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CIMIENTOS DEL CALVINISMO

Antes de entrar de lleno en una reflexión en torno a la doctrina de la Soberanía de las Esferas, es
preciso enmarcar esta doctrina dentro de un contexto más amplio, que pueda servirnos de soporte
intelectual a la hora de entender con mayor claridad los orígenes y consecuencias de las
formulaciones Kuyperianas. Creemos que esta primera parada no es antojadiza, por cuanto, más
allá de demostrar el hecho evidente de que nadie piensa desde la neutralidad, queremos dar a
conocer que Kuyper razona a partir de un compromiso intransable con su confesionalidad religiosa
desde la que extrae interesantes implicancias políticas y sociales. De esta manera, además,
lograremos dotar de un significado más específico, conforme a los propósitos del presente ensayo,
a expresiones tales como “soberanía”, “gobierno”, “naturaleza humana”, etc. Para estos efectos,
naturalmente, no nos detendremos en consideraciones históricas respecto al Calvinismo o a la
Reforma Protestante, sino que seleccionaremos determinados puntos del pensamiento de Juan
Calvino (o de la cosmovisión calvinista1) y de Abraham Kuyper, que a nuestro juicio emergen como
relevantes a fin de ir esbozando un marco conceptual dentro del cual la Doctrina de la Soberanía de
las Esferas se pueda entender de manera más perspicua.

A pesar de lo difundida que se encuentra la idea de que para Calvino, la predestinación (o


preordenación) era el gran tema que guiaba su pluma2, no podemos sino calificar que tal afirmación
peca de un sesgado reduccionismo que relega todo el sistema de reflexión Calvinista a una doctrina
concebida simplemente como uno de los resultados naturales del principio que realmente cruzaba
todo su pensamiento: la Soberanía de Dios. La Soberanía Divina, de acuerdo al reformador
francés/ginebrino, la podemos conceptualizar como sigue: “La voluntad de Dios es la suprema y
primera causa de todas las cosas, porque nada ocurre sino por su mandato o permiso.”3. La Biblia,
la describe de esta forma: “Él [Dios] hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los
habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”4.

Otro aspecto que resulta ser muy recurrente en la obra de Calvino es el referido a una concepción
antropológica muy particular (mas no innovadora) respecto a la “depravación moral total del
hombre”. El mismo escribe "... Nacido malvado y depravado... la corrupción de nuestra naturaleza...
todo el hombre se corrompe-'mente y corazón'-y afirmar que sólo una parte del alma está dañada
se opone a la gracia sobrenatural. "5; "El pecado original, por lo tanto, parece ser una depravación
hereditaria y la corrupción de nuestra naturaleza..."6. Esta particular mirada respecto de la
naturaleza corrupta del hombre, encontró una nomenclatura específica el año 1619 proveniente del
Sínodo de Dort, el cual redactó lo que se conoce como los “Cánones de Dort”, que se encargaron de
refutar la perspectiva Arminiana sobre algunos aspectos soteriológicos. Es al fragor de esta disputa
teológica, que nacen los Cinco puntos del Calvinismo, y la depravación total del hombre encabeza
esta enumeración.

1
Conferencias sobre el Calvinismo, Kuyper.
2
Ética protestante y Espíritu del Capitalismo, Weber.
3
Institución de la Religión Cristiana, Calvino.
4
Biblia, Daniel 4:35, RVR.
5
Institución RC, vol I, p262.
6
Ibid vol I, p251.
Finalmente en este brevísimo barrido general respecto de ciertos rudimentos calvinistas atingentes
con lo que se viene desarrollando, podemos encontrar la función social y punitiva que debería
desempeñar magistrado civil: “su deber consiste en velar por la tranquilidad de la buena gente y
evitar que sufran daño alguno, oponiéndose a las continuas y desgraciadas maniobras de los
perversos, tal cosa no podrían hacerla sin ser ayudados por la fuerza policiaca. Por esta razón es
perfectamente correcto el pagar los tributos para atender al gasto necesario”7; “Los magistrados
pueden aprender de esto cual sea su vocación. Porque no lo son para dominar, sino para bien y
provecho del pueblo; tampoco han recibido un poder ilimitado, sino restringido a la utilidad de
todos. En resumen, su potestad está obligada para con Dios y los hombres. Son delegados de Dios,
y todo cuanto tengan entre manos tendrán que darle cuenta. La administración que Dios les ha
confiado se relaciona con las personas, y son deudores, por consiguiente, de éstas”.8

En resumen, y atendido lo recientemente expuesto, podríamos aventurarnos con una idea que
reúna intencionalmente los elementos que hemos señalado hasta aquí, y que no resulte forzada en
su lógica: la naturaleza depravada del ser humano hace necesaria la regulación externa de su
conducta y el auxilio de otros para alcanzar sus fines, a través de un sistema judicial y gubernamental
que haga plausible estas regulaciones y auxilios, teniendo en consideración que es Dios quien ha
delegado parte de Su Soberanía en diversas esferas sociales (como el Estado y la familia) para lograr
tales propósitos. Por tanto, el mandato del magistrado civil no proviene de la soberanía popular sino
de la Divina.

De esta manera entonces, hemos reconstruido a grosso modo los cimientos que nos permitirán
continuar con nuestra empresa.

KUYPER Y EL NEOCALVINISMO

Abraham Kuyper es frecuentemente referido como el genio fundador del “neocalvinismo”9, honor
que a nuestro parecer es del todo legítimo, ya que él fue quien logró ubicar al sistema de
pensamiento calvinista como una cosmovisión digna de aprehender y de estimar por sobre las
demás ofertas cosmovisionales propias de un mundo cada vez más pluralista. En este sentido,
podemos decir sin miedo a equivocarnos que uno de los grandes méritos del holandés consiste en
dotar de vigencia política a ciertos principios teológicos provenientes Siglo XVI y llevarlos a la arena
pública neerlandesa en los albores de la posmodernidad. No pretendemos, en ninguna medida, dar
a entender que Kuyper ha sido el único, o el primer gran intelectual protestante en reflexionar sobre
estos asuntos. Afirmar tales asertos sería un grave error, y para comprobarlo sólo bastaría traer a
colación nombres como Hubert Languet, Johannes Althusius, Samuel Rutherford, y Groen Van
Prinsterer, entre muchos otros.

7
Comentario a Romanos 13:6, Calvino.
8
Ibid, Romanos 13:4.
9
CCC, cap VIII, p 173.
KUYPER Y EL PLURALISMO

La doctrina de la Soberanía de las Esferas no se introdujo en la mente de Kuyper con el sólo mérito
de sus reflexiones teológicas, sino que a la vez, ésta responde en gran medida a sus conclusiones
respecto al pluralismo. Esta cuestión hasta los días de hoy suele ser un tema tabú dentro de la
mayoría de los círculos evangélicos de nuestra sociedad, por cuanto, se asocia al pluralismo,
exclusivamente, a la diversidad de visiones de mundo que pueden surgir dentro de una misma
nación, o peor aún, dentro de una misma iglesia. No obstante, y según algunos autores10, esta
asociación frecuente en el mundo protestante, correspondería sólo a una de las tres clases de
pluralismo desarrolladas por Abraham Kuyper*, a saber, la pluralidad direccional o de
cosmovisiones. Así las cosas, estos tipos o clases de pluralismo son11: 1.- Pluralidad estructural:
referida a la diversidad de asociaciones, instituciones y comunidades que se dan libre y/o
naturalmente entre los individuos de una sociedad determinada. Cada agrupación enriquece el
entramado social al aportar bienes y servicios públicos y privados que por su naturaleza sólo ellos
pueden proveer, conforme a los fines que persiguen. Esto es lo que llamamos “sociedad civil”.12 2.-
Pluralidad cultural: referida a las distintas culturas que determinan características propias de los
individuos de una nación, continente, etnia, etc. Estamos hablando de la diversidad de idiomas,
costumbres, códigos sociales, pasados comunes, etc. Evidentemente, esta pluralidad, al igual que
las demás, puede tener lugar dentro de un mismo país o contexto social. 3.- Pluralidad direccional
o de cosmovisiones: entendemos esta pluralidad como “la diversidad de religiones, visiones de
mundo, u otra orientación espiritual fundamental que anima/guía a las personas y comunidades en
distintas sociedades”.13 Es de entender que si sólo apelamos a la pluralidad direccional cuando
hablamos de pluralismo, surjan legítimos resquemores dentro de un gremio que tiene como
componente adhesivo –precisamente- una determinada cosmovisión, como una Iglesia local. Con
todo, hay mucho que celebrar en relación a las otras dos clases de pluralismo, en cuanto
reconocemos que, por definición, no se puede estar en la asociación errada o en la cultura
equivocada, mas sí se puede abrazar una cosmovisión que yerra en sus presupuestos.

KUYPER Y LA SOBERANÍA DE LAS ESFERAS

Para comenzar esta sección, creemos apropiado dejar al propio autor explicar la formulación
general de su doctrina, a fin de evitar imprecisiones a la hora de analizarla: “Existe paralelamente a
esta soberanía personal, la soberanía de la esfera. La Universidad ejerce un dominio científico; la
academia de bellas artes tiene poder sobre las artes; las corporaciones ejercen dominio técnico; las
empresas gobiernan sobre el trabajo - y cada una de estas esferas es consciente del poder de juicio
independiente exclusivo, y de acción autoritativa, dentro de su propia esfera de operación. Detrás
de estas esferas orgánicas, con soberanía intelectual, estética y técnica, se abre la esfera de la
familia, con su derecho del matrimonio, paz doméstica, educación y posesión; y también en esta
esfera la cabeza natural es consciente de que ejerce una autoridad inherente - no porque el gobierno

10
James K.A. Smith, Reforming Public Theology: Neocalvinism and Pluralism.
11
Jonathan Chaplin, “Rejecting Neutrality, Respecting Diversity: From ‘Liberal Pluralism’ to ‘Christian
Pluralism,’ ” Christian Scholar’s Review XXXV.2 (2006): 143-175 at p. 146.
12
Herman Dooyeweerd Christian Philosopher of State and Civil Society, Introduction p1., CHAPLIN.
13
Jonathan Chaplin, “Rejecting Neutrality, p146-147.
* Hablamos de estas distinciones a pesar de que no las encontraremos de manera suficientemente
precisadas en sus obras.
lo permite, sino porque Dios lo impuso. La autoridad paternal está arraigada en la misma sangre de
la vida, y es proclamada en el quinto Mandamiento. Y finalmente podemos comentar también que
la vida social de ciudades y pueblos forma una esfera de existencia que surge de las mismas
necesidades de la vida, y que por tanto tiene que ser autónoma. En muchas diferentes direcciones
vemos entonces que la soberanía en una esfera se auto declara: 1. En la esfera social, por
superioridad personal, 2. En la esfera corporativa de universidades, asociaciones, etc. 3. En la esfera
doméstica de la familia y vida marital, y 4.En la autonomía comunal.”14

Presentada así la soberanía de las esferas, creemos interesante recoger algunos de sus elementos
formativos para efectos de darles un tratamiento particular. La frase con la que comienza el extracto
que acabamos de copiar, expresa: “Existe paralelamente a esta soberanía popular, la soberanía de
la esfera”. Esto ya debería comenzar llamándonos la atención, ya que es del todo perceptible que
nuestro autor mientras escribe (o pronuncia su discurso) tiene en mente dos concepciones de
soberanía (personal y gregaria), las cuales, aun siendo distintas en sus titulares y en su ejercicio, son
perfectamente compatibles entre sí. Diremos más, es incluso deseable que el autogobierno sea
promovido antes de que el individuo se vea inmiscuido en las más diversas asociaciones e
instituciones que nutren las esferas sociales, ya que la pervivencia de cada una de estas
agrupaciones depende en gran medida de la ética personal de quienes las conforman.

En esta misma línea argumentativa, encontramos un tercer tipo de soberanía que viene a supervisar
el correcto ejercicio de las demás: la soberanía estatal. Kuyper pudo ver con meridiana claridad la
constante tensión existente en su época entre el individualismo capitalista dominante, propio de las
élites holandesas y la amenaza centralista que rondaba el vecindario europeo.15De esta forma, el
otrora primer ministro de los Países Bajos, nos entrega un exquisito equilibrio al plantear su doctrina
sobre la soberanía de las esferas, por cuanto ésta viene a fortalecer conceptualmente la posición de
los grupos intermedios (entre el individuo y el Estado) en la sociedad. Se enfrenta a la posición
individualista esgrimiendo que existe un sinnúmero de fines (tanto privados como públicos) que
sólo pueden alcanzarse a través de la asociatividad, la cual por cierto, es natural e inherente al ser
humano. A mayor abundamiento, otra consecuencia lógica de la doctrina en comento, es que al
existir un gobierno propio dentro de cada esfera de soberanía, regido por sus propias normas, el
individuo que decide participar de determinada institución (o que nace dentro de una determinada
familia) debe estar dispuesto, conforme al principio del autogobierno o soberanía personal, a
moderar su conducta en la medida en que quiera o deba seguir siendo parte de la institución. Así,
en la esfera del trabajo donde se valora la productividad, el trabajador debe estar llano a auto
limitar, por ejemplo, su libertad de circulación en pos del cumplimiento de una jornada laboral fijada
con anterioridad.

En relación a su oposición contra la intromisión indebida de la soberanía estatal respecto de las


demás esferas sociales hay bastante qué decir.

14
Conferencias sobre el calvinismo, Kuyper. P.119, CLIR.
15
The point of kuyperian pluralism, Chaplin.
Pluralismo entendido según Chaplin http://estudiosevangelicos.org/cosmovision-y-pluralismo-la-
mirada-kuyperiana/

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