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Iáñez, Eduardo (1989) - El Renacimiento Europeo. Historia de La Literatura Universal 3
Iáñez, Eduardo (1989) - El Renacimiento Europeo. Historia de La Literatura Universal 3
El Renacimiento
literario europeo
Historia de la literatura universal - 3
ePub r1.0
jaleareal 08.03.16
Título original: El Renacimiento literario europeo
Eduardo Iáñez, 1989
Diseño de cubierta: Antonio Ruiz
b) La corte napolitana
a) Ariosto (1474-1533)
b) Tasso (1544-1595)
3. La prosa humanista
a) Maquiavelo
b) Guicciardini y la historiografía
d) Aretino
a) La poesía
c) El cuento
d) La biografía
1. Renacimiento y Reforma
a) Biografía
b) «Gargantúa y Pantagruel»
b) La «Pléyade»
b) La erudición
c) La historiografía
e) El moralismo de Montaigne
b) La comedia
a) Nebrija
3. La lírica renacentista
a) Boscán
b) Garcilaso
4. La prosa imperial
a) Guevara
b) Alfonso de Valdés
c) Juan de Valdés
d) Villalón
6. La prosa narrativa
a) El «Lazarillo de Tormes»
7. El teatro renacentista
a) Torres Naharro
b) Gil Vicente
2. La poesía
a) Herrera
c) Poetas menores
d) La poesía épica
3. Ascéticos y místicos
a) Tradición e innovación
b) La prosa narrativa
b) Teatro clasicista
1. Biografía
2. La poesía de Cervantes
a) El teatro de Cervantes
Un tanto confusa resulta la cuestión del teatro
cervantino, el cual, de cualquier forma, posee indudable
valor, hasta el punto de constituirse Cervantes en uno de
los más representativos prelopistas; esto es, en uno de
los precursores de lo que sería, ya contemporáneamente,
el teatro de orientación estrictamente nacional —junto
con Lope de Rueda y Juan de la Cueva (véase el
Epígrafe 5.c. del Capítulo 4)—. Quiere esto decir que
Cervantes sería integrante de la corriente nacional que
daría lugar al gran espectáculo teatral del siglo XVII,
cuyo representante sería Lope; tal corriente se enfrenta al
teatro clasicista y le opone un drama liberado del
preceptismo aristotélico y de los moldes clásicos.
b) La obra dramática
c) Los entremeses
a) «La Galatea»
5. El «Quijote»
d) Los personajes
a) Humanistas e historiadores
2. Camões
a) Biografía
b) «Os Lusiadas»
c) Poesía lírica
d) El teatro de Camões
a) Gil Vicente
b) Sá de Miranda
d) Ferreira de Vasconcellos
1. Humanismo y Reforma
b) Lutero y la Reforma
La importancia de Lutero (1483-1546) radica,
indudablemente, en su perfecta teorización y
sistematización de la Reforma religiosa, de la que él se
convirtió en símbolo. Pese a ello, no nos interesa aquí
tanto en este sentido como en el literario, pues no se
debe olvidar que, si humanismo y Reforma estuvieron
inevitablemente unidos, Lutero comprendió a la
perfección que ésta pasaba por una práctica de tipo
humanista necesaria para la tarea reformista. A este
respecto, la principal aportación de Lutero se produjo a
nivel lingüístico: consciente —por otra parte, como
todos los humanistas de su siglo— de la importancia de
lo lingüístico para la fundamentación de cualquier saber
ulterior, se aplicó de forma preferente a la
sistematización de una lengua válida para acabar con la
diversidad de los dialectos literarios alemanes
anteriores. Aunque provenientes todos ellos de la
disgregación de la lengua culta utilizada por los clérigos
medievales, Lutero se vio en la necesidad de servirse de
su tradición repetidamente, en tanto que única forma
válida, a cualquier nivel, de producción literaria
precedente.
Lutero conforma toda una labor de pensamiento a
través de una labor lingüística que a la vez debía pasar
necesariamente por una tarea de reforma religiosa: como
se comprobará —algo se ha dicho ya anteriormente—, la
cuestión de la Reforma religiosa del siglo XVI no es
simple, y en ella intervienen multitud de factores
políticos y económicos que buscan su justificación en
determinadas concepciones —científicas, literarias,
lingüísticas; ideológicas en suma— cuya interrelación no
era caprichosa para los humanistas renacentistas. No es
por ello de extrañar que una de las piedras de toque de
la Reforma se halle en la pertinencia de las traducciones
a las lenguas vulgares de las Escrituras, a las cuales era
especialmente reacia Roma: si bien es cierto que habían
existido ya traducciones de determinados pasajes e
incluso intentos de traducciones completas de la Biblia,
tales versiones —y no sólo en Alemania, sino en toda
Europa— se descubren pobres e imperfectas,
fundamentalmente por cuanto que la erudición de la Edad
Media se había servido del latín como instrumento de
conocimiento, dejando de lado la lengua vulgar por
considerarla inferior a la eclesiástica manejada
habitualmente por los personajes de cultura. Este
desplazamiento de la lengua vulgar a nivel de
producción literaria se dejaría sentir fuertemente en
Alemania, país que había sido enclave de algunos de los
centros y personajes de cultura —monasterios y escuelas
eclesiásticas— más importantes y relevantes de la Edad
Media europea, y donde el latín había gozado de mayor
cultivo.
La traducción de la Biblia de Lutero —el Nuevo
Testamento fue traducido en 1522, y más tarde, en 1534,
la Biblia íntegra— se reveló como el gran
acontecimiento del siglo XVI alemán, ya que no sólo dotó
al libro de accesibilidad, sino que, aún más, logró,
gracias al esfuerzo de traducción, realmente difícil en
numerosas ocasiones, crear toda una tradición literaria
que habría de seguirse para establecerse como dialecto
literario por excelencia: realmente jugosa, rica y
variadísima, los escritores de los siglos siguientes
encontraron en ella una fuente inagotable de giros y
expresiones que abrieron la época del alemán moderno.
Consciente del valor expresivo del latín, Lutero tuvo la
oportunidad de abandonar el camino lógico de la
traducción para aplicarse a la búsqueda de la
expresividad por medio de un lenguaje hiperbólico y
metafórico, truculento a veces, pero de gran efectividad
dramática. Ya desde sus primeros escritos doctrinales
(en torno a 1520), Lutero se nos presenta como un
escritor más «dramático» que «lógico»: orientadas hacia
lo persuasivo, sus producciones no persiguen la validez
del pensamiento, sino su efectividad por medio de
recursos retóricos muy bien ensayados y logrados,
técnica ésta que casi lo acerca más a la forma medieval
que a la preferentemente razonada propia del
pensamiento moderno.
Lutero fue, además de traductor, satírico y poeta: sus
sencillos sermones no tienen otra finalidad que, en una
línea muy seguida posteriormente por el protestantismo,
instruir a sus oyentes; comenta familiarmente la Biblia y
esmalta sus sermones con narraciones y anécdotas. En
sus escritos satíricos aparece una mayor pasión, propia
de un momento de controversia por el cambio de la
época, recomendando, sin embargo, en todo momento el
manejo y conocimiento exhaustivos y constantes de la
Biblia como fundamento para el ataque al Papado y a lo
que representa.
Como poeta escribió treinta y siete cánticos o himnos
—uno de ellos, el célebre Coral— para los que incluso
componía la música; muy imitados como elemento
propio e indispensable para la celebración evangélica
protestante, son de poco valor.
c) Polemistas
a) Georg Wickran
b) Rollenhagen
d) La narrativa popular
1. Renacimiento y «renacimientos»
2. El humanismo inglés
a) Filólogos y retóricos
b) Tomás Moro
c) La literatura religiosa
b) Thomas Wyatt
d) Otros poetas
4. El teatro
Convenientemente protegido por el rey y por los
nobles, quienes veían en él un excelente modo de
entretenimiento de la corte, un pasatiempo ideal para sus
súbditos y una preciada arma para las reformas
políticas, el teatro se encontró en Inglaterra con unas
condiciones de desarrollo desconocidas en otros lugares
de Europa: entendido allí como espectáculo efectivo, se
aplicaron al género dramático verdaderas compañías —
tanto regias como, más tarde, universitarias y, en
cualquier caso, profesionales— que entendieron a la
perfección las necesidades del público y crearon las
condiciones justas para el asentamiento de la gran época,
poco posterior, del teatro inglés y europeo.
a) Moralidades e intermedios
b) El influjo clasicista
a) Lyly
b) Spenser
a) Poesía épico-nacionalista
b) Italianismo y tradicionalismo
c) La poesía religiosa
a) La prosa narrativa
b) El ensayo
a) Thomas Kyd
Nacido en Londres, Thomas Kyd (1558-1594), del
que quedan muy pocas noticias, es autor de una obra
fundamental para la historia de la tragediografía inglesa,
La tragedia española, de indudable influjo senequista.
Basada en el tema de la venganza implacable, el
argumento de La tragedia española es el que sigue:
Horacio, hijo de Jerónimo y mariscal de España, ha sido
apuñalado una noche por el príncipe Baltasar y por
Lorenzo cuando hablaba con su prometida Bellimperia,
hija del duque de Castilla y hermana del propio Lorenzo.
La novia y el padre de la víctima buscan a los culpables
para vengarse, y para ello Jerónimo se finge loco; en la
fiesta que se celebra con motivo de las bodas entre
Bellimperia y Baltasar, el príncipe homicida, se
representa una tragedia de tema turco que se resuelve en
una matanza general: Bellimperia apuñala a Baltasar y se
quita la vida; Jerónimo, habiendo intentado ahorcarse,
consigue un cuchillo para sacar punta a la pluma, y con
él mata al padre de Lorenzo y luego él se suicida. En
medio de una marcha fúnebre, aparece el espectro de
Andrés, el primer enamorado de Bellimperia —al que ya
Baltasar había matado traicioneramente en la guerra—, y
expresa su satisfacción por haber obtenido la venganza
que reclamara en el prólogo.
Evidentemente, en la obra hay un exceso de
truculencia sangrienta y fantasmagórica, pero la pieza,
muy popular en su tiempo, recogía a la perfección,
aunque embrionariamente, los logros que más tarde hubo
de llevar a su forma maestra Shakespeare, quien debió
de servirse de esta Tragedia española para la
composición de su Hamlet, y más aún teniendo en cuenta
que Kyd es también autor de un Hamlet hoy perdido.
b) Marlowe
1. Biografía
2. Obras de aprendizaje
a) Comedias
4. Dramas históricos
6. Obras finales