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Combinaciones Funcionales
Combinaciones Funcionales
funcionales
Los músculos extraoculares que mueven los ojos están inervados por los nervios
craneanos III, IV y VI. El preciso control de los movimientos oculares se debe a las
neuronas motoras superiores, que se proyectan hacia los núcleos del motor ocular
común, del patético y del motor ocular externo, y coordinan sus actividades. Un gran
número de centros superiores se proyectan hacia estos núcleos; el movimiento del
ojo resulta de la suma de todos sus impulsos. El denominado control “supranuclear”
de los movimientos del ojo aún no se comprende totalmente y las vías que se
conocen son complejas. Lo que sigue es una breve descripción de los sistemas
nerviosos importantes que influyen en las neuronas motoras inferiores de los núcleos
del motor ocular común, del patético y del motor ocular externo.
Deben enfatizarse los tres puntos siguientes:
Se cree que existe un centro para la mirada vertical, que coordina los movimientos
en el plano vertical, en la sustancia gris periacueductal del cerebro medio, a nivel del
tubérculo cuadrigémino posterior (fig. 7). Sin embargo, su localización no ha sido
identificada con seguridad. Se proyecta hacía el subnúcleo del motor ocular común,
que inerva los músculos rectos superior e inferior y oblicuo menor y hacia el núcleo
del patético, que inerva el músculo oblicuo mayor. Los neuronas que coordinan los
movimientos de torsión (alrededor del eje anteroposterior) están, tal vez, cercanas a
las neuronas de la mirada vertical, o son las mismas, pues todos los músculos que
mueven los ojos verticalmente también actúan en los movimientos de torsión (véase
también la figura IV-5).
Reflejo vestibular
La función del reflejo vestibular consiste en mover los ojos para compensar los
movimientos de la cabeza, de modo que pueda mantenerse la fijación visual sobre
un objeto dado. Los movimientos implicados son del tipo de seguimiento lento.
El aparato vestibular es la mayor influencia en este sistema reflejo (fig. 8). Cuando
se mueve la cabeza, los conductos semicirculares detectan el movimiento, y la
información se envía a través del octavo nervio craneano hacia los núcleos
vestibulares, que se proyectan hacia los núcleos tercero, cuarto y sexto, en forma
directa y a través de los centros de la mirada. Esto produce movimientos
compensatorios de los ojos en dirección opuesta a la de la cabeza. También ayudan
a coordinar este movimiento el cerebelo y otros centros motores.
Los aparatos vestibulares de ambos lados ejercen sobre los músculos de los ojos
una influencia tónica que los lleva hacia el lado contralateral. Por lo general, este
impulso es equilibrado, de modo que los ojos tienden hacía la línea media de la
mirada. La función del aparato vestibular y del octavo nervio puede controlarse
mediante la irrigación del meato auditivo externo con agua caliente o fría, para
establecer corrientes de convección en el líquido del laberinto, y el examen de los
movimientos oculares resultantes.
Los ruidos fuertes o el dolor en la porción lateral de la cara produce el giro reflejo
de los ojos hacia el sonido o la fuente dolorosa, mediante proyecciones de los
núcleos coclear y trigeminal, hacia los centros de la mirada.
Nota: para el reflejo de acomodación véanse las figuras lll-9A y lll-9B.
Los centros corticales para el movimiento ocular voluntario, los campos visuales
frontales (fig. 9) están localizados en las circunvoluciones frontales medias. Los
axones corticales descienden por el brazo anterior de la cápsula interna hacia el
cerebro medio, donde algunos terminan en el centro de la mirada vertical y otros se
decusan y descienden hacia el centro de la mirada lateral. Estos axones dirigen la
mirada hacia un nuevo punto de fijación. El movimiento es de naturaleza rápida y
desigual. Los campos visuales frontales contrarrestan la influencia de los sistemas
descritos, que tienden a mantener la fijación.
Nistagmo
• Las lesiones del tubérculo cuadrigémino posterior, en particular las producidas por
un tumor epifisario, producen parálisis de la mirada hacia arriba, tal vez por daño
del centro de la mirada vertical.
• Las lesiones protuberanciales derivan a menudo en parálisis de la mirada
conjugada lateral, debida al daño del centro de la mirada lateral (PPRF).
• Las lesiones irritativas de los campos visuales frontales (p. ej., un ataque
epiléptico) llevan los ojos hacia el lado contralateral. No obstante, si el campo
visual se dañara en forma irrecuperable, los ojos serían llevados hacia el lado de
la lesión por la acción sin oposición del campo visual intacto.
• Las lesiones de las áreas visuales en el lóbulo occipital pueden causar defectos
en los reflejos oculares que dependen de la corteza occipital, como los de fijación,
acomodación y fusión de las dos imágenes retinianas.
• Las lesiones del fascículo longitudinal medial (MLF) entre los núcleos del motor
ocular externo y del mesencéfalo (oftalmoplejía internuclear [fig. 10]) originan
alteraciones en la mirada horizontal y un nistagmo complejo debido a
cornpromísQd~ las fibras vestibulooculomotoras (véase también ¡a fig. 8). Al
intentar ¡a mirada lateral, el ojo abducido (recto externo, nervio VI) se mueve
lateralmente, pero el ojo aducido correspondiente (recto interno contralateral,
nervio III) no puede aducir más allá de la línea media. Este defecto puede ser
unilateral o bilateral y está generalmente asociado con problemas vasculares en el
tallo cerebral o con esclerosis múltiple.
Este reflejo (fig. 11) es un importante mecanismo protector del ojo. Varias vías
nerviosas convergen sobre el núcleo del facial produciendo el parpadeo. El estímulo
inicial para este reflejo proviene de fuentes variadas; luz intensa, a través del
segundo nervio craneano; estimulación corneana, a través del nervio craneano V 1
(rama nasociliar), y ruidos intensos mediados por el octavo par craneano
(componente auditivo). La respuesta a estos estímulos es el parpadeo o el cierre de
los ojos por contracción de los músculos orbiculares de los párpados, a través de la
división motora branquial del nervio facial.
El cierre de los ojos como respuesta a la luz intensa protege ¡a retina, mientras
que el parpadeo rítmico como respuesta a la sequedad de la córnea la humedece
mediante la secreción lagrimal. Una córnea seca es dolorosa y vulnerable a la
ulceración e infección. El toque de la córnea también produce parpadeo, como un
mecanismo protector y para expulsar cuerpos extraños. Una prueba muy utilizada
consiste en un toque ligero en la córnea para probar la integridad del quinto y el
séptimo nervio.
REFLEJO DE PARPADEO