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MARTA B. GOLDBERG
1
EMILIO RAVIGNANI “Padrones complementarios de la ciudad de Buenos Aires
(1806, 1807, 1809, 1810)”, en FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS: Documentos
para la historia argentina, tomo XII, Buenos Aires, 1919.
2
Publicado por MANUEL RICARDO TRELLES: Registro estadístico del estado de
Buenos Aires, 1858, tomo primero, pág. 67, Buenos Aires, 1859.
3
Recopilación de las leyes y decretos promulgados en Buenos Aires, 1º de enero de
1836, hasta fin de diciembre de 1840, tercera parte, pág. 1386, Buenos Aires, Im-
prenta del estado, 1841.
7
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (en adelante AGN): Padrones de ciudad y
campaña, 1836, X-25-2-4, y AGN: Censo habitantes ciudad y campaña, 1838,
X-25-6-2.
8
NICOLÁS BESIO MORENO: Buenos Aires, puerto del Río de la Plata, capital de la
Argentina. Estudio crítico de su población 1536-1936, Buenos Aires, 1939.
9
Registro Estadístico de la Provincia de Buenos Aires, 19 números, Buenos Aires,
1822-1825 en adelante citaremos REPBA.
10
AGN: Bautismos, casamientos y defunciones, 1825-1826, X-22-5-5.
11
Ibídem, 1827, X-22-8-2; 1828, X-32-8-5; Censos, 1813-1861, X-42-8-5;
Estadística, 1821-1863, X-41-6-4; 1821-1865, X-23-3-2; 1821-18665 X-41-6-5.
12
Ibidem, cit., X-42-8-5 y cit., X-41-6-4.
13
“Gazeta de Buenos-Ayres del sábado 11 de mayo de 1816”, Nº 55, págs. 537 y
538, en Gaceta de Buenos Aires (1810-1821), Reimpresión facsimilar dirigida por la
Junta de Historia y Numismática Americana, tomo IV, 1814 a 1816, Buenos Aires,
1912.
14
Censo Arzac, en TRELLES, ob. cit., loc. cit., y REPBA, Nº 1 al 11, pág. 21, 1822,
y Nº 12, 1823 págs. 23.
15
REPBA, Nº 12, marzo de 1823, pág. 23. El Censo Arzac establece 55.416
pobladores, en TRELLES, ob. Cit., loc. Cit.
16
AGN: Movimiento demográfico, 1837-1844, X-23-4-5, y Nacimientos, defuncio-
nes y matrimonios, 1836-1846, X-16-10-7.
17
EMILIO RAVIGNANI: “Padrones de la ciudad y campaña de Buenos Aires
(1726-1810)”, en Documentos, etc., ob. cit., tomo X, pág. XXIII; Buenos Aires,
1920, 1955.
18
BESIO MORENO, ob. cit., págs. 342 a 346.
19
Ibídem pág. 284.
20
“El Independiente, Buenos-Ayres 24 de enero de 1815”, Nº 3 págs. 31 y 32; en
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA: Periódicos de la época de la Revolución de
Mayo, IV, El Independiente (1815-1816), reproducción facsimilar publicada con el
auspicio de la Comisión Nacional Ejecutiva del 1509 aniversario de la Revolución de
Mayo, Buenos Aires, 1961.
21
ALEJANDRO GILLESPIE: Buenos Aires y el interior, pág. 65, La Cultura Argentina,
Buenos Aires, 1921.
22
M. JULLIEN M... (MELLET): Voyage dans l’Amérique méridionale depuis 1809
jusqu’en 1819, pág. 24, París, 1823.
23
J. P. y G. P. ROBERTSON: “Camas de Sud-América”, Segunda serie, Episodios
históricos, Vida y costumbres de Buenos Aires, Viaje a Inglaterra (1810-1819),
traducción, prólogo y notas de JOSÉ Luis BUSANICHE, II, pág. 184, Emecé Editores
S. A., Buenos Aires, 1950.
24
Con respecto a estos tres últimos grupos, cabe aclarar que a partir de 1810
-aunque este hecho no implique necesariamente una modificación sustancial de
actitud hacia ellos- los documentos oficiales tienden, cada vez más, a reemplazar
los términos indio, mulato y negro que anteriormente los designaban por los
“eufemismos” natural, pardo y moreno, respectivamente, denominaciones que
utilizaremos también nosotros en este trabajo.
25
Si bien la denominación “pardo” podría incluir, por su vaguedad a los mestizos,
algunas consideraciones nos llevan a suponer que se aplicaba especialmente a los
mulatos o, más precisamente, a aquellos que tenían ascendencia negra, es decir a
los afroeuropeos y a los afroindígenas, y que, en cambio, los euroindígenas estarían
considerados como naturales o, dependiendo ello del grado de mestizaje,
directamente como blancos. Nuestra suposición surge, básicamente, de la
comprobación -en los innumerables documentos analizados- de la inevitable
mención de la condición de libre o esclavo, que siempre acompaña a la
denominación “pardo”. Esto se observa, también, en el mismo resumen del censo
de 1822 que, como hemos señalado anteriormente, sólo subdivide en libres y
esclavos a los pardos y morenos y donde, asimismo, entre otras consideraciones
aclaratorias agrupadas bajo el título “Notable” se especifica “Libertos resultan 1.986
entre los 2.540 pardos y morenos niños libres”. En cualquier caso, el grupo pardo
sería el único grupo “mezclado” indicado con precisión en este censo de 1822.
26
El casamiento entre individuos pertenecientes a distintas “castas” estaba
prohibido legalmente en la época colonial y el concubinato afroeuropeo y
afroindígena eran sancionados con la más vigorosa desaprobación social. Véase
MAGNUS MÖRNER, La Mezcla de razas en la historia de América Latina, cap. IV,
Paidós, Buenos Aires, 1989.
27
Si bien ello no fue el objetivo de esta comparación, es importante señalar que los
pardo-morenos muestran mayor concentración de su población en zona urbana que
los otros dos grupos. La distribución de la población de cada uno de los grupos
según habiten, respectivamente, en zona urbana o suburbana es como sigue:
blancos: 85,88 y 14,11%; naturales: 86,09 y 13,9%; y pardo-morenos: 91,17 y 8
82%. A nuestro entender, esto se debería a aspectos ocupacionales específicos de
los pardo-morenos en esta sociedad, que las fuentes de la época localizan en zona
urbana. Otro aspecto a destacar es que en el grupo de pardos a diferencia de lo que
ocurre en la zona urbana, hay prácticamente la misma cantidad de varones y
mujeres (162 y 159 respectivamente), en su gran mayoría libres. Con respecto a
esto, los motivos podrían ser los señalados por Endrek (véase más adelante nuestra
nota 30). En el caso del grupo moreno, lo significativo es que en la zona suburbana
el porcentaje de esclavos es mucho mayor que en la zona urbana: 93% para los
adultos y 83% para los ancianos. Compárese con los porcentuales registrados para
el conjunto de la población (urbana y suburbana) en nuestra nota 34.
28
MARTA B. GOLDBERG y LAURA B. JANY: “Algunos problemas referentes a la si-
tuación del esclavo en el Río de la Plata, en ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA,
Cuarto Congreso Internacional de Historia de América, celebrado en Buenos Aires
del 5 al 12 de octubre de 1966 tomo VI, págs. 61 a 75, Buenos Aires, 1966.
29
Ibídem; y AGN: Guerra-rescate de esclavos 1813-1817, X-43-6-7; X-43-6-8,
Esclavos-Compra por el estado, III, 37-3-22
30
En el censo de la ciudad de Buenos Aires de 1778, la tasa de masculinidad de
color para jóvenes y adultos era de 86. Moreno, que la calculó, considera que
podría deberse a que los esclavos varones en edad activa fuesen destinados a la
campaña y a la posible preferencia, en las ciudades, por la mujer esclava “hecho
confirmable por el mayor precio abonado por ellas en el puerto de Buenos Aires”
(JOSÉ LUIS MORENO: La estructura social y demográfica de la ciudad de Buenos
Aires en el año 1778, en Univ. Nac. del Litoral Fac. de Filosofía y Letras, Anuario del
Inst. de Investigac. Históricas Nº 8, pág. 168, Rosario, 1965). Creemos que en
1822 el cierre de la inmigración africana desde diez años atrás pudo afectar la tasa
del grupo moreno, pero con respecto al pardo -con una tasa general de 54 y adulta
de 48- donde ese factor no tuvo incidencia, debe considerarse la pérdida por
egreso, por utilización en los ejércitos y/o por emigración hacia la campaña y el
cada grupo de edad muestra que entre los niños, los pardo-morenos
tienen la tasa de masculinidad más baja (blancos; 96,7;
pardo-morenos: 77,6); otro tanto ocurre entre los ancianos (blancos:
108,2; pardo-morenos: 93,7); pero en este último caso merece
destacarse la significativa diferencia entre la tasa de masculinidad
morena: 117,3, y la parda: 54. Esta última diferencia podría deberse
a la emigración de pardos libres hacia el interior y la campaña
señalada por Endrek.31 En lo que respecta a los niños, la baja tasa de
masculinidad se debería a la mayor mortalidad masculina infantil del
grupo de color que analizaremos más adelante. La consecuencia que
podemos destacar es que la tendencia a una baja masculinidad adulta
no podrá ser modificada por esta nueva generación’ y que, por el
contrario, se acentuará y favorecerá por lo tanto a otro factor que
facilita la declinación del grupo en estudio: la incidencia del
mestizaje.
Si tomamos como a un solo grupo a los pardos y morenos,
veremos que entre los adultos y los ancianos los pardos constituyen
un tercio de dicho grupo; en cambio, entre los niños, casi la mitad es
parda. El mestizaje, favorecido -como señalamos- por la baja tasa de
masculinidad adulta, no se debe a casamientos interraciales, ya que
éstos son casi inexistentes en las nóminas parroquiales consultadas,
sino a uniones “ilegítimas”. Los registros de las parroquias de
Monserrat, San Miguel, Piedad, Socorro y Sagrario del Sur de los años
1826 a 1831 inclusive, nos permitieron calcular para ese período lo
que denominamos “índice de ilegitimidad diferencial” (número de
ilegítimos por cada cien legítimos bautizados en cada grupo étnico);
dicho índice sería de 33 para los blancos y de 88 para los de color.
Este índice, significativo en sí mismo por las implicaciones sociales
que tiene para el grupo de color, se relaciona íntimamente, dado el
contexto social en que se produce, con la elevada mortalidad infantil
del grupo -analizada más adelante- y por lo tanto con su franca
declinación, que puede apreciarse también en el censo, donde los
interior de pardos libres donde “las barreras de color” eran menos rigurosas; a esta
conclusión arriba Endrek, al analizar las cifras del censo de 1813 en la campaña
cordobesa (EMILIANO ENDREK: “El mestizaje en Córdoba, siglo XVIII y principios
del XIX, en UNIVERSIDAD NAC. DE CÓRDOBA, Facultad de Filosofía y Humanidades
Instituto de Estudios Americanistas, Cuadernos de Historia, Nº XXXIII, pág. 18,
Córdoba, 1966).
31
Véase cita anterior.
32
Porcentaje de niños, adultos y ancianos respectivamente, en cada grupo étnico
blancos: 34,8; 55,1 y 10,1; naturales: 36,8; 54,8 y 8,3; pardos y morenos: 26,4;
66,1 y 7,5.
33
En el rubro Notable del censo de 1822, establece el número total de longevos (de
90 o más años) y los diferencia por sexo y grupo étnico. No registra ningún natural
longevo. Con estos datos calculamos el número de longevos por cada cien ancianos
en cada grupo, lo que nos dio los siguientes índices: blancos: varones 0,8, mujeres
1,37; pardos: varones 4,6 y mujeres 0,03; y morenos: varones 0,3 y mujeres 2,10.
34
Censo Arzac, en TRELLES, ob. cit., loc. cit., columna 40
35
Censo Arzac, en íd. íd., y REPBA, número 12, marzo de 1823, Imprenta de la
Independencia, Buenos Aires, pág. 21.
36
Tasas (por mil):
37
La mayor mortalidad masculina infantil del grupo de color parece ser una cons-
tante. En 1828, la mortalidad de niños de 0 a 1 año por mil nacidos vivos por sexo
es como sigue: blancos, varones: 245,91; mujeres: 250,94; de color, varones:
442,45; mujeres: 375,75.
38
BESIO MORENO, ob. cit., págs. 140 y 141.
39
Parish, representante británico en el Río de la Plata desde 1824 a 1832, dice al
respecto: “Un gran número de criaturas mueren en la primera semana de su
existencia a causa del llamado «mal de los siete días»; pero como esto se limita
principalmente a las clases bajas, puede en la mayor parte de los cases atribuirse a
la ignorancia o negligencia de las madres... Vense muchas de las lavanderas de
Buenos Aires entregarse a sus trabajos habituales a la orilla del río a los tres o
cuatro días después del parto, teniendo las criaturas acostadas sobre un pedazo de
cuero frío, cerca de ellas, sobre el húmedo suelo. ¿Puede a nadie extrañar que a
causa de esto se resfríen y mueran?”. El mismo autor, en otro párrafo de su obra,
dice: “Casi todas las lavanderas de Buenos Aires son negras libres o mulatas”.
WOODBINE PARISH: Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, desde su
descubrimiento y conquista por los españoles, traducción aumentada con notas y
apuntes de Justo Maeso, estudio preliminar de José Luis Busaniche, en Colección “El
Pasado Argentino”, dirigida por Gregorio Weinberg, págs. 195 y 181, Hachette,
Buenos Aires, 1958.
40
Véase nuestra nota 37.
41
Nacimientos y defunciones de libertos (en Gazeta de Buenos Ayres..., cit., núm.
55, págs. 537 y 538). A partir de los dates registrados resultaron los índices que
siguen: mortalidad por mil nacidos vivos: varones, 399; mujeres, 352. Índice de
masculinidad en nacidos vivos, 101; índice de masculinidad en sobrevivientes, 94.
42
Decretos del 3 y 10 de marzo de 1826, del 28 de marzo y del 12 de setiembre de
1827, sobre fomento del corso contra el Brasil, en REGISTRO OFICIAL DE LA
REPÚBLICA ARGENTINA, que comprende los documentos expedidos desde 1810
pasta 1873, tomo II, 1822 a 1852, págs. 111, 113, 182 y 207, Buenos Aires, 1880.
43
“Interpretación del decreto del 4 de febrero de 1813 sobre libertad de esclavos”,
en ibídem, tomo I, 1810-1821, págs. 253 y 254, Buenos Aires, 1879.
44
“Decreto declarando libre la enajenación de los esclavos introducidos después de
la ley de 1813”, Buenos Aires, octubre 15 de 1831, en Recopilación de las leyes y
decretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de mayo de 1810, hasta el fin
de diciembre de 1835, con índice general de materias, segunda parte, pág. 1103,
Buenos Aires, 1836.
45
“Decreto declarando en todo su vigor las disposiciones prohibitivas del comercio
de esclavos y ampliándolas”, Buenos Aires, noviembre 26 de 1833, en ibídem, pág.
1181, y DALMACIO VÉLEZ: “Sobre el estado de la esclavitud en esta república”, en
JOSÉ M. ÁLVAREZ: Instituciones del Derecho Real de España, págs. 47 a 52,
Imprenta del Estado, Buenos Aires, 1834.