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UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA – UNAD

VICERRECTORÍA ACADÉMICA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS
PROGRAMA PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA

MATERIAL DIDÁCTICO DEL CURSO ACADÉMICO


MODULO

GLORIA PATRICIA PÁEZ CASTELLANOS

BOGOTÁ D.C., MAYO DE 2007

1
MODULO PSICOLOGÍA COMUNITARIA

3.1. UNIDAD DIDACTICA 1. EPISTEMOLOGIA DE LA PSICOLOGIA


COMUNITARIA

3.1.1. CAPITULO 1. ORÍGENES DE LA PSICOLOGIA COMUNITARIA

El origen y la posterior evolución de la Psicología Comunitaria hay que situarlos


bajo un contexto histórico y social amplio. En él intervienen eventos políticos,
movimientos sociales, cambios legislativos y el propio desarrollo de la concepción
de la salud en general y de la salud mental en particular.

3.1.1.1. Acontecimientos Sociales

Durante la primera mitad del siglo XIX en la Psiquiatría americana tuvo una gran
influencia el denominado “tratamiento moral”. El procedimiento básico consistía en
incluir las condiciones ambientales más adecuadas para maximizar la conducta
normal. El tratamiento se apoyaba en una forma de vida guiada por principios
morales en la que se regularizaban ciertos hábitos como la limpieza personal, la
terapia ocupacional, las prácticas religiosas, las actividades de entretenimiento y el
deporte.

Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron en los Estados Unidos
cambios económicos que evolucionaron desde una economía agrícola hacia una
economía industrial, como consecuencia aumentó la inmigración y creció el
número de personas en las ciudades. Los psiquiatras en este período
consideraron a los emigrantes genéticamente inferiores y carentes de conducta
moral. En tal situación el tratamiento moral fracasa. El número de pacientes que
ingresan en los hospitales psiquiátricos aumenta de forma dramática, la
convivencia y la integración social se hacen difíciles tanto en los hospitales cono
en la comunidad. El incremento de población unido a la inmigración produce
desorganización social y hacen crecer el antagonismo entre las clases sociales.
En este contexto se popularizó el Darwinismo Social como teoría para explicar las
relaciones sociales.

Tras este período empieza a emerger lentamente a finales de 1880 y principios de


1890 la importancia del ambiente dentro de la Psiquiatría Americana. Comienza a
desarrollarse una nueva era de reformas sociales, los abusos de la
industrialización, la corrupción política, las pésimas condiciones de vida en los
suburbios de las grandes ciudades, etc., se estaban haciendo patentes;
nuevamente crece el interés por los determinantes ambientales sobre la conducta.

2
Los sociólogos de la Escuela de Sociología Urbana de Chicago muestran interés
especial por la vida en comunidad, ven en el regreso a los lazos y vínculos
comunitarios la solución frente al fenómeno del crecimiento y concentración de la
población. Dan un impulso definitivo a una perspectiva más ambientalista: la
distribución ecológica de las conductas asociales y de la enfermedad mental son,
en este contexto sus aproximaciones importantes. Sin embargo, este regreso a la
comunidad se hacía difícil ya que los rápidos cambios económicos habían
generado fuertes diferencias sociales.

En 1889 algunos periodistas deciden infiltrarse y hacerse pasar por pacientes de


hospitales psiquiátricos para luego publicar el terrible estado de los hospitales y la
crueldad de las condiciones de vida observadas. La población se hace consciente
del problema de la enfermedad mental y se desarrollan numerosos programas
sociales. En el período de 1890 a 1914 se crean una gran cantidad de
organizaciones de servicios humanos de los cuales muchos persisten hoy.

En este momento surge un movimiento de gran interés social denominado


“Settlement House”. El movimiento fue creado por mujeres de clase media y alta
concienciadas por los problemas sociales existentes y principalmente pro el
problema de la inmigración. La labor realizada se caracterizó por la acción
comunitaria, hicieron funciones de organización comunitaria y ayudaron a los
inmigrantes a través de la creación de programas de autoayuda. Poco a poco el
movimiento se fue consolidando y pasaron de realizar acciones concretas aisladas
a organizarse en clubes y crear acciones a gran escala para producir cambios
legislativos, mejorar el estado de algunas barriadas, abogar por los derechos de
los pobres, etc. La repercusión social fue notable y se hicieron sentir en decisiones
políticas y legislativas importantes, influyeron sobre los derechos de los niños, la
restricción del horario de trabajo infantil, los Tribunales Tutelares, etc.

Este movimiento continuó hasta la Primera Guerra Mundial cuando nuevamente la


sociedad comienza a moverse hacia una dirección más conservadora. La crisis
económica de los años veinte, el nacimiento de grupos realistas como el Ku Klux
Klan, el resurgir de los valores del protestantismo, entre otros, constituyen algunos
ejemplos del clima reinante. Los programas sociales se restringieron de forma
drástica y el movimiento Settlement House fue sustituido por grupos de jóvenes
más conservadores, aunque éste continuó creando centros recreativos y
educativos en respuesta al clima social de conservadurismo.

Las iniciativas en Servicios Sociales y Salud Mental fueron muy escasas en los
años que comprende el período de 1930 a 1945. La Administración de Roosevelt
se centró en la revitalización económica e imperó una política donde los
problemas requerían una solución política más que psicológica o social.

3
El interés por el ambiente se renueva tras la Segunda Guerra Mundial, un gran
número de veteranos de guerra que regresaron a la vida civil se encontraron con
numerosos problemas físicos y psicológicos. Este momento se considera la
antesala del nacimiento de la Psicología Comunitaria. El período que transcurre
desde 1945 a 1963 está cargado de acciones legislativas y cambios dentro de la
propia psicología y de la concepción de la salud mental que dan lugar al
nacimiento de la Psicología Comunitaria.

3.1.1.2. Acciones Legislativas

La Psicología Comunitaria y la Salud Mental Comunitaria emergen a mediados de


los 60 tras un período de gran efervescencia no sólo en el campo de la salud
mental sino en toda la sociedad. La Psicología Comunitaria nace en un momento
en el que se producen cambios importantes dentro de muchas instituciones de la
sociedad.

El 7 de Abril de 1948 queda constituida la Organización Mundial de la Salud desde


donde se impulsa un modelo de Salud Pública con el que abordar los problemas
de salud. Se plantea la importancia de la comunidad en relación con la salud y se
funda el Comité Nacional de Higiene Mental para promover la salud y acercar la
comunidad al hospital.

El Movimiento de Derechos Civiles durante el período de los años 50 a 60 tuvo


una intensa actividad e influyó en la sentencia antisegregacionista que emitió el
Tribunal Supremo en 1954; este resultado sirvió de estímulo para que los grupos
de personas comprometidas socialmente siguieran luchando por mejorar las
condiciones de vida de los desempleados, pobres, delincuentes, enfermos
mentales, etc.

Tras la Segunda Guerra Mundial se desarrolla una tendencia económica liberal


que equipara nivel económico con calidad de vida pero que pronto deja al
descubierto fuertes desequilibrios sociales. Esto da lugar según Blanco (1987)
citado por Hombrados1 “a una sociedad post-material en la que el bienestar
individual empieza a desligarse de la mera acumulación de bienes y riquezas; se
alza con fuerza la Política Social como alternativa a las teorías económicas
tradicionales de corte liberal” (p.41).

El movimiento de reforma social de los años 60 incrementó la conciencia de la


sociedad acerca de una serie de problemas sociales tales como la pobreza y la
discriminación social. En este momento se desarrollan los grandes programas
sociales de la época como Head Start (programas de educación para los más
desfavorecidos) o War on Poverty (Guerra a la Pobreza). Este último que comenzó

1
HOMBRADOS M., María I. (1996) Introducción a la Psicología Comunitaria. Archidona, Málaga:
Ediciones Aljibe.

4
a principios de los 60 se diseñó para mejorar los problemas de los problemas y
necesidades. El objetivo de estos programas era tanto el cambio social como la
ayuda directa.

El progreso de la Psiquiatría militar llegó a demostrar que el tratamiento temprano


era bastante eficaz con los veteranos de guerra y por tanto crece la idea de que la
ayuda y los cuidados de la comunidad deben prestarse lo antes posible. Para
algunos autores (p.e. Mangellsdorg, 1985; Levine & Perkins, 1987; citados por
Hombrados2) estas conclusiones son el origen del concepto de apoyo social.

A mediados de los 50 la introducción de las drogas psicoactivas permiten ver de


otra forma los hospitales psiquiátricos ya que hacen posible que los pacientes
puedan permanecer fuera del hospital con tratamiento en sus hogares. Se produce
un aumento del interés social y legislativo por los problemas de salud mental.

En 1961 el Presidente Eisenhower funda La Comisión Conjunta sobre la


Enfermedad y la Salud Mental (Joint Commission on Mental Illnes and Health).
Esta comisión era un cuerpo interdisciplinario establecido por la Ley de Estudio de
la Salud Mental de 1995 (Mental Health Study Act) y fue escogida por el Instituto
Nacional de Salud Mental (National Institute of Mental Health) para evaluar las
necesidades de la salud mental de la nación y para recomendar medidas para
satisfacer tales necesidades. Las conclusiones de la Comisión estimularon al
Presidente Kennedy a firmar en 1963 el Acta de Creación de los Centros de Salud
Mental. En otros países como España fueron los Centros de Promoción de Salud
Municipales y Los Centros de Salud creados en 1980 coincidiendo con un
momento de reforma y cambios en el orden político y social importantes en
nuestro país (Chacón, 1988; Martínez & Barrón, 1993; citados por Hombrados3).

3.1.1.3. Insuficiencias del Modelo Médico Tradicional

Dentro de las insuficiencias del modelo médico tradicional que dieron lugar al
desarrollo de la Psicología Comunitaria, en un intento de superarlas se pueden
destacar el desarrollo de la psiquiatría militar tras la Segunda Guerra Mundial puso
de manifiesto la necesidad de replantearse la prestación de los servicios pues la
intervención temprana aplicada tanto por profesionales de la salud (enfermeras,
médicos, psicólogos, etc.) como por no profesionales estaba mostrando resultados
importantes en la recuperación de muchas personas. Al mismo tiempo la
introducción de las drogas psicotrópicas permitía a los sujetos seguir el
tratamiento en su comunidad. A partir de aquí se entra en un período de crisis que
afecta tanto a la Psiquiatría clásica como a los modelos terapéuticos.

2
Ibíd. 1
3
Ibíd. 1

5
Respecto a la Psiquiatría clásica Blanco citado por Hombrados4 ha escrito: “En el
ámbito de la salud mental, la Psiquiatría iba camino a convertirse en un
mastodonte burocrático contra el que chocaba cualquier movimiento renovador
convirtiéndose así en una avanzadilla del inmovilismo y conservadurismo teórico,
burocrático y de tratamiento” (p. 42).

Las críticas al modelo médico no se hicieron esperar, entre ellas, hay que
destacar:

 La posición central que ocupa en el modelo la relación diádica entre


una autoridad pasivo-receptiva y un individuo enfermo. En esta relación el
papel del enfermo sólo se considera activo en la medida en que este toma la
iniciativa de buscar ayuda.
 La forma en que están organizados y administrados los servicios de
salud mental fueron también objeto de críticas, se vio la necesidad de prestar
ayuda a los sujetos en su propia comunidad y de distribuir los servicios de
forma más equitativa, ya que algunos ejemplos muestran que los sujetos de
clases sociales altas recibían principalmente psicoterapia analítica, los de
clase socioeconómica baja recibían terapias de electroshock, lobotomía o
psicoterapia directiva.
 El modelo de prestación de servicios era inadecuado, un modelo
basado en la espera y en el tratamiento individualizado resultaba insuficiente
para cubrir todas las demandas relacionadas con la salud mental. A esto
había que sumar la escasez de recursos y lo desigualmente distribuidos que
estaban, siendo las clases sociales bajas las que contaban con menos
recursos.
 El abandono del hospital psiquiátrico hacia formas más comunitarias de
intervención fue una reivindicación importante. Las primeras reformas en los
hospitales psiquiátricos a comienzos del siglo XIX (Tuke en Inglaterra, Pinel
en Francia, Rush en EEUU, etc.) conocidas como la Primera Revolución en
Salud Mental muestran ya la necesidad de apertura de los hospitales a la
comunidad. Pero es con el desarrollo de las drogas psicotrópicas donde la
reivindicación toma más fuerza al permitir que el tratamiento se pueda
realizar fuera del contexto hospitalario, haciendo participar a la familia y a la
comunidad.
 Las críticas a la efectividad de la psicoterapia significó un
cuestionamiento importante de los métodos de tratamiento. Se encontró que
la eficacia de la psicoterapia tradicional no es superior a la remisión
espontánea. Resultados tan alarmantes produjeron reacciones contrarias a
tales afirmaciones. Sin embargo, independientemente de la posición que se
adopte respecto la efectividad de la psicoterapia, lo que se está cuestionando
realmente es la forma de enfrentarse a la gran cantidad de problemas de

4
Ibíd. 1

6
salud existentes en la sociedad. Por ello muchos profesionales abogan por
otros métodos de prestación de los servicios: se prefieren métodos
preventivos para abordar la solución de los problemas a gran escala en la
comunidad, se hace necesario el uso de métodos indirectos de intervención y
la formación de paraprofesionales.

El énfasis en la prevención viene avalado por un reconocimiento cada vez mayor


de la importancia de los factores sociales en la aparición de los problemas
emocionales. En este sentido, Blanco citado por Hombrados5 ha señalado: “…nos
encontramos en la época de la interconducta, en esa época en la que ya no es
posible por más tiempo desconocer la presencia rotunda y directa del ambiente
(sean las normas y convenciones sociales, el modelo de socialización política a
que hemos estado sometidos o nuestra presencia o ausencia en la dinámica
productiva, por mencionar tres simples ejemplos) en la posible explicación de la
normalidad o anomalías del comportamiento individual” (p. 41).

Desarrollo Intradisciplinar

Dentro de la propia Psicología se dan cita una serie de acontecimientos y factores


que contribuyen al nacimiento de la Psicología Comunitaria, entre los más
destacados se encuentran:

1. El desarrollo de teorías de Psicología

El desarrollo de teorías psicológicas a finales de los años 50, que incorporan el


ambiente como elemento fundamental para explicar el comportamiento humano es
otro de los hechos que contribuyen al desarrollo de la Psicología Comunitaria.

Siguiendo a Blanco citado por Hombrados6 las teorías del Lugar de Control y las
teorías Sociales de la Personalidad incorporan factores económicos en la
explicación psicológica del comportamiento; siendo los aspectos económicos y
sociales de suma importancia dentro de la Psicología Comunitaria; la Psicología
Ecológica introduce la importancia del ambiente físico con conceptos como el de
escenario de conducta y refleja su influencia dentro de la Psicología Comunitaria
con el desarrollo del Paradigma Ecológico (Rappaport, citado por Hombrados en el
mismo texto); y por último las teorías del estrés cuyo concepto está incluido en
numerosos estudios en Psicología Comunitaria y relacionado con otros conceptos
tan importantes como el apoyo social.

2. La tradición grupal

5
Ibíd. 1
6
Ibíd. 1

7
Existen estudios en Psicología Social cuyas concepciones han ayudado al
desarrollo de la Psicología Comunitaria, entre ellas se encuentra la tradición
grupal. El grupo es un lugar de confluencia entre lo individual y lo social. Este es
considerado el instrumento básico de socialización.

La Psicología Comunitaria hunde sus raíces en algunos de los principios que se


derivan de las teorías de grupos, porque como ha señalado Blanco citado por
Hombrados7 el psicólogo comunitario puede aprovechar la gran tradición
psicosocial que se le brinda en los trabajos de Asch sobre los efectos de la presión
grupal en los juicios individuales; los trabajos de Henri Tajfel sobre categorización,
comparación, diferenciación e identidad social; y la concepción gestáltica de Kart
Lewin, para quien el grupo al menos posee cuatro significados:
 Es la base sobre la que se erige el individuo, por tanto las características
del individuo dependen en gran parte de la solidez o debilidad de la base.
 El grupo es el medio del que nos servimos para alcanzar una serie de
objetivos y metas.
 El individuo es una parte del grupo y cualquier cambio que se produzca en
el grupo le afectará a él directamente.
 El grupo constituye la parte central del espacio vital de la persona. Más que
las características intrapsíquicas o las diferencias personales, es sin duda el
grupo el elemento más determinante del comportamiento humano.

3. La crisis de la Psicología Social

Durante la década de los años 60 se comienza a gestar dentro de la psicología


social una gran preocupación por el carácter aplicado de la disciplina. La
relevancia social de los trabajos se convierte en motivo de preocupación para
muchos profesionales que se cuestionan hasta qué punto los psicólogos sociales
han estado haciendo cosas relativamente triviales.

Esta preocupación de la Psicología Social por lo aplicado favorece el desarrollo de


áreas de conocimiento que parten de un interés por los problemas reales como
ocurrió con la Psicología Ambiental y con la Psicología Comunitaria que nacen en
un momento en el que la relevancia social de los estudios en psicología se
convierte en un aspecto de sumo interés. Es habitual que se las trate como si
fuesen simples aplicaciones de la Psicología Social y, aunque esto no es
totalmente cierto, sí se puede situar sus orígenes en la época en que la Psicología
Social se lanza a la búsqueda de lo aplicado. La Psicología Comunitaria constituye
la superación de muchas de las dicotomías que aquejan a la Psicología Social y
quizá la que más problemas ha caudado, lo individual versus lo social, pierde en
Psicología Comunitaria su sentido.

7
Ibíd.

8
4. La tradición lewiniana

La relevancia de los estudios se intenta garantizar a través de la unión de lo


práctico y lo teórico. La obra de Kurt Lewin es fundamental para entender esta
conexión entre teoría y praxis. Quizás el aspecto más relevante en Lewin sea
precisamente la estrecha relación que mantienen lo básico y lo aplicado. Y se trata
de una relación que constituye uno de los supuestos centrales de su
epistemología comparada ya que para el autor el desarrollo de la estructura
conceptual de las ciencias tiene su punto de partida en la vida práctica (Blanco
citado por Hombrados8)

Desde la perspectiva lewiniana “la teoría guía la investigación y la práctica y es


recíprocamente informada por ellas. La investigación evalúa y redirige la teoría y la
práctica. La práctica nos pone en contacto con la realidad social y conecta
claramente la disciplina con la mejora del bienestar humano. Sin práctica, la teoría
y la investigación se pueden convertir en sistemas mutuamente reforzantes,
aislados y divorciados de los temas sustanciales” (Fisher citado por Hombrados9).

La obra de Kurt Lewin es fundamental para la Psicología Comunitaria, ya que en la


década de los 50 el autor realizó una serie de programas (más de 50) para
intervenir en diversos problemas sociales (delincuencia juvenil, prejuicios raciales,
etc.).

La estrategia metodológica seguida por la Psicología Comunitaria es la


investigación-acción orientada hacia el cambio social y con la participación de los
sujetos en la propia acción investigadora; de esta manera garantiza la conexión
entre lo básico y lo aplicado, la unión de ambas es indisoluble.

Otra cuestión importante es que Lewin manifiesta un sesgo antihistórico, un


enfoque fundamentalmente sincrónico como se deriva de los enunciados básicos
de su teoría del campo: “a) la conducta debe derivarse de la totalidad de hechos
coexistentes; b) que estos hechos coexistentes tengan el carácter de un campo
dinámico en tanto que el estado de cualquier parte del campo dependa de todas
sus otras partes” (Lewin, citado por Hombrados10)

Las propiedades dinámicas y de interrelación que caracterizan la Psicología


Comunitaria se encuentran especialmente reseñadas en la obra de Lewin. El autor
define lo psicosocial desde la interdependencia y las transaccionalidad: “El hecho

8
Ibíd. 1
9
Ibíd. 1
10
Ibíd. 1

9
de que tal vez se produzca determinado tipo de conducta no depende de la
presencia o ausencia de un hecho o de un número de hechos enfocados
aisladamente, sino de la constelación (estructura de fuerzas) del campo específico
como un todo…las diferentes partes del campo son mutuamente
interdependientes”

La relevancia social de la Psicología

La sensibilidad creada con la crisis no es exclusiva de la Psicología Social,


también la psicología participa de tal preocupación. Así Miller citado por
Hombrados11 en su alocución presidencial de la A.P.A. presentaba la psicología
como una forma de promover el bienestar social. La principal preocupación de
Miller fue la escasa contribución que los psicólogos habían hecho a la mejora del
bienestar humano, incluso menos de lo que nuestro conocimiento sobre la
conducta podría justificar. Para el autor las ciencias sociales han de perseguir el
desafío social y han de proporcionar una guía en la búsqueda de nuevas
soluciones personales y sociales. Los psicólogos además de extender y
profundizar en el conocimiento de los fenómenos sociales, mentales o
conductuales han de incorporar, de alguna forma, este conocimiento a los grandes
cambios sociales que se están viviendo. Es necesario estudiar mejor cómo
enfrentarse a este desafío social. Concluye Miller su alocución con estas palabras:
“Reconozco que muchos de nosotros considerarán a estas ambiciones como
retórica vacía. Puede que piense que los psicólogos nunca estarán dispuestos
para esto y que nosotros deberíamos quedarnos en nuestros laboratorios hacer
nuestras cosas. El público resolverá sus propios problemas sin nosotros. Quizá
semejante escepticismo esté justificado. Por otra parte, que esto sea difícil no es
una excusa para rendirse. De alguna forma lo inalcanzable es el mejor objetivo a
perseguir. Continuemos con nuestra lucha para que la psicología avance como un
medio de promoción del bienestar humano, cada uno a su manera. Respecto a mí
no puedo imaginarme que nosotros no podamos hacer algo más relevante para el
bienestar humano, el descubrir la mejor forma de dar la Psicología a los demás es
el mayor desafío que pueden encontrar la nueva generación de psicólogos”.

El artículo de Miller supone una vuelta a esa vocación aplicada, al compromiso


social, al bienestar, que ya se encuentran en los mismos orígenes de la ciencia
social (Comte, Saint-Simon, Marx, etc.). La ciencia social como instrumento de
cambio será el lema central de estos teóricos.

La Psicología Comunitaria recoge las palabras de Miller y dirige su objetivo hacia


la promoción de la calidad de vida y el desarrollo de estrategias para dar el
conocimiento y hacer que este sea útil al “público”.

11
Ibíd. 1

10
3.2.1. CAPITULO 2. SOBRE EL CONCEPTO DE PSICOLOGIA COMUNITARIA

3.2.1.1. Definiciones de Psicología Comunitaria

Algunos autores definen la psicología comunitaria como aquella que trata de la


comunidad y que es realizada con la comunidad. De entrada esto muestra que
una de sus características, la primera y primordial, tiene que ver con el rol activo
de la comunidad, su participación. Sin embargo, debido a que en el siguiente
apartado se tendrá la oportunidad de abordar las características, a continuación se
revisarán algunas definiciones de la psicología comunitaria.

Para Rappaport citado por Montero12 la define como la disciplina que “acentúa la
importancia de la perspectiva ecológica de la interacción, sosteniendo la
posibilidad de mejorar la adaptación entre las personas y su ambiente mediante la
creación de nuevas posibilidades sociales y a través del desarrollo de recursos
personales en vez de hacer hincapié exclusivamente en la supresión de las
deficiencias de los individuos y de sus comunidades”.

En la anterior definición, se muestra el énfasis en la relación individuo – medio


ambiente (cultura, social, físico), coloca su objetivo en la producción de una mejor
relación entre ambos y sitúa la posibilidad de lograrlo en ambos polos
conjuntamente. Esto último ubica su definición en el campo psicosocial, colocando
implícitamente a su objeto en la interfase entre lo individual y lo societal.

Por su parte Montero13 también aporta su propia definición en la que considera la


psicología comunitaria como la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de
los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control
y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social
para solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y
en la estructura social.
La definición planteada por la autora tienen las siguientes implicaciones:

 Un rol diferente para los profesionales de la psicología: el de agentes de


transformación social, que comparten su conocimiento con otros actores
sociales, provenientes de la comunidad, poseedores de un saber y orientados
por los mismos objetivos con los cuales trabajan conjuntamente.
 La ubicación de la subdisciplina como campo interdisciplinario, pues al plantear
cambios sociales asume un objetivo igualmente planteado en otras ciencias
sociales.
 La detección de potencialidades psicosociales y el estímulo de las mismas.

12
MONTERO, Maritza. (2004) Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, conceptos y
procesos. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
13
Ibíd. 12

11
 Un cambio en el modo de enfrentar la realidad, de interpretarla y de reaccionar
ante ella.
 Hacer psicología para la transformación positiva, social e individual.
 Cambios en el hábitat, en el individuo, en las relaciones individuo-grupo-
sociedad. Los cambios en el individuo llevan a cambios en los grupos a los
cuales pertenece, entre ellos la comunidad, y viceversa, los cambios en esos
grupos transforman a las personas. Se produce así una relación dialéctica de
transformaciones mutuas.

Para Hombrados14 la psicología comunitaria parte de la psicología social pues de


ella toma los principales presupuestos que sostienen a la disciplina y es su
principal fuente de inspiración. La unidad de análisis se centra en el sistema social
y la comunidad. La psicología comunitaria no es un nuevo paradigma, es tanto una
disciplina formal como una forma de abordar los problemas que refleja ciertos
valores, entre ellos y quizá el más importante hacer una psicología del interés
público, que actúa en consonancia con las necesidades sociales y nunca de
espaldas a la comunidad. Como alternativa para superar la crisis de relevancia de
la psicología social, se plantea una unión indisoluble entre lo básico y lo aplicado,
su objetivo es la promoción de la calidad de vida y hacer accesible el conocimiento
psicológico.

Finalmente, para Lara y Ocampo15 la psicología comunitaria es un campo aplicado


de la psicología, que busca el bienestar de muchas comunidades diferentes que
existen dentro del grupo social más amplio; está interesada en el derecho de todos
a obtener recursos materiales, educativos y psicológicos disponibles en una
sociedad. En este sentido, es una especie de movimiento de reforma dentro del
campo de la psicología aplicada, en el que sus seguidores buscan una distribución
más equitativa de los recursos existentes y el desarrollo de modelos de
acompañamiento comunitario sobre sus problemas y necesidades locales.

3.2.1.2. Características de la Psicología Comunitaria

La psicología social comunitaria se aleja de la psicología comunitaria de raíces


clínicas, al centrarse fundamentalmente en un cambio estructural y aproximándose
al modelo transaccional ecológico de la psicología comunitaria. Para Lara y
Ocampo16 una de las principales tendencias actuales, es la adopción del punto de
vista ecológico propuesto por Rappaport –arriba mencionado- , el cual plantea la
interacción de las personas en su entorno centrándose en factores socio-
ambientales y sistemas sociales, más que en las personas individuales.

14
Ibíd. 1
15
LARA DE PRADA, Luz M. & OCAMPO DE BONIVENTO, Luz E. (2002). Psicología Social y
Comunitaria. Comunidad, Participación y Convivencia. Bogotá: Universidad Santo Tomás,
Vicerrectoría General Universidad Abierta y a Distancia.
16
Ibíd. 15

12
De igual forma intenta ser útil en la solución de problemas sociales, ayudando a
crear organizaciones efectivas que presten sus servicios acordes con las
necesidades sociales y proporcionar las bases para el desarrollo comunitario. Así,
la teoría, la investigación y la praxis buscan construir una psicología de la acción y
el cambio social desde una perspectiva ecológica, sin perder de vista los calores
que se van a fomentar en el contexto social en que nos movemos. Al respecto
Rappaport citado por las autoras dice que, la solución de problemas debe tender a
crear entornos que permitan a los sujetos, desarrollar aquellas habilidades que les
hagan tomar el control de sus propios recursos. Promoviendo el relativismo
cultural, la diversidad y la ecología se conseguirá el bienestar de la comunidad y
sólo así se evitará dar una solución paternalista a los problemas.

La creación de comunidades competentes, es otro de los elementos que


caracterizan a la psicología comunitaria y es una respuesta de la teoría ante la
desigualdad social, la alienación, la dependencia, la indefensión y la falta de
participación. De hecho, se han identificado algunos factores que caracterizan a
las comunidades competentes:

 Pueden generar alternativas y oportunidades


 Conocen de dónde y cómo obtener recursos de todas clases
 Poseen una fuerte autoestima en el sentido de optimismo y motivación para
la acción

En otro análisis realizado por Oxford, se plantean las siguientes características


que definen la psicología comunitaria:

 Sobre las causas de los problemas: Las sitúa en relación de interacción que
se produce entre las personas, el entorno y los sistemas sociales, entrando
a formar parte de este punto, la estructura de apoyo social y el poder social.
 Sobre su nivel de análisis: La psicología comunitaria se interesa
especialmente, por el nivel de la organización y la comunidad.
 Sobre su práctica: Tan cerca como sea posible de lo relevante y del
contexto social cotidiano.
 Sobre la prestación de servicios: Sigue un modelo proactivo, de búsqueda,
de evaluación de necesidades, en especial en las comunidades de riesgo.
 Sobre el énfasis en la práctica: Se centra en la prevención, más que en el
tratamiento.
 Sobre sus métodos de investigación: Tiene preferencia por la investigación
cuasi-experimental, cualitativa, la acción-investigación y el estudio de
casos.

En España, muchos autores han abordado también el análisis de las


características de la psicología comunitaria, algunos de ellos retomados por Lara y

13
Ocampo son: Barriga (1987), Chacón (1988), Sánchez (1991), Hombrados y
Gómez (1993), y siguiéndolos a ellos, algunas de sus proposiciones con relación a
las características son:

 Estudia al individuo en un contexto socio-cultural


 Los factores físicos y sociales, son más responsables de la conducta
humana, que los factores intrapsíquicos
 Adopta una perspectiva ecológica
 Es una psicología de la innovación y el cambio social
 Lo individual y lo comunitario deben estar unidos y complementarse
 Busca la solución de problemas sociales relevantes
 Utiliza variedades de procedimientos de investigación
 Tiene responsabilidad social
 Su punto de partida y retorno es la comunidad

Con el fin de que el estudiante tenga una visión completa de las características de
la psicología comunitaria, las cuales pueda conectar con el rol que asume en ese
campo de la psicología, a continuación se incluye una síntesis que al respecto
aporta Montero17:

 Se ocupa de fenómenos psicosociales producidos en relación con procesos de


carácter comunitario, tomando en cuenta el contexto cultural y social en el cual
surgen.
 Concibe a la comunidad como ente dinámico compuesto por agentes activos,
actores sociales relacionados constructores de la realidad en que viven.
 Hace énfasis en las fortalezas y capacidades, no en las carencias y debilidades.
 Toma en cuenta la relatividad cultural.
 Incluye la diversidad.
 Asume las relaciones entre las personas y el medio ambiente en que viven.
 Tiene una orientación hacia el cambio social dirigido al desarrollo
comunitario, a partir de una doble motivación: comunitaria y científica.
 Incluye una orientación hacia el cambio personal en la interrelación entre
individuos y comunidad.
 Busca que la comunidad tenga el poder y el control sobre los procesos que
la afectan.
 Tiene una condición política en tanto supone formación de ciudadanía y
fortalecimiento de la sociedad civil.
 La acción comunitaria fomenta la participación y se da mediante ella.
 Es ciencia aplicada. Produce intervenciones sociales.
 Tiene un carácter predominantemente preventivo.
 A la vez, y por su carácter científico, produce reflexión, crítica y teoría.

Cuadro 1. Características de la Psicología Comunitaria.

17
Ibíd. 12

14
3.2.1.3. Rol del Psicólogo en el ámbito comunitario

En este apartado se ha considerado importante no solo presentar los aspectos


que caracterizan el rol del psicólogo comunitario sino conocer cómo a través de la
historia se han dado una serie de situaciones y condiciones que han ido
transformando y consolidando dicho rol. El autor que principalmente se ha
retomado es Arango18 debido a su juicioso trabajo en la revisión de experiencias
que han aportado al esfuerzo de la construcción social del rol del psicólogo
comunitario.

Situación histórica que contextúa la necesidad del nuevo rol

El rol del psicólogo comunitario y su disciplina madre, la Psicología Comunitaria,


aparecen por primera vez en el discurso profesional en la década de los sesenta.
Esta fue una década de grandes movilizaciones sociales que dieron lugar a
cambios en las políticas oficiales de los gobiernos, en las instituciones, en la
mentalidad y la percepción de la subjetividad de los hombres y las mujeres.

Algunos de los hechos históricos más representativos de la década del sesenta


que permiten evidenciar la dimensión de los movimientos sociales fueron:
En América Latina:
 La revolución Cubana en los años 60
 El surgimiento de los movimientos guerrilleros en varios países de América
Latina
 El programa de las OEA denominado “Alianza para el Progreso” para
enfrentar los problemas del subdesarrollo Latinoamericano

En los Estados Unidos de América:


 El movimiento por los derechos civiles de los negros con su brazo armado
“Las Panteras Negras” a la cabeza
 El movimiento de lucha contra la pobreza
 La guerra del Viet-Nam
 El movimiento Hippie de carácter pacifista contra la guerra del Viet-Nam y
los movimientos autogestionarios de los jóvenes que rechazaban el
“American Way of Life” y experimentaban nuevas formas de relación y
convivencia en “las comunas”
En Europa:
 La revolución de jóvenes e intelectuales del “Mayo del 68” en varios países
 La Primavera de Praga
 El surgimiento de los movimientos pacifistas, ecologistas, feministas y de
otras minorías

18
ARANGO C., Carlos A. La Construcción Social del Rol del Psicólogo Comunitario. Cali,
Colombia: Instituto de Educación y Pedagogía de la Universidad del Valle.

15
Cada uno de estos fenómenos sociales y culturales ha jugado un papel relativo en
el surgimiento de un “movimiento comunitario”, una preocupación por la pérdida de
estilos de vida comunitaria y por la creación de nuevas formas de convivencia,
nuevas formas de desarrollo social y un nuevo papel social de las instituciones.

La situación histórica que da origen al movimiento comunitario y a la necesidad del


rol del psicólogo comunitario se caracteriza por el reconocimiento por parte de los
políticos y científicos sociales de los procesos de desintegración social generados
por el proceso de modernización y desarrollo de las tecnologías, que inducen los
procesos de migración de los campos a las grandes ciudades, por el fenómeno de
desorganización urbana, el rechazo de los modelos culturales y formas de relación
autoritaria dentro de las instituciones, y el cuestionamiento de las políticas,
programas y estrategias de abordaje de los problemas de salud mental,
principalmente en Estados Unidos y Europa. En América Latina el movimiento
comunitario se centra en los procesos de lucha contra el subdesarrollo y la
dependencia económica.

Esta serie de transformaciones sociales implicó no solamente un cambio en la


subjetividad sino en la autopercepción de la sociedad. Se reconoce ésta como la
“Sociedad Civil” que tiene la capacidad de enfrentarse a las estructuras
autoritarias del “Estado” y se valora la capacidad de implicación y movilización de
la Sociedad Civil como algo distinto a las prácticas rituales de la participación
política en elecciones.

La Psicología Comunitaria en los Estados Unidos

Institucionalmente el origen del movimiento comunitario en psicología data de


febrero de 1963, cuando el presidente John F. Kennedy demanda ante el
congreso norteamericano un “nuevo y atrevido enfoque” para resolver los
problemas de salud mental instando a la aprobación de la legislación que creaba
los “Centros de Salud Mental Comunitaria”. Esta demanda de un nuevo enfoque
con su rol implícito, se cristaliza en la llamada “conferencia de Boston” en 1965
(Bennet, Anderson y otros 1966, citados por Arango)19. En esta conferencia
nuevas concepciones sobre la naturaleza de la enfermedad mental, la influencia
de factores ambientales sobre la conducta, y la importancia de involucrar a la
comunidad en los programas de tratamiento fueron resaltadas por los participantes
(Iscoe, Bloom y Spielberger, 1977, citados por Arango)20.

La conferencia de Boston se constituyó en un ejercicio de imaginación sobre los


posibles papeles que podría desempeñar el nuevo psicólogo y las estrategias
académicas para crear ese rol. Se partía de la formación básica del psicólogo

19
Ibíd. 18.
20
Ibíd. 18.

16
clínico y se buscaba ampliar sus horizontes para que se volviese generalista. Para
ello tendría que formarse en áreas tales como teoría del sistema social, la
organización de la comunidad, la planeación de la ciudad, la bioestadística, los
métodos de consulta, la ecología humana y la epidemiología, la investigación
evaluativo, la intervención en crisis y la prevención. Con ello se suponía que el
psicólogo comunitario estaría capacitado para verse envuelto en los procesos de
la comunidad y a la vez conceptualizar sobre dichos procesos. De esta forma el
nuevo rol del psicólogo el de un “conceptualizador participante” (Bennet,
Anderson, Cooper, Hazlo, Klein y Rosenblum, 1966, citados por Arango)21.
Igualmente se enfatizó la importancia de que el nuevo profesional llegase a
trabajar conjuntamente con otros profesionales relacionados con la comunidad.

Spielberger e Iscoe en 197022 citados por Arango, consideran que en un período


relativamente corto han surgido multitud de nuevos papeles para los psicólogos de
la comunidad, destacando tres de ellos: La consulta en salud mental, la
conceptualización participante y el servir de agentes de cambio social.

En el papel de consultor de la comunidad, el psicólogo es principalmente un medio


para asistir a los “cuidadores” de la comunidad (Caplan, 1964 citado por Arango23),
que son asimismo profesionales en posición de asistir a los miembros de la
comunidad en la lidia con diversas situaciones tensas, pero que tienen poca
preparación en salud mental.

El papel de conceptualizador participante requiere del profesional de la salud


mental que “ayude a los líderes de la comunidad a analizar y esclarecer los
problemas de la salud mental en términos de las variables del sistema social. Una
vez que el problema se ha definido, el psicólogo de la comunidad vuelve al papel
de consultor de la salud mental y de esta manera ayuda a formular los programas
para hacerle frente. El rol del psicólogo se hace doble, al ser calificado de
“participante-conceptualizador” en tanto que pasa a ser un promotor de la acción
social, a la vez que continúa siendo un profesional o un científico.

El papel de agente de cambio social lo realiza el psicólogo de la comunidad


cuando intenta modificar un sistema social, es decir cuanto toma medidas directas
para resolver un problema que ha identificado.

Dentro de los diferentes roles que podrían ser desempeñados por el psicólogo
comunitario que se derivan de ese proceso de construcción norteamericano se
encuentran:

21
Ibíd. 18.
22
Ibíd. 18.
23
Ibíd. 18.

17
1. Analista de sistemas sociales. Grupos, comunidades, organizaciones e
instituciones. Es el punto de partida para la solución de problemas. Un análisis
apropiado de un sistema social debe dar a conocer: 1) El problema o
necesidad, 2) los factores implicados en su generación y mantenimiento, 3) los
procesos de mantenimiento y reproducción del sistema así como los de
cambio y dinamización, y 4) los recursos del sistema. El analista social deberá
ser capaz de ve los problemas desde el punto de vista de los afectados y tener
capacidad de cuestionamiento cultural en cuanto a su análisis y generar
soluciones innovadoras distintas a las establecidas o “institucionales”
(Sánchez, 1991 citado por Arango24).
2. Evaluador de necesidades y programas. Es uno de los roles comunitarios
mejor perfilados, reconocidos y propios de la tradición y formación del
psicólogo frente a otros profesionales. La evaluación es prerrequisito básico
para la intervención social planificada. Sobre ella descansa la legitimación de
la teoría y praxis comunitaria, y la responsabilidad social de los interventores.
3. Diseñador de programas de intervención y cambio social. Este papel
convierte al psicólogo en agente de cambio social al integrar la preparación
recibida con los conocimientos producidos por la evaluación del problema para
presentar a la comunidad un programa de acción al utilizar los recursos de la
propia comunidad lleve al cambio social. El proceso en esta etapa se denominó
como de “Amplificación cultural” (Rappaport, 1997 citado por Arango25). Según
este autor esta característica le permite percibir la realidad más objetivamente y
sentirse libre de las convenciones y expectativas sociales del grupo (Sánchez,
1991 citado por Arango26).
4. Consultor de salud mental y desarrollo organizacional. Es el rol más
practicado en Salud Mental. La consulta es una relación triádica en que el
consultor entra en contacto personal y limitado con una persona o sistema
(consultante) para resolver los problemas de un tercero, sin asumir ninguna
responsabilidad por la implementación del plan resultante. A partir de Caplan
(1970) se admiten tres variantes según se centre en el cliente (tercero),
consultante o programa. Como rol se diferencia del de terapeuta y de
supervisor, con los que comparte rasgos comunes (Sánchez, 1991 citado por
Arango27).
5. Negociación, Mediación y Relaciones Humanas. La función básica es mediar
entre los intereses o partes de un sistema u organización o entre una
comunidad y la administración pública o los detentadores de recursos y
servicios. La condición para que esta función sea apropiada (y la estrategia que
defina eficaz) es que el problema o conflicto (de poder, roles, estilos, valores,
intereses, etc.) esté originado por deficiencias relacionales y de comunicación
(a nivel de grupos o subsistemas sociales, no necesariamente individuos)

24
Ibíd. 18.
25
Ibíd. 18.
26
Ibíd. 18.
27
Ibíd. 18.

18
pudiendo por tanto ser abordado y resuelto facilitando la relación y
comunicación entre ellos, explicitando las asunciones implícitas o agendas
subyacentes, etc. (Sánchez, 1991 citado por Arango28).
6. La organización y dinamización comunitaria. Implica innovación y
experimentación social, catalización y facilitación del cambio social. El papel de
activador o agente facilitado r del cambio y experimentación social,
conjuntamente con el de analista social fue uno de los roles asignados al
psicólogo comunitario por la conferencia fundacional de Boston (Bennet, 1965;
Rappaport, 1977 citados por Arango29) señala al psicólogo comunitario como un
agente de cambio social que se implica conjuntamente con los sujetos que
solicitan la intervención, a la vez que da el protagonismo de la acción a los
sujetos demandantes.
7. Desarrollo de recursos humanos. Este rol tiene un carácter más educativo-
formativo que técnico. El concepto no ha sido apenas trabajado o desarrollado
con excepción de los aportes de la Psicología Humanista (Maslow, Rogers,
Allport) o la formulación sintética de salud mental positiva de Jahoda. Se
propone el desarrollo de potencialidades o recursos existentes en personas y
grupos. Desarrollo personal y poblacional a través de la terapia, educación,
salud, apoyo y autoayuda, y grupos de crecimiento y sensibilización (Sánchez,
1991 citado por Arango30).

El movimiento de crítica institucional en Europa

En el contexto europeo, contemporáneamente al surgimiento de la psicología de


los Estados Unidos se dio un movimiento similar, con la diferencia que allí se
consideró a los problemas como de orden político y ético que cuestionaron
profundamente la sociedad del momento.

Michael Foucault hace una revisión a las relaciones existentes entre el poder y el
saber, y plantea el tema de la función política del intelectual, dentro de la cual se
incluye al psicólogo. Es así como a partir del análisis que se hace sobre el poder
que se distribuye por todo el tejido social, se cuestiona la concepción marxista de
las superestructuras y las infraestructuras ideológicas y políticas y se replantea la
función política del intelectual y el técnico en el manejo de la relación saber/poder.

En el contexto del discurso de Foucault, al psicólogo le corresponde la categoría


de “intelectual específico”, por oposición al “universal”, por desempeñarse en un
sector determinado, en puestos precisos donde lo sitúan sus condiciones de
trabajo. “El intelectual ocupa una posición específica, pero de una especificidad
que está ligada a las funciones generales del dispositivo de la verdad en una
sociedad como la nuestra. Funciona o lucha a nivel general de este régimen de la

28
Ibíd. 18.
29
Ibíd. 18.
30
Ibíd. 18.

19
verdad tan esencial a las estructuras y el funcionamiento de nuestra sociedad”
(Foucault citado por Arango31). El psicólogo como técnico o intelectual específico,
ocupa un lugar de poder dentro de las instituciones y en su relación con las
personas con quienes trabaja implementa un cierto régimen de producción de las
verdades a partir de las cuales interviene como profesional, en el contexto de un
cuerpo social donde el poder está diversamente distribuido.
Se plantea así una nueva concepción del rol del profesional: Los actores
principales del proceso de desinstitucionalización son ante todo los técnicos que
trabajan en el interior de la institución, los cuales transforman la organización, las
relaciones y las reglas del propio juego, ejercitando activamente su rol terapéutico
como psiquiatras, enfermeros, psicólogos, etc. Sobre esta base también los
pacientes se vuelven actores y la relación terapéutica se transforma en un recurso
de poder que es utilizado también para reclamar su responsabilidad y poderes a
otros actores institucionales cercanos y lejanos de los administradores locales
responsables de la salud mental, los técnicos de las estructuras sanitarias, los
políticos, etc. En otras palabras, los técnicos de la salud mental activan toda la red
de relaciones que estructuran el sistema de acción institucional y dinamizan las
competencias, los poderes, los intereses, las demandas sociales, etc. De esta
manera se encuentran implicados y movilizados los sujetos sociales como actores
del cambio: los pacientes, los sujetos políticos institucionales y no institucionales.
Este modo de practicar la desinstitucionalización suscita y multiplica las relacione,
o sea produce comunicación, solidaridad y conflictos, ya que el cambio de las
estructuras y el cambio de los sujetos y de su cultura, no pueden sino advenir
juntos (Rottelli y otros 1986, citados por Arango32).

La psicología comunitaria en América Latina

Mientras que en los Estados Unidos y en Europa los desarrollos del rol del
psicólogo comunitario se basaron principalmente en el cuestionamiento del
modelo médico y clínico en salud mental y la búsqueda de estrategias de
ampliación de la cobertura en servicios de salud mental o de
desinstitucionalización psiquiátrica, en América Latina el desarrollo del rol del
psicólogo comunitario si bien estuvo influido por los nuevos aportes ideológicos y
teóricos de los países del primer mundo, su principal influencia ha sido la forma
específica de expresión del movimiento social y comunitario propio de
Latinoamérica.

En las experiencias colombianas se identifican tres tipos de trabajos con


comunidades que remiten a tres paradigmas de investigación: 1) El paradigma
desarrollista integrado a los programas institucionales (De los Ríos, 1986, 1987,
1988; Granada, 1985, 1986 citado por Arango33). En estas investigaciones el rol

31
Ibíd. 18.
32
Ibíd. 18.
33
Ibíd. 18.

20
del psicólogo ha sido el de evaluador de procesos preceptúales y valorativos de la
comunidad para hacer recomendaciones a las instituciones en el diseño de
campañas preventivas. 2) El paradigma de la Investigación Acción Participativa
(IAP) (Ararat y Sarria, 1984; Arango, 1984, 1990; Amar, 1986, 1989; Aristizabal y
otros, 1987; De Roux, 1990; González y otros, 1986; Solarte y otros, 1984; Strauss
y otros, 1989 citados por Arango34) trabajando desde las bases de los sectores
populares y 3) El paradigma del Comportamiento Participativo que articula a la
metodología IAP una conceptualización psicológica sobre los procesos de
participación (Arango, 1992, 1993; Arango y Varela, 1988; Ortega y Vergara, 1991;
Perea, 1990; Varela, 1988, citados por Arango35).

En las investigaciones basadas en la IAP el rol del psicólogo es el de catalizador o


facilitador de procesos de participación, concientización y análisis crítico de la
realidad (desalienación) en una perspectiva interdisciplinaria, con el fin de orientar
la realización de acciones hacia la elaboración de proyectos comunitarios
autogestionados36.

Investigaciones sobre el rol del psicólogo comunitario

A partir de las investigaciones realizadas por Arango, encontró tres tipos de


interacción que producen tres formas de conceptualización diferentes:

1. El trabajo a nivel de base con las comunidades donde se da una interacción


directa entre el psicólogo y diversos sectores de la comunidad. Aquí el
psicólogo recibe demandas directas de la comunidad y desarrolla un
compromiso social frente a los problemas reales de la misma, adquiere una
gran experiencia y sus conceptos se refieren al contexto de la cultura popular y
sus representaciones de la realidad.
2. El trabajo a nivel institucional con comunidades implica interacciones con
otros profesionales y colegas, por lo general sus interacciones con la
comunidad están definidas y mediadas por políticas y programas oficiales.
Aquí el nivel de conceptualización es más elaborado aunque haya poca
aplicación de enfoques psicológicos en la interpretación de la realidad
comunitaria. La conceptualización es empirista, desarrollista sobre la base de
representaciones institucionales de la realidad.
3. El trabajo interdisciplinario con proyección sobre la comunidad implica
interacciones entre diversos profesionales, estableciendo con las comunidades
una relación indirecta y a distancia. Aquí el psicólogo trabaja en la elaboración
de proyectos y programas comunitarios y de investigación. Se destaca el

34
Ibíd. 18.
35
Ibíd. 18.
36
Para una mayor ampliación sobre el rol del psicólogo comunitario en países como Argentina,
Brasil, Chile, Cuba, México, Puerto Rico y Venezuela, revisar el texto de Arango citado
reiteradamente.

21
trabajo interinstitucional que a veces afecta el contexto nacional e
internacional. Se da una estrecha relación con instituciones legitimadoras que
permiten que se amplíen u compartan universos simbólicos a partir de la
interacción con otros psicólogos lo que al parecer conlleva el fortalecimiento
del ejercicio del rol profesional. Aquí se realiza una conceptualización desde
teorías formales y abstractas sobre la realidad.

Sin embargo el autor plantea que los marcos conceptuales hacen desaparecer la
especificidad de los problemas comunitarios al no tener en cuenta la dimensión
cultural e histórica de los mismos, que es lo que les da su significado.

A través de la identificación de diversos criterios comunes, Arango presenta los


siguientes elementos que hacen posible la definición del rol del psicólogo
comunitario:

1. El desempeño de un trabajo netamente grupal, que esté basado en procesos


activos de participación comunitaria y que permita superar la concepción y el
modelo del trabajo clínico.
2. Observar la problemática del individuo y el grupo dentro del contexto real de su
situación social, teniendo en cuenta la múltiple determinación de su
problemática.
3. Ubicación del psicólogo como un agente de cambio social y como un facilitador
de procesos que apoyen la autogestión de la comunidad en la solución de sus
problemas.
4. El psicólogo comunitario debe ser un mediador entre las demandas de la
institución y las necesidades y problemas reales de la comunidad. Debe
promover la transformación institucional para que estas estén al servicio de la
dinámica de la comunidad y evitar que la comunidad sea utilizada en función
de la imposición de los intereses y políticas institucionales que no responden a
sus necesidades, ni a sus valores culturales.
5. El psicólogo comunitario deber tener en cuenta los puntos de vista de otras
disciplinas y trabajar conjuntamente con estas para así abarcar de una manera
integral los aspectos relacionados con la problemática comunitaria.
6. El psicólogo comunitario debe asumir el nivel de investigación sobre la realidad
comunitaria y colocar esta al servicio de los intereses de la comunidad.
7. El proceso de cambio social le está exigiendo al psicólogo una postura
diferente respecto de su trabajo por lo que debe reconceptualizar su rol y
sumergirse en el proceso histórico que está viviendo, promoviendo la
realización efectiva de las políticas de participación social vigente en el
momento. Es necesario ganar espacios de acción social en la medida que las
condiciones históricas lo permitan.

22
Para finalizar, se presenta la breve síntesis que hace Lara y Ocampo37 frente al rol
del psicólogo comunitario. Las autoras mencionan que debe convertirse en un
agente de la comunidad local, esto requiere, que trabaje para proporcionar a las
personas socialmente marginales los recursos, el poder y el control sobre sus
propias vidas, ya que estos aspectos son necesarios para una sociedad de la
diversidad y no de la conformidad. Cada comunidad tiene derecho a mantener sus
propios valores, su propio estilo y a controlar sus propias instituciones; por
consiguiente, se respetan diferencias individuales, y se considera que no existen
personas de culturas inferiores y cada una de ellas tiene derecho a recibir una
porción justa de los recursos de la sociedad.

3.3.1. CAPITULO 3. LA COMUNIDAD COMO OBJETIVO Y SUJETO DE LA


ACCION SOCIAL

3.3.1.1. El concepto de comunidad

Desde 1887, por obra de F. Tönres citado por Lara y Ocampo38 quedó establecida
la diferencia entre comunidad y sociedad, según el autor, la sociedad es lo público,
es el mundo donde la vida está masificada y el individuo se halla
despersonalizado, solo y desamparado. La comunidad en cambio, representa un
círculo de reacciones recíprocas en que los individuos se sienten vinculados con
lazos afectivos y de solidaridad, con relaciones de carácter localista mientras que
en la sociedad son de tipo cosmopolita.

La comunidad es definida como una unidad social cuyos miembros


participan de algún rasgo, intereses, elemento o función común, con
conciencia de pertenencia y sentido de solidaridad y significación;
situados en una determinada área geográfica en la cual la pluralidad
de personas interacciona más intensamente entre sí, que en otros
contextos.

Se identifican dos grandes vertientes que confluyen en el concepto de comunidad,


una vertiente objetiva que el espacio geográfico, infraestructural e institucional (en
este sentido el lenguaje común identifica la comunidad con las personas que
conforman un barrio, localidad, entidad u organización), y una vertiente subjetiva
que es el sentido de pertenencia a esa localidad o entidad y las relaciones que en
ella o con ella se generan, es decir, la forma como las personas viven la
comunidad y se insertan en ella con sus valores, intereses y experiencias.

En su constitución semántica común-unidad nos introduce en una compleja red de


relaciones, pero ¿entre qué o quienes?, es allí donde el término comunidad invita
a pensar en su historia y es la historia de quienes hacen parte de ella.

37
Ibíd. 15
38
Ibíd. 15

23
En la dinámica interna de una comunidad están presentes:

 Sus condiciones materiales de infraestructura física y de servicios y sus


necesidades.
 Sus habitantes con sus características, intereses y condiciones individuales
y sociales.
 Sus organizaciones e instituciones.
 Los agentes externos que interactúan con la población y/o con sus
organizaciones.
 Sus procesos de comunicación, coordinación, cooperación, cohesión, y
conflicto entre otros, y los efectos que ejercen sobre sus miembros.
 Su historia, valores, cultura y creencias.
 Su normatividad y su inserción en la dinámica socio-institucional, socio-
política y socio-económica del país.

En cuanto a la vinculación del individuo con la comunidad, ésta se da cuando la


más alta integración social cobra carácter comunitario. La relación individuo-
comunidad no se puede identificar con la relación individuo-grupo porque esta
última relación se puede basar perfectamente en la casualidad; en la medida que
deja de ser casual y yo como persona me integro al grupo, empiezo a ser parte de
una comunidad. Por tanto no todo grupo se puede tomar como comunidad,
aunque cualquier grupo puede llegar a ser comunidad.
El individuo puede pertenecer a numerosos grupos de acuerdo con sus intereses y
objetivos, pero hay fines, intereses y actividades más importantes que otros. Esto
da lugar a una jerarquización de grupos. Entre las comunidades no se da tal
jerarquización, en el caso clásico, el hombre pertenece a una comunidad pero no
a varias, aunque se dan casos de pertenencia comunitaria pluralista.

La comunidad es una unidad estructurada, organizada, de grupos, la


cual dispone de una jerarquía homogénea de valores y a la cual
pertenece necesariamente el individuo: esa necesidad se debe al
haber nacido en esa comunidad, a ser proyectado, al nacer en ella,
caso en el cual la comunidad promueve luego la formación de la
individualidad; o la elección relativamente autónoma del individuo ya
desarrollado39.

Ahora bien, desde los orígenes mismos de la humanidad se encuentran


comunidades constituidas, pero la literatura al respecto ubica el tema
específicamente en el siglo XX a partir de la intervención de agentes externos

39
Heller en su libro Historia y Vida Cotidiana, citada por LARA DE PRADA, Luz M. & OCAMPO DE
BONIVENTO, Luz E. (2002). Psicología Social y Comunitaria. Comunidad, Participación y
Convivencia. Bogotá: Universidad Santo Tomás, Vicerrectoría General Universidad Abierta y a
Distancia.

24
como los gobiernos, entidades gubernamentales, funcionarios, etc. Parece
entonces, como si la existencia de comunidades sólo se reconociera desde el
momento en que se decide intervenir en ellas.

Inicialmente surgen los términos desarrollo de la comunidad y organización de la


comunidad con orígenes e historias muy diferentes, a los cuales con el tiempo se
van reconociendo elementos comunes, hasta el punto de usarlos indistintamente.
Posteriormente, estos términos son sustituidos por otros como participación
comunitaria, educación comunitaria, participación popular, trabajo comunitario, y
planificación popular, que de alguna manera hacen referencia a lo mismo. A
continuación se abordarán algunos de ellos:

Desarrollo de la comunidad

Para este término las autoras toman los aportes dados por Castro40. Es así como
se encuentra que el término aparece inicialmente en los trabajos de los ingleses
en sus colonias de Asia y África pues a principios de 1900 se implementaban allí,
programas laborales cuyo objetivo era legitimar la hegemonía cultural y política del
imperio. Estos programas iniciales eran básicamente estrategias de dominación y
de control estatal de contradicciones sociales, aunque implicaron a la vez mejoras
y beneficios para los pobladores.

En la fase de descolonización, el modelo de esos programas fue recuperado con


nuevas propuestas técnicas más depuradas y de mayor extensión para ofrecer
mejoras y favorecer el apoyo popular a los nuevos gobiernos surgidos en las ex -
colonias. En la década del 30 involucran tanto a la administración británica como a
los funcionarios y a los académicos, pero claramente, son consideraciones de
orden político-prácticas y no académico-teóricas, las que a finales de la década
del 30 y principios del 40 hacen que surja como tal el desarrollo de la comunidad,
formalizado como término y como concepción.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo de la comunidad adquiere un


carácter modernizador, se complejiza y tecnifica dando lugar a los programas de
los nuevos estudios independientes orientados a construir e integrar al país recién
independizado. El término desarrollo de la comunidad se va refiriendo cada vez
más al aprovechamiento de la comunidad para promover el desarrollo. En una de
las definiciones difundidas se plantea como el movimiento para promover una
vida mejor para toda la comunidad con su participación activa y, de ser
posible, su iniciativa. Si la participación no se da por sí, debe estimularse con el
fin de asegurar una respuesta activa y entusiasta.

40
Castro, María C. en su libro Educación y Comunidad, citada por LARA DE PRADA, Luz M. &
OCAMPO DE BONIVENTO, Luz E. (2002). Psicología Social y Comunitaria. Comunidad,
Participación y Convivencia. Bogotá: Universidad Santo Tomás, Vicerrectoría General Universidad
Abierta y a Distancia.

25
Esta idea y el término mismo fueron adoptados por la Organización de Naciones
Unidas (ONU) para proyectarlos a la parte más atrasada del mundo, elaborando la
siguiente definición:

“Desarrollo de la comunidad son aquellos procesos en cuya virtud


los esfuerzos de una población se suman a los de su gobierno para
mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de las
comunidades, integrar éstas en la vida del país y permitirles
contribuir plenamente al progreso nacional”41

En síntesis, en el desarrollo de la comunidad inicialmente el énfasis se hace en la


búsqueda de unión de esfuerzos del gobierno y de la población para posibilitar el
progreso nacional. A partir de allí, se precisan algunos elementos esenciales tales
como lo muestra la figura:

Participación de Servicios de apoyo


la población del gobierno
Enfoque Integral

Necesidad de Relación entre


formación de organismos oficiales y
personal privados

DESARROLLO DE LA COMUNIDAD
Figura 1. Elementos esenciales para el desarrollo de la comunidad

Gracias a la crisis de los modelos de desarrollo y a las confrontaciones generadas


por el surgimiento de procesos revolucionarios, se cambia la idea del desarrollo de
la comunidad: De desarrollo económico y social, liderado externamente, pasa a
concebirse como desarrollo integral y a involucrar activamente a los individuos, a
los grupos y a las comunidades con sus formas y posibilidades organizativas.

Bajo esta perspectiva surgen posiciones como la de Max Neef (1986) con sus
planteamientos sobre el desarrollo humano, y G. Hoyos (1989) quien lo entiende
como reproducción social, simbólica y cultural de la comunidad, e implica un
fortalecimiento de las relaciones sociales y del mundo subjetivo, personal e íntimo
de los miembros de la comunidad.

41
ONU en su documento Desarrollo de la Comunidad y servicios conexos, citado por citada por
LARA DE PRADA, Luz M. & OCAMPO DE BONIVENTO, Luz E. (2002). Psicología Social y
Comunitaria. Comunidad, Participación y Convivencia. Bogotá: Universidad Santo Tomás,
Vicerrectoría General Universidad Abierta y a Distancia.

26
En este orden de ideas, el desarrollo comunitario se orienta hacia la constitución
de la comunidad mediante la promoción de procesos organizativos y educativos
que posibilita formas activas y comprometidas de participación de las
comunidades en una perspectiva de participación democrática y de autogestión.

Organización de la comunidad

Se refiere a la movilización de recursos para atender necesidades de creación de


servicios sociales, de coordinación de esfuerzos para obras sociales y de
elaboración de programas de bienestar.

Este concepto surge en las primeras décadas del siglo XX debido a las
condiciones político-sociales del momento: Flujo de migrantes, desigualdad social,
racismo, tugurización, etc. Como reacción a esta situación surgen en 1920 los
Consejos de Planeamiento de la Comunidad o Consejos Locales para el Bienestar
de la Comunidad y tienen como fin coordinar los servicios asistenciales y
promover servicios institucionales.
En 1930, los asistentes sociales, tienen mayor injerencia en este campo y la
organización de la comunidad es asumida por el Servicio Social, área profesional
equivalente al Trabajo Social. En 1940, se destacan otros aspectos dentro de la
organización de la comunidad como el desarrollo de los grupos, las relaciones
intergrupos, la integración y el ajuste entre recursos y necesidades.

En la década del 60 otros profesionales participan en este campo, desplazando a


los trabajadores sociales. En países como Colombia esto no sucede tan temprano
y durante mucho tiempo los trabajadores sociales fueron los únicos vinculados a
esta labor.

En la organización de la comunidad, el énfasis es puesto en la


coordinación para la prestación de servicios y para el desarrollo de
programas, buscando un ajuste entre necesidades y recursos.

Trabajo comunitario

Para atender a las necesidades masivas de los países subdesarrollados, la


UNESCO promovió desde mediados del siglo XX, la metodología del desarrollo
comunitario. Más recientemente, los países avanzados se preocuparon por esos
mismos problemas de los grupos desfavorecidos que viven y sufren en los
suburbios de las grandes ciudades, constituyendo lo que se ha llamado el Cuarto
Mundo.

Con el fin de atender las necesidades de este sector se creó el trabajo comentario
que viene a ser una parte del trabajo social. Consiste en la gestión de los servicios
sociales para mejorar la calidad de vida de las comunidades; sus campos de

27
acción tienen que ver con la participación ciudadana, las campañas cívicas, la
conservación del medio ambiente, el fomento del empleo, del trabajo juvenil, de la
cultura popular, la promoción de asociaciones, del trabajo voluntario, del deporte
popular, la continuidad de las tradiciones y la animación comunitaria, entre otros.

El trabajo comunitario es el conjunto de acciones orientadas a


promover la participación y la comunicación, y a conseguir la
actividad propia de la comunidad en la búsqueda y creación de
recursos para transformar y mejorar la calidad de vida.

Educación comunitaria

Se refiere a los aspectos educativos del trabajo comunitario, al quehacer “en, con,
por y para la comunidad”.

El educador comunitario es un educador social o pedagogo social, que debe


formar parte de un equipo interdisciplinario junto con el sociólogo, el psicólogo, el
asistente social, el jurista, el médico y otros profesionales interesados en prestar
un servicio social a las comunidades.

La educación comunitaria, es la “educación de la comunidad para la


comunidad”, es decir, cuando se educa a la comunidad para
potenciar la vida comunitaria mediante una mayor integración,
implicación y calidad de vida de sus miembros.

Es un proceso pedagógico cultural, que promueve el mejoramiento


de la calidad de vida de una comunidad y se fundamenta en la
construcción colectiva del conocimiento a partir de nuevas
interpretaciones de la realidad. Se articula con el desarrollo
comunitario en la búsqueda de un crecimiento individual y colectivo
en lo económico, social y lo político.

La comunidad como objetivo y sujeto de la acción social42

Todo trabajo comunitario contiene siempre una concepción de comunidad más o


menos explícita, que rige las relaciones entre investigadores o interventores
sociales, según el caso, y los miembros de la comunidad. Es decir, entre agentes
externos y agentes internos. Por tal razón la definición del concepto puede no ser
fácil debido a su carácter plurisémico. Sin embargo, la mayoría de las definiciones
según Moreno, en parte o en su totalidad se relacionan con las siguientes
características como tipificantes del concepto:

42
Montero, Maritza citada por Martín González A. Psicología Comunitaria, Fundamentos y
Aplicaciones. Editorial Síntesis.

28
1. Relaciones sociales habituales, frecuentes, muchas veces cara a cara.
2. Compartir tanto ventajas y beneficios, cuanto intereses, objetivos,
necesidades y problemas, por el hecho de que sus miembros están
inmersos en particulares situaciones sociales, históricas, culturales y
económicas.
3. Presencia de alguna forma de organización, en función de lo anterior, que
conduce a modos de acción colectiva para alcanzar algunos fines.
4. Una identidad y un sentimiento de pertenencia en las personas que la
integran y que contribuyen a desarrollar un sentido de comunidad.
5. Carácter histórico y dinámico.
6. Constituir un nivel de integración mucho más concreto que el de otras
formas colectivas tales como la clase social, la región, la denominación
religiosa o la nación, y a la vez más amplia que un grupo primario.
7. Existencia de una cultura compartida, así como de habilidades y recursos,
derivados a la vez que generadores de esa cultura.

En resumen, se trata de un grupo social dinámico, histórico y culturalmente


constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de
los interventores sociales, comparte intereses, objetivos, necesidades y
problemas, en un espacio y un tiempo determinados y que genera colectivamente
una identidad, así como formas organizativas, desarrollando y empleando
recursos para lograr sus fines.

García y Giuliani (1992) citados por Montero, consideran que las características
del concepto de comunidad pueden ser categorizadas en: estructurales, que
incluyen los aspectos relacionados con las personas que integran la comunidad y
con el entorno en el cual ella existe, y funcionales, referidos a la interacción entre
las personas que forman la comunidad, así como su ambiente, y las formas que
esa interacción adopta. A estos dos grupos agregan un tercero: el de dirección de
las características, determinado por los intereses y necesidades compartidos por
los miembros de la comunidad que les otorga sentido.

El poder de la comunidad

El poder según Montero,43 atraviesa todas las relaciones humanas. De uno u otro
modo está siempre presente en ellas, bajo múltiples formas, a veces más sutiles,
otras más explícitas. Como su uso abusivo suele tener efectos más dramáticos
que su empleo con fines benéficos, es ese el rostro que con más frecuencia suele
ser visto. Pero en el poder hay aspectos tanto positivos como negativos y ambos
deben ser considerados cuando se trata de procesos comunitarios. Las
expresiones asimétricas del uso del poder, aquellas en las cuales polo de la
relación de poder concentra la mayoría o la totalidad de los recursos deseados,

43
MONTERO, Maritza. (2003). Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. La tensión entre
comunidad y sociedad. Primera edición. Buenos Aires: Paidós (Tramas Sociales).

29
generan situaciones cuyo desequilibrio puede producir efectos patológicos sobre
las personas, las relaciones familiares e institucionales, afectando en general
todas las expresiones de la intersubjetividad. Tanto el abuso cuanto la ausencia de
poder, su exceso y su defecto, son causa de procesos psicológicos consecuencias
en el campo psicosocial. En el campo de las expresiones comunitarias, que nos
concierne aquí, se presenta una amplia gama de procesos en los cuales la acción
negativa o positiva del uso del poder queda de manifiesto.

Es evidente, en primer lugar, los desajustes que pueden afectar a las personas por
la falta de poder, ya que además de ocasionar problemas individuales, debe
señalarse que, para ser llevadas a cabo, las transformaciones sociales deseadas
por grupos o comunidades necesitan cambio en las relaciones de poder. Esto
significa que hay formas de ejercicio del poder que no se deben considerar como
patológicas o socialmente dañinas. No toda forma de ejercicio del poder es
opresora. Así, dentro de lo que solemos llamar cotidianidad, hay expresiones
positivas en el sentido de que permiten la realización de los cambios reclamados
por diversos actores sociales.

El poder tiene muchos rostros. Continuamente estamos tratando de ejercer algún


poder, así como sobre cada miembro de la sociedad, alguien también lo ejerce,
día a día. Se convierte en problema cuando se lo ejerce abusivamente, en un
marco dominante y opresor pero también cuando se ignora que se lo posee.

Poder y control

Uno de los principios básicos de la psicología comunitaria es que el control y el


poder deben estar centrados en la comunidad. Como se observa muchas veces,
los integrantes de una comunidad suelen considerar que la fuente de las
decisiones reside en instituciones, grupos o personas ajenas a su entorno. Esto es
algo que además suele ser estimulado desde los centros de poder estauidos
socialmente. El objetivo de la psicología comunitaria es catalizar la organización y
las acciones necesarias para que la comunidad use sus recursos, reconozca y
emplee el poder que tiene, o bien busque otros recursos y desarrolle nuevas
capacidades, generando así el proceso desde sí misma. Esto no quiere decir, por
supuesto, que los psicólogos y las psicólogas sean seres todopoderosos, que
manejen a su arbitrio poder y control y puedan instaurarlos por su obra y gracia en
las comunidades. Se trata entonces de desplazar el centro de gravedad de las
relaciones sociales desde el exterior de la comunidad hacia el interior, de manera
que las comunidades organizadas ejerzan poder y desplieguen el control
necesario para lograr las transformaciones deseadas en su entorno y en las
relaciones internas y externas.

30
Características de la noción de poder

Montero cita varios autores que han caracterizado diferentes aspectos de la


noción de poder. Ellos junto con sus aportes son:

 “El poder es inherente a toda relación social” (Martín-Baró, 1984:110)


 Las relaciones de poder son multiformes (Foucault, 1992)
 No necesariamente quien es dominante en una relación lo será en toda otra
relación que pueda desarrollar (Matín-Baró, 1984)
 El poder es una relación y como tal constituye un proceso social
 “El poder se estructura con respecto a un fin” (Matín-Baró, 1995: 227)
 Poder y violencia no están necesariamente relacionados (Martín-Baró,
1989: 92)
 La base del poder es la distribución desigual de los recursos deseados por
diferentes actores sociales (Martín-Baró, 1984, 1989; Serrano-García y
López-Sánchez, 1991, 1994)
 Toda persona tiene recursos y puede ser capaz de usarlos en una relación
de poder para transformarla
 La toma de decisiones y el control son expresiones de poder
 El poder y la conciencia están relacionados (Serrano-García y López-
Sánchez, 1994)

Formas de poder

Una de las tipologías de poder en el campo psicosocial es la propuesta por French


y Raven citados por Montero44 . En su clasificación presentan las siguientes
categorías de poder: Recompensa, coercitivo, legítimo, referente, de experto e
informativo. A continuación se hará una breve descripción de cada una.

El poder de recompensa en el que permite premiar acciones o comportamientos.


Es el poder que da aprobación social.

El poder coercitivo es definido como la capacidad de obligar, de forzar a alguien a


ejecutar ciertas acciones. Así, una persona consigue que otra ejecute una
conducta bajo amenaza con las consecuencias negativas que puede sufrir si no
obedece.

El poder legítimo es aquel que deriva de una autoridad legítimamente constituida,


es decir, de fuentes cuyos atributos suponen el derecho de exigir conductas y
opciones. Este poder está investido de la autoridad que proviene de ejercer un
cargo socialmente respetado. Más que un tipo de poder se considera que aquí se
señala una fuente de poder, que en este caso proviene de una reglamentación
aprobada por la sociedad.
44
Ibíd. 43

31
El poder referente reside en la identificación con alguna persona percibida como
poderosa o como poseedora de una condición deseada o deseable. Esta
categoría también ha sido llamada poder de atracción (De Crespigny, citado por
Ibáñez, 1980, quien es retomado por Montero), cuando se logra la obediencia del
otro debido a la atracción que se ejerce sobre él. Se obedece por el deseo de
complacer a la persona hacia la cual se siente la atracción. La otra persona puede
estar consciente del efecto que ejerce sobre los demás y usarlo en su beneficio,
pero también esto puede ocurrir inconscientemente.

El poder de experto proviene del saber y del respeto que ese conocimiento
genera. El poder informativo es el que deriva de la capacidad de informar.

3.3.1.2. Comunidad y participación

Siguiendo a Montero citada por Martín45, la acción colectiva precisa de co-


presencia y de la conciencia de compartir aspectos comunes, para lo cual es
necesaria la participación, que como dice Martín (1988:229), es “la que convierte
en comunitaria la acción social”. Y es así porque ella supone no sólo actuar
conjuntamente, organizadamente, sino también colaborar, en el sentido de aportar
(ideas, recursos, materiales) y de comprometerse con el sentido, dirección y
finalidad de la acción, a la vez que se obtienen beneficios a partir de los logros
colectivos.

La participación para la acción comunitaria no es de ninguna manera un fenómeno


monolítico, de todo o nada, sino que por el contrario constituye un proceso lleno
de matices y niveles, en el cual influyen tanto el grado de compromiso con la
comunidad, cuanto las condiciones materiales de vida de cada persona, que sin
embargo pueden ser superadas en lo que puedan tener de freno a la participación,
en la medida en que ese compromiso sea mayor o menor.

Es posible hablar entonces de niveles de participación y de compromiso que se


estructuran y funcionan como círculos concéntricos, cuyo núcleo lo constituye el
grupo de máximo compromiso, dedicación y participación; usualmente constituido
por los dirigentes o líderes de los grupos organizados de la comunidad, que
dedican mucho tiempo, energía y recursos al trabajo en pro de la colectividad. Son
aquellas personas presentes y activas en las diversas tareas organizativas,
ejecutivas y evaluativos que surgen en el trabajo comunitario, y quienes
habitualmente “dan la cara” por la comunidad, la representan, a la vez que
motivan, energizando las participación de los otros. A este primer círculo sigue
otro, en el cual se hallan personas que colaboran frecuentemente en tareas
puntuales y asisten a muchas de las reuniones y asambleas convocadas por los
primeros. Un tercer círculo es el de aquellos miembros de la comunidad que sólo
45
Ibíd. 42

32
participan en tareas específicas, que realizan a cabalidad y con dedicación aunque
no lideran, para luego retirarse hasta una próxima oportunidad. El siguiente círculo
está integrado por quienes se hacen presentes a través de donaciones, aportes
materiales, así como de su benevolencia explícita hacia las acciones emprendidas
pro los grupos anteriores. Hay también quienes se conforman con simpatizar y
aprobar el trabajo colectivo, pero que no harán otro aporte que el de su simpatía
hacia quienes actúan y hacia la obra en realización. Y finalmente, se encuentran
los espectadores curiosos, indiferentes a veces, pero no obstaculizadores. Todos
son necesarios y todas esas formas de participación que se presentan
acompañadas de gradaciones del compromiso que van del máximo posible al
mínimo perceptible, son necesarias para consecución de los objetivos de la
comunidad. Ninguna debe ser desdeñada, puesto que todas significan un aporte.
De hecho, los límites entre esos niveles de participación no son impermeables.
Continuamente se está dando el flujo de unos a otros, de tal manera que se puede
decir que un trabajo comunitario exitoso debe lograr el ensanchamiento de los tres
primeros niveles a costa de los tres últimos.

2 1

Figura 2. Niveles de participación y compromiso en el trabajo comunitario: 1) núcleo máximo de


participación y compromiso; 2) participación frecuente, alto compromiso; 3) participación puntual,
mediano compromiso; 4) participación esporádica e incipiente, bajo compromiso; 5) participación
tangencial, meramente aprobatoria, compromiso indefinido; 6) curiosidad no obstaculizadora, no
compromiso.

Es sobre esa participación, que va desde la dirección de la acción hasta la mirada


benevolente, donde se apoya el trabajo psicológico comunitario, el cual no debe
ser visto ni a través de la lente romántica que hace de los agentes externos
misioneros, salvadores o líderes revolucionarios, cuyo mágico toque de ciencia y

33
de buena voluntad transformará, de la noche a la mañana, a la situación y a las
gentes rozados pro ellos; ni con el criterio tecnicista del experto que cree tener
tanto las preguntas cuanto las respuestas y que va a la comunidad a imponer un
punto de vista, un modo de acción y sus soluciones, con prescindencia de lo que
puedan sentir, creer o desear quienes conforman la comunidad.

Investigación e intervención comunitarias deberían ser parte de un mismo, único


proceso, aspecto este en el cual concuerdan otros autores (Serrano-García, López
y Rivera Medina, 1992; Santiago, Serrano-García y Perfecto, 1992; Martín, 1988),
partiendo de la concepción de que la Psicología Comunitaria es una Psicología
orientada al cambio social; de que en ella no se da una relación sujeto-objeto, en
la cual el primero es quien investiga-interviene, y el segundo quien es investigado-
intervenido, sino que, planteando un cambio en el rol de los profesionales de la
Psicología, el psicólogo se halla comprometido en una relación sujeto-sujeto, ya
que los miembros de la comunidad son investigadores internos que participan
junto con los agentes investigadores externos como constructores y rectores de su
propio destino, sobre la base del modelo metodológico de la investigación-acción
participativa (IAP).

Sin embargo, como bien lo han señalado Perdomo (1988) y Quintal de Freitas
citadas por Montero46, no siempre ha sido ni es así. La primera de las autoras
advierte acerca de los peligros de convertirse en una de estas figuras:

 “Activista”, es decir, colaborador/a de la comunidad sin reflexión teórica no


precisión metodológica, cuya labor está marcada por la inmediatez y la
ausencia de planificación.
 “Especialista” o experto, manteniendo una separación respecto de la
comunidad, fundamentada en el hecho de considerarse el único poseedor
del conocimiento y por tanto única persona capaz de decidir acerca de qué
hacer y cómo hacerlo.
 “Pueblo”, en el sentido de caer en la ilusión de que la única verdad reside
en la gente de la comunidad, mientras que de hecho se impone una
concepción teórica según la cual la comprensión de la realidad está
determinada a priori y en función de ella se realiza toda interpretación y se
formulan todas las respuestas.
 “Concientizador/a”, que se arroga el papel de iluminador, salvador de
gentes apáticas y alienadas, a las cuales aspira a movilizar, manteniendo
al mismo tiempo el control externo de las mismas.

A su vez Quintal de Freitas describe in extenso diferentes tipos de prácticas


psicológicas en relación con comunidades, entre las cuales se encuentra desde la
Psicología tradicional, que simplemente cambia de ámbito trasladando el
consultorio a la comunidad, sin modificar ni el rol, ni la relación, ni la práctica, lo
46
Ibíd. 42

34
cual configura una Psicología en a comunidad; a una Psicología de la comunidad,
en la cual los psicólogos asumen una posición de activistas, olvidando o
desechando los recursos de su profesión, para convertirse en otro trabajadores de
la comunidad; así como una Psicología para la comunidad, en la cual se decide
qué hacer y cómo hacerlo, con prescindencia tanto de los miembros de la
comunidad, cuanto de una reflexión sobre la propia disciplina; hasta la concepción
de una Psicología Comunitaria propiamente dicha, con identidad profesional
compromiso social y transformación del rol profesional que se asume como el de
agente de cambio social. Cambio ejecutado y dirigido por los miembros de la
comunidad. Por lo tanto, es posible encontrar que no siempre quienes intervienen
e investigan, ni quienes investigan catalizan cambios sociales.

Serrano-García (1992:93) citado por Montero47, dice que si los agentes de cambio
sólo quieren lograr “cambios en función”, pueden hacer terapia, asesoramiento,
dirección de grupos, magisterio y también investigación. Pero si escogen “un nivel
de intervención institucional-comunitario”, entonces les “es indispensable
desarrollar también destrezas políticas, administrativas y de organización y
movilización de comunidades”, pero sin olvidar, y esto es característico de esta
línea teórica, que deben “enseñar y aprender”.

Ahora bien, retomando a Montero48 quien cita a Fischer (1992), dentro de las
bases psicosociales y psicocomunitarias del poder, que como se mencionó
anteriormente, se encuentra presente en toda relación, está permeado por
procesos como la identificación, que es el deseo suscitado en ciertas personas de
tomar a alguien como modelo a seguir, debido a la atracción que se ejerce sobre
ellas. La legitimidad consiste en “el hecho de fundamentar racionalmente el poder
al suscitar, respecto a él, un acuerdo social tal que quien lo tiene dispone del
derecho de dirigir a los demás en ciertas circunstancias”. La estructura
socioafectiva se desprende del amor, donde, como lo manifiesta Enriques (1983)
citado por la autora, “el poder es aprehendido como sagrado” y no admite grados,
reflexión ni remordimiento, tal como suele manifestarse en los casos del poder
carismático.

Estas bases, por su condición psicosocial, estarían presentes en cualquier relación


de poder. Sin embargo, en el caso de los procesos y las relaciones comunitarias
es conveniente señalar algunas expresiones propias de ese contexto. Las
relaciones comunitarias, al estructurarse a partir de relaciones dialógicas, suponen
una peculiar dinámica entre participación y compromiso en la cual el elemento
socioafectivo juega un papel fundamental, generando asimismo formas de
identificación basadas más en el compromiso, que promueve la imitación de
comportamientos de entrega, apego y profundos sentimientos de pertenencia.

47
Ibíd. 42
48
Ibíd. 43

35
Participación comunitaria en América Latina

Según Lara y Ocampo49, la participación ciudadana en procesos de gestión


comunitaria surge en la década del 60 a raíz de la revolución cubana, la crisis de
los modelos de desarrollo para el Tercer Mundo y la crisis de los modelos de
investigación para nuestro continente.

En este período, surge el desarrollo comunitario como una forma de educación


que hace a la gente consciente de que su nivel de vida no depende únicamente de
su capacidad de ganar dinero, sino de la calidad de los beneficios obtenidos a
través de los recursos de la comunidad local.

También en la década del 60, se impulsan programas asistencialistas y de ayuda


como la Alianza para el Progreso. Para la década del 70, los programas
gubernamentales de desarrollo en educación, salud, agricultura y pesca entran en
quiebra, ante lo cual varias naciones de América Latina y otros países
tercermundistas comienzan a construir nuevos modelos de desarrollo, que a pesar
de ser diferentes entre sí poseen algunos rasgos comunes destacando como
metas: La igualdad, la libertad, la independencia y el avance social.

El desarrollo comienza a definir, como un proceso de cambio social cuya finalidad


son los progresos de carácter social y material. Así, la participación comunitaria se
populariza en América Latina y en los países más atrasados de Asia y África.

Simultáneamente en el ámbito de la investigación social, se buscan alternativas


gestándose la investigación – acción participativa y otras modalidades de
investigación participante que propugnan por una ciencia que se comprometa con
los intereses, saberes y reivindicaciones sentidas de los sectores populares.
Sobresalen Orlando Fals Borda en Colombia, Juan Bosco Pinto en el Brasil y
Rosa María Alfaro en el Perú.

Participación comunitaria en Colombia

De acuerdo con María Elvia Domínguez ciada por Lara y Ocampo50, la


participación de la comunidad en Colombia empieza a reconocerse como una
acción social organizada al formalizarse las Juntas de Acción Comunal en 1957.

A partir del Frente Nacional, cada período gubernamental fue incorporando el


desarrollo de políticas sociales para integrar las organizaciones comunitarias y los
sectores marginados o programas de desarrollo social.

49
Ibíd. 42
50
Ibíd. 42

36
Desde la década de los 70, se crean políticas sociales estatales con el fin de
superar la pobreza y la marginalidad:

 Las Cuatro Estrategias de Misael Pastrana Borrero (1970-1974).


 Plan para Cerrar la Brecha de Alfonso López Michelsen (1974-1978).
 Plan de Integración Nacional de Julio César Turbay (1978-1982).
 Cambio con Equidad de Belisario Betancourt C. (1982-1986).
 Plan Nacional de Rehabilitación de Virgilio Barco V. (1986-1990).

Frente al auge de la crisis económica de la década del 80, la estrategia de la


participación comunitaria cobra importancia como medio de auto-desarrollo para
contrarrestar la pobreza de los sectores populares urbanos y rurales, a la vez que
se busca canalizar la violencia social y las secuelas de la insurgencia guerrillera y
del narcotráfico en la vida social del país.

Según Boris Esguerra citado por Lara y Ocampo51, en las últimas décadas, el
Estado se ha concientizado de la participación de la comunidad para el logro de
los objetivos gubernamentales. Esta conciencia, se ha manifestado a través de los
diferentes ministerios y organismos adscritos al Estado, que contemplan en sus
actividades dicha participación. Algunos de estos organismos han sido:

 La Secretaría de Integración Popular de la Presidencia de la República.


 El Servicio Nacional de Aprendizaje.
 Programas de la Presidencia de la República sobre los derechos humanos,
la mujer, la niñez, la juventud, etc.

Siguiendo a María Elvia Domínguez citada por las autoras, se encuentran


diferencias significativas en la comprensión del carácter de la participación
comunitaria y la metodología para lograrla por parte de los Organismos Estatales.
Para alguno es un componente estratégico de su quehacer organizacional; en
otros, es un elemento táctico para implementar proyectos sociales, y para otros
tiene un sentido de colaboración en proyectos institucionales. A continuación se
hace una ampliación al respecto para facilitar su comprensión:

1. Participación comunitaria como elemento estratégico


Prevé la participación de los beneficiarios en programas, planes de acción,
prioridades de desarrollo social y diseño de proyectos.

Con los grupos organizados de las comunidades se desarrollan todas o casi todas,
las fases del diseño, implementación, seguimiento y evaluación de los proyectos
sociales. Se destacan los Comités de Participación Comunitaria del Plan Nacional
de Rehabilitación (PNR), Programas de Capacitación para la Participación
Comunitaria Urbana (CIPACU) y Capacitación para la Participación Comunitaria
51
Ibíd. 15

37
Campesina (CAPACA), el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y algunos
programas de microempresa en el Desarrollo Rural Integral (DRI).

2. Participación comunitaria como elemento táctico


Prevé la participación comunitaria en algunas etapas del desarrollo específico de
los proyectos: Diagnóstico participativo, seguimiento o evaluación periódica. Esta
modalidad participativa ha generado espacios de interlocución entre las
comunidades y el Estado.

En algunos casos ha conducido a un mejoramiento de los programas en cuanto a


recursos, capacitación, ampliación de cobertura e incluso cambios en el sentido de
la participación política institucional. Algunos ejemplos son los programas de
educación infantil de los Hogares del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
(ICBF), las Jornadas Escolares Alternas, los Jardines Comunitarios, programas de
vivienda para auto-construcción y subsidio, programas de salud y mejoramiento
ambiental, entre otros.

3. Participación comunitaria como colaboración


En estos casos se prescribe la participación comunitaria en proyectos diseñados
por agentes externos, partiendo de la consulta a algunos representantes de la
comunidad o a Organismos no Gubernamentales para el desarrollo social
(ONGS).

Esta modalidad no incluye la discusión del diseño de los programas con los
beneficiarios de la comunidad, como tampoco tiene en cuenta sus opiniones e
intereses en las decisiones para la implementación de acciones. Define la
participación activa de la comunidad en términos de aporte de la fuerza de trabajo,
seguimiento y evaluación de los proyectos, respuestas a consultas de opinión, etc.
Propicia lo que María Clemencia Castro ha catalogado como participación dirigida
o abordaje externo en el trabajo comunitario.

Las anteriores modalidades de participación social desde las instituciones


gubernamentales han estado determinadas por el sentido de las estrategias de
cada política social, las características de la institución, los recursos y el grado de
autonomía que le permite a la entidad del Estado, reorientar sus lineamientos de
acción de acuerdo con le proceso de participación de las comunidades.

De esta manera, la participación comunitaria se ha convertido en un instrumento


de intervención del Estado para vincular grupos sociales a la construcción de
obras de servicios públicos y para estimular la organización comunal con el fin de
que asuma los servicios sociales donde el Estado ha sido insuficiente en
cobertura.

38
Paralelamente a esta concepción, algunas organizaciones no gubernamentales le
otorgan un sentido de mayor trascendencia a la apertura de espacios de
participación popular frente a las iniciativas del Estado.

La constitución política y la participación

En la nueva Constitución la participación aparece como eje de rescate de la acción


comunitaria. Desde su preámbulo muestra que el marco jurídico de la carta es
democrático y participativo, al definir un nuevo carácter de democracia
representativa del país, ubicando como el primero de los fines esenciales del
Estado, el de servir a la comunidad.

En el artículo 103 de la Constitución dice:

“Son mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su


Soberanía: el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el
cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato.
La ley los reglamentará. El Estado contribuirá a la organización,
promoción y capacitación de las asociaciones profesionales, cívicas,
sindicales, comunitarias, juveniles, benéficas o de utilidad común no
gubernamentales, sin detrimento de su autonomía con el objeto de
que se constituyan mecanismos democráticos de representación en
las diferentes instancias de participación, concertación, control y
52
vigilancia de la gestión pública que establezcan”

La nueva carta se nueve entre la democracia, la participación y la comunidad


como conceptos aprehendidos y vivenciados por los colombianos. En lo que se
refiere a participación habla de colegialidad, comunicación y concertación. Se
legitiman mayores espacios en la gestión zonal urbana y municipal en cuanto a la
fiscalización comunitaria del manejo del erario público, la defensa permanente de
los derechos humanos y la ampliación del ejercicio del sufragio, entre otros.

El camino hacia la participación real, lleva a un replanteamiento de las relaciones


entre comunidad y Estado, donde se propicien canales de comunicación y
concertación entre los organismos estatales y los grupos comunitarios. Igualmente
debe enmarcarse en referentes ético-sociales que promuevan una participación
real y democrática.

Basil Bernstein citado por Lara y Ocampo53, señala en su texto Poder, educación y
conciencia tres derechos que deben ser satisfechos para una democracia efectiva:

 El derecho al crecimiento (social, intelectual, personal)


 El derecho a la inclusión
 El derecho a la participación
52
Constitución Política de Colombia 1991, Artículo 103.
53
Ibíd. 15

39
En este marco, la comunidad es un articulación de hombres concretos que se
comportan como seres genéricos, donde hay que garantizar su crecimiento
individual para propiciar el desarrollo social y esto implica su inclusión en la
gestación y aplicación de los programas comunitarios.

La inclusión comprende procesos de construcción de opinión, mecanismos de


expresión, valoración del saber y experiencia de los demás. En cuanto al derecho
a la participación, el poder debe ser compartido y requiere generar nuevas formas
colectivas que garanticen la participación de la mayoría de los colombianos.

Concepción ética hacia la participación y la democracia

Domínguez citada por Lara y Ocampo54 considera que la participación social


requiere además un ordenamiento jurídico, una coherencia cultural y moral que
convierta en forma de vida la concepción participativa del poder. Así mismo, los
colombianos debemos crecer hacia una cultura de la participación que promueva
formas constructivas para dirimir los conflictos, sin vernos obligados a recurrir al
terrorismo, la intimidación, los secuestros y la exclusión de personas.

Por su parte Estanislao Zuleta citado por las autoras, presenta tres elementos que
estructurarían una concepción ética hacia la participación y la democracia en el
plano de lo individual y lo colectivo: La igualdad real, la creación de cultura y la
racionalidad.

LA IGUALDAD REAL es sinónimo de IGUALDAD ANTE LA VIDA, si no se


resuelven los niveles básicos de supervivencia de los sectores populares, continúa
persistiendo la falta de equidad social.

La participación real y democrática también implica la posibilidad de la toma de


decisiones en las instancias de planeación, ejecución, fiscalización y gestión.
Necesita involucrar la intervención de las organizaciones populares en los niveles
de decisión política y de GENERACIÓN DE CULTURA.

LA RACIONALIDAD tiene que ver con la legitimación del poder mediante la


argumentación y búsqueda del consenso social, propiciando la confrontación de
condiciones que determinen su ordenamiento ético e incidencia social. Zuleta
aporta tres principios de construcción social de una personalidad democrática,
ellos son:

Ser capaz de pensar por sí mismo


Ponerse en el lugar de los demás
Ser consecuente

54
Ibíd. 15

40
La cultura de violencia que domina al país, diluye las posibilidades de una moral
autónoma, se prefiere la seguridad de lo ajeno, lo externo, frente al desafío de
pensar y obrar a partir de criterios propios.

El clima de intolerancia que invade nuestra vida privada y pública, se refleja en la


falta de convivencia y manejo de las diferencias con los demás. Las pautas de
crianza de muchas familias no educan en la capacidad de ponernos en el lugar de
los demás y promueven formas de agresión social.

El ser consecuente implica la íntima relación entre lo que se piensa y como se


actúa.

A manera de reflexión para finalizar este apartado se retoman las


palabras de Domínguez citada por Lara y Ocampo55: REFLEXION
“El camino hacia una participación real y democrática debe
involucrar todas las esferas de la acción como ciudadanos y
ciudadanas. En primer lugar se deben propiciar cambios sensibles
en las formas como asumimos la participación en los diferentes
espacios de socialización: La familia, la escuela, el trabajo, la
comunidad, etc. Para ello, debemos contribuir a la gestión de
relaciones sociales que promuevan el desarrollo de personalidades
democráticas en las generaciones presentes y futuras.

En segunda instancia, debemos asumir el carácter de ciudadanos y


ciudadanas en las comunidades, comprometiéndonos en la dinámica
de gestión estatal en los barrios, municipios y regiones para
fomentar alternativas tendientes a democratizar el ejercicio del poder
y la acción cívica.

Y en tercer lugar, el Estado debe legitimar formas reales de


participación ciudadana, propiciar la convivencia y la tolerancia para
asumir constructivamente los desafíos del desarrollo social en las
esferas de la producción. En suma, la participación real implica el
ejercicio constructivo del poder en las instancias de implementación
de acciones colectivas”.

55
Ibíd. 15

41
3.3.1.3. Principios que fundamentan la Psicología Comunitaria

Toda acción humana, explícita o implícitamente, está orientada por una


concepción del mundo, de los seres humanos y de las relaciones que se dan entre
ellos. Esas concepciones orientan el comportamiento de las personas,
imprimiéndole sentido y dirección. La ciencia, como tarea humana, no escapa al
establecimiento de esas bases sobre las cuales se construye el objeto, el lenguaje
y el método de cada disciplina. Ahora bien, como lo afirma Montero56 esas
concepciones suponen no solamente una construcción de cómo es el mundo,
cómo es el ser humano y cómo es la relación entre ambos y entre las personas,
sino que además establece cánones de perfección, cánones del mundo ideal, del
mundo hacia el cual se proyecta ir, y también de la persona ideal, del perfecto ser
humano y de la mejor forma de relación. Esos cánones no son rígidos, no están
dados de una vez para siempre. Van cambiando en la misma medida que la
humanidad ha cambiado y, con ella, las sociedades en las que vive. Esos cánones
responden a valores, es decir, a modos de ser considerados como los más
perfectos, acabados y completos para una época y una sociedad dadas.

Es así como los valores son los marcadores que guían la interacción en una
sociedad, razón por la cual el reconocimiento de la existencia y la necesidad de
valores rectores de la acción han acompañado a la psicología comunitaria desde
sus inicios. El hecho mismo de que en su versión estadounidense la corriente
dominante sea definida en todas sus expresiones específicas como ecológica
indica que está orientada por la presencia de ciertos valores: La armonía entre las
personas y su medio ambiente; la preservación tanto del bienestar individual como
del colectivo que vive en un entorno determinado; la armonía, por ende, del mismo
entorno, en tanto las relaciones entre los elementos que en él cohabitan y
necesariamente lo configuran al ser parte de él sean armoniosas. Bienestar y
armonía, a los que se podría agregar dentro de lo primero: Relaciones de respeto,
de solidaridad, de unión, de trabajo, amistad, equidad, justicia, paz.

Asimismo, en América Latina, donde las raíces de la psicología comunitaria se


hunden en las de las ciencias sociales en su perspectiva crítica y transformadora,
la preocupación por los valores y la explicitación de los mismos están presentes ya
en las fuentes mismas donde buscó fundamentarse. Así, en la obra de Fals Borda,
Acción comunal en una vereda colombiana (1959) citado por Montero57, están
definidos cinco principios fundamentales, que se asientan en valores y que fueron
adoptados por la psicología, pero de los que cabe decir que dos de ellos (el cuatro
y el quinto) tienen un carácter psicosocial. Estos principios son:

1. Catálisis social, que define el rol del agente externo que actúa con la
comunidad en procura de su transformación. Ese rol es de catalizador de la

56
Ibíd. 12
57
Ibíd. 12

42
acción transformadora, que busca una finalidad autónoma y liberadora para
las personas participantes y para la comunidad en general a la cual
pertenecen. Este principio se complementa con el siguiente. Los valores
subyacentes son la libertad, el respeto y la autonomía.
2. Autonomía del grupo, de acuerdo con el cual toda acción debe ser decidida,
organizada y realizada con una orientación democrática, por y con los
grupos organizados de la comunidad y todos aquellos miembros de la
misma que deseen participar, empleando sus capacidades, sus recursos
materiales y espirituales y sus potencialidades, así como aquellos
provenientes de fuera que puedan y deseen obtener. Los valores
subyacentes son la democracia y la autonomía.
3. Prioridades, es decir, la jerarquización, por parte de las personas de la
comunidad participantes, de las necesidades o acciones que se desea
atender o cumplir. Este principio supone una organización interna que
diseña una estrategia de acción. Los valores subyacentes son la
organización y la autonomía.
4. Realizaciones, es decir, la necesidad de obtener logros, de producir
resultados en el sentido de la transformación deseada. Tener productos
concretos que muestren que la acción conjunta ha dado resultados, lo cual
estimula la conciencia y la cooperación. Valores subyacentes: trabajo,
cooperación, conciencia y logro.
5. Estímulos, un principio que al igual que el anterior, ha sido uno de los
aportes más conocidos y sólidos del conductismo, una de las teorías
psicológicas más importantes del siglo XX. Lo que este principio propone es
la necesidad de que la comunidad en general y en particular aquellos
integrantes que se organizan en grupos de trabajo construyan y definan
como estímulos, tanto materiales como inmateriales, aspectos relacionados
con sus logros. Éstos pueden ser formas de reconocimiento externo, la
satisfacción por el éxito o la calidad de la tarea realizada o el propio cambio
o transformación logrados.

A continuación se presenta un ejemplo planteado por la autora.


En una barriada popular del este de la ciudad de Caracas, a mediados de los años
sesenta, se construyó la biblioteca (“La Urbina”) mediante la contribución
comunitaria y de una institución estatal, el Banco del Libro. La historia es un feliz
ejemplo de logro y transformación. A partir de la actividad del sacerdote en el
lugar, quien primero prestaba los pocos libros que poseía y después recibió en
préstamo del Banco del Libro una caja “viajera”, una caja con unos cien libros, que
nuevamente prestaba a los chicos interesados en la lectura, se llegó a generar un
grupo de niños, adolescentes, jóvenes y adultos que junto con el sacerdote y la
ayuda externa recibida recolectaron dinero, colaboraron en la construcción y
edificaron una sede de la biblioteca. Esa sede luce como una casa más del barrio,
pues sigue el mismo esquema de construcción… Desde entonces, la biblioteca ha
prestado libros y juguetes (los días sábado); ha dado cursos de danza, música,

43
canto, teatro, narración de cuentos y modelado en arcilla; alberga actualmente el
proyecto “Constelación” (desarrollo de identidad social positiva a través de la
expresión pictórica) y realiza un programa vacacional con visitas a parques,
playas, teatros, cines y piscinas. Sus empleados son, en su mayor parte,
reclutados en el propio barrio, muchos de ellos antiguos lectores usuarios de la
biblioteca. Y el libro más leído (tanto que los ejemplares en uso tienen los bordes
de las páginas y las tapas desgastados) es una historia de logros, editada por el
Banco del Libro, cuyo protagonista es un grupo de niños que poco después de la
construcción de la biblioteca realizó una actividad movilizadota de los adultos de la
comunidad que culminó en la construcción de un parque infantil. La calle es libre,
título del libro que relata esa acción comunitaria, lleva ocho ediciones y muchas
más reimpresiones, ha ganado algún premio internacional y su distribución ha
trascendido las fronteras del país. Pero donde siempre ha sido el best seller es en
el barrio, donde es surtidor siempre vivo de satisfacción y orgullo para sus
habitantes. Las heroínas y los héroes ya son madres y padres de familia, pero sus
hijos citan ese ejemplo. Y la biblioteca es el santuario de la solidaridad, la
seguridad, la amistad, el respeto y la paz, además del conocimiento, para todo el
barrio.

En el anterior resumido recuento es posible señalar los valores que motivaron la


creación y el logro de la institución: Conocimiento, solidaridad, autonomía, trabajo
y respeto; este último incorporado en las normas del reglamento interno de la
biblioteca. En 1995 se hizo una evaluación en la cual 158 personas de la
comunidad con edades comprendidas entre los nueve y los setenta años,
seleccionadas en función de su conocimiento de la comunidad y su vinculación
con diferentes actividades de alcance comunitario, dieron su juicio sobre la
biblioteca y sobre la escuela del barrio. Sus respuestas señalan la presencia de
los siguientes valores: La educación, el estudio, el amor, la amistad, la vida buena,
la unión, la participación, la belleza en el entorno, la innovación, los valores
nacionalistas, la reflexión.

A los anteriores principios pronto la psicología comunitaria agregó otros derivados


del contexto teórico de la disciplina y de su propia praxis (Montero citada por
Martín58). Ellos son los siguientes:

6. Unión entre teoría y praxis. La psicología comunitaria nace con la firme


convicción de que no es posible separar la teoría de la práctica; que la
segunda somete a prueba la primera en el campo de los hechos, a la vez
que es influida por sus postulados, es decir, que hay una relación dialéctica
de mutua construcción y cambio, con revisión de conceptos y postulados a
la luz de los hechos y aplicaciones cotidianas, con generación de nuevas
hipótesis y explicaciones y creación de métodos y técnicas alternativas.

58
Ibíd. 42

44
7. El poder, así como el centro del control, deben estar ubicados en la
comunidad, sopena de seguir reproduciendo las relaciones de poder
asimétricas que llevan al surgimiento y mantenimiento de la pasividad y del
paternalismo. Una psicología de la acción y el cambio social no puede
mantener una relación desequilibrada sin caer no sólo en contradicción,
sino además anulando sus propios objetivos.
8. Orientación hacia a transformación tanto social como individual, que incluya
a los participantes tanto internos cuanto externos y a la comunidad misma
como unidad. Nadie participa en la acción comunitaria sin ser transformado.
9. Socialización y resocialización, en el sentido de desarrollar nuevos hábitos,
nuevas formas de acción y de cambiar otros, generando nuevas pautas de
acción.
10. El principio que se ha llamado del mínimo necesario versus el máximo
deseable. El trabajo comunitario puede producir o formar parte de un
movimiento social, pero no significa esto que la movilización popular o
grupal que se produzca será siempre y en cada caso multitudinaria, nutrida
o aglutinante de la mayoría. Muchas veces el trabajo comunitario comienza
a partir de un pequeño grupo que se hace vocero de las necesidades y
deseos de un grupo mayor aún no organizado. Por lo tanto, si bien lo
deseable seria, comenzar con la participación de un alto porcentaje o de la
totalidad de las personas afectadas por un problema, ello casi nunca es
posible. Demorar el inicio de las acciones porque no hay un grupo “grande”
de personas puede y suele llevar al desánimo de aquellas inicialmente
presentes, que sienten que pierden el tiempo, que no son tomadas en
cuenta, o que sufren la descalificación implícita inherente a la consideración
de que no se puede hacer nada porque hay pocos. “No vino casi nadie” es
una expresión que desconoce la participación presente. Por lo tanto, debe
trabajarse con “mínimo necesario”, si bien la orientación debe ser la de
atraer el “máximo deseable”.
11. El principio de la reflexión. La psicología comunitaria no trata únicamente de
la facilitación o catalización de acciones transformadoras. Ya se ha
advertido de los peligros del mero activismo. Se dirige fundamentalmente al
estudio de los procesos psicológicos implicados en el proceso de
transformación social, que incluye a la acción, pero que supone no sólo un
cambio en el ambiente, en la situación y condiciones de vida, sino también
en las personas. La reflexión conduce a la acción y a la vez se genera en
ella. Para ello es necesario llevar a cabo un análisis crítico que encuentre el
significado de lo que ha sido naturalizado, que transforme la necesidad
verbalizada en acción y que distinga entre necesidades inducidas y
necesidades sentidas respondientes a situaciones límite (Freire, 1974
citado por Montero59); es decir, aquellas surgidas de carencias profundas e
insoportables para le grupo.

59
Ibíd. 42

45
12. El principio de problematización de la realidad. La reflexión en el trabajo
comunitario debe llevar igualmente a desechar aquellas explicaciones de la
vida cotidiana que simplifican, reducen u ocultan sus orígenes, llevando a
aceptar como inevitables, o como la “forma de ser de las cosas”,
situaciones perjudiciales para una comunidad y sus miembros. Debe
producirse entonces un proceso de concientización (Freire, 1974 citado por
Montero60), movimiento para el cambio de la conciencia que permite el
descubrimiento de las relaciones causa efecto entre hechos aparentemente
inconexos, así como el descubrimiento o revaloración de potencialidades
individuales y grupales. Unido a esa concientización debe darse un proceso
de desideologización, definido como el desenmascaramiento de las formas
alienantes que impiden el desarrollo de la democracia y que hacen natural y
aceptable aquello que va en contra de los intereses de una comunidad.
13. Ambos procesos conducirán a otro principio: la desnaturalización,
consistente en plantear en las discusiones y reflexión comunitarias, la
perspectiva de lo no evidente; en tratar de acercarse a los problemas desde
posiciones y puntos de vista diferentes a aquellos comúnmente adoptados.
Asumir “el otro lado”, tratar de luchar contra ese campo habitual del
conocimiento, en el cual se codifica y organiza la vida cotidiana de tal
manera que las situaciones adversas devienen naturales, para lo cual es
necesario formular preguntas que produzcan una indagación sobre aquellos
aspectos de los cuales no se suele dudar, presentar los puntos de vista
contrarios a los que aparecen como argumentos inmediatos. Preguntar por
ejemplo, a quiénes o a qué grupos convienen las explicaciones
predominantes y a cuáles los desfavorecen, a quiénes molestan tales
explicaciones, a quiénes benefician, de dónde surgen y por qué se opina de
una determinada manera. Por qué las cosas son de determinada manera y
no pueden ser de otra. No basta la mera intención crítica para que se
transforme la manera de ver e interpretar el mundo. Es necesario además
este proceso de revisión de lo cotidiano, de cuestionamiento de lo obvio y lo
aceptado.
14. Recuperación crítica y devolución sistemática. Por cuanto la psicología
comunitaria se ubica en un paradigma científico orientado por las relaciones
dialógicas y la participación de todos los sujetos involucrados (externos e
internos a la comunidad), en la producción de conocimiento que tiene lugar
durante la investigación-acción-participativa, asume una posición
congruente con tal posición epistemológica y metodológica, desechando
formas extractivas de elaboración del saber. Así, a la vez que la comunidad,
en muchos casos, necesita recuperar su historia, reconstruir sus orígenes,
analizando sus debilidades y sus potencialidades, para afirmar su identidad
y extraer de ese conocimiento fuerzas y recursos para la acción
transformadora.

60
Ibíd. 42

46
3.2. UNIDAD DIDACTICA 2. MODELOS TEÓRICOS EN PSICOLOGIA
COMUNITARIA

3.2.1. CAPITULO 4. MODELOS TEÓRICOS

Según Chacón y García citados por Martín61 En la última década se ha


incrementado notablemente el interés por los modelos y marcos teóricos en
Psicología Comunitaria. Por ello se considera importante que el estudiante haga
un recorrido por los principales modelos teóricos que podrán orientar su práctica
en ésta área de la Psicología.

3.2.1.1. Psicología Clínica Comunitaria. Modelos centrados en la salud mental

Salud Mental Comunitaria

En lo que respecta a la Salud Mental Comunitaria, se destaca el aporte que este


modelo realizó al postular que la intervención va más allá de la intervención
individual y que los factores sociales son un elemento esencial para el análisis de
la psicopatología, aunque es pertinente recalcar que su limitación se centra en que
no une los factores sociales y políticos y evade la resistencia al cambio de las
instituciones sociales y organizacionales.

Por otro lado, y en esta misma línea se describe el marco conductual –


comunitario, centrado en la síntesis de los problemas sociales, la ideología de la
psicología social comunitaria y los aportes de los teóricos de la psicología del
aprendizaje; dando especial relevancia a las variables ambientales, al análisis de
los resultados y a la modificación de conductas; para ello, se valen de las
estrategias que postulan las teorías del aprendizaje y de la cognición; aunque se
ha encontrado que este modelo presenta limitaciones en lo que respecta a la
intervención, debido a que no tiene en cuenta la potenciación de los recursos.

Modelo basado en el estrés psicosocial de Dohrenwend

Se centra en la importancia del estrés psicosocial como generador de la


psicopatología individual y social, sus lineamientos desconocen los factores
estructurales de la sociedad que determinan los acontecimientos vitales,
centrándose en la problemática individual aunque sus intervenciones se realizan a
nivel grupal, el modelo desconoce la dinámica de las comunidades.

61
CHACON FUERTES, Fernando y GARCIA GONZALEZ, María Jesús citados por MARTIN
GONZALEZ, Antonio. Psicología Comunitaria. Fundamentos y Aplicaciones. Editorial Síntesis.

47
Marco Organizacional

Percibe a la comunidad como un conjunto de organizaciones regidas por unos


principios encaminados a la consecución de sus metas, se centra en la motivación
de los individuos por la autorrealización y el crecimiento personal; su ideología se
basa en la teoría de grupos y cómo las problemáticas se dan por las relaciones
humanas que en éstos se generan, siendo pertinente intervenir en el recurso
humano ( a nivel grupal y organizacional), a fin de mejorar la comunicación de las
personas y no en variables estructurales de la organización.

Las disciplinas en que se fundamenta este modelo son las del Desarrollo
organizacional, la consultoría organizacional, el aprendizaje y las encuestas de
retroinformación; se basa en el método científico-empírico-tradicional para realizar
investigaciones, centrándose en patrones de interacción, técnicas de observación
y estudio de la eficiencia organizacional.

Sin embargo Riger (1993, citado por Martín) encontró que aunque la psicología
comunitaria se ha beneficiado de las teorías y métodos de la psicología
organizacional, los valores y perspectivas de esta última difieren de los de la
psicología comunitaria (el bienestar de las personas), siendo adecuado adaptar
estos procedimientos metodológicos a la aplicación en Comunitaria.

Marco Ecológico

En relación a este modelo, González destaca que autores como Heller, 1989 así
como Levine y cols. 1990 (citados por González) afirman que éste es el más
difundido en la Psicología Comunitaria, siendo para Serrano-García y Álvarez
como el que mejor presenta la interdependencia persona-ambiente a todos los
niveles, lo que lo convierte en el modelo más generalizable.

En este modelo se enfatiza en la influencia de las variables ambientales físicas y


sociales sobre el comportamiento de las personas, siendo persona y ambiente una
unidad en continuo cambio; en este sentido, González destaca los aportes
realizados por Nelly (1979, citado por González) así como los de Serrano-García y
Álvarez (1992, citados por González) en lo que respecta a la intervención,
basándose en principios ecológicos a saber: a) Interdependencia de los elementos
del sistema, destacando su interacción dinámica en el tiempo, b) Adaptación, que
para Serrano-García y Álvarez, congruencia entre las capacidades de las
personas y las exigencias del medio, c) Sucesión o evolución (requiere de
estudios longitudinales), d) Recursos cíclicos o de procesamiento de recursos (uso
de acuerdo a las demandas).

48
A pesar de lo anterior, los autores previamente citados, refieren que no existen un
único modelo ecológico y que su desarrollo metodológico no ha seguido el mismo
ritmo (González).

Marco Conceptual Transaccional

Su atención se centra en la interacción persona-ambiente dentro de una


dimensión temporal, analizando los cambios que se generan en esa relación; d
Sroufe y Router (1984, citados por González) enuncian los siguientes principios
del modelo: a) Holismo, b) Directividad (sucesos determinados por características
individuales y contextuales), c) Diferenciación de medios-fines, d) Movilidad de las
funciones conductuales (estrategias para resolver demandas del contexto), e)
Continuidad y cambio (desarrollo y evolución regulado por leyes).

Marco de Acción o Cambio Social

El principio básico de este modelo es su énfasis en la participación comunitaria


para alcanzar una redistribución del poder en la comunidad; se sustenta en
disciplinas como Antropología, Historia y Trabajo Social; en relación a la
intervención, se vale de paraprofesionales, del desarrollo comunitario y de la
Investigación-acción; se centra a nivel metodológico, en el proceso interventivo,
evaluando necesidades de la comunidad para de esta forma, plantear los
programas que se han de desarrollar (González). De acuerdo a la revisión
realizada por este mismo autor, el modelo decayó al no poder demostrar sus
actuaciones.

3.2.1.2. La teoría de la potenciación

Rappaport (1977, citado por Hombrados62) destaca que en la disciplina de la


Psicología Comunitaria, se exponen tres componentes primordiales que han de
actuar de manera interrelacional para lograr un desarrollo adecuado de la misma,
éstos son: a) Desarrollo de Recursos Humanos (procura el bienestar de las
personas a fin de cubrir sus necesidades), b) La acción política (opera de forma
preventiva garantizando una adecuada distribución de los recursos) y c) La ciencia
social (estudio planificado de la realidad social).

En lo que respecta al concepto de Potenciación, Rappaport (1987, citado por


Hombrados). señala que éste es el fin último de la Psicología Comunitaria debido
a que está encaminado a explicar, describir, predecir y comprender el fenómeno
de interés, para de esta forma guiar el trabajo de un científico, siendo además el
objetivo de intervención

62
Ibíd.1

49
En este mismo sentido, Hombrados (1996) se refiere a la Potenciación como
sentido psicológico de control personal así como a la provisión de derechos y
opciones de los ciudadanos, constituyéndose como un proceso que permite a las
personas y organizaciones tener un control sobre sus vidas.

Para Martín el concepto de Empowerment es concebido como el fenómeno central


del estudio de la Psicología Comunitaria y hace referencia al ejercer del poder
sobre uno mismo y su propio contexto.

“La intervención centrada en la potenciación está más cercana al cambio social”


(Hombrados, 1996). Para entender el significado de la potenciación, se requiere
identificar la relación que tiene el individuo con el entorno, especificando que
relaciones son las más adecuadas, para ello se requiere analizar los entornos que
proporcionan dominio y poder a las personas e.g. familia, asociaciones (Berger y
Neuhaus, 1977 citados por Hombrados), mientras que en los casos en que el
proceso se obstaculiza, se sugiere que el investigador luego de un análisis de los
factores que lo impiden, oriente al grupo en la comprensión y creación de
condiciones encaminadas a un cambio que los conduzca a desarrollarla
(Hombrados, 1996).

“La potenciación no es sólo un constructo psicológico, hace referencia a aspectos


organizacionales, políticos, sociológicos, económicos y espirituales” (Hombrados,
1996).

Relación de la Potenciación con el Modelo Ecológico

Para Hombrados (1996) la perspectiva ecológica conduce al fenómeno de interés


de la Psicología Comunitaria y de acuerdo a Rappaport (1987, citado por
Hombrados) debe seguir las siguientes proposiciones e hipótesis: 1) Potenciación
como constructo multinivel (análisis individual, grupal, organizacional y
comunitario), 2) Difusión del impacto de un nivel de análisis sobre los otros, 3) Los
resultados de la investigación son determinados por el contexto histórico en que
tienen lugar, fijando de esta forma los resultados de la intervención, 4) ha de
contemplarse el contexto cultural, 5) lo más deseable es realizar una investigación
continuada, 6) es auto-consciente de la visión del mundo, 7) las condiciones del
entorno influyen positivamente en el desarrollo de la potenciación, 8) la ideología
de la Potenciación desarrolla mejor los recursos de una organización, 9) los
resultados que se obtienen a nivel local conllevan más a la potenciación, en lugar
de las estrategias generales de acción, 10) tamaño de los entornos, 11) la
potenciación se dirige al desarrollo de los recursos de las personas y de los
entornos.

50
3.2.1.3. Otros modelos

Modelo Socio Comunitario

La psicología Social Comunitaria pretende superar el nivel de análisis psicológico


– individual, dirigiéndose al análisis de conductas sociales en interacción,
centrándose en perspectivas ecológicas, así como de cambio social, prestando
especial atención a la participación comunitaria y a servicios de ayuda no
profesional (Hombrados, 1996).

Las bases del modelo para la Psicología Social Comunitaria las sitúa Serrano –
García et al (1987, citado por Hombrados), en el trabajo efectuado por Berger y
Luckman (1967, citado por Hombrados), en lo concerniente la construcción social
de la realidad; presentando utilidad para el análisis de las formas particulares de
producción y de organización social (Hombrados, 1996).

El Modelo Socio Comunitario procura comprender el fenómeno individual en el


contexto del fenómeno colectivo (Hombrados, 1996), este mismo autor resalta los
elementos implicados en este modelo: a) Base material (momento histórico y la
percepción del mismo), b) Fenómeno de la ideología y comunicación
(comprensión de la realidad y mediación de las relaciones en la sociedad), c)
Concepto de conciencia (grado de concienciación en el individuo o en los grupos),
d) Nivel de interacción social (análisis cultural), e) Desviación, control y cambio
social.

Además de lo anterior, se centra en un modelo de acción-investigación


denominado intervención en la investigación, en donde el profesional es un
generador de cambio social, procurando promover actitudes y opiniones,
aportando el servicio que se requiere, explicando a los sujetos los objetivos y
hallazgos de la misma (Hombrados, 1996).

Para que se de un cambio social, es preciso que la comunidad sea quien


autogestione, especificando las necesidades de la misma, así como los recursos
que posee, para de esta forma plantear soluciones eficaces a los problemas que
se les presenten (Hombrados, 1996).

De acuerdo con Hombrados (1996), refiere que este modelo ha de seguir unos
parámetros que dirigen la acción profesional y que a continuación se enuncian:
a) democratización del acceso a la democratización y al consumo de la
riqueza social de todos los sectores de la sociedad, b) es preciso que la
comunidad esté informada y sea socialmente activa, c) el desarrollo de la
investigación ha de ser dirigido al mejoramiento de la calidad de vida, d)
desarrollar equipos de trabajo colectivo a fin de nivel intelectual, material y cultural
de la comunidad, e) realizar un análisis crítico de las Instituciones para evaluar si

51
cumplen con su función social, f) legitimación de la cultura y conciencia popular, y
g) desarrollo de una conciencia social mediante un proceso educativo y cambio
actitudinal.

Las características de la investigación de acuerdo a este modelo deben partir de


una implicación activa de los participantes; realizarse en condiciones naturales
(reales); inscribirse en el marco teórico expresado; tiene en cuenta la visión
histórica del fenómeno que se va a estudiar; manifiesta la complejidad del tema;
ser socialmente útil es sus aplicaciones; y procurar brindar a los sujetos
participantes la información de los resultados así como planteamientos útiles para
ellos (Hombrados, 1996).

Teoría Del Sistema Social Humano

El Sistema Social Humano aparece en el período post moderno y es desarrollado


por Newbrough en 1991, dentro de los valores que caracterizan a este modelo se
encuentran ecología, interdependencia y equilibrio, éstos fomentan el aprendizaje
en los sujetos a fin de que aprovechen sus recursos y aporten al desarrollo de la
comunidad; por lo tanto este modelo estimula la participación y procura que se
generen grupos de apoyos y que cada individuo plantee soluciones a fin de que
todos sean participativos (Hombrados, 1996).

Newbrough (1991, citado por Hombrados) manifiesta que “el problema básico de
una comunidad se encuentra en la relación que mantiene el sujeto con la
comunidad o grupo social”. Para este mismo autor, en este modelo se requiere de
una interdependencia entre la teoría de la potenciación y el modelo social-
comunitario, enfatizando en la responsabilidad que tienen los sujetos en la
solución de los problemas. De igual forma, destaca el rol del psicólogo
comunitario, como un profesional encargado de conferir, facultar y proporcionar
estrategias, respondiendo a los recursos locales y trabajando en y para el medio
en que se encuentra inmerso.

Por otro lado, de acuerdo a la revisión teórica realizada por Serrano y Álvarez
(1992, citados por Martín) destacan los modelos teóricos que a continuación se
describen:

3.2.2. CAPITULO 5. PERSPECTIVAS METODOLOGICAS EN PSICOLOGIA


COMUNITARIA

3.2.2.1. Cuestiones generales

A continuación se presentan aspectos relacionados tanto con la investigación


cualitativa como con la cualitativa para que el estudiante tenga la oportunidad de
revisar el proceso a seguir desde cada una de las lógicas investigativas, que sin

52
ser excluyentes, tiene unas características específicas que es necesario
identificar.

3.2.2.2. Investigación cuantitativa

El Problema del Método

“Todas las metodologías, desde la observacional hasta la formulativa de modelos


lógico – deductivos, son causales por naturaleza” (Clemente, citado por Martín)63.

La metodología experimental presenta una definición clara y precisa, procurando


un control de la situación experimental, así como una adecuada manipulación de
las variables (independientes) y registro de las variables dependientes;
controlando los sesgos (perceptivo, cognitivo y atribucional) que generalmente se
presentan en las investigaciones de Psicología.

La metodología de tipo observacional incurre en los sesgos previamente


descritos y carece de variables dependientes, mientras que en la de tipo
correlacional hay ausencia de variables independientes; por lo anterior, es
relevante aclarar que la ciencia parte de la observación y que sólo cuando se
considera que algo puede explicarse, se investiga el fenómeno.

La Validez

McGrath y Brinberg (1984, citados por González) elaboraron un modelo que


distinguen en tres fases a saber: a) Validez como valor: investigar algo que genere
un impacto social y que pueda ser solucionado desde la psicología, b) Validez
como validez interna: investigación ceñida a los parámetros de la metodología
tradicional, c) Validez como validez externa: busca que los resultados no sean
específicos de la muestra que se empleó para el estudio.

Metodología

Se utiliza el método hipotético – deductivo, buscando ser sistemáticos y


metódicos, procurando unos contenidos válidos y útiles.

Un Problema Conceptual

Clemente asume como madre de la Psicología Comunitaria a la Psicología Social


y es a partir de ésta que se analiza la relación que existe con las otras ramas de la
psicología, para ello, presenta las siguientes dicotomías:

63
CLEMENTE, Miguel. citado por MARTIN GONZALEZ, Antonio. Psicología Comunitaria.
Fundamentos y Aplicaciones. Editorial Síntesis.

53
Dimensión representacional versus relacional

Las bases filosóficas en psicología social se dividen en dos estudios a saber: a) de


las representaciones (enfatizando en que es una ciencia eminentemente cognitiva
y que podría relacionarse con la psicología de la personalidad) y b) de las
relaciones (el grupo es inseparable del individuo, por lo que la psicología
comunitaria estaría más en esta perspectiva).

Dimensión básica versus aplicada

La teoría enmarca los temas a investigar y es la aplicación la que se encarga de


buscarlos, por ello se concibe a la Psicología Comunitaria como aplicada por
naturaleza.

Dimensión integrada versus no integrada en las organizaciones sociales

La psicología social es una psicología de los grupos que no se han generado de


estructuras organizativas, mientras que la Psicología organizacional parte de los
elementos de las organizaciones sociales; en lo que respecta a la psicología
comunitaria, ésta no se ubica en ninguno de estos polos pues en algunas
oportunidades aborda las organizaciones sociales, en otras se ocupa de los
servicios sociales, así como de variables de cualquier organización.

Dimensión descontextualizada versus involucrada en los problemas sociales

La Psicología Comunitaria se encuadra dentro de las siguientes dimensiones: a)


es fundamentalmente relacional, b) es claramente aplicada, c) se sitúa en un
grado medio de integración entre las organizaciones sociales, y d) está totalmente
involucrada en los problemas sociales.

Cómo plantear una investigación

La Metodología

De acuerdo con el autor, la metodología se define como el “conjunto de normas y


pautas para convertir en científico el proceso investigador”, es preciso aclarar que
los resultados han de ser fiables y válidos, así como que la investigación se pueda
replicar. Para ello, se requiere plantear un problema (que sea claro, que presente
relación entre variables y se formule con interrogación) así como las hipótesis
planteadas como expectativas del investigador.

54
Población y Muestra

La Psicología pretende estudiar las variables específicas de los sujetos y lo que


verdaderamente le importa son los procesos y estructuras más que los sujetos
como tal; en los experimentos de laboratorio es imposible realizar estudios con
muestras representativas, mientras que es imprescindible contar con muestras
representativas cuando se trabaja con técnicas que recogen opiniones y actitudes
(González).

Las Variables

Clemente las denomina relevantes, contaminadoras e irrelevantes; las primeras


son las de tipo causativo (independientes) y son identificadas y estudiadas por el
investigador, las segundas se generan de diversos factores sociales que no se
pueden controlar en su totalidad y las terceras o irrelevantes (dependientes) son
las que se registran y además son los efectos provocados por las variables
independientes.

La Instrumentación

Se requiere en toda investigación, en algunas oportunidades manipula variables


independientes, en otras variables contaminadoras, así como a veces se requiere
para medir variables dependientes, analizar información o para crear una situación
experimental.

El Diseño y el Procedimiento

De acuerdo a la apreciación de Clemente, “el diseño es el plan de acción,


estrategia que se va a seguir, la forma de hacer intervenir las variables
independientes, de controlar las contaminadoras y de medir las dependientes”.

Los tipos de diseño más habituales son: De dos grupos, multigrupo, factoriales,
Solomon, de bloques y los de Intragrupo; para que una investigación sea
replicable, es necesario que el diseño sea el mismo, no se puede utilizar uno cada
vez; el procedimiento es la forma detallada que se utiliza en cada diseño para
estudiar el tema en concreto.

Técnicas de Recogida de Información

Recogen la información de la realidad que inicialmente es cualitativa y la


transforman en números, se dividen en Objetivas (observación sistemática no
participante y psicofisiología social) y Subjetivas (análisis de documentos,
observación participante, auto observación sistemática, entrevista, encuesta y
cuestionario, escalas de medición de actitudes, pruebas psicológicas o test y test

55
sociométrico) en Psicología Comunitaria casi todas las técnicas que se emplean
son de tipo subjetivo.

Técnicas de Análisis de la Información

De acuerdo con Martín, la mejor forma de analizar la información es mediante


técnicas estadísticas, partiendo de que la estadística se divide en: a) Descriptiva
(sólo describe la muestra), b) Probabilidad (técnicas que enlazan la descriptiva con
la inferencial) y c) Inferencial (a partir de una muestra, inferir resultados para la
población; comparación de varias muestras; comparación de una muestra con un
criterio)

3.2.2.3. Investigación cualitativa

“La metodología cualitativa no puede practicarse sin entender los supuestos


filosóficos que la sustentan y tampoco puede ser entendida por quienes no los
asuma” (Ruiz citado por Martín64).

Existe una dicotomía que se presenta como contraposición entre una perspectiva
émica (fonémica) frente a otra ética (fonética), la dicotomía se refiere al
reconocimiento que hacen las metodologías cualitativas a la perspectiva émica
que describe modelos y patrones que se dan en una cultura en particular, contrario
a la perspectiva ética que busca afirmaciones generalizadas de los datos, siendo
un conocimiento transcultural.

“Los métodos cualitativos son los que enfatizan el conocer la realidad desde una
perspectiva de insider, de captar el significado particular que a cada hecho
atribuye su propio protagonista y de contemplar estos elementos como piezas de
un conjunto sistemático” (Ruiz).

Ruiz refiere a que algunos autores asumen posturas más funcionales


pragmáticamente hablando y las resume en dos postulados: a) la metodología
cualitativa es tan válida como la cuantitativa y su diferencia estriba en la utilidad y
capacidad heurística que posee, por lo que se sugiere los casos en los que se va
a emplear cada una y b) las metodologías cualitativa y cuantitativa no son
incompatibles, recomendando se combinen en casos que metodológicamente lo
requieran.

En relación a las técnicas cualitativas, éstas se conciben como el único


instrumento para captar el significado auténtico de los fenómenos sociales (Van
Haanen, 1983 citado por González). Las características de dichas técnicas son: a)
Introducción analítica, b) Proximidad (observación de casos concretos), c)

64
RUIZ OLABUÉNAGA, Ignacio citado por MARTIN GONZALEZ, Antonio. Psicología Comunitaria.
Fundamentos y Aplicaciones. Editorial Síntesis.

56
Comportamiento ordinario, d) Estructura como requerimiento ritual (no se impone
la estructura y se reconocen significados y contextos) y e) Focos descriptivos
(fenómenos recurrentes en un tiempo y espacio concreto).

En la investigación cualitativa, los objetos de investigación más importantes son el


descubrimiento y la exposición y en concordancia a los métodos cualitativos han
de darse alguna de las siguientes características: 1) el objeto de la investigación
(captación y reconstrucción del significado), 2) utiliza el lenguaje de los conceptos
y de las metáforas, 3) capta la información de forma flexible y desestructurada, 4)
procedimiento inductivo y 5) es de orientación holística y concretizadora.

Cómo y cuándo investigar cualitativamente

Definición del Problema

El foco central de todo estudio cualitativo es la búsqueda del significado, no se


enfoca en la definición conceptual, es de tipo situacional y se concibe como
provisional, debido a que el objetivo del análisis cualitativo es averiguar si la
definición está bien definida (Schutz, 1964 citado por Ruiz)

Diseño del Trabajo

El diseño es provisional y requiere ser sometido a frecuentes cambios, contiene


los siguientes elementos:

La estrategia

Va orientada a captar y comprender una teoría, una explicación, un significado,


impone un contexto de descubrimiento y de exploración.

Diseño muestral

Las modalidades principales de muestreo son: a) Muestreo opinático (se


selecciona la muestra mediante un criterio estratégico personal) y b) Muestreo
teórico (se emplea para generar teorías, para ello se seleccionan los datos y se
perfeccionan); en la investigación cualitativa se requiere que el investigador se
ubique en una situación que le permita obtener la información que requiere a fin de
que se garantice la cantidad y calidad de la información recogida.

Codificación del lenguaje

Debido a que no todas las experiencias sociales se pueden sometes a análisis


numéricos, en los estudios cualitativos se enfatiza en la profundidad interpretativa
a fin de codificar los fenómenos sociales en narraciones, descripciones.

57
Se pueden determinar los códigos de manera inductiva o deductiva, en lo que se
refiere a inductiva, se emplea el de “zambullirse” en un documento para identificar
la información más relevante (Abrahamsom, 1983 citado por Ruiz).

Control de elementos espurios

El diseño de la investigación ha de evaluarse mediante técnicas de veracidad,


autenticidad, de empatía que conduzcan a un control de calidad (Lofland, 1984
citado por Ruiz). En síntesis el diseño es imprescindible y se debe dar previo a la
investigación.

Recogida de Datos

Persigue la proyección en las observaciones y el lenguaje analógico en la


realización de las entrevistas, dando lugar a seis técnicas a saber: 1)
Contemplación, en ésta se recoge información mediante la observación puede ser
participante o no;2) Proyección, el investigador observa las explicaciones que los
actores de una situación dan de su comportamiento, también se conoce como
etnometodología; 3) Conversación conceptual, se utiliza una conversación
sistemática y a ésta, el investigador le aplica la técnica mayéutica para que de
esta forma se le ayude a los actores a reproducir la realidad social tal como se ha
generado; 4) Intercambio metafórico, se emplea cuando lo que se busca es
enriquecer el concepto o alterar el significado original (Maasen, 1994, citado por
Ruiz); 5) La lectura, recoge información de la realidad social entendida como texto
contextualizado para presentar un análisis sistemático de su contenido; y 6) El
palimpsesto, es un análisis de contenido proyectado fuera del propio texto, en éste
los contenidos y significados han de ser analizados separadamente, debido a que
no deben de acordar (Ruiz).

Análisis de Datos

Los métodos cualitativos analizan los datos mediante narraciones, relatos,


denominada por Ryle (1968, citado por González) como “descripción densa” es
decir, la interpretación que el investigador hace de las interpretación que hacen los
actores que pertenecen a una acción social (Ruiz).

“El análisis de los datos se lleva mediante una descripción densa que se
caracteriza porque es interpretativa (los interpreta el flujo del discurso social) y esa
interpretación busca rescatar lo dicho en ese discurso y lo fija en términos
susceptibles de consulta”.

La investigación cualitativa no sigue un esquema rígido, pero se vale de métodos


de recogida de información como: modelo etnográfico, descripción densa, análisis

58
matricial, biografía asistida, el método Delphi, el método de escenarios, el
ordenamiento circular, el concepto circular, la ciencia de la acción y la
investigación participativa.

La Validez

Brinberg y McGrath (1980, citados por González) presentan tres criterios de


validez: a) validez como criterio de valor, se somete a juicio la selección de
muestra de datos, conceptos y técnicas; b) validez como correspondencia,
complementariedad de elementos ya sean conceptos, observaciones, constructor;
y c) validez entendida como robustez, da lugar a la validez ecológica o
explanatoria.

3.2.3. CAPITULO 6. AUTOAYUDA Y APOYO PSICOSOCIAL

3.2.3.1. Las redes comunitarias

Para el contenido del presente tema se ha retomado a Freitas y Montero citadas


por Montero65. Las autoras analogan la idea de la sociedad como un tejido, como
una urdimbre en la cual se entrelazan las vidas y las acciones de las personas que
la conforman. Dicha metáfora que aparece desde la antigüedad hace referencia al
tejido de relaciones humanas que hace una red. Cada hilo es discernible y a la vez
es un conjunto que tiene su propia forma, donde todos contribuyen a la obra.

En efecto, la red es no sólo un objeto que ha acompañado a la humanidad en el


mar y en la tierra, sino también una forma de organización social en la cual se
produce el intercambio continuo de ideas, servicios, objetos, modos de hacer. La
red es sobre todo una estructura social que permite difundir y detener, actuar y
paralizar, en la cual las personas y la sociedad encuentran apoyo y refugio
además de recursos. Por estas y otras razones, Packman (1995:296) dice que “la
red es una metáfora” a la cual aporta los atributos de contención, sostén,
posibilidad de manipulación y de crecimiento, tejido, estructura, densidad,
extensión, control, ambición de conquista, fortaleza.

¿Qué es una red?

Las ciencias sociales coinciden en que las redes responden a conexiones o


articulaciones entre grupos y personas con un objetivo común que sirve de hilo
conductor de tales relaciones, las cuales pueden ir desde relaciones familiares o
de compadrazgo hasta movimientos sociales (Riechmann y Fernández Buey,

65
GONCALVES DE FREITAS, Maribel y MONTERO, Maritza citadas por MONTERO, Maritza.
(2003). Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria. La tensión entre comunidad y sociedad.
Primera edición. Buenos Aires: Paidós (Tramas Sociales).

59
1994). Las redes son la expresión más evidente de las relaciones sociales que
construimos y en las que somos. Así, no sólo son la fuente creativa de recursos,
dinámica y flexible, sino también, como todo fenómeno humano, complejas.

La definición de Morillo de Hidalgo (2000) ilustra bien este punto, a la vez que
hace una descripción de cómo opera el carácter relacional de las redes. Esta
autora las define como:

Sistemas de relaciones entre actores, sean instituciones o personas, que se


abren a otras organizaciones o personas con las cuales les entran en
comunicación con fines de utilidad en general, los cuales se traducen en
producción de bienes y servicios teniendo como beneficiarios a poblaciones
de escasos recursos o con necesidades básicas insatisfechas. Estos
sistemas abiertos están en constante cambio y potencian sus integrantes y
satisfacen sus necesidades y expectativas al reconocer y poner en acción los
recursos y fortalezas que ellos poseen para el logro de una mejor calidad de
vida (Morillo de Hidalgo, 2000: 10).

Estos aspectos deben complementarse con las condiciones que, según Itriago e
Itriago (2000), son parte esencial de una red social los cuales se presentan a
continuación.

Condiciones de las redes sociales

 Ser independientes de sectores gubernamentales, empresariales o que en


general representen intereses ajenos a los de la comunidad en la cual
surgen.
 Ser representativas, en el sentido de responder a los intereses que
pretenden apoyar, a la vez que sus dirigentes deben provenir de campos
ligados a ellos.
 Ser participativas. Todos sus miembros deben tener la posibilidad de
intervenir en el logro de sus objetivos.
 Tener una organización horizontal. Es decir, no suponen sistemas
jerárquicos.
 Promover y proteger valores, pero no imponerlos.
 Ser activas e interactivas. La red es una estructura dinámica en relación
con otras semejantes.
 Ser estables. Tienen una cierta permanencia.
 Ser “transparentes”, en el sentido de que sus actividades y motivaciones
son conocidas y explícitas.
 Ser flexibles, a fin de poder responder y adaptarse a las cambiantes
circunstancias del entorno y a sus demandas.
 No ser lucrativas. Sus objetivos son los de la comunidad, no los fines
personales de sus miembros.

60
 Estar en sintonía con la comunidad. Ésta es una característica fundamental
en las redes comunitarias, que de otra manera no podrían considerarse
como tales.

Las redes comunitarias dentro de la organización comunitaria

A través de la experiencia, las autoras constatan la presencia de modos de


relación en red que favorecen los procesos de organización y de los cuales
muchas veces los propios miembros de la comunidad, y al igual que ellos los
investigadores, no son conscientes, tan naturalizados están.

El estudio de las redes comunitarias se presenta entonces como un modo distinto


de ver la actividad de las comunidades, que supone un tipo de organización
compleja tanto en el nivel social como en el local. Esto implica lo que Saidón
(1995: 203) llama “pensar en red”, es decir, asumir “un pensamiento acerca de la
complejidad, que tenga en cuenta la producción de subjetividad social en los más
diversos acontecimientos” (1995: 205). Implica también, continuando con el mismo
autor, una manera diferente de asumir la organización previendo una consistencia
distinta de carácter “inventivo” y “nómade”. Al respecto las autoras comentan que
los dos calificativos introducidos por Saidón parecen muy apropiados para
describir la posibilidad creativa de las redes. Su peculiar estructura de extensión
descentralizada permite incorporar en muy diversos papeles a muchas personas,
razón por la cual se multiplica la posibilidad de obtener respuestas no sólo
variadas y originales, sino incluso inesperadas, pudiendo presentarse en
diferentes lugares de la red.

La comprensión de las redes comunitarias hace preciso tener claro que los
procesos organizativos en las comunidades involucran a todos sus miembros. Las
comunidades suelen generar diversos grupos organizados, y cuentan también con
personas que asumen la dirección de ciertas actividades o procesos,
imprimiéndoles su estilo personal y a veces también sus sesgos individuales o sus
motivaciones (religiosas, vecinales, académicas, idiosincrásicas, partidistas, entre
otras), así como su estilo de liderazgo para abordar el trabajo comunitario
(paternalista, participativo, autogestor).

La organización comunitaria refiere al proceso que desarrolla un grupo de


personas involucradas en el trabajo con una comunidad, para distribuirse las
actividades, delegar las responsabilidades, comprometerse con las normas del
grupo y sistematizar de alguna manera los datos y las informaciones producidos
en la tarea, a fin de lograr metas de interés para la comunidad que conduzcan a
una mejor calidad de vida (Goncalves de Freitas, 1995). Los mecanismos
implícitos en la organización comunitaria, tanto de sistematización de acciones
como de establecimiento y desarrollo de relaciones, son lo que una vez

61
experimentados y probada su eficacia pueden dar lugar a la generación de redes
comunitarias.

Por último, es importante aclarar que las redes comunitarias no son en sí mismas
un fin de la organización, sino un medio o una estrategia para lograr una mejor
organización, ya que la existencia de redes no garantiza el desarrollo comunitario
aun cuando siempre aporta beneficios para la comunidad.

¿Qué son las redes comunitarias?

Volviendo a la metáfora de la red, una de las imágenes más frecuentemente


suscitada al mencionar la palabra “red” es la atarraya, una red que usan los
pescadores caribeños. La atarraya puede tener forma circular o rectangular y se
de diferentes medidas, está hecha de hilos entrelazados y asegurados mediante
nudos, posee plomos para dar peso y solidez al conjunto, a fin de que se
mantenga en el agua en la posición adecuada, y tiene flotadores que le indican al
pescador dónde se encuentra y que no permiten que se hunda en su totalidad. Las
distancias entre los nudos son diferentes, de tal modo que los agujeros son más o
menos grandes, permitiendo que sea usada para uno u otro tipo de especie
marina y, finalmente, cuanto más grande es la red, más peces captura. Es decir, el
logro es mayor. La comparación es útil porque muestra varias cualidades
necesarias para una red comunitaria:

 Mientas más amplia, más resultados producirá.


 Aunque tiene como fin la captación de recursos, incluye la posibilidad de
discriminar entre los recursos que puedan presentarse.
 Su forma puede variar.
 Su capacidad y solidez proviene de la interrelación de las partes.
 Tiene ciertos mecanismos que regulan su dirección.
 Tiene formas de advertir su posición.

Desde la perspectiva psicosocial comunitaria las redes de organización


comunitaria se definen como un entramado de relaciones que mantiene un flujo y
reflujo constante de informaciones y mediaciones organizadas y establecidas en
pro de un fin común: El desarrollo, fortalecimiento y alcance de metas específicas
de una comunidad en un contexto particular.

Los aspectos clave en esta definición son la complejidad de las relaciones


(entramado), dada la diversidad de actores implícitos (diversidad de edades,
género, formación), la multiplicidad de estilos para establecer y mantener dichas
relaciones y la movilidad de los elementos o aspectos de intercambio en pro del
objetivo previsto, vinculado al desarrollo comunitario. De allí se desprende una
serie de características que en conjunto permite identificar los procesos de redes
comunitarias dentro de la organización.

62
Características de las redes comunitarias

 Pluralidad y diversidad de miembros: Admiten, y además no pueden excluir,


la presencia de grupos, personas u organizaciones provenientes de
diferentes sectores de la comunidad o de otras localidades, que actúen en
áreas y desde perspectivas distintas (cultura, deporte, religión, economía,
educación, vecinal), siendo esto lo que determina la complementariedad de
estas dimensiones orientadas hacia un fin común.
 Multimodalidad o multidimensionalidad de la intervención: De la
característica anterior surge una intervención de las redes comunitarias que
integra y articula dimensiones, estrategias y visiones diversas dirigidas
hacia una meta común, lo cual potencia y enriquece el trabajo comunitario.
 Interrelación de todos los miembros: La red supone que todos los miembros
que la componen manejan la misma información a través del flujo constante
y rápido de intercambio que se establece entre ellos; en consecuencia, los
aspectos particulares se comportan como parte de un todo organizado.
 Dinámica de las relaciones: Lo anterior implica que los diferentes puntos de
las redes están constantemente activados en la interconexión de unos con
otros, estableciéndose un proceso de retroalimentación en las relaciones
más que un continuum de transferencia de información, donde los
elementos manejados son reflexionados, transformados y llevados a la
práctica dentro de esta dinámica relacional.
 Construcción colectiva: Dado el proceso dinámico de esta red, los
productos que dentro de ella se manejan son el resultado de una labor
conjunta, que supone la transmisión e intercambio de experiencias y
conocimientos entre quienes forman parte de la red.
 Interdependencia: Cada uno de los integrantes de la red establece una
relación con los otros, reconociendo que tanto la participación de éstos
como la suya es importante para la acción y la toma de decisiones, mas no
indispensable. Ninguna parte de la red es imprescindible para su
funcionamiento, todas son necesarias. Entonces, no debe haber ni
dependencia ni autosuficiencia excluyente en las relaciones en red, sino
una franca interdependencia entre todos los actores.
 Participación y compromiso: No es posible ser parte de la red sin
involucrarse en el proceso de organización, cumpliendo con ciertas
responsabilidades que permitan dar respuesta a los objetivos propuestos.
No obstante, esta implicación puede darse de distintas maneras y con un
mayor o menor compromiso según el momento y el objetivo de la red.
Desde esta perspectiva, esta condición en vez de debilitar la estructura
permite fortalecerla en la medida en que se aprovechan los diferentes
recursos con los que cuenta la comunidad. Esto además trasciende el
sistema del grupo de trabajo en el cual la distribución de la responsabilidad
tiene carácter de equidad.

63
La dinámica de la red permite entonces que los niveles de participación y
de compromiso cobren importancia en su estructura, manteniendo la
flexibilidad y movilidad de la participación. Esto es importante puesto que en
algunas situaciones pueden concentrarse más responsabilidades en uno o
varios puntos de la red, que constituyen los nodos de ésta y, paralelamente,
en otras oportunidades pueden recaer sobre diferentes sectores de la red,
sin que ello altere su proceso. Esto permite adecuar los ritmos personales,
grupales y colectivos dentro de la vida cotidiana, ya que la red de algún
modo es un reflejo de la dinámica cotidiana de la comunidad.
 Diversidad y particularidad, divergencia y convergencia: Dentro de las redes
conviven varios intereses particulares, personales, grupales, institucionales,
dada la pluralidad de áreas y perspectivas que en ella confluyen, así como
la heterogeneidad de grupos de edad que la componen. Así, confluyen
objetivos, necesidades y modos de acción que pueden ser divergentes, y a
la vez, converger en relación con una misma finalidad: El fortalecimiento y
desarrollo de la comunidad. En este sentido, se hace necesario equilibrar
estas fuerzas aprovechándolas como potencial tanto para los
investigadores externos como para la comunidad.
 Puntos de tensión y negociación: La variedad de motivaciones y estilos de
los actores involucrados produce ciertos momentos de tensión interna en
las relaciones de la red, los cuales pueden asumirse como modos de
fortalecimiento, estableciendo mecanismos de negociación en los que todos
sean beneficiados por la meta común. Este proceso de negociación permite
organizar los intereses particulares y los colectivos, distribuyendo las
responsabilidades de acuerdo con estos últimos. De esta manera se
constituye en un canal efectivo para la optimización del trabajo comunitario.
Cuanto más madura es la red comunitaria, con mayor facilidad establecerá
los mecanismos de negociación.
 Construcción y reconstrucción: La red no permanece siempre idéntica;
constantemente pueden salir o entrar miembros a ella, a la vez que cambiar
de posición en el proceso de relación y ejecución de las tareas. Igualmente,
las relaciones pueden cambiar de estilo en un momento dado y modificar
las estrategias de acción. Por ello, la red está en permanente
transformación, incluso de su intensidad y periodicidad de activación.
 Intercambio de experiencias, informaciones y servicios: La riqueza de la red
está dada por la cantidad de recursos, informaciones y servicios con que se
cuenta para el desarrollo de las acciones, lo cual se evalúa
permanentemente en la medida en que los miembros pueden compartir sus
logros y sus limitaciones en su desempeño particular.
 Cogestión: La red supone que los diferentes entes involucrados mantienen
una relación de colaboración y cooperación permanente para el desarrollo
de las acciones conjuntas y particulares, que les permite reconocer su
propio aporte y el de los demás para el logro efectivo y exitoso de las metas
planteadas.

64
 Democratización de conocimientos y poder compartido: Dentro de la red,
los participantes ponen sus recursos internos al servicio propio y de los
demás, a la vez que se enriquecen con los ofrecidos por los otros, siendo
todos útiles para alcanzar los objetivos de la red. Para ello es necesario
tener una visión diferente del poder, que implica asumirlo como capacidad
para el desempeño de las tareas y responsabilidades en relación y no como
un objeto o cosa que pertenece a alguien en particular. De este modo, los
recursos compartidos en la red hacen que el poder se encuentre en todos y
cada uno de sus puntos.
 Afectividad, filiación y solidaridad: Toda red comunitaria supone la
identificación de los miembros con sus acciones y objetivos, así como con
los otros actores sociales que comparten el espacio y el sentido de la
relación. En este sentido, la necesidad de socializar y compartir entre los
involucrados se hace presente como característica del proceso de relación
en red, a través del cual se auspicia la inclusión de nuevos miembros por
vía de la afiliación con los ya pertenecientes a ella. En muchos momentos,
los vínculos afectivos y de vecindad entre las personas de una comunidad
dan inicio a los procesos de redes.
 Flexibilidad: Sobre este aspecto las autoras citan a Itriago e Itriago (2000:
89), quienes consideran que la flexibilidad “es un factor de aglutinación,
pues la rigidez de principios o de estructuras, en el fondo constituye una
restricción o exclusión. Mientras más flexible sea una red, mayores serán
sus posibilidades de crecimiento. No obstante, la flexibilidad no puede llegar
al extremo de difuminar los objetivos de la red. La red tiene que tener un
norte, claro y objetivo, que sea a su vez el polo de atracción y
congregación”. Y esto es así puesto que, si la informalidad es una
constante, la red podría transformarse en un conjunto de relaciones
desarticuladas; pero si la informalidad es una constante, la red podría
transformarse en un conjunto de relaciones desarticuladas; pero si se
cristaliza como estructura, se convierte en una institución que puede romper
con la dinámica cotidiana de las relaciones y producir desmotivación o
temor al compromiso en muchos de sus miembros.
A esto se suma, como lo reportan algunas experiencias comunitarias, la
pérdida de objetivos emergentes en beneficio de la comunidad, pues
comienzan a demandarse objetivos y metas propios para la red, así como
una organización de cargos o comisiones para su funcionamiento
permanente. Itriago e Itriago (2000: 89) al referirse a la flexibilidad de las
redes plantean que “la rigidez en poco tiempo haría a la red apartarse o
separarse de la realidad social y la condenaría al fracaso más absoluto […]
tornándolas en estructuras obsoletas que en lugar de promover el desarrollo
social se constituyen en lastres para el mismo”.

Cada una de las características presentadas se da de manera particular en cada


red comunitaria, ya que la estructura y funcionamiento de cada una de ellas es

65
única y está determinada por la historia de la localidad y de los actores
involucrados en ella.

Funciones de las redes comunitarias

 Permitir el desarrollo de las relaciones informales propicias para la


integración social (Sluzki, 1996).
 Aceptar “la diversidad y el respeto por el otro, a la vez que buscan el
consenso sobre ciertos objetivos comunes”. Reconocimiento de la
legitimidad del otro (Morillo de Hidalgo, 2000: 11).
 Permitir, fomentar, fortalecer, canalizar la participación social.
 Aceptar y aprovechar el valor constructivo de los conflictos. Usar la
negociación como instrumento para lograr metas incorporando la
diversidad.
 Abrir espacios a la creatividad e innovaciones (Morillo de Hidalgo, 2000).
 Responder a necesidades con una orientación que busca solucionar
problemas y producir recursos o mejorar su utilización.
 Difundir la información y el conocimiento producido en la comunidad.
 Movilizar a la comunidad, incorporándola a la solución de conflictos.
 Generar procesos de problematización, desideologización,
desnaturalización y concientización al ser un espacio reflexivo.
 A través de las redes, cada cantidad que forma parte de ellas puede
“concentrarse en aquello que es su misión específica delegando en otra
aquellas funciones que son parte esencial de su contenido institucional. De
este modo aumentará su eficiencia y su eficacia en el logro de las metas y
objetivos que se propone alcanzar” (Morillo de Hidalgo, 2000: 14).

Para comprender el funcionamiento de una red, esta no se debe asumir como un


grupo u organización ni un conjunto de personas aisladas. Las características
descritas anteriormente permiten reconocer que una red no es un área específica
que une a los entes involucrados en ella, los cuales además no son homogéneos,
como ocurre a veces en algunos grupos. Igualmente, la distribución de
responsabilidades y roles está menos preestablecida en las redes que en los
grupos y las instituciones. Finalmente, a diferencia sobre todo de las instituciones,
la estructura de funcionamiento de las redes tiende hacia la horizontalidad, no a la
verticalidad.

Si bien habrá otras diferencias entre ese tipo de agrupaciones y las redes
comunitarias, encontramos que los tiempos para activar las conexiones, la
diversidad de los miembros y, en general, la flexibilidad de los diferentes aspectos
que dentro de ella se generan, son los aspectos principales que distinguen a una
red comunitaria de un grupo o institución.

66
Preguntarse cómo se dan y cómo se consolidan las redes comunitarias es tarea
difícil. No se sabe con precisión cuándo se crean ni quién las inicia, porque en el
momento en que se detectan por lo general ya están funcionando. Esto ocurre
porque las relaciones comunitarias suelen preexistir a la actividad de intervención
o investigación e implican a personas, familias y grupos, quienes en su quehacer
cotidiano pueden, de modo espontáneo, en algún momento, articular en una red
sus relaciones en torno del trabajo comunitario. Al respecto, (Morillo de Hidalgo,
2000: 11) considera que “es evidente que las redes sociales preexisten en muchos
casos a la intervención y lo que ésta hace es revelar, o mejor aún ‘develar’ su
existencia reconociéndolas y haciendo a sus integrantes conscientes de ellas y de
sus potencialidades de acción”.

En consecuencia, parte de la labor en el trabajo psicosocial comunitario es


evidenciar la presencia y la estructura de estas redes para que sean potenciadas
dentro del trabajo comunitario. Sería interesante, entonces, precisar en las
comunidades qué tipo de actores son clave en la articulación de una red. En tal
sentido, se adelanta como hipótesis la importancia que las mujeres, los niños y los
adolescentes tienen en esa labor, dada su permanencia en la comunidad y su
facilidad para establecer vínculos de vecindad, afecto y camaradería.

Otro de los aspectos importantes en el funcionamiento de las redes comunitarias


es considerar que ellas tienen un ritmo propio, que responde a las características
de la comunidad, a la historia de los actores sociales, a las circunstancias del
contexto y del momento y al estilo del trabajo comunitario que éstas tengan.
Asimismo, será variable la intensidad y frecuencia de las relaciones entre los
diferentes nodos de la red, es decir, los diferentes puntos en los cuales se ubican
líderes o personas con capacidades específicas o que presentan dificultades
peculiares. Esas relaciones pueden cambiar en todos los puntos o ser diferentes
en algunos respecto de los otros. Es decir, algunos grupos dentro de la red
pueden tener mayor identificación entre sí y por ello mantener relaciones más
intensas y frecuentes sin que ello afecte la dinámica de la red. En este mismo
orden de ideas, es común la presencia de varias redes menores dentro de una
más amplia, ya que cada miembro de ésta puede pertenecer a otras redes que en
un momento dado pueden vincularse con los objetivos, estrategias y metas de la
red mayor.

Tipos de redes

A continuación se presenta una clasificación de redes propuesta por las autoras,


las cuales no son excluyentes entre sí, sino que se entrecruzan y combinan,
complementándose:

67
1. Un primer criterio concierne a los actores involucrados en el proceso. De
acuerdo con este, las redes pueden ser interpersonales, intergrupales,
interinstitucionales y combinadas.
Las redes interpersonales son aquellas que se establecen entre diferentes
miembros de la comunidad no adscritos a ningún grupo organizado de ésta
y con perspectivas y áreas diferentes para el abordaje del trabajo
comunitario. Las redes intergrupales, por su parte, están constituidas por
diferentes grupos organizados de la comunidad o externos a esta. Las
redes interinstitucionales están conformadas por varias instituciones que se
unen para trabajar en torno de un fin común en el campo comunitario.
Finalmente, las combinadas incorporan actores sociales de cualquiera de
las entidades antes mencionadas, lo cual es el estilo más frecuente en las
redes comunitarias.
2. Según el ámbito que abarcan las redes, pueden ser intracomunitarias o
intercomunitarias.
Las redes intracomunitarias son las que se establecen internamente dentro
de una comunidad. A su vez, las intercomunitarias se refieren a las
conexiones entre entes pertenecientes a dos o más comunidades. Las
primeras promueven la articulación local y las segundas van construyendo
el tejido social para fortalecer la sociedad civil, por lo que son de mayor
alcance.
De esta manera, el trabajo comunitario trasciende el espacio de lo local
para incorporarse al de la ciudadanía. Es entonces deseable para la
organización comunitaria que este tipo de redes coexistan, por cuanto se
fortalecen ellas y sus integrantes al producirse intercambios entre contextos
similares que mantienen sus particularidades, a la vez que se van
consolidando los espacios para el ejercicio de la ciudadanía.
3. De acuerdo con su funcionamiento, las redes pueden ser circunstanciales o
estables.
Las redes circunstanciales son aquellas que se activan en un momento
particular para solventar una situación específica y que desaparecen una
vez resuelta esa situación y habiendo cumplido su cometido. Tal es el caso
de las redes solidarias para ayudar a algún vecino en una situación
problemática (muerte o enfermedad de algún familiar, circunstancias de
robo o asalto), o el caso de los problemas colectivos (suspensión de un
servicio público), que llevan a los vecinos a establecer redes momentáneas
para resolver las circunstancias adversas.
Las redes estables, por su parte, son las que mantienen los mecanismos de
relación e intercambio de manera permanente y que se activan con
frecuencia, ya sea para situaciones emergentes o para ejecutar proyectos
conjuntos que favorezcan el desarrollo comunitario.
4. De acuerdo con su reconocimiento, las redes pueden ser visibles o
invisibles.

68
Esta clasificación obedece al hecho de que las comunidades comúnmente
funcionan en red sin tomar conciencia de ello, lo cual no les permite
potenciar al máximo la multiplicidad de relaciones establecidas y los
mecanismos y recursos para la solución de los problemas. En ese caso se
trata de redes invisibles tanto para los miembros de la comunidad como
para los agentes externos a ellas. Mientras que en otros casos existen
redes comunitarias reconocidas por sus miembros, por el resto de la
comunidad e identificables fácilmente por agentes externos a estas
comunidades.
5. De acuerdo con su estructura, las redes pueden ser espontáneas o bien
estructuradas o institucionalizadas.
Las redes espontáneas son aquellas de carácter flexible e inductivo en las
que las relaciones entre los actores se establecen de modo natural o
inestructurado, en el espacio de la cotidianidad. Es decir, no
necesariamente a través de las reuniones formales sino de intercambios en
el quehacer de unos y otros. En la mayoría de los casos se activan cuando
es necesario dar respuesta a una situación u organizar una actividad, aun
cuando se mantienen en contacto permanente. La frecuencia de activación
le otorga carácter de perdurabilidad a esta red.
Las redes estructuradas o institucionalizadas son de carácter formal y
deductivo, pues su estructura y organización están establecidas, ya sea
previamente o luego de iniciado su funcionamiento. Estas redes precisan
elementos tales como representantes de cada organización, roles de cada
miembro, días de encuentro y periodicidad de las reuniones, entre otros.

Estos diferentes tipos de red no son excluyentes, aunque no necesariamente


aparecen en conjunción sino que pueden encontrarse de modo separado. En los
procesos de constitución de redes comunitarias, lo más frecuente y deseable es
que se organicen redes que muestren características de uno y otro extremo, es
decir, que se ubiquen hacia el centro de esas bipolaridades descritas, según las
circunstancias.

Procesos psicosociales que obstaculizan o desvirtúan el proceso de las redes


comunitarias

Si bien las redes tienen grandes virtudes para la organización comunitaria y para
el sostenimiento de la tarama social, no están exentas de problemas que es bueno
señalar:

 Los líderes autosuficientes y egocéntricos, que asumen como una cuestión


personal el imperativo de dar solución a los problemas comunitarios y
establecen de modo unidireccional las relaciones con todos los puntos de la
red, sin permitir intercambio fluido entre ellos. Aun cuando pueden ser
individualmente efectivos, no facilitan la participación del resto de los

69
actores sociales y terminan bloqueando esfuerzos y demorando las
soluciones deseadas.
 La desconfianza. Si se asume que la confianza es el deseo y la disposición
para entablar y sostener una relación de intercambio recíproco entre dos
personas en un plano de igualdad y sin mediación de segundas intenciones
atribuidas por una parte de la relación a la otra, el que algunos miembros de
la red desconfíen de la capacidad de los otros para responder
adecuadamente a las demandas, sobrecarga algunos puntos de la red y
debilita otros. Esto quiebra la posibilidad de intercambio y, en
consecuencia, obstaculiza el proceso de red y el alcance de sus objetivos.
 Las relaciones adversas entre vecinos o compañeros, en general miembros
de la red, y las luchas de poder entre organizaciones y agrupaciones
comunitarias imposibilitan los espacios de intercambio y fomentan, por el
contrario, las críticas, el protagonismo y la desconfianza.
 La desesperanza aprendida y los fracasos continuos hacen que los
miembros de la comunidad estén convencidos de que no existen
estrategias que permitan alcanzar logros en su comunidad.
 La rigidez del pensamiento organizativo. Muchas comunidades han
centrado durante años su trabajo comunitario en la presencia de líderes
capaces de resolver las dificultades de la comunidad, con un mínimo de
participación de los demás miembros de la comunidad. De esa manera han
centrado la acción en los líderes y han naturalizado esa circunstancia. Esto
produce aislamiento y separación, exactamente lo contrario de lo que se
necesita para formar u mantener una red. Así se dificulta la asunción de
nuevos modos de intercambio que favorezcan la optimización de los
recursos, tal como lo hacen las redes comunitarias.

Procesos psicosociales que potencian las redes comunitarias o


ventajas/beneficios de las redes comunitarias

La psicología social comunitaria ha estudiado los procesos que permiten la


formación exitosa de redes y que pueden fortalecer su actividad. Esos procesos
son los siguientes:

1. Irradiación y extensión del trabajo comunitario con mayor efectividad hacia


fuera y hacia adentro de la comunidad
2. Maximización de los procesos de socialización de la información (dabas,
1993).
3. Favorecimiento de la inclusión social, el respeto del otro y de otras
maneras de pensar, así como la apertura hacia nuevas ideas y nuevas
soluciones.
4. Disipación del temor al compromiso, porque es posible y útil participar de
diferentes maneras y a través de diferentes puntos de conexión, y porque

70
al introducir elementos de afectividad y contacto directo entre los miembros
de la red se facilita el entusiasmo por la tarea y los fines a alcanzar.
5. Potenciación, fortalecimiento y aprovechamiento de recursos materiales y
humanos.
6. Mejor distribución de responsabilidades, estrategias y tareas.
7. Unificación de objetivos e intercambio de vivencias comunes y no comunes
(cultura, espacio físico, problemas, condiciones de vida).
8. No multiplicación de esfuerzos innecesarios al canalizar las ofertas de
colaboración.
9. Refuerzo de la identidad individual, familiar, grupal, comunitaria y
ciudadana, a partir del encuentro de intereses comunes, particulares y aun
internamente divergentes.
10. Apertura de un espacio de evaluación intergrupal a partir de la
retroalimentación de las experiencias.
11. Rescate de la cotidianidad como potencial para la acción comunitaria, en la
medida en que se toman en cuenta los espacios y las relaciones cotidianos
de las personas, las estrategias de vinculación y el desarrollo de
alternativas de acciones a partir de las situaciones de la vida diaria.
12. Mayor convocatoria en la comunidad, a través de la diversidad de puntos
de la red.
13. Impulso de la participación y el protagonismo de mayor número de actores
o grupos sociales, descentralizado el poder.
14. “La red se convierte en una alternativa de desarrollo comunitario cuando en
cada uno de los actores implicados se producen cambios en los niveles de
las condiciones materiales de existencia y de la construcción subjetiva de la
realidad” (Fernández, 1995:400)
15. Estímulo a la articulación social y la construcción de ciudadanía, al permitir
la unificación de criterios y el intercambio de recursos de diferentes
sectores y localidades de la sociedad con metas comunes. Posibilita la
construcción y reconstrucción del entramado social (Morillo de Hidalgo,
2000).
16. En un plano extracomunitario, pero que a la vez se relaciona con los
procesos comunitarios, las redes pueden atender necesidades claramente
identificas no sólo por las comunidades sino por las ONG que prestan sus
servicios en ese campo. En tal sentido, esto puede producir “una
experiencia de democracia interna” (Orellana, 2000:19)
17. Procesos y ámbito de reflexión sobre lo grupal, lo comunitario, lo instituido,
la estructura organizativa y lo social, lo cual nuevamente nos lleva al
proceso de concientización.

71
3.2.3.2. El apoyo social en la intervención social y comunitaria

Para abordar el apoyo social se han seleccionado los aportes de Gracia66, quien
considera que una reacción humana natural ante situaciones de peligro, ante el
temor, la ansiedad o el estrés es la búsqueda de la proximidad de otra persona, de
sus palabras, de su contacto físico. Una tendencia que el ser humano comparte
con otras especies y que, desde el punto de vista funcional, es de gran
importancia para la salud, el ajuste y el bienestar. Esa tendencia de buscar la
compañía de otras personas de buscar el apoyo de otras personas, en particular
ante situaciones estresantes, acompaña al ser humano a lo largo de su ciclo vital.
Decía Sydney Cobb (1976) que el apoyo social comienza en el útero. Su
desarrollo se produce durante la infancia a través de las relaciones con los padres
y continúa, a lo largo del ciclo vital, con la incorporación de otros familiares,
amigos, miembros de la comunidad, compañeros de trabajo y, a veces, miembros
de las profesionales de ayuda. Un hecho que Bowlby (1969) describía en los
siguientes términos. “Que la conducta de apego en la vida adulta es la
continuación directa de la conducta de apego durante la infancia se demuestra en
las circunstancias que llevan a la pronta manifestación de la conducta de apego
del adulto. En la enfermedad, ante la calamidad, el peligro súbito o el desastre,
una persona buscará, con casi toda certeza, la proximidad de otra persona
conocida y en la que se confía. En tales circunstancias, el incremento de la
conducta de apego se considera por todos como natural….considerar esa
conducta como regresiva es ciertamente ignorar el rol vital que desempeña en la
vida de una persona desde la cuna hasta la tumba”.

La psicología social proporciona un estudio clásica que ilustra no sólo esa


tendencia de buscar la compañía de otras personas en situaciones de temor o
ansiedad, sino también los efectos que esta compañía tiene en el ajuste a
situaciones estresantes. Se trata de los estudios sobre la afiliación desarrollados
por Schachter en 1959. A partir de estudios y experiencias que describian cómo
después de períodos prolongados de aislamiento las personas experimentaban
con frecuencia síntomas importantes de ansiedad y otras sintomatologías (por
ejemplo, Byrd, 1938; Lilly, 1956), Schachter se proponía comprobar si lo contraio
era cierto, esto es, que la compañía de otras personas reducía los niveles de
ansiedad. (Baron y otros, 1992). En sus experimentos, hacía creer a un grupo de
estudiantes que iban a recibir un shock eléctrico para después evaluar la medida
en que se buscaba la compañía de otros estudiantes. A un grupo de estudiantes
se les decía que el shock iba a ser doloroso (condición de elevada ansiedad) y a
otros que no dolería en absoluto (condición de baja ansiedad). También se les
daba la opción de esperar solo o en compañía de otras personas. Una vez
realizada esta elección finalizaba el experimento. Tal y como había predicho
Schachter, más del 60% de la personas en la condición de elevada ansiedad

66
GRACIA FUSTER, Enrique. (1997). El apoyo social en la intervención comunitaria. España:
Paidós.

72
buscaron la compañía de otros durante la espera, mientras que en la condición de
baja ansiedad este porcentaje se reducía en un 33%. Schachter también observó,
en una variación del experimento en la que habían otros estudiantes en la sala de
espera que no participaban en el estudio,, que los estudiantes a los que se les
había dicho que iban a recibir un shock buscaban la compañía de otros que se
encontraban en la misma situación. Schachter propuso que este deseo de buscar
la compañía de otras personas en situaciones de temor o ansiedad era debido, al
menos en parte, a la necesidad de establecer un proceso de comparación social
(Festinger, 1954) a través del cual se puede obtener información acerca de la
situación estresante (lo que permite reducir la incertidumbre) y validar las propias
reacciones (comparando sentimiento y conductas). Esa busca de información, la
necesidad de validar las propias experiencias y reacciones, y la necesidad de
establecer un proceso de comparación social con las personas que comparten una
misma situación o problemática son, por ejemplo, elementos característicos de los
grupos de autoayuda. Cassel y Cobb propusieron que el apoyo social protege a
las personas de las consecuencias negativas, físicas y psicológicas, de los
sucesos vitales estresantes.

Para Caplan un sistema de apoyo implicaba un patrón duradero de vínculos


sociales continuos o intermitentes que desempeñan una parte significativa en el
mantenimiento de la integridad física y psicológica de la persona al promover el
dominio emocional, al proporcionar orientación cognitiva y consejo, al proveer
ayuda y recursos materiales, y al proporcionar feedback acerca de la propia
identidad y desempeño.

Desde entonces, la influencia del apoyo social en la salud y el ajuste psicológico y


social ha despertado el interés de disciplinas como la psicología, la epidemiología,
el trabajo social, la sociología o la psiquiatría social, así como de profesionales y
responsables de la salud pública y de la intervención social, produciéndose una
convergencia de ideas, resultados de investigación y nuevas formas de entender
la provisión de ayuda que son indicativas de la importancia que ha adquirido este
constructor.

La definición del apoyo social

El estudio del constructor del apoyo social, es ampliamente aceptada la distinción


entre una perspectiva cuantitativa o estructural y una perspectiva cualitativa o
funcional, la diferenciación entre la percepción y recepción del apoyo social, y las
distintas fuentes o contextos donde se produce o puede producirse el apoyo
social.

Desde una perspectiva estructural se enfatiza la importancia de las características


de las redes sociales y de las condiciones objetivas que rodean al proceso de
apoyo social. Desde el punto de visa, el interés se centra en los elementos más

73
identificables y objetivos de la red de relaciones sociales de una persona. Es
importante distinguir aquí entre los términos red social, apoyo social y red de
apoyo. La red social hace referencia a las características estructurales de las
relaciones sociales, mientras que el concepto de apoyo social hace referencia a
las funciones que desempeña esa red y a sus posibles efectos en el bienestar
individual. Por otra parte, mientras que el concepto de red social se refiere al
conjunto de relaciones sociales, el concepto de red de apoyo, más restringido,
hace referencia al subconjunto de esas relaciones que se desempeñan funciones
de apoyo.

Existe un amplio acuerdo entre los investigadores en distinguir al menos tres


funciones fundamentales del apoyo social: el apoyo emocional, el apoyo
instrumental y el apoyo informal. Otros autores incluyen, además, otras funciones
como el apoyo de estima, apoyo de evaluación (afirmaron o feedback), compañía
social o la oportunidad que nos ofrecen las relaciones sociales para ser capaces
de proporcionar apoyo a otros (Weiss, 1974). No obstante, este conjunto de
funciones puede agruparse en dos dimensiones propuestas por Lin (1986):
funciones instrumentales y funciones expresivas del apoyo social. La dimensión
instrumental se refiere a la medida en que las relaciones sociales son un medio
para conseguir objetillos o metas.

La dimensión expresiva hace referencia a las relaciones sociales tanto como un fin
en sí mismas, como un medio pro las que el individuo satisface necesidades
emocionales y afiliativas, tales como sentirse amado, compartir sentimientos o
problemas emocionales, sentirse valorado y aceptado por los demás, o resolver
frustraciones.

Finalmente, diversos autores, aunque con diversas denominaciones, han


coincidido en establecer tres fuentes o contextos principales donde tiene lugar el
apoyo social.

El más externo y general de ellos consiste en las relaciones que se establecen con
la comunidad y reflejaría la integración en la estructura social más amplia.
Constituyendo un indicador del sentido de pertenencia a una comunidad. El
siguiente estrato, más cercano al individuo, consiste en las redes sociales a través
de las cuales se accede directa e indirectamente a un número relativamente
amplio de personas, proporcionan al individuo un sentimiento de vinculación, de
significado o impacto. Finalmente, las relaciones íntimas y de confianza
constituyen para el individuo el último y más central y significativo de los estratos o
categorías de relaciones sociales propuestas. Esta clase de relaciones implican un
sentimiento de compromiso.

74
Efectos del apoyo social en la salud y el bienestar

Los estudios que han relacionado la carencia del apoyo social y el aislamiento
social con la mortalidad constituyen la evidencia más dramática acerca de la
relación entre el apoyo social y la salud. Los estudios epidemiológicos
prospectivos sobre la relación entre el aislamiento social y los índices de
mortalidad que se iniciaron a mediados de los años 60 se encuentran entre los
más conocidos y citados. Uno de estos estudios fue complementado por Berkman
y Syme en Oakland, California. En este estudio más de 4000 personas fueron
clasificadas de acuerdo con su nivel de apoyo social, evaluando en términos de su
estatus marital, pertenencia a clubes y grupos religiosos y la cantidad de contactos
con amigos y familiares. Además se controlaron variables tales como el estatus
socioeconómico, la obesidad, ejercicio físico, tabaquismo, uso de alcohol, etc.
Después de un seguimiento de nueve años los resultados obtenidos indicaban que
los varones con niveles más bajos de apoyo social tenían una probabilidad de
morir durante ese periodo 2,3 veces más elevada que otras personas con niveles
mayores de apoyo social. Para las mujeres con carencias de apoyo social la
desventaja era de 2,8. Pero además, lo que confiere una mayor solidez y
credibilidad a este estudio, es el hecho de que sus resultados han sido en EUA
sino también en otros países como Suecia o Finlandia (House y otros, 1998). Por
ejemplo en Suecia los varones con niveles más bajos de apoyo social tenían tasas
de mortalidad cuatro veces mayores a las de aquellos con niveles altos de apoyo
(Baron y otros, 1992).

El interés por el estudio del apoyo social se despierta fundamentalmente por la


asociación positiva entré esta variable e índices de salud, asociación
repetidamente observada y que se ha reflejado en un abundantísmo número de
trabajos de investigación y revisiones que dejan pocas dudas con respecto a la
importante asociación entre la percepción de apoyo social, la salud y el ajuste
psicosocial.

Como ha señalado Cameron (1990), aunque la mayoría de las investigaciones son


de naturaleza correlacional y no pueden legítimamente utilizarse para establecer
relaciones casuales, siguen constituyendo una excelente razón empírica para
creer en la importancia de las relaciones sociales de apoyo. Así, por ejemplo, se
han observado relaciones entre el apoyo social y variables en los siguientes
ámbitos de salud y el ajuste psicosocial:

1. Se ha observado repetidamente que existe una relación positiva entre el apoyo


social y la salud física (por ejemplo, menos incidencia de enfermedades
coronarias, menores complicaciones en el embarazo, menor número de ataques
de asma, etc.).

75
2. El acceso a relaciones íntimas o redes sociales positivas se ha asociado con el
bienestar psicológico y la ausencia de depresión.
3. El apoyo social modera los efectos negativos del estrés laboral y el desempleo

4. El aislamiento social se ha identificado repetidamente como un correlato o factor


de riesgo del maltrato infantil y de la retirada del menor del hogar

5. El acceso a una red social positiva ha demostrado ser un mejor preeditor del
éxito en la integración comunitaria que otros tratamientos para pacientes
mentales, menores en centros de tratamiento residenciales y para la vuelta del
delincuente juvenil a la comunidad.

6. El entrenamiento en habilidades ha demostrado ser relativamente inefectivo


para influir en conductas arraigadas en madres con pobres ingresos y pacientes
mentales a menos que se utilice al mismo tiempo una estrategia interventiva que
trate de vincular a esas personas en una red de contactos sociales positivos.

7. Es más improbable para las personas que han sido maltratadas en su infancia
pero que poseen una red social fuerte y activa repetir los malos tratos con sus
propios hijos.

8. La disponibilidad para una persona que ha perdido a su pareja de una red social
compuesta por personas que han sido capaces de superar un mismo suceso vital
proporciona tanto fortaleza como un modelo para afrontar la pérdida.

9. Las personas de la tercera edad que no están vinculadas a una red informal de
apoyo, tienden a utilizar con mayor frecuencia los servicios formales, el bienestar
personal tiende a reducirse y la probabilidad de ser institucionales se incrementa.

Si se considera la creciente evidencia empírica acerca de la importancia del apoyo


social como un recurso con un poderoso potencial para la prevención y mejora del
bienestar físico y psicosocial, es comprensible que la atención de los
investigadores se dirija cada vez más a las posibles aplicaciones prácticas de ese
conocimiento. Los ejemplos anteriores no sólo subrayan la importancia que las
relaciones sociales de apoyo y la integración social tiene en la salud física y
mental y en el ajuste social, sino que sugieren una nueva forma de entender la
intervención social en la que los recursos sociales del entorno natural pueden
desempeñar un rol fundamental en el logro de los objetivos de la intervención.

El redescubrimiento de la importancia de las redes informales de apoyo social

Como se ha podido comprobar, con el ímpetu que adquiere la investigación en el


ámbito del apoyo social desde los años 70 se produce un continuo
redescubrimiento del valor de las redes informales de apoyo y de la integración

76
social de la persona en su comunidad, desmitificando la creencia de que las
grandes estructuras y organizaciones formales en la sociedad moderna han
llevado al declive del rol que desempeñan los grupos primarios (familia, amigos,
vecinos, comunidad, etc.).

En este proceso de redescubrimiento de la importancia de las redes naturales de


apoyo en la comunidad desempeñarán un papel especialmente relevante diversos
trabajos de investigación que contribuirían a la consolidación del movimiento de la
salud mental comunitaria (Gottlieb, 1981). Uno de los precedentes más relevantes
fue una encuesta nacional llevada a cabo a fines de los años 50 en los Estados
Unidos (Joint Comisión on Mental Illness and Health, 1961) con el objetivo de
examinar las actitudes del público hacia la enfermedad mental y los pasos que las
personas tomaban para resolver sus problemas. Los resultados de este estudio
indicaron que sólo una pequeña proporción de los problemas psicológicos, tal y
como eran definidos por las personas, llegaban a los profesionales de la salud
mental. En su lugar las personas acudían en busca de ayuda a miembros de la
familia, amistades, vecinos, iglesia, etc. (Gurin y otros, 1960). Los resultados de
encuestas similares (Roberts y otros, 1966; Ryan, q969) y los trabajos de autores
como Dunham (1959) quien destacaría la importancia de los recursos informales
de apoyo en la comunidad y los grupos de autoayuda en la reintegración del
paciente mental en la comunidad, Duhl (1963) quien destacaría el rol de los
cuidadores informales en la resolución de los problemas emocionales y en la
reducción del estrés, así como de la importancia de ayudar a las personas a
ayudar a otras, o Nelly (1966) quien destacaría el papel de los agentes urbanos
(peluqueros, porteros, comerciantes, etc.) en el bienestar de la comunidad,
despertarían un gran interés por el papel que la fuentes informales de apoyo
desempeñan en el proceso de ajuste de los miembros de la comunidad. Trabajos
que estimularían el desarrollo de nuevas iniciativas de prevención e intervención
con el objetivo de optimizar la calidad de los recursos informales de apoyo en la
comunidad.

El apoyo como estrategia de intervención

Ciertamente, no es muy amplio el espacio que se requiere para justificar la


inclusión de un tópico como el apoyo social en el contexto de la intervención social
y comunitaria. Al pensar, por ejemplo, en la creciente importancia que tópicos
como “red de relaciones sociales”, “redes formales e informales de apoyo social” o
“sistemas de apoyo comunitario” han adquirido en la programación y diseño de
estrategias de intervención comunitaria, tanto como elementos imprescindibles en
el análisis de necesidades y de los factores estructurales y procesos que generan
y mantienen los problemas sociales, como recursos o técnicas de intervención
social y comunitaria, a través de su estimulación, organización y desarrollo, con un
gran potencial para promover el cambio hacia un mayor bienestar psicológico y
social (Gracia y otros, 1991). Como señala Sánchez (1988), una idea directriz de

77
la psicología comunitaria es que la desorganización y desintegración social y la
disolución de redes de apoyo y de grupos sociales primarios (especialmente la
familia) presente en las sociedades industriales y urbanas modernas son factores
clave en la génesis de los problemas psicosociales actuales (drogodependencias,
delincuencia, marginación, problemática familiar…). En este sentido, el
restablecimiento del sentido de pertenencia grupal y comunitaria es parte esencial
de numerosas estrategias de intervención comunitaria (Sarason, 1974). Desde
esta perspectiva, la programación de “sistemas de apoyo comunitario” y el
desarrollo y potenciación de “redes informales de apoyo” pueden considerarse
intervenciones proveedoras de apoyo social decisivas para el ajuste psicológico y
social del individuo, especialmente e aquellos grupos y comunidades más
desasistidos, más deprivados y más alejados de los servicios sociales y de salud
(Blanco, 1988).

Benjamín Gottlieb (1988b) ha propuesto la siguiente definición de las


intervenciones que incorporan el apoyo social: Esfuerzos por optimizar los
recursos psicosociales de los individuos que proveen o reciben en el contexto de
las relaciones con el grupo primario. Para Gottlieb (1992), las intervenciones
basadas en el apoyo social, independientemente de la estrategia que se adopte,
difieren de otro tipo de intervenciones puesto que su objetivo fundamental es la
creación de un proceso de interacción con el entorno social que sea capaz de
satisfacer las necesidades psicosociales de las personas. Estas intervenciones se
concentran en las interacciones ya existentes o con otras que se introducen desde
el exterior y se convierten temporal o permanentemente en relaciones
significativas. Estas interacciones pueden ocurrir en situaciones cotidianas o en
situaciones estresantes. En cualquier caso, el propósito de la intervención es la
creación de un proceso de interacción que optimice el ajuste entre las
necesidades psicosociales de la persona y las provisiones sociales y emocionales
que se reciben (Gottlieb, 1992). De acuerdo con el análisis de este autor, las
intervenciones basadas en el apoyo social, al contrario que los acercamientos
psicoterapéuticos tradicionales, no tienen lugar a través de la interacción directa
con un profesional u otra figura formal de ayuda. Es decir, los efectos beneficiosos
de la intervención no proceden de las instrucciones o educación que provee el
profesional o de su habilidad para crear condiciones que promueven la
comprensión psicológica a través del diálogo o modelado con el profesional. Las
intervenciones basadas en el apoyo social generalmente implican la interacción
directa con el entorno social de la persona y sus efectos positivos son resultado de
los recursos que se intercambian durante esta interacción. Estos recursos incluyen
la información acerca del self y del entorno, así como la ayuda tangible, el
cuidado, la compañía y el apoyo emocional. El rol del profesional, es por tanto,
indirecto e involucra esfuerzos para ajustar los recursos del entorno social.

Para Gottlieb las anteriores iniciativas de intervención conllevan tres actividades


fundamentales: a) La creación de las condiciones que conduzcan a la expresión

78
del apoyo necesitado, b) determinar si ese apoyo tiene lugar y c) la evaluación de
su impacto. Finalmente, estas intervenciones pueden complementar otras
intervenciones profesionales, ser parte de un programa más amplio de
intervención o ser el objetivo único del programa. Siguiendo al autor, él ha
desarrollado una tipología de intervenciones cuya organización se articula
alrededor de distintos niveles de intervención: Individual, diádico, grupal, social y
comunitario. En general, el objetivo de estas intervenciones es optimizar los
recursos psicosociales que las personas intercambian en el contexto de las
relaciones con los miembros del grupo social primario. Las variaciones en las
estrategias de intervención para lograr este objetivo dependen de un amplio
número de factores, entre los que se incluyen las exigencias de las situaciones, la
estructura y recursos de los vínculos sociales, obstáculos prácticos que limitan los
cambios en el entorno social y, no menos importante, las preferencias de los
responsables de la intervención.

Nivel de intervención Ejemplos

Individual Promoción de creencias acerca de la legitimidad y eficacia del


Proveedor del apoyo apoyo social informal
Promoción de estilos de afrontamiento que faciliten la movilización
del apoyo social
Receptor del apoyo Control de los niveles de ansiedad en los intercambios de apoyo
Diádico
Apoyo de un miembro Apoyo durante el proceso de cambio de hábitos de salud
clave de la red social Apoyo durante el parto
Promoción de estilos de afrontamiento que faciliten la movilización
del apoyo social
Introducción de un nuevo Visitas al hogar
vínculo social Apoyo a madres solteras
Terapia de compañía
Grupal
Apoyo de miembros de Promoción de la red de apoyo informal
la red social Terapia de red
Evaluación y desarrollo de redes de apoyo
Crear un grupo Creación de grupos de apoyo
nuevos vínculos sociales Programas de apoyo de la familia
Programas de rehabilitación psicosocial
Sistema social
Definiciones de rol Ampliación del rol desempeñado
Cambios estructurales Introducción de nuevas normas
y organizacionales Introducción de nuevas estrategias de desarrollo organizacional
que enfaticen la colaboración y la ayuda mutua
Comunidad Campañas de educación pública

Tabla 1. Apoyo social: estrategias y niveles de intervención (Gottlieb, 1988)

79
3.2.3.3. Grupos de Autoayuda
Continuando con Gracia67 fue durante los años 30 cuando tuvo lugar en los
Estados Unidos lo que se ha considerado el desarrollo más importante en el
movimiento actual de los grupos de autoayuda, la formación de Alcohólicos
Anónimos, el primer grupo de autoayuda tal y como se entienden actualmente y
que todavía constituye una organización para la ayuda mutua paradigmática.
Como señala Katz (1993), después del “abuelo” de las organizaciones de
autoayuda, Alcohólicos Anónimos, comenzaron a surgir grupos para padres con
hijos discapacitados, personas con problemas de salud mental y con condiciones
crónicas, a estos grupos siguieron la mirada de grupos con propósitos específicos
con una continua proliferación durante los años sesenta, que continuó durante los
setenta y ochenta y que, actualmente, todavía no existen signos de este ímpetu
haya disminuido.

De acuerdo con Lieberman y Borman (1976), existen diversos modelos


explicativos de este desarrollo y crecimiento de los grupos de autoayuda. Desde
un marco de referencia funcionalista, el surgimiento de nuevas instituciones en la
sociedad es debido a que existen necesidades significativas y reconocidas entre
los miembros de esa sociedad que no son satisfechas por las instituciones
existentes (por ejemplo, respuestas profesionales inadecuadas en el tratamiento
del alcoholismo o en la rehabilitación de personas con condiciones crónicas). Otro
modelo explicativo considera a los grupos de autoayuda como vía alternativa para
obtener servicios que también se encuentran disponibles en los programas de
otras instituciones de la sociedad. Aquí el énfasis se encontraría no tanto en las
necesidades insatisfechas o en los servicios inadecuados, como en la forma en
que se ofrecen esos servicios (por ejemplo, las organizaciones representarían
valores como la igualdad, la autonomía, la solidaridad, que no se encuentran en
otros servicios). Otros puntos de vista consideran que el crecimiento y desarrollo
de los grupos de autoayuda puede explicarse a partir de las necesidades
individuales de afiliación y de constituir una comunidad con otras personas que se
encuentran en condiciones similares (por ejemplo, en respuesta a los sentimientos
de alienación que muchos encuentran en la sociedad actual, donde los lazos
afiliativos tradicionales que podían encontrarse en diversas organizaciones
sociales tienden a desaparecer). Aquí el énfasis se situaría no tanto en los
servicios que estos grupos pueden prestar, sino en los sentimientos de afiliación e
identidad que promueven.

Por su parte, Gartner y Riessman (1977) aportan las siguientes razones que
pueden explicar el crecimiento y mayor aceptación de los grupos de autoayuda: a)
Estos grupos proveen servicios necesarios más económicamente que los
acercamientos institucionales y profesionales tradicionales, b) la existencia de una
creciente tendencia antiburocrática en la sociedad, c) el rol de estos grupos en la
reducción de los sentimientos de alienación y en el incremento de los sentimientos
67
Ibíd. 62

80
de poder personal, d) su atractivo para un amplio número de poblaciones,
mujeres, jóvenes, personas ancianas, personas con handicaps, etc. e) su
efectividad como un recurso para el cuidado de personas con enfermedades
crónicas, y f) sus esfuerzos por mejorar los distintos servicios institucionales que
se consideran en muchos casos incapaces e inadecuados para satisfacer las
necesidades de sus usuarios.

Definición

Dentro de las diversas definiciones que aporta la literatura sobre grupos de


autoayuda, se destaca la propuesta por Katz y Bender (1976) por su grado de
amplitud, la cual ha sido adoptada por la Organización Mundial de la Salud: “Los
grupos de autoayuda son grupos pequeños y voluntarios estructurados para la
ayuda mutua y la consecución de un propósito específico. Estos grupos están
integrados habitualmente por iguales que se reúnen para ayudarse mutuamente
en la satisfacción de una necesidad común, para superar un hándicap común o
problemas que trastornan la vida cotidiana, y conseguir cambios sociales/o
personales deseados. Los iniciadores y miembros de estos grupos perciben que
sus necesidades no son o no pueden ser satisfechas por las instituciones sociales
existentes. Los grupos de ayuda mutua enfatizan la interacción social cara a cara
y la responsabilidad personal de sus miembros. Con frecuencia proporcionan
ayuda material así como apoyo emocional; están orientados a la causa del
problema y promueven una ideología o conjunto de valores a través de los cuales
los miembros del grupo pueden obtener e incrementar un sentido de identidad
personal”.

Otra definición propuesta es que los grupos de autoayuda son grupos


autogobernados cuyos miembros comparten una preocupación común y se dan
mutuamente apoyo emocional y ayuda material, son gratuitos o se solicita una
pequeña cuota para ser miembros, y se valora especialmente el conocimiento
experiencial con la creencia de éste proporciona una especial compresión de una
situación. Además de proveer apoyo mutuo para sus miembros, estos grupos
pueden también involucrarse en actividades de información, educación, ayuda
material y de acción social en sus comunidades (U.S. Department of Health and
Human Services, 1987).

Características de los grupos de autoayuda

Aunque existe una gran variedad entre los grupos de autoayuda con respecto a
los problemas que tratan, su formato, estilo, tipo de liderazgo, ideología,
características organizativas, etc., en general todos comparten ciertas
características comunes. Estas características comunes, como ha señalado
Silverman (1980), no son el producto de la teoría o ideología de un grupo
particular, del tipo de problema o del estilo de liderazgo, sino que son condiciones

81
intrínsecas de los grupos pequeños que adquieren un carácter más pronunciado
en grupos cuyos miembros se encuentran afectados por estados de necesidad
similares, desean compartir diversos aspectos personales y unir sus esfuerzos
contra un mundo externo que, con frecuencia, se percibe como hostil.

Marie Killilea (1976) citada por Gracia68, identificó las siguientes características de
los grupos de autoayuda:

1. Experiencias comunes de sus miembros. El proveedor y el receptor de la


ayuda comparten un mismo problema.
2. Ayuda mutua y apoyo. La persona es un miembro de un grupo que se
reúne regularmente con el objetivo de proveer ayuda mutua.
3. La ayuda como terapia. En una situación en la que una persona ayuda a
otras con un problema común, quien proporciona ayuda puede ser quien
más se beneficie de ese intercambio.
4. Asociación diferencial. El refuerzo de la autopercepción de normalidad
facilita el abandono de los miembros de los grupos de sus identidades
desviantes previas.
5. Creencias y fuerza de voluntad colectivas. Se busca en otras personas del
grupo la validación de los sentimientos y actitudes.
6. Intercambio de información. Se promueve una comprensión factual de los
problemas, en lugar de la comprensión intrapsíquica.
7. Acción constructiva hacia metas compartidas. Los grupos están orientados
hacia la acción, los miembros aprenden y cambian mediante la acción.

A continuación se analizan con mayor detenimiento las características más


relevantes de los grupos de autoayuda.

La experiencia común de los miembros del grupo

La experiencia común es el concepto fundamental que distingue la experiencia de


la ayuda mutua de otros intercambios de ayuda (Silverman, 1980). Un aspecto
crítico de la ayuda mutua consiste en aprender cómo otra persona maneja un
problema determinado, aprendizaje que es posible cuando la persona encuentra
en le grupo de autoayuda a otra persona que comparte el mismo problema con la
que el nuevo miembro puede identificarse y donde puede encontrar un modelo de
rol (Silverman, 1992). Para Romeder (1990), una característica de los grupos de
autoayuda relacionada con la experiencia común que los miembros tienen con
respecto a un problema en particular es lo que este autor ha denominado
“resonancia”. En estos grupos la ayuda mutua surge no sólo de la experiencia
común de un mismo problema o sufrimiento, sino también de los sentimientos
similares acerca de ese sufrimiento. La resonancia se refiere a esa experiencia
común de sentimientos recíprocos. Esta homogeneidad tiene también una función
68
Ibíd. 62

82
psicológica relevante: La mejora de la empatía, un sentido de simetría y la
voluntad de revelar sentimientos personales profundos (Jacobs y Goodman,
1989).

Apoyo emocional

Las personas con problemas tienden a sentirse aislada y confundidas y, en este


sentido, puede servir de ayuda hablar acerca de esos problemas con otras
personas que se encuentran en el mismo “barco”. El apoyo emocional que se
encuentra en estos grupos puede ayudar a la persona bien a ajustarse a la
situación o a cambiar esa situación (Richardson, 1983). La ayuda y apoyo
emocional de otras personas con problemas similares es uno de los principales
atractivos de los grupos de autoayuda.

Los siguientes aspectos expresan apoyo emocional:

1. Refuerzo positivo: El grupo aplaude o recompensa las conductas


deseables.
2. Se comparten las experiencias, pensamientos y sentimientos cotidianos con
otros miembros del grupo.
3. Se ofrece feedback: Los miembros del grupo revelan sus sentimientos e
impresiones acerca de otros miembros en interacciones cara a cara.
4. Los miembros se tranquilizan y se refuerzan mutuamente acerca de su
capacidad para manejar sus problemas.
5. Se justifican los sentimientos o acciones en respuesta a situaciones
determinadas.
6. Afirmación mutua: Los miembros se refuerzan mutuamente acerca de su
valía personal.
7. Empatía: Cuando se expresan emociones los miembros hacen saber que
entienden y comparten esos sentimientos.
8. Normalización: Cuando un miembro describe sus acciones o emociones
como raras o anormales los otros miembros del grupo tratan de hacer ver
que esa conducta es normal.
9. Se ofrece esperanza con respecto al éxito en la solución de los problemas.
10. Catarsis: El grupo facilita la descarga emocional.

Información, consejo y educación

Para la mayoría de condiciones alrededor de las cuales se forman los grupos de


autoayuda existe información que puede ayudar a las personas a mejorar su
capacidad de afrontamiento. Los grupos de autoayuda proporcionan esa
información y consejo. Dicha información que se disemina a través del grupo de
autoayuda tiene su origen, en gran medida, en el conocimiento experiencial y en

83
ese sentido, es difícil de obtener por otros medios como libros, profesionales y
otras instituciones formales.

Reestructuración cognitiva

De acuerdo con Katz (1993), la reestructuración cognitiva se refiere al proceso de


cambio de la percepción y comprensión de los problemas y de la medida en que
esa reestructuración influye en la conducta. La forma en los grupos de autoayuda
facilitan las nuevas percepciones cognitivas de sus miembros es:

1. Proporcionando a sus miembros una razón y una lógica a sus problemas


2. Proporcionando consejo e información normativa e instrumental
3. Ampliando el rango de percepciones alternativas de los problemas
4. Mejorando las capacidades discriminativas con respecto a los estímulos y
contingencias en las vidas de sus miembros
5. Apoyando el cambio de actitudes hacia sí mismo, la propia conducta y la
sociedad
6. Mediante la comparación social y la validación por consenso
7. Haciendo posible el desarrollo de una cultura y una estructura social
alternativa o sustitutoria dentro de la cual los miembros pueden desarrollar
nuevas definiciones de su identidad personal y nuevas normas a partir de
las cuales basar su autoestima

Socialización

La función de los grupos de autoayuda para ayudar a sus miembros a superar los
sentimientos de aislamiento social es particularmente importante. El retraimiento
social es, una reacción de las personas que sufren un problema o condición
estresante que se basa en el siguiente conjunto de creencias: a) Nadie más tiene
este problema, b) no hay nadie que comprenda lo que significa tener ese
problema, o c) no hay nadie que pueda ayudarme a superar este problema y, la
socialización puede ayudar a la persona a romper ese aislamiento al proporcionar
actividades sociales y recreativas.

Acción conjunta

En los grupos de autoayuda se espera de cada miembro que se involucre de


forma activa y trabaje por el bienestar del grupo de acuerdo a su capacidad. La
acción conjunta es para lograr diversas metas, es un importante antídoto de la
ansiedad y los sentimientos de indefensión. Así los miembros de un grupo de
autoayuda que se involucran en diversas actividades colectivas pueden encontrar
una nueva fuente de satisfacción personal y feedback positivo, oportunidades para
discutir informalmente los problemas, desarrollar nuevas amistades, y adquirir una

84
nueva perspectiva que trasciende la preocupación obsesiva con sus problemas
(Katz, 1993).

Promoción de los sentimientos de control, autoconfianza y autoestima

Los grupos de autoayuda tratan de fomentar las potencialidades y capacidad de


influencia de sus miembros. Al asumir un mayor control y responsabilidad sobre
áreas importantes de sus vidas y asumir un actitud más preactiva hacia su
entorno, se promocionan nuevos sentimientos de poder y competencia que
pueden contribuir de forma importante a la salud mental de sus miembros, y al
manejo del estrés.

Los grupos de autoayuda proporcionan, además, oportunidades para que sus


miembros desempeñen nuevos roles, asuman nuevas responsabilidades, se
conviertan en líderes y adopten nuevos estilos de vida, facilitando así el difícil
proceso de construcción de una nueva identidad social.

¿Por qué funcionan los grupos de autoayuda?

Como ha señalado Katz (1993), los grupos de autoayuda proporcionan “algo”


beneficioso, recompensante y útil a sus fundadores y miembros, puesto que, de
otra forma, estos grupos ni durarían. Los elementos que hacen posible su
funcionamiento son:

1. Localización del poder. Esta subdimensión se centra en la localización del


poder para la toma de decisiones con respecto a funciones clave del grupo
tales como la iniciación y terminación del grupo, establecer criterios de
afiliación y desarrollar los formatos para las reuniones de grupo. En un
extremo del continuo de esta dimensión, los miembros como grupo son la
única autoridad con respecto a estas funciones. En el siguiente nivel, son
los líderes elegidos quienes toman las decisiones.
2. Fuentes de liderazgo. Este continuo comprende desde voluntarios no
formados hasta profesionales. En la mayoría de grupos de autoayuda los
líderes son personas que comparten el problema y que se encuentran
dispuestas para asumir responsabilidades de liderazgo. En algunos grupos,
los miembros son seleccionados para desempeñar tareas de liderazgo y en
ocasiones se requiere un período de formación que tiene lugar en
organizaciones externas. En otros grupos, aunque algunos de los miembros
desempeñan responsabilidades de liderazgo, la autoridad final reside en un
facilitador formado a tal efecto o en un profesional.
3. Rol interno de los profesionales. El continuo para esta dimensión
comprende desde la falta de confianza y la exclusión de profesionales, el
uso del profesional como un recurso, el profesional como miembro activo
con el mismo estatus que otros miembros del grupo, el profesional como

85
patrocinador u organizador del grupo y, finalmente, el profesional como la
persona que directa o indirectamente dirige el grupo. El profesional se
define, para los propósitos de esta tipología como una persona que ha sido
formada en una disciplina relevante, que puede obtener beneficios
económicos por su labor y que puede no haber enfrentado personalmente
el problema.
4. Tipo de conocimiento utilizado. Esta subdimensión se refiere al tipo de
conocimiento utilizado por el grupo tanto para definir como para resolver los
problemas. En un extremo de este continuo se encuentra el conocimiento
experiencial. De acuerdo con la definición de Borkman (1976), el
conocimiento experiencial es el obtenido por la participación personal en un
fenómeno. Este conocimiento tiende a ser concreto y basado en el sentido
común puesto que se basa en la experiencia actual de un individuo, la cual
es única, limitada, y más o menos representativa de la experiencia de otras
personas que tienen el mismo problema. En el otro extremo de la
dimensión, se encuentra el conocimiento profesional, basado en la
investigación y el análisis, y compartido, a través de programas de
formación, con futuros profesionales. Los grupos que se sitúan en el
extremo experiencial comparten, en general, problemas, soluciones y
progresos, con interacciones cara cara. De estos grupos pocos incluyen
conferenciantes o presentaciones formales en sus actividades. Los grupos
con un período largo de existencia a veces recopilan y publican el
conocimiento experiencial para así ser compartido por otros miembros.
Algunos grupos también publican y diseminan no sólo conocimiento
experiencial, sino también información para los medios de comunicación y
profesionales. Por otra parte, otros grupos confían en actividades
educacionales y utilizan a los profesionales como recurso. Otros se
organizan a partir de orientaciones y procedimientos desarrollados por los
profesionales, combinando el conocimiento experiencial con le
proporcionado por los profesionales. Finalmente, algunos grupos son
establecidos y dirigidos por profesionales. Estos grupos generalmente
utilizan el conocimiento profesional para los procedimientos organizativos y
de liderazgo, aunque el conocimiento experiencial es todavía utilizado a
través de las interacciones personales y discusiones en las reuniones.

86
3.3. UNIDAD DIDACTICA 3. ÁREAS DE INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGIA
COMUNITARIA

3.3.1. CAPITULO 7. METODOLOGIA Y EVALUACIÓN

3.3.1.1. Evaluación de programas

Para abordar el tema que se presenta a continuación se ha retomado a Martín,


Chacón y Martínez69. Los autores afirman que en la actualidad existe un gran
despliegue de programas sociales o de intervención social que con distintos
propósitos e intenciones, tienen una finalidad última: Producir un determinado
cambio social en los sujetos hacia los que van dirigidos. Los procesos de creación
de los diversos programas, es decir, su origen es muy diverso y obedece a
criterios de muy variada cualidad.

Definición de la evaluación de programas

En la fase de elaboración de un programa social, ha existido previamente a su


puesta en marcha, un análisis del problema que se pretende solucionar, se ha
escogido una estrategia de acción, se han formulado ciertos objetivos y metas
concretas y se han identificado los medios para conseguirlos. Con todos estos
antecedentes, se ha organizado la ejecución y se han puesto en práctica las
acciones previstas. Sin embargo, en algún momento será necesario analizar cómo
se está comportando el programa en su fase de ejecución o, dicho de otro modo,
hasta qué punto se están alcanzando los objetivos y metas en cantidad y calidad
deseadas para ese instante de desarrollo del programa.

La definición de evaluación de programas varía según el autor que le manifieste


aunque permanece la idea común. Para la definición de programa los autores
comparten el criterio de colegas Craig y Metze (1982), que entienden por
programa “una actividad o series de actividades encaminadas a cambiar el estado
social, psicológico, económico o educacional de un individuo o grupo de
individuos”.

Cualquiera que sea la índole o la amplitud de un programa, su evaluación puede


definirse de muy variadas formas. Para Riecken (1972), la evaluación de
programas es la medición de las consecuencias deseables e indeseables de una
acción ejecutada para facilitar la obtención de metas que estima el sujeto. Otro
autor, Alkin (1972), designa la evaluación como el proceso de verificar las áreas
de decisión, seleccionando para ello información apropiada y recopilándola y
analizándola con objeto de comunicar un resumen de datos que ayude a los
encargados de tomar decisiones a escoger entre las alternativas. También autores

69
MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ GARCÍA, Manuel.
Psicología Comunitaria. Textos Visor.

87
como Perloff, Perloff y Susana (1976) consideran la evaluación de programas
como la determinación de la medida en que un programa logró uno o más de sus
objetivos, las razones por las cuales no los alcanzó y la relación que hay entre los
efectos del programa y una diversidad de variables y características del mismo.

Abundando en las distintas concepciones sobre evaluación resaltan


consideraciones del Consejo de Europa, al dictaminar que “la evaluación consiste
en determinar si las acciones realizadas llevan a la consecución de las metas
fijadas y debe realizarse desde el comienzo y a través de todo el proceso, ya que
de esta manera se pueden clarificar los objetivos, indicar los avances que
experimente el programa durante la ejecución o establecer la necesidad de una
reformulación de éste cuando se hayan provocado cambios en la situación”.

La conclusión general es la misma cualquiera que sea la definición. La evaluación


de programas es un proceso de enjuiciar si un programa de actividades consiguió
las metas propuestas. Ahora bien, cualquiera que sea la índole del programa, la
evaluación puede tener dos modalidades principales que siempre se deberían
tener presentes:

 La evaluación como última etapa o fase de la estructura básica del


procedimiento de análisis.
 Y la evaluación como proceso permanente de control operacional.

Objetivos de la evaluación

La evaluación está consagrada al principio de la utilidad. Según esto, no se evalúa


por el ejercicio intelectual de descubrir una verdad oculta, sino que se hace porque
de allí se derivará un mejoramiento en la marcha de un programa o su eliminación,
si es que ésta aparece como la medida más razonable.

Carol H. Weiss (1975), señala: “El objetivo de la evaluación es medir los efectos
de un programa por comparación con las metas que se propuso alcanzar, a fin de
contribuir a la toma de decisiones subsiguientes acerca del programa y para
mejorar la programación futura”. De acuerdo con esta interpretación, de las
conclusiones a que se llega mediante la evaluación, siempre debe desprenderse
un conjunto de medidas que influyen en la marcha de un programa. La evaluación
es parte, en consecuencia, del proceso racional de toma de decisiones.

Siguiendo a Espinoza Vergara (1983), la evaluación tendría dos objetivos


fundamentales:

1. Medir el grado de idoneidad, efectividad y de eficiencia de un programa:


Idoneidad: Capacidad que tiene el programa para resolver el problema que lo
originó.

88
Efectividad: Capacidad que tienen las actividades y tareas del programa para
alcanzar los objetivos y metas que el mismo define.
Eficiencia: El índice de productividad del programa, o sea, la relación entre los
bienes y servicios finales y los costos requeridos para su producción.
2. Facilitar el proceso de toma de decisiones: Pudiendo ser muy diversas
tales como:
 Continuar o interrumpir el programa que se está evaluando;
 Mejorar sus prácticas o procedimientos
 Añadir o desechar técnicas en relación con las que se estén empleando;
 Modificar la estrategia en desarrollo;
 Establecer programas semejantes en realidades similares;
 Asignar recursos escasos entre programas que compiten entre sí;
 Aceptar o rechazar un enfoque o teoría sobre el programa en ejecución.

Áreas de evaluación

Si la evaluación es un quehacer permanente encaminado a mejorar eficacia y


eficiencia en el sistema, es preciso que se contemple como parte constitutiva de
cada una de las “fases” del proceso de planificación y ejecución. Por ello a la hora
de elaborar dicho proceso es necesario tener en cuenta los principios, métodos y
recursos para llevarla a cabo. De esta manera la evaluación debe estar presente
en todos los niveles y no sólo al final del proceso como tradicionalmente se ha
sostenido.

La generalización de la evaluación a todas las fases que conforman la puesta en


marcha de un programa conlleva necesariamente la complejización del diseño y el
establecimiento de objetivos y métodos acordes con le nivel en el que se opera.

Así, para que una evaluación sea operativa, hay que delimitar previamente los
aspectos del programa que se han de evaluar. En la evaluación los diferentes
aspectos en que se puede descomponer un programa se denominan áreas de
evaluación. Y esta evaluación puede ser de carácter global o parcial, según se
analicen todas o algunas áreas, y esto depende de la finalidad que persiga la
evaluación.

Aunque existe una amplia gama de modelos para la evaluación, los autores han
adoptado el criterio metodológico que sigue Ezequiel Ander-Egg (1982), por su
practicidad. El autor organiza las áreas en “área de coherencia interna” es decir,
compuesta por las fases que tienen que ver con el proceso interno del programa, y
de “coherencia externa” que serían las restantes fases relevantes del estudio.

89
Área de coherencia interna

1. Evaluación de la fase de diagnóstico


El diagnóstico de un programa es la fase con que se inicia su desarrollo y
consiste en el reconocimiento de la realidad que se realiza en el espacio
mismo donde se pretende ejecutar una acción determinada, es decir, el
análisis de síntomas de una situación problemática.
En esta fase se debe interrogar sobre una serie de aspectos tales como:
 El problema o problemática a tratar.
 Los instrumentos y procedimientos utilizados para detectar la problemática.
 La operatividad del diseño empleado.
 El análisis realizado.
 La interpretación que se hizo de los datos.
 Las consecuencias inferidas.

2. Evaluación de la fase de diseño


Esta es la fase durante la cual se define el programa mediante los
antecedentes que han sido recogidos y analizados en la fase de diagnóstico. El
objetivo fundamental en esta fase será comprobar que el programa presenta
una formulación adecuada que responda a la necesidad y a las circunstancias
que lo originaron, que las acciones que se planificaron tenían posibilidades
razonables de éxito y que los medios de que se disponían para ejecutar las
acciones son las adecuadas.

3. La fase de la implantación
La fase de implantación es el período durante el cual se realizan todas las
gestiones pertinentes para poner en marcha el programa. Entre los elementos
que conforman esta fase podemos destacar los siguientes:

3.1. Tareas de motivación


Aunque resulte paradójico, gran parte del éxito de un programa social depende
del impacto motivacional que procure en los agentes que componen el
desarrollo del mismo. Es decir, todas aquellas personas y/o instituciones que
participan en el mismo, desde el responsable político o patrocinador, hasta los
ciudadanos, usuarios del programa y como no, los trabajadores que han de
poner en práctica las directrices del programa.

3.2. La realización de las tareas y actividades organizativas dentro de los


planes previstos.
En definitiva, se trata de verificar la calendarización del programa.

3.3. La disponibilidad de recursos


En todo programa social, los recursos con los que cuenta para llevarlo a cabo
son un elemento primordial, razón por la cual, en la evaluación de este

90
apartado, se debe hacer un análisis pormenorizado, con especificación
concreta de las distintas variables. A continuación se presenta una porpuesta
de clasificación:

Recursos humanos
 Personal técnico dedicado al programa
 Personal auxiliar
 Personal voluntario y colaborador
 Personal de apoyo logístico para el programa

Recursos materiales
 Locales
 Mobiliario
 Herramientas, maquinaria, etc.

Recursos económicos
 Presupuesto efectivo
 Disponibilidad económica real
 Otras fuentes de financiación
 Agilidad administrativa en la gestión económica

Recursos técnicos
 Conocimiento de métodos y técnicas para el trabajo
 Utillaje profesional específico

3. Los preparativos para el establecimiento del programa en el terreno.


El inicio de la fase de ejecución requiere una serie de preparativos como
pueden ser aspectos de infraestructura, aspectos de organización previa de los
usuarios, de coordinación con la comunidad, de coordinación con otros
programas e instituciones.

4. Evaluación de la fase de ejecución


Durante esta fase la evaluación debe referirse a cuatro aspectos
fundamentales: Propiedad, idoneidad, efectividad y eficiencia.

Propiedad del programa: Es la capacidad real que tiene un programa para


modificar la situación problemática que lo originó. Para analizar esta capacidad
es necesario llegar a determinar la forma en que los objetivos generales
formulados en el diseño han incidido en la superación de la problemática. Se
podrían realizar algunas preguntas como: ¿Los objetivos que orientan la
ejecución del programa, tienen la relevancia que en el momento en que se
formuló el programa?; ¿qué aspectos dan base suficiente para afirmar que el
programa está apuntando a resolver las necesidades concretas que se
consideraron en el diagnóstico y en el diseño del mismo?

91
Idoneidad del programa: Entendida como la confiabilidad que existe de que las
acciones se han programado van a lograr alcanzar los objetivos propuestos.
Un aspecto importante para medir la idoneidad, sería determinar el grado de
cumplimiento de los objetivos intermedios, y verificar si s mantiene la relación
con los generales. Habría que responder a preguntas como las siguientes:
¿Eran las acciones desarrolladas las más adecuadas para lograr los objetivos
definidos?; ¿de qué manera los objetivos intermedios alcanzados tienden a
obtener los objetivos generales de que forman parte?

Efectividad del programa: Desprendida de la medición del grado en que los


objetivos y metas han sido alcanzados y de la medida en que ello se ha
logrado como producto de las acciones emprendidas por el programa. La
evaluación de las metas contiene diversos aspectos:
 Evaluación de la cantidad: Toda meta tiene un aspecto cuantitativo, esto es,
un número de unidades que es preciso alcanzar. Se trata de verificar ¿cuánto
se realizó?
 Evaluación de la calidad: Se trata de determinar el grado de obtención de
las metas, es decir, ¿en qué forma se alcanzó?
 Evaluación de tiempo: Consiste en evaluar el tiempo invertido en la
consecución de las metas en comparación con el tiempo previsto.

Eficiencia del programa: Comprendida como la relación que existe entre los
costos utilizados y los productos que se están alcanzando o se alcanzaron
finalmente con su ejecución. En otras palabras, es la cantidad de esfuerzos en
términos económicos, materiales y humanos que se invierten en la producción
de cada unidad que conforma las metas del programa.

5. Evaluación del perfil estructural y funcional de la Institución


Todo programa se lleva a cabo desde una estructura administrativa: La que
corresponde al organismo ejecutor del mismo. Ahora bien, esta estructura
administrativa y su modo funcional puede afectar positiva o negativamente a la
realización del programa. Por lo que se hace necesario que se someta a
evaluación. Algunos aspectos a tener en cuenta son:

Desde el punto de vista estructural: Organigrama, claves de la organización,


nivel y relaciones de autoridad y manual de la organización

Desde el punto de vista funcional: Mecanismos y procedimientos para la toma


de decisiones, canales de comunicación, sistemas de control y costos de
funcionamiento.

92
Área de coherencia interna

1. Evaluación de resultados efectivos


El programa se evalúa aquí desde el contexto en donde se realiza y desde su
coherencia interna como hemos señalado anteriormente. Se trata de verificar si
el programa responde o no a necesidades y problemáticas reales. Es decir, es
posible que un programa correctamente formulado podría no resolver de
manera significativa la situación que lo originó.

2. Evaluación del área de coordinación externa del programa


En este aspecto es preciso tener en cuenta la interacción del programa con
otros programas que puedan existir, y con los cuales se establezcan
conexiones para operar respecto del problema en cuestión o en una zona
determinada.

3. Evaluación de los efectos indirectos del programa


Se trata de medir los efectos indirectos que tiene el programa en otras áreas
que no estén directamente vinculadas a él. Es importante prever y medir los
efectos ya sean negativos o positivos. Podría darse el caso de que el programa
genere más problemas que los que intenta resolver y esto debido a la multitud
de factores que es preciso que aparezcan en la evaluación.

4. Opinión de los beneficiarios del programa


Los valores y opiniones de los ciudadanos deberían desempeñar un papel
esencial en la elaboración y en el desarrollo de los programas sociales, y, en
consecuencia, en su evaluación. Es preciso tener en cuenta que las opiniones
de los ciudadanos, usuarios de un servicio o de un programa, establecen unas
condiciones aparentes, dentro de las cuales se hará funcionar un programa o
no.

Aunque el programa esté alcanzando sus metas y objetivos, esto no significa


que necesariamente los objetivos hayan sido aceptados por la comunidad. Es
verdad que la importancia de la opinión de los beneficiarios o destinatarios del
programa depende de la importancia que se otorgue a la participación
ciudadana desde la institución que establece el programa.

Instrumentos útiles para la evaluación

Como la evaluación es una forma de investigación, las técnicas a utilizar no se


alejan de las de la investigación social. Dentro de los instrumentos más utilizados
en los procesos de evaluación de los programas sociales se encuentran:

93
1. Cuestionarios
Los cuestionarios son instrumentos de recogida de datos estructurados con base a
preguntas sistematizadas cuyas respuestas proporcionaran información sobre
aspectos que interesan al evaluador.

Los cuestionarios pueden ser “simples o complejos”, según la complicación con


que estén formulados y si pueden ser contestados por los sujetos por sí solos o
necesitan de la intervención del evaluador para establecer las preguntas y
estructurar las respuestas. Pueden ser de preguntas dicotómicas, preguntas de
múltiple elección y preguntas abiertas en las que el sujeto vierta su opinión.

También será conveniente que el cuestionario contenga instrucciones claras y


explicativas de manera que el encuestador y el sujeto encuestado no tengan
dudas sobre su contenido y la forma de responder.

2. La entrevista
La entrevista consiste –como instrumento- en una conversación entre dos
personas por lo menos, en la cual uno es el entrevistado y otro u otros son los
entrevistadores, estas personas dialogan con arreglo de ciertos esquemas o
pautas acerca de un problema o cuestión determinada, teniendo un propósito
evaluador. Como una técnica de recopilación, va desde la interrogación
estandarizada hasta la conversación libre. En ambos casos se recurre a una
“guía”, que puede ser un formulario o un esquema de cuestiones que han de
orientar la conversación. La entrevista se puede utilizar según su complejidad
desde tres puntos de vista, y dependiendo de los fines que se persigan: Entrevista
estructurada, entrevista no estructurada y entrevista focalizada.

3. Observación
La observación científicamente concebida, puede ser definida, siguiendo a
Espinoza (1983), como una forma de conocer y experimentar una situación o
ambiente con un objetivo científico, registrarla sistemáticamente y someterla a
chequeos y controles que permitan el máximo de validez y confiabilidad a los
hechos observados.

La observación sirve para realizar exploraciones preliminares de una situación


determinada que luego puede ser investigada con otros procedimientos. También
puede ser utilizada como una forma de obtener información más completa sobre
determinados aspectos dudosos obtenidos mediante cuestionarios.

4. Recopilación y análisis documental


La recopilación y análisis documental constituyen uno de los más valiosos medios
de apoyo a la labor de evaluación. En la recopilación y mediante una técnica de
análisis de contenido se procedería a un estudio de todos los referentes
documentales que obren en poder de la institución y que tengan que ver con el

94
problema. Se trataría de codificar y clasificar el material referido a: Fuentes
históricas, fuentes estadísticas, informes y estudios técnicos, memorias
institucionales de carácter global o sectorizadas, actas de reuniones, archivos,
diarios y documentos personales entre otros muchos tipos de documentos.

Hay que significar que estos instrumentos no son los únicos y que se trata, en
definitiva, de técnicas para recabar información, por lo que en este aspecto no
deben haber límites, los únicos límites, como lo señala Espinoza serían el ingenio
y la imaginación del investigador.

3.3.1.2. Evaluación de necesidades

Continuando con la revisión de los aportes que han realizado Martín, Chacón y
Martínez70 sobre el tema, los autores consideran importante primero abordar el
concepto de necesidad para luego abordarlo desde la evaluación. Señalan cuatro
aspectos relevantes del mismo:

1. Identificar una necesidad implica juicios de valor, personas con valores


diferentes señalarán necesidades distintas
2. Una necesidad es percibida por un grupo particular en un cierto conjunto de
circunstancias concretas, si varían estas condiciones puede modificarse la
percepción de la misma.
3. Un problema es un resultado inadecuado, que no se ajusta a las
expectativas. Existen múltiples de expectativas, que reflejan valores distintos.
Por ejemplo el nivel de atención o lista de espera de un equipo de tratamiento
de drogodependencia puede ser conceptualizado como problemático o no,
dependiendo de las expectativas que se empleen para valorarlo; las de los
profesionales, las de los políticos de los que depende el equipo, las de las
asociaciones de padres, etc.
4. Reconocer una necesidad implica que se considera que existe una solución.
Un mismo problema puede tener múltiples soluciones potenciales, que diferirán
en sus posibilidades de resolver la situación problemática, y en los costos y
factibilidad de la ejecución. Sin embargo, la mayoría de los estudios de análisis
de necesidades se centran en el reconocimiento de los problemas, que en la
identificación de las soluciones.

De acuerdo a lo anterior, la evaluación de necesidades es definida por Siegel,


Attkisson y Cohn (1977), citados por Martín et al.71, como “un intento de describir y
entender las necesidades de un área geográfica o social. Esto implica dos
procesos distintos: Aplicar un instrumento o conjunto de instrumentos de medida a
un área social definida, y la aplicación de juicios de valor para evaluar el

70
Ibíd. 65
71
Ibíd. 65

95
significado de la información con el fin de determinar las prioridades para la
planificación del programa o servicios”.

Por su parte Bell et al. citado por Martín et al.72, señalan que siempre que se habla
de la definición y propósito del análisis de necesidades es necesario tener en
cuenta que:

 Los programas de evaluación de necesidades tienen lugar a la vez en dos


escenarios distintos: El/los servicio(s) objeto de evaluación y la comunidad
donde se localizan dichos servicios.
 El análisis de necesidades forma parte de un proyecto de investigación y
planificación más comprensivo que incluye: Línea base, análisis de
necesidades, implantación de intervenciones y programas, evaluación de
resultados y estudios de impacto social.

Según Mckillip (1987) citado por Martín et al.73, un programa general de análisis de
necesidades debe incluir cinco fases:

1. Identificación de usuarios y usos del análisis de necesidades.


Como todo proceso de toma de decisiones, el primer paso consiste en identificar a
los usuarios del análisis, así como sus posibles usos. Los usuarios de un análisis
de necesidades son todas aquellas personas o instituciones que encargan el
estudio y deberían actuar sobre la base del informe; aunque con frecuencia se
suelen incluir también a aquellos grupos que pueden verse afectados por los
resultados o por las acciones que de ellos se deriven. Es importante prestar
atención a los destinatarios del estudio, olvidarlos es elaborar informes que no
sólo no serán utilizados, sino ni tan siquiera leídos.

2. Descripción de la población objetivo y del servicio.


La dispersión geográfica, las características demográficas y el inventario de
recursos de la comunidad objeto de estudio; así como la capacidad del servicio, el
análisis de sus beneficiarios o clientes, la comparación entre aquellos a los que
van destinados los programas y tienen derecho a usarlos, y los que realmente los
utilizan, la existencia de servicios o programas competitivos o duplicados, son
elementos importantes que deben considerarse en esta segunda fase del análisis
de necesidades.

3. Identificación de necesidades.
En esta fase se describen los problemas de la población objetivo y posibles
soluciones. Generalmente se emplea más de una fuente de información, y dicha
información debe incluir las expectativas sobre los resultados, el costo y el impacto
de las soluciones alternativas.

72
Ibíd. 65
73
Ibíd. 65

96
4. Evaluación de necesidades
Una vez identificados los problemas y sus posibles soluciones, se deben evaluar
las necesidades: ¿Cuáles son las más importantes para la población objetivo?
¿Cuáles son las más relevantes teniendo en cuenta los objetivos y experiencias
del servicio? ¿Cómo integrar los múltiples indicadores de necesidad? El análisis
de necesidades sólo será útil para adoptar decisiones si las necesidades
identificadas se evalúan conforme a criterios explícitos y apropiados.

5. Comunicación de resultados
Por último, los resultados de la evaluación de necesidades deben transmitirse a
los usuarios del análisis, a las personas que deben adoptar las decisiones
pertinentes, y en su caso, a otros grupos interesados.

En la práctica, el análisis de necesidades es una actividad interactiva; el ciclo de


decisión, recogida de datos y análisis de los mismos se repite hasta que los
evaluadores consideran que la información adicional que aportarían posteriores
evaluaciones, no justificaría la inversión en tiempo y dinero realizada para
obtenerla.

Modelos de evaluación de necesidades

1. Modelo de discrepancia

El modelo de discrepancia es el más utilizado (p.ej.: Kauffman y English, 1979) y


ha sido descrito detalladamente por Witkin (1979). El modelo incide en las
expectativas normativas y supone tres fases:

 Establecimiento de fines y objetivos: Definir lo que debería ser.


 Evaluación del nivel de funcionamiento actual: Determinar lo que es.
 Identificación de las discrepancias, de las diferencias entre lo que es y lo
que debería ser.

Durante la fase de establecimiento de fines y objetivos se hacen explícitas las


expectativas sobre los resultados. Lo más usual es entrevistar a un grupo de
expertos sobre las dimensiones que definen el funcionamiento adecuado dentro
del área objetivo de análisis. Una vez definidas estas dimensiones, se consulta de
nuevo a un grupo de expertos para que expresen sus expectativas del
funcionamiento del servicio en cada una de las dimensiones. Estas expectativas
son indicadores de lo que debería ser, el valor óptimo de una dimensión en un
momento y circunstancia concreta.

El segundo paso consiste en evaluar el rendimiento del servicio. El rendimiento


actual del servicio en cada una de las dimensiones definidas previamente, lo que

97
determina la población objetivo, habitualmente mediante una encuesta o a través
de grupos estructurados, aunque se pueden utilizar cualquiera de las técnicas de
identificación de necesidades.

El tercer paso es la identificación de la discrepancia. La necesidad viene definida


por aquella medida de ejecución que sea inferior a los niveles deseados
determinados por los expertos. Es frecuente ordenar las necesidades de mayor a
menor según la magnitud de la diferencia: Aunque esto supone valorar por igual
toas las dimensiones. Una alternativa para soslayar esta dificultad consiste en
consultar a un panel de expertos para que sean ellos los que determinen la
importancia de las discrepancias encontradas. En este caso las puntuaciones
otorgadas por el panel identificarían a las necesidades.

2. Modelo de marketing

Algunos autores como Marti-Costa y Serrano-García (1983) y Nickens et.al. (1980)


citados por Gonzáles et al.74, definen la evaluación de necesidades como un
proceso de feed-back, que las organizaciones emplean para aprender y adaptarse
a las necesidades de la población objetivo. La evaluación de necesidades sería
entonces, un medio de supervivencia y desarrollo organizacional.

Kotler (1982), también citado por Martín et al.75, considera que esta perspectiva es
una extensión de los principios del marketing del sector privado al público. El
modelo de marketing permite planificar una organización en su conjunto,
cubriendo temas que van más allá de la evaluación de necesidades. Según Kotler,
la orientación marketing mantiene que, la principal tarea de una organización es
determinar las necesidades y deseos del mercado y satisfacerlos mediante el
diseño, comunicación y prestación de productos y servicios apropiados y
competitivamente viables.

El concepto central del modelo es el del intercambio. Las organizaciones obtienen


los recursos que necesitan para mantenerse ofreciendo algo de valor a los
poseedores de esos recursos. El análisis de necesidades sería el proceso
mediante el cual se identifican y elige entre los servicios que las poblaciones
objetivo están dispuestas a utilizar. El modelo de marketing concibe las
necesidades como deseos.

Una estrategia de marketing para el análisis de necesidades tiene tres


componentes fundamentales.

 Selección de la población objetivo, que real o potencialmente pueda elegir


los servicios que sea capaz de realizar el intercambio.

74
Ibíd. 65
75
Ibíd. 65

98
 Selección de la posición competitiva: Distinguir los servicios propios de los
ofrecidos por otras instituciones.
 Desarrollo de una combinación de marketing efectiva, seleccionando el
rango y la calidad de los servicios que maximizan su utilización por parte de
la población objetivo.

Las decisiones estratégicas a adoptar pueden proceder o bien de un análisis de la


cartera de productos (o programas) o bien de un análisis de la expansión
producto/mercado.

3. Modelo de toma de decisiones

Este modelo es una adaptación del AMU, Análisis Multiatributivo de Utilidad


(Kenney y Reiffa, 1976; Edwards y Newman, 1982; Pitz y McKillip, 1984). Este tipo
de análisis se basa en tres supuestos, aunque apoyados en resultados empíricos:

 Es más probable que se utilicen los resultados de una investigación


aplicada si se atiende a los valores y a la información que necesitan los
potenciales usuarios de la investigación (Weiss y Bucuvalas, 1980).
 Las personas que deben adoptar decisiones muestran sesgos en sus
juicios cuando se enfrentan con una información multidimensional
compleja, como pueden ser la resultante de un análisis de necesidades
(Kahneman, Slovic y Tversky, 1982). Estos sesgos intentan simplificar el
problema de la decisión y son menos evidentes cuando los juicios son
simples.
 Ningún indicador ni criterio simple evalúa un constructo perfectamente. Los
indicadores múltiples de necesidades son una medida más adecuada
(Cook y Campbell, 1969).

El modelo de toma de decisiones se desarrolla a través de tres etapas: Modelado


del problema, la cuantificación y la síntesis. Se diferencia de los demás porque
hace explícitos los valores y el papel que juegan en el análisis de necesidades.
Habitualmente se introducen en la evaluación los valores de los usuarios de la
investigación, pero pueden recogerse también la de los investigadores o la de
otros grupos afectados. El principal inconveniente de este modelo es su
complejidad.

3.3.1.3. Introducción a la Epidemiología Social

El estudio de las condiciones sociales y de cómo éstas influyen y determinan la


situación sanitaria de las poblaciones ha sido siempre un tema de interés y
relevancia para la salud pública en general. En años recientes ha nacido un

99
vínculo más fuerte entre la epidemiología y las ciencias sociales76, estimulado por
la necesidad de reconocer y documentar el amplio espectro de los determinantes
de la salud, desde el nivel micro en que operan los factores biológicos individuales
hasta los niveles macro que expresan las condiciones sociales en que viven las
poblaciones, dando nacimiento a la llamada "epidemiología social".

La preocupación principal de la epidemiología social es el estudio de cómo la


sociedad y las diferentes formas de organización social influencian la salud y el
bienestar de los individuos y las poblaciones. En particular, estudia la frecuencia,
la distribución y los determinantes sociales de los estados de salud en la
población. De esta forma, la epidemiología social va más allá del análisis de
factores de riesgo individuales e incluye el estudio del contexto social en el cual se
produce el fenómeno salud-enfermedad77.

Para explicar los caminos entre la exposición a características sociales del


ambiente y sus efectos en la salud colectiva, la epidemiología social enriquece el
enfoque epidemiológico tradicional con conceptos y técnicas provenientes de
disciplinas sociales como la economía, la sociología, la demografía y aún la
biología, lo que también implica un verdadero desafío metodológico. El uso
creciente de métodos de análisis multinivel en diseños ecológicos, el control de la
falacia ecológica y el empleo de nuevas aplicaciones de herramientas y técnicas
conocidas son ejemplos de este desarrollo.

Una preocupación constante y vigente en el paisaje sanitario mundial es la


presencia de desigualdades -particularmente desigualdades sociales- en salud. La
epidemiología social permite incorporar en el enfoque etiológico tradicional de la
salud pública la experiencia social de las poblaciones y por lo tanto permite un
mejor entendimiento de cómo, dónde y porqué las desigualdades afectan la salud.
En tal sentido, la epidemiología social puede aportar significativamente al proceso
de gestión sanitaria y la reducción de las inequidades en salud.

Para que el estudiante se oriente y profundice en esta rama de la epidemiología,


se invita a revisar el Boletín Epidemiológico un primer contacto con su vocabulario,
aprovechando el Glosario de Epidemiología Social preparado por la Dra. Nancy
Krieger de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, al igual que
la presentación en formato power point sobre “El ser humano y su salud”,
realizada por la Dra. Noemi Passarell de Olaya (2006), quien a propósito del tema
incluye un ejemplo ilustrativo sobre el mismo. Este material se encuentra
disponible como lectura complementaria.
76
Krieger N. Epidemiology and Social Sciences”Towards a Critical Reengagement in the 21st
Century. Epidemiol Rev 2000;22(1):155-163 citado en el Boletín Epidemiológico, Vol. 23 No. 2,
junio 2002
77
Berkman L, Kawashi I. Social Epidemiology. Oxford, England: Oxford University Press, 2000
citado en el Boletín Epidemiológico, Vol. 23 No. 2, junio 2002

100
3.3.2. CAPITULO 8. AMBITOS DE APLICACIÓN I

3.3.2.1. Intervención comunitaria: Introducción conceptual, proceso y panorámica

A continuación se presenta el concepto de intervención social, sus características


y la forma en que se realiza la intervención comunitaria, con lo cual el estudiante
tendrá elementos básicos para planear y realizar una intervención en éste ámbito
de la psicología. En este apartado se retoman los aportes de Sánchez 78 recogidos
por Martín, Chacón y Martínez.

Intervención Social (IS)

Concepto

Intervenir se refiere a la introducción, interposición o intermediación desde una


postura de autoridad, de un elemento externo entre dos partes con la intención de
modificar, o interferir con el funcionamiento de un proceso o sistema en una
dirección dada. La intervención comporta un proceso de interferencia o influencia y
persigue un cambio.

Se pueden clasificar las intervenciones psicológicas o sociales según: 1) El tipo de


cambio (objetivo o meta), 2) la unidad (nivel o destinatario) social a afectar y 3) el
método usado (y el proceso o marco relacional implicado en la intervención). Si la
unidad a afectar es social (una comunidad, racismo) y el cambio perseguido
también (cambio de estructura de la comunidad) se tendría una IS; si se interviene
sobre personas para producir cambios psicológicos (conductuales, emocionales,
educativos, etc.), una intervención psicológica (IP).

La psicología clínica –y otras formas establecidas de psicología aplicada se


ocupan de la intervención psicológica o individual-; la psicología comunitaria se
encarga de la intervención social. Más concretamente, la intervención comunitaria
(IC) es una forma de IS que prima o acentúa como centrales aspectos del proceso
u objetivos interventivos: 1) El desarrollo humano integral y la reducción
(poblacional, no individual; preventiva más que restauradora) de los problemas
psicosociales (drogas, trastorno mental, delincuencia, etc.) que lo impiden; 2) la
promoción del sentido psicosocial de pertenencia y comunidad (Sarason) y 3)
desde una perspectiva positiva de autodirección y fortalecimiento (empowerment)
personal y meso – social.

78
SANCHEZ VIDAL, Alipio (Departamento de Psicología Social, Universidad de Barcelona). citado
por MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ GARCÍA,
Manuel. Psicología Comunitaria. Textos Visor.

101
Dentro de los autores citados por Sánchez, se encuentra Kelly y otros (1977)
quienes definen la IS desde la psicología comunitaria como “influencias,
planificadas o no, en la vida de un grupo pequeño, organización o comunidad
(para)… prevenir o reducir la desorganización social y personal y promover el
bienestar de la comunidad”. Para Caplan (1980) la acción social (equivalente
grosso modo a la IS) está constituida por los “esfuerzos realizados para modificar
los sistemas operativos sociales y políticos y la actividad legislativa y
reglamentadora relativa a la salud, educación y bienestar y a los campos religiosos
y correccionales, con el fin de mejorar a escala comunitaria la provisión de
recursos físicos, psicosociales y socioculturales básicos, y la organización de los
servicios para ayudar a los individuos a enfrentar sus crisis”.

Los recursos físicos serían aquellos – como la alimentación, vivienda, estimulación


sensorial y oportunidad para el ejercicio físico- necesarios para el crecimiento y
desarrollo corporal y el mantenimiento de la salud y protección contra el daño
físico.

Los recursos psicosociales se refieren a la “influencia de los intercambios cara a


cara entre cada individuo y las personas con que se compromete emocionalmente
y con las que desarrolla relaciones continuas” satisfaciendo necesidades
interpersonales de: 1) intercambio de amor y afecto; 2) limitación y control y 3)
participación en la actividad colectiva. Incluirían “la estimulación y desarrollo
intelectual y afectivo de la persona por medio de la acción interpersonal de
miembros significativos de la familia y de los iguales, en la escuela, la iglesia y el
trabajo”.

Los recursos socio-culturales incluirían la influencia que sobre la persona ejercen


las costumbres y valores de la cultura y estructura social como las expectativas de
otros que fijan el lugar de un individuo en la estructura social y las reglas de su
trayectoria vital permitiendo alcanzar recompensas y seguridad externas que –si
son positivas- se añaden a los recursos personales –y si son negativas- detraen
de estos perjudicando su desarrollo y salud mental.

Características

Para Sánchez, las diferencias entre intervención social e intervención psicológica


(psicoterapia) se dan en nueve aspectos, los cuales se describen a continuación:

1. Objeto, destinatario o unidad sobre la que se interviene. En la IS son los


sistemas (macro o meso) sociales (comunidades, organizaciones e
instituciones) y procesos estructuralmente complejos y multidimensionales en
interacción ecológica con el entorno y en evolución dinámica. En la IP se
interviene sobre elementos más simples: Los individuos; si los sistemas

102
sociales son considerados (familias, grupos) suele ser más como contexto
social del individuo que como blanco directo de la intervención.
2. Estado inicial. En la IS hay un “estado” inicial propio del sistema social del
que partimos; en la IP se asume grosso modo que se parte de cero (o de un
estado inicial “negativo”, pero conocido y clasificado: Patología, estado
carencial predeterminado como “síntomas”, retraso del aprendizaje, etc.).
La evaluación del estado inicial del sistema social a modificar es precisamente
el primer paso del que parte toda IS, la intervención externa es sólo un input en
esa evolución, no el único, ni necesariamente el más importante.
3. Tipo de cambio. El objetivo inmediato de toda intervención es producir un
cambio o transformación. En la IS se busca el cambio social; en la IP el
individual. El objetivo final de la IS es igualmente cambiar las vidas de los
individuos, pero eso se hace a través del cambio de las estructuras y procesos
sociales y no directamente como en la IP. El cambio social es
considerablemente más complejo, multidimensionado, imprevisible y
desconocido que el cambio individual (psicoterapia), más unidimensional,
familiar y previsible para el psicólogo que ha centrado tradicionalmente en él su
quehacer práctico e investigador.
4. Objetivos o metas. El cambio social e individual constituyen las metas más
genéricas de IS e IP respectivamente. Los objetivos específicos se fijarán según
la dirección que se desea dar a ese cambio o los efectos a lograr. También
difieren IS e IP respecto de esos objetivos. En la intervención clínica están
predeterminados: “Curar” al “paciente” (o sea revertir o disminuir la intensidad
de sus síntomas y disfunciones comportamentales y paliar su sufrimiento
subjetivo). En IS los objetivos están indeterminados; su determinación es el
paso inicial de la intervención.
5. Ámbito de aplicación. La IP se suele centrar en la salud mental; la IS cubre
un espectro mucho más amplio (salud mental, educación, drogas y alcohol; ocio
y recreo; sistema penal, judicial y policial; sistemas religioso-parroquial, urbano
marginal; adolescentes, menores y predelincuencia, etc.) ya que la vida social
tiene inputs y determinantes complejos y multidimensionales sobre el desarrollo
humano (o su coartación) y la IS (la comunitaria, sobre todo) se pretende
integrar, no pudiendo por tanto centrarse en un solo aspecto con
desconsideración del resto.
6. Técnicas usadas. En la IP las técnicas usadas son de carácter
exclusivamente psicológico. En IS, en cambio, y en respuesta a la complejidad
y multifacetismo de problemas y sistemas sociales, las técnicas concretas son
mucho más variadas y no necesariamente de carácter psicológico sino también
urbanísticas, psicosociales, de trabajo social, políticas, administrativo-
organizativas, de salud pública, ecológico-ambientales, etc.
7. Duración. La IP es de duración relativamente corta (2 a 6 meses
habitualmente y según los paquetes terapéuticos más modernos y realistas en
términos temporales) comparada con la IS que suele comportar largos períodos
(años) sobre todo si implica una planificación moderada y se han de efectuar

103
cambios estructurales, reorganizaciones o dinamización y movilización de
comunidades apáticas y faltas de estructura asociativo-organizativa, con
conflictos grupales complejos; etc. Claro que la extensión poblacional y la
profundidad de los efectos (personales e institucionales) son
concomitantemente mucho mayores en la intervención comunitaria que en la
individual.
8. Estilo o formato relacional. En la IP la relación entre cliente e interventor es
subordinada y diádica dándose en el marco de un estilo de prestación de
servicios en que el técnico espera, en su consulta o centro separado de la
comunidad, a que lleguen los clientes que han definido su problema como
psicológico y a él como experto idóneo para solucionar ese problema.
En la IS en cambio, la relación es coordinada y simétrica y el formato de
prestación de servicios es más similar al marketing que al del clínico distanciado
basándose en una búsqueda activa de casos y personas en situaciones de
riesgo en su propio entorno natural (para permitir la prevención) valiéndose de
mediadores comunitarios y paraprofesionales como intermediarios en la
prestación de servicios indirectos que alcancen a todos los que precisan
asistencia.
9. Principios de organización de servicios y recursos. Inexistentes en la IP;
imprescindibles en la IS para una atención: a) completa e integral (cubriendo
diversos tipos de servicios como salud, sociales, educación, transición
correccional, ocio, etc.) b) centrada en la persona y sus necesidades (y no al
servicio o la técnica específica). Los principios organizativos derivados son: c)
continuidad sin vacíos en la asistencia a lo largo de la red o circuito de
servicios; d) coordinación (horizontal, espacial y temporal entre agencias
prestadoras de servicios, servicios mismos y administración, de forma que no
se produzcan duplicidades y geográfica para un funcionamiento eficaz y dirigido
sinérgicamente hacia los mismos objetivos).

En síntesis, la intervención social se centra en problemas o cuestiones sociales


que se dan en el seno de sistemas o procesos sociales complejos, multifacéticos y
dinámicos partiendo de un estado inicial dado e intentando alcanzar un estado o
estructura final definida por unos objetivos que incluyen la resolución de los
problemas y/o el desarrollo del sistema social (y, a través de él, de los individuos
que lo forman) aplicando integradamente estrategias y técnicas interventivas
múltiples a varios niveles desde un estilo activo de prestación de servicios y con
criterios organizativos centrados en la atención integral de la persona. El resultado
inmediato de la IS es el cambio social; el mediato o último es cambio personal.

En la psicoterapia o –en general- la “intervención” psicológica se actúa sobre un


individuo con problemas psicológicos de salud mental para conseguir su
“curación”, remisión sintomática y mejora del malestar subjetivo, a través de
técnicas psicológicas que persiguen el cambio psicológico o individual.

104
Proceso de la intervención comunitaria

No hay un proceso único y prescriptito para cualquier tipo de IS, dado que el curso
y formato de la intervención depende considerablemente del ámbito y nivel de la
intervención (educación, salud metal, urbanismo, etc.; barrio, región, centro u
organización, etc.) así como las estrategias usadas y objetivos perseguidos
(consulta, promoción y educación de la salud, acción psico-política y organizativa,
promoción de la participación, etc.). Se puede proponer, sin embargo, un proceso
genérico de cinco fases más o menos secuenciales como resumen y guía para la
mayoría de las intervenciones habituales:

1. Evaluación inicial. En la IS se evalúan básicamente tres elementos:


Necesidades (problemas), recursos y programas. La evaluación de programas
es la última fase del proceso; la de recursos (implícita, en parte, en la fase 2) se
centra en la contabilidad de recursos (asistenciales o de otro tipo) con que se
puede contar para planificar e implantar una intervención. En la evaluación
inicial se hace especial hincapié en la evaluación de necesidades y recursos.
2. Diseño/planificación y organización del programa interventivo. Esta fase se
refiere a la creación y desarrollo sistemático de un conjunto de componentes o
acciones integrados que nos permitan alcanzar los objetivos prefijados a partir
de una teoría o modelo del cambio social, por un lado, y del problema concreto,
por otro. Elementos básicos de esta etapa son: La determinación de los
objetivos de la intervención, el establecimiento de los componentes, acciones o
estrategias con sus correspondientes niveles geográfico-administrativos o
sociales de aplicación y la obtención de recursos.
3. Implantación. Se trata de hacer realidad lo planificado a partir de la
organización establecida y de modificarlo y corregir deficiencias a través del
feedback evaluativo continuo de los usuarios o de la comunidad con los que se
han asegurado canales de comunicación efectivos.
4. Evaluación de la intervención. Es importante como legitimación empírica d
acción social y como exponente central de la responsabilidad social
(accountability) del interventor, tanto por actuar sobre problemas sociales como
por hacerlo con dinero público usualmente.
5. Diseminación de programas interventivos. Se refiere a la difusión efectiva de
programas ya ejecutados (con resultados conocidos, por tanto) a otros entornos
o sistemas clientes potenciales. Requiere de la evaluación sistemática y
cuidadosa de los sistemas de poder y liderazgo, las actitudes hacia el cambio y
la innovación y resistencias de un sistema social de cara a introducir “desde
fuera” el programa a diseminar.

Aunque descrito secuencialmente, el proceso es en buena parte continuo o


retroalimentado. Por ejemplo la evaluación se da al comienzo y al final pero
también, como se ha indicado, en el curso del proceso para posibilitar
modificaciones y ajustes retroalimentados.

105
3.3.2.2. Servicios sociales

Para este apartado se ha retomado a Rueda, Beltrí y Giménez citados por Martín,
Chacón y Martínez79.

Definición de servicios sociales

“Son prestaciones que tienden a favorecer el pleno y libre desarrollo de la


personalidad dentro de la sociedad, promover su participación en la vida
ciudadana y conseguir la prevención o eliminación de las causas que conducen a
su marginación”.

Tanto la anterior como otras definiciones aparece el concepto de individuo en


sociedad como idea general, abordando éste a partir de tres elementos
principales:

 Desarrollo: Como potencial de crecimiento individual, grupal y comunitario.


 Participación: Como capacidad de promover el protagonismo de las
personas en la vida ciudadana.
 Marginación: Como fenómeno a prevenir y tratar a partir de la eliminación
de sus causas.

Modalidades de servicios sociales

Aunque no existe una distinción unánime en cuanto a las modalidades de


prestación de los Servicios Sociales, en su mayoría se tienden a agrupar en dos
tipos:
1. Servicios Sociales Generales, Comunitarios o de Atención Primaria.
2. Servicios Sociales Especializados.

Áreas de Actuación de los Servicios Sociales Generales, Comunitarios o de


Atención Primaria
Las áreas de de actuación propias de los Servicios Sociales Generales o
Comunitarios se pueden agrupar en: Información, valoración, orientación;
Promoción y cooperación social; De ayuda a domicilio y De convivencia.

79
RUEDA, Joseph María, Ayuntamiento de San Adrián del Besós; BELTRÍ, Francesc,
Ayuntamiento de Barcelona y GIMÉNEZ, José. Ayuntamiento de Barcelona citados por MARTÍN
GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ GARCÍA, Manuel. Psicología
Comunitaria. Textos Visor.

106
Definición de contenidos

1. Información, valoración y orientación.


Como áreas de actuación determinan como receptor de estos servicios al
ciudadano en general, la familia o unidades alternativas de convivencia y las
entidades públicas o privadas. Existe por tanto una concepción universalista de los
servicios sociales no-especializados.

La información y el asesoramiento versarán fundamentalmente sobre los derechos


sociales que los ciudadanos tienen y los recursos que la administración pone a su
disposición. Hay comunidades que incluyen dentro del apartado de información y
asesoramiento el diagnóstico, admisión y derivación. Esto conlleva la creación de
una estructura de carácter técnico que garantice la calidad del proceso: Equipos
interdisciplinares de base con competencia en el diagnóstico de déficits sociales y
psico-sociales. A estos servicios se les concede un carácter preventivo contra el
riesgo de instauración de futuras conductas o actitudes marginales.

2. Promoción y cooperación social.


Este apartado define conjunto de servicios y programas que se refiere a la
promoción de la comunidad y fomento del voluntariado y asociacionismo. Se
trataría de desarrollar aquellas potencialidades que la comunidad posee para
tomar la iniciativa en la resolución de sus propios problemas. Todo lo que se
conoce como desarrollo comunitario, organización y animación de comunidad se
incluye en este apartado.

3. Ayuda a domicilio.
Se beneficiarían de este servicio aquellos sujetos o familias que pasaran por un
período de crisis o conflicto sea individual, psicosocial o de disfuncionalidades de
los roles familiares. La ayuda a domicilio tiene una intención preventiva, por lo que
se refiere a las crisis personales y familiares.

El objetivo fundamental de esta área de actuación sería prevenir el desarraigo o el


internamiento. Es decir, tratar de prevenir, paliar o solucionar el problema en el
medio en el que el sujeto o familia están inmersos.

Como actuaciones concretas se prevén desde la prestación de atenciones de


carácter doméstico hasta el apoyo psicológico y rehabilitador a los individuos y
familias que lo precisen.

4. Convivencia.
En el supuesto de que los problemas individuales, familiares o sociales no puedan
ser resueltos en el medio habitual de los sujetos o grupos, el Área de Convivencia
prevé dotar a las comunidades de una serie de recursos residenciales que
permitan ofrecer a los sujetos en crisis una alternativa de convivencia adecuada

107
que les proporcione un marco de referencia normalizador. Esta alternativa se
conjugará con la ayuda a domicilio con el objeto de paliar o solucionar la
problemática de la familia para que ésta pueda hacerse cargo, en el menor
espacio de tiempo posible, del familiar apartado de la misma. También estas
actuaciones son preventivas de la inadaptación y marginación social.

Áreas de Actuación de los Servicios Sociales Especializados

A diferencia de los Servicios Sociales Generales, cuando se habla de Servicios


Sociales Especializados se hace referencia a poblaciones determinadas que se
pueden caracterizar como afectadas por problemáticas de desigualdad,
marginación y/o discriminación.

Los objetivos de estos servicios son de atención, prevención, desarrollo,


promoción e inserción social de los individuos. Los principales medios que les
caracterizan son servicios y/o programas de diagnóstico, tratamiento, reinserción,
apoyo al contexto social, sensibilización y desarrollo de pautas de solidaridad,
centros de día, centros de acogida y centros sustitutivos de las funciones
familiares.

Programas de Servicios Sociales Especializados (S.S.E.) para Familias.

Estos programas se definen como de atención, promoción del bienestar,


protección y apoyo de la familia. Sus objetivos son prevenir la marginación,
desarrollar la convivencia, y corregir los déficits de tipo social. Los medios que se
proponen son creación de servicios con las funciones de asesoramiento,
orientación, concientización, ayuda en casos de carencia, ayuda en caso de
conflicto y terapias.

Programas de S.S.E. para la Infancia y la Adolescencia.

Estos programas se definen como de atención, promoción del bienestar del


menor, desarrollo, protección de las unidades convivenciales y prevención de la
marginación.

Los objetivos que se proponen son:


 Conseguir el desarrollo integral y armónico.
 Paliar y prevenir aspectos de la familia que pudieran afectarle: Marginación,
carencias, disfunciones o situaciones de alto riesgo.
 Detección precoz de disfunciones del medio o de la dirección del desarrollo
del niño.
 Detección de situaciones que perjudiquen al menor: Malos tratos, atención
indebida, explotación laboral, abusos, etc.

108
 Igualación de posibilidades mediante una acción especial en aquellos
medios más necesitados.

Los medios con que se cuenta son:


 Programas de potenciación de sus capacidades físicas, psíquicas y
sociales.
 Programas donde se contemplen propuestas tendentes a paliar las
carencias familiares o a paliar las características individuales inadecuadas
mediante servicios de reeducación.
 Programas donde se contemplan servicios de prevención mediante
organizaciones juveniles o posibilitando el ocio.
 Programas de atención psico-social y sanitaria a las madres durante la
gestación y el parto con especial énfasis a las madres de medios sociales
más débiles.
 Programas de apoyo psico-social y económico para evitar los
internamientos.
 Programas de adopción, familias sustitutas, centros educativos, para los
niños que lo requieran.
 Programas de apoyo familiar mediante la atención a la familia y creación de
centros de acogida, centros de día y servicios de orientación.
 Programas donde se contemplen centros y servicios de orientación laboral
para adolescentes.

Programas de S.S.E. para la Juventud.

Estos programas se definen como desarrollo y normalización de los jóvenes. Los


objetivos que se proponen son:
 Prevenir situaciones de marginación.
 Desarrollo integral.
 Normalizar a los jóvenes en situación de marginación.
 Normalizar las condiciones de vida para los jóvenes.

Los medios con que se cuenta son:


 Programas conjuntos con otras organizaciones para el desarrollo de
actividades de promoción personal, laboral, ocupación socio-cultural y
recreativas.
 Programas para potenciar y, si es preciso, gestionar establecimientos de
alojamiento para jóvenes con problemas de convivencia, ya sea mediante
centros de acogida, residencias, viviendas tuteladas, etc.

Programas de S.S.E. para ancianos.

Estos programas se definen como de atención y de promoción del bienestar de la


Tercera Edad. Los objetivos que se proponen son:

109
 Favorecer el mantenimiento del anciano en su medio.
 Promover el desarrollo socio-cultural.
 Evitar la marginación.
 Promover su integración y participación en la sociedad.
 Favorecer las condiciones de vida que contribuyan al mantenimiento de us
facultades físicas y psíquicas.

Entre los medios más utilizados son:


 Servicios de prestaciones económicas.
 Desarrollar programas que permitan la permanencia de la persona en su
medio natural de vida, procurando crear conciencia social y apoyo efectivo,
así como la participación del anciano.
 Programas para promover actividades socio-culturales y recreativas.
 Programas de preparación para la jubilación.
 Programas de capacitación y desarrollo de habilidades para resolver
dificultades y conflictos propios de esta etapa.
 Programas de transformación y mejora de la calidad de la vivienda.
 Programas para facilitar a los ancianos más capacitados que puedan hacer
servicios útiles a la comunidad.
 Programas de prestación de ayuda a domicilio.
 Promover y gestionar establecimientos alternativos de convivencia para la
Tercera Edad.
 Centros de día.
 Centros de acogida para las situaciones de urgencia.

Programas de S.S.E. para la mujer.

Estos programas se definen como de atención a la mujer. Los objetivos que se


proponen son prevenir y eliminar la discriminación por razón de sexo, normalizar
las condiciones de vida especialmente las que están insertas en medios de alto
riesgo y conseguir la participación plena y efectiva de la misma en la sociedad.

Entre los medios que se proponen están:


 Estudio e investigaciones de las causas que originan la marginación.
 Campañas que favorezcan la solidaridad social.
 Facilitar medios a todas aquellas mujeres que tengan cargas familiares,
sufran malos tratos, situaciones de necesidad, para su superación.
 Creación de servicios de orientación y asesoramiento, así como centros de
acogida.
 Abordar el problema de la prostitución.

110
Programas de S.S.E. para Homosexuales.

Estos programas se definen como atención a los homosexuales. El objetivo de


estos programas es prevenir la discriminación. Los medios con los que se
pretende conseguir son:
 Servicios de orientación.
 Campañas de sensibilización social.
 Programas con propuestas para evitar la marginación por razón de su
tendencia sexual.

Programas de S.S.E. para Disminuidos y Minusválidos.

Estos programas se definen como de atención y desarrollo de estas poblaciones.


Los objetivos que se proponen son prevenir la disminución, conseguir la máxima
integración, conseguir el máximo desarrollo de sus capacidades, la rehabilitación,
reinserción e integración laboral, tratamiento integral y precoz y evitar el
desarraigo.

Entre los medios para conseguirlos:


 Programas de estimulación precoz y terapéuticos.
 Programas de diagnóstico, orientación y valoración de minusválidos.
 Programas de atención, educación y aspectos ocupacionales.
 Programas de apoyo a las familias.
 Programas de apoyo a las iniciativas de integración escolar.
 Programas de atención domiciliaria y apoyo económico.
 Programas de supresión de barreras arquitectónicas, adaptación de
transportes públicos, etc.
 Creación de centros de día.
 Creación de centros ocupacionales de empleo protegido para todos los
minusválidos que no puedan acceder al mercado libre de empleo.
 Atención residencial a los minusválidos en edad laboral carentes de
cobertura familiar adecuada.
 Centros de acogida para aquellos minusválidos con problemas de rechazo,
carencia familiar, o gran afectación.

Programas de S.S.E. para la Drogodependencia.

Estos programas se definen como de colaboración con los servicios sanitarios en


esta materia. Los objetivos de estos programas son de prevenir, rehabilitar y
reinsertar. Entre los medios propuestos están:
 Programas donde se contemplan servicios de orientación, apoyo y
tratamiento familiar.
 Programas donde se contemplan centros de día orientados a la reinserción
social y en colaboración con los centros de deshabituación.

111
 Programas específicos de educación y animación comunitaria en aquellos
núcleos de población considerados de alto riesgo.
 Elaboración de campañas de prevención de la drogodependencia.

Programas de S.S.E. para prevención de la Delincuencia.

Estos programas se definen como de prevención de la conducta delincuencial,


tratamiento social de la misma y reinserción del ex - recluso. Entre los objetivos
que se proponen están: Prevenir la delincuencia y favorecer la reinserción social
del ex – recluso.

Entre los medios para conseguirlo están:


 Campañas de sensibilización que desarrollen la solidaridad social.
 Programas donde se contemplan propuestas para modificar las situaciones
de alto riesgo o propiciatorias del fenómeno delincuencial.
 Servicios de orientación, centros de acogida y adaptación.
 Programas donde existan medios para que el ex – recluso y sus familiares
puedan evitar el aislamiento y desde donde se apoye su integración social.

Programas de S.S.E. para minorías étnicas.

Estos programas se definen como de integración y desarrollo. Entre los objetivos a


destacar están: Prevenir e impedir la discriminación y promover su pleno
desarrollo social y cultural, conservando sus valores y sistemas de vida
específicos.

Entre los medios están:


 Desarrollo de campañas de sensibilización social para favorecer la
integración de las minorías étnicas, respetando, recuperando y difundiendo
sus valores.
 Programas para facilitar la normalización de asentamientos adecuados a su
cultura y que eviten el “guetto”.
 Programas para potenciar la cualificación profesional, revitalizando sus
ocupaciones tradicionales y el fomento de nuevas actividades laborales.

Programas de S.S.E. para colectivos con estilo de vida marginal.

Estos programas se definen como de atención al marginado. Entre los objetivos


propuestos están el de prevenir las causas de la marginación, así como, el atender
y tratar al marginado.

Entre los medios propuestos están:


 Crear servicios y programas específicos para los diversos colectivos,
mendigos, transeúntes, etc.

112
 Programas de reinserción.
 Programas de lucha contra la marginación social.

Programas de S.S.E. para emergencias sociales.

Estos programas se definen de ayuda a situaciones de emergencia. Los medios


con que se cuenta son de apoyo económico, facilitar alojamiento, ayuda
psicológica y social a los afectados.

Como se puede observar los Servicios Sociales son un área de aplicación que
ofrece múltiples posibilidades para la práctica profesional del psicólogo junto a
otros profesionales como pueden ser los trabajadores sociales, los educadores,
los pedagogos, etc.

3.3.2.3. Salud

Otra área de aplicación de la psicología comunitaria en los niveles primarios y


secundarios es la atención en salud. Para Martínez citado por Martín, Chacón y
Duro80, “la Áreas de la Salud deberán desarrollar las siguientes actividades: En el
ámbito de la atención primaria de salud, mediante fórmulas de trabajo en equipo,
se atenderá al individuo, la familia y la comunidad, desarrollándose mediante
programas, funciones de programación de salud, prevención, curación y
rehabilitación, a través tanto de sus medios básicos como de los equipos de apoyo
a la atención primaria”. Es así como se puede afirmar que la Psicología
Comunitaria aplicada al ámbito de la salud será la aplicación de los conocimientos
psicológicos que los profesionales de la Psicología, integrados en los equipos
especializados de Planificación Familiar y de Salud Mental, aporten a la atención
en salud, tanto en su nivel primario como secundario (especializado).

Psicología Comunitaria en la Atención Primaria de Salud

Es evidente que el cambio de la atención a la salud es inviable sin la inclusión de


los aspectos psicológicos y psicosociales del proceso salud – enfermedad, así
como de las metodologías y técnicas psicológicas que junto al nivel biológico den
cuenta de la integralidad de la salud y de su carácter profundamente psicosocial y
comunitario. Esta aportación propia de los profesionales de la psicología se tendrá
que hacer fundamentalmente desde los equipos especializados de Planificación
Familiar y de Salud Mental a través de sus programas de apoyo y coordinación a
la atención primaria. En tanto no se incorporen los psicólogos como miembros de

80
DURO MARTÍNEZ, Juan Carlos, Psicólogo Coordinador de Programas de los Servicios de Salud
Mental (Getafe – Madrid) citado por MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando
y MARTÍNEZ GARCÍA, Manuel. Psicología Comunitaria. Textos Visor.

113
los Equipos de Atención Primaria, estos programas han de priorizarse desde los
Equipos de Salud Mental.

A continuación se señalan algunas de las aportaciones de la Psicología


Comunitaria al trabajo de los Equipos de Atención Primaria:
 En la investigación epidemiológica y en el diagnóstico de salud de cada
comunidad. Es imprescindible para conocer el estado de salud de una
comunidad incluir variables psicológicas y psicosociales, cuyo estudio
indique posibilidades de intervención a nivel preventivo, de educación para
la salud, así como una organización de recursos asistenciales acordes con
las necesidades de la población.
 En la prevención, promoción y educación para la salud. La Psicología
Comunitaria, recogiendo fundamentalmente aportaciones de la Psicología
Social y Grupal, es necesaria en el diseño de programas preventivos así
como en la inclusión de metodología y técnicas de intervención comunitaria
a nivel grupal e institucional que permitan elevar el nivel de salud de una
población. La transmisión de información, el cambio de ciertos
comportamientos o la promoción de nuevos hábitos y estilos de vida, sólo
tendrá éxito si se enmarca en una metodología que tenga en cuenta el nivel
psicosocial e intersubjetivo, que producido por factores económicos y
sociales, juega como resistencia al cambio en los niveles grupales,
institucionales y comunitarios.
 En la participación comunitaria. El lema lanzado por la Organización
Mundial de la Salud para todos en el año 2.000 sólo podrá irse
progresivamente consiguiendo si la comunidad, los usuarios de los
servicios sanitarios van cobrando creciente protagonismo en el autocuidado
de la salud, así como la gestión y evaluación social de los mismos (agentes
de salud). La aportación de la Psicología Comunitaria en la participación de
la población es fundamental no sólo por el cambio que supone para los
usuarios de servicios sanitarios sino, porque ayuda a llevar adelante
efectivamente este modelo de salud, para los propios profesionales
sanitarios.
La participación comunitaria implica un cambio de actitud y de desempeño
del rol de los profesionales sanitarios en el doble sentido de:
• Potenciar en todas y cada una de sus intervenciones (desde la
consulta hasta las campañas educativas, pasando por la
investigación), la autonomía y la participación activa de los usuarios
– población lo que implica un cierto grado de destecnificación y de
socialización de sus conocimientos con lo que de “crisis de identidad”
puede conllevar.
• Abandonar el exclusivo modelo de atender individualmente a las
demandas asistenciales reparadoras para tomar una postura más
activa saliendo a la comunidad y trabajando en equipo con otros
profesionales.

114
La Psicología Comunitaria ha de proporcionar conocimientos, instrumentos y
técnicas tanto a la población como a los equipos de atención primaria para la
consecución de estos objetivos.
 En la asistencia primaria. Los profesionales sanitarios de atención primaria
han de poder tener en cuenta el nivel psicológico individual y psicosocial
(grupo familiar) de la persona que demanda asistencia (tanto a nivel de
evaluación como de tratamiento y/o de derivación a los equipos
especializados).

En el proceso de diagnóstico se amplía el reduccionista punto de vista médico-


biológico para observar aspectos de su personalidad y sus contextos relacionales
que influyen en la problemática por la que acude a ese dispositivo sanitario. Según
el diagnóstico o evaluación integral se podrá intervenir terapéuticamente
incluyendo la orientación psicológica y recomendaciones de carácter psicosocial.

La derivación de equipos especializados, principalmente al de Salud Mental, en el


caso de considerarse necesario, se hará, si se tiene en cuenta lo que se está
señalando, como complemento a la atención primaria y las personas derivadas
acudirán a los equipos especializados con la suficiente información y toma de
conciencia que permita abordar al tratamiento especializado con más expectativas
de éxito.

Psicología Comunitaria en la Orientación Familiar

Este apartado hace referencia a las prestaciones que los servicios de salud han de
ofrecer a la población en materia de Planificación Familiar y de Salud Materno-
Infantil, concretamente a lo que se refiere a la atención en el embarazo,
preparación al parto y puerperio. Está por definir si estas prestaciones se ubican
en el nivel especializado de atención o en el nivel primario, en cualquier situación
tienen tal imbricación social que exigen un intenso trabajo comunitario en sus
niveles preventivos (prevención de embarazos no deseados y en población de
riesgo, de malformaciones congénitas, problemas psicológicos postparto y en la
primera relación madre-hijo, etc.), de promoción de la salud (utilización de
métodos anticonceptivos, seguimiento embarazo y del niño sano, etc.), y de
educación para la salud (educación sexual, relaciones de pareja y familia, etc.).

El trabajo psicológico en este programa ha de centrarse más en la promoción a la


salud que en la atención a la enfermedad ya que se trata justamente de propiciar
en las mujeres, parejas, grupos de población e instituciones comunitarias
(educativas, de ocio y tiempo libre, socio – culturales, cívicas, etc.) una mayor
calidad de vida en el terreno sexual y de relaciones interpersonales. Ni la
orientación sobre los métodos anticonceptivos ni el proceso de embarazo
constituyen situaciones de enfermedad aunque, evidentemente, puede generar
problemas psicológicos de mayor o menor importancia sobre todo en grupos de

115
riesgo (adolescentes, parejas con dificultad de relación y/o problemas sexuales,
personas con problemas psicológicos previos, etc.).

En este caso la intervención puramente asistencial conlleva más claramente que


en otros un aspecto de promoción de salud, de prevención de posibles conflictos y
de educación para la salud (psicoprofilaxis del embarazo, parto y puerperio). El
psicólogo ha de asesorar y trabajar con los otros profesionales sanitarios
(ginecólogos, auxiliares, etc.) para que la atención médica sea también integral y
tenga en cuenta los aspectos psicológicos y psicosociales que en este terreno
están íntimamente ligados a valores, normas y cultura de cada comunidad y cada
grupo de pertenencia.

El carácter psicosocial de la planificación familiar, la atención al embarazo y la


preparación al parto y el puerperio hace imprescindible la potenciación del trabajo
en la comunidad de distintos grupos de población (organizaciones de mujeres,
centros cívicos, etc.) y con las instituciones educativas (Colegio de Enseñanza
General Básica, Enseñanza Media, de formación Profesional, etc.) responsables
en buena medida de la adquisición de los conocimientos, normas y valores que
van a marcar los comportamientos de las personas.

La organización de programas de promoción y educación para la salud sobre


estos temas en las instituciones y organizaciones comunitarias han de incluir la
participación comunitaria por lo que la metodología de intervención grupal e
institucional es indispensable en este proceso del fomento de autocuidado y
apropiación de la salud por parte de la comunidad.

Junto con este aspecto de trabajo en y con la comunidad, las actividades más
propiamente asistenciales psicológicas, como la evaluación y/o tratamiento de
problemas sexuales, de parejas y/o familiares han de impregnarse del enfoque
comunitario favoreciendo las técnicas de intervención que contribuyen a la toma
de conciencia del carácter profundamente social y colectivo de buena parte de los
problemas vividos exclusivamente como íntimos e individuales. La introducción de
elementos informativos que eleven el nivel de conocimientos de las personas junto
con la posibilidad de elaboración e incorporación de los mismos a su vida y
contexto personal, contribuye al cambio de etapa introducido por la psicología
comunitaria desde lo clínico individual a lo psicosocial – colectivo.

Psicología Comunitaria en atención a la Salud Mental

Anteriormente se señaló que en la organización sanitaria el lugar más claro, sin


que eso quiera decir que está generalizado, de la ubicación del psicólogo es en los
equipos especializados de salud mental. Es desde este nivel de atención
secundaria desde donde se ha de intervenir en le nivel de atención primaria

116
priorizando por lo tanto lo programas de Apoyo y Coordinación con la Atención
Primaria en Salud, con Servicios Sociales y Comunitarios y con los Servicios de
apoyo a la Escuela (Equipos Psicopedagógicos, Equipos Multiprofesionales, etc.)
algunos enfoques y posibles actividades de estos Programas son:
Programa de Coordinación y Apoyo a la Atención Primaria en Salud. A partir de
las derivaciones efectuadas por los Equipos de Atención Primarios al Equipo de
Salud Mental, se debe mantener periódicas y sistemáticas sesiones interconsulta
en las que, sobre intervenciones concretas por parte de ambos equipos, se les
asesore en la evaluación y orientación psicológica que los Equipos de Atención
Primaria puedan hacer en la línea del cambio de concepción y relación profesional
sanitario – usuario.

Especial atención merece por su importancia preventiva y educativa el


asesoramiento y formación de los profesionales sanitarios, especialmente
pediatras, en todo lo concerniente a la psicología infantil y del grupo familiar tanto
en su desarrollo evolutivo (seguimiento del niño sano) como en la detección y
orientación y/o derivaciones de problemáticas psicológicas en niños, parejas y/o
familias.

La formación de los Equipos de Atención Primaria tanto en otros contenidos


psicológicos de las demandas que se le presentan en la consulta (problemas de
ansiedad, depresión, de relación, crisis psicóticas, etc.) como en la dinámica y
funcionamiento de los grupos (familiares, de la comunidad, laborales, etc.) y de las
instituciones (incluyendo la propia institución sanitaria), se constituye en eje central
de este programa de coordinación y apoyo a la atención primaria en salud.

Programa de Coordinación y Apoyo a Servicios Sociales y Comunitarios. Es en


buena medida en le trabajo directo con la comunidad desde el marco de los
Servicios Sociales y Comunitarios donde la Psicología Comunitaria encuentra su
lugar más apropiado para la intervención psicosocial. Así, según el desarrollo e
inclusión de la Psicología Comunitaria en este campo, será necesario enfatizar
más o menos este programa desde el equipo especializado de salud mental.

En cualquier caso, una actividad que requiere la estrecha colaboración entre


ambos niveles es la de propiciar el mantenimiento y la reinserción social y
comunitaria de personas con importantes problemas psiquiátrico-psicológicos y
con dificultades en su integración social y comunicativa.

El asesoramiento y la supervisión psicológica en la programación y seguimiento de


actividades de integración social (pisos de transición y protegidos, integración en
centros y actividades comunitarias, ayuda domiciliaria, etc.) junto con la formación
específica en temas de salud mental para profesionales de los Servicios Sociales
(Asistentes Sociales, monitores, educadores, psicólogos, etc.) es una actividad

117
prioritaria para ir articulando redes sociales alternativas a la hospitalización
psiquiátrica.

Programa de Coordinación y Apoyo con los Servicios de Apoyo a la Escuela. Los


Servicios de Apoyo a la Escuela (por ejemplo, de los Equipos Psicopedagógicos),
conforman por sí solos un programa de coordinación y apoyo entendidos como un
primer nivel de atención a los problemas psicológicos en el ámbito escolar. La
inclusión de la Psicología Comunitaria en este primer nivel de atención suele ser
cuestión indiscutible y sirve para poder desarrollar en contacto directo con la
institución escolar (estudiantes, padres y profesores) actividades de tipo
preventivo y asistencial alrededor de problemáticas tales como el fracaso escolar,
comportamiento en el aula, dificultades en el desarrollo evolutivo, etc.

El asesoramiento y el apoyo desde los equipos especializados de salud mental


variará también dependiendo de los recursos y plan de actividades con que
cuentan los Servicios de Apoyo a la Escuela, pero al menos, ha de contemplar el
establecimiento coordinado de las distintas intervenciones psicológicas que se
hayan de hacer en cada caso determinado desde cada nivel de intervención
asistencial - terapéutica en le caso de salud mental, y psicopedagógica y escolar
en el caso de los Servicios de Atención a la Escuela.

La programación y participación conjunta en actividades de carácter institucional


escolar y/o comunitarias (Escuelas de Padres, colectivos sociales determinados,
etc.), pueden contribuir a dar globalidad y verdadera dimensión comunitaria a la
salud de la población infantil en el marco escolar (ámbito educativo).

Programa de Atención Ambulatoria (Infantil y Adultos). La atención psicológica a


las personas derivadas por el nivel de atención primaria (de salud, educativa y
social) es una de las prestaciones que ofrecen los equipos de salud mental
comunitarias a la población de una comunidad determinada.

Aun cuando la perspectiva clínico-terapéutica aparece como necesaria incluir en


este programa de actuación, el carácter psicosocial que entendemos está en la
génesis de los conflictos psicológicos y la necesidad de un progresivo fomento de
los propios recursos personales en la vida de relación, hace enfatizar aún en las
propias intervenciones asistenciales (evaluación y distintos tratamientos
psicológicos), los métodos y técnicas de carácter grupal y/o comunitarios de
duración limitada (entrevistas de grupo familiar, con vecinos y/o amigos, grupos
terapéuticos, etc.) con el objetivo de potenciar la búsqueda de alternativas
terapéuticas más en el apoyo y la interrelación con los iguales que en la
dependencia, en muchos casos, iatrogénica, del técnico en salud mental.

La intervención en situaciones de crisis en las que se ve involucrada directamente


la comunidad (problemas de comportamiento con los vecinos, de familia o el

118
barrio) hace imprescindible, si no se quiere psiquiatrizar aceptando la etiquetación
de loco o enfermo mental, la implementación con carácter de urgencia en muchos
casos de intervenciones psicológicas grupales en el seno de la comunidad en las
que al tiempo que se interviene para entender y canalizar la situación de crisis se
efectúa un necesario trabajo educativo para desmitificación y evitar exclusión de la
diferencia (“locura”).

Por último es importante hacer referencia al papel de la psicología en su enfoque


comunitario en la formación de los propios profesionales de la salud, servicios
sociales y educativos como ya se ha señalado y especialmente en la formación de
psiquiatras, psicólogos, asistentes sociales en período de residencia o prácticas
en los Equipos de Salud de manera que pueda irse generalizando este enfoque de
atención comunitaria en el campo de la salud.

3.3.3. CAPITULO 9. AMBITOS DE APLICACIÓN II

3.3.3.1. Intervención educativa

Para desarrollar los temas de la intervención en los ámbitos educativo y ambiental,


Martín, Chacón y Martínez han tomado autores como Hombrados y Gómez81. El
interés por los servicios preventivos de la psicología comunitaria y el cambio en la
prestación de los mismos, desde un estilo de “espera” hacia un estilo de
“búsqueda”, permite al profesional actuar sobre el marco social de manera
anticipada. Esto convierte a la escuela en el medio más adecuado para aplicar
programas de intervención que permitan lograr una mayor adaptación ecológica
de los individuos y prepararlos para la vida adulta. Existen además una serie de
hechos que dan la razón a la orientación comunitaria en la escuela:

 Los modelos tradicionales de tratamiento no han proporcionado soluciones


particularmente efectivas. Desde la perspectiva comunitaria el psicólogo
debe intervenir como agente de cambio sobre una institución social como la
escolar. Esto amplía el campo de actuación del psicólogo educativo en la
comunidad, relegada hasta hace poco a la mera descripción y clasificación
de alteraciones comportamentales.
 Un creciente cuerpo de estudios indican la existencia de cierta tendencia al
desajuste social cuando han surgido conflictos en el desarrollo temprano
(Cowen et al., 1973).
 Los programas educativos deben permitir la integración de niños con
problemas y el tratamiento de los mismos dentro del entorno escolar.

81
HOMBRADOS MENDIETA, Isabel y GÓMEZ JACINTO, Luís. (Universidad de Málaga) citados
por MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ GARCÍA,
Manuel. Psicología Comunitaria. Textos Visor.

119
 Los costes económicos de la intervención preventiva en edades tempranas
son menores que los de intervenciones en crisis.
 Para desarrollar una cultura de salud y crear actitudes más positivas hacia
el cuidado de la misma hay que incidir en el sistema educativo puesto que
“el proceso de socialización es uno de los mecanismos más importantes
para transmitir valores y normas” (O.M.S., 1983. En Costa y López, 1986).
 Tradicionalmente la escuela se ha centrado principal o exclusivamente en la
transmisión de contenidos instruccionales. Sin embargo, la escuela como
agente primario de socialización debe ser empleada para promover el
bienestar psicosocial, los comportamientos de salud (en el sentido integral
del término), la preparación anticipada y el desarrollo de habilidades que
permitan una mayor adaptación al medio. Se trataría de “hacer las escuelas
más eficientes para proveer al niño de los recursos que le ayudarán a
desarrollarse como un ser humano psicosocialmente adecuado”. (Zax y
Specter, 1979).

Constituye un reto para la Psicología mejorar las condiciones de vida y asistir de


manera más eficaz a la población; ello implica hacer especial hincapié en un plano
más globalizador y trabajar en el ámbito ecológico donde se desarrolla la actividad
escolar.

La perspectiva comunitaria en la escuela integra una gran cantidad de


aportaciones sobre los procesos de interacción y adaptación del niño en el marco
escolar. Cuenta con la aplicación de numerosos programas que se diferencian
principalmente por el concepto de intervención que en ellos subyace y por el
conjunto de variables que entran a formar parte de este proceso. Esta disparidad
de programas no le permite arrojar datos concluyentes sobre la mejor forma de
intervenir en este campo. Sin embargo, la escuela como institución primaria de
socialización permite un abordaje que va más allá del ámbito puramente
académico; en este sentido el desarrollo de competencias sociales provee al niño
de un buen instrumental para enfrentarse con situaciones conflictivas, lo que
conduce a un mejor ajuste y equilibrio psicosocial, al tiempo que se convierte en el
mejor medio para transmitir comportamientos de salud y, consecuentemente,
prevenir problemas. El llevar este cambio adelante no depende exclusivamente el
trabajo de los profesionales implicados: La formación de paraprofesionales, la
aplicación de los programas, etc., precisa costes económicos, y lo que es más
importante, una decisión política de llevarlo adelante.

Fundamentos de los Programas Comunitarios

A continuación se revisarán los enfoques más importantes que han determinado


gran parte de los programas de intervención y las características de éstos.

120
La orientación comunitaria en la escuela ha trabajado con un cuerpo de
investigación importante sobre el desarrollo del niño y la ecuación. No es
sorprendente, por tanto, que los modelos de inteligencia, educación y aprendizaje
predominantes en la psicología infantil hayan tenido una gran influencia sobre la
intervención comunitaria en la escuela (Rappaport, 1977).

El paradigma de experiencia ambiental temprana basado sobre el supuesto de


que la inteligencia es función de las condiciones estimulares del desarrollo y sobre
los hallazgos de los programas de educación compensatoria dirigió un gran
número de los programas comunitarios, que posteriormente fueron cuestionados a
favor de un modelo ecológico que destacara el papel del relativismo cultural.

Los programas de intervención basados en la experiencia ambiental temprana se


caracterizaron por su actuación preventiva (preferentemente en el ámbito
preescolar) sobre comunidades desasistidas. Uno de los más populares es el
programa nacional “Head Start”, aprobado a mediados de los sesenta por el
gobierno federal de U.S.A. y aplicado sobre niños de zonas deprivadas económica
y culturalmente. Estos programas incluían preparación escolar, apoyo y
socialización además de atención médica. En general, los datos de la evaluación
(Cicirelli et al, 1970; Campbell y Schiller, 1970; Smith et al., 1970) muestran una
mejora del rendimiento al principio que nos se mantiene de forma estable,
llegando a no haber diferencias entre los niños, que intervinieron en el programa y
los que no lo hicieron en las medidas de rendimiento (lectura, escritura…) y
conductuales (adaptación, autoconcepto…). Otro de los programas de educación
preescolar bastante expandidos son los intervención programada (Bereiter y
Englemann, 1966). Se definen por la utilización de un detallado contenido del
currículum rígidamente estructurado. El procedimiento básico consiste en que el
profesor trabaja con pequeños grupos de niños buscando y reforzando las
respuestas más adecuadas para alcanzar el éxito escolar poniéndose el énfasis
sobre el desarrollo de técnicas que favorezcan el trabajo académico. Los
resultados derivados de los programas centrados en el paradigma de experiencia
temprana (preparación para la escuela en niños con déficits estimulares) son
insuficientes para dar respuesta a algunas cuestiones concernientes con la
Psicología Comunitaria. Algunos autores (v.g. Weikart, 1972) explican que el
fracaso de los programas preescolares, una vez los niños acceden a la escuela
pública, guarda relación con las expectativas que los profesores tienen hacia esos
niños y las inferencias que hacen acerca de su capacidad de adaptación y
rendimiento escolar. Sin embargo, para otros (Rappaport, 1977; Laosa, 1979) el
problema principalmente radica en la concepción del paradigma del que parten
estos programas de intervención. El desarrollo de planes curriculares generales y
de técnicas e instrumentos con idéntica base cultural no ha sido consistente con
una sociedad pluralista. Bajo estas circunstancias el modelo ecológico es más
receptivo a un relativismo cultural y permite el diseño y promoción de programas
para una mayor diversidad de individuos. La intervención basada en la comunidad,

121
en un punto de vista ecológico asume la existencia de una gran diversidad de
creencias, actitudes y prácticas que afectan la socialización y educación (Laosa,
en Kent y Rolf, 1979); los valores atribuidos a los tipos de conducta varían en cada
cultura. Cada ambiente puede tener distintos tipos de característica que
demandan diferentes funciones de adaptación. El grado en que los niños tienen
éxito en el contexto escolar depende, en gran parte, de la competencia con que se
enfrentan a dicho contexto.

La idea de la socialización y el desarrollo de competencias en solución de


problemas sociales para conseguir un mayor ajuste psicosocial del niño a través
del marco escolar ha sido apuntado por numerosos autores y ha sido objeto del
desarrollo de programas escolares. Reiff (1967) señala que hay que acercarse al
estudio del entorno como sistema de socialización y los tres entornos que
identifica son la familia, el pequeño grupo y el sistema educativo. Cole y Bruner
(1971) otorgan a la escuela el papel de transmisora de habilidades y
competencias. En la misma línea, Murell (1973) enfatiza la influencia que ejerce la
red de sistemas sociales sobre el desarrollo infantil, subrayando la importante
conexión que guardan el desarrollo de habilidades y estrategias para resolver
problemas con las redes del sistema social (sistema escolar, familiar). Se trataría
de llegar a alcanzar lo que denomina “grado de acuerdo psicosocial” para
asegurar una adecuada adaptación del niño. Spivack y Shure (1974) postulan que
la habilidad de los niños para resolver los problemas interpersonales influye
positivamente en la calidad de su ajuste social; por ello el desarrollo de
competencias en solución de problemas sociales sería crucial para el bienestar
psicológico del niño. La escuela ha sido identificada por una gran cantidad de
autores (Weikart, 1972; Glidewell et al., 1966; Morrison y Mc Intyre, 1971;
Minuchin et al., 1969; Cowen, 1973) como la institución de socialización más
apropiada para desarrollar estrategias efectivas en prevención primaria.

De acuerdo con esta posición el diseño de estrategias en prevención primaria en


la escuela está basado principalmente en el entrenamiento en solución de
problemas sociales. La escuela es el lugar idóneo para la prevención en la infancia
y como tal debe incorporar en el currículum programas que puedan maximizar el
ajuste psicosocial del niño. A través de la prevención habría que introducir
cambios en las instituciones de socialización (Allen et al., 1976) y promover e
incrementar estrategias y competencias a través de respuesta saludables
relacionadas con un buen ajuste (Gesten et al., 1979).

Los programas de solución de problemas podrían resumirse en cognitivos (Shure


y Spivack, 1975); de desarrollo (Jannotti, 1978; Marsh et al., 1980) y de tareas
específicas (DZurilla y Goldfried, 1971). En términos globales el entrenamiento en
solución de problemas sociales se realizaría a partir del desarrollo de una serie de
pautas aplicadas por los profesores en clase y que constaría de: Definición del
problema, proceso de reunión de información, clarificación y establecimiento de

122
metas; generar alternativas, desarrollar habilidades para pensar en una amplia
variedad de soluciones potenciales; considerar las consecuencias y anticipar los
resultados; verificación del proceso de solución de problema.

Además de estos aspectos, Rotter (1974) acentúa la importancia de las


expectativas en la solución de problemas. Su teoría predice que los sujetos con
altas expectativas sobre la solución de respuestas alternativas encuentran un
mayor ajuste social.

El establecimiento de estos programas en el currículum escolar amplía las


oportunidades de los niños de participar activamente en el proceso de aprendizaje.
Para ello se utilizan una gran variedad de técnicas como discusión en clase,
modelado, juegos de cooperación y competición, trabajos en grupo de iguales, etc.

3.3.3.2. Intervención ambiental

Uno de los principales problemas con los que se enfrenta la sociedad es la


progresiva degradación del medio ambiente. El ímpetu desarrollista de las
sociedades occidentales después de la última guerra mundial ha hecho que el
ambiente se haya convertido en un recurso escaso, que hay que conservar y
proteger. La contaminación aérea, acuática y acústica, la degradación del suelo, el
deterioro urbano y una larga lista de problemas ambientales ya forman parte de
las características que definen las sociedades modernas. Por otra parte, existe
una cada vez mayor sensibilización social ante los tales problemas. Si nunca en la
historia el ambiente ha sido víctima de tantas agresiones humanas, también es
cierto que nunca el hombre ha puesto tanto énfasis en su protección. La
traducción psicológica de esta preocupación es la Psicología Ambiental, joven
disciplina que en poco más de 20 años ha desarrollado una gran actividad
científica, convirtiéndose en una de las más prolíficas e interesantes dentro del
actual panorama psicológico.

La Psicología Ambiental, con un nacimiento y desarrollo interdisciplinar


(Proshansky y Altman, 1979), tiene desde sus orígenes una orientación aplicada.
El intento de solucionar la variada problemática ambiental no le ha hecho olvidar,
sin embargo, la necesidad de la construcción teórica. Es quizás en la psicología
ambiental donde mejor se operacionaliza el viejo sueño lewiniano y el de tantos
otros psicólogos aplicados de unir indisolublemente teoría y práctica. De ahí que
los psicólogos ambientales unan a sus deseos interventivos la necesidad de tener
“algo tan práctico como una buena teoría”. Desde esta perspectiva la psicología
ambiental ha intervenido, con mayor o menor intensidad, en los distintos
problemas ambientales que aquejan a la sociedad. Con fines ilustrativos, los
autores han organizado dos ejemplos: Intervención en el comportamiento e
intervención en el medio ambiente; en el primero de los casos tomado el ambiente
como variable dependiente y en el segundo, como variable independiente.

123
Intervención en el comportamiento

En este enfoque interventivo el ambiente está considerado como un variable


dependiente y el individuo desempeña un papel muy importante en su
modificación y, lo que es más grave, en su deterioro. Gran parte de la
investigación desarrollada en este campo se agrupa en torno al área de las
conductas ecológicas responsables. Asís y Aragonés (1986) definen una conducta
ecológica responsable como “cualquier conducta que tenga como intención
conservar el medio ambiente o evitar en la mayor medida posible su destrucción”.
Las estrategias seguidas para implantar en los individuos este tipo de
comportamientos se han basado en las técnicas de cambio de actitudes y en la
modificación de conducta. La utilización del feedback ha sido también frecuente en
el manejo de las conductas ecológicas responsables. Los programas de
intervención ambiental para la implantación de conductas conservacionistas se
valen de ambas estrategias y es frecuente que en uno se reúnan varias de las
técnicas mencionadas. El repertorio de posibles intervenciones ambientales a este
nivel es muy amplio y, en principio, cualquier conducta destructora o conservadora
del medio ambiente puede ser objeto de cambio.

Conservación de la energía

La crisis del petróleo del año 1973 acaba con una época expansionista, de gran
desarrollo económico y social; introduciendo a las sociedades occidentales en el
túnel de la crisis energética. La conservación de la energía y de los recursos
naturales se convierte en prioridad para los gobiernos de todo el mundo. La
psicología no es ajena a esta problemática. Se le ofrece la oportunidad de
desarrollar estrategias psicológicas para colaborar en la solución de tan grave
problema social. El conocimiento sobre cambio de actitudes, modificación de
conducta, evaluación de programas, es aplicado inmediatamente en este nuevo
campo. La conservación de la energía en el hogar, en el transporte, y la reducción
y reciclaje de residuos, son como lo señalan Blas y Aragonés (1987) tres áreas de
intervención con importantes consecuencias para el ahorro energético. Y no
olvidemos que éste tiene repercusiones importantes sobre la calidad ambiental;
habrá menor contaminación si las centrales termoeléctricas y nucleares son
menos necesarias, si se usan menos los automóviles, si las calefacciones
domésticas se utilizan con mayor racionalidad.
En la mencionada revisión de Asís y Aragonés se muestra una serie de
intervenciones encaminadas a reducir el consumo de materias primas sin reducir
el nivel de calidad de vida. Para ello se utilizan principalmente las estrategias
consecuentes de la conducta (feedback, autocontrol, refuerzo positivo y negativo y
el castigo). La educación ambiental, los estímulos instigadores y el modelado no
han sido muy eficaces según estos autores, pero no habría que descartarlos
totalmente y puede ser muy útil su aplicación en la educación ambiental de niños.

124
Por lo que respecta al consumo energético en el hogar (Baum y Singer, 1981), los
programas han ido encaminados a la redistribución del horario de consumo
eléctrico, a su reducción paulatina y al uso racional de determinados
electrodomésticos. Las intervenciones para reducir el consumo energético
derivado del transporte (Altman et al., 1981) fomentan el que las personas
compartan el coche para ir al trabajo, reduzcan los kilómetros recorridos y
optimicen el consumo de gasolina. Otro apartado importante es la incentivación
del uso del transporte público. Si bien el objetivo directo de estos programas es la
contención del consumo de gasolina, qué duda cabe que tienen también una
incidencia importante sobre la reducción de los accidentes de tráfico: Lo cual les
convierte en doblemente recomendables. Y, por último, la reducción y reciclaje de
residuos se ha intentado modificar desde grandes campañas orquestadas
generalmente desde la administración pública y desde pequeños estudios de
campo realizados normalmente en grandes almacenes. En ambos casos se ha
tratado de incentivar el uso de materias retornables. Los programas de reciclaje se
han circunscrito, casi exclusivamente, al reforzamiento positivo por la recogida y/o
entrega de papel.

Arrojar basuras

La contaminación a través de residuos sólidos, basuras, es otro de los importantes


problemas que aquejan las sociedades industrializadas. Aragonés (1985), en una
revisión del tema, define la basura como “materias sin valor que se generan
después de los procesos de producción o consumo”. La intervención psicológica,
señala este autor, se ha dirigido mayormente a la limpieza y recogida de tales
residuos. Sin embargo, un problema cada vez más acuciante para los municipios
es el de la disposición de las basuras y su incidencia en el entorno. A otro nivel,
deshacerse y almacenar residuos nucleares constituye un grave problema, de
importantes repercusiones para la ecología de “tan calientes” cementerios y de
efectos negativos sobre la salud de las personas. Poco, como puede suponerse,
es lo que se ha pedido que diga la Psicología Ambiental en este asunto.

Las intervenciones que pretenden potenciar las conductas de limpieza y recogida


de basuras se basan en técnicas antecedentes y técnicas consecuentes positivas
(Nietzel et al., 1977). Las primeras se centran en prevenir las conductas de arrojar
desperdicios y muestran cómo el número y atractivo de los contenedores de
basura, la limpieza de los lugares públicos y distribución de folletos de propaganda
instigan comportamientos de limpieza. Las consecuentes utilizan principalmente la
administración de refuerzos positivos por la recogida de basuras. El refuerzo
puede ser económico o social; como señala Aragonés (1985) el coste del primer
tipo es elevado y su retirada hace que los individuos vuelvan a los niveles previos.
Los reforzadores sociales (cualquiera que otorgue aprobación y reconocimiento
social al individuo) son más baratos y consiguen efectos similares a los
económicos. Los programas de recogida de basuras están estrechamente ligados

125
al reciclaje de las mismas, y la recogida de papel ha sido la conducta
principalmente estudiada. El incentivo económico consiguió los efectos más
importantes.

Intervención en el ambiente

Desde esta perspectiva el ambiente puede ser visto como una variable
independiente, capaz de ejercer una poderosa influencia sobre el comportamiento.
La psicología ambiental ha enfatizado, al menos en sus comienzos, este enfoque,
y el porcentaje mayor de investigación lo ha dedicado al influjo del ambiente sobre
la conducta.

Wandersman y colaboradores (1983) han desarrollado un modelo que intenta


conjugar los hallazgos de la psicología ambiental con los planteamientos
preventivos de la psicología comunitaria. Es un modelo que relaciona las variables
ambientales con sus efectos psicológicos. Muy similar al modelo de estrés
ambiental de Bell, Fisher y Loomis que plantea que “las variables ambientales
pueden ser fuente de estrés y que esté está asociado a intentos de afrontamiento,
que pueden ser exitosos o fracasar y que de ello se derivan efectos positivos o
negativos”. El modelo incorpora el planteamiento preventivo de Catalana y Dooley
(1980). Un programa de intervención primaria preactiva debería prevenir la
aparición de cualquier estresor ambiental. La construcción de un determinado
ambiente deberá impedir el exceso (o el defecto, en su caso) de población,
contemplar el correcto aislamiento acústico, impedir la contaminación aérea y
acuática. Todo ello, como es de suponer, es difícil y escapa, en gran medida, a la
intervención propiamente psicoambiental. La prevención primaria reactiva
intentará reducir el estrés del individuo sometido a un estresor ambiental,
mediante estrategias de doping (clínicas o informativas). La prevención secundaria
y terciaria irá encaminada al cambio ambiental, utilizando los recursos sociales y
comunitarios del entorno que se pretende mejorar. La remodelación del ambiente,
la reorganización de vecindades, el establecimiento de nuevas redes sociales,
pueden ser ejemplos de intervención secundaria y terciaria.

Al psicólogo ambiental le ha preocupado el estudio de una gran cantidad de


ambientes. Ha establecido numerosas taxonomías de los mismos (v.g. ambiente
natural versus construido; físico y social; molar, molecular) y ha identificado
aquellas variables que tienen una incidencia especialmente negativa sobre el
individuo. Sus aportaciones al conocimiento y diseño ambiental cubren la mayor
parte de los entornos humanos.

El estudio del medio ambiente urbano y sus consecuencias, negativas en muchos


casos, constituye uno de los núcleos más importantes de investigación ambiental
(Corraliza, 1987b). Son numerosas las consecuencias que se pueden obtener del
estudio de tan diversos ambientes. A continuación se hará referencia a algunos

126
estresares que causan efectos sobre la salud, estos son: El hacinamiento, la
contaminación del aire y el ruido.

Gran cantidad e trabajos sobre hacinamiento han mostrado cómo éste induce
estés en los individuos, entorpece las relaciones interpersonales, reduce la
conducta de ayuda e incrementa la agresividad, produce pérdida del control y
puede conducir a determinadas patologías. Los factores potenciales de tan
nefastas consecuencias no se encuentran exclusivamente en las características
ambientales; las variables personales, la capacidad de afrontamiento y adaptación
modulan los efectos (Baum y Epstein, 1978; GurKaynak y LeCompte, 1979; Levi y
Anderson, 1980). La incidencia del hacinamiento en salud de las personas viene
mediada por el estrés. Los trabajos con animales y con humanos evidencian una
gran actividad del sistema nervioso autónomo y la secreción de hormonas
adrenocorticales (síntomas ambos de estrés) bajo condiciones de hacinamiento.

El estrés como es sabido, está estrechamente ligado a la enfermedad. Aunque


existen datos contradictorios, las situaciones de hacinamiento parecen tener una
cierta influencia en el desarrollo de algunas patologías físicas y mentales.
Terceras variables no controladas (estatus socioeconómico, recursos sociales y
personales) pueden estar en el origen de tales hallazgos. La prevención del
hacinamiento es una tarea difícil y casi siempre escapa a la intervención
psicológica. Está íntimamente ligada al proceso de diseño, pero éste se suele
circunscribir a lugares reducidos, tales como residencias estudiantiles y viviendas
particulares. Algunos programas de regulación de la natalidad en el tercer mundo
podrían incluirse en la prevención del hacinamiento.

La contaminación atmosférica, con tener graves consecuencias para la salud, no


ha despertado mucho interés en la psicología ambiental. Se define como la
“presencia en el aire de una sustancia extraña o la variación importante en la
proporción de sus constituyentes, susceptibles de provocar efectos perjudiciales o
crear molestias teniendo en cuenta los conocimientos del momento” (Consejo de
Europa, 1967).

En relación al ruido, López Barrio (1986) lo define físicamente “como un conjunto


anárquico de señales acústicas” y psicofisiológicamente como “todo sonido no
deseado por el receptor, es decir una sensación auditiva perturbadora”. El ruido,
según la OMS, es un sonido no deseado cuyas consecuencias son molestas para
el público, con riesgo para la salud física y mental. Es considerado como un
agente contaminante: Habitual en los grandes núcleos urbanos como
consecuencia del tráfico de automóviles, aéreo y ferroviario, de la actividad
industrial y, en general, de abundantes actividades diarias del hombre (López
Barrio, 1987). El ruido es un estimulante del sistema nervioso central, provoca
tensión que puede llevar a un incremento del estrés y éste a una gran cantidad de
trastornos, principalmente cardiovasculares. También existe evidencia de su influjo

127
en el desarrollo de patologías mentales. El ruido provoca sensación de molestia y
desagrado y es capaz de interferir las actividades personales e interpersonales. Y,
evidentemente, la exposición a grandes intensidades de ruido puede provocar
lesiones auditivas importantes. Su prevención se contempla principalmente desde
el control del mismo, eliminando la fuente que lo produce o reduciendo su
capacidad emisora y protegiendo al individuo que lo padece. Ello se consigue
mediante leyes restrictivas del nivel máximo de ruidos permitidos para un
determinado ambiente, que obliga, en muchos casos, a su correcto aislamiento
acústico. El individuo puede evitar la exposición al ruido mediante la protección
personal y el aislamiento acústico de su ambiente habitual.

3.3.3.3. Intervención política

Para desarrollar el tema de la intervención en el ámbito político, Martín, Chacón y


Martínez han recurrido a los aportes de Jiménez82 quien toma como punto de
referencia sobre lo político de la psicología comunitaria.

1. Término polisémico. Cabría recuperar su primordial sentido: Hay cosas –


impuestos, guerra, salud- que son constitutivamente políticas por su ineluctable
referencia a la polis, a la comunidad política.
2. Históricamente, todos los sistemas sociales han arbitrado medidas a favor de
los necesitados, pero sólo a partir del siglo XIX, y tras durísimas luchas
sociales, comienzan a establecerse en Alemania e Inglaterra las bases de lo
que ha venido a denominarse, con diversas expresiones, Estado de Bienestar.
El cual, idealmente, no sólo ostenta el monopolio de la violencia, sino que
redistribuye la riqueza y protege a los desvalidos, acompañando al ciudadano,
según la expresión de sus arquitectos. Pero son conocidos los recurrentes
ataques que ha venido soportando el Estado Benefactor, sobre todo por parte
de los neoconservadores. Quienes piden la reducción del sector público y sus
prestaciones sociales, privando así de cobertura económica a unos bienes tan
básicos como escasamente rentables desde la lógica del capital.
3. La realidad económica, política y social en la que “interviene” el profesional
“comunitario” escasamente se parece a lo que la filosofía social clásica
denominó “comunidad”. Más bien se trata de una sociedad sumamente
compleja, corporativa, etc., pero, sobre todo, con extremadas diferencias de
clase.
4. El psicólogo comunitario se enfrenta con problemas sociales, asuntos en
muchos casos así etiquetados: ¿Por quién?, ¿Para quién?. Hay ocasiones –
interrupción del embarazo, determinados tipos de delito, el consumo de drogas-

82
JIMÉNEZ BURILLO, Florencio. (Departamento de Psicología Social, Universidad Complutense
de Madrid) citado por MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ
GARCÍA, Manuel. Psicología Comunitaria. Textos Visor.

128
en que una decisión política puede ser condición necesaria de eliminación del
problema.
5. Si como dijeran Marx y Skinner las condiciones de existencia de las personas
determinan su conducta, es clara la relación entre factores políticos y
satisfacción de necesidades. Existen ya plausibles argumentos que han
mostrado la conexión entre esa satisfacción y niveles de desarrollo político,
desde la anarquía primitiva hasta ese lejano estadio superior que podría ser la
anarquía civilizada.

3.3.3.4. Intervención en ámbitos judiciales

Finalizando con el tema de la intervención en el ámbito judicial, Martín, Chacón y


Martínez han recurrido a los aportes de Díaz83 sobre el mismo. Se parte de
entender la Psicología Jurídica como aquella que actúa sobre y se refiere a las
instancias de control social generadas por un Estado (es decir, la policía, los
tribunales de justicia, las instituciones de prevención y de tratamiento de la
delincuencia de los menores de edad penal, y las instituciones penitenciarias), así
como los trabajos e investigaciones que tratan de prevenir y modificar un hecho
que es definido como tal por el Estado (y que se denomina delincuencia; véase, al
respecto, Cea 1987; Taylor, Walton y Young (1975), la intervención que se ha
realizado dentro y para la comunidad en este campo siempre ha sido de gran
atención por parte de los psicólogos, como lo demuestran las obras de Nietzel
(1979), Nietzel et al., (1977), Smykla (1981).

Muchos han sido los problemas que han surgido y surgen para realizar esta labor
(véase, por ejemplo, Clemente, 1986). Así, ocurre con la misma noción de
prevención que para los juristas se puede clasificar en prevención general (que
sería aquella que se dirige a la colectividad en general y que trata de impedir que
surjan sujetos delincuentes en la sociedad, pudiendo equipararse, por lo tanto, a la
prevención primaria) y prevención especial (que incide sobre quienes ya han
cometido un delito, con el objeto de lograr que esas personas no vuelvan a
delinquir, y coincidiendo, por tanto, con la prevención terciaria); por tanto, el
esquema jurídico deja de lado por completo la prevención secundaria.

Las intervenciones de carácter primario se han centrado sobre todo en el estudio


de las características físicas y ambientales que producen delitos, y en cómo
modificarlas para evitar ese problema social; así, la mayoría de los trabajos han
avanzado en la línea del diseño urbano y arquitectónico, centrándose por lo tanto
en la delincuencia urbana, y asumiendo el principio de que la gran ciudad genera
la delincuencia. Esta perspectiva fue iniciada por Shaw y MacKay (1972),

83
DÍAZ, Miguel Clemente. (Departamento de Psicología Social, Universidad Complutense de
Madrid) citado por MARTÍN GONZÁLEZ, Antonio, CHACÓN FUERTES, Fernando y MARTÍNEZ
GARCÍA, Manuel. Psicología Comunitaria. Textos Visor.

129
sociólogos de la Escuela de Chicago, encontrando en la actualidad su máximo
exponente en Newman, arquitecto que, observando cómo existía una relación
lineal entre la altura de una casa y el número de delitos que se cometían en la
misma, atribuyó este hecho a la falta de semantización del espacio de los grandes
edificios, de forma que cuanto más grande es un edificio, más de llegan a
conceptualizar los espacios de carácter semiprivado (corredores, pasillos,
ascensores, escaleras, etc.), como zonas públicas, ante la imposibilidad de
detectar a un posible intruso. Propugna Newman la noción de espacio defendible,
o semantización de los espacios de forma que den la sensación de ser zonas
seguras, protegidas y de carácter privado; para conseguir tal fin, elabora un listado
de condiciones a conseguir en la ordenación ambiental de los barrios (formas de
construir los parques, los aparcamientos, las casas, las ventanas, etc.), que
investigaciones posteriores han comprobado de gran eficacia.

También desde le punto de vista de prevención primaria, han sido de gran


importancia estudios sobre morfología urbana (Georges – Abeyie 1978, 1980).
Esta orientación estudia la morfología de la ciudad, de forma que interpreta que
diversas formas de ciudad (ciudades en forma de estrella, de círculos
concéntricos, de sectores múltiples, etc.) generan diversas tasas de delincuencia,
y sitúan las zonas de “vivienda” de los sujetos delincuentes (los denominados
“semilleros” de la delincuencia) y de comisión de las actividades delictivas en
diversas áreas, que son explicadas por la misma ciudad. También investiga este
autor la morfología de los barrios bajos y de los “ghetos”, estableciendo cómo
estos últimos poseen una capa externa que es móvil y que cambia de dimensiones
en función de diversos criterios de carácter temporal.

En general, la perspectiva preventiva primaria o mecánica ha supuesto una


importante alternativa, ya que olvida por completo al denominado delincuente,
para actuar sobre estructuras ambientales capaces de modificar los
comportamientos delictivos. Bajo esta perspectiva nacen los estudios que
propugnan la creación de Centros Sociales (Ander-Egg, 1980) que parten de la
idea de que uno de los grandes obstáculos para el desarrollo de la Comunidad es
la ruptura cada vez mayor con los vínculos primarios, aspecto que se incrementa
sobre todo en las grandes ciudades.

Pero vale la pena analizar, en segundo lugar, los programas de prevención


secundaria del delito. Dentro de ellos se encuentra el desarrollado por Cohen:
P.I.C.A. (“Programming Interpersonal Curricula for Adolescents”) que se
continuaría después en el P.R.E.P. (“Prepatarion Trough Responsive Educational
Programs”), y que interpretando que el fracaso escolar conlleva en múltiples
ocasiones la realización de actividades delictivas, trata de adiestrar
adecuadamente en este campo a sujetos etiquetados como predelincuentes. En
dichas intervenciones se han constatado resultados positivos, si bien supeditados
al empleo por regla general de muestras pequeñas de sujetos.

130
Finalmente, en relación con la prevención de carácter terciaria, se han realizado
programas orientados hacia la rehabilitación y la reinserción.

De la intervención comunitaria se destaca cómo es posible, mediante técnicas


psicológicas conseguir una sociedad con menos problemas, con una mejor calidad
de vida, y por lo tanto, con un menor índice en una serie de problemas sociales,
entre ellos la delincuencia.

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132
LECTURAS COMPLEMENTARIAS

LOS MODELOS TEORICOS EN PSICOLOGIA COMUNITARIA

Lic. Yolanda Ramiro Sánchez


Profesora de Psicología

Facultad de Ciencias Médicas “Dr. Salvador Allende”


Instituto Superior de Ciencias Médicas de la Habana

RESUMEN

Se hace un análisis de los modelos teóricos de la Psicología Comunitaria, su


validez en cuanto teoría, su generalización y otras capacidades, así como los
aportes que hacen al cuerpo teórico de esta rama de la Ciencia Psicológica

Palabras claves: Cambio social, competencia, apoyo social, escenario y modelos


Los distintos modelos

El carácter teórico de la Psicología Comunitaria ha suscitado opiniones diversas por que existen
criterios – no solo de sus detractores – de verla como una rama predominantemente práctica.

Este criterio resulta contradictorio, por que existen multiplicidad de elaboraciones teóricas, a las
cuales se le han llamado “modelos teóricos ”, entre los que podemos mencionar:

• Modelos del cambio social

• Modelos de suministros

• Modelos de orientación sistemática

• Modelos de apoyo social

• Modelos de objetivos

• Modelos ecológicos

• Modelos de actuación

Estas teorías representan el estudio desde posiciones muy amplias (como son los referidos al
cambio social, que proponen como objeto de la Psicología Comunitaria la transformación macro
social), los que se dedican a un aspecto específico (los modelos de objetivos) y hasta los que
abordan método y se dirigen a la intervención comunitaria.

A tenor de las diferencias que presentan estos modelos, Sánchez Vidal (1991) considera que se
pueden dividir en dos grandes grupos:

• Modelos analíticos: Que se dividen en Globales o sociales y psicosociales

• Modelos operativos

133
Los analíticos globales o sociales son aquellos que se centran en el marco global socio-cultural del
desempeño comunitario, permitiendo relacionar los fenómenos psicosociales de interés directo con
la Psicología Comunitaria, con sus determinantes y correlatos macro sociales. Los psicosociales se
inscriben en el nivel mesosocial, ligando dos términos básicos; individuo y sistema social a varios
niveles

En los modelos operativos se pueden distinguir; los más conceptuales y valorativos que defienden
los objetivos o metas de actuación y los más formales, dinámicos y relacionales, que centrándose
en la acción y sus efectos, guían y orientan la realización de la intervención comunitaria desde la
Psicología.

Es verdaderamente difícil orientarse en el mare mágnum de modelos, aportes, criterios y teorías


por un lado y por el otro lado propuestas de programas de intervención, que muestran las
dimensiones del método científico comunitario y sus diversas aplicaciones en los distintos
contextos en los cuales es difícil ver la correlación con su marco teórico contextual.

Creo que la elaboración de una teoría debe partir por definir la condición esencial del campo de
estudio, para su posterior proyección. En este caso este criterio central es desarrollar en el
individuo la capacidad de ser sujeto de salud, lo que deriva inmediatamente la necesidad de
plantear los determinantes a través de los cuales se puede abordar esta construcción, que son
cuatro:

• Lograr los cambios necesarios en las vidas y su entorno.

• Lograr que la comunidad posea su propio sentido y funcione como sistema de apoyo.

• Desarrollar las potencialidades en forma de recursos personológicos.

• Crear un espacio que sea un escenario común de actuación.

De hecho estos conceptos- indisolubles- son vistos de forma fraccionada en cada modelo y el
cuarto no ha sido objeto de suficiente atención, lo cual limita la utilidad de los constructos teóricos,
por ser el espacio la razón de la existencia grupal.

A mi juicio los modelos que más aportes hacen al cuerpo teórico de al Psicología Comunitaria son:

• Los Modelos del cambio social.

• Los Modelos de competencia.

• Los Modelos del apoyo social.

Cada uno de estos modelos estudian alguno de los elementos centrales de la teoría comunitaria
para lograr el fin último de la actuación comunitaria o sea que las personas sean protagonistas de
su propia salud.

A continuación voy a hacer un análisis escueto de cada modelo, para en publicaciones futuras
dedicarme a profundizar en los mismos, por que ahora el propósito que persigo es valorar si en
realidad estas teorías merecen ser consideradas como “modelos teóricos”.

Modelos del cambio social

En sentido general, promueven la transformación del entorno social parar reajustar sus funciones y
dar un espacio a todos sus miembros en función de la integración. Estos cambios pueden derivar
en una reorganización utilizable en otros aspectos de la actividad humana y social. Son

134
considerados como cambios también la asunción de nuevos roles y mejoramiento de los ya
asumidos y en general toda transformación psicológica que permita la búsqueda de la salud, en
tanto equilibrio.

De esta manera creo que no son útiles aquellas posiciones que propugnan el cambio social radical
que lleva a transformaciones sociales políticas y económicas por considerar utópico que la
Psicología pueda lograr variaciones de magnitud macrosocial, lo cual se corrobora por que no
existen evidencias que hayan ocurridos cambios a ese nivel.

Los propósitos del cambio social radical llevan a un énfasis desmedido en las aspectos sociales,
que llevan a una disminución de la valoración psicológica, una sobredimensión del rol de psicólogo,
viéndolo como una transformador de sistemas sociales lo que lleva a que sus principios teóricos
tengan grandes dificultades aplicativas.

Modelos de competencia

Le dan sentido al carácter volitivo del proceso socializador, donde se van a desarrollar cualidades
psicológicas con particularidad personológica para manifestar conductas competentes que le
permitan vivir mejor, entendiendo dentro de esto y con carácter prioritario las conductas saludables.
El desarrollo de potencialidades y la creación de esos recursos psicológicos durante el desarrollo
ontogenético permite la autorrealización, elevación de la autoestima, la toma de decisiones y la
conducta autónoma.

Considerar la competencia en el sentido del hombre competente, de la capacidad de un


afrontamiento ante los conflictos, como en ausencia de ellos, hacen que estos modelos sean
significativos, por cuanto:

• Hacen énfasis en al relevancia psicológica, por considerar a todas las personas portadoras de
recursos y potencialidades. No existe personas incapaces, todos poseemos potencialidades- pero
diferentes- y algunos las descubren mas fácil que otros, debido a que las condiciones sociales han
sido mas favorables para ello.

• Se enmarcan en el nivel mesosocial, donde se encuentra la comunidad y no pretende penetrar en


los sistemas del nivel macrosocial, lo cual hace mas útiles sus constructos.

• Consideran como criterio básico la promoción de conductas sanas a partir del conocimiento
científico compartido por profesionales y la comunidad para establecer una relación interactiva
interesada en el desarrollo.

• Derivación hacia el campo de la salud, donde se pueden encontrar conocimientos y metodologías


para lograr los propósitos de potenciación y autogestión.

Modelos de apoyo social

Manifiestan el significado de las relaciones interpersonales en forma de apoyo social, dándole


importancia la calidad constructiva del intercambio, lo que deriva que el sistema tenga un sentido
personal para cada individuo, permitiendo valorar los requerimientos sociales, ya sean cotidianos o
en crisis y la factibilidad de un afrontamiento cualitativamente útil. El apoyo social fomenta la salud
y el bienestar. Es un mecanismo para elevar la moral y los estados afectivos positivos, creando un
aumento de la autoestima, estabilidad y sentido de pertenencia, lo que fortalece al individuo y al
grupo.

De forma resumida se puede decir que un efectivo apoyo social posibilita:

• Desarrollo de cualidades con el consecuente fortalecimiento psicológico.

135
• Amplitud en la perspectiva de equilibrio físico y psicológico con los beneficios que de esto se
deriva.

• Disminución del riesgo de enfermar (principalmente en las enfermedades crónicas y no


transmisibles)

• Aumento en la capacidad de afrontamiento en los eventos de la vida.

• Disminución de la dependencia a los servicios de salud.

Lo que me interesa ahora es dirimir hasta que punto estas definiciones son teorías desarrolladas,
es decir si en verdad funcionen como “modelos teóricos”. Para comenzar, es necesario hacer
algunas reflexiones en torno a la teoría, sus funciones, utilidad y los criterios a tener en cuenta para
evaluarla.

Así encontramos que la definición de Kerlinger (1975) sobre teoría nos da elementos esenciales
que la caracterizan, cuando dice que es un conjunto de constructos (conceptos ), definiciones y
proposiciones relacionadas entre sí que representan un punto de vista sistemático de fenómenos
especificando relaciones entre variables, con el objeto de explicar y predecir los fenómenos. Otros
autores como Black y Champion (1976), Blalock (1984) y Gibbs (1976) también hacen definiciones
al respecto muy similares a la de Kerlinger.

Cuando se revisa la literatura se encuentran distintas formas de explicar y aplicar la teoría. Se


suele identificar a la teoría con orientación teórica, marco teórico, esquema teórico o modelo
(Sjoberg y Nett, 1980). Incluso hay quienes afirman que la teoría es un conjunto de ideas no
comprobables o incomprensibles que están en la mente de los científicos (Black y
Champion,1976), otros que la ven como algo desvinculado de la realidad y hasta quienes creen
que las teoría son las ideas de los autores, igualándolas de esta manera con la historia de las
ideas.

Es tan amplio el criterio sobre la teoría que tomaremos el de Kerlinger por su seriedad y lógica.

Toda teoría tiene utilidad, ya sea por que describe, explica y predice un fenómeno o hecho; por que
organiza el conocimiento o por que orienta la investigación. No existen teorías malas o
inadecuadas, lo que sucede es que a veces no se logra ver la utilidad de la teoría por que no se le
ve su vínculo con la realidad. En otras ocasiones se le llama teoría a lo que en realidad es una
creencia, un conjunto de suposiciones, una especulación o una ocurrencia. Cuando se aplica la
teoría a una determinada realidad y no funciona, esto no la hace inútil, sino inoperante para un
contexto específico.

Todas las teorías aportan conocimientos, aunque en ocasiones ven los fenómenos que se estudian
desde ángulos diferentes y algunas se encuentran mas desarrolladas que otras y cumplen mejor
sus funciones. Para decidir el valor de una teoría se cuenta con varios criterios:

• Su capacidad de descripción, explicación y predicción: Describir implica definir el fenómeno, sus


características y componentes, las condiciones en que se presenta y las distintas maneras en que
puede manifestarse.

Explicar tiene dos significados: Ferman y Levin, (1979) En primer término significa entender las
causas del fenómeno y en segundo término se refiere a la “prueba empírica” de las proporciones
de las teorías.

• Consistencia lógica: Las proposiciones que la integran deben estar interrelacionadas entre sí, no
debe haber repeticiones, ni contradicciones internas o incoherencia (Black y Champion, 1976).

136
• Perspectiva: se refiere al nivel de generalidad (Ferman y Levin, 1979). Una teoría posee más
perspectiva cuando mayor cantidad de fenómenos explique y mayor número de aplicaciones
admita.

• Fructificación: La capacidad que tiene una teoría de generar nuevas interrogantes y


descubrimientos.

• Parsimonia: Se entiende como la sencillez, la cual es una cualidad deseable, por que no
signifi9ca superficialidad, sino que se pueden explicar mayor cantidad de fenómenos con menos
proposiciones.

Los teóricos de la Psicología Comunitaria han llamado “modelo teórico” a toda elaboración, ya sea
descriptiva, exploratoria o explicativa de las causas que dieron origen a esta tendencia, las
condiciones históricas y sociales de su actuación, así como las metódicas utilizadas, donde
subsisten diferentes criterios diferentes sobre su objeto de estudio

Si tomamos la definición de gran teoría y modelos teóricos asociados de Goetz y Lecompte (1988)
– que son los autores que hacen referencia a este término- se considera a la gran teoría como
sistemas fuertemente interrelacionadas de proposiciones y conceptos abstractos que describen,
predicen o explican de forma exhaustiva grandes categorías de fenómenos . Los ejemplos más
claros de grandes teorías son las de Newton y Einstein en torno a las relaciones entre materia,
energía y movimiento.

Estos autores consideran que en el terreno de las ciencias sociales es difícil llegar a este nivel
teórico, lo cual es achaca por parte de algunos a la falta de madurez de estas ciencias o bien a la
complejidad del comportamiento humano como para que sea reducible a leyes universales. Pese a
este criterio, creemos que si es posible ver grandes teorías en al Psicología, como lo es la del
desarrollo histórico – cultural de los procesos psíquicos del hombre de Vigotski (1987).

Goetz y Lecompte creen además que a la gran teoría se le asocian los modelos teóricos,
entendidos como “conjunto de supuestos, conceptos y proposiciones interrelacionadas de forma
laxa que configuran una visión del mundo.

Es claramente entendible que para la formulación de un modelo teórico son necesarios:

• La existencia de una gran teoría a la cual tomar como marco teórico.

• Un nivel de generalización que permita su comprobación y uso en diversos contextos.

• Que se constituya en orientación metodológica y fuente de investigación en ese campo de


estudio.

Estos autores continúan diciendo que adeninas de la gran teoría y sus modelos teóricos asociados,
también existan las teorías formales o de rango intermedio “que son conjuntos de proposiciones
interrelacionadas, cuyo objeto es explicar una clase abstracta de comportamientos humanos”. Y
por último hacen referencia a las teoría sustantivas” que son proposiciones o conceptos
interrelacionados los cuales se centran en determinados aspectos de poblaciones, escenarios o
tiempos”.

Se puede derivar la conclusión que no solo es el campo u objeto de estudio lo que define el nivel y
complejidad de la teoría, sino también es importante la profundidad del estudio y los resultados
obtenidos los que permitan ubicar la teoría en uno u otro nivel.

A nuestro juicio, al denominar “ modelos teóricos “ a todos estos estudios, a veces generales y
otras veces muy particulares es sobredimensionarlos, por que no tienen la capacidad

137
generalizadora que se espera de un modelo teórico, sino que deben ser ubicados dentro de las
teorías sustantivas. Este análisis se fundamenta en:

• Operan a nivel de grupos y comportamientos humanos.

• Su capacidad de generalización, coherencia y predicción es limitada a determinados contextos.

• La ausencia de una gran teoría que les guiara y orientara para que tuvieran una interrelación
encaminada hacia el mismo objetivo.

• No se logra conformar una visión del mundo, no por que el campo comunitario no lo permita, sino
por su desarrollo limitado y fragmentación.

Estas teorías resultan de utilidad, pero resulta evidente la ausencia de un sentido de unidad, lo que
impide la configuración de un cuerpo teórico que involucre la teoría y la praxis en estrecha relación
e interdependencia.

En la vinculación necesaria de los principios de: cambio, apoyo social, desarrollo de recursos y
escenarios resulta de urgencia este último y que las investigaciones se encaminen en este sentido.

BIBLIOGRAFÍA

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138
CONSTRUYENDO JUNTOS UN NUEVO SIGNIFICADO DE PARTICIPACIÓN: UNA INICIATIVA
PARA LA CREACIÓN Y EL CAMBIO SOCIAL DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
COMUNITARIA

Analía del Valle Sánchez


Universidad Nacional de Tucumán – Argentina

Resumen
Este trabajo tiene por objetivo presentar una experiencia psicosocial comunitaria desarrollada en la
provincia de Tucumán – Argentina. Experiencia que se da a través de la incorporación del Proyecto
Internacional “Constelación” creado por la artista plástica francesa Sylvaine Remy, el cual tiene
como propósito desarrollar la capacidad creativa y artística de niños y adolescentes de diferentes
lugares del mundo y propiciar el intercambio de las producciones plásticas entre ellos.

En Argentina se lleva a cabo en dos provincias: Salta y Tucumán. En esta última se conoce el
proyecto a través de la experiencia que se realiza en Venezuela, bajo la dirección de la Dra.
Maritza Montero. En Tucumán, comienza a funcionar desde 1999 continuando en la actualidad en
la comunidad rural de Alpachiri. Allí un grupo de 50 niños y adolescentes autodenominados “Los
Pequeños Pintores de Alpachiri”, asisten a este proyecto en el Centro Cultural “Posta el Paisanito”.
Se trata de una alternativa educativa no formal e interdisciplinaria, en la que este grupo participa y
se expresa libremente a través de actividades plásticas, teatrales, literarias. Se propicia desde el
arte y la PSC el desarrollo del sentimiento de pertenencia comunitaria, responsabilidad por el
medio ambiente, búsqueda de sus propias raíces culturales y reconocimiento de las mismas,
valorización y confianza de su propio ser y del contexto que lo rodea, al trabajar con temas de su
pueblo y cultura, y al recibir dibujos de otros niños del mundo. Así, los pequeños artistas se
convierten en investigadores y transformadores de su propia realidad con acciones puntuales,
logrando sentir a su comunidad como parte de ellos. La metodología utilizada es la IAP.

Como resultados hasta ahora alcanzados se mencionan: La implementación y apropiación de un


espacio alternativo de trabajo de y para los niños adolescentes, la constitución y consolidación de
ellos como grupo, la participación de niños de otras comunidades vecinas, mayor capacidad
expresiva en su proceso de socialización, desarrollo de la creación artística, reforzamiento de los
procesos de toma de decisiones y derecho a la libre expresión y realización de pequeñas
transformaciones en el pueblo como el mejoramiento de la plaza, creación de murales en la Posta,
participación activa en la inauguración de la biblioteca comunitaria, entre otros.

Palabras Clave: Participación, Creación, Sentido Psicológico de Comunidad, Cambio Social.

El arte hace tomar conciencia


a los hombres de la grandeza
que tiene dentro de sí y que ignoran.
Malraux

Este trabajo tiene por objetivo presentar una experiencia psicosocial comunitaria desarrollado en la
84
Provincia de Tucumán – República Argentina, en una comunidad llamada Alpachiri , situada al
sureste de la provincia. En este pueblo, de nivel socioeconómico pobre, humilde y con pocos

84
ALPACHIRI; significa en lengua quechua Tierra Fría.

139
recursos materiales, las condiciones de educación, trabajo, salud, vivienda, energía eléctrica y
agua potable son escasas.

Los niños asisten a la escuela solo hasta 7° grado, donde completan el nivel primario. Aquellos
adolescentes que logran culminar el secundario son los que tienen la posibilidad de trasladarse a la
ciudad más cercana.

Cuando el niño y el adolescente termina su formación primaria tiene dos alternativas: Proseguir la
educación secundaria o directamente pasar al mundo del trabajo: El trabajo en la tierra como modo
de supervivencia, puesto que Alpachiri es zona agrícola.

Se observa que el niño y el adolescente ingresan a la vida laboral tempranamente, convirtiéndose


en un período de edad en el que asumen responsabilidades y obligaciones pertinentes a otro
momento vital. Como consecuencia de este pasaje queda desdibujada una etapa evolutiva: La
adolescencia. Por lo tanto se le es vedado lo que debería ser natural en un niño: La posibilidad de
jugar, estudiar, alimentarse y expresarse libre y espontáneamente.

De esta manera la puesta en marcha del Proyecto que a continuación se presentará, surge a partir
de una detección de necesidades, donde en la fase de diagnóstico participativo se visualiza la
carencia de espacios alternativos de participación diferentes a los que puede ofrecer la escuela y el
trabajo. Se detecta por lo tanto, falta de lugares de desarrollo donde se facilitan otras actividades
necesarias para los niños y adolescentes. Necesidad que no está atendida ni por la escuela ni por
el mundo del trabajo.

De ahí que, a través de una etapa de negociación de la implementación del proyecto, se proponga
la apertura de un espacio de trabajo diferente que sea de y para los niños y adolescentes del
pueblo. Es allí, donde se articula la puesta en marcha de esta experiencia psicosocial a través de la
incorporación del Proyecto Internacional “Constelación” en Alpachiri, desde 1999 hasta la
actualidad.

140
La experiencia psicosocial comunitaria
85
Proyecto Constelación
Constelación es un proyecto internacional cuya sede se encuentra en Francia (St Michael de
Maurienne). Fue creado y fundado por la pintora y artista plástica Sylvaine Remy en 1996. El
proyecto tiene como meta el desarrollo de la capacidad creativa y artística de niños y adolescentes
de diferentes lugares del mundo, en particular de los más desfavorecidos.

Se propone que, a través de la pintura y de otras expresiones artísticas los niños se conozcan
entre ellos, al mismo tiempo que conozcan el contexto cultural al que pertenecen, estableciendo
vínculos. Para lo cual propicia el intercambio de las producciones plásticas de los grupos que
pertenecen a dicha organización. Estimula el desarrollo cultural e intercultural de los pequeños
artistas. Se propone ayudar a los niños a saberse parte de una comunidad y a conocer otras
culturas.

Considera que la “irrigación cultural” (entendida como el intercambio y expansión del conocimiento
entre culturas) es indispensable. El sacar del encerramiento a los niños, hacerles descubrir el
mundo en toda su riqueza, al mismo tiempo que su propia identidad, puede hacerlos más abiertos,
más creativos, más aptos para ser actores del mundo de mañana, siendo actores del mundo de
hoy.

Por lo tanto, el eje del proyecto es vincular entre si a niños de diferentes partes del mundo a través
del intercambio de los trabajos. De esta manera, ven lo que los otros son y hacen como una forma
diferente de aprender otras realidades, al mismo tiempo que aprenden a valorarse a sí mismos, a
reconocerse como parte de una comunidad y a conocer a niños de otras culturas.

Actualmente, el proyecto se desarrolla en 22 países de cuatro continentes: África (Angola, Benín,


Burkina-Faso, Madagascar, Malí, Morocco, Nigeria, Rwanda); América (Argentina, Bolivia, Brasil,
Ecuador, Guatemala, México, Perú, Venezuela); Asia (Filipinas, India, Nepal, Vietnam) y Europa
(Francia).

Proyecto Constelación en Alpachiri


Inserción del Proyecto Constelación en Alpachiri

En Tucumán se conoce este proyecto a través de la transferencia de la experiencia que tuvieron


dos profesionales argentinas que formaron parte de un equipo de trabajo bajo la coordinación de la
Dra. Maritza Montero, en la cátedra de Psicología Social Comunitaria de la Escuela de Psicología.
Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Este equipo puso
en marcha el proyecto antes mencionado en el Barrio San José de la Urbina - Caracas
(Venezuela) en el año 1997 y es a partir de 1999 que se replica en la comunidad de Alpachiri –
Argentina.

La Experiencia Psicosocial Comunitaria como Iniciativa para la Creación y el Cambio Social

En Alpachiri, la implementación del Proyecto Constelación consistió en la apertura de un espacio


diferente. Se torna diferente en tanto es un espacio que promueve una actividad alternativa de
educación no formal e interdisciplinaria.

85
Mi especial agradecimiento a la Dra. Maritza Montero por posibilitarme conocer y llevar a cabo la
puesta en marcha de este proyecto en Venezuela. A Sylvaine Remy por confiar la incorporación del
Proyecto Constelación en Tucumán – Argentina, a través de mi coordinación.

141
Por un lado, busca desarrollar la capacidad creativa y artística de los niños y adolescentes
formando la creatividad y la sensibilidad humana mediante la enseñanza de técnicas pictóricas y
plásticas a través de las cuales puedan expresar lo que piensan y sienten. Y por otro, busca
favorecer el desarrollo integral de los mismos estimulando el conocimiento mutuo, la integración, la
solidaridad y la cooperación a través de la expresión artística y la promoción de acciones
participativas y transformadoras que tienden a un cambio social innovador.

El proyecto consiste en la creación de un espacio de encuentro, expresión, participación, de


reflexión y de recreación, donde la creatividad, la comunicación y la cooperación son estimuladas.
Los niños y adolescentes participan y expresan libremente a través de actividades plásticas,
teatrales, literarias, musicales. El intercambio de sus producciones artística con niños de otras
partes del mundo es un eje importante del proyecto ya que se promueve el conocimiento entre
ellos. La experiencia psicosocial se sostiene desde un enfoque interdisciplinario y desde allí
intervienen disciplinas tales como la Psicología Social Comunitaria, Psicología Ambienta,
Psicología del Arte, Pedagogía, Expresión Plástica, Teatro y Música.

De esta manera se propicia, desde el Arte y la Psicología el desarrollo de la autoestima en los


niños, la valorización y confianza de su propio ser y del contexto que los rodea, la conciencia del
otro, del sentimiento de pertenencia comunitaria, la responsabilidad consigo mismo, con los demás
y con su medio ambiente, la búsqueda de sus propias raíces culturales y reconocimiento de las
mismas. Al trabajar con temas de su pueblo y cultura, y al recibir dibujos de otros niños del mundo,
los sitúa ante nuevas posibilidades ampliando sus vínculos y horizonte geo-espacial.

Los niños a través de sus producciones artísticas narran el pasado y el presente de sus culturas y
países. Por lo tanto, definen su identidad a partir del conocimiento propio y el conocimiento de lo
diferente. Así, pueden expresar quiénes son, su cultura y raíces; mientras las redescubren. En este
sentido se valora la búsqueda en documentos, canciones, fotos, pinturas, narración oral de
personas mayores, con el objetivo de indagar sus raíces y tradiciones. Se trabaja con temas de la
vida diaria, de lo local: Como el pueblo, el trabajo, el sitio donde viven, las fiestas, etc., para que los
niños expresen su cotidiano y en muchos casos los problemas sociales que observan.

Se promueve en los niños la percepción de sus acciones como significativas, reconociéndose


como actores y protagonistas de su entorno, logrando descubrir la capacidad que poseen para
producir un cambio visible ante los otros. Es decir, un cambio social que eleve la calidad de vida de
los sujetos implicados.

Así, los pequeños artistas se convierten en investigadores y transformadores de su propia realidad


con acciones puntuales, logrando sentir a su comunidad como parte de ellos.

Fundamentación

Cuando en un proceso psicosocial comunitario se facilita un espacio de trabajo vivenciado por el


grupo en cuestión como un “espacio diferente”, entonces este se incorpora como un “espacio
propio”, en tanto adquiere valor para le grupo ya que es construido socialmente. Al ser el grupo
hacedor de ese espacio, los protagonistas del mismo aprenden a valorarlo y lo vivencian como una
experiencia distinta que surge en su comunidad, ya que es una experiencia de participación y
producción de algo que les pertenece y tiene valor, experiencia de intercambio y de creación de
sentido. Sobre todo cuando en el contexto socio-cultural que les rodea prima la falta de sentido de
comunidad, de organización, de apropiación de sus vidas, de “no poder hacer algo para no irse de
86
su pueblo” .

86
El pueblo de Alpachiri tiene una economía de subsistencia, en general la actividad está basada
en la agricultura. Cuando hay cosechas en ese lugar se convierten en “poblaciones golondrina”,

142
Por lo tanto, esto es lo que permite conectar que, a través de un espacio de creación y
participación, se forje el sentido de comunidad y se vayan dando los primeros pasos hacia la
construcción de un nuevo significado de participación.

Al convertirse en un espacio, no solo de producción sino de participación, comienzan a conocer sus


propias capacidades –antes no valoradas- y por lo tanto también la capacidad de controlar sus
propias vidas, de producir para sostenerse en el futuro, de crear nuevo modos de existir en su
entorno, de hacer algo de lo cual ellos son los dueños. Así, se visualiza la necesidad de tener y
apoderarse del espacio y de la experiencia que lleva a construir nuevos significados.

En esta construcción el Arte es un medio para encontrar su identidad o reencontrarla y para el


reconocimiento de si mismo. El Arte, como espacio de creación simbólica, se combina con las
estrategias de intervención de la Psicología Social Comunitaria y con las preguntas generadoras de
sentido a través de la Investigación - Acción – Participativa.

De esta manera, en la comunidad de Alpachiri al haber carencias de espacios alternativos de


participación, el Arte se constituye en un espacio para la recuperación de la historia del pueblo, del
forjamiento identidad comunitaria y del sentido psicológico de la comunidad.

que consiste en el desplazamiento de grupos de familias hacia otras provincias en época de


cosechas, regresando luego a su lugar de origen.

143
Método

Dada la naturaleza de este Proyecto, y teniendo en cuenta la metodología de trabajo en la cual se


sostiene, se considera que la participación de los actores implicados en el mismo es el aspecto
fundamental y el núcleo nodal a partir del cual gira la puesta en marcha de la experiencia
psicosocial y de los cambios esperados. Por lo tanto, se considera que el método que más se
ajusta a estos propósitos es la Investigación - Acción – Participativa (I.A.P.). Estrategia que
combina la investigación social, el trabajo educativo y la acción (Alforja, 1989, 1990; Ander – Egg,
1982; Astorga 1991; Freire, 1969). Es un tipo de investigación social, basándose en los eventos de
la vida cotidiana y estableciendo una estrecha interacción dialéctica con ellos, despliega el doble
trabajo de investigar e intervenir, involucrando a los investigadores y a los miembros de una
comunidad en una acción participativa y cooperativa que las hace iguales y distintas a la vez.

En esta concepción metodológica el problema de investigación se origina en la comunidad e


involucra a sus miembros como sujetos activos de la misma. Se concibe a la I.A.P. como un
proceso continuo a medida que se va produciendo y procesando conocimiento, se van dando
acciones en la práctica que modifican ese conocimiento, modifican el problema inicial y plantean
nuevos interrogantes. Se acompaña siempre de un proceso de reflexión buscando las
explicaciones que clarifiquen las causas de los problemas planteados.

La I.A.P. une el saber popular con el saber científico y permite que ambos se influyan, dando lugar
a un saber integrado, distinto, más elaborado y relevante para unos y otros (agentes internos y
externos).

De allí que las características del proyecto constelación se relacionen con dicho abordaje
metodológico, ya que se pretende fortalecer y potenciar la identidad de los niños, a través del
conocimiento del contexto en el cual están inmersos, logrando así su apertura; expandir su
creatividad para ser actores del mundo que los rodea; facilitar el reencuentro con ellos mismos, con
su historia, raíces y tradiciones; compartir e intercambiar aquellos que descubren, con lo que
descubren otros; propiciar la reflexión de que “el mundo puede ser de otra manera” y generar
“acciones” que refuercen esta reflexión. Todo esto, teniendo como meta transformar la vida
cotidiana y fortalecer esa entidad.

Participantes

La puesta en marcha de este proyecto se construye con el aporte y la participación de todos los
actores que intervienen.

Los protagonistas de esta experiencia son un grupo de alrededor de 50 niños y adolescentes del
pueblo, autodenominados “Los Pequeños Pintores de Alpachiri”, cuyas edades oscilan entre 2 a 15
años.

Los miembros del equipo de trabajo responsable de la puesta en marcha de este proceso
sostienen la continuidad del proyecto a través del trabajo interdisciplinario. Dentro del equipo se
consideró la incorporación de personas de zona rural para favorecer el funcionamiento continuo de
la experiencia. El equipo responsable está constituido por psicólogas, artista plástico y poeta-
87
escritor .

87
Miembros del Equipo de Trabajo: Lic. Analía del Valle Sánchez (Psicóloga-Coordinadora General
del Proyecto); Lic. Ana María Ortiz de Ferullo (Psicóloga-Supervisora del Proyecto), Prof. Dardo
Altamirano (Artista Plástico); Sr. Daniel Mora (Poeta y Escritor)

144
A lo largo del proceso se contó con la colaboración tanto de agentes internos como externos que
88
aportaron generosamente sus intervenciones al proyecto .

Cada taller tiene una temática que es sugerida y seleccionada por los niños y adolescentes bajo la
consigna: ¿qué cosas de Alpachiri les gustaría mostrar a otros niños del mundo como pequeños
investigadores de su propio pueblo?. Entre algunos de los temas propuestos por los niños se
mencionan: el río Chirimoyo, la plaza del pueblo, la escuela, los animales, los paisajes, las plantas,
los chicos de Alpachiri, entre otros.

Además de los talleres semanales, se organizan exposiciones de los trabajos realizados durante el
año y de las producciones de otros niños del mundo.

Se realizan talleres con las madres y padres de los niños con el fin de trabajar conjuntamente con
ellos los procesos psicosociales que emergen en el transcurso del proyecto.

Se realizan días de paseo fuera de la Posta, por ejemplo a otros pueblos, al río, al arroyo, etc.
Como así también un viaje a la ciudad de San Miguel de Tucumán (capital de la provincia). En el
transcurso de los paseos se festejan los cumpleaños de los niños y del equipo de trabajo. Además,
se celebran las fiestas que a nivel comunitario son importantes, como el día del niño, día de la
madre, etc. En cada jornada de trabajo los niños cuentan con un momento de recreación en el que
se incluye un pequeño desayuno o merienda.

Se registran las actividades mediante fotos, videos, informes escritos, a fin de sistematizar el
proceso transitado para devolver permanentemente lo trabajado a los niños y a la comunidad en
general y como parte del intercambio internacional que constantemente se realiza.

Como resultados hasta ahora alcanzados se mencionan:

 La implementación y apropiación de un espacio alternativo de trabajo de y para los niños y


adolescentes del pueblo. Es decir, un espacio que sienten que les pertenece y que lo
construyeron juntos. Espacio que les ha permitido elaborar una nueva manera de aprender
cosas y de ver la realidad que los rodea.
 La constitución y consolidación de ellos como grupo, transitado por un rico proceso grupal,
cohesionándose y consolidándose como tal; en este sentido, una de las manifestaciones
más sólida fue nombrarse como grupo, autodenominándose Los Pequeños Pintores de
Alpachiri. Al mismo tiempo la inclusión del nombre de su pueblo en el propio nombre del
grupo (al que eligieron libre y democráticamente), da cuenta del desarrollo del proceso
psicosocial.
 Un espacio que permitió que los niños se involucraran más activamente en su comunidad,
con un estilo de socialización de carácter más participativo y expresivo. A partir de la
reflexión conjunta de lo que los pequeños investigadores indagaron y de los hallazgos de
las similitudes y diferencias con otras culturas, se promueve el desarrollo y búsqueda de
sus propias raíces culturales, conciencia de pertenencia comunitaria, recuperación crítica
de su historia y problematización de su realidad; motivándolos permanentemente a tomar
como referencia las fuentes vivas de información.

88
Se menciona el valioso aporte de los Practicantes Mayores de Psicología Comunitaria de la
Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán, del Prof. Edgardo Mora (Teatro y
Títeres), de la Prof. Graciela de Mora (Teatro), Sr. Alejandro Heredia (Folklorista), Srta. Adriana
Díaz (Bibliotecaria del Centro Cultural) y la Sra. Teresa Haro de Sánchez (Donación de Desayuno y
Merienda)

145
 Se evidenció en los chicos una mayor consolidación de su identidad personal, social y
cultural, así como también mayor conciencia de su realidad sociocultural y la existencia de
otros paisajes y culturas en el mundo, a través del intercambio de las producciones.
 El reforzamiento de las aptitudes para tomar decisiones y la libre expresión de las ideas.
 El desarrollo de la creación artística a través de la implementación de una actividad
plástica que es didáctica y que a su vez, enfatiza aspectos psicosociales del grupo.
 La participación de niños de otras comunidades vecinas.
 La reconfirmación de la importancia del trabajo interdisciplinario, constatado el valor de la
combinación de varios propósitos en una sola actividad. Los niños tuvieron la oportunidad
de participar de una gama de propuestas como la poesía, la danza, la dramatización, los
juegos, la música y el trabajo pictórico, resultándoles provechoso, convirtiéndose en una
actividad gratificante y descubriendo el sentido del compartir y aprender.
 La realización de pequeñas transformaciones en el pueblo como el mejoramiento de la
plaza, creación de murales en la Posta El Paisanito, participación activa en la inauguración
de la biblioteca comunitaria, entre otros.

Algunas consideraciones finales

La puesta en marcha del proyecto Constelación generó un proceso psicosocial comunitario basado
y sostenido desde una plataforma participativa.

Este proceso posibilitó algunos cambios que fueron sentidos, explicitados y vivenciados por los
propios agentes involucrados. Estos cambios se dieron en diferentes niveles. A nivel de conciencia,
de comportamientos, de interrelaciones entre ellos y a su vez de su relación con su entorno físico y
comunitario.

Desde la PSC se introdujo, a través de una metodología (IAP), un modo de incidir y transformar la
realidad a partir de nuevas experiencias participativas que llegan a elaborar socialmente nuevos
significados. Los cambios mencionados anteriormente dieron lugar a pequeñas modificaciones,
logros y transformaciones de la realidad conduciendo a un cambio social innovador. Este cambio,
supuso un cambio de posición de los sujetos involucrados que implicó un viraje, un pasaje de
sujeto con escasa participación o una participación esporádica o puntual, a un sujeto con un
posicionamiento que implicó apropiarse, ser gestor, hacedor de su propio devenir, protagonista,
actor y artífice de su accionar.

Por ello, se puede decir que este grupo de niños y adolescentes identificados como los principales
actores del cambio social, lograron apropiarse y sostener este espacio.

Por último, cabe advertir que el cambio social mencionado y la puesta en marcha de este proceso
psicosocial comunitario fue posible, para esta experiencia en particular, desde la promoción de
acciones creativas y participativas.

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