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Implantación anómala

El sincitiotrofoblasto produce diversas hormonas, entre ellas la gonadotropina coriónica


humana . Hacia el final de la segunda semana ya hay suficiente cantidad de esta hormona para
poder detectarla mediante radioinmunoensayo, método que sirve de base para la prueba de
embarazo.

El 50 % del genoma del embrión implantado deriva del padre, y por lo tanto, es un cuerpo
extraño que el sistema materno potencialmente debería rechazar, como sucedería con el
rechazo de un órgano transplantado. El sistema inmunológico de una mujer embarazada debe
cambiar para que tolere la gravidez. La manera como esto sucede se desconoce, pero al
parecer la inmunidad celular cambia por humoral (medida por anticuerpos) esto protege al
embrión del rechazo. Sin embargo, los cambios del sistema inmunológico aumentan la
predisposición de la mujer a ciertas infecciones como influenza, lo que explica el mayor riesgo
de mortalidad por estas infecciones entre las embarazadas . Además las manifestaciones de
las enfermedades autoinmunitarias cambian durante el embarazo. Por ejemplo, la esclerosis
múltiple y artritis reumatoide, enfermedades mediadas principalmente por inmunidad celular,
mejoran durante la gravidez, mientras que el lupus eritematoso generalizado (principalmente
inmunidad humoral) es más grave en la embarazada.

A veces, existen lugares de implantación anómala incluso dentro del mismo útero.
Normalmente, el blastocito humano se implanta a lo largo de la pared anterior o posterior del
cuerpo uterino. En ocasiones, el blastocito se implanta cerca del orificio interno del cuello del
útero, de manera que, una vez que está más avanzado el desarrollo, la placenta cubre esta
abertura ( orificio interno del cérvix) y causa hemorragias graves potencialmente mortales
durante la segunda parte del embarazo o durante el parto

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