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Cada uno de los siete Ushpizin corresponde a un camino espiritual fundamental (sefirá) a través de los cuales el mundo es nutrido

y perfeccionado
metafísicamente. Abraham representa el amor y la bondad. Isaac representa la moderación y la fuerza personal. Iaacov representa la belleza y la verdad.
Moisés representa la eternidad y el dominio a través de la Torá. Aarón representa la empatía y la receptividad al esplendor divino. Iosef representa la santidad
y la base espiritual. David representa el establecimiento del reino del cielo en la tierra. Cuando actuamos de formas que manifiestan uno de estos atributos
espirituales, la luz divina (como dirigida a través de ese particular conducto trascendental) brilla hacia el mundo y lo acerca más a su completitud. Como dice el
Talmud: “Con la misma taza de medición con que una persona mide, son medidas.

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