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Los Antiguos Griegos pueden ser considerados como los primeros en utilizar una
concepción científica del mundo. También fueron los primeros en describir en
detalle su historia y progresos. El mismo Homero (800 a.C.), en su relato de la
guerra de Troya, nos permite comprender el conocimiento de las lesiones en esa
época y su tratamiento. La Ilíada también contiene referencias a varias
deformidades musuloesqueléticas. Homero utilizó un léxico anatómico de unas
150 palabras (esqueleto –óstea-, vértebras –sphondylioi-, clavícula –kleis-,
cavidad cotiloidea –kotyle-, rodilla –gony-, tendón –tenenon-, espalda –rakhis-,
etc). En la Ilíada describe 147 heridas, 21 de ellas en las extremidades.
Debido a sus detalles, se puede suponer que Hipócrates tuvo una amplia
experiencia práctica en el tratamiento de estas lesiones. Presentó los cinco
conceptos del tratamiento de las fracturas -antisepsia, vendaje, reducción,
entablillado y tracción- que suplementarían o reforzarían los "poderes curativos de
la naturaleza" ("vix medicatrix") que era considerada la base fundamental del
tratamiento médico. En sus escritos se recogen también anotaciones de ortopedia
pediátrica (entre otros, describe la corrección del pie zambo).
Los principios del método hipocrático son un cuidadoso estudio del paciente en su
ambiente y no sólo de la enfermedad, seguido de una evaluación honesta y una
actuación consciente aunque limitada, en ayuda de la naturaleza, con particular
cuidado por evitar más perjuicio. Una vez recogida la información y valoradas las
respuestas del enfermo, el médico de Cos y sus seguidores emitían un juicio sobre
las posibilidades de curación y acerca de lo que debía hacer el paciente para
curarse. Las explicaciones en función del pronóstico eran las más necesarias dada
la considerable limitación terapéutica.