por tanto, sus conclusiones no pueden ser tomadas como
demostraciones de algo, sino como posibilidades de veracidad.

7.- HIPÓTESIS DEL TRABAJO

7.1. HIPÓTESIS PRINCIPAL: La Asistencia Post penitenciaria sólo sería de


índole asistencial exenta de cualquier contenido jurídico obligacional para el Estado.

7.2. HIPOTESIS SECUNDARIAS:

 La cuantiosa inversión pública en establecimientos penitenciarios de Lima no


genera los beneficios que se buscan en el tratamiento post penitenciario del
liberado.

 Un establecimiento penitenciario público actualmente no cumple con dotar al


interno de todos los medios que tiendan a su reinserción, resocialización y
rehabilitación social, una vez, éste haya cumplido la pena impuesta.

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INTRODUCCIÓN

Uno de los aspectos dentro de la temática de la resocialización y reinserción social del


sujeto que ha sido objeto de excarcelación como consecuencia de un proceso o una
condena, es el referido a la asistencia postpenitenciario o tratamiento postpenitenciario, al
cual, sin pretexto alguno, toda persona que ha sido liberado o excarcelado debe recibirla.
Ya que luego de haber permanecido privado de su libertad individual en un
Establecimiento Penitenciario, este no solo ha sido merecedor de una sanción punitiva
sino también víctima de su delito.

Ahora bien ,si realmente se quiere hacer cumplir lo establecido en la Constitución Política
del Perú , aquel que expresa lo siguiente : “la defensa de la persona humana y el respeto
de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, nada impide que también
al liberado o excarcelado le alcance este derecho, ya que la persona humana como tal es
el centro esencial de la sociedad, en la cual el respeto y defensa de sus derechos
constituyen el interés prioritario del Estado, de exigibilidad y responsabilidad básica no
solo a este ente sino también de todos sus miembros que la conforman.

Sin embargo, en nuestra realidad social y dentro de nuestro ordenamiento jurídico, el


tratamiento postpenitenciario no sólo es un tema real y objetivamente ignorado y relegado
por el propio Estado, sino que, incluso, ha sido olvidado por los legisladores, aplicadores y
todos los operadores del derecho. Razón que nos lleva a efectuar un análisis y una
reflexión jurídica, pues no debe soslayarse que la gran mayoría de liberados, luego de ser
excarcelados, afrontan un momento crucial respecto a su nueva situación jurídica, social,
psicológica, laboral y familiar, entre otras circunstancias que van a repercutir en que su
resocialización y reintegración social o reinserción social sea efectiva; de no ser así, se
auspiciaran circunstancias favorables para una probable reincidencia o habitualidad
delictiva o, inclusive, otras formas de comportamiento desviado y antisocial.
11
Sobre el particular, hay que resaltar que no es absolutamente cierto que el tratamiento
intracarcelario (tratamiento penitenciario) proporcione una cabal rehabilitación y
reeducación del interno, sino debe estimarse y priorizarse también la necesidad de un
tratamiento post-carcelario a fin de continuar y completar dicho proceso de reinserción
social y así evitar una posible reincidencia. Tanto más si la actual o moderna criminología
está proponiendo la implementación o desarrollo de políticas de seguridad y de medios
técnicos modernos que incidan en las situaciones de comisión delictiva, dejando de
considerar al delincuente como un “minusválido y necesitado de ayuda” o “víctima de su
propio desvalor” para ser considerado un ciudadano con una serie de derechos.

12
CAPITULO I

1. ASISTENCIA POST PENITENCIARIA


1.1. CONCEPTO DE ASISTENCIA POST PENITENCIARIA

Según el criminólogo Borja Mapelli1, se entiende como asistencia post


penitenciaria o tratamiento penitenciario al conjunto de actividades terapéutico-
asistenciales, dirigidos a evitar la reincidencia de los sentenciados a penas
privativas de libertad y a medidas penales.

Por otro lado, Solís Espinoza 2 indica que se trata de una acción o conjunto de
acciones enfocados a cambiar la conducta del interno, pero basándose en las
características peculiares y personales de este, a fin de que se reincorpore a la
sociedad y no reincida en un acto delictivo.

Para el autor Zevallos Huayhua 3, “el tratamiento penitenciario es la acción o


influencia dirigida a modificar la conducta delictiva del ex recluso, que tiene sus
peculiares características personales”. Las influencias o medidas que se
adopten, pueden ser de las más variadas dentro de cada régimen penitenciario.

Sergio García, la define como el conjunto de medidas de supervisión y de ayuda


material y moral, dirigidas fundamentalmente al reo liberado de una institución
penal, a fin de permitir y facilitar a éste su efectiva reincorporación a la sociedad
libre

Tomando en cuenta lo establecido por Muller, se conoce con el nombre de


asistencia postpenitenciario a la atención y ayuda que se presta a un individuo
1
Borja Mapelli. Curso de Derecho Penitenciario (Adaptado al nuevo Reglamento Penitenciario de 1996);
CEDECS Editorial S.L, Centro de Estudios de Derecho, Economía y Ciencias Sociales; Barcelona.
2
SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (1999); Ciencia Penitenciaria y Derecho de Ejecución Penal; Quinta Edición, Editora FECAT-
EIRL; Perú – Lima.
3
Zevallos Huayhua. Curso de Derecho Penitenciario (Adaptado al Nuevo Reglamento Penitenciario de 1996)
13
que ha obtenido su liberación, con el fin de ayudarlo a readaptarse a la
comunidad libre.

Eugenio Cuello, por su parte señala que: “La asistencia post-carcelaria es la


lógica continuación del tratamiento penitenciario y su fin es ayudar al liberado
para que en el crítico momento en que vuelve a la libertad persevere en la
reforma iniciada en establecimiento penal”

1.2. CARACTERÍSTICAS DE LA ASISTENCIA POST PENITENCIARIA


 Es una institución de apoyo al liberado.
 Se encuentra regulado en el Código de Ejecución Penal.
 Sus actividades complementan las acciones del tratamiento penitenciario.
 Se encuentra conformado por Juntas de Asistencia Post Penitenciaria.
 Es de naturaleza asistencial.
 Es un derecho constitucional del liberado.
1.3. CLASES DE ASISTENCIA POST PENITENCIARIA

La asistencia postpenitenciaria, entendida dentro de un contexto de servicio y


bajo la limitación evidenciada (por la forma y naturaleza en que se la concebía y
concibe) solo se ocupa de aplacar de alguno de los problemas que enfrentan los
liberados al momento de reinsertarse a la sociedad. En tal medida solamente se
ha clasificado en ayuda material o económica, asistencia moral o psicológica y
orientación social y vigilancia, tal como a continuación se detalla.

1.3.1. Asistencia o ayuda material


A través de este tipo de asistencia se busca paliar las situaciones de
carencia de medios económicos de muchos excarcelados. Así, por
ejemplo, pretende atender sus necesidades de:
a) Alojamiento. - Se proporciona siempre y cuando el recién liberado
carece de un lugar constituido o no tiene familiares a dónde acudir, o
su residencia se halla en una población distante; alojamiento que será
temporal, sea en albergues o establecidos acondicionados para este
fin.

14
b) Alimentación. - Se brinda al liberado cuando este carece
absolutamente de recursos para poder afrontar en los primeros días
de su liberación la necesidad de alimentación, la cual estará a cargo
de la entidad establecida para este objeto.
c) Vestimenta. - Se proporciona a aquellos liberados que no cuenten
con ropa o vestido mínimo al momento de su egreso carcelario, esto,
inclusive conforme a las reglas mínimas de las Naciones Unidas de
1955.
d) Trabajo y empleo. - Constituye la principal y la de mayor necesidad
de los recién liberados, siendo que por ello a través de este tipo de
“ayuda” se busca brindarle al liberado condiciones, medios o capitales
para que desarrolle una fuente económica para su subsistencia
propia o de terceros4.
e) Herramientas. - A través de esto se proporciona al liberado las
herramientas necesarias para que desarrolle su profesión, técnica o
determinada habilidad laboral que requiera de ciertas herramientas o
instrumentos para ello.
f) Transporte a su residencia de origen. - En caso el liberado procede
de lugares distantes o muy lejanos, mediante esta “asistencia”, se
proporciona el costo de su transporte o traslado.
g) Suministro de documento de identidad. - Facilitar al liberado el trámite
o la obtención de documentos de identidad o los certificados de su
liberación definitiva o condicional o anulación de los antecedentes
judiciales, penales y policiales a fin de actualizar su nueva situación
jurídica o civil.
1.3.2. Asistencia moral o psicológica
Con esta asistencia se busca superar posibles problemas psicológicos o
emocionales que haya adquirido el liberado como consecuencia de su
encierro carcelario, tratamiento que debe estar encaminado hacia su
completa reintegración social . 5

4
BARRETO SANTAMARÍA, Cecilio (1997); Manual Teórico-Práctico de Derecho Penal Excarcelario-Casos Prácticos;
Editora FECAT-EIRL; Lima-Perú
5
TORRES GONZÁLES, Eduardo (2012); Beneficios Penitenciarios / La criminología moderna; IDEMSA, Lima – Perú
15
1.3.3. Orientación social y supervisión
A través de ella se busca proporcionar, al liberado, asistencia adecuada
para que pueda afrontar las nuevas circunstancias sociales, tanto en el
ambiente familiar donde habrán ocurrido diversos cambios, por lo que a
veces les puede ser difícil reasumir el rol que desempeñaban, sobre todo
de padre o madre de familia, así como en el contexto social extrafamiliar.
El personal encargado de este aspecto, debe trabajar también con el
entorno o los miembros del medio social donde va a reintegrarse el
liberado, para contribuir a un mejor ajuste social.
La supervisión o vigilancia del liberado también resulta importante; esta
supervisión y orientación social es bajo ciertas pautas de comprensión
del excarcelado; para contribuir a enfrentar las dudas o problemas que
encuentre, por ejemplo, en la liberación condicional la supervisión es una
condición estipulada en la resolución que dispone dicha libertad.
Con ello busca lograr y fortalecer una política de prevención social,
evitándose y previniéndose -inclusive- que los excarcelados puedan
volver a delinquir o simplemente puedan devenir en reincidentes o
habituales, pues, si el Estado los ignora y la sociedad es indiferente con
el excarcelado puede generarse, como consecuencia negativa, que estos
los excarcelados puedan recaer en conductas reincidentes y o inclinarse
por un comportamiento habitual hacia la comisión de delitos. 6
1.4. Antecedentes históricos de la Asistencia Post Penitenciaria

Los orígenes de la asistencia al liberado, tiene antecedentes desde hace varios


siglos atrás con connotaciones propias de acuerdo a cada etapa de la historia y
contexto social. Pero, contemporáneamente, dicha institución no es estudiada
como “tratamiento postpenitenciario” sino solo como “asistencia
postpenitenciaria”

Habiendo delimitado que es la Asistencia Post Penitenciaria, vamos a hablar de


algunos de sus antecedentes, que empezaron a formar lo que es ahora. Y es
6
SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (1999); Ciencia Penitenciaria y Derecho de Ejecución Penal; Perú – Lima
16
que debemos dejar en claro, que, para el reo, no existía ningún beneficio luego
de ser procesado y condenado. Y es que antes la Asistencia Post Penitencia no
existía, debido a lo severo de los castigos aplicados a los delitos. Hagamos un
repaso histórico:

En la Edad Antigua: Delitos como la brujería eran castigados con ahogamiento


(Código de Hammurabi), en el caso de adulterio la mujer era devorada por
perros (India), la crucifixión para la mayoría de delitos (Roma), etc. Como se
puede apreciar, la mayoría de los delitos tenían penas muy severas, por lo que,
en los casos como el robo, en algunas culturas, si es que sobrevivía el reo, este
sufría desde la amputación de la mano infractora hasta la amputación de la
punta de la nariz, dependiendo de las leyes. En este tiempo no se interesaba en
el reo luego de haber sido condenado y castigado, es más se hacía lo posible
para que se sepa su delito y sea señalado como un proscrito por la sociedad. En
el Medioevo mejoría poco esta situación.

En la Edad Medieval: los que cazaban ilegalmente animales sufrían la


castración y el vaciamiento de la cuenca de los ojos (Inglaterra medieval –
Guillermo el Conquistador), sin embargo, luego tenemos un cambio
“humanitario” (aunque dista mucho de ser humanitario) puesto que se cambió
esta pena por el de la horca, puesto que el delincuente castigado tenía una vida
miserable como mendigo luego de este atroz castigo. Y es que en esta época la
cárcel era una medida provisional para el delincuente, no como castigo, puesto
que él estaba en la cárcel hasta la espera de su castigo (recalcando que existía
una desproporción entre la gravedad del delito y su castigo), puesto que
mantener un preso durante años se consideraba un gasto inútil y había pocas
prisiones. Los castigos podían ser desde la confiscación (generalmente del total)
de los bienes, destierro, pero esos eran pocos casos, debido a que los castigos
más comunes eran los corporales: azotes, marcas distintivas y denigrantes y la
mutilación. Los castigos debían ser realizados en público en la picota, donde
eran expuestos por horas para el pueblo. Estas mutilaciones daban origen a
confusiones, por ejemplo, en 1424 un sastre polaco que había perdido una oreja
en una pelea con un carpintero solicito a su municipio un certificado de que su
17
mutilación fue accidental. Sin embargo, en casos contados se podía cambiar la
pena de muerte impuesta por el de mutilación. Por ejemplo, Juan sin tierra varió
la pena de muerte impuesta a su sobrino por traidor, y lo condeno a la
castración, sin embargo, no sobrevivió a la amputación. Y la pena de muerte
(tan habitual para el delito de robo) en 1278 tuvo un coto para la pena de robo:
el bien robado debía pasar los 12 peniques para ser castigado con la muerte. La
marca de fuego en el cuerpo de un criminal era la pena de algunos delitos. Un
malhechor marcado con una M no podía esconder su culpa, la sentencia se
ejecutaba inmediatamente.

En la edad Moderna: Es en esta época donde aparece por primera vez la cárcel
como método de castigo, esto más debido al interés de los monarcas de usar a
los reos como fuerza de trabajo que en querer correccionales, pero son en
casos aislados. Y es que en esta época el carácter absolutista de los monarcas
hace que los castigos de la edad media sigan vigentes, algo que no era acorde
con la época, debido a las corrientes del renacimiento y siglos después de la
ilustración.

En la Edad Contemporánea: Es aquí donde aparece la cárcel propiamente


dicha, como castigo final para el delincuente. La compulsiva producción
legislativa en el orden penal y penitenciario a lo largo del siglo XIX (en España
sobre todo con el liberalismo isabelino) es un reflejo del interés burgués de crear
un nuevo Estado, frente al modelo absolutista, y frente a los intereses populares
y las que prontamente (incluso por los nuevos saberes y técnicas
criminológicas) fueron llamadas <<clases peligrosas>>.

Si las constituciones liberales han proclamado que la libertad es un valor


supremo, la privación de la misma será el más importante de los castigos.

Ahora bien, un fenómeno social importantísimo adquiere carta de naturaleza: se


crean asociaciones de caridad para ayudar a los presos (instituciones para
penales). La prisión, en contra de lo que habían pensado e incluso todavía
estaban pensando los ilustrados y los pensadores del liberalismo, estaba ya
triunfando.
18
Entramos en el siglo XX con multitud de proyectos para hacer más económica la
función del castigo. El paradigma carcelario será el positivista-correccionalista.

La Eliminación de los Antecedentes Penales

Ahora que tenemos claro que la pena privativa de la libertad es una sanción
reciente. Con la instauración de esta institución, es que se plantea el problema
de la publicidad, una vez cumplida esta. Por ejemplo, en España, la Real Orden
3 de abril 1896 no especificaba su publicidad, lo que atrajo problemas. Es en la
Real Orden 1 de diciembre de 1910, que mantuvo la distinción de su
predecesora, donde en su artículo 4 establece: “Las certificaciones podrán ser
también solicitadas por persona distinta de aquella a que se contraigan; pero en
este caso si resultaren antecedentes penales no se entregaran sino mediante
autorización expresa del interesado (…)” finalmente en a) Nuevo Código Penal
de España (1995) confirmó la última regulación y afirmó que el RCP no es un
registro público. El artículo136.4 establece: “Las inscripciones de antecedentes
penales en las distintas Secciones del Registro Central de Penados y Rebeldes
no serán públicas. Durante su vigencia sólo se emitirán certificaciones con las
limitaciones y garantías previstas en sus normas específicas y en los casos
establecidos por la Ley. En todo caso, se librarán las que soliciten los Jueces o
Tribunales, se refieran o no a inscripciones canceladas, haciendo constar
expresamente, si se da, esta última circunstancia.”

Finalmente, en diversos países del mundo se da la posibilidad de eliminar las


anotaciones de los prontuarios en los certificados de antecedentes penales, esto
para los casos en que la pena ha sido cumplida y la reparación civil cancelada,
en razón que al dejar de privarse de la libertad ya no puede seguir ningún tipo
de persecución contra el ex – reo, y este debe tener la libertad de desenvolverse
en la sociedad con dignidad e igualdad de oportunidades, algo que los
antecedentes penales no le permitirían.

Los programas de reinserción laboral

19
Los ex convictos, o bien llevan varios años sin trabajar o bien antes de entrar en
prisión no habían tenido una profesión estable. Por eso la Administración
penitenciaria invierte todos los años en estos programas en cada uno de sus
países. Asimismo, existe el riesgo de exclusión social, motivo por el que la
eliminación de los antecedentes penales es una gran ayuda para ellos.

En Europa tienen asesoramiento personal y jurídico, empresas comprometidas


con la reinserción, orientación laboral y demás.

La Asistencia Post Penitenciaria en el Perú

En el Perú se evidencia claramente que las regulaciones están encaminadas


solo a la prestación de un favor o servicio de naturaleza asistencial o “caritativa”
del liberado.7

Por ejemplo, en el año 2017 se promulgo el DECRETO LEGISLATIVO N.º 1328,


Decreto Legislativo Que Fortalece El Sistema Penitenciario Nacional Y El
Instituto Nacional Penitenciario. El fin es ayudar al ex recluso que pueda
reinsertarse a la sociedad. Sin embargo, es insuficiente.

7
En el Código de Ejecución Penal se tiene los siguientes artículos:
“Artículo 125 (Finalidad de la Asistencia Post-penitenciaria).- La Asistencia Post-penitenciaria tiene como finalidad
apoyar al liberado para su reincorporación a la sociedad. Sus actividades complementan las acciones del tratamiento
penitenciario”.
“Artículo 126 (Juntas de Asistencia Post-penitenciaria).- En cada región penitenciaria funcionan las Juntas de Asistencia
Post-penitenciaria que sean necesarias, integradas por un equipo interdisciplinario con participación de las
Universidades, Colegios Profesionales, Gobiernos Regionales y Locales y demás entidades que establece el
Reglamento”.
“Artículo 127 (Atribuciones de las Juntas de Asistencia Post-penitenciaria).- Son atribuciones de las Juntas de Asistencia
Post-penitenciaria:
1.- Gestionar la anulación de antecedentes judiciales, penales y policiales del liberado.
2.- Brindar asistencia social al liberado, a la víctima del delito y a los familiares inmediatos de ambos.
3.- Vigilar al liberado condicionalmente y solicitar la revocación del beneficio en el caso de incumplimiento de las reglas
de conducta impuestas.
4.- Apoyar al liberado en la obtención de trabajo.
5.- Las demás que establece este Código y su Reglamento”.
“Artículo 128 (Coordinación de las Juntas de Asistencia).- Las Juntas de Asistencia Post-penitenciaria mantendrán
coordinación con las instituciones y organismos dedicados especialmente a la asistencia de los internos y de los
liberados”.
20
1.5. Doctrina a la Asistencia Post Penitenciaria

Primero, queda claro que el normen jures “asistencia postpenitenciaria” hace


alusión solo al socorro, favor o ayuda facultativa que se presta a quien ha
egresado de un centro carcelario si ningún tipo de exigencia ni obligación. Lo
cual, en definitiva, permite inferir que esta institución sólo sería de índole
asistencial exenta de cualquier contenido jurídico obligacional para el Estado.

Segundo, el artículo 139º, inc. 22, de nuestra Constitución Política, señala que
“[…] el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad”. Con lo que se observa que el
régimen penitenciario no es en sí un medio sino es el ente que tiene como fin el
hacer o materializar la triple finalidad de la pena; dado que corresponde al
sistema penitenciario (conformada por las normas y leyes del Derecho
Penitenciario o de Ejecución Penal) llevar a cabo la reeducación, rehabilitación y
reinserción social no sólo del penado sino también del liberado. Pues, si existe
un régimen para el tratamiento penitenciario, también equivalentemente y por el
principio de igualdad, existe una regulación normativa para el “tratamiento
postpenitenciario” (mal denominada “asistencia postpenitenciaria”), en donde
ambos tipos de tratamiento coinciden en una misma finalidad: rehabilitar y
reinsertar a la comunidad tanto al penado [en una primera fase] como al liberado
o excarcelado [en una segunda y última fase].

De allí que, efectuando una interpretación teleológico-sistemático, se infiere que


el tratamiento postpenitenciario es un derecho constitucional exigible que se
desprende del citado cuerpo constitucional. Y que, en definitiva, lo goza tanto el
interno recluido como la persona que ha sido liberado de un Centro Carcelario;
por tanto, dicho tratamiento será exigible y de obligación para el Estado y no un
mero servicio o auxilio social voluntario, como actualmente se encuentra
regulado. En consecuencia, si la resocialización o reinserción social, entendida
como intra y excarcelaría, está tutelada en la Carta Magna, no cabe duda que
constituya un derecho constitucional de toda persona que se encuentra recluida
dentro de un establecimiento penitenciario e incluso cuando sale del mismo. Lo

21
cual, en suma, lleva a determinar que la naturaleza jurídica del tratamiento post-
carcelario es la de ser un derecho constitucional exigible al Estado, ya que no es
un servicio ni un favor que el Estado presta al liberado, sino es una obligación y
tutela que la propia Constitución Política reconoce tanto al interno como al
liberado, para que desde sus órganos inmediatos se efectúen coordinaciones
con las instituciones o personas autorizadas encargadas de la culminación de la
reinserción o resocialización de la persona que ya egresó de un Establecimiento
Penitenciario.

Aunado a estos lineamientos, debe anotarse que la actual institución de


“asistencia postpenitenciaria”, no cumple real ni efectivamente su finalidad. Esta
situación se hace palpable cuando el liberado, una vez que es excarcelado, se
ve en completo abandono, primero, del Estado y, segundo, –en la mayoría de
casos- de su propia familia, sumándose a ello una estigmatización, hostilidad y
aislamiento social, o cuando el liberado no tiene ni goza de las condiciones para
poder realizar una terapia en su recuperación psico-emocional, o cuando
requiera imperativamente capacitación y orientación para poder obtener trabajo
digno que sustente sus necesidades y la de su familia, por la sencilla razón de
que estando en prisión lo perdió todo. Pues si no se le presta la tutela necesaria
no podrá materializarse de modo efectivo y cabal su reinserción social, pues, en
la actualidad el personal de asistencia social postpenitenciaria solo se limita a
visitar el centro de trabajo para corrobora la oferta laboral del excarcelado. Por
ello, no debe olvidarse que “(…) el éxito de cualquier programa de asistencia
post carcelaria [para nosotros tratamiento postpenitenciario] depende de las
posibilidades económicas de que se disponga y de la preparación científica y
técnica del personal encargado de llevarlo adelante, sin los auxilios económicos
indispensables y sin la presencia de sociólogos, psicólogos, médicos,
visitadores sociales y técnicos en general, no es posible cumplir esta importante
etapa de profilaxis criminal”

1.6. Críticas a la Asistencia Post Penitenciaria en el Perú

22
una escasa y nula importancia a esta institución, primero, porque el legislador no
lo regula como “tratamiento postpenitenciario” sino solamente como “asistencia
postpenitenciaria”, y, segundo, porque no se encuentra acorde con lo dispuesto
y amparado en la norma constitucional (artículo 1 y 139, inc. 22, de la
Constitución Política del Perú), es decir, no cumple con los parámetros
normativo-constitucional de que el interno liberado tiene derecho a ser
resocializado y reinsertado a la sociedad, con lo que se presenta una defectuosa
regulación en la que se determine si el tratamiento extramuros es un derecho
constitucional o no y, por ende, exigible al Estado; inclusive, como un tercer
punto, así como actualmente se regula, mediante esta institución solamente se
estarían dando un “auxilio” o “asistencia voluntaria” al excarcelado; tanto más si
esta circunstancia colisiona con la actual realidad de la Administración
Penitenciaria - INPE, en donde –en la práctica- se observa que a nivel de la
Oficina Regional Lima (conformada por Lima, Ica y Ancash) solo existe 08
Unidades Operativas de Asistencia Postpenitenciaria [o Juntas de Asistencia
Postpenitenciaria], a nivel de la Oficina Regional Norte Chiclayo (conformado
Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Cajamarca) existen solamente 17
Juntas de Asistencia Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional Sur
Arequipa (conformado por Arequipa, Moquegua y Tacna) solo existen 05 Juntas
de Asistencia Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional Centro Huancayo
(conformado por Junín, Huancavelica y Ayacucho) solamente existen 09 Juntas
de Asistencia Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional Oriente Pucallpa
(conformado por Huánuco, Pasco y Ucayali) existen 04 Juntas de Asistencia
Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional Sur Oriente Cusco (conformado
por Apurímac, Cusco y Madre de Dios) solo existen 08 Juntas de Asistencia
Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional No Oriente San Martín
(conformado por San Martín, Iquitos y Amazonas) existen 07 Juntas de
Asistencia Postpenitenciaria, a nivel de la Oficina Regional Altiplano Puno
(conformado por Puno, ) hay solo 04 Juntas de Asistencia Postpenitenciaria.
Finalmente, al observarse un escaso número de estas unidades operativas o
juntas de asistencia –sin temor a equivocarnos- estimamos y prevemos que el
funcionamiento de estas no debe ser de lo más óptimas, idóneas y efectivas.
23
CAPITULO II

2. El sistema penitenciario peruano

2.1. Marco contextual

El marco contextual está dado por la situación histórica y actual del sistema
penitenciario, el cual permite identificar sus principales problemas.

2.2. Evolución histórica

El concepto de cárcel y sus objetivos han evolucionado a través de la historia de la


humanidad y el Perú no ha sido ajeno a ello. En la actualidad, una cárcel se concibe
como un edificio o un complejo de edificios en donde un delincuente debe cumplir
una pena restrictiva o limitativa de su libertad de movimiento. Teóricamente, con la
finalidad de aislarlo para, a través de distintos mecanismos que lleva a cabo la
administración penitenciaria, resocializarlo y, posteriormente, reincorporarlo en la
sociedad.

Durante el Perú colonial (1532-1821), periodo en el que se podría afirmar la


existencia de un incipiente derecho penitenciario, en toda villa o ciudad existían
centros de reclusión, o cárceles, cuya finalidad era custodiar y guardar a los
delincuentes. Este sistema podía catalogarse de inhumano y cruel pues en dichas
cárceles no pocos historiadores señalan que se torturaba a los reclusos. Entre sus
principales características está que se licitaban las cárceles al mejor postor y, en
contraprestación, el ganador de la subasta, o alcaide, obtenía el derecho de cobrar
a los reclusos su estadía en la prisión (derecho de carcelaje), lo cual normalmente
se cobraba en exceso.
Los reclusos debían pagar este derecho y cada uno tenía que velar por su
subsistencia.

24
A inicios de la época republicana el modelo carcelario no varió mucho, salvo que el
derecho carcelario pasó a ser pagado por las municipalidades, figura que fracasó
posteriormente por falta de presupuesto.

Fue el gobierno del general José Rufino Echenique (1851-1855) el que se preocupó
por el tema y encargó al historiador y geógrafo peruano Mariano Felipe Paz Soldán
que efectuase un estudio de la problemática carcelaria del país.
En este contexto, en 1853, Paz Soldán viajó a los EUA con la finalidad de visitar
cárceles y casas de corrección en Maryland, Pensilvania, Nueva York,
Massachusetts, Columbia y Washington y analizar el modelo carcelario de dicho
país, muy en boga en esa época. Producto del viaje, con fecha 24 de noviembre de
1853, elaboró un informe recomendando al gobierno la construcción de dos
penitenciarías, una en Lima y otra en Cusco.

Recomendación que recién se atendería en 1862, cuando se construyó la


Penitenciaría de Lima.

Tres décadas después, en 1892, durante el gobierno del coronel Remigio Morales
Bermúdez, se construyó e inauguró la Penitenciaría Central. Ese mismo año, a
petición de sor Hermelinda Carrera, se inauguró la Cárcel Departamental de
Mujeres en el antiguo local del Convento de Santo Tomás, con la propia religiosa
como su primera directora.

En 1917, durante el gobierno de José Pardo y Barreda, se construyó una prisión en


la isla El Frontón, ubicada a 7 kilómetros de la costa de la Provincia Constitucional
del Callao, al este del distrito de La Punta. Dicha prisión se habilitó para albergar a
cerca de 200 reclusos, entre los más avezados y peligrosos1 8.

8
Funcionó hasta 1986 y solo se clausuró después del trágico incidente, denominado
Matanza del Frontón, en el que miembros de la Marina de Guerra debelaron violentamente un motín de los presos por
terrorismo causando la muerte de más de un centenar de detenidos.

25
Pero estas fueron obras aisladas. En cambio, con la dación del Código Penal de
1924 se inició una tendencia hacia la organización carcelaria integral, ordenándose
la creación de la Inspección General de Prisiones, cuyo objetivo era encargarse de
la dirección de todos los establecimientos penitenciarios del país.
Bajo esta nueva óptica, en 1951, el gobierno de Manuel A. Odría construyó la
colonia penal agrícola Él Sepa, establecimiento penitenciario sin muros ubicado en
un fundo aislado de 37,000 hectáreas, en la desembocadura del río Sepa en el Bajo
Urubamba, que tenía como objetivo albergar a los reclusos con condenas largas y a
los reincidentes, para que cumplieran sus condenas en compañía de sus familiares
y, además, trabajaran para subsistir. Dicho establecimiento funcionó entre los años
1951 y 19933 . 9

Entre 1963 y 1968, en el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry,
se construyó en Lima el Centro Penitenciario de Lurigancho y se inició la
construcción del Centro Penitenciario de Ica (Cachiche) y de la cárcel de Quenqoro
en Cusco.
En 1968, durante el gobierno del general Juan Velasco Alvarado, la Inspección
General de Prisiones pasó a denominarse Dirección General de Establecimientos
Penitenciarios y se adscribió al Ministerio del Interior.
Posteriormente, en 1979, durante el gobierno del general Francisco Morales
Bermúdez, esta dirección se adscribió al Ministerio de Justicia.
El 6 de marzo de 1985 se promulgó el Código de Ejecución Penal, aprobado
mediante el Decreto Legislativo 330 y, el 12 de junio del mismo año, se promulgó su
Reglamento, aprobado mediante el Decreto Supremo 012.

Estas normas ordenaron la creación del actual INPE, organismo público ejecutor
descentralizado perteneciente al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, cuya
misión es dirigir y controlar, técnica y administrativamente, el sistema penitenciario
nacional asegurando una adecuada política penitenciaria que favorezca la
reeducación, la rehabilitación y la reincorporación del interno a la sociedad; y el
establecimiento y el mantenimiento de la infraestructura penitenciaria. Sus
9
Ese año se cerró, debido a su escasa población penitenciaria y a sus elevados costos de mantenimiento
26
funciones comprenden tres grandes áreas: administración, tratamiento y seguridad,
conforme a las cuales ha adecuado su estructura organizativa (figura 1.1).

En la actualidad, el INPE administra 67 de los 84 establecimientos penitenciarios


existentes a escala nacional310, distribuidos en ocho regiones
(cuadro 1.1).

2.3. Problemática actual


El denominador común en la historia relacionada con la infraestructura carcelaria y
la política penitenciaria del Perú es la escasa planificación de la infraestructura
penitenciaria, la casi nula participación del sector privado en los sistemas
penitenciarios, la falta de políticas públicas sobre temas de criminalidad y
penitenciarías claras y coordinadas con las normas técnicas penitenciarias, la
creación de administraciones públicas penitenciarias sin un norte definido, y,
además, los problemas conexos que ello trae como consecuencia.

10
De acuerdo con las normas vigentes, 17 establecimientos penitenciarios, entre los
que se encuentran los penales de Lurigancho, Miguel Castro Castro y Barbadillo,
entre otros, son administrados y operados directamente por la Policía Nacional del
Perú (PNP) y no por el INPE.
27
Es justo anotar también que en ese proceso la visión que la sociedad y el Estado
tenían de la cárcel varió en beneficio de los reclusos, pues transitó de un modelo de
custodia o guarda de presos a un modelo resocializador. No obstante, como en
tantos otros países, en el Perú su ejecución y materialización se desarrolla en
locales o recintos que distan mucho de ser mínimamente dignos, lo cual evita
conseguir la finalidad del sistema penitenciario.

Al respecto, según la estadística penitenciaria del INPE (2013) y los datos previos
presentados por un exdirector de esta entidad (Small Arana, s. f.), se puede señalar
que los principales problemas comunes a todos los establecimientos penitenciarios
del país en la actualidad son:

• Deficiente infraestructura penitenciaria.


• Hacinamiento o sobrepoblación de reclusos en dichos establecimientos.

28
• Presupuesto insuficiente para construir nuevos penales y/o mantener
adecuadamente los existentes.
• Corrupción enquistada en los establecimientos penitenciarios.

2.3.1. Deficiente infraestructura penitenciaria


La infraestructura penitenciaria se caracteriza por su antigüedad y su mal
estado de conservación. Con relación a la antigüedad de los
establecimientos penitenciarios se puede señalar que, de los 84
establecimientos existentes en el país, 30 tienen una antigüedad mayor a los
40 años, lo cual representa casi un 37% del total, y 13 tienen una antigüedad
entre los 20 y los 40 años (Estudio Jurídico Ling Santos, 2011).

Además, de los 67 establecimientos penitenciarios existentes que se


encuentran a cargo del INPE, la mayoría está en mal estado de conservación
y uso y solo una minoría, en estado aceptable (cuadro 1.2), lo que se traduce
en que el sistema penitenciario peruano cuenta con una infraestructura cuyo
promedio de vida bordea los 40 años de antigüedad y está en condiciones
deficientes.

2.3.2. Hacinamiento en los establecimientos penitenciarios


A fines del 2013 la población carcelaria nacional era de 67,597 internos.
29
Entre 1989 y ese año se había incrementado en un 382%, con un
crecimiento promedio del 15% anual (cuadro 1.3). Peor aún, solo en los
últimos 5 años la población carcelaria ha crecido en un 56.2%.

Del universo de internos del 2013, 36,670 estaban siendo procesados y solo
30,927 eran sentenciados, lo que significa que existía una diferencia entre la
capacidad de albergue de los establecimientos penitenciarios y la población
penal de 36,145 internos, un 115% de la población total. Esto se traduce en
el gran hacinamiento de las cárceles peruanas. Peor aún, esta
sobrepoblación era considerada crítica.

El establecimiento penitenciario con mayor sobrepoblación en el Perú es el


de la ciudad de Huaral (Lima) con un hacinamiento del orden del 523%.
Un aspecto preocupante añadido es la tendencia creciente de este
fenómeno: solo entre 2006 y 2015 el déficit de albergue casi se duplicó
(cuadro 1.4)

30
La tendencia al incremento del número de internos subió al 8.8% anual en
promedio en los últimos 14 años. A diciembre del 2008, por cada 100,000
habitantes había 154 internos, mientras en 1993 esta cifra era de 84 internos
por cada 100,000 habitantes (ProInversión, 2009).

Como precisa el INPE: «... sí dicho crecimiento [poblacional penitenciario]


fuera sostenido, se tendría un grave problema para poder albergarlos, ya que
—teóricamente— se debería construir dos establecimientos penitenciarios
por año con una capacidad para 3,500 internos, similares al EP Lurigancho»
(INPE, 2013: 4). El déficit actual es de aproximadamente 30 establecimientos
penitenciarios.

Como se ha señalado, el hacinamiento en las cárceles provoca una serie de


problemas que agravan la situación ya precaria de cualquier establecimiento
penitenciario, como el reducido número de personal penitenciario frente al
aumento progresivo de los reclusos (Defensoría del Pueblo, 2013).

Hasta diciembre del 2013, el personal penitenciario del INPE asignado a


tareas de seguridad y tratamiento en todo el país era de 5440 funcionarios
penitenciarios frente a los 67,597 reclusos existentes en las cárceles (INPE,
2013: 4).

31
Este desbalance ocasiona, entre otras consecuencias, que existan sectores
de la población penitenciaria que no se encuentren bajo el control y la
disciplina de la autoridad penitenciaria y que no se materialice ni
mínimamente su rehabilitación.

Esta situación causa también:

• Deficiente atención alimentaria y de salud de los reclusos.


• Tiempo reducido de recreación de los reclusos.
• Aumento de problemas psicológicos y emocionales en los reclusos, pues es
imposible mantener un espacio propio o privado dentro de la celda.
• Rápida propagación y contagio de enfermedades como la tuberculosis (o
TBC), enfermedades respiratorias agudas, hepatitis y aquellas producidas
por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) conocidas como síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA).

Así, hasta octubre del 2011 se registraban más de 1200 casos de TBC y 540
casos de internos con VIH/SIDA en todo el país.

• Aumento de la probabilidad de violaciones entre reclusos.


• Deterioro acelerado de la infraestructura carcelaria.
• Incremento de la probabilidad de ocurrencia de actos violentos (motines,
reyertas, etc.).
• Tráfico de drogas y alcohol.
• Tenencia de armas punzocortantes y/o de fuego.
• Tenencia de celulares para realizar delitos de extorsión.

2.3.3. Presupuesto insuficiente para nuevas inversiones y


mantenimiento
Si históricamente el sistema penitenciario mereció una asignación muy
reducida del presupuesto público, desde 1993 en adelante ha recibido un
presupuesto insuficiente, que incluso llegó a decrecer anualmente en
32
contraposición al aumento acelerado de internos de ese periodo. Este mayor
desbalance, que se debió a políticas de austeridad y/o a la incomprensión del
problema, se tradujo en la paralización y/o no construcción de proyectos
carcelarios nuevos y en el deterioro de la infraestructura carcelaria nacional.

La situación se ha revertido ligeramente en los últimos años, pues el contexto


económico-financiero del país ha mejorado, lo que ha permitido incrementar
los presupuestos públicos de todas las entidades, incluido el INPE.
Pese a ello, el presupuesto anual sigue siendo insuficiente para satisfacer
todas las necesidades del sistema penitenciario y, principalmente, las
relacionadas con la infraestructura carcelaria.

Así, si bien es cierto que el presupuesto anual del INPE aumentó del 2013 al
2014, no logra cubrir las necesidades básicas de esta institución, mientras
que la partida presupuestal para proyectos nuevos se ha reducido del 52% al
39% del total en ese mismo periodo.

2.3.4. Carencia de servicios


El personal penitenciario del INPE es insuficiente, está desmotivado, poco
preparado y/o especializado. En la actualidad, de acuerdo con la Defensoría
del Pueblo, existen 5440 funcionarios dedicados a la seguridad penitenciaria
frente a 67,597 internos, es decir, por cada 13 internos hay un agente
penitenciario, lo cual ni siquiera se acerca a la media de otros países de la
región. Además, este personal debería ser capacitado no solo en aspectos
como orden, disciplina y destreza física sino también en capacidades para
mantener el principio de autoridad sin llegar a abusos o un uso excesivo de
la fuerza (autocontrol) y en acciones de inteligencia dentro de los
establecimientos penitenciarios para así prevenir situaciones peligrosas
futuras.

En estas condiciones, los penales adolecen de una grave carencia de


servicios para los internos. Entre ellos:
33
• Transporte. El INPE realiza la conducción y el traslado de los internos hacia
el exterior de los establecimientos penitenciarios con apoyo de la División de
Diligencias Judiciales, perteneciente a la División de Seguridad de Penales
de la PNP, en medio de graves deficiencias:

 Personal. La división policial encargada acusa falta de personal, hasta


octubre del 2011 tenía 105 funcionarios asignados, de los cuales solo
52 trabajaban efectivamente pues así lo permitía el turno de trabajo
diario.

 Logística. Hasta octubre del 2011 solo se disponía en Lima de tres


unidades móviles para las tareas diarias, además de no contar con los
equipos de comunicación respectivos. En las otras regiones no se
contaba con las unidades móviles necesarias para realizar el traslado
de los internos.

 Coordinación. La coordinación interinstitucional era deficiente.

• Educación. Este servicio no está disponible para todos los internos pues,
hasta octubre del 2011, solo existían 30 Centros de Educación Técnico-
Productiva (Cetpro), 10 centros de educación ocupacional, 7 centros de
educación básica alternativa, 2 instituciones educativas de adultos y 8
programas de alfabetización para solo 50 establecimientos penitenciarios.
Lo que significa que 17 de los establecimientos penitenciarios administrados
por el INPE no contaban con estas instituciones y, por ende, sus internos no
recibían educación alguna. Además, 445 docentes dictaban clases para los
internos, de los cuales 279 provenían del Ministerio de Educación y 165 del
INPE, pero distribuidos en todo el territorio nacional, lo que ocasionaba que
no todos los internos recibieran educación.

•Salud. Los principales problemas relativos a este servicio son:


34
 Inexistencia de una organización del servicio de salud que se dedique
a los temas sanitarios penitenciarios, lo que impide que se apliquen
las políticas de salud necesarias. Ello, aunado a que el Ministerio de
Salud (Minsa) no ha incorporado formalmente al servicio de salud
penitenciaria dentro de su organización, deja a este en un limbo
jurídico y no permite que se apliquen los Programas de Salud
Nacionales dentro de las cárceles.

 Dificultades para el acceso al aseguramiento universal en salud.

 Personal de salud insuficiente. Hasta octubre del 2011 en los


establecimientos penitenciarios de todo el país había 63 médicos4 11,
de los cuales solo 24 eran nombrados, 34 enfermeras, 202 técnicos
de salud, 30 odontólogos, 2 químicos farmacéuticos,15 nutricionistas y
16 obstetras. A pesar de disponer de 6 equipos de rayos X, solo se
había contratado dos radiólogos, lo que ocasionaba que los equipos
se descompusiesen por desuso. Pero lo más grave es que 28
establecimientos solo contaban con visitas médicas itinerantes, pues
no tenían personal de salud. Por último, su infraestructura de salud es
deficiente e inadecuado su equipamiento, al punto que algunos
establecimientos penitenciarios no tienen tópico de salud o lo tienen
muy deteriorado por el prolongado tiempo sin recibir un adecuado
mantenimiento, además de ser palpable la falta de camas de
hospitalización y de instrumental quirúrgico para la atención de
emergencias.

Asimismo, solo 8 establecimientos penitenciarios cuentan con ambientes


para pacientes psiquiátricos.

11
En todo el país solo existen contratados dos psiquiatras .
35
• Muertes de los internos dentro de los establecimientos penitenciarios. Entre
enero del 2006 y junio del 2011 habían fallecido 122 internos, siendo las
principales causas: enfermedad (75), suicidio (21), reyertas (10), accidentes
(3) e intentos de fuga (2). Con relación a los suicidios se puede apreciar que
existe una falta de apoyo emocional por parte de personal especializado para
estas personas y, respecto de las reyertas, se observan circunstancias de
falta de seguridad interna plenamente atribuibles al INPE.

• Internas mujeres. Los problemas detectados son la escasez de cárceles


para mujeres, el cuidado de los hijos que viven dentro y fuera de la cárcel;
escaso tratamiento penitenciario o diferenciado al de los varones; y
corrupción como la que se da en establecimientos para estos, aunque en
menor grado.

2.3.5. Corrupción
Según la Defensoría del Pueblo (2011), además de los comentados, existe
otro problema común e igualmente nefasto para el sistema penitenciario: la
corrupción. En la mayoría de los establecimientos penitenciarios se aprecian
graves hechos de corrupción atribuibles al personal del INPE y/o de
la PNP en cuatro zonas de riesgo:

• Extorsión por destino y locación. El personal carcelario solicita dinero a los


internos en el proceso de ubicación y clasificación dentro de un
establecimiento penitenciario. Además, durante la reclusión los «delegados»
de pabellones cobran cupos para que un interno permanezca o se cambie de
pabellón.

• Extorsión por trámites administrativos. Los encargados de las acciones


administrativas solicitan dinero a los internos, sus abogados o familiares, al
momento de elaborar, tramitar, agilizar y hacer el seguimiento de los
expedientes administrativos y en la entrega de certificados de conducta para
la aprobación de beneficios penitenciarios.
36
Lo mismo ocurre con la emisión de certificados médicos o de trabajo y el
acceso a talleres o a educación.
• Extorsión por trato privilegiado. El personal carcelario solicita dinero a los
internos para:

 Consentir visitas especiales no permitidas por el Reglamento del


Código de Ejecución Penal.
 Permitir el ingreso de paquetes, artefactos (televisores, etc.), insumos
de trabajo u objetos prohibidos (licor, drogas, armas y/o celulares), o el
acceso a teléfonos, o movilizarse del pabellón a los servicios legales,
psicológicos, sociales y médicos, entre otros.
 Conceder autorización para tener un negocio o realizar la venta de
alimentos a terceros.
 Autorizar el ingreso de trabajadoras sexuales.

• Peculado y malversación. Se presentan casos de enriquecimiento ilícito de


las autoridades penitenciarias por el mal uso del presupuesto institucional o
por realizar negociaciones irregulares con proveedores de alimentos u otros
bienes.

2.3.6. Inseguridad penitenciaria


De acuerdo con lo señalado por la Comisión Episcopal de Acción Social, la
seguridad penitenciaria es el aspecto más vulnerable de la gestión del INPE.

En función a ello precisa que, producto de esa gestión poco eficiente (control
de visitas), en los operativos de registro de celdas, o requisas, se encuentran
casi siempre los mismos objetos prohibidos en poder de los internos (cuadro
1.5).

37
Asimismo, según el propio INPE su personal de seguridad viene laborando
en una situación de estrés constante que se traduce en agotamiento físico,
emocional y mental. De igual forma, reporta que sus equipos electrónicos de
seguridad son obsoletos o inoperativos, lo cual facilita la fuga de los internos,
y que no cuenta con los equipos de inteligencia y contrainteligencia que
permitan detectar cualquier problema en los establecimientos penitenciarios
antes de que ocurra.

En suma, histórica y actualmente el sistema penitenciario bajo gestión


pública aparece como un sector en crisis cuya realidad está llena de
carencias y deficiencias que la alejan de los objetivos y las funciones que la
Constitución y las leyes le asignan, lo que obliga a pensar en modelos
alternativos.

2.4. SISTEMA PENITENCIARIO PERUANO EN LA ACTAULIDAD


El concepto de cárcel y sus objetivos han evolucionado a través de la historia de la
humanidad y el Perú no ha sido ajeno a ello. En la actualidad, una cárcel se concibe
como un edificio o un complejo de edificios en donde un delincuente debe cumplir
una pena restrictiva o limitativa de su libertad de movimiento. Teóricamente, con la
finalidad de aislarlo para, a través de distintos mecanismos que lleva a cabo la

38
administración penitenciaria, resocializarlo y, posteriormente, reincorporarlo en la
sociedad12.
El actual Sistema Penitenciario Peruano, es rectorado por el Instituto Nacional
Penitenciario INPE desde 1985, a partir del D. Leg. N° 330, anteriormente estaba a
cargo de la Dirección General de Establecimientos Penitenciarios.13El sistema
adoptado por nuestro país es el Progresivo Técnico (artículo IV del T.P. del D.L. N°
654).
Según su Reglamento de Organización y Funciones, el Instituto Nacional
Penitenciario, es un organismo público descentralizado del sector Justicia, con
personería jurídica de derecho público, que tiene por misión: dirigir y controlar
técnica y administrativamente el Sistema Penitenciario Nacional asegurando una
adecuada política penitenciaria, que favorezca:
La reeducación, rehabilitación y reincorporación del interno a la sociedad.
El establecimiento y mantenimiento de la infraestructura penitenciaria.
El 13 de abril de 2012, el Ministro de Justicia y Derechos Humanos y el presidente
del INPE, presentaron el PLAN DE REFORMA DEL SISTEMA PENITENCIARIO
NACIONAL compuesto por diez medidas a implementar a nivel nacional.

12
CÁRCAMO, J. Enrique; GUARNIZO, Amparo; MENDOZA, Marcia Y.; PAJARES, Carlos; VIGNOLO, Giancarlo.
Asociaciones público-privadas en el sistema penitenciario. Una alternativa de solución para la inseguridad en el Perú –
Lima: Universidad ESAN, 2015 , Pág. 62
39
Dichas medidas están dirigidas a establecer un nuevo modelo de establecimiento
penitenciario para una inserción social efectiva e iniciar la ruta que lleve al INPE a
cumplir fielmente con el rol que le corresponde.
SITUACIÓN ACTUAL
La población del sistema penitenciario nacional está compuesta por las personas
procesadas con medidas de detención y personas sentenciadas a pena privativa de
libertad que se encuentran en los establecimientos penitenciarios, asimismo,
personas liberadas con beneficio penitenciario de semilibertad o liberación
condicional y personas sentenciadas a pena limitativa de derechos, que son
atendidas en los establecimientos de medio libre.
El INPE está descentralizado en ocho Oficinas Regionales, las que a su vez tienen
a su cargo establecimientos penitenciarios para personas privadas de libertad y
establecimientos de medio libre para personas liberadas con beneficios
penitenciarios y sentenciados a penas limitativas de derechos.

40
La población del sistema penitenciario al mes de febrero 2018 es de 104,643
personas. De ellos, 86,2292 se encuentran en establecimientos penitenciarios al
tener mandato de detención judicial o pena privativa de libertad efectiva, mientras
que 18,414 personas asisten a establecimientos de medio libre al haber sido
sentenciados a penas limitativas de derechos, dictaminado medidas alternativas al
internamiento, o liberados con beneficio penitenciario de semilibertad o liberación
condicional.
Como fue señalado en el primer informe de la Defensoría del Pueblo sobre la
realidad de las cárceles a nivel nacional 13, el exceso de internos e internas sobre la
capacidad de los establecimientos penitenciarios para albergarlos, constituye el
principal factor que menoscaba los derechos humanos de las personas privadas de
libertad:
“La sobrepoblación y el hacinamiento resulta ser el elemento detonante de la
situación de violencia cotidiana que se vive en algunos penales”
Tómese en cuenta, que, a la fecha del citado informe, el total de personas
privadas de libertad ascendía a 24,888 personas. Hoy, casi 20 años después, se
alberga a casi 70,000 reclusos/as más. De acuerdo a cifras del Instituto Nacional
Penitenciario a agosto del 2018, la población penitenciaria asciende a 89,166
internos e internas mientras que la capacidad de albergue a nivel nacional es de
solo 39,156 plazas7. Esto significa que existe un nivel de hacinamiento que alcanza
el 128%. En el 2011, fecha de publicación del último informe defensorial sobre esta
materia, esta cifra se situaba en 75%. En un periodo de 7 años se registra un
crecimiento del 53%.

13
Informe Defensorial N°11, publicado en 1999
41
Las evidencias demuestran con absoluta claridad que no es posible combatir el
hacinamiento mediante la construcción de más unidades de albergue (cárceles). Se
requiere, en forma indispensable, de reales niveles de coordinación entre las
entidades que conforman el sistema de justicia (Ministerio Público y Poder Judicial)
y los Poderes Ejecutivo y Legislativo.
Conviene tener presente14, que en estos últimos descansa la responsabilidad por el
excesivo aumento de penas, la eliminación progresiva de los beneficios
penitenciarios y el reducido uso de medidas alternativas a la prisión, como la
vigilancia electrónica personal, conversión de pena, entre otros.
Conviene advertir, que, de no implementarse medidas concretas, en el año 2035 la
población penitenciaria alcanzaría los 222,487 internos e internas, mientras que las
unidades de albergue solo tendrían capacidad para 58,187 personas, llegando a un
hacinamiento del 282%15. Para evitar este gravísimo escenario se requiere de una
firme voluntad política por parte de todos los sectores públicos involucrados.
Lamentablemente a la fecha, no es posible sostener que tal voluntad se encuentre
plasmada. El Plan Nacional de Política Penitenciaria, único instrumento público, que

14
Informe de Adjuntía N° 006-2018- DP/ADHPD “Retos del Sistema Penitenciario Peruano: Un diagnóstico de la
realidad carcelaria de mujeres y varones”, Lima, 2018
15
Política Nacional Penitenciaria y Plan Nacional de la Política Penitenciaria 2016 - 2020. Página 59
42
plantea acciones en la materia no cuenta con los recursos ni difusión necesarios
que aseguren su real cumplimiento.

CONCLUSIONES

 La asistencia Postpenitenciaria no es un auxilio ni apoyo voluntario o discrecional,


sino es un derecho constitucional exigible, y, por tanto, toda persona liberada -en la
medida que lo justifique- debe ser objeto de tutela y ser merecedor de un
tratamiento post-carcelario encaminado al logro de su absoluta reinserción social.
 Es de gran importancia revisar la naturaleza jurídica y ámbito de regulación de la
denominada asistencia post-penitenciaria, la misma que inclusive no tiene una
aplicación ni funcionamiento real y efectivo; por lo que se propone la creación de la
institucionalización de un verdadero, real y efectivo Tratamiento Post-penitenciario
del liberado.
 El instituto de Tratamiento Post-penitenciario debe ser creado y regulado con el fin
de efectuar estudios de política criminal, acorde con un informe detallado de la
situación real en la que se encuentran los liberados, principalmente, en cuestiones
de orden psico-emocional, laboral y material, en la que, inclusive, los entes
privados puedan contribuir en la reinserción social de los excarcelados.
 A través de la creación e institucionalización del Tratamiento Post-Penitenciaria
también se busca lograr y fortalecer una política de prevención social, evitándose y
previniéndose -inclusive- que los excarcelados puedan volver a delinquir o

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simplemente puedan devenir en reincidentes o habituales, pues, si el Estado los
ignora y la sociedad es indiferente con el excarcelado puede generarse, como
consecuencia negativa, que estos los excarcelados puedan recaer en conductas
reincidentes y o inclinarse por un comportamiento habitual hacia la comisión de
delitos.
 Es responsabilidad del Estado que actualmente no exista una efectiva y real
“Asistencia Post-penitenciaria” y que inclusive su actual o vigente regulación no solo
sea defectuosa sino que además las Juntas Asistencia o Unidades Operativas que
existen y que dependen del INPE no son lo suficientemente operativos y efectivos.
Por ello, a través de este trabajo se propone que el Estado asuma responsabilidad
e inmediatamente reforme, renueve e institucionalice –acorde a los parámetros
constitucionales- un ente encargado de realizar los Tratamientos Post-
penitenciarios de los liberados.

BIBLIOGRAFÍA

 REINSERCIÓN LABORAL Y ANTECEDENTES PENALES Revista Electrónica de


Ciencia Penal y Criminología ARTÍCULOS ISSN 1695-0194 RECPC 13-09 (2011) -
Elena Larrauri James B. Jacobs
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 SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (1999); Ciencia Penitenciaria y Derecho de Ejecución
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ANEXOS
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