Está en la página 1de 11

CUIJ: 13-04415329-1/1((018602-33609))

FC/ARAUJO ARNIJA LUIS ALBERTO P/HOMICIDIOS CALIFICADOS


(33609) P/ RECURSO EXT.DE CASACIÓN
*104495402*
En Mendoza, a los catorce días del mes de febrero del año dos mil diecinueve,
reunida la Sala Segunda de la Excelentísima Suprema Corte de Justicia en
acuerdo ordinario, tomó en consideración para dictar sentencia definitiva la
causa Nº 13-04415329-1/1 “F.c/ Araujo Arnija Luis Alberto p/ Homicidio
Calificado p/Recurso ext. de casación”.
De conformidad con lo determinado en audiencia de deliberación quedó
establecido el siguiente orden de votación de la causa por parte de los s eñores
Ministros del Tribunal: primero, el Dr. José V. Valerio segundo, el Dr. Mario
D. Adaro y tercero, el Dr. Pedro J. Llorente.
A su vez, a los fines establecidos por el art. 160 de la Constitución de la
provincia de Mendoza, esta Sala Segunda plantea las siguientes cuestiones a
resolver:
Las defensa técnica del acusado Luis Alberto Araujo Arnija interpone recurso
de casación (fs. 782/787 vta.) contra la sentencia N° 34 y sus fundamentos
(fs.760 y fs. 761/778, respectivamente), dictada por el Tribunal Penal
Colegiado n° II de la Primera Circunscripción Judicial, en tanto condena al
acusado a la pena de prisión perpetua más costas y accesorias legales, como
autor penalmente responsable del delito de homicidio agravado por haber sido
cometido en perjuicio de una persona con la que se ha mantenido una relación
de pareja, que se le atribuye en la causa N° P-33.609/17 (arts. 80 inc. 1°, 29 y
12 del C.P. y arts. 415 último párrafo y 550 del C.P.P.).
De conformidad con lo establecido por el artículo 160 de la Constitución de la
Provincia, esta Sala se plantea las siguientes cuestiones a resolver:
Primera: ¿Es procedente el recurso interpuesto?
Segunda: En su caso, ¿qué solución corresponde?
Tercera: Pronunciamiento sobre costas
Sobre la primera cuestión, el Dr. José V. Valerio dijo:
I.- Resolución recurrida
En lo relativo al hecho acusado, el tribunal de sentencia tuvo por acreditado
que «[e]ntre las últimas horas del día 11 de Abril y las primeras horas del día
12 de Abril de 2017, en las inmediaciones del callejón Grosso de Los
Corralitos del Departamento de Guaymallén, Luis Alberto Araujo Arnija atacó
a su ex pareja Marina Bedia Durán, golpeándola con un objeto contundente de
superficie roma en el cráneo, provocándole fractura y perforación del mismo,
lo que determinó su muerte» (ver fundamentos, fs. 764).
Para llegar a la convicción necesaria para condenar, el tribunal a quo entendió
que «[c]ada uno de los elementos que integran el acervo probatorio de autos,
confirman con grado de certeza la plataforma fáctica descripta en la
requisitoria fiscal de elevación a juicio», y que, si bien en este caso el análisis
de la prueba tiene un carácter indiciario ello no impide hallar la certeza sobre
un evento histórico, siempre que se respeten una serie de presupuestos lógicos
en su valoración (ver fundamentos, fs. 764/766)
Así, tras repasar la prueba que acredita el fallecimiento violento de Marina
Bedia Durán y destacar que sobre ésta no existió controversias (ver
fundamentos, fs. 766/767), el tribunal de juicio inició el análisis de los
diversos elementos recabados en la causa para individualizar diferentes
“hechos indiciarios” que consideró acreditados.
De este modo, el tribunal tuvo en cuenta: la relación de pareja pública que
tuvieron la víctima y el acusado, así como la posterior clandestinidad de sus
encuentros amorosos tras extinguirse dicha relación y comenzar una nueva
Araujo (a), los posibles motivos que habrían determinado la intención
homicida del acusado, entre los que identificó, el embarazo de Marina Bedia y
la paternidad de Araujo, y el préstamo de dinero que Bedia le habría realizado
(b), la reunión que mantuvieron el acusado y Marina Bedia la madrugada del
12 de abril de 2017 (c), así como la desaparición sin rastros de la víctima
luego de dicha reunión y la ausencia de motivos para no volver (d) (ver
fundamentos, fs. 767/773 vta.).
Con ello, tras destacar que la hipótesis defensiva ensayada por el acusado y su
defensa no contaba con respaldo probatorio alguno, el tribunal a quo concluyó
que surge con claridad, como “hecho indicado”, que «Marina Bedia fue
víctima de un comportamiento ilícito aquella noche que se juntó con el
encartado Araujo», y que éste es el autor de su homicidio (ver fundamentos,
fs. 773 vta. 774).
II.- Recurso de casación de la defensa
La defensa del imputado Luis Alberto Araujo Arnija impugna la resolución
antes individualizada en razón de lo dispuesto por el art. 474, incs. 1 y 2 del
C.P.P. de la provincia de Mendoza -Ley 6.730-, es decir, por entender que la
sentencia contiene vicios in procedendo e in iudicando.
En lo que respecta a los vicios in procedendo, el recurrente entiende que la
sentencia es arbitraria por carecer de apoyo legal, por haber valorado
parcialmente las pruebas incorporadas y rendidas en el debate, y por haberse
apartado de otras constancias de la causa. Además, en este sentido, señala que
el tribunal de sentencia ha avalado una conclusión basada tan sólo en prueba
indirecta, circunstancia que resulta contraria a los postulados de la sana crítica
racional, los principios de la lógica, la psicología y la experiencia común.
Critica que el tribunal a quo haya tenido por probado, como hecho indiciario,
que el acusado y la víctima mantenían una relación oculta. Indica que ninguno
de los testigos manifestó haber visto al acusado junto a Bedia y denuncia que
el tribunal se basó en las hipótesis formuladas por sus hijos, los que
expresaron, además, que existían varias personas de nombre Luis en el lugar
de trabajo de su madre.
Con ello, además, la defensa indica que el tribunal de sentencia valoró una
serie de videos y mensajes que no han sido incorporados como prueba en la
causa.
Luego, el recurrente realiza valoraciones críticas respecto de otros indicios
sopesados por el tribunal de juicio y, de este modo, señala que la relación de
pareja que mantuvieron el acusado y la Sra. Carrasquilla no tiene relevancia y
no se condice con el hecho investigado, y que el embarazo de la víctima,
calificado como “indicio de móvil”, no fue probado y no guarda relación
alguna con el hecho acusado a Araujo.
Sobre este aspecto, la defensa resalta que el tribunal de juicio fue
contradictorio puesto que, si bien reconoció que no podía atribuirle a Araujo
un conocimiento cierto sobre el embarazo de Bedia, concluyó que ésta sí le
comunicó al acusado su gravidez en una reunión que mantuvieron, y que dicha
ocasión determinó el motivo del homicidio. Junto a lo anterior, la defensa
recalca que el tribunal de juicio se apartó de los hechos efectivamente
probados toda vez que, conforme lo relataron los testigos de la causa, nadie
sabía o conocía la existencia del embarazo de la víctima.
En el mismo orden de ideas, la defensa se agravia por la valoración que el
tribunal a quo hizo respecto de un hipotético préstamo de dinero realizado por
Bedia al acusado. Según señala, no existen pruebas de este hecho ni de la
circunstancia de haber contado la víctima con la cantidad de dinero que, según
la acusación, le prestó al imputado.
También se agravia el recurrente al sostener que el tribunal precisó, sin mayor
respaldo probatorio, que la víctima falleció el mismo día que dejó su hogar,
punto en el que se apartó de las constancias incorporadas a la causa, como la
declaración del Dr. Barrera (quien especificó un tiempo de fallecimiento
distinto), o como las características del cuerpo hallado. Ello, según señala la
defensa, demuestra que la magistratura de juicio llegó a la conclusión
condenatoria basado en sus propias convicciones.
Finalmente, como último agravio de forma, la parte recurrente se agravia por
la calificación que el tribunal hizo de los alegatos defensivos. Entiende que sus
argumentos no pueden ser calificados como “meras conjeturas”, toda vez que
se basaron en prueba incorporada.
Por todo lo dicho, el recurrente concluye que la sentencia recurrida se ha
apartado del principio de inocencia y su consecuencia necesaria, el principio in
dubio pro reo.
En lo que respecta a los vicios in iudicando, el recurrente entiende que la
figura legal con la que se calificó el hecho acusado no ha sido probada, lo que
ha significado una vulneración de garantías constitucionales. Entiende que las
conductas acusadas no encuadrarían en la figura penal atribuida sino en lo
previsto en el art. 2 del C.P., es decir, la absolución por inexistencia
probatoria.
Formula reserva del caso federal.
III.- Informe escrito de la defensa
A fs. 799/805, la defensa de Luis Alberto Araujo Arnija se presenta e informa
por escrito el recurso previamente presentado, ocasión en la que reitera los
agravios individualizados oportunamente, el pedido de absolución por
aplicación del art. 2 del C.P.P. de Mendoza y la reserva del caso federal.
IV.- Dictamen del señor Procurador General
El Procurador General, tras evaluar la procedencia del recurso incoado por la
defensa de Luis Alberto Araujo Arnija, advierte que debe ser rechazado
sustancialmente y que debe confirmarse la sentencia impugnada.
Refiere, preliminarmente, que la defensa no señala agravios en el
razonamiento del tribunal de sentencia y que articula su presentación a partir
de meras discrepancias con los argumentos utilizados en la sentencia,
valorando nuevamente la prueba incorporada desde una óptica favorable a los
intereses que representa, pero sin lograr menoscabar la claridad con la que el a
quo ha justificado la condena.
Expresa que la sentencia contiene un análisis exhaustivo de los testimonios
rendidos y destaca su relevancia en la formación del cuadro indiciario y en la
corroboración de la relación de pareja que mantuvieron el acusado y la
víctima. Asimismo, sobre este punto, recuerda que las objeciones de la defensa
fueron debidamente refutadas por el tribunal a quo al valorar una serie de
elementos que el recurrente no destaca; entre ellos, el contenido de las
comunicaciones que mantuvieron Araujo y Bedia para acordar sus encuentros
íntimos.
Sobre la valoración de los motivos señalados en la sentencia, afirma que las
premisas defensivas que sostienen la falta de pruebas no pueden prosperar,
puesto que no logran controvertir el peso de los indicios que, sopesados en
conjunto, demuestran la materialidad del hecho y la autoría del acusado
independientemente de la corroboración de dichos motivos.
En este punto recuerda que, como prueba objetiva, se incorporó el
geoposicionamiento del teléfono celular del imputado, elemento que ubicó al
acusado en la escena del crimen y en el lugar donde fueron halladas las partes
del cuerpo de la víctima por un lapso de dos horas aproximadamente. En este
sentido, afirma que los testimonios de los hijos de la víctima y de su amiga, así
como la declaración de la pareja actual del acusado, demuestran que Bedia se
reunió con Araujo la noche de su desaparición.
Como conclusión, afirma que la defensa separa los elementos probatorios de
cargo incorporados para intentar anular su valor convictivo y establecer una
duda respecto de la autoría del acusado, lo que no puede modificar la
intensidad de la convicción jurisdiccional alcanzada.
V.- Solución del caso
Por las siguientes razones considero que no corresponde hacer lugar al recurso
de casación formulado por la defensa técnica del encartado y, en consecuencia,
debe confirmarse la sentencia cuestionada.
Preliminarmente, puede decirse que los agravios formulados por el recurrente
demuestran que la crítica a la sentencia proveniente del Tribunal Penal
Colegiado n° 2 se basa, exclusivamente, en vicios de carácter formal. En
efecto, el argumento por el que se aduce la existencia de vicios in iudicando en
la sentencia recurrida no contiene precisiones sobre un supuesto error en el
derecho, sino que, invoca la aplicación del principio in dubio pro reo por
considerar que no existen pruebas capaces de avalar la solución condenatoria.
Esta idea, según advierto, demanda la revisión de los fundamentos del tribunal
en el seno de la valoración de la prueba, tarea que coincide con el sentido que
el recurrente le imprime a la primera parte de su presentación. Por ello, en lo
que sigue, me avocaré exclusivamente a determinar si la sentencia
condenatoria de Luis Alberto Araujo Arnija ha sido edificada sobre premisas
racionales y si se ha basado en prueba legalmente incorporada. Es decir, si
contiene los vicios in procedendo que se invocan. Veamos.
Al respecto, debe decirse que la sentencia traída a control cuenta con
suficiente apoyo en las pruebas incorporadas al proceso y que estas han sido
valoradas de manera adecuada para justificar la solución condenatoria.
La circunstancia de que en el caso de autos la acusación esté basada en prueba
indiciaria (o “indirecta”, según la apreciación del tribunal) no significa que
tenga necesariamente menor valor o fuerza que la prueba “directa” y que su
admisibilidad se conciba como algo a lo que tendría que resignarse el juzgador
para evitar intolerables impunidades.
Por el contrario, la doctrina sobre la prueba indiciaria no esconde una
relajación de las exigencias de la presunción de inocencia; más aún cuando la
prueba indiciaria es a veces fuente de certezas muy superiores a las que
brindaría una pluralidad de pruebas directas unidireccionales y concordantes
(sobre la cuestión pueden compulsarse la causa cuij 13-03912200-0/1, «Ortiz
Morel», sentencia de fecha 11 de junio de 2018, y la causa cuij 13-04268432-
9/1 «Teves Lucero», sentencia del 5 de julio de 2018).
Ahora bien, en lo relativo a los agravios señalados por el recurrente, en primer
lugar, deben analizarse aquéllos que se afincan en la corroboración de la
relación de pareja que el acusado y la víctima mantenían de forma clandestina,
y de la relación de pareja que el acusado mantenía con otra mujer en la fecha
del hecho.
Sobre la primera de ellas, cabe advertir que la crítica que indica que fue
acreditada de manera arbitraria, debe ser desestimada. Ello, puesto que las
aserciones dadas en este sentido no explican por qué este hecho indiciario es
irracional.
En efecto, que el tribunal a quo haya tenido por corroborada la relación oculta
de Marina Bedia y el acusado a partir de los testimonios brindados por los
hijos de la víctima y por María Beltrán (amiga de Marina), no puede ser un
argumento capaz de prosperar, toda vez que dichas declaraciones fueron
brindadas respetando los requisitos legales que regulan su incorporación al
proceso y fueron valoradas de manera adecuada.
En este punto se advierte que, sobre la credibilidad de dichos testimonios, el
recurrente no articula argumento alguno que indique que hayan sido mendaces
o contradictorios, omisión que demuestra que, frente a las consideraciones del
tribunal relativas al peso convictivo de los testimonios producidos en el
debate, la defensa sólo acude a una crítica superficial que no explica en dónde
se encuentra la arbitrariedad que denuncia.
Aquí, entiendo adecuado resaltar las premisas utilizadas por el tribunal de
sentencia cuando indicó, tras compulsar el contenido de las comunicaciones
mantenidas por el acusado y la víctima días antes de su deceso, así como los
testimonios de sus hijos y el de María Beltrán, que «[s]e desprende sin lugar a
dudas que el incuso seguía manteniendo una relación oculta con Marina. Sus
hijos y su amiga María Beltrán dieron cuenta que se seguían viendo en
horarios de la noche-madrugada. Por ello, es que elegían lugares alejados
como el Callejón Grosso para verse […]. Los mensajes de Whatsapp, las fotos
y videos que observara su hija Marlene en el celular hallado datados en el mes
de marzo de 2017 y la profusa comunicación que mantenían, dan cuenta
acabadamente que esta relación proseguía» (ver fundamentos, fs. 767
vta./769).
De lo anterior se desprende, según entiendo, que el tribunal no acreditó la
relación de pareja de la víctima y el acusado a pesar de que los hijos de Bedia
no la habían visto con él, sino que la tuvo por acreditada a partir del contenido
de las comunicaciones que mantenían, de lo relatado por su amiga María
(quien, de acuerdo con lo dicho, los vio en el interior del auto del acusado
antes de la desaparición de Bedia) y de la credibilidad otorgada a su hija
Marlene (quien refirió haber visto imágenes y videos de su madre y el acusado
del mes anterior a la desaparición).
Sobre este último aspecto, además, debe decirse que el agravio que indica que
el tribunal ha valorado mensajes e imágenes no incorporados a la causa,
tampoco puede prosperar. Por un lado, puesto que los mensajes de texto que
avalaron la relación oculta entre la víctima y el acusado se desprenden del
informe obrante a fs. 429/450, debidamente incorporado al debate conforme
surge a fs. 762. Por otro lado, porque los videos a los que refirió el a quo
fueron aludidos por una de sus hijas, Marlene, cuya credibilidad fue
corroborada por el tribunal y no ha sido controvertida por la defensa (ver
fundamentos, fs. 767 vta.).
Por su lado, el agravio que afirma que la relación que mantenían el acusado
Araujo e Iris Carrasquilla en la fecha del homicidio de Bedia no tiene relación
con el objeto procesal, tampoco puede tener recibimiento favorable.
Al respecto cabe aclarar, por un lado, que el tribunal de sentencia ha dado
suficientes razones para explicar por qué es un hecho indiciario relevante. En
efecto, según refirió el a quo, el vínculo con Carrasquilla es un indicio que
explica, no sólo por qué la relación de la víctima y Araujo era oculta, sino
también, el lugar donde se encontraba Araujo momentos antes de encontrarse
con Bedia la noche de su muerte (según la prueba valorada, se encontraba en
el domicilio de Carrasquilla), por qué éste no respondió a los mensajes que
Carrasquilla le mandaba sino hasta entrada la madrugada del día 12 de abril de
2017, y por qué el embarazo de la víctima podía ser considerado un móvil para
el homicidio (ver fundamentos, fs. 769, fa. 770 vta. y fs. 772 y vta.).
Por otro lado, debe decirse que contra estos argumentos incriminatorios la
defensa no ha presentado variantes alternativas que contrarresten su valor, ni
ha explicado en qué medida implican vicios de valoración capaces de nulificar
la sentencia criticada, motivos que confirman que la crítica no puede
prosperar.
En segundo lugar, cabe analizar los puntos de agravio sugeridos respecto de la
valoración de los motivos que habría tenido el acusado para cometer el
homicidio de Bedia.
Acerca del vicio señalado alrededor de la consideración del embarazo de la
víctima, corresponde apuntar que la contradicción que advierte el recurrente
no cuenta con respaldo suficiente. En efecto, si bien el tribunal sostuvo que no
podía considerar plenamente acreditado que Araujo conociera el estado de
gravidez de Marina Bedia, lo cierto es que no afirmó lo contrario luego, sino
que consideró que era “razonable” considerar que el acusado se enteró de ello
y que no era “improbable” que la noticia dada por Bedia al acusado haya
desencadenado su muerte. Ello surge con claridad tras compulsar los
fundamentos de la sentencia.
Ciertamente, el tribunal llega a dicha conclusión tras valorar que, de acuerdo
con la prueba incorporada, el estudio obstétrico que dictaminó el embarazo de
Marina le fue comunicado el día 7 de abril de 2017, día en el que, según el
testimonio de María Beltrán y Nahuel Tejerina (hijo de la víctima), el vehículo
del acusado se encontraba estacionado en las cercanías del domicilio de la
víctima, siendo esta la metodología con la que se encontraban para evitar ser
vistos (ver fundamentos, fs. 767 vta./768 vta. y fs. 769 vta./770 vta.).
Con ello, es lógico suponer, así como lo hizo el tribunal, que es una
probabilidad racional (es decir, basada en prueba incorporada) que el acusado
se haya enterado del embarazo de la víctima el día en que ésta lo hizo, es
decir, el 7 de abril de 2017.
Sobre el punto, el letrado defensor no articula precisión alguna capaz de
debilitar las presunciones del tribunal, lo que demuestra que los agravios
invocados pueden entenderse como planteos inadecuados para demostrar la
arbitrariedad señalada.
En lo que respecta a la crítica referida al préstamo de dinero que la víctima
realizó con el acusado, entiendo importante destacar que se trata de un hecho
indiciario que sí contó con suficiente prueba para ser considerado como un
«elemento más para pensar en una motivación del homicidio». Ello en tanto
que, para asegurar que «el reclamo de la suma de dinero dada en préstamo por
Bedia […] pudo funcionar como desencadenante del homicidio», el tribunal
de juicio compulsó las declaraciones de Marlene Bedia y María Beltrán (hija y
amiga de la víctima, respectivamente). De esta manera, el a quo tuvo por
acreditado que el préstamo existió y que el acusado había recibido la suma de
$20.000 (ver fundamentos, fs. 773).
Frente a estas precisiones, debe decirse, la defensa tampoco ha ensayado una
explicación alternativa razonable respaldada en el plexo probatorio
incorporado al proceso, motivo por el que las críticas indicadas en este punto
no pueden tener recibimiento favorable.
En tercer lugar, respecto de la valoración del tiempo estimado de muerte, debe
decirse que las apreciaciones del tribunal no contienen las arbitrariedades que
el recurrente indica. En efecto, las apreciaciones del tribunal de juicio no se
separan de lo aseverado por el Dr. Barrera, profesional encargado de realizar
el informe de necropsia incorporado a fs. 289, sino que se adecuan a sus
precisiones.
De acuerdo con el acta de procedimiento incorporada al proceso (ver fs. 90/91
y fs. 762), el hallazgo de los restos de la Marina Beltrán se produjo el día 21
de abril de 2017, es decir, 9 días después de su desaparición en la madrugada
del 12 de abril de ese año. Conforme con las precisiones del Dr. Beltrán, la
fecha de muerte fue fijada entre tres y siete días anteriores al hallazgo, pero
con un rango de error de hasta cinco días, es decir, con un «rango de unos
doce días anteriores al hallazgo en relación a la fecha probable de muerte y en
cualquiera de esos días en el rango temporal» (ver fundamentos, fs. 766).
De lo anterior se desprende, con claridad según entiendo, que la fecha de
desaparición de Marina Bedia (esta es, la fecha de muerte para el tribunal de
sentencia) queda comprendida en el margen establecido por el profesional
forense. El hecho de que este no haya podido precisar la fecha de muerte se
debió, como lo detalló el tribunal, a que el cadáver de Bedia presentó dos
estados evolutivos de putrefacción y a que fue comido por animales carroñeros
(ver fundamentos, fs. 766).
Por ello, al quedar comprendida la fecha fijada por la acusación (entre las
últimas horas del 11 de abril y las primeras de del 12 de abril de 2017) en el
margen probable de muerte establecido por el profesional forense, no puede
sostenerse, como lo hace la defensa, que dicha fecha se haya apartado de las
precisiones dadas en la necropsia incorporada de fs. 289.
Sobre este punto, además, no puede soslayarse que el recurrente no explica
porqué las estimaciones del tribunal acerca de la fecha de muerte implican un
punto relevante en el planteo de su defensa, es decir, qué otra fecha probable
de muerte puede significar un mejoramiento de la posición del acusado,
circunstancia que demuestra que la crítica en este punto es superficial y no
alcanza a ilustrar un agravio capaz de prosperar.
Finalmente, debe decirse que, el hecho de que el tribunal de sentencia haya
desacreditado los alegatos de la defensa al calificarlas de “meras conjeturas”,
no puede ser un argumento capaz de empobrecer la labor argumentativa
realizada en la sentencia. En efecto, la sentencia contiene una detallada
individualización de cada una de las premisas sostenidas por la defensa en la
etapa de debate y una refutación basada en la prueba rendida en la causa,
hecho que indica que la estrategia defensiva fue valorada en su totalidad, de
manera racional y sin el destrato que se denuncia (ver fundamentos, fs. 775 y
vta.).
Con todo lo dicho entonces, puede afirmarse como conclusión que la sentencia
proveniente del Tribunal Penal Colegiado n° II de la Primera Circunscripción
Judicial no ha sido dictada de manera arbitraria, ilógica o con desapego de la
prueba incorporada. Al contrario, el estudio de sus fundamentos demuestra
que el razonamiento observado por el tribunal no ha dado saltos lógicos ni ha
obviado considerar la estrategia defensiva, así como la prueba incorporada.
En este sentido, debe decirse finalmente, que los fundamentos de la sentencia
criticada demuestran que los diversos indicios probados han sido sopesados de
manera adecuada, situación frente a la que la defensa no ha explicado por qué
una sentencia basada en la concatenación de prueba indiciaria debe ser
declarada arbitraria por vulnerar los principios de la lógica, la psicología o la
experiencia común.
Por las razones expuestas precedentemente, entiendo que el recurso de
casación incoado debe ser rechazado en esta instancia y, en consecuencia,
debe confirmarse la sentencia n° 34 de del Segundo Tribunal Colegiado de la
Primera Circunscripción Judicial.
ASÍ VOTO.
Sobre la misma cuestión los Dres. Mario D. Adaro y Pedro J. Llorente
adhieren, por sus fundamentos, al voto que antecede.
Sobre la segunda cuestión, el Dr. José V. Valerio dijo:
Atento al resultado a que se arriba en el tratamiento de la cuestión anterior, no
corresponde pronunciarse sobre la segunda cuestión propuesta.
ASÍ VOTO.
Sobre la misma cuestión los Dres. Mario D. Adaro y Pedro J. Llorente
adhieren al voto que antecede.
Sobre la tercera cuestión, el Dr. José V. Valerio dijo:
Atento al resultado a que se arriba en el tratamiento de las cuestiones que
anteceden, corresponde imponer las costas a la vencida y regular los
honorarios profesionales del Dr. Juan Pablo Ildarraz en la suma de pesos
veintisiete mil novecientos uno con 86/100 ($ 27.901,86) a cargo de su
defendido por su labor en esta etapa (arts. 557 y 560 del CPP y 16 de la Ley
9131).
ASÍ VOTO.
Sobre la misma cuestión los Dres. Mario D. Adaro y Pedro J. Llorente
adhieren al voto que antecede.
Con lo que se dio por terminado el acto, procediéndose a dictar la sentencia
que a continuación se inserta:
S E N T E N C I A:
Atento al mérito que resulta del acuerdo precedente esta Sala Segunda de la
Excma. Suprema Corte de Justicia, fallando en definitiva,
Resuelve:
1.- No hacer lugar al recurso de casación interpuesto a fs. 782/787 vta por las
defensa de Luis Alberto Araujo Arnija.
2.- Imponer las costas a la vencida y regular los honorarios profesionales del
Dr. Juan Pablo Ildarraz en la suma de pesos veintisiete mil novecientos uno
con 86/100 ($ 27.901,86) a cargo de su defendido (arts. 557 y 560 del CPP y
16 de la Ley 9131).
3.- Tener presente la reserva del caso federal.
4.- Remitir las presentes actuaciones al Tribunal de origen, a sus efectos.
Regístrese. Notifíquese.

También podría gustarte