Está en la página 1de 2

En su discurso del 30 de enero de 1939, Hitler pronunció estas palabras:

«Hoy volveré a hacer de profeta: si los financieros judíos internacionales,


de Europa y de fuera de ella, consiguen una vez más arrastrar a las
naciones a una guerra mundial, el resultado que obtendrán no será ya la
bolchevización del mundo y la victoria de la judería, sino la aniquilación
de la raza judía en Europa». En el año 1940 se multiplicaron los guetos
en Polonia. Entre ellos estaban los de Varsovia y Łódź.
Helmuth H. fue testigo de aquella tragedia. A su regreso a Polonia,
después de una temporada en Francia (véanse las cartas del 12 de
septiembre de 1939 y del 18 de julio de 1940), aprovechó para comprar, a
buen precio, varios productos para su mujer. Kalisch[1] solo era una etapa
del largo camino que les condujo, a él y a su unidad —el 122.º Regimiento
de Infantería de Frontera—, por Grecia, Rumanía y Crimea. El cabo
Helmuth H. fue uno de esos soldados que pasaron por numerosos
escenarios de operaciones. En febrero de 1943 cayó en Lebedinsky, un
pequeño pueblo de Rusia, situado en el frente que iba de Orel a Kursk.
Kalisch, 11 de septiembre de 1940
Mi querida B.:
Estamos avanzando. Por ahora, el trayecto va bien: solo hemos hecho a pie
una pequeña parte. El resto, en camión. La mayor parte del tiempo nos alojamos
en bonitas casas particulares. Ayer estuve en el comercio de un tejedor y compré
una fruslería: un mantelito de color dorado y rojo oscuro. La tela está muy bien
trabajada porque se confeccionó para un altar. Creo que irá perfectamente con
los muebles de casa. Tal vez podríamos ponerlo en la mesa de la radio. Además,
me han regalado una corbata. Ayer te envié estas dos cosas en un paquete. No te
puedes ni imaginar el precio (de coste) del mantel. Si necesitas un hule de color
azul grisáceo, de un metro veinte de ancho, aproximadamente, por 6,80 RM,
escríbeme y lo encargo. También puedes volver a enviarme billetes pequeños en
tu carta. Todavía me queda dinero, pero tal vez tenga que mandar más cosas.
www.lectulandia.com - Página 74
Espero que en Landsberg se hayan acabado ya las alertas aéreas. Ahora
deben de ser moneda corriente en Berlín,[2] pero no creo que esta situación se
mantenga durante mucho tiempo. Ojalá no le pase nada a mamá. No me asustan
tanto las bombas como la tensión de las alertas, el nerviosismo general por el
tráfico, etc. […].
Ayer impartí en el cuartel una clase de alemán, con dictado incluido, a una
encantadora jovencita. Para tu tranquilidad, te diré que apenas tiene once años.
Es una pena que ya no pueda ir a Litzmannstadt.[3] En estos momentos el barrio
judío debe de ser gigantesco. La calle principal lo atraviesa, pero cuando los
judíos quieren pasar, están obligados a desviarse por los puentes de madera y a
pagar diez céntimos de marco cada vez. En total habrá siete vacas lecheras para
catorce mil niños menores de catorce años. La mortalidad es tan elevada y los
niños, tan escasos, que de aquí a diez años ya no quedará nadie vivo. En esta
zona se trata a la gente, también a los polacos, no como se hacía en el antiguo
Reich, sino siguiendo el método «británico»;[4] no hay duda de que tiene éxito y
de que es imprescindible.
Escríbeme a menudo, aunque solo sean cartas cortas, para que sepa que en
casa todo va bien. No tengo noticias de mamá desde nuestra última visita.
Afectuosamente,
Tu Hellmuth
www.lectulandia.com - Página 75
15
Los nuevos amos de París
La conquista de Francia fue acompañada del establecimiento de una serie
de estructuras financieras y económicas por parte de los ocupantes
alemanes. En el segundo distrito de París, en el número 43 del boulevard
des Capucines, se instaló la sede de la Caja de Créditos del Reich.
Anteriormente, el edificio había pertenecido al banco británico
Lloyd & National Provincial Foreign Bank Limited. La Caja de Créditos
del Reich se encargó de acuñar moneda en los territorios ocupados, así
como de realizar operaciones de cambio en condiciones muy favorables
para los soldados alemanes: en junio de 1940, un marco equivalía a
veinte francos. Antes de esa fecha, sin embargo, se cambiaba por apenas
doce francos.
Otto E., nacido en Bonn en 1903, era banquero e inspector del
Reichsbank. En los primeros momentos de la ocupación de Francia,
continuó ejerciendo su profesión, ya en la Caja de Créditos del Reich.
Posteriormente se le destinó al frente oriental, donde se le asignó el cargo
de chófer. Era padre de familia. Desapareció en mayo de 1944. Por aquel
entonces solo era un soldado raso.
París, 15 de septiembre de 1940
Queridos todos:
Dentro de poco recibiréis una tarjeta mía desde París. En efecto, he
continuado mi travesía por Europa. Después de un trayecto de veintisiete horas
desde Colonia —pasando por Gladbach, Dalheim (en la frontera con los Países
Bajos), Roermond, Weert, Hasselt (en la frontera con Bélgica), Brünel, Eltenach,
Braine-le-Comte, Cournai[1] (Francia) y Lille—, el jueves por la mañana llegué
por fin a París. O sea, que he visto de un golpe tres países. Me han destinado a la
sede de la Caja de Créditos del Reich en París para encargarme de la dirección
de una de las ventanillas. Las oficinas se encuentran en un edificio que
perteneció en su momento al banco británico Lloyd. El National Provincial Bank
está cerca de la Ópera, en el cruce del boulevard de la Madeleine con el
boulevard des Capucines (estoy seguro de que ahora padre consultará el mapa).
Nos alojamos en el Hôtel de Paris. Vivimos como reyes. Es una cuestión de
justicia: en la época de la ocupación, los franceses se apropiaron de dos hoteles.
www.lectulandia.com - Página 76
[2] Tengo una habitación magnífica, con cuarto de baño, en el quinto piso, con
vistas a los bulevares y a la torre Eiffel. París es una ciudad maravillosa, de
verdad. Y me alegro infinitamente de conocerla de este modo. Hoy —domingo
por la mañana— he dado una vuelta por la ciudad en el coche oficial de uno de
mis conocidos de Reichenberg, un oficial de enlace destinado al Ministerio de la
Marina. Hemos visto la plaza de la Concordia, las Tullerías, el arco del Triunfo,
los Campos Elíseos, la Exposición Universal, la torre Eiffel, Notre-Dame y
tantas cosas más… En la Caja de Créditos del Reich hay otro compañero más de
Reichenberg, así que estoy encantado. Además, un tercer colega de Reichenberg
trabaja como funcionario en no sé qué departamento militar. Ha sido un placer
saludarle. También he visto a un tal Rosskampf, uno de mis conocidos del
Deutsche Bank en Bonn. Trabaja en la oficina de oficiales de la estación. Un día,
yendo en metro, me puse a hablar de Bonn. De repente, uno de los soldados se
giró hacia mí y me dijo que era de allí […]. Como veis, ya tengo bastantes
conocidos en esta ciudad. He salido tres veces a disfrutar a fondo de la noche
parisina. Me he acostado a las tres, a las cuatro y a las cinco de la mañana. Creo
que solo en París es posible encontrar una vida y un ambiente como estos […].
Dado que formamos parte del ejército —o, más bien, de las oficinas de la
Wehrmacht—, tenemos los mismos derechos que los soldados: viajes gratis en
primera clase del metro. Entrada libre en los dos teatros y los dos cines
reservados para nuestras tropas. El avituallamiento es bueno. A mediodía, todos
nosotros almorzamos en el casino del banco. Por la noche, cenamos fuera. En
los restaurantes el ambiente es muy correcto, pero la verdad es que hay que
invertir dinero para comer bien.

También podría gustarte