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ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

El Alzheimer es la demencia primaria más común. Es un tipo de demencia que altera la


memoria, el procesamiento del pensamiento y puede alterar el carácter de la persona.

Se trata de un proceso degenerativo caracterizado por un deterioro progresivo de las


funciones intelectuales sin que coexista cualquier otro tipo de patología neurológicas.
otras manifestaciones neuropsiquiátricas son las ideas delirantes, las alucinaciones o la
agresividad, o sistémica que curse también con demencia.

Presentar un curso progresivo y característicamente afecta a distintas funciones


cognitivas y conductuales.

¿Qué causa el Alzheimer?

El deterioro de las neuronas o células del cerebro, lo que no permite que haya una
buena comunicación entre las células afectando funciones como la memoria,
pensamiento y la conducta.

La etiología: es desconocida.

Evolución clínica de la enfermedad de Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer se manifiesta más frecuentemente a partir de los 65 años


de edad.

- El inicio es insidioso, con agravación uniformemente progresiva.

- Afecta a ambos sexos por igual y la incidencia de esta enfermedad (y de las


demencias en general).
Síntomas previos al diagnóstico

Es lo que primero percibe la familia: se trata de «cambios de actitud y


comportamiento» de la persona:

- Parece que cambia su carácter, incluso en público.

- Está más torpe de lo habitual.

- Presenta confusión mental, con olvidos y fallos de memoria.

- Está más miedoso e injustificadamente preocupado de lo habitual.

- Trata de disimular para que los demás no noten sus fallos.

- Se siente inseguro, diferente, pero trata de aparentar normalidad.

Estas primeras manifestaciones producen preocupación en la familia, y también en el


sujeto que las sufre, y suelen originar la primera visita a la consulta del neurólogo y/o
del psiquiatra. Todavía no se trata de síntomas relevantes para el fisioterapeuta.

Fase inicial

Aparecen síntomas que ya indican un diagnóstico evidente de EA:

- La persona olvida algunas cosas, e incluso es consciente de esos fallos de memoria, lo


cual le produce angustia y tristeza.

- Su vocabulario empieza a disminuir.

- Manifiesta ciertas dificultades a la hora de realizar actividades de la vida diaria,


profesionales o habituales que normalmente realizaba mecánicamente: cocinar,
conducir... Esta «torpeza» le produce igualmente angustia, tristeza y disminución de su
autoestima.
- Comienza a fallar su estructuración espacio-temporal: el día en que vive, su ciudad, su
casa... Tiene miedo a perderse.

- Cambios en el carácter: se vuelve más irritable y nervioso, con frecuentes cambios de


humor, desconfiados y con frecuentes cuadros depresivos.

Indicar que, en esta fase, el paciente de EA aún puede hacer una vida más o menos
independiente, e incluso «normal». Es en este momento cuando la familia, al darse
cuenta de estas anomalías de comportamiento, suele acudir al especialista (psiquiatra,
neurólogo) que diagnostica la enfermedad y que prescribe la medicación correcta.
También es fundamental que la familia recabe información para planificar el futuro del
paciente.

Segunda fase

En esta etapa se produce un agravamiento de los problemas que se manifestaron en la


fase inicial:

- Los olvidos se refieren ya a los sucesos recientes, incluso cotidianos (lo que ha
comido, lo que hace...); sitúa vagamente los acontecimientos pasados (fechas
señaladas, etc.).

- Agnosia: no reconoce ni las cosas ni a las personas próximas.

- Además de verse reducido su vocabulario, la capacidad para decir frases con cierta
lógica disminuye igualmente. Puede leer determinados anuncios, rótulos, pero no
siempre interpreta el mensaje.

-Tiene gran dificultad para realizar las actividades de la vida diaria: para vestirse, para
lavarse, para manejar los cubiertos en las comidas.

- En cuanto al carácter, puede tener reacciones extrañas o exageradas: muy violento e


iracundo, o muy dócil y sumiso; incluso se aprecian cambios radicales respecto de su
forma de ser habitual antes de la enfermedad.
- Suelen tener alucinaciones (ve cosas inexistentes, oye voces.)

- Con frecuencia sufren mioclono (tirón, temblor o espasmo muscular involuntario y


repetitivo) y distonías que se manifiestan en malas actitudes posturales.

- Tiene una errónea percepción del espacio: es fácil que se pierda; camina de un lado a
otro, sin rumbo, e incluso durante horas. No reconoce lugares y tiempos. Presenta
asimismo dificultad para superar escalones o para percibir la profundidad de un
agujero

Tercera fase

Este período suele desembocar en el fallecimiento del enfermo. El cerebro está muy
deteriorado, el paciente termina postrado en cama o silla de ruedas y la involución
progresa hasta el desenlace final.

- La agnosia es extrema. Conoce muy poco, si bien percibe el cariño de quien la cuida y
le quiere.

- Afasia: aumenta la incapacidad para comunicarse, si bien comprende todo aquello


que se acompañe de afecto.

- Apraxia; apenas pueden realizar actividades: tragan con dificultad los alimentos
(triturados), no controlan esfínteres ni pueden manipular.

- Permanecen encamados o confinados en silla de ruedas. Esto conlleva riesgo de


aparición de úlceras por decúbito.

- Pueden aparecer problemas respiratorios (dificultad para expulsar secreciones) o


gastro-intestinales.

- La referencia espacio-temporal está muy disminuida.

- Pasividad, e incluso apatía, unido esto a los problemas de la inmovilidad; a veces


aparecen también dolores de tipo articular.
TRATAMIENTO FISIOTERAPÉUTICO DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

Para proporcionar una fisioterapia eficaz a las personas con enfermedad de Alzheimer,
el fisioterapeuta necesita:

- Conocimientos
- Técnicas relacionadas con la prevención
- El alivio
- El tratamiento de los trastornos del movimiento que requieren estas personas
- También debe tener una comprensión clara de las consecuencias psicológicas,
sociales y ambientales del proceso de la enfermedad.

Los fisioterapeutas colaboran con otros miembros del equipo multidisciplinario en una
labor consultiva, educacional para el asesoramiento para los pacientes, familiares-
cuidadores y personal del servicio sanitario y social.

Los objetivos generales del tratamiento fisioterapéutico:

- Procurar que el paciente con EA mantenga, el máximo tiempo posible, una calidad de
vida independiente: saludable y físicamente activa, pero controlada.

- Retardar la evolución de la enfermedad, potenciando el correcto funcionamiento del


aparato locomotor, del sistema cardiorrespiratorio y de las capacidades psicomotrices.

- Prevención de problemas que se asocian a la evolución de la EA: obstrucciones


respiratorias, inmovilidad articular, ulceraciones por encamamiento prolongado.

- Orientación a los familiares y/o cuidadores sobre aspectos sanitarios, así como
prevención de lesiones producidas por el manejo de estos pacientes.
TRATAMIENTO DE FISIOTERAPIA

FASE INICIAL

En esta etapa, que es en la que se suele diagnosticar la enfermedad, aún no se


manifiestan graves problemas que requieran el tratamiento fisioterapéutico; aún no
hay dificultades motrices ni graves alteraciones cardiorrespiratorias.

Objetivos específicos en esta fase

- Prevenir que las dificultades de movilidad, de desplazamiento y de desorientación


que sufrirá el paciente se retarden.

- Que el enfermo mantenga una vida lo más independiente posible.

- Procurar que los déficits sean lo menos invalidantes posible.

- Prevención de complicaciones asociadas: cardiovasculares, respiratorias.

Tratamiento

Relajación. El paciente es consciente de sus olvidos y alteraciones, lo cual le produce


ansiedad y angustia. Por esto proponemos trabajar la relajación de diversas maneras:

- En función del grado de colaboración del paciente, las técnicas habituales de


Jacobson (por medio de contracciones isométricas de los distintos grupos musculares
del cuerpo), Schultz («entrenamiento autógeno») o Le Huche (relajación «con ojos
abiertos», que combina las anteriores) pueden ser eficaces.Además, las técnicas de
Jacobson y Le Huche, al utilizar contracciones musculares, puede prevenir la
mioatrofia.

- Masaje: Cosgray (8) lo recomienda incluso para tratar la depresión de los pacientes
con EA. Interesante aplicarlo lento y semiprofundo, buscando un efecto sedante.
- La musicoterapia: Lord y Garner (9) han demostrado el valor terapéutico de la música
en un estudio realizado en personas con Alzheimer a las que se les ponía música de su
juventud durante las sesiones de recreo, actividades, etc. Estas personas estaban más
alegres y con un estado de alerta mayor que los pacientes en los que no se aplicó esto.
Además, si se pone música durante la sesión de fisioterapia, podemos aprovechar los
ritmos para nuestros ejercicios.

- La hidroterapia: tanto la inmersión en piscina como la natación suave o la


hidrocinesiterapia, además de sensación relajante, sirve de estímulo extero y
propioceptivo, lo cual podría prevenir o disminuir las dificultades de estructuración de
esquema corporal, equilibrio y desorientación espacial que empiezan a manifestarse
en esta primera fase. Incluso se puede completar con ejercicios con balones, flotadores
para, además, potenciar la movilidad y funcionalidad de las extremidades.

- Si no contamos con la colaboración del paciente debido a que está sedado con
medicación, con cinesiterapia activa-asistida podemos coadyuvar a que se relaje de
una forma «más natural».

Potenciar la movilidad: como medio de prevención de atrofias y limitaciones mio-


articulares, y para preservar la independencia del paciente. En este caso proponemos:

- Bicicleta ergométrica, trabajando con suavidad, con el fin de favorecer la función


cardiorrespiratoria, la movilidad articular, la coordinación y la resistencia al esfuerzo.

- Potenciar y entrenar la deambulación (Fig. 1): si es posible, paseos al aire libre, en un


entorno tranquilo y con control de esfuerzo.
Figura 1. Entrenamiento de la deambulación

Gimnasia de mantenimiento y actividad física en general: Realizar grupos, por medio


de actividades jugadas empleando, por ejemplo, balones, globos, aros, etc. De esta
manera podemos trabajar la coordinación y la organización espacial. Si, además,
realizamos estas actividades con ritmos o música, ayudamos a mejorar la
estructuración temporal del paciente. Se podría completar con los ya citados juegos en
piscina de hidroterapia (con balones, flotadores).

Coordinación psicomotriz: la conseguiremos realizando los ejercicios comentados


anteriormente de forma activa.

Fisioterapia respiratoria: en esta fase planteamos un enfoque de tratamiento


preventivo o de mantenimiento , cuyo éxito dependerá del grado de colaboración
(psíquica) del paciente:

- Relajación y toma de consciencia postural.

- Adquisición de hábitos posturales que mejoren la función respiratoria.

- Toma de consciencia respiratoria y entrenamiento de la respiración nasal (muchos


ancianos pierden este hábito).

- Realización de movimientos de flexibilización torácica correctamente coordinados


con la respiración: inspiración-extensión y espiración-flexión; además, el sujeto puede
ayudarse acompañando con movimientos de extremidades superiores.

- Aprendizaje y entrenamiento de la respiración diafragmática y del control espiratorio


abdominal.

- Empleo del espirómetro no sólo como medio de exploración de la capacidad


espiratoria, sino como entrenamiento feed-back de la propia espiración.
SEGUNDA FASE

En esta segunda etapa se profundizará en el tratamiento iniciado en la fase anterior. La


colaboración del paciente será menor debido a su deterioro psíquico.

Objetivos específicos en esta fase

- Mantener las máximas capacidades posibles de movilidad, desplazamiento e


independencia en actividades básicas.

- Prevención de las alteraciones cardiocirculatorias.

- Prevenir las complicaciones de carácter respiratorio (bronconeumonías, síndromes


obstructivos).

Tratamiento

Relajación: ya no sólo relajación desde el punto de vista psicológico (por la angustia y


depresión que sufren estos pacientes), sino desde el punto de vista tónico, puesto que
son frecuentes las contracturas extrapiramidales (1) producidas como efecto
secundario de los fármacos. Las técnicas que emplearemos podrán ser:

- Masaje, buscando efecto sedativo.

- Hidroterapia: inmersión muy controlada en piscina, donde, además, podemos


movilizar de forma activa o pasiva.

- Cinesiterapia: activa o pasiva, de extremidades e incluso de tronco para, así, prevenir


posibles distonías y desajustes posturales.

Tratamiento postural: en principio, enseñaremos al paciente y a los familiares y/o


cuidadores las posturas más adecuadas en sedestación, en la cama, a la hora de hacer
las actividades cotidianas, con vistas a evitar las posiciones viciosas y actitudes
distónicas. Siempre y cuando el paciente colabore, trabajaremos:

- Ejercicios flexibilizantes de columna y tórax: con el sujeto sentado, para mayor


seguridad, se movilizará en flexo-extensión, rotaciones e inclinaciones, con un
adecuado acompañamiento respiratorio.

- Potenciación muscular: sobre todo de los músculos posteriores y de los músculos


abdominales; estos ejercicios serán suaves, sin provocar excesivo esfuerzo ni
agotamiento, y por poco tiempo.

- Autocorrección de columna: bien en decúbito supino (con miembros inferiores en


flexión) o sentado con la espalda apoyada en la pared: que el paciente realice
autoelongaciones de su raquis, acompasando con la respiración.

- Estiramientos activos: también podemos recurrir a los movimientos optokinéticos


para guiar esos enderezamientos de columna.

Movilidad: se movilizarán todas las articulaciones de las extremidades en sus


diferentes ejes de movilidad; en manos, propondremos actividades de destreza
manipulativa con aros, pelotas y mesas canadienses (Fig. 2). Si colabora el sujeto, los
autopasivos con sistemas cuerda-polea pueden ser útiles (Fig. 3).

Figura 2. Trabajo de destreza manipulativa en mesa canadiense.


Figura 3. Cinesiterapia autopasiva con sistema cuerda-polea.

En cuanto a los ejercicios de columna, éstos serán muy suaves en cuanto a su


ejecución. Si es posible, se trabajará de forma activa, aunque sea asistida, o por medio
de actividades funcionales como el pedaleo, la marcha o bien ejecutando actividades
de la vida diaria.

Con este trabajo no sólo preservaremos la movilidad y funcionalidad músculo-articular,


sino se favorecerá la correcta función cardiovascular. Según Gorman, «el ejercicio
favorece la movilidad, previene caídas, incrementa el flujo sanguíneo cerebral y la
cognición y disminuye el dolor».

Equilibración y reeducación de la marcha: para prevenir el déficit de equilibrio que


pueden tener estos pacientes, podemos emplear las típicas plataformas de
propiocepción (tipo Freedman o Bohler) si las tolera el paciente anciano.

Respecto de la marcha, importante reentrenarla por medio de paseos, rampa,


escaleras, deambulando sobre terrenos estables, incluso con apoyo de ayudas técnicas
como bastones o andadores (Figs. 4 y 5), retrasando todo lo posible que el paciente
quede confinado en silla de ruedas.

Figura 4. Ayuda técnica para la deambulación: bastón inglés.


Figura 5. Ayuda técnica para la deambulación: andador.

Coordinación psicomotriz y perceptivo-motriz: que se podrá trabajar por medio de las


pautas descritas en los apartados anteriores.

Tratamiento del dolor: además de la función de prevención del dolor que tiene el
ejercicio, si se precisa hacer este tratamiento, se recomienda el uso de
ultrasonoterapia (incluso sonoforesis de algún analgésico) y termoterapia o crioterapia
con temperatura controlada; no hay que olvidar los frecuentes problemas sensitivos
de las personas con Alzheimer avanzado, por lo que no recomendamos el empleo de
electroterapia analgésica.

Fisioterapia respiratoria: para prevenir las complicaciones respiratorias. Importante


trabajar con el paciente en espacios bien ventilados y con cierto grado de humedad. La
pauta a seguir puede ser la siguiente:

- Toma de conciencia postural y relajación.

- Toma de conciencia respiratoria (inspiración nasal, espiración bucal, ritmo


respiratorio.) y reeducación de la respiración.

- Coordinación de la respiración con movimientos de flexibilización torácica: la


inspiración se acompaña de extensión, y la espiración se realiza durante los
movimientos de flexión. Además, los ejercicios de cintura escapular favorecen esa
flexibilización.

En función del grado de demencia que presente, si no puede colaborar


satisfactoriamente, habrá que recurrir los ejercicios que presentamos a continuación:

- Ejercicios de tos dirigida, para que sea eficaz, productiva y sin irritación glótica.

- Práctica de la respiración diafragmática y potenciación muscular.


- Práctica de la espiración abdominal libre o con asistencia de presiones manuales en
abdomen y tórax inferior, así como por medio de cinchas abdominales.

- Drenaje postural: recomendamos emplear las posiciones en decúbito supino, prono y


laterales, junto con la llamada posición «de cochero», por ser éstas las mejor toleradas
por los ancianos.

- Maniobras de drenaje: por medio de clappin, vibratorios, taponteo, y combinando


estas técnicas con las posiciones de drenaje.

TERCERA FASE

Aunque el desenlace de esta última etapa es fatal, el fisioterapeuta puede colaborar


con su trabajo para que la vida postrera del enfermo de Alzheimer sea de la mayor
calidad posible.

La situación que encontraremos es de un paciente encamado, muy deteriorado


orgánica y psíquicamente, y con poca capacidad de colaboración voluntaria en las
sesiones de tratamiento.

Objetivos específicos en la tercera fase

- Prevención-tratamiento de las complicaciones propias del encamamiento:


cardiorrespiratoria, cutáneas, inmovilidad.

- Mantenimiento de la movilidad articular y del tono muscular.

Tratamiento

Cuidados posturales del encamado: en este apartado colaboraremos con el personal


y/o familiares sobre las pautas de cambios posturales en la cama: alternando los
decúbito supino y laterales (incluso prono, si lo tolera), poniendo al paciente en
sedestación al menos durante una hora diaria, y con vendajes preventivos en
calcáneos. Ésta será la mejor manera de prevenir las peligrosas úlceras de decúbito.

Ozonoterapia: precisamente para el tratamiento de las úlceras.

Masaje tonificante: para mantener la turgencia de los tejidos cutáneos, especialmente


en las zonas de la piel con prominencias óseas o sometidas a apoyo continuo en la
cama; recomendamos emplear cremas hidratantes o aceites con esencias (romero,
eucalipto).

Cinesiterapia: en esta fase será predominantemente pasiva y suave, aunque si el


enfermo de Alzheimer puede colaborar, se procurará realizar de manera activa
asistida.

Se trata de mantener el recorrido articular (sin forzar en exceso si existe contractura


extrapiramidal, rigidez cápsulo-ligamentaria o afección reumática subyacente), así
como favorecer la función circulatoria para mantener el trofismo de los tejidos
muscular y articulares. Si hay dolor, dejaremos de movilizar, y en sucesivas sesiones
aplicaremos termoterapia infrarroja o crioterapia (lo que mejor tolere el paciente)
previamente a la movilización.

Fisioterapia respiratoria: aprovecharemos los cambios posturales en (cama y en


sedestación) para el tratamiento de drenaje postural.

- Clapping y masaje vibratorio, siempre durante la espiración, ayudarán al paciente a


expulsar sus secreciones.

- Respiración naso-diafragmática.

- Espiración asistida, por medio de presiones manuales suaves en abdomen y tórax


inferior durante la espiración.
CONCLUSIONES

- Los fisioterapeutas debemos poner nuestros conocimientos y profesionalidad al


servicio de los enfermos de Alzheimer, de sus familiares y de los equipos
multiprofesionales que les atienden.

- Es importante la exploración previa y la evaluación de la situación funcional del


paciente para una mejor planificación del tratamiento fisioterapéutico del enfermo de
Alzheimer.

- La fisioterapia puede aportar, y mucho, a frenar el deterioro de estas personas y a la


mejora de sus condiciones de vida.

- Como dijo alguien: «La fisioterapia no da más años a la vida, pero sí que da más vida a
los años».  

- “La fisioterapia ayuda a pacientes con Alzheimer en todas las fases de la


enfermedad”.

BIBLIOGRAFIA
 https://www.elsevier.es/es-revista-revista-iberoamericana-fisioterapia-kinesiologia-
176-articulo-fisioterapia-enfermedad-alzheimer-13010390

https://bucatarieminunata.com/?p=12

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