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Introducción:
Josué 7:10-26 (NVI)
10
Y el SEÑOR le contestó: ―¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? 11 Los israelitas han pecado y han violado la
alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han
escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que
tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción. Y, si no destruyen ese botín
que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. 13 ¡Levántate! ¡Purifica al pueblo! Diles que se
consagren para presentarse ante mí mañana, y que yo, el SEÑOR, Dios de Israel, declaro: “¡La destrucción está
en medio de ti, Israel! No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el
pueblo”. 14 Mañana por la mañana se presentarán por tribus. La tribu que yo señale por suertes presentará a
sus clanes; el clan que el SEÑOR señale presentará a sus familias; y la familia que el SEÑOR señale presentará a
sus varones. 15 El que sea sorprendido en posesión del botín de guerra destinado a la destrucción será
quemado junto con su familia y sus posesiones, pues ha violado el pacto del SEÑOR y ha causado el oprobio a
Israel. 16 Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, a las tribus de Israel; y la
suerte cayó sobre Judá. 17 Todos los clanes de Judá se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan
de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí. 18 Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la
familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera. 19 Entonces Josué
lo interpeló: ―Hijo mío, honra y alaba al SEÑOR, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes
nada! 20 Acán le replicó: ―Es cierto que he pecado contra el SEÑOR, Dios de Israel. Esta es mi falta: 21 Vi en el
botín un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo. [a] Me
deslumbraron y me apropié de ellos. Entonces los escondí en un hoyo que cavé en medio de mi carpa. La plata
está también allí, debajo de todo. 22 En seguida, Josué envió a unos mensajeros, los cuales fueron corriendo a
la carpa de Acán. Allí encontraron todo lo que Acán había escondido, 23 lo recogieron y se lo llevaron a Josué y
a los israelitas, quienes se lo presentaron al SEÑOR. 24 Y Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, bisnieto de
Zera, y lo llevaron al valle de Acor, junto con la plata, el manto y el oro; también llevaron a sus hijos, sus hijas,
el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Cuando llegaron al valle de Acor, 25 Josué exclamó: ―¿Por qué has
traído esta desgracia sobre nosotros? ¡Que el SEÑOR haga caer sobre ti esa misma desgracia! Entonces todos
los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron. 26 Luego colocaron sobre ellos un gran montón
de piedras que sigue en pie hasta el día de hoy. Por eso aquel lugar se llama valle de Acor. [b] Así aplacó
el SEÑOR el ardor de su ira.
Acor traducido es desgracia, aflicción. Y A este valle fue llevado Acan junto con toda su familia, por haber
tomado una simple y atractiva decisión, pero que trajo desgracias a toda su familia.
Creo que todos en algún momento de nuestra vida hemos estado o estamos en este valle de Acor. Que por
decisiones pequeñas o atractivas hemos llegado allí, pero lo trágico es que se llega allí junto con toda la
familia y todos pagan las consecuencias por las decisiones de uno solo.
En una ocasión Dios me mostro que no podía ser posible que por causa de mis decisiones, toda mi familia
estaba sufriendo las consecuencias, escases, enfermedad, proyectos cancelados, división, etc. En aquella
ocasión tome la decisión de poner todo en regla delante de Dios para que mi familia no sufriera las
consecuencias de mis malas decisiones.
El pecado, y lo peor es el pecado oculto, no confesado, no sacado a la luz. El pecado una vez adentro en
nuestras vidas, llega a nuestros hogares, mancha nuestra familia y como cualquier plaga, empieza a carcomer
y destruir todo a su alrededor.
Muchos han permitido el pecado en sus vidas, han permitido adulterios, pornografía, robo (no diezmar),
mentiras, infidelidades, maltrato físico y psicológico, etc.
El pecado es como un delicioso vaso de leche con una par de gotas de veneno, el pecado es atractivo, es
deliciosos para nuestra carne, pero las consecuencias de ese vaso de leche es muerte y destrucción, no solo
para quien lo toma, si no para quienes están a su alrededor.
Muchos piensan que Dios pasa por alto aquellas “pequeñas” cosas, creyendo que no traería consecuencias a
nuestra vida.
Una de las cosas que más está destruyendo las familias, es el pecado, el permitir que entrara, una vez se
permite, se le da autorización al diablo para que tome autoridad sobre nuestra casa.
Cuando tenemos pecados ocultos, no confesados, damos autoridad al Diablo para que pueda seguir
gobernando y tomando el control de nuestras vidas. Muchos por tal motivo les es difícil dejar el pecado, y
aunque saben que está mal, les cuesta dejarlos, ya han sido esclavos del pecado y deben ser libres.
La manera de ser libre, es confesándolo, no dejándolo oculto sino sacándolo a la luz, de esa manera le
quitamos al diablo la autoridad y la capacidad de no poder sentirnos juzgados, ya que lo hemos confesado.
Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.
Josué y todo su ejército sufrieron una gran derrota, tuvieron pérdidas humanas y una gran destrucción por el
pecado Acan.
Muchos al querer permitir el pecado en sus vidas lo que han hecho es traer destrucción a sus vidas y familias,
se encuentran con escases, con divorcios, con maltratos, odios, rencores, no hay paz, los proyectos fracasan,
etc. Afectando todas las áreas de nuestras vidas.
Como ocurrió con David que por causa de su pecado, trajo gran destrucción a toda su familia, esto fue lo que
le dijo el profeta Natán cuando confronto su pecado.
Cuando lo oculto sigue oculto se ignora la Presencia de Dios, dejas de escuchar su voz, sientes que ya no es el
mimo amor cuando lo conociste, pero lo peor de todo es que ya eres insensible a la voz de Dios, ya no está el
espíritu santo para convencer de pecado.
Lo primero que debemos es consagrarnos a Dios, santificarnos y santificarnos es decirle a Dios que queremos
vivir solo para Él, que ya no vivimos para agradar el pecado y nuestra carne, si o que lo hacemos para
agradarle a Él.
Acan tuvo que morir a causa de su pecado, y es la misma paga que deberíamos recibir nosotros por nuestro
pecado.
Pero gracias a que Jesús murió en la cruz por nosotros, ahora podemos ser libres de ese valle de Acor, debes
saber que solo a través de Jesús es que podemos tener vida y vida en abundancia.