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Tünc 'W'lrrt

PSICOLOGIA DEL AMOR


El crecimiento personal
en la relación de pareja

Traducción de Merexn BenRo

f{erder
8.
Le AUTORREALI ZACIÓN EN EL PROCESO
DE UNA RELACIÓN AMOROSA

El proceso de uno reloción omoroso otrovieso diferentes ebp'os. El pro"


ceso ideol serío el sÍguiente: deseo vehemente de omor, elección de
poreio, enomoromiento, desilusión omoroso, posibilidodes de com-
pensor lo folto de sotisfocción, construcción de un mundo común y
creoción de uno fomilio, y, fínolmente, llegorío el motrimonio en lo
veiez. Como tol, puede disolverse en todo momento medionte lo sepo-
roción y el divorcio. Horé hincopié en lo cuestión de cómo codo
uno de estos etopos promueve, medionte los toreos que plonieó, el
desorrollo y lo modurez de lo personcr. Asimismo, se obordorón los
temores que couso este desofío y los estroiegios defensivos con los que
se pueden coniuror o evitor estos temores.

En 7991, en mi libro Was bóilt Paare zttsa.mmerl, describí


con detalle el desarrollo de la convivencia. Quisiera aqluí
referirme a las etapas del amor planteando otro problema.
El proceso de la relación amorosa atraviesa diferentes eta-
pas; y cada una de ellas plantea desafíos p^r^ la autorreali-
zaclón' en el amor y a través del amor eue, con frecuencia, se
convierten en una exigencia excesiva y son motivo de temo-
res y conductas defensivas. Para el individuo, esto significa
que tendrá que enfrentarse inevitablemente a los desafíos
de estas etapas. No obstante, no todas las personas se entre-
gulr a relaciones arnorosas. Sin embargo, estas personas de-
searárt explicarse a sí mismzs, y explicar a otros, por qué
no se entregart a relaciones amorosas, no establecen vínculos
136 & tu relación amorosa c<lmo proceso

o no desean tener hiios. Por el contrario, tara vez se da el


caso de que alguien se sienta irnpelido a explicar por qué bus-
ca telaciones amorosas, contrae vínculos o crea una farnilja-
Entre los más importantes avarrces sociales de las últirnas
décadas, destaca la libertad paÍa vivir una relación arnoro-
sa como nosotros queramos. Nuestra sociedad está inte-
grada por seres humanos con temperamentos muy cliferen-
tes. No todo el mundo tiene las rnismas ideas sobre cómo
debe funcionar un matrimonio. A algunos les va rnejor en
las relaciones amorosas poco vinculantes y poco duraderas.
Se tendría que reforzar la autoestima de las personas, inclu-
so slr humildad, para que reconociesen qrle un matrimonio
o la fundació.n de una farnilia no es de su gusto. La socie-
dad perdería dinarnismo y riqueza si únicamente hubiese
una forma normalizada de arnor. Aunque también sería igno-
rar Ia realidad humana si afirrnáramos que la elección del
estilo d,e arnar es üna elección arbitr aña y está más allá cl,e
cualquier valoración social y personal. El hecho es que, a
pesar de tanta libertad, para las personas resulta importan-
te conseguir una pareja estable o vivir en familia. Los des-
afíos qlle aparecen en las sucesivas etapas de una relación
se planteaír a todo ser humano, y, en ellos, está vivo el deseo
vehernente de .superarlos. Estos desafíos causan terrror, pero
también contribuyen de manera especial al despliegue del
potencial personal.
En terapia, el historial de la relación ocupa un lugar cen-
tral; sobre todo, la relación entre la elección de pareja y el
conflicto actual de la pareja. El conocimiento de lo que es
un proceso "oormal" en una relación es una condición irnpor-
tante para la comprensión de las relaciones amorosas. obser-
varnos la historia de Ia relación desde el punto de vista cle la
coevolución, es decir, la inffuencia recíproca que se da en
Ia pareja en sLl proceso cle autorrealización.
Muchos títulos de libros qr-re tratar' el tema del amor lo
demuestrart: el arnor infunde ternc;r. Sobre todo, durante la
ola de independencia y libertad de los años 7o,la relación
arnorosa se veía como Ltna arfferraza a la autonomía, corno
coartación y represión, corno un riesgo de renuncia y pérdi-
La autorrealización en el proce"o & 137

da de Lrno misrno en el amor. Por eso, efl muchos libros se


advierte de los riesgos del amor. El ideal emancipador con-
sistió en ser independiente, no necesitar a nadie, centrarse en
uno mismo y liberarse. Hoy en día, en general, se vuelve a
reconocer que una relación amorosa es un valor fundarrlen-
tal para gozar de una vida plena. Pero el temor a fracasar en
una pareja es grande. Con frecuencia, no se percibe totalmente
lq ryedid.a- en que uTzot relación arnorosa, puede estimula.r el
crecirniento persona.l y la. madurez de u77 ser bumano. Durart-
te la. edad adulta, ninguna. otra cost estirnula.rá el crecirniento
personal ta.nto como unza. relación amorosa. cortstrttctiua, pero
lampoco na.da. lirnitará. tanto y bara perder tanta seguridad
coTr-r.o ntza relación amorosa destructiua. La auto rrealización
en el proceso de una relación arnorosa se expone en este libro
corno Lrna tarea de crecimiento personal. Se trata de recono-
cer que se necesita a otros seres hurnanos y, en particular, a
tin" p"r- jp. para desplegár el potencial personal; que una pare-
ja nos facllita desarrollos personales nuevos, flo vividos has-
iá ahora; que cuando uno se entre ga al proceso de una rela-
ción amorosa , Íro sólo deja de ser libre e independiente, sino
qLre también coloca el crecimiento propio en una interacción
coevolutiva con el crecimiento de la pareja; que se constru-
ye conjuntamente un mundo común, al que se está atado y
- del qr-re uno no pLrede librarse sin sufrir, y que, especialmen-
te, con Ia creación de Lrna farnllia se puede realizar el poten-
cial propio en su totalidad. Con frecuencia,Ia focalización del
potencial propio en los hijos es tan importante que obstacu-
liza el desarrollo de otros aspectos de nuestro potencial en dis-
tintos árnbitos, cuya realización se tendrá que posponer.

Er oesEo vEHEMENTE DE AMAR

Es probable que toda relación amorosa profunda vaya pre-


cedida de una etapa prolongada rnarcada por el anhelo de
arnar. Es el anhelo de ser reconocido, el anhelo de recibir una
respuesta, de ser abrazado por el amor en el que Lrno pue-
de desenvolverse como persona, en el que uno será visto
como el que siernpre ha sido y corno el que se quisiera ser
138 S t" relación arnorosa como proceso

en realidad. Es la esperanza de hraLlar la plenitud en el amor


a la pareja. El potencial personal se enriquecerá con el anhe-
lo prolongado, y estará listo para el día en que pueda reali-
zafse. La vida mira al futuro gracias al anhelo. Así, se prepa-
ran los roles de padre, madre o pareia, y se imagina córno se
llevarían a cat>o. Ese anhelo es el deseo vehemente de ser ama-
do sin condiciones, de ser cuidado en el arnclr, de ser com-
prendido sin límites. Es también la esperanza de tener Lrna
relación que cure todas las heridas sufridas y nos aleie de las
trampas de las relaciones con la farnllia de origen cl con pare-
jas anteriores. El anhelo denota una carencia. Quien anhela
nO Se basta a sí miSmo, nO tiene repOSO, neceSita a OtrO, no Se
siente satisfecho consigo mismo.

El deseo vehemente de arnar plantea Ia ta'rea de crecintien-


to pelsona.l de reconocer que se carece de arnclr y se necesi-
ta una pareja para dar sentido a la vida. Tornamcls conscien-
cia de que el potencial propio no podrá desplegarse totalrnente
en ámbitos irnportantes sin una pareia y Sentilnos que no esta-
mos viviendo la vida plenamente. Será necesario adecuar el
deseo y las expectativas a Ia realidad parz- poder satisfacer-
los, aunque no por ello debamos hipotecar Ia realización ple-
na de nuestros deseos eligiendo, sin ilusión, una pareia con
la que simplemente nos conformemos-

EI ternor al deseo ueberne?xte de amar.


¿Cómo nos d.efendernos d.e ese deseo?

La carencia de alnor nos puede poner en peligro, Sobre todo,


si nos han herido y ncls hemos sentido frustrados en relacio-
nes amorosas anteriores. Por eiemplo, si durante la infancia
han rec|1azado nuestras necesidades de amor, y posteriorrnente
no han sido compensadas o si cargamos con traumas por abu-
scls y explotación infantil, desearemos protegernos de las pro-
1r
pias carencias de arrlor. Nos esforzaremos por no ilusionarnos :'::

e intentaretnos justificarnos en las experiencias negativas vivi-


das. Eventualmente, viviremos eSCarCeoS amorclsos que nos
servirán pafa confirmar las desilusiones previstas. Esta deva- d..
j:tf

¡:
La autorrealízación en el proceto I $9

luación del amor, el escepticisrno y el cinismo no anularán la


necesidad de amor, pero sí impedtrán que entremos por volun-
tad propia en su dinámica. Aunque también puede ocurrir que
uno mismo dificulte sr-l deseo de arnar planteando exigen-
cías excesivas e imposibles de cumplir. Puede decirse, enton-
ces, que Lrno jarnás podrá halIar a la pareia adecuada. Las pare-
jas que estaban disponibles eran poca cosa, por lo que es mejor
quedarse solo. También puede ser gue, después de muchas
desilusiones, Lrno no pueda esperar nada rnás que otros de-
sengaños y, por eso, se esfuerce en no volver a ilusionarse.
Contribuye a ello la idea de que el enamoramiento, de todos
modos, apenas dura unos rneses o pocos años, y que está
determinado por parámetros bioquímicos y no es otra cosa
que una proyección utópica de los deseos propios. Así se jus-
tifica el mantenerse solo. Incluso, se idealiza La vida de solte-
ro. Se puede elegir vivir solo como una forma de vida que
cuenta con las ventajas"de la libertad y la independencia. Algu-
nos prefieren volver del trabaio y quedarse solos en casa. Pero,
para la rnayor'ra, vivir solo no es la forrna de vida deseada real-
mente, sino una forma de vida obligada.
En todo caso, llruy sucedáneos para satisfacer el deseo
vehemente de aÍrrar. Por ejemplo, fantaseando con los pro-
tagonistas de las novelas o de las películas de amor, con los
que se vive Lrna relación fantasiosa, pero segura. Otro susti-
tutivo, más concreto y real, es la adrniración por determina-
das personas a las que no se conoce personalmente, como
las estrellas de cine o los modelos publicitarios. Todavía más
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concreta es la admiración secreta por personas conocidas.
Aunque si se quieren confesar los sentimientos de admiración
por personas conocidas se corre el riesgo de ponerse en ri-
dículo, ser rechazado o caer en una relación en la que se esta-
rá en frantca inferioridad.

Le srnccróN DE PAREIA
Con la elección de pareia, se sienta la piedra fundarnental del
proceso de una relación. En nllestra psique constituye, asi-
mismo, el núcleo para posteriores conflictos con la pareia.
T4O S, tu relación amorosa como proceso

Si partimos de que el ser humano se desarrolla a través de


relaciones, y que la relación amorosa es la que concede más
espacio para el desarrollo de las posibilidades más persona-
les, la elección de pareja tendrá una importancia fundamen-
tal para la autorrealización, por lo menos, si la pareia es esta-
ble. Como hemos visto, los desarrollos que los miembros de
la pareja se facilitan mutuamente, las posibilidades de creci-
miento personal a las que reaccionan y las posibilidades que
rechazafl, o para las que se mr-restrar' inabordables, juegan un
papel decisivo en nuestro crecimiento personal. La elección
de pareja puede ser una toma de posición en un proceso
imposible de anular y que exige un gran potencial personal.

Lr¿ elección de pareja. durante el marco


de la transformación cultural

En el plano cultural, la elección libre de la pareja tomando


como criterio la atracción personal es un fenómeno relativa-
mente nuevo. Todavía hace unos pocos decenios, por regla
general , eraÍr los padres los que negociaban o, aL menos,
daban su aprobación a las relaciones de pareia. Kaiser (2OOO)
ha realizado un estudio propio sobre la influencia de la farni-
lia de origen en la elección de pare ja. En comparación con
las generaciones de la primera y segunda gueffas mundiales,
se ha producido una profunda transformación. Las genera-
ciones anteriores a 7968 solían elegir parejas que garantiza-
ran la continuación de los vínculos estrechos con la farnllia
de origen, aunque fuera en detrimento de la relación. A menu-
do, se elegía la pareja teniendo en cuenta un criterio de dis-
ponibilidad, es decir, según su proximidad social y espacial.
Generalmente, los rniernbros de la pareia se conocían desde
el colegio o eran vecinos, y ya hrabía cierta farnlliaridad en-
tre ellos. La desventaja residía en que, con rnás frecuencia
que hoy, la pareia elegida no era la primera opción y muchos
ernbarazos no deseados conducíart obligatoriamente al rnatri-
rnonio. Los cónyuges se distanciaban para, de esta forma, ase-
gurar la supervivencia del rnatrirnonio. Muchos matrimonios
funcionaban correctamente en lo que a aseguramiento de la
La autorrealización en el proceto &) I47

situación económica y representación social se refiere. Pero


casi siempre, eo las familias, las relaciones eran verticales; es
decir, las relaciones más intensas se daban entre padres e
hiios, y no entre cónyr-rges. Hoy err día, gracias a las mayores
posibilidades de conocer EIente, rnerced a la internacionali-
zación de la actividad laboral y las actividades de ocio, el
espectro de posibles parejas que se tienen en cuenta es mucho
rnás amplio. En la actualidad, Ias parejas que provienen de
diferentes culturas son muy frecuentes. La diferencia cultu-
ral puede constituir un atractivo especial; otras culturas nos
ofrecen la posibilidad de curnplir deseos vehernentes que no
se han podido satisfacer. Los esfuerzos que realizan los miem-
bros de la pareja para adaptarse son rnayores cuanto rnayor
es la distancia cultural entre ellos. Este factor supone una
ampliación del horizonte vital, un mayor enriquecirniento y
la posibilidad de vivir nlrevas experiencias. Sin embargo, se
corre el riesgo de que una grarr distancia cultural supo rrga
una exigencia de adaptación excesiva.

La. situa.ción de pa.rÍida.

La situación personal de la que parte cada uno está vincula-


da aL deseo de forma'r :urra relación, e influye en la elección
de pareja. Por medio de esta elección, se espera dejar atrás
una relación insatisfactoria (durante.la juventud, suele ser la
farnllia de origefl y, más tarde, alguna relación arnorosa artte-
rior y sus conseclrencias), y, de este modo, comenzaÍ uÍ-ra vida
nueva.

La elección de pareja durante la. juuentud


y su relación corr. la. farnilia d.e origen
L_4_elección de pareia está relacionada con las experiencias
qrre la persona ha tenido en la relación con sus padres. Sig-
rnund Freud ya se refirió en 7974 a este aspecto cuando dife-
renció dos tipos principales de elección de pareja (elección
de objeto) en el adulto. IJna de ellas es la elección de obje-
142 & t. relación amorosa como proceso

to según el tipo de apego, es decir, según el modelo vivido


con los objetos de amor primario, o sea, los padres. La per-
sona que se encarga de proporcionar la comida, el cuidado
y la protección se convierte en un modelo para, en la adul-
tez, elegir el objeto, que eS, en realidad, uñ nuevo encuen-
tro con los padres. La otra forma de elección de pareja des-
crita por Freud es la elección narcisista. La persona ama en
el otro lo que ella misma es, fue y desea ser. Se elegitá enton-
ces una pareja porque uno se siente afrrado y estimado por
ella. El psicoanalista berlinés Karl Abraharn (L9I3) describe
dos tipos de elección de pareia: la endogamia neurótica o La
exogamia neurótica. En la endogarttia, la elección de Pafe-
ja es la búsqueda de la madre o el padre; en la exogamia, se
busca una pareja que se diferencie tanto como sea posible
de la madre o el padre. Las experiencias de las relaciones
con el padre y la rqadre, pero también la relación con el
matrimonio de los padres, eietcerán una influencia relevan-
te en la elección de pareia, aunque no serán las únicas deter-
minantes.
Me parece más importante como factor influyente3n Q
elección de pareja Ia. rela.ción actual con la fa'milia de ori-
gen Si suponemos que una relación amorosa contribuye a
Ia {ealización del potencial personal, al elegir la pareja se
plantea rá la cuestión de si el potencial personal se desarro-
\Iar^ de form a rnás adecuada si se sigue la ttadición paternal
y familiaÍ o si se crean nr-revos caminos. Con frecuencia, tan-
to la relación ccln los padres como con los hermanos influ-
yen en gran medida en la elección de pateia. Puede ser que
la elección se lnaga de manera que, €fl lo posible, se evite
tÍrafcaf distancias con los padres. Todavía hoy, no eS Íafo
que los padres promuevan o, aI menos, favorezcan los matri-
monios. Así, por ejemplo, se acogerá enla farnllia a alguien
qlre desea romper con su familia, y que estatá obligado a
rnostrar su agradecimiento y no traerá consigo ninguna
dependencia familiar. Semeiante pareia podrá ser acogido
poi los padres como un hijo, o una hr1ia, propios. Sin embar-
go, .s más frecuente lo Contrario, que se aspiÍe a un dis-
tanciamiento de los padres mediante la elección de pareia.
Entonces, al elegir pareja,los padres perderán a su hijo (no
La autorrealizacíón en el procevo & I43

suele ocurrir lo misrno en el caso de las hijas). Esto entris-


tece a algunos padres, rnientras que otros se encolerizan y
se esfueÍzan por irnpedir dicha pérdida. Con frecuencia, se
elegirá a wna pareja que pueda corregir un desarrollo fami-
liar defectuoso (\X/illi, 7985, 7996). Si uno no se siente capaz
de corregir actitudes familiares insatisfactorias en su fami-
lia de origen, la relación de pareja será la ocasión decisiva
durante la edad adulta para distanciarse de la farnllia y
errrprender nuevos carrrinos. No es raÍo que esto dé lugar
a graves conflictos con los padres. Para ellos, resulta difícil
aceptar que el hijo quiera indicarles un camino nuevo. El
peligro consiste en abusar de la pareia cc>rno attrra contra
los padres. Flabitualmente, se delega en la pareja para que
luche contra ellos. Por eso, eo ocasiones se elegirá a :urra
pareja con la que se desea reparar algo que se ha descui-
dado con respecto a los padres. Estas formas de elección de
pareja se encuentran á menudo en matrimonios de alcohó-
licos, pero también en personas que trataror injustamente a
stls progenitores cuando se divorciaron. Este tipo de inten-
tos de reparación se dant, sobre todo, si el progenitor afec-
tado ha fallecido. con las c.onstelaciones familiares, Bert
Hellinger desarrolló un método que permite hacer patente
y elaborar el bloqueo de la realización del potencial per-
sonal debido a conflictos familiares.
Sin embargo, la elécción de pareja puede estar rela-
cionada con la constelación que se crea entre hermanos.
Quien tiene una pareja fija ten drá rnás peso en la farnllia
que el que está solo. Un hijo adulto, que ha crecido a la som-
bra de sus hermanos, puede aumentar su reconocimiento
social al iniciar una relación de pare ja y convertirse en el
núcleo de la nueva generación. La elección de pareja pue-
de influir negativamente en la relación afectuosa entre her-
rnanos. Con la elección de pareja, se pueden marcar dis-
tancias con ellos.
Esta cornple ja dinárnica entre la nlleva pareia y la fami-
lia se rnanifiesta sobre todo en las reacciones emocionales.
¿Cómo se aceptará a la nueva pareja en la farnllia? ¿A quién
de la farnlliale agraday quién no? ¿Quéha cambiado en las
^ rniembros de la farnllia debido a
relaciones con los distintos
1,44 & tu relación amorosa corno proceso

la pareja? ¿Cuáles son los nuevos caminos qLle pueden em-


prenderse en la comunidad con La pareia?

La.elección de pareja durante urza etapa a.uartzada


de Ia. uida

Hoy en día, la elección de pareja se efectúa con frecuencia


en Lrna etapa más avaírzada de la vida, cuando La sepata-
ción de los padres tiene menos importancia que la separación
de parejas anteriores. Así, es importante la cuestión del temor
a que puedan repetirse viejas heridas y ofensas, y cómo estos
miedos influyen en los motivos pafa elegir, de nuevo, pare-
ia. ¿Qué se cree que se ha aprendido de los errores cometi-
dos con parejas anteriores? ¿Qué se debe evitar a cualquier
precio? ¿Qué expectativas han surgido corno consecllencia
del fracaso de relaciones anteriores? El hecho de que haya
hifos de relaciones anteriores suele influir de forma impor-
tante en la elección de pareja. ¿Aceptarán los hijos a la nue-
va pafeja? Con la nueva parej4 ¿perderán los hiios la estrecha
relación con la persona que los atiende, por regla genetal,
la madre?, ¿tendrán los hijos la impresión de distanciarse por
completo del padre que vive aparte? Estos temas suelen oca-
sionar conflictos intensos. Los hijos pueden luchar con todas
SuS fuerzas en Contra de que su madre inicie una nueva rela-
ción. Pueden negarse a mantener todo contacto con el padre,
porque ahrora convive con su amante.

EI curso de Ia elección de pareia

Si realmente se está dispuesto a iniciar una relación, duran-


te el primer encuentro con una posible pareia se puede co-
nocer toda la información relevante sobre ella. Se puede cclncl-
cef a un persona mediante preguntas directas, pero también
a través de rnanifestaciones más sutiles: el estatus social del
otro, su origen, SuS vínculos, huellas de pateias anteriores, la
relación ccln la familia de origen, si ya hay hijos, los planes
pafa el futuro y las perspectivas laborales. Es particularmen-
La autorrealización en el proce I45
"o &

te importante la apreciación intuitiva del sentimiento de auto-


estima del otro. ¿Siento qr-le estoy a la alrura o que él me exi-
ge demasiado o muy poco? ¿Tiene lo que yo ofrezco más o
rnenos el mismo valor que lo que él me ofrece? En este sen-
tido, las ofertas pueden referirse a diferentes aspectos de la
convivencia, el estatus social, el patrimonio, el éxito laboral,
una posición seÉIura. Pero lo más importante es el carácte¡ la
apariencia y el atractivo de una persona, cómo se comporta
durante el primer encuentro, cómo conversa, slr actitud ante
la vida, sr-r escala de valores y los objetivos vitales que con-
fiesa tener. A uno no le interesan tanto los aspectos positivos
y atractivos del otro, como los negativos y las inseguridades
latentes. Con frecuencia, estos últimos establecen una rela-
ción más intensa , y crean la esperan za de poder ayudar al
otro a superar sus debilidades y temores. Factores como el
atractivo, la seguridad en sí mismo o la superioridad son
un buen motivo para flirtear, conversar o mantener una rela-
ción sexual; pero una relación vinculante suele surgir casi
siempre de una dinárnica rnás simétrica, qtle nos hace sentir
que el otro nos necesita y que podemos ocupar un lugar
importante en su vida.

La estimulación del crecimiento personal


rnediante Ia elección de pareja

La elección de pareja puede suponer -aunque no necesa-


riarnente- un cambio en el curso de la vida. puede ofrecer
un nuevo punto de partida, gue más tarde puede resultar
una trarnpa o un espejisrno. IJna relación de pareja que sur-
ja de la necesidad de lleva r a cabo el crecimiento personal
no tiene que estar abocada al fracaso desde un principio.
Los rniembros de la pareja se exigen mutuamente desarro-
llos importantes, que, de hecho, se cumplen. sin ernbargo,
será determinante que se teng a la expecta tiva de llev ar a
cabo un crecimiento personal pendiente con el apoyo cle la
pareja o que se espere que la pareja asuma pcr uno este
desarrollo, cornpen.se los déficits personales y nos depare
la felicidad que nos ha faltado hasta el momento. Algunos
146 S, t" relación amorosa como proceso

confían en la pareja la solución de las propias dificultades


pzrfz- castig rla si no lo consigue. En terapia de pareia, la
exploración de la. elección d'e pareia tiene pafa nosotros una
importancia fundamental para la comprensión del conflicto
actual. Las preguntas que solernos hacer son las siguien-
tes:
a) ¿Qué posibilidades de crecimiento personal me facllita-
ron mi pareia y la relación con ella?
b) ¿Qué posibilidades de crecimiento personal |e hemos faci-
litado yo, y la relación conmigo, a mi pateia?
c) ¿Qué desarrollos personales se evitaron o pasaron a un
segundo plano con este miembro de la pateia y La pare-
ia?
d) ¿eué desarrollos personales erróneos se pudieron evitar
con su pareia?
e) ¿Qué déficits pgrsonales se pudieron compensar con su
pareia?
f) ¿CO*o ha incidido |a elección de pareia d:g.tante sus rela-
ciones y, sobre todo, como ha reaccionado su familia
de origen?

Temores y estra.tegias d'efertsiuas


en la elección de Pa,reja

Cuando se inicia una relación, l:ruy un gran temor a haberse


equivocado al elegir pareia y que, por tanto' se hraya perdido
a la pareja adecwada.
Las desilusiones amorosas que acaban con reproch€S, Y
de las que se sale con un importante sentimiento de insegu-
ridad, dL¡an el temor a que se pueda repetir otro gran' fraca-
so. En lugar de darse Lrn tiempo pa;fe- la reflexión, durante el
cual nacerá un nuevo deseo vehemente de arnar' Se inicia
apresuradamente una relación nueva únicamente pafa no estar
El vacío qlre deia la pareia de la que uno se acaba de
"ólo.
separar se llená enseguida con una relación nueva. Con fre-
cuencia, esto es posible só|o si se reducen las expectativas
con respecto a la nlleva pareia; hecho 9ue , automáticamen-
te. conduce al desencanto. Por eso, tlna pregunta importan-
La autorr ealízación en el proce to & I47

te en terapia de pareja es: ¿qué heridas ha dejado la relación


anterior? ¿qué desarrollo equivocado ha de evitarse con la
nueva elección de pareja?
,:t..
El crecimiento personal se fav orecerá eficazrnente si los
:!:
:1.
miembros de la pareja son, más o menos, igual de fuertes.
,r"!,
como en el ajedrez, si uno es claramente superior al otro sen-
i,1,1

;i tirá que se le exige muy poco. Por su parte, si uno pierde


ii.
',i:.:
g'r: siempre, perderá tarnbién la ilusión por el juego y dejará de
practicarlo.
En terapi? de pareja, se demuestra que un compromiso
a medias en la elección de pareja tendrá efectos negativos
antes o después se puede elegir una pareia para o..rlt"r y
protegersé de las propias debilidades y defecros. Los hom-
bres se senti rán rnás de sus capacidades al lado de
".g,rro"
una mujer temerosa y recatada. Las mujeres compensan sus
temores de ser abandpnadas emp arejándose con un hom-
bre que dependa de sus cuidados. Estos apaños, a menudo
inconscientes, para compensar los temores propios de una
relación se tratarán con más detalle en la elección colusiva de
pareia (véase capítulo 9).

Er nNeMoRAMTENTo

La complementariedad en determinad as variables sociode-


rnográficas (edad, estrato social, idiorna, an'rtecedentes cultu-
rales y religiosos) o en aspectos de la personalidad (tempe-
ramento, ser más o menos introvertido o extravertido) puede
ser un escenario adecuado para que una relación sea estable.
sin embargo, esto no basta.pala enamorarse. para ello, se ne-
cesitarán ciertas condiciones dinárriiCaS. Hará falta que exista
la nécé"i¿á¿ de cumplir los deseos vehementes
dós dé arnar. Se necesit ará el sentimiento de la -as profun-
evidencia
déi drama único e irrepetible qlre es el amor. Enamorarse no
és el acoplamiento estático de üna lave y su cerradura, no es
el complemento de cualidades, sino que es un ajuste alta-
Iqeqle- dinámico: dos personas que buscan y que creen poder
hallar juntos su camino; dos personas que no se bastan a sí
rnismas; dos personas imperfectas en sr-r crecimiento perso-
r4B & tu relación amorosa como proceso

nal que se abren recíprocamente perspectivas vitales larga-


mente anheladas. El enamoramiento puede producirse repen-
tinamente, como una evidencia: "¡Ahí está él! ¡Ésta es la per-
sona que he esperado siempre! ¡Ésta es la persona qtre lrrará
posible que viva 1o que siempre he deseadot ¡Ésta persona 1o
hará posible porque cree en mí, me apoya, rrre infunde valor;
sí, porque esta persona me necesita en su crecimiento per-
sonal!". El desarrollo social puede sufrir un empujón si una
persona posibilita a otÍa el ascenso a un ambiente social supe-
rio¡ le ofrece una vida de rique zas o puede crear con ella Lrna
farnllia. Sin embargo, generalmente se tfata de desarrollos
mucho más personales, que no se t:rabían podido realizar has-
ta ese momento y que ahora se hacen posibles con Ia pate-
ja s por medio de ella. Puede ser que, con el apoyo de la
! pareja uno se crea capaz, y motivado, para emprénder pro-
yectos hasta entonces ncl considerados. Por ejernplo, una
'i caffeÍa profesional, un compromiso político o ideológico rnás
fuerte, cl aprender a manifestar los sentimientos. Sin embar-
go, v menudo se trata más bien del desarrollo de posibili-
dades personales íntimas cclmo el valoE ser capaz de mostrar
las debilidades y los sentimientos que nos avetgwenzan o
enfrentarse a los miedos en materia sexual.
Pero la contraparte del sentimiento dinarnizador que es
la evidencia de enamorarse es igualmente atractiva: "Soy la
persona que lo hrará posible para el otro. Sé cómo h.ay que
apoyarle, cómo }:ruy que conducirle y guiarle, cómo se pue-
de hacer algo de é1. Sé córno infundirle valor y fwerza para
que crea en é1. Sé cómo hay que entenderle". Es la fe que
se tiene de pose er Ia llave de un corazór¡ de ser la única per-
sona que ha encontrado el acceso a sus secretos.
-" Los miembros de la pareia se idealízanr Pero no se tra-
ta en absoluto sólo de proyecciones de desebs e imágenes
propios. En el capítulo 1 , ya krice referencia a nuestro estu-
dio sobre el enarnoramiento (\7illi, f997; Riehl-Emde y \7illi,
1997), que demostró que en las parejas estables el enamo-
rarniento qt-re nace cclmo Llna evidencia, a primera vista o
durante el primer día, es tan frecuente como el enamora-
miento que surge dos meses después de haberse conocido.
Aún más asombroso es el hecho de que las parejas surgi-
La autorrealización en el proce
"o &) 749

das de un enamoramiento rápido no se consideraban rnenos


felice.s o satisfechas qr-re aquellas surgidas de un enamora-
miento paulatino. Es evidente que el coup defoudre Íro deja
ciegos a los afectados, sino qLle los torna muchos rnás lúcidos.
Por supuesto, cuando la convivencia se prolonga se tiene que
.confirrnar la primera impresión, que, asombrosamente, suele
résultar más acertada y va más allá de las apariencias.
El enamorarniento puede dar lugar a d.esarrollos per-
sonales importantes. Los enamorados tienden no sólo a idea-
lizarse mutuamente, sino eue , de hecho, se transforman de
forma recíproca por la influencia de la relación. comprobar
cambios personales concretos en la pareia estimula la rela-
ción y la reafirma. En terapia de pare ja, no deja de impre-
sionarme cómo los miembros de la pareja reconocen casi siem-
pre que, a pesar de estar pasando por Lrna crisis gravísima, la
relación les ha facilitado desarrollos personales imporran-
tes, al menos, durante=la etapa inicial.
Nuestra investigación sobre el enamoramiento dernostró
que la intensidad del enamoramiento se correlaciona positiva-
mente con la satisfacción posterior en la pareja Esto se da por
sobreentendido. Es cierto que puede ser una ventaia la cons-
trucción realista y pragrnática cle la pareja, sin grandes ilusio-
nes y, por tanto, sin grandes desilusiones. Pero lo contrario
parece ser lo rnás adecuado. Existe el riesgo de idealizar y en-
grandecer las circunstancias durante el enarnoramiento. Pero
parece que a una relación le falta la sal, la fuerza y la profun-
didad emocional, si uno no ha sufrido la conmoción del ena-
rnorarniento. Durante el enarnoramiento aún no se conoce a
la persorra, aúrt no se conoce a Cristina o Antonio. Falta la expe-
riencia de pertenecer única y exclusivamente a la pareja.
Entre los prejuicios respect o al enamoramiento , está la
valoración negativa por parte de los especialistas de la sim-
biosis y la tendencia a la fusión de los enarnorados. Los ena-
rnorados desean estar juntos cada rninuto, desean cornpar-
tirlo todo juntos. No debe haber entre ellos nada que los
separe. Desean verlo todo de la misrna írrartera, desean tener
la misma opinión en todo, experimentar el mundo de la rnis-
ma forma. AspiraÍt a la arrnonía de sus corazorres, a wtta
correspondencia plena. Algunos psicoterapeutas ven en ello
150 S t" relación amorosa como proceso

el riesgo de que sus clientes se pierdar^ y caigan en una re-


gresióá a la á¡udu madre-hiio, en la que se rechaza todo lo
á.r. separa. Desde el punto de vista individual, no puede
extraerse nada positivo de La simbiosis de los enamorados-
Sólo puede verse como déficit, como pérdida de la autono-
rnía. En .r-bio, desde el punto de vista del proc_g-"_g-' _d: uq3-
relación arnofosa,la fusión o la simbiosis son procesqs su-rnz-
mente llenos de sentido, ya que aportan a Ia relación una
base común firme sobre la que podrán construir ug 4npndo
común (véanse más detalles en'Willí, 799I)'
Vivi-
¿Queda sitio en nuestra sociedad pa;fa el enamoramiento?
mos en una sociedad pragmática en el ámbito de la convi-
vencia y la sexualidad, que valota como tiempo perdido el
dedicado a cumplir los sueños e ilusiones. como demostró
nuestra investig".lOtl (\filli, 7997), todos los encuestados, Pof
experiencia propia, saben lo que es enamorarse. El enamo-
ramiento se -"Áifi"sta en solteros, casados y divorciados de
todas las edades. Incluso en residencias y |,rogates de la ter-
cefa edad, algunos encuentran al gtan amor de su vida. El
enamoramienio nos puede afectar como una enfermedad, ata-
Carnos corno una pantera, manifestarse en los momentos más
inconvenientes y ]¡acia las personas menos adecuadas (Grue-
nebaum , \997). Not*almente, los afectados quedan des-
orientados y su entorno relacional, aterra.do'

El crecimiento personal durante el e7?'a'TnorAmiento

Aun cuando el enamoramiento sea algo incomprensible para


los afectados, y el entorno relaciona| teaccione Con recha-
zo, casi siempre se entiende Su manifestación desde la pers-
pectiva del désarrollo. Las personas elegidas sólo son inade-
trradas en a,pa¡iencia. Estas personas abren al enarnorado la
posibilid.ad
-la.da.,
áe realizar una. perspectiua. uita'l la.rga'mente anbe-
pero rQrímida. confrecuertcia. \a inacionalidad del ena-
moramienro surge primero de la t..t"ió.t de répii'riür déJáiio-
llos personales p"nái.rtt s. Lo reprirnido salta inesperadamente
con la violencia de un torrente, abtiéndose camino.
La autorr ealización en el proce
"o &
L57

Enamorarse es Lrno de los estímulos más intenso s para


'desarrollos
los personales en la vida del adulto. A menudo,
'já.u a los afectados de un estado prolongado de desánimo y
tesignación, dándoles alas parz- descubrir nuevos horizon-
tes junto con la pareja. Se sienten con renovadas energías,
y ello se nota ensegu ida: parecen haber renacido, ser más
vitales, radiantes y felices. En nuestra encuesta sobre el ena-
firorafiriento, destacaban sobre todo las repercusiones fisio-
lógicas: los enamorados se sienten más activos, tienen rnenos
apetito, pierden peso, necesitan dormir menos y su tempe-
ta:t:ura corporal desciende.
Gracias al enarrtoramiento, se suelen llevar a cabo de-
-'ii . I
*sarrollos que estaban pendientes. Los enamorados jóvenes se
atreven a distanciarse de los padres, y a independizarse, con
el apoyo de la pareia. Los enarrrorados se bastan a ellos mis-
mos y, habitualmente, desdeñan las convenciones sociales. A
menudo, su entorno se siente atacado por esta falta de con-
sideración de los enamorados, que es entendida por éstos
corno una forma de valentía especial. Las personas casadas
pueden hallar en el enamoramiento de una tercera persona
un rnedio para distanciarse de la pareja. La fusión del ena-
rrloramiento suele conducir a una metamorfesis, á una trans-
f_órmación del sistema de constructos personales, es decir, del
sistema que se ha formado internamente como tesoro de ex-
p_eiiéncias y que son los parárnetros que guían la percepción,
!a pl4nificación y la actuación. La fusión de los sisternas de
constructos de los rniembros de la pareja puede conllevar a
.qla distensión de ciertas estructuras rígidás de la personali-
_4"4.- -Se podrán .formar nuevas ideas sobre valores y objetivos
y podrán surgir nueyos planes de vida (véase 'Willi, 1991).
Los seres humanos pueden enamorarse a cualquier edad,
corrro lo demuestra el ejemplo siguiente:

Eiemplo 3:
Alberto, un hombre moduro de cincuento oños, pidió cito poro uno
entrevÍsto porque yo no podío entenderse ni o sí mismo ni lo que le
estobo ocurriendo. Se hobío enc¡morodo exogerqdomente de uno
muier Troboiobo como directivo en uno gron multinocionol en lo que
ocupobo un corgo de mucho responsob¡lidod. Desde hocío oños, se
752 S. tu relación amorosa como proceso

hobío entregodo por completo o su troboio, pero duronte los Últ¡mos


tiempos hobío seniido codo vez mós los síntomos del síndrome de burn-
ouf. Hobío oumentodo mós de cincuento kilos de peso y sufrío hiper-
tensión. Así que se dec¡dió someterse o uno dieto de odelgozomien-
ro y empezc.r un entrenomienio de f¡tness en un bolneorio. Alli odelgozó
veinticinco kilos. Pero lo mós importonte poro él fue que en ese lugor
conoció o Ruth y se enomoró de ello.
Alberio esto cosodo y tiene dos hi¡os, que estón ohoro en lo puber-
tod. Ruth estó cosodo tombién, pero no tiene hi¡os. Ello iiene ocho oños
mós que Alberto. Junto con su morido, socó odelonte con gron éxito
un negocio. Desde los primeros oños de motrimonio, gonoron mucho
din"to y se pudieron permitir todos tipo de luios. Ademós, procticobon
of¡ciones fuero de lo común. Desde hoce un oño, Ruth percibe tonto
en ello como en su morido uno sensoción difuso de insotisfocción y fol-
to de plenitud. Sin emborgo, ombos hon evitodo los discusiones y
los conflictos. Lo creciente lobil¡dod emocionol de Ruth se ochocó ol
climoterio. Todos los oños hobío ido con uno omigo ol hotel bolneo-
rio donde se encontró con Alberto. Ello tombién se enomoró intenso-
mente de é1.
El encueniro de Alberto y Ruth fue el encuentro de dos seres que
se hollobon en uno crisis y, por ello, en bÚsquedo poro dor un nuevo
rumbo o su vido. Alberto no dudó sobre cómo debío interpretor su
decodencio físico y psíquico: no puedo ni quiero seguir viviendo osí-
Necesitobo comenzer de nuevo y estobo dispuesto o obondonor
por ello profesión y fomilio si se demostrobo que ero necesorio Poro
inicior uno nuevo vido. En esto dific¡l situoción, se encontró con Ruth,
cuyo vido reclomobo tombién un nuevo comienzo. Hobío tenido éxi-
to en los empresos iniciodos con su morido, pero tombién sentío el
vocío de uno vido enfocqdo por completo hocio el éxito moteriol. Bus-
có lo sotisfocción en un compromiso sociol. uRuth tiene corozón Poro
otros personos>>, ffie di¡o Alberto. Ello tenío lo impresión de estor yen-
do por cominos yo ondodos con su morido, de monero que openos
hobío posibilidod de combio. Tomb¡én estobo dispuesto o obondonc¡r
morido y negocios si se le ofrecío uno perspectivo mós sotistoctorio, y
ése ero el coso con Alberto. Los dos, Alberto y Ruth, teníon esto impre-
sión: .Esto es lo persono con lo que puedo reolizor todo lo que he
onhelodo desde hoce oños'. Destoco que no se hobíon enomorqdo
de personos que yo hobíon llegodo ol finol del comino, sino que se
siniieron otroídos por personos que estobon en un proceso de bÚs-
La alrtorrealización en el procero óP 753

quedo y que se entendíon y necesitobon de monero especiol en dicho


búsquedo. Ambos se sentíon inquietos por lo intensidod del enomo-
romiento, e intentoron tros deior el bolneorio morcor cierto distoncio
enire los dos. Vorios veces rompieron lo reloción. Pero lo otrocción recí-
proco ero demosÍodo fuerte. Se sentíon llenos de nuevos energíos. Cre
íon no poder vivir mós el uno sin el otro v estobon convencidos de que
su destÍno ero esior iuntos. Primero montuvÍeron lo reloción en secreto.
Cuondo el morido de Ruth se enteró, iombién me pidió uno cito poro
uno entrevisto. Poro é1, lo disolución de uno reloción que hobío duro-
do treinto oños ero un golpe tremendo. Lo soportó sin emociones visi-
bles, esforzóndose cloromente por montener uno octitud cobolleroso
hocio Ruth. Estobo decidido o disolver lo reloción ton rópidomente
como fuese posible, sin discusÍones ni reproches, poro liberor o Ruth,
pero tombién pCIro liberorse él con vistos o uno nuevo reloción. No
consideró que necesitoro oyudo teropéutico. No expresobo sus senti-
mientos, su troumo. su luto. Se montuvo rocionol y controlodo. En oquel
momento, no estobo en condiciones de reconocer que esto octitud ton
voleroso y folto de emoc¡ón hobío sido lo esencio del problemo de lo
reloción con Ruth. Y sin emborgo, porecío que sentío de olguno mone-
ro que lo seporoción le exigío o él tombién un poso en su crecimien-
to. En cuolquier coso, reconoció hober comprodo libros sobre lo psi-
cologío de los sentimientos. En cuonto o Alberto, lo úníco entrevisto
que tuvimos le hobío oyudodo o que comprendiero me[or por qué se
hobío enomorodo. No tuvo necesidod de mós entrevistos.

EI temor al emamorctmiento. Estrategias defertsiuas.

La fuerza clel enamoramiento puede seguir teniendo Lrn efec-


to demoleclor hoy en día. Puede surgir el temor a quedar
a merced de Ia pareja o a entregarse a ella y a la relación. A
vez, pueden aparecer deseos regresivos más profundos
sr'l
de dependencia, entreÉIa personal, fusión y subordinación, de
forma que resulte affrerrazacla Ia integridad de una persona.
Es posible que se despierte un ternot a que se venga abajo
todo el entrarnado vital que se ha construido hasta ese rno-
mento y que Ia relación se rornpa deflnitivamente. El ena-
moramiento puede apoderarse por cornpleto de nosotros,
hasta el punto de tener miedo a que se abra un abismo bajo
:r54 S tt relación amorosa como proceso

nuestros pies. Entonces, lo que suele inquietar es que no


comprendemos lo que nos pasa.
Quizás se evite el enamoramiento. Se rechaza, se des-
valoriza, se rehuye o hasta se odia a la persona de la que
pudiéramos enamorarnos, sobre todo, si ese posible ena-
rnoraflriento puede ponernos en un compromiso.
No es extraño que se desplieguen maniobras defensivas
para ma.rtterter el eTtaTnoramiento dentro de unos límites. Entre
ellas, destaca una en particular: enamorarse de una persona
que no corresponde a ese arnor. Otras son, por ejemplo, la
adoración fanática de estrellas del espectáculo o de recono-
cidos profesionales. A diferencia de la relación de simpatía,
el enamoramiento no tiene que basarse en absoluto en la reci-
procidad. Incluso es posible enamorarse de alguien que nos
va a rec};razar. Un fenómeno frecuente de enarnoramiento Con
consecuencias limitadag es la relación de un casado y su aman-
te. El amor pasaiero permite enamorarse intensamente sin que
medie la pretensión de establecer un vínculo. Si bien la arnanl-
te Se siente deseada, tiene que aceptar humillaciones y Ser
ignorada por el casado en situaciones importantes. No obs-
tante, el mantenimiento del vínculo matrimonial es un eSCu-
do contra posibles vínculos que slrpongan un mayor com-
promiso. Mucho menos peligroso es enamorarse de personas
con las que sólo se puede convivir durante un período limi-
tado, por ejemplo, arrrores de verano o ligues durante acon-
tecimientos sociales. La irnposibilidad de proseguir la relación
hace que desaparezcaÍr muchas inhibiciones y reservas. En
un período breve, se produce una aproxirnación intensa, aun-
que sin consecuencias ameÍrazarrtes.
Por otra parrte, un ternor frecuente del enamorado es que
el enamoramiento pueda acabarse. Habitualmente, Se intenta
alimentar el enamoramiento idealizando la relacíón. Para ello,
se niega y se evita lo que pueda distanciar a los miembros
de la pareja y lo que pu eda crezrÍ conflictos. Deseamos reafir-
marnos a nosotros mismos, y a nuestro círculo social, que
hemos encontrado a la pareja de nuestros sueños. Deseamos
ser considerados cclmo Ltna pareia de ensueño y celebrar luÍra;
boda de ensueño. Deseamos demostrarnos a nosotros mismos
y al entorno que ésta es, incuestionablemente ,la relación ide-
La autorrealización en el proce
"o & LÍ¡5

al. con ello, se suele pasar por alto el momento adecuado para
permitir qr-le se prodluzcar. conflictos pendientes e inevitables.

Le oesrLUSIóN AMoRosA
Y LA SOLEDAD EN EL AMOR
A la larga, la felicidad y la armonía del enamoramiento se
convierten en algo agotador. Ia atracción recíproca intensa con-
duce ala saútración. La idealización por parre de la pareja obli-
ga a mantener conductas que sólo se pueden sostener con grarr
esfuerzo. [Jno quisiera relajarse un poco, quisiera leer {t^n-
quilarnente el periódico y ver a otras personas. Cuando esto
,gcurre, la parela, casi siernpre- la r¡rujer, cae presa del pánico.
¿Cornienza ya la rutina diaria? ¿Ha desaparecido Ia felicidad amo-
rosa? Ella desea que el hpmbre le diga que ra arna. Él se siente
acosado y reacciona con repulsa, hiriéndola. Antes o después,
llega la etapa de la desilusión. Pero esta desilusión respecro a
la pareja no es una desilusión consciente. Nos sentimos des-
' ilusionados de las esperarrzas y expectativas que habíamos depo-
sitado én los desarróilos que poribititaría el amor. La desilusión
es más intensa en aquellos que creyeron qr¡e la pareja les ayu-
daría a alcanzar .,'r'ra nueva vida y a l'.acer de elios rlna perso- ,

¡1a nueva. Si hlgl l7 p,are¡a mostró indicios de esrar dispües ta a :

.dejarse ayudar én su ciécimiento mediante el arnor, bespués


sintió que se le exigía demasiado y come nzó a ceder en sus
esfuerzos y a recktazar las expectativas. Con frecuencia, los reprG
_9hés que las mujeres hacen a los hombres son más inteÁsos ,

qtré -los de ellos. Hoy err día, casi siempre las mujeres están más i'
motivadas para artirnar a los hombres en su crecimiento que
a la inversa. Muchas mujeres buscan en la promoción de la pare-
ja el sentido de su vida- El fracaso de sus Lsfu erzos puede con-
ducir a que se desmoronen sus perspectivas vitales.
La etapa de la desilusión se conv ertirá en una piedra de 1.
toque para el amor. Aun cuando la desilusión sea dolorosa, ',
, _e_s irnportante para el crecimiento personal en el amor. La des-
ilusión no es la prueba de que el enamoramiento sea un ádpé- i_
jisriió, és una consecuencia inevitabl- y llena de sentido. rl \
:
enamoramiento conduc e a la sirnbiosis e ide alización de la
L56 {&, t" relación amorosa como proceso

relación. A la larga, la feliciclacl y la armonía pueden obs-


tacwlizar el desarrollo de una relación amorosa porque se
corre el peligro de ignorar todo lo que separa y todo con-
flicto. Los miernbros de la pareia viven en una especie de
paraíso y bloquean las tendencias agresivas y, sobre todo, las
peleas. La idealización de la relación puede durar decenios
y, con frecuencia, el entorno, que desea ver en ellos a la pate-
ja ideal, la refueÍza. La desilusión destruye la idealización y
la simbiosis, adernás de sepafaf a los miembros de la pateia.
Resulta tan difícil decepcionar al otrcl colno sentirse
uno mismo decepcionado por el otro. Durante mucho tiem-
po Lrno se siente atormentado por no querer Ser Cclmo podría
ser si simplemente se adaptase a lo que espera el otro. La
negativa de Ia pareja ncls deja más solos en el arnor que antes
de estar ccln eil.. Por regla general, se desarrolla un círc-9!9.-,
vicioso: a trr^yor vehemeñcia en los reproches a la páréiá, Áiás-
, se encerrará ésta en sí misma. Norqt:al{1re-nt9,.tqy -qU-e-f-e,-99,{{-e-f-.
' r.r largo camino para alc:epfaÍ que la pareja es com-o es. Espe-
cialrnente, las mujeres creen a menudo que saben lo que .e*s_
bueno para el hornbre, incluso meior qlre él mismo. Esto
lé5 dificulta ace ptar las ganas. de huir del hombrd
Por supuesto, puede ocurrir que los puntos de contacto
de los miembros de la pareja sean pocos para mantener una
perspectiva de vida común, y la pareia se separa. Pero, fre-
Cuentemente, el enarnoramiento madura gracias ala etapa de
la desil-usión. Se trata, entonces, de reconocer que el otro
y se desarrolla, a Su manera. Esto sólo puede conseguirse ^rnd,- has-
ta cierto punto. Sobre las quejas y las frustraciones que se
sufren en el amor, la relación puede desarrollarse mejor de lo
que el entorno cree a primera vista.

La. desilusión puede estimular el crecimiento personal

A rnenudo, sólo se ve lo negativo y lo doloroso de la etapa de


la desilusión, y no el estímulo que supone para el desarrollo
de una relación arnorosa madura. Mucho de lo que nos había
dado alas en el enamoramiento demttestra ser ah>ra un eS-
pejisrno. Este hecho nos lleva a sentirnos extraños en la pare-
La autorrealización en el proce to ffi I57

ja, a sentirnos lejos. Jarnás se llegará a entender al otro por


completo ni tampoco llegaremos a ser completamente com-
.i prendidos por é1. El aspecto positivo de todo ello es que des-
;i::
¡il p!és de la etapa de fusién vendrá wna etapa cle autonomía.
Los rniémbros de la pareja volve rán a sentirse fuertes y no se
i:;:

,l verán corrlo la única fuente de felicidacl y posibiliclades de


.l:!l
desarrollo. La simbiosis que continúa existiendo de forma sub-
yacente crea, junto con la sensación de estar más distancia-
dos, una relación de tensión que incita a los miembros de la
itl pareja a dialogar continuamente. Así, se obligar, a aclarar
:rl
:i.
sus propias ideas )/ a analizar y ampliar consaátemente sus
-
ideas y valores sobre la vida. se amplia el propio sistema cle
constructos gracias al punté de vista que aporta la parej . De
esta forma, se acepta Ia diversidad y se experimenta la vida
de otra rnanera . La pareja no es como uno había esperado.
Este proceso de m4duración conduce, si las cosas van
bien, a la capacidad de aceptar al otro tal como es, con sus
pros y sus contras, con sus particularidades y errores, con
su manera de afirar y de expresar su amor. por tanto, no k uy
que perder nunca completamente la esperanza en la pareiá;
no hay que dejar de arnarle aun cuancro no cumpla las Lrpé.-
tativas. se trata de mantener un? distancia críti,ca respecto a
él y acogerle con humor y comprensión serena. se trata de
no hacer que el crecimiento propio depend a en exceso clel
crecimiento de la pareia, y de respons abilizarnos de nuestra
.-'
vida. se trata -en especial, los hombres- de creer capaz al
otio de desilusionarse, de no poder cumplir sus expectati-
vas y no llegar a ser lo que considera que es mejoÍ para uno.
La actitud de aceptar al otro tal como es parece contradecir
lo que se decía en el capítulo 1o sobre lá psicología de los
reproches. Allí se sostiene la tesis de que criticar y prc,.r6,.",
a la pareja es importante e imprescinctible porque uno resul-
ta afectado directamente por el desenvolvimiénto clel 6,tr6,.
Aunque huy que tener cuidado con los reproches, y es que
la psicología del amor es cornplicacla, porque si una cosa es
cierta, no tiene que ser errónea la otra. lts-.áy que consiclerar
hasta qué punto es acertado tanto lo uno como lo orro.
Madurar. en la relación, gracias la etapa de la desilusión,
supone que los miembros de la pareia entran en una dinárni-
1.58 S t" relación amorosa como proceso

ca de conflictos constantes. En ese período' son importantes


la comprensión y el apo ro; pero, también, la ctítíca recípro-
ca y la confrontación. En el meior de los casos, los miembros
de la pareia aprenden a discutir animadamente entre sí-

Ternores y estra'tegias defensiuas


durante la eta'Pa de la desilusión
La desilusión amofosa v^ unida al dolor, la ira, fa penl-L-91
-sufrimiento. Por eso, como es natural, deseamos evTtarla. Hoy
en día, sé observa en muchas pareias la incapacídady la fal-
ta de volunta d para el conflicto. Si la arrno¡-ía no está gaf2.¡-
tizada, se tiende a una separación sin peleas. No se quiere
sufrir por culpa del amor. Por des gracia, esto se considera un
tiempo perdido. AupQue los miembros de la pareia pueden
optai pór vivir segúñ el lema: "Vive y deia vivir", lo que pue-
dé coÁ¿ucir a eludir todas las dificultades del camino- La con-
secuen cia será el empobrecimiento y el deterioro de la rela-
ción, ya que, pafa eví,tat discusiones, cada vez };rabrá que deiar
fuera-de ia páreia más ámbitos de la vida. Así, el amor mue-
de inanición en una ia:ula dorada-
u re La desilusión amorosa puede ir acompañada de graves
reproches recíprocos. Algunos opinan que su pareja, si qui-
siéra, podría cumplir las expectativas puestas en ella' Y si no
quiere cumplirlas, se apuntará en el debe de la relación. So-
bre todo a lbs hombres les cuesta reconocer qlre, en el fondo,
no desean sef como las mujeres esp eta:n' que sean' Tienden
a escapar de los conflictos y protegerse de los ataques de ellas.
En terápia, para ellos puede tener un efecto liberador que el
terapeuta los anime a defender su derecho a tener una opi-
nión divergente. A las mujeres suele resultarles más fácú enfren-
tarse a urra opinión divergente, pero definida, 9ue a la ten-
dencia . ."..par del hombre consciente de su culpa.
Por otro lado, es posible prever la desilusión amorosa
pafa no exponerse al riesgo de ser abandonado por Ia pare-
ia. En ese caso, la tendencia consiste en devaluar el enamo-
' rarniento y no comprometerse para conseguir que el dolor de
' la desilusión sea el mínimo posible. "si de la relación no sal-
La autorrealización en el proce
"o & I5g

drá lo que espero, mejor la rompo a tiempo." Durante la eta_


pa de la desilusión, también surgen dudas sobre si se ha ele-
gido a la pareja correcta y si no se corre el riesgo de verse
enredado en una desgracia crónica. Se ven los límites del cre-
cimiento personal que se quiere emprender juntos y se plan_
tea la cuesrión de si se conseguirán los obi-ii..o, deseados.

Los rÍ¡últes oE UNA RnracróN AMoRosA


SE PUEDEN COMPENSAR CON OTRAS RELACIONES

-los lírnites. {e una relación amoros a señalan la necesidad de


no espe{ar que la pareja satisfaga todas nuestras neces ida_
*'dqs*, r,a relación con la pareja clébe ser la relación a,'orosa
central, pero muchas de las posibilidades de desenvolvimiento
personal que posibilit4n las relaciones no son satisfechas
suficientemente por la pareja. por tanto, se requiere una
compensación mediante otras relaciones importantes del
nicho personal*. Entre estas diversificaciones del nicho de
relaciones personales (\X/illi, 7996), se encuentran las rela_
ciones con los padres, con los hijos, los amigos, los compa-
ñeros de trabajo o los animales clomésticos. A menudo. las
mujeres se agotan de la conducta racional de sus maridos.
Pero, si pueden vivir sus emociones en otras relaciones, sopor_
tarán su frialdad porque , a catrrbio, les ofrecen la ventaja
de la seguridad y la visión racional de la vida.
Una desilusión amorosa nos hace ver las limitaciones de
la pareja, pero no nos obliga a que nos resignemos a ..Íra vida
miserable, sino que nos debe condu cir a plurrt.rrnos la posi-
bilidad de buscar compensaciones y realiÁr nuestro potencial
personal en relaciones complementarias. Las necesidades afec-
tivas pueden satisfacerse con animales, como gatos o perros.
También los amigos o hermanos pueden funciones
irnportantes- sernejantes compensaciones se"".i-i.
buscan general-
El término 'nichoo (Nische) se refiere al entorno del individuo en
ranro que es cread.o y
:l.tgid: por éste, que lleva su impronta y es fruto d.e sus inreracciones con el ambienre.
El nicho personal abarca el hogar que u-n9 se crea, la pareja que
elige, los hijos, el entorno
laboral' etcétera. Determina y refleja el desenvolrrimi.rrto i. l"
pé.ronaliáad del indivi-
duo y el curso de su vida- Véase también las explicaciones en la'p. 166.
N. de ta E-
160 {& tu relación amorosa como proceso

mente de manera intuítíva. Conducen a los amantes fuera del


espléndido aislamiento de los enamorados y les abre un entor-
no de relaciones personales rnás variado. Con ello, se relativi-
za la relación amclrclsa y se integra en la red relacional. Con
ello, los enamorados se van integrando cada vez rnás en dicha
red y reconocen el valor de las relaciones Con otras personas.
Entre las compensaciones, también Se Cuentan los espa-
cios de libertad que se crean paralelo s a la relación arnorosa
y que ofrecen otras posibilidades de desenvolvimiento per-
sonal. Son, por ejemplo, las habitaciones separadas, los espa-
cios de trabajo separados o relaciones que nos otrecen otras
posibilidades de desenvolvimiento, y que, en ocasiones, se
desean alejar del control de la pareia. Estos espacios libres
compensatorios se suelen bus caf ta'Ín.bién en las relacio-
nes sexuales extramatrimoniales.
La impo rtancia-de estas compensaciones se comprende
sólo cuando se pieiden. En muchos casos que se relatan en
este libro, hubo durante el tiempo previo a La rnanifestación de
la crisis una transforrnación en las compensaciones
amorosas, por ejemplo, Pof Lrn cambio en las concliciones de
la viviertda, por la rnarchLa de los hijos, por la rnuerte de los
padres o por la ruptura de amistades. Adernás, en terapia se
lnizo evidente córno estas compensaciones evitaron en parte
desarrollos personales que no eran necesarios en la pareia. Con
frecuencia,la falta de estas compensaciones exige a los afrra:n-
tes que se definan ccln más claridad en la interacción con la
pareia, que decidan qué grado de intimidad desean comparti¡
que delimiten el marccl de la cornunidad que desean estable-
cer y hasta dónde quieren llegar en su crecimiento personal.
Por otro lado, fras la muerte de la pareia, la continuación
e incluso la intensificación de las relaciones cornpensatorias
adquiere una grarr irnportancia para superar la pérdida de La
relación amorosa central.

La estintula.ción del crecimiento personal

Las relaciones compensatorias que forman parte del inven-


tario de la nicho personales, no Son estáticas, sino que Se
La autorrealización en el proce 16l
"o &

transforman a medida que cambian las circunstancias de las


persona,s y se estimulan nuevos desarrollos personales. La
organización de un nicho relacional diferenciado, efl el que
la relación amorosa asutne un lugar prioritario, no cubre en
absoluto todo el potencial relacional de una persona, y se tra-
ta cJe un estímulo sano para la persona. Exige la capacidad
para valorar, estrllcturar y organizar las relaciones correcta-
mente. En definitiva, dependerá de muchas cosas que una
persona decida continuar la convivencia con la pareia a pesar
de las desilusiones y limitaciones, y, por ello, a vivir con com-
prornisos. A menudo, paÍa un persorra es difícil reconocer que
necesita establecer relaciones fuera de la relación arrrorosa;
pero, además, el entorno no suele aprobar estas búsquedas
compensatorias f-uera de la relación amorosa porque lo valo-
ra corno un fracaso. La organización de un nicho relacional
cornpensatorio exige inteligencia y flexibilidad por parte de
la persona. La relación'amorosa debe apaÍecer a ojos de los
demás como el núcleo de la vida amorosa; pero, a str vez, es
llecesario construir un nicho relacional variado.

Ternores y estrategias defensiuas


Las relaciones cornpensatorias permiten reducir las exigencias
qlre se plantean a la pareia arnorosa. Pero es irnportante cali-
brar la medidu y la estructura de estas relaciones. Se corre el
riesgo de vaciar de sentido el matrimonio depositando en ot-
ras relaciones, para aliviar a la pareia, árnbitos esenciales de
la relación como la sexualidad, la intimidad personal o el diá-
logo sobre la vida cotidiana. Asimismo, quizás no se desee exi-
mir a la pareja de la obligació,n de cumplir en todos los ámbi-
t<>s de la relación, pues se teme que acabe pidiendo la
separación. En carnbio, ufl rniembro de Ia pareja puede exigir
al otro que cumpla en todos los ámbitos y, además, sentir que
las relaciones cotnpensatorias devalúa n y vacían la relación
arnorosa. Por celos, puede irnpedir el establecimiento de otras
relaciones o intentar mantenedas baio su control.
corno ejemplo de las compensaciones en los lírnites de
una relación atnorosa, se presenta a la pareja siguiente:
162 {b, t" relación arnorosa como proceso

Eiemplo 4:
Silvio, de treinio y cinco oños de edod, ocude o consulto poque tíe-
ne otoques de pónico. Se siente ofectodo por otoques corocterizodos
por síntomos extremodomente desogrodobles, como pérdido de lo
vÍsión, pulso ccelerodo, sudorociones, miedo de perder el conoci-
mÍento, de sufrír uno porodo cordioco o volverse psícótico. En su fomi-
lio, se ocumulon los cosos de depresión y suicidio. Silvio tiene mucho
miedo de sufrir el mismo destino. Estos otoques se monifestoron por
vez.primero hoce dos oños y hon dodo lugor o vorios ingresos hos-
pitolorios de urgencio. No se detectó ninguno potologío orgónico.
Mientrqs que ol principio los otoques se presentobon codo dos meses,
mós o menos, duronte el último semestre se hon vuelto mós frecuentes
y suelen producirse vorios otoques por semono. Hoce un oño, tuvo
su segundo hiio.
. Lo: primeros sesiones se desorrolloron como teropio individuol y
troboióbomos ospectos cognitivos: llevor un diorio, ejercicios de sen-
s¡bil¡dod corporol y ejercicios de reloioción. Yo duronte lo tercero
sesión, lo pociente informó que los otoques hobíon desoporecido por
completo. Pero quedó uno sensocÍón de olormo, un temor o que vol-
viesen los otoques. Con lo reducción de los otoques, lo pociente comen-
z6 o ocuporse mós de los cousos de los mismos. Comprobó que se
ded¡cobo en exceso o los dos hÍios. Su ideol de modre ero el de
uno persono que se entrego por completo o los hiios, que siempre estó
fís¡cq y psíquícomente sono poro ellos y que estó en todo momenlo o
su disposíción. Se sentío frocosodo porque estobo nervioso, estreso-
do y-desequÍlibrodo yo que trobolobo medio fornodo en un troboio
c.uolíf¡codo y no dedicobo todo su rÍempo o los hi¡os. pensó en deiár
de troboior poro estor o disposición obsoluto de ellos.
En ieorío, Silvio reconoció enseguído que tenío que dístoncior-
se mós de los hi¡os y dedicor mós tiempo y energío q sí mísmo. Tom-
poco podío-permitir que su modre tomose tontos decisiones por ello.
Pero, en el fondo, no deseobo en obsoluto distonciorse de sus hilos
porque lo ded¡coción fotol o ellos le oportobo mucho sotisfocción emo-
cionol. Con ello, corrío el riesgo de seguir los posos de su modre, que
se hobío socrificodo por los hi¡os y hoy se queio omorgomente de su
folto-de ogrodecimiento. Silvio notó que ello buscoboln los hi¡os lo
sotÍsfocción ofectivo que le foltobo con su morido. Antes, hobío vol-
codo su ofecto en su morido. Pero él no reoccÍonobo. Entonces, Silvio
compensó lo corencio ofectÍvo con los hi¡os. A pesor de que lo relo-
La autorrealización en el proce"o #) ú3

ción con su modre ero problemótico, tqmbién ero ofectuoso, y osí


podío soportor me[or lo fríoldod de su cónyuge. Hosio ohoro, ello
no hobío discutido nunco con é1. En el cursodá lo teropio, comenzó
o sufrir de monero codo vez mós evidente con lo reloción motrimoniol
y quiso ofrontor el conflicto, hosto entonces evitodo, que tenío con su
morido.
A portir de lo octovo visito, Doniel, el morido, empezó o porticí-
por en los sesiones. Silvio le echobo en coro que se oburrío con él y
que se hobío morchitodo o su lodo. Él un científico de reconocído
"r
éxito. Sin emborgo, se sentío frustrodo con Silvio porque decío que no
recíbío ninguno otención de ello, yo que estobo concentrodo en los
hi1os. Al principio de lo reloción, Sílvio estobo muy enomorodo de é1.
Se sentío otroído por su firmezo sereno, que le infundío conf¡onzo y le
dobo volor paro líberorse de sus podres. Pero después los hi¡os lo domi-
noron todo, y ello yo no se tomó mós tiempo poro cuidor su reloción
omoroso. Silvio y su morido coyeron en un círculo vicioso: cuonto mós
se Ímplicobq emocionolmehte Silvio con sus hi1os, mós se opogobo el
motrimonio; cuonto mós se opogobo el motrimonio, mós se implicobo
:', I
Sílvio con los hi¡os. Doniel pudo reconocer obiertomente que ero un
1:: hombre reservodo en sus sentimientos. Pero se sentío coh¡bido y ofec-
todo porque creío que no ero copoz de sotisfocer o su mu[er.
Medio oño después de finolizor lo teropÍo, lo muier vino o verme
poro reolizor uno enlrevísto de seguimíento. Ahoro yo ero copoz de
confior el cuidodo de los hiios o uno niñero y estructurorse meior el
dío. El hi¡o, que codo noche se metío en lo como de los podres, qcep-
tobo ohoro dormÍr solo. Desde que finol¡zó lo teropio, hobío sufrído
dos otoques de pónico en sendos conferencios que tenío que pro-
nuncior. SÍn emborgo, pudo montener bojo control los otoques y nodie
se dio cuentq. Lo tensión motrimoniol desoporeció cuondo Silvio des-
hechó lo ideo de que su morido ero copoz de combior con sólo pro-
ponérselo. Hobío tenido muchos oños lo esperonzo de combiorlo. Pero
le hobío llegodo ol olmo que su morído dilero que estobo muy ofec-
todo por no ser copoz de sotisfocerlo y por depender tonto de ello. Lo
reloción omoroso recobró el lugor de honor que se merecío. De mone-
ro que cuondo Silvio pudo poner límites mós cloros o los hi¡os, lo relo-
ción se desorrolló de formo mós tronquilo y sotisfoctorio. Pero Silvío
notó tombién que no se hobío distonciodo suficientemenie de sus po-
dres -en porticulor de su modre- y que oún dependío qfectivomente
de ellos. Por ello, su modre seguío interviníendo en exceso en los cues-
164 & t" relación arnorosa corrro proceso

tiones fomiliores. Así que Silvio pudo tombién defin¡r mós cloromente
lo reloción con sus podres y comprender, y controlor meior, los repro-
ches de que se ocupobo poco de ellos.

Este ejemplo demuestra cómo las compensaciones ernocio-


nales con los hijos y los padres errtrañan el peligro de que se
eviten los conflictos necesarios con Ia pareja y los desarrollos
pendientes.

Le CONFIGURACIÓN DE UN MUNDo CoMÚN


Hasta aqwí, hemos visto cómo Ia relación amorosa se de-
sarrolla en la dinámica de una convivencia como un asunto
privado entre dos arnantes. Pero más tarde o más telnprano,
se plantearán estas cuestiones: ¿para qué todo esto? ¿cuál es
el sentido y el futuró de Ia relación? Se desea que los demás
-en especial, las personas de referencia: padres, herrnanos,
amigos y compañeros de trabajo- sepan qr-le tenemos pare-
ja y que nos recor:ozcan como tal. Queremos que piensen:
"Estos dos se pertenecen mutuamente". La relación amorosa
aspira a cÍearse un mundo interno y externo propios, un
microcosmo dentro de un macrocosmo. En este sentido, se
diferencia entre el mundo interno común y el mundo exter-
no común (véase más detalles en 'Will i, 1997).

El mundo interrto común

la etapa del enamoralniento, se funden los sistemas


Qgr-1nte-
de constructos-personales y se produce una metamorfosis
en la construccién éubjetiva de la realidad.-L-os- qriterios,r con-
vicciones y escalas de valores personales existentes hasta ese
rrromento se modifican y se formulan de nuevo cotno un sis-
tema de constructos diádicos. Cualquier aspecto de la vida
(ideología, política, religión o los aspectos prácticos del rnodo
de vivir) se :utlliza para la construcción diádica de la reali-
dad. No obstante, con el sistema de constructos diádicos con-
vivirán los sistemas de constructos personales de ambos
La autorrealizacíón en el proce
"o 8) t65

miembros de Ia pareia. Con frecuencia, los sistemas de cons-


tructos personales mantienen Llna relación tensa con el diá-
dico. El sistema de constructos diádicos ha de incluir, al
menos, las reglas de juego de la convivencia, es decir, las
-buestiones prácticas qr-re regulan la convivencia en el mismo
hoga¡la división entre el trabajo y la vida doméstica, la orga-
nización de las relaciones sociales cornr¡nes y la administra-
ción del dinero. Los sistemas de constructos personales tie-
_nén que ajustarse suficientemente al diádico, aunque no se
¡equiere una coincidencia total. El sistema de constructos
diádtcos, en particular, las escalas de valores, las conviccio-
nes y las reglas de juego importantes para la relación de pare-
-ja,
verlfica su validez implícitamente cada día cuando la pareja
conversa o se enfada. Al hablar de otras personas, o de otras
parejas, se comprueba cómo reacciona el otro, y, para ver
cómo responde, se hac-e alusión a modificaciones que se
quieren realizar Los éxitbs y los fracasos de los otros son los
que confirrnan o cuestionan si el camino propio es correc-
to o no. En este sentido, las conversaciones de las parejas
después de haber recibido invitados son particularmente acla-
ratorias.
La creación de un mundo interno común conduce a que
los rniembros de la pareja experimenten Lrna vivencia corno
real sólo cuando se comunica a la pareja y ésta confirrna que
se da por enterada. De esta forma, puede guardarse en el
archivo de la mernoria común.
Según se prolonga la relación, la rnemoria diádica adquie-
re cada vez rnás importancia. Los miembros de la pareja de-
sarrollan conjuntamente una memoria estereoscópica, es decir,
Lrna misma vivencia será recordada por los miembros de la
pareja desde un punto de vista diferente, adquiriendo así el
recuerdo una dimensión rnás profunda. Sobre todo a medida
que se envejece, los miembros de la pareja aportan diferen-
tes fragrnentos de los recuerdos, que se corrrplernentan y di-
bujan el recuerdo de forma rnás completa que lo haría la
rnernoria de uno solo.
rc6 S t" relación amorosa como proceso

EI mundo exterTzo crend.o en común

Es el nicbo diádico (\üfilli, 1996) y abarca como tal todos los


objetos animados e inanimados que pertenecen a la pareja y
llevan las huellas de su obra. Es la dimensión ecológica de la
relación amorosa, a la que dedicamos una atención especial
en la terapia. En primer lugar, se introduce a la nueva pare-
ja en el nicho personal existente, en el círculo de amigos y
conocidos. Al mismo tiempo, se produce una rnetamorfosis en
el sistema de constructos internos por influencia de la pareja,
pero también se llega a :uíra reforma del nicho personal exter-
no, que se convierte en un nicho diádico. En ella, algunos ami-
gos y conocidos dejan de ejercer su función y, en cambio, se
incorporan otros. Con frecuencia, se busca el contacto con
otras parejas que se encuentran más o menos en la misma
etap^ de crecimiento personal en su relación. El diálogo y la
comparación con ellos son importantes porque orientan.
La esencia del nicho diádico como rnundo creado por
uno mismo es el espa.cio babitable: la vivienda, los muebles
adquiridos, los cuadros, las fotografías y los objetos expues-
tos. De esta rÍrarrera, nace un mlrndo propio en el que la pare-
ja se hace visible a sí misrrra y se hace visible también para
otras personas. Así como el sistema de constructos diádicos
es una estructura interna, la vivienda confoÍtrra una estruc-
tura externa de la pareja. A pesar de que la importancia del
círculo de amistades y de la vivienda propia no es igual para
todas las pare jas, a menudo se puede decir: mostradme vues-
tro círculo de amistades o mostradme vuestra vivienda, y os
diré quiénes sois.
Hoy en día, cuando los miembros de la pareja deciden
irse a vivir iuntos sin estar demasiado convencidos de ello,
las circunstancias que hemos citado no tienen tanta impor-
tantcia. En estos casos, la cuestión es decidir quién se rnuda
con quién. El que se muda se siente a menudo corno un in-
vitado, cuando no como un intruso. No tiene la impresión de
que se trata de su propia vivienda. Por regla general, es mejor
buscar juntos una vivienda nueva con la que ambos estén
identificados en la misma rnedida y de la que ambos puedan
tornar posesión por igual. Cuando es la prirnera relación para
La atrtorrealización en el proce"o & L67

ambos, por regla general, se compran muebles y se "decora"


la vivienda "para convertida en el nido propio", libre de car-
gas previas. Pero cuando se trata de un segundo o un tercer
rnatrimonio casi nunca es posible borrar por completo las hue-
llas de la vida anterior. Se llevarán a la vivienda objetos de las
relaciones anteriores. Con frecuencia, la decoración externa
refleia la situación interna; es decir,la pareja no podrá paftir
de cero, sino que tendrán que convivir con objetos que fue-
ron importantes en anteriores relaciones. Esto puede dar lugar
a conflictos.
Con la decoración de la vivienda o, incluso, con la cons-
trucción de una casa propia, se materializa la relación amo-
rosa. Se crea un espacio que otorga tr'aycr estabilidad a la
relación. Se crea algo que existe independientemente de los
vaivenes de La relación amorosa. La relación se vivirá en un
marco que ha creado u¡ra nueva realidad, cualitativamente
diferente, que no desapárecerá con facilidad.

La creación de la familia

El mundo externo creado en cornún adquiere una dimensión


adicional con la creación de la familia. Los hijos se desarro-
llarán con su dinámica propia, y h.abrán consecuencias que
los padres ya no podrán tener bajo control. Los hifos confie-
ren un sentido más profundo a la relación amorosa. Son fru-
to del arnor. son la culminación del esfu erzo por crear en
común algo vivo que va a sobrevivirles. Al mismo tiempo,
dan la medida de Ia relación amorosa. Los hiios molestan,
incluso a veces destruyen la convivencia de la pareja. Con fre-
cuencia, la carga de trabajo es tan grande que a los miembros
de la pareja no les queda tiempo para cuidar la relación y
su vida sexual (o sólo pueden hacerlo a ratos libres, pero ya
dernasiado cansados). con los hijos, aparecen las desigual-
dades de rol en la relación de pareja. Normalrnente, las madres
son las que se sienten más perjudicadas en este aspecto. Las
mujeres siguen asumiendo igual que antes la carga principal
de las funciones de padre y rnadr,e, en parte por necesidad,
pero también por iniciativa propia. Al mismo tiempo, se sien-
168 S to relación amorosa como proceso

ten perjudicadas en el plano laboral y reaccionan con envi-


dia ante las posibilidades que el hombre puede aprovechar
en su caffeÍa. Cuando esto ocurre, los hombres no pueden
disfrutar de sus éxitos profesionales porqLre se sentirían
responsables de la frustración de su mujer. El cuidado de hijos
pequeños somete a los miernbros de la pareja a un grar: estrés.
Pero la convivencia con los hijos tarnbién depara rnucha ale-
gría, ternura y satisfacción.

Lcts diferentes etapas de compromiso


en la. crea,ción de urz muTzdo común

Hoy en día, muchas personas reaccionan de manera sensible


ante la pérdida de su libertad y el inicio de relaciones de corn-
promiso. Como la sociedad acepta una mayor diversidad de
ior-r" de relación diáclicas y familiares, se tiene la posibili-
dad de elegír la forma de convivencia que más convenga.
La rrtanera rnás sencilla de empezar a vivir juntos consis-
te en que Lrno de los dos se mude temporalmente a casa del
otro, pero conservando al mismo tiempo sl.l vivienda. Se tra-
ta de quedarse a dormir algunas noches, pasar iuntos los fines
de semarra, pero también de compartir estancias rnás pro-
longadas.
Corre ínayor riesgo quien se muda definitivamente a casa
del otro y abandona su vivienda. No obstante, de esta mane-
ra Íro surge toclavía un comprorniso obligatorio. Con ello, uno
se protege adernás del riesgo cle adquirir juntos una vivien-
da. El inconveniente puede ser que uno no se sienta real-
mente en su casa, sino más bien como un invitado.
El compromis<¡ es mayor si se adquiere una vivienda jun-
tos y se invierte en nuevo mobiliario. IJno puede protegerse
entonces dividiendo los gastos a partes iguales y dejando bien
clara la pertenencia de los objetos.
El compromiso aumenta significativamente con el rna-
trimonio. Cuando se adquiere este cornpromiso, se viven
muchos momentos de irracionalidacl. Mtrchas parejas caen en
el pánico antes del matrirnonio, aunque el divorcio es algo cada
vez rrrenos corrrplicado y la decisión queda en manos de los
La anrorrealización en el proce to & 169

rniembros de la pareia. Es difícil cornprender cómo se puede


convivir durante años en una relación qr-le no se cliferencia
aparentemente de r-rn matrimonio, para después caer en una
gfave crisis por culpa de éste. crisis, por cierto, qr-re puecle
llevar incluso a la separación Los afectados explicu., q.r., con
la prornesa del matrimonio, la relación adquiere otra dimen-
sión. Antes h'abían convivido alegremente, conscientes cle que
la relación se podía disolver en cualquier momento y sin tener
ql-le pensar en el futuro. pero con la promesa clel matrimo-
nio, se exige ahora la decisión de confiarse el uno al otro v
ser fieles mutuamente durante toda Llna vid.a, en los b.,enos
y los rnalos tiempos. De esta rr'aÍrera, ra relación adquiere
dimensiones existenciales. Algunos se sienten superadó" po,
esta promesa. con el matrimonio, puede nacer tambiéÁ el
ternor a que vuelvan a aparecer estructuras relacionales pat riar-
cales y tradicionales. Esro strpone el riesgo de que Lrno mis-
mo desconfíe tanto del otro que provoque la infelicidad que
taÍrto terne. Sin embargo, el matrimonio exige de ambos miem_
bros de la pareja tomar una decisión respecto al otro. por su
parte, no casarse exime del compromiso de una decisión. Esto
puede tener un ef-ecto humillante y provocar inseguridad.
Quien se casa puede decidir separarse; quien no se casa
convive a medias y puede separarse (y luego volver). euizá
ayr,de tomar un decisión firme, y finalizar li relación, aunque
después se eche de menos durante un tiempo.

El matrirnonio se puede vivir de maneras diferentes. Actual_


rnente, debido a la actividad laboral de los miembros la pare_
ja, cada vez rnás parejas viven durante la semana en lugares
separados y se reservan los flnes de serna na (liuing apart toge-
tber). Para algunos, esto puede ser rnotivo cle .onhi.to; en
carnbio, otros disfrutan así de mayor libertad. El grado de com_
promiso del matrimonio puede allmentar significativamenre,
por ejemplo, con la construcción o la cornpra de una vivien-
da común, una segunda residencia o la aclquisición cle otros
objetos qlre afiancen el vínculo. si la pnt.j^ lleva Lrn ne€lo-
cio se crea un compromiso especial que los une en un des_
tino común que se mantendrá aun cuando la relación amo_
rosa se enfríe.
77o & tu relación amorosa como proceso

Con el cuidado en común de los hijos, se abre otta dirnen-


sión totalmente distinta del compromiso. De esta manera' se
asume una responsabilidad respecto a terceras personas que
son dependientes de uno y que resultarán profundarnente
afectadas si fracasala relación. Muchas investigaciones actua-
les dernuestran que los hijos sufren a largo plazo las conse-
cuencias de los divorcios. El cuidado de los hifos exige un
cornpromiso que dura entre diez y veinte años pata crear y
mantener unid a wrra farnllia. Exige invertir Lrna gral:^ canti-
dad de energías en un proceso que no podemcls dirigir siem-
pre a voluntad. Muchas pareias evltan hoy el riesgo de crear
una farnllia. Algunos prefieren la fotrna menos comprclmeti-
da de tener un animál doméstico (frecuentemente, uD gato o
un perro) con el que experimentar mucha alegría y ternura-

,ru"imiento persona'l
La prouoca.ción dni
mediante la configuración de un rnundo común

La creación de un mundo común exige a los miembros de


la pareja comprometerse con una persona y con un estilo
de vida. Por ello, obviamente, deben renunciat a otras per-
sonas y estilos de vida posibles. Unirán sus fwerzas pafa cre-
ar un mundo en común y una farnllia común. De esta mane-
fA, uno entra de lleno en el ciclo de la naturaleza. La
fecundi dad es la primera etap^ perceptible del camino a la
muerte y de la continuación de la vida. Ser padre o rnadre es
un enriquecimiento especial sobre todo pata el crecimiento
personal, no sólo por las múltiples experiencias que se viven
tot los hijos, sino también porque se recuerda, y se valota
de forma diferente, mucho de 1o que se vivió en la propia
niñez.
Pero el matrimonio no es una forma de vida idónea pafa
todos los seres humanos. Hay una madurez especial en la
capacid ad para reconocer que uno no ha sido creado para eI
matrimonio, y que, por tanto -después de varios fracasos-,
sería mejor hallar una forma de vida rnás conveniente, mencls
cotnprometida. Resulta difícil reconocedo de manera cons-
ciente. En particular, los hornbres que no soporfan't la intirni-
La autorrealiz^ción en el proce"o I 771

dzd buscan y encuentran siempre mujeres que quieren curar


el miedo al compromiso de los hombres. Ellos seducen a
Ias mwjeres paÍa que realicen esta labor y, en cuanto se per-
filan los primeros éxitos, las rechazan con aspereza.

Temores y estrategias defensiuas durante


la, configuración de un mundo común

El compromiso y la intimidad genera.r' grandes temores en


rnuchas personas. Ellas temen perder su autonomía, depen-
der de otros, enredarse en vínculos destructivos de los que
no hrallarán salida. Algunas tienen pocas aptitudes y poca dis-
posición p^ra enfrentarse a la pareja y discutir con ella; pre-
fieren eludir la intimidad comprometida. A veces, la perso-
na se limita a cornprofrleterse en el grado que le conviene y
acepta los retos a los que puede hacer frente. Un riesgo espe-
cial es la huida hacia adelante. IJna y otra vez ocurre que
las personas, a veces ya en edad madura, desean romper con
todas las seguridades y vínculos, deshacerse de todas sus pose-
siones e invertir todo su dinero en una nueva relación de pa-
reja, con la esperar.ze- de evitar así cualquier posibilidad de
arrepentimiento. En un ataque de optimismo, desean demos-
trarse a sí mismas, y a los demás, que han encontrado a Ia
pareja de sus sueños.
Tener hijos puede servir también como defensa contra
los temores. Todavía hoy se traen hijos al mundo sin ningún
tipo de planificación. Algunas parejas esperan mejorar o for-
talecer su matrimonio con el nacimiento de un hijo. pero no
tener hijos ha dejado de ser algo extraño. La cuestión de los
hijos se aplaza hasta el punto de ql¡e llega demasiado tarde.
como el declive de la fertilidad de la mujer coincide con la
edad en que se alcanzart los objetivos laborales, y se estabi-
Liza en la profesión y la pareja, rro es raro que durante la edad
madura se prodwzca un vacío y una crisis existencial. Enton-
ces los rniembros de la pareja se pueden hacer responsables
recíprocamente de la falta de hijos, señalando que ellos hubie-
sen tenido hijos si el otro le hubiese apoyado claramente
(véase el ejemplo 2 en la p. 7O7).
172 {& tu relación amorosa como proceso

CoonolNeclóN RELAJADA DE Los


HISTORIALES PERSONALES EN
LA SEGUNDA MITAD DE LA VIDA

El inicio de desarrollos persona'les a.pla'zad'os

Con el inicio de la segunda tnitad de la vida activa, Ia etapa


de los hijos va llegando a su fin. Las mujeres, sobre todo, dis-
ponen de más tiempo libre y de un mayor espacio para de-
iarrollar su creatividad. Aunque los hombres no suelen haber
alcanzado aún el cenit de sus caffer2,s, sí se perfila el techo
de sus posibilidades cle clesarrollo profesional. Ya no resulta
tan necesario que los historiales personales -las vidas- de los
miembros cle la pareia estén estrechamente coordinados. Por
otra parte, tomalnqs Consciencia por primefa vez de que el
tiempo de la vida laboral acfiva, y de la vida en general, es
limitado . Ya no se. <lispone de todo el tiempo que se desea'
Con el clirnaterio, la mujer se enfrenta a un prclceso de enve-
jecimiento corpc)ral. Habitualmente, se produce una crisis exis-
iencial y se háce un alto en el camino para hacer un balance
de la vi.da. ¿Qué he hecho hasta ahrora y qué he conseguido?
¿Cuáles son los árnbitos importantes en los que no he podido
realizar hasta al¡ora mi potencial? ¿Qué quisiera conseguir
o recup er:aÍ todavía durante el tiempo de vida que me resta?
¿qué q.riti.tt completar en mi reali zación? Quizás uno se plan- i].,n

tee la cuestión de los obietivos vitales originales, de los sue- ,:"ilii

ños que se tuvieron en los años de iuventud'


A menudo, las muieres, que lnasta entonces habían estado
rnuy limitaclas en sus posibilidades de organización debido a
los hijos, se sienten con más energías y ansias de libertad. A1-
gunas empiez an a estudiar de nuevo, otras Se meten en polí-
tica o emprenden cafferas profesionales, y otras se dedican
al arte. Al ser menor la necesidad de coordinar los historiales
cle los miembros de Ia pareia, cada uncl sigue rnás su propio
carnino. Pero este crecimiento individual se asienta sobre la
base de un mundo creado en Común. Normalmente, el entor-
no apre cia a primera vista que la pateia se ha roto y que, apa-
rentemente, poco tienen qr-le decirse. Pero subestirnanla unión
La autorrealización en el proce"o # I73

que se mantiene gracias al mundo creado en común y la for-


taleza de las raíces de la historia común que comparten.
Por regla general, el equilibrio matrimonial peligra por-
que los caminos tienden a separarse. Las mujeres superan a
los hombres en cuanto a prestigio profesional, poder y reco-
nocimiento, e inician nllevas relaciones sociales y se orientan
rnás l:,acia el exterior. Los hombres aclrmulan algunos fraca-
sos profesionales que les hacen ser rnás cuidadosos y reco-
nocer fragilidad del éxito profesional. para algunos, existe la
necesidad de recuperar algo, que se traduce en el deseo de
liberarse de las obligaciones laborales. Fantasean o, incluso,
planifican concretamente dejar el trabajo para llevar Llna vida
diferente e iniciar nuevas relaciones amorosas.

Temores y estrategias dgfensiuas debido a.


la. coordinación relajada de los bistoríales personales

P3ra muchas parejas que están en la segunda mitad de la vida,


es toda una obra de arte hallar un término medio entre la
necesidad de cuidar la relación y la necesidad de vivir de for-
fr'a más incliviclual. como la convivencia no es tan estrecha
surge el temor a que la relación se pueda rornper, y podemos
sentirnos humillados al pensar que la pareja ya no nos nece-
sita ni desea. En esta etapa de la vida, no necesariamente se
debe elegir entre la convivencia matrimonial o el divorcio, sino
que h^y muchas soluciones intermedias entre la separación
y la independencia totales. Algunos duermen en habitaciones
separadas, otros viven en casas distintas. ya sea temporal o
definitivarnente , hay quien ag.uarrte_ la infidelidad, a pesar clel
dolor y las profundas heridas que dejan en la autoes;irna, con
la condición de que se cumplan ciertas reglas de juego y no
se pasen ciertos límites. Normalrnente, los miembros de la
pareia se dedican por separado a sus intereses y activiclacles
laborales. En el mejor de los casos, no descuidarán la rela-
ción y aporfarán sus propias experiencias aL patrirnonio común
de vivencias. Los divorcios tras rnás de veinte años cle matri-
monio se producen, sobre todo, cuando l:¿y relaciones extra-
matrimoniales serias y permanentes. No es raÍo que los hom-
174 S, t^ relación amorosa como proceso

bres busquen una muier más joven. No obstante, tienen que


poder peimitírselo económicamente. Para algunos' Llna rela-
ción nlleva conduce a wrra revitalización personal; otros se sien-
ten superados a largo plazo por la vitalidad de una mujer más
esposa abandonada atfaves^rá wna
'gtave Por regla general,la que suele estar acompañada por
joven.
y prolóngada crisis,
áepresiones. Sin emba;rgo, algunas mujeres consiguen sacar
algo positivo de ello. Con frecuencia, se intensificala relación
.ott los hiios y ncl es raro que la muier se esfuerce por estu-
diar y abrirse camino en alg.una profesiótt. Para algunas, es Llna
etapT de emancipación de La pareia, LIÍra liberación de sus
.*p-.t"tivas y ptét..,.siones, una admisión de la tivalidad, que
se negó duranie la époc a de la adaptación condicionada por
tos hijos. El temor a la detiva y la pérdida del equilibrio ma-
trirnonial puede llevar a coa;Ítar la libertad del otro, Pof ejem-
plo, simuian do ataqUes de nervios, amoríos extramatrirnonia-
ies. enfermedades, o favoreciendo trastornos de conducta y
enfermedades en los hiios.

RenSTNUCTURACIÓN DE LA RELACIÓN AL LLEGAR


LOS NIETOS Y LA EDAD DE JUBILACIÓN

Los que todavía no han llegado ala edad de la iubilación sue-


len opinar que el envejecimiento es una triste eta'pe- final de
La vida. Por regla general, esto no es así en absoluto' Las posi-
bilidades de estilos de vida nunca son tan distintas como
durante Ia edad avanzada. Las personas con buena forma-
ción, situación financiera asegurada y LIna salud adecuada,
pueden vivir en la veiez la etapa más feltz de sus vidas' Nun-
Za antes habían dispuesto de tantta libertad p^r^ decidir cómo
vivir. El retiro de la vida labo tal activa no es de ningún modo
una pérdida, sino más bien una liberación y un alivio' A mayor
.rtrpiit rd de intereses personales, más pronto se abrirán nue-
vos campos de actividad, en los que se podrá realizaf Úfra
gfern de potencial que hasta entonces estaba en bar-
...tiid"d
becho. Pero algunos no desean comprorneterse obligatoria-
fnente Con nuevas actividades. La nueva convivencia eS una
experiencia feliz parra muchas pareias- En muchos casos' es
La autorrealización en el proceto 8) I75

la etapa más pacífica de la convivencia. Se echa una rnirada


retrospectiva a una prolongada vida en cornún. En ocasiones,
se puede disfrutar de la compañía de los nietos. La sociedad
rnantiene una actitud discrepante sobre la actividad laboral
de los mayores. Por una parte, tiene una actitud desprecia-
úva hacia el "parasitismo" de los ancianos; por otÍa, no quie-
re traspasarles ninguna tarea importante. En su rnayorí4 las
personas de la tercera edad no desean estar en primera Línea.
El valor del éxito y el presrigio profesionales ya ha demos-
trado su relatividad y vida efímera. Por eso, se pueden des-
pedir con humor, y cierta filosofía práctica, de muchas cosas
para ceder terreno a los jóvenes.
Pero la terce ra edad puede ser también Lrna eta,pa con-
flictiva y dura. Existe el riesgo de 9ue, obedeciendo a pre-
siones externas, se pase casi todo el tiempo juntos, lo que
paradójicamente no llgva a la proximidad, sino a un rnayor
distanciamiento y rechá zo recíproco. Algunos se enfrascan en
Llna pequeña guerra de hostilidades y desvaloraciones mutuas.
Es la época de la recolección y del disfrute de los frutos cle
la labor de toda una vida; pero también se puede mostrar cier-
to desagradecirniento y descontento porque lo que se ha cons-
truido no tiene la importancia que se quería. Es también la
época de realizaÍ luÍr balance de lo que ha sido la existencia
y de los aspectos que no se han vivido. Nos puede llenar
de ira y aír'argura no haber tenido algunas experiencias. Es
natural la tendencia a hacer responsable de ello a la pareja,
y ach.acarle los fracasos de la vida. cuando desaparecen las
presiones externas, puede haber una pérdida de la estructu-
ra cotidiarra, y se intenta evitar que aparezca el aburrimiento,
por lo que se complican las ocupaciones sencillas diarias y se
realizan con demasiada prudencia. Nada resulta más difícil
que disfrutar sencillamente de la vida y llevar una existencia
de permanentes vacaciones. De acuerdo con nuestro criterio
ecológico, los seres hurnanos necesitan hasta el fin de sus días
tener tareas estimulantes, y con sentido , para creer que aún
pueden hacer algo de provecho. De 1o contrario, r:án perdiendo
facultades intelectuales y se sentirán insatisfechos. Muchas
personas tienden con la edad a recluirse en un gueto, en una
especie de isla social, en la gue, resentidos, se distancian clel
176 S t" relación amorosa como proceso

entorno y Se mantienen preferentemente entre coetáneos. Si


la energía, incluso la energía agresiva, no se puede.canali-
zar en actividades fuera de la pareia, atYretrazará con dirigir-
se contra ella hasta que ambos se destruyan-
El arte de esta etapz- consiste en hallar una actividad lle-
na de sentido, que separe suficientemente a los miembros de
la pareia en el tiempo y el espacio. Aconseio a las pareias que
r.áli..tr actividades por separado entre cuatro y seis horas
cada día.
En los matrimonios tradicionales, se producen transfor-
maciones profunclas en la convivencia doméstica con la jubi-
lación clel mariclo. Hasta ese mornento, el hogar ha sido domi-
nio de la mujer. Ahora el hombre se inrniscuye en slr reino
y clesea configurarlo también. Algunas muieres toleran sólo a
regañadientes la presencia constante del marido.
Una experiencia ¡rueva eS convertirse en abuelos - I-a rnayo-
ría se asombra de lo diferente que es la relación con los nie-
tos de la relación que tuvieron con sus hijos. Ahora, Pof regla
general, flo se tiene ninguna obligación con los niños' y es
posible entregarse pclr completo a amarlos y disfrutar de su
crecimiento. Llena de orgullo que hallan surgido de la propia
relación amorosa otras generaciones que transmiten vida, de
fn rrera que algo de uno seguirá existiendo después de la muer-
te. Sin embargo, esta etapa no está libre de conflictos, sobre
toclo, con los padres de los nietos, es decir, ccln los propios
hiios e hiias o las nlreras y yernos. IJnos se sienten explota-
dos por ellos porque quieren que carguen con los nietos; otros,
pclr él contrario, se sienten aislados del contacto con los nie-
tos. Normalmente, no se desea que los abuelos se inrniscuyan
en la educación de los nietos. Por ello, se necesita mucha inte-
ligencia y mano izquierda paf^ que no hLayan problemas.

Ternores y estrateSlia's defensiua's


d.ura.nte la. eta.pct' de la iubila.ción

Con frecuencia, las pareias entran en crisis durante la época


próxirna alajubilación. En el caso de que la pateia no }:raya
..i.rldo Como tal hasta entonces (porque comenzaron a vivir
La autorrealización en el proceto 8) t77

iuntos al mismo tiempo qr¡e efirpezarcln a tener hijos) los temo-


r"r y las dificultades pueden ser importantes. En los rnatri-
rnonios traclicionales, el hombre teme quedar baio el yugo de
la mtrje r, y ella teme la presencia constante del marido y sus
intentos de influir en stt reino dornéstico.

ET U,T-rRIMONIO DURANTE LA TERCERA EDAD

Con la aparición de enfermedades graves y achaqlles se pro-


duce una situación completamente nueva. Por regla gene-
ral, la enferrnedad afecta a uno solo de los miembros de la
pareja. El otro asume su cuidado. La enfermedad y la muer-
te pueclen conducir a Lrna etapa particularmente intensa de
convivertcia, en que la pareja Se siente más unida que nun-
ca. El cuidado del enf-e¡mo durante meses o años puede lle-
vaÍ a un gran aislarniento respecto al entorncl y, tras el falle-
cimiento de la pareja,.dificultar el retorno a un mundo en el
que la pareja y^ no está. La enfermedad puede periudicar la
relación de manera especial porqr*le se rompe el equilibrio
existente entre la autoestima de ambos. En el enfermo, pue-
den surgir la envidia y los celos, así comcl el sentimiento de
ser sólo Lrna cafga pafa el otro; en la persona cuidadora pue-
den producirse reacciones sutiles, o abiertas, de ira por las
restricciones y obligaciones que impone el enfermo. Es difí-
cil superar mediante el diálogcl y de forma constructiva los
sentimientos de culpa qlle se generart tecíprocamente. Como
el matrimonio en la tercera edad no es el tema central de este
libro y ya se trató ert Was bótlt Paare zusatTnmen? (]ü/llli, 1997),
me abstendré de profundizar en é1.

El crecirniento personal en el matrirnonio


durante la tercera. ed.a.d

Ctrando se llega a wíra edad avanzada, Se vive en una despe-


dida continua. Muchos amigos y conocidos han fállecido, el
radio de acción se reduce por las dificultades para carrrirtar,
las energías psíquicas se invierten en slrperar los achaques y
I78 S, t" relación amorosa corno proceso

realizar las tareas cotidianas, los miembros de la pareja depen_


den de la a:¡uda recíproca. A rnenudo, la lucha que mantienen
el uno contra el otro debe llegar a su fin porque se necesitan.
otros luchan hasta el final y, de esta manera, se sienten inclu-
so estimulaclos psíquicamente.

Temores y estrategia.s defertsiuas en el matrímonio


durante la tercera edad
Las debilidades personales, la pérdida de autoestima y
de confiar.za en las propias capacidades, reforzada por la
disminución de las energías, provocan que en ocasiones las
cargas psíquicas desencadenen reacciones irracionales: sos-
pechas absurdas de escapadas sexuales de la pareja, celos
injustificados, avaricia, temor a los ladrones. Aunque el grar,
temor es la muerte-de la pareja, flo la muerte propia. La
rnayoría espera morir antes que La pareja, y ser acompaña-
do y cuidado por ella en caso de una enferm eclad, termi-
nal.

Vruonoeo
La viudedad puede llegar pronto. En toda relación durade-
ra, uno de los dos resulta afectado por ella. A mayor duración
de la convivencia, más se convierte la historia común en la
historia propia. La vida se va organizando en ñ¡nción de la pa-
reja.. La desaparición del otro provoca que la energía p{-_
quica pierda uno de sus ejes principales. cuando muere un
cónyuge, se pierde una referencia vital. Con frécüéncia, lá
vida pierde sentido sin que uno sea cap az de explicarse por
qué la presencia de la pareja eÍa tan importante para seguir
teniendo ganas de vivir y mantenerse activo. por su parte, las
parejas estructu radas tradicionalmente están acostumbradas a
una división del trabajo. Ahora se le pedirá a uno de sus miem-
bros que asuma las funciones del fallecido. Pero le resultará
difícil, por ejemplo, cocinar sólo para é1. Tampoco es lo mis-
mo asistir solo a ur,a actividad cultural. Sobre todo en el caso
La autor realización en el proceto & 779

de las mujeres, la sociedad parece que las margina a Ltna espe-


cie de gueto de viudas.
Desde la perspectiva del crecimiento personal, en la viu-
dedad eS necesario interiorizar la referencia que era el cón-
yuge. El cónyuge viudo estaba acostumbrado a canalizar slrs
energías tomando como referencia al otro. Había articulado
su vida teniendo en cuenta el polo opuesto que represettta-
ba el otro. Con la muerte de su pareja, deberá interiorizat la
referencia que éste suponía . Quizás, exteriormente, Se deje
todo Como estaba pclr temof a cambiar algo, cclmo si con ello
se traicionase al fallecido. Al principio, el nicho creado diá-
dicamente sigue existiendo y forma la estructura externa, eñ
la que continú a la vida con el fallecido y prosigue el diálo-
go con é1. Como parte del desarrollo, será necesario desarti-
cular, antes o después, esta estructura. Cuando se recogen las
pertenencias del fallegido, hruy que despedirse de rnuchas
cosas; algunas de ellas se ttrarán, otras se reorganizarán y otras
se lleva rán a otro lugar. De esta fira,frefa,, el nicho diádico se
convertirá en nicho personal. En paralelo, se reestructurará
la parte"de la personalidad referida a Ia pateia, p^ra conver-
tirla en una personalidad centrada rnás en uno mismo. Poco
a poco, se dejan atrás las estructlrras de la convivencia. Lo
nlrevo ocupará el lugar que ha quedado libre . La etapa de
interiorizar la relación va seguida de una etapa de integración
de la riqweza del amor pasado en la propia persona. A par-
tir de esta ñqwez4 podemos abrirnos a los nuevos retos de la
vida. Durante una convivencia prolongada, los miembros de
la pareja se adaptan, frecuentemente sin Ser conscientes
de la rnagnitud de ello, a :urra conducta de roles. Tras la rnuer-
te de Ia pareia, buena parte del potencial personal quedará
libre pafe- nuevos caminos de realización. Muchos aspectos
que llenaba la pareia deberán ser atendidos por uno mismo.

Ternores y estra.tegias defertsiua.s en la. uiud'eda'd


El principal problerna es la pérdida de sentido de la vida y el
vacío que se produce por la desaparición de la pareia, refor-
zado en ocasiones por los sentimientos de culpa respecto a
18O S t, relación amorosa como proceso

su muerte- También en este caso, las estrategias clefensivas se


llevan al extremo. euizás se siga aferrado firmemente al an-
tiguo nicho común y se impida el más mínimo cambio. En
este caso, se sigue viviendo como si el fallecido todavía estu-
viese presente: se pone la mesa para é1, se le prepa ra la catrra,
se deja colgada intacta la ropa en el arrnario. Lo contrario es
la represión de la elaboración del duelo. Entonces, quizás se
inicie lo más pronto posible Lrna nlleva relación de pare ja pa-
ra intentar olvidarlo todo y no tener que afrorttar la soledád.

SepanecróN y DrvoRcro
La separación a causa de un divorcio es diferente de la sepa-
ración por muerte. El divorcio se produce con rnás frecuencia
durante los primeros años de matrimonio. En la separación
por divorcio, uno inismo toma la decisión de La
"-prr"rse.
separación está causada por uno mismo, y ]nay asumir la res-
ponsabilidad, aun cuando la iniciativa de separarse haya par-
tido de la pareja. En la separación por divorcio, los miembros
de la pareja siguen viviendo. Generalmenre, se seguirá con
atención la vida del otro, sobre todo si inicia nuevas relacio-
nes. si hay hijos, la ex pareja seguirá interviniendo de mane-
ra sensible en la propia vida por medio de los hijos. En oca-
siones, se mantendrán las dudas sobre si la separación fue
una buena decisión. A.sirnismo, se añorarán los buenos mo-
mentos pasados juntos y no es extraño que n zca la espe-
ranza de una reconciliación.
La disolución de una relación de pareja es un proceso
doloroso. Hoy en día, es posible divorciarse fácll y rápida-
mente si ambos coinciden en ql-le la vida en común no tiene
futuro. cada vez con tnayor frecuencia, el clivorcio ya no es
un combate lleno de odio que dure varios años. Se suele rnan-
tener una relación amistosa. No obstante, la separación es
el fin de las promesas felices del enamoramiento. La convi-
vencia no ha posibilitado el desenvolvirniento y crecirniento
personales que se habían esperado. por el contrario, nos sen-
timos obstaculizados, incomprendidos y mal responclidos por
la pareja. La separación y el divorcio liberan las valencias
1ti
,tt,jl

i.j
La autorrealización en el proceso 8) 181

psíquicas de su atadlrra. Por regla general, el hombre pierde


iu nicho familiar: la ca:sa., la convivencia con lcls hijos Y, err
ocasiones, sr-l círculo de amistades y conocidos. La mujer con-
serva el nicho original, pero qr-reda atfapada en é1. Así, es
mucho rnás complicado hacer borrón y cuenta nlreva, y que-
dar libre pafa una nlteva relación. Las pafeias que llevan
muchos años juntas suelen preferir Separarse en lugar de divor-
ciarse; entre otros motivos, porque de esta ffrarlefa no hay
que disolver el mundo creado en cornún.

La separación o el diuorcio pueden estiTrtalar


el crecimiento persona.l

l.lfl La separación puede ser Lrn estímulo muy eficaz, aunque dolo-
', lr:
roso, pafa el crecimiento personal. Muchas mujeres, aunque
asombrosamente también muchos hombres, inician una psi-
coterapia inclividual; es una señal de que desean analizaf en
profundidad la separación. A menudo, gracias al duro golpe
que supone una Separación, los hombres despiertafl y cornien-
zan a dar importancia a la crisis, se tornan en serio las quejas
de la mujer y empiezan a tener en Cuenta SuS Sentimientos,
anhelos y temores.

Temo res y es t ra.tegi a.s defeTusiua.s


dura.nte la etapa de la. sepctración

Como en el caso de la Separación, se necesita valor pa;ra afron-


tar la incertidumbre de un divorcio y sus consecuencias. Alg.r-
nas mujeres se aíslao y, si tienen hiios, se ven en una situa-
ción económica complicada. Con frecuencia, pasaf-t a forrnar
parte de una subcultura de rnujeres divorciadas. Así, se sien-
ten apoyadas y cornprendidas en sus qlrejas, inclllso, en su
odio a los hornbres (un sentirniento que puede reconfortar
pero que no lleva a la felicidad). Otras recttazan la soledad,
aferrándose más a los hiios o adoptando anirnales domésti-
cos. A menudo, los hombres intentan compensar rápidarnente
la pérdida de su mujer iniciando una nlleva relación. Esperan
IBz S t" relación amorosa como proceso

consolarse con ella y relegar al olvido, lo antes posible, a


su pareja anterior. Aunque al iniciar una nlleva relación pue_
de aparecer el ternor a que se repita el fracaso anterior. para
no correr muchos riesgos, se suele buscar una pareia que, en
principio, garaÍttice que no h'abrá un nuevo fracaso. por ejem-
plo, hay casos de mujeres que se habíanapoyado en su mari-
do patriarcal y que con los cambios sociales que daban más
libertad a las mujeres aprendieron a imponerse. Al hacerlo,
el divorcio llegó autornáticamente. Estas mujeres, cuando quie-
ran elegir una nueva pareja pueden preferir una que sea con-
trolable , rnás joven y que, qwizás, no gane tanto dinero como
ella. Sin embargo, es posible que éste resulte ser un parásito,
se aproveche de la mujer, se abandone, le reproche sus pocos
ingresos, y ella vuelva a sentirse explotada y dependiente. por
su parte, uo hombre que "está hasta el gorro, de las mujeres
independientes encuentra en los anuncios a wÍra filipina que
se anlrncia como tierna, obediente, farnlliar y hoga"reña. De
esta manera, él cree que podrá reasumir su rol patriarcal.
sin embargo, en suiza, por ejemplo, esta mujer se relaciona-
rá con otras mujeres. Al principio, de manera imperceptible,
comenzará a hacer caso omiso a Ias órdenes del marido como
por descuido, olvido o despiste, hasta que él se sienta de nue-
vo desarnparado por su mujer como le ocurrió en su matri-
monio anterior. Todo intento de asegurarnos al elegi r pareja
que la relación irá bien se toma su veng atrza durante la con-
vivencia. En definitiva, lo que se intente evitar a cualquier pre-
cio en una relación aparecerá tarde o temprano.

Segundas nupcias

Hoy ert día,la gente suele divorciarse con la intención de que-


dar libre pa.ra nuevas relaciones. euisiera hacer referencia
brevemente a algun as particularidades de las segundas nup-
cias. También en ellas se dan las etapas idealistas típicas de
una relación arnorosa. Si las segundas nupcias han estado pre-
cedidas de un prirner rnatrimonio de muchos años por parte
de uno o de los miernbros la parei?, y lnuy hijos de ese pri-
rner matrirnonio, se prodwcirá Lrna situación relacional espe-

¡¡
La autorrealización en el proce"o #) 183

cialrnente complicada. Con el primer matrimonio, se creó


un rnundo propio, sobre todo un nicho externo, que no Se
puede eliminar con el divorcio. Las segundas nupcias no ten-
drán la misma relevancia qr-re el primer matrimclnio, no
tendrán el rnismo peso específico. Los miembros clel primer
matrimonio tuvieron que buscar su carnino en común, ConS-
truir su existencia, superar grandes dificultades externas, orien-
tarse iuntos en el mundo paÍa, después, crear en común un
mundo propio. Es importante sobre todo la profunda atadlu-
ra ernclcional a los hijos, ya que no pclr divorciarse dejatán de
ser sus padres. Debido a los hijos, no se podrá borrar iarnás
el recuerdo del matrimonio anterior y, adernás,los contac-
tos Con la ex pareja seguirán siendo máS o menos intensos.
Por parte de la segunda pareja, se requerirá una grarr dosis
de flexibilidad y tolerancia para hacer frente a esta situación
y renunciar a la pretensión de tener en exclusiva a \a pareia y
volver a errpezar cón ella. El deseo de tener hijos con la
segunda pareja puede ser un intento de proporcionarle al nue-
vo matrimonio más peso específico en comparación con el
primero. No obstante, también pueden verse como positivas
las posibles libertades y la independencia ert el nuevo matri-
monio, que ya no estarárt restringidas por la creación de un
mundo común, el patrimonio y los hijos.

F{rs.roRras DE AMoR coMo HISToRIALES PERSoNALES

En todas las etapas del proceso de una relación amclrosa se


plantean tareas de crecimiento personal, que tienen corno
obietivo último la fructificación del potencial propio en el
arnor. En la relación amorcls a hay que corregir las hipotecas
del hisióiiáf péisonál y farnlllar, y, adernás, orientarse hacia
-nuévas pérspectivas de crecimiento. Hay que apoya:rce mutua-
mente en la realización del potencial, sin tener que asumir,
por el otro, la responsabilidad de la realización de su poten-
cial. ¿Conseguirá uno ser productivo en y para la relación, sin
z.gotar todas sus energías? ¿Es posible recuperar con poste-
rioridad las posibilidades de desenvolvirniento que se evita-
ron o se aplazaron en una primera época? Durante la terce-
I84 S, t" relación arnorosa como proceso

ra edad, se plantea la tarea de crecimiento personal cle la cles-


pedida y la reconciliación con las posibilidades de desenvol-
vimiento que no se cumplieron o no se aprovecharon. por
úrltimo, es necesario elabora r la pérdida de la pareja por divor-
cio o fallecimiento, y realizaÍ, eÍr nuevas relaciones, el po-
tencial que se libera.
Los retos de estas tareas de crecimiento personal gene-
ran tannbién temores y sufrimiento. Por eso, suelen ignorarse
o se disuelve la relación a medio camino para evitarlos.
El cuadro de las páginas t&&try aporta un resumen de
las etapas del amor, los retos de crecimiento personal que las
acornpañan, así como los ternores y estrategias defensivas qlle
se rnanifiestan en ellas.

Las historias de arnor, en la práctica, no transcurren exacta-


rnente según este esquema. En Ltn caso concreto se presentan
acontecimientos impievistos, que concluc en a interrupciones
en el curso del proceso y sientan pautas que pueden imprimir
una nueva dirección sin retorno a este trayecto común.
El ejemplo siguiente clemuestra cómo, en el curso de una
historia relacional prolongada, pueden aparecer problemas
que bloquean la autorrealizacíón de los rniembros de Ia pare-
ja en la relación y que los aliena recíprocamente.

Eiemplo 5:
DovÍd solicitó uno cito poro él y su mu[er porque lo poreio sufrío un
bloqueo comunicotivo que hobío odquirido proporciones insoporlo-
bles. Lo porefo se hobío conocido duronte lo iuventud y estobo coso-
do desde hocío veinticinco oños. Teníon seis hiios, de los cuoles el
moyor estobo todovío hocÍendo el bochilleroto. Dovíd ero científÍ-
co, en tonto que VÍctorio, lo esposo, hobío retomodo su lobor como
osisiento sociol hocío un oño. ,.Lo cuol me dio de nuevo mós con-
f¡onzo en mí mÍsmo". Dovid y Victorio viven sometidos o uno ore-
síón extremo por folto de tÍempo. Desde hoce oños, no se hon tomo-
do tiempo poro dedicorlo o lo porefo. Formon uno poreio centrodo
en los hiios. Lo fomilio estobo considerodo en todos portes como un
modelo fomilior. Desde hoce dos oños, duermen en hobitociones sepo-
rodos y hon deiodo de tener relociones sexuoles. Lo crisis golopon-
ie se monifestó cuondo, hoce ocho meses, uno omigo de lo muier se
La autorrealización en el proce"o I 1g5

oleió de ello sin motivo oporente. Lo omistod con eso muier hobío
tenido poro Victorio uno función compensotorio en lo estobilizoción
del motrimonio. El morido se hobío seniido celoso, y excluido, o cou-
so de eso omistod. Por su porte, segÚn suponío Victorio, él tenío
uno reloción omoroso con uno compoñero de troboio, olgo que él
negobo. Ambos buscobon el d¡ólogo fuero de lo reloción de poreio-
Dov¡d reprochobo o Victorio que le diese mós importoncio o los demós
relociones. Victorio le reprochobo que fuese demosiodo rocionol y
no comprendiese su situoción sentimeniol. Dovid fue quien tomó lo ini-
ciotivo de ocudir o teropio de poreio. Ambos opinobon que su inco-
munícoción no podío duror mucho mós tiempo y contobon con que
el resultodo de lo teropio fuese lo seporoción o el divorcio.
Al principio, los entrevistos teropéuticos fueron muy loboríosos. Los
dos porecíon estor o lo defensivo y se mostrobon desconfiodos. Espe-
{:i
robon que el teropeuto fuero el que hiciero los preguntos y plonteose
in
los temos sobre los que hoblor. Sus explicociones fueron vogos y
74.
.::'t,
:l:. evosivos. Lo minucioso recogido de dotos relotivos o lo historio relo-
:]: cionol resultó ser decisivo en el plono teropéutico.
Se hobíon conocido en lo escuelo secundorio. Poro ombos, ero
lo primero reloción estoble. Victorio ero comorerCI en el restouronte de
sus podres. Dovid lo visitobo ollí y se enomoró de ello. Pero le pore-
cío inolconzoble poro él porque creío que yo tenío otro reloción serio.
A ello, él le imponío porque tenío el volor de enfrentorse obiertomen-
te ol dírector del colegio.
Los podres de Victorio se oponíon por completo o lo reloción.
Cuondo Dovid y Victorio se cosoron poco después de cumplir los vein-
te oños, siendo todovío estudiontes universitorios, los podres de ello
soboteoron lo bodo de monero que los podres de Dovid no ocudie-
ron. Lo poreio se enfrentó o los podres de ello sin lo oyudo de nodie.
Incluso, decidieron no deiorles iomós los hi¡os. Pero Victorio tenío muy
bueno reloción con su tío, y creío que ero un buen eiemplo pcrro sus
seis hiios.
Tros cosorse ion pronto, vivieron los primeros oños sin hiios en
uno viviendo de protección oficiol. Allí posoron lo mejor époco de su
reloción. A los tres oños de motrimonio, se troslodoron o uno vivien-
do propio. Pero empezoron o no soportor bien lo estrecho convi-
vencio. Ocurrieron entonces vorios hechos que no se osumieron. En
primer lugol un embotc'zo no deseodo que ocobó en oborto por moti-
vos económicos. Poro Victorio, el oborto fue uno corgo emocionol
186 {b, t" relación arrlorosa colno proceso

muy pesodo. Pero Dovid lo superó de mqnero rocionol. Duronte los


veínlícÍnco oños tronscurridos desde entonces
iomós hon hoblodo
sobre este hecho. Llorondo, Victorio contó en lo teropio cuónto hobío
sufrido entonces, cómo se hobío sentido frustrodq y obondonodo por
lo formo de reoccionor de su morido. Victorio, tqr"llo époco, Íni-
cíó enseguido uno reloción con otro hombre, lo "ncuol ofend¡¿ mucho
o Dovíd- Tompoco se hoblobo openos de ello. Dovid tombién tuvo,
por su porte, unq reloción posoiero.
. Se produjo un combio profundo cuondo nocíó el primer hilo o los
ocho oños de cosodos. A portir de entonces, los hi¡os fueron ei centro
de lo reloción. Sólo duronte lo teropio, Dovid fue consciente de que
lo intenso otención que Víciorio ded¡cobo ol hiio le hobío molesto-
do. Sin reconocerlo, hobío tenido celos porque el hi¡o le hobío qui-
todo o su mujer. Algunos oños mós torde, llegó el noiirniento de uno
hi¡o. Solo ohoro, en lo teropío, se hobló sobre cómo se hobío llego-
do o ese nocimíento. En reolídod, el podre de lo hi¡o ero un omÍgo
común. Ellos estobon müy unidos o ese omigo y o su fomilio. Cronáo
Victorio le comunicó su emborozo ol omigo, éste exigÍó que obortoro.
Pero ello quiso tener o su hi¡o porque o.obo ol orlgo.'Él ,orpió lo
reloción bruscomente con Victorio. Duronte dieciochá semonos, Vic-
torio montuvo el emborozo en secreto. Cuondo Dovid se enteró, iom-
bién exigió que oborloro. Pero se encontrobo en ovonzodo estodo de
gestoción., y yo no ero posible obortor. Dovid se sintió profundomen-
te ofendido. Desde entonces, Víctorío ho evitodo todo contocto con el
omigo. Hosio el dío de hoy, lo hi¡o, que yo tiene trece oños, desco-
noce quién es su podre. El omigo iomós ho tenido contocto con lo
niño. Dovid y Victorio iomós hon hoblodo en profundidod de esfo cues-
tión- Desde entonces, ombos hon guordodo silencio. uAmbos son lobos
solitoríos, ombos sufren y se sienten frustrodos poque no reciben nodo
del otro." Victorío iomós ho podido explicorle o su morido que sus rei-
terodos relociones omorosos son los culpobles de su sentimiento de
soledod en el mqtrimonio. Con su control rocionol, Dovid reprimió
no sólo su sentímíento de humilloción, sino tombién los sentimientos de
Victorio. Hoblor en lo teropio sobre este hecho fue un oliv¡o poro Dovid
y victorio. Lo otmósfero conyugol se relojó mucho, olgo que los hlios
percibÍeron como posiiivo. Los niños hobíon esiodo Áuy intronquiios
por los tensiones entre sus podres, osí que estobon de ocr"rdo en que
fueron o teropio.
La autor realización en el proce
"o &
L87

En lo teropio, nos ocupomos de otros dos temos:


Victorio' Dovid
- Lo reloción que se hobío roto con lo omigo de
hobío sufrido con esto omistod porque sentío celos de lo intimi-
dod que Victorio tenío con esto muier. uYo no tenío derecho o Pro'
h¡b¡rle eso reloción,,, di¡o é1, por lo que nunco le confesó su humi-
lloción ni sus celos. Victorio tenío lo sensoción de que él no estobo
o bien con ello. Ambos se sentíon muy solos oun estondo iuntos.
Lo hi¡o de I 3 oños no sobío nodo de su podre biológico. ¿Cómo
hobío que decírselo? Como lo reloción con su podre ero tenso
porque ello ero uno odolescente, hobío que reflexionor sobre si
ero preciso informor iuntos o lo hiio, si hobío que informor tom-
bién o los hermonos o si hobío que ovisor ol podre biológico,
puesto que quizós lo hiio quisiero hoblor con é1.

Duronte lo entrevisto sobre lo historio relocionol, se hobló sobre temos


tobú esencioles. Ambos dgrruyeron los muros que hobíon levontodo
poro protegerse del otro. El motivo que inició los entrevistos teropéuti-
cos hobio s¡do lo rupturo de Victorio con su omigo. Con lo pérdido
de lo función compensotorio de esto reloción, el mutismo entre Victo-
rio y Corlos se hizo insoportoble, por lo que fue necesorio llevor o
cobo un desorrollo pendiente. Los miembros de lo poreio se encon-
troron de nuevo el uno ol otro, tombién, en el plono sexuol.

Para nuestro concepto ecológico del caso, la recogida de datos


sobre la historia de la relación constituye una base importante
(véase capítulo 12). En la elaboración del conflicto de pare-
ja, es necesario realizar desarrollos pendientes en la rela-
ción que se han reprimido durante la convivencia. Los acuer-
dos a los que pueden llegar los miembros de la pateia para
no estimular, por miedo, desarrollos personales serán el tema
del capítulo siguiente.
Lo outorreolizoción en el proceso de uno reloción omoroso sc0
Etopos del omor Estimuloción de desorrollos personoles Temores y estrotegios defensivos ñ,
LXf
tv-

l. Deseo ve- Reconocimiento de lo propio necesidod Temor o exponerse o lo dinómico omorosCI; defenso medionte F
mente de de omor. lo negoción del deseo vehemente de omor o incrementóndo-
o
omor lo hosto lo irreolizoble.
o
2. Elección tsperonzo de corregir onteriores experiencios Temor o repetir frocosos onteriores; defenso medionte lo elec- F.1

de poreio relocionoles, osí como los desorrollos persono- ción de uno poreio (supuestomente) controloble.
| Í .r.
res v tomiltores erroneos. 5
A r I l.
3. Enomoro-
I

Aperluro o lo reollzocion de nuevos perspecti- Temor o perder el control, sufrir uno regresión, fusionorse,
Fl

.,t a
miento VOS VIIOICS. defenso medionte el rechozo o enomororse o medionle un
enomoromiento controlodo de uno poreio inolconzoble. o
4. Desilusión ome Aceptoción de los limifociones de lo reloción x
Temor o perder el tiempo o ser obondonodo; defenso medionte
roso y soledod omoroso poro el desenvolvimiento de lo outo- ideolizoción de lo felicidod v lo ormonío en el omor. ?1
en el omor nomío. Huido de lo reloción ol oumentor lo desilusión
o
5. Posibilidodes de Configuroción progmótico de relociones com- o
Temor o exoneror o lo poreio de los expectotivos puestos en Q
compensor los pensotorios monteniendo lo primocío de Io re- ello; celos por relociones compensotorios; folto de compromiso
límites del omor loción omorosa. respeclo o los exigencios plonteodos o lo poreio.
I l,
L0 conflgurocton Inversión comprometido del potenciol per-
rT
lemor o perder lo libertod y looutonomío; defenso deiondo
ll
oe un mun00 sonol. obiertos víos de escope, fobio ol motrimonio o huido contro-
común fób¡co* hocio odelonte destruyendo todos los puenres que
quedon detrós.
l Conttofob¡o: conducto con lo que el fób¡co oretende enfrentorse
[f./. de/ t /
directomente ol ob¡ero de su fobio.

iit .:* : . - ,
-
Etopos del omor Estimuloción de desorrollos personoles Temores y estrotegios defensivos

Z, Creoción Necesitorse, reproducirse. Asumir responsobili Temor o ser demosiodo obsorbidos por los hi¡os; búsquedo
de lo fomilio dod por otros. Acuerdo flexible sobre los dere- de olternotivos o entrego totol controfóbico ol hi¡o.
chos de uno mismo, lo poreio y los hi¡os.

B, Coordinoción re Recuperoción de desorrollos oplozodos hosto Temor ol desorrollo conflictivo; temor


o lo libertod de lo poreio;
loiodo de h¡sto- entonces, movor outonomio. defensc impidiendo lo libertod de lo poreio; temor o lo pérdi-
rioles personoles do definitivo de oportunidodes
en lo segundo (-
^\
mitod de lo vido ñ\

(+
9. Jubiloción y lle- Reestructuroción poro moyor convivencio mon- Temor o lo convivencio exclusivo; defenso medionte rencor l.¡
Fl
godo de nietos teniendo outonomío suficiente; inteligencio poro v luchos de ooder. o
cumplir el rol de obuelo y obuelo.
N
.|0,
Motrimonio du- Po¡¡'nr'ilirtriÁn v, nn
,v,,, ol o enveiecer, temor o los ochoques o no querer oceptor- o
-yoyo mutuo convive con lo Temor
ronte lo tercero posibilidod de uno despedldo. los; temor o lo muerte de lo poreio, oferrorse o lo pore¡o.
edod
F.t

I l. Viudedod Integroción del mundo común en el mundo per- Pérdido del sentido de lo vido, perseveror en lo conservoción
sonol, osumir oosibilidodes liberodos de creci- del mundo común onterior; evitor el dolor medionte lo sustitu-
F1
miontn.ror....r.'rl
rrrrvrirv ción precipitodo de lo poreio.
Yvrrvrrvr.
o
Seporoción y Eloboroción de los reoroches, onólisis de erro- Odio y vengonzo contro el sexo opuesto, temor o un nuevo a
divorcio res cometidos; consecuencios poro uno nuevo frocoso, huido hocio odelonte mediqnte unq nuevo reloción
oorero. de poreio, ideolizoción de lo nuevo reloción y evitoción de &
contlictos.
cc

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