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El documento discute la diferencia entre una relación imaginaria y una relación simbólica. Explica que la angustia está ligada a una pérdida o transformación del yo, mientras que la culpabilidad se prefiere a la angustia. Cuando se introduce un tercero en la relación narcisista, se introduce la posibilidad de una mediación real a través de la representación simbólica del deseo.
El documento discute la diferencia entre una relación imaginaria y una relación simbólica. Explica que la angustia está ligada a una pérdida o transformación del yo, mientras que la culpabilidad se prefiere a la angustia. Cuando se introduce un tercero en la relación narcisista, se introduce la posibilidad de una mediación real a través de la representación simbólica del deseo.
El documento discute la diferencia entre una relación imaginaria y una relación simbólica. Explica que la angustia está ligada a una pérdida o transformación del yo, mientras que la culpabilidad se prefiere a la angustia. Cuando se introduce un tercero en la relación narcisista, se introduce la posibilidad de una mediación real a través de la representación simbólica del deseo.
Entre la relación imaginaria y la relación simbólica está toda la distancia
que hay en la culpabilidad. Por eso, la experiencia se lo muestra, la
culpabilidad siempre se prefiere a la angustia. La angustia en sí misma está, lo sabemos de ahora en adelante, por el progreso de la doctrina y la teoría de Freud, siempre ligada a una pérdida, es decir, a una transformación del yo, es decir, a una relación de dos próxima (sur le point) a desvanecerse, y a la cual debe suceder algo otro que el sujeto no puede abordar sin un cierto vértigo. He ahí el registro y la naturaleza de la angustia. Desde que se introduce el tercero, que entra en la relación narcisística, introduce la posibilidad de una mediación real, esencialmente por la intermediación del personaje que, en relación con el sujeto, representa un personaje trascendente, dicho de otro modo, una imagen de dominio por medio de la cual su deseo y su cumplimiento pueden realizarse simbólicamente. En ese momento interviene otro registro, que es justamente el denominado: o bien de la ley, o bien de la culpabilidad, según el registro en el que es vivido.
En matemáticas, el símbolo es una imagen que representa
operaciones o relaciones entre dos valores. Estos valores pueden ser reales. De ser reales, la racionalidad juega una segunda clasificación en donde serán racionales o irracionales según su capacidad de fraccionarse. Según la lógica convencional, lo imaginario no puede existir. Sin embargo, los valores imaginarios tienen su parte real igual a cero, son el producto de un valor real por la unidad imaginaria.