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Psychoneuroendocrinology (2013) 38, 1850-1857

Disponible en línea en www.sciencedirect.com

jo ur nal hom ep a ge: w ww. e ls evie r. com / loc en e / psy ne ue n

Efectos psicobiológicos duraderos de la


adversidad en la infancia
Ulrike Ehlert *
Universidad de Zurich, Psicología Clínica y Psicoterapia, Zurich, Suiza

Recibido el 3 de diciembre de 2012; recibido en forma revisada el 5 de junio de 2013; aceptado el 5 de junio de 2013

Resumen Esta mini-revisión se refiere a los hallazgos recientes sobre consecuencias psicobiológicas a largo
PALABRAS CLAVE plazo.
Trauma en la infancia; las consecuencias del trauma infantil y las condiciones de vida adversas. El continuo de trauma provocado
Condiciones de vida
adversas; las consecuencias van desde la adaptación saludable con alta resiliencia, a la inadaptación severa con
Eje HPA; patologías psiquiátricas y físicas concurrentes en niños, adolescentes y adultos. Ahi esta
Genética; creciente evidencia de una fuerte interconectividad entre las disposiciones genéticas, epigenéticos
procesos, sistemas hormonales relacionados con el estrés y parámetros inmunes en todas las formas de
Epigenética; (mal) -
Inflamación; ajuste a condiciones de vida adversas. Constelaciones desfavorables de estas disposiciones y
Desarrollo infantil; sistemas, como bajos niveles de cortisol y marcadores elevados de inflamación en niños maltratados,
Multi-morbilidad parecen promover la (co) aparición de patologías psiquiátricas y físicas tales como
trastorno de estrés matérico, obesidad o diabetes. Aunque los hallazgos de los diseños de estudios
prospectivos
apoyar una comprensión más profunda de las relaciones causales entre las condiciones de vida adversas,
incluyendo experiencias traumáticas, durante la infancia y sus efectos psicobiológicos, hasta ahora, poco
se conoce acerca de la coincidencia temporal de etapas de desarrollo sensibles al estrés durante
infancia y adolescencia y consecuencias traumáticas. Tomados en conjunto, la adversidad de la infancia es
un factor de riesgo severo para el inicio del ajuste psicobiológico (mal), que debe ser explicado
bajo consideración de diversos sistemas fisiológicos y etapas de desarrollo de la infancia y
adolescencia.
# 2013 Elsevier Ltd. Todos los derechos reservados.

1. Introducción trauma de la infancia se asocia con trastornos psicopatológicos


secuencias de victimización pasada y disfunción fisiológica
ciones durante la juventud y la adultez. Como se sabe de
Aunque una sana adaptación psicobiológica a la severa
la capacidad de estudios recientes, trastornos psiquiátricos relacionados con el
recuperación trauma, como
estrés o traumatización en términos de puede ser
trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión (con
observado en niños y adultos, muchos sufren de negativas
corto- y consecuencias a largo plazo. Inadaptación a ideación cidal e intentos de suicidio), abuso de sustancias, o
Los trastornos somatoformes a menudo están interconectados con
enfermedades ( Egede y Dismuke, 2012; Qureshi et al., 2009 ).
Aunque tal comorbilidad médica y psiquiátrica compleja
* Dirección de correspondencia: Universidad de Zurich, Psicología
clínica
las consecuencias más problemáticas de la traumática
y psicoterapia, Binzmuehlestr. 14/26, 8050 Zurich, Suiza.
experiencia, todas las formas de ajuste (mal) resultante pueden ser
Tel .: +41 44 635 73 50; fax: +41 44 635 73 65.
Dirección de correo electrónico:
u.ehlert@psychologie.uzh.ch . colocó en un continuo. En un extremo, sujetos que
0306-4530 / $ - ver el asunto principal # 2013 Elsevier Ltd. Todos los derechos reservados.
http://dx.doi.org/10.1016/j.psyneuen.2013.06.007

Efectos psicobiológicos de la adversidad infantil 1851

el estrés severo o experimentado traumatizado muestra una buena salud mental y física con una gran capacidad de recuperación o anomalías
psicobiológicas marginales, que pueden subsumirse bajo variaciones dentro del rango normal. En el otro extremo, se encuentran trastornos
psiquiátricos comórbidos graves, a menudo en concurrencia con dolencias físicas como diabetes, obesidad, apoplejía o cardiopatías, que
parecen persistir incluso cuando la calidad de vida mejora durante la vida adulta ( Kittleson et al. al., 2006 ).

Para aumentar el conocimiento sobre los complejos mecanismos psicobio lógicos de (mal) -ajuste al estrés severo, la investigación reciente
utiliza enfoques metodológicos elaborados en una variedad de niveles psicobiológicos en diversos grupos de sujetos traumatizados. Además de
estudios transversales, un número creciente de estudios recurre a datos prospectivos y retrospectivos evaluados longitudinalmente de grandes
cohortes comunitarias, o encuesta a poblaciones de alto riesgo para estrés severo o traumatización ( Erni et al., 2012; Haller y Chassin, 2012). )
Las regresiones logísticas indican que una gran cantidad de varianza total que explica la inadaptación psiquiátrica y psíquica en adolescentes o
adultos se predice por las condiciones tempranas adversas de la vida, incluida la exposición pre, posnatal o infantil a condiciones altamente
estresantes.

La siguiente descripción de investigaciones recientes sobre las secuelas psicobiológicas de las condiciones de vida adversas y el trauma
durante la infancia se refiere a una selección clara de temas semi-finales de todo el campo de investigación. En primer lugar, se definirán los
términos trauma de la infancia y las condiciones de vida adversas de la infancia a fin de aclarar si las condiciones adversas resultan de estrés o
trauma. Es necesario establecer si los datos recientes pueden usarse para confirmar o refutar la suposición de que las experiencias traumáticas
pueden tener consecuencias psicobiológicas más graves o diferentes que el estrés crónico. En segundo lugar, se demostrará la interacción de
condiciones de vida adversas, factores de estilo de vida como una dieta poco saludable y poca actividad física o disposiciones genéticas para
sistemas de estrés seleccionados, como el eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal (HPA) y sus hormonas relacionadas. Como consecuencia de los
avances metodológicos, investigaciones recientes indican el control del sistema nervioso simpático y del eje HPA a través del sistema inmune
(IS) ( Chrousos, 2009; Glaser y Kiecolt-Glaser, 2005 ). Esta revisión se centra principalmente en el eje HPA y el sistema inmunitario por dos
motivos: en primer lugar, la mayoría de los estudios psicobiológicos que evalúan el estrés y el trauma en la infancia se refieren al eje HPA. La
investigación del estrés se ha extendido a las disposiciones genéticas y los procesos epigenéticos que influyen en el eje HPA, lo que puede
ayudar a explicar la diversidad de los procesos de adaptación a las condiciones de vida negativas. En segundo lugar, dado que el desacuerdo
puede dar como resultado no solo trastornos psiquiátricos sino también enfermedades físicas como la obesidad, las enfermedades coronarias o
la diabetes, parece necesario dilucidar los efectos del estrés grave o crónico en los procesos inmunológicos, que a su vez parecen para influir en
los sistemas de estrés fisiológico. Estos procesos interactivos y sus consecuencias psicopatológicas para los procesos de desarrollo individuales
serán discutidos con respecto al TEPT como el trastorno más prominente asociado con la adversidad infantil. Finalmente, se aclarará la
cuestión de si la investigación sobre desarrollo infantil proporciona evidencia de fases específicas de mayor riesgo de inicio de procesos
patológicos debido a condiciones de vida adversas durante estas fases de la vida.
2. Maltrato durante la infancia

La adversidad y el trauma de la infancia raramente ocurren como un evento único, pero parece consistir en un maltrato continuo que involucra
uno o más actos maliciosos. Se pueden clasificar al menos cinco formas principales de maltrato durante la infancia: abuso físico, negligencia
física, abuso sexual, abuso emocional y negligencia emocional ( Torchalla et al., 2012 ). Además de la concurrencia de al menos dos tipos de
experiencias traumáticas primarias continuas, como la negligencia física temprana, la falta de disponibilidad emocional materna o el incesto, la
traumatización secundaria, como la exposición a la violencia interparental, puede aumentar la carga traumática del niño.

Para evaluar las características de la experiencia de maltrato, tales como el inicio, la duración, el tipo y la multiplicidad, se han desarrollado
varios métodos de evaluación ( Allen et al., 2012 ). Al evaluar el valor informativo de los datos recopilados, se debe tener en cuenta que la
evaluación retrospectiva de los eventos de la vida, incluidas las experiencias traumáticas, se ve confundida por una multitud de factores. Para
nombrar solo algunos de estos factores, la falta de capacidad para recordar las experiencias de la primera infancia en la edad adulta, o la
conducta, los rasgos de personalidad o las capacidades intelectuales de la víctima de agresión infantil pueden influir en la credibilidad percibida
de la víctima como testigo del trauma ( Danielson y Holmes, 2004 ). Además de esto, la literatura muestra que más joven los niños dan
informes menos confiables de eventos de la vida que los adolescentes ( Feltis et al., 2010 ). Los diagnósticos psiquiátricos como el TEPT
influyen en los testimonios y, en consecuencia, en la credibilidad de sus narraciones ( Broennimann et al., 2013 ). Finalmente, los informes
maternos sobre los eventos adversos de la vida de sus hijos pueden incluir el prejuicio de protegerse a sí mismo o a los familiares cercanos. Sin
embargo, incluso cuando se reconocen estos aspectos, que pueden limitar algunos de los hallazgos que se mencionan a continuación, hay una
gran conciencia de las tasas increíblemente altas de maltrato infantil en todo el mundo ( Al-Mahroos y Al-Amer, 2012; Ford et al., 2009;
Stoltenborgh et al., 2013; Talarowska et al., 2010 ). La investigación en curso sobre las consecuencias psicobiológicas de larga duración de la
adversidad infantil es necesaria para obtener una mejor comprensión de la interconexión entre el desajuste psicológico y la disfunción física y
para derivar al menos estrategias de prevención secundaria para reducir los efectos negativos de la traumatización.

3. Hallazgos recientes sobre la interacción entre la adversidad infantil, los genes, la fisiología y el
comportamiento
3.1. Desregulación del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (HPA)

Es bien sabido que el eje HPA refleja la reactividad al estrés. Bajo condiciones saludables, varias formas de estresores fisiológicos y
psicológicos provocan un aumento en la producción y secreción de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), que se libera desde el
núcleo paraventricular del hipotálamo a la circulación portal. Esto estimula la glándula pituitaria anterior para liberar la hormona
adrenocorticotrópica (ACTH). La ACTH activa la glándula suprarrenal para liberar cortisol. Esta vía hormonal es reprimida por la negativa
inhibición de la retroalimentación del cortisol en la hipófisis y

1852 U. Ehlert

hipotálamo. Una disfunción de este eje, especialmente para su producto final cortisol, se ha descrito en una gran cantidad de trastornos
psiquiátricos asociados al estrés. La hipersecreción de cortisol en la depresión debido a una retroalimentación insensible del glucocorticoide
negativo del bucle del eje HPA está bien descrita y los hallazgos son confirmados con firmeza por numerosos estudios ( Stetler y Miller, 2011
). Por el contrario, se ha observado una hipo-secreción de cortisol en varios trastornos relacionados con el estrés, como el síndrome funcional
del cuerpo y el TEPT ( Ehlert). et al., 2001; Yehuda y Seckl, 2011 ). Esta disminución de la secreción parece ser el resultado de una
hipersensibilidad de retroalimentación negativa de los glucocorticoides asociada con un aumento del número y la sensibilidad del receptor de
glucocorticoides leucocitarios (GR) ( De Kloet et al., 2006 ).

3.2. Influencias genéticas sobre el estrés y el trauma (mal) -ajuste

La secreción de glucocorticoides, regulada por feed-forward y retroalimentación negativa, depende de GR. La proteína de unión co-chaperona
FK506 51 (FKBP51, también abreviada a FKBP5) de la proteína de choque térmico (hsp) 90 regula los receptores de esteroides como GR, ya
que FKBP5 reduce la sensibilidad GR, lo que resulta en una resistencia contra los glucocorticoides a través de la interacción complejos de
superchaperona ( Ja¨a¨skela¨inen et al., 2011 ). Además de esto, la hormona liberadora de corticotropina el receptor 1 (CRHR1) actúa como un
mediador para iniciar la respuesta al estrés. Este último puede estar involucrado en la liberación exagerada de CRH encontrada en pacientes
que sufren trastornos relacionados con el estrés y que se caracteriza por una secreción de cortisol disminuida posterior. Una contrarregulación
del número y la sensibilidad de GR puede dar como resultado el ciclo de retroalimentación negativa hipersensible del cortisol. Podría
suponerse que tales mecanismos reguladores son la consecuencia de condiciones de vida adversas duraderas o experiencias (múltiples)
traumáticas. Sin embargo, la investigación genética actual indica que las capacidades de vulnerabilidad preexistentes en genes específicos
asociados a HPA influyen en la probabilidad de aparición de síntomas de TEPT en subgrupos de víctimas de trauma. Como lo muestran Binder
y sus colegas ( Binder et al., 2008; Mehta et al., 2011 ), polimorfismos específicos de un solo nucleótido (SNP) del gen FKBP5 interactúan
con la gravedad del trauma infantil y predicen el nivel de síntomas de PTSD en adultos. En su investigación posterior, este grupo de trabajo
pudo demostrar que los traumatismos tempranos y la interacción entre el trauma inicial y el alelo de riesgo FKBP5 rs1360780 son predictores
significativos de TEPT sin un efecto genético principal de FKBP5 ( Klengel et al., 2013 ). Los análisis preliminares de los SNP en el gen
CRHR1 respaldan la suposición de que al menos un polimorfismo se asocia con síntomas agudos de TTPT después de una lesión pediátrica y
síntomas de TEPT a lo largo del tiempo ( Amstadter et al., 2011 ).

Las predisposiciones genéticas pueden explicar algunos de los efectos duraderos de la adversidad infantil en la adultez. Es posible que este
efecto incluso se transmita de forma transgeneracional a través de cambios relacionados con la adversidad infantil en la biología materna
durante el embarazo. Por lo tanto, las condiciones de vida tempranas desfavorables pueden no solo dar como resultado una actividad anormal
del eje HPA en el estado no preñado, sino también durante el embarazo. Las condiciones críticas de embarazo fisiológico en mujeres
embarazadas que fueron maltratadas durante la infancia son altamente probables si están dotadas de FKBP5 más alta

y la carga de alelos CRHR1, lo que resulta en una mayor probabilidad de desregulación de HPA materna y fetal.

3.3. Epigenética y adversidad temprana

Disposiciones relacionadas con el gen son un factor que predice una mayor probabilidad de la aparición de trastornos psiquiátricos después de
la adversidad infantil. Además de esto, las modificaciones epigenéticas tienen un gran impacto en el ajuste (mal) a la adversidad, que se muestra
claramente para los procesos endocrinos. Los mecanismos epigenéticos son cambios funcionales en genes sin alteración de la secuencia del
ácido desoxirribonucleico (ADN); proporcionan control sobre la expresión génica y la regulación genómica, y son potencialmente reversibles (
Berger et al., 2009; Weaver et al., 2005 ). Influencias en el epigenoma han demostrado la metilación del ADN, la modificación de las histonas
y la expresión aberrante del ácido micro ribonucleico (ARN) ( Zhang y Ho, 2011 ). Las consecuencias de los cambios en la metilación pueden
ser una disminución, silenciamiento o aumento de la expresión génica por hiper o desmetilación. Dichos procesos ayudan a explicar la
regulación de los cambios fisiológicos después de experiencias estresantes / traumáticas, como la génesis de esteroides a través del control de
metilación del gen GR o el gen CYP17A1 para la producción de la enzima 17a-hidroxilasa para convertir el cortisol en cortisona ( Missaghian
et al. ., 2009 ). La secreción excesiva de cortisol después de la adversidad infantil también parece conducir a cambios epigenéticos en el
elemento de respuesta a glucocorticoides (GRE) de FKBP5 en los portadores de alelos de riesgo antes mencionados. Según lo informado por
Klengel et al. (2013) , se puede observar una desmetilación en los GRE de FKBP5 en los portadores de alelos de riesgo, lo que puede dar como
resultado una expresión desregulada de los GR, que en consecuencia desregula la liberación hormonal de cortisol.

En el contexto de los efectos de larga duración de las condiciones adversas de la vida temprana, Roth y sus colegas investigaron los procesos
epigenéticos en el gen del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). En el sistema nervioso central, BDNF es una neutrofina
ampliamente expresada, que apoya la supervivencia de las neuronas existentes y estimula el crecimiento y la diferenciación de nuevas
neuronas, sinaptogénesis y función y plasticidad sináptica ( Hohn et al., 1990; Park and Poo , 2013 ). Roth et al. expone a ratas machos y
hembras recién nacidos a una madre abusiva de estrés (maltrato) o a una madre cuidador (atención cruzada) y los compara con ratas expuestas a
cuidados normales. Para comprobar la hipótesis de que un maltrato temprano podría dar lugar a cambios duraderos en la expresión del gen
BDNF y la metilación del ADN BDNF, se recolectó tejido de corteza prefrontal e hipocampo en varias ocasiones (hasta tres meses) de ratas
expuestas al régimen de maltrato. Los autores informaron no solo una expresión reducida del gen BDNF dentro de la corteza prefrontal del
adulto específica para el maltrato, sino también un aumento en el ADN del exón IX del BDNF metilado. Las observaciones en curso de las
ratas hembras maltratadas mostraron un comportamiento maternal abusivo hacia su propia descendencia. Los tejidos pre-frontales e
hipocampales de la descendencia masculina y femenina también presentaron una metilación incrementada del gen BDNF en comparación con
la descendencia derivada de las hembras tratadas normalmente ( Roth et al., 2009 ). Según lo descrito por Roth (2012) , los experimentos de
fomento cruzado adicionales demostraron que la metilación intensificada transgeneracional no se explica completamente por la experiencia
adversa de la vida temprana, pero puede estar influenciada por la programación del cerebro fetal a través de mecanismos epigenéticos. Esta
suposición parece estar respaldada por

Efectos psicobiológicos de la adversidad infantil 1853

hallazgos en humanos. Heijmans et al. (2008) evaluaron la metilación del factor de crecimiento similar a la insulina II (IGF2) en sujetos
adultos (60 años y mayores) cuyas madres habían estado expuestas a la hambruna durante el invierno holandés del hambre (1944/45) ya sea en
la fase periconcepcional del embarazo o durante embarazo tardío En comparación con sus hermanos que no estuvieron expuestos prenatalmente
a la hambruna materna, solo los sujetos expuestos periconcepcionalmente mostraron una metilación significativamente menor de IGF2. El
hambre durante la última etapa del embarazo no dio como resultado la desmetilación de IGF2. Las condiciones ambientales transitorias en
etapas muy tempranas del embarazo parecen dar como resultado cambios persistentes en la información epigenética, lo que contribuye a la
programación fetal ( Barker, 1998 ). En referencia al gen GR (Nr3c1, subfamilia del receptor nuclear 3, grupo C, miembro 1), Oberlander et
al. (2008) mostró efectos epigenéticos específicos durante tarde el embarazo. El aumento de la depresión y ansiedad materna en el tercer
trimestre se asoció con una hipermetilación del gen GR evaluado a partir de muestras de sangre del cordón umbilical y la reactividad del estrés
con cortisol aumentada en estos niños a la edad de tres meses.

Para recapitular, de los estudios en animales y humanos, se pueden derivar las siguientes consecuencias negativas de las condiciones
adversas de la infancia: La probabilidad de inadaptación psicobiológica aumenta debido a perfiles de polimorfismo específicos en genes que
regulan los ejes hormonales relacionados con el estrés como la densidad o actividad de GR o CRHR1 controlando el eje HPA. Los procesos
epigenéticos como hiper o demetilación en los genes responsables de la protección cerebral (p. Ej., FKBP5, BDNF) están relacionados con las
condiciones adversas de la infancia e incluso parecen transmitirse a la descendencia, como se puede ver en los resultados referentes a IGF2 o
Gen GR Además de la epigenética, los mecanismos transgeneracionales pueden estar influenciados por la producción de la placenta específica
de la etapa del embarazo, ya que la sobreproducción de CRH ha demostrado ser específica para mujeres embarazadas con experiencia en
traumas infantiles.

La epigenética es un campo de la ciencia en rápido desarrollo. Además de los estudios experimentales que se centran en los mecanismos
reguladores de las vías fisiológicas específicas, como el eje HPA, un cuerpo importante de investigación se refiere a los análisis de metilación
del ADN del genoma y del gen candidato. Para evaluar las consecuencias a largo plazo de la adversidad infantil, la última estrategia de
investigación reveló diferencias significativas en los patrones de metilación de 180 sitios de citosina-fosfato-guanina (CpG) en 173 genes en
niños con y sin la experiencia de acogimiento familiar. Las propiedades funcionales de este gran número de genes se agruparon en la regulación
negativa de la transcripción, apoptosis y muerte celular, modificaciones de proteínas postraduccionales, regulación de la traducción y desarrollo
del tejido muscular ( Bick et al., 2012 ). Las diferencias en los patrones de metilación evaluados en niños maltratados (negligencia o abuso por
parte de sus padres) y controles descubrieron 2868 sitios CpG en genes de los 23 cromosomas ( Yang et al., 2013 ). Además, Essex et al.
(2013) descrito patrones de metilación significativamente diferentes en más de 150 sitios CpG de genes diferentes en un estudio prospectivo
que evalúa el estrés de los padres y sus consecuencias para sus hijos. Aunque estos hallazgos apoyan el supuesto de efectos epigenéticos
estables como consecuencia de la adversidad infantil, la interpretación de estos resultados es crítica debido a la complejidad de los mecanismos
epigenéticos y al gran número de genes implicados. Aumentando la ambigüedad con respecto a la estabilidad frente a la reversibilidad de
patrones de hiper o desmetilación, hallazgos recientes del cáncer
la investigación proporciona evidencia de una reversibilidad de los sitios CpG hipermetilados en genes seleccionados, relacionados con el
cáncer debido a un aumento en la actividad física durante un año (Bryan et al., 2012). Como es siempre el caso en nuevos campos de
investigación, estudios prospectivos adicionales con mediciones repetidas de estados de metilación en sitios CpG definidos a priori de genes
diana aclararán la adaptabilidad de los estados de metilación.

3.4. Desregulación del eje HPA y su influencia en el funcionamiento cognitivo

Además de otros, las consecuencias conductuales de tales condiciones psicobiológicas desventajosas después de un trauma temprano se pueden
observar en el funcionamiento cognitivo. Gaffey et al. (2012) evaluaron los niveles de cortisol no estimulados y la recuperación de la memoria
después de presentar una tarea de memoria de imágenes emocionales en mujeres que informaron abusos sexuales o físicos en la infancia en
comparación con las mujeres que informaron abusos no mínimos. En términos generales, los resultados mostraron que los niveles más altos de
cortisol estaban vinculados a una mejor recuperación de la memoria. En el grupo de abuso, los niveles no estimulados de cortisol se
correlacionaron negativamente con la recuperación de memoria, mientras que se encontró una correlación positiva en el grupo sin abuso.
Como lo muestran Wingenfeld y sus colegas, la hidrocortisona administrada por vía oral parece compensar los bajos niveles de cortisol en
pacientes con TEPT, lo que resulta en una mejor capacidad de recuperación de la memoria ( Wingenfeld et al., 2012 ). En un estudio cruzado
controlado con placebo, los autores demostraron el efecto de una dosis única de hidrocortisona (10 mg) en la recuperación de memoria
declarativa y autobiográfica en pacientes con TEPT (en su mayoría víctimas de abuso sexual infantil) en comparación con controles sanos. Si
bien los controles mostraron una reducción del retrie-val de la memoria en ambas tareas, los pacientes mejoraron significativamente. Esta
mejora provocada farmacológicamente de la recuperación de la memoria basada en el hipocampo puede estar relacionada con una disminución
inducida farmacológicamente de la sobreproducción de CRH hipotalámica o una compensación a corto plazo de los mecanismos epigenéticos
descritos anteriormente.

La adversidad infantil no solo está asociada con la deficiencia de glucocorticoides, lo que resulta en un menor comportamiento cognitivo y
emocional, sino también con funciones inmunes desreguladas, como procesos inflamatorios, que pueden contribuir a la enfermedad coronaria,
el síndrome metabólico o la diabetes tipo II ( Miller et al. ., 2009 ).

3.5. ¿Los marcadores de inflamación están asociados con la adversidad infantil?

Las posibles asociaciones entre los niveles elevados de marcadores inflamatorios, como la interleucina (IL) -6 o la proteína C reactiva (PCR) y
el maltrato infantil, se han probado analizando datos prospectivos de estudios de cohortes en adolescentes y adultos. Slopen y sus colegas
utilizaron datos longitudinales del Estudio longitudinal de padres y niños de Avon (ALSPAC) para estimar el valor predictivo del maltrato
infantil para marcadores inflamatorios intensificados. El maltrato se evaluó en varios momentos desde la edad de 1,5 a 8 años, y las mediciones
de los niveles de IL-6 y CRP se realizaron a la edad de 10 años y PCR a la edad de 15 ( Slopen et al., 2013 ). Las declaraciones de la madre
sobre las experiencias adversas de la infancia se calificaron si abuso sexual, cuidado de crianza, daño físico o separación de

1854 U. Ehlert

uno de los padres fue informado. En niños expuestos a la adversidad infantil, los autores informaron asociaciones significativas entre los niveles
de IL-6 y CRP a los 10 años de edad. El hallazgo de IL-6 se confirmó controlando la depresión y, en cierta medida, controlando el índice de
masa corporal (IMC). A la edad de 15 años, los niveles elevados de CRP podrían predecirse por los eventos adversos que ocurrieron a las
edades de 1,5 y 8 años y por una puntuación acumulada en todos los puntos de tiempo.
Danese y sus colegas analizaron datos de cohorte de nacimiento evaluados prospectivamente del Estudio Multidisciplinario de Salud y
Desarrollo de Dunedin con el fin de examinar las asociaciones entre los marcadores de inflamación en adultos y el maltrato infantil ( Danese et
al., 2007 ). No, el maltrato infantil probable, o definido desde la edad de 3 a 11 años se calificó mediante el uso de observaciones de
comportamiento, informes de los padres, y los informes de los participantes del estudio después de llegar a la edad adulta ( Caspi et al., 2002 ).
El puntaje de maltrato acumulativo incluyó rechazo materno, disciplina severa, dos o más cambios en el cuidador principal, abuso físico y
sexual. Además de glóbulos blancos y fibrinógeno, la PCR se evaluó a partir de muestras de sangre extraídas a la edad de 32 años. Los malos
tratos definitivos y probables durante la infancia fueron predictores altamente significativos de niveles elevados de PCR durante la edad adulta,
incluso después de controlar factores de confusión como el bajo nivel socioeconómico niñez y / o adultez y coeficiente de inteligencia. Los
análisis adicionales mostraron que la asociación entre el maltrato infantil y los niveles elevados de PCR fue particularmente fuerte entre los
individuos con depresión actual ( Danese et al., 2008 ).

3.6. Interconectividad entre sistemas psicobiológicos

Ambos estudios sobre marcadores inflamatorios apoyan la asunción de consecuencias fisiológicas de larga duración del maltrato infantil, no
solo para el eje de HPA ampliamente investigado sino también para al menos algunos parámetros inmunes. Tales hallazgos corroboran la
observación de la multimorbilidad en muchos pacientes con TTPT traumatizados durante la infancia. Varios estudios prospectivos, que se
centraron en las consecuencias corporales del trauma infantil en la edad adulta, destacan las disfunciones relacionadas con el peso. En niñas y
adolescentes que sufrieron daños físicos por un accidente automovilístico, se observaron niveles de adiponectina disminuidos, que intervienen
en la regulación de la glucosa y la oxidación de los ácidos grasos, hasta 6 meses después del accidente ( Pervanidou et al., 2008 ). Los análisis
de los datos del Centro Nacional Danés de Investigación Social encontraron una fuerte correlación entre los síntomas de TEPT resultantes del
abuso infantil y el bajo peso y el sobrepeso / obesidad en los adolescentes. En contraste con el abuso emocional infantil, que estaba relacionado
con el bajo peso, el abuso sexual y el abuso general se asociaron con el sobrepeso u obesidad ( Roenholt et al., 2012 ). En un estudio
prospectivo, la exposición a la guerra durante la ocupación iraquí y la guerra del Golfo se evaluó en 1993 en niños kuwaitíes de entre 9 y 12
años. Diez años más tarde, los adultos jóvenes con niveles altos de exposición a la guerra durante la niñez ( Llabre y Hadi, 2009 ) informaron
síntomas de TEPT, deterioro de la calidad del sueño, alto IMC y mala salud autoinformada . En los niños israelíes, el trauma relacionado con la
guerra durante la segunda guerra del Líbano resultó en una mayor incidencia de diabetes tipo 1. Este hallazgo no se confundió con la
susceptibilidad genética a la enfermedad ( Zung et al., 2012 ).

Aunque todavía faltan estudios prospectivos sobre la adversidad en la infancia y sus posibles consecuencias para la aparición de la
enfermedad coronaria (EC), hay evidencia de asociaciones entre el trauma temprano, el sobrepeso y la diabetes. La obesidad se asocia con
alteraciones fisiopatológicas, como inflamación crónica de bajo grado, resistencia a la insulina, concentraciones bajas de adi-ponectina,
regulación de la saciedad disfuncional y disminución de la actividad nerviosa vagal, y por lo tanto fomenta el riesgo de desarrollar
enfermedades crónicas (p. Ej., Diabetes, CHD ) ( Drobnjak y Ehlert, 2010 ). La baja actividad parasimpática, documentada por una arritmia
sinusal respiratoria atenuada (RSA) acompañada de una activación autonómica elevada (p. Ej., Frecuencia cardíaca elevada) se ha descrito
como una consecuencia psicofisiológica predominante del PTSD ( Blechert et al. 2007 ).

Tomados en conjunto, para el TEPT, las disfunciones fisiológicas se pueden caracterizar de la siguiente manera: la magnitud de la
desregulación del eje HHA después de la traumatización infantil parece estar modulada por factores genéticos y epigenéticos, que resultan en
patrones reducidos de secreción de cortisol y una hipersensibilidad retroalimentación negativa de glucocorticoides. Una de las consecuencias de
los bajos niveles de cortisol parece ser un sistema inmune hiperactivo representado por un aumento de los marcadores de inflamación. Una
segunda rama importante del sistema regulatorio del estrés perturbado en el trastorno de estrés postraumático se refiere al sistema nervioso
simpático, con aumento de la excitación autonómica y disminución de la contra-regulación simpática. Estas disfunciones no solo explican
algunos de los síntomas cardinales del TEPT, sino que también parecen contribuir a la aparición de enfermedades físicas crónicas en etapas
posteriores de la vida (véase la Fig. 1 ). Hasta ahora, se sabe poco acerca de si las consecuencias psicobiológicas de las experiencias
traumáticas durante la infancia están influenciadas por la edad de desarrollo al inicio del trauma.

4. ¿Los períodos de desarrollo del niño sensibles están relacionados con la gravedad de las consecuencias
negativas del trauma en la vida posterior?

Los estudios prospectivos publicados sobre la adversidad infantil y su impacto en la vida posterior describen diferentes edades de inicio del
trauma y una variedad de medidas de resultado evaluadas en diferentes momentos durante la vida posterior. Los resultados publicados de estos
estudios no permiten declaraciones concluyentes sobre si la edad de desarrollo al inicio del trauma influye en el tipo de secuelas manifestadas
por los niños maltratados. Sin embargo, los hallazgos recientes de la neuroendocrinología y la neurociencia del desarrollo respaldan el supuesto
de una relación no lineal entre la edad de desarrollo y la vulnerabilidad al mal ajuste a condiciones de vida adversas.
Las condiciones adversas muy tempranas como el parto prematuro o el deterioro neurológico debido a complicaciones en el nacimiento a
menudo se asocian con un desarrollo desventajoso y más lento durante la infancia y la adolescencia en comparación con los niños que nacen
normalmente. Pero también en niños sanos, los procesos de desarrollo solo se pueden ajustar parcialmente a su edad calendárica. Por ejemplo,
el desarrollo físico, incluido el sexual, varía entre niños y niñas. El inicio individual de la producción de hormona gonadal (maduración puberal
alrededor de los 10 años) parece jugar un rol particular en la reactividad al estrés / trauma, ya que la liberación de estrógenos en mujeres
suprime la hiperactividad del glucocorticoide ( Solomon y Herman, 2009 ).

Efectos psicobiológicos de la adversidad infantil 1855

Figura 1 Influir en los factores sobre los efectos duraderos de la experiencia traumática.

Por lo tanto, dependiendo de la etapa individual de maduración sexual, los adolescentes se amortiguan de forma diferente frente a la
sobreestimulación aguda del eje HHA provocada por el trauma.
En cuanto a las capacidades cognitivas, los estudios de gemelos indican que las contribuciones varían de heredabilidad a la comprensión de
los desafíos complejos en diferentes edades. While heritable factors seem to influence the variance of these cognitive demands to the amount of
over 60% at the age of 9, this influence decreases to 47% in favor of shared environmental influences at the age of 12 ( Haworth et al., 2009 ).
These findings are supported by neuroanatomical correlates of intellectual abil-ity, which vary from childhood to early adulthood. As described
by Shaw et al. (2006) , more intelligent children show higher cortical plasticity with varying cortical increases during their individual
development. Additionally, increasing executive abilities seem to be associated with maturation of white matter during adolescence ( Stevens et
al., 2009 ). Keeping the findings of Roth et al. (2009) in mind, it can be hypothesized that epigenetic processes as a consequence of early
maltreatment diminish BDNF gene expression, which may contribute to lower cognitive abilities in maltreated children, not only during youth
but also during ongoing adulthood.

Finally, emotional development, including the formation of self-identity, perceived internal control or emotion reg-ulation, seems to be
disturbed in children suffering from adverse living conditions. As shown from repeated assess-ments in healthy subjects, between the ages of 1
month and 25 years, amygdala and hippocampus volume development follows non-linear increases, with peak growth at the age of 9—11 years
( Uematsu et al., 2012 ). Besides this, sex differ-ences have to be taken into account, since gray matter volume seems to be larger in males than
in females, and

amygdala volume still seems to increase in male adolescents compared to same-aged females ( Giedd et al., 2012 ). The question of the extent
to which amygdala volumes are influenced by adverse living conditions is partly answered by the study by Lupien et al. (2011) , who found
larger amygdala volumes in 10-year-old children exposed to depres-sive mothers since birth compared to children living with healthy mothers.
Besides these brain-related findings, the children living with their depressive mother showed signifi-cantly higher cortisol levels before, during,
and after their brain scan than children under healthy conditions. These findings point to stress susceptibility as an indicator of mal-adaptation
at the age of 10 and may be a predictor of the development of (psycho)pathology during later life.

5. Conclusiones

There has been a formidable increase in knowledge about the interconnectivity between genetic dispositions, epigenetic mechanisms, stress-
related hormonal systems and immune parameters to describe short-term and long-lasting conse-quences of childhood traumatization.
Unfavorable constella-tions between these systems, such as low cortisol levels and elevated markers of inflammation in victims of adverse
child-hood conditions, may promote the co-occurrence of physical and psychiatric pathologies.
Although prospective study designs support a deepened understanding of causal relations between trauma onset during childhood and its
psychobiological effects, so far, little is known about the temporal coincidence of develop-mental stages and trauma consequences. First
findings from pediatric endocrinology and developmental neuroscience

1856 U. Ehlert

indicate sensitive phases of physical, cognitive, and emo-tional child development, during which the onset of adverse living conditions and/or
trauma experience may result in worse psychobiological adaptation to these circumstances than during earlier or later developmental stages.
Research is needed not only to assess such specific outcomes, but first of all to detect and to describe these specific developmental stages.

Conflict of interest statement

None declared.

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