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Carl Brashear, un hombre de honor...

Carl Brashear nació el 19 de enero de 1931 en Tonieville, Kentucky, en los Estados Unidos y fue el sexto
de ocho hijos de unos agricultores, en 1935 la familia se instaló en una granja en Sonora, Kentucky.
Desde muy pequeño amaba estar en el agua y en muchas ocasiones se escapaba a nadar en lugar de
ir a la escuela. Finalmente renunció en el séptimo grado y empezó a trabajar en una estación de servi-
cio. En 1948, cuando tenía 17 años, Carl se unió a la Marina de los Estados Unidos como cocinero.
Pronto se dio cuenta que quería más cuando vio las prácticas de buceo en el barco donde prestaba sus
servicio, él quería ser buzo.- Carl Brashear tuvo la oportunidad de conocer su vocación desde muy
pequeño y la satisfacción de poder ir tras ella, no importaba lo que le costara-.

Carl hizo una solicitud para la escuela de buceo, pero se encontró con muchísimos comentarios negati-
vos. El jefe de personal le dijo que la Marina no tenía ningún buzo “de color”, a lo que Carl respondió: “La
Marina está a punto de tener uno”. Tuvo que hacer muchas solicitudes y papeleo, pero finalmente, en
1953, fue inscrito en el programa de buceador de aguas profundas. Cuando llegó a la escuela de buceo
el oficial de formación creyó que estaba ahí para ser el cocinero. La vida no fue nada fácil en la escuela.
Algunos oficiales e instructores intentaron todo lo posible para sacarlo del programa, se enfrentó a una
extrema dosis de racismo. Encontraba en sus literas notas que decían: “¡Hoy te vamos a ahogar, negro!”
y “No queremos ningún buzo negro”. Sin embargo, Carl, mostrando una enorme fortaleza siguió
adelante. Afortunadamente el contramaestre de primera clase lo estimulaba a terminar y finalmente se
graduó.- Con la decisión y determinación que tenía de alcanzar su objetivo pudo aguantar toda clase
de maltratos y sobreponerse, además contaba con la ayuda del contramaestre, siempre hay alguien
bueno a nuestro alrededor-.

Después de graduarse regresó a su barco, el portaaviones Trípoli. Tres meses más tarde fue trasladado
a la nave de salvamento y rescate oportuno. Amaba su vida en la Marina siendo buzo. Pero él quería
más, no estaba satisfecho con el buceo con aire ya que por lo general no funciona a profundidades
mayores de 285 pies. Después de 7 años presentó su candidatura para su entrenamiento como buzo
de primera clase en US Navy Deep Sea Diving School en Washington D.C., sin embargo no lo logró. Este
tipo de buceo era en extremo pesado, pero ese no era el problema para Carl, su problema era la teoría
del buceo: física, medicina, dinamismo, técnicas de salvamento, etc. Se inscribió en el US Armed Forces
Institute y trabajó durante 3 años para dominar las matemáticas, la física y la química necesarias,
recibiendo la equivalencia de la escuela secundaria. De regreso a US Navy Deep Sea Diving School
ahora sí lo logró, graduándose como el tercero de su clase.- Todo el tiempo que tuvo que esperar y
estudiar para poder continuar avanzando hacia su meta valió la pena y no lo desanimó, al contrario,
buscó cubrir todos los requisitos indispensables para lograrlo y lo logró.

Para 1965, a bordo del USS Shakori, se convirtió en el Jefe Contramaestre del barco, y así empezó a
avanzar poco a poco en su camino en la obtención de rangos cada vez más altos en la Marina. Pronto
se convirtió en Buzo Líder, después Oficial en Curso de Cubierta y luego Buzo Maestro y Jefe de Servi-
cios del Puerto. A continuación lo impensable ocurrió. Carl sufrió la experiencia más dolorosa de su
vida y que ponía en riesgo su carrera.
En 1966 la Fuerza Aérea perdió una bomba nuclear en la costa de Palomares, España. La Marina fue a
recuperar la bomba. Hicieron una réplica de la bomba para ver como aparecería en la pantalla del
sonar, fue un trabajo muy lento pues tardaron varios meses en encontrarla. Después de localizarla Carl
Brashear y su equipo la acercaron a la superficie, después trajeron un barco para poner en cubierta la
bomba y guardarla ahí. Sin embargo una línea de amarre de la grúa se rompió poniendo en peligro a
todos los que estaban ahí. Brashear empezó a empujar a todos los marineros que pudo antes de que
un tubo se desprendiera, volara a través de la cubierta y le rompiera la pierna por debajo de la rodilla.
Lo que sucedió después cambiaría para siempre la vida de Brashear, primero para mal y después para
bien. Siempre se ha dicho que todo lo que nos pasa es por algo y para algo, y al final siempre trae algo
bueno y en el caso de Carl lo veremos a continuación.

La pierna de Carl sufrió múltiples fracturas, mar adentro, sin doctores ni morfina, tuvo que aguantar
con solo dos torniquetes. Esperó por cuatro horas con la pierna totalmente mutilada y sin atención
médica a que un helicóptero lo llevara a la base aérea de Torrejón, para ese momento ya estaba incons-
ciente y casi dado por muerto. Una vez estabilizado su ritmo cardíaco le pusieron 9 litros de sangre para
que volviera en sí. Su pie se empezó a infectar con gangrena antes de que fuera transferido a un hospi-
tal en Alemania donde los doctores le dijeron que tardaría tres años para que pudiera caminar con
aparatos. El deseo y la determinación de Brashear de llegar a su meta de ser un buzo maestro (el
máximo rango para un buzo en la Marina) era muy fuerte, así que pidió que se le enviara a Estados
Unidos.

En Estados Unidos, en un hospital de Portsmouth, Virginia, los doctores le dijeron que podían acortar
su recuperación a 30 meses. Eso no era suficiente para Carl, así que pidió que le amputaran su pierna
por debajo de la rodilla. Y para Carl, cuya fortaleza tenía a los doctores asombrados, no era la pérdida
de su pierna lo que le preocupaba, sino cuándo podría regresar a bucear, una hazaña que los doctores
veían con gracia y como algo imposible.

El consejo que su padre le dio siempre hizo eco en su mente “Sé el mejor”, usó su terca determinación
a pesar de lo inverosímil que su objetivo pudiera parecer. Empezó a leer libros sobre amputados que
habían tenido éxito postquirúrgico y otros sobre cómo mantener una actitud saludable a pesar de su
reciente tragedia. Después de recibir su pierna ortopédica Carl cumplió su promesa a los médicos de
que no volvería a usar una muleta, una vez más se burlaban, y de nuevo, salió sin ella del hospital. Carl
Brashear tomó un autobús a Portsmouth, Virginia donde trató de convencer a los oficiales de Marina
para entrar a la escuela de buceo y se le permitieron pero con poco equipo, le tomaron algunas fotos
para llevarlas al hospital donde fueron puestas en su reporte. Sin embargo no recibió ayuda de la junta
de educación física ni de los hospitales navales, pero él siguió su camino y siguió rehabilitándose. Más
tarde fue llamado de nuevo por la junta directiva y enviado a pasar una semana en alta mar en la escue-
la de buceo para ver si realmente estaba apto para el servicio. Hizo las pruebas frente al capitán,
comandantes y varios miembros de la junta médica. Determinación, trabajo, esfuerzo y más esfuerzo.
“Me vieron sumergirme durante una semana, correr alrededor del edificio, hacer ejercicio físico y calis-
tenia” decía Brashear. Finalmente fue admitido de nuevo en la escuela de buceo. Brashear empezó a
entrenar a los jóvenes reclutas sin que ellos supieran que no tenía una pierna. Todos los días se queja-
ban del fuerte entrenamiento a los que los enfrentaba Brashear sin piedad. Luego, en la tercera semana
de entrenamiento mientras estaban en la alberca los reclutas, Carl se les apareció con su pierna bajo el
brazo, casi les da un infarto cuando vieron que el hombre que los lideraba, con quien platicaban y que
los hacía nadar hasta la muerte tenía una sola pierna. Esto fortaleció a los muchachos y fue una gran
herramienta de motivación para ellos.

Carl Brashear fue reintegrado a fines de 1977. Se retiró de la Marina como un Buzo Maestro y como
Oficial en Jefe Maestro. Hizo estudios de ciencia ambiental en Maryland y Virginia. Después trabajó
para el gobierno en diferentes cargos incluyendo los de ingeniero técnico y especialista en protección
ambiental.

Recibió muchos premios y medallas entre ellos: ocho veces premio de Buena Conducta, Medalla de
Logros en la Marina, Medalla de las Naciones Unidas, y muchas más, también conoció al presidente
Eisenhower quien le regaló un cuchillo que decía “Para Carl M. Brashear de Dwight D. Eisenhower, 1957.
Muchas, muchas gracias”. Varios barcos, entre ellos uno de la Marina de los Estados Unidos llevan su
nombre en su honor.

Carl Brashear murió el 25 de julio del 2006 de fallas respiratorias y cardiacas en el Centro Médico Naval
en Portsmouth, Va. Tenía 75 años.

Sus hijos crearon la fundación Carl Brashear cuyo fin es dar a conocer el legado de su padre en diferen-
tes museos de Estados Unidos y con lo que se recauda se hacen contribuciones para varios hospitales
de veteranos en Estados Unidos.

Su vida fue llevada a la pantalla en el 2000 con el nombre de Hombres de honor, una película muy reco-
mendable y motivadora para toda la familia.

Carl Brashear será recordado no sólo por ser el primer buzo afroamericano en la Marina y el primer
buzo amputado, sino por haber sido un hombre que enfrento tremendos obstáculos y adversidades y
que ganó.

Carl Brashear, un hombre de honor... ACF Analistas y consultores financieros. Agosto 10, 2015.
http://asesores-acf.com/blog/desarrollo-personal/1508-carl-brashear-un-hombre-de-honor

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