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MEMORIAS DEL

HORMIGUERO
De Ramsés Figueroa1

Para ellos, los anónimos mineros.

Texto inspirado en entrevistas e investigaciones de archivo y de


campo, con la importante colaboración de:
Archivo Histórico y Museo de Minería A.C.
Belem Oviedo Gámez, Marco Antonio Hernández Badillo, Ma. Nieves
Noriega Blanco Vigil, Luis Jiménez Osorio, Félix Castillo, Cirilo
Hernández, Enrique Quezada Islas, Mauro Aguilar, Jesús Hernández
Jiménez, Cosmelia Ortiz, José Rosario Valencia, entre otros.

PERSONAJES.-
El Chaquetas. Por desganado.
El Morsa. Por grandote y fuerte.
El Títere. Porque lo maneja su señora.
El Moco. Por flaco y escuálido.

Lugar y tiempo:
Real del Monte, Hidalgo. Finales del siglo XX.

1
Texto realizado gracias al apoyo del Programa Jóvenes Creadores con Trayectoria A del Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes 2018.

1
Padre Nuestro Minero.
Todos.

Señor,
yo te ofrezco el esfuerzo y fatiga de este turno de trabajo,
te pido protejas la salud y la vida de este tu siervo,
que es sostén de un hogar;
haz que en cada minuto de mis horas de brega,
sienta junto a mí, el amparo de tu presencia;
haz que mi tarea rinda satisfactoriamente el fruto que mis
superiores esperan,
pero que en el costo de mis esfuerzos no se incluya ni una sola
gota de sangre;
haz que mi oído escuche el mensaje de alerta que me envías para
eludir el peligro;
haz que mis ojos puedan penetrar la oscuridad de mi mundo,
para que mi cerebro capte la señal que tu sabiduría puso en
cada riesgo;
haz que mis manos, herramientas invaluables que me otorgaste,
para producir y crear,
conserven sus facultades y puedan, al final de esta jornada
acariciar a los míos y junto a las de éstos,
elevarse en muda plegaria de agradecimientos, por conservarnos
hasta hoy...
¡Que Dios nos asista, siempre y en todo!2

2
Oración recuperada de la Revista del Minero.

2
La cuadrilla.

El Chaquetas.
Mi nombre es Rogelio Morán Domínguez, pero eso aquí apenas si
lo saben mis compañeros, todos me conocen por “El Chaquetas”.
Un día vine a trabajar a la mina bien pinche triste y cansado
porque se había muerto mi papá y el Morsa me dijo que andaba
así por chaquetero… todos se rieron, menos yo. Desde entonces
me dicen así.

El Títere.
Mi nombre es Agustino Márquez Sánchez, pero aquí me conocen
como “El Títere”. No me gusta mi apodo, pero mi nombre está
más culero. Me dicen así porque dicen que mi señora me controla.
Mi mujer se llama Dolores y pues, es una mujer difícil, me
exige mucho pero lo hace por nuestros hijos, tenemos tres:
Tinito, Lolita y el bebé Carlitos.

El Moco.
A mí me dicen el Moco desde morrito, que por flaco y escuálido.
Es que fui sietemesino y de milagro pude entrar a trabajar a
las minas. Mi nombre es Alberto Quezada, yo digo que ya tengo
el nombre de artista, “el poeta Alberto Quezada”, ay qué bonito
que suena.

El Morsa
A mí me dicen “El Morsa” por grandote. Nací, crecí y me hice
hombre en las calles, allá, en la ciudad capital. Soy minero
desde chavo. Me vine para acá porque allá mi jefe se pasaba de
verga y nos daba de putazos a mi jefa y a mí cada que agarraba
la peda. Hasta que un día se la respondí y que me corren de la
casa.

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Moco.
Para entrar a la mina tenía que pesar 50 kilos como mínimo y
yo pesaba 47. La noche anterior cené frijoles con plátano y en
la mañana no fui al baño, hice las pruebas necesarias, en el
examen médico me subieron a la báscula… 49 kilos y medio, me
perdonaron el medio kilo.

Títere.
Trabajo un chingo, a veces tengo que quedarme hasta dos turnos
pero ni así nos alcanza. A mi mujer no le gusta que ande con
mis compadres porque dice que son unos vagos, alcohólicos y
mujeriegos.

Morsa.
Entonces llegué al Real y entré a la mina, porque pues no había
de otra, ¿qué no? Comencé a chingarle desde los 15 años en
esto. Yo he trabajado de todo en la mina: ayudante de cochero,
cochero, ademador, rielero, malacatero, maquinista,
electricista, perforista, bueno, hasta cubero he sido cabrones,
me las sé de todas y a mucha honra. Le sé de todo pero cuando
me agarro a putazos me cambian de puesto y pues así me la he
ido llevando.

Chaquetas.
Yo entré a la mina a los 14 años, mi papá me llevaba seguido y
un día pidió que me dieran trabajo porque hacía falta dinero
en la casa. Siempre hemos sido jodidos.
Me hicieron unas pruebas y entré como ayudante de cochero. Me
gustaba ir a la mina porque así pasaba más tiempo con mi papá,
todo lo que sé de minería él me lo enseñó. Hasta que se lo
chingó la Silicosis y ya sólo tosía y sacaba sangre por la
boca. No hay cosa más culera que ver cómo se muere tu papá y
no tienes dinero para comprar un pinche tanque de oxígeno.

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Morsa.
Pero mi pedo chingón son las luchas, ¿qué no? me subo al
cuadrilátero y me llaman: “El perforista volador”, a webo. En
realidad me llamo… no se los puedo confesar porque es secreto
profesional. Yo me he hecho en la mina y en la lona.

Moco.
Yo no quería ser minero, yo soy poeta, pero nos estábamos
muriendo de hambre en la casa. Mi papá murió en un accidente
en la mina cuando yo tenía como 5 años, apenas si recuerdo
cosas de él. Yo me críe con mi mamá y mis hermanas. Mi mamá
enviudó con 8 hijos: 7 mujeres y yo. Soy el Benjamín, el más
pequeño de la casa. Mi mami cuenta que mi papá a fuerzas quería
el varoncito. Y aquí estoy, tras varios intentos en medio de
la miseria.

Títere.
Me gusta el futbol, como no me va a gustar si en mi familia
siempre hemos sido futboleros. Futboleros y mineros. Mi padre,
mi abuelo, mi bisabuelo, todos fueron mineros. Siempre hablando
de cosas de la mina en la casa, en la cantina, en el campo.
Recuerdo los domingos cuando mi papá nos llevaba a mis hermanos
y a mí a verlo jugar la cascarita.

Chaquetas.
Por eso empecé a correr, para limpiar mis pulmones, le daba
vueltas al monte, al bosque del Hiloche, por todos lados hasta
dejar las playeras mojadas de sudor, así todos los días.
Cuando corro me siento libre. Siento el viento frío en mi cara.
Aire, aire, aire. Luz.

Moco.
Mi papá sólo le dejó una pensión que no alcanzaba para nada.
Mi mamá y mis hermanas siempre han trabajado. De todo. Siempre
trabajo honesto, pero mal pagado. Mal pagado. Mi hermana mayor,
Dulce, ella con muchos esfuerzos estudió en la capital y

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siempre que venía a visitarnos me enseñaba cosas, ella me
enseñó a leer. Luego me metió a la escuela. Ella me enseñó el
mundo de las letras. Yo no quería trabajar en la mina, pero no
tuvimos de otra.

Títere.
Mi posición es la portería. Me gusta ir al campo los domingos
con toda la cuadrilla, jugamos en el torneo local. Nunca hemos
ganado el campeonato municipal, pero somos persistentes.
Preparar el uniforme, los guantes, los tacos; sudar la
camiseta. Pero lo que más me gusta del futbol, son los pulques.

Morsa.
A mí me gustan los putazos, me gusta cómo se te hierve la
sangre, cómo se siente aquí, escuchar los gritos, las mentadas
de madre… eso me gusta.
La verdad yo entré a las luchas para un día partirle la madre
a mi jefe como él me la partía de chavo.
La lucha libre es otro pedo.

Chaquetas.
Comencé a correr para no morir de Silicosis como mi padre y
terminé corriendo maratones aquí en el Real y por varios lados.
Cuando corro me siento libre.

Moco.
A mí me gusta la poesía, aunque mis amigos me hagan carrilla
con eso, no la entienden porque no saben ni leer, pero a mí me
gusta pensar en las palabras.

El Chaquetas.
El Morsa, el Moco, el Títere y yo somos una cuadrilla,
trabajamos en la mina y casi siempre estamos juntos.
Somos como una familia.

6
Los caminos que se bifurcan

Chaquetas.
5:40 de la madrugada de un día de enero en Real del Monte.
Llueve y hace un chingo de frío. La neblina apenas nos deja
mirar un paso adelante de nosotros. Vamos pisando las piedras
húmedas, rodeados de perros; el Morsa, el Moco, el títere y
yo. Es el primer día de trabajo del Moco.
Caminamos cuesta arriba rumbo a la mina Dificultad.
Los perros ladran mientras van abriendo la neblina. Casi nadie
habla, todavía vamos modorros. A lo lejos de entre la montaña,
vemos cómo nace lentamente el sol.
Llegamos.
Los vestidores huelen bien culero. Vestidores de mineros. Nos
ponemos la ropa de trabajo. El casco, las botas, el cinturón
con la herramienta. Luego vamos por las baterías para las
lámparas.
El Morsa le indica al Moco qué hacer mientras se burla de él y
lo zapea. Al Moco le dieron el 233. La empresa no lo quería
contratar, últimamente han ido a la baja, pero abogamos por
él. Por fin, todo subimos a la calesa, vamos como 15 cabrones,
bien apretados.

Morsa.
A ver si no se cae esta madre porque andaba fallando el cable…
Moco, te contaron del accidente del 65 donde se cayó la calesa
con 30 weyes… dicen que iba un pendejo novato… así como tú…
ora no me la repeguen.

Chaquetas.
El malacatero nos baja. Vamos en chinga. Gritamos de terror.
El Moco se espanta y grita también. Todos reímos.

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Moco.
Me cago del miedo y estos culeros me hacen bromas, es mi primer
día en la mina. Nunca pensé que iba a ser minero, siempre dije
que nunca sería minero y aquí voy.

Morsa.
Como eres nena pinche Moco. Este oficio es para hombres.

Moco.
La neta tengo mucho miedo. Lo pienso pero no se los digo. Todo
está muy oscuro y húmedo. Tengo frio. Tengo miedo y frío. Yo
no quería terminar trabajando en la mina pero no tuve de otra.
El Chaquetas me dijo que no estaba tan cabrón.

Chaquetas.

Entre gritos, risas, arrimones y zapes, bajamos hasta al quinto


nivel. El frio se siente cabrón. La gente se dispersa. Toman
distintos rumbos por los caminos de la mina, se ven sus lámparas
como luciérnagas subterráneas.
Es un hormiguero de gente.
---
Títere.
Hoy mi mujer me puso tacos de carne.

Morsa.
Dile a mi vieja que gracias por el detalle. Que luego paso a
dejarle caer todo el gasto.

Títere.
Cálmate pinche Morsa, te parto tu madre, no te tengo miedo.

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Moco.
Apenas alcanzamos a ver delante de nuestras narices, todo está
muy oscuro. Sigo teniendo miedo pero no les digo. El Morsa no
deja de chingar y decir mamadas.

Morsa.
Oye Moco… justo por aquí fue donde el Chino valió verga, se le
vino toda la piedra encima, como media tonelada… se hizo caca…
dicen que lo identificaron porque encontraron su nombre bordado
en la servilleta que le hizo su vieja para envolver los tacos
en el guangoche. Así decía: “El Chino Morales” en letras rojas.
Ah pinche Chinito era a toda madre, medio pendejo, como tú,
pero a toda madre. Y luego por allá, en aquel camino dicen que
hay muchos gases tóxicos, que ya van varios que terminan en el
hospital tose y tose… y luego, uy, bajar por la escalera es un
pedo porque no ves…

Chaquetas.
Ya cállate pinche Morsa que espantas al Moco. Yo le dije que
estaba tranquilo, cosa de agarrarle el modo. Ponerse al tiro y
no hacer pendejadas, encomendarse al señor de Zelontla, rezar
un padre nuestro y no estar chingando.

Morsa.
Ya salió su mamá.

Chaquetas.
El Morsa es bien enfadoso. Pero la verdad es el mejor perforista
que conozco. Barrenamos parejo y bien bonito: de cielo, de
frente, de pozo… El títere es una riata con la pólvora.
Caminamos en la oscuridad una media hora hasta llegar al
frente. Ahí, bajamos las herramientas, conectamos la
perforadora, limpiamos los barrenos y empezamos la fiesta.

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Moco.
Ruido, polvo. Ruido, polvo. Ruido, polvo. No veo nada, no sé
qué pasa. Hago lo que me piden como puedo. No puedo respirar,
es demasiado polvo y sólo traemos un paliacate húmedo en la
boca. Quiero huir de aquí.

Morsa.
La perforadora vibra. A webo. Penetramos la piedra, derechito
y hasta el fondo. Los barrenos entran parejitos, parejitos,
hasta parecen de algodón. La perforadora vibra.

Chaquetas.
Una vez hechos los agujeros, distribuidos en distintos puntos
simétricos. Se hace otra barrenación cruzada para que parta la
piedra.

Títere.
Después se le mete la pólvora. Se prende la mecha, nos alejamos
y se cuentan que todos los casquillos truenen para evitar
accidentes al siguiente turno. Contamos 20 detonaciones.

Cuentan las detonaciones.

Morsa.
Qué bonito que suena.

Pausa.

Títere.
Chin, se cebó el último…

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Morsa.
Te toca ir a ver Moco…

Chaquetas.
El Moco nos mira asustado, niega con la cabeza.

Títere.
Veinte. Te salvaste pinche Moco.

Risas.
----
Títere.
Después de unas 4 horas de chingarle, por fin descansamos para
comer. Caminamos unos metros y nos acomodamos sobre unas
piedras. Todos sacamos nuestros guangoches.

Morsa.
Ahora sí pinche Títere, saca esos taquitos de carne que me
mandó mi vieja…

Chaquetas.
Aquí compartimos siempre la comida. Tacos de frijoles casi
siempre. A veces algún guisado del día anterior.

Moco.
Comemos. Comemos así, con las manos llenas de tierra. Primero
me resisto, pero es más mi hambre. Mastico y siento la tierra
entre mis dientes, como. Quiero huir de aquí.

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Chaquetas.
Acompañamos los tacos con nuestro respectivo pulque que cada
uno mete de contrabando, aunque los contratistas bien que
saben, hasta ellos luego nos andan pidiendo, que para
hidratarse. También lo compartimos.

Títere.
El pulque es nuestro combustible, salud.

Brindan.

Morsa.
Tampoco bebes pulque ¿o qué Moco?

Moco.
Si, bueno, es que no sé si sea bueno beber aquí dentro, quizás
alcoholizados, no sé, pueda causar un accidente, o algo… ¿no
creen?

Pausa.

Títere.
Nos miramos, no sabemos si el Moco bromea o no. Reímos, el
Morsa lo zapea.

Morsa.
Siguiente lección del día moquito… el minero bebe pulque, si
no, no es minero, ¿entendiste?

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Moco.
Bebo. Sabe agrio y está baboso. Bebo más. Siento la boca
pastosa. Bebo para que no me digan nada.

Chaquetas.
Después del descanso, volvemos al laborío. Así siempre, así
diario. Caminamos de regreso hasta el tiro y esperamos la
calesa.

Títere.
La salida siempre es un desmadre, todo mundo se abalanza para
salir lo más rápido posible e ir a cobrar la raya.

Morsa.
Salimos. Cobramos la raya. Nos bañamos, dejamos el uniforme. Y
a seguir la peda.

Chaquetas.
¿Qué tal tu primer día, Moco?

Moco.
Estoy agotado.

Títere.
Ya te irás acostumbrando, así es esto. Recuerdo que mi primer
semana no podía ni levantarme, pero la Lola me no me dejó
quedarme a descansar.

Moco.
Debo irme a casa. Mi mamá se quedó preocupada. Fue un largo
día, les agradezco mucho sus enseñanzas. Nos vemos mañana.

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Morsa.
El Moco se va. Los demás nos miramos.
El Moco está bien pendejo, pero me cae bien.

Títere.
A mí también.

Chaquetas.
Sabía que les caería bien. La cuadrilla está completa.

Día del minero.

Chaquetas.
Son como las 9 de la mañana de un 11 de julio en el monumento
al minero.
Celebramos el día del minero. Están todos los altos mandos,
contratistas e ingenieros. El jefe del sindicato y hasta el
Presidente Municipal. Dicen algo y aplaudimos. Cortan unos
listones, colocan flores en el monumento y toca la banda.
El Morsa pasa a recibir un reconocimiento porque ganó el
campeonato estatal de lucha libre.

Morsa
Buenos días… este… yo, estoy, muy agradecido por este
reconocimiento… si… este… pues… Muchas gracias, muchas
gracias… muchas gracias.

Chaquetas.
El Morsa está bien pendejo para hablar en público y como no le
dieron dinero se emputó.

14
Títere
Llaman al Moco al micrófono. El Moco nos mira como diciendo:
ni madres, ya no quiero. Baja la cabeza y echa el cuerpo para
atrás.
- Recibamos con un aplauso al compañero Alberto Quezada,
alias “El Moco”.
Aplausos. El Moco camina lento hasta el micrófono. Levanta la
mirada, nos mira con el rebote de la luz del sol en la cara,
levanta un par de hojas maltratadas, se aclara la voz y dice…

Moco.
Buenos días, a continuación voy a leerles un poema que escribí
para todos ustedes en este día tan especial… día del minero…
el poema se llama: Mi tierra Real del Monte.

Lee en el micrófono.

Tras el cerro del judío sonriente asoma la aurora


y la sima de El Hiloche, el sol con sus rayos dora.
Con la luz del nuevo día se adivina ya el perfil del alegre
caserío que cubre el tejamanil.

De San Pedro al Zopilote de rojo se tiñe el cielo


Y del águila la Peña, cubre de nubes un velo.
Coronado por la niebla el Zumate se levanta,
Para que el dorado Febo bese amoroso su planta.

La antigua Dificultad humillada por la Rica,


En la activa chimenea, su actual orgullo radica.
Purísima Concepción, El Sacramento, Dolores,
Van despertando afanosos, del nuevo día, a los albores.

15
¡Barrios de la Quebradilla, de la Virgen, del Purero!
¡De San Pedro Huixotitla, de Escobar y de Guerrero!
¡Barrios de la Tlaxcalera, San Agustín, Aguatoche!
¡De Rufina, San Francisco y del Bosque de El Hiloche!

Por sus alegres veredas, por empinados senderos,


Van alegres y confiados a su labor los mineros.

Y a su penosa tarea el minero va sonriente.


Y en cada rincón, se esconde, la sombra de un accidente.
Pródigo, alegre, confiado, tranquilo la vida pasa
¡Y la horrible silicosis su porvenir amenaza!

Cómo va sembrando angustia, pesadumbre, dolor, ansia


Si al hospital se dirige lentamente la ambulancia.
Ya el sol al morir, incendia las encinas del Hiloche.
Ya al alegre caserío, cubre el manto de la noche.

Por las oscuras veredas, por empinados senderos,


Regresan de su trabajo a descansar los mineros.
Y jadeantes, fatigados, van por el camino oscuro
A lo lejos, son estrellas las lámparas de carburo.

Tras el cerro del Judío plácida la luna avanza


Y Real del Monte, tranquilo, de sus fatigas descansa.3

Gracias.

3
Poema Mi tierra: Real del Monte de Luis Jiménez Osorio. Monografía de Real del Monte. 2012.

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Silencio.

Títere.
Todos aplaudimos, el Moco baja la mirada apenado por la
ovación. Comenzamos a gritar…

Todos.
Poeta, poeta, poeta.

Títere.
El Moco levanta la cabeza y sonríe.

Moco.
El poeta Alberto Quezada.

La huelga al desnudo.

Chaquetas.
Durante los últimos años la Compañía Real del Monte y Pachuca
ha tenido bajas considerables en su producción, el alza de los
insumos, los altos costos para desaguar las minas, la reducción
de vetas de plata y oro y no sé qué otras tranzas de los de
arriba afectaron principalmente el trabajo y la economía de
los de abajo. Comenzaron a despedir a un chingo de gente y la
corrupción en el sindicato era más que sólo un chisme.
Casi despiden al Moco por ser el más nuevo, pero el Morsa abogó
por él en el sindicato.
Ahora un grupo de disidentes llamado “liberación minera”
comenzaron a hacer varias reuniones para proponer nuevos
dirigentes del sindicato, así como exigir mejoras salariales y
nuevo equipo de trabajo.

17
El Morsa.
A ver cabrones, pónganme atención, vengo de reunión con el
sindicato y nos dieron este citatorio.

Leyendo con dificultad el citatorio.

Compañero trabajador:
El honorable Sindicato Industrial…

Moco.
Si quieres yo puedo leerlo.

Morsa.
Qué me crees pendejo o qué Moco.

Pausa.

Chaquetas.
Ya dáselo Morsa, que él lo lea.

Morsa.
A ver pues, léelo pinche moquito, me la debes.

Moco.
Leyendo el citatorio.
Compañero trabajador:
El honorable Sindicato Industrial de trabajadores mineros,
metalúrgicos y similares de la República Mexicana, secciones
01 y 02 te invitan a sumarte a la huelga laboral en defensa de
nuestros derechos y mejoras a las condiciones laborales.

18
La cita es este próximo viernes. Asiste, súmate, juntos somos
la resistencia.

- A webo.
- Ahora sí nos van a escuchar.
- Se va a poner bueno.
Y bueno, dice algo más…

Silencio.

Sólo porta tus botas y casco, la huelga se hará a cuerpo


desnudo.

- ¿Qué?
- No mames.
- Vale verga.
- ¿En serio?
- Tú porque la tienes chiquita
- Pendejo.
- ¿Nos vamos a encuerar?
- No mames.

Morsa.
Ese fue el acuerdo sindical, que para que tuviera más impacto
y atendieran más pronto a nuestras demandas y no sé qué
chingados más.

Silencio.

Títere.
Los del sindicato nos concentraron en la Mina de San Juan
Pachuca, un viernes 24 de mayo a las 6 de la mañana. Ahí nos
pidieron que nos desnudáramos. Chingo de gente, no mamen. La
cuadrilla como siempre, reunida.

19
Pinche frío… oigan tengo hambre.

Morsa.
Ahorita te comes esta, Títere, aguanta. O la que quieras, hay
hasta para llevar.

Moco.
Me traje la guitarra para amenizar el movimiento. Espero que
todo esté tranquilo, tengo miedo de que se pongan violentos.

Zape al Moco.

Moco.
Oigan, estuve investigando unas cosas sobre la historia de las
huelgas aquí…

Silencio.

Moco.
Sabían que aquí se realizó la primera huelga en la historia de
América Latina en 1766… en contra de Don Pedro Romero de
Terreros… ese hombre fue muy poderoso, fue considerado el
hombre más rico del mundo…

Morsa.
Si, ajá, ya encuérate pendejo.

Títere.
¿Y ese wey quién fue?

Moco.

20
El mayor explotador de las minas del Real en la época de la
colonia. Era español. Era tan rico él y su descendencia que
fundaron el Monte de Piedad. Dicen que ayudó mucho a la iglesia,
a los Franciscanos, que fueron quienes lo defendieron para que
el pueblo del Real no lo matara. Bueno, hasta cuentan que le
prometió al rey de España que si venía a visitarlo le
construiría un andador de plata, desde Veracruz hasta Real del
Monte.

Morsa.
No mames, puras historias pendejas.

Chaquetas.
Los tiempos no han cambiado mucho, al menos en aquellos años
no se tuvieron que encuerar para exigir sus derechos…

Moco.
En aquel tiempo los mineros exigían que no les redujeran el
número de velas de cebo y que nos les quitaran el partido como
forma de pago… Fue tal la molestia que hasta lo iban a matar.

Títere.
¿Y cómo lo iban a matar o qué?

Morsa.
No le des cuerda pinche Títere.

Títere.
Oh, pues quiero saber, chingao.

Moco.

21
Dicen que todo comenzó como una pequeña revuelta en una mina.
Un minero se reveló ante los abusos del capataz y gritó
¡revuelta! Se sumaron varios al movimiento y pronto enviaron
una carta al Virrey. Pedro Romero de Terreros no quiso atender
sus demandas, entonces el pueblo se levantó con palos,
antorchas y piedras, fueron a buscar a Terreros a la hacienda
de San Cayetano, ahí se escondió hasta que el padre fue a
negociar con los mineros. Dicen que cuando el padre levantó el
santísimo, todos agacharon la cabeza en señal de respeto,
momento que aprovechó don Pedro para huir a caballo a su
hacienda de San Miguel Regla.

Chaquetas.
Por agachados, los pendejos.

Moco.
El pueblo iba decidido. Dicen que mataron al alcalde mayor y
al administrador de las cajas reales.

Morsa.
Y nosotros ahora, ¿a quiénes tenemos que matar?

Risas.
----
El Chaquetas.
Y nos encueramos.
Así, con las vergas al aire, los cascos bien puestos, el
cinturón con las herramientas, las botas bien amarradas,
nuestro pudor hecho mierda y nuestra dignidad puesta en duda,
detuvimos por 37 días las obras del Distrito minero de la
Compañía Real del Monte y Pachuca.
Más de 3 mil mineros encuerados gritando consignas de libertad.
Un momento inolvidable.

22
Canción del minero.

Yo no quiero trabajar en la pistola,


Ni tampoco en la línea dos;
Lo que quiero es mi automática sin cola,
porque esa si sirve para nos.

Yo no quiero trabajar de ayudante,


porque el jefe me baña hasta los pies;
parecía yo danzante,
me decía con apuro:
dale duro, ya merito son las tres.

Coro
Ay minero, ay minero, dale duro al
socavón, adelante está la veta y el
dinero, para darle muy macizo al
vacilón.

Y cuando yo ya me sienta afectado,


hablo con el secretario general,
que me mande para ser radiografiado,
vengan fierros, y adiós al mineral.

Cuando tenga en mi bolsa el dinero,


voy a vacilar yo el capital,
aunque tenga silicosis,
yo me curo con mi dosis
de curado con un poco de mezcal.4

Coro.

4
Canción del minero, recuperada de la Revista del Minero.

23
Títere.
El movimiento fue conocido en muchos lados por unas fotografías
que nos tomaron. Nuestros pitos y nalgas le dieron la vuelta
al mundo. Mucha gente se sumó a la lucha.
Morsa.
Tuvimos que organizarnos para rolarnos por turnos. Las
reuniones con el sindicato eran cada vez más densas. Hasta
mentadas de madres y amenazas de muerte había.

Chaquetas.
Al final nos dieron puro atole con el dedo, como siempre. Se
tomaron acuerdos para reanudar las labores. No conseguimos los
nuevos uniformes. Pero algo si quedó claro.

Morsa.
Que tienes el pito chico.

Chaquetas.
No, que no nos íbamos a dejar. Nunca más.

El Perforista volador.

Chaquetas.
Es un sábado por la tarde en la arena afición de Pachuca. El
Morsa apostó su máscara en un mano a mano. Vamos como siempre
toda la cuadrilla y el morrito del títere. Los periódicos
anuncian: El caníbal vs el perforista volador, la lucha del
año.

Moco.

24
Hay mucha gente, mucha. Es la primera vez que vengo a las
luchas, me convenció el Chaquetas de venir, que para apoyar al
Morsa, la verdad se lo debo, creo nos llevamos cada vez mejor.
Compramos unas banderitas, unas máscaras del perforista
volador, el títere trae una campana, la gente trae silbatos,
trompetillas, hay mucha gente vendiendo cosas. Ruido. Siempre
ruido.

Títere.
Cómo me gusta venir a la arena afición, cuando me alcanza me
traigo a mi Tinito, la Lola luego quiere venir, pero pues ya
me sale muy caro. Hoy vinimos toda la cuadrilla a apoyar al
Morsa, máscara contra cabellera.
Todo está bien caro y el Tinito quiere que le compre todo.

Chaquetas.
Llegamos temprano. Estamos casi hasta adelante, el Morsa nos
reservó unos lugares. Espero que gane, si no, no nos lo vamos
a aguantar toda la semana.
Voy a buscarlo a camerinos.

Morsa.
Entrenar, entrenar, entrenar. Salir a partirse la madre. Este
es tu momento José. Sé hombre José, sé hombre.
Chaquetas.
Ya eres hombre José.

Morsa.
Tú que pedo, ¿qué haces aquí?

Chaquetas.
Vine a desearte suerte.

25
Pausa. Se abrazan.

Chaquetas.
Toda la cuadrilla está lista, hasta compramos tu pinche máscara
fea.

Morsa.
Gloria o derrota.

Chaquetas.
Ya ganaste, Morsa.

Morsa.
El caníbal está muy cabrón, las apuestas están 3 a 1. ¿Y si no
gano?

Chaquetas.
Y cómo no vas a ganar.
Eres el campeón.
Todos los días golpeas piedras, putas piedras. Ese cabrón no
sabe lo que es partirse la madre todos los días en una mina,
ahí está tu mejor entrenamiento. Pégale como si fuera de
piedra.
Pégale cómo si fuera tu papá. Todo eso que sientes, todo ese
coraje de toda tu puta vida, sácalo en el cuadrilátero cabrón.
Tú sabes lo que te costó llegar hasta aquí. Sal y has lo que
te gusta, soltar putazos, ¿Qué no?

Morsa.
A webo pinche chaquetas, gracias cabrón.

26
Chaquetas.
Gloria o derrota.

Morsa.
“El Campeón se lleva la lucha”.

Risas. Se abrazan.

Morsa.
Ya vete que ya van a empezar.

Títere.
El tinito no deja de pedir cosas. Compramos unas papas fritas
bien caras.

Moco.
Hay mucha gente. No sabía que el Morsa tenía tantos
admiradores. La gente grita. Voy al baño para no perderme la
lucha. Llego guiado por el olor. Huele a orines a kilómetros.
Tomo aire antes de entrar. No respires Alberto, no respires.
Los baños más feos que he visto en mi vida. Hago pipí rápido
al lado de unos desconocidos que escupen y se pedorrean
mientras orinan. No respires Alberto, no respires. Voy al
lavabo, no hay agua. Claro, no me sorprende. Me limpio los
dedos en el pantalón. Salgo rápido.
Respiro.

Títere.
Comienzan las luchas teloneras. Esos cabrones se dan con todo.
Parece pelea callejera. La gente grita y chifla, mentando
madres.

27
Chaquetas.
Ahí está el Morsa. Llega por fin, la lucha estelar.

- Lucharán a 1 caída sin límite de tiempo. En la esquina


técnica, el retador, un ídolo de todos los niños, el
favorito de la familia, un luchador que ha trascendido
los escenarios de México y que hoy se juega la cabellera.
Desde Monterrey, con 120 kilos y 1 metro 80. El terrible,
el bestial: Caníbal.
- En la esquina ruda, alguien que no necesita presentación,
de 1 metro 85 y con 90 kilos de poder, el campeón con
brazos de acero, hoy expone su máscara, su identidad: El
Perforista volador.
- Experiencia contra juventud, nada para nadie. Hoy veremos
una lucha sin precedentes. La rivalidad entre estos dos
luchadores creció cuando el Perforista volador le arrebató
el campeonato peso completo al Caníbal.
- La arena afición está a reventar, la afición está
dividida.
- La experiencia de este ídolo del ring, la vitalidad de la
juventud del perforista. Nada para nadie.
- Suena la campana que anuncia la única caída.
- El referee para esta gran lucha es Mr. Davis.

Chaquetas.
La arena está encendida y nosotros gritamos emocionados. En
toda la arena se escucha corear: Perforista, perforista,
perforista. Comienza la lucha.

- Los primeros minutos de lucha han sido una demostración


técnica de la lucha olímpica.
- La lucha se calienta. Golpes sobre el pecho. Juego de
cuerdas del Caníbal, el Perforista se quita y cae por
debajo del cuadrilátero.
- El Perforista sube a las cuerdas, va hasta la tercera
cuerda y vuela por los aires, impresionante tope al
Caníbal.
- El Perforista volador le hace honor a su nombre.
- El referee cuenta pero los luchadores está derribados.

28
- El Caníbal reacciona y comienza a golpear cruelmente al
Perforista.
- Esto es ya una lucha suicida.
- El coraje se hace presente.
- El Caníbal arroja al Perforista contra las sillas.
- Se han llevado a un aficionado.
- El referee cuenta.
- Vaya rivalidad, vaya coraje.
- La gente arde.
- La gente grita.
- La gente vibra esta noche en la arena afición.
---
- El Perforista regresa al Caníbal a la lona. Sube.
- Desnucadora del Perforista.
- Toque de espaldas. Uno, dos. El Caníbal toca las cuerdas.
Nada.
- Han pasado los minutos de esta lucha suicida.
- Ha sido una lucha de toma y daca.
- Que pelea señoras y señores. La arena afición suena.
- La gente chifla, la gente grita.
- Los luchadores se quedan en la lona, están agotados.
- La arena afición esta con el Perforista.
- Perforista, Perforista, Perforista.
---
- El referee no ve la lucha, discute con los espectadores.
- El Caníbal comete faul al Perforista.
- Mr. Davis no lo ve. La gente grita.
---
- El Perforista cae. Señala el faul.
- Toque de espaldas al Perforista.
- Uno, dos, tres.
- El referee levanta el brazo del Caníbal.
- El triunfo sorprendentemente es para el Caníbal.

Morsa.
No puede ser.

Títere.

29
Nos quedamos atónitos. El Morsa perdió.

Chaquetas.
La gente sigue gritando ante la injusticia.

Moco.
El Morsa perdió la máscara.

Chaquetas.
El Morsa sangra. Sangra a través de su máscara.

Títere.
El Morsa me hace una señal para que Tinito suba a quitarle la
máscara. Lo subo.

Moco.
La gente sigue gritando. No quieren que el Morsa se quite la
máscara. Abucheos para el Caníbal.
Chaquetas.
El Morsa se hinca. Sangra a través de la máscara rota. Tinito
le quita lentamente la máscara.

- El perforista volador responde al nombre de José de Jesús


Almanza, originario del Distrito Federal.

La lucha termina. El Morsa ha perdido la máscara. La toma en


su mano, sube a la tercera cuerda. La gente lo ovaciona como
si hubiera ganado la pelea. El Caníbal sale entre abucheos.
Nosotros subimos al ring con Tinito. Gritamos con él.
Nos abrazamos.

30
Todos.
Perforista, perforista, perforista.

El pasado.

Morsa.
No tenía ni quince días que acababa de entrar a trabajar a la
mina, tenía unos 15 años pero ya estaba grandote. Que pasa el
ingeniero y que me dice.
- Hey tú, ¿eres nuevo?
- Sí señor.
- Deja eso, necesito que me limpies aquel socavón, ¿traes pala
y pico?
- No señor.
- Te vas a ir por aquí derecho, vas a salir hasta la mina
Purísima, ahí les dices que vas de parte del Ingeniero
Rodríguez, que te presten una pala y un pico, te los traes y
me despejas esta zona, ¿me entendiste?
- Sí señor.
Y que empiezo a caminar.
Caminar.
Alcanzo a ver hasta dónde me da la luz de la lámpara.
Volteo.
A la distancia veo todavía la lámpara del ingeniero.
Sigo caminando.
Volteo.
Ya no veo al ingeniero.
Aprieto el paso. Sigo caminando por entre un socavón de unos
20 metros de ancho.
Camino, camino, camino.

31
Todo es silencio.
Escucho mis pasos y el roce de mi ropa.
Escucho el latir de mi corazón que se acelera.
Todo es silencio.
Comienzo a silbar y a tararear canciones que ni me sé.
Camino, camino, camino mientras silbo.
Siento miedo, mucho miedo.

Camino por las entrañas de la tierra completamente solo.


Siento miedo.
Me detengo.
Quiero regresar y renunciar.
Quiero regresar, entregar el uniforme y las herramientas e irme
a mi casa.
Estoy completamente solo a 500 metros bajo tierra.

Silencio.
Absoluto silencio.
Si renuncio no me voy a aguantar la carrilla de mis compañeros.
Ni madres. Pienso en eso y vuelvo a caminar.
Silbo.
No pienses. No pienses.
Camina, camina.
Si renuncio no me voy a aguantar la carrilla.
Eres hombre José.
Muy hombre.
No seas marica José. No seas marica.
Camina, camina.

32
De pronto, a lo lejos alcanzo a ver una luz.
Ya chingué, ya chingué.
Respiro y aprieto más el paso.
Me detengo. Por fin llego a la mina.
Recupero el aliento, estoy sudado y todavía me tiemblan las
piernas. Me encuentro a unos mineros.

- Buenas tardes, vengo de parte del ingeniero Rodríguez,


necesito que me presten un pico y una pala.
- Echa un ojo por allá. Ahí hay unos, creo, a ver que te
encuentras, ahí búscale.
Voy a ver. Escojo los menos jodidos.
- Oye muchacho y hasta dónde vas.
- Pues aquí como a unos 20 minutos.
- Súbete, voy para allá, por ay te aviento.
- Muchas gracias, señor.
Que me subo a la máquina. No pues así en chinga.
- ¿Y a poco te echaste todo esto caminando tú solo?
- Pues… sí.
- Tsss, no manches, si por aquí hubo un montón de muertos
cuando abrieron este pinche hoyote. ¿A poco no se te
apareció ninguno?
Siento miedo otra vez, pero no le digo nada.
- ¿Neta?
- Simón, se les vino mucha piedra, fue un pedo abrir aquí.
No mames yo no me iba solo por aquí. Estás cabrón.
- Pues ya ve… uno que es cabrón.
Uno aprende este oficio entre humillaciones, muchas
humillaciones y bromas de todo tipo. Todos los días como que
te vas curtiendo. Uno se va haciendo cada día, más cabrón.

33
Los famosos artistas.

En la cantina. Beben y juegan.

Chaquetas.
Salimos de nuestra jornada laboral después de unas 8 horas, es
un jueves como a las 3 de la tarde. Allá abajo comenzamos con
unos pulques y ya salimos medio entrados. Nos venimos
cantineando, aquí hay una cantina casi cada dos cuadras. Así
hasta llegar a nuestra cantina favorita: Los famosos artistas.

Morsa.
Las mujeres tienen prohibido entrar a las minas. La leyenda
dice que las minas se secan si entra una mujer en ellas. Sólo
los hombres penetramos la mina, a poco no. La mina es mujer.
La veta de mineral es mujer. Si otra mujer entra, la veta se
pone celosa y se esconde. Se seca. Veta es mujer, sino sería
Beto, ¿qué no?

El Chaquetas.
Como eres pendejo pinche Morsa. Eso es pura mamada, un invento
del siglo XVI para que no abusaran de las mujeres. Cómo va a
ser la mina una vieja.

Morsa.
Eso dice la leyenda…

Chaquetas.
También dice que hay duendes. Y en 15 años, ¿has visto uno?
No verdad. No seas pendejo.

34
Morsa.
Te voy a partir tu madre, pendejo. El Títere dice que una vez
vio un duende. ¿O, no?

Títere.
Pues… no estoy seguro, vi algo que parecía un duende.

Chaquetas
Yo vi algo que parecía una mujer.

Morsa
Y qué chingados tienen que ver las viejas con los duendes…

Chaquetas
Te digo que eres pendejo pinche Morsa. Eso no es más que un
mito, un mito muy pendejo que se creyó la gente de hace siglos,
ahorita quién se la cree. Ya hay mujeres ingenieros, ¿no?

Morsa.
A mí no me va a mandar una vieja.

Chaquetas
Una vieja que sí sabe leer, no como tú…

Pausa. Burlas hacia el Morsa.

Morsa
Cállense pendejos o me los madreo

35
Moco
Ahora sí te pusieron en tu lugar Morsita, digo…

Morsa
Pero es lo que dicen…

Chaquetas
No todo lo que dicen es verdad…

Títere
Lo bueno de que no entren las mujeres a la mina, es que ahí no
va a buscarme mi mujer…

- ¡Brindo por el Morsa! aunque esté bien pendejo y perdió la


máscara…
- Brindo por el poeta Alberto Quezada.
- ¡y por el día del minero!
- Brindo por la medalla del Chaquetas.
- Brindo por la cuadrilla.
- Brindo por tu hermana.
- La tuya pendejo.
- Ya, en serio, brindo porque estamos juntos, por la cuadrilla.

Chaquetas.
Moco, tócate la canción del minero.

36
Cantan la canción del minero.

Yo no quiero trabajar en la pistola,


Ni tampoco en la línea dos;
Lo que quiero es mi automática sin cola,
porque esa si sirve para nos.

Yo no quiero trabajar de ayudante,


porque el jefe me baña hasta los pies;
parecía yo danzante,
me decía con apuro:
dale duro, ya merito son las tres.

Coro
Ay minero, ay minero, dale duro al
socavón, adelante está la veta y el
dinero, para darle muy macizo al
vacilón.

Y cuando yo ya me sienta afectado,


hablo con el secretario general,
que me mande para ser radiografiado,
vengan fierros, y adiós al mineral.

Cuando tenga en mi bolsa el dinero,


voy a vacilar yo el capital,
aunque tenga silicosis,
yo me curo con mi dosis
de curado con un poco de mezcal.5

Coro.

5
Canción del minero, recuperada de la Revista del Minero.

37
Títere
Señores, me retiro. Debo ir a acostar a mis hijos y darles las
buenas noches.

Morsa.
Pinche mandilón…

Chaquetas.
Cállate pinche Morsa, déjalo en paz, todos quisimos que
nuestros padres hicieran lo mismo, pero estaban en la cantina,
como ahora nosotros, ¿qué no? Anda y ve con cuidado mi querido
amigo.
Títere.
¡Brindo por la cuadrilla!

Todos.
¡Salud!

Chaquetas.
Nunca sabremos cuál será el último trago, la última partida de
dominó, el último juego de rayuela, así todos juntos como
ahora. Todos los días hay heridos y muertos en las minas.
Diagnosticados de silicosis y otras enfermedades.
Nos jugamos la vida todos los días en un pinche agujero sin
fin. Ya estamos muertos en vida amigos míos.
Salud.

Moco
No supimos qué responder, se hizo un silencio incómodo que
rompí cantando otra canción.

38
La Silicosis.

Chaquetas.
Todo comenzó una noche. Era de madrugada.
Una fuerte y continua tos despertó a mi padre, yo me desperté
por el ruido y fui a verlo, estaba sentado sobre la cama,
angustiado, no podía acostarse porque tosía y tosía.
Ese fue el principio del fin.
Mi mamá le preparó unos tés y le puso trapos calientes en el
pecho y en la espalda para controlarle la tos, así hasta que
pudo dormirse recostado sobre unas almohadas.
Al día siguiente no fue a la mina. Me pidió que lo acompañara
al médico porque no quería asustar a mi mamá.
Le sacaron unas radiografías y le hicieron unos cuestionarios.
Yo lo veía muy callado.
Nos sacaron a la sala de espera.
- Papá, ¿cómo te sientes?
- Bien.
No sabía qué más decir, esperamos unos minutos que sentí muy
largos entre el silencio y la seriedad de mi padre.
- La mina engría hijo. La mina te va tatuando por fuera y
por dentro hasta que te marca hondo. Pero todo lo que te
da, un día te lo cobra. Llegó mi hora de pagar.
Nos miramos. Los ojos de mi padre se cristalizaron, nos
abrazamos sin decir nada más. Lloramos ahí, juntos, como nunca
lo habíamos hecho.
Lo llamó el doctor. Vio sus radiografías y nos explicó unas
cosas que no entendimos del todo…
- La silicosis es una enfermedad medianamente común entre
los mineros Don Rogelio, me apena mucho decirle que usted
ahora la padece… como usted quizás sabe, es una enfermedad
que no tiene cura y que afecta al sistema respiratorio
por inhalar constantemente polvo sílice. ¿Cuántos años
lleva usted laborando en la mina?
- Casi 30 años de servicio doctor.

39
- Es bastante. Lamentablemente la Silicosis es una
enfermedad silenciosa, no presenta síntomas hasta que ya
se presenta de manera avanzada. Mire, le explico, el
sílice penetra en las partes más pequeñas del pulmón como
los bronquiolos y alveolos, generando inflamación de las
paredes alveolares, aparición de fibrosis o cicatrización
en los tejidos localizados entre los alveolos y los
capilares. Esta fibrosis se caracteriza por ser
granulomatosa, hializante y progresiva.
- O sea… ¿me voy a morir doctor?
- Como le decía, la silicosis es una enfermedad que no tiene
cura, pero podemos controlarla con medicamento y algunos
nuevos hábitos que tendrá que seguir. Por lo pronto
debemos notificar a la Compañía que ya no puede laborar
más en la mina.
Eso fue lo que más le dolió a mi padre, no ir más a trabajar a
la mina. Bajó la mirada, pasó saliva y tosió.
- Tendrá que hacer sus trámites para solicitar su pensión
Don Rogelio, la Compañía debe estar muy agradecida con su
labor de todos estos años, pero ya no es bueno para su
salud que usted siga trabajando, ha llegado la hora de su
retiro. Nosotros le haremos otras pruebas para ir
controlando su enfermedad y nos estaremos viendo
continuamente.
Mi padre le dio las gracias al doctor y nos retiramos en
silencio. En silencio hasta llegar a casa. Un silencio que
perduró hasta su muerte. Un silencio interrumpido sólo por las
crisis de tos que le daban más duro por las noches. Esas noches
largas en las que todo era angustia porque no podía respirar.
Comenzó a agostarse por todo, hasta por caminar y hablar. Tenía
dolores muy fuertes en el pecho y en la espalda, se le
ennegrecieron las uñas y se le cayeron algunas. Bajó mucho de
peso y su humor cambió drásticamente. Dejó se salir y de
convivir. Pese a que la enfermedad no es contagiosa, la gente
dejó de visitarlo por miedo a enfermarse. Al final la silicosis
nos enfermó un poco a todos.
La enfermedad fue gradual hasta que sólo tosía sangre por la
boca y respiraba con oxígeno.
Había días que prefería que mi padre ya descansara para no
seguir con esa dura agonía. Así estuvimos durante casi 4 años.

40
Mi papá trabajó casi 30 años en la mina. Cuando se enfermó la
Compañía sólo le dio una pensión de 2 mil pesos al mes que poco
servían para comer y atender su enfermedad.
La mina me acercó como ninguna otra cosa a mi padre, pero al
final, la misma mina me lo arrebató.

Domingo de fútbol.

Títere.
Y cómo no nos va a gustar el fútbol si aquí en Real del Monte
se jugó por primera vez al balompié en este país.

Chaquetas.
Es un domingo por la mañana de un día nublado en el Real.
Vamos toda la cuadrilla y el morrito del Títere.
Nuestras familias y amigos en el campo, nos ven, nos ovacionan.
Todo el pueblo está aquí, nos mira.
Jugamos el torneo de la liga local. Como pudimos, llegamos a
la final: Mineros contra ingenieros.

Morsa.
Ora, pónganse vergas. Nos vamos a coger a estos culeros.
Chaquetas, tú que eres el más rápido vas a la delantera con El
Chango, se apoyan no estén de lucidos, pero también bajan no
se hagan pendejos y estén nomás de chayoteros. Títere a la
portería, ya sabes, como te trae tu vieja: no salgas a lo
pendejo; aguado, aguado y atento… ay pones a pelotear a tu
morrito. El Moco, La Muñeca, el Güero y El Mollejas van a la
defensa, quiero un muro pinches nenas. El Chalupas de
contención izquierda, el Pistolas por derecha y yo en la media.
Y tú pinche cocoliso, te quiero subiendo y bajando de enlace,
pero en putiza cabrón.
Todos a las vergas, quiero juego limpio, pero si no hay de otra
ya les dije cómo bajarlos. No se me apendejen y…

41
Todos.
Que chingue su madre el que se raje.

Títere.
Comienza el juego.
Chaquetas.
Pinche frío. Me subo, el Morsa grita y grita, nos pendejea.
Avanza el chalupas me centra, la bajo de pecho, me quito a un
wey, levanto la vista y zaz, el primer tiro se va para fuera.

Títere.
Empezó chingón el partido.
Concéntrate pinche Agustino no te pueden meter gol.
Concéntrate. Quieres que tu hijo se sienta orgulloso, ponte
chingón.
Recuerdo que tenía como unos 14 años cuando entré a jugar con
los grandes, hasta metí un gol, ese día fue un gran día.
Concéntrate Agustino.
Se acercan con pase largo, un inge se quita al Moco, pinche
Moco pendejo. Viene, viene, viene. Le achico el área y dispara.

Morsa
Qué putazo en la mera jeta del Títere. Cae.
Salvó el gol.

Chaquetas.
Corro para ver qué le pasó al Títere.
- ¿Estás bien? Salvaste el gol, cabrón.

Chaquetas.

42
Es tiro de esquina.

Morsa.
Al tiro, al tiro, cubran pendejos.

Chaquetas.
Los ingenieros cobran el tiro de esquina, centro cerrado que
va para el Moco, el Moco se agacha, el balón pasa… cabezazo
certero del Ingeniero Chávez y la pelota entra al marco como
flecha. El títere ni se movió.

Títere.
Gol de los ingenieros.

Morsa.
¡Les dije que al tiro, pendejos!

Títere.
Te volvieron a meter gol, Agustino. Te lo dije, concéntrate,
concéntrate. Aquí está tu hijo. Me acuerdo cuando nos enteramos
que la Lola estaba embarazada, qué gusto me dio. Concéntrate
pinche Agustino, no te pueden meter otro gol.

Moco.
No sé para que gritan tanto, así se cansan más.
Aunque no me gusta el fútbol, me gustaría que mis amigos y yo
ganemos el partido, así que me pongo más atento.
- ¡Venga cabrones!

Títere.

43
El medio tiempo se acerca. Seguimos abajo en el marcador.
El Morsa intercepta un balón, finta, a webo. Se desmarca,
avanza, avanza, avanza; va como pinche toro en pamplonada.
Avanza, avanza. Los inges tratan de detenerlo pero el Morsa va
decidido. Pase corto para el Pistolas, el Pistolas hace la
pared, el Morsa recupera y pone pase largo para el Chaquetas.
A webo.

Chaquetas.
Recibo el balón. Juego de piernas, avanzo, avanzo, avanzo. Me
voy por la banda. Finto, me quito a uno, entro al área. Levanto
la vista, recorto y disparo.
- Gooooooooooool.
- A webo pinches putos.
- Ahora si nos los vamos a coger.

Títere.
Nos vamos al descanso del medio tiempo con el marcador 1-1.
Venga, venga, no se acalambren, estiren. Tomen agua. Estiren,
no se enfríen.

Chaquetas.
Vamos a ganar este partido, compañeros. ¿Estamos? Los
ingenieros, los contratistas, los supervisores, los
empresarios, siempre hay alguien que nos da órdenes. Siempre
hay alguien arriba de nosotros. Siempre. Así que ganemos este
partido y al menos por hoy, nos sentiremos por encima de ellos.
Nosotros tenemos mejor condición, nosotros somos más fuertes,
más veloces, más astutos, más sensibles. Sólo debemos confiar
y creer que podemos ganar. ¿Estamos?

- Sí, a webo, vamos a partirles su madre.

Chaquetas.
Cada uno cubra bien su posición, corra y peleé por cada balón.
Pasen, centren, recuperen. No se dejen vencer, no se dejen

44
oprimir, no se dejen derrotar. Nosotros todos los días nos
jugamos la puta vida en la mina, ni modo que no ganemos un
pinche juego de futbol.

- Hagan lo que dice este pendejo, vamos a ganar.

Moco.
Gritos, ovaciones, más gritos.
Me siento poderoso, me siento poderoso. Nadie va a pasar. Soy
la defensa, soy la puta defensa. Un muro, eres un muro Moco.

Títere.
Volvemos al campo. Estamos motivados, voy a la portería, toco
los tres palos, me persigno.
Arranca el segundo tiempo.

Moco.
Un ingeniero se acalambra, se están cansando, se están
cansando. Un muro, un muro Moco.

Títere.
El Moco roba un balón. Extraordinario, lo tiene.
Venga Moco, pásala, pásala. El Moco no la suelta, corre, corre
con el balón.

Morsa.
Pinche Moco, suéltala.

Moco.
Corro, corro. Un muro, Moco, un muro.

45
Tú puedes, piensa en poesía, esto es poesía. Esto es como
escribir un poema con las piernas. Corre, corre. Escribe tu
poema con las piernas, escribe tu poema con las piernas. Tú
puedes Moco, tú puedes. Corro, corro.
De pronto, me detengo, grito: ¿Qué hago?

Morsa.
Pásamela cabrón.
Moco me pasa el balón. Lo detengo, observo. Se la doy al chango,
corro sin balón. El chango me la regresa. Me quito a uno, cae,
no hay falta, no hay falta. Sigo. Pase largo al Cocoliso.
Cocoliso centra al área, el chaquetas busca el remate y lo
tumban.

Títere.
¡El árbitro marca penalti! ¡Penalti!

Chaquetas.
Pido tirar el penal. Tomo el balón. Voy al área. Las miradas
sobre mí. El partido se acerca al final. Es mi oportunidad, es
la oportunidad de todos. El árbitro pita. Avanzo decidido,
disparo.
- Posteeee.
¿Poste?

Morsa.
Pinche chaquetas pendejo.
El portero despeja rápido. Aguados pendejos, colóquense.

Títere.

46
El reloj se acerca a su fin. El Morsa, emputadísismo, baja a
un ingeniero que se escapa con peligro de gol, lo baja con una
patada en la espinilla. El árbitro le saca Tarjeta roja
directa.

Chaquetas.
El Morsa está enfurecido, corremos todos a separarlo. Los
ingenieros responden la agresión. Es una batalla campal.
Títere.
El árbitro pita el final del partido.

Chaquetas.
Controlamos al Morsa y poco a poco se va acabando la pelea. El
árbitro les da la victoria a los ingenieros.

Títere.
Nos descalifican por faltar al fair play. Nos quedamos ahí,
tirados en el campo. Incrédulos. Derrotados.
Otro campeonato que no ganamos.
El Morsa sigue mentando madres y soltando putazos.
Yo me voy por Tinito que llora por detrás de la portería,
asustado. Nos abrazamos Tinito y yo aceptando la derrota.

El cierre de las minas.

Chaquetas.
Siempre quisimos creer que los problemas de la mina no nos
alcanzarían nunca a nosotros. No fue así. Las minas comenzaron
a cerrar y no previmos el fin. La veta vizcaína se escondió.
Cerró la Mina de Acosta, cerró Dolores, cerró Dificultad, cerró
Purísima, cerró la Rica, fueron cerrando poco a poco todas las
minas de Real del Monte.

47
Morsa.
Un día simplemente nos dijeron que la compañía había quebrado.
Que se habían tomado acuerdos con el sindicato. Que nos iban a
liquidar conforme a antigüedad y ley. Dijeron que cerraban por
la baja producción de mineral de alta ley. Que por los altos
impuestos, los insumos, el alto número de empleados y la baja
productividad. Su puta madre.

Títere.
Nunca sabremos la verdad. Puras promesas que a medias
cumplieron. No ofrecieron una miseria de pensión. Así nada más.
Un día nos dijeron: se acabó.

Moco.
Nunca me gustó ser minero pero comenzaba a encariñarme con mis
compañeros.

Chaquetas.
Toda la vida habíamos sido mineros. ¿Y ahora?

---
Morsa.
Es el primer día después del cierre de la mina. Como no sabíamos
qué hacer, nos quedamos de ver en la cantina “Los famosos
artistas”. Para variar, hay neblina y llovizna en pleno día.

Títere.
Llegamos muy temprano.

Moco.
Todavía está cerrado.

48
Chaquetas.
Tocamos pero no hay nadie.

Morsa.
Nos sentamos los cuatro en la banqueta.

Chaquetas.
Llueve, pero no nos movemos, no nos importa.

Títere.
Unos perros se nos acercan buscando comida.

Moco.
Nos miramos. Dejando pasar el tiempo, así nomás. Nadie dice
nada. El Morsa espanta a los perros.

Chaquetas.
La mina engría, es verdad. Pero si volviera a nacer, no sé si
sería minero de nuevo.

Morsa.
Cállate pinche Chaquetas.

Títere.
Si al menos hubiéramos ganado el campeonato de fútbol,
tendríamos un motivo para celebrar.

Chaquetas.
Pero el pendejo del Morsa comenzó a madrearlos.

49
Morsa.
Pero el pendejo del Chaquetas falló el penal del campeonato.

Moco.
Tranquilos muchachos. ¿Quieren que les lea un poema?

Todos.
No.

Silencio.

Morsa.
No ganamos nada, puta madre.

Silencio.

Títere.
Nos quedamos ahí, bajo la lluvia y entre la neblina. Esperando
que abrieran la cantina, dejando pasar el tiempo.

Morsa.
La mera verdad no sabíamos que íbamos a hacer el día de mañana,
en qué trabajaríamos, o si seguiríamos estando juntos.

Títere.
La Lola está bien enojada y angustiada por nuestros hijos.
Tengo que buscar otro trabajo.

Moco.

50
No sé en qué trabajaré que pueda ser bueno...
Títere.
Los perros de acercan de nuevo, la neblina baja lentamente.
Nos cubre.

Silencio.

Chaquetas.
La mina engría, eso decía mi papá. Hijo, la mina te va tatuando
por fuera y por dentro hasta que te marca hondo.
Yo no sé ustedes, pero si volviera a nacer, no sé si sería
minero de nuevo.
- Ni yo.
- Ni yo.
- Ni yo.

Poco a poco se miran cómplices, nostálgicos. Los perros ladran,


hasta que poco a poco desaparecen tras la densa neblina.

Real del Monte, Hidalgo. Otoño 2019.

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