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•Lissanca Arizmendi

Lima
Aristin
“El gato pelón”

Itzel Lissanca Arizmendi Lima


La aventura…
Así comienza mi historia…

Había una vez un gato. Yo era el gato. Llámame Aristín. Sí, como el héroe de Pavic.

Pues ahí estaba yo, un gato en un autobús, yo no sabia qué era, pero más tarde lo supe.

Un día muy soleado de mayo, mi sombra y yo jugábamos felices. El calor era sofocante, el asfalto quemaba mis
patitas, era mejor saltar de un lado a otro y buscar refugio. Lo halle debajo de un auto.

Esa mañana en Acayucan era especial: la gente pasaba, el sol brillaba y la gente desayunaba, mientras yo jugaba con
mi colita rayada. Mientras los comensales ordenaban huevos motuleños, salsa de molcajete, chilaquiles y demás
platillos que servían en el Hotel Principal, yo observaba curioso: hombres maduros de negocios, mujeres con sus
familias.

Observo con cautela a las parejas desayunando; algunas jóvenes y otras que han sobrevivido a los malos tiempos.
Aunque el juego me distraía algo me molestaba, mi cabecita tenia algo que me molestaba. El “pshsch pshshu” y

la puerta principal del hotel engañaron el dolor: “Gatito, gatito” me llamaba. “Hola gatito” ¿De quién eres?” con

su voz cálida me decía. Aunque era enorme para mi tamaño me deje llevar hacia ella. Sorprendida al verme de

cerca, continuo llamándome hasta que me tuvo en sus brazos.

Tras pedirle unas indicaciones a un señor que posaba fuera del hotel, la desconocida y yo abordamos un taxi con

rumbo desconocido, al menos para mi. Lo que sí sabia, es que ese día estaba cambiado mi vida.

Cerca de las 10 am la temperatura era de 35 grados, el calor ya comenzaba a ser sofocante. Mujeres y varones

con uniforme comenzaron a ser visibles a lo largo del camino. Nos detuvimos afuera de una escuela y sin

muchos saludos llegamos a un gran salón donde jóvenes sonrientes e impacientes esperaban entre mochilas de

colores y refrescos de sabores. Entre inocentes amores ideales y sueños adultos imparables.
-“Maestra” decían y comprendí que mi nueva amiga trabajaba con estos jóvenes. Tantas voces me daban miedo,
pero poco a poco me deje consentir por sus palabras y suaves caricias.

Yo corría por todo el salón, entre telones azules y filas de asientos me divertía. Todo era tan nuevo, tan diferente.

Aseneta gritaban, nombrándome Aristín me perseguían.

Entre aretes y llaves perdidas contaban el encuentro de un héroe y una heroína.

-“!Que historia de amor, que encuentro tan sublime con el destino¡” decía algún tímido enamorado.

Entre libros y poemas aprendí que con plastilina se podían hacer figuras inimaginables. Que puede regresar a su
forma original, pero a veces al mezclar los colores se vuelven inseparables.

A
La maestra mostraba unas tarjetas y la actividad era inspirarse y escribir algo.

Creativamente entre formas de colores, algunos chicos hicieron flores y dragones amigos; algunas chicas
escribieron poemas sobre dignidad y justicia.

Alguien conto un cuento sobre un burro que a veces no quería trabajar, pero como su dueño lo quería mucho y lo
necesitaba para trabajar siempre le hablaba bonito, lo dejaba descansar a la sombra de un árbol y le daba una
jugosa manzana mientras le rascaba las orejas.

Algunas historias no tenían final, otros poemas eran muy breves.

Pasaron las horas como pasa la vida, a veces tan divertida que no se siente el tiempo. Distraídos y acalorados los
aplausos resonaron haciendo estruendos en los altos muros del audiovisual. Sonrisas y abrazos marcaron el final
de la sesión, mientras jóvenes sonrientes y complacidos me despidieron cariñosamente, deseándome suerte en el
camino.
Todo indicaba era hora de movernos.. Estaba cansado y molesto. ¿Íbamos a casa? Pero ¿Cuál casa?

Lo ultimo que recuerdo fue sentir un golpe fuerte y despertar sido extraído de un bote de basura oliendo a
jitomates y leche descompuesta.

¿Cómo llegue al hotel? No lo recuerdo. Pero ahí estaba de nuevo, esta vez mi amiga me llevo a un cuarto con vista
a la iglesia y al parque. Al fin pude retozar entre las colchas mullidas.

Una caja atrapa mi atención y decido investigar su contenido y procedencia, de repente la oscuridad dejo de ser
divertida, y se volvió angustiante. ¿ A donde me llevaban? Mi respiración se agitaba y cada vez que quería salir de
mi calabozo la cabeza me dolía más. Mi cabeza golpeaba los muros de mi prisión y sentí que algo escurría por mi
frente gatuna.

El calor aumentaba mi angustia y el aire era sofocante. La invasión de motores, autos, altos parlantes y cientos de
voces de viajeros provocaron en mi cabeza de pensamientos negativos.
Maullaba desconsoladamente cuando fui extraído de la caja y pude entender que mi amiga discutía con el
conductor del camión y le pedía nos dejara abordar juntos. Le explicaba que yo tenia una herida severa en la
cabeza y necesitaba un medico con urgencia.

Tibias lagrimas calentadas por el sol me caían sobre las orejas cuando por fin abordamos los tres el autobús y se
mezclaba con mi sangre.

El señor de camisa blanca y corbata roja al parecer se había vuelto nuestro amigo. Tomo el volante y nosotros
fuimos detrás de su asiento. Mi amiga le narraba su vida, el conductor conto historias de caminos: algunos
amarillos y otros verdes, altos montes y fríos valles; también describió piedras tan grandes como las aspiraciones
de los senderistas y los soñadores.

A mi esa caja me había dejado exhausto y con dolor de cabeza. Pero sentir los brazos de la maestra me fueron
tranquilizando y entre ruidos de carretera me fui lentamente durmiendo.
Entre ronroneos le agradecí darme una nueva oportunidad de vida y ahí comprendí que casa era estar aquí
con ella, que mientras estuviéramos juntos y pudiéramos vivir grandes aventuras no estábamos solos y
siempre se podrán encontrar amigos en el camino.

Pasando el reten de policías sin problemas, la mire a los ojos y le dije en señal de victoria Miau.

Fin
ZAPOTECO

Gato Mixtu’

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