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Díaz, 2017.
ISBN 978-987-42-5257-9
CDD A863
Age con sabiduría como los que lees en las redes sociales, y desde
¿Ves? Aquí sigues. Tu solo lee hasta el final. Valdrá la pena, créeme.
ISAIAS 34:14
ROCK VS LA NEGRADA
―¡Soy Jesús!
La conmoción reino en la sala, la mayoría de los dolientes
salió en tropel, tan rápido como podían. Apenas el color les
volvió al cuerpo, sus padres fueron los primeros en reaccionar
y abrazaron llorando a la renacida, quien no entendía por qué
tanto alboroto y que hacia tanta gente a su alrededor y por
qué estaba todo lleno de velas si no era su cumpleaños.
Los medios de comunicación cubrieron el hecho con gran
espectacularidad y se entrevistó a todos los involucrados en la
resurrección.
En los diarios se filtraron algunos pasajes marcados con
infantil colorinche, de los libros que leía.
«Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas
se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que
se negasen a abrir sus ojos y a ver.»
«Tu cuerpo entero, de extremo a extremo del ala, no es más
que tu propio pensamiento, en una forma que puedes ver.
Rompe las cadenas de tu pensamiento, y romperás también
las cadenas de tu cuerpo.»
«Y Él les dijo: ―Por la poca fe de ustedes; porque en verdad
les digo que sí tienen fe como un grano de mostaza, dirán a
este monte: ‗Pásate de aquí allá,‘ y se pasará; y nada les
será imposible.»
Con el tiempo otras noticias fueron desplazando la
situación vivida y se dio por sentado que Rosario debió de
sufrir catalepsia, es decir, un estado biológico en el cual la
persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos
vitales… y que el médico que firmo su defunción estaba
equivocado en su diagnóstico. Cosas así acontecían seguido
en siglos pasados, hoy casi nunca ocurrían, pero alguna que
otra vez, pasaban.
La realidad es que ella solo había hecho lo que proponían los
libros que tenía, que era capaz de ser lo que su voluntad
quisiera. Y su voluntad se convenció que era Jesús. Entonces
lo fue. Y sus ojos color miel continuaron brillando picaros.
FANTASIAS ANIMADAS DE AYER Y HOY,
PRESENTAN
Aserrín, aserrán,
los maderos de San Juan,
piden pan,
no les dan,
piden queso,
les dan hueso.
Aserrin, aserran.
Y les cortan el pescuezo.
En ese momento de la narración, Scheherazada vio
aparecer la mañana y calló discretamente.
IRRESISTIBLE