Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
†
Abogado;
Doctor
en
Derecho;
Profesor
Investigador
Facultad
de
Derecho
de
la
Universidad
Diego
Portales;
Profesor
de
Derecho
Civil;
Dirección
postal:
República
112,
Santiago
de
Chile.
Correo
electrónico:
inigo.delamaza@udp.cl.
Este
artículo
se
enmarca
en
el
Proyecto
Fondecyt
regular
nº
1140130.
Cumplimientos
imperfectos:
La
protección
del
acreedor
frente
a
los
derechos
de
terceros
y
vicios
jurídicos
de
la
cosa.
*
Abogado;
Magíster
en
Derecho
Civil
Patrimonial
Universidad
Diego
Portales,
Ayudante
de
Derecho
Civil
en
la
misma
casa
de
estudios.
Dirección
postal:
República
112,
Santiago
de
Chile.
Correo
electrónico:
juan.aburto@ips.gob.cl.
1
Sobre
la
noción
de
conformidad
ver
VAQUER
ALOY
(2011)
1
De
la
lectura
del
precepto
se
advierte,
sin
problemas,
que
la
expresión
“evicción”
se
emplea
para
designar
la
pérdida
total
o
parcial
de
la
cosa
vendida
por
sentencia
judicial.
Un
uso
de
la
expresión
que
se
adecua
perfectamente
a
su
etimología.
Aparentemente,
ésta
proviene
de
evincere,
ser
vencido
en
juicio.2
Siendo
de
esta
manera
las
cosas,
lo
natural
sería
que
el
saneamiento
de
la
evicción
correspondiera
a
las
consecuencias
jurídicas
que
se
siguen
para
el
vendedor
de
la
privación
de
la
cosa
por
sentencia
judicial.
Es
decir,
en
el
Código
Civil
chileno
a
las
restituciones
e
indemnizaciones
a
que
se
refieren
los
artículos
1847
a
1856.
Sin
embargo,
ni
los
tribunales
superiores
de
justicia
chilenos
ni
la
doctrina
parecen
haberlo
entendido
exactamente
de
esta
manera.
Tratándose
de
los
tribunales,
resulta
suficientemente
elocuente
una
sentencia
de
la
Corte
Suprema3
en
cuyo
considerando
décimo
quinto
se
lee:
El artículo 1837 dispone que "La obligación de saneamiento comprende dos objetos; amparar al
comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida, y responder de los efectos ocultos
de ésta, llamada vicios redhibitorios".
En lo que interesa al recurso, la jurisprudencia ha señalado: I.Uno de los objetos de la obligación de
saneamiento es el amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida.
Y este objeto se traduce en dos obligaciones diversas: a) amparar al comprador en la posesión de la
cosa vendida, o lo que es lo mismo, defender en los juicios que se entablen relativos a la cosa
haciendo cesar toda turbación o embarazo, y b) obligación de pago de la evicción, esto es, la
obligación en dinero que debe satisfacerse, una vez pronunciada la sentencia judicial que priva al
comprador de todo o parte de la cosa vendida.
Por
lo
que
toca
a
la
doctrina
nacional,
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
señala
lo
siguiente:
la
obligación
de
saneamiento
tiene
como
único
objeto
defender
al
comprador
y
sólo
si
esta
defensa
fracasa
se
transforma
en
una
indemnización
en
dinero,
en
el
hecho
comporta
dos
obligaciones
para
el
vendedor:
una,
defender
al
comprador,
y
la
otra,
indemnizarlo,
si
es
evicto.4
La
misma
idea
parece
encontrarse
en
una
sentencia
de
la
Corte
Suprema5
en
cuyo
considerando
octavo
se
lee:
…la
obligación
de
saneamiento
tiene
como
fin
primero
y
esencial
defender
al
comprador,
esta
obligación
de
hacer,
cuando
no
puede
cumplirse,
se
convierte
en
la
de
indemnización
de
perjuicios.
Por
lo
tanto,
para
que
el
vendedor
esté
obligado
al
saneamiento
se
requiere
que
el
comprador
se
vea
expuesto
a
sufrir
evicción
de
la
cosa
comprada
y
que
el
vendedor
sea
citado
de
evicción.6
Esta
idea
es
compartida
por
un
sector
de
la
doctrina
española.
En
este
sentido
RODRÍGUEZ
MORATA
define
al
saneamiento
jurídico
como:
2
DURÁN
RIVACOVA
(2002),
p.
42.
3 Corte Suprema, 19 de enero de 2015, identificador LegalPublishing CL/JUR/258/2015
2
…aquella
actividad
del
vendedor
que,
con
carácter
judicial
o
extrajudicial,
evita
o
previene
la
producción
de
la
evicción
sobre
la
cosa
adquirida
por
el
comprador”.7
Por
su
parte,
y
desde
una
perspectiva
más
pragmática,
DURÁN
RIVACOVA
se
refiere
al
saneamiento
como
un
“vínculo
legal”
que
involucra
la
llamada
en
garantía
y
la
privación
de
la
cosa8.
En
fin,
DÍEZ-‐PICAZO,
refiriéndose
a
los
saneamientos
en
general
(por
vicios
redhibitorios
y
por
evicción)
los
ha
considerado
como
“…un
régimen
particular
de
responsabilidad
contractual,
que
se
anuda
al
incumplimiento
o
defectuoso
cumplimiento
de
la
obligación
del
vendedor.”9
Quizás,
la
lúcida
opinión
de
DÍEZ-‐PICAZO
aconseje
un
matiz
respecto
de
la
expresión
“responsabilidad”.
Si
esta
se
limita
al
remedio
indemnizatorio,
entonces,
no
se
trata
de
regímenes
especiales
de
responsabilidad,
sino
de
un
régimen
de
remedios
especial
frente
a
un
determinado
tipo
de
cumplimiento
imperfecto,
una
entrega
defectuosa.10
Tratándose
de
la
evicción
ha
existido
entrega
–esto
es
traspaso
material
y
jurídico-‐
de
la
cosa,
pero
no
ha
sido
suficiente
para
cumplir
con
el
fin
protegido
por
el
contrato
de
compraventa
(en
este
sentido
es
defectuosa).
¿Cuál
es,
habrá
que
preguntarse,
en
lo
que
se
refiere
a
la
posición
jurídica
de
la
cosa,
ese
fin?
En
el
ámbito
francés,
se
ha
señalado
que
la
garantía
de
la
evicción
tiene
por
objeto
evitar
que
el
comprador
sea
perturbado
en
el
goce
de
la
cosa
por
el
mismo
vendedor
o
por
terceros. 11
Una
opinión
semejante
ha
sostenido,
entre
nosotros,
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
señalando
que:
La
obligación
de
sanear
la
evicción
que
la
ley
impone
al
vendedor
tiene
por
objeto
amparar
al
comprador
en
el
dominio
y
posesión
pacífica
de
la
cosa
vendida.12
De
esta
manera,
podemos
considerar
que
el
saneamiento
por
evicción
corresponde
a
un
régimen
especial
de
tutela
del
comprador
que
se
activa
cuando
el
comprador
es
perturbado
en
el
dominio
o
posesión
pacífica
de
la
cosa.
2. La
perturbación
Planteadas
las
cosas
de
esta
manera,
diremos
que
el
hecho
operativo
que
activa
el
régimen
del
saneamiento
por
evicción
es
la
perturbación
y,
por
lo
tanto,
la
pregunta
central
es
qué
circunstancias
cuentan
normativamente
como
perturbación.
Para
responder
a
esta
pregunta
habrá
que
comenzar
advirtiendo
que
la
opinión
generalizada
en
Chile
es
que
el
vendedor
no
está
obligado
a
transferir
el
dominio,
por
lo
mismo,
parece
evidente
que
el
sólo
hecho
de
vender
una
cosa
ajena
o
–con
mayor
razón-‐
con
derechos
de
terceros
no
constituye
un
hecho
operativo
en
el
sentido
en
el
7
RODRÍGUEZ
MORATA
(1990)
pp.
103-‐104.
10 Sobre el tema de los incumplimientos defectuosos puede considerarse DE LA MAZA (2012 a).
3
que
se
viene
expresando 13 ,
aunque
puede
constituir
el
hecho
operativo
de
la
denominada
“exceptio
inminentis
evictionis”.14
En
segundo
lugar,
bajo
la
disciplina
del
Código
Civil,
la
pregunta
acerca
de
la
perturbación
exige
distinguir
lo
que,
siguiendo
a
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
podemos
denominar
“obligación
de
defensa”
de
lo
que
puede
denominarse
“obligación
de
indemnización”.15
Según
lo
dispuesto
en
el
artículo
1843
del
Código
Civil,
el
hecho
operativo
de
la
obligación
de
defensa
quedaría
configurado
por
una
demanda
por
causa
anterior
a
la
venta.
La
obligación
de
indemnización
añade
a
esto
que
el
vendedor
cite
de
evicción
al
vendedor,
que
no
exista
un
pacto
en
que
se
exima
al
vendedor
del
saneamiento
en
los
términos
del
artículo
1842,
que
no
opere
alguna
de
las
circunstancias
del
artículo
1846,
que
el
comprador
sea
privado
total
o
parcialmente
de
la
cosa
por
sentencia
judicial
y
que
no
sea
el
caso
que
la
privación
se
explique
porque
el
comprador
dejó
de
oponer
alguna
defensa
o
excepción
suya.
Pues
bien,
lo
que
interesa
a
este
trabajo
es
la
turbación
que
experimenta
el
vendedor
cuando
se
le
demanda
y
lo
que,
más
específicamente,
interesa
es,
por
así
decirlo,
el
contenido
de
la
demanda.
Formulada
al
abrigo
de
estas
consideraciones
la
pregunta
debiese
ser
¿cuáles
derechos
o
pretensiones
activan
el
régimen
de
protección
del
saneamiento
por
evicción?
Una
mirada
al
Código
Civil
muestra
que
su
tratamiento
de
la
cuestión
ha
sido
extremadamente
parco.
Probablemente,
la
pista
más
directa
se
encuentre
en
la
expresión
“causa
anterior
a
la
venta”
que
emplea
el
artículo
1843.
Y
siguiendo
con
el
mismo
precepto,
podríamos
añadir
que,
en
virtud
de
esa
causa
anterior
“se
demanda
la
cosa
vendida”.
Si
se
considera,
ahora,
el
artículo
1838
podría
añadirse
que
se
demanda
al
comprador
con
el
objeto
de
“privarlo
del
todo
o
parte
de
ella
[la
cosa]”.
Atendida
la
parquedad
del
Código
la
respuesta
a
esta
pregunta
debe
buscarse
en
otros
lugares.
Teniendo
en
cuenta
que
el
contrato
que
interesa
a
este
trabajo
es
la
compraventa16
y
considerando
la
escasa
atención
que,
descontado
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
se
le
ha
prestado
a
esta
cuestión
en
Chile,
convendrá
comenzar
la
búsqueda
afuera.
13
Sobre
esto
puede
consultarse
DE
LA
MAZA
y
TORRES
(2015)
14 Ver p…
16 Aquí conviene apuntar que La doctrina ha considerado que la evicción es de aplicación general en el
derecho
de
contratos.
A
propósito
de
la
aplicación
del
saneamiento
de
la
evicción
en
otros
negocios
o
actos
jurídicos,
véase:
ANABALON
SANDERSON
(1946)
p.
154,
que
sostiene
que:
“El
saneamiento
por
evicción
no
es
una
creación,
como
puede
imaginarse
a
primera
vista,
que
se
aplica
únicamente
en
el
contrato
de
compraventa
(art.
1837)
y
comprendido
en
éste
el
de
permutación
(Art.
1900),
sino
que
abarca
las
adquisiciones
onerosas
en
general,
siempre
que
haya
un
adquirente
a
quien
un
tercero
pretende
privar
del
todo
o
parte
de
la
cosa
que
recibiera,
en
razón
de
una
causa
anterior
al
título
de
la
tradición,
Tanto
es
así
que
en
nuestro
Código
Civil
existen
disposiciones
que
extienden
aquella
obligación
a
otras
instituciones
jurídicas,
como
ser:
las
adjudicaciones
particionales
(Art.
1345);
el
contrato
de
arrendamiento
en
el
caso
de
arrendarse
una
cosa
ajena
(Art.
1916)
y
la
sociedad,
en
cuanto
4
De
esta
manera,
convendrá
considerar
dos
derechos
que,
en
general,
han
sido
importantes
para
la
discusión
jurídica
en
temas
de
contratos
en
Chile
y
que
se
asemejan
a
él
en
su
tratamiento
de
la
cuestión:
el
francés
y
el
español.
Igualmente,
resultará
útil
prestar
atención
al
derecho
uniforme
y
al
último
instrumento
de
soft
law
sobre
compraventa.
La
razón
es
que
allí
parece
encontrarse
la
regulación
más
actual
del
contrato
de
compraventa.
Por
lo
mismo,
entonces,
convendrá,
de
una
parte,
prestar
alguna
atención
al
ámbito
francés
y
español
y,
de
otra,
examinar
brevemente
la
Convención
de
las
Naciones
Unidas
sobre
contratos
de
compraventa
internacional
de
mercaderías
de
1980
(CISG)
y
en
la
Proposal
for
a
Regulation
of
the
European
Parliament
and
of
the
Council
Common
European
Sales
Law
(CESL)
Considerar
estos
materiales,
aunque
brevemente,
debería
suministrar
de
un
enfoque
útil
para,
con
posterioridad,
presentar
la
aproximación
al
tema
desarrollada
por
la
doctrina
nacional
y
nuestros
tribunales
superiores
de
justicia.
3. El
derecho
francés
y
el
derecho
español
Tratándose
del
derecho
francés
se
ha
sugerido
que,
tratándose
de
la
evicción
debe
distinguirse
según
se
trata
de
inmuebles
o
de
muebles.17
Si
se
trata
de
inmuebles,
se
distingue
según
si
la
perturbación
proviene
del
hecho
del
vendedor
o
de
terceros.
En
el
caso
del
vendedor,
se
considera
que
se
encuentra
impedido
de
perturbar
al
comprador
ya
sea
alegando
derechos
reales
o
personales
o
bien
perturbarlo
por
vías
de
hecho.
Por
lo
que
toca
a
los
terceros,
se
ha
señalado
que
existen
dos
restricciones.
En
primer
lugar,
no
se
consideran
las
perturbaciones
de
hecho;
en
segundo
lugar,
los
derechos
deben
tener
un
origen
posterior
al
contrato
de
venta.18
Se
considera
que
ejemplos
paradigmáticos
de
este
tipo
de
perturbación
es
la
acción
reivindicatoria
y
las
cargas
no
declaradas. 19
En
el
caso
de
los
muebles,
se
señalan
como
ejemplos
a
los
aportes
de
los
socios
(Art.
2085).
La
transacción,
en
cuanto
es
traslaticia
de
dominio,
siempre;
o,
si
se
quiere,
en
los
casos
que
lo
sea,
en
conformidad
a
la
distinción
doctrinaria
que
se
contiene
en
el
inciso
final
del
artículo
703
del
Código
Civil,
dará
lugar
a
la
citación
de
evicción,
es
decir,
cada
vez
que
se
transija
sobre
cosas
de
dominio
cierto.
De
un
modo
excepcional,
en
determinadas
adquisiciones
a
título
gratuito
procede
aquella
acción,
y
son
ellas:
las
donaciones
remuneratorias
(Art.
1435)
y
las
donaciones
con
causa
onerosa
en
los
casos
particulares
del
artículo
1423
del
mismo
Código.”
En
el
mismo
sentido:
COSTA
Y
PEÑA
(1990)
pp.
112-‐155.
Los
autores,
en
concreto,
aluden
al
contrato
de
Sociedad
(art.
2085),
a
propósito
de
los
aportes
en
propiedad
o
usufructo;
la
Donación
(art.
1423),
en
particular
las
donaciones
con
causa
onerosa;
la
Partición
(art.
1345)
en
caso
de
que
un
comunero
se
haya
adjudicado
la
cosa
común
y
luego
sea
privado
de
ella
por
un
tercero;
la
Dación
en
Pago,
en
el
supuesto
de
que
el
acreedor
sufra
evicción
de
la
cosa
recibida
en
pago;
la
Permuta
por
aplicación
de
las
reglas
de
la
Compraventa;
y
la
Hipoteca,
que
si
bien
el
autor
reconoce
que
no
se
encuentra
plenamente
configurada,
sostiene
que
es
posible
encontrar
en
su
reglamentación,
ciertos
rasgos
de
ella.
Tratándose
del
contrato
de
arrendamiento,
el
artículo
1916
inciso
2°
establece
que
en
el
caso
de
arrendamiento
de
cosa
ajena,
el
arrendatario
de
buena
fe,
tendrá
acción
de
saneamiento
contra
el
arrendador
en
caso
de
evicción.
17
En
la
presentación
del
derecho
francés
sigo
a
HUET
ET
AL
(2012)
238-‐250
5
paradigmáticos
la
presencia
de
derechos
reales
y
de
derechos
intelectuales
sobre
la
cosa.20
En
el
ámbito
español
DURÁN
RIVACOBA
señala
que
la
mayoría
de
los
autores
considera
que
cuentan
como
perturbaciones
las
acciones
reivindicatoria
e
hipotecaria.21
Y,
por
su
parte,
añade:
…tampoco
deberían
olvidarse
otros
procesos
que,
ganando
firmeza,
impliquen
la
condena
para
entregar
el
usufructo,
el
censo,
la
servidumbre,
la
cuota
de
copropietario,
o
también
incluso
las
acciones
«petitio
hereditatis»,
las
de
partición
de
un
patrimonio
conjunto
y
de
bienes
individuales
–así,
la
«familiae
ercirscundae»
y
la
«communni
dividundo»-‐
junto
a
la
«restitutio
in
integrum».22
Mayores
dudas
expresa
este
autor
respecto
de
las
acciones
personales
intentadas
por
terceros,
sin
embargo,
señala
que,
desde
una
perspectiva
pragmática
deben
aceptarse.23
En
tercer
lugar,
considera
que
las
simples
perturbaciones
de
hecho
deben
ser
enfrentadas
no
a
través
del
régimen
de
la
evicción,
sino
de
los
interdictos
posesorios.24
Finalmente,
este
autor
indica
que
quedan
comprendidas
en
el
régimen
de
la
evicción
aquellas
perturbaciones
de
carácter
administrativo
que,
en
definitiva
entorpezcan
la
posesión
o
estén
destinadas
a
privar
de
ella
al
comprador.25
4. La
CISG
y
el
CESL
Tanto
el
Código
Civil
francés
como
el
español
presentan
importantes
semejanzas
con
el
chileno
en
el
tratamiento
de
la
materia
que
aquí
interesa.
Con
la
CISG
y
el
CESL
no
sucede
lo
mismo,
por
eso,
para
considerar
la
utilidad
de
la
CISG
y
la
CESL
a
efectos
de
este
trabajo
resulta
primero
necesario
advertir
las
diferencias
que
las
separan
del
tratamiento
del
Código
Civil
respecto
de
la
evicción.
En
primer
lugar,
la
CESL
y
la
CISG
no
contienen,
como
sucede
con
el
artículo
1824
una
división
en
las
obligaciones
de
entrega
y
saneamiento
que
se
refleje
en
el
régimen
de
remedios.
Para
decirlo
de
otra
manera,
en
estos
dos
cuerpos
normativos
–y
a
diferencia
del
Código
Civil-‐
no
existe
un
régimen
general
de
remedios
para
el
incumplimiento
y
otro
especial
para
los
saneamientos.
En
segundo
lugar,
tanto
la
CISG
como
la
CESL
–como
también
sucede
en
el
caso
del
Código
Civil
francés-‐
exigen
al
vendedor
la
transferencia
del
dominio
de
la
cosa
vendida.
En
tercer
lugar,
ni
la
CISG
ni
la
CESL
exigen
que
los
derechos
o
pretensiones
sean
hechos
valer
en
juicio
en
contra
del
comprador.
20
Id.,
pp.
250-‐251.
22 Id., p. 131. Mayor detalle sobre gravámenes en la cosa en LÓPEZ HERNÁNDEZ (2008).
23 Loc cit.
6
Ahora
bien,
no
obstante
esas
diferencias,
ambos
instrumentos
pueden
resultar
de
utilidad
para
considerar
que
deba
entenderse
por
“causa
anterior
a
la
venta”.
Para
avanzar
en
esta
tarea
resultará
útil
formular
una
diversa
respecto
a
los
derechos
y
pretensiones
de
terceros.
Por
lo
que
toca
a
la
CISG,
su
artículo
41
de
la
CISG,
exige
lo
siguiente:
El
vendedor
deberá
entregar
las
mercaderías
libres
de
cualesquiera
derechos
o
pretensiones
de
un
tercero,
a
menos
que
el
comprador
convenga
en
aceptarlas
sujetas
a
tales
derechos
o
pretensiones.
No
obstante,
si
tales
derechos
o
pretensiones
se
basan
en
la
propiedad
industrial
u
otros
tipos
de
propiedad
intelectual,
la
obligación
del
vendedor
se
regirá
por
el
artículo
42.
Por
su
parte,
el
artículo
102.1
CESL
dispone:
“Los
bienes
y
los
contenidos
digitales
deberán
estar
libres
de
cualquier
derecho
o
pretensión
no
manifiestamente
infundada
de
terceros.”
La
pregunta
que
debe
formularse
respecto
de
ambos
cuerpor
normativos,
entonces,
es
qué
cuenta
como
derecho
o
pretensión
en
ambos
cuerpos
normativos.
la
expresión
“derechos”
es
deliberadamente
amplia.
Como
señala
MIQUEL
respecto
del
artículo
41
de
la
CISG:
El
vendedor
debe
entregar
las
mercaderías
libres
de
cualesquiera
derechos
de
terceros.
Aquí
se
alude
a
derechos
verdaderamente
existentes
en
oposición
a
pretensiones
que
pueden
ser
fundadas
o
simplemente
invocadas.
La
expresión
«derechos»
se
entiende
en
el
sentido
más
amplio,
con
tal
de
que
sean
susceptibles
de
afectar
al
comprador
en
el
uso,
posesión
o
disposición
de
las
cosas.
No
importa
la
naturaleza
del
derecho
con
tal
que
sean
susceptibles
de
afectar
al
comprador.
26
Lo
decisivo,
como
han
señalado
MULLIS
respecto
de
la
CISG,
es
si,
por
así
decirlo,
que
la
situación
jurídica
del
bien
impide
que
el
vendedor
pueda
gozar
pacíficamente
de
la
cosa
y
utilizarla,
revenderla
o
disponer
de
otra
manera
de
la
cosa.27
La
situación
jurídica
de
la
cosa,
entonces,
puede
verse
afectada
ya
sea
porque
existen
derechos
reales
(el
dominio
u
otro
–por
ejemplo
un
usufructo)
o
personales
de
terceros
sobre
la
cosa.28
Se
comprenden,
además,
derechos
asociados
a
la
propiedad
industrial
o
intelectual,
aunque
esto
se
encuentra
tratados
en
otros
preceptos.
Lo
mismo
puede
predicarse
de
la
CESL.
Por
lo
que
respecta
a
cargas,
limitaciones
u
obligaciones
derivadas
de
derecho
público,
en
el
caso
de
la
CISG,
se
ha
señalado
que
algunas
–en
general
aquellas
que
establecen
titularidades
distintas
de
la
del
comprador
sobre
la
cosa
caerían
dentro
del
artículo
41,
otras
como
las
referentes
a
limitaciones
derivadas
de
leyes
de
seguridad
nacional,
quedarían
cubiertas
por
el
artículo
35
de
la
CISG
como
supuestos
de
disconformidad
26
MIQUEL
GONZÁLEZ
(1997),
p.
365
28 MIQUEL GONZÁLEZ (1997), pp. 365-‐366, señala como ejemplos garantías y privilegios de los acreedores,
7
material.29
En
la
CESL,
en
cambio,
no
parece
hacerse
esa
distinción,
señalándose
que
las
restricciones
administrativas
que
recaen
sobre
las
cosas
deben
ser
tratadas
como
faltas
de
conformidad
jurídica.30
Con
respecto
a
la
expresión
“pretensiones”,
se
ha
señalado,
a
propósito
de
la
CISG,
que
no
es
sólo
que
el
vendedor
debe
transferir
la
propiedad
de
la
cosa
sin
otros
derechos
de
terceros,
sino
que,
además,
el
comprador
no
debe
quedar
expuesto
a
reclamaciones
posteriores
de
las
cuales
deba
defenderse
con
los
correspondientes
gastos
y
molestias
que
esto
le
puede
llegar
a
ocasionar.31
*
La
primera
parte
de
este
trabajo
ha
intentado
mostrar
que
una
pregunta
clave
para
examinar
el
hecho
operativo
que
desencadena
el
régimen
de
protección
del
saneamiento
por
evicción
se
refiere
a
las
turbaciones
que
debe
experimentar
el
comprador.
Esas
turbaciones,
dispone
el
Código,
deben
basarse
en
una
“causa
anterior
a
la
venta”
que
determine
o
pueda
determinar
una
privación
total
o
parcial
del
dominio.
La
parquedad
de
esta
formulación
invita
a
considerar
las
cosas
con
más
detalle;
mi
proposición
es
que
para
hacer
eso
resulta
útil
comenzar
dando
una
mirada
a
códigos
civiles
que,
en
esto
al
menos,
se
asemejan
al
chileno
y
a
instrumentos
de
derecho
uniforme
y
soft
law
que
de
manera,
más
o
menos
reciente,
se
han
hecho
cargo
de
la
cuestión.
II
Al
considerar
tanto
el
derecho
francés
y
el
español
como
la
CISG
y
el
CESL,
se
advierte
la
presencia
de
dos
formas
diversas
de
tutelar
la
posesión
pacífica.
El
primero
corresponde
al
saneamiento
de
la
evicción,
el
segundo
a
la
conformidad
de
la
cosa
vendida.
Cuando
se
presta
atención
al
segundo
sistema
se
advierte
que
la
protección
no
es
únicamente
respecto
de
acciones
judiciales,
sino
que,
además,
incluye
otro
tipo
de
pretensiones
que
aún
no
se
han
judicializado.
Por
lo
mismo,
una
primera
pregunta
es
qué
sucede
con
ese
tipo
de
pretensiones
en
el
derecho
chileno.
Una
segunda
cuestión
que
se
aprende
poniendo
atención
al
ámbito
francés
es
que
las
perturbaciones
pueden
provenir
tanto
del
mismo
vendedor
como
de
terceros.
La
segunda
pregunta,
entonces,
es
si
resulta
posible
trasladar
con
provecho
esa
distinción
al
derecho
chileno.
29
SCHLECHTRIEM
Y
BUTLER
(2009),
p.
133.
La
discusión,
sin
embargo,
parece
un
poco
más
compleja.
MIQUEL
GONZÁLEZ
(1997),
p.
368,
señala
hay
quienes
consideran
que
habría
disconformidad
jurídica
únicamente
cuando
las
limitaciones
de
derecho
público
involucran
un
derecho
de
privación
de
la
cosa;
otros
han
señalado
que
habría
un
defecto
jurídico
cuando
la
regulación
de
derecho
público
establezca
una
titularidad
independiente
para
una
persona
distinta
del
comprador.
30
ZOLL
(2012),
p.
482.
8
Como
se
verá,
a
propósito
de
las
perturbaciones
del
mismo
vendedor
se
advierte
que
es
dudoso
que
la
causa
deba
ser
anterior,
de
esta
manera,
resultará
útil
saber
si
esto
también
puede
predicarse
respecto
de
terceros
En
fin,
respecto
de
las
perturbaciones
provenientes
de
terceros,
tanto
en
los
códigos
como
en
la
CISG
y
la
CESL,
se
han
identificado
como
especies
de
estas
la
presencia
de
derechos
reales,
de
derechos
personales,
de
acciones
posesorias,
de
cargas
administrativas
y
de
derechos
intelectuales.
Convendrá
examinar,
prestando
atención
a
la
doctrina
nacional
y
a
las
decisiones
de
nuestros
tribunales
superiores
si
otro
tanto
se
puede
predicar
del
ámbito
nacional.
4.
Pretensiones
sin
demanda:
la
excepción
de
evicción
inminente
Como
ya
ha
quedado
dicho,
en
la
CISG
y
en
la
CESL
no
es
necesario
que
se
demande
al
comprador
para
que
éste
pueda
alegar
por
una
falta
de
conformidad
jurídica.
En
el
ámbito
nacional
se
afirma
que
si
es
necesaria.32
Sin
embargo,
el
sólo
hecho
de
la
turbación
–al
margen
de
la
demanda-‐
activa
un
sistema
de
protección,
la
denominada
“exceptio
inminentis
evictionis”33
Para
considerarla
resultará
útil
prestar
atención
al
tenor
del
artículo
1872:
El
precio
deberá
pagarse
en
el
lugar
y
el
tiempo
estipulados,
o
en
el
lugar
y
el
tiempo
de
la
entrega,
no
habiendo
estipulación
en
contrario.
Con
todo,
si
el
comprador
fuere
turbado
en
la
posesión
de
la
cosa
o
probare
que
existe
contra
ella
una
acción
real
de
que
el
vendedor
no
le
haya
dado
noticia
antes
de
perfeccionarse
el
contrato,
podrá
depositar
el
precio
con
autoridad
de
la
justicia,
y
durará
el
depósito
hasta
que
el
vendedor
haga
cesar
la
turbación
o
afiance
las
resultas
del
juicio.
Como
puede
verse,
este
mecanismo
de
tutela
opera
aún
cuando
no
se
encuentren
satisfechos
los
requisitos
del
saneamiento
por
evicción.
En
este
sentido,
resulta
necesario
mostrar
que
el
comprador
puede
servirse
de
él
aún
cuando
no
se
le
haya
notificado
de
la
acción
por
parte
de
quien
se
pretende
dueño.
En
esta
tarea
podemos
servirnos
de
la
opinión
de
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ.34Señala
este
autor
que
el
campo
operativo
del
inciso
segundo
queda
determinado
por
dos
situaciones
diversas.
La
primera
de
ellas
tiene
lugar
cuando
se
ha
turbado
al
comprador
en
la
posesión
de
la
cosa,
la
segunda
cuando
el
comprador
acredita
que
existe
una
acción
real
en
contra
de
la
cosa.
En
opinión
de
ALESSANDRI,
la
primera
situación
exige
que
se
haya
entablado
un
juicio
contra
del
vendedor
pretendiendo
derechos
sobre
la
cosa
vendida
o
sobre
su
posesión.35
En
la
segunda
situación,
en
cambio,
basta
que
exista
un
derecho
real
del
cual
surja
la
acción
y
que
no
haya
sido
informado
al
comprador,
sin
necesidad
de
que
dicha
acción
sido
ejercida
por
el
titular.36
Esta
lectura
de
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
encuentra
apoyo
en
algunas
antiguas
sentencias
de
los
tribunales
superiores
de
justicia.
Así,
por
ejemplo,
se
ha
utilizado
la
facultad
de
depositar
el
32
Ver
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003)
p.
82.
9
precio
del
artículo
1872
tratándose
prohibiciones
de
enajenar37
y
sobre
todo,
de
hipotecas.38
Respecto
de
estas
últimas,
existen
un
par
de
sentencias
que
nos
muestran,
con
total
claridad,
que
el
depósito
al
cual
alude
el
artículo
1872
puede
hacerse
antes
de
que
el
comprador
sea
notificado
de
una
acción
en
su
contra.
Así,
por
ejemplo,
una
sentencia
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Talca,
de
4
de
septiembre
de
192639,
resuelve
el
caso
de
la
venta
de
un
inmueble
que
se
entregó
con
una
hipoteca
cuya
existencia
no
constaba
en
autos.
El
comprador
demanda
la
ejecución
forzada,
solicitando
que
se
le
entregue
el
inmueble
libre
de
gravámenes
y,
además,
solicita
al
tribunal
que
el
dinero
depositado
sea
retenido
conforme
a
lo
señalado
en
el
inciso
segundo
del
artículo
1872.
La
opinión
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Talca
es
la
siguiente:
Que
en
orden
a
la
facultad
que
para
depositar
el
precio
confiere
al
comprador
el
artículo
1872
del
Código
Civil,
y
que
en
el
caso
presente
ejercita
Pinochet
por
medio
de
la
petición
tercera
de
su
demanda,
debe
recordarse
que
el
precepto
aludido
consigna
dos
casos
diversos
que
lo
autorizan:
el
uno
cuando
el
comprador
es
turbado
en
la
posesión
de
la
casa,
y
el
otro
cuando
exista
contra
ella
una
acción
real
de
que
el
vendedor
no
le
dio
noticias
antes
de
perfeccionarse
el
contrato;
Que
siendo
muy
obvias
las
diferencias
que
los
principios
establecen
entre
derecho
y
acción,
es
notoriamente
evidente
que
el
concepto
en
que
este
último
término
fue
empleado
en
el
recordado
precepto
es
el
de
significativo
de
derecho
real,
toda
vez
que
de
no
ser
así
y
de
exigirse
que
hubiera
un
juicio
por
acción
real
contra
el
comprador
se
habría
incurrido
en
una
vaciedad
desprovista
de
todo
significado
útil
al
determinarse
en
la
ley
el
segundo
caso
que
hace
procedente
el
depósito
del
precio,
pues
la
exigencia
de
un
juicio
constituye
la
esencia
de
la
turbación
en
la
posesión,
ya
habría
sido
comprendida
en
la
primera
hipótesis
en
que
ese
depósito
es
permitido;
Que
esta
interpretación
encuadra
perfectamente
con
los
propósito
que
han
inspirado
la
disposición
en
examen,
que
no
han
sido
otros
que
los
de
mirar
por
el
resguardo
de
los
elementos
esenciales
del
contrato
de
venta,
ya
que
siendo
éste
conmutativo
y
debiendo
mirarse
las
mutuas
prestaciones
de
las
partes
como
equivalentes,
esta
equivalencia
no
se
mantendría
si
fuera
posible
tolerar
que
este
comprador
estuviera
siempre
obligado
a
pagar
el
precio,
no
obstante
el
peligro
cierto
que
para
él
significa
el
que
la
cosa
se
desmembrara
o
sufriera
detrimento
causa
de
un
derecho
eral
que
le
afecta,
sin
que
el
vendedor,
por
su
parte,
afrontara
las
responsabilidades
que
le
conciernen.
En
un
sentido
similar
podemos
considerar
la
sentencia
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Santiago
de
24
de
marzo
de
1926.40
En
los
hechos
Se
vende
un
inmueble
y
el
comprador
declara
tener
conocimiento
de
una
hipoteca
a
favor
de
la
Caja
Hipotecaria.
Sin
embargo
luego
aparecen
nuevos
derechos
de
terceros
que
pueden
producir
una
“evicción”.
El
vendedor
cede
sus
derechos
a
un
tercero
que
reclama
el
cobro
de
pesos.
El
comprador
deposita
el
pago
del
precio
ante
tribunales.
Frente
a
la
demanda
de
pago,
la
opinión
de
la
Corte
fue
la
siguiente:
Que
consta
del
expediente
agregado
que
el
ejecutado,
comprador,
hizo
con
autorización
judicial
la
consignación
que
faculta
el
artículo
1872
del
Código
Civil
y
practicó
la
notificación
del
caso
al
cesionario,
actual
acreedor,
y
al
cedente.
37Municipalidad
de
Valparaíso
con
Fisco
(1907)
10
Que
esta
situación
jurídica
originó
la
suspensión
del
derecho
del
vendedor
para
exigir
actualmente
el
precio,
y
por
lo
mismo,
la
del
derecho
del
cesionario
que
no
adquirió
más
que
los
derechos
que
el
vendedor
cedente
tenía.
5. La
perturbación
proviene
del
vendedor
No
sólo
los
terceros
pueden
perturbar
al
vendedor,
sino
que,
también
el
vendedor.
La
obligación
de
garantizar
la
posesión
pacífica
no
se
encuentra
referida
exclusivamente
a
los
derechos
de
terceros,
sino
que,
también
alcanza
a
pretensiones
del
propio
vendedor.
Como
ha
sugerido
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ:
Puesto
que
el
vendedor
debe
sanear
al
comprador
y
defenderlo
de
toda
turbación
emanada
de
un
tercero,
es
claro
que
no
lo
puede
turbar
en
el
dominio
y
posesión
de
la
cosa
ejercitando
sobre
ésta
algún
derecho
que
le
acarree
la
pérdida
de
toda
o
parte
de
la
misma.
Si
así
no
fuera
la
obligación
de
defenderlo
sería
ilusoria,
ya
que
defender
y
turbar
son
términos
inconciliables.41
Esta
idea
de
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
ha
sido
recogida
por
una
sentencia
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Concepción
de
20
de
mayo
de
2013.42
Los
hechos
de
la
sentencia
son
los
siguientes.
La
actora
ejercitó
una
acción
reivindicatoria
parcial,
como
la
denominó,
alegando
que
es
dueña
de
"cinco
hectáreas
aproximadamente
del
inmueble
sin
nombre
o
El
Rancho.
Explicó
que
por
escritura
pública
otorgada
el
24
de
mayo
de
2007
en
la
Notaría
de
San
Pedro
de
La
Paz,
suscribió
un
contrato
de
compraventa
con
los
demandados,
mediante
el
cual
les
vendió
los
Lotes
Dos
y
Cinco,
provenientes,
según
se
consignó
en
el
instrumento,
de
ciertas
subdivisiones
que
se
citan.
Hizo
presente
que
estas
subdivisiones
fueron
o
deberían
ser
tramitadas
en
la
Municipalidad
de
San
Pedro
de
La
Paz
por
los
demandados
en
sus
calidades
de
arquitectos.
Sin
embargo,
señaló,
pese
a
haber
transcurrido
más
de
cuatro
años
desde
la
mencionada
subdivisión,
las
respectivas
transferencias
no
han
logrado
ser
inscritas
en
el
Registro
de
Propiedad
de
San
Pedro
de
La
Paz,
por
lo
que
no
existe
tradición
del
derecho
real
de
dominio
sobre
los
Lotes
Dos
y
Cinco,
y
como
los
demandados
se
pretenden
dueños
y
poseedores
de
los
mismos,
interpone
acción
reivindicatoria
en
su
contra
para
que
se
declare
que
los
mencionados
lotes
son
de
su
dominio
y
les
sean
restituidos
dentro
de
tercero
día.
En
lo
relativo
a
la
evicción,
la
demandada
alegó
la
excepción
de
garantía
o
saneamiento
de
la
evicción,
fundada
en
dicha
obligación
que
pesa
sobre
el
vendedor
conforme
al
artículo
1837.
La
Corte,
en
el
considerando
7°
de
la
sentencia
dispuso
que:
Al
respecto
cabe
señalar
que,
como
lo
ha
destacado
la
doctrina,
quien
está
obligado
a
sanear
o
a
impedir
que
se
produzca
la
evicción,
mal
puede
emplear
una
acción
dirigida
justamente
a
producirla,
obligación
que
también
alcanza,
desde
luego,
a
sus
sucesores.
Es
inconciliable
con
la
obligación
del
vendedor
de
defender
al
comprador
de
toda
turbación,
el
ejercicio
por
parte
de
éste
de
la
acción
reivindicatoria
o
de
cualquiera
otra
dirigida
a
privar
o
perturbar
al
comprador
en
el
dominio
y
posesión
pacífica
de
la
cosa
(Arturo
Alessandri
"De
la
Compraventa
y
Promesa
de
Venta",
Memoria
de
Prueba,
T.
II,
N°s.
1200
a
1206;
mismo
autor,
comentario
favorable
a
41
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003)
pp.
37-‐38.
42 Sandoval Vera Marlene del Carmen con Etchepare Ibarra Pedro Enrique y otro Corte de Apelaciones de
Concepción,
sentencia
de
20
de
mayo
de
2013,
Identificador
Legalpublishing
CL/JUR/1072/2013.
Ver
también
Deyanira
del
Carmen
Salas
y
otra
contra
María
Florentina
Bello,
Corte
de
Apelaciones
de
Concepción,
sentencia
de
4
de
noviembre
de
2005,
Identificador
Legalpublishing
CL/JUR/900/2005
11
una
sentencia
de
la
Corte
Suprema,
RDJ.
T.31,
Sec.
1ra.,
pág.
29.
Luis
María
Rezzonico
"Estudio
de
los
Contratos
en
Nuestro
Derecho
Civil,
2da.
Edición,
pág.
217–218,
con
citas
de
autores
franceses,
Buenos
Aires
1958).
En
el
mismo
sentido
se
han
pronunciado
los
tribunales
nacionales
de
justicia
(Vid.
jurisprudencia
sobre
el
artículo
1837
del
Código
Civil,
N°s.12
y
13
en
Repertorio
de
Legislación
y
Jurisprudencia,
año
1997).
Agrega
en
el
considerando
8°
que:
(…)
en
consecuencia,
obligada
la
demandante
vendedora
a
proteger
a
los
demandados
compradores
de
toda
turbación
que
pueda
afectar
la
cosa
vendida,
no
puede
ella
misma
turbarlos,
por
lo
que
la
excepción
en
estudio
debe
ser
acogida
y
negarse
lugar
a
la
demanda
principal.
Sin
embargo,
en
otra
sentencia,
esta
vez
de
la
Corte
Suprema43,
se
consideró
que
los
herederos
del
vendedor
no
respondían
de
la
obligación
de
saneamiento.
En
el
considerando
3º
de
la
sentencia
se
lee:
Que,
en
primer
término,
cabe
descartar
desde
ya
la
aplicación
de
las
normas
que
el
recurrente
asocia
a
una
supuesta
infracción
a
las
reglas
que
regulan
la
obligación
del
vendedor
de
amparar
al
comprador
en
el
dominio
y
posesión
pacífica
de
la
cosa
que
compra,
y
que
el
Código
Civil
denomina
obligación
de
saneamiento
por
evicción,
pues
de
acuerdo
al
artículo
1839
de
ese
cuerpo
legal
tal
deber
tiene
lugar
cuando
la
evicción
tiene
causa
anterior
a
la
venta,
cuyo
no
es
el
caso
de
autos.
De
la
lectura
del
considerando
se
infiere
que
no
puede
citarse
de
evicción
al
vendedor
alegando
como
“causa”,
el
propio
contrato
de
compraventa
del
cual
surge
la
obligación
de
amparar
en
el
dominio
y
posesión
pacífica
al
comprador,
pues
de
ese
modo
la
“causa”
no
podría
ser
anterior,
y
de
ese
modo,
cumplir
con
el
artículo
1839.
Pues
bien,
la
doctrina
considera
que
se
puede
recurrir
a
la
disciplina
del
saneamiento
de
la
evicción
cuando
las
turbaciones
vienen
del
vendedor;
tratándose
de
los
tribunales,
si
bien
es
cierto
que
hay
sentencia
que
lo
aceptan,
al
menos
una
niega
esta
posibilidad.
Ahora
bien,
hasta
donde
ha
podido
investigarse,
ni
la
doctrina
ni
los
tribunales
se
refieren
a
las
turbaciones
de
hecho
que
provienen
del
vendedor
como
un
hecho
operativo
del
saneamiento
de
la
evicción.44
Parece,
entonces,
ser
éste
más
bien
el
dominio
de
las
acciones
posesorias.45
6. La
“causa
anterior
al
contrato”
Que
la
causa
debe
ser
anterior
fluye
con
toda
naturalidad
de
lo
dispuesto
en
el
artículo
1839:
El
vendedor
es
obligado
a
sanear
al
comprador
todas
las
evicciones
que
tengan
una
causa
anterior
a
la
venta,
salvo
en
cuanto
se
haya
estipulado
lo
contrario.
Según
la
opinión
de
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
la
razón
de
ser
de
este
requisito
aparece
a
simple
vista
pues:
43
Briones
con
Fuentes,
Corte
Suprema,
sentencia
de
12
de
octubre
de
2006,
Identificador
Microjuris
MJJ18091.
44
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003
)
pp.
38,
60
lo
limita
a
turbaciones
de
derecho.
12
Estando
obligado
el
vendedor
a
entregar
la
cosa
exenta
de
todo
gravamen
o
limitación
en
forma
de
que
el
comprador
pueda
gozarla
tranquilamente,
no
cumple
con
esa
obligación
si
un
tercero
lo
molesta
a
virtud
de
un
derecho
que
exista
sobre
ella
al
tiempo
de
la
venta46.
Ahora
bien,
conviene
considerar
las
cosas
con
cautela.
Si
la
turbación
proviene
de
un
tercero
pueden
presentarse47,
al
menos
tres
situaciones
que
desafían
la
literalidad
de
la
regla.
La
primera
de
ellas,
advertida
por
DÍEZ-‐PICAZO,
tiene
lugar
bajo
las
siguientes
circunstancias:
el
derecho
subjetivo,
en
su
configuración
exterior,
existe
con
anterioridad
a
la
venta;
sin
embargo,
la
adquisición
de
dicho
derecho
por
parte
del
demandante
tiene
lugar
con
posterioridad
a
dicha
venta.48
El
ejemplo
que
utiliza
el
autor
para
ilustrar
la
situación
es
el
siguiente:
…en
el
momento
de
celebrarse
la
compraventa
entre
A
y
B,
la
cosa
pertenecía
a
C
y
quien
después
la
transmitió
a
D
(demandante)
el
requisito
del
Código
se
ha
cumplido.49
Como
puede
advertirse,
se
trata
de
un
caso
de
venta
de
cosa
ajena.
Por
lo
tanto,
si
fuera
quien
en
ese
momento
era
dueño,
entonces
no
existe
ningún
desafío
a
la
anterioridad
de
la
causa,
en
este
caso
el
derecho
de
dominio
del
dueño.
Sin
embargo,
la
peculiaridad
es
que,
con
posterioridad
a
la
venta
efectuada
por
el
vendedor
no
dueño,
el
dueño
vende
a
D
la
cosa
y
es
éste
quien
demanda.
La
segunda
situación,
a
la
cual,
citando
a
Manresa,
también
se
refiere
DÍEZ-‐PICAZO
es
el
caso
de
la
doble
venta.50
Para
considerar
esta
situación
al
abrigo
del
Código
Civil
chileno,
resultará
conveniente
recordar
el
artículo
1817,
cuyo
tenor
es
el
siguiente:
Si
alguien
vende
separadamente
una
misma
cosa
a
dos
personas,
el
comprador
que
haya
entrado
en
posesión
será
preferido
al
otro;
si
ha
hecho
la
entrega
a
los
dos,
aquel
a
quien
se
haya
hecho
primero
será
preferido;
si
no
se
ha
entregado
a
ninguno,
el
título
más
antiguo
prevalecerá.
En
este
caso,
el
segundo
comprador
ha
entrado
en
posesión
primero,
sin
embargo,
la
cosa
se
encuentra
en
poder
del
segundo
comprador.
El
segundo
comprador
demanda
al
primero.
Según
los
autores
españoles
citados,
el
primer
comprador
puede
citar
de
evicción
a
su
vendedor,
no
obstante
que,
en
rigor,
la
causa
resulta
ser
posterior
a
la
venta.51
46
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003)
p.
69.
47 Si viene del vendedor, desde luego no será anterior tampoco. Sobre la situación de las turbaciones del
49 Loc cit.
50 Loc cit.
51 Esta opinión, sin embargo, no es unánime en la doctrina española, ver, por ejemplo, DURÁN RIVACOBA
13
En
el
ámbito
nacional,
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
ha
considerado
que
ésta
es
una
de
las
situaciones
en
que
procede
la
evicción,
no
obstante
el
carácter
posterior
de
la
causa
pues
dicha
causa
nació
de
un
hecho
imputable
al
vendedor.52
Considera,
además,
como
situaciones
equivalente
aquella
en
que
con
posterioridad
a
la
venta,
pero
antes
de
la
inscripción,
el
vendedor
hipoteca
el
bien
y
aquella
en
que
el
vendedor
había
adquirido
la
cosa
por
prescripción,
pero,
con
posterioridad
a
la
venta
y
con
anterioridad
a
la
inscripción
de
dicho
título,
renuncia
a
la
prescripción.53
Como
puede
verse,
el
mínimo
común
denominador
de
los
casos
agrupados
por
esta
segunda
situación
es
el
reproche
que
puede
formulársele
al
vendedor
quien,
de
diversas
maneras,
por
un
hecho
suyo,
ha
puesto
en
peligro
la
posesión
pacífica
del
comprador.
La
tercera
situación,
considerada
también
por
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
corresponde
a
una
prescripción
que
ha
comenzado
a
correr
con
anterioridad
a
la
venta,
pero
cuyo
tiempo
se
cumple
con
posterioridad
a
ésta.54
La
opinión
de
este
autor
es
que
el
vendedor
responde
de
esta
evicción,
no
obstante
ser
su
causa
posterior
a
la
venta:
Cuando
la
prescripción
se
completa
después
de
la
venta,
pero
en
un
momento
tan
aproximado
a
la
fecha
de
su
celebración
(días
o
semanas
después
de
aquella),
que
el
comprador
no
tiene
tiempo
para
conocerla
e
interrumpirla.55
52
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003
)
p.
75.
53 Loc cit
14
3º
Cuando
el
comprador
es
privado
por
un
tercero
de
una
servidumbre
activa
o
de
un
derecho
de
aguas
que
creyó
incorporado
al
predio
comprado
y
comprendido
en
la
venta
(…)
4º
Cuando
el
comprador
se
ve
obligado
a
pagar
una
deuda
que
pesa
sobre
el
predio
vendido
para
no
ser
molestado
en
su
posesión
y
dominio
tales
como
réditos,
censos,
hipotecas,
etc.
5º
Cuando
un
tercero
reclama
sobre
la
cosa
el
cumplimiento
de
un
contrato
de
arrendamiento
celebrado
con
el
vendedor.57
Pues
bien,
según
la
opinión
de
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
hay
espacio
para
acudir
al
régimen
del
saneamiento
frente
a
casos
de
venta
de
cosa
ajena,
cuando
existen
otros
derechos
reales
diversos
del
dominio
que
graven
la
cosa
vendida,
cuando
existen
derechos
personales
de
terceros
que
puedan
terminar
lesionando
la
situación
jurídica
del
comprador.
Como
se
ve,
los
supuestos
de
hecho
de
la
evicción
resultan
ser
bastante
ser
bastante
variados.
De
hecho,
siguiendo
la
opinión
de
Pothier,
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ,
extiende
el
saneamiento
de
la
evicción
a
supuestos
en
lo
que
la
privación
no
recae
exactamente
sobre
la
cosa
o
parte
de
ella,
sino
sobre
su
valor
o
parte
de
su
valor;
la
cita
a
Pothier
empleada
por
el
autor,
que
ilustra
bien
el
punto
es
la
siguiente:
Se
llama
evicción
no
sólo
la
sentencia
que
condena
a
abandonar
una
cosa
lisa
y
llanamente,
sino
la
que
condena
a
pagar
o
a
obligarse
a
alguna
cosa.
Por
esta
razón,
si
el
comprador
de
un
predio,
condenado
a
virtud
de
una
acción
hipotecaria,
paga
la
hipoteca
para
evitar
el
abandono
de
aquél,
que
vale
tanto
o
más
que
el
crédito
del
demandante,
ha
sufrido
evicción
sobre
la
cosa,
puesto
que
no
puede
conservarla
sino
dando
dinero,
por
cuya
razón
el
vendedor
lo
debe
sanear,
reembolsando
lo
que
ha
pagado.58
59 En ese sentido, por ejemplo, puede consultarse: Corte Suprema, Rol N° 13553-‐13, de 22 de octubre de
2014;
Corte
de
Apelaciones
de
Valparaíso,
Rol
N°
2349-‐13,
de
20
de
junio
de
2014;
Corte
Suprema,
Rol
N°
2917-‐13,
de
13
de
mayo
de
2014;
Corte
Suprema,
Rol
N°:
3882-‐97,
de
7
de
noviembre
de
1998.
60
Corte
Suprema,
no
registra
rol,
de
29
de
abril
de
1950.
15
demanda
en
la
audiencia
respectiva,
pide
que
se
cite
de
evicción
a
sus
vendedoras
–
una
comunidad-‐
pues
desconoce
el
dominio
de
la
actora.
La
Corte
Suprema,
dando
aplicación
general
al
saneamiento
de
la
evicción
establece
que:
tampoco
se
puede
sostener
que
este
juicio
especial
de
la
citación
de
evicción
no
proceda
legalmente
en
el
comodato
precario,
puesto
que
al
respecto
no
existe
razón
alguna
en
la
legislación
civil
que
induzca
a
pensar
en
ese
sentido
(…)
la
citación
de
evicción
se
aplica
a
toda
clase
de
juicios,
siempre
que
para
ello
concurran
todos
los
elementos
jurídicos
que
se
han
referido
y
porque
además
este
procedimiento
de
amparo
que
la
ley
ha
otorgado
al
comprador
que
es
objeto
de
un
ataque
de
parte
de
un
tercero,
ha
sido
puesto,
en
nuestra
estructura
procesal,
entre
los
juicios
especiales
(…)
Respecto
de
otros
derechos
reales,
diversos
del
dominio,
es
posible
considerar
el
caso
de
la
hipoteca.
Así,
por
ejemplo,
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
menciona
una
antigua
sentencia
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
1888
en
la
que,
respecto
de
la
evicción
se
lee:
Que
la
existencia
de
una
hipoteca
o
censo
inscrito
gravando
la
cosa
comprada
puede
traer
y
trae,
en
efecto,
la
privación
del
todo
o
parte
de
esa
misma
cosa,
puesto
que
el
acreedor
en
uso
de
su
derecho
puede
hacer
vender,
con
intervención
de
la
justicia
y
para
pagarse,
la
propiedad
afecta
a
su
crédito.61
Mucho
más
recientemente,
aunque
obiter
dicta,
la
Corte
de
Apelaciones
de
la
Serena62,
parece
haberlo
entendido
las
cosas
de
la
misma
manera
tratándose
de
una
hipoteca
recaída
sobre
unas
pertenencias
mineras
objeto
de
un
contrato
de
compraventa
en
cuya
cláusula
tercera
se
estipuló
que
la
entrega
se
hace
libre
de
gravámenes
o
limitaciones
al
dominio.
En
la
cláusula
cuarta
del
mismo
contrató
se
estableció
que
la
entrega
material
se
hace
en
el
acto
a
entera
satisfacción
del
comprador
y
con
conocimiento
material
y
jurídico.
La
parte
compradora
demandó
la
resolución
del
contrato
con
indemnización
de
perjuicios,
reclamando
que
la
vendedora
no
cumplió
con
su
obligación
de
entrega
en
los
términos
que
reza
el
contrato,
por
cuanto
la
cosa
se
encontraba
afectada
por
una
hipoteca,
debiendo
además,
efectuar
ciertos
pagos
al
acreedor
hipotecario
con
el
fin
de
explotar
el
yacimiento.
En
el
considerando
cuarto
de
dicha
sentencia,
que
niega
lugar
a
la
acción
deducida,
se
lee:
No
hay
evicción
puesto
que
el
comprador
no
ha
sido
privado
de
la
cosa
por
sentencia
judicial.
Tampoco
hay
vicios
redhibitorios,
ya
que
la
hipoteca
de
que
se
trata
estaba
inscrita
regularmente
con
más
de
7
años
de
antelación
a
la
venta,
de
modo
que
tal
situación
con
la
debida
formalidad
por
vía
de
publicidad
pudo
y
debió
ser
conocida
por
el
comprador
si
hubiese
desplegado
un
mínimo
de
diligencia.
Es
más,
si,
con
todo,
fuese
efectivo
el
desconocimiento
que
alega
el
comprador
demandado,
aquel
se
debería
a
una
negligencia
grave
de
su
parte
que
no
resulta
excusable
desde
el
punto
de
vista
jurídico,
tal
como
el
propio
legislador
se
encarga
de
establecer
en
el
artículo
1858
regla
3ª
del
Código
Civil.
Lo
que
aquí
importa
de
esta
sentencia
es
simplemente
el
hecho
de
que,
en
principio,
la
evicción
ampara
al
comprador
cuando
se
trata
de
hipotecas.
Siempre
tratándose
de
los
derechos
reales,
podemos
considerar
un
caso
de
prenda.
Se
trata
de
una
sentencia
de
09
de
enero
de
2002
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
61
ALESSANDRI
RODRÍGUEZ
(2003
C),
p.
51.
62 Corte de Apelaciones de La Serena, Rol N° 612-‐13, de 20 de mayo de 2014.
16
Concepción
que
confirma
la
del
tribunal
de
instancia
de
fecha
09
de
mayo
de
200063.
Los
hechos
corresponden
a
la
venta
de
un
taxibús
que,
a
la
fecha
del
contrato,
se
encontraba
prendado
a
favor
de
un
tercero.
Cinco
meses
después
de
la
venta
el
vehículo
fue
retirado
de
circulación
por
una
orden
judicial
pues
el
demandado
(el
vendedor)
no
había
cumplido
con
sus
obligaciones
contraídas
al
adquirir
el
vehículo.
El
comprador
demandó
la
resolución
del
contrato,
alegando
incumplimiento
de
la
obligación
de
entrega
pues,
en
su
opinión,
la
entrega
debía
realizarse
sin
limitaciones
al
dominio.
El
tribunal
de
instancia
y
la
Corte
de
Apelaciones
de
Concepción
consideraron
que
no
había
existido
incumplimiento
de
la
obligación
de
entrega
pues
ésta
limitaba
su
alcance
al
traspaso
legal
y
material
de
la
cosa.
“El
vendedor
–señala
el
tribunal-‐
no
se
obliga
a
dar
la
propiedad
al
comprador,
sino
a
constituirlo
en
poseedor”.
Y
añade:
Otra
cosa
y
muy
distinta
a
la
infracción
de
la
obligación
de
entrega
lo
constituye
el
hecho
que
el
actor
se
haya
visto
turbado
en
la
posesión
pacífica
y
tranquila
del
vehículo
por
vías
de
derecho
el
embargo
y
retiro
de
que
habla
en
su
demanda
toda
vez
que
esto
cae
en
el
campo
de
la
obligación
de
saneamiento
y
específicamente
de
la
evicción.
En
la
misma
demanda
(fs.
22)
se
reconoce
que
el
taxibús
estuvo
seis
meses
en
poder
del
demandante
y,
en
razón
de
ello,
malamente
puede
discurrirse
acerca
de
la
vulneración
de
la
obligación
de
entrega,
pues
todos
los
tópicos
de
argumentación
enderezados
para
tales
efectos
en
el
escrito
de
demanda
redundan
en
el
fondo
en
una
supuesta
infracción
a
la
obligación
de
saneamiento
que
evidentemente,
es
ajena
a
la
fundamentación
de
la
acción
resolutoria
intentada.
b.
Acciones
posesorias
A
continuación
prestaré
atención
a
las
acciones
posesorias.
Tratándose
de
ellas,
nos
encontramos
con
una
sentencia
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Santiago64,
relativa
a
una
querella
de
restitución,
en
la
que
la
parte
demandada
promovió
un
incidente
sobre
citación
de
evicción.
La
Corte,
junto
con
señalar
que
la
acción
para
pedir
el
saneamiento
de
la
evicción
no
sólo
procede
en
el
juicio
ordinario
sino
que
en
cualquiera,
ratificando
lo
que
venimos
diciendo
en
torno
a
su
amplio
ámbito
de
aplicación,
establece
que
el
objeto
de
la
evicción
es
“amparar
al
comprador
no
sólo
en
el
dominio,
sino
que
también
en
la
posesión”.
c.
Cargas
y
limitaciones
administrativas
El
examen
de
las
sentencias
de
los
tribunales
superiores
de
justicia
muestra
que
también
se
ha
recurrido
al
régimen
de
la
evicción
en
aquellos
casos
en
que
la
cosa
comprada
se
encuentra
afecta
a
cargas
y
limitaciones
administrativas.
De
esta
manera,
la
sentencia
de
31
de
diciembre
de
1982
de
la
Corte
de
Apelaciones
de
Santiago65,
se
pronuncia
sobre
un
caso
en
el
que
el
dueño
de
un
inmueble
interpuso
un
reclamo
de
ilegalidad
en
contra
de
la
I.
Municipalidad
de
Las
Condes,
con
ocasión
de
la
dictación
de
un
decreto
alcaldicio
que
ordenó
la
demolición
de
un
cierre
exterior
del
inmueble,
63
Corte
de
Apelaciones
de
Concepción,
de
9
de
enero
de
2002
y
Tribunal
de
letras,
de
9
de
mayo
de
2000.
64
Corte
de
Apelaciones
de
Santiago,
no
registra
rol,
de
31
de
agosto
de
1949.
65 Corte de Apelaciones de Santiago, no registra rol, de 31 de diciembre de 1982.
17
por
cuanto
se
verificó
una
disconformidad
con
el
respectivo
plano
de
loteo.
En
el
trámite
de
las
gestiones
indicadas,
el
reclamante
solicitó
que
se
cite
de
evicción
a
la
Sociedad
Financiera
Latinoamericana
de
Desarrollo
S.A.,
de
quien
adquirió
la
propiedad.
Sobre
la
petición,
la
Corte
establece
en
el
Considerando
5°:
“Que
resulta
obvio
que
al
dictarse
un
decreto
por
parte
de
la
Ilustre
Municipalidad
de
Las
Condes
que
ordena
la
demolición
dentro
del
plazo
de
30
días
de
un
cierre
exterior
de
la
propiedad
del
reclamante,
está
afectando
el
dominio
y
la
posesión
de
parte
de
su
propiedad,
por
cuanto
su
superficie
está
expuesta
a
ser
reducida,
y
en
tal
caso
el
afectado
se
encuentra
en
el
legítimo
derecho
de
citar
a
su
vendedor
a
fin
de
que
lo
asista
en
su
defensa,
en
los
términos
y
bajo
los
apercibimientos
que
establece
la
ley.66
Y
agrega:
Que
no
obsta
a
lo
anterior
la
circunstancia
de
tratarse
de
un
procedimiento
especial
de
reclamo
de
ilegalidad
de
un
decreto
alcaldicio.
Lo
importante
es
tener
en
cuenta
que
la
sola
dictación
del
decreto
en
referencia,
y
su
notificación
para
que
sea
cumplido
dentro
de
cierto
plazo
que
se
ha
fijado,
constituye
una
pretensión
cierta
de
amenaza
de
la
posesión
de
parte
del
predio,
suficiente
para
que
el
afectado
haga
uso
de
sus
derechos
en
relación
a
su
tradente
(…)67
66
Corte
de
Apelaciones
de
Santiago,
no
registra
rol,
de
31
de
diciembre
de
1982,
Considerando
5°.
67 Corte de Apelaciones de Santiago, no registra rol, de 31 de diciembre de 1982, Considerando 6°.
69 Acerca de la noción de “propósito práctico” ver MORALES MORENO (2006)
18
en
estas
partes
aparece
con
cierta
claridad
que
es
insuficiente.
Por
dos
razones.
La
primera
de
ellas
es
que,
en
general,
no
se
exige
que
el
vendedor
transfiera
el
dominio.
Y
esto,
que
tiene
una
explicación
histórica70,
carece
de
una
justificación
dogmática
o
práctica.
En
realidad,
bien
pensadas
las
cosas,
todo
indica
que
debería
añadirse
al
régimen
de
la
compraventa
una
obligación
de
transferir
el
dominio.
Salvo
que
se
entienda
que
las
personas
cuando
compran
lo
hacen
para
adquirir
la
posesión,
no
el
dominio.
Si,
en
cambio,
asumimos
que
compramos
para
hacernos
dueños,
el
contenido
obligacional
de
la
compraventa
debería
reflejar
esta
pretensión.
Por
otra
parte,
el
régimen
de
la
evicción
resulta
deficitario
en
tanto,
por
lo
general,
dispensa
protección
al
comprador
únicamente
cuando
se
le
ha
demandado.
Sin
embargo,
no
resulta
nada
infrecuente
que
la
situación
del
comprador
se
vea
afectada
por
la
sola
presencia
de
derechos
de
terceros,
aunque
no
se
le
haya
demandado.
Basta
pensar
en
la
presencia
de
una
hipoteca
o
de
una
prenda
que
grave
una
cosa,
aún
cuando
el
acreedor
no
haya
demandado.
Por
lo
mismo,
un
régimen
de
protección
más
satisfactorio
debería
tutelar
al
comprador
con
independencia
de
si
se
le
ha
demandado
o
no.
Es
cierto,
el
artículo
1872
hace
algo
de
esto,
pero
de
manera
extremadamente
circunscrita.
Tanto
la
CISG
como
la
CESL
ofrecen
modelos
de
tutela
más
satisfactorios
que
los
del
Código
Civil;
se
trata
de
modelos
que
deben
tenerse
a
la
vista
al
momento
de
repensar
la
defectuosa
tutela
del
comprador
en
el
Título
XXIII
del
Libro
IV
del
Código
Civil.
BIBLIOGRAFÍA
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo (2003): De la compraventa y de la promesa de venta
(Santiago, Editorial Jurídica de Chile), tomo II, volumen 1.
ANABALÓN SANDERSON, Carlos (1946), Tratado Práctico de Derecho Procesal Civil
Chileno (Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile), tomo II. DE LA MAZA
COSTA, Vasco y PEÑA, Carlos (1990): Hacia una Teoría General de la Evicción
(Seminario I, Santiago, Facultad de Derecho Universidad Diego Portales).
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo (2012): “El régimen de los cumplimientos defectuosos
en la compraventa”, en: Revista Chilena de Derecho (vol. 39, N° 3), pp. 629 - 663
DE LA MAZA GAZMURI, Iñigo y TORRES URZÚA, Ricardo (2015): “La protección del
comprador en la venta de cosa ajena”, en: Revista Chilena de Derecho (en prensa).
DÍEZ-PICAZO, Luis (2010): Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial (Cizur Menor,
Navarra, Thomson Reuters), tomo IV las particulares relaciones obligatorias.
DURÁN RIVACOBA, Ramón (2002): Evicción y Saneamiento (Cizur Menor/Navarra,
Civitas-Aranzadi).
HUBER, Peter y MULLIS, Alastair (2007): The CISG: A new textbook for students and
practitioners (Munich, Sellier).
HUET, Jérome, ET AL (2012): Traité de Droit Civil. Les principaux contrats spéciaux
(Paris, LGDJ).
LOPEZ HERNANDEZ, Cristina (2008) La protección frente a los gravámenes ocultos
(Valencia, Tirant lo Blanch).
MIQUEL GONZÁLEZ, José María (2006): “Algunos problemas de la responsabilidad por
la transmisión de la propiedad en la compraventa”, en Revista de Derecho (N° 26,
70
Ver
DE
LA
MAZA
y
TORRES
(2015)
19
Barranquilla, Universidad del Norte), pp. 233- 269.
MORALES MORENO, Antonio Manuel (2006): La modernización del derecho de
obligaciones (Cizur Menor, Navarra Thomson Civitas).
PEÑAILILLO
ARÉVALO,
Daniel
(2006)
Las
obligaciones
(Santiago,
Editorial
Jurídica
de
Chile).
RODRÍGUEZ MORATA, Federico (1990): Venta de cosa ajena y evicción (Barcelona,
José María Bosch Editor).
SCHLECHTRIEM, Peter y BUTLER, Petra (2009): UN Law on International Sales (Berlin
Heidelberg, Springer).
VAQUER, Antoni (2011): “El principio de conformidad: ¿supraconcepto en el Derecho de
obligaciones?”, en: Anuario de Derecho Civil (tomo LXIV, fasc. I), pp. 369-399.
ZOLL,
Fryderyk (2012): “Article 97 Goods or digital content not accepted by the buyer”,
en SCHULZE, Reiner (ed), Common European Sales of Law (Munchen, C.H. Beck, Hart,
Nomos) pp. 479-485.
20