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Anuario 6 2000 PDF
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ANUARIO DE SEXOLOGÍA
Nº 6. Diciembre 2000
ÍNDICE
AMEZÚA, E. En el XXX aniversario de Human Sexual Inadequacy: la
terapia sexual de Masters y Johnson desde el marco de la Sexología:
concepto y claves básicas. 5
DE LA CALLE, P. Acerca del deseo sexual. Reflexiones preliminares para
un modelo conceptual integrado. 15
ZAPIAIN, J. G. Educación afectivo sexual. 41
GÉRVAS, J. J. y DE CELIS, M. El climaterio en la mujer: una aproxima-
ción desde la teoría de los sexos. 57
LANDAARROITAJAUREGUI, J. R. Términos, conceptos y reflexiones
para una comprensión sexológica de la transexualidad. 79
GARCÍA, M. y DE DIOS, R. Transexualidad: una revisión del estado
actual del tema. 127
GONZÁLEZ, L. M. La voz de la musa: una difícil descolonización corpo-
ral. Perspectivas teóricas y artísticas. 143
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Palabras clave: Intervención en Sexología, Terapia sexual, Masters y Johnson, Ars amandi.
Keywords: Intervention in Sexology, Sex Therapy, Masters and Johnson, Ars amandi.
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Se ha dicho que la forma más eficaz de operan desde un quicio conocido y nombra-
arreglar problemas es su prevención. Pero do como factor sexual. Aclarar qué es y en
sería muy poco quedarse en esta afirmación qué consiste este factor sexual, esta función
referida al ars amandi nuevo. Se trata en sexual, esta dimensión sexual, es una cues-
realidad de una de las innovaciones de la tión de conceptos, sin los cuales no pueden
Terapia sexual, al constatar no sólo la forma entenderse ni las claves básicas de las que se
común de producirse los problemas, sino el parte ni las estrategias que, a su vez, se deri-
cómo de sus soluciones. Dar, pues, protago- van de ellas, tal como serán desarrolladas en
nismo a este nuevo ars amandi de los suje- los capítulos siguientes. Por eso empezare-
tos es una cuestión tan importante o más que mos por él.
tratar de resolver los problemas creados por
el anterior. Dicho de otra manera: la Terapia Un concepto falseado
sexual y el nuevo ars amandi han nacido y La gran divulgación –y de ahí el lenguaje
crecido juntos. Por ello no es de extrañar de uso– nos ha acostumbrado a convivir con
que tengan tantos puntos en común. Y se ha un error básico del que se derivan un sinfín
dado poco interés a esta coincidencia. de otros errores. Como este error de partida
Por otra parte, tras el producto de Masters se ha extendido tanto se diría que todos lo
y Johnson, se pusieron también en circula- han dado por incorregible y así sigue. Pero
ción una serie de imitaciones y réplicas. Por resulta que ese error no puede ya mantenerse
ejemplo, las de Kaplan, LoPiccolo, Annon, si se quiere entrar a fondo y explicarse algo
etc, llamadas también terapia sexual, si bien, de este universo sexual que es el universo de
como Masters y Johnson han afirmado al los sexos con una cierta coherencia. En fases
cabo de los años, existen diferencias tanto anteriores se dijo que no era el momento por
entre ellas –algunas sustanciales–, como entre estar todos empleados en un discurso permi-
ellas y el modelo que les dio origen. sivo, o de moral, en el que no cabían otras
Por ello nos parece interesante volver al preocupaciones. Ahora que la permisividad
modelo original y plantear su concepto de se ha instalado, puede que sea el momento
Terapia sexual, así como las que considera- de profundizar más en ello y dar este otro
mos sus claves básicas. Como sucede con paso. Es el paso de la moral normativa –sea
todo fenómeno, cuando se mezcla con otros, represiva o permisiva– a la epistemología y
se transforma y, con frecuencia, se enriquece. el conocimiento.
Y también se adultera, se diluye y difumina. ¿En qué consiste este error? En realidad
Partimos de la base de que Masters y el hecho es tan simple de entender como
Johnson idearon la Terapia sexual en el farragoso y tedioso de explicar por la canti-
marco del hecho de los sexos, que es el de la dad de equívocos acumulados. Si vamos por
Sexología. O, mejor dicho, si en el comienzo el lado simple, se trata de que la noción de
de sus investigaciones, no fue así, pronto sexo que se ha extendido no coincide con la
descubrieron que éste era el gran filón. En que es. Así de sencillo. Se trata de un con-
otro lugar nos hemos detenido en el desarro- cepto falseado. La noción que la gran divul-
llo de este planteamiento2. De ahí el interés gación –la de los grandes titulares– ha difun-
de situar el eje central en torno al cual se dido y mantenido consiste en lo que, de anti-
articula esta clase de terapia: el factor guo, tuvo el nombre de concupiscencia, las-
sexual. civia o lujuria –el de libido, no ha estado
exento de responsabilidad en ello, a su
I. Conceptos: el factor sexual manera, como el de instinto– y que, por la
Las bases teóricas de la Terapia sexual moral en vigor durante siglos, fue legada
–como, por su parte, las del ars amandi– como sinónimo de vicio o, técnicamente, en
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cado a extender fórmulas y tópicos sobre ese Por esta vía entró el concepto y en ella
locus y su práctica, en lugar de divulgar un siguió y sigue, de hecho, por más que una
conocimiento de los sexos en el que sus serie de equívocos hayan tratado de llevarlo
genitalia tienen otra dimensión a partir de en otra dirección.
los sujetos como tales sujetos sexuados. La historia de este proceso es larga y
Un concepto es verdadero o falso cuan- compleja y por eso podemos ahorrárnosla.
do se adecua o no a lo que de hecho signifi- Pero es importante, al menos, observar que
ca y cuando explica lo que le corresponde así como la reproducción tuvo y tiene sus
explicar. Y con una noción de sexo que no términos y conceptos propios, y el placer
corresponde, mal podemos entendernos en la tuvo y tiene también los suyos, es importan-
cadena de realidades que se derivan de ella. te, decimos, no neutralizar ni anular la
Lo que los sujetos buscan y desean son rela- sexuación de estos sujetos –y por lo tanto su
ciones sexuadas con el otro que es sexuado sexualidad–, es decir, el hecho de cómo
y por el hecho de ser sexuado. Las claves de éstos se configuran y se viven como tales
esas complejidades están hoy en el paradig- sujetos sexuados, con todas sus consecuen-
ma de los sexos y no en el antiguo locus cias que son muchas, por cierto; entre otras,
genitalis. La lógica y el conocimiento que sus maneras de desear y convivir como posi-
interesan a los sujetos para poder aclararse bles amantes que se encuentran según, de
no es la de ese sexo al que se les ha impelido hecho, ellos mismos buscan y desean.
y constreñido, sino la lógica y el conoci- Por otra parte, no es ya presentable que
miento de los sujetos sexuados y en la que quienes en tantos campos del conocimiento
los genitalia, como veremos, son órganos han dado pasos tan avanzados sigan con éste
terminales y no de su organización. En esa en su nivel arcaico. La cuestión no reside,
lógica y ese conocimiento puede entenderse pues, como tantas veces se dice todavía, en
y explicarse su ars amandi que tiene muy los problemas sexuales como problemas del
poco que ver con la llamada “práctica del sexo, sino en el hecho de los sexos. Éstos
sexo” o “el mero sexo”, incluso con el recur- incluyen aquéllos, pero no a la inversa. Y
so a la noción de amor para contraponerlo al sólo desde este marco podrán ser explicados
sexo que es, como veremos más adelante, la o entendidos muchos factores que, de otra
forma más conclusiva, si cabe, de mantener forma, resultan inexplicables con una míni-
la noción de sexo en su más bajo nivel de ma lógica y coherencia.
contenido como “sexo, sólo sexo”, o sea, Tomando, pues, este concepto de sexo en
“mero sexo”. serio, la Terapia sexual ha elevado el factor
sexual –la dimensión de los sexos, pues eso
El concepto moderno y no otra cosa quiere decir sexual– a su
El concepto moderno de sexo, tal como punto de partida, a su comienzo. Más aún: al
se inicia –hace ahora unos doscientos años– lugar epistemológico que le es propio. Y
tras la Ilustración, es decir, tras el estableci- desde él ha tratado de actuar. Sus claves
miento y consolidación de la Época básicas no residen en el locus genitalis, ni
Moderna, es el que da cuenta de cómo los siquiera en el cerebro, como algunos han
sujetos son o llegan a ser de uno o de otro de propuesto en un voluntarioso intento de salir
los dos sexos en los que se configura la con- de la obsesión por la entrepierna, sino en el
dición humana. Y es esa condición humana mismo factor sexual, es decir en el nuevo
la que se vive, la que desea vivirse, en rela- paradigma del hecho de los sexos. Se com-
ción. Ni el instinto de reproducción ni el ali- prende así cómo, más que de pareja, como
ciente del placer han sido capaces de respon- se ha entendido también voluntariosa y sim-
der a esa llamada de los sexos para convivir. plonamente –moralizadoramente– a la
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dar el interés que tiene cada uno en su Por eso conviene que nos detengamos en
momento. algunas claves básicas que forman los pila-
El factor sexual –el concepto de sexo, o res de la Terapia sexual, sea cual sea la
sea, de los sexos– difuminado entre tantos y clase de problema en uno u otro punto del
tantos equívocos, no ha resultado, pues, tan argumento general. Las tres claves que
obvio como se ha dado por supuesto no sólo expondremos a continuación, emanadas
en la divulgación, sino incluso en el campo directamente del análisis del factor sexual,
profesional y en el científico. No es de ocasionaron una auténtica revolución en los
extrañar que, dadas las interpretaciones y lec- tres pilares clásicos de todo el formato
turas de la Terapia sexual desde un modelo terapéutico: en primer lugar, sobre el objeto
de sexo falseado, hayan necesitado nuevos clínico; a continuación, sobre la etiología y
textos para explicarse. Esa función sexual –es el diagnóstico; y, finalmente, sobre el
necesario insistir: de los sexos, de ambos mismo tratamiento.
sexos, de cada uno en particular y de los dos
en relación– es hoy ya conocida y considera- Primera clave:
da como una de las más importantes de los sobre el objeto clínico
sujetos, si bien su estudio adolece de ser más Esta primera clave básica consiste en
supuesto que explicitado. Muchos errores considerar la queja o disfunción, sea cual
proceden de esas creencias no revisadas y sea ésta dentro de las listas de uso, no como
sometidas a examen con detenimiento. propia de uno o de otro de los dos compo-
La Sexología ha avanzado en sus conoci- nentes de la relación, sino como el resultado
mientos y éstos requieren ser tomados de o producto de un tercer elemento, es decir,
forma sistemática, no sólo en sus recortes o del ars amandi de la misma relación. “La
en la versión de los grandes titulares. El unidad clínica –escriben Masters y Johnson–
impulso que Masters y Johnson han repre- es la misma relación sexual”3. Y ésta será,
sentado para la Sexología en su vertiente clí- sin menoscabo de que, en su momento, se
nica ha sido, sin ninguna duda, el más traten unos u otros aspectos concretos de
espectacular en el último tercio del siglo uno u otro de sus componentes, el objeto
XX. Pero sería importante no perder de vista central de toda observación.
su cuadro teórico y disciplinar. Ello nos ayu- No habría por qué extrañarse de esta
dará a comprender mejor tanto el dispositivo clave cuyas repercusiones son tan extraordi-
de la Terapia sexual como su objetivo: el narias, si bien es explicable que resulte cho-
nuevo ars amandi de los sexos. cante debido al esfuerzo o cambio que
requiere con respecto a modelos anteriores,
II. Las tres claves básicas habituados al tratamiento de individuos fren-
de la Terapia sexual te al planteamiento de este objeto clínico
Los grandes titulares han contribuido a nuevo formado por la relación. Sin duda se
ofrecer una imagen de la Terapia sexual trata de un vuelco epistemológico de la enti-
como un conjunto aleatorio de posturas, téc- dad clínica misma. Pero es en ese marco, en
nicas, trucos o artilugios –toda una jerga– esa “mesa de operaciones”, en la que las
para la práctica del sexo, ese sexo generaliza- intervenciones resultan de la máxima efica-
do en su concepto falseado. Contrariamente a cia, incluso en cuestiones que parecen ser
esta creencia y a esa práctica, lo más impor- estrictamente individuales o independientes
tante de las innovaciones no reside en dichas de cada relación.
“técnicas sexuales” sino en las claves básicas Se ha dado poco interés a esta clave
que dan sentido a unas u otras estrategias, así expuesta por Masters y Johnson. Y esto por
como a las tácticas que las acompañan. dos factores: por un lado, porque la misma
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estilo y ésas han dado en nombrarse con el sexuales, más que de origen médico o psico-
prefijo psico, al que luego le ha sido añadido patológico, procede de las carencias educati-
el sufijo socio o la no menos ambigua fór- vas y de la ignorancia de la función sexual”5.
mula psico-sexual. En las relaciones de los sexos no se trata,
A partir de ahí, según la procedencia pues, tanto de diferenciar entre factores orgá-
médica o psicológica de los distintos estu- nicos y mentales, como todavía se discute en
dios, puede asistirse a los conocidos bailes ocasiones, sino del encuentro entre uno y otro
de cifras sobre el porcentaje que se lleva sexo con unos u otros factores. Por ello, sin
cada clase de causa en los problemas sexua- menoscabo de que, a efectos del estudio y de
les. Unos dirán: el 85% es de origen orgáni- la casuística, muchos factores sean de interés
co frente al 15% de origen psicológico; otros para la aplicación de unos u otros recursos –y
dirán: el 70% es de origen orgánico, frente todos deban ser estudiados– el eje conductor
al 30% de origen psicológico; otros: el 40% tanto del diagnóstico como del tratamiento
es orgánico, frente al 60 % psicológico; o el seguirá siendo la relación, es decir, el ars
20% de origen orgánico frente al 80% psi- amandi en cuyo marco esas dificultades se
cológico. Y así sucesivamente. Hemos podi- producen y se viven6.
do ver tal cúmulo de combinaciones que Lo que se conoce como diagnóstico
resulta imposible darlas todas, tal es el aba- sexual en el sentido más claro es, en defini-
nico de opiniones divergentes en torno a tiva, el de la situación de cada sexo con el
esos parámetros. otro o, si se prefiere, de cada sujeto en tanto
Entre la clase de los llamados factores que sujeto sexuado. Eso y no otra cosa quie-
psicológicos –a veces se llaman psicológi- re decir sexual y no lo relativo al ejercicio
cos, a veces psicopatológicos: siempre, en de sus genitalia. Todavía más: el ars amandi
todo caso, con sufijo psi– se suelen apuntar de cada sujeto, como desembocadura
los propios del desarrollo en sus distintas pragmática o visible de su dimensión sexual,
fases o etapas, como son los trastornos gene- es lo que lo refleja y resume. Se trata, pues,
rales de la infancia, la adolescencia, juven- de las interacciones de los sujetos sexuados
tud, etc., dentro de los cuales algún percance como tales sujetos sexuados con otros suje-
o acontecimiento podría haber contribuido a tos sexuados.
crear éste o el otro problema sexual concreto Primar este eje conductor que constituye
del que se trate en cada caso. Es sabido, no el hecho de los sexos y su ars amandi por
obstante, que los mismos o parecidos fenó- encima de los otros factores constituye el
menos no afectan a todos por igual, de núcleo de esta segunda clave básica, o del
donde es fácil concluir la relativa y dudosa diagnóstico, en la Sex therapy. No hace falta
causalidad psicológica de tales factores, a insistir en que no se trata de negar o de no
no ser que por psicológico se entienda todo, considerar otros factores, sino de considerar
lo que termina en el contrasentido de no este eje por encima de los otros. Más exacto
saber a qué se denomina sexual, cosa que no sería decir: a éstos girando en torno a él. Es,
es, por cierto, nada banal y por la que habría como vimos, el quicio del factor sexual.
que empezar. Desde este punto de vista, el recurso tan en
uso al conocido esquema bio-psico-social
El marco del ars amandi necesita una revisión.
De ahí que, frente al protagonismo de esa
doble división de causas en el diagnóstico Tercera clave:
diferencial, Masters y Johnson no dudaran en sobre el tratamiento
afirmar en uno de sus Escritos mayores: “La La tercera clave reside en el hecho de
más abundante etiología de los problemas que el tratamiento de la Terapia sexual tiene
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lugar siempre centrado en la relación sexual. los fenómenos que para el tratamiento de sus
Todas las estrategias, tácticas, técnicas o problemas. Las implicaciones que se derivan
recursos son aplicados indistintamente a uno de esta clave básica, así como sus aparentes
u otro de sus componentes en el marco de complicaciones y complejidades no suelen
dicha relación. Más exactamente: es la rela- superar sus aportaciones, por lo que, aunque
ción la que recibe el tratamiento, aunque en algunos elementos hayan sido modificados
ocasiones pueda dar la impresión de que se con el tiempo, este principio ha seguido
dirige a sus componentes. Es importante cada día más firme y consolidado 7. Se ha
destacar que esta clave no debe confundirse criticado a Masters y Johnson en este punto
con la diversidad de recursos específicos por tener, se ha dicho, una idea previa de la
para cada uno de los problemas o para algu- pareja. Pero no se trata de pareja sino de
nos de esos problemas en sus distintas fases relación de los sexos. Curiosamente no se
del proceso terapéutico. sabe muy bien cuál es su idea de pareja si no
La novedad de esta clave sigue resultan- es la que cada relación tiene de sí misma que
do muy desconcertante en algunos sectores es, en definitiva, la que crea o no crea unos
que, de forma vestigial, priorizan todavía los u otros problemas. Y de ahí que, más que
llamados factores orgánicos o psicológicos una idea abstracta de la pareja, se trate del
sobre el mismo ars amandi. En efecto, en la ars amandi concreto y propio de cada rela-
Terapia sexual, aunque se den estos facto- ción: el que crean los mismos sujetos sexua-
res, el marco del tratamiento será siempre el dos que la forman.
del ars amandi, sin menoscabo de que, como
es obvio, se traten esos factores específicos La organización
con los recursos específicos en su debido Estas tres claves básicas apuntan todas en
momento. Dicho de una forma más clara: el una misma dirección: el factor sexual, o sea,
marco global es más importante que cual- el hecho de los sexos. Y conducen a un estilo
quiera de sus factores porque incluso esos de organización del modelo de la Terapia
factores operan de otra forma en un marco sexual. A nadie le resulta extraño que todo lo
general que fuera de él. que concierne a los sexos se lleve de forma
Ello requiere no solamente adaptar algu- conjunta entre los sexos. De ahí que todos los
nos de los detalles o aplicar algunas de sus pasos se enfoquen desde ellos.
técnicas, sino fundamentalmente no perder El mismo formato de Terapia sexual es
de vista la principal clave que permite la conducido y organizado por un equipo de
aplicación organizada y secuencial de todo dos sexos: es el dual-sex team formado por
su conjunto. La base de esta clave reside en expertos de ambos sexos y, más en particu-
el principio de que, así como las dificultades lar, como sucedió en el caso de sus creado-
se crean o aparecen en el curso de una rela- res, de William Masters y Virginia Johnson.
ción, así también son más fácilmente detec- Hasta los más nimios detalles de la organi-
tables y abordables en ella. zación del formato terapéutico serán una con-
Hay algo más: el concepto de sexo –el secuencia de estas bases. Por ejemplo, las
factor sexual– sólo puede ser entendido estrategias, tácticas, técnicas y recursos que
como una estructura relacional desde la componen el formato completo de la Terapia
sexuación de cada sexo. No se trata, pues, de sexual –como es obvio, vistas desde los con-
una ocasional medida voluntariosa o de ceptos y las claves básicas– ofrecen el fruto
colaboración entre los miembros de la pareja con el que Masters y Johnson iniciaron lo que
–“que la pareja colabore...”–, sino de una ha sido llamado la era de la terapia sexual. De
clave básica de epistemología y conceptos, ello nos hemos ocupado en otro lugar con más
lo mismo para el conocimiento teórico de detenimiento8.
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Notas al texto
1 Masters, W. y Johnson, V. (1979): La incompatibilidad sexual humana. Vers. cast. Buenos Aires.
Intermédica.
2 Amezúa, E. (1999): Teoría de los sexos: la letra pequeña de la Sexología. Revista Española de
Sexología. Monografía extra-doble nº 95-96. Madrid.
3 Masters, W. y Johnson, V. La incompatibilidad sexual humana. (vers. cast. Intermédica, pp. 2-3).
4 Masters, W., Johnson, V. y Kolodny, R. La sexualidad humana. Barcelona. Grijalbo. vol. 3, p. 562.
5 Masters W. y Johnson, V. (1970): Human sexual inadequacy. Boston. Little, Brown and Company.
p. 21.
6 Masters, W., Johnson, V. y Kolodny, R. (1979): Concepts of Sex therapy, in Textbook of Sexual
Medicine. Boston. Little, Brown and Company. pp. 477-506.
7 Masters, W. y Johnson, V. (1976): The principles of Sexual Therapy. American Journal of
Psychiatry. (133) pp. 548-554.
8 Amezúa, E. (2000): El ars amandi de los sexos: la letra pequeña de la terapia sexual. Revista
Española de Sexología. Monografía extra-doble nº 99-100. Madrid.
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Partiendo de la concepción del deseo sexual como una emoción, el autor, a través de una
revisión crítica de su descripción tridimensional, intenta dar las claves reflexivas para la
integración de los conocimientos que aportan las distintas disciplinas en un esbozo de
modelo comprensivo integrado. Dicho modelo teórico concibe el deseo sexual como una
experiencia emocional erótica que se caracteriza por darse en la conciencia irreflexiva
del sujeto, suponiendo una codificación erótica de su estar en el mundo. Esta experiencia
es elicitada por un acontecimiento significativo desde el punto de vista erótico y a su vez
se expresa en forma de hecho significante. La cualidad de ser un hecho significante es
precisamente la clave para la comprensión de su fisiología y de su articulación o integra-
ción en la teoría de los sexos, ya que en último caso se refiere a deseo del otro sexuado.
Desde una perspectiva monista se incluye el deseo en un continuo de respuestas adapta-
tivas y se ejemplifica en un intento de lexicografía. El deseo sexual como un deseo eróti-
co debe ser entendido como el producto de una erotización biográfica y por tanto debe
ser abordado desde el cultivo y la relación de los sexos.
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Esa suerte de metamorfosis que nos sugiere - Respuestas fisiológicas, informes verba-
el recuerdo de la experiencia que se inscribe les y conductas expresivas.
en el campo de la erótica, particularmente se (Ohman y Birbaumer, 1993).
trata de una experiencia emocional erótica.
En cualquier caso, podemos acercarnos a la
Actitud estructura del objeto de estudio que tenemos
Queremos mantenernos al margen de la delante, de este recuerdo de experiencia.
discusión entre periféricos y centrales, arousa- Recordamos cómo nos alteramos fisiológica-
les y apraisales, biologistas y culturales, el mente cuando experimentamos un fuerte deseo
huevo o la gallina. Sin embargo esta discusión sexual. Por ejemplo, podemos sentir rubor y
estará constantemente presente y esperamos palpar nuestro corazón; sabemos además que
manifestar una vocación monista. Para com- expresamos este deseo con gestos y actitudes,
prender el deseo echaremos mano de todos los sonreímos, por ejemplo, y abrimos nuestras
recursos, de todas las informaciones. Porque manos o nos vemos impelidos a ello, e incluso
si bien se refieren a visiones distintas, quere- proyectamos un modo de acercamiento de
mos ver entre los diferentes léxicos grupos de forma casi automática. Por último, recordamos
conceptos que se acercan, que se agrupan perfectamente cómo nuestra percepción se ve
dando perspectivas acerca de lo mismo. Nos ¿particularmente transformada? si el deseo
aferramos a ciertas perspectivas como valores sexual erotiza nuestra percepción. La misma
de identidad y esto es inevitable, pero intenta- realidad y en especial algún objeto de las cosas
remos aprovechar todo lo que sin duda supone que nos rodean adquiere una significación eró-
un esfuerzo por comprender, en el sentido de tica o, dicho de otra forma, nos podemos dar
captar el significado, y entender, como perci- cuenta, podemos tener consciencia reflexiva
bir mentalmente, el deseo sexual. de algo que ocurre irreflexivamente. Por ejem-
plo, interpretamos las palabras del otro como
Los tres aspectos, al uso clásico presagio de una unión. El mundo se polariza
Se acepta hoy a efectos de estudio, al sobre aquello que provoca en nosotros una
igual que en los últimos quizá setenta años, atracción hacia un objeto y, de alguna manera,
que el deseo sexual es una experiencia que entra en nosotros y nos es difícil separarnos de
consta de tres correlatos o perspectivas, que él. Al conjunto de todos estos cambios le lla-
en realidad se han entendido así, pero se maremos experiencia emocional erótica14. La
suelen entender como elementos o compo- forma de experiencia emocional es diferencia-
nentes. Nosotros insistiremos en su condi- da, es de cada cual, única. Se comparte con el
ción de correlatos: el cognitivo, el expresivo otro la interacción sexual en un juego de atrac-
y los cambios fisiológicos. ción y seducción integrado en una erótica,
Distinguimos esta triple dimensión en campo de lo sexual.
forma de superposiciones según diversos
autores: El deseo sexual encuentra correlatos des-
- Vegetativo, psíquico y expresivo. criptivos en los cambios fisiológicos, cogniti-
(Marañón, 1920)12, vos y gestuales, constituyendo esta estructura
- Neurofisiológico-bioquímico, motor o la expresión de la experiencia erótica.
conductual expresivo y cognitivo o experien-
cial subjetivo (Lang, 1968). Los cambios fisiológicos
- Sexuación, sexualidad y erótica
(Amezúa, 1979)13. ¿Solos o acompañados?
- Cuerpo, mente y comportamiento Los cambios orgánicos son el correlato
(Johnson-Laird, 1988). sentido y observable del deseo sexual. Esta
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dimensión de las emociones ha sido la favo- diente, pero con la capacidad de ser sinérgi-
rita de los estudios positivos, ya que se ofre- co con el “sistema” del deseo sexual. Claro
ce a la cuantificación en el laboratorio. Con está que se hace referencia a la excitación
frecuencia se manejan estos cambios como somática medida a través de cuantificadores
la prueba de referencia o de certeza de que fisiológicos: vasodilatación, contracción
efectivamente ocurre una emoción, siempre muscular, tono de esfínteres, cambios en el
y cuando el informe verbal (dimensión cog- sistema vegetativo, electroencefalogramas y
nitiva) mantenga una correspondencia con en general signos de activación objetivados
ella. Esta visión generará serias dificultades: por exploradores orgánicos. Sin duda cuanto
para la óptica conductista sería preferible más avancemos en las cuantificaciones
asociar los cambios fisiológicos a las con- mejor conoceremos la fisiología del deseo,
ductas observables (expresión), pero lo pero por ahora lo que conocemos está en la
impide el hecho de que frecuentemente la línea de medir la respuesta erótica, la acción
emoción no se acompaña de una expresión o interacción sexual, el deseo sexual, y no se
observable; a veces se da tan sólo como una analiza en realidad una causalidad orgánica.
tendencia a la acción, y lo único que pode- Estos cambios, como decíamos, son de
mos encontrar unido a estos cambios fisioló- forma correlativa el signo medible de aque-
gicos es un hecho de carácter cognitivo. Esta llo que percibimos por los sentidos, aquello
superposición dimensional entre lo cognitivo que sentimos.
y lo expresivo es lo que obliga a considerar
los cambios fisiológicos, para que sean La excitación
representativos del deseo sexual, junto a Las hipótesis que defienden la autonomía
aspectos cognitivos o gestuales o ambos a la de un supuesto sistema excitatorio se basan
vez. El estudio de estos cambios siempre se en que la excitación, no es una condición
hace en el contexto de una situación eroti- para el deseo sexual, ya que se puede sentir
zante o con referencia a ella. excitación y orgasmo sin la experiencia de
deseo sexual y a la inversa. Esto quizás sea
Acompañados posible, pero hablamos de correlaciones, el
Todo lo que sucede en el deseo tiene su grado de autonomía de los cambios orgáni-
correlato en cambios fisiológicos, siempre cos es lógico ya que nuestro organismo es
nos movemos en un ámbito físico y sólo pluripotencial, el locus y la manifestación
podemos partir de este ámbito. Aquí nos somática no son exclusivos. Somos organis-
referimos a los estudios neurobiológicos, a mos complejos, los cuales aprovechan al
los neuroendocrinos, en definitiva a todos máximo sus recursos, por lo que los cambios
los factores cuantificables por la observa- fisiológicos son comunes a muchas emocio-
ción en cuanto a la fisiología y en general a nes y de aquí las teorías periféricas. Tanto la
la biología. excitación como el placer no son exclusivos
de lo erótico. No es necesario demostrar su
Ahora sólo nos ocuparemos de dos independencia. En el orden del estudio que
nociones importantes, las cuales son para- hacemos nos interesa más su dependencia.
digmas en el discurso sexológico: lo que se En todo caso habría que especificar en estas
ha dado en llamar la respuesta sexual y el consideraciones de qué deseo y de qué exci-
concepto que la ha guiado, la excitación, en tación hablamos, así como plantearnos si no
su descripción preferentemente física, o la estamos considerando independiente aquello
activación, en su descripción preferentemen- que para la consciencia reflexiva no lo es o
te mental. Es común aludir a la excitación aquello cuyas relaciones se escapan a nues-
como el resultado de un sistema indepen- tra comprensión.
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señal que al ser eléctrica es más rápida que orgánicas, sin embargo orienta el desarrollo
la de los dos anteriores, que están basados de manera direccional hacia la consecución
en el flujo sanguíneo y el metabolismo cere- del orgasmo, y lógicamente éste es casi un
bral. accidente en lo que aquí tratamos, que es el
deseo sexual. Además, debemos tener en
La respuesta sexual cuenta que en la emoción el factor tiempo
Tan sólo haremos tres consideraciones carece de solidez, ya que en el nivel cogniti-
acerca de este paradigma de la sexología: vo la constancia de esta percepción es exce-
• El sentimiento sexual. Al hablar de los sivamente frágil, en especial en el ámbito de
cambios fisiológicos Masters y Johnson, y las emociones.
más tarde H. Kaplan, ven la necesidad de
señalar el carácter esencial de los compo- Los objetivos paradójicos
nentes sentimiento sexual, al que se refieren Estamos intentando acercarnos a la epis-
los dos primeros autores, y deseo sexual, temología de las concepciones sobre el
apuntado por Kaplan, para dar cuenta de la deseo sexual. Para ello hemos seguido el
importancia de incluir el esquema de obser- camino de la disección de una forma ya con-
vaciones orgánicas en el orden de la expe- vencional: la descripción tridimensional, que
riencia. Por tanto se evidencia ya desde las continúa siendo la de uso. Pero esto nos da
primeras esquematizaciones de los aconteci- problemas. Por ejemplo, cuando hablamos
mientos orgánicos y desde una corriente de cambios fisiológicos tenemos que pensar,
conductista, en el caso de Masters y como habíamos comentado antes por enci-
Johnson, esto que nosotros llamamos la ma, que esos cambios eran accesibles a la
experiencia emocional erótica, el deseo observación en el laboratorio. Sin embargo,
sexual. forman parte de los informes verbales cuan-
• Variables. Nos interesa el modelo cuán- do estos mismos cambios los relata el indivi-
tico de Schnarch25, pero en la medida en que duo que los experimenta, la persona que
establece un sistema de participación gra- siente deseo sexual. ¿Estamos hablando
dual de las distintas variables en el estudio entonces de cambios fisiológicos experimen-
de la respuesta sexual. Excitación y orgas- tados, o de cambios fisiológicos observa-
mo, ambos mecanismos reflejos, se produ- dos?, ¿no debemos hablar de ambos? El
cen preferentemente por la estimulación fun- nexo es fundamental para la investigación y
damentalmente táctil y la psicológica, proce- no debemos ocultar que es problemático.
so cognitivo y emocional. Variables que Esta es una cuestión que aparece repetida-
para Weis serían los componentes visual, mente en el ejercicio paradójico de analizar
auditivo, olfativo, gustativo, táctil, memoria, con una óptica simplista algo que en sí es de
imaginación, emociones y la atribución de naturaleza compleja.
significado que provocan un determinado
grado o potencial de este mecanismo reflejo, Lo cognitivo
esto en proporciones diversas. Lo interesan-
te de estos modelos es la participación gra- Mente fenomenológica 26
dual y la superposición de todos los elemen- Lo cognitivo es aquello que podemos
tos, si bien a través de ellos no se puede conocer, incluido aquello que no se nos da a
establecer una cualidad que haga entender la conciencia de forma directa o continua,
algún sentido en su distinta participación. sino sólo a través de un proceso reflexivo
• Fases. El proceso de conceptualizar la espontáneo, debe surgir, se trata de aquello
respuesta sexual en fases es coherente con la de lo que tenemos que caer en la cuenta para
temporalidad y progresión de las respuestas ser conscientes. Sartre incluía el campo de la
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que puede ser una experiencia emocional del nidos simbólicos asociados a aquello que
mañana”35. pensamos como deseo sexual representan la
estructura cognitiva de nuestro deseo, son
Interdominio efectivamente la expresión y la forma de
El segundo elemento a tener en cuenta es éste en nuestro campo mental; no hablamos
el concepto de interdominio (Dodge, 89)36, del proceso, hablamos de sus resultados. Es
“el proceso por el que la activación de un en la relación con este imaginario, con estos
dominio de respuesta sirve para alterar o contenidos simbólicos y con esta estructura
modular la activación de otro dominio”. significativa, es en la relación de la conscien-
Deducimos que los cambios en cualquiera cia con los contenidos simbólicos precons-
de las dimensiones del deseo sexual, cam- cientes o irreflexivos y de éstos con la per-
bios fisiológicos, gestuales o cognitivos, cepción donde se lleva a cabo el diálogo cog-
influyen en las otras dos dimensiones, de nitivo acerca del deseo sexual. El manejo
manera que la estructura del deseo sexual no fenomenológico de la historia de nuestro
es unidireccional; habrá que pensarla como deseo sexual, el deseo de cada cual y lo que
multidireccional y multiconformacional. éste tenga de elemento universal creemos que
Hay que comprender que esta “influencia” es una aproximación fecunda hacia la dimen-
alude al proceso de configuración de unas sión cognitiva de la experiencia erótica. El
variables que son contempladas por nosotros ocultamiento del que parte el psicoanálisis
como correlatos o dimensiones en la expe- sería quizás una de las formas estructurales
riencia ya puesta en forma. de relación entre lo reflexivo y lo irreflexivo
Indudablemente, teniendo en cuenta que en el ámbito de la consciencia.
no se puede concebir al individuo como un
ente aislado, es la interacción con el mundo lo Lo expresivo
que verdaderamente está en el pasado y en el
presente de la regulación. Precisamente esto Del imaginario a la fantasía
es lo que, como veremos, le dará la cualidad Sabemos que expresamos esta emoción
de ser un mecanismo flexible y accesible al en forma de gestos y nos referiremos a estos
control, a la adaptación o, en otros términos, gestos y actitudes, pero antes habría que
al cultivo, su virtud. En todo caso lo que sí decir que también la expresamos en forma
ofrece una posibilidad clara de control es el de fantasías o construcciones imaginarias de
acto, ya que lo volitivo sí podemos localizarlo historias, de sucesos, que al igual que la
más en el orden de la consciencia reflexiva. misma acción o que la realidad fáctica a
veces nos proporciona pequeños apuntes,
Freud experiencias fragmentarias en el ámbito de
La emoción implica una forma de cons- lo imaginario. Otras veces se trata de fan-
ciencia y ésta es posible que se cree, como tasías que representan historias completas.
decía Sigmund Freud, por asociación de sím- Gracias a nuestra capacidad de imaginar, de
bolos a percepciones o quizás a sensaciones. alguna forma vivimos fuera del terreno de la
Antes que él Havelock Ellis como investiga- acción, al margen de lo que llamamos el
dor del hecho sexual creó su teoría del sim- gesto, la conducta observable. En ellas se
bolismo erótico a partir de la misma premisa. puede ver una suerte de tendencias a la
Lo dudoso, advierte Sartre en su crítica al acción sin acción.
psicoanálisis, es que esa asociación sea cons- Es importante esta corrección ad hoc de
tante o, mejor dicho, universal. la dimensión expresivo-conductual, porque
Si reflexionamos acerca de la experiencia la dimensión cognitiva es un correlato de la
de deseo sexual encontramos que los conte- experiencia que se corresponde con los ges-
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tos o conductas y con lo que llamamos cam- entonces en evidencia una forma de “fisio-
bios a nivel fisiológico. Pero dentro de los logía” o promesa de articulación comprensi-
procesos cognitivos, se desarrollan experien- va.
cias en el imaginario que suponen gestos,
acciones que no son conductas observables El gesto
ni tienen sus implicaciones, pero que pueden Hay algo que caracteriza al gesto; es el
ser consideradas como experiencias. Son movimiento, la animación del cuerpo
“expresiones”, en este caso eróticas, de la (gestus), al mismo tiempo su administración,
sexualidad del individuo en el ámbito de la la gestión (ger, gérere) de ese cuerpo, nues-
erótica y a través de lo que es conocido tra acción, nuestra praxis. Hay una visibili-
como deseo sexual. dad, es observable. El lenguaje y la expre-
Las fantasías son una forma de autoesti- sión gestual son otro correlato del deseo.
mulación cognitiva, contribuyen al manejo Nos comunicamos a través de los gestos y
de la realidad. Las imágenes y los signos son habría que entender este campo dentro de la
al fin y al cabo herramientas para el manejo comunicación. Por tanto a él pertenecen los
de la realidad37. aspectos del lenguaje hablado y corporal de
Este campo es esencial, puesto que la expresión del deseo, de nuevo se produce
somos animales “simbolizans” 38, converti- un continuo con el imaginario y las repre-
mos constantemente los objetos en símbolos. sentaciones. Sus contenidos son el estudio
La construcción de la memoria y nuestra sobre etología humana, los aspectos univer-
misma consciencia manejan paralelamente sales del lenguaje corporal, los mensajes
contenidos simbólicos y no simbólicos (o universales del cortejo, de la disposición, de
simbólicos inconscientes, computacionales) la aceptación y el rechazo, la interacción
asociando representaciones de los objetos en erótica, la respuesta sexual, la palabra
combinación con los contenidos no simbóli- mediante la cual expresamos esos deseos, la
cos. Las imágenes asociadas muestran con palabra que crea por sí misma el deseo.
frecuencia una secuencia que es erótica, Hablamos de la expresión sexual en gene-
representan una historia, suponen un guión, ral y de la erótica en particular cuando rela-
un script erótico relacionado con la tenden- cionamos estas estructuras con el tema del
cia a la acción, con el desarrollo pragmático. deseo sexual. Esa atracción hacia el otro,
Con frecuencia jugamos mentalmente, y esto hacia el objeto, se expresa y se muestra con
forma parte de la conformación del deseo el gesto, con la conducta, decimos “con”
sexual con estas “direcciones imaginarias”. para resaltar que puede no ser exactamente
Construimos historias que son ya una expre- “a través” del gesto, porque el lenguaje cor-
sión y que tienen un significado precisamen- poral es ya de por sí una forma de expresión
te porque son asociaciones, conjuntos, expe- anterior a la misma idea, a la misma repre-
riencias en las que el organismo entero está sentación; al menos van de la mano. Como
puesto en forma; se trata de vivencias. ocurre con el mismo deseo sexual, el lengua-
Tenemos la cualidad de codificar nuestras je gestual funciona a un nivel de comunica-
percepciones en clave sexual, y en el terreno ción distinto, no exactamente extrapolable
de este imaginario y de estas representacio- con el lenguaje simbólico consciente; consti-
nes se escribe nuestra erótica. tuye un correlato, pero en su procesamiento
Podemos incluir las fantasías en el intervienen de forma más directa los proce-
campo de la expresión del deseo sexual, y el sos inconscientes e irreflexivos. Tiene la
imaginario en sí en el de lo cognitivo, azaro- capacidad de funcionar como el lenguaje
sa asignación que tiene la virtud de enlazar hablado –el arte nos da muestras de ello. Sin
los dos campos en este nexo, poniendo embargo, el lenguaje gestual está más cerca
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de las emociones, comparte más cosas con ten –“se asume la relación formal, aunque
ellas que el lenguaje que llamamos simbólico no isomórfica, entre la experiencia y los
consciente, el que se articula linealmente en autoinformes”– los informes verbales, pero
ideas y pensamientos. En el deseo sexual el desde el momento en que esto ocurre no
lenguaje hablado y el gestual dejan constan- podemos hablar de objetivable como patrón
cia de la relación y quizás de la configura- de certeza, al menos en lo que se refiere a
ción que ambos campos tienen en la sexuali- parámetros cuantitativos. Tampoco vemos
dad del sujeto. Nuestras expresiones habla- una correspondencia necesaria entre la
das y gestuales comunican, se mueven en observación - cambios fisiológicos, informes
torno al deseo en el ámbito de la administra- verbales - cognitivo y observación - conduc-
ción o de aquello que ofrecemos y de aque- tas.
llo que recibimos. El gesto forma parte de la
emoción porque en el mismo concepto de Nuestra corrección
emoción se incluye la tendencia a la acción. Hemos decidido insistir una y otra vez en
Confirmaríamos así la idea de E. Amezúa la condición de correlatos para resaltar que
diciendo que antes de nada es tendencia a la cada una de las tres dimensiones, que ya nos
expresión; fantasía y gesto. Por fin, los ges- son muy familiares, no eran independientes.
tos también tienen el poder de convocar la Hacíamos hincapié en que no se trataba de
emoción, a modo de herramienta, de llave una composición de tres elementos, sino de
por la cual se acerca la realidad a nuestro un hecho que se puede observar desde tres
deseo. El término tendencia a la acción o a perspectivas correlativas. Sin embargo en
la expresión incluiría una forma ya esbozada nuestro intento comprobamos cómo esta
de ella, un guión, una metáfora que se desa- tarea es sumamente difícil, ya que tendemos
rrolla en un procedimiento y quizás en una lógicamente a asignar un valor funcional y
historia. temporal a cada uno de los aspectos de los
que tratamos, y en cierta forma lo tienen, ya
Acerca del modelo descriptivo que son correlativos en cuanto al fenómeno
dado, el hecho emocional, pero tienen a su
Utilidad del modelo descriptivo vez una función de variables en el proceso
Es probable que el éxito del modelo tri- de construcción del hecho.
dimensional para la descripción del deseo En realidad siempre intentamos un mode-
sexual y en general para las emociones se lo a partir de una estructura, y pensamos que
deba a que no es exactamente un modelo, en el transcurso de la descripción, de cual-
puesto que en realidad no articula ninguno quier descripción, ya se apunta un modelo
de sus aspectos o dimensiones, sencillamen- preformado, en este caso un modelo comple-
te los describe. Esto puede dar cabida a cual- jo en el que se puedan tejer los fenómenos
quier interpretación y exposición, lo cual lo que son objeto de estudio. No lo hemos arti-
convierte en una estructura verdaderamente culado; se va constituyendo a medida que
útil. Sin embargo hemos comprobado en deconstruimos la descripción tridimensional.
nuestro intento descriptivo diversas dificul- El concepto de correlato y la teoría de la
tades: la superposición de dimensiones, por identidad ayudan a suavizar las clásicas difi-
ejemplo; los cambios fisiológicos pueden ser cultades epistemológicas; la investigación
una expresión, además de cambios fisiológi- humanista y la cientifico-tecnólógica tienen
cos, léase el rubor; la confusión con respecto muy amplias conexiones que pueden ser uti-
al sujeto/objeto. Cualquier observación obje- lizadas para corregir los modelos ya clásicos;
tiva por fuerza debe basarse en que el objeto se trata de asignación de cualidades, poten-
de estudio es un sujeto, para lo que se admi- ciales, según los lenguajes.
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Encontramos al fin el campo de lo cogni- una descripción física como estado cerebral
tivo como un importante referente para el de S. Como consecuencia, el sujeto S se
estudio del deseo sexual y nos vemos tenta- acerca al objeto O.
dos a intentar una descripción desde una En principio, esta teoría contradiría nues-
perspectiva según la cual todos los hallazgos tra corrección anterior, ya que si todo se
con respecto al deseo sexual son “expresio- desenvuelve en el ámbito físico la descrip-
nes”. Dicho de otra forma, es la valoración, ción mental no puede ser sino un producto.
o la significación erótica que de forma Pero esto es una apariencia, porque si com-
biográfica tiene para el individuo el objeto prendemos que se trata de identidades, esta-
de atracción, el acontecimiento que está en la mos hablando de lo mismo, no de un pro-
génesis del deseo sexual. Siempre que enten- ducto. Pero desde el campo en el que pode-
damos la valoración como el resultado de un mos comunicarnos, el de las descripciones
proceso complejo e integrado por los facto- mentales de experiencias, es desde donde
res explicitados en la descripción tridimen- podemos encontrar una comprensión del
sional. Los hallazgos ya se pueden compren- hecho.
der como expresiones de este acontecimiento
y por lo tanto como sucesos en una erótica Hacia un modelo
diferenciada. Intuimos que sería más útil,
pero no es tiempo ni lugar para “marear” a ¿Fisiología fenomenológica?
los sufridos lectores. Nos ocuparemos ahora del funciona-
miento, de la fisiología del deseo sexual. No
Teoría de la identidad 39 hemos querido en este documento especifi-
Pensamos que la noción de correlato que car y extendernos en la fisiología de la exci-
hemos defendido se refiere fundamental- tación ni en general en los contenidos de las
mente a dos aspectos básicos: en el primero, investigaciones sobre los cambios fisiológi-
como ya hemos dicho, consideramos un cos. La medicina y la psicofisiología ofrecen
hecho visto desde distintas perspectivas un importante caudal de conocimiento que
correlativas. El segundo va también implíci- sin duda habrá que retomar más y mejor
to en la condición de correlato; mente y desde la sexología. Sin embargo, sabemos
cuerpo son aspectos diferentes de aconteci- que es en la búsqueda de una fisiología pre-
mientos físicos. cisamente del ser bio-psico-social donde se
Sobre el problema mente/cuerpo la podrían incluir las investigaciones interdis-
Teoría de la identidad (Searle, 83), que es ciplinarias. En este sentido, el modelo del
una hipótesis monista, plantea el siguiente hecho sexual humano de Efigenio Amezúa
esquema que nosotros adaptamos ahora: aporta la sexuación como el campo donde
todo se desenvuelve en el ámbito físico, integrar los conocimientos fisiológicos. Pero,
hacemos descripciones físicas en las que además de la sexuación, supone la sexuali-
aparecen un objeto (O) y un sujeto (S), de dad y la erótica. Establecer cualidades de
forma que el objeto O crea un estado cere- relación entre los acontecimientos en las tres
bral de S. Al mismo tiempo y de forma dimensiones sería el contenido de una fisio-
correlativa o equivalente, podemos hacer logía fenomenológica, pero éste es un objeti-
una descripción mental como la experiencia vo demasiado ambicioso. Mientras tanto, sí
que S tiene de O, siendo la primera descrip- querríamos indagar un poco acerca de la
ción una reducción a términos físicos de la idea de funcionamiento, de articulación o de
segunda. Como consecuencia de este aconte- distribución en el tiempo de los distintos
cimiento, en la descripción mental obtene- aspectos de ese acontecimiento que denomi-
mos una decisión de S de acercarse a O, y namos deseo sexual, observando que ya hay
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teorías evolutivas que articulan bien el pro- en general sobre el procesamiento mental
ceso desde el modelo bioinformacional. (Lang, LeDoux, Damasio, Wakendof). La
hipótesis es que existen diversos sistemas de
Por fin Lang respuesta y de procesamiento que entran en
Nuestras preguntas son: ¿cómo funciona juego dependiendo del estímulo y de la res-
el deseo sexual? ¿cuál es su principio y su puesta que se configure. Los niveles “infe-
fin? Esta fue la cuestión que el psicólogo W. riores”, que serían más periféricos, estarían
James puso sobre la mesa para su disección constituidos por mecanismos adaptativos
en 1890, como más tarde lo hizo el fisiólogo programados filogenéticamente. En estos
Cannon en 1930. El primero para decir, niveles de baja participación cognitiva la
según adaptamos, que deseamos porque sen- valoración vendría ya dada por codificacio-
timos excitación; el segundo para determinar nes también programadas filogenéticamente,
que sentimos excitación porque deseamos. mientras que en los niveles superiores la
Esta es la eterna discusión de lo central fren- valoración sería más cognitiva o cultural.
te a lo periférico, el arousal frente a la cog-
nición. Un continuo
Discusión que de alguna forma quedó Vamos a hablar de un arco analógico
zanjada con Peter Lang en 1968 al introducir donde tenemos representados el reflejo, el
su modelo integrado o bioinformacional. instinto, el impulso, la emoción (Smith y
Según éste, las emociones responden a una Lazarus, 1990) 41 y, podríamos añadir los
organización jerárquica con un nivel inferior sentimientos, las ideas y los pensamientos.
donde predominan los patrones específicos, y Este arco es un sistema multientrada que
un nivel superior donde predominan los valo- adopta una configuración dinámica, según
res dimensionales o cognitivos. Las emocio- un modelo jerárquico multinivel. Se nos
nes presentan una topografía fisiológica y cuestionará porqué, si hablamos de una
conductual concreta dada por la evolución experiencia emocional erótica, incluimos
filogenética a partir de comportamientos todos los mecanismos adaptativos. La razón
básicos adaptativos que se caracterizan por es que pretendemos hablar desde un modelo
tener intensidad (nivel de activación), valen- integrado. En nuestro caso la experiencia es
cia (aproximación o evitación) y control preferentemente emocional, pero en ella par-
(continuidad o interrupción). La dimensión ticipan todos nuestros registros.
de valencia tendría la primacía por existir Al hablar de la evaluación en el correlato
circuitos neurofisiológicos específicos para cognitivo ya expresamos nuestra idea de
lo agradable y lo desagradable. cómo se produce ésta y su relación con los
En los laboratorios de psicofisiología distintos mecanismos adaptativos. Por tanto,
este modelo es tremendamente útil, ya que el modelo es el de un sistema, el orgánico,
además de haber integrado lo central y lo con múltiples capacidades o mecanismos
periférico en un modelo evolutivo y por adaptativos pero que en sí no constituyen
niveles, permite el estudio de las emociones sistemas con campos y regulaciones defini-
a partir de tres dimensiones en la respuesta das, sino integraciones de respuestas en con-
y, por tanto, relaciona valores cuantitativos figuraciones determinadas, según la signifi-
de laboratorio con distintos niveles jerárqui- cación de la situación a la que respondan o
cos de organización40. en la que participen.
Con Lang se inauguran por tanto los Por otro lado, el estímulo o situación
modelos jerárquicos multinivel, que son los desencadenante del deseo también se con-
modelos que encontramos con más frecuencia ceptualiza bajo una recepción multientrada,
en las explicaciones acerca de las emociones y es decir, no se trata de un estímulo en sí, sino
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de la conjugación de muy diversas informa- la situación que éste vive. Y es que la expe-
ciones que dan lugar a una valoración eróti- riencia de lo erótico se constituye en emoción,
ca. Entre estas informaciones se incluye el erotizándose el estar en el mundo del sujeto, y
estado del organismo, la interacción sexual, a esto le hemos llamado codificación erótica.
los objetos, las importancias, imágenes y Esta experiencia emocional a su vez es signi-
fantasías o un mismo hecho erótico que ficante porque tiene un sentido hacia el obje-
retroalimenta al mismo deseo. Por tanto es to, no se queda en la mera reacción, está cons-
claro que consideramos cualquier variable truida hacia fuera, indica una tendencia hacia
como elicitadora de la experiencia. algo, algo que tiene un sentido biográfico y a
Asimismo, consideramos la existencia de lo que el individuo responde de forma signifi-
un continuo en el proceso completo según lo cante. Su significado vendrá cifrado por la
que ha recorrido y la intensidad. El hecho biografía del sujeto de nuevo en su realidad de
del deseo sexual no es un cuantum, no es un primer orden, en su erotización o diferencia-
paquete que se da completo o no se da, tam- ción erótica y hacia el otro sexuado en térmi-
poco es constante en su intensidad. Si lo nos generales, en términos de realidades de
consideramos dentro de un continuo, desde segundo orden42.
una perspectiva dinámica, se nos ofrece Decía Sartre que las emociones son signi-
como un proceso del individuo que atraviesa ficativas, que no son accidentes, porque la
por configuraciones que cumplen unos míni- vida no es una sucesión de accidentes. En este
mos, unas características que lo configuran sentido, el propio deseo sexual que ha sido
como tal deseo sexual, características ya elicitado por un acontecimiento significativo
apuntadas en nuestra descripción. Quizás el se constituye en una experiencia significativa,
deseo se pueda quedar en un impulso o lle- con un sentido biográfico en el sujeto, para el
gar a ser un sentimiento. Esta idea nos que además supondrá un prágmata, un deseo
anima a especificar esas características diná- de para algo. Por tanto primero es significati-
micas en el modelo anteriormente expuesto vo el acontecimiento y después nuestra propia
y desde luego sólo apuntado. experiencia emocional en su construcción y
en su expresión, y así sucesivamente.
La cadena de la significación Consideramos el signo, la representación,
Por un lado vimos que hay consenso, como el hallazgo evolutivo de una herramien-
según nos relata Moltó, respecto a que el estí- ta científica, una herramienta que ayuda a la
mulo debe ser significativo para que se pro- predicción, a la gestión del vivir en el mundo.
duzca la experiencia de deseo sexual. Es por esto que basamos las conformaciones
Significativo alude al hecho de que es inter- del posible modelo sobre el deseo sexual en la
pretado según algún valor o referente externo significación y de esta forma les asignamos un
al objeto. Ese referente es el que le da la cuali- valor pragmático.
dad de erótico, y esto aplicado a cualquier
objeto. Una mama puede ser una glándula El deseo sexual encuentra su significación
mamaria con tejido mastopático o una prome- en una pragmática del ser sexuado en el
sa de dicha neumática. La diferencia reside en mundo y se constituye en una forma de inte-
la significación que esta mama tenga según la racción con él.
situación y la erotización o construcción de lo
erótico de forma biográfica en el individuo. Configuración biográfica
Por tanto la cualidad o significado erótico del del deseo sexual
estímulo viene dada por el “sujeto en el Hasta ahora nuestro modelo de deseo
mundo”. El objeto es erótico porque tiene un sexual se puede describir como una configu-
sentido erótico en la biografía del sujeto y en ración específica de las variables correlati-
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vas estudiadas en el modelo descriptivo, reu- dualizamos de forma muy específica en una
nidas en los tres campos a los que hemos configuración con respecto al otro sexuado.
hecho alusión: los cambios fisiológicos, los Podríamos integrar estudios de ciclo
cognitivos y los expresivos. Estas variables vital, experiencias clínicas y todas las infor-
se configurarían de forma preferentemente maciones que tenemos acerca de las relacio-
emocional en un arco analógico de respues- nes y articulaciones entre las variables que
tas adaptativas que incluirían los reflejos, hemos estudiado, como también contenidos
los instintos, las emociones, las ideas y los en el estudio del proceso de erotización.
pensamientos, según un modelo jerárquico Pero siempre deberíamos tener presente un
multinivel. Quizás sea este constructo el hecho privilegiado de este fenómeno: la
análisis moderno y complejo de conceptos valoración y la codificación erótica. Ambos
más antiguos, como el del temperamento o hacen referencia a una significación y se
el del carácter, pero con elementos relacio- constituyen en significantes, y si no tenemos
nales ya implícitos, especialmente en el en cuenta esto quizás no estaremos hablando
campo cognitivo. de la experiencia de deseo sexual.
Hemos aludido a la cadena de significa-
ción como un eje pragmático donde se refe- Para una lexicografía
rencian las distintas configuraciones de la El deseo sexual como deseo erótico, ha
experiencia emocional erótica. La significa- sido entendido en este documento como el
ción no puede venir dada más que por la deseo carnal, el deseo de unión, de junta-
biografía del individuo, pensando además mento con el otro, experiencia de promesa
que el individuo tiene, en primer lugar, una de experiencia de placer erótico. En general
edad actual; en segundo lugar, una edad y aunque consideremos que los términos de
pasada y, quizás en tercer lugar, una edad uso pueden no ser los que más se adaptan a
filogenética. Entendemos por biografía el las ideas en las que nos basamos, sí estamos
proceso que representa el vivir del sujeto en interesados en su utilización. La razón es
el mundo, con sus modos, sus matices y sus obvia, son los de uso.
peculiaridades según el modelo del hecho Creemos que su construcción no es ade-
sexual humano de La teoría de los sexos. cuada, ya que sexual es un campo demasia-
Y es precisamente de este vivir en el do amplio para ser en este caso el adjetivo
mundo del sujeto sexuado de donde parte el del concepto deseo, sin embargo, hace alu-
deseo sexual, entendiendo sus configuracio- sión al mismo hecho sobre el que aquí trata-
nes en relación con la valoración representa- mos, una vez más con distinta perspectiva.
da en las configuraciones eróticas que el Pensamos en la utilidad de la subversión de
sujeto construye con respecto al otro sexua- los términos, en este caso como la aporta-
do, que entendemos es el objeto último de ción que hace una disciplina a un término
atracción. Nos vamos erotizando y configu- que nos interesa se enriquezca. Quizás esta
rando eróticamente, y el deseo sexual es una actitud sea más constructiva que la de usar
de las experiencias que más alimentan y que términos nuevos o términos no entendidos
más alimentadas se ven por este proceso. por la comunidad científica.
En la teoría de los sexos, la sexuación, No creemos tener un léxico adecuado
como el proceso por el que el sujeto se hace para el contenido que hemos querido dar al
de uno u otro sexo, tiene su correlato en el deseo sexual. El deseo erótico se acerca más
campo conceptual de la erótica, como un pro- y es más correcto epistemológicamente, pero
ceso de erotización. El proceso de erotización tampoco resulta adecuado por entender
es similar al de la sexuación, es un proceso de nosotros que es más amplio, más en relación
diferenciación sexual por el cual nos indivi- con la amatoria, según la nueva descripción
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siendo un afecto, pero en él intervienen de Así, Galeno pensaba que el triángulo del
forma importante elementos cognitivos placer, el cuerpo y el deseo establecían un
reflexivos, ligados a las ideas y a los pensa- sofisma, una astucia del logos para la salva-
mientos. Diríamos que se corresponde con el ción y protección de la especie45.
sentimiento, en una configuración más esta- Desde la etología se consideran las emo-
ble entre las experiencias emocionales y los ciones como formas de comportamientos
pensamientos. La voluntad tiene en él mayor adaptativos. El deseo sexual pertenecería a
protagonismo, tanto en su origen como en su una escala de respuestas adaptativas que
expresión. Al mismo tiempo nos identifica- incluirían el reflejo, el instinto, el impulso y
mos con el querer porque en éste se resume la emoción, de forma que las emociones han
de forma más integral nuestro estar en el evolucionado a partir de sistemas adaptati-
mundo, de alguna forma este querer filtra vos simples y fijos que se han ido compli-
nuestros deseos y los incluye en su misma cando y flexibilizando46. Y tendríamos que
experiencia. De hecho seguimos consideran- decir que las ideas y los pensamientos for-
do este querer compuesto por los anteriores marían parte de este arco adaptativo.
elementos, pero al desenvolverse en un Por otra parte, se deja ver un curioso
ámbito más reflexivo, más lógico, es más paralelismo entre la evolución de las res-
accesible a las ideas y pensamientos que puestas adaptativas y nuestro propio estudio
tenemos sobre nosotros mismos y sobre el de ellas. La erección puede no ser más que
mundo. En este nivel consideraríamos este un reflejo, sin embargo también se puede
término incluido en el de nuestra erótica, en constituir en el correlato de una emoción
su sentido más amplio. Quedaría por desgra- sexual, de un deseo. Pensamos que cada
nar cómo se representa en nuestra sexuali- paso evolutivo integra los mecanismos adap-
dad y qué relación mantiene con el proceso tativos anteriores, y nos asombramos al pen-
de erotización. sar que en la historia de la ciencia todos
Nos hemos ocupado sólo de cuatro léxi- estos mecanismos han sido objeto de estudio
cos a modo de primer acercamiento, pero y modelo explicativo de la respuesta sexual.
creemos que podría tener gran utilidad prác- Así sucedió con el reflejo en las perspectivas
tica la idea de discutir acerca de un posible periféricas y en el estímulo-respuesta, con el
mapa lexicológico en relación a los modelos instinto en la generación y en la degenera-
con los que entendemos el hecho sexual ción, con el impulso como el sistema sexual
humano, incluyendo términos como atrac- y las conductas apetitivas cercanas al ham-
ción, seducción, gustar, etc… bre y la sed, y, últimamente, con la emoción
como campo de correlatos significante. De
La función del deseo sexual modo que podríamos imaginar una “evolu-
En la comprensión de nuestro tema no ción” en el estudio del deseo sexual y quizás
podemos olvidar su “ser para”44, su pragmá- en el del hecho sexual humano.
tica, la importancia que tiene su serviciali- Pero lo evolutivo nos habla de una reali-
dad o su dificultad para algo. Ya hemos dad de segundo orden, algo que nosotros no
visto como el deseo sexual se constituye en vivimos en nuestra realidad radical.
acontecimiento significante, precisamente Debemos ir más acá y preguntarnos para
porque es un prágmata cuya función es en qué sirve el deseo, cuál es su finalidad, que
realidad de segundo orden: el abrirnos al son preguntas sobre su significación.
otro sexuado. Contestaremos que el deseo nos acerca, que
La perspectiva evolucionista es quizás de el deseo es la anticipación a un placer, nos
las más antiguas y recurrentes en la historia aproxima al otro de una forma erótica. El
de las ideas con respecto al deseo sexual. deseo hace que desaparezca de forma mági-
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36 PEDRO LA CALLE
dad del uno y la sexualidad del otro”. Como matices y peculiaridades para cada indivi-
registro interpersonal, en esta articulación duo.
encontramos los fenómenos de la atracción, Después de haberse impuesto un modelo
la seducción, el cortejo, la amatoria, la crea- de respuesta sexual, más que sexuado sexis-
ción y la procreación. Fenómenos todos, ta, pues se basaba fundamentalmente en la
incluido el deseo sexual, que estarían repre- respuesta masculina y desde el punto de
sentados mitológicamente por Eros y las dos vista de los cambios fisiológicos, es muy
afroditas, la celestial y la popular. En defini- probable que estemos manejando un modelo
tiva en estos procesos se configura de forma de deseo también masculino. ¿Por qué tene-
completa nuestra erótica a lo largo de la bio- mos esa abrumadora diferencia entre hom-
grafía. bres y mujeres en las demandas por bajo
deseo? Se alude a la testosterona como la
Deseos sexuales sexuados o sexistas hormona del deseo, y es claro que esta pre-
Desde el principio del documento hemos domina en el varón. Así que, resuelto el pro-
dejado de lado la contextualización socio- blema, sencillamente las mujeres son menos
cultural del hecho sexual humano así como deseantes. Sin embargo, parece que nos
el discurso social que se refiere al deseo intentamos convencer de algo poco verosí-
sexual51, excepto para justificar el presente mil. Seguimos haciendo caso omiso a las
documento, y esto a pesar de parecernos formas de deseo sexuado, en este caso a los
ambos aspectos sustanciales en la discusión modos femeninos. La consulta de la mujer
de nuestro tema. La cuestión sexual y los posiblemente aluda a que carece del deseo
distintos discursos acerca de ella, así como masculino que su pareja cree que debe tener,
lo que denominamos más clásicamente la y esto es una fuente de problemas para
moral sexual cultural52 tienen un espacio de ambos. Creemos que estamos en el barro de
representación en realidades personales, numerosas reestructuraciones en las relacio-
interpersonales y sociales, quizás de primer, nes de pareja y en las identidades sexuales,
segundo y tercer orden. Pero ésta es una transformaciones que obligan a una reestruc-
cuestión psicosociológica que aquí no pre- turación erótica en las parejas. La desapari-
tendemos tratar. Sólo diremos que efectiva- ción de elementos como la espera erótica53 y
mente se incluyen en la configuración de los rituales de cortejo, el empoderamiento de
nuestras experiencias emocionales a través la mujer en su condición de sujeto, que no
de su dramatización en nuestras relaciones de objeto, en las relaciones eróticas, el refe-
sexuales y en nuestra erótica en general. rente de la respuesta sexual como objetivo,
En cualquier caso, hemos dicho que el el trabajo desmesurado de ambos sexos y en
deseo sexual es sexuado, se da por un pro- especial el doble trabajo de la mujer, las
ceso de erotización diferenciado en cada relaciones construidas en dinámicas de
sexo y en cada individuo. Habría además poder, etc…, son factores que sin duda con-
que hacer dos matizaciones. La primera es tribuyen a que el deseo sexual se problema-
que hemos hablado de deseo en singular, tice de forma creciente.
cuando en realidad estabamos hablando de De cualquier forma hay dos conceptos en
los deseos. El uso del singular no es más los que pensamos se debería ahondar para
que un recurso para tratar sobre un concepto despejar en algo este asunto que, si bien es
que reúne una serie de experiencias que tie- problemático, no tiene porqué ser problema-
nen unos rasgos comunes. La segunda es tizado. Por un lado deberíamos profundizar
precisamente su diferenciación sexuada, que en el conocimiento de las eróticas sexuadas,
quizás se conformaría con unos modos en especialmente elaborando visiones de encuen-
común para cada sexo y más allá con unos tro. Por otro, habría que replantear la cuestión
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38 PEDRO LA CALLE
del deseo sexual con respecto a su lugar en todo porque primun non nocere y los forma-
nuestras vidas. Creemos que se ha dramatiza- tos de tratamiento así como la consideración
do, como se ha dramatizado la sexualidad y en de un problema como una enfermedad o
general el hecho sexual. Su ausencia se conci- como un trastorno tienen consecuencias que
be como una enfermedad y no como una en ocasiones son nocivas para la salud. La
forma de configuración personal que puede perspectiva del deseo como una emoción
ser cambiada o no según los deseos de la per- conlleva muchas consecuencias prácticas en
sona que vive su vida o en función de la pare- cuanto al abordaje de este campo. La rela-
ja, de ambos, que quieren vivir su vida empa- ción de pareja, las ideas acerca de lo que es
rejados. El deseo sexual es un fenómeno más el deseo, las cosas que se desean y sus luga-
en nuestras vidas y debe tener su sitio en la res en nuestras vidas, el deseo sexuado, el
gestión de nuestros deseos. Puede tener un lugar de las sensaciones, las emociones y los
lugar privilegiado para el encuentro y para sentimientos son temas a cultivar, ya que,
hacernos más cercanos al otro sexuado, pero como hemos visto en un sistema multientra-
no hay que olvidar su categoría de uno más da, son muchas las formas y niveles de abor-
entre los distintos deseos. daje, pero siempre desde el cultivo, porque
Efectivamente con Efigenio Amezúa y las emociones son muy particulares, general-
con Manuel Lanas creemos que se debe evi- mente valores del sujeto y en gran parte aje-
tar la clinicalización de los encuentros. Sobre nas a la voluntad.
Notas al texto
1 Gómez Zapiain, J. (1995): El deseo sexual y sus trastornos: aproximación conceptual y etiológica. En
Anuario de Sexología, nº1, Nov 95. Y (1997): El deseo sexual como una emoción y Evolución históri-
ca del conocimiento científico de la respuesta sexual. Ambos en Avances en Sexología. Bilbao.
Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco.
2 Moltó Brontons, J. (1995): Psicología de las emociones, entre la biología y la cultura. Valencia.
Albatros Ediciones.
3 Kaplan, H. (1978, 4ª edic.): La nueva terapia sexual (pp: 132-135). Madrid. Alianza Editorial. (Orig.
1974). (1985): Trastornos del deseo sexual. Barcelona. Grijalbo.
4 Masters, W. H. and Johnson, V. (1967): Respuesta Sexual Humana. Buenos Aires. Editorial.
Interamericana. (Orig.1966).
5 Díez, J. L. y Gérvas, J. (1999): Notas para debatir sobre la salud sexual universal y la ansiedad postmo-
derna. BIS nº26. Artículo que efectivamente fue debatido por mí mismo: Pedro La Calle (1999): El
deseo políticamente incorrecto. BIS nº 27. El actual documento se puede considerar una continuación
de mi artículo y una respuesta más a las “notas para debatir...”.
6 La idea o el modelo desarrollado en este documento se apoya en gran medida en la idea defendida por
Sartre de la emoción como hecho significante. Sartre, J.P. (1987): Bosquejo de una teoría de las emo-
ciones. Madrid. Alianza Editorial. (Orig. 1967).
7 Idem, pág. 28.
8 El concepto de “deseo sexuado y por lo tanto, del otro sexuado”. Amezúa, E. (1999): Teoría de los
sexos, la letra pequeña de la sexología. Revista Española de Sexología. Extra doble nº 95-96. Pág 26.
En este documento el autor recoge de forma amplia los conceptos centrales de su teoría, en lo que lla-
mamos la versión moderna Podemos encontrar la articulación del triple registro en su formulación anti-
gua en el trabajo del autor: Sexología: cuestión de fondo y forma. La otra cara del sexo. Revista de
sexología. nº 49-50. 1991.
9 Idem (6).
10 Bajo una lógica onírica y mágica dirá Sartre en su “Bosquejo...”
11 Marañón, G. (1925): Patología e higiene de la emoción. Obras completas (IV). “Artículos”. Madrid.
12 Pág. 103 del tomo IV de las Obras completas. Patología e higiene de la emoción. Y, de este mismo
autor Psicología del gesto, artículo en los Ensayos Liberales. Colección Austral 4ª edición 1956 (1ª edi-
ción 1946. Madrid. Espasa Calpe).
13 Nos parece adecuado el uso para el análisis del deseo sexual del triple registro (versión antigua) para la
articulación del hecho sexual humano de Efigenio Amezúa en su Teoría de los sexos (nota nº8).
Creemos además que existe una gran correspondencia con la descripción clásica tridimensional y
podríamos haber estructurado este documento bajo estas tres dimensiones, lo cual nos habría facilitado
las cosas. Seguimos manteniendo la estructura de la triple dimensión descriptiva de la Teoría de los
sexos ya que en su versión moderna además de sexuación, sexualidad y erótica el autor ha añadido la
amatoria como corolario de las anteriores. Corolario éste que a nosotros nos parece una conformación
del modelo más que una dimensión en sí misma. En este mismo anuario J. J. Gérvas y Mónica de Celis,
en su artículo El climaterio en la mujer: una aproximación desde la teoría de los sexos, ofrecen un
resumen de la nueva versión de esta teoría.
14 Matizamos así la caracterización del deseo sexual como una “experiencia emocional subjetiva” de A.
Fuertes. (1995): Determinantes relacionales de los problemas de deseo sexual. Anuario de Sexología .
A.E.P.S. 1, 27-43. Pensamos que la subjetividad es intrínseca a la experiencia emocional. En un princi-
pio sustituimos subjetiva por sexuada, sin embargo como nos advertía Mónica de Celis toda experiencia
es sexuada, así que pensamos que erótica era el concepto que más delimitaba el tipo de experiencia del
que hablamos.
15 Vila Castelar, J. (1996): Una introducción a la psicofisiología clínica. Madrid. Pirámide. Pág. 126.
16 Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas. Salvat editores 1979.
17 Dicc. María Moliner. Gredos. Madrid. 1988.
18 Wettley, A. (1990): De la “Psychopathía sexualis” a la “ciencia de la sexualidad”. Trad: Consuelo
Prieto y Sybille Kapferer. Revista de Sexología 43. Pág. 20. (Orig. 1959).
19 LeVay, S. El cerebro sexual. Madrid. Alianza Editorial. (Orig 1993), Pág. 110.
20 Idem /1) pp 53-54, “El deseo sexual y sus trastornos…”
21 F50-52, Pag. 54 de CIE 10 (OMS 1992) Madrid 92. Ed Méditor.
22 Freud, S. (1995): Tres ensayos sobre la teoría sexual. Madrid. Alianza Editorial. C.B 386. Pág. 47.
(Orig.1905).
23 Idem (20) p.111.
24 Landa, A, J. (2000): Homos y Heteros, aportaciones para una teoría de la sexuación cerebral. Revista
de Sexología, 97-98. Además sobre este tema encontramos abundante infomación en Botella J,
Tresguerres J. (1996, 1ª ed): Hormonas, instintos y emociones. Madrid: Editorial Complutense.
25 Zapiain, J. G. (1997): Evolución histórica del conocimiento científico de la respuesta sexual humana, en
Avances de Sexología. Cap. 6. pp 143-145.
26 Jackendoff, R. (1998): La conciencia y la mente computacional. Madrid. Trad: Visor Dis.S.A
(Orig.1987).
27 Idem (26).
28 LeDoux, J. (1999): El cerebro emocional. Barcelona. Editorial Planeta. (Orig 1996).
29 Ortoni, Lázarus, etc.. Específicamente se puede leer un estudio sobre las valoraciones cognitivas en
Ortony, A. (1996): La estructura cognitiva de las emociones. Madrid. Siglo Veintinuno de España
Editores, SA.(Orig.1988).
30 Ponty, M. (1994): Fenomenología de la percepción. Barcelona. Ediciones Península. (Orig. 1945).
31 Tordjman, G. (1994): El Placer femenino. Barcelona. Plaza y Janes Editores, SA.
32 Johnson-Laird, Ph. (1990): El ordenador y la mente. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica, SA.
33 Bataille, G. (1997): El erotismo. Col. Ensayo. Barcelona. Tusquets Editores S.A. (Orig.1957).
34 Idem (28).
35 Comentario de mi amigo y compañero José Luis Díez al leer el borrador del documento.
36 Citado por Moltó, como en (2) Pág. 90.
37 Marina, J. A. y López Penas, M. (1999): Diccionario de los sentimientos. En el cap. El léxico del deseo.
Pág. 65. deseo = apetito = ganas. Movimiento hacia alguna cosa que aparece aparece como buena y atra-
yente. Editorial Anagrama, S.A.
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40 PEDRO LA CALLE
El modo de hacer educación sexual, los objetivos, los contenidos, las estrategias, depen-
den del concepto de sexualidad del cual se parta. Si se analizan las principales propues-
tas de educación sexual utilizadas internacionalmente a lo largo del siglo que acaba de
terminar, podemos encontrar modelos que se centran en el conocimiento del cuerpo y la
función reproductora, o en la prevención de riesgos asociados al comportamiento sexual,
o el adoctrinamiento moral, tanto conservador, como progresista, etc. La mayoría de
ellos carecen de una reflexión conceptual previa acerca del sexualidad humana, dando
por sobrentendido que ya se sabe de qué se habla, cuando se habla de sexualidad.
En este artículo se presenta una síntesis de la fundamentación teórica que inspira el pro-
grama Uhin Bare de educación afectivo-sexual encargado por el Gobierno Vasco a la
Universidad del País Vasco, para la educación secundaria obligatoria (E.S.O.), que com-
prende a adolescentes entre 12 y 16 años. En él se insiste en la necesidad de profundizar
en el concepto de sexualidad en los siguientes términos: la sexuación es el proceso diná-
mico a través del cual las personas se construyen como mujeres u hombres, siendo la
síntesis de la diferenciación biológica de los sexos y las atribuciones culturales corres-
pondientes. Podemos decir, por tanto, que la sexualidad es el modo de estar en el mundo
en relación con esta síntesis. A partir de esta reflexión teórica se deduce que en el
momento psicosexual de los adolescentes, cabe destacar tres dimensiones esenciales que
deben formar parte del abordaje de la sexualidad en estas edades: la identidad sexual, el
deseo sexual y la afectividad.
En la segunda parte de este artículo se exponen los pormenores del programa Uhin Bare
de educación afectivo-sexual: principios en los que se funda, objetivos, contenidos,
estructura y requisitos para su aplicación.
42 JAVIER G. ZAPIAIN
that sexuality is a way to be in the world in relation to this synthesis. Taking this theore-
tical meditation it follows that in the psychosexual time of the adolescents there are
three essential dimensions which must be beared in mind when approaching sexuality at
this age: sexual identity, sex desire and affectiveness.
In the second part the article the Uhin Bare programme of affective and sex education is
unfold in detail: fundamental principles, aims, contents, structure and the requirements
to set it up.
Keywords: Sex education, adolescent, programmes, sexuality, sexual identity, sex desire,
affectiveness, attachment.
IDENTIDAD SEXUAL
- Conciencia de “sí mismo sexuado”
- Síntesis entre aspectos biológicos de
sexuación y atribuciones culturales a
la realidad “sexo”
DESEO SEXUAL
- Motivación hacia la búsqueda de placer
- Capacidad de responder a estímulos
de valencia erótica
- Orientación del deseo sexual
SEXUACIÓN
Evolución por necesidades
adaptativas de las especies VINCULACIÓN AFECTIVA
- Sistema de apego
- Búsqueda de seguridad en la proximi-
dad y contacto con la figura de apego
- Confianza básica, estabilidad emocional
REGULACIÓN SOCIAL
- Moral sexual
- Control social de los conceptos
masculinidad-feminidad
- Control social del comportamiento
sexual
cialmente más complejo. En realidad, lo que azar. Sin embargo este hecho no determina
somos lo debemos a la herencia filogenética nuestra sexuación, tan sólo la orienta. La
que recibimos en forma de programaciones sociedad siempre ha hecho ver lo masculino
o predisposiciones adaptativas, por ejemplo, y lo femenino como polos opuestos antagó-
la disposición a la búsqueda del placer, o la nicos, en lo que se ha venido en llamar el
tendencia a la búsqueda de seguridad en el modelo de congruencia (Martínez-Benlloch,
contacto con el otro, son vividas como nece- Barbera y Pastor, 1988). Sin embargo, la
sidades básicas. Como es obvio, también lo diferenciación sexual es un proceso de des-
debemos a lo adquirido en la inserción a un doblamiento en dos formas. En la vida
medio social determinado donde la sociali- intrauterina se producen momentos de indi-
zación a través de la familia, portadora de ferenciación, homólogos para ambos sexos,
todo el peso de la cultura, es determinante. así como unos inductores que actúan en los
Ahora bien la síntesis de ambos factores se momentos críticos de diferenciación. Este
produce esencialmente a través de la propia desdoblamiento no es simétrico, la biología
biografía, de la historia personal, de la expe- demuestra cómo, en caso de duda, la natura-
riencia. Detengámonos brevemente en estas leza tiende a la feminidad. De ello podemos
ideas. deducir que cada persona desarrolla un
El hecho de ser mujer u hombre depende modo individualizado de sexuación que es
de la unión de los cromosomas X,Y por único e irrepetible.
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44 JAVIER G. ZAPIAIN
46 JAVIER G. ZAPIAIN
que esta situación se dé más entre mujeres nos permita contemplarlo en toda su ampli-
que entre hombres, algo que la educación tud. Es necesario ampliarlo y reflexionar
afectivo sexual debería contribuir a compen- sobre él con el fin de afinar en nuestros
sar. Otra situación diferente es aquella en planteamientos respecto a la educación afec-
que el deseo sexual puede presionar de tal tivo-sexual.
forma que exista un fuerte anhelo por vivir
experiencias eróticas sin ningún tipo de El concepto de sexualidad
compromiso afectivo. Puede que esto sea y la educación sexual
más frecuente entre chicos, probablemente Según sea el concepto de sexualidad del
inducidos culturalmente, cuestión que de ser que se parta, así será el tipo de educación
así debería también ser compensada por la sexual que se imparta. Por ejemplo, si
educación afectivo-sexual. alguien reduce el concepto de sexualidad a
En cualquier caso, pensamos que por un la reproducción, la educación sexual se
principio elemental de economía psicológi- basará en lecciones de anatomía y fisiología
ca, a la larga, las personas tienden a enamo- de la reproducción. Si alguien piensa que la
rarse de aquellas que desean sexualmente. sexualidad se reduce a ese “instinto sexual”
Ahora bien, insistimos en que, para entender tan fuerte y peligroso que es capaz de
adecuadamente la experiencia afectivo- corromper la moral establecida, la educación
sexual humana, deben identificarse ambas sexual se basará en aleccionamientos doctri-
dimensiones y no confundirlas. nales respecto a una moral determinada,
En resumen, consideramos que el con- generalmente la católica en nuestro contex-
cepto de sexualidad –que habitualmente se to. Si la sexualidad se reduce, de una manera
emplea– se reduce casi exclusivamente a lo laica, a los riesgos inherentes al comporta-
que se entiende por “relaciones sexuales”, es miento sexual, la educación sexual se basará
decir a los aspectos comportamentales. Sin en la información sobre el sida, las enferme-
embargo, consideramos que es necesario dades de transmisión sexual y los métodos
desarrollar una concepción más amplia que anticonceptivos.
DESEO SEXUAL
ORIGEN
OBJETIVO SATISFACIÓN SEXUAL
Atracción entre los sexos
para hacer posible la reproducción
AMOR
48 JAVIER G. ZAPIAIN
La reflexión teórica que hemos desarrolla- aportar elementos que ayuden a las personas
do anteriormente nos sirve para fundamentar a integrar adecuadamente su cuerpo sexuado,
el concepto de sexualidad en el que se sustenta y a desarrollar críticamente su manera perso-
el proyecto educativo que defendemos. De ella nal de ser mujer u hombre. Sin duda deberá
podemos entresacar las siguientes referencias: ofrecer elementos que compensen la desi-
gualdad tradicional entre los sexos.
• La sexualidad es la manera de situarse El deseo sexual, como hemos visto, es
en el mundo en tanto que mujer u hombre. uno de los elementos importantes de la
• Existen tantos modos de ser mujer u sexuación. El modo de gestionar la satisfac-
hombre como personas somos. ción del deseo sexual forma parte de la
• La sexuación es un proceso de desdo- manera de ser y de estar en el mundo como
blamiento en dos formas que va desde lo mujer u hombre. La educación afectivo
biológicamente más simple, hasta lo psico- sexual debe ayudar a las personas a conocer
socialmente más complejo. el deseo sexual, a reconocer sus manifesta-
• Es un proceso personal, único e irrepe- ciones, en uno mismo y en los demás y a
tible. solventar con responsabilidad los comporta-
• La sexuación es un proceso dinámico mientos que de él se deriven. Es evidente
en permanente construcción. que la manera de experimentar y manejar el
• La sexualidad es diferente en cada edad. deseo sexual es diferente entre hombres y
mujeres, hetero u homosexuales. La educa-
“Hacer educación sexual es suscitar ele- ción afectivo sexual debe crear espacios de
mentos de cultivo” (Amezúa, 1973), por elaboración de estas cuestiones.
tanto la función de la educación afectivo- El modo de ser mujer u hombre se rela-
sexual consiste en suscitar, a lo largo del ciona también con los afectos. La vincula-
proceso educativo, los elementos necesarios ción afectiva determina en gran medida los
para construir, para desarrollar la manera estilos de relación interpersonal. La necesi-
propia de estar en el mundo como mujer, o dad de querer y ser querido y la necesidad
como hombre. Esta es la situación de partida de satisfacción sexual convergen en el espa-
desde un punto de vista conceptual. cio de la intimidad. Ésta es subsidiaria de la
Deberíamos contemplar a nuestros alumnos autoestima, de la seguridad emocional y de
y alumnas, no como personas potencialmente la confianza básica. No cabe duda de que la
víctimas de sus “impulsos sexuales”, sino educación afectivo sexual, a lo largo de la
como seres que a lo largo de las edades y en escolarización, puede sin duda contribuir en
conjunción con otros procesos psicológicos este sentido.
desarrollan el modo de vivir su propia sexua- Finalmente, la manera de estar en el
ción. Ahora bien, para que este discurso no mundo como mujer o como hombre se rela-
quede en el aire, debemos dar contenido a la ciona con la regulación social de la sexuali-
expresión “la manera de estar en el mundo dad. La educación afectivo sexual debe con-
como ser sexuado”. Como ya hemos indica- tribuir a erradicar formas discriminatorias de
do, cada persona se sitúa en el mundo como regulación en relación con los sexos. Debe
mujer o como hombre, a partir de su cuerpo potenciar la autonomía personal frente a con-
sexuado. Desde el mismo momento del naci- signas procedentes de determinadas creencias
miento la sexuación biológica genera una o ideologías. Debe potenciar la empatía
reacción cultural que se manifiesta en la apli- como capacidad de interpretar adecuada-
cación de los estereotipos sexuales. La resul- mente las necesidades de los demás, única
tante es la toma de conciencia de la propia forma de prevenir acosos y agresiones. En
identidad sexual. La educación sexual debe definitiva debe potenciar el desarrollo de
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una ética personal y social en el conjunto de la sexualidad humana sin una importantísima
una sociedad democrática en la que coexis- mediación afectivo emocional. Por ello nos
ten diferentes formas de entender las rela- parece congruente emplear con plena con-
ciones sexuales. ciencia el concepto “educación afectivo-
sexual”.
¿Por qué educación afectivo-sexual?
De un tiempo a esta parte se tiende a sus- La educación afectivo
tituir el término educación sexual por el de sexual en la escuela
educación afectivo-sexual. Se está produ- ¿Qué se pretende con la integración de
ciendo como una cierta inercia. Ante el uso este programa en el curriculum del alumnado?
de este término existen distintas posiciones. ¿Cuáles son los objetivos que éste propone?
Algunos piensan que se trata de un simple Podríamos aludir ahora a determinadas
esnobismo, una manera nueva de designar lo publicaciones, o referirnos a los objetivos
de siempre. Otros creen que es una forma de que nosotros mismos hemos propuesto en
“endulzar” los escabrosos temas sexuales. otros lugares (Gómez Zapiain, Ibaceta,
Otros piensan que ya era hora de que prima- Pinedo, 1997) para hacer una exposición
se la afectividad sobre el sexo. Ninguna de compleja de objetivos teóricos, pero en este
estas opiniones está en lo cierto. punto queremos hacer una reflexión sobre
El término educación afectivo-sexual en todo práctica y realista.
este programa no es arbitrario, tiene un sig- En realidad, ¿qué desearíamos acerca de
nificado preciso que se sustenta en un sopor- la sexualidad de nuestras y nuestros jóve-
te teórico. nes?, ¿qué desearíamos para nuestras hijas o
La expresión “afectivo” hace referencia a hijos, para nuestras alumnas o alumnos, en
la necesidad humana de establecer vínculos relación con el desarrollo de su propia
con otras personas que son imprescindibles sexualidad?
para la supervivencia y para la estabilidad Una respuesta general a estas preguntas
emocional y que, sin duda, constituye la puede ser la siguiente: deseamos lo mejor
necesidad humana más importante. El térmi- para los y las adolescentes. ¿Qué significa
no “afectividad” se suele utilizar como un esto? Pues que, finalizada la enseñanza
comodín con significados muy imprecisos. secundaria, ellos y ellas posean los recursos
En este programa, este concepto se apoya necesarios para gestionar sus necesidades
esencialmente en la teoría del apego. afectivas y sexuales, de tal manera que el
La expresión “sexual” hace referencia, acceso a sus primeras experiencias se pro-
obviamente, al sexo, es decir, a nuestra natu- duzca de manera satisfactoria, responsable y
raleza radicalmente (de raíz) sexuada. Se sin riesgos.
manifiesta en diversas dimensiones como Siendo coherentes con el concepto de
son la identidad sexual, conciencia de ser y sexualidad que hemos defendido, la sexuali-
pertenecer a un sexo, el rol sexual, la expre- dad no puede reducirse a comportamientos
sión de la manera personal de vivir el hecho sexuales. Por ello, las primeras experiencias
de ser sexuado, y el deseo sexual, como afectivo emocionales están mediatizadas por
expresión de la necesidad de satisfacción el desarrollo de la propia identidad sexual o
sexual. manera de ser mujer u hombre, por la expe-
Las necesidades humanas de poder querer riencia emocional del deseo sexual y por los
y sentirse querido, de satisfacción sexual y afectos asociados a ello. De este modo los
de sentirse integrado en una red social, están objetivos del programa se ajustan a los
entre las más importantes. Consideramos que siguientes conceptos: identidad sexual,
es difícilmente comprensible el desarrollo de deseo sexual y afectividad.
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50 JAVIER G. ZAPIAIN
vos median de una manera considerable en sin duda, deben todavía coexistir en el
la sexualidad humana. Es por ello que la medio escolar. Desde esta perspectiva nos
educación debe plantearse entre sus objeti- basamos en los presupuestos que enuncia-
vos la elaboración de los mismos. mos a continuación.
Proponemos los siguientes: A estas alturas, la idea de que la educa-
• Colaborar con el alumnado para que ción sexual debe centrarse fundamentalmente
desarrolle en la medida de lo posible un en la transmisión de conocimientos debería
estilo de apego seguro, lo cual significa un estar superada. En el ámbito de la prevención
buen nivel de autoestima y un grado adecua- poseemos una clara evidencia de que los
do de confianza en los demás. Promover “conocimientos” no son una variable predic-
medidas compensatorias a través del grupo tora de riesgo (Gómez Zapiain, 1993; Landry
para aquellas personas que tengan dificulta- y otros, 1986; Downey y Landry, 1997). Por
des en este sentido. el contrario, el peso fundamental de la edu-
• Desarrollar el grado de autoestima cación sexual debe centrarse en el ámbito de
necesario que aporte la seguridad que se pre- las actitudes. Actitud significa disposición
cisa para mantener la autonomía personal. hacia... Por ello, centrar la atención en el
Conviene puntualizar que cuando hablamos ámbito de la actitud, supone abrir espacios
de ella nos referimos a la autoestima general para elaborar la disposición a asumir el pro-
y a la autoestima sexual en particular (segu- tagonismo en el desarrollo del propio pro-
ridad en la imagen corporal, habilidades yecto de sexuación, la disposición a integrar
sociales, seguridad en la intimidad). positivamente el erotismo –entendido como
• Desarrollar la seguridad suficiente que la experiencia del deseo sexual y los compor-
permita aceptar que necesitamos y depende- tamientos derivados– en la estructura general
mos de otras personas, sin que ello signifi- de personalidad, y la disposición hacia los
que sumisión o alienación en el otro/a. demás en relación con los soportes emocio-
• Discernir con claridad las necesidades nales y el espacio de la intimidad.
afectivas personales y desarrollar las habili- Por todo ello, la educación sexual no
dades sociales necesarias para satisfacerlas. debe centrarse en la aplicación de un “pro-
grama”, sino en que fundamentalmente se
Principios generales de trata de abrir un proceso en la escuela que
la educación sexual en la escuela normalice el tratamiento de la sexualidad.
En la actualidad existen diferentes mane- Vivimos en un medio socio cultural portador
ras de intervenir en la escuela. Aquellas que de un discurso dominante acerca de la
se basan simplemente en la omisión: la edu- sexualidad; su reflejo en los medios de
cación sexual es algo ajeno a la escolariza- comunicación ofrece, a lo sumo, un esper-
ción. Las que consideran que la educación pento de la experiencia sexual humana. Si la
sexual es responsabilidad de especialistas, de educación general ofrece al alumnado cono-
modo que son ellos los que deben actuar en el cimientos para comprender las experiencias,
sistema educativo, pero desde fuera del ¿porqué la escuela no ofrece espacios de ela-
mismo. Las que consideran que la educación boración (actitudes y conocimientos) para
sexual debe ser integrada en el curriculum poder comprender la experiencia sexual
desde el momento en que se considera que las humana? La escuela debe convertirse en una
dimensiones afectiva y sexual forman parte referencia de autoridad, frente a los des-
de la formación integral de las personas. propósitos de los medios de comunicación.
Como es evidente, el modelo que defen- El mensaje se podría concretar así: “En la
demos coincide con la tercera proposición, calle oirás cualquier cosa, en la escuela lo
siendo respetuosos con otras opciones que, trataremos con coherencia”. Para este afán
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de cada centro. Es biográfico porque lo que relaciones entre mujeres y hombres. Análisis
pretende es ofrecer recursos al alumnado para crítico de las relaciones entre los sexos, en
tomar decisiones en el momento de integrar una cultura en la que las atribuciones de
en la propia biografía los eventos relaciona- género siguen generando la discriminación
dos con la experiencia erótica. de las mujeres en amplios sectores y de otras
minorías sexuales. El conocimiento de los
Contenidos del programa comportamientos sexuales, el autoerotismo,
En coherencia con el concepto de sexua- el erotismo compartido. Aspectos sociales de
lidad del cual partimos y atendiendo a los la fecundidad, la maternidad-paternidad res-
principios generales que hemos planteado, ponsable y los embarazos no deseados. La
los contenidos de la educación afectivo- libertad sexual, comprensión y respeto de las
sexual deben ser tratados de manera trans- diversas maneras de ser mujer u hombre, es
versal. A continuación proponemos los con- decir, la comprensión de la diversidad.
tenidos desde esta perspectiva. Debemos Desde el ámbito de la lengua y la litera-
precisar que por contenidos no nos referimos tura: vocabulario, términos técnicos, térmi-
exclusivamente a los conocimientos sino nos coloquiales. Análisis del lenguaje sexis-
también a su elaboración actitudinal a través ta. La literatura es el espacio privilegiado de
de una metodología no directiva. No se trata expresión del la fenomenología del erotismo
de dar lecciones de sexualidad sino de crear y de los afectos relacionados con la sexua-
espacios de elaboración de las cuestiones ción como la pasión, el enamoramiento, el
significativas en el proceso de sexuación en apego, la atracción, los amores y los desamo-
estas edades. res. También nos ofrece innumerables mode-
Desde el ámbito de las Ciencias: lo pro- los de los distintos modos de sexuación en
pio en este ámbito es el conocimiento del autores y personajes.
cuerpo, los cambios anatomo-fisiológicos y Desde el ámbito de la ética. El programa
su implicación en la redefinición de la iden- Uhin Bare de educación afectivo-sexual pre-
tidad sexual. Conocimientos acerca del tende contribuir al desarrollo de una ética per-
deseo sexual, conocimiento que ayude a sonal y social en las relaciones eróticas. Por
reconocer la propia experiencia y elabora- tanto, en este ámbito es necesario abordar la
ción de la capacidad de regulación. La res- ética de las relaciones entre los sexos incidien-
puesta sexual humana; estamos convencidos do sobre todo en las discriminaciones que sur-
de que el alumnado de la E.S.O. no tiene gen relacionadas con el género. También debe
ningún problema respecto a la fisiología de plantearse el estudio de la violencia, las agre-
la reproducción. No podemos decir lo siones y los abusos en el ámbito de los com-
mismo de la fisiología del placer. La fecun- portamientos sexuales. Ética en lo concernien-
didad, no tanto desde el conocimiento de la te a la fecundidad, maternidad y paternidad res-
reproducción, sino desde la responsabilidad ponsables. Consideramos esencial trabajar
de las nuevas capacidades fisiológicas en acerca de los valores asociados a la sexualidad,
términos de paternindad-maternidad respon- como la empatía, el apego, el altruismo, el
sable. La contraconcepción como recurso comportamiento prosocial, la solidaridad y la
para discernir entre la fecundidad y la satis- tolerancia. Subrayaremos dos de estos valores.
facción erótica. La salud en términos de pro- La confianza básica que surge de la seguridad
tección propia y de los demás. del apego garantiza la ausencia de miedo a la
Desde el ámbito de lo social: la impor- intimidad, se trata de un ingrediente necesario
tancia de descubrir el modo que cada perso- para la experiencia erótica compartida. La
na tiene de ser mujer u hombre en términos empatía otorga la sensibilidad necesaria para
de identidad sexual. Los roles de género, las interpretar adecuadamente las necesidades del
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54 JAVIER G. ZAPIAIN
otro en todos los ámbitos de la vida, en parti- largo de todas las edades, por tanto la educa-
cular en la experiencia erótica. ción afectivo-sexual debería ser incluida en
el diseño curricular. Los requisitos para inte-
Estructura del programa grar el presente programa en el diseño curri-
En puntos anteriores hemos insistido en cular de centro son los siguientes:
la idea de que los temas centrales en el desa-
rrollo sexual de los y las adolescentes son la • Aceptación de la comunidad
identidad sexual, el deseo sexual y la afecti- educativa de la integración del programa
vidad. El programa presenta la elaboración La integración del programa requiere de
de esos temas centrales en seis núcleos de la aceptación tanto de las madres y padres,
trabajo, siendo ésta la manera de llevar al como del profesorado. Es necesario, por
aula los contenidos citados de una manera tanto, que el órgano de máxima representa-
manejable (ver cuadro). Los núcleos de tra- ción lo apruebe. Se trata de una decisión
bajo son los siguientes: Personas sexuadas, consciente por parte de toda la comunidad
Desarrollo sexual, Fecundidad y sexualidad, escolar, de integrar la educación afectivo-
Comportamientos sexuales, Afectividad y sexual en el proyecto curricular del centro.
sexualidad, Salud y sexualidad.
Lo que este programa pretende es realizar • Aprobación en el claustro
un “barrido” a lo largo de toda la E.S.O. que de la integración del programa
permita elaborar los temas mínimos y bási- Consideramos que la integración del pro-
cos que garanticen los recursos que los y las grama debe ser un proyecto de centro. Dada
adolescentes necesitan para regular su propio la naturaleza del programa, se requiere del
proyecto de sexuación. Sugerimos que la compromiso de todo el claustro aunque la
secuenciación de los núcleos sea de la participación de cada miembro del profeso-
siguiente manera: Personas sexuadas, rado puede variar, en función del reparto de
Desarrollo sexual, Fecundidad y sexualidad responsabilidades del propio centro.
en el primer ciclo de la E.S.O., y
Comportamientos sexuales, Afectividad y • Formación del profesorado
sexualidad y Salud y sexualidad en el segundo La formación permanente del profesora-
ciclo. No podemos extendernos en los porme- do es una cuestión ineludible en el proceso
nores del programa y remitimos al mismo educativo. En el ámbito de la educación
(Gómez Zapiain, Ibaceta y Pinedo, 2000). afectivo-sexual, es particularmente necesaria
porque el estudio de cuestiones básicas acer-
Modo de integración del programa ca de la sexualidad humana ha estado gene-
La dimensión afectivo-sexual constituye ralmente ausente en los programas de forma-
un eje central en el desarrollo personal a lo ción de los profesionales de la educación y
Núcleos de trabajo
Temas importantes en el desarrollo
psicosexual de la adolescencia
Personas sexuadas
Desarrollo sexual
Fecundidad y sexualidad
IDENTIDAD SEXUAL
Comportamiento sexual
DESEO SEXUAL
Afectividad y sexualidad
AFECTIVIDAD
Salud y sexualidad
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56 JAVIER G. ZAPIAIN
EL CLIMATERIO EN LA MUJER:
UNA APROXIMACIÓN DESDE LA TEORÍA DE LOS SEXOS
Juan J. Gérvas Pérez * y Mónica de Celis Sierra **
EL CLIMATERIO EN LA MUJER 59
EL CLIMATERIO EN LA MUJER 61
CAMPOS CONCEPTUALES
Sexuación Sexualidad Erótica Amatoria
PLANOS DE INDIVIDUACIÓN
Esquema 1. Cuadro general de articulación del Hecho Sexual Humano (Amezúa, 1999).
no debemos olvidar que es individual, que (Navarro-Beltrán, 1992; RAE, 1995) pero
cada persona podría marcar sus propias eta- que en el entendimiento científico genera
pas con sus características particulares. confusión (Punyahotra y Street, 1998). Nos
Habitualmente se divide el ciclo vital en parece más acertado utilizar el término “cli-
infancia, adolescencia, juventud, adultez y materio”, que engloba todo el proceso, y se
vejez, cada una identificada por las distintas refiere etimológicamente al paso entre las
modificaciones corporales que se producen dos etapas del ciclo vital 6. Si trasladamos
en ella. Resulta más complicado, por carecer aquel artificio lingüístico a la adolescencia,
de solución de continuidad, definir los perio- resulta que deberíamos denominarla menar-
dos de paso, las edades críticas que llamaba quia, olvidándonos entonces de todo lo que
Marañón (Marañón, 1925). A grandes ras- significa la adolescencia en lo social, en lo
gos, identificamos dos muy importantes por psíquico, en lo orgánico no gonadal, en el
sus implicaciones corporales y sociales: la aprendizaje, y olvidándonos, como cuando
adolescencia y el climaterio. Son las dos usamos el término “menopausia”, del modo
edades en las que se inicia y declina el pro- masculino que también vive la adolescencia
ceso reproductivo y en todas las culturas han y el climaterio (Kockott, 1994). Parece tan
tenido gran importancia. poco adecuado e inexacto denominar menar-
Respecto a la denominación del paso de quia a la adolescencia como menopausia al
la infancia a la juventud no hay problemas climaterio.
terminológicos, se le llama adolescencia.
Pero en relación a la edad crítica que media 2. HSH y climaterio
el paso de la vida adulta a la vejez no hay La intención de este apartado es señalar
consenso. Es bastante habitual denominarla y comentar, campo por campo, los cambios
menopausia, sin embargo este término no es más representativos de los que se producen
del todo correcto porque menopausia signifi- en el HSH durante el climaterio.
ca cesación de la menstruación, esto es, se
refiere a un hecho concreto gonadal, no al 2.1 Sexuación
proceso completo de envejecimiento. Se El proceso de envejecimiento comienza
produce por tanto una metonimia que ya es entre los treinta y los treinta y cinco años y
aceptada incluso por los diccionarios afecta a todo el organismo, no únicamente a
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 63
Esquema 2. Cambios más representativos del HSH, según los campos, durante el climaterio femenino y
masculino.
los elementos sexuados y sexuantes; estable- embargo, no hemos de perder de vista que
cer fronteras en situaciones concretas, como cualquier cambio en la esfera corporal puede
la menopausia, no es realista. La menopau- afectar al hecho sexual, ya que las estructu-
sia constituye una especie de “marca” del ras que permiten que nos vayamos sexuan-
envejecimiento, pero sólo en el sentido de do, viviendo este hecho, deseando y rela-
que establece el final de la etapa reproducti- cionándonos como seres sexuados, abarcan
va de la mujer; las modificaciones propias más de lo que es habitual considerar desde
del envejecimiento comienzan mucho antes un modelo puramente reproductivo (hormo-
y continúan hasta el final de la vida. nas-gónadas-genitales).
Además, el envejecimiento transcurre lenta- No nos vamos a detener en los procesos
mente, de tal forma que las adaptaciones de sexuación que definen y acompañan al
físicas y psicológicas son progresivas. climaterio porque son tratados en profundi-
Cuando se habla del HSH durante el clima- dad por autores especializados en libros de
terio se suele hacer hincapié en los cambios fisiología7, pero sí quisiéramos señalar que
que afectan a la respuesta sexual genital. Sin no todos los cambios en las estructuras invo-
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 65
Aún teniendo en cuenta todo lo anterior, ralizada de que se produce un descenso del
que podría justificar la presunción de un deseo sexual en el climaterio. Sí parece
descenso del deseo sexual en la mujer cli- comprobado que la experiencia de una vida
matérica, queremos señalar que muchas sexual satisfactoria contribuye a enriquecer
veces esta suposición se basa en observacio- la erótica a pesar de todos los factores de
nes referentes a la conducta, lo que cierta- envejecimiento que puedan incidir negativa-
mente limita el campo que se pretende des- mente. Precisamente la vejez, de la que la
cribir. Se suele considerar que la falta de menopausia se considera un anticipo, suele
relaciones coitales indica falta de deseo caracterizarse por una dificultad de expresar
sexual, cuando esta carencia de relaciones los deseos pero no por su ausencia (como da
coitales puede estar indicando solamente cuenta la sabiduría popular con la triste
falta de deseo de tener relaciones coitales expresión de “viejo verde”). En el caso con-
(por evitación del coito debido a molestias creto del coito, la existencia de una pareja
relacionadas con él, por preferencia de otro con la que se ha establecido una relación
tipo de relación, por conflictos de pareja), o amatoria satisfactoria suele ir asociada al
ser debida a la carencia de una pareja idó- mantenimiento del deseo de practicarlo. Este
nea. No necesariamente a falta de deseo. deseo también puede verse estimulado
Cuando los estudios afinan un poco más, y durante el climaterio, como en los casos en
tienen en cuenta otro tipo de “conductas que la imposibilidad de concepción libera a
sexuales”, como pueden ser relaciones no la mujer de preocupaciones que podían estar
coitales o masturbación en solitario, no sue- resultando inhibidoras de su erótica.
len tener en cuenta factores socioculturales (Bachmann y cols, 1985; Bachmann y
de la población concreta de la que están Leiblum, 1991; Koster y Garde, 1993;
hablando. Una mujer española que tenga McCoy, 1998; Mouchamps y Gaspard,
sesenta años en la actualidad ha nacido en 1999).
los años cuarenta y ha tenido muchas proba-
bilidades de sufrir una educación muy repre- 2.4 Amatoria
siva en materia sexual; ello posiblemente le Prácticamente todas las investigaciones
dificulte el reconocimiento de prácticas tra- realizadas sobre el modelo de lo que se ha
dicionalmente consideradas inadecuadas, venido a llamar, desde Masters y Johnson,
cuando no insanas, y haga que responda ante Respuesta Sexual Humana (con sus fases de
una pregunta sobre su deseo sexual desde la excitación, meseta y orgasmo), coinciden en
suposición de que se espera que no lo tenga. describir una lentificación de ésta en los dos
Continuando la exploración en el campo modos durante el climaterio. En el caso de la
de la erótica, ésta no tiene por qué tener mujer las modificaciones genitales asociadas
necesariamente un componente conductual; a la fase de excitación pueden hacerse más
el terreno de las fantasías puede estar muy lentas y requerir más estímulos; las prácticas
desarrollado en mujeres que aparentemente coitales pueden afectarse por la pérdida de
no manifiestan interés sexual alguno y que distensión de la vagina y el orgasmo verse
difícilmente admitirán que lo despliegan en modificado en su frecuencia y en sus signos
el plano de la imaginación. Parece importan- acompañantes (p.e.: disminuir el vigor de las
te hacerse la pregunta de si tenemos los ins- contracciones musculares).
trumentos teóricos y metodológicos necesa- Sin embargo, estos cambios por sí solos
rios para poder investigar con propiedad en no tienen por qué suponer un abandono de la
este campo del hecho sexual humano. amatoria, e igual que en el caso de la eróti-
Visto todo esto, creemos que no se puede ca, los estudios que relacionan los cambios
aceptar acríticamente la suposición tan gene- asociados al envejecimiento con un abando-
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 67
mente, la patología sexual existe, teniendo nes más o menos complicadas, incluso
su nosología una utilidad innegable. Pero imposibles de franquear, que le hagan dete-
quisiéramos hacer hincapié en otra lectura, nerse o le impidan el desarrollo de su salud
la biográfica, en la que un fenómeno aislado sexual. Es en ese sentido en el que vamos a
es explicable desde la consideración de la hablar de “dificultades” sexuales, y dejamos
totalidad del individuo, en su existencia con- los términos “trastorno”, “disfunción” y
creta, con su contexto actual, su pasado, sus “patología” para la categorización concreta
límites, etc. Esto nos lleva a considerar que que el caso pueda requerir a lo largo de su
un modo (masculino o femenino) deviene en diagnóstico, tratamiento o evolución.
un trastorno de la identidad, un matiz en una
orientación egodistónica, o una peculiaridad 3.2 Demandas de consulta
en una parafilia, sólo en la medida en que el sobre el HSH durante el climaterio
conjunto queda distorsionado, sólo cuando Para estudiar las dificultades sexuales
existe disarmonía entre los elementos inte- durante el climaterio vamos a utilizar un
grantes del mapa o en su interacción con el esquema de clasificación de demandas de
medio. Esto significa, por ejemplo, que una consulta que nos ayuda a ordenarlas etiológi-
pareja puede vivir su amatoria de manera camente y a orientar su tratamiento (Gérvas
satisfactoria, aún cumpliendo criterios de y de Celis, 2000). Aún reconociendo que no
eyaculación precoz o de cualquier otro tras- se trata de una clasificación exhaustiva, y
torno de la DSM-IV, siempre que encuentre siendo conscientes de la simplificación y
la manera de hacer compatibles sus deseos y solapamiento de categorías que conlleva, nos
necesidades con su realidad, con sus cir- proporciona, junto con el mapa del HSH, un
cunstancias personales (la práctica clínica referente adecuado para comenzar a entender
así nos lo demuestra, incluso en otras áreas y atender las dificultades que puede encon-
de la salud). trar una mujer durante su climaterio.
El desarrollo histórico de la Sexología y
disciplinas afines ha venido dando cuenta de La clasificación es la siguiente:
esta evolución hacia el entendimiento no
normativo, no patologizante por tanto, del I) DEMANDAS SUSCEPTIBLES
HSH. Desde Krafft-Ebbing hasta hoy en día, DE TRATAMIENTO MÉDICO
se ha recorrido un largo trecho en la direc-
ción de considerar variaciones normales I-A/ Las secundarias
muchas expresiones del hecho sexual que se a problemas orgánicos
consideraban patológicas. Pero no se trata Serían éstas demandas surgidas de dificul-
aquí de propugnar un desplazamiento de la tades planteadas por enfermedades asociadas
frontera que separa la patología de la salud, al envejecimiento. En estos casos existe un
sino más bien de proponer un modelo que trastorno que daña la integridad física de los
pueda dar cuenta de la gran diversidad de órganos y sistemas que intervienen en la
estructuras y manifestaciones que acom- expresión del hecho sexual. Casi todas las
pañan al ser sexuado, sin que el criterio enfermedades afectan a la salud sexual en
patologicista se convierta en el eje alrededor mayor o menor medida, pero cabe citar, por
del cual se teja la conceptualización, como su frecuencia en este periodo de la vida, la
exige cualquier modelo que ofrezca un refe- cardiopatía isquémica, la diabetes, los proce-
rente de “sexualidad normal”. Se trataría sos neoplásicos, los ACVA, los problemas
más bien de considerar que en el recorrido reumatológicos y el sobrepeso. Como ya
biográfico uno puede encontrarse obstácu- hemos señalado, la presencia de enfermedad
los, modificaciones, variaciones o alteracio- es uno de los factores, junto con la disponibi-
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 69
lidad de pareja, que más condicionan los cam- por el médico –que no está habituado en su
bios en el HSH durante el climaterio. práctica a tomarlas en consideración–; y si
(Mooradian y Greiff, 1990; Olazábal, 1990). añadimos a esto el hecho de que desde este
Es importante manejar a tiempo y ade- ámbito de actuación sanitaria difícilmente se
cuadamente las dificultades y problemas accede al sexólogo, habitualmente estas
sexuales que estas enfermedades producen demandas simplemente no existen.
para evitar su cronificación (identificación
precoz, diagnóstico diferencial, etc...). Sin I-B/ Las secundarias a tratamientos
embargo, muchas veces no son tenidas en El efecto adverso de muchos tratamientos
cuenta ni por la paciente –que las suele con- farmacológicos, médicos o quirúrgicos sobre
siderar consustanciales a su enfermedad– ni la esfera sexual es bien conocido. Por ejem-
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plo, en el caso de los farmacológicos, inhibi- abordado desde una perspectiva humanista, la
ción del deseo por betabloqueantes, retardo o tendencia habitual es la de considerarlo un
inhibición del orgasmo por IMAOs, disminu- periodo de declive, un punto de inflexión hacia
ción de la lubrificación vaginal por antihis- la muerte. Quizás por ello está rodeado de
tamínicos o anticolinérgicos, quimioterapia; oscurantismo, con lo que los mitos y falsas
de entre los médicos, podríamos señalar los creencias se encuentran muy arraigados y pue-
efectos de la diálisis o la radioterapia; y en den condicionar negativamente su vivencia. Es
cuanto a los quirúrgicos, la mastectomía y la muy común pensar que el deseo sexual decli-
histerectomía pueden tener serias repercusio- na, que la capacidad fisiológica para la amato-
nes negativas sobre el hecho sexual. (Degen, ria se ve mermada, que tener interés sexual a
1982; Milde y cols, 1996; Wilmoth y Ross, esta edad ya no es adecuado, etc... Por tanto, es
1997; Hallowell, 1998; Bobes y cols, 1999; importante que las mujeres reciban educación
Bruner y Boyd, 1999; Gutiérrez y Stimmel, sexual y asesoramiento sobre el climaterio
1999). Sin embargo, resulta difícil establecer para evitar que las creencias infundadas afec-
hasta qué punto la instauración de un proceso ten negativamente a su salud sexual; no olvi-
de deterioro de algún aspecto de la vida demos que la predisposición negativa a aceptar
sexual de la paciente se debe al tratamiento, a los cambios asociados a este periodo de la vida
las dolencias que se están tratando, a factores puede favorecer la aparición de síntomas psi-
relacionados con las repercusiones emociona- cológicos. (Kingsberg, 1998; López y
les de la enfermedad, o incluso a otros efectos Olazábal, 1998; Punyahotra y Street, 1998;
secundarios del tratamiento que terminan Jiménez y Pérez, 1999).
repercutiendo en la salud sexual (por ejemplo, Hay otro tipo de demandas encuadradas
cambios en la imagen corporal o alteraciones dentro de este epígrafe que son una petición
vegetativas). Es cierto que todas estas modifi- de ayuda al sexólogo acerca de cómo afron-
caciones son difíciles de concretar, pero las tar una situación planteada en la vida sexual
señalamos para poner de relieve que la de la paciente a partir de una enfermedad o
paciente reacciona de manera global frente a tratamiento. Un ejemplo claro de este tipo lo
la enfermedad y frente al tratamiento y su constituye la rehabilitación de la mujer ova-
dimensión sexual se ve afectada de múltiples rectomizada. Ya hemos mencionado la nece-
maneras que deben ser consideradas de forma sidad de incorporar a la rehabilitación de
sistemática cuando la tratemos8. Cuando sea este tipo de paciente educación y asesora-
posible establecer que las dificultades sexua- miento sexológicos.
les de una paciente se deben a los efectos
colaterales de algún tratamiento, está claro II-B/ Dificultades sexuales
que su sustitución es lo ideal. Si este reempla- asociadas al ciclo vital
zo no es posible, es preciso proveer a la En este apartado se encuadran demandas
paciente de una adecuada información y ase- que, aun pudiéndose incluir en otros, tienen
soramiento sexológicos sobre los ajustes que como característica propia que reflejan difi-
puede hacer en sus encuentros sexuales para cultades generadas por la aparición de los
minimizar el efecto negativo del tratamiento. cambios en el HSH asociados al climaterio
expuestos en el segundo apartado de este
II) DEMANDAS ABORDABLES artículo. Estos cambios vendrían a perturbar
MEDIANTE EDUCACIÓN Y el inestable equilibrio logrado en el periodo
ASESORAMIENTO SEXOLÓGICOS anterior. Muchos de ellos son asumidos e
II-A/ Las propias de educación sexual integrados por la mujer sin que se planteen
Ya hemos señalado que el climaterio es un mayores dificultades; otros, como ya hemos
periodo de la vida que no siempre ha sido señalado, pueden necesitar alguna aclaración
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 71
o información, sobre todo si son vividos Querríamos señalar en este apartado que
como modificaciones irreparables o condi- compartimos la opinión de algunos autores
ciones degenerativas. Hay, sin embargo, sobre la patologización que está sufriendo
cambios asociados a la maduración y el esta etapa de la vida; parecería que existiera
envejecimiento que constituyen factores de un interés en convertir este periodo vital más
estrés, en la medida en que pueden repercu- o menos difícil en una enfermedad con sus
tir muy negativamente en la autoestima y tratamientos concretos. Muchas de las
convertirse en fuente importante de ansie- demandas sobre las dificultades que el cli-
dad, especialmente cuando no existe un materio produce en el HSH no son más que
buen conocimiento del proceso que está interpretaciones sesgadas e incorrectas de
teniendo lugar. Por supuesto, estos cambios toda la información que sobre esta patología
afectan también al hecho sexual; por ejem- se recibe. En estos casos, a los profesionales
plo, si una mujer durante el climaterio –en sanitarios no parece importarnos el hecho de
una etapa en la que está tratando de adaptar- convertimos en un factor iatrogénico más,
se a multitud de cambios, redefiniendo la con la característica particular de tratarse de
relación con su pareja, cuando los hijos ya un factor que lleva asociado el remedio de
están fuera de casa y tal vez esté a punto de la enfermedad que causa (Mora, 1996).
ser abuela– pasa por una etapa de inhibición
del deseo –o de simple disminución de la II-C/ Las secundarias a problemas
motivación por el encuentro amatorio (pro- orgánicos crónicos o invalidantes
ceso que suele ser más frecuente que un cua- Algunas de las enfermedades recogidas en
dro de inhibición del deseo clásico)– que el apartado I-A/ de la clasificación pueden
pudiéramos considerar propia de la edad y evolucionar hacia un deterioro casi irreversi-
en principio pasajera, puede llegar a consi- ble de la erótica y/o amatoria (diabetes, cán-
derar que se trata del primer indicio de que cer, alteraciones vasculares, artrosis).
el fin de su amatoria se acerca, lo que posi- Además, ciertos tratamientos, especialmente
blemente la deprimirá y llevará a evitar cual- los oncológicos, pueden dañar de manera irre-
quier encuentro sexual, y acabará conven- parable estructuras fundamentales de las invo-
ciéndose de que, como habrá escuchado lucradas en la amatoria de la paciente, así
muchas veces en su entorno, el envejeci- como en su identidad sexual (mastectomías).
miento trae consigo más bien pronto que Existen también situaciones traumáticas
tarde el ocaso de toda erótica y amatoria. No (lesiones medulares, amputaciones) que pue-
es difícil que desde aquí se establezca una den limitarla en muchos aspectos. En algunos
inhibición del deseo –o una amotivación por casos, a las limitaciones en la vida sexual de
el encuentro– más o menos permanente y la paciente determinadas de manera directa
especialmente si su pareja, posiblemente en por la enfermedad se añaden depresión, ansie-
el mismo periodo vital y con sus propias dad, baja autoestima y expectativas muy pesi-
dificultades, evita los encuentros sexuales mistas en relación con cuáles son las posibili-
para eludir tensiones. dades de recuperación o de llevar una vida
En este tipo de situaciones, es importante sexual satisfactoria. Estas reacciones emocio-
darle sentido biográfico a los cambios que nales frente a la enfermedad dificultan la recu-
angustian a la mujer, ayudarla a que no los peración en todos los aspectos, aunque más en
vea como una pérdida irreparable o una con- el sexual, puesto que en parte por desconoci-
dición degenerativa. Muchas de estas difi- miento, en parte por problemas de actitudes
cultades son consecuencia de desplazamien- del personal sanitario, no se le presta atención,
tos de la angustia que el envejecimiento pro- mientras que en otras esferas la información y
duce. (Barrett, 1989; Nijs, 1998). rehabilitación de la paciente se abordan de
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manera sistemática. Parece oportuno ocupar- agudas. Algunas son un síntoma más de un
nos de la salud sexual de estas pacientes, cuadro psiquiátrico, contribuyendo a sus cri-
incluso durante el climaterio. (Binik y Mah, terios diagnósticos, como la falta de deseo
1994; de Rios y cols, 1997; Gupta y Gupta, en la depresión mayor; otras están ligadas a
1997; Westgren y cols, 1997; Hovata, 1999; la cronificación de un trastorno, como las
Sawyer y Roberts, 1999). derivadas de conflictos de pareja causados
Lógicamente, ante este tipo de casos por el deterioro de la paciente; otras, inclu-
resulta fundamental una evaluación más so, pueden ser un intento de mantener el
específica del experto en Sexología con obje- equilibrio dentro de un cuadro grave, como
to de facilitar una rehabilitación que permita ciertas disfunciones o delirios de cambio de
a la paciente sacar partido de los aspectos identidad sexual en pacientes con cuadros
conservados de su respuesta sexual. Esto no psicóticos. Algunas de estas dificultades
excluye que pueda requerir tratamiento adi- sexuales podrían ser abordadas con éxito
cional por parte de otro especialista (psicote- desde una terapia sexológica, siempre que se
rapeuta, fisioterapeuta) que le ayude a aceptar pueda sostener su compatibilidad con el tra-
sus limitaciones actuales y a manejar las tamiento que la dolencia psicopatológica de
emociones que su estado físico le provoca. base requiera.
Cualquier persona sigue estando sexuada Por otro lado, no existe evidencia clara
sean cuales sean las circunstancias por las en la literatura médica de que durante el cli-
que atraviese, y el no reconocimiento, cuando materio se produzca un aumento de la inci-
no la negación, de esta dimensión fundamen- dencia de problemas psicopatológicos (más
tal de su vida empeora muchas veces su sufri- allá de los problemas derivados de la adapta-
miento, especialmente si no encuentra en su ción a este ciclo vital y que han sido comen-
entorno más próximo la posibilidad de discu- tados en el punto anterior); sin embargo,
tir con personas bien informadas y receptivas aunque su incidencia no se incrementara res-
a las limitaciones que está soportando. Por pecto al resto de la población en otras etapas
supuesto que la reacción de cada persona ante vitales, debemos tenerlos en cuenta como
la limitación de su vida sexual que alguna de factores con gran influencia sobre el HSH,
las condiciones descritas puede llegar a impo- más aún en este periodo de inestabilidad
ner es muy variable. Desde mujeres que pue- generalizada. (Youngs, 1990; Montgomery y
den perder todo interés por este aspecto de su Studd, 1991; Teuchs y cols, 1995; Pearce y
vida, y se concentran en conseguir una buena Hawton, 1996; Jiménez y Pérez, 1999).
adaptación en otros, hasta aquéllas que consi-
derarán que las repercusiones que la enferme- III-B/ Las dificultades propias
dad o traumatismo han tenido sobre su amato- de la vida sexual
ria constituyen problemas fundamentales en Entrarían dentro de este apartado deman-
su rehabilitación. Esto no hace sino reflejar, das de pacientes que sufren alguna dificultad
por otra parte, la importancia relativa que la sexual que no es consecuencia específica del
dimensión sexual tiene según las personas. climaterio ni producto del curso de enferme-
dad o condición congénita, ni de tratamiento
III) DEMANDAS SUSCEPTIBLES alguno. Estas demandas deben ser atendidas
DE TRATAMIENTO SEXOLÓGICO: por un experto que asesore acerca de qué
medidas tomar. Muchas pueden estar encu-
III-A/ Las secundarias biertas tras una queja somática, normalmen-
a problemas psicopatológicos: te relacionada con las típicas de este ciclo, y
Muchos trastornos psicopatológicos cur- aparecer sólo en primer término la cuestión
san con dificultades sexuales más o menos principal tras el correspondiente procedi-
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realidades requieran nuevos modelos desde sus características propias de cada modo,
los que acceder a ellas. Factores como la tanto al hombre como a la mujer, entende-
incorporación masiva de las mujeres al trabajo mos que la noción de andropausia carece de
remunerado o la liberalización de las costum- sentido biológico alguno, ya que no existe
bres amatorias han de tener repercusión en el momento concreto en que se pueda identifi-
entendimiento de la realidad sexual de los car la cesación de la fertilidad en el hombre.
ancianos en las próximas décadas. Concederle entidad nos conduciría por el
• Si bien el concepto de climaterio, como camino de la patologización de los ciclos
escalón en el ciclo vital, es aplicable, con vitales.
Notas al texto
1 Se trata de un planteamiento general y somero, por lo que recomendamos leer el original si se desea
entrar en antecedentes, justificación y discusión teórica. Todos los entrecomillados corresponden a
extractos textuales del original.
2 Fuera de esta nueva formulación, ¿sabría definir sexo?, ¿y sexualidad? Si obviamos los significados
pornográficos comunes en el lenguaje de la calle, entre profesionales su significado depende de con-
ceptualizaciones sesgadas por la formación, las actitudes y el contexto profesional en el que se usen.
Por “sexo” puede entenderse genitales, acciones, espectáculos, orientaciones... ¿Ocurre lo mismo en
otras ciencias?.
3 En palabras de Magnus Hirschfeld: “El hombre completo y la mujer completa son en realidad sólo for-
mas imaginarias que tenemos que llamar en nuestra ayuda para poseer un punto de partida para los
estadios intermedios” (Hirschfeld, 1903). Recomendamos leer La evolución de la sexualidad y los
estados intersexuales de Gregorio Marañón (Marañón, 1990).
4 Sartre lo explicaba con las siguientes palabras: “Ser sexuado significa existir sexualmente para un
prójimo que existe sexualmente para mí... en tanto que él es otro para mí y yo soy otro para él”
(Sartre, 1983).
5 Los propios iniciadores de estos estudios señalaron: “Aunque la expresión o concepto de conducta
sexual signifique cosas muy distintas, en nuestro vocabulario, a los efectos de nuestro trabajo, será
usada para indicar exclusivamente la estimulación y excitación de los órganos genitales (...) Y por
ello tomamos la cópula como concepto central de esta obra” (Beach y Ford, 1969). Sin menoscabo
de que la conducta sexual pueda ser establecida como modelo aún a riesgo de limitarnos al igual
que lo hacen el modelo del Amor Pasión o del celibato. Si así lo estableciéramos, ¿qué ocurriría con
la Amatoria representada en obras y no en cópulas puntuadas en orgasmos?.
6 Menopausia (o menopausis)( gr.: menós -relacionado con menstruación-; gr. paûsis-cesación-):
cesación natural de la regla y periodo de vida, entre los 45 y los 50 años de edad, en que ocurre;
edad crítica; climaterio. Climaterio (gr.: klimaktér-escalón-): conjunto de fenómenos que acom-
pañan a la cesación de la función reproductiva de la mujer o la actividad testicular en el hombre
(Navarro-Beltrán, 1992).
7 Como lectura complementaria sugerimos el texto de Orlando Mora (1996).
8 Es importante tener en cuenta que la mayor parte de la investigación relativa a los efectos de los fár-
macos sobre la vida sexual ha sido enfocada principalmente en el modo masculino, entre otras razo-
nes por la mayor facilidad de objetivar algunos aspectos de su respuesta sexual, como señalan
Kolodny, Masters y Johnson (Kolodny, Masters y Johnson, 1982).
9 La palabra andropausia -aunque etimológicamente sea incorrecta- es recogida en los diccionarios y
definido como inicio del cese de la capacidad reproductiva en el hombre. v.g.: Andropausia ( gr.:
andrós -hombre-; gr. paûsis-cesación-): involución fisiológica de la función gonadal en el varón
(Navarro-Beltrán, 1992; Seco, 1999).
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EL CLIMATERIO EN LA MUJER 77
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Este trabajo tiene tres partes. La primera es una introducción en la que el autor justifica la
pertinencia de la creación de nuevos términos. En la segunda el autor presenta dos concep-
tos centrales en Sexología Sustantiva. Éstos son: sexación y sexuación. La sexuación se
refiere al proceso de diferenciación sexual y la sexación se refiere al etiquetaje sexual. Se
exponen sus características, constituyentes y principios. Finalmente, en la tercera parte se
abordan algunas cuestiones teóricas y clínicas sobre transexuales.
Subyace un intento de poner orden a materiales científicos sobre la condición sexual (ser
hombre, ser mujer) que están dispersos, para lo cual se articula un universo semántico cohe-
rente y consistente constituido por términos específicos que sirven para hacer comprensiva
y comprensible la transexualidad y el sexo cerebral. Al final se ha incluido un glosario de
nuevos términos.
“La transexualidad es similar y está relacionada con las condiciones intersexuadas en que
la apariencia de los genitales no es congruente con el sexo cromosómico de la persona.
Como es obvio que se ha cometido un error identificando el sexo del niño al nacimiento, la
tarea de la medicina es rectificar esta situación como se rectifican otras discapacidades
congénitas”.
(Russell W Reid)3
* Centro de Atención a la pareja “Biko Arloak”, Erdikoetxo 1-C, entreplanta, 48014 Bilbao.
E-mail: biko1@correo.cop.es
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estúpida de que lo sexual excluye toda refe- clasificación sexual siempre para referirme a
rencia afectiva); reiteraciones como educa- la que podríamos considerar la sentencia
ción sexual: o sea, de los sexos para incidir sexual, el veredicto sexual o el nombramien-
–incluso obsesivamente– sobre el significa- to sexual. Insisto: eres (en realidad, te soy:
do del adjetivo sexual, que obviamente se digo que eres, te reconozco como) macho o
refiere a sexo (o sea, al asunto de que hay hembra; y soy (en realidad, me soy: digo
machos y hay hembras y que difieren preci- que soy, me reconozco como) macho o hem-
samente por razón de sexo); o la expresión bra. Estamos hablando de hechos de recono-
sexología científica para remarcar –de nuevo cimiento sexual.
reiterativamente– que la sexología es cientí- Aunque –a falta de otros mejores– use-
fica (pues al parecer opera la presunción de mos términos como categoría, etiqueta o
que pudiera haber una logía no científica); y clasificación no debe entenderse la sexación
así un largo etcétera con el que no quiero como un hecho cognitivo. Mejor aún, debe
aburrir. de entenderse en primer término como
hecho no-cognitivo. Si se prefiere, precogni-
PARTE SEGUNDA tivo o subcognitivo.
Así que resulta importante subrayar que
Dos conceptos centrales: la sexación no requiere cerebro corticaliza-
Sexación y sexuación do, ni reflexividad, ni cultura. Es cierto que
estas propiedades humanas juegan, o puede
Sexación: presentación primera jugar, algún papel sexante. Incluso, antise-
Aunque la expresión SEXACIÓN 5(1) es un xante. Pero la sexación es un hecho natural
neologismo mío, hay usos lingüísticos ante- y evolutivamente antiguo. Hasta el punto
riores de los cuales este término procede. En que se expresa en muchos insectos, peces y
concreto existe la profesión de “sexador de anfibios, en los reptiles, en las aves y,
pollos”. Por coherencia semántica sexador desde luego, en todos los mamíferos: desde
es quien sexa. El quehacer de este profesio- la más humilde rata hasta el más insigne
nal es clasificar a estas crías según su sexo, humano.
luego parece sensato que SEXAR (2) signifi- A modo de primera presentación mencio-
que clasificar por sexo. El resultado eviden- naré tres anécdotas curiosas sobre sexacio-
te de esta acción es que en virtud de ella nes no humanas.
queda determinada la vida, y la muerte de
estas aves. Mosquitas “embarazadas”
El término sexismo parece hacer referen- Bastantes de los recursos insecticidas
cia a los efectos nocivos de esta clasifica- actualmente disponibles recurren a una
ción sexual cuando ésta se produce en “habilidad” que algunos insectos tienen: la
humanos. Siendo que en esta especie la de discernir –discriminar– el sexo de los
sexación también determina sus vidas (sus sujetos de su propia especie mediante el
sueldos, sus obligaciones, etc.) tanto más, reconocimiento de determinados estímulos
cuanto más sexista sea la cultura en la que con significado sexual.
esto ocurra. Así pues los usos estaban, luego Así que en verano, sobre la cabecera de
el neologismo más que invento es captura. mi cama, un emisor de ultrasonidos hace
En cualquier caso con este término de sexa- creer a las mosquitas embarazadas –que son
ción me refiero a los hechos de clasifica- las más temibles– que hay un macho mos-
ción, de categorización y/o de etiquetación quito en la habitación. Este ultrasonido las
sexual. A propósito de ello uso conceptos disuade de entrar, ahorrándome molestas
como etiqueta sexual, categoría sexual o picaduras.
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El mecanismo opera sobre una evidencia La noticia que pretendía ser simpática,
constatada: los mosquitos se reconocen no me lo resultó en absoluto pues me hizo
sexualmente. Muchos insectos –son tantos, pensar que quizás algo había modificado los
que no me atrevo a afirmar si todos, la MECANISMOS ALOSEXANTES (4) de estas ranas.
mayoría o una buena porción de ellos– tie- Peor aún, ese “algo” podía tener alguna rela-
nen mecanismos emisores que propician que ción con los vertidos químicos que con fre-
el otro, un otro de su misma especie, les cuencia denuncian los grupos ecologistas y
reconozca sexualmente como macho insecto que efectivamente están modificando espu-
o como hembra insecto. Es precisamente a riamente los procesos de sexuación de anfi-
estos estímulos que propician la clasifica- bios, peces y aves. Así que la noticia más
ción sexual a los que he llamado INDICADO- que simpática, me pareció amenazante.
RES ALOSEXANTES (40). Es posible –yo lo creo– que la sexación
Los insectos parecen tener mecanismos también sea químicamente modificable
receptores y decodificadores que les sirven como de hecho lo es –esto ya lo sabemos
para reconocer sexualmente a ese otro emi- con certeza– la sexuación. Y es incluso pro-
sor de señales. Precisamente a este hecho de bable que las sustancias químicas que pro-
captación e “interpretación” de determina- duzcan estas alteraciones sean también hor-
dos estímulos con significado sexual para, a monas sexuales o afines químicos.
partir de ellos, construir una etiqueta sexual,
es a lo que he llamado ALOSEXACIÓN (8). Una La rata “gay no transexuada”
vez sexualmente clasificado se interactúa Esta tercera anécdota nos lleva a los
con este sujeto alosexado de un modo u otro laboratorios experimentales de investigación
en razón, precisamente, de esta etiqueta básica. Realizada en el laboratorio una inter-
sexual. En este caso la mosquita se va de la vención endocrina demasculinizante y femi-
habitación –o no entra en ella– porque ese es nizante a una rata macho en la primera
su modo concreto de interactuar con el semana postnatal se feminizarán todas las
supuesto macho que “supone” a resultas del estructuras que en ese tiempo concreto se
zumbido. estén sexuando.
Mediante esta manipulación experimen-
Ranas “pigmalión” tal se producirán pues TRANSEXUACIONES (5)
Esta segunda anécdota nos lleva al mundo fácilmente observables que afectan a los
anfibio. Sabemos que las ranas tienen meca- niveles genital, gonadal y somático; pero
nismos de reconocimiento sexual relacionados fundamentalmente se feminizarán todos los
con la forma y el color. Así que una piedra, o subniveles de la sexuación cerebral. Algunas
cualquier otro material con una forma y color de estas sexuaciones que afectan al cerebro
bien determinados, se convierte para una rana son objetivables en las propias estructuras
macho en un objeto deseable –desde luego cerebrales (tamaño del Núcleo Sexo-
copulable, a tenor de su conducta. Dimórfico y retroalimentación gonadotrópi-
Ahora bien, a principios de este año una ca), mientras que otras se deducen de la
noticia curiosa saltó a los teletipos: un fenó- observación de la conducta adulta de la rata.
meno extraño parecía ocurrir en bastantes Decimos que el comportamiento sexual y
estanques de Inglaterra fruto de lo cual ranas erótico de la rata es heterotípico (esto es, no
macho, cual Pigmalión, se “enamoraban” de típico de su sexo) porque pese a ser geno y
las estatuillas decorativas que rodean estos fenotípicamente macho se comporta global-
estanques. Por cierto estas estatuillas no tie- mente como rata hembra. Tiene un patrón
nen ni esa forma, ni ese color con significa- sexual de conducta G Í N I C O (38) porque
ción sexual. muestra conducta maternal, acción de bajo
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consumo energético, etc. Y tiene un patrón gónadas y genitales macho dejándose pene-
de conducta erótica también gínico porque trar. Para el investigador la rata penetrada es
muestra receptividad, lordosis y aceptación sin duda un macho. Y la convicción de
de monta. Muchos experimentadores, muy observar a un macho dejándose penetrar
torpemente, han etiquetado a estas ratas analmente le lleva a la conclusión precipita-
experimentalmente transexuadas como da de que es una rata gay.
“ratas homosexuales” tomando como evi- El OBJETO ALOSEXADO (6) –la rata en cues-
dencia de esta categoría su conducta obser- tión– es el mismo para ambos SUJETOS ALO-
vable de aceptación de la cópula. SEXADORES (7) –la rata penetradora y el expe-
Sin embargo, y esto es muy curioso, no rimentador – pero el resultante de la ALOSE-
ha recibido el mismo etiquetado la rata XACIÓN (8) difiere y se contradice. Y difiere
macho control –la no intervenida– que es, de porque los INDICADORES ALOSEXANTES (40)
hecho, un macho geno y fenotipo que está que uno y otro seleccionan no son los mis-
montando, penetrando y eyaculando en el mos. Porque los CRITERIOS ALOSEXANTES (9)
ano de otro macho. A tenor de su comporta- tampoco son los mismos. Fruto de lo cual
miento, una vez usado el mismo criterio eti- los INDUCTORES DE ALOSEXACION (11) tampo-
quetador, esta rata macho merecería cuanto co lo son. Al fin y al cabo aunque los dos
menos la etiqueta de “rata sodomita activa”. son machos (el uno rata y el otro experimen-
Es evidente que la conducta de la “rata tador) cada cual actúa como lo que es y está
sodomita pasiva” –la víctima del experi- a lo suyo.
mento– es uno más de los resultantes de la Faltaría preguntarse qué categoría sexual
intervención experimental transexuadora. se da a sí misma la rata experimental, luego
Pero, ¿por qué se conduce de este modo la cuál es su AUTOSEXACIÓN (10) y a quién de
otra si no ha recibido intervención ninguna y los dos le da la razón. No es posible com-
es –supuestamente– macho heterosexual?. probarlo, pero –permítaseme el animismo–
Hasta aquí el dilema. La solución, ahora creo que si la rata pudiera definirse a sí
que he dado con ella, me parece sencilla. La misma se tendría por hembra y no por
rata no intervenida –la sodomita activa, la macho. A lo sumo se autoetiquetaría como
que monta– es una rata macho heterosexual rata transexual, pero en ningún caso como
con un patrón sexual de conducta y un rata gay. Y deduzco esto, no tanto por su
patrón de conducta erótica homotípicos. comportamiento, o sus confesiones, sino por
Esto es, típicos de su sexo. Sólo le ocurre el conocimiento de los modos de operación
una cosa anómala producida precisamente de la sexuación mamífera. Lo común a las
por el experimento: clasifica a la otra como tres anécdotas es que hay unos sujetos de
hembra y lo hace así porque la rata interve- diferentes especies –mosquita, rana, rata y
nida se comporta como hembra, huele como humano– que alosexan. Todos ellos tienen
hembra (esto no está suficientemente verifi- capacidad de reconocer, de discriminar, el
cado, pero aseguro que emite feromonas sexo de los objetos alosexados, asignando
femeninas) y porque sus caracteres sexuales una etiqueta sexual. Luego en esta acción
secundarios están feminizados (su estructura sexante, uno es el sujeto sexante (el sexador)
musculo-esquelética es menor, la distancia y el otro el objeto sexado.
ano-genital también, etc.). O sea, porque sus En todos los ejemplos que he presentado
indicadores alosexantes son gínicos. Así que los sujetos alosexadores cometen errores, por-
la alosexa como hembra y se comporta con que en todos estos casos hay alguna interfe-
ella como si lo fuese. rencia en el normal proceso de sexación.
Pero lo que el investigador parece ver es La mosquita yerra porque hemos imitado
otra cosa: él ve una rata con cromosomas, un inductor de alosexación mosquito (zum-
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primero de estos sexos (el sexo como varia- esta vocación abolicionista. No es compren-
ble estímulo) se correspondería, creo que siva, sino combativa. Se me acusará de
bastante bien, con esto que estoy llamando exceso en esta crítica pero el antisexismo es,
sexación. explícitamente, etiqueta identitaria que en
Respecto al sexo como variable estímulo, generología se usa sin reparo. Y ese anti no
viene a constatar Fernández que existe una es apuesta científica, sino política; que
ingente producción científica que gira en además no es la mía.8
torno a los cómos, los qués y los paraqués Y en segundo lugar, un distanciamiento
de la interacción humana cuando ésta está de teórico. La diferenciación generológica entre
algún modo mediada por cómo se clasifica sexo como variable sujeto y sexo como
sexualmente a ese otro con el cual se inte- variable estímulo, luego la elección de los
ractúa. Son pues, fundamentalmente, estu- términos sujeto y estímulo (sin entrar ya en
dios que analizan las conductas –las ideacio- el mal usado y maltrecho sexo), sugiere algo
nes, las interpretaciones, las interacciones, que expresamente quiero evitar: la impre-
etc.– que están mediadas por la etiqueta sión de que la etiqueta de sexación no es
sexual que se asigna al otro/a. Cuestiones constitutiva del sujeto; o, alternativamente,
del tipo: yo me conduzco o interactúo con que los hechos de sexuación no son fuentes
esta persona así –y no de otro modo– en estimulares.
tanto que, previamente, la he clasificado con Sin embargo, como demostraremos más
una etiqueta sexual: la de mujer o la de hom- abajo, ningún hecho sexual más potente esti-
bre (incluso la de ambiguo) y no con otra, o mulador que los hechos de sexuación y
ninguna. ningún hecho más constitutivo de la condi-
De todas estas investigaciones generoló- ción de sujeto que la propia autocategoriza-
gicas se concluye algo que podríamos tomar ción sexual. Pues los hechos de sexuación
ya como evidente e indiscutible: que esta –todos y cada uno de ellos– no sólo son ele-
clasificación sexual de ese otro con el que mentos constitucionales que construyen al
interactúo condiciona –más aún, determina– sujeto; sino que son, a su vez, los estímulos
mi modo de interactuar con él. Por lo tanto, de más fuerte significado sexual que sirven
mi modo de conducirme, de expresarme, de precisamente para la etiquetación sexual. Y
idear, de interpretarle, etc. por otro lado, las etiquetas sexuales no sólo
Ahora bien, aunque subrayo esta relación son estímulos de interacción, sino que son
entre términos que me parece cierta, desde elementos constitucionales sin los cuales el
un principio quiero marcar dos diferencias sujeto no puede construirse. Así que me
–tres con la mencionada ocurrencia interes- parece que hay mucho estímulo en el sexo
pecies– entre este término sexológico de como variable sujeto y mucho sujeto en el
sexación y aquel generológico de sexo como sexo como variable estímulo. Suficiente
variable estímulo. como para desechar esa terminología.
En primer lugar, un distanciamiento polí-
tico. Pues por cuestiones, sobre todo, de ads- Sexología Sustantiva, sexo y sexación.
cripción política –esto es, de actitud comba- La Sexología Sustantiva es una corriente
tiva y vocación abolicionista–, desde la sexológica nacida en España y creada en el
generología no se ha pretendido la compren- contexto de la sexología europea del “sexo-
sión científica de la etiquetación sexual, que-se-es”. Esta corriente –de la que me
sino, antes al contrario, su exterminio cultu- siento orgulloso promotor y representante–
ral y político. Así que prácticamente toda la expresamente acoge el paradigma moderno
investigación sobre el denominado sexo de los sexos distanciándose, por inservible,
como variable estímulo está contaminada de del paradigma premoderno del locus genita-
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lis. Así pues la noción de sexo –insisto, sexo aquella conferencia constituyente11. En este
en tanto que condición de diferencia; luego trabajo ha propuesto el Mapa del Hecho
no sexo en tanto que acción placentera– es Sexual Humano en el cual ha expuesto cua-
fundamental. Esta corriente es, antes que tro –y no tres– registros del hecho sexual. A
todo y fundamentalmente, una logía del saber: sexuación, sexualidad, erótica y ama-
sexo: luego un discurso fuerte, teórico, com- toria. Luego sus novedades terminológicas y
prensivo, coherente y articulado sobre el conceptuales son dos: por un lado, la modi-
sexo. Dicho muy claro, para la Sexología ficación de sexo por sexuación; y por otro
Sustantiva sexo no es una “four letters lado, la ampliación (en realidad bipartición)
word” 9, sino un macroconcepto nuclear y de la antigua erótica, en las nuevas erótica y
constituyente: el objeto epistémico que da amatoria.
sentido a la propia disciplina. Me interesa aquí la modificación de
Tradicionalmente, en Sexología Sustan- aquel sexo original que era el primer registro
tiva se ha manejado como esquema ordena- del esbozo del 79, por la sexuación que es
dor el conocido como Triple Registro del ahora el primer registro de la teoría refor-
Hecho Sexual Humano cuyo original fue mulada del 2000. Siendo, lo cual no es asun-
presentado por Amezúa en conferencia leída to baladí, que es su propio creador quien lo
en 1979 en Vitoria-Gasteiz bajo el título “La ha modificado. Y todo esto porque conside-
sexología como ciencia: esbozo de un enfo- ro esta sustitución de sexuación por sexo –y
que coherente del hecho sexual humano”10. lo afirmo sin ambages– como un error termi-
Fue precisamente en aquella célebre ponen- nológico y conceptual de Amezúa.
cia donde se levantaron los cimientos de lo Pues como ya he afirmado públicamente
que luego será bautizado como Sexología “sexo y sexuación son términos, ambos
Sustantiva. necesarios, pero ambos diferentes pues
Estos fundamentos fueron, y son, básica- denominan hechos distintos. A mi juicio, el
mente: término sexo hace referencia a la condición
- Que la sexología es la ciencia del hecho de la diferencia; mientras que el término
sexual. Literalmente allí se dijo: “la sexo- sexuación hace referencia al proceso de la
logía es la ciencia que busca, investiga y diferenciación. Es evidente que la diferencia
desentraña, de una forma específica y con se hace a través de la diferenciación y que la
métodos propios, el sentido del hecho diferenciación construye la diferencia; pero,
sexual, es decir, del hecho ineludible de que aunque ambos hechos se hagan mutua refe-
somos sexuados, nos vivimos como sexua- rencia, no deben confundirse” 12. Luego no
dos y nos expresamos como sexuados”. son sinónimos, ni mucho menos son inter-
- Que este hecho sexual se articula a cambiables.
través de tres registros que son: el sexo (el A mi juicio el sexo (la diferencia) se cons-
modo de hacerse y ser sexuado), la sexuali- truye no sólo de sexuación (diferenciación),
dad (el modo de vivirse como sexuado) y la sino también de sexación (discriminación). Sé
erótica (la expresión del ser sexuado y –o creo saber– que Amezúa considera los
sexual). constituyentes de lo que yo llamo sexación
- Que son tres las funciones práxicas de como hechos que perfectamente se integran
la sexología: la investigativa, la educativa y en el concepto de sexuación. De lo cual esta
la asistencial. distinción mía no le parece cuestión funda-
- Que la sexología, o es científica, o no mental. Sin embargo, a mi juicio esta diferen-
es nada. ciación conceptual y terminológica es no sólo
Veintiún años después, Amezúa ha publi- necesaria sino asunto central. Pues, aunque es
cado una reformulación y puesta al día de evidente que la sexación es una sinécdoque de
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les 30 –estilos cognitivos 31 , mnémicas 32 , tación sexual, subyacen cuanto menos tres
lingüísticas, matemáticas, espaciales 33 –, hechos sexuales: una sexuación prenatal
motóricas –psicomotricidad gruesa y fina, organizadora (que sería precisamente esta
coordinación visomotora–, relacionadas con SODE); una sexuación puberal activadora,
la lateralización cerebral –diferente manejo cuya dinámica y fundamentos aún descono-
de funciones lateralizadas, intuición, domi- cemos; y una alosexación en el tiempo real
nancia hemisférica34–, etc. del deseo.
Con el propósito de ordenar todo este Según esto, si me siento atraído, deseo y
material integrándolo en una teoría coheren- me enamoro de una mujer concreta, esto
te de la Sexuación cerebral, en “Homos y ocurre porque en primer lugar me sexué
heteros” diferencié seis subniveles de sexua- –prenatalmente– como ginerasta, porque en
ción cerebral. A saber: Egosexuación, segundo lugar se me activaron –puberalmen-
Sexuación Objetal del Deseo Erótico te– los mecanismos del deseo y en tercer
(SODE), Sexuación del patrón de conducta lugar porque –en tiempo real del deseo– alo-
(SPC), Sexuación Subjetual del Deseo sexo a esa mujer como hembra (lo sea o no;
Erótico (SSDE), Sexuación del Eje H-H-G se diga a sí misma que lo es, o no).
(SEHHG) y Sexuación de las habilidades Ahora bien estas tres condiciones no
cognitivas y motóricas (SHCM). explican definitivamente por qué siento lo
De todas ellas, en aquel trabajo me inte- que siento ahora y por esta mujer concreta.
resó especialmente la Sexuación del Objeto Es evidente que esta explicación, sin abando-
del Deseo Erótico (SODE), que es neologis- nar el terreno de lo material, requiere que
mo que propuse para explicar el sustrato de sean mencionadas las feromonas, la fenileti-
sexuación prenatal que está por debajo del lamina (PEA) o el incremento hormonal de
hecho de que sentimos deseo, atracción y andrógenos: especialmente de dehidroepian-
nos enamoremos de gentes a las que previa- drosterona (DHEA). Y, ya en el terreno de lo
mente hemos alosexado con una u otra eti- funcional, requiere desde luego la mención
queta sexual. de otros muchos sucesos históricos –biográ-
Ya entonces no quise usar los términos ficos– que han ido marcándome como indivi-
que otros autores habían usado para esto duo (aprendizaje, socialización sexual –cáno-
mismo35, entre otras múltiples razones por- nes de belleza, expectativas sexuales, reglas
que entiendo que no puede establecerse una sexuales, etc.–, posibilidades eróticas, refuer-
relación causal, lineal y directa, entre esta zos, etc., etc.) y por supuesto los hechos de
sexuación y la orientación sexual adulta. interacción con esta persona concreta que se
Que es lectura en exceso simple que se ha resuelven “en gerundio”.
hecho de estos trabajos. Algo parecido a lo que acabo de explicar
En cualquier caso, supuse entonces, y entre orientación sexual y SODE ocurre con
mantengo ahora, que este hecho de sexuación el neologismo EGOSEXUACIÓN (28) y la iden-
cerebral sería una sexuación organizadora tidad sexual. Aunque más abajo explicaré
prenatal llevada a cabo por esteroides que esto con mayor detenimiento, me interesa
diferencia sexualmente al objeto del deseo destacar que la egosexuación es el primer
discriminando entre sujetos ANDRERASTAS (21) hecho –el primero no es el único– que irá
y sujetos GINERASTAS (20). Con posterioridad, determinando biográficamente la identidad
estos neologismos me abrieron nuevas posibi- sexual definitiva. Puesto que este hecho pri-
lidades semánticas (ginerastizarse, andrerasti- mero es indudablemente un hecho de sexua-
zarse, sexuación erástica, etc.) ción, lo bauticé con esta etiqueta y el recur-
Afirmé además en aquel trabajo que, por so al manido ego. Me parece que este térmi-
debajo de lo que se ha conocido como orien- no es del todo provisional, puesto que los
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los hombres y por otro las mujeres. Los Es cierto que la mayor parte de quienes
solapamientos son múltiples. tienen una regulación hormonal cíclica lle-
Estos solapamientos se explican perfec- vada a cabo mediante un mecanismo de
tamente por la no correspondencia entre dos feedback positivo son mujeres y quienes tie-
hechos sexuales que son diferentes: la nen una regulación hormonal tónica (en rea-
sexuación y la sexación; y por la contradic- lidad pulsátil) llevada a cabo mediante un
ción que luego explicaremos de los princi- mecanismo de feedback negativo son hom-
pios que guían cada uno de estos hechos bres. Pero, aunque no sabemos aún cuántos,
sexuales. también es cierto que hay hombres que res-
Por ejemplo, las diferencias en el tercer ponden positivamente al incremento de
núcleo intersticial del hipotálamo anterior estrógenos y mujeres que responden negati-
(INAH3) parecen diferenciar entre dos gru- vamente al incremento de andrógenos.
pos: andrerastas y ginerastas. Sean unos u Finalmente, con el sexo en el cerebro
otros, hombres o mujeres. Es cierto que la pasa exactamente lo mismo que con el resto
mayor parte de las andrerastas son mujeres. de los niveles del proceso de sexuación. Que
Y cierto también que la mayor parte de los es cierto que la mayor parte de los hombres
ginerastas son hombres. Pero es cierto tam- tienen cromosomas XY, pene, testículos,
bién que hay hombres andrerastas (entre un mayor pilosidad corporal y timbre de voz
5-15% de ellos lo son) y mujeres ginerastas más grave; pero también hay mujeres con
(entre un 2-4%). todos o con algunos de estos caracteres
Las diferencias en un núcleo límbico sexuales. Así mismo es cierto que la mayor
conocido como zona central del núcleo parte de las mujeres tienen cromosomas XX,
basal de la estría terminalis (su acrónimo en vulva, ovarios, menor pilosidad corporal36 y
inglés: BSTc) parecen diferenciar entre timbre de voz más agudo; pero también hay
autosexación masculina y autosexación hombres con todos o con algunos de estos
femenina, al margen de cuáles sean los geni- atributos sexuales.
tales de quienes así se sexan. Es cierto que a
la mayor parte de quienes tienen el doble de Son dos –y no tres–
neuronas en BSTc les tenemos por hombres las sexaciones posibles
(alosexación) y se tienen por hombres (auto- En “Homos y heteros” afirmaba errónea-
sexación); y a quienes tienen la mitad de mente que existen tres sexaciones: autosexa-
neuronas, las tenemos y se tienen por muje- ción, alosexación e INDUCCIÓN ALOSEXANTE
res. Pero hay unos mínimos porcentajes de (3). Lo cierto es que aquello que allí afirmé
error (desde luego menos de un 1%) que se es erróneo, pues bien pensado sólo son dos
corresponden precisamente con los que lla- los actos de sexación: la autosexación y la
mamos transexuales. Éstos parecen tener el alosexación.
rango de neuronas que corresponde con su La allí considerada tercera sexación37 no
autosexación, aunque no corresponda con es un hecho de sexación, sino un propiciador
cómo les etiquetamos sexualmente. de uno de estos hechos de sexación: la alo-
Con respecto a la conectividad interhe- sexación. Así que, aunque sea necesario
misférica, es cierto que quienes tienen un subrayar la importancia –especialmente en
cerebro más lateralizado son hombres y humanos– de que el sujeto alosexado no es
quienes tienen un cerebro menos lateraliza- sólo un objeto pasivo de la acción sexante
do son mujeres. Pero existen importantes sino un sujeto activo de la misma, lo cierto
porcentajes de hombres con cerebros menos es que la inducción alosexante no es una ter-
lateralizados y de mujeres con cerebros más cera forma de sexación. En cualquier caso, y
lateralizados. ya que la he mencionado, con esta expresión
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mos, como para en virtud de ella producir ción perinatal, que aquí llamaremos TRANSE-
unos u otros comportamientos de comunica- XACIÓN PERINATAL (33) y que es conocida en
ción e interacción con esos otros que previa- la literatura científica como sexo de reasig-
mente hemos clasificado. Incluso para prede- nación;, la ALOSEXACIÓN OLÍMPICA (34) y la
cir cómo esos otros –una vez clasificados– realosexación judicial que aquí llamaremos
pueden interpretar nuestros propios mensajes. TRANSEXACIÓN LEGAL (35).
Y esto porque esta alosexación condiciona Como puede apreciarse, se trata de dos
los modos y maneras en que interactuamos alosexaciones y dos realosexaciones. Las
con esos otros, y los modos y maneras con realosexaciones son en realidad TRANSEXA -
que interpretamos a esos otros y los modos y CIONES (36), pues se realizan a un ser sexua-
maneras con los que nos comunicamos con do que ha sido ya previamente sexado. Y
esos otros. sirven en principio para la modificación de
Y es que toda interacción entre sujetos esta etiqueta sexual previa. En ellas uno o
sexuados es una interacción sexual. Sea –o varios alosexadores autorizados resuelven
no– una interacción erótica, sea entre seres que hubo error de sexación y que procede la
del mismo –o diferente– sexo, y sea entre transexación formal.
sujetos de una, u otra, especie38. Cada una de estas alosexaciones tiene su
dinámica propia: sus propios criterios sexan-
Tipos de alosexaciones en humanos tes, sus propios momentos de sexación y sus
Diferencio entre ALOSEXACIONES INFORMA- propios agentes alosexantes (todos ellos alo-
LES (30) y ALOSEXACIONES FORMALES (31). Las sexadores profesionales).
primeras se realizan permanentemente, en La neonatal es una alosexación formal
cada instante de interacción con los demás. universal. Como es público y notorio, su cri-
Las segundas son actos solemnes en los cua- terio alosexante es el genital que se expresa
les se realiza una etiquetación sexual que se mediante la observación macroscópica de la
pretende especialmente más definitiva y más forma de los genitales externos. Y esto por-
definitoria. que el inductor de alosexación (el indicador
Las primeras son una acto personal que alosexante de máxima jerarquía) es el geni-
sirve a las necesidades del individuo y pue- tal externo. Como es lógico, los genitales
den tomar como indicadores alosexantes tienen una especial importancia en un
estímulos que no son hechos de sexuación, mundo en el cual el paradigma premoderno
aunque hayan adquirido por unas u otras del locus genitalis sigue vigente. Sin embar-
razones un significado sexual en cualquier go no se usa este mismo criterio para el resto
caso arbitrario. Las segundas son actos cul- de las alosexaciones formales.
turales reglados que actúan como mecanis- Por ejemplo, el inductor de alosexación
mos garantistas y que sirven a las necesida- en la transexación perinatal no es único,
des de regulación sexual de las sociedades. sino múltiple. Quizás por esto sea ésta la
Se llevan a cabo por profesionales habilita- única alosexación formal que es necesaria-
dos y usan como indicadores de alosexación, mente colegiada e interdisciplinar. Además
hechos de sexuación. de los genitales –que, por definición, son
poco definidores por difíciles de alosexar39–,
Alosexaciones formales se estiman los siguientes indicadores de alo-
En nuestra cultura son fundamentalmente sexación: patrón cromatínico, presencia y
cuatro las alosexaciones formales: la ALOSE- actividad gonadal y sesgo gínico40. El crite-
XACIÓN NEONATAL (32) que es conocida como rio de alosexación es –debería de ser– el
sexo de asignación, y cuya consecuencia ajuste con la identidad sexual futura; por
más notoria es el sexo legal; la realosexa- ello se pretende, a la luz de los indicadores,
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de los cuales corresponden a hechos de ellos operan sobre todo presunciones y apa-
sexuación. Sin embargo, operan fundamen- riencias.
talmente con indicios que hacen relación a la Los caracteres sexuales secundarios (tim-
apariencia del proceso de sexuación en el bre de voz, pilosidad epidérmica, distribu-
objeto alosexado. Son indicios o suposicio- ción de grasas, estructura musculo-esqueléti-
nes sobre la naturaleza de caracteres sexua- ca, patrón de conducta, etc.) si bien tienen
les primarios y secundarios. Ahora bien, la bastante más notoriedad pública a la mirada
alosexación informal opera, sobre todo, ajena, en la actualidad pueden modificarse,
mediante los caracteres sexuales terciarios. omitirse o subrayarse con bastante facilidad
Como es notorio, en nuestra cultura nin- mediante infinidad de procedimientos técni-
guno solo de los caracteres sexuales prima- cos y argucias estéticas, etc. Luego, depen-
rios es visible. Las razones de esta invisibili- den más del manejo de la inducción alose-
dad difieren: bien por su naturaleza, bien por xante que haga el objeto alosexado que de
su ubicación, bien porque no se presentan al las selecciones estimulares del sujeto alose-
espacio público (se ocultan). xador.
El patrón cromosómico puede –y suele– Finalmente los caracteres sexuales tercia-
ser desconocido incluso por el propio sujeto rios son en nuestra cultura crecientemente
poseedor de tal carácter sexual. Los genita- ambiguos o unisex (ropa, corte de pelo,
les tanto masculinos como femeninos y las accesorios, etc.). Con esto ocurre un fenó-
gónadas masculinas suelen permanecer habi- meno curioso: al dificultarse el proceso de
tualmente ocultos a la mirada del otro. Las alosexación gracias a la conjunción de lo
gónadas femeninas no son accesibles por su anteriormente descrito, se incrementa: por
propia ubicación. Finalmente la egosexua- un lado, el fenómeno de la presunción; y,
ción (que a mi juicio es el más primario de por otro, la importancia de los pre-esquemas
los caracteres sexuales primarios) es tan sexuales. O sea, paradójicamente, evitando
inaccesible que aún no es siquiera científica- tópicos sexuales se incrementan los tópicos
mente conocida. Luego respecto a todos sexuales.
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En estos momentos resulta más definido- la una usa el criterio alosexador olímpico y
ra y definitiva la presentación sexual que el la otra el criterio alosexador neonatal uni-
propio objeto alosexado hace a través del versal. Y en cualquier caso, la una usa el
manejo de los indicadores alosexantes de mismo criterio que después se usará cuando
cualquier otro estímulo con significación se produzca la alosexación formal neonatal,
sexual. Esto es, cada vez más, la etiqueta de mientras que la otra usa uno diferente.
alosexación de este sujeto en concreto coin- Esto plantea una cuestión interesante:
cide más con la inducción alosexante que él ¿qué ocurre en los casos –no demasiados,
hace. Como ya he dicho, esta inducción alo- pero crecientes– en los cuales habiéndose
sexante se realiza fundamentalmente realizado ambas pruebas neonatales las alo-
mediante la presentación activa o pasiva de sexaciones difieren? La respuesta es que, en
indicadores alosexantes y mediante el mane- principio, prevalece el criterio genital. Pero
jo de aquellos signos que tengan mayor sig- esta respuesta podría ser contradicha si se
nificación sexual en su cultura. Este fenóme- realizase transexación perinatal formal.
no es importante porque, aunque no seamos
demasiado conscientes de ello, cada vez más Hipertrofia de sexo legal
alosexamos como los sujetos alosexables Aunque nuestras interacciones ordinarias
quieren ser alosexados. Esto es, en razón de estén filtradas en razón de nuestras alosexa-
inducciones alosexantes más que en razón ciones informales, lo cierto es que las alose-
de criterios alosexantes. Y en ello hay un xaciones formales tienen importancia capital
cambio de paradigma cultural sexante de en nuestro estar en el mundo. Resultando
primera magnitud imperceptible pero perti- que estas últimas determinan definitivamen-
naz. te nuestro lugar en la sociedad.
La etiqueta sexual resultante de la alose-
Alosexaciones prenatales mixtas xación neonatal se convierte birlibirloque en
El desarrollo técnico-médico ha traído lo que conocemos como sexo legal. Este
consigo, al menos en lo que llamamos pri- sexo legal determina muy explícitamente si
mer mundo, un tipo de alosexaciones mixtas hacemos o no el servicio militar, los servi-
que, sin ser del todo formales, no son desde cios o vestuarios públicos en los que pode-
luego informales: están a medio camino mos –o no– entrar, o las residencias, cole-
entre ambas. Me refiero a las alosexaciones gios y/o cárceles en los que nos alojarán, o
prenatales; fundamentalmente: ecografía el nombre de pila –nombre con significación
prenatal y amniocentesis41. Estas alosexacio- sexual– con el cual seremos registrados y
nes prenatales aunque no son un acto solem- que nos identificará por vida, etc, etc.. Y
ne con transcendencia formal, sí comparten más implícitamente este sexo legal determi-
con las alosexaciones formales que el alose- nará la cuantía de nuestros salarios, nuestras
xador es un profesional especialista habilita- posibilidades laborales, nuestras obligacio-
do. nes familiares, los modelos de prescripción
Las dos técnicas tienen, –o pueden cultural en los que proyectarnos, las expec-
tener–, un propósito alosexador explícito o tativas de guión de vida que se tejerán res-
implícito. Comparten entre sí algunas carac- pecto a nosotros, ...
terísticas de alosexación, aunque difieren en Más aún, este sexo legal nos acompañará
otras. En la amniocentesis el criterio de alo- y definirá en cada acto cotidiano de vida.
sexación es el vigesimotercer par cromosó- Tenga, o no, este acto un significado sexual.
mico mientras que en la ecografía monitori- Por ejemplo, el sexo legal queda registrado
zada el criterio alosexante es la presencia en el DNI y, a través de este documento, el
macroscópica de los genitales. Curiosamente sexo aparece cada vez que se paga con dine-
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mucho de lo uno y muy poco de lo otro; sexuales; luego no se puede no sexar (todos
pero no se puede ser todo de lo uno y nada nos autosexamos y alosexamos a otros).
de lo otro. - Tercer corolario: si apareciere dificul-
tad de etiquetación se procede al método de
Tercer principio: proceso. “La sexuación reducción (o a la sinécdoque en bucle, que
es un proceso constituido por múltiples es lo mismo), tantas veces como sea necesa-
niveles que son diacrónicamente secuencia- rio. Así hasta obtenerse la etiqueta sexual.
les y sincrónicamente interactivos”.
- Primer corolario: la sexuación siempre Tercer principio: finalidad. “La sexación
está inconclusa. Sólo un acontecimiento la se expresa a través de una etiqueta sexual
detiene: la muerte. Todavía pueden produ- que se pretende definitoria, definitiva y
cirse acciones andrizantes y/o ginizantes finalística”.44
–fisiológicas, accidentales o incidentales– en - Primer corolario: establecida la etique-
cualquier momento del ciclo vital. ta, el sujeto queda definido por la etiqueta
- Segundo corolario: los sucesos de asignada; luego no por sus caracteres sexua-
sexuación ocurren en un orden evolutivo que les (o cualquiera de sus hechos de sexua-
es irreversible.43 ción).
- Tercer corolario: cada hecho de sexua- - Segundo corolario: por su condición de
ción determina los siguientes y es determi- definitiva, la etiqueta es fenomenalmente
nado por los anteriores. inercial, luego presenta enorme resistencia
- Cuarto corolario: los resultantes de los al cambio.
diferentes niveles de la sexuación inte- - Tercer corolario: todas las interacciones
ractúan entre sí en el sujeto sexuado. entre sujetos quedan marcadas por esta eti-
quetación sexual. Ninguna interacción ocu-
Los cinco Principios de la sexación rre –ni puede ocurrir– al margen de esta eti-
Primer principio: presexuación. “Toda queta sexual.
sexación requiere de previa sexuación.”
- Primer corolario: la sexuación es requi- Cuarto principio: dimorfismo. “La sexa-
sito indispensable de la sexación. ción es dimórfica”.
- Segundo corolario: la sexación es uno - Primer corolario: las etiquetas sexuales
más de los resultantes de la sexuación. son dos y sólo dos: macho y hembra.
- Tercer corolario: la autosexación - Segundo corolario: no hay terceras eti-
requiere de egosexuación y la alosexación quetas de sexación. Luego las otras etiquetas
requiere de caracteres sexuales. que suelen usarse –ambiguo, intersexual,
- Cuarto corolario: aunque sin sexuación, andrógino, persona, etc.– no son etiquetas
no hay sexación; sin sexación, no hay sexo. sexuales. O bien son etiquetas no-sexuales.
Expresan dificultad del acto de la sexación; o
Segundo principio: universalidad. “Todo tambien, negación ideologizada de la misma.
ser sexuado es sexable y, efectivamente,
sexado. Todo ser sexuado es sexante y, efec- Quinto principio: disyuntividad. “La
tivamente, sexador”. sexación es disyuntiva”
- Primer corolario: todos somos objetos - Primer corolario: las etiquetas sexuales
sexados; nadie puede no tener etiqueta son disyuntivas, luego mutuamente exclu-
sexual; luego no se puede no estar sexado yentes.
(todos estamos autosexados y alosexados). - Segundo corolario: los indicadores
- Segundo corolario: todos somos sujetos sexantes pueden operar en negativo o en
sexantes; nadie puede no poner etiquetas positivo. Se sexa también por exclusión.
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SEXO
Sexuación Sexación
SEXO SEXUALIDAD
SEXUACIÓN SEXACIÓN
sexual, cada vez más se ordena la identidad yectoria vital. Pues mi identidad no sólo se
sexual como un hecho más de sexuación. Y construye en lo que mis ojos ven, sino en
no lo es. cómo me veo a través de los ojos de los
En términos teóricos la identidad sexual demás. Pero la identidad sexual se construye
es sexualidad (luego segundo registro del también en el diálogo con las regulaciones
Hecho de los Sexos) y no sexo (primer sociales culturales, con los modelos sexuales
registro). Los sexólogos sabemos que la culturales, con las expectativas sexuales, con
identidad sexual es la percha de la cual cuel- los usos y costumbres sexuales, con la pro-
ga prácticamente toda la sexualidad humana pia biografía erótica, con el discurso sobre
(la feminidad, la masculinidad) o, si se pre- uno mismo, con la conciencia de sí, con la
fiere, el cimiento sobre la cual ésta se cons- reflexividad, etc.
truye. En tanto que sexualidad es, sobre Quiero subrayar esta idea de diálogo
todo, vivencia; esto es, experiencia subjeti- entre sexaciones. En primer lugar, como ya
va, construcción biográfica. hemos dicho, todos los sujetos alosexan y
Aunque requiera de previas egosexuación manejan unos criterios sexantes para tales
y autosexación, la identidad sexual sobrepasa etiquetaciones sexuales de los otros. Ahora
tanto teórica como vivencialmente aquellas bien, ¿qué pasa cuando los criterios de alo-
categorías. La identidad sexual es también un sexación que uso para los otros no me sirven
resultante biográfico de conciencia –razona- para alosexarme a mí mismo porque con-
blemente temprano, pues, aunque vicariamen- trarían mi propia autosexación? Más aún,
te, comienza a formarse en el segundo año de ¿qué pasa cuando las etiquetas resultantes de
vida extrauterina. Ahora bien, en este acto de las alosexaciones que los demás hacen de
conciencia que se expresa como una convic- mí, coincidiendo todas entre sí, son contra-
ción profunda e inalterable concurren aspec- rias a la que me doy para mí mismo? Todo
tos bios, psicos y socios. esto les ocurre a los transexuales. Por eso la
Pero el concepto de identidad sexual no construcción biográfica de su identidad
sólo dice de la etiqueta sexual y de la con- sexual se ve dificultada, pues no tiene el
ciencia de ser hombre o mujer, sino del soporte cognitivo necesario para lograr esta
peculiar e intransferible modo de ser –de convicción profunda e inalterable que les es
sentirse y de vivirse como– el hombre o la –como a todos– del todo necesaria.
mujer concretos que cada quien es.
Luego entonces es bastante probable que Transexuaciones
la identidad sexual la vayamos construyendo He dejado para el final de esta segunda
biográficamente en el diálogo entre la ego- parte el concepto TRANSEXUACIÓN (5) que en
sexuación, la autosexación, las alosexacio- rigor debería haber sido explicado dentro del
nes –formales e informales– que los otros apartado dedicado a la sexuación, pues la
hacen de mí y los propios mecanismos transexuación no es sino una particularidad
inductores de estas alosexaciones de mí que posible del proceso de sexuación. De hecho,
vamos articulando a lo largo de nuestra tra- la transexuación es una forma concreta de
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gustarse más a sí misma y mejorar su auto- guaje popular les ha bautizado con el gráfico
estima”. Aunque un sólido discurso feminis- término “huevodoce”, que hace referencia a
ta la ha ayudado a separar los conceptos de que son chicos que empezaron a serlo tras su
feminidad, maternidad y corporeidad, a pubertad, después de una docena de años de
menudo se duele de su suerte. Se trata de estar en el mundo como chicas.
una transexuación genital interna. El suceso En la actualidad toda la comunidad
transexuante ocurrió en la formación de científica acuerda que hay que hacer un
estos genitales internos. esfuerzo científico –hoy es posible pues su
En estos dos ejemplos no hubo error nin- patrón genético es ándrico y siendo la afec-
guno en la alosexación formal neonatal. ción genética se encuentran antecedentes
Ambas fueron sexadas como niñas, educadas familiares– para mejorar los sistemas de
como tales y así se sintieron siempre. Pero detección de esta peculiaridad. Esto es,
en los dos ejemplos siguientes sí se produce corregir los mecanismos de alosexación neo-
tal fatal e indeseable error. natal, para alosexarlos como chicos desde el
principio. Y para que reciban, si procede,
Tercer ejemplo: el “huevodoce” tratamiento hormonal, quirúrgico y sexoló-
Si otro suceso transexuante ocurriese con gico temprano. Pero, sobre todo, para que
el mismo supuesto de origen aún más tarde, toda la carga cultural alosexante no actúe
tendríamos también otra niña XY, con testí- lesivamente dificultando la construcción de
culos sin descender, próstata y vesículas su identidad sexual.
seminales, con una cierta hipertrofia clitóri-
ca pero con vulva perfectamente femenina. Cuarto ejemplo: transexual femenino
Recién nacida también se la alosexó Un último ejemplo con los mismos ele-
como hembra, aunque nació con testículos mentos de partida, pero con una transexua-
funcionales no descendidos que nadie ción prenatal aún más tardía. Se trata de una
detectó. Conociendo su relato de vida descu- niña 46 XY con testículos perfectamente
briríamos que después de una infancia de funcionales y en la ubicación correcta y con
marimacho, a partir de la pubertad se mani- genitales (tanto internos como externos) per-
festaron en sentido ándrico los caracteres fectamente ándricos. Lógicamente con estos
sexuales secundarios y se reafirmó en su caracteres sexuales se le alosexó neonatal-
condición masculina, en sus comportamien- mente como niño. Quiero detenerme un
tos ándricos y en su deseo ginerasta. poco en su historia.
En este caso, sí se cometió un error fatal Ya en los primeros años de su vida dio
en la alosexación neonatal. No era niña: era notorias muestras de juego infantil femeni-
niño. Y, por cierto le hubiese ido mejor, sin no. Sus padres, preocupados, lo llevaron al
el lastre de este error. psicólogo y al pediatra. Uno y otro, tras
Se trata, en este caso, de una afección recordarles el sufrimiento que la crueldad
genética que impide la fabricación de dehi- del resto de los niños iba a reportarle, sugi-
drotestosterona (DHT) que es el andrógeno rieron que fuesen firmes en la sanción de
hormonal de acción fuerte encargado de tanta feminidad y en la promoción de habili-
andrizar los genitales externos. En rigor, en dades más varoniles. El padre hizo durante
este caso no se trata de una transexuación años una cuestión de honor de este consejo.
(no hay cambio de agujas definitivo), pues Hasta que abatido, culpabilizado e iracundo
todo el recorrido –salvo la estación genital abdicó (de ésta y del resto de sus responsa-
externa– se ha realizado típicamente por la bilidades parentales).
vía ándrica. En Centroamérica, que es El día de su comunión –su madre lo
donde más se han dado estos casos, el len- recuerda aún horrorizada– consiguió que su
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mejor amiga le prestase aquel vestido blanco sexuante. Como la inmediatamente anterior,
y que lo fotografiase vestido de esa guisa con es una historia de alguien mal alosexado.
su cámara recién estrenada. Fueron sorpren- Salvo que en aquel caso hay acuerdo cientí-
didos los dos in fraganti (la una semidesnuda fico sobre el error en la alosexación. Y en
y el otro con el vestido de comunión de chica este caso, el del transexual, ningún acuerdo.
puesto). El suceso corrió de boca en boca por Pues la comunidad científica mayoritaria-
todo el pueblo con toda suerte de interpreta- mente no reconoce, en los casos de transe-
ciones. Gracias a la intercesión del cura- xualidad, el error fatal de alosexación neo-
párroco entró en el seminario en régimen de natal47. Y este asunto, el reconocimiento del
internado rodeado de chicos. La experiencia error, es relevante tanto desde el punto de
–cuenta ella ahora– en aquel santo y lúgubre vista teórico como profesional y de investi-
lugar “fue horrible, incluidos los abusos”. gación, como también desde la perspectiva
Aunque, paradojas de la vida, fue también política y social. Y, por supuesto, desde la
allí donde conoció por vez primera el amor y perspectiva biográfica de cada una de estas
donde recibió sus primeras “caricias con ter- personas mal alosexadas.
nura”. Resumen de su vida académica: “las Si logramos reducir esta tasa de fracasos
notas, un desastre”, “de castigo en castigo alosexantes las historias –sus historias–
hasta la expulsión definitiva”. Abandonados serán otras. Desde luego mejores.
los estudios durante mucho tiempo aborreció
los libros.
A los 16 años empezó a drogarse. A los PARTE TERCERA
19 años se escapó de casa después de una
“fenomenal bronca con el viejo” y empezó a Transexuales
prostituirse; al principio “de vez en cuando”,
y luego “con dedicación exclusiva”. Nunca Presentación
permitió que nadie, “por mucho que me Con todo lo dicho hasta ahora, podemos
pagase o por mucho que dijese quererme”, le afirmar que los transexuales son uno más de
rozase siquiera el pene. Con el tiempo los múltiples hechos de diversidad sexual;
aprendió incluso a que algunos clientes de que son una más de las múltiples formas de
“los que muy machos” siquiera lo supieran. la ginandria humana; y que son además suje-
“Siempre supe que era chica. Aprendí a no tos que sufren por la severa e inquebrantable
poder decirlo, pero lo sentía”. A los 22 tensión entre sus mecanismos autosexantes y
empezó con androcur y neoginona, primero los mecanismos alosexantes del resto del
por su cuenta; aunque después de algunos mundo (incluidos los suyos propios)
años sin control, acabó visitando al endocri- En otro orden de cosas, son un fenome-
no. “No sé quien estaba más cortado si él o nal contra-ejemplo del dimorfismo sexual y
yo, el caso es que nos entendimos”. “Para de nuestro rígido sistema de diferenciación
entonces ya tenía suficiente dinero y me fui entre hombres y mujeres.
a Madrid a hacerme las tetas. Después vino Los problemas con ellos relacionados
“lo de abajo” (sic) y ahora estoy con un –tanto sus problemas con el mundo, como
abogado para cambiarme el nombre y que los problemas del mundo con ellos– no deri-
me quiten la V del carné”. “Tiene gracia van de lo primero –la diversidad, la ginan-
que me va a resultar más difícil cambiar dria o su identidad–, sino de lo segundo: la
unas letras en unos papeles que cambiarme dificultad de integrarlos en un mundo de
el cuerpo entero”. dos –y sólo dos– sexos. Su misma existen-
En realidad al igual que las otras tres, es cia es una fenomenal cuña que se introduce
una historia en la que ocurre un suceso tran- en esta herida sangrante (herida científica,
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Ahora bien, el propio término que usa- A partir del éxito del término de Benjamin,
mos para definirles y las peculiaridades de se han establecido categorías o tipos dentro de
su construcción (sobre todo el recurso a la los transexuales. Así, por ejemplo, en lo pri-
partícula trans) refuerza este significado que meros setenta Money y Gaskin, retomando
da la RAEL. Además, el prejuicio garantista términos de Hirschfeld diferenciaron entre
(luego la advertencia de que han cambiado travestismo homosexual y travestismo no
su naturaleza sexual) lo refuerza. homosexual. Posteriormente, era 1974, Person
La mención al sexo preferido de la defi- y Ovesey diferenciaron entre transexuales
nición del CIE-10 es sencillamente frívola. primarios y transexuales secundarios.
Ni en los transexuales, ni en nadie el sexo se Curiosamente definieron al transexaul pri-
prefiere (ni se elige), pues el sexo es una mario como alguien que es funcionalmente
variable natural e impuesta. Además no asexual y que progresa con resolución hacia
tendría el menor sentido todo lo que estamos cirugía sin desviaciones significativas hacia
diciendo y haciendo, si su fin fuese dar la homosexualidad ni la heterosexualidad y
curso a una preferencia. O sea: cumplir un sin afeminamiento infantil. Y definieron al
capricho. transexual secundario como alguien homo-
Resulta curioso que todas las definicio- sexual y afeminado desde la infancia.
nes omiten cualquier referencia a la identi- Además entre los transexaules secundarios
dad sexual. Que todas omiten cualquier refe- distinguieron entre: transexual homosexual
rencia a que se les ha asignado un sexo que y transexual travestista. Posteriormente
no coincide con el que ellos se autoasignan. tanto Stoller por un lado, como Levine y
Quizás porque los propios definidores, coin- Lothstein, por otro, retomaron esta diferen-
cidiendo también en esta asignación sexual ciación entre transexuales primarios y tran-
consensuada, concluyen que ni siquiera es sexuales secundarios, pero –lógicamente y
una asignación. en coherencia con los usos habituales de
tales adjetivos– dándoles la vuelta. Esto es,
Términos asociados48 considerando primarios a los secundarios de
El actual término transexual fue creado a Person y Ovesey: a los que sí habían mostra-
principios de los sesenta –su obra “The do sus características de identidad en las eta-
transsexual phenomenom” se publicó en el pas infantil, puberal y adolescente; y consi-
66– por el endocrinólogo norteamericano derando secundarios a los que no habían
Harry Benjamin, pero el esfuerzo de buscar mostrado tales características.
términos para definir y comprender la tran- Nótese que en casi todas estas definicio-
sexualidad es viejo. nes de tipos hay –explícito o implícito– un
Ya Rohleder en 1901 acuñó el término sesgo sexual: se habla fundamentalmente de
automonosexualismo. Lo sexólogos de prin- transexuales con caracteres sexuales mascu-
cipios de siglo –entre ellos, Marañón– se linos e identidad sexual femenina. Los lla-
manejaron con el término intersexualidad o mados male-to-female transsexual (MtFT).
estado intersexual y Hirschfeld en su obra Luego omitiendo a los female-to-male trans-
“Die transvestiten”, de 1912, acuñó el térmi- sexuals (FtMT)49.
no travestido que entonces hacía también Ha sido finalmente Blanchard quien ha
referencia a los hoy transexuales (pues en diferenciado entre transexualidad androfílica
tiempos de Hirschfeld ninguno deseaba hor- y transexualidad ginecofílica, usando los que
monoterapia, ni cirugía de reasignación a mí me parecen más afortunados términos
genital), aunque luego este término ha de cuantos he mencionado. Pues expresan
adquirido otros significados y ha quedado explícitamente la condición sexual a través
relegado a otras minorías eróticas. de las partículas griegas gineco y andro.
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Aunque se le añada la partícula griega filia Así por ejemplo: quien firma este artículo
insistiendo sobre la idea del deseo sexual50 es egoándrico y su madre es egogínica. El
(querer ser) más que en la identidad sexual transexual llamado FtMT también es egoán-
(sentirse). drico, tanto como yo. Y la transexual MtFT es
Considero, continuando la propuesta de egogínica, tanto como mi madre. Finalmente,
Blanchard, que los transexuales deben ser y de esto estoy completamente seguro, los
clasificados en gínicos y ándricos. Ahora hechos de sexuación que hacen de unos y de
bien, yo sugiero las etiquetas EGOGÍNICOS y los otros lo que somos (egogínicas o egoándri-
EGOÁNDRICOS . La razones de este cambio cos), son exactamente los mismos. Al margen
son múltiples: por un lado abandono la recu- de nuestros genitales, que al respecto de esto
rrente –y a mi juicio desacertada– mención aportan bien poco.
al deseo (filia). Pues la particularidad de
estas personas no está en lo que desean ser, Prevalencia
sino en lo que sí son. Considero desacertado Hablamos de un colectivo muy pequeño.
cualquier término que se centre en las caren- Según el psiquiatra inglés Russell W. Reid, en
cias –lo que les falta– y no en sus particula- Inglaterra uno de cada 15.000 adultos es tran-
ridades –lo que sí tienen. Además, detrás de sexual (esto significa un 0,0067% de la pobla-
este cambio de terminología subyace una ción)51. En Escocia se estima que 8,18 de cada
apuesta teórica radical: la aceptación de la 100.000 adultos (0,0082 %), con una ratio
identidad sexual (y por debajo de ella, la cuatro veces superior a favor de los egogíni-
autosexación) como criterio alosexante defi- cos52. En Alemania entre 2,1-2,4 por 100.000
nitivo: como el inductor alosexante de máxi- personas adultas alemanas son transexuales
ma jerarquía. Y por si fuese poco, porque (0,0024 %) y la relación es: 2,3:1 a favor de
considero que estas etiquetas resuelven bas- los egogínicos53. En Holanda, uno de cada
tante bien la búsqueda de términos sexológi- 18.000 varones (0,0055 %) es transexual54 y
cos específicos que, cumpliendo las cuatro la ratio es 3:1 a favor, de nuevo, de los egogí-
condiciones terminológicas que expuse al nicos55. Zucker, KJ., Bradley, SJ. y Sanikhani,
principio, sirvan, además, tanto para transe- M. (1997) afirman que la relación sexual es de
xuales como para no-transexuales. Tanto 6,6 a favor de los egogínicos. Con estos datos
para los nómadas como para los sedentarios en España serían un total de entre 1500 y
de la sexación. 3000 los transexuales. Y un máximo de 200
Entonces el término egoginia hace refe- transexuales en el País Vasco.
rencia a la condición de sentirse en femenino, Lo común a todos estos datos es que hay,
de sentirse mujer. Y una vez adjetivado, significativamente más transexuales egogí-
serían personas –hombres o mujeres– egogíni- nicos que transexuales egoándricos. Lo cual
cas quienes tendrían identidad femenina o refuerza que la sexuación por omisión es
autosexación gínica. Tengan unos u otros siempre gínica.
genitales, gónadas o cromosomas y sean –o Se estima que la demanda de cirugía geni-
no– transexuales. Complementariamente, el tal es una por cada 1,7 por millón de habitan-
término egoandria haría referencia a la condi- tes y año56. Así que si todas las intervencio-
ción de sentirse en masculino, de sentirse nes quirúrgicas fuesen realizadas en la sani-
hombre. Luego, una vez adjetivado, serían dad pública ésta tendría que asumir unas 22
personas –insisto: hombres o mujeres– intervenciones de reasignación genital por
egoándricas las que tendrían identidad mas- año en toda España. La sanidad vasca tendría
culina o autosexación ándrica. Tengan unos que asumir 3 ó 4 al año.
u otros genitales, gónadas o cromosomas y En estos momentos –excepto por el
sean –o no– transexuales. efecto cuello de botella– casi habría más
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cirujanos en la red pública dispuestos a rea- gorías diagnósticas diferenciales sin que por
lizar estas intervenciones, que transexuales ello el transexual deje de serlo.
necesitándola. Sin embargo la posibilidad Al margen de estas u otras etiquetas
de financiación pública de estas interven- diagnósticas garantistas relacionadas con las
ciones sigue produciendo escándalo públi- lógicas y necesarias reservas ante intervencio-
co, insensibilidad política y resistencias nes hormonales y quirúrgicas que son agresi-
sanitarias. vas, desde la perspectiva del profesional de la
El Servicio Andaluz de Salud, como sexología las dos claves diagnósticas definiti-
corresponde a una institución sanitaria vas son: de un lado la fuerte y persistente
pública, ha asumido y financiado esta res- identificación con el sexo opuesto a los carac-
ponsabilidad que es sanitaria y que es públi- teres sexuales (esto es: una identidad sexual
ca. Son los primeros en España en hacerlo, firme y bien construida, pese a los innumera-
lo cual les honra. Confío en que no sean los bles obstáculos biográficos) y la persistente
últimos. Y confío además en que Osakidetza disconformidad con los indicadores –sobre
asuma con prontitud esta empresa. todo los más notorios– del sexo asignado.
En último término, entiendo que el sexó-
Sobre tratamiento logo/a debe de tener la convicción íntima e
inequívoca de que uno está ante un hombre
Diagnóstico o una mujer (al margen de cuáles sean sus
Inevitablemente la categoría de transe- genitales o su DNI).
xual está, y seguirá estándo, muy medicali-
zada. La garantía de esta medicalización Tratamiento completo
reside en que se requieren intervenciones El tratamiento completo incluye:
que deben ser llevadas a cabo por especia- a) diagnóstico e informe de descarte de
listas médicos. De ahí que las categorías psicopatología
diagnósticas estén siempre asociadas a la b) información, preparación y tratamiento
transexualidad. psicosexual previo
En la actualidad, se toman fundamental- c) hormonoterapia (modificación del
mente estos dos criterios diagnósticos para balance hormonal hombre-mujer)
la evaluación de la transexualidad: identidad d) uno o dos años de vida satisfactoria
persistente durante al menos dos años e ine- haciendo vida ordinaria en el papel del sexo
xistencia de ningún desorden mental (espe- de identidad con seguimiento psicoterápico
cialmente esquizofrenia). e) intervención quirúrgica pectoral
Además, desde el punto de vista del (mamoplasia o mastectomia, según casos);
diagnóstico diferencial, suelen excluirse de extirpación gonadal (de ovarios o de testícu-
la categoría otras formas de intersexualidad los, según casos)
y/o anomalías genéticas, así como el traves- f) cirugía genital: extirpación de genita-
tismo (vestir ocasionalmente ropas de mujer les internos (prostatotomía o histerectomía,
por una razón u otra, pero incluyendo en según casos) y cirugía de reasignación de
este propósito el placer sexual) y la homose- genitales externos
xualidad afeminada. g) otras intervenciones quiroestéticas
No termino de entender muy bien ningu- (tiroides, pómulos, caderas, etc.)
na de las tres; sobre todo porque pueden h) psicoterapia de seguimiento
aparecer, efectivamente, en la historia de un i) modificación legal de nombre y sexo
transexual concreto algunos hechos de No se producen necesariamente todos los
sexuación o hechos eróticos perfectamente pasos. Es especialmente notoria la ausencia
encuadrables en una o varias de estas cate- de apoyo profesional psico y sexual tanto
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previo, como de seguimiento. Con suma fre- ticados. Sin embargo, Meyenburg (1999)
cuencia también se excluyen las intervencio- advierte taxativamente que no se debe
nes quiroestéticas. comenzar la reasignación en ningún caso
También frecuentemente el tratamiento antes de los 18 años. Por otro lado, Cohen-
endocrino es prescrito para evitar la medica- Kettenis, PT. y van Goozen, SH. (1998)
ción hormonal sin control médico que ya sugieren el retraso puberal para acercar la
viene ocurriendo con anterioridad. pubertad a la mayoría de edad.
El orden en el que se ha expuesto es el orden Yo no tengo la menor duda de que lo
habitual, pero no el orden lógico. En concreto, más deseable sería detectar a los transexua-
es del todo ilógico, además de lesivo, que la les, no ya antes de la mayoría de edad, sino
intervención judicial sea la última y la de menor en la primera infancia, incluso en el primer
tasas de logro con éxito, tanto por intento, año. Y creo que debería de llevarse a cabo
como por tiempo, como por unidad monetaria. con ellos un trabajo a largo plazo, interpro-
Las tasas de éxito con los tratamientos que fesional, coordinado y planificado que inclu-
efectivamente se hacen, en los cuales se con- ya absolutamente todos los órdenes de su
templa –si no exclusivamente, sí fundamental- vida (aspectos educativos, sociales, labora-
mente– la faceta hormonal y quirúrgica, giran les, jurídicos, endocrinos, eróticos, quirúrgi-
en torno al 95 %. El criterio de éxito es que cos, económicos, etc.).
“estén bien adaptados y sean estables”. El problema de mi propuesta es que no
Sólo conozco una investigación de segui- tenemos aún ningún modo de detección tem-
miento de fracasos –arrepentimientos– que prana suficientemente fiable y discrimina-
fue hecha en Suecia57. Los datos que aportan dor. Así que, de momento, la mejor garantía
son que un 3,8% de los intervenidos quirúrgi- de la buena praxis sigue siendo su libre,
camente se arrepienten. Y sugieren como fac- firme, decidida e inquebrantable voluntad
tores coadyuvantes de este arrepentimiento el que –como es obvio– sólo puede ser expre-
manejo de la circunstancia por parte del entor- sada cuando se cumplen las naturales condi-
no más inmediato al transexual ( fundamental- ciones psicocognitivas.
mente familia, amigos íntimos y parejas). No obstante entiendo que subyacen en
En base a estos y otros muchos datos, este debate sobre la mayoría de edad, razo-
Cohen-Kettenis y Gooren (1999) afirman nes que no son ni sexológicas, ni clínicas;
que la SRS (acrónimo en inglés de cirugía sino exclusivamente legales. Incluso razones
de reasignación de sexo) no es la panacea y de protección profesional y no de servicio y
que es necesaria la psicoterapia. atención a la demanda.
Ahora bien, incluso asumida una pers-
Momento de inicio del tratamiento pectiva legalista, los propios ordenamientos
Hay un cierto acuerdo por parte tanto de jurídicos occidentales reconocen derechos y
profesionales como de colectivos de transe- voluntades sexuales previas a la mayoría de
xuales para que estas intervenciones (espe- edad –en todo caso pospuberales o adoles-
cialmente las endocrinas y quirúrgicas) sean centes– como pueden ser: matrimonio, libre
llevadas a efecto con la mayor prontitud, consentimiento de unión carnal, aceptación
una vez realizado el oportuno y adecuado de p/maternidad, etc. No veo por qué no
diagnóstico. Sin embargo, hay notorios puede operar aquí la misma lógica.
desacuerdos cuando esta mayor prontitud
rebaja la mayoría de edad. Protocolo según Colectivo de Transexuales
Por ejemplo, los holandeses del grupo de de Cataluña Pro-derechos (21-6-99)
Gooren defienden y llevan a cabo interven- - Periodo de verificación y diagnóstico
ciones adolescentes en sujetos bien diagnos- (mínimo 3 meses). Se debe proporcionar al
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(la adquisición de una identidad sexual logía clínica y la razón por la cual quienes
firme). Conviene no incrementar, sino rela- trabajamos en sexología clínica tenemos
jar esta tensión. algo que ofrecerles. Pues nosotros somos
Sería deseable que recibiesen alguna quienes nos dedicamos a estas tres cate-
ayuda temprana que les permitiese mejor gorías humanas de: sexuados, sexuales y
salir de estas competiciones sexantes en las eróticos; en las cuales se producen la mayor
cuales suelen salir derrotados. parte de sus carencias y dificultades.
Aunque en un trabajo posterior explicaré
Qué podemos ofrecer los sexólogos esto con mayor detalle adelanto cuatro cam-
clínicos a los transexuales pos de intervención sexológica con transe-
Los transexuales adultos –en tanto que xuales:
tales– no sufren, per se, estado patológico
ninguno. Ni mucho menos patología mental 1. Informativa: que se entiendan a sí mis-
(por definición ha de descartarse ésta para mos en tanto que sexuados, sexuales y eróti-
ser así etiquetados). Son simple y llanamen- cos, y que entiendan las particularidades de
te uno más de las resultantes de la diversi- su sexuación y de su sexación; que entien-
dad sexual. Y esto no es una afirmación dan los tránsitos del tratamiento: sus ritmos,
políticamente correcta, sino resultado de las posibilidades y los problemas, los recur-
evidencia científica constatada. sos y las carencias.
Sin embargo, los transexuales sí necesi- 2. De apoyo y seguimiento: facilitarles
tan ayuda de profesionales “psi”, además, los tránsitos; prevenirles, entrenarles y apo-
claro está, de otras ayudas profesionales yarles frente a las múltiples adversidades;
(endocrinas, quirúrgicas, sociológicas, jurí- realizar informes y periciales; soporte psico-
dicas, legislativas, educativas, laborales, emocional; seguimiento del proceso, etc.
etc.). Pero complementaria a todas ellas, los 3. Sexoterápico: que resuelvan en lo
transexuales necesitan específicamente posible sus carencias sexuales y psíquicas
ayuda sexológica. Y este servicio sexológico personales.
habrá de ser ofrecido, evidentemente, por 4. De crecimiento erótico: que, entendida
profesionales cualificados que ejerzan la clí- e integrada su sexualidad, activen en lo posi-
nica sexológica. ble su peculiar erótica y que ésta sea fuente
Ahora bien, si requieren tanta ayuda no de placer y bienestar.
es porque, de sí, su condición sea tan carente
y necesitada; sino porque construyéndose a Consejos a padres
sí mismos en diálogo con un mundo que no Con frecuencia el profesional de la sexo-
tiene sitio para ellos, acaban pagando no logía es consultado a propósito de un niño o
sólo el peaje de su propias características niña de corta edad (primera y segunda infan-
sexuales, sino la plusvalía de esta interac- cia) que presenta juego infantil heterotípico
ción con un mundo cuya realidad sexual no y/o patrones de conducta heterotípicos.
los contempla. Incluso, además de lo anterior, niños o niñas
Y en su caso no se trata sólo de un fenó- con cierto discurso o conciencia –explícita o
meno más de marginación social (política, implícita– de su condición sexual contraria-
legal, sexual, etc.), sino de una dificultad da (nombre modificado, resistencia incondi-
enorme para ser personas. Sobre todo – pues cional a determinadas acciones de alta signi-
no puede ser de otro modo–, para ser perso- ficación sexual, etc.).
nas sexuadas, sexuales y eróticas. Tanto el juego infantil, como los patro-
Y esta es la razón por la cual los transe- nes de gestuación y conducta heterotípicos
xuales requieren profesionales de la sexo- deben ser tomados como predictores de
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posible transexuación cerebral. Estos predic- usar con ellos los dos principios rectores de
tores no son definitivos y definitorios, pero la educación especial: normalización e inte-
son indicativos. Desde luego, a falta de otros gración. Todo ello se soporta exclusivamen-
más fiables son lo mejor que tenemos. te sobre un cimiento: la aceptación compren-
Esta predicción de transexuación cere- siva y comprendida del niño o niña concre-
bral no afecta necesariamente a la egosexua- tos. Digo comprensiva en cuanto a conteni-
ción, pues puede afectar a todos o a alguno dos actitudinales; y digo comprendida en
de los otros niveles de sexuación cerebral cuanto a contenidos cognitivos.
sin incidir necesariamente en éste. La transe- En estos casos el trabajo con los progeni-
xuación cerebral puede afectar a la sexua- tores es fundamental. Pues todas las inercias
ción erástica, a la sexuación del patrón de producidas por el orden sexual juegan contra
conducta, a la sexuación erótica, al patrón la buena praxis parental. Es fundamental que
endocrino o a la sexuación de las habilida- el profesional sea empático con el sufri-
des cognitivas y motóricas. Pero también miento de los padres, pero que sea honrado
puede afectar a la sexuación identitaria. A y asertivo en la explicitación de lo que está
todas juntas o a algunas de ellas por separado. ocurriendo. De lo que se ve y de lo que pasa
Siendo que no todas las posibilidades combi- por debajo de lo que se ve.
natorias pueden darse, pues recuérdese que la A mi juicio, es una mala y dolosa praxis
sexuación opera con un orden evolutivo. Así profesional la que llamo “recetar tranquili-
que el suceso transexuante –sea cual sea– zantes”. Esto es: alimentar una esperanza
habrá ocurrido en un momento determinado y desesperanzadora a base de no enfrentarse
sus efectos no tienen ninguna retroactividad. con los hechos o de escudarse en creencias
Es importante que cuantos interactúan mágicas (como que el tiempo arregla las
con el pequeño/a sepan con prontitud que, cosas, que una adecuada reeducación puede
en cualquier caso, su intervención educativa encauzar el asunto, etc.).
correctora no va a tener ningún éxito norma- Es fundamental el trabajo centrado en la
lizador y sí múltiples efectos nocivos e inde- desculpabilización intrínseca (los padres en
seables, tanto en el menor –en su desarrollo mayor o menor medida siempre se sienten
como persona, en las interacciones con él, culpables) y en la mejora de los mecanismos
etc.– como en las dinámicas que se estable- psíquicos de manejo de la culpabilización
cen en los sistemas humanos en los que externa (hagan lo que hagan, siempre serán
estos niños/as están insertos (familia, clase, culpados; incluso por el propio transexual).
grupo, etc). Es importante que padres y educadores
En este sentido, el valor didáctico de la comprendan las dinámicas de tensión –las
experiencia pasada con los zurdos puede que antes hemos llamado competiciones
darnos muy buenas pistas (y resulta espe- sexantes– entre sexaciones e inducciones
cialmente eficaz para que todo esto sea sexantes (internas y externas). Sobre todo
entendido en medios escolares). El mensaje para no hipertrofiarlas con su bienintencio-
respecto de esto es bien claro y puede resu- nada intervención.
mirse con la siguiente frase: “durante mucho Una última idea, si efectivamente son
tiempo tratamos de corregir a los zurdos transexuales (si hubo transexuación prenatal
haciéndolos diestros y sólo logramos zurdos que afectó el nivel de egosexuación), cuando
contrariados e infelices; eso sí, escribiendo antes se produzca la TRANSEXACIÓN y las
con la derecha”. intervenciones transexuantes de reversión,
Finalmente, se trata de aceptar lo que hay mejor. Tal y como están las cosas es proba-
y de facilitarles el ingreso en un mundo que ble que la primera transexación formal,
no está diseñado para ellos. Luego hemos de razonablemente temprana, de entre las posi-
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bles sólo pueda ocurrir en el ámbito estricta- siguientes: un nombre –incluso mote– fami-
mente familiar. Incluso con cierto secreto; al liar, un estilo de ropa, unos determinados
menos, reserva. Así pues pueden tomarse accesorios; roles y tareas con significación
como recursos transexantes promovibles los sexual en el ámbito familiar, etc., etc., etc.
Notas al texto
1 Advertencia: En algún sentido este artículo es continuación de Homos y heteros. Aportaciones para
una Teoría de la Sexuación cerebral. Si en aquel trabajo me centré en la orientación sexual, me
dedico ahora a la identidad sexual. En cualquier caso, tanto allí como aquí hablamos de sexuación
cerebral. He hecho un esfuerzo para, por un lado, no resultar repetitivo a quienes hayan leído aque-
lla obra; y para, por otro, sí resultar comprensible a quienes no lo hayan hecho. Después de leerlo
por vez última y antes de entregarlo, creo que los segundos han quedado mejor parados que los pri-
meros. Lo cual lamento. Espero que me perdonen las reiteraciones – necesarias por otro lado- y
confío compensarles con las modificaciones y mejoras.
2 Puede dirigirse correspondencia al autor en las siguientes direcciones: Joserra Landarroitajauregi.
Centro de Atención a la Pareja BIKO ARLOAK. C/ Erdikoetxe 1 c, Entrepl. Bilbao 48014. E-mail:
biko1@correo.cop.es.
3 En BSTc nº 3, año 2000.
4 Es etiqueta que se usa para definir al transexual que no desea cirugía de reasignación genital.
5 Mis neologismos se muestran, en su primera aparición, en versal y con un número entre paréntesis.
La versal es para indicar que es término que propongo. El número es el localizador en el glosario de
términos que he incluído al final.
6 Yo ya usé, irónicamente, este neologismo en 1994. Puede verse en ¿De la Sexología a la
Generología?. BIS, nº 6.
7 Juan Fernández (1996).
8 Quizás convenga aclarar mi posición respecto a esto. Mi compromiso -científico y también político-
es la sexología. Esto es bastante público y notorio: así que soy un sexologista. Y esto en tanto que
promotor activo de una ciencia articulada e institucionalizada del sexo y en tanto que persona curio-
sa que pretende conocer con rigor las cuestiones relacionadas con el sexo. En este sentido no sólo
no comparto ningún afán abolicionista respecto a ninguna materia sexual –ni antisexismo, ni antihe-
donismo, ni antipornografía, ni antierotismo, ni antisexualismo, ni antiprostitución, ni anticondón,
ni ninguna otra.-, sino que me reconozco abiertamente un anti-abolicionista sexual. O si se prefiere,
en relación a este caso concreto, se me puede definir como anti-antisexista. O mejor, aunque esto
siempre lleva a equívocos sobre todo si son malintencionados: soy pro-sexista. Desde luego tengo
un talante “muy a favor”, una actitud muy fílica y una disposición muy receptiva hacia todo lo rela-
cionado con el sexo. Incluso el fenómeno de etiquetaje sexual.
9 Los norteamericanos usan esta perífrasis un tanto cursi -“palabra de cuatro letras”- para decir lo que
en castellano llamamos palabrotas.
10 Puede leerse en Revista de Española de Sexología nº 1.
11 Amezúa (1999)
12 Puede leerse en Reseña de Teoría de los sexos en BIS nº 29. Año 2000.
13 Gorski (80), Swaab et al (1984,1985,1988, 1992 y 1995)
14 Hofman y Swaab (1989), Zhou et al (1995)
15 LeVay (1991)
16 Diamond (1989), Breedlove (1994 y 1999), Gorski (1999)
17 Allen et al (1989 y 1991)
18 MacLusky et al (1987), Maggi (1987)
19 DeLacoste-Utamsing y Holloway (1983 y 1986), Fitch et al (1991).
20 Madeira et al (1995), Micevych et al (1992).
21 Kruijver et al (2000).
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22 Han (1999).
23 Mong (1996), McLusky (1981) Shankland (1995).
24 McCarthy et al (1997), Meisami et al (1998), Segovia et al (1996).
25 Hutchison et al (1997 y 1999), Naftolin (1991, 1994).
26 Dörner (1981, 1983 y 1988), Gooren (1986), Rodhe et al (1986), Segarra (1998).
27 Green (1978).
28 Hutchison (1978).
29 Friedman et al (1974), Girdano et al (1995).
30 Kimura (1992).
31 LaTorre et al (1976).
32 Miles et al (1998).
33 Cohen-Kettenis y van Goozen (1998), Gouchie y Kimura (1991).
34 Holtzen (1994).
35 Otros autores han usado otras terminologías: Milton Diamond usó para esto mismo centro de la
elección de objeto sexual y Dörner, centro de la elección de pareja y también centro del aparea-
miento.
36 Por cierto, menor pilosidad corporal no quiere decir ninguna. Las pieles depiladas de las mujeres
occidentales actuales no son obra del sexo; sino de cremas, ceras, maquinillas, electrones y otros
adminículos.
37 Por razones inexplicables en aquella obra apareció como inducción autosexante. Es un error que
espero corregir en otras ediciones, si las hay.
38 Desde luego si la especie es sexuada, que no todas lo son.
39 Lógicamente suelen ser sujetos de transexación perinatal aquellos que no son fácilmente alosexa-
bles mediante el mecanismo universal.
40 Se exprese o se omita, la etiqueta gínica es el modo primus inter pares.
41 Perforación transabdominal del útero para la obtención de líquido amniótico.
42 Llamo ser sexuable a cualquier sujeto perteneciente a una especie sexuada.
43 Lo irreversible es el orden, no los sucesos. Por suerte en este caso –y también por desgracia en
otros- podemos –y solemos- revertir sucesos.
44 Recuérdese que hemos dicho: definitoria porque establece la frontera sexual entre los colectivos
sexuales y asigna cada elemento a su conjunto sexual; definitiva por que pretende trascenderse a sí
misma (se presume sin final en el tiempo); y finalística porque sirve siempre a un mismo fin: filtrar
cualquier interacción con los otros y con uno mismo.
45 Diamond (1977), Dörner (1998).
46 Kruijver, FP., Zhou, JN., Pool, CW., Hofman, MA., Gooren, LJ. y Swaab, DF. (2000): Male-to-
female transsexuals have female neuron numbers in a limbic nucleus. J. Clin. Endocrinol. Metab,
85: 2034-41.
47 No siempre. Recuérdese que encabecé este artículo con una cita de Rusell Reid en este sentido de
reconocimiento del error de alosexación.
48 La mayor parte de esta información terminológica la tomo de Anne Vitale en Transexualidad
Primaria y Secundaria. Mito y realidad. Puede verse en BSTc nº 3.
49 Esta terminología se usa frecuentemente en investigación para evitar equívocos. El primer término
indicaría el sexo de alosexación formal y el segundo el sexo identitario. Aunque realmente el primer
acrónimo indica los caracteres sexuales originales y el segundo los caracteres sexuales de destino.
50 Nótese que he escrito deseo sexual con significado absolutamente diferente del que suele usarse que
en realidad es deseo erótico. Deseo sexual dice –es intelectualmente humillante tener que aclarar lo
que es de perogrullo - del deseo relacionado con el sexo; y sexo dice de la condición diferencial.
Así que, lógicamente, deseo sexual se refiere a querer ser de un sexo. Y no a querer hacer un gesto
erótico u otro con alguien o solo.
Anuar00.qxd 01/02/01 18:48 Página 120
Botella Llusía y Fdez. Molina. (eds). (1998): - (1989): Sex and the cerebral cortex.
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TRANSEXUALIDAD:
UNA REVISIÓN DEL ESTADO ACTUAL DEL TEMA
Mercedes García Ruiz *, Ricardo de Dios del Valle **
* Sexóloga. Psicóloga.
C/Las Eras 16. San Claudio. 33191 Oviedo. E-mail: mgarcia@correo.cop.es
** Sexólogo. Médico.
C/Avda Torrelavega 62-3º G. 33010 Oviedo. E-mail: ricardodios@jazzfree.com
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el mundo nos demuestran que la transexuali- de Nueva York y poco antes de ese simposio
dad ya existía mucho antes de que la cirugía (publicado en 1954) fue consagrado el traves-
permitiese el cambio de sexo. No debemos tismo y el transexualismo por Harry Benjamin
olvidar que en los casos expuestos anterior- (1953) quien había publicado el primer artícu-
mente y en otros descritos en la literatura no lo sobre el transexualismo “Travestism and
se puede diferenciar fácilmente la transexua- Transexualism” en la revista International
lidad y el travestismo. Muchas personas se Journal of Sexology. A partir de esta utilización
atrevieron a vivir como personas de otro sexo se impone el término.
sin cirugía de reasignación y sin otras ayudas H. Benjamin (1966) publica “The Tran-
terapéuticas, intentando ser felices, aunque sexual Phenomenon” donde escribe:
viviendo siempre con el miedo a ser descu- “Los verdaderos transexuales sienten que
biertos (Bullough, V., 1998). pertenecen al otro sexo, desean ser y funcio-
nar como miembros del sexo opuesto, y no
¿Qué entendemos por transexualidad? solamente parecer como tales. Para ellos sus
El término travestismo se debe a Hirschfeld órganos sexuales primarios (testículos), lo mis-
que publica en 1910 “Die travestitm: eina mo que los secundarios (pene y el resto), son
untersuchung über den erostischen Verkleu- deformidades desagradables que el bisturí del
dungstrieb mit urmfangreichmen easmistis- cirujano puede cambiar seguramente por los
chem und historischmen material” (Los tra- grandes progresos recientes de la endocrino-
vestís: una investigación sobre la pulsión logía y de las técnicas quirúrgicas”.
erótica de transvestirse). Benjamin se va a referir fundamentalmen-
Magnus Hirschfeld (1923) utilizó el tér- te al transexualismo del varón. Alby (1956) se
mino “Elischer Transsexualisms”, transexua- refiere también al transexualismo de la hem-
lismo psíquico, transexualismo del alma, dis- bra e introduce el término “error de la natura-
tinguiéndolo de la corporeidad ginandromorfa leza” que a menudo es utilizado por los y las
en la intersexualidad en su obra sobre “Estados transexuales: “Más a menudo, hombres que
intersexuales. La mujer masculina y el hom- mujeres, esos sujetos normalmente constitui-
bre femenino”. dos, tienen el sentimiento de pertenecer al sexo
El término transexual aparece por primera opuesto y demandan una transformación mor-
vez en la literatura profesional en el trabajo de fológica por medio de la cirugía plástica y la
Hirschfeld (1923). En éste todavía no se había administración de hormonas, para corregir lo
hecho una distinción entre travestismo, homo- que consideran como un error de la naturale-
sexualidad afeminada y transexualismo. za”.
Es a comienzos de los años 40 cuando el Hasta 1962, los artículos que se refieren al
término se empieza a usar en sentido moder- transexualismo se clasificaban bajo la rúbrica de
no, para señalar a individuos que desean vivir Sexual Desviation, después Sex Desviation, y a
(o viven actualmente) de manera permanente partir de 1963, bajo la rúbrica de Transvestismo.
en el papel social del género opuesto y a quie- La rúbrica Transexualidad apareció en 1968.
nes desean ser sometidos a reasignación de Para que el término se impusiese pasaron quin-
sexo (Cauldwell, 1949). Cauldwell (1949) ce años, después de la invención del mismo
publicó en “Sexology” un artículo titulado por Benjamin.
“Psychopathia transexualis”, término cons- Stoller (1968) publica “Sex of Gender” en
truido según el modelo de Psychopathia su volumen I: “El transexualismo es la con-
Sexualys de Kraft Ebing. vicción de un sujeto biológicamente normal,
La primera conferencia en la que el término de pertenecer al otro sexo. En el adulto, a esta
“transexualismo” se utilizó tuvo lugar el 18 de creencia le acompaña, en nuestros días, la
diciembre de 1953 en la Academia de Medicina demanda de intervención quirúrgica y endo-
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crinológica para modificar la apariencia anató- y persistente con el otro sexo o sentimiento de
mica en el sentido del otro sexo”. Sobre esta inadecuación con su rol. La alteración no coe-
convicción Stoller añade que es permanente e xiste con una enfermedad intersexual. La alte-
inquebrantable. ración provoca malestar clínicamente signifi-
Person y Ovesey (1974) dan una definición cativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
breve, refiriéndose a la resolución o al deseo importantes de la actividad del individuo.
de reasignación del sexo por medio de las hor- En estos individuos, la identificación de
monas y la cirugía: “Definiríamos el transe- género, pero no el rol de género, puede estar
xualismo como la resolución o el deseo de rea- en oposición a su sexo de asignación.
signación del sexo por medio de hormonas y En el sistema de Clasificación de Enferme-
cirugía en las personas biológicamente nor- dades Psiquiátricas, el transexualismo apare-
males”. Introducen así una distinción entre la ció en 1980 (DSM III, 1980). En la versión
transexualidad primaria y secundaria. más reciente el término “transexualismo” se
Basándose en estudios sobre hermafrodi- abandonó y en su lugar se usa el término
tismo, Money (1994) propuso un concepto Desorden de Identidad de Género (DIG).
bivalente considerando los aspectos de la
identidad de género/rol de género. Según Prevalencia de la transexualidad
Money, rol de género es la manifestación La prevalencia de la transexualidad en per-
pública de la identidad de género. El transe- sonas mayores de 15 años está basada en el
xualismo sería entonces resultado de una número de transexuales que han sido tratados
incongruencia entre el sexo asignado y el en los centros más importantes. Este número
ambivalente concepto de identidad de géne- varía según el estudio. Así se han aportado
ro/rol de género. Por otra parte en los tran- datos de prevalencias de 1:100.000 en varones
sexuales, el rol de género está al mismo tiem- y de 1:400.000 en mujeres en un estudio rea-
po seriamente bloqueado. lizado en USA en 1968. En estudios más
En el DSM III (1980), entre los Trastornos recientes como los realizados en Holanda
Psicosexuales, los trastornos de la Identidad (1990) se muestra una prevalencia de 1:11.900
Sexual se caracterizan porque el individuo tie- varones y 1:30.400 mujeres. El hecho de que
ne sentimientos de malestar e inadecuación estudios más recientes muestren prevalencias
sobre su sexo anatómico, así como conductas cada vez mayores se podría explicar por la difi-
persistentes, generalmente asociadas al sexo cultad para la reasignación de sexo existente en
contrario. Como categoría diagnóstica el tran- los años 70 y 80 o el estigma social que conlle-
sexualismo se refiere a un sentimiento persis- vaba en aquella época. Otro elemento que pue-
tente de malestar y de inadecuación respecto de explicar las diferencias es la diferente meto-
al propio sexo anatómico y un deseo persis- dología utilizada en los diversos estudios. El
tente de liberarse de los propios genitales y de DSM-IV sugiere una prevalencia del 1:30.000
vivir como miembro del otro sexo. en varones y 1:100.000 en mujeres. La inci-
En el DSM IV (1995) aparecen como sec- dencia de la transexualidad se estima entorno
ción los trastornos sexuales y de la Identidad a 0.15 por cada 100.000 personas y año
Sexual caracterizándose por una identificación (Landén, M., Walinder, J. y Lundström, B.
intensa y persistente con el otro sexo, acom- 1996).
pañándose de malestar persistente por el pro-
pio sexo. ¿A qué se debe la transexualidad?
El CIE–10 (1992) define tres trastornos dife-
rentes: trastorno de la identidad sexual en la Factores biológicos
infancia, travestismo de rol doble y transexua- El proceso de diferenciación sexual no se
lismo que se refiere a la identificación acusada acaba con la formación de los genitales exter-
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nos, a pesar de ser éste el criterio para asignar una identidad femenina no desarrollaron pro-
el sexo al recién nacido, sino que también otros blemas de identidad, aunque mostraban gran
órganos de la anatomía humana sufrirán el pro- interés por juegos activos y un elevado gasto
ceso de diferenciación sexual. Sin duda, entre de energía (Money y Schwartz, 1977). En la
ellos el más importante es el cerebro. Una dife- mayoría de los casos no tuvieron ningún pro-
renciación sexual del cerebro como hombre blema de identidad sexual (Cohen, P. y
ocurre en presencia de suficientes niveles de Gooren, L., 1999). Otros casos estudiados fue-
testosterona durante el período crítico de dife- ron los de hombres expuestos durante su ges-
renciación sexual cerebral mientras que en tación a progestágenos y a estrógenos, como
ausencia de la misma se diferencia hacia hem- el dietil-estilbestrol, fármaco utilizado entre
bra. En estudios con animales se observó que los años 1940 y 1970 con objeto de evitar abor-
la presencia o ausencia de testosterona influía tos accidentales. Algunos estudios como los
en la morfología de ciertos núcleos cerebrales de Kester, Green, Finch y Williams (1980)
(Arnold et al. 1984; Breedlove, 1994; apuntaban que los varones expuestos a estas
McEwen, 1981). Otro efecto de la testostero- sustancias presentaban una gran incidencia de
na es que anula la capacidad de respuesta de problemas de identidad u orientación sexual.
la hormona LH para responder a un estímulo Estos datos no se confirmaron en el segui-
estrogénico. miento de hombres expuestos a estas sustan-
Las hipótesis que pretendían explicar la cias (Coleman, E. Gooren, L. y Ross, M.,
causa de la transexualidad desde la perspecti- 1998). Otros casos estudiados fueron los de
va biológica se basaban todas ellas en una idea individuos que padecían el déficit de la 5-alfa-
común, la supuesta discordancia entre la dife- reductasa, individuos que habían nacido con
renciación sexual de los genitales y del cere- genitales externos femeninos y habían sido
bro, pensando que el cerebro era el sustrato educados como niñas; en la pubertad no se pro-
anatómico de la identidad sexual. La investi- dujo la telarquia (desarrollo de las mamas) y
gación biomédica en este sentido se ha cen- el clítoris se agrandó mucho hasta parecerse a
trado en tres direcciones principales: un pene; también ganaron masa muscular y la
voz se hizo más grave. En este síndrome la tes-
• Identidad de género en personas con una tosterona no se puede transformar en dihidro-
historia endocrinológica anormal durante la testosterona, la cual es responsable de la dife-
gestación (exceso de andrógenos en hembras renciación de los genitales en dirección
o escasez de los mismos en machos). Dentro masculina; los genitales internos y cerebro son
de esta línea de investigación se estudiaron sensibles a la testosterona. Estos individuos al
individuos XX que habían padecido una hiper- llegar a la pubertad asumieron sin dificultad
plasia adrenal congénita, enfermedad que pro- la identidad de género masculina cuando sus
voca la existencia de niveles altos de andró- cuerpos se virilizaron (Wilson, J., Griffin, J.
genos durante la gestación. Se pensó que estos y Russel, D.; 1993., Levay, S., 1993).
individuos sometidos a altos niveles de tes-
tosterona tendrían un desarrollo de identidad • El tipo de respuesta de la LH al estímu-
sexual de varón, incluso habiendo sido edu- lo estrogénico. Analizado en los trabajos con
cados como niñas. Muy pocos casos se han mamíferos inferiores y en un trabajo realiza-
encontrado en los que haya ocurrido esto do por Dörner et al. en 1975. Se creía que la
(Meyer-Bahlburg, 1993) y suele ser en indi- regulación neuroendocrina de la LH era un
viduos con ambigüedad genital que se han indicador seguro de la diferenciación sexual
identificado como niños al nacimiento y desa- del cerebro. Se pensó que en los transexuales
rrollaron una identidad masculina acorde al de hombre a mujer tendría una respuesta que
sexo asignado. Las niñas a las que se les asignó se asemejase a lo que ocurre en las mujeres,
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es decir, una elevación de la LH tras la esti- por razones médicas no se encontró el BSTc
mulación estrógenica, como consecuencia de más pequeño, indicándonos que las diferen-
una exposición prenatal a niveles desajusta- cias no han sido debidas al tratamiento hor-
dos de esteroides sexuales y se esperaba que monal ni a otros factores como edad u orqui-
ocurriese lo contrario en los transexuales de dectomía (Zhou, J., Hofman, M., Gooren, L.
mujer a hombre (Cohen-Kettenis, P. y Gooren, y Swaab, D., 1995).
L., 1999). Estudios posteriores (Gooren, 1986) No existen evidencias definitivas sobre el ori-
demostraron que en transexuales de hombre a gen biológico de la transexualidad; los últimos
mujer tenía una respuesta similar a hombres estudios sobre la morfología de los núcleos cere-
heterosexuales y que después de la realización brales realizados por Zhou aportan una esperanza
de la orquidectomía y tratamiento con estró- de llegar a conocer algo más sobre las causas de
genos mostraban un cambio en la respuesta la transexualidad.
(Coleman, E., Gooren, L. y Ross, M., 1998).
Estos estudios nos indican que la respuesta de Factores Psicológicos
la LH a los estímulos estrogénicos no viene Marañón (1930) señalaba que en los casos
determinada de forma definitiva por lo ocu- en los que el sexo declarado en el momento
rrido durante el período prenatal. era discordante con el sexo biológico en la ado-
lescencia, los factores ambientales, especial-
• La morfología de los núcleos cerebrales. mente los educativos, son determinantes para
La tercera línea de investigación desarrollada la psique del sujeto. De este modo, prefigura
se centró en la localización de núcleos cere- la idea de que el sexo de asignación prevale-
brales sexualmente dimórficos con respecto a ce sobre el sexo biológico e introduce en el
su tamaño o forma. Los núcleos sexualmente hermafroditismo una ruptura entre lo dado cor-
dimórficos son: el núcleo del área preóptica poral y lo adquirido psíquico. Por otra parte,
del hipotálamo, el SDN-POA, dos grupos celu- la noción de “cambio de sexo” aparece para
lares del hipotálamo anterior (INAH-2, INAH- clarificar prácticas médicas quirúrgicas hasta
3) y una parte del componente postero-medial ese momento carentes de nombre.
del núcleo que hace de lecho de la estría ter- Money (1955) y sus colaboradores psi-
minalis (BNST-dspm), el núcleo supra- quiatras en el Hospital de Baltimore, afirman,
quiasmático (SCN), y la subdivisión central a partir de setenta y seis casos de intersexua-
del núcleo denominado lecho de la estría ter- lidad, que el género de un sujeto se fija defi-
minalis (BSTc). Estas diferencias sexuales son nitivamente en la edad límite de dos años y
sugestivas para subrayar las diferencias sexua- medio. La fijación de la identidad de género
les en la identidad de género, en la reproduc- permite justificar la elección de la modifica-
ción y en la orientación sexual (Cohen, P. y ción del cuerpo de los transexuales ya que apa-
Gooren, L., 1999). El estudio que más luz apor- rece como más maleable que la psiquis.
ta sobre la posible existencia de núcleos Para Harry Benjamin (1967) el transexual
sexualmente dimórficos como causa de la tran- tiene un problema de género definido como
sexualidad es el que realizó Zhou, en el que “la armonía y la uniformidad de la enferme-
encontró en seis transexuales de hombre a dad psicosexual” se origina en la psiquis, en
mujer que el BSTc era más pequeño que en oposición a lo morfológico denominado sexo.
los varones biológicos y coincidía con el ran- Las opciones de Benjamin sobre las causas y
go del tamaño que tiene en las mujeres. Zhou el tratamiento del transexualismo son relati-
et al. fueron los primeros que demostraron una vamente simples. Ninguna explicación de tipo
estructra cerebral femenina en transexuales psicológico le convence y en su opinión el tran-
genéticamente varones. En personas no tran- sexualismo sólo puede ser una perturbación
sexuales que han estado tomando estrógenos constitucional (genética u hormonal) cuyas
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modalidades aún no han sido descubiertas: ambigüedad de las expectativas paternas fren-
señala que no es posible encontrar constantes te a la masculinidad o la feminidad de sus
etiológicas, en los relatos de los numerosos hijos-as”. Todas estas actitudes y sin duda otras
transexuales. agregadas a una predisposición hormonal pue-
Para Money (1977) el elemento central está den producir transposiciones de género.
en la “secuencia de la diferenciación” que Stoller (1968), marca el desarrollo del con-
comienza con el dimorfismo de los cromoso- cepto de transexualismo y de la práctica del
mas sexuales y prosigue con la diferenciación “cambio de sexo” desde finales de los 60 has-
de los órganos reproductores internos y luego ta la actualidad. Para Stoller el sexo y el géne-
de los órganos genitales externos que conlle- ro siguen estando vinculados por una relación
van una asignación diferencial del sexo en el determinista a través de la diferenciación
nacimiento, luego del sexo de educación (iden- sexual probable del cerebro. Distingue tran-
tidad/ rol de género infantil), la diferenciación sexualismo primario, caracterizado por una
hormonal en la pubertad y, finalmente, la iden- ausencia casi total de deseos y de prácticas
tidad /rol de género en la edad adulta, que sexuales; en tanto que en el secundario, el
incluye especialmente comportamientos dife- deseo de cambiar de sexo se declara tardía-
renciados en materia de erotismo y amor. mente, tanto en los travestis heterosexuales
Money incluye elementos innatos, biológicos, como en los homosexuales afeminados.
y elementos adquiridos, sociales. La diferen- Stoller (1975) define, por lo tanto, el sín-
ciación sexual la plantea desde un ángulo inte- drome transexual a partir de una etiología
raccionista, donde las categorías biológica y específica y no acepta el “cambio de sexo” sal-
social pertenecen a un continuo. Otro concepto vo en el caso de los individuos que corres-
clave que plantea es el de periodo crítico (un ponden a la definición del transexualismo pri-
código interno se expresa en la medida en que mario. Para los varones esta etiología se
no sufre interferencias del entorno durante el articula esencialmente alrededor de un cierto
periodo crítico). El proceso de codificación estilo de relación con la madre: contacto cor-
implica una programación por parte de los poral muy frecuente e intenso entre la madre
padres, pero no se trata de un proceso pasivo, y el niño, extremada permisividad de la madre,
el niño es el que codifica. La diferenciación lo que acentúa y prolonga una unión en la que
se opera gracias a dos mecanismos: la identi- el niño y la madre son uno solo y que el padre,
ficación (comportarse como un miembro de pasivo y distante, no rompe.
su sexo) y la complementariedad (reaccionar Las madres se definen como bisexuales,
a los comportamientos de los miembros del es decir, al mismo tiempo femeninas y mari-
otro sexo por medio de comportamientos com- machos, en su comportamiento y en su aspec-
plementarios o recíprocos). Una discordancia to, con un sentimiento de neutralidad sexual
entre los estímulos emitidos por los padres es que se inscribe en un fondo depresivo.
una causa mayor de anomalía de la identidad Expresan un profundo sentimiento de vacío,
/rol de género. Plantea también que los tabúes vinculado con una relación también vacía con
que pesan sobre la sexualidad infantil impiden la propia madre, relación que no ha sido com-
que los niños “repitan” su rol sexual adulto. pensada por el padre. El padre del joven tran-
Money (1955) en el ámbito familiar alude sexual está “dinámicamente ausente”. En cuan-
a “una insuficiente estimulación táctil, dema- to al niño, se caracteriza por una belleza que,
siada proximidad personal, enfermedad o desde el nacimiento, favorece un mayor vín-
muerte de pariente, conflictos familiares en culo físico por parte de la madre y la fantasía
los que el niño es un peón, exploración atípi- de una feminidad natural de su hijo; muestra
ca, actividades o juegos sexuales de impacto un temperamento particularmente creativo y
demasiado espectacular, el equívoco o la “artístico”.
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de los padres y sobre todo de la madre, así dios de carácter retrospectivo realizados en
como las del propio sujeto, se articulan por un transexuales adultos muestran diferencias en
lado, con la percepción que el sujeto tiene el tipo de crianza que han tenido en su infan-
sobre su propio cuerpo y al mismo tiempo del cia. Los transexuales de hombre a mujer carac-
género que se le atribuye, para crear un con- terizan a sus padres como menos emotivos,
flicto psíquico, que se expresa en la fantasía con más rechazo hacia ellos y dicen sentirse
de la escena primitiva, segundo organizador: más super controlados. Las transexuales de
este conflicto se refiere al sexo del individuo mujer a hombre señalan que ambos, tanto el
en tanto depende "de la manera en que es vivi- padre como la madre, las rechazaban y eran
do y percibido por su madre y su padre, de sus menos afectivos emocionalmente, aunque seña-
deseos convergentes o divergentes, de la laban que sus madres las super-protegían. La
manera en que se vive y se percibe a sí influencia de los padres, como factor que con-
mismo en deseos convergentes o divergentes. tribuye al desarrollo de una DIG, parece
Este conflicto se vincula tanto con el narcisis- encontrar algún apoyo en estos hallazgos. Es
mo del individuo como con sus pulsiones de concebible, mientras tanto, que las carac-
destrucción". terísticas ambientales, tales como el tipo de
En este marco teórico la “convicción tran- crianza, asociadas con una situación psicopa-
sexual” y la demanda de cambio de sexo sólo tológica de los padres, –a lo que se añade una
pueden comprenderse como un proceso. En constelación de factores familiares–, pueden
otros términos, la identidad sexual de los tran- encabezar algunos de los desórdenes de iden-
sexuales debe analizarse como una construc- tidad de género.
ción e, incluso, como una transformación, es
decir, que hay que tener en cuenta al mismo Diagnóstico
tiempo procesos primarios (la individuación) El diagnóstico de las alteraciones de la
y procesos secundarios (la sexuación y la diná- identidad sexual ha sufrido cambios drásticos
mica de las identificaciones). a lo largo de los últimos 30 años. Las prime-
Para la corriente etnometodológica (1950), ras descripciones de lo que se denominó una
el género o, mejor dicho, el hecho de que un indi- conducta sexual “incongruente” sin otras anor-
viduo sea hombre o mujer y de que sea tratado malidades físicas o biológicas detectables datan
como tal, se sitúa como una de las categorías de Green y Money (1991) y las primeras lis-
mentales que los miembros de la sociedad con- tas diágnósticas son de 1968 (Noshpitz, 1991).
sideran “evidentes”, en tanto se construyen per- El transexualismo ha sido eliminado como
manentemente en todas sus interacciones. diagnóstico independiente en el DSM-IV
Según Garfinkel (1967), para que la dife- (APA, 1994) pero permanece en la CIE –10
renciación entre hombre y mujer funcione debe (OMS, 1992).
ser considerada como “algo natural”, ser con- La ubicación de estos trastornos dentro de
siderada una “realidad”. La seguridad se pro- las clasificaciones al uso también ha cambia-
duce al haber sido criada como una mujer, “con do: en el DSM –III se incluyeron dentro de los
órganos genitales femeninos”. Aquellos que trastornos psicosexuales. En su versión revi-
funcionan como insignias de la pertenencia de sada (DSM-III-R) aparecieron en el epígrafe
un individuo a una categoría de género, son trastornos de inicio en la infancia, la niñez o
denominados “órganos genitales culturales” la adolescencia; la CIE-10 los ha englobado
para mostrar el hecho de que en su función de dentro de los trastornos de la personalidad y
insignia, son construidos durante las interac- comportamiento del adulto y, finalmente, el
ciones sociales. DSM IV los ha vuelto a definir en un aparta-
Cohen y Gooren (1999), en su revisión do específico (trastornos de la conducta e iden-
sobre el transexualismo, plantean que los estu- tidad sexual).
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Los criterios para el diagnóstico de cidad de cada uno para vivir en el papel del sexo
Transexualismo son (DSM III-R): deseado y la firmeza de sus deseos de CRS, a la
· sensación de malestar y de inadecuación vista del desengaño existente mientras vive en
respecto al propio sexo anatómico el rol del género opuesto.
· deseo de liberarse de los propios genita- Cohen y Gooren (1999) señalan los proce-
les y de vivir como un miembro del otro sexo dimientos en las diferentes fases del diagnós-
· la alteración ha persistido al menos duran- tico. En la primera fase se recoge la informa-
te dos años. Ausencia de intersexualidad físi- ción sobre el desarrollo tanto general como
ca o anormalidad genética psicosexual, el significado subjetivo y el tipo
· no ser debido a otra enfermedad mental de su travestismo, su comportamiento, orien-
como, por ejemplo, la esquizofrenia tación sexual y su imagen corporal.
De forma genérica (CIE-10 o DSM IV) los Puede usarse una evaluación psicodiágnós-
niños o niñas con un Trastorno de la Identidad tica para evaluar mecanismos intelectuales y
Sexual (TIS) manifiestan un sentimiento nega- emocionales y detectar alguna psicopatología
tivo persistente en relación con su sexo anató- (Cuestionario de Personalidad de California
mico, verbalizan deseos de ser del sexo opues- (CPI), Cuestionario Multifásico de Personalidad
to (o que de hecho lo son), presentan un de Minnesota (MMPI). En algunos casos se uti-
travestismo de inicio precoz y consistente, pre- lizan Escalas de Masculinidad y de Feminidad
fieren juegos y compañeros de juegos del sexo de Bem o de Spence (Fernández, 1998).
contrario, y adoptan papeles del sexo opuesto También se recoge información sobre el ajus-
en las actividades lúdicas. Los transtornos de la te social.
identidad sexual constituyen un continuum en Es preciso realizar un diagnóstico diferen-
el que no puede establecerse una línea demar- cial respecto a la homosexualidad, el traves-
cadora clara que diferencie qué niños debieran tismo o personas que se excitan por el traves-
recibir el diagnóstico y cuáles no (Kaplan, 1994). tismo (Travestidos fetichistas) o en personas
Tanto el DSM-III-R como la CIE-10 permiten que prefieren ser menos sexualizadas, pero no
el diágnóstico de Transexualismo, no así el tienen interés en una identidad de género inver-
DSM-IV. tida; en los pacientes del síndrome de Scoptic
Para Cohen y Gooren (1999) actualmente (Coleman, 1990) o en homosexuales ego-distó-
es imposible diagnosticar el transexualismo nicos, en personas con estrés pasajero por el
sobre la base de criterios objetivos. Debido a travestismo, o personas con enfermedades psi-
que no existen instrumentos que midan el tran- quiátricas graves.
sexualismo, se depende de la información sub- Cuando los criterios del DSM-IV para la DIG
jetiva, dada por el solicitante, para el diagnós- no están totalmente cubiertos, se usa el diagnós-
tico. Algunos de ellos, harán intencional o tico de “Desorden de Identidad de Género
incoscientemente, una distorsión de la histo- Inespecífico”. Para los casos menos extremos de
ria de su vida para obtener su objetivo de la DIG, la Clasificación Internacional de
Cirugía de Reasignación de Sexo (CRS). Enfermedades tiene tres categorías ademas del
Los procedimientos de diagnóstico reco- transexualismo: el Travestismo Dual (F64.1),
mendados en los Protocolos de Cuidados de la Otros transtornos de la Identidad de género
Asociación Internacional de la Disforia de (F64.9) y Trastorno de la identidad de género no
Género “Harry Benjamin” (Walker, 1985) son específicado (F64.9).
los de llegar a una decisión de la CRS en dos A algunos individuos con DIG, se les deno-
fases: en la primera el diagnóstico está basado mina como Transgenéricos. Estos no buscan
en los criterios diagnósticos psiquiátricos (DSM una completa reasignación de sexo. En lugar
o Clasificación Internacional de Enfermedades). de ello, intentan una integración de sus pro-
En la segunda fase, debe comprobarse la capa- pios aspectos masculinos y femeninos, y sólo
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sobre la posología, si se debe dar una dosis o agonista LHRH. Los efectos adversos pro-
constante de hormonas todos los días, o se debe ducidos por los andrógenos son el acné, alo-
intentar imitar el ciclo menstrual. Hoy por hoy pecia androgénica, perfil lipídico desfavora-
se usa una posología no ciclíca, ya que se con- ble y toxicidad hepática (con la aparición en
sidera que la feminización es más rápida. Los algunos casos de tumores hepáticos benignos
efectos se comienzan a ver a los dos o tres y malignos). Los controles médicos son simi-
meses, y se producen efectos irreversibles en lares, con vigilancia de la aparición de estos
unos 6 meses; se presentan efectos máximos efectos secundarios. En Amsterdam el trata-
en dos años. Los riesgos del tratamiento hor- miento hormonal se comienza lo antes posi-
monal son la enfermedad tromboembólica ble, y se ha observado en adolescentes entre
(trombosis venosa profunda y tromboembo- 16 y 18 años que tales tratamientos bloquean
lismo pulmonar). Los riesgos aumentan si se el desarrollo de las características sexuales no
tienen más de 40 años, se es obeso y fumador. desadas sin introducir las características sexua-
Es conveniente abandonar el tratamiento hor- les del género opuesto. Esto se logra con la
monal entre tres y seis semanas antes de una administración de agonistas de la LHRH. Estos
cirugía mayor para reducir el riesgo de fenó- preparados frenan la producción de LH y FSH
menos tromboembólicos, así como si se tiene y, por tanto, se reducen los niveles de esteroi-
que estar inmovilizada durante algún tiempo. des sexuales, permaneciendo en un estado pre-
Otro efecto secundario importante es la hiper- puberal. Cuando queda claro que los pacien-
tensión, la hiperprolactinemia (a veces se desa- tes se benefician del tratamiento, se inicia la
rrollan prolactinomas) y cierta toxicidad hepá- terapia sustitutiva, como hemos visto ante-
tica con aumento de transaminasas. En muchas riormente. No hace falta comentar que los
ocasiones la aparición de efectos secundarios padres están implicados en el tratamiento. Se
se soluciona cambiando el régimen hormonal. han observado mejores resultados cuanto más
Los chequeos médicos habituales no difieren temprano es el tratamiento (Cohen-Kettenis,
de los que se realizan a mujeres no transexuales y P. Gooren, L., 1999), aunque otros autores
que reciben tratamiento hormonal, como los advierten del riesgo de este tratamiento, con-
anticonceptivos orales. Se debe vigilar la fun- siderando que esta etapa de la vida se carac-
ción hepática, el perfil lipídico en sangre, la teriza por presentar numerosas dudas que lue-
coagulación, glucemia basal y la presión arte- go pueden ser resueltas en uno u otro sentido.
rial. Hay algunos médicos que opinan que
deberían realizarse más exploraciones y deter- Cirugía de reasignación de sexo
minaciones, pero no parece justificado en el En los transexuales de hombre a mujer la
momento actual (The Looking Glass Society, cirugía fundamental que se realiza es una vagi-
1998). noplastia y en algunas ocasiones la implanta-
En los transexuales de mujer a hombre se ción de prótesis mamarias. En los transexua-
usan andrógenos (testosterona) con objeto de les de mujer a hombre se realizan reducciones
lograr un crecimiento del vello corporal, apa- mamarias en todos los casos y faloplastia.
rición de barba, voz grave y una forma más La vaginoplastia con inversión penil es el
masculina del cuerpo (Cohen-Kettenis, P. y método que más ampliamente se realiza. Este
Gooren, L., 1999). Otros efectos que se pro- método consiste en utilizar la piel del pene
ducen son el aumento del tamaño del clítoris, para construir la vagina. En ocasiones es nece-
aumento de masa muscular y redistribución de sario utlizar la piel del escroto o injertos de
la grasa corporal (O´Keefe, T. y Fox, K., piel de otras zonas, ya que de lo contrario el
1997). La adminstración oral no suprime total- tamaño de la vagina puede resultar reducido.
mente la menstruación en la mitad de los tran- Las complicaciones más frecuentes son el pro-
sexuales y se necesita añadir un progestágeno lapso parcial de la vagina, fístulas entre la vagi-
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hombre. Así mismo, otras intervenciones Sexualidad, traen consigo una serie de planos
quirúgicas de tipo plástico pueden ayudar a sucesivos de individuación o de concrección
lograr un aspecto más acorde con su nuevo cada vez más singularizada bajo los cuales se
sexo, aunque estas intervenciones dependerán desarrollan.
de las necesidades de cada persona. De estos planos sucesivos de individuación
cabe señalar los modos, matices y peculiari-
Otros tratamientos dades. Es decir, las biografías de los sujetos
Otros tratamientos utilizados pueden ser la no siguen procesos únicos e iguales, fijos e
depilación corporal con electrolisis o depila- invariables para todos, sino acomodados y fle-
ción con láser, cuyas complicaciones más xibles según esos modos, matices y peculiari-
importantes son las inflamaciones, quemadu- daes que nos permiten comprender y explicar
ras de la piel e hipo o hiperpigmentación cutá- a los sujetos en sus diversificaciones y varie-
nea. Las técnicas de feminización de la voz se dades sexuantes y sexuadas.
constituyen como otra ayuda importante en el Los sujetos tienen dos modos referencia-
proceso del cambio. les de sexuarse y de vivirse o sentirse, de expe-
rimentarse como tales: el masculino y el feme-
Psicoterapia nino. El concepto de intersexualidad dado por
Para Colette Chiland (1999) la psicotera- Hirschfeld, es fundamentalmente teórico, es
pia es difícil por el modo de funcionamiento decir explicativo, y no clínico o diagnóstico.
de estos pacientes que quieren que todo se jue- Da cuenta de una inmensa gama de dichas
gue en la representación corporal y nada en la variedades sin necesidad de recurrir a la pato-
psíquica. Llegan resueltos a obtener la cirugía logía del neutro o del ambiguo.
y el psicoterapeuta es sospechoso de querer- Se ha abusado de la patología de una mane-
les desviar de su fin. ra superflua, se ha recurrido a ella para no mati-
A veces, la psicoterapia forma parte del zar o profundizar en la variedad de los modos
programa de reasignación como un tiempo pre- existentes y en la riqueza de su entramado.
liminar. El paciente está vigilante con el tera- El fenómeno transexual podría ser consi-
peuta que tomará la decisión sobre la inter- derado como el caso más emblemáticamente
vención. Parece importante que la psicoterapia extremo y excepcional de complicaciones a
se realice sin que la opinión del psicólogo entre este respecto. Pero no se olvide que éste es un
en juego en la decisión. Se han utilizado dife- fenómeno provisional y de paso –trans, y no
rentes tipos de terapias: conductistas, cogniti- de instalación o destino. Interesa matizar la
vas, psicoanalítica, de grupo. La eficacia de gama de variedades que ofrece la intersexua-
todas estas intervenciones no ha sido investi- lidad como franja de reparto entre el masculi-
gada en estudios serios. no y el femenino, como hombres y mujeres,
La psicoterapia y el consejo son también sin que éstos pierdan su capacidad de refe-
una alternativa para los candidatos a la CRS. rencia pues es entonces cuando se abre la puer-
Estos pacientes pueden, por ejemplo, sobre- ta a la patología.
valorar su ansiedad ligada a su futuro o nece- Desde la construcción de lo sujetos sexua-
sitar apoyo cuando “salen”, cuando experi- dos y del Hecho de los sexos, todas estas rea-
mentan daño personal o cuando intentan lidades tienen una explicación razonable y
ajustarse a su cambiante situación vital. (Cohen coherente dentro del entramado general de la
y Gooren, 1999) sexualidad y sin recurrir a la patología: los
sujetos no se construyen de forma rectilínea o
Visión sexológica (Amezúa, 1999) en formato homologado y uniforme. Las pecu-
Los grandes campos conceptuales de la liaridades propias se dan como resultado de
Sexología, como son la Sexuación y la sus biografías concretas y peculiares.
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A partir de este nuevo paradigma y de los Caludwell, D.O. (1949): Psychopathia Tran-
conceptos por él generados, se entiende que sexualis. Sexology, 16, 274-280.
razonablemente todos los sujetos contienen Chiland, C. ( 1999): Cambiar de Sexo. Madrid.
esas dimensiones en grados o formas diversas Biblioteca Nueva.
de manera que con ellas podemos entender un Clasificación estadística internacional de
gran cúmulo de diversidades y variantes tan- enfermedades y problemas de salud (CIE-
to en cada sujeto como, dentro de él, en los 10) (1992). OMS.
distintos planos de su construcción. Cohen-Kettenis, PT. y Gooren, LJ. (1999):
El concepto de intersexualidad es clarifica- Transexualismo: revisión de la etiología, del
dor y ofrece claves para entender el proceso con diagnóstico y del tratamiento. Journal of
dos resultados visiblemente claros: la creación Psychosomatic Research, (46) 4, 315-333.
de sujetos sexuados con fuertes identidades Coleman, E. Gooren, L. y Ross, M. (1998):
–sólidas y consistentes– y al mismo tiempo, con Teorías sobre la transposición de género:
una gran variedad de formas dentro de los mis- crítica y sugerencias para ahondar en la
mos. Este concepto puede explicar los modos investigación. En: JA Nieto (ed.), Transe-
masculino y femenino, los matices homosexuales xualidad, transgenerismo y cultura.
y heterosexuales y las peculiaridades, así como (pp.249-270). Madrid. Talasa Ediciones.
las variedades en el interior de unos y otros pla- Cortés, J.M. (1997): El Rostro Velado. Traves-
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LA VOZ DE LA MUSA:
UNA DIFÍCIL DESCOLONIZACIÓN CORPORAL.
PERSPECTIVAS TEÓRICAS Y ARTÍSTICAS
Luz Mar González Arias *
El cuerpo femenino se ha convertido en uno de los temas más controvertidos desde diversos
frentes teóricos debido a la tradicional simplificación del que ha sido víctima en los siste-
mas de representación patriarcales: bien como objeto erótico sobre el que descargar las fan-
tasías sexuales masculinas, bien como elemento ornamental, pasivo, fuente de inspiración
para la actividad artística del varón. Una re/lectura del cuerpo a partir de la filosofía existen-
cialista de Simone de Beauvoir nos ofrecerá un marco teórico muy adecuado para el análisis
de pinturas, poemas y demás manifestaciones culturales en las que la corporeidad se perfila
como el texto fundamental desde el que comenzar a re/tejer la identidad femenina.
zaban este binomio para analizar cómo las forma era visual y esta forma poseía una
desventajas sociales de la mujer no se des- dimensión de género que la convertía en
prendían de la biología femenina (sexo) sino masculina. Desde el principio se concedió
que eran producidas culturalmente (género). privilegio a la mirada sobre otras formas de
La distinción sexo/género resultó útil en un percibir el mundo, con lo que el varón
primer momento como oposición al determi- subrayaba constantemente su poder sobre
nismo biológico y sus efectos en la realidad todas y cada una de las cosas bajo su escruti-
social de las mujeres. Sin embargo, muchas nio. Durante la primera mitad del siglo XX
teóricas feministas pronto comenzaron a tra- las teorías estructuralistas y fenomenológi-
bajar en las limitaciones de la distinción, ya cas aún confiaban en la identidad transpa-
que un marco teórico que mantenga la opo- rente del aquí y ahora, es decir, de la forma
sición sexo/género reduce el cuerpo a una que puede verse y percibirse como “presen-
suma de hormonas y cromosomas – objeto te”. El predominio de lo visual no es exclu-
de estudio de la medicina – que no partici- sivo del campo de la filosofía. En disciplinas
paría en modo alguno en la socialización como la geografía, por ejemplo, la mirada es
posterior del mismo. Es decir, el cuerpo que- básica para la consecución de cualquier
daría reducido a una entidad pasiva, una representación del terreno. Al igual que en
conceptualización que no tardó en decons- el pensamiento filosófico tradicional, el geó-
truirse pues, tal como explica Nira Yuval- grafo aspira a reproducir la tierra que se
Davis, citando a Hood-Williams, el científi- encuentra presente ante sus ojos con objeti-
co debe saber de antemano qué significan vidad y precisión. La mirada juega, pues, un
socialmente los términos “mujer” u “hom- papel primordial en las representaciones cul-
bre” antes de poder confirmarlos genética- turales que, tras el desarrollo de teorías pos-
mente (1997: 9). El efecto de estas primeras testructuralistas y deconstruccionistas, dejan
teorizaciones feministas, si bien orientadas a patente la relación entre una ideología social
favorecer la inserción de la mujer en la esfe- determinada y el objeto mirado y reproduci-
ra laboral y creativa, monopolio exclusivo do. El ocularcentrismo criticado a partir de
del varón, produjeron, una vez más, el efec- la segunda mitad del XX se encuentra en la
to de silenciar el cuerpo femenino tanto en base de la teoría psicoanalítica más tradicio-
la representación como en la vida pública y nal, representada por Freud y por Lacan. Si
privada. bien el psicaonálisis constituye un corpus
Pero una de las distorsiones más eviden- teórico muy amplio y toda generalización
tes de lo femenino se debe a la reificación sería inapropiada dada la complejidad de sus
del cuerpo de la mujer en los sistemas de teorías, cierto es que las conceptualizaciones
representación canónicos, donde aparecía del cuerpo (masculino y femenino) introdu-
reducido al papel de musa erótica bajo la cidas por Freud y por Lacan han influido de
mirada de un voyeur masculino. Son muchas manera significativa en la mente colectiva,
las críticas contemporáneas a la filosofía de tal modo que es ahí donde teóricas, auto-
occidental que señalan cómo su cuerpo teó- ras y artistas han encontrado parte del mate-
rico ha estado caracterizado por una especie rial necesario para deconstruir y desmitificar
de “hipertrofia de lo visual”.2 El compromi- las representaciones tradicionales de la
so temático de filósofos y teóricos con “lo sexualidad y corporeidad de las mujeres.
que puede verse” deriva de la metafísica de Para ambos autores los procesos de for-
la presencia que ha dominado el pensamien- mación del ego, y por lo tanto de la subjeti-
to occidental desde Platón hasta nuestros vidad humana, se encuentran íntimamente
días. La relación entre lo visual y lo mascu- ligados a lo visual. Para poder llegar a un
lino pronto empezó a tejerse, ya que la entendimiento de los procesos (visuales) que
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artículo generó oposición al no considerar la misma. Los problemas teóricos del análi-
que la conceptualización del cuerpo femeni- sis de Freud son abundantes, siendo el más
no como “carencia” en las teorías freudianas evidente su énfasis en la biología de ambos
y lacanianas no es la única teorización posi- sexos y el inexplicable temor de la niña por
ble (Mulvey, 1985: 303-304). Sin embargo, perder un órgano que jamás poseyó (Wright,
y pese a las limitaciones de este estudio, un 1995: 43).
artículo como “Visual Pleasures” supone un Lacan da un paso adelante en este senti-
paso importante para comprender la dinámi- do y entiende el proceso de la castración
ca de la mirada que reduce el cuerpo femeni- como idéntico para el niño y para la niña.
no al papel de icono pasivo. Así, según Según Lacan, la castración no se basa en la
Mulvey, el público que va al cine – nueva- primacía de los genitales masculinos, sino
mente podríamos aplicar el mismo argumen- en la fantasía de poseer o no poseer un falo
to al resto de las representaciones culturales imaginario.7 El bebé, independientemente de
– se siente identificado con el héroe mascu- su sexo, se percata de que la madre fálica,
lino, debido a que éste desempeña la misma ese ser imaginario y omnipotente con el que
función de ego especular que la imagen del está en relación constante, ha sido castrada
bebé proyectada en el espejo y ofrece una por el padre, debido al tabú del incesto. La
sensación de dominio ilusoria. Las carac- madre deja de poseer el falo para el bebé y
terísticas del protagonista masculino, o ima- éste, a su vez, reprime su deseo de convertir-
gen especular, en las que se aliena el público se en falo para su madre y comprende que
son radicalmente opuestas a las del Otro: la sólo el padre lo posee, al menos temporal-
madre, la mujer, la musa. mente. El miedo a ser castrado origina en el
El cuerpo femenino no sólo se ha cosifi- sujeto la represión del deseo materno y pro-
cado y, por lo tanto simplificado, desde el voca, finalmente, su entrada en el Orden
psicoanálisis canónico a través de la mirada. Simbólico, el único que, según Lacan,
También se ha ido perfilando como una enti- regiría la vida en sociedad. En la teorización
dad invisible e imperfecta desde ese mismo lacaniana el falo se convierte en una entidad
marco teórico. En sus ensayos sobre la que nadie posee realmente, pero totalmente
teoría de la sexualidad (1975) Freud parte de necesaria en el proceso de adquisición de la
la “normalidad” biológica masculina al afir- subjetividad y de la identidad sexual del
mar que para el bebé ambos sexos se carac- infante. El falo se define como el “signifi-
terizan por la presencia del pene en un pri- cante de significantes” y estaría relacionado
mer momento (61). La diferencia entre hom- también con el lenguaje y, por lo tanto, con
bres y mujeres, por lo tanto, si bien ausente todos las representaciones surgidas dentro
en los primeros meses de vida, será producto de las distintas sociedades (Lacan, 1997:
de la castración, la cual explicaría la pérdida 285). A pesar de la insistencia de Lacan en
del órgano en la mujer y, por lo tanto, su la ausencia de determinismo biológico en
condición de “incompleta”. Desde el psico- sus teorías y de la distinción que mantiene a
análisis freudiano, este proceso es superado lo largo de su obra entre el “falo real”, el
de modo diferente en el niño y en la niña. “falo imaginario” y el “falo simbólico”,8 la
Mientras que para el varón la castración confusión entre el órgano biológico y las
nunca deja de ser una fantasía, la niña debe funciones simbólicas e imaginarias de dicho
aprender a vivir con una castración física órgano es, por necesidad, muy frecuente. En
que experimenta como real. De este modo, realidad, en la base de esa confusión con-
la inferioridad social de la mujer es analiza- ceptual se sustenta toda la adquisición de la
da por el padre del psicoanálisis como un subjetividad humana formulada desde el psi-
fenómeno anclado en la desventaja física de coanálisis más canónico, pues es precisa-
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mente la carencia del falo real la que desen- El determinismo biológico de dichos traba-
cadena la ansiedad de castración y las reac- jos queda ejemplificado en The Law of
ciones subsiguientes en el bebé. Es también Heredity, obra publicada en 1883 por el bió-
la relación íntima entre significante fálico y logo W. K. Brooks. El argumento funda-
órgano físico la que, en un primer momento, mental de este estudio de finales del XIX es
construye la imagen de la madre como cas- que en la biología del ser humano se encuen-
trada o mutilada y la del padre como posee- tra su destino. Para Brooks, el óvulo sería
dor del falo o Ley. transmisor de todas aquellas características
A diferencia de las teorías freudianas, hereditarias, es decir, fijas, frente al esper-
Lacan parece evitar toda acusación de esen- matozoide, más dinámico y portador de
cialismo biológico en su teoría del falo, ya peculiaridades adquiridas a lo largo de la
que éste, como decimos, no se corresponde vida del individuo. De acuerdo a la perspec-
con ningún órgano real de la supuesta “nor- tiva de Brooks, las diferencias sociales entre
malidad” sexual masculina. Sin embargo, la los sexos se desprenderían directamente de
íntima relación entre el falo significador las diferencias fisiológicas entre ambos.
simbólico y el órgano biológico masculino El esencialismo biológico de estudios
ha desatado las críticas de autoras y teóricas como éste encuentra la firme oposición de la
feministas que, desde distintas perspectivas, filosofía existencialista y fenomenológica
denuncian el desprestigio de la sexualidad desarrollada en Francia a mediados del siglo
femenina también desde esta argumentación XX. Uno de los trabajos más interesantes en
canónica. Los criterios de selección del falo este sentido, y una fuerte influencia para El
lacaniano como supersímbolo cultural res- segundo sexo, es el de Jean-Paul Sartre en El
ponden, una vez más, a la visibilidad del ser y la nada (L’Etre et le néant) (1984
mismo frente a la no tan obvia presencia de [1943]), donde el filósofo define el concepto
los genitales femeninos, conceptualizados de “situación”, relacionado directamente con
como invisibles, imperfectos, carentes. la experiencia corporal. Siguiendo los dicta-
dos de la filosofía existencialista de Sartre el
Verbalizaciones teóricas cuerpo es una situación en sí mismo, y no
desde la subjetividad femenina una entidad inmersa en una situación deter-
De todas las epistemologías que tratan de minada, exterior a él. Con este tipo de afir-
deconstruir los modelos de feminidad maciones, el esencialismo biológico de auto-
patriarcales la teorización iniciada por res como Brooks pierde toda credibilidad, ya
Simone de Beauvoir en El segundo sexo (Le que, desde este nuevo enfoque, el cuerpo no
deuxième sexe) (1962 [1949]) es una de las es una simple suma de hormonas y cromoso-
que resulta más adecuada para comprender mas, sino que determina y es a la vez deter-
la importancia de lo corpóreo en la minado por el mundo exterior. Sartre ilustra
(auto)definición de las identidades femeni- su teoría con el ejemplo del peñasco, que no
nas.9 El estudio de la filósofa francesa puede es intrínsecamente difícil o fácil de trepar.
resumirse en la máxima de la que la autora Ante la posibilidad de superar el obstáculo
nos hace partícipes en las páginas iniciales que representa el peñasco para el caminante,
del libro cuando escribe que “el cuerpo no el cuerpo del protagonista va a decidir si la
es una cosa, es una situación” (59; énfasis acción es sumamente difícil, arriesgada o
en el original). La primera parte de esta afir- simplemente sencilla. Las condiciones físi-
mación se corresponde con el rechazo de cas del sujeto, factores como su edad, peso o
Beauvoir a todas aquellas teorías científicas enfermedades, van a determinar la forma en
que trataban de explicar la subordinación que éste considere la roca, que en ningún
social de la mujer de acuerdo a su biología. momento existirá como situación indepen-
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diente del hombre (1984: 506-514). Para da por científicos como Stroller. Las limita-
Sartre, nuestro cuerpo es un cuerpo situado ciones de este enfoque estructuralista del
en un espacio y constituye, a la vez, nuestra cuerpo son superadas en la obra de Butler,
situación en el mundo. Esta idea existencia- donde se niega la posibilidad de estudiar la
lista del cuerpo como una “situación”, es corporeidad del sujeto como si se tratase de
decir, como una entidad afectada por el un objeto pasivo no influido por su sociali-
mundo exterior y, al mismo tiempo, capaz zación. Para Butler, aquello tradicionalmen-
de influir en ese mismo espacio, es la que te analizado como “materia”, es decir, cro-
recoge Simone de Beauvoir en su trabajo mosomas y demás aspectos relacionados
sobre el cuerpo, esta vez, un cuerpo sexuado exclusivamente con la medicina, no puede
como masculino o femenino. Beauvoir considerarse un significante vacío, sino una
comienza por preguntarse qué significa ser entidad también significadora.
mujer. A diferencia de las definiciones El proyecto de Butler, irónicamente, no
deterministas que reducían el sexo femenino se aleja del de Beauvoir y podría afirmarse
a las características de sus órganos repro- que, en realidad, sus movimientos teóricos
ductores, Beauvoir, sin negar la importancia responden al mismo objetivo que El segundo
de la fisiología en ambos sexos, no puede sexo. La teórica norteamericana malinterpre-
aceptar una definición de la mujer en térmi- ta la filosofía de Beauvoir y lee su cuerpo
nos exclusivamente biológicos. Su defini- situacional no a la luz del existencialismo,
ción del cuerpo se acerca a la filosofía de sino a través de la distinción sexo/género,
Sartre y, por lo tanto, supone que el sexo de una distinción posterior, en cualquier caso, a
la mujer influye y es al mismo tiempo influi- la publicación de la obra. El segundo sexo
do por el mundo exterior, con el que se puede contar entre sus logros el teorizar
encuentra en una relación de reciprocidad. A sobre el cuerpo de la mujer como una enti-
partir de este análisis la mujer ya no es sólo dad básica en la formación de la identidad
una suma de células pasivas, sino un cuerpo femenina. Frente a todas las teorías de
histórico en constante creación de su propio sexo/género y frente a los postulados estruc-
significado. turalistas que, tratando de superar la dico-
A pesar de la teorización existencialista tomía de Stroller parten de ella y la utilizan,
de Beauvoir, su conceptualización del cuer- Simone de Beauvoir establece la relación de
po ha conducido a varias teóricas contem- reciprocidad absoluta entre corporeidad y
poráneas, destacando entre ellas la nortea- mundo exterior, de tal modo que ambos ele-
mericana Judith Butler, a leer la obra de la mentos son re/creados constantemente de
filósofa francesa en términos de la distinción acuerdo a las variables que les rodeen – país,
sexo/género y, por lo tanto, a tratar de supe- clase, condiciones socio-económicas, etc. –
rar el supuesto marco teórico de Beauvoir.10 pero no poseen una esencia fija que sea su
Para Butler la muy manida declaración de destino.
Beauvoir según la cual la mujer no nace, El existencialismo francés y el postes-
sino que se hace, sugeriría la división entre tructuralismo norteamericano no son los úni-
los aspectos corporales dados por la biología cos marcos teóricos desde los que se ha tra-
(sexo) y todos los signos de identidad adqui- tado de inscribir la fisicalidad femenina en
ridos culturalmente con la socialización de los discursos culturales. Desde principios de
los sexos (género) (Butler, 1986: 35). Sin los sesenta son varios los trabajos de teólo-
embargo, el análisis de Butler es fruto de gas feministas que tratan de recuperar para
una confusión conceptual entre el cuerpo las sociedades contemporáneas la figura de
existencialista de Sartre, Merleau-Ponty y las diosas paganas, fértiles y sexuadas, con
Beauvoir y la teorización del cuerpo realiza- el fin de desestabilizar los modelos cristia-
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nos de feminidad. Así, por ejemplo, Merlin avance para los estudios de las mujeres al
Stone recuerda en sus estudios que al presentar la religión y la historia de las civi-
comienzo de los tiempos Dios era una mujer lizaciones desde un ángulo hasta entonces
y las comunidades rendían culto a la Diosa invisible. Estos mitos ginocéntricos, sin
de la vida (1979: 120). Stone repasa una embargo, plantean problemas teóricos que
gran cantidad de mitos femeninos en cultu- no deben ser obviados, ya que pueden llegar
ras tan distantes como la irlandesa, la india o a ser interpretados como naturalizadores, a
la egipcia: Sarasvasti, Cerridwen, Brigit eran través del propio mecanismo de creación
adoradas como dadoras de vida, inventoras mítico, de unos valores que no son sino cul-
del alfabeto o vientres fértiles que asegura- turales y construidos por un proyecto ideoló-
ban la descendencia. La distancia temporal gico concreto. El mito, sea éste patriarcal o
entre el momento del coito y la concepción y ginocéntrico, produce el efecto de convertir
el del parto hacía imposible en el mundo en naturales, ahistóricos y universales mode-
antiguo una paternidad segura, hecho que los que responden en realidad a la ideología
sin duda influiría en la consideración de las que preside un determinado entramado con-
figuras femeninas del politeísmo como fuen- textual. Es precisamente el poder naturaliza-
tes de vida exclusivas. Las diosas eran ima- dor del mito el que ha contribuido a la uni-
ginadas como procreadoras partenogenésicas versalización de imágenes femeninas sancio-
y por ello eran respetadas por la comunidad nadas por el patriarcado y que son rechaza-
y adoradas en los altares. Si bien no se ha das por autoras y teóricas feministas que tra-
podido demostrar que esta etapa de politeísmo tan de contrarrestar sus efectos. Los mitos
centrado en divinidades femeninas se corres- tradicionales son re/escritos o denunciados
pondiese necesariamente con un matriarcado, por voces femeninas que no se sienten iden-
sino más bien con una sociedad matrilineal en tificadas con las imágenes de sus cuerpos
la que la descendencia se nombraba por línea preconizadas por ellos. Sin embargo, tam-
materna, la situación de las mujeres y la con- bién existe la estrategia de recuperar o de
sideración de sus cuerpos dentro de aquellas crear un mito alternativo al patriarcal con el
sociedades parece haber sido más favorable fin de mermar los efectos del mismo. Es ésta
que tras la implantación de las enseñanzas la estrategia adoptada por trabajos como los
cristianas y su mitología monoteísta. Mary arriba mencionados, con un noble objetivo
Daly es una de las voces más representativas pero en contra de los cuales puede argumen-
en este sentido, con una gran cantidad de tarse una forma de esencialismo inherente a
publicaciones sobre diosas y corporeidad. tales mitos. La narración mitológica alterna-
Daly defiende la divinidad como un verbo tiva puede llegar a considerarse como un
activo que expresa fuerza vital para su nueva contenido que está enterrado en el pasado y
teología feminista, no como un sustantivo que contiene la definición “verdadera” y
marcado con un género gramatical concreto. “universal” de la masculinidad y de la femi-
De esta forma, señala Daly, se evitan las pro- nidad. El mito, entonces, no se reconoce
yecciones antropomórficas de un Dios que como una representación determinada cultu-
excluye a las mujeres y las reduce al papel del ralmente o re/producida constantemente por
eterno “Otro” (1979: 210-218). Carol Christ la historia, sino como la narración que defi-
es otra de las destacadas teólogas que subra- ne a la Mujer genérica por oposición al
yan la importancia de las diosas en la afirma- Hombre genérico.11 El mito se convierte en
ción de la sexualidad, voluntad y legados un elemento preceptivo y su efecto inmedia-
femeninos (1979: 273-287). to es la creación de imágenes femeninas que
La labor de trabajos como los menciona- posean la fuerza que estas autoras perciben
dos supuso en un primer momento un gran en las diosas del pasado. De este modo, la
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Fig. 2. Cummins, P. y Walsh, L. (1992): Sounding the Depths (1992). En J. Grinnell y A. Conley (Eds.), Re/Dressing
Cathleen: Contemporary Works from Irish Women Artists (pp. 99). Boston. McMullen Museum of Art, Boston
College.
ambas (fig. 2). La sensación visual que se de tipo performance y alterando las perspec-
crea con esta técnica es la de exponer vísce- tivas fotográficas con sus movimientos
ras y regiones interiores de la sexualidad (Roth, 1992: 14). Por otro lado, en muchas
femenina con el fin de dejar salir por las de las imágenes en las que Cummins y
fisuras y aperturas buco-vaginales un len- Walsh aparecen desnudas, la mirada de la
guaje, tanto corporal como verbal, oculto en artista que ejerce de modelo en ese momento
el discurso cultural canónico. Los cuerpos está dirigida hacia su propio cuerpo, recla-
desnudos que componen Sounding the mando así el derecho a la autodefinición y
Depths se perfilan como entidades coloniza- control corporal. Las miradas de ambas
das y marcadas por luchas de poder colonia- sobre sus propios cuerpos no responden a la
les, nacionalistas y religiosas, desde donde necesidad narcisista que la mujer supuesta-
caminan hacia la independencia conceptual mente siente de identificarse con el objeto
y política. de deseo. Los cuerpos de ambas no se cons-
En las fotografías que componen el mon- tituyen en musas eróticas, sino que desesta-
taje, Cummins y Walsh se turnan como bilizan la mirada (masculina) que sólo perci-
modelos y fotógrafas, consiguiedo subvertir be la parte más visible y superficial del cuer-
así la pasividad de la musa tradicional y el po para adentrarse en las cavidades interio-
punto de vista autorial, y supuestamente res, al igual que también había hecho Eilís
objetivo, del artista masculino poseedor de O’Connell en su escultura. Sounding the
la mirada. Cummins confiesa haber disfruta- Depths destaca, igualmente, por la presencia
do de esta subversión y explica cómo la constante de bocas en distintos grados de
modelo influía activamente en la toma de la apertura (fig. 2) y de elementos tales como
fotografía, creando la sensación de un arte cremalleras o conchas con aperturas parale-
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Fig. 2. Cummins, P. y Walsh, L. (1992): Sounding the Depths (1992). En J. Grinnell y A. Conley (Eds.), Re/Dressing
Cathleen: Contemporary Works from Irish Women Artists (pp. 99). Boston. McMullen Museum of Art, Boston
College.
las a las de las cavidades bucales y vaginales sedes del poder, al tiempo creador y destruc-
(fig. 3). De este modo, los labios del habla y tor, de las mismas. Las aperturas de los
los labios sexuales femeninos se entrecruzan cuerpos y bocas de las modelos-artistas y las
en las fotografías para ofrecer la posibilidad conchas con interiores viscosos en forma de
de un lenguaje alternativo. Las propias artis- lengua unen lo corpóreo al discurso alterna-
tas han declarado que Sounding the Depths tivo de las mujeres. Una vez más, el cuerpo
no opera exclusivamente a través del discur- es conceptualizado como elemento esencial
so verbal tradicional. En su obra la boca no de la identidad femenina y es inscrito, todo
es sólo un órgano articulatorio, sino la indi- él, en el texto verbal y/o visual. Los cuerpos
cación de que el cuerpo de la mujer reclama de Sounding the Depths y los que aparecen
su participación en la cultura, hablando y en poemas como el analizado en este trabajo
significando. Al mismo tiempo, los dientes son significantes activos de la diferencia y
que se superponen a vaginas y pechos parti- de la identidad femenina, tanto en su reali-
cipan de las fantasías imaginarias masculi- dad contextual como a escala internacional.
nas sobre las vaginas dentadas y castradoras Son, en definitiva, los cuerpos de las musas
del psicoanálisis tradicional. Los cuerpos de rebeldes que desean salir del silencio
las artistas aparecen agresivos, con lo que impuesto por un sistema de valores clara-
ellas se convierten en herederas de las mani- mente falocrático y por una colonización
festaciones polimorfas de las diosas y en corporal y sexual milenaria.
Notas al texto
1 De forma paralela, la figura del hombre metamorfoseado en mujer – aunque menos frecuente –
representaba la degeneración espiritual de aquellos que sucumbían a los placeres carnales. Para un
estudio detallado de la “mujer varón” y su significación en la literatura cristiana primitiva, véase
Vogt, 1985.
2 La “hipertrofia de lo visual” (“the hypertrophy of the visual”, en el original inglés) es la termino-
logía empleada por el teórico Martin Jay en su brillante estudio sobre lo visual y sus limitaciones a
la hora de reproducir la realidad (Jay, 1994).
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3 La fase del espejo de Lacan comenzó teorizándose como una fase más dentro de la formación del
ego y localizada en un momento histórico en la vida del individuo, más concretamente en los prime-
ros meses de la infancia. Sin embargo, pronto pasó a convertirse en una estructura permanente en el
proceso de adquisición de la subjetividad (Evans, 1997: 115).
4 El otro especular hace referencia en psicoanálisis a un otro imaginario en el que se aliena el ego con
el fin de alcanzar la subjetividad. Es el reflejo del ego, pero al mismo tiempo no existe. Por lo tanto,
no podemos hablar del otro especular como un otro absoluto, ni tampoco como equivalente total del
ego, ya que el otro especular es él mismo y a la vez es otro. Por el contrario, el Otro indica una alte-
ridad radical, pues éste ya no puede ser asimilado a través de procesos de identificación o aliena-
ción, como ocurría en el caso anterior. La madre es la primera en ocupar la posición de Otro para el
bebé.
5 La palabra “voyeurismo” se emplea aquí con el significado que posee en las teorías psicoanalíticas
mencionadas, no con el sentido que esta palabra tiene en el uso común de la lengua española, donde
se refiere exclusivamente a la excitación sexual producida al observar a otros en situaciones eróti-
cas.
6 Tanto Sartre como Lacan emplean para “mirada” el término francés le regard. Sin embargo, los tra-
ductores ingleses han utilizado términos diferentes – the look para Sartre y the gaze para Lacan –
con el fin de subrayar las diferencias entre ambos conceptos. La mirada es, efectivamente, teorizada
de manera diferente en estos autores. Mientras que para Sartre la mirada es un proceso mediante el
cual un sujeto es convertido en objeto, la mirada lacaniana pertenece al ámbito del Otro, no al del
sujeto. La posibilidad de ser observado, no la de mirar, es la que prima en este caso (Evans, 1997:
72).
7 Para Freud los términos “falo” y “pene” son intercambiables y se refieren invariablemente al órgano
sexual del varón. Lacan, en cambio, utiliza el primer término como denominación de la Ley del
Padre que rige el Orden Simbólico y el segundo para referirse a los genitales masculinos reales
(Evans, 1997: 140).
8 El “falo real” no es sino el órgano sexual masculino, mientras que el “falo imaginario” es aquello
percibido por el bebé como objeto de deseo de la madre, una función que el infante querrá desem-
peñar. A su vez, el “falo simbólico” es el que cumple la función de significante privilegiado (Evans,
1997: 141-142).
9 Mi posición teórica con respecto al cuerpo fue desarrollada en el seminario que Toril Moi coordinó
en la Universidad de Cornell bajo el título “Sex, Gender and the Body: Phenomenological and
Psychoanalytical Perspectives”, como parte de los cursos de la School of Criticism and Theory en
1997. Mis re/lecturas de Beauvoir, Freud y Lacan se las debo principalmente a mi asistencia y parti-
cipación en dicho seminario.
10 Para un análisis detallado de los principios teóricos sobre los que se apoya El segundo sexo, véase
Martínez, 1999.
11 En estos casos se produce un análisis estructuralista que tiende a conceptualizar a la mujer como si
de una entidad monolítica se tratase, sin posibilidad para la pluralidad de significados dentro de la
categoría conocida como “feminidad”.
12 La traducción del poema es mía.
A.E.P.S.
(Asociación Estatal
de Profesionales de la Sexología)
Apdo. de Correos 102
47080 Valladolid
Telf. y Fax: 983 39 08 92