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Cuna de los primeros seres vivos, con su azul inmensidad genera las condiciones
para la subsistencia de millones de especies. Sin embargo, el descuido del ser
humano y el cambio climático están afectando cada rincón de sus profundidades.
Entre ellos el alimenticio es uno de lo más relevantes, pues el 20% de la proteína animal
que se consume en el mundo corresponde a recursos marinos. De su producción y
extracción se originan millones de puestos de trabajo asociados a la pesca, la acuicultura y
otras actividades relacionadas. También es Importante destacar que el océano posibilita el
tráfico marítimo, el cual mueve el 90% de las mercancías negociadas internacionalmente y
permite el desarrollo de las comunicaciones, el turismo y la investigación científica.
Por si todo esto fuera poco, el océano procesa y retiene cerca del 30% del dióxido de
carbono presente en la atmósfera, a través de la fotosíntesis del fitoplancton y otros
mecanismos biogenéticos y químicos complejos. De hecho, el océano ha absorbido más del
90% del calor producido por la acción humana a través del aumento de gases de efecto
invernadero, cualidades que lo convierten en el principal mitigador del cambio climático.
Por su parte, el cambio climático son las modificaciones que ocurren en los diferentes
subsistemas del planeta (como la temperatura, las precipitaciones, la nubosidad y los
vientos, entre otros) durante un determinado periodo de tiempo. Se trata de un fenómeno
global, pues no hay ningún lugar que esté libre de sus efectos, y si bien el océano ha
amortiguado su real impacto, ya se están evidenciando los costos de su sacrificio.
Según el reporte “The Ocean and Cryosphere in a Changing Climate” elaborado por el IPCC
(Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), desde 1970 las capas
de agua superiores e intermedias del océano se han calentado progresivamente, y se prevé
que esta tendencia “continué incluso si cesan las emisiones humanas de gases de efecto
invernadero”.
Al aumento de la temperatura -en conjunto con otros factores- trae como consecuencia la
reducción del oxígeno en el océano, a la vez que estratifica las capas que lo conforman.
Esto dificulta que las aguas superficiales ricas en oxígeno se mezclen e intercambien
nutrientes con las aguas más profundas. Ambas situaciones alteran los ecosistemas y la
biodiversidad marina, provocando mortalidad, menor crecimiento y migraciones.
Finalmente, la absorción de una gran cantidad de dióxido de carbono por parte del océano
ha generado cambios químicos en su composición, cuyo Ph ha disminuido en 0.1 desde el
comienzo de la era industrial. Esto es lo que se conoce como la acidificación del océano y
que afecta principalmente a especies como corales duros, moluscos y crustáceos,
dificultando el desarrollo de sus exoesqueletos y conchas.
COP 25
En ese contexto se realizó el seminario “El océano, el principal afectado por el cambio
climático”, organizado por Corfo y la Escuela de Ingeniería de la Universidad Austral sede
Puerto Montt. “Decidimos hacer esta actividad como una forma de enseñar, motivar y
generar debate en la ciudadanía”, señala Ángeles Sandoval, ejecutiva técnica de Corfo.
El evento contó con las exposiciones de Raúl Cordero, miembro del Grupo Científico
Consultivo en Ozono y Radiación Solar del Global Atmosphere Watch y del Grupo de
Investigación Antártica de la Universidad de Santiago; y Rodrigo Hucke, biólogo marino de
la Universidad Austral de Chile, perteneciente al Grupo de Especialistas en Cetáceos de la
UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) y al comité científico de la
Comisión Ballenera Internacional.
En tanto, Rodrigo Hucke explicó cómo las ballenas pueden contribuir a mitigar los efectos
del cambio climático. Y es que cuando estos grandes animales emergen desde las
profundidades no solo mezclan los nutrientes de las capas de agua del océano, sino que al
momento de excretar liberan una gran cantidad de propiedades que ayudan al crecimiento
del fitoplancton. Por lo demás, durante su larga existencia almacenan mucho C02 en sus
cuerpos, el que después de morir queda encapsulado en el fondo del mar y sin contacto con
la atmósfera durante siglos.
Por todo esto, es importante comprender que la relación entre el océano y el cambio
climático se da de manera compleja, donde todo está relacionado con todo y cuyas
consecuencias tienen incidencia global y local en aspectos ambientales, económicos y
sociales. Como principal responsable, la humanidad debe actuar lo antes posible frente a la
degradación del océano, disminuyendo las emisiones de C02 y evitando la contaminación
de los mares y ambientes costeros, ya que agentes como el plástico y otros residuos los
vuelven aún más vulnerables frente al cambio climático.