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DERECHOS REPRODUCTIVOS.
CC. 1.053.865.517
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MEDELLÍN
2018-I
CONTEXTUALIZACIÓN
La política pública de los derechos sexuales y reproductivos nace bajo un devenir histórico
como una oportunidad para “revivir la historia cursada para la defensa de estos derechos en
Colombia”( Ministerio de Salud y Protección Social, 2014, p. 24) . A nivel internacional, en
la década de los 70, la preocupación giraba en torno a la aplicación de políticas que
controlaran el crecimiento demográfico acelerado que implicaba un obstáculo para el
desarrollo. Posteriormente, los movimientos y luchas sociales dirigidos por mujeres y
vinculados a sectores académicos, promueven el reconocimiento de los derechos
reproductivos como derechos humanos, que abarcan los asuntos de la sexualidad y la
concepción de las personas como sujetos autónomos lo que permitió que se superara el
análisis netamente demográfico y se empezara a concebir en las dimensiones sociales,
económica y medioambiental que abarca partiendo del enfoque de derechos.
En esta misma línea sucede para caso de Colombia -históricamente- este tema ha estado
vinculado principalmente a atender los desafíos del crecimiento poblacional y su influencia
en el desarrollo del país, cuestión que sigue siendo reiterativa e influyente en las acciones que
la enfrentan, pero las demandas generadas desde el movimiento feminista hacen ruptura y
cuestionan la concepción de la reproducción y la sexualidad como categorías que aunque
están vinculadas no deben entenderse como iguales, en esta vía se pretende promover la
autonomía frente al cuerpo y la decisión de la maternidad. Las entidades privadas,
filantrópicas son quienes lideran las acciones en defensa de los derechos a la planificación en
un primer momento, como sucede con la Asociación Probienestar de la Familia Colombiana
- Profamilia- que nace con inspiraciones solidarias y sin ánimo de lucro interesada en
promover la planificación familiar mediante la prestación de servicios a poblacion vulnerable
y marginada.
La primera vinculación del sector público y estatal data de 1967, en que la Asociación
Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME) -primera institución que fomenta la
planificación familiar-, se vincula a el Ministerio de Salud brindándoles capacitación en
fundamentos de demografía, sus implicaciones para el desarrollo y la salud, y métodos para
regular las altas tasas de natalidad, bajo la expresión de “paternidad responsable” ( Ministerio
de Salud y Protección Social, 2014, p. 26) lo que impulsó los primeros programas de
planificación familiar en el ente gubernamental. Para 1991, con la reforma a la constitución
se logra establecer una relación directa entre los derechos fundamentales y los derechos
sexuales y reproductivos; así mismo, posibilita promover la eliminación de la discriminación
y la brecha diferencial entre hombres y mujeres.
Finalmente, en materia legal la salud sexual y reproductiva está abarcada en la Ley 100 de
1993, basada en el artículo 49 de la Constitución que plantea como los servicios que están
cubiertos en la actualidad por el PIC y el POS, son: Inmunizaciones (vacunas Hepatitis B y
Virus del Papiloma Humano), atención integral a las ITS -VIH/ Sida, atención de embarazo y
parto, detección temprana de las alteraciones del desarrollo de los jóvenes, cáncer de cuello
uterino, cáncer de seno y cánceres en el aparato reproductivo masculino, consejería y
suministro de métodos anticonceptivos para hombres y mujeres, adultos y jóvenes temporales
de barrera (condón y espermicidas), hormonales (orales, inyectables e implante subdérmico),
dispositivo intrauterino, esterilización definitiva para hombres y mujeres mayores de edad e
interrupción voluntaria del embarazo, en los casos despenalizados por la Corte Constitucional
(sentencia C-355 de 2006).
Así pues, bajo los parámetros de la política, esta reconoce que existe una limitación en el
disfrute de la sexualidad o la reproducción de manera plena, satisfactoria libre, informada, y
responsable. Considera que hay un crecimiento demográfico que resulta problemático pues
obstaculiza el desarrollo, que existen unas condiciones propias de una cultura patriarcal que
niegan la autonomía y la capacidad, especialmente de las mujeres, para decidir sobre su
cuerpo, sexualidad y reproducción, y que propicia escenarios de violencia sexual sin
distinción de género; lo que se constituye como una vulneración de los derechos de las
personas a decidir cómo conformar su familia y sus relaciones sexuales; todo esto enmarcado
en un contexto de conflicto armado que ha atravesado el país históricamente.
Entonces, la política pública se sustenta hacia a la atención de ciertas problemáticas que son:
C. Violencia Sexual: En materia de violencia sexual, la política atiende bajo los mismos
parámetros la violencia sexual casera y la violencia sexual en contextos del conflicto
armado. En Colombia, esta ha sido utilizada como arma de guerra por los grupos
armados. Oxfam, en un estudio realizado en 2009, reconocia que la violencia sexual
“se ha convertido en una práctica sistemática y generalizada que ha pasado a formar
parte integral del conflicto armado. A pesar de ello, la impunidad que reina en el país
frente a este delito ha convertido a la mujer colombiana en víctima oculta de este
conflicto”(Oxfam Internacional, 2009)
Oxfam, en ese mismo estudio, encontró que existía igualmente una falta de datos que
permitiera cuantificar la magnitud de la problemática, específicamente bajo contextos
de conflicto armado en el país. Así, que para 2010 publica un primer estudio que le da
cifras a la problemática a partir de encuestas a mujeres víctimas del conflicto armado,
abarcando un periodo de 2001 a 2009. Realizada en 407 municipios, según el estudio,
unas 489.687 mujeres fueron víctimas directas de violencia sexual, lo que significaba
que durante ese periodo de tiempo 149 mujeres eran violentadas sexualmente cada
día. Como la Corte Constitucional lo mencionaba ya en 2008, la violencia sexual ha
sido una práctica habitual y sistemática en el marco del conflicto armado, además, se
le agrega el hecho de que existe un miedo generalizado a denunciar casos de violencia
sexual a las autoridades competentes.
¿Pero qué pasa con la violencia sexual doméstica? El 31 de Enero de 2018, se hizo en
la Plaza de Bolívar un plantón en rechazo de los casos de violencia explotación sexual
de niños, niñas y adolescentes del país apoyado por la Unicef, la Fundación Renacer y
la Red PaPaz. La Unicef, recordó que en 2017 las cifras de actos reportados de algún
tipo de violencia sexual a menores de 18 años alcanzó las 17.855 denuncias a la
Policía, así como los 21.399 casos de exámenes por presuntos abusos sexuales que se
llevaron a cabo en Medicina Legal para el mismo año. Entonces, para ese mismo año,
según un reportaje del portal Pulzo.com, el 80% de los abusos sexuales iban en contra
de menores así como un aumento de poco más del 9% de casos de Violencia Sexual.
DIMENSIÓN TÉCNICA
A través del reconocimiento de las dimensiones del problema, es posible identificar las
diferencias entre el problema percibido y el problema constatable, es decir, aquella población
afectada ubicada en un rango geográfico y temporal. Así, dentro de la política pública,
podemos encontrar una espacialidad y temporalidad de la o las problemáticas bajo las cuales
se hace una contextualización epidemiológica. A partir de la revisión de la misma,
encontramos que, por ejemplo, los departamentos como mayor número de embarazos
adolescentes son Antioquia, Valle del Cauca y Bogotá, además que existe una alta relación
entre los bajos indicadores del nivel de desarrollo y el aumento de la tasa de embarazos, por
otra parte, se hace un estimado de 440.000 abortos al año en todo el territorio nacional.
En materia de ETS e ITS, respecto a VIH/sida, los departamentos de Antioquia, Valle del
Cauca y Bogotá, poseen el 50% de los casos, siendo Bogotá la ciudad con el mayor nùmero
de estos, se le agregan 1.721 casos de sífilis congénita distribuidos en los territorios antes
mencionados. La política pública tambièn propone una dimensionalidad poblacional respecto
a este tópico, y caracteriza unas poblaciones vulnerables a esta problemática como son los
hombres que sostienen relaciones sexuales con otros hombres (HSH), las trabajadoras
sexuales, los usuarios de drogas intravenosas y mujeres transgenero caracterizandolos
especificamente para el caso de HSH que viven con VIH/sida así, Barranquilla: 13,6%;
Cartagena: 10,0%; Medellín 9,1%; Pereira 5,6%; Bogotá: 15%; Cali: 24,1% y Cúcuta: 10,9%.
De usuarios de drogas intravenosas, en Medellìn 3.8% y en Pereira 1,9% y de mujeres
transgenero con porcentajes de 17,1% en Bogotá, 10% en Medellín; 18,8% en Cali y 13.1%
en Barranquilla.
CAUSAS DE LA PROBLEMÁTICA
Para él, las sociedades modernas cuentan con una limitante y gira en torno a que todavía tiene
muchos tabúes y dificultades para ser desarrollado ya que en algunos casos es tratado desde
una postura religiosa o ética que limita las demás comprensiones acerca de esta, al igual que
la información y educación que se brinda; además estos limitantes son una violación a
derechos básicos de las personas. “La sexualidad en nuestra cultura está sujeta a miedos,
ignorancias y mitos infundados que afectan a padres, educadores, políticos, etc., por ello
resulta difícil una educación formal en materia de sexualidad en la escuela.” (Weeks, 1998)
Esto nos lleva a pensar cómo la sexualidad se encuentra sujeto a mecanismos de poder sutiles
que coartan su expresión y a su vez sólo nos permite observar una visión parcial del tema.
En este sentido se puede entrar a analizar cómo la sexualidad y la reproducción analizadas
desde la política pública son sólo una visión parcial de la construcción de la sexualidad que se
teje en torno a las creencias culturales, las formas de dominación patriarcales y los
mecanismos de poder que formulan estas desde la gobernación y no desde la realidad
contextual generando promotores de la salud sexual y reproductiva de poco impacto, lo cual
sigue relegando la sexualidad en su expresión en la censura, la sanción, al escándalo y la
negación de ésta.
Por otro lado, como causa de las problemáticas anteriormente mencionadas, es la situación de
desigualdad en Colombia, lo que implica la negación, dificultad en el acceso y el
desconocimiento de los DDSS y DDRR.
SEGUNDO CICLO
La política pública deberá estar orientada a fortalecerse como una de estilo preventivo, en la
cual no tenga que esperarse a que la población sufra algún tipo de daño para intervenir. Por lo
tanto, debe existir un fuerte componente educativo en la vivencia, expresión y aceptación de
la sexualidad sin distinción de género. Para esto, se requiere cátedras de género, de
sexualidades diversas, reconocimiento del cuerpo y autonomía sobre este, espacios memoria
sobre luchas femeninas en tanto permiten reconocer desde la alteridad el rol de la mujer en la
sociedad del siglo XXI y la consecución de derechos sexuales y reproductivos por parte de
las mismas. Todo esto permite una formación crítica y real sobre la sexualidad, generando
que esta no sea vivenciada a partir de tabúes y concepciones moralizantes que impiden
reconocer la sexualidad como un ámbito propio del ser humano.
Apostarle a este tipo de política pública debe darse en un coalición entre instituciones
educativas, gubernamentales y empresa privada, incentivando de igual manera espacios
abierto a la comunidad donde se aborden todos estos temas, traer a colación el principio de
unidad que ha abandonado el estado y que se debe retomar en vías de una acción efectiva.
Finalmente, apostarle a una política pública preventiva -antes que una reactiva- permite la
reducción de costos económicos; posibilita la introyección en la población la necesidad de
una educación abierta y con bases sólidas; lo que se traduce en hogares capaces de educar a
las próximas generaciones en derechos sexuales y reproductivos.
Comprender de este tema como acto político y no solo un tema de derechos humanos es
pertinente, pues incurre también en la justicia social y los avances en pro de esta, donde se
pueda ofrecer a la población una intervención con el fin de reducir los problemas de salud
pública y brechas sociales, por lo tanto la apuesta por la prevención se debe construir con y
para la población con el fin de impactar a la población sin diferencia de clases sociales ni
grado de escolaridad.
Ahora bien, aunque la política pública analizada aquí nombra la integración de la Educación
Sexual como una cátedra obligatoria en la educación formal que se debe retomar de manera
transversalidad dentro componente de la gestión en comunicación, esta propuesta pretende
cuestionar las contradicciones que existen entre los supuestos y la realidad, pues la situación
de desigualdad en Colombia, como ya lo hemos nombrado ha implicado la negación,
dificultad en el acceso y el desconocimiento de los DDSS y DDRR.
DATOS CONCRETOS
En Colombia, “La educación es una de las dimensiones más importantes para la movilidad
social dado que permite formar el capital humano y construir competencias para el desarrollo
social y productivo de las personas y la construcción de convivencia ciudadana”
(Departamento Nacional de Planeación, 2015) como bien lo expone el Plan Nacional de
Desarrollo (2014 - 2018), las acciones sobre esta problemática están orientadas hacia la
promoción y sus medidas de atención se han visto repercutidas en: “La ampliación de la
jornada escolar permitirá la permanencia de los niños en ambientes seguros, con lo cual se
espera reducir la deserción, el embarazo adolescente, la delincuencia juvenil y el consumo de
drogas ilícitas.” (Departamento Nacional de Planeación, 2015) que si bien tiene una
intencionalidad, para el caso de los derechos en SSR no evidencia una rigurosidad, sobre la
encontramos una deficiencia a superar.
RETOS
Este proceso debe ser continuo, los retos a asumir como ya lo hemos visto son grandes y
giran alrededor de la poca cobertura de las políticas públicas y que en materia de educación
mantienen a la gran mayoría de la población bajo el desconocimiento frente al desarrollo de
la vida sexual; además que enfrentan la lucha contra los mecanismo de poder y control en
torno a la sexualidad que se rigen en parte desde lo político para configurar las prácticas
sexuales socialmente, deslegitimar este permite que al nombrar la sexualidad desde sus más
abiertas expresiones tenga espacio en el lenguaje cotidiano y así se pueda abrir campo como
un discurso en las políticas públicas de derechos en SSR.
BIBLIOGRAFÍA
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Plan Nacional de Desarrollo “Todos por un nuevo país” (2014 - 2018). Departamento
Nacional de Planeación, 2015