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Advertencia:
Léase bajo su propia responsabilidad.
ὁλόκαυστος
holókaustos:
hólos "todo"
kaustós "quemadura"
השואה,
HaShoah
"la catástrofe"
“El mundo me dice lo que tiene
que ser. Hay una llama viva.
Tendré que decir lo que tenga que
decir —o callarme.”
—David Huerta, Incurable.
I. Kristallnacht
La oscuridad es un llano
donde me encuentro con los fantasmas
de antaño y platicamos sobre todos
los cuchillos que aún llevamos en la espalda;
las balas ruines que nos han vuelto estiércol.
No me da miedo la noche,
yo salí de allí, pero hay tantos otros infectos
que se alimentan de las sombras
que ha aprendido a esconderme de las
llamaradas, de las ventanas rotas,
de un rugido terriblemente humano,
de todos los que me siguen persiguiendo mientras
las piernas se me vuelven ácido,
y la sangre no es más que líquido de batería
en el que me ahogo cada vez que escapo.
Abajo de la cera
de la carne
y las arrugas o los nudos
todavía existe una esencia marina
calada de sal y llena de guano,
todavía estoy hecha de piedra,
sigo cubierta de tiza
con un espíritu interior
que prefiere dormir veinte años
y ser olvidada,
ser transformada en estatua.
Llévense la carne
si se van a llevar toda la mugre
que lleva encima.
Bichos, llévense la carne
si me van a dejar más limpia
en lugar de más pútrida.
Llévense la carne
si con ellas se van las cicatrices
y las huellas de todas las personas
que me mancillaron.
Aunque el virus
sea algo que tenemos que cargar,
como la bala en la pierna
o la peluca anticuada.
El virus está hecho para ser una maleta
que me acompaña, intermitentemente,
en todas direcciones
como el libro favorito
y la melodía de antaño.
Pero el frío de la ciudad,
la lluvia gris que me bautiza cada tarde
con un golpeteo que grita
que quiere más… el frío y el virus
no se llevan por gusto,
viven en otra altura
y caen sobre la espalda
mientras se camina;
no ven ríos ni montañas
porque no tienen ojos ni oídos,
son peores que la añoranza
y con nostalgia pesan
como piedras en las botas.
Un silencio mío
ante la repetición constante
y giratoria,
rondando y comiendo.
¿Cómo voy a hablar yo
de infinidades?
Veinticinco años me
han dejado sin lengua
y sin párpados.
A veces tan solo
una sombra rígida
que gira con el tren
hasta el disparo en la nuca.
Quizás la ignorancia
ni siquiera es un mal
que deba importarme.
Quizás no saber
no sea el mayor de estos abismos,
hay peligros más prominentes
dormitando entre los huecos
de las cosas que conozco:
Perder la voz ante el enemigo,
tornarse en drenaje
hoyo negro
mujer de hojalata…
riesgos más cercanos
que cerrar los ojos
sin saber qué va a suceder cuando los abras…
La incertidumbre debe ser una maldición
general, y quizás en la batalla
o en el canto
volar sin rumbo no es la peor estrategia.
III.Auschwitz
Desear el perdón
o el pasado es cosa de antes,
el deseo es algo que se va
que te es arrebatado
dejando sólo la necesidad,
a veces la angustia…
el deseo pierde su inmanencia,
se consume en perfectividad.
2.
Me duele la luz
Cada filamento
onda
partícula
que me toca es una herida abierta
es un puñado de sal
o lodo en los ojos.
Me duele la luz
En los músculos,
las rodillas,
la nariz.
Me zumba en todos lados
y retuerce mis fibras e hilos
hasta que me revuelco.
Me duele la luz
cuando entra por mis orejas
o me toca la piel;
me pellizca dentro del cuello
me deja inmóvil.
Pero la noche
no me permite
dibujar, la oscuridad
me deja añejarme
y encerrarme, y evita los dolores,
pero la luz me expone
como nervio vivo
para destruir todo lo que está a mi paso.
3.
¿Qué se hace con un
instinto destructor?
¿Una pulsión de muerte
intermitente que te aguijonea
cuando intentas dormir?
¿Cómo lo ignoras?
Cuando te mastica desde
las entrañas en busca de salida;
cuando se revienta y explota
como un centenar de pequeñas
ámpulas supurantes.
Es un remedio tonto
cuesta mucho, y sirve poco,
pero no incomoda,
evita los golpes de las olas
contra las paredes de la casa,
calma a las bestias
que crujen desde los huesos
infectos de fiebre amarilla.
Quizás es verdad,
no nos quedan más comienzos.
Quiero sentarme en
cualquier lugar vacío
de esta enorme ciudad
y dejar que me consuma.
El esfuerzo no sirve
para nada
si la muerte está siempre
al lado, siempre buscando
y es evadida a veces
por una mera casualidad.
No me sorprende.
Nunca he sido nada
y a la nada misma
es a donde voy.
No me sorprende
en un año de rechazos
y caminos vacíos,
encontrar que de nuevo
no hay nada qué hacer cuando
me coma el vacío.
6.
Nadie me dijo
que para la poesía tenías
que confiar.
Que el proceso
de desentrañar
los símbolos y las figuras
era también un acto
de confianza:
en la tinta,
el papel,
el teclado.
Le perdí la fe a la gente
y tampoco puedo escribir
lo que quiero escribir.
Me arrancaron la ventana
de estas jambas manos,
me asediaron desde adentro
y en todos los rincones de confianza,
estoy afónica de in grito
que no he dejado de gritar
pero nadie me oye.
O no.
Y entonces no te queda
más que buscar otras
salidas al lodazal
en el que te hundes
sin darte cuenta.
Debe de haber
una forma para encontrar
el fondo duro de este
pantano en el que te revuelcas,
debe de haber una manera
en la que el agua que respiro
no me jale más
hacia una profundidad oscura,
ni me ciegue o me encierre
en un pequeño abismo
que sólo quiere comerme.
Me he estado llenando
de agua de mar
en este proceso tan complicado
para cristalizar
esta
herida
abierta
El bramido de la brisa
y las olas
han hecho coro
a mi grito callado.
Todas las sirenas
han llorado conmigo
en un continuo plañido
de algas;
y el grito
es ahora coro divino
atrayendo a marinos y perros
por igual
a sus muertes,
Deberé sumergirme en
estas aguas abiertas
de inevitable destrozo
para salir limpia
de nuevo,
sin el futuro
que me quieren adjudicar,
con los huesos transparentes
y poder contemplar
lo que se quedó
entre las redes y las algas:
como un disfraz
de papel
usado y listo para la basura.
Para encontrar
otra voz en el eco
de mi caverna torácica;
una voz tranquila y
aniquiladora
que monumentalmente
se apoderó de mí,
como el agua de la que
salió,
el agua de la que
dejó de esconderse;
una voz que nació también de la lluvia,
que ha surgido de otros tiempos
para que pueda caminar
sin volverme sal
o nadar sin convertirme
en agua misma.
2.
Es difícil andar
con la arena
caliente
quemándome las plantas
y el rugido del mar
llamándome a sus adentros.
Es difícil regresar
a la vida,
no llorar en el hartazgo,
cuando todo el azul marino
te llama por tu nombre
y te seduce
y te embriaga.
El mar me ha expulsado
limpia, me ha dejado
nueva, blanca como un huevo
pero sus atrayentes fauces
no tienen consuelo
y no borran el pasado,
solamente me han
bautizado una vez más
para que salga a la tierra
y me levante en
dos pies.
Es difícil andar
sin arrastrar la arena
hasta tus propios interiores
y dejar que lije hasta la sangre
las cosas que llevas dentro,
porque la guerra,
este suplicio
en blanco y rojo,
es algo que uno carga siempre
consigo,
es un batalla perpetua
contra Neptuno
y lanzar estacas contra las olas,
Mi muerte y mi condena,
esta jaula que me rodea
eternamente
me ha dado la oportunidad
dorada de no tener
que preocuparme por el resto del mundo.
Irreductible,
como caer en las visiones
errabundas y flexibles,
penetrar los cenotes
y descender
sabiendo que siempre
volveré a flotar
hasta llenarme los pulmones
del olor verde de las plantas
y las rocas.
Salir y pensar de nuevo
en la arena que besa arena
de ese sueño tan anhelado
y tanto tiempo congelado,
ahora bajo el sol.