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Unidad VIII: Amor y Promesa: La tarea del noviazgo

El Noviazgo es un estado transitorio. Se trata de un periodo durante el cual dos personas mantienen una relación
amorosa con el objetivo de avanzar en el conocimiento mutuo.

1. Amor y temporalidad

Existen diversas dimensiones humanas que afectan a la experiencia del amor, una de ellas es la Temporalidad. En el
amor queda afectada la propia valoración del tiempo, que, por un lado, llena a la persona tendiendo a ocupar todo su
espacio temporal (es decir, se le hace difícil concebir un tiempo sin la posibilidad de vivir con la otra persona), y, por
otro lado, implica la carencia de la presencia real del amado (es decir, el tiempo presente se concentra en un futuro, en
la posibilidad de alcanzar lo que se promete en el amor).

Así vemos que la experiencia del amor genera la esperanza. El deseo humano, aspirando a alcanzar la plenitud
prometida, mueve a la persona hacia el futuro. De esta forma decimos que el futuro también pertenece a la experiencia
del amor.

Además, el amor mueve al sujeto a acoger el futuro de la otra persona, asimilándolo a su propio futuro. Amar a la otra
persona quiere decir amarla "para siempre".

Aquella persona que no es capaz de afirmar el "para siempre" del amor, confundió amor con sentimiento. Y no se
puede vivir un sentimiento más allá del presente.

El amor mueve a las personas a dos actos: creer en la promesa (es decir, creer en la persona, porque la persona se da
en las promesas) y prometer (volver a verla, llamarla, invitarla al cine, etc).

2. La tarea del noviazgo

¿Dónde está la razón de que numerosos noviazgos fracasan en el casamiento? El error se encuentra en una confusión
inicial, pensar que para construir un matrimonio y una familia basta la sinceridad del sentimiento y la buena voluntad.
Como si todo se redujese a la decisión de la voluntad, es decir, basta querer, basta decidirse, basta entregarse.

Amar es un acto de toda la persona, en el que intervienen sus diferentes principios amorosos que no están ordenados
ni integrados ni naturalizados con la otra persona. Se precisa la habilidad que les permita conocerse, aceptarse,
comprenderse y saber construir juntos.

La principal tarea del noviazgo es ayudarse mutuamente a adquirir las virtudes que les permitan construir la comunión
prometida y así verificar su amor. La tarea del noviazgo no es simplemente discernir la compatibilidad de esta persona
con el propio ideal de vida y así verificar su amor. Este amor se va ir verificando a través de las relaciones ante las
diferentes circunstancias de la vida, de los proyectos juntos, de las dificultades encontradas, de las discusiones, de las
conversaciones, incluso, de la ausencia de la persona amada.

Así el tiempo del noviazgo se caracteriza como el camino de maduración entre la experiencia vivida y la posibilidad
de vivir la comunión plena.

3. Una amor que busca probar: las relaciones prematrimoniales

Al no existir el marco de entrega de la persona y la acogida del otro en la totalidad de lo que es (marco dado por el
matrimonio), las relaciones prematrimoniales no expresan la donación de sí mismo, puesto que no hay voluntad de
donarse. Por eso la acción se dirige a un experimentarse sexualmente, a un probarse en el cuerpo, a un gozarse
mutuamente. Cierto es que en el matrimonio también se da un experimentarse sexualmente, pero se da en el marco de
entrega, de una comunión irrevocable.

Nos podríamos preguntar por qué el tiempo del noviazgo se ha dilatado... No es por cuestiones económicas y
profesionales como a veces se suele afirmar. Sino que es la falta de madurez de un amor que busca gobernar él mismo
las circunstancias que le rodean y su historia.
El verdadero sentido del noviazgo es la mutua entrega de sí. La virginidad es uno de los más grandes dones que
pueden regalarse el día de bodas los esposos, ya que indica el camino de integración que ambos fueron realizando. No
es solo una cuestión fisiológica, sino una disposición del corazón.

4. La falta de conyugalidad

Las relaciones prematrimoniales implican la lógica de probar para entregarse. Pero probar no es entregarse. Ya que la
entrega es total, es dar sin posibilidad de reclamar para sí. En cambio probar implica dar algo por un tiempo, que se
puede reclamar.

En el matrimonio ya no se trata de experimentarse sexualmente y ver que satisface tal experiencia. Se trata de
entregarse sexualmente según la lógica misma de este amor conyugal, que es la lógica del don total de uno mismo.

5. Tendencias sexuales actuales y motivaciones aducidas

Tendencias sociales actuales:

El 52% de los hombre y el 43% de las mujeres creen conveniente la experiencia sexual antes del matrimonio
(tengamos en cuenta que estas estadísticas son del 2001). Los justificativos que predominan en los jóvenes son
variados, algunos de ellos son: mayor libertad, acentuación de la importancia de la experiencia sexual, prueba de
amor, etc.

Frente a los problemas de parejas, las relaciones genitales ofrecen una momentánea impresión de que todo está
arreglado, pero las dificultades se presentas más tarde agravadas.

Además impiden la maduración del amor. Es interesante ver que estas relaciones bloquean el crecimiento psicológico
de la relación, impide el desarrollo de los modos de permanecer en el amor más allá de la sexualidad.

El CIC n° 2391 dice: "No pocos postulan hoy una especie de 'unión a prueba' cuando existe intención de casarse.
Cualquiera sean los motivos, éstas no garantizan que la sinceridad y la fidelidad quedan aseguradas... El amor
humano no tolera la 'prueba'. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí".

Motivaciones inconscientes:

a) Carencias e insatisfacciones afectivas.

b) Inseguridad de la relación y de los sentimientos del otro.

c) Inseguridad en la ámbito de la identidad sexual: la identidad no se resuelve en el acto genital, las relaciones
sexuales no dan madurez afectiva sino que la presupone.

6. Reflexiones morales

A partir de una reflexión bíblica podemos afirmar que la sexualidad expresa la "Alianza definitiva", es decir una
alianza en la que el hombre hace una entrega total de sí. Por lo tanto las relaciones sexuales prematrimoniales y extra-
conyugales son erróneas e injustificables.

El concilio de Elvira (España, 300-303), determina que las relaciones prematrimoniales son un pecado sumamente
grave, que impide a la pareja recibir la Eucaristía por un año. El concilio determina que las relaciones sexuales se
justifican solo en la unión matrimonial. Reflexiones posteriores de esta determinación afirman que el acto sexual antes
del matrimonio excluye cualquier apertura a un bien, y no aporta a la comunión de personas. La bondad de los actos
sexuales no depende de la sincera intención de las personas, sino que está determinado por criterios objetivos, que se
fundamentan en la naturaleza misma de la persona.

7. La libre convivencia y "el matrimonio a prueba"

La libre convivencia es cuando el hombre y la mujer se niegan a dar una forma a su relación. Las motivaciones son
variadas, pero todas apuntan a romper con el sentido de la fidelidad, el matrimonio y la familia. Por ejemplo, se suele
justificar la libre convivencia diciendo que afirma y mantiene la propia libertad, en este caso tenemos que ser
conscientes que la libertad se da en la fidelidad a los compromisos hacia la persona. En la base de esto hay un rechazo
de un compromiso definitivo y por lo tanto la falta de fe en la persona. El amor que rechaza lo definitivo es un amor
contradictorio.

El "matrimonio a prueba" o "como experimento" es poco conveniente, ya que el amor es un don total de sí, de modo
definitivo y esto excluye cualquier tipo de prueba. Es impropio llamar a esas situaciones con el término de
"matrimonio".

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