Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ahora bien ¿por qué alguién comprendería mejor los razonamientos que le
explicarían lo que no comprendió? Y de ahí Ranciére obtiene una conclusión
inquietante: la lógica de la explicación lleva a razonamientos infinitos, para no
detener nunca más la regresión...
El verdadero Maestro suprime la regresión infinita y emancipa al alumno de su
dominio razonador... En definitiva es el ejercicio de la propia libertad del alumno
emancipado el que produce el verdadero conocer... el alumno "Es" en ejercicio
de la propia libertad...
-Pero volvamos a los defectos del método explicativo. ¿Por qué la explicación
es “el principio mismo del sometimiento”?
-El problema reside en la lógica misma de la razón pedagógica, en sus fines y
sus medios. El fin normal de la razón pedagógica es el de enseñar al ignorante
aquello que no sabe, suprimir la distancia entre el ignorante y el saber. Su
instrumento es la explicación. Explicar es disponer de elementos del saber que
debe ser transmitido en conformidad con las capacidades supuestamente
limitadas de los seres que deben ser instruidos. Pero muy pronto esta idea
simple se revela enviciada: la explicación se acompaña generalmente de la
explicación de la explicación. Hay que recurrir a los libros para explicar a los
ignorantes lo que deben aprender. Pero esa explicación es insuficiente: hacen
falta maestros para explicar a los ignorantes los libros que les explicarán el
conocimiento.
-Un proceso que podría volverse infinito
- si la autoridad del maestro no pusiera un punto final, transformándose en el
único capaz de decidir dónde las explicaciones ya no necesitan seguir siendo
explicadas. Jacotot creyó poder resumir la lógica de esta aparente paradoja: si
la explicación puede llegar a ser infinita es porque su función esencial es la de
volver infinita la distancia misma que ella está destinada a reducir.
-¿Se podría decir entonces que la utilización de la explicación es mucho más
que un medio práctico al servicio de un fin?
-Es un fin en sí misma. Es la verificación de un axioma primario: el axioma de la
desigualdad. Explicar algo a un ignorante es, ante todo, explicarle que no
comprendería si no se le explicara. Es demostrarle su incapacidad. La
explicación se presenta como el medio para reducir la situación de desigualdad
en la que se hallan los que ignoran en relación a los que saben. Explicar es
suponer que hay, en el tema que se enseña, una opacidad específica que
resiste a los modos de interpretación y de imitación mediante los cuales el niño
aprendió a traducir los signos que recibe del mundo y de los seres hablantes
que lo rodean. Esa es la desigualdad específica que la razón pedagógica
ordinaria pone en escena.
-Usted va más lejos en su libro y afirma que esa desigualdad específica, ese
axioma “desigualitario” es el modelo con el que funciona el sistema social. En
consecuencia, la oposición filosófica se transforma también en oposición
política.
-Exactamente. Esa oposición no es política porque denuncia un saber ejercido
desde arriba en beneficio de una inteligencia de abajo. Lo es en un nivel mucho
más radical porque atañe a la concepción misma de la relación entre igualdad y
desigualdad. Jacotot demuestra que la lógica explicativa es una lógica social,
una forma en la cual el orden “desigualitario” se representa y se reproduce.
-Los años en que se produjo la polémica en torno al método de Jacotot
corresponden, en efecto, al momento en que se instaló en Europa un proyecto
de orden social nuevo, basado en la demolición de la Revolución francesa.
-Es el momento preciso en que se quería terminar con la revolución. En que se
pretendía pasar de la edad “crítica” de la deconstrucción de las trascendencias
monárquicas y divinas a la edad “orgánica” de una sociedad que reposara en
su propia razón inmanente. Es decir, una sociedad que armonizara sus fuerzas
productivas, sus instituciones y sus creencias, y que las hiciera funcionar según
un único régimen de racionalidad. Y ese paso de la edad crítica y
revolucionaria a una edad orgánica exigía, ante todo, resolver la relación entre
igualdad y desigualdad.
-Ese proyecto no tiene, según usted, muchas diferencias con nuestras
sociedades orgánicas actuales.
-El proyecto de sociedad orgánica moderna es un proyecto de mediaciones que
establecen dos elementos esenciales entre lo de arriba y lo de abajo: un tejido
mínimo de creencias comunes y posibilidades limitadas de desplazamiento
entre los distintos niveles de riqueza y de poder.
-Y el maestro ignorante es aquel que se sustrae a ese juego.
-Sí, en el acto de oponer la emancipación intelectual a la mecánica de la
sociedad y de la institucionalización progresivas. Oponer la emancipación
intelectual a la institucionalización de la instrucción del pueblo es afirmar que
no hay etapas en la igualdad. Que esta es una, entera, o no es nada."
DESCARTES
Las reglas de este método guardan una íntima conexión con los dos modos de
conocer que Descartes había reconocido en la Razón. Las dos primeras reglas
están vinculadas con la Intuición. Nos hablan de características que hemos
definido como propias de esta: evidencia y simplicidad. La tercera y cuarta
regla apelan a la aplicación de la deducción a partir de ideas simples y a la
revisión de este proceso.
Descartes con la formulación de este método, fundado en la razón misma, cree
haber hallado el instrumento que nos permitirá conducir rectamente la razón y
alcanzar todo el conocimiento.
La Duda metódica
Una vez formulado el método sólo queda empezar a aplicarlo. ¿Cómo? Pues,
atendiendo a la primera regla, la regla de la evidencia. Esta regla viene a decir
que no admitamos como verdad nada que no sea evidente, es decir, que no
aparezca en nuestra mente de forma clara y distinta. Nos está pidiendo que
sometamos a examen todo conocimiento para comprobar si cumple con esta
regla. Debemos poner en cuarentena todo el conocimiento hasta que le demos
el visto bueno, en el caso de que sea evidente. En otras palabras la primera
regla del Método nos incita a que dudemos de todo conocimiento hasta que
demuestre ser evidente. Aparece así un término fundamental en el discurso de
Descartes: duda.
La primera regla del Método exige la duda. Para encontrar esa primera verdad
evidente que nos pide la primera regla tendremos que eliminar todos aquellos
supuestos conocimientos, ideas y creencias de los que no poseamos una
certeza absoluta. La duda, que a partir de ahora llamaremos metódica pues
nace de la primera regla del Método, se convierte en una herramienta para
encontrar certezas.
La duda metódica, precisamente por ser instrumento para la búsqueda de la
verdad, se distingue de otros tipos de duda que se han concebido en la historia
de la Filosofía. Nos referimos a la duda escéptica. El escepticismo es una
forma de pensamiento que considera imposible el conocimiento. La duda que
emerge del escepticismo no tiene meta, ni objetivo. Muy al contrario la duda
cartesiana es solo un medio para alcanzar un fin, que no es otro que el
reconocimiento de verdades evidentes.
Además la Duda es teorética, es decir, se aplica solo al ámbito del
conocimiento, de lo teórico y no a lo práctico, a las costumbres, a la moral. Por
último, la Duda debe ser radical: debe ser exhaustivamente aplicada a todos
los niveles posibles del conocimiento, desde los más superficiales a los más
profundos. Encontramos siguiendo esta gradación tres etapas distintas en la
aplicación de la duda.
En primer lugar, aplica Descartes la duda a los conocimientos o creencias que
provienen de los sentidos. Dando lugar a lo que se ha llamado la Falacia de los
sentidos. Los sentidos a veces se equivocan. Como ocurre por ejemplo cuando
algún viajero sufre un espejismo en medio del desierto creyendo ver un oasis
donde no lo hay. Basta, piensa Descartes, con que me hayan inducido a error
una vez para que no pueda fiarme de ellos, más aún si el propósito es hacer
una ciencia absolutamente segura. Si me engañan una vez lo pueden hacer
más veces. Debe dudar de ellos, el conocimiento que me transmiten no es
evidente.
El segundo ámbito de la Duda afecta a aquello que consideramos comúnmente
real. A este nivel de la Duda lo denomina Descartes: la imposibilidad de
distinguir la vigilia del sueño. ¿Podemos estar seguros de aquello que
consideramos real? Ciertamente, hay ocasiones en que en sueños se nos
muestran hechos, de tal forma, que nos parecen verdaderos, reales. Hay veces
que confundo sueño y realidad. En consecuencia, no puedo tener una certeza
absoluta de las cosas que considero reales. Lo que tomamos por realidad es
también dudable.
En último lugar, Descartes amplía los horizontes de la duda hasta los propios
razonamientos. De hecho hasta los más inteligentes pueden equivocarse al
realizar operaciones sencillas. Por tanto nuestros razonamientos no son del
todo seguros. Estamos siempre sometidos a la posibilidad de error. En su obra
Las Meditaciones Metafísicas añade Descartes añade Descartes otro motivo
para dudar de nuestros razonamientos o de las ideas que creemos que son
evidentes: la Hipótesis del Genio Maligno. Hay ciertos conocimientos que
consideramos evidentes, como las demostraciones matemáticas (2+2=4). Pero,
y si existiera un ser superior a nosotros que se dedicara a manipular nuestra
mente haciéndonos tomar por ciertos y evidentes algunos pensamientos que
en realidad no lo son. ¿Podemos demostrar que no existe este Genio Maligno?
No, entonces cabe la duda.
Descartes no pretende, en ningún momento, afirmar que todo lo que dicen los
sentidos sea falso, o que no existe la realidad, o que hay por ahí un Genio
maligno manipulando nuestras mentes, lo que pretende Descartes es,
solamente, sembrar la duda, que no aceptemos precipitadamente nada como
verdadero sin antes haber comprobado su evidencia.
Las Ideas
Tiene ya Descartes su primera verdad y el criterio para identificar
adecuadamente las nuevas. Sin embargo, el Cogito no implica la existencia de
ninguna otra verdad. Que sea cierto que pienso no quiere decir que lo que
piense sea verdadero.
Descartes no encuentra ninguna otra verdad más allá del Cógito. Se cierne
entonces sobre su filosofía el peligro del solipsismo. El solipsismo del yo
consiste en que el yo no puede demostrar ninguna otra verdad mas allá de su
propia existencia. Se queda, digámoslo así, atrapado en sí mismo, sin poder
descubrir ninguna verdad exterior a su pensamiento.
Descartes debe superar esta dificultad sin recurrir a nada más que a su propio
pensamiento. De su existencia es de lo único que está seguro. Por tanto solo
queda un camino a seguir: indagar cuales son los elementos que componen el
pensamiento para intentar descubrir en ellos alguna vía que le permita escapar
del solipsismo.
Descartes distingue tres elementos que participan en el pensamiento. En
primer lugar, el yo que piensa, del que ya está demostrada su existencia; en
segundo lugar, el objeto que es pensado, cuya existencia es dudable; pero hay
algo más, en tercer lugar están las ideas de los objetos pensados. El yo no
posee en su pensamiento el objeto pensado, sino una representación de él:
una idea. El pensamiento piensa ideas. El objeto del pensamiento no es la
realidad en sí misma sino las ideas.
Descartes sigue esta nueva línea de investigación con la esperanza de
encontrar en la ideas el camino que le lleve a la salida del solipsismo
descubriendo alguna realidad extramental (mas allá del yo). En su estudio de
las ideas distingue tres tipos:
- Adventicias: son las ideas que provienen de la experiencia externa (ejemplo:
árbol).
- Facticias: son ideas construidas en la propia mente a partir de otras ideas
(ejemplo: unicornio).
Estos dos tipos de ideas no son útiles, para el propósito de Descartes de
encontrar una verdad exterior a la mente. Las ideas que proporcionan los
sentidos ya sabemos que no son fiables (duda). Las Facticias solo son un
constructo mental.
- Hay un tipo de ideas que no provienen de la experiencia, ni son producto de la
combinación de ideas, por tanto, han debido estar siempre alojadas en nuestra
mente. Son las ideas innatas. El pensamiento las posee en sí mismo (ejemplo:
perfección. No viene de la experiencia externa, ni resulta de la combinación de
otras ideas)
Las ideas innatas son una de las piezas clave del pensamiento de Descartes, y
de todo el Racionalismo. La creencia en la ideas innatas permite a los
racionalistas concebir la posibilidad de construir el edificio del conocimiento sin
necesidad de recurrir a la experiencia sensible.
Dios y Mundo
Sin duda alguna, la educación es uno de los aspectos más importantes para el
desarrollo de una sociedad. Por lo mismo, se constituye como un agente de
cambio y libertad para el hombre, esto demuestra la importancia implícita que
debemos hacia la misma.
ANTECEDENTES
Las ideas pedagógicas abogan en ese momento crucial de la historia del ser
humano como ente social por la separación en lo que respecta a la formación
intelectual y el desarrollo de las habilidades y las capacidades que habrían de
lograrse en aquellos hombres en que sus tareas principales no fueran las de
pensar, sino las requeridas para el esfuerzo físico productivo, tales ideas
pedagógicas debían insistir lo suficiente para lograra en la práctica que la
mayoría o la totalidad de la “gran masa laboriosa” aceptara esa condición de
desigualdad. Con estas concepciones es que surgen las denominadas
escuelas para la enseñanza de los conocimientos que se poseían hasta ese
momento para el uso exclusivo de las clases sociales selectas, asignándoseles
a las clases explotadas, como única salida de sobre vivencia, el papel
protagónico de la realización del trabajo físico.
Tales concepciones e ideas pedagógicas, conjuntamente con las cualidades
que deben poseer tanto el alumno como el maestro, aparecen en manuscritos
muy antiguos de China, la India y Egipto.
[image]
Existe una línea convergente entre filosofía y educación que se debe tener
claro al momento de realizar reflexiones: filosofía y educación son dos distintas
pero convergentes, distintas, porque el campo de influencia científica de la
filosofía es el hombre como ser integral junto a su problemática. La educación
por su parte, tiene como campo de influencia científica a un problema
específico del hombre que es el proceso educativo, pero ambas son
convergentes ya que una se constituye en la base teórica de la otra que es la
que operativiza las reflexiones filosóficas mediante su ejecución en el proceso
educativo (ARUZAMÉN, 2008).
[image]
Con ello la filosofía para la educación dejará de ser un simple pasatiempo, una
ocupación erudita sin relevancia práctica, una declaración de principio acerca
de las finalidades de la educación, una enumeración memorística de políticas o
deseos en este campo, para convertirse en medio para comprender mejor,
fundamentar más profundamente y elevar la eficiencia y eficacia de la labor
educacional.
[image]
FUNCIONES DE LA FILOSOFÍA
Una de las funciones que tradicionalmente ha venido desempeñando la
filosofía es la analítica, que consiste en someter a crítica los criterios y las
normas empleadas en las demás disciplinas o en nuestra propia vida cotidiana
para establecer la validez y la corrección de nuestros conocimientos y actos. La
otra función es de carácter más bien sintético, consistente en construir
sistemas o marcos de ideas para dotar de significado nuestra praxis. En este
sentido, podemos decir que los niños son también filósofos en la medida en
que se cuestionan los criterios que la sociedad les proporciona para determinar
la validez y la corrección de sus creencias y acciones, y porque están también
comprometidos en la construcción de estructuras cognitivas capaces de dotar
de significado todo lo que les ocurre en sus vidas.
[image]
Así, Podemos señalar que la filosofía tiene directa relación con distintos
ámbitos como son: el “desarrollo de una conciencia de sí mismo”, el
“reconocimiento de la finitud humana”, “la formación ética” y el “desarrollo del
pensamiento crítico”, entre otros, propiciando niveles de abstracción necesarios
para desarrollar una serie de habilidades intelectuales que van desde las más
simples como caracterizar o comprender hasta analizar y sintetizar. Por esto en
muchos casos, el profesor/a de filosofía incentiva el ejercicio de la filosofía, es
decir a filosofar, lo que lleva al joven a crecer en grados de autonomía y
creatividad.
[image]
Sin lugar a dudas la filosofía abre el espacio a la reflexión ética facilitando que
el alumno tome contacto con el mundo de los valores, lo que le permite
dimensionar su acción en un plano trascendente.
FILOSOFÍA Y RAZONABILIDAD
La preocupación fundamental de Lipman es descubrir cómo la filosofía puede
ayudar a una transformación profunda de la escuela en la medida en que ésta
asuma como finalidad principal no tanto enseñar a aprender cuanto enseñar a
pensar. Las sociedades democráticas actuales y la rápida expansión de la
sociedad de la información y del conocimiento ya no necesitan sólo una
persona instruida, sino una persona capaz de pensar por sí mismo. Las
democracias no pueden funcionar sin ciudadanos reflexivos y razonables, y,
por ello, si queremos adultos que piensen, debemos educar niños que piensen.
Dicho de otro modo, la democracia, entendida como proyecto ético-político, y
no meramente como un instrumento de elección de representantes, supone
ciudadanos críticos y participativos en la toma de las decisiones que afectan a
la colectividad, las cuales se deben justificar mediante las razones presentadas
en un proceso de diálogo y no mediante la fuerza o la violencia que algunos
grupos pueden ejercer sobre los demás. En la consecución de este objetivo
educativo la filosofía puede aportar una ayuda inestimable si se plantea de un
modo adecuado desde los primeros cursos de educación infantil y primaria, y,
por ello, lo que es de suma utilidad la filosofía y su presencia en la escuela.
Hay una larga tradición, que se remonta a Platón, para la que la filosofía está
construida como un pensamiento excelente y ello no sólo por su relevancia en
los procedimientos de clarificación de conceptos, sino también por haber sido a
lo largo de la historia una fértil fuente de ideas.
Por otro lado, asegura Lipman, la filosofía es la madre de todas las ciencias, ya
que cuando la especulación filosófica se vuelve más rigurosa y fundamentada,
cuando comienza a darse la cuantificación, la experimentación y la verificación,
la filosofía se convierte en ciencia, siendo, por tanto, la fuente de las ideas que
preceden al desarrollo de toda empresa científica.
[image]
No podemos dejar de coincidir con las valoraciones críticas que plantean que
frecuentemente según Saviani “la filosofía de la educación maneja categorías y
conceptos filosóficos sin el nexo intrínseco entre el cuerpo teórico de la
filosofía… y la educación”, (Ramos, 2000) así como que “los filósofos de la
educación no nos han dado una cuenta clara de cómo su disciplina realmente
se supone que trabaja : de los tipos de argumentos que ella usa, de la
evidencia que ella toma para ser pertinente, sus pruebas para la verdad y
falsedad, sus criterios para el éxito o el fracaso, el estatus de sus propias
proposiciones y declaraciones, y su lógica interna en general (Wilson, 2003).
CONCLUSIÓN
No es cierto que la filosofía sea un saber para ociosos, más bien habría que
decir que es un “saber comprometido en la creación de conceptos que tienen
efectos sociales y culturales”, usando para ello reglas procedimentales de
probada eficacia: la argumentación, el debate, la crítica, el análisis de los
términos y los conceptos, la búsqueda de soluciones alternativas, el
distanciamiento, la puesta en cuestión, la comprobación de viejas sentencias,
la reflexión, etc.
UNIDAD II
WITTGENSTEIN
El Tractatus es una teoría del pensamiento a través de una teoría del lenguaje;
y dado que el pensamiento versa acerca de lo real, será también en último
término una teoría de la realidad. El Tractatus versa sobre el isomorfismo de
lenguaje y mundo, y la reducción del lenguaje a su función descriptiva.
Lenguaje y mundo tienen un elemento común: su forma. Por ello el Tractatus
no sólo es una reflexión sobre lógica y lenguaje, sino que supone una reflexión
sobre el ser; el estudio del lenguaje se constituye como condición necesaria
(pero también suficiente) del conocimiento del mundo.
Para que la figura sea algo real debe tener relación con lo figurado. El carácter
figurativo del lenguaje se debe a su relación isomórfica con el mundo. De no
ser por la forma lógica el lenguaje perdería su función esencial -la de describir
hechos. La formas lógica es un elemento necesario de la proposición; una
proposición debe necesariamente tener una forma lógica -la misma del mundo-
para poder describir un hecho, si bien no es necesario que la proposición sea
verdadera. Wittgenstein la define en el Tractatus de esta forma: “Lo que
cualquier figura, de cualquier forma, debe tener en común con la realidad para
poderla representar de algún modo es la forma lógica, es decir, la forma de la
realidad” (TLP: 2,18).
Para el autor la lógica llena el mundo, los límites del mundo son también sus
límites: No podemos decir en lógico “esto” hay en el mundo y “aquello” otro no.
Esto supondría que excluimos ciertas posibilidades y esto no puede ser, pues
de otra forma la lógica tendría que trascienden los límites del mundo; a saber,
en caso de que ella pudiese contemplar estos límites también desde el otro
lado. Lo que no podemos pensar, no podemos pensarlo; por tanto tampoco
podemos decir lo que no podemos pensar.
Las argumentación de Wittgenstein se resume: 1.- Los límites del lenguaje son
lo límites del mundo. 2.- El lenguaje es mí lenguaje, 3.- Mi lenguaje limita mi
mundo. 4.- El mundo es mi mundo: SOLIPSISMO.
Wittgenstein compara las palabras con herramientas, al igual que éstas, las
palabras se definen por su uso, que puede ser muy variado. Las palabras no
son meras etiquetas que se aplican a los objetos, sino instrumentos que
cumplen funciones de muy distinto tipo. Su uniformidad es sólo aparente, el
lenguaje es como la cabina de una locomotora en la que vemos una serie de
mandos aparentemente iguales, cada uno de los cuales cumple, no obstante
un fin diferente.
Pero él que no todas las palabras sean nombres es sólo la primera parte de la
argumentación. La segunda es que ni siquiera de los nombres se puede decir
que su significado sea su referencia. En algunos casos se puede explicar el
significado de un nombre señalando a su poseedor, el objeto que constituye su
referencia. Pero esto no quiere decir que significado y referencia coincidan. “La
significación de un nombre no es aquello que mostramos en una explicación
ostensiva del nombre...El nombre no pierde su significación si su portador deja
de existir (si por ejemplo, muere)”. (PG § 27)
Juegos de lenguaje
Las palabras se definen por su uso, este se inserta dentro de un contexto de
actividades de tipo tanto lingüístico como no lingüístico. Y tampoco es único ya
que el lenguaje comprende una multiplicidad de funciones. Ahora bien, ¿cuál
es el criterio de distinción de la multiplicidad de usos lingüísticos?, ¿cómo
sabemos el uso que le toca a cada palabra en cada caso particular?. Lo que
marca la distinción de usos del lenguaje son los distintos contextos en que se
desarrollo. Estos contextos constituyen lo que Wittgenstein denomina “juegos
de lenguaje”. Los usos del lenguaje son múltiples porque hay muchos juegos,
muchos contextos donde pueden insertarse.
Los juegos se definen en general por el sistema de reglas que rige cada uno de
ellas. Reglas que, por otro lado, pueden diferir en cada caso según su
complejidad, número, rigidez con que deben aplicarse, etc. El lenguaje como
juego es una actividad reglamentada; el significado de las palabras se
encuentra en su uso, en la función que cumplen en el lenguaje, pero todo uso
implica una serie de normas, “reglas del juego” que varían en cada caso según
la función del lenguaje al que pertenezca. El reglamento del lenguaje está
contenido en la gramática. La gramática es la descripción del lenguaje que
proporciona las reglas para la combinación de los símbolos, determinando qué
combinaciones tienen sentido, están permitidas, y cuáles no. El concepto de
gramática adopta en el autor un doble sentido: por un lado es la ciencia o el
estudio de las reglas del uso lingüístico; por otro lado , el conjunto de las reglas
mismas. La gramática tiene, pues un carácter normativo y descriptivo: regula el
uso del lenguaje y al mismo tiempo describe cómo funciona.
Además del carácter normativo, hay un rasgo que comparte el lenguaje y los
juegos: ambos son una actividad social. El lenguaje es una forma de conducta
humana, un aspecto entre otros muchos que constituyen la vida social del
hombre y que, en cuanto tal, debe entenderse en conexión con una
multiplicidad de actividades de todo tipo; mediante el lenguaje y los juegos los
hombres se relacionan entre sí y se integran en la vida social de una
comunidad. Hablas del lenguaje es parte de una actividad o de una “forma de
vida” (Lebensform).
Parecido de Familia
Ante la constatación de la pluralidad de juegos de juegos del lenguaje cabe
plantearse la pregunta acerca del elemento común a todos ellos o, en otras
palabras, de la esencia del lenguaje. Esta pregunta, con su correspondiente
respuesta, aparece planteada en las Investigaciones. La respuesta en este
punto es rotunda: lo que hay de común a todos los juegos es exactamente lo
mismo que entre todas las actividades que denominados “juegos”, a saber:
nada.
¿Que pasa con las formas lingüísticas?, se pregunta el autor español, son
elementos a priori que no se conocen. Los usuarios no podemos describir la
forma lingüística con la que opera el lenguaje; para poder representar las
formas lógicas sería necesario que nos pudiéramos situar con las
proposiciones fuera de lógica, es decir fuera del mundo, ¿que es el mundo
apriori? . Los actores de la comunicación pueden hablar de todo, menos de la
forma misma; porque para hacerlo necesitaría otra forma y así sucesivamente.
Si hablara de las formas sin las formas, lo haría de manera “a-lógica”, pero
como no puedo hablar a-lógicamente de aquello que es la lógico,
consecuentemente, no se puede hablar.
UNIDAD 3 PODER
Con respecto a la ética Aristóteles propone que todo lo que conduce al hombre
a su propio bien y al logro de sus verdaderos fines es una acción buena y todo
lo que lo desvía de ese objetivo es una acción mala.
Existen distintas clases de bienes; y según la actividad que realice cada uno
será el bien que desea conseguir. Y también diferentes fines, que pueden ser
parciales y que están subordinados a otros de carácter último.
Por ejemplo un médico que cura una herida como fin inmediato para recuperar
la salud del enfermo como fin último.
Aristóteles trata de explicar el Bien como fin último. Para ello cree necesario
remitirse a la ciencia ética individual y luego a la ciencia ética política.
El objeto de la ética individual o moral, son las obras humanas y se parte de los
juicios morales para establecer principios generales, con el supuesto que
existen en el hombre tendencias naturales innatas hacia la armonía, la
coherencia y el equilibrio, sabiduría que constituye la base de la ética natural.
Por lo tanto para Aristóteles existe una naturaleza humana, una forma “a priori”
de ser del hombre con valores absolutos.
Para Aristóteles la felicidad es el fin al que aspira todo hombre, relacionada con
la actividad virtuosa no transitoria sino durante toda la vida, entendiendo por
virtudes la moral y el intelecto, reconociendo que para lograrlo es necesario
contar con medios externos.Para ser bueno, dice Aristóteles, se necesita
desarrollar un buen carácter, el cual se desarrolla por medio del accionar
virtuoso, ya que el hombre tiene ya una predisposición habitual hacia la virtud.
El accionar virtuoso crea un hábito y a medida que avanza la educación el
hombre se puede dar cuenta que esa actitud le reporta únicamente beneficios,
por lo tanto la adopta para siempre y así de esa manera se convertirá en un
virtuoso moral.
Para Aristóteles, el hombre prudente es aquel que pueda ver el bien del
hombre en todas las circunstancias.
La virtud no es extremista, constituye una síntesis entre los opuestos. Ni tan
malo ni tan bueno. Es en la síntesis donde disminuye la parte peligrosa de los
valores absolutos.
La conducta moral exige libertad para poder ejercer la acción por propia
voluntad. No se puede ser responsable si una persona actúa por ignorancia,
por miedo o por presiones de alguna clase.
Para distinguir un acto moral hay que hacer la distinción por ejemplo, entre lo
que considera Aristóteles el valor de la valentía, que sería el término medio
entre la cobardía y la temeridad o imprudencia, siendo ésta la verdadera
naturaleza de ese valor.
En cuanto al valor de la templanza, que representa el dominio de si mismo con
respecto a los placeres del tacto, no significa tener una actitud puritana hacia
ellos sino una capacidad de cordura intermedia que no se puede estimar
matemáticamente.
Con respecto a la justicia Aristóteles considera que la legalidad se asemeja a la
justicia universal, o sea que quien respeta a la ley está obrando según la ley
universal.
Las acciones que provoquen daño intencional a otro son materialmente
injustas, ya que si no se había deseado ni previsto perjudicar a los demás esta
acción es muy distinta.
Se puede decir que existe una sola virtud de la cual derivan todas las demás y
ésta es la prudencia. Sócrates también sostenía que no existe ninguna virtud
sin prudencia.
Conocer las virtudes no significa ser justo, sólo los actos determinan las
virtudes.
Las actividades placenteras no son malas en si mismas sino que lo que puede
ser objetable es lo que las producen, o sea el modo de obtener el placer,
cuidando los extremos.
Con respecto al egoísmo y el altruismo, Aristóteles sostiene que puede haber
una clase de amor propio que sea lícito y valioso distinto al que se considera
egoísmo, ya que nos tenemos que amar también a nosotros mismos tanto
como al otro, que es como un segundo yo.
Aristóteles identifica la virtud con la felicidad ya que considera que sin virtud
moral la felicidad verdadera es imposible y que para poseer visión moral y
saber lo que es bueno, pone énfasis en el acto del entendimiento más que en
la acción de la voluntad.
Con respecto al Estado, Aristóteles nos dice que un Estado sólo se puede
mantener y ser próspero si impera la moral y sus ciudadanos son íntegros, y si
el sistema educativo es racional, moral y sano. Deberá ser tan grande como
para bastarse a sí mismo pero no demasiado que sea imposible mantener el
orden y el gobierno.
Tampoco deberá aspirar a ser solamente un Estado rico, porque la riqueza no
es un bien en sí misma, sino que tiene que estar dispuesto a exportar lo que no
necesite e importar lo que no tenga para mantener el equilibrio.
LA ÉTICA DE NIETZSCHE
ESBOZO DE LA ÉTICA DE NIETZSCHE
Desarrolla una ética de la autorrealización, del desarrollo de sí mismo. Se trata,
por tanto, de una ética material. Entiende la felicidad como creación de sí
mismo, como autocreación en el juego de la experiencia sin límites. La ética de
Nietzsche tendría dos momentos:
La crítica a la moral.
El nihilismo como alternativa.
LA CRÍTICA A LA MORAL.
Para Nietzsche la moral es una fuerza terrible y engañadora que ha corrompido
a la humanidad entera. La moral es la gran mentira de la vida, de la historia, de
la sociedad. En “La genealogía de la moral”, Nietzsche trata de desenmascarar
la moral. Para ello, enfoca la moral desde un doble punto de vista.
La crítica de la alienación
La alienación
Ética estoica Establece que el ser humano debe vivir de acuerdo a las leyes
de la naturaleza. Por tal motivo, es necesario que los seres humanos se
conviertan en seres virtuosos y fuertes que puedan soportar todo lo que les
viene encima, sin mostrar sentimiento alguno (no se debían sentir tristes por los
fracasos ni tampoco alegres por la victoria).
Ética normativa Este tipo de ética se encarga de estudiar aquello que los
seres humanos deberían de pensar que es “bueno” o que es “malo” de
acuerdo a los valores morales.
Este tipo de ética estudia lo que debería ser o hacerse y lo que no es y no
debería hacerse. Para ello es necesario establecer los estándares morales que
servirán para regular la conducta del ser humano.