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Análisis El Sueño Del Pongo
Análisis El Sueño Del Pongo
I. DATOS BIBLIOGRAFICOS.-
4. N° de páginas:
• Indigenismo no ortodoxo:
- Los ríos profundos.
- La agonía de Rasu-Ñiti.
• Obra no Indigenista:
- El sexto.
- Todas las sangres.
- El zorro de arriba y el zorro de abajo.
1) El pongo
2) El patrón
Estos dos son los principales, aunque también se mencionan a otros siervos del
patrón y a una cocinera mestiza, que serían los personajes secundarios. En el
plano onírico, es decir en el sueño que relata el pongo, se mencionan a San
Francisco , un ángel mayor, un ángel menor y un ángel viejo que luego
rejuvenece.
Este cuento nos hace reflexionar sobre la condición inhumana en la que mucha
gente se encuentra desde hace muchos siglos, y que por desgracia, sobrellevan tal
condición ante la indiferencia del resto. Ante la imposibilidad de que el oprimido
y humillado pueda revertir su situación, fruto de un aberrante sistema
socioeconómico ya arraigado por siglos de imposición, el escritor nos muestra
cómo la imaginación puede ser un recurso para conllevar tal situación extrema, y
cómo mediante esta se puede guardar la ira y el resentimiento que inevitablemente
habrá de estallar, ya sea expresándola indirectamente al opresor, como lo hace el
pongo o bien por la vía directa de la violencia, como lo hicieron miles y miles de
indígenas a lo largo de la historia, y que pagaron su vida por ello.
V. PRODUCCION DE MENSAJES.-
El sueño del Pongo se narra la historia de un hombrecito que era sirviente y pequeño
de estatura. El patrón de la hacienda siempre se burlaba del hombrecillo delante de
muchas personas. El pongo no hablaba con nadie; trabajaba calladito y comía sin
hablar. Todo cuanto le ordenaban, cumplía sin decir nada. El patrón tenía la
costumbre de maltratarlo y fastidiado delante de toda la servidumbre, cuando los
sirvientes se reunían para rezar el Ave María en el corredor de la casa hacienda. El
patrón burlándose le decía muchas cosas: "Creo que eres perro, "ladra", "ponte en
cuatro patas", "trota de costado como perro". El pongo hacía todo lo que le ordenaba
y el patrón reía a mandíbula batiente. El patrón hacía lo que le daba la gana con el
hombrecillo. Pero... una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba
repleto de gente de la hacienda, el hombrecito le dijo a su patrón: "Gran señor, dame
tu licencia; padrecito mío, quiero hablarte". El patrón le dice: "Habla... si puedes".
Entonces el pongo empieza a contarle al patrón lo que había soñado anoche: "Oye
patroncito, anoche soñé que los dos habíamos muerto y estábamos desnudos ante los
ojos de nuestro gran padre San Francisco, Él nos examinó con sus ojos el corazón del
tuyo y del mío. El padre San Francisco ordenó al Ángel mayor que te eche toda la
miel que estaba en la copa de oro. La cosa es que el ángel, levantando la miel con sus
manos enlució todo tu cuerpecito, desde la cabeza hasta las uñas de tus pies, Bien,
ahora me tocaba a mí, nuestro gran Padre le dijo a un ángel viejo: "Oye, viejo,
embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que
has traído: todo el cuerpo, de cualquier manera, cúbrelo como puedas, ¡Rápido!"
Entonces, patroncito, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió todo
el cuerpo con esa porquería. Espérate, pues, patroncito, ahí no queda la cosa. Nuestro
gran Padre nos dijo a los dos: "Ahora, ¡lámanse el uno al otro; despacio, por mucho
tiempo".