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El autor narra en cuatro episodios la lucha de un adolescente (Silvio Astier) por escapar de la

miseria y humillación a la que se ve sometido como consecuencia de su condición social, marcada


por la marginación y la pobreza.
En el primer capítulo "Los ladrones", Silvio Astier tiene 14 años y alimenta su imaginación con
libros sobre ladrones y aventureros, soñaba con ser bandido y estrangular a corregidores
libidinosos. Conoce entonces a Enrique Izurbeta, de sobrenombre "el falsificador", un muchacho
con casi su misma edad con el que empieza a robar. Es Enrique quien lo inicia en el crimen, pero
Silvio describe cómo la ociosidad lo lleva a aplicar la inteligencia en actividades delictivas, una de
ellas, fabricar un cañón con el cual dañó la muralla de una carpintería. Pero es con Enrique que
Silvio adquiere el hábito de robar, hasta llegar, con la ayuda de un tercer chico, a formar "el club
de los caballeros de la media noche" , una pequeña sociedad secreta de tres, dedicada al hurto.
Silvio descubre en el robar la satisfacción de obtener dinero fácil, sin trabajar. Es un tiempo de
felicidad para él. Con dinero disponible, la ciudad se vuelve agradable, y el dinamismo del
ambiente urbano y la modernidad se vuelve motivo de felicidad.
El robo se muestra como un medio de vida en la ciudad, un medio para acceder a los deleites
ofrecidos por la metrópolis. Así los tres muchachos planean un robo a una biblioteca y de hecho lo
ejecutan , pero cuando Enrique se iba a casa un policía le pregunta que lleva . Enrique corre a la
casa de Silvio y los dos sienten el peligro que pasaron: la pérdida de la libertad, que tanto temían.
Pasan por angustiantes minutos mientras la policía pasa por la calle. Después del incidente, que
Silvio nombra "el gran peligro", los tres muchachos deciden deshacer la sociedad. Si el crimen era
la forma de moverse y disfrutar la ciudad y domarla, con el gran peligro queda claro que no es tan
sencillo hacerlo y que las consecuencias son temibles. La ciudad no se deja dominar, y Silvio ha
fracasado en su primer intento por encontrar un espacio en la ciudad.
En el segundo capítulo, "Los trabajos y los días" es más característica la hostilidad de la ciudad
hacia Silvio. Empieza con la mudanza de barrio que la familia de Silvio tiene que hacer por sus
condiciones económicas: Silvio es desplazado y pierde contacto con sus amistades. Se van a vivir
a un barrio más pobre. Él tiene ya 15 años y su madre empieza a presionarlo para que trabaje. El
no quiso estudiar y su madre no lo puede mantener. Es necesario que trabaje. La reacción de
Silvio es de rechazo, no quiere tener que trabajar para tener dinero: Con quince años y condición
económica precaria, era inevitable ser lanzado la realidad de la metrópolis: todas las maravillas
de la modernidad, los trenes, automóviles, los suntuosos cafés, son para pocos, entre los cuales
Silvio Astier no se encuentra. Como destino la gran ciudad le da comerciantes explotadores y
ambiciosos. Silvio trabaja y vive en una librería de un inmigrante italiano, D. Gaetano, y su esposa,
tiene que humillarse sacudiendo un cencerro delante del establecimiento para atraer clientes. Una
tarde decide pasar por la casa de un señor adinerado que había prometido conseguirle un
empleo, pero éste lo recibe muy mal y le grita que se retire y no moleste más. Es una clara señal
de la distancia entre las escalas sociales y la segregación de los ricos hacia los pobres. Una tarde
Silvio se ve obligado a cargar objetos pesados por varias cuadras mientras las personas lo
observan pasar, se siente completamente humillado y sin fortuna, empequeñeció pensando que
nunca sería como ellos, nunca viviría en una casa hermosa ni tendría una novia de la aristocracia.

Silvio describe cómo ha sido afectado por el ambiente mezquino de la librería. Silvio sufre la
segregación y el engaño del hombre rico.
El pasar de los días en esas condiciones de humillación y deterioro lo llevan a concluir que ha
aprendido algo, sufriría toda su vida.
En el capítulo tercero, titulado "El juguete rabioso", Silvio tiene 16 años y ha vuelto a la casa de
su madre. Una vecina avisa que en la Escuela Militar de Aviación estaban reclutando jóvenes para
ser mecánicos. Silvio decide ir por esa oportunidad y de hecho, después de mostrar inteligencia
convence a los reclutadores de que aunque las inscripciones ya se habían cerrado deberían
aceptarlo. Y lo logra, lo que le da alguna esperanza de ser alguien pero que no consigue
ahuyentar el fantasma de la miseria social y el destino de los pobres en la ciudad.
En el futuro, el no sería yo uno de esos hombres solicitando de puerta en puerta trabajo en que
ganarse la vida. Pero otra vez el destino se hace presente cuando al cuarto día de estar reclutado
lo dan de baja. Silvio indaga por qué lo hicieron y le dicen que su puesto está en una escuela
industrial, que allí no necesitan personas inteligentes, sino brutos para el trabajo.
Sale de la escuela sin rumbo, recorriendo las calles de Buenos Aires con gritos en el alma,
enloquecido de pena. Termina pasando la noche en un conventillo, adonde un chico homosexual,
que trabaja prostituyéndose, lo acosa. Silvio sale del conventillo y deambula por la ciudad,
generando otra escena de desesperación de un individuo que no tiene su lugar en la ciudad, que
se ve obligado a estar en movimiento constante. Se compra un revólver y piensa irse a Europa
trabajando en un barco, pero le niegan trabajo en el puerto. La desesperación llega a un punto
culminante. Y llega a la inevitable decisión de matarse. Pero el revólver falla y Silvio se salva.

En el cuarto y último capítulo, titulado "Judas Iscariote", Silvio parece más adaptado a la vida en la
ciudad, estabilizado. Trabaja como vendedor ambulante de papeles. Pero conoce a un señor de
apodo "El Rengo", que le propone un realizar un robo a la casa de un arquitecto. Es una nueva
oportunidad de conseguirse dinero abundante y fácil. Pero algunas horas antes de poner en
marcha el plan del "Rengo", Silvio va a la casa del arquitecto y le cuenta todo.
Silvio pasa de ser idealista y soñador, a la traición. Lo que se observa es que la vida de Silvio es
un constante movimiento, desde el momento en que su madre le dice que tiene que trabajar para
mantenerse. Cuando Silvio cumple los catorce años, la gran ciudad implacable vendrá a buscarlo,
a hacerlo vivir su destino como ser urbano y a transformarlo. Silvio está más reaccionando a la
ciudad que actuando en ella.
El resentimiento de sus repetidos fracasos lo impulsa a delatar a un hombre común, marginado
como él. La única vez que no falla en sus intenciones, falla como ser humano, delatando al que lo
consideraba su amigo y confidente. Finalmente después de una larga charla con el arquitecto,
éste decide ayudarlo, le promete enviarlo al sur y conseguirle un puesto en Comodoro.

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El juguete rabioso (resumen propio)


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El juguete rabioso:

La novela del escritor Roberto Arlt “El juguete rabioso” (marcada como autobiografía) fue publicada por la
Editorial Latina en el año 1926.
Ambientada entre los años 20’, narra en cuatro episodios la lucha de Sivio Drodman Astier, un adolecente
que trata de escapar de la miseria y humillación a la que se ve sometido como consecuencia de su
condición social, marcada por la marginación y la pobreza.

Análisis por episodios:

I Los ladrones:

Silvio, era un chico de catorce años que alimentaba su imaginación con libros sobre ladrones y aventureros
que le prestaba un viejo zapatero.

…” Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular corregidores libidinosos; enderezaría entuertos,
protegería a las viudas y me amarían singulares doncellas”…

Conoce entonces a Enrique Irzubeta, reconocido como el falsificador, precisamente después de la


falsificación de una envoltura de caramelo con la bandera de Nicaragua.
Es Enrique quien lo inicia en el crimen, aunque ya antes él aplicaba sus conocimientos para acciones
vandálicas, una de ellas fue el montaje de un cañón que daño la muralla de una carpintería. Pero es con
Enrique que Silvio adquiere el hábito de robar.

…”Acariciando mi pequeño monstruo, yo pensaba: "Este cañón puede matar, este cañón puede destruir", y
la convicción de haber creado un peligro obediente y mortal me enajenaba de alegría”…

Semanas más tarde, luego de haber ejecutado varios hurtos por todo el barrio se les asocia otro chico.
Lucio, un tonto de cuerpo pequeño. Los tres fundaron una pequeña sociedad secreta llamada el “Club de
los Caballeros de la Media Noche” donde efectuarían robos mas organizados.
Silvio descubre en el robar los deleites del dinero fácil, es un tiempo de felicidad para él.

…”esperábamos a una tarde de lluvia y salíamos en automóvil. ¡Qué voluptuosidad entonces recorrer
entre cortinas de agua las calles de la ciudad! Nos repantigábamos en los almohadones mullidos,
encendíamos un cigarrillo, dejando atrás las gentes apuradas bajo la lluvia, nos imaginábamos que
vivíamos en París, o en la brumosa Londres. Soñábamos en silencio, la sonrisa posada en el labio
condescendiente”…

Así los tres muchachos planean un robo a una biblioteca, y aunque lo ejecutan con extremo cuidado,
Enrique es indagado por un policía cuando caminaba hacia su casa. Enrique se escapa y corre a la casa de
Silvio y los dos sienten el peligro de perder su libertad. Después del incidente, los tres adolecentes deciden
deshacer la sociedad.

II Los trabajos y los días:


Silvio ahora tenía quince años, el episodio empieza con la mudanza de él y su familia a un barrio más pobre,
pierde contacto con sus amistades y por cuestiones económicas la madre lo presiona para que trabaje.

…”Tenés que trabajar, ¿entendés? Tú no quisiste estudiar. Yo no te puedo mantener. Es necesario que
trabajes”…

La reacción de Silvio es de condena, condenado a tener que trabajar para conseguir dinero.

…”Hablaba estremecido de coraje; rencor a sus palabras tercas, odio a la indiferencia del mundo, a la
miseria acosadora de todos los días, y al mismo tiempo una pena innominable: la certeza de la propia
inutilidad”…

Con quince años, y en la condición precaria en la que estaba era inevitable que la ciudad viniera a buscarlo
y lanzarlo a la realidad. El destino más común para jóvenes de clase decadente como Silvio Astier que la
metrópolis reservaba, era en manos de comerciantes ambiciosos y explotadores. Silvio consigue trabajo
en una librería de un inmigrante italiano llamado Don Gaetano y su esposa María, tenía que humillarse
sacudiendo un cencerro en frete del local para atraer clientes. Después de una discusión que tuvieron Don
Gaetano (al que llamaba Dio Péntete) y su esposa, Silvio Astier busco a un teósofo que le había prometido
conseguirle un empleo.

…”Escríbame una carta detallándome todas las particularidades de su carácter, francamente y no dude de
que yo lo puedo ayudar. Cuando yo prometo, cumplo”…

Pero este lo recibe mal y lo trata con desprecio.

…”señor; no me moleste más con sus cartas impertinentes. Juan, acompáñelo al


Señor”…

Es una clara señal de las distancias entre las clases sociales. Silvio vuelve a la librería y se ve obligado a
cargar cosas pesadas por varias cuadras mientras todos lo miraban, se siente humillado y totalmente
desposeído.

…”Ahora íbamos por calles solitarias, discretamente iluminadas, con plátanos vigorosos al borde de las
aceras, elevados edificios de fachadas hermosas y vitrales cubiertos de amplios cortinados

Pasamos junto a un balcón iluminado.

Un adolescente y una niña conversaban en la penumbra; de la sala anaranjada partía la melodía de un


piano.

Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y de congoja.

Pensé.

Pensé en que yo nunca sería como ellos... nunca viviría en una casa hermosa y tendría una novia de la
aristocracia.

Todo el corazón se me empequeñeció de envidia y congoja”…

En otro fragmento, Silvio describe cómo ha sido afectado por la vivencia en el ambiente mezquino de la
librería.

III El juguete rabioso:

Silvio Drodman Astier, ya un joven de dieciséis años, ha vuelto a la casa de la madre. Una vecina que los va
a visitar le avisa que en la Escuela Militar de Aviación estaban reclutando jóvenes para ser mecánicos. Y,
aunque las inscripciones ya había cerrado, los convence de que debían reclutarlo. Y lo logra, lo que le da
alguna esperanza de ser alguien pero que no consigue ahuyentar el fantasma de la miseria social y el
destino de los pobres en la metrópolis.

…”En el futuro, ¿no sería yo uno de esos hombres que llevan cuellos sucios, camisas zurcidas, traje color
vinoso y botines enormes, porque en los pies le han salido callos y juanetes de tanto caminar, de tanto
caminar solicitando de puerta en puerta trabajo en qué ganarse la vida?”...

Pero eso que se preguntaba se estaba por volver realidad, cuando al cuarto día de estar reclutado lo dan
de baja.

…”Su puesto está en una escuela industrial. Aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el
trabajo”...

Sale de la escuela sin rumbo, recorriendo las calles, describiendo su propio estado psíquico.
Termina pasando la noche en un conventillo donde un chico homosexual, que trabaja prostituyéndose, lo
acosa. Por la mañana Silvio sale del conventillo y deambula por la ciudad, se compra un revolver y planea
irse a Europa trabajando en un navío, pero le niegan trabajo en el puerto. La desesperación llega a un
punto culminante.

…”De las calles de sombra formadas por los altos muros de los galpones, pasaba a la terrible claridad del
sol, a instantes un empellón me arrojaba a un costado, los gallardetes multicolores de los navios se rizaban
con el viento; más abajo, entre la muralla negra y el casco rojo de un transatlántico, martilleaban
incesantemente los calafateadores, y aquella demostración gigantesca de poder y riqueza, de mercaderías
apiñadas y de bestias pataleando suspendidas en el aire, me azoraba de angustia.

Y llegué a la inevitable conclusión.

Es inútil, tengo que matarme”…

Pero el revólver falla, y Silvio se salva.

IV Judas Iscariote:
A Silvio lo muestran como un adulto que ya se ha adaptado a la ciudad. Trabaja como vendedor ambulante
de papel. El inesperado encuentro con su viejo amigo Lucio lo sorprende, vuelto un agente de
investigaciones y la noticia de que Enrique estaba preso por estafa lo desorientaron.

…”Resulta, ahora no me acuerdo si era en la agencia del Chevrolet o del Buick, donde Enrique estaba de
empleado, que le tenían confianza... bueno, para engatusar siempre fue un maestro éste. Él trabajaba en el
escritorio, no sé cómo, el caso es que del talonario de cheques robó uno y lo falsificó en seguida por cinco
mil novecientos cincuenta y tres pesos. ¡Lo que son las cosas!”…

En sus recorridos por el mercado vendiendo papel conoce a el Rengo, un cuidador de carros al que le había
ganado confianza. Después de varios días de no recorrer el mercado, el Rengo busca a Silvio en su casa y le
propone robar el dinero de la caja fuerte de un arquitecto. Aunque Silvio acepta ejecutar ese delito con el
Rengo, el lo traiciona delatándolo al arquitecto al que se suponía que iban a robar. En este episodio
muestra como ese joven idealista y soñador de catorce años se había perdido en la gran ciudad,
volviéndolo un crudo hombre que llega al punto de la traición.

…”Usted podía pagarme, y ni eso ahora, porque yo por mi quietud me siento, a pesar de toda mi canallería,
superior a usted — e irritándome súbitamente, le grité — ¿Quién es usted?... Aún me parece un sueño
haberle delatado al Rengo”…

El libro termina en un interrogatorio, donde un oficial le pregunta por que traiciono al Rengo, pero Silvio le
da una larga explicación de por qué cree que la vida es hermosa. Luego de escucharlo atentamente, el
oficial promete ayudarlo, enviándolo por un puesto en Comodoro, Neuquén.

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