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Bacilo de Aertrycke: Salmonella
Bacilo de Bang: B. abortus
Bacilo de Ducrey: H. ducreyi
Bacilo de Eberth: S. typhi
Bacilo de Nicolaier: Tétano
Bacilo de Hansen: M. leprae
Bacilo de Klebs-Löffler: C. diphtheriae
Bacilo de Koch: M. tuberculosis
Bacilo de Morex: Género Moraxella
Bacilo de Yersin: Y. pestis
Síntomas:
Los síntomas comienzan repentinamente entre 1 y 10 días (en general entre 2 y 4
días) después del contacto con la bacteria. Los síntomas iniciales incluyen dolores
de cabeza, escalofríos, náuseas, vómitos, fiebre de hasta 40 °C y un gran
agotamiento. El enfermo experimenta una extrema debilidad, escalofríos
recurrentes y sudoración profusa. En 24 a 48 horas, aparece una ampolla
inflamada en el punto de la infección (por lo general el dedo, el brazo, un ojo o el
paladar) excepto en los tipos glandular y tifoidal de tularemia. La ampolla se llena
rápidamente de pus y se abre para formar una úlcera. Sobre los brazos y las
piernas suele aparecer una sola úlcera, pero en la boca o los ojos aparecen
muchas. Por lo general, sólo afecta a un ojo. Los ganglios linfáticos que rodean la
úlcera aumentan de tamaño y pueden producir pus, que posteriormente sale al
reventar los ganglios. Las personas con neumonía tularémica pueden llegar a
sufrir delirio. Sin embargo, la neumonía puede causar sólo síntomas leves, como
tos seca que produce una sensación de quemazón en medio del pecho. En
cualquier momento durante el curso de la enfermedad puede aparecer una
erupción cutánea.
Tratamiento:
La tularemia se trata con antibióticos, que se inyectan o bien se administran por
vía oral durante 5 a 7 días. Sobre las úlceras se colocan vendajes húmedos que
hay que cambiar con frecuencia. Dichos vendajes ayudan a evitar que la infección
se extienda y que los ganglios linfáticos se inflamen. En casos poco frecuentes,
los abscesos de gran tamaño deben ser drenados. Aplicar compresas tibias sobre
el ojo afectado y usar gafas oscuras alivia en cierta medida el malestar. Las
personas que sufren intensos dolores de cabeza suelen ser tratadas con
analgésicos, como la codeína. Quienes reciben tratamiento casi siempre
sobreviven. Alrededor del 6 por ciento de las personas no tratadas mueren. La
muerte suele ser el resultado de una infección grave, neumonía, infección del
revestimiento del cerebro (meningitis) o infección del revestimiento de la cavidad
abdominal (peritonitis). Las recaídas no son frecuentes pero pueden producirse si
el tratamiento es inadecuado. Una persona que padece tularemia desarrolla
inmunidad frente a la reinfección.
Síntomas y diagnósticos:
Las infecciones por Brucella se pueden evitar no bebiendo leche sin pasteurizar ni
queso sin curar. Las personas que manipulan animales o cadáveres de animales
deben usar gafas protectoras y guantes de goma, además de cubrir cualquier
corte que tengan en la piel. Eliminar a los animales infectados y vacunar a los que
están sanos puede ayudar a evitar la difusión de la infección. Las recaídas son
frecuentes cuando sólo se usa un antibiótico, por lo que generalmente se
prescribe una combinación de ellos. La doxiciclina o las tetraciclinas, junto a una
inyección diaria de estreptomicina, reducen el riesgo de recaídas. Los niños
menores de 8 años pueden recibir trimetoprim-sulfametoxazol o bien
estreptomicina o rifampicina, porque las tetraciclinas podrían dañarles la
dentadura. En los casos graves se utilizan corticosteroides como la prednisona.
Una persona con dolores musculares importantes puede necesitar un analgésico
potente, como por ejemplo la codeína.