Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
y otros ensayos
II
Desde Hölderlin a Gottfried Benn
34 35
los desenfrenos de una naturaleza que también pude manifes gentado y tal calma como sólo es capaz de soñarla un poeta. En
tarse — estamos en América— de un modo asimismo fuera délo todas partes, a lo largo de la fuente del valle, al resplandor de
común. El temblor de tierra, eco externo de la angustiosa la luna, un grupo de gente se había sentado y se preparaba un
confusión de los sentimientos del milagrosamente liberado suave lecho de musgo y hojas secas, para descansar de un día
Jerónimo Rugera, vibra paralelamente con su conturbado esta tan lleno de tormentos. Y como los desgraciados aún se queja
do de ánimo, como lo ilustra el siguiente fragmento: ban, éste que había perdido su casa, aquél, mujer e hijos, y el
“Apenas se halló al raso, cuando toda la calle, sacudida ya tercero, todo, Jerónimo y Josephe se deslizaron hacia un bos-
una vez, se precipitó del todo ante un segundo movimiento déla quecillo más espeso para no entristecer a nadie con los íntimos
tierra. Sin saber cómo podría salvarse de toda esa destrucción, gritos de júbilo de sus almas. Encontraron un espléndido
se apresuró, pasando por encima de escombros y vigas, hada granado que extendía sus ramas a lo lejos, llenas de frutos
una de las próximas puertas de la ciudad, en tanto que la muerte perfumados, y el ruiseñor gorjeaba su voluptuosa canción en la
lo iba acechando desde todos lados. Aquí se derrumbaba una copa del árbol. Aquí Jerónimo sentóse junto al tronco, Josephe
casa y lo perseguía, arrojando en torno los escombros, hacia una en la falda de aquél y Philipp en la de Josephe, los cuales,
calle adyacente; allí, una llama lamía ya, fulgurando desde cubiertos por su manto, se entregaron al reposo. La sombra del
nubes de humo, a través de todas las fachadas y lo ahuyentaba, árbol pasó sobre ellos con sus luces esparcidas, y la luna
lleno de pavor, hacia otra; aquí el río Mapocho rodaba a su empalideció de nuevo ante la aurora hasta que conciliaron el
encuentro, creciendo más allá de sus orillas, y lo arrastraba sueño”.
rugiendo a una tercera. Allí yacía un montón de muertos, aquí La noche en calma con su perfume tranquilizador, el
gemía aún una voz debajo de los escombros; allí gritaban gentes argentado brillo del satélite infundiendo, a lo largo del valle,
que se deslizaban desde tejados llameantes, aquí, hombres y una extraña sensación de paz, el sabroso granado y el ruiseñor
bestias combatían con el oleaje; allí, un animoso salvador se (la naturaleza vegetal y la animal en concorde movimiento con
esforzaba en su ayuda, aquí había otro de pie, pálido como un el cielo y los sentimientos amorosos), todo ello contribuye a un
muerto, mientras extendía sus temblorosas manos al cielo”. En estado de beatitud y esperanza, de efectos similares a los de un
una suerte de contrapunto, sabiamente orquestado, el protago discurso consolador pronunciado por un tercer personaje de
nista masculino halla sus posibilidades de vida en medio de la carne y hueso. Y hasta parecería que la misma humanidad se
desolación y la ruina más absolutas. muestra como testigo bondadoso para unirse al maravilloso y
En cambio, en lo que hemos llamado el segundo acto, mudo perdón otorgado por una naturaleza amiga, según da a
habiendo cobrado aliento la pareja, vivos ambos y en brazos uno entender el relato algo después.
del otro, la naturaleza, lejos de ser el telón pintado de una Por el contrario, el último acto, donde el curso de aconteci
escenografía, juega también su papel de personaje principal. mientos desorbitados de trágico desenlace se desenvuelve con
Sirvan las líneas siguientes para ilustrarlo; profunda ironía en medio del sagrado recinto que congrega a la
“Entretanto, la noche más hermosa había descendido, llena muchedumbre agradecida a Dios de su salvación, muestra
de un aroma maravillosamente suave, con tal resplandor ar desde el comienzo su contorno amenazador. Ello surge con toda
38 39
evidencia en el párrafo siguiente, que Kleist contruye así:
“Cuando arribaron a la iglesia de los dominicos, el órgano Sarmiento y Memania
se dejaba ya escuchar con musical magnificencia, y una muche
dumbre inmensa agitábase en esa dirección. El gentío se apiña
ba desde lejos, de los portales hasta el atrio de la iglesia, y desde
lo alto de los muros había muchachos suspendidos, en los
marcos de los cuadros, los cuales extendían sus gorras con
miradas esperanzadas. La luz descendía desde todas las arañas
de cristal, los pilares arrojaban, en el anochecer que irrumpía,
sombras misteriosas, la gran roseta trabajada de vidrio colorea Alrecibir el 7 de junio de 1871 al ministro que el Imperio de
do en el fondo más extremo de la iglesia brillaba como el mismo Alemana, recientemente fundado, había acreditado ante el
sol del crepúsculo, a la que iluminaba; y el silencio reinaba en gobieno argentino, señor Rodolfo Enrique de Maistre, el enton
toda la reunión, ahora que el órgano había callado, como si nadie ces presidente de la República, don Domingo Faustino Sar
albergara un sonido en el pecho”. miente, pronunciaba las siguientes palabras: “En las profundas
En el apretujamiento de la gente, en la premonición de una transformaciones que las sociedades modernas experimentan,
música majestuosa, pero donde se adivinan timbres siniestros, para nejorar y conformar sus instituciones a las ideas o nece-
y, sobre todo, en el raro y sombrío efecto producido por el juego sidade* de la época, la Prusia principalmente, y la Alemania en
de las luces de las arañas, la noche inminente y la roseta de la gen erg], han respondido mejor que otros pueblos de Europa, y
iglesia que recibe los últimos resplandores de un día agonizan a la pq de las repúblicas, a la suprema exigencia de nuestro
te, intuimos la próxima sangre derramada. Y, cuando la música siglo, a educación de las grandes mayorías, sin la cual las
y luces han acondicionado el ambiente, como una especie de formas republicanas mismas sólo pueden encubrir engañosas
solemne y lúgubre intervalo antes de la irrupción de la trágica oligannias.” Y continuaba así: “Prescindiendo aún de toda
furia humana, el silencio, tan profundo, tan elocuente ante la forma I»>gobierno, la dignidad humana debe a Prusia, por la
inminencia de las muertes futuras, aparece “como si nadie educaiiuíi universal del pueblo, una noble iniciativa, como las
albergara un sonido en el pecho”. cieneiín -ion deudoras de su renovación al espíritu investigador
Esa plasticidad creadora donde los hechos exteriores y los y critic do los pensadores alemanes. Me es grato aquí recorda
íntimos se ajustan tan admirablemente, es una de las causas ros qi* •• ir país honra en los servicios de un gran sabio
que hacen de El terremoto en Chile uno de los cuentos clásicos prusia... (•.< trataba de German Burmeister) “la continuación
de un autor que, como Heinrich von Kleist, alberga la actuali de la <jit o «ir i iumboldt, y que nuestras universidades princi
dad del genio. pian a¡|t§putiirüe las lecciones de vuestros profesores.”
Et a = ,l.tin as de Sarmiento no responden únicamente a
una c<•huhu a de en rácter oficial. Su importancia radica en que
exterifi. a ... onvaciones profundas, maduradas en viajes y en
40 41