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Prusia y Austria eran muy distintas en sus aspectos económicos, sociales y políticos.
Austria estaba dirigida por una monarquía de corte centralista y autoritaria. Gobernaba un
territorio habitado por diferentes pueblos —croatas, húngaros, eslavos y serbios— que
tenían distintas lenguas, religiones y costumbres. Esto fue motivo de frecuentes
sublevaciones contra la monarquía austríaca, ya que el principal reclamo era el derecho a la
formación de sus propios Estados nacionales.
En lo económico, Austria fue un país que no contaba con recursos ni con una burguesía
poderosa capaz de lograr un desarrollo industrial propio. El mantenimiento de un ejército y
de una administración que mantuviera la unidad imperial le creó graves dificultades
financieras. Prusia, en cambio, experimentó un desarrollo económico muy intenso, que hizo
de ella el centro del crecimiento industrial de la región. El aumento de la producción de
acero, carbón y hierro, en la segunda mitad del siglo XIX así lo demostró.
Ya en plena lucha por la unificación Prusia sale adelante. Dirigido por Bismarck, el ejército
prusiano saldrá victorioso de las tres guerras que el mismo Bismarck planeó para producir
el proceso unificador. La primera guerra será contra Dinamarca (1864). Es esta ocasión aún
no estaba claro quién guiaría la unificación. De hecho los dos países, de mutuo acuerdo
deciden invadir dos pequeños ducados del sur de Dinamarca: Scheweslig y Holstein. La
segunda guerra se declara para resolver el problema: el vencedor será quien unifique
Alemania. En Sadowa (1866), Prusia resulto vencedora y el ejército austriaco quedó
deshecho. La tercera y última guerra fue contra Francia del Segundo Imperio. Hábilmente
Bismarck manipulo un telegrama de Luis Napoleón Bonaparte al Rey de Prusia y lo
presentó a la prensa como ultimátum de Francia contra Alemania. Esta guerra provocó lo
que Bismarck y Federico Guillermo deseaban. la unión de todos los alemanes contra los
franceses. La victoria prusiana en Sedán y la derrota de Luís Napoleón daban Alsacia y
Lorena a la nueva Alemania. Pocos meses después Federico Guillermo IV era coronado
emperador en la fastuosa Galería de los Espejos de Versalles. Nacía el II Reich en medio de
la humillación francesa.