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Andre Corboz - El Territorio Como Palimpsesto - Resumen PDF
Andre Corboz - El Territorio Como Palimpsesto - Resumen PDF
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(...) Los habitantes de de un territorio no paran de borrar y reescribir e;
viejo grimorio de los suelos. Como consecuencia de la explotación sistemáti-
ca que la revolución tecnológica del siglo xix ha propagado hasta los últimos
rincones de tantos países, todas las regiones han sido puestas poco a poco
bajo un control cada vez mayor. (...)
(...)
La historia, sobre todo la reciente, desgraciadamente ha modelado una mul-
titud de territorios incompletos cuya definición ha acarreado tensiones por
no responder a loque esperaban las etnias concernidas.
(...) esta necesidad de una relación colectiva vivida ente una superficie
topográfica y la población establecida en sus pliegues permite concluir que
no hay territorio sin imaginario del territorio. El territorio puede expresarse
en términos estadísticos (extensión, altitud, temperatura media, producción
bruta, etc.) pero no puede quedar reducido a lo meramente cuantitativo. Al
ser un proyecto, el territorio esta semantizado. Es suceptible de discurso.
Tiene un nombre. Proyecciones de todo tiop se vinculan al mismo, y éstas lo
transforman en sujeto.
(...) Entre las relaciones posibles con la forma del territorio, los últimos
años del Antiguo Regimen desarrollaron dos que los contemporáneos de la
revolución industrial priviligiarían: el mapa y el paisaje natural como obheto
de contemplación. Se trata de fenómenos opuestos en cuanto a sus obje-
tivos y a sus medios, ya que responden a concepciones de la naturaleza
fundamentalmente diferentes.
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"naturaleza" como un bien común a disposición de la humanidad y que los
hombres pueden e incluso deben explotar para su provecho (en otros tèr-
minos como objeto).
(...) La segunda concepción considera, por el contrario, la misma naturaleza
como una especie de pedagogo del alma humana, hasta el punto que el ro-
manticismo, germánico sobre todo, la percibirá como un ser místico que man-
tiene un diálogo continuo con los hombres, es decir, como un sujeto.
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más abtracciones, ya que se encuentra mal equipado para lo cualitativo.
Resulta impotente con lo que no generaliza.
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Las religiones tradicionales distinguían el tiempo y espacio sagrados del
tiempo y espacio profanos; la sociedad occidental ha perdido la noción de
lo sagrado- salvo expriencias individuales- pero a pesar de todo podemos
concebir tiempos de naturaleza diferentes cuando viajamos.
En efecto, hay que comprender bien que estos nuevos instrumentos [la
avioneta, el helicóptero, las autopistas, etc] tejen entre todos ellos un
territorio inédito, en que lo imaginario y lo real se justifican recíproca-
mente: este territorio ya no se encuentra compuesto en primera línea por
extensiones y obstáculos, sino por flujos, ejes, nudos, puntos.
Así pues, tras dos siglos en los que la gestión del territorio no ha conocido
otra receta más que la tábula rasa, ha quedado esbozada una concepción de
la ordenación del territorio que ya no lo considera como un campo de opera-
ciones casi abstracto, sino como el resultado de una muy larga y muy lenta
estratificación que es importante conocer para poder intervenir.
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Por este camino, el territorio recobra la dimensión del largo plazo, aunque
de un modo retrospectivo. Esta nueva mentalidad le restituye un espesor
que se le había olvidado.
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